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ENEAGRAMA

Darse cuenta

"Todo lo que funciona tiene tres elementos en perfecto equilibrio"

Para que haya un trabajo de transformación, tratándose de un proceso, son necesarios  tres elementos
básicos. Ellos están en los mejores desarrollos teóricos del modelo Eneagrama de la Personalidad, y son
fundamento, a la vez, del estado existencialista que busca la psicología transpersonal.

Estos tres elementos son: "la presencia (presencia mental y percepción consciente), la practica de la
auto-observación (adquisición del conocimiento de uno mismo) y la comprensión de lo que se experimenta
(interpretación correcta de las experiencias, proporcionada por un contexto mayor, tal como una comunidad de
apoyo o un camino espiritual". (Riso y Hudson en La Sabiduría del Eneagrama, Urano, 2000).  

Aplicando lo anterior en este diagrama del proceso de toma de conciencia que gira en el mismo sentido del
reloj tenemos lo siguiente:

Nadie puede obviar ninguno de los tres aspectos, ni el orden, ni la dirección del giro... Observamos que la
referencia de la información que el Eneagrama provee es como un abrevadero o un estanque dentro del
proceso... Alguien que acaba de conocer El Eneagrama, comprenderá en ese momento lo poco o mucho que
ya traiga de auto-observación. Obtiene la información y ya con ella, hace presencia (está ya más consciente)
y esa consciencia de sí mismo y de la información recogida le da las primeras comprensiones de sí mismo.

Pero como es un proceso, una dinámica, la auto-observación no solo sigue jugando sino que se irá afinando
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cada vez más. Entonces seguimos regresando al estanque del Eneagrama a beber y, como si se tratase de una
espiral, cada vez la información y comprensión que obtengamos con esta herramienta será más precisa e irá
destapando -como si de una cebolla se tratase- capa tras capa de nuestras motivaciones más superficiales
dando paso a las estructuras más ocultas o veladas de nuestra personalidad. Por eso las formas burdas,
ordinarias y evidentes de nuestras pasiones son las primeras en desaparecer dejando lugar a las
manifestaciones más sutiles y menos evidentes de nuestro ego.

Cuando hay un deseo fuerte y honesto por cambiar, las personas que no ubican claramente su estilo en el
Eneagrama, por esa misma motivación, suelen estar haciendo una auto-observación mucho más intensa,
girando y girando en este proceso y por tanto, para algunos entre los que nos contamos, el que alguien no
pueda identificarse rápidamente, es más motivo de alegre regocijo que de cualquier otra cosa puesto que es
mucho más importante conocerme y verme mis limitaciones que poder ponerles un numero encima a ellas.

El propósito es conocerse a sí mismo, y nadie lo ha logrado por un método distinto al de la auto-observación.


Es todo un viaje al interior de uno, y el Eneagrama es un mapa increíblemente bueno, pero jamás remplaza el
paisaje que es lo real.

Las pasiones capitales


El carácter como deformación de la personalidad

De niños nos enseñaron que eran siete los pecados capitales y que de ellos derivaban todos los demás. Siendo
"cabeza" y origen de todos los pecados, eran "mortales" de necesidad, de modo que, si uno se moría sin
confesar, aunque hubiera cometido sólo uno de ellos, se iba de patitas al infierno: el orgullo, la ira, la envidia,
la avaricia, la gula, la lujuria y la pereza no eran simples pecados veniales que se perdonaban rezando un
Avemaría o un Padrenuestro.

Con los años, he logrado comprender que lo que en el colegio llamaban "pecados" son en realidad pasiones
dominantes del ser humano, ilusiones u oscurecimientos de la realidad, que achican nuestra comprensión del
universo y que se convierten en hábitos y mecanismos de defensa que conforman un carácter, una manera
de ser que nos impiden llegar a ser. Ser libres y espontáneos, en armonía con nuestro entorno. En este
sentido, sí que nos condenan a nuestros propios infiernos, que no son otra cosa que los círculos cerrados que

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creamos, el laberinto personal en que nos vamos perdiendo desde la infancia, persiguiendo aquello que más
necesitamos y de lo que más nos defendemos: el amor.

Sin embargo, se dejaba de lado la vanidad y la cobardía, tal vez, porque la hipocresía y las falsas apariencias
que producen la primera se consideraban pecadillos, y porque el miedo, generador de la segunda, ha sido el
motor sobre el que se han basado gran parte de las principales religiones de la historia de la humanidad. En el
fondo, como proclama Patanjali, el clásico de la filosofía perenne de la tradición hindú, los obstáculos del
camino, como la prepotencia, la lujuria, el odio y el apego, se reducen a "la oscuridad de la ignorancia, que es
el campo donde florecen las demás".

En esto coincide con el punto de partida de la búsqueda filosófica de todas las épocas y de todas las culturas,
así como de la mayoría de las tradiciones espirituales, que ha sido salir de la ignorancia sobre la propia
identidad: responder a la pregunta esencial de quiénes somos en realidad, más allá de la genética que
heredamos, del nombre que nos pusieron, de las sucesivas identificaciones que vamos adquiriendo a lo largo
de nuestra biografía y de la "máscara" o "persona" en que nos hemos ido convirtiendo.

Hace ya algunos años que han salido a la luz diversos trabajos divulgadores de una vía espiritual y
psicoterapéutica, que hunde sus raíces en la tradición esotérica de la comunidad afgana de los Sarmouni,
-síntesis de budismo e islamismo con influencias zoroástricas-. Como ya se ha indicado, fue sistematizada por
Gurdjieff dentro de su "Cuarto Camino", transmitida a prestigiosos buscadores de todo el mundo por el
maestro espiritual Oscar Ichazo e investigada, completada y sistematizada -motivado por el uso erróneo y
comercial que algunas personas estaban haciendo de esta vía, en su origen espiritual- por uno de los pioneros
del Movimiento para el Potencial Humano, el psiquiatra chileno y creador del Instituto SAT (Seekers After
Truth - Buscadores de la Verdad-), el Doctor Claudio Naranjo. Hoy día se conoce como Eneagrama, que sería
una especie de mapa cósmico, que representa geométricamente las leyes universales e indica un posible
camino de conocimiento y de realización.

Lo más fascinante de esta herramienta psicoespiritual es que constituye una Vía que puede convertirse en
toda una Guía de vida y en una forma de ser y de estar en el mundo, pero que, al mismo tiempo, no se erige en
un sistema cerrado para justificar la propia conducta o clasificar a los demás. Recuerdo cómo, en los años 60 y
70, quienes se acercaban al estudio de sí quedaban atrapados en tipologías de tipo constitutivo -se era
físicamente atlético, asténico o pícnico, o temperamentalmente colérico, flemático o sanguíneo- o planetario
-se era venusiano, jupiteriano, lunar, solar, etc, según la mayor o menor influencia de un astro-. Quienes se
acercaban a la terapia se familiarizaban con términos como compulsivo, obsesivo, narcisista, histriónico...
Todas estas tipologías servían como primera aproximación o para diagnosticar los síntomas, pero no para
ahondar en el núcleo de la personalidad.

Desde esta perspectiva, cualquier neurosis no sería sino una particular búsqueda y pérdida de Ser, una
estrategia dominante que acerca a la ilusión de la meta, pero que nos mantiene siempre sedientos. Las nueve
pasiones, basadas en otras tantas distorsiones cognitivas, se convierten así en formas personales de buscar el
núcleo del verdadero Yo -y de alejarse sin saberlo del mismo-. A su vez, generan nueve tipos de carácter,
abordados en los siguientes capítulos, que podrían sintetizarse, a riesgo de simplificar, como sigue:

1. El iracundo (que algunos autores prefieren llamar "perfeccionista", "reformador", o "emprendedor", según el
énfasis puesto en uno u otro aspecto de la personalidad, mientras que otros se limitan a llamarle "patrón uno"
de comportamiento) parte de un cierto nivel de resentimiento, pero no suele ser una persona violenta, sino
perfeccionista y obsesiva, apegada a las reglas y a cómo debería ser el mundo. La inflexibilidad es uno de sus
rasgos. Su ira contenida hace que, paradójicamente, suela mostrarse como persona educada y, a veces,
flemática.

