Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
“La libertad no es ni una filosofía ni una teoría del mundo, la libertad es una
posibilidad que se actualiza cada vez que un hombre dice no al poder…la
libertad no se define se ejerce…La libertad no es la justicia ni la fraternidad
sino la posibilidad de realizarlas aquí y ahora. No es una idea es un acto”
Octavio Paz.
Juan Bautista Alberdi hablando acerca de la democracia nos decía que “La
democracia es la libertad constituida en gobierno, pues el verdadero
gobierno no es más ni menos que la libertad organizada”.
Hasta aquí hemos establecido únicamente que el pueblo es titular del poder.
Y el problema del poder no es solamente de titularidad, es sobre todo de
ejercicio.
En este punto vale la pena traer la pregunta de John Stuart Mill ¿cuán grande
o cuan chica es la cuota de ejercicio del poder que le corresponde al
ciudadano que se autogobierna? El mismo filósofo y economista británico
observa que el autogobierno no vendría a ser, en concreto, “el gobierno de
cada cual sobre sí mismo, sino que el gobierno sobre cada uno por parte de
todos los demas”, y concluye que el problema no es, en la democracia
extendida a los grandes números, de autogobierno, sino de limitaciones y
control sobre el gobierno. Inútil ilusionarse: la democracia “en grande” es
solo una democracia representativa.
Friedrich August von Hayek escribió, “La defensa de la libertad tiene que ser
dogmática, sin concesión alguna al oportunismo, aun cuando no sea posible
demostrar que, al margen de los efectos positivos, su infracción pueda
comportar algunas consecuencias perjudiciales. La libertad sólo puede
prevalecer si se acepta como principio general cuya aplicación a casos
particulares no tiene necesidad de justificarse. Por tanto, acusar al
liberalismo clásico de haber sido demasiado doctrinario es fruto de una pura
incomprensión. Su defecto no fue haber defendido demasiado
obstinadamente unos principios, sino más bien no haber tenido principios
suficientemente definidos que pudieran orientar claramente la acción, por lo
que con frecuencia dio la impresión de limitarse a aceptar las funciones
tradicionales del gobierno y oponerse a posibles funciones nuevas. La
coherencia sólo es posible si se aceptan principios bien definidos. Pero el
concepto de libertad utilizado por los liberales del siglo XIX era en muchos
aspectos demasiado vago para poder proporcionar una orientación precisa.”
Existe hoy en las ideas liberales, una creencia errada, muchos suponen que la
economía es el espacio donde se resuelven todos los problemas y que el
mercado libre es la medicina que soluciona desde la pobreza, el desempleo,
la marginalidad y la exclusión social.
Hablando sobre este tema Mario Vargas Llosa nos dice, “Esa línea de
pensamiento ha hecho a veces más daño a la causa de la libertad que los
propios marxistas, los primeros propagadores de esa absurda tesis según la
cual la economía es el motor de la historia de las naciones y el fundamento
de la civilización. No es verdad. Lo que diferencia a la civilización de la
barbarie son las ideas, la cultura, antes que la economía, y ésta, por sí sola,
sin el sustento de aquella, puede producir sobre el papel óptimos resultados,
pero no da sentido a la vida de las gentes, ni les ofrece razones para resistir la
adversidad y sentirse solidarios y compasivos, ni las hace vivir en un entorno
impregnado de humanidad”.
Fue el escritor José Ortega y Gasset quien nos trae el liberalismo a esa
instancia superior, moral y ético, “El liberalismo es la suprema generosidad:
es el derecho que la mayoría otorga a las minorías, y es, por tanto, el más
noble grito que ha sonado en el planeta. Proclama la decisión de convivir con
el enemigo, más aún, con el enemigo débil.”
Hayek alimenta esta idea cuando afirma que “Tal vez el mayor
descubrimiento jamás hecho por el género humano fue la posibilidad de que
los hombres vivieran juntos, en paz y con beneficio mutuo, sin tener que
ponerse de acuerdo sobre fines comunes y concretos, sólo vinculados por
normas de comportamiento abstractas. El sistema “capitalista”, surgido de
este descubrimiento, sin duda no satisfizo plenamente los ideales del
liberalismo, porque se desarrolló sin que los legisladores y los gobernantes
hubieran aferrado el modus operandi del mercado, y en gran medida a pesar
de las políticas realmente perseguidas”.
El liberalismo entiende que la libertad es el valor supremo, ya que gracias a la
libertad la humanidad ha podido progresar desde el hombre primitivo, hasta
el hombre que puede viajar a las estrellas y generar una revolución
informática, en resumen, desde las formas de asociación colectivista y
despótica hasta la democracia representativa.
El rol del estado es ejercer el rol limitativo del liberalismo. El estado está
presente para proteger, con una violencia legítima, al hombre de su propia
naturaleza. El estado está para proteger de la naturaleza humana de sus
semejantes. No veo posible esto con autogobiernos autónomos.
Juca Fevel
Bibliografia