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y no
debemos deshonrarlo dudando de su amor.
Cuando Satanás golpea con sus amenazas sobre
Ud., vuélvale la espalda y consuele su alma con la promesa de Dios
Los hijos de Dios no han de estar sujetos a sus sentimientos y
emociones.
Cuando fluctúan entre la esperanza y el temor, el corazón
de Cristo es herido; porque él les ha dado evidencias inconfundibles de
su amor.
El amor de Cristo por sus hijos es tan tierno como su fortaleza.
Tan fuerte es su amor que controla todos sus poderes, y emplea
los vastos recursos del cielo para servir a su pueblo.
como no
tienen fe, creen que no pueden reclamar la bendición de Dios. Estas
personas confunden el sentimiento con la fe.
Deberían apartar la mente de sí mismos, espaciarse en la misericordia
y la bondad de Dios y hacer un recuento de sus promesas,
y luego creer simplemente que él cumplirá su palabra.
No hemos de confiar en nuestra fe, sino en las promesas de Dios.
Deberíamos tratar de cumplir fielmente cada deber conocido,
y descansar luego tranquilamente en las promesas de Dios.
Quizá Satanás susurre: “Eres demasiado pecador para que Cristo
te salve”
Si queremos conocer
el valor de un alma humana debemos mirar con fe viviente hacia la
cruz y empezar así el estudio que será la ciencia y el canto de los
redimidos por toda la eternidad. Sólo se puede calcular el valor de
nuestro tiempo y de nuestros talentos, por la grandeza del rescate
pagado por nuestra redención. ¡Cuánta ingratitud mostramos hacia
Dios cuando le robamos lo suyo al privarlo de nuestros afectos y
nuestro servicio! ¿Es demasiado el entregarnos a Aquel que lo ha
sacrificado todo por nosotros? ¿Podemos escoger la amistad del
mundo antes que los honores inmortales que Cristo brinda: “Que se
siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he
sentado con mi Padre en su trono”?
La santificación es una obra progresiva
Las pruebas de la vida son los instrumentos de Dios para eliminar
de nuestro carácter toda impureza y tosquedad. Los procesos de
nivelar con escuadra, hacha y escoplo, la acción de pulir y bruñir,
todo es un procedimiento penoso; es difícil someterse a la rueda
de esmeril. Pero la piedra sale preparada para ocupar su lugar en el
[115] templo celestial. El Señor no gasta en materias inútiles trabajo tan
consumado y cuidadoso. Únicamente sus piedras preciosas se labran
a manera de las de un palacio.