2. El orgulloso ("ayudador", "altruista", "colaborador", "auxiliador", o "patrón dos"), no es el tipo de personas


que conocemos como orgullosas, sino altamente emocional, seductor e inmerso en un mundo de falsa
abundancia que se manifiesta en un exceso de dadivosidad y adulación, tal vez de excesivo amor superficial, a

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la espera de reciprocidad, casi nunca pedida. Suele querer ser centro de atención, por lo que, a veces, resulta
algo histriónico.

3. El vanidoso ("motivador", "ejecutor", "luchador", "triunfador", "mantenedor del status", "productor",


"ejecutante" o "patrón tres") no tiene por qué ser una persona atildada, sino fundamentalmente pendiente de
la mirada ajena para recibir aprobación y conformar de este modo una identidad. Suele adaptarse como el
camaleón, siempre sensible al cambio del viento y a los colores del entorno. Su meta podría ser estar de moda
o triunfar en cualquier medio social.

4. El envidioso, ("artista", "romántico", "individualista", o "patrón cuatro") basado en la melancolía y en la


insatisfacción permanente, sufre para evitar la recriminación, la competencia y la responsabilidad. Suele
encontrarse a gusto en el papel de víctima. Por su extremada sensibilidad es capaz de captar el sufrimiento
ajeno, solidarizarse incluso con él y, por ello considerarse a veces superior en su fuero interno, pues sabe que
los demás no puede alcanzar tan fácilmente su profundidad de sentimientos.

5. El avaro ("pensador", "observador", "investigador" o "patrón cinco") parte de un falso desapego, que limita
la expresión de sus emociones al mínimo, así como sus relaciones sociales. Suele ser indiferente a la crítica y a
las alabanzas ajenas, ya que le cuesta tanto dar como recibir. Su aspecto exterior es distante y frío. En el fondo
busca el conocimiento a través de la observación y el análisis, pues se encuentra más a gusto en el mundo
mental que en el universo de los sentimientos o en el plano de la acción.

6. El miedoso ("leal", "abogado del diablo", "soldado", "héroe", "escéptico", "solucionador" o "patrón seis") le
gusta controlar su entorno, anticipar todos los problemas, tener las soluciones de antemano, para no verse
sorprendido. Basado en una cierta cobardía y desconfianza ante el mundo, algunas veces se convierte en un
"valiente compulsivo" que huye hacia delante como actitud contrafóbica frente a lo que teme. Inseguro y
desconfiado puede convertirse en un racionalista que duda de su propia duda. Suele poseer un fino olfato para
detectar la falsedad, el engaño y la mentira.

7. El goloso ("generalista", "epicúreo", "optimista", "visionario", "aventurero" o "patrón siete"), que tiene
como base la planificación y la autoindulgencia, no lo es principalmente de comida, sino de experiencias, de
amistades y de conocimientos. Huye fundamentalmente del dolor, por lo que suele intentar ser positivo y
tener solución para todo. Optimista por naturaleza suele encontrar el lado ventajoso de cualquier situación,
perdiéndose así la riqueza del lado oscuro de la luna.

8. El lujurioso, ("jefe", "desafiador", "protector", "cabecilla", "asertivo" o "patrón ocho"), basado en la


venganza y el castigo, parece el más antisocial de todos los caracteres; suele caracterizarse por su
impetuosidad arrogante y su ausencia aparente de sentimiento de culpa. Para él, la vida no tiene sentido sin
intensidad. Se encuentra mejor en la acción que en la reflexión y puede llegar a ser un excelente líder al que
los que le rodean seguirán por su arrojo.

9. El indolente o perezoso ("pacificador", "mediador", "amante" o "patrón nueve") no es forzosamente una


persona inactiva, sino que antepone las necesidades de los demás a las propias, ya que se ha acostumbrado a
"olvidarse de sí" en una especie de insensibilización a su propio dolor. Sobreadaptado y complaciente, se le
reconoce por su servicialidad compulsiva. Son excelente mediadores, pues soportan con dificultad el conflicto
y la confrontación.

Baste esta simplificación momentánea para introducirnos en este mapa abreviado, añadiendo que todos los
caracteres se unen entre sí del siguiente modo:

1. Por cercanía: Los mentales serían el "avaro", el "miedoso" y el "goloso". Los emocionales, el orgulloso, el
vanidoso y el envidioso. Los instintivos, el lujurioso, el perezoso y el iracundo.

2. Por cercanía, cualquier patrón podría tener una inclinación hacia el número mayor o menor. Así, por
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ejemplo, un "goloso siete" podría tener tendencias a la "lujuria 8" y ser más activo o al "miedo y la duda seis" y
reforzar su aspecto mental. Algunos autores lo llaman "alas". Tal vez no se haya verificado suficientemente
este tipo de influencias que, salvando las distancias, podría ser algo así como, en astrología, la diferencia que
pudiera existir entre una persona tauro con ascendente géminis (elemento tierra de enraizamiento con
elemento aire de relaciones y viajes) o tauro con ascendente virgo (el elemento tierra reforzado).

3. Por relación dinámica, pues cada tipo de personalidad tiene dos "salidas" o vías de progreso hacia otras dos
para no estancarse según los diagramas siguientes:

Cuando uno se acerca al conocimiento de sí a través de este mapa, que recorren actualmente muchas
personas, se ilumina de repente la realidad circundante, pues es posible ver el "carácter" o pasión que domina
a países, asociaciones, partidos, empresas y otras instituciones, que tienen su propia personalidad. Es
entonces más fácil comprender las interacciones que se producen en el complejo mundo que nos ha tocado
vivir y empezar a practicar las "virtudes" correspondientes, para relacionarnos con nosotros mismos y la
realidad circundante de un modo más sano, armónico y amoroso.

Cerebro Triuno

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Fundido en una sola estructura, nuestro sistema nervioso central alberga tres cerebros. Por orden de
aparición en la historia evolutiva, esos cerebros son: primero el reptiliano (reptiles), a continuación el límbico
(mamíferos primitivos) y por último el neocórtex (mamíferos evolucionados o superiores).

 Paleoencéfalo

La parte de nuestro cerebro que es más primitiva es el hoy llamado cerebro básico, instintivo, reptiliano o
paleoencéfalo. Esta parte del cerebro está formada por los ganglios basales, el tallo cerebral y el sistema
reticular. Es esa parte en la que estoy mientras me ocupo de cosas puntuales: fregar, lavar o coser.

Alojado en el tronco cerebral, es la parte más antigua del cerebro y se desarrolló hace unos 500 millones de
años. Se encuentra presente primordialmente en los reptiles. Los reptiles son las especies animales con el
menor desarrollo del cerebro. El suyo, está diseñado para manejar la supervivencia desde un sistema binario:
huir o pelear, con muy poco o ningún proceso sentimental. Tiene un papel muy importante en el control de la
vida instintiva. Se encarga de autorregular el organismo. En consecuencia, este cerebro no está en capacidad
de pensar, ni de sentir; su función es la de actuar, cuando el estado del organismo así lo demanda.

El complejo reptiliano, en los seres humanos, incluye conductas que se asemejan a los rituales animales como
el anidarse o aparearse. La conducta animal e instintiva está en gran medida controlada por esta área del
cerebro. Se trata de un tipo de conducta instintiva programada y poderosa y, por lo tanto, es muy resistente al
cambio. Es el impulso por la supervivencia: comer, beber, temperatura corporal, sexo, territorialidad,
necesidad de cobijo, de protección... Es un cerebro funcional, territorial, responsable de conservar la vida y el
que es capaz de cometer las mayores atrocidades.

Nos sitúa en el puro presente, sin pasado y sin futuro y por tanto es incapaz de aprender o anticipar. No
piensa ni siente emociones, es pura impulsividad.

