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APOCALIPSIS, POR FIN( Rodolfo Braceli)

Las cosas sucedieron con una sencillez inexplicable..

Porque la sencillez es siempre inexplicable..

En París, a un par de kilómetros de la Torre Eiffel, en un edificio de departamentos, Louis de Gaulle


estaba viendo por TV un cortometraje en el que, en un eficio de departamentos de París, a un par
de kilómetros de la torre Eiffel, un tipo distraído con la televisión no se daba cuenta de que se
había rebasado y el agua llegó a los vecinos de abajo y allí empezó una discusión que derivó en
otra, y esa otra dio paso a nueva y así sucesivamente…

Lois de Gaulle también estaba llenando su bañera dispuesto a darse un baño de inmersión, pero el
cortometraje le resultaban tan fascinante que no advirtió cómo el agua rebasaba y caía en el piso
de abajo sobre los planos que estaba dibujando una arquitecta que al ver la inundación que le
venía grave desde arriba pegó un desesperado grito y sólo atinó a abrir la puerta para dar curso al
agua, el agua fue por donde la dejaban, bajó rauda por las escaleras..

Y al llegar al descanso del piso inferior siguiente provocó el resbalón y la caída de un matrimonio
de jubilados que en ese momento legaba animoso con una torta de crema para celebrar solitos sus
50 años de casados, la torta salió despedida por la ventana y cayó sobre la cabeza de un
transeúnte que pasaba frente al edificio. Un tipo trajeado. Fue ganado por la ira y con el mango de
su paraguas, hizo añicos el vitró de la puerta del edificio inundado….

Salió entonces el portero con sus fornidos dos hijos postadolescentes y se le fueron encima y le
empezaron a dar trompadas y patadas al tipo que había recibido el tortazo. Entonces, unos
vecinos de enfrente acudieron a defender al infeliz, (eran como diez los vecinos y estaban
linchando al portero y a sus hijos). Por eso resolvieron detenerse y bajarse de un ómnibus los
cuarenta pasajeros-turistas que se enardecieron al ver la desigual pelea entre el grupo de diez
vecinos y el portero y sus hijos..

Un furgón con cuatro policías llegó enseguida para intervenir, no sabiendo a quién detener
optaron por esposar a un par de personas, lo que enfureció al resto que reaccionó apaleando a la
policía. Además llegaron más tropas policiales y el barrio entero, solidario, entró en batalla. En
seguida los móviles de radio y de la televisión. Llegaron pronto y comenzaron a registrar la
creciente batahola…

Aunque no era mayo, desde la Sorbona y otras universidades, salieron grupos de estudiantes
dispuestos a todo. Tres canales de televisión se sumaron para mostrar esta especie de creciente
guerra civi. Entre tanto tumulto alguien arrojó con gran eficacia una bomba incendiaria (una buena
Molotov) a alguien de los Estados Unidos, cundió el fuego y simultáneamente pasó lo mismo en la
embajada rusa. En menos de veinte minutos ardían las embajadas de Israel, Irán y Alemania…

Un piloto de un avión de línea belga que esperaba su turno de salida viendo por televisión en su
cabina las terribles imágenes, accionó el despegue sin aguardar la orden de la torre de control,
antes del minuto el avión chocó en el aire con otro avión que bajaba trayendo a mandatarios de
29 naciones reunidos para una cumbre intercontinental. No hubo sobrevivientes. Todo se atribuyó
a un atentado y los misiles empezaron a acribilar todos los cielos..El Mundo era todo un ojo de
volcán…y el volcán vomitaba una sucesiva hoguera…

Luego de una semana pavorosa y demencial se vaciaron los arsenales de todos los países de la
Tierra. Los humanos que lograron sobrevivir no alcanzaban al millar y empujados por el instinto y
el pánico terminaron refugiándose en el borde de un desierto, que ya no pertenecía a país
ninguno. El desastre había sido de tal magnitud que sólo cabría nombrarlo como apocalipsis… Los
mapas se habían desfigurado…No quedaban potencias.. ni países quedaban….Los mismos
animales se habían retirado

Sobrevivía un poco de mundo reseco. El magro millar de personas provenientes de los cinco
continentes apenas si se agrupaba en racimos determinados por sus lenguas y el tono de su piel.
Eran días tristes esos días, días neutros con noches atravesadas de insomnios lánguidos y
desesperanzados. Señoras y señores….Ni un árbol para regar o esperar una sombra, pero la
tristeza, los insomnios y cierta preocupante hambruna no eran nada comparados con el
aburrimiento..

Señoras y Señores…allí están hombres y mujeres…los ancianos y los niños postreros, desganados
de toda gana, apagados de toda expectativa, sin atreverse a soñar. No a disposición de un tenue
milagro, y sí completamente entregados al tedio. Así, allí se dejan estar, hasta que alguien por fin
alza la voz para proponer una luminosa idea…

¡Organicemos un Mundialito!- dice. “Con equipos de los 5 continentes”. Enseguida se aprueba la


idea, y el campeonato empieza, sigue y prosigue hasta el partido final entre un equipo africano y
un equipo europeo. Entonces el árbitro latinoamericano anula un gol por presunto offside
africano, y al minuto cobra un penal a favor de los europeos y los jugadores se van directamente a
las manos, y al árbitro no le hacen tragar el silbato porque no tiene, pero como no hay piedras se
arrojan arena en los ojos. Al ratito eso no es nada, y se arrojan con niños y bebés..

Señoras y Señores, al llegar la noche aquello daba pena. El millar de habitantes humanos se había
reducido a la mitad. Los otros eran cadáveres. Y unos y otros, los que emergieron de la batalla y
los que habían cesado de respirar, estaban en completo silencio. Ese silencio con esa oscuridad sin
luna fue propicio para que se escuchara muy claramente la diabólica voz de un sociólogo que
analizaba lo acontecido.

Otra vez los inadaptados de siempre, Otra vez la violencia en las canchas. Propongo que el fútbol
sea prohibido por los siglos de los siglos de los siglos

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