En el cerebro reptiliano se procesan las experiencias primarias, no verbales, de aceptación o rechazo. Aquí se
organizan y procesan las funciones que tienen que ver con el hacer y el actuar, lo cual incluye: las rutinas, los
hábitos, la territorialidad, el espacio vital, condicionamiento, adicciones, rituales, ritmos, imitaciones,
inhibiciones y seguridad. Es el responsable de la conducta automática o programada, tales como las que se
refieren a la preservación de la especie y a los cambios fisiológicos necesarios para la supervivencia. En
síntesis: este cerebro se caracteriza por la acción.

El Sistema Básico o reptiliano controla la respiración, el ritmo cardíaco, la presión sanguínea e incluso
colabora en la continua expansión-contracción de nuestros músculos. Este primer cerebro es sobre todo como
un guardián de la vida, pues en él están los mayores sentidos de supervivencia y lucha y además por su
interrelación con los poros de la piel, los cuales son como una especie de interfase que poseemos con el
mundo externo, este primer cerebro es nuestro agente avisador de peligros para el cuerpo en general.

Permite con rapidez la adaptación por medio de respuestas elementales poco complicadas emocional o
intelectualmente. Esta conducta no está primariamente basada en consideraciones basadas en las
experiencias previas ni en los efectos a medio o largo plazo. Las conductas de las personas calificadas como de
psicópatas (carecen de sentimientos de culpa) y de paranoicos se ajustan a este patrón de conducta. En la
psicopatía se juega el papel de depredador y en la paranoia el de presa.

Es en este primer cerebro donde las adicciones son muy poderosas, tanto a algo como a alguien o a una
forma de actuar.

Por decirlo de alguna forma rápida en este primer cerebro es una herencia de los períodos cavernarios, donde
la supervivencia era lo esencial.

El paleoencéfalo o cerebro reptil sustenta una parte de la mente inconsciente, o subconsciente, donde se
graba, se aloja y se desarrolla el Trauma Psicológico, aquello que determina la mayoría de miedos y fobias
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que conforman la mente reactiva, la cual, en algunas ocasiones, lleva al ser humano a comportarse como un
animal salvaje.

Este primer cerebro, es el que permite el movimiento de actuar y hacer.


Su carácter más específico desde el punto de vista temporal es su adecuación al presente.

Es el almacén de las limitaciones conformadas como: miedo

Y desde la psicopatología, este es el cerebro que da origen a la Tríada del Instinto.


 
 Mesoencéfalo

Este cerebro se empieza a desarrollar incipientemente en las aves y totalmente en los mamíferos. El
mesoencéfalo o cerebro mamífero, dotado de un sistema límbico, físicamente ubicado encima del reptil
permite al mamífero un desarrollo sentimental que opera, fundamentalmente, desde la estructura conocida
como la Amígdala, y es ello lo que les permite establecer relaciones de mayor fidelidad que los reptiles.

El Sistema Límbico está asociado a la capacidad de sentir y desear. Está constituido por seis estructuras: el
tálamo (placer-dolor), la amígdala (nutrición, oralidad, protección, hostilidad), el hipotálamo (cuidado de los
otros, características de los mamíferos), los bulbos olfatorios, la región septal (sexualidad) y el hipocampo
(memoria de largo plazo). En estas zonas están las glándulas endocrinas más importantes para el ser humano:
pineal y pituitaria. En este sistema se dan procesos emocionales y estados de calidez, amor, gozo, depresión,
odio, etc., y procesos que tienen que ver con nuestras motivaciones básicas.

Esta parte es capaz de poner el pasado en el presente (presente + pasado) y por tanto se produce aprendizaje
y se activa cuando nos emocionamos. Facilita la calidad de vida que da la calidez en las relaciones humanas.
Es razonable pensar que el desarrollo de la memoria se asocia a momentos emocionalmente intensos, como
la muerte de los seres queridos. La aparición de enterramientos en nuestros antepasados implica una
consideración por el pasado. Muestra una capacidad de trascender el imperativo del presente dando respeto
al pasado.

La parte oscura del avance aparece cuando el exceso del peso del pasado puede facilitar las exageraciones
emocionales llamadas neurosis.

En éste reside la sede de todas las fuerzas emotivas que darán lugar a todos tus deseos y sentimientos y es
en él donde subyacen las inteligencias de capacidad de dejarnos afectar por algo o alguien. Proporciona el
afecto que los mamíferos necesitan para sobrevivir, por tanto se introducen los sentimientos: Dar o recibir
afecto, recibir atención, consideración, escucha, Compasión, ternura, empatía.

En este segundo cerebro existe la capacidad de sentir, pues de los tres es el que más se deja afectar por los
demás y por el entorno, por ello quienes más tienen este segundo cerebro enfermo son todas aquellas
personas incapaces de dejarse afectar por el entorno, así como también quienes se afectan demasiado. La
realidad que percibimos a través de la nariz, la boca y los genitales se relaciona estrechamente con este
segundo cerebro.

Su función principal es la de controlar la vida emotiva, lo cual incluye los sentimientos, la regulación
endocrina, el dolor y el placer. Puede ser considerado como el cerebro afectivo, el que energiza la conducta
para el logro de las metas -motivación-. El desbalance de dicho sistema conduce a estados agresivos,
depresiones severas y pérdida de la memoria, entre otras enfermedades.

Este segundo cerebro, es el que permite sentir.

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Su carácter más específico desde el punto de vista temporal es la capacidad de poner el pasado en el presente
(aprender, memoria).

Es el almacén de las limitaciones conformadas como: sufrimiento

Este cerebro da origen a la Tríada del Sentimiento.

 Telencéfalo

Los mamíferos modernos, los primates, y algunos cetáceos tienen un cerebro mucho más desarrollado que los
mamíferos primitivos, por lo cual, además de los sentimientos, manejan un proceso de mayor
entendimiento, que está directamente relacionado con el desarrollo de la corteza cerebral (telencéfalo o
cerebro neo-mamífero), donde se encuentra uno de los mayores desarrollos del cerebro dentro de la escala
animal. La ciencia ha demostrado la relación directa entre el desarrollo de la corteza cerebral y el desarrollo
social. Hay en los primates una correspondencia directa entre los dos aspectos, de manera tal que a mayor
desarrollo de la corteza cerebral en las especies de primates, mayor desarrollo social: sociedades más
complejas y organizadas.

Los Humanos poseen un cerebro mucho más especializado que los primates, por lo cual, además de
sentimientos, manejan un proceso racional de entendimiento y de ANÁLISIS, ampliamente superior al de
todos los demás mamíferos, directamente relacionado con las partes más especializadas del telencéfalo,
específicamente su región frontal, que les permite adquirir conocimientos, desarrollar sociedades, culturas,
tecnologías y lo más importante: comprender las leyes que rigen el universo.

El Sistema Neocortical es el lugar donde se llevan a efecto los procesos intelectuales superiores. Está
estructurado por el hemisferio izquierdo y el hemisferio derecho. El hemisferio izquierdo está asociado a
procesos de razonamiento lógico, funciones de análisis, síntesis y descomposición de un todo en sus partes. El
hemisferio derecho, en el cual se dan procesos asociativos, imaginativos y creativos, se asocia con la
posibilidad de ver globalidades y establecer relaciones espaciales.

La neocorteza se convierte en el foco principal de atención en las lecciones que requieren generación o
resolución de problemas, análisis y síntesis de información, del uso del razonamiento analógico y del
pensamiento crítico y creativo.

Las dos características básicas de la neocorteza son:

(a) La "visión", la cual se refiere al sentido de globalidad, síntesis e integración con que actúa el hemisferio
derecho.

(b) El análisis, que se refiere al estilo de procesamiento del hemisferio izquierdo, el cual hace énfasis en la
relación parte-todo, la lógica, la relación causa-efecto, el razonamiento hipotético y en la precisión y
exactitud.

La neocorteza representa la adquisición de conciencia y se desarrolló a través de la práctica del lenguaje. La


voluntad consciente. Las tareas no sensoriales se realizan en los lóbulos frontales. La aparición de los
calendarios implica que los seres humanos comenzaron a desarrollar progresivamente la capacidad de
anticipar, planificar y visualizar, de poner el futuro posible en el presente.

Mientras que los animales, sobre todo los mamíferos son capaces de desarrollar emociones y aprender, la
capacidad de poner el futuro en el presente (presente + pasado + futuro), de formas muy elaboradas resulta
específicamente humana. Esta posibilidad hace viable la aparición de lo que se ha llamado locura por
excelencia.

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En las psicosis se toma por real lo que no está en el presente, de modo irreducible y sin distanciamiento.

Este tercer cerebro, es el que permite el razonamiento.

Su carácter más específico desde el punto de vista temporal es la capacidad de anticipar, de poner el futuro
posible en el presente.

Es el almacén de las limitaciones conformadas como: estrés

Este cerebro da origen a la Tríada del Pensamiento.

Tríadas

En la organización del Eneagrama se conforman Tres Tríadas o grupos de tres Eneatipos. Cada tríada
comparte hábitos emocionales y puntos de vista generales.
Esta primera agrupación de tipos se fundamenta en los tres componentes básicos de la psique humana:
instinto, sentimiento y pensamiento. Según la teoría del Eneagrama, estas tres funciones están relacionadas
con «centros» sutiles del cuerpo humano, y la personalidad se fija principalmente en uno de esos centros. Los
tipos Ocho, Nueve y Uno constituyen la tríada del instinto; los tipos Dos, Tres y Cuatro forman la tríada del
sentimiento y los tipos Cinco, Seis y Siete conforman la tríada del pensamiento.

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Las tríadas son importantes para el trabajo de transformación porque especifican donde está nuestro principal
desequilibrio; representan los tres principales grupos de problemas y defensas del ego, y revelan las
principales maneras en que contraemos nuestras percepción conciente (observador interno) y nos limitamos.

También podemos ver cómo estas tres tríadas se organizan en base a tres necesidades básicas.

La adecuada satisfacción de las necesidades básicas es sumamente importante para un desarrollo sano y
ninguna de estas necesidades es "mejor" o más "valiosa" que las otras dos. El Eneagrama afirma que en el
pasado una de estas tres necesidades se convirtió de manera especial en un "problema" para el niño. A partir
de este "problema" se desarrolló el patrón de carácter correspondiente, como una "solución de emergencia",
como un remedio para lo que se vivía en esos momentos.

Las tres necesidades básicas son:

1. La necesidad de autonomía. Tener una clara sensación del "Yo", autoafirmarse e imponerse. Defenderse
contra ataques al "territorio propio". Sentir impulsos vitales de movimiento y vivirlos. Responder
espontáneamente con reacciones instintivas "desde la tripa" a las situaciones exteriores. La pregunta que
surge de esta necesidad es ¿Quién soy yo -quién eres tú? ¿Cuál es el espacio que me corresponde y cuál te
corresponde a ti?

2. La necesidad de relación. Sentirse querido y querer. Cuidar la amistad, la asistencia, la preocupación por
los demás. Son importantes la comprensión mutua y un "buen contacto". Se recalca la importancia de
pertenecer a una familia, a un grupo. Esta necesidad del "corazón" crea una pregunta: ¿Con quién tengo qué
relación - cómo es nuestra comunicación?

3. La necesidad de orientación y seguridad. Sentirse seguro en el lugar en que se está. Conocer bien el sitio.
Tener perspectiva de las cosas. Son importantes la claridad y la confianza. Sentidos despiertos para detectar
el ambiente. De esta necesidad surge la pregunta: ¿Dónde estoy realmente? ¿Este es un lugar seguro para mí?

Las tres energías básicas (fuerzas psicológicas para satisfacer la necesidad correspondiente) son:

1. La energía del estómago. Abarca todos aquellos impulsos vitales e "instintivos" que nos ayudan a afirmar
nuestro "territorio", como la ira. La sexualidad también está muy marcada en este ámbito.

2. La energía del corazón. Son todas aquellas cualidades emocionales que contribuyen a relacionarnos con
otras personas y con las que nos sentimos unidos a los demás, es decir, el "amor" en su sentido más amplio.

3. La energía de la cabeza. Engloba las funciones de percepción y pensamiento que necesitamos para
orientarnos y sentirnos seguros.

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Es importante mencionar que la psicología y la medicina moderna también dividen el cerebro humano en tres
componentes básicos: el cerebro primitivo instintivo; el sistema límbico o cerebro emocional y el córtex
cerebral o parte pensante del cerebro.

Sea cual sea el tipo de personalidad, ésta contiene los tres componentes relacionados entre sí y sólo de esta
forma puede fluir la persona. Cada una de las tríadas representa una gama de posibilidades o funciones
esenciales que la persona ha bloqueado o distorsionado ya que se ha encontrado desconectada de su esencia,
limitándose a ubicar su energía vital en una y sólo una de las tríadas.
Cada personalidad remplaza esa cualidad bloqueada por una imitación de ésta, desarrollada por la
personalidad. Paradójicamente si el tipo de personalidad está en la tríada del sentimiento, esto no significa
que tenga más sentimientos que los demás, sino que por el contrario, éste es el componente de la psique
menos capaz de funcionar libremente. De igual forma se da en las tríadas instintiva y del pensamiento.

Los representantes de cada tríada utilizan la energía básica correspondiente a cada centro y la deforman con
el fin de defenderse contra su dilema central, ya sea bloqueándola (9, 3 y 6), hiperdesarrollándola (8, 2 y 5) o
desviándola (1, 4 y 7).

Tríada del instinto: Ocho, Nueve y Uno

Los tipos Ocho, Nueve y Uno se han formado en torno a distorsiones de sus instintos, que son la raíz de su
fuerza vital.

La tríada del instinto tiene que ver con la inteligencia del cuerpo, con el funcionamiento básico vital y con la
supervivencia. El cuerpo tiene un papel importantísimo en todas las formas de trabajo autentico porque
devolver la conciencia al cuerpo afirma la cualidad de la presencia. El cuerpo existe en el aquí y en el ahora, en
el momento presente, lo que es fundamental para poder realizar un buen trabajo de desarrollo personal.

Cuando en realidad se habita el centro instintivo, éste da una profunda sensación de plenitud, estabilidad y
autonomía o independencia. Cuando se pierde el contacto con esa esencia, la personalidad intenta "llenarla"

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proporcionando una falsa sensación de autonomía. Para encontrar esa falsa sensación de autonomía la
personalidad crea lo que en psicología se llama mecanismos de defensa. Los tipos de personalidad de esta
tríada procuran resistirse a la realidad (creando límites para el Yo, basados en tensiones físicas).

Estos tipos de personalidad tienden a tener problemas de agresividad y de represión; bajo las defensas de la
personalidad llevan muchísima ira.

Los Ochos, Nueves y Unos suelen saber cómo se sienten y en general no tienen mayor dificultad para entrar
en acción. Ellos, en vez de eso, se ignoran a sí mismos, y es habitual que reaccionen desde el cimiento
emocional de la rabia. Es típico para estos tres estilos que tengan la mayor dificultad en el campo de la razón y
luchen para recordar sus propias necesidades.

En la literatura del Eneagrama, a los Ochos, Nueves, y Unos se le llama los "tipos instintivos" porque ellos
tienden a ser detectores de la sensación corporal, personas que perciben cosas física e intuitivamente, antes
de saberlas de manera cognitiva. Están más propensas a las dificultades con la apropiada concepción racional
y experimentan a menudo una especie de nublamiento mental.

Imagínese que está en el centro de una fiesta animadísima, plena de gente que usted conoce, y nadie puede
verle u oírle. Igual que el hombre invisible puede intervenir físicamente, pero permanece sin ser visto. Usted
sabe que está presente, pero por alguna misteriosa razón nadie más lo sabe. De vez en cuando algunos miran
en su dirección, y usted empieza a corresponder con algo; luego se da cuenta que están mirando a alguien que
está detrás de usted. En otros momentos, escucha "por casualidad" a sus amigos, cotorreando sobre usted.
"En ausencia suya", desde luego.

Después de intentar en vano interactuar recíprocamente, cada vez usted está más frustrado por la situación.
Pero de pronto y gradualmente, comienza a pensar: "Bien, quizá no estoy aquí realmente." Una especie de
oscurecimiento empieza a enseñorearse sobre su percepción y poco a poco usted se olvida de por qué vino a
la fiesta, de qué desea, y hasta de quién es usted. Alguna parte suya se ha dado por vencida y ha aceptado la
situación. Pero en otro nivel, usted se siente furioso.

Ochos, Nueves y Unos, todos se sienten invisibles y enojados pero reaccionan diferente a ello. Un Ocho en la
fiesta imaginaria, quizá resuelva afirmar su presencia de alguna forma imposible de no notar para corregir la
injusticia de ser pasado por alto. Un Nueve quizás se resigne a no ser visto y se dedique a surtir el mostrador
de las bebidas, enterrando su rabia o expresándola indirectamente. Un Uno, podría aplicarse en corregir el
desastre que luce la mesa del bufé, canalizando su enojo en preocupación por el orden.

Por lo general, los Ochos, Nueves y Unos son más cenestésicos y auditivos que visuales. Y no obstante que
pueden ver con claridad el mundo externo, suelen tener una visión interna brumosa o distorsionada, en
especial cuando de ver sus propias necesidades y prioridades se trata. Los tres estilos tienden hacia el
pensamiento polar y pueden reducir situaciones complejas al planteamiento de todo o nada, o al ni esto, ni
lo otro tampoco. Esto es mucho más un desorden del raciocinio que alguna limitación con el corazón o la
voluntad; es poco fácil pensar con lucidez cuando tú no estás ahí realmente.

El pensamiento de un Ocho tenderá a polarizarse al servicio de la necesidad de sentirse fuerte, tomando la


forma de "estás conmigo o estás contra mí". Los Nueves podrían absorberse mentalmente en lo irrelevante o
sentirse atrapados entre dos opciones opuestas sin que al Nueve ninguna de las dos le importe de verdad. Los
Unos retorcerán su raciocinio mediante la reducción de la realidad multidimensional a sobresimplificadas
categorías de blanco y negro.

Como detectores de la sensación corporal, todos los Unos, Ochos y Nueves tienden a entumecer sus
emociones mediante su conversión en sensaciones físicas. En vez de decir "Eso hiere mis sentimientos" o
"Estoy desconcertado", alguien de este trío podría decir "Esto hierve en mi piel" o "Estoy inquieto". La persona
está más consciente de una sensación física que de una emoción.

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Los Ochos suelen convertir sus emociones en lujuria sexual y energía física, mientras que los Nueves pueden
convertir las suyas en salpullidos de la piel, somnolencia, dolores de cabeza o problemas en los ojos. Los Unos
aún no despiertos suelen traducir sus emociones a tensión en el cuerpo y rigidez: a lo que se llama "armadura
del carácter." Un Uno muy bien podría estar necesitando gritar y por el contrario ponerse tieso o sentirse
exhausto.

En los libros de Eneagrama, la tendencia a suprimir o a descuidar la propia posición personal se llama
auto-olvido, pero otro término para ello podría ser amnesia hipnótica. Esta dificultad suele ser descrita como
una condición de "mente dormida"; sin embargo, existe otro término para el raciocinio polarizado y confuso:
seudopensamiento.

Los Ochos, Nueves y Unos por lo general crecieron sintiéndose pasados por alto. La gente con estos estilos
pudo haber experimentado su mundo temprano como indiferente, un ambiente donde sus vulnerabilidades y
necesidades no encontraban lugar.

A diferencia de los Dos, Tres y Cuatros quiénes se sintieron malinterpretados, los Ochos, Nueves y Unos a
menudo se sintieron invisibles o ignorados.

Cargando aún con estas experiencias de vida infantil, es habitual que cuando adultos pasen por alto tanto sus
sí mismos como sus necesidades, anticipándose a ponerse invisibles para los demás. Ochos, Nueves y Unos,
todos tienen una tendencia hacia el auto-descuido como expediente para anticiparse y evitar la negligencia de
otros. Así como los Dos, Tres y Cuatros tienden a auto-rechazarse, y los Cincos, Seis y Sietes tienden a caer en
auto-oposición, los Ochos, Nueves y Unos tienden a auto-borrarse.

Los Ochos adultos se borran a sí mismos y luego compensan exagerando su presencia. Los Nueves se borran
a sí mismos y luego se centran en adaptarse, y acomodarse al medio ambiente. Los Unos se auto-suprimen y
relegan sus necesidades a sobre-objetivados principios, olvidándose de lo que desean realmente y poniendo
su atención en lo que "debería hacerse".

La herida primigenia que comparten estos estilos es a su sentido del ser; es una perdida del reconocimiento
personal, heridos por el desdén. La paradoja que impera en estos estilos es "Para ser atendido y tenido en
cuenta, debo pretender no estar aquí."

El desafío general para los Ochos, Nueves y Unos es comenzar a verse a sí mismos y recuperar su presencia,
tomar conciencia de sus necesidades, y enfocarse en sus prioridades personales y su sentido interior de sí
mismos. Ellos aprenden a revelar un ser real antes invisible y comienzan a razonar y a ver las cosas desde una
actitud más amable.

Centro: Instintivo
Resistencia y control del entorno, poder, temen ser dominados y
Interés o preocupación:
explotados
Agresividad y represión que se traducen en "malas" relaciones con los
Problemas de:
demás y el entorno en general.
Buscan: Autonomía
Sentimiento soterrado: Ira

Tríada del Sentimiento: Dos, Tres y Cuatro

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En esta tríada la energía se centra totalmente en el corazón, cuando esto logra hacerse desde la esencia de
cada persona.

Cuando se abre el corazón se sabe realmente quién se es, no interesa la forma en que los demás lo vean, ya
que desde el corazón se logra valorar la verdadera esencia de sí mismo y de cada otro ser. Cuando se tiene
cerrado y bloqueado el corazón, no solo se pierde el contacto con la verdadera identidad, sino que además se
deja de sentir amado y valorado. Esta pérdida es insoportable, por lo tanto interviene la personalidad para
crear una identidad sustituta y encontrar otras cosas que den la sensación de valía, generalmente buscando la
atención y la afirmación externa de los demás.

Estos tipos de personalidad están interesados en su imagen (apego al falso o supuesto Yo de su


personalidad). Creen que las historias sobre ellos y sus supuestas cualidades son su verdadera identidad; bajo
las defensas de su personalidad llevan muchísima vergüenza.

Dos, Tres y Cuatros comparten un enredo permanente sobre sus identidades, que confunde quiénes son con
cómo lucen ante los demás. En alguna medida, todos los estilos de personalidad hacen esto pero son los Dos,
los Tres y los Cuatros quienes están más propensos a confundir el parecer con el ser. Tienden las personas de
este trío a rechazar cómo se sienten de verdad, en favor de cómo se supone deben sentirse, según los roles
que estén ejecutando.

Los Dos, Tres y Cuatros son llamados a veces, los tipos del "corazón" o del "sentir", parecería indicar que
fuesen diestros en los campos de la "emoción". Pero en realidad, es verdad lo contrario: su mayor dificultad
está en los asuntos del corazón.

Una clave para entender esta contradicción está en lo que la PNL (Programación Neuro-lingüística) llama
sentimientos directos y sentimientos derivados, en referencia a los sentimientos que usted experimenta
directamente versus los sentimientos que se derivan de sus otros sentidos.

Imagínese esquiando cuesta abajo. Mientras esté concentrado en el descenso estará cada vez más inmerso e
implicado en la experiencia, sintiendo el placer directo del viento en su cara, la estela de nieve que deja tras
usted, el chisgueteo creciente de sus esquíes tomando aceleración, la sensación vibrante en sus piernas y
tronco, un sentimiento de excitación y vitalidad en su pecho, y en su interior más profundo crecen la alegría y
la plenitud.

Ahora imagine que se desliza en la misma montaña pero con una mentalidad diferente. Esta vez tan pronto
empieza a descender, se pregunta cómo luce usted enfundado en el último grito de la moda para esquiar, y
evalúa su desempeño sobre los taludes: la perfección de su estilo, su velocidad impresionante, lo que los
observadores de abajo pueden estar diciendo sobre usted, qué pensarían sus amigos si pudieran verle ahora,
cuán orgulloso de usted podría estar aquél, su primer instructor de esquí...

En la primera descripción usted experimentó su cuerpo y emociones directamente. En la segunda experiencia

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-por una derivación de imágenes y palabras internas- su sentir genuino fue de inmediato "remplazado" por
una idea de lo que usted hacía.

La diferencia entre el sentir directo y el sentir derivado, es igual a la diferencia entre el drama y el melodrama
o entre el amor y el sentimentalismo. En general, los sentimientos directos son más profundos que los
sentimientos derivados, y demasiados de los segundos pueden llevar a la fraudulencia: tratar de sentir de la
manera que usted piensa debería sentir, de acuerdo a sus auto-imágenes. En los libros de Eneagrama, la
tendencia a interpretar guiones de los Dos, Tres y Cuatros se describe como vanidad, pero otra denominación
podría ser identificación con la imagen. Es más, otro término para el sentimiento derivado es
seudosentimiento.

Cuando niños, los Dos, Tres y Cuatros fueron malinterpretados a menudo, esto es, fueron elogiados o
criticados con demasiado énfasis por su comportamiento externo. Las más profundas necesidades
emocionales del niño fueron rechazadas y quién aparentaba ser se hizo más importante que quién era en
realidad, algo así como un caso clínico de identificación errónea.

Las personas con estos estilos experimentaron su mundo temprano como socialmente condicionado. El
precio de la aceptación familiar y social era interpretar o recrear un libreto, desgañitarte una serenata para
obtener la cena. Un Dos pudo haber sido recompensado por la funciones útiles que desempeñaba, una Tres
por sus logros externos, mientras que un Cuatro pudo haber obtenido reconocimiento por lucir diferente a
todo el mundo.

Cargando aún con estas experiencias de vida infantil, puede ser habitual en los adultos de este trío el rechazo
de sus verdaderos sentimientos en favor de la validación externa, dando por resultado la representación de
libretos sin conexión con lo que realmente se es. Los Dos adultos reprimen sus necesidades personales y
desempeñan el papel de salvadores. Los Tres rechazan un sí mismo imperfecto e inseguro, a cambio de uno
confiable y exitoso, que es exactamente lo contrario de como en verdad se sienten. Los Cuatro adultos se
auto-rechazan por sentirse estropeados u ordinarios, y compensan interpretando el libreto de un personaje
único y especial.

Inconscientemente, Dos, Tres, y Cuatros se auto-preguntan a menudo, "¿Quién soy yo, ahora?" Su herida
primigenia está en su sentido de identidad y la vida diaria puede experimentarse como una especie de crisis
de identidad permanente. La paradoja que impera en estos estilos es: "Para ser amado por lo que soy, debo
fingir ser lo que no soy."

El área de confusión más grande ofrece el mayor potencial para el crecimiento. El desafío general para los
Dos, Tres, y Cuatros es aprender a distinguir sus sentimientos directos de aquellos apenas derivados: llegar a
ser reales para sí mismos y para los demás. A medida que cambian y crecen, las personas de este trío
recuperan y acogen su ser real que suele estar eclipsado detrás de una representación.

Centro: Sentimiento
Amor al yo falso e imagen propia, autoestima, el miedo al rechazo y
Interés o preocupación:
a la desaprobación.
Identidad y hostilidad, que se reflejan en insatisfactorias relaciones
Problemas de:
íntimas, tanto para sí mismo, como para el otro involucrado.
Buscan: Atención
Sentimiento soterrado: Vergüenza-Vanidad

Tríada del pensamiento: Cinco, Seis y Siete.


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Los sentimientos dominantes en los tipos de personalidad pertenecientes a esta tríada son la ansiedad y la
inseguridad, para decirlo de otra forma, los tipos de esta tríada están más preocupados por el futuro en
búsqueda de seguridad y tranquilidad, que en las realidades presentes o los recuerdos del pasado.

La tríada del pensamiento se ha desconectado de los aspectos de la verdadera naturaleza, lo que en algunas
tradiciones espirituales llaman "la mente callada", lista y despierta. Esta es la fuente de orientación interior
que da la capacidad de percibir la realidad tal y como es, y permite ser receptivo al conocimiento interior
capaz de orientar todas las acciones. Cuando estos tipos de personalidad están desconectados de la esencia
cuentan con una mente parlanchina, es por esto que buscan acallar sus mentes inquietas en búsqueda de esa
mente callada. Cuando están bloqueados sienten mucho miedo, el cual los llena de inseguridades.

Los tipos Cinco, Seis y Siete tienden a la ansiedad (experimentan falta de apoyo y orientación). Se entregan a
comportamientos que creen que van a mejorar su seguridad; bajo las defensas de su personalidad llevan
muchísimo miedo.

A diferencia de los Dos, Tres y Cuatros, los Cincos, Seis y Sietes no se confunden acerca de quiénes son ni
cómo se sienten. Ellos, en vez de eso, tienden a anticipar de manera inconsciente los peligros de la vida, y es
habitual en ellos que reaccionen desde el fundamento emocional del miedo. En general, los Cincos, Seis y
Sietes encuentran la mayor dificultad en integrar su poder personal y tomar acción en el mundo, de forma
asertiva y congruente.

En la literatura del Eneagrama llaman a las personas de este trío los "tipos mentales", porque ellas van por la
vida lidiando con sus cabezas. Son en su mayoría pensadores que sobreutilizan sus mentes tratando de
compensar la represión de sus instintos físicos.

Los Cincos, Seis y Sietes se ahogan en los dilemas del hacer y suelen experimentar una especie de nudo en la
voluntad.

Imagínese cómo es ver el mundo como un lugar peligrosísimo, poblado por fuerzas que le pueden ser muy
desfavorables, y contra las cuales usted carece de defensa segura alguna. Es como si usted no estuviese en la
cima de la cadena alimenticia y tuviera que mantenerse vigilante de los depredadores más grandes que lo
pueden derrotar, dañar o atrapar. Con semejante visión del mundo, usted carece en absoluto del poder de
elección, de decir "Sí" o "No". Sus preferencias personales son menos importantes que las de otros; ellos
tienen derechos y usted no. Cualquiera demanda de usted, y siente que debe decir "Sí," incluso cuando su
respuesta real es "No".

Porque su voluntad está entretrenzada con los deseos de los demás, los Cincos, Seis y Sietes, todos y de
manera poco o nada consciente, cuestionan su capacidad para manejar desafíos inminentes. Para compensar
eso, tienden a vivir en el futuro, preparándose mentalmente para lo qué sucederá mediante elucubrar en
"rizos" visuales y auditivos. Ven las imágenes del futuro con el ojo de su mente, después hablan consigo

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mismos; entonces ven más imágenes... y hablan más internamente. Todos, en un esfuerzo para prepararse
para lo que se avecina. Se parece a narrar videos caseros o a ver los avances de los próximos estrenos de la
industria del entretenimiento.

Los Cincos, Seis y Sietes pueden tener complicadísimas estrategias para la toma de decisión, porque suelen
intentar hacer dos cosas a la vez: elegir y no elegir. Para un observador externo, la gente de en este trío da la
impresión de estar substituyendo el hacer por el pensar. Pero, en lo interno, esa manera de pensar se siente
como una forma de hacer que podría llamarse seudoacción. El miedo generalizado se describe a veces en los
libros de Eneagrama como cobardía, pero otro término para él es auto-oposición. Mientras que los Dos, Tres y
Cuatros tienden a auto-rechazarse, los Cincos, Seis y Sietes tienden a la auto-oposición, a retornar su poder
contra sí mismos.

Es muy frecuente que Cincos, Seis y Sietes hayan crecido sintiéndose desprotegidos, abrumados, o
apoyados de manera inadecuada y quizá hayan percibido la vida como peligrosa desde muy chicos. Los
deseos reales del niño chocaban con los de otros que necesitaban sobre-protegerlos, controlarlos o
abandonarlos. Las personas de estos estilos experimentaron su mundo temprano como no negociable. Los
Cincos jóvenes pueden haberse sentido comprimidos por un enjambre de gente o abrumados con las
expectativas sociales. Los Seis pudieron haberse sentido desprotegidos o dominados, mientras que es
frecuente que los Sietes se hayan sentido presos o sobrecargados de deberes.

Cargando aún con estas experiencias de vida infantil, puede ser habitual en los adultos de este trío suprimir
sus deseos y negar sus verdaderas preferencias como expediente para anticiparse a la oposición externa. Los
Cincos, Seis y Sietes tienden a proyectar su poder en los otros para luego reaccionar contra eso. En aquello
donde encontraron la oposición de otros, ahora se oponen ellos a sí mismos.

Los Cincos adultos pueden sentirse como si otros tuviesen el poder de pedirles cualquier cosa y no pudieran
decir "No". Evitan auto-afirmarse a sí mismos directamente y una vez se sienten invadidos diseñan fuertes
fronteras para más adelante. Los Seis con capaces de renunciar a decir "no" directamente, y, en su lugar,
delegar sus opciones en figuras de autoridad idealizadas. Los Sietes acuerdan cosas que no desean hacer o
evaden el sufrimiento del otro. Después de auto-apresarse en expectativas o compromisos, los Sietes sienten
que no tuvieron elección y entonces lo compensan hiperflexibilizando sus opciones para evadirlos.

La herida primigenia en los Cincos, Seis y Sietes está a su sentido del albedrío. Mientras que los Dos, Tres y
Cuatros se preocupan de su identidad, los Cincos, Seis y Sietes se preocupan de su competencia. Su pregunta
inconsciente recurrente ya no es "¿Quién soy yo?" sino "¿Soy capaz? ¿De veras puedo hacer esto?" La paradoja
imperante en todos y cada uno de estos tres estilos es: "Para ser dueño de mi poder, primero debo ponerlo
fuera del alcance de los demás."

El desafío general para los Cincos, Seis y Sietes es integrar en sí mismos su poder y asumir la responsabilidad
de sus acciones. En la medida que cambian y crecen, las personas con estos estilos se contactan con sus
instintos y empiezan a ejercitar sus albedríos en vez de proyectarlos en lo externo. Comienzan a decir "Sí" y
"No" desde la sensación de la libre elección y aprenden cómo auto-afirmarse: la asertividad.

Centro: Pensamiento
Interés o preocupación: Estrategias y creencias, desconfianza.
Problemas de: Inseguridad y ansiedad, que distorsionan la voluntad para el Hacer.
Buscan: Seguridad
Sentimiento soterrado: Miedo

LAS FIJACIONES DE LOS ENEATIPOS


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● TIPO 1: PERFECCIONISMO

● TIPO 2: SOBREABUNDANCIA

● TIPO 3: AUTOENGAÑO

● TIPO 4: FALSA CONCIENCIA

● TIPO 5: AISLAMIENO

● TIPO 6: ACUSACIÓN

● TIPO 7: AUTOINDULGENCIA

● TIPO 8: VENGANZA

● TIPO 9: SOBREADAPTACIÓN

MIEDOS BÁSICOS DE LOS TIPOS

• TIPO 1: MIEDO A SER MALO, CORRUPTO, PERVERSO O IMPERFECTO.

• TIPO 2: MIEDO A SER INDIGNO DE AMOR.

• TIPO 3: MIEDO A SER DESPRECIABLE O A CARECER DE VALOR INHERENTE.

• TIPO 4: MIEDO A CARECER DE IDENTIDAD O NO SER IMPORTANTE.

• TIPO 5: MIEDO A SER INUTIL, INCAPAZ O INCOMPETENTE.

• TIPO 6: MIEDO A CARECER DE APOYO U ORIENTACIÓN.

• TIPO 7: MIEDO A SER DESVALIDO O QUEDAR ATRAPADO EN EL DOLOR.

• TIPO 8: MIEDO A SER DAÑADO O CONTROLADO POR OTROS.

• TIPO 9: MIEDO A PERDER LA CONEXIÓN, A LA FRAGMENTACIÓN.

MENSAJES INCONSCIENTES RECIBIDOS EN LA


INFANCIA

• TIPO 1: NO ESTA BIEN COMETER ERRORES.

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• TIPO 2: NO ESTÁ BIEN TENER NECESIDADES.

• TIPO 3: NO ESTÁ BIEN TENER SENTIMIENTOS DE IDETIDAD.

• TIPO 4: NO ESTÁ BIEN SER DEMASIADO PRACTICO NI DEMASIADO FELIZ.

• TIPO 5: NO ESTÁ BIEN SENTIRSE AGUSTO EN EL MUNDO.

• TIPO 6: NO ESTÁ BIEN CONFIAR EN SÍ MISMO.

• TIPO 7: NO ESTÁ BIEN DEPENDER DE ALGUIEN PARA NADA.

• TIPO 8: NO ESTÁ BIEN SER VULNERABLE NI CONFIAR EN ALGUIEN.

• TIPO 9: NO ESTÁ BIEN HACERSE VALER.

DESEOS BÁSICOS DE CADA TIPO


Y SUS DISTORSIONES.
• TIPO 1: DESEO DE INTEGRIDAD degenera en PERFECCIONISMO CRÍTICO.

• TIPO 2: DESEO DE SER AMADO degenera en NECESIDAD DE SER NECESITADO.

• TIPO 3: DESEO DE SER VALIOSO degenera en AFÁN DE ÉXITO.

• TIPO 4: DESEO DE SER UNO MISMO degenera en AUTOCOMPLACIENCIA.

• TIPO 5: DESEO DE SER COMPETENTE degenera en ESPECIALIZACIÓN INÚTIL.

• TIPO 6: DESEO DE SEGURIDAD degenera en FUERTE APEGO A CREENCIAS.

• TIPO 7: DESEO DE SER FELIZ degenera en ESCAPISMO FRENÉTICO.

• TIPO 8: DESEO DE PROTEGERSE degenera en LUCHA CONSTANTE.

• TIPO 9: DESEO DE ESTAR EN PAZ degenera en TERCA NEGLIGENCIA

REGLAS DE PLOMO PARA CADA TIPO


• TIPO 1: Temiendo ser malos, corruptos o defectuosos en algún aspecto, destacan la maldad, la
corrupción o los defectos de los demás.

• TIPO 2: Temiendo no ser deseados ni amados, hacen sentirse indignos de amor, generosidad o
atención a los demás.

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• TIPO 3: Temiendo ser inútiles y no valer nada, hacen que otros se sientan inútiles tratándolos con
arrogancia o desprecio.

• TIPO 4: Temiendo no tener identidad ni importancia personal, tratan a los demás con desdén, como
si no fueran “nadie” y no valieran ni importan nada.

• TIPO 5: Temiendo ser impotentes, incapaces e incompetentes, procuran que otros se sientan
impotentes, incapaces, incompetentes y estúpidos.

• TIPO 6: Temiendo carecer de apoyo y orientación, socavan los sistemas de apoyo de otros, tratando
de aislarlos de alguna forma.

• TIPO 7: Temiendo estar atrapados en el sufrimiento o en algún tipo de privación, causan sufrimiento
y hacen sentirse desvalidos a los demás de diversas formas.

• TIPO 8: Temiendo que otros les hagan daño o los manipulen, infunden ese mismo a los demás con
amenazas beligereantes.

• TIPO 9: Temiendo sufrir la pérdida del contacto con otros, se “desconectan” de los demás para hacer
que sientan que han perdido la conexión con ellos.

Tipo de Personalidad Uno

Personas que comparan la realidad con un conjunto de normas o estándares. Pueden ser objetivos,
equilibrados y moralmente heroicos o represivos, críticos, y perfeccionistas.

Los Unos tienen una tendencia muy acentuada de manera inconsciente para comparar la realidad con lo que
esta debería de ser. Usualmente tienen un conjunto de normas o ideales con los que se miden y con los que
comparan el comportamiento de los demás y del mundo a su alrededor.

Estos ideales difieren de persona a persona. Algunos podrían preocuparse por las normas espirituales
mientras que otros se enfocan en los buenos modales. Otros podrían ser los reformadores sociales y en otros
simplemente se manifiesta como el deseo de vivir vidas correctas o justas y mejorar en las labores que
desempeñan.

En su aspecto Sano, son especialistas en la percepción moral exacta y la evaluación objetiva. Mucho más que
otros estilos en el eneagrama, los Unos pueden ser éticamente discernidores, desapasionados y justos.
Pueden ser tanto excelentes sacerdotes y jueces como críticos sociales constructivos.

Pueden ser generosos y moralmente heroicos, podrían sacrificarse personalmente en aras de un ideal. Si
tienen una causa o una misión, trabajarán enérgica y responsablemente para cumplirla.

Valoran la ética y la integridad por sobre la conveniencia, ganancia o las soluciones facilistas. Las personas con
este estilo a menudo despliegan un perfeccionismo equilibrado y alegre que armonizan con el perdón y la
compasión.

Poseen una gran capacidad para la sensatez y la moderación. Son personas de principios fuertes y de mucha
energía orientadas a la acción. Prestan atención al significado de los actos. Buscan las verdades eternas y
confían en ellas. Son visionarios con miras claras de lo correcto y el modo de alcanzarlo.

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Cuando los Unos son menos sanos, su preocupación con los principios y los altos ideales degenera en una
preocupación más mundana por las reglas y las normas. De forma tal que pueden iniciar cruzadas por una
causa que tiene, sin embargo, más promoción del ego de lo que ellos mismos se dan cuenta. Confunden la
moralidad con el moralismo y el discernimiento con el juicio.

Los Unos menos sanos podrían sacrificarse para mantener las reglas, pero inconscientemente resentirse.
Pueden ponerse críticos o enfadados cuando su celo de reformas no es compartido por el mundo en general.
Podrían trabajar aun muy duramente y sostener normas estrictas de conducta, pero su discurso puede
tornarse punzante por sus ácidos comentarios, dado que su irritación los atraviesa sin que lo noten. Su calma y
perspectiva ética, puede denigrar en un pensamiento polar o dual —o proposiciones de ni esto ni lo otro
tampoco, dilemas de bueno o malo que reducen las situaciones complejas a simples opciones de blanco y
negro.

El esfuerzo de un Uno por ser bueno es una empresa muy tensa, a la vez que lo lleva a menudo a la conducta
rígida, la exigencia y la preocupación obsesiva. Muchos luchan con sus deseos, sobre todo los malos. Éstos son
a menudo de naturaleza sensual, todo lo contrario de lo que cualquier Uno considera una conducta buena y
virtuosa.

Los problemas sociales pueden surgir porque los Unos tienen problemas para saber cuando están enfadados y
no comprenden cuanto de irritados y represivos suenan a los demás. Cuando se sienten inseguros o criticados,
la reacción defensiva de un Uno es comenzar a Juzgar. Sencillamente no aceptan la realidad tal cual es y no
esperan que usted lo haga.

Cualquier cosa que desaprueban de sí mismos lo condenan en los demás. No pueden permitirse actuar mal
pero eso no significa que no lo deseen. Los Unos en este estado tienden a negar o contener sus deseos y
entonces los proyectan al exterior.

Así un Uno podría ver una invitación para nadar en un día de verano y de repente empezar a hablar sobre los
males de la pereza y los trajes de baño tan pequeños que la gente usa hoy día. Los Uno transfieren su deseo
sensual de nadar hacia el ambiente y entonces incriminan al deseo.

Las personas muy enfermas con este estilo pueden crecer obsesivas, paranoicas y celosas. Pueden ser crueles
y persecutorias al servicio de la bondad. Malsanos pueden ser moralmente vanos e hipócritas, así como
obsesionados con cumplir proyectos y misiones enfermizamente concebidas. Muchas formas de
fundamentalismos religiosos e ideológicos se disparan a través de este espíritu de enfermedad Uno.

Centro: Instintivo
Pasión: Ira
Fijación: Resentimiento
Visión de sí mismo: "Yo reformo"
Estructura de temor (lo que evita): Furia abierta
Estructura de deseo: Sentirse perfecto
Trampa o justificación: Perfección
Crítica, exigencia, dominación, perfeccionismo, hipercontrol,
Otros descriptores: autocrítica soterrada, disciplina, irritación no expresada, rigidez,
puritanismo, autoconfianza

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• Eneatipo Uno Subtipo Auto-conservación – Preocupación
Error = Desastre y Catástrofe. Suelen vivir de forma solitaria llenos de culpa, con una sensación de no merecer
o ser inadecuados. Piensan que tienen bien merecida su ruina a causa de su imperfección, puesto que la
imperfección es mala. Tienden a ser los más perfeccionistas, intentando perfeccionar el entorno inmediato.
Son los más reprimidos, los típicos "niños buenos". Mantienen mucha tensión física, excesivo celo por el
trabajo, y autodominio. Se mueven por dicotomías de: todo o nada. Les importa la limpieza, el orden y la
higiene. Se interesan en la estética, las vitaminas y las dietas. Podrían darse aquí casos de anorexia y bulimia,
lo mismo que de ascetismo. Poseen una gran cualidad detallista y meticulosa. Como padres o amigos, se
turnan entre ser críticos y atormentadores, deseando protegerte de las mismas consecuencias negativas que
a ellos les preocupan. Tendencia a interrumpir y a corregir a su interlocutor continuamente.

• Eneatipo Uno Subtipo Social – Inadaptación


Reforma/Rigidez/Puritanos. Suelen ser Maestros y Reformadores sociales. Mantienen una constante
preocupación por las normas. Exagerado autocontrol y marcada pasión por tener la razón. Consideran su
misión la de reformar continuamente el sistema y tienen tendencia a moralizar; se consideran los
representantes de un orden social superior o de la tradición misma. Aplican con inflexibilidad viejos
estándares a cada situación nueva. Se alinean con las normas para contener su ansiedad. Tienden a
despersonalizar sus propios sentimientos y esperan estar por encima de la crítica. Manifiestan el Síndrome del
“cruzado”.

• Eneatipo Uno Subtipo Sexual - Celo/Vehemencia


Control y crítica excesiva de la pareja. "Pareja Sucursal". Mantienen altas expectativas de su pareja al
mantenerla de forma idealizada; la observan a cada paso y temen que otras personas pudieran resultarle más
atractivas. En su interior hierven a causa de los celos y del temor a perderla, aunque son incapaces de
permitirse y de exteriorizar ese sentimiento «imperfecto».Usualmente son personas fieles con mucho temor
al abandono. Buscan el hombre y la mujer perfectos. Tendencia a la dependencia. Expresan abiertamente su
ira y defiende lo suyo. Se consideran perfeccionadores. Padecen de constantes resentimientos. Pueden tener
una vida secreta, viviendo en una casa de dos pisos, recreando el drama entre la dama y la prostituta.

EL RIGOR

"He querido representar a este personaje iracundo, ciego. Ciego de ira contenida, por eso tiene los ojos en blanco, y con su
postura del dedo está ordenando con esa prepotencia de creerse en posesión de la verdad y de la justicia (en la otra mano la
balanza).La rectitud de su pelo y de su rostro anguloso buscando la perfección simétrica.

En el broche que cierra su túnica hecho en relieve y con pan de oro, está escrito el número 1 (todos los retratos llevan su
número estratégicamente puesto formando parte de la composición). La balanza, el casco (representando la rigidez mental),
y la hornacina (que recuerda al virtuosismo de los iconos religiosos), también están bruñidos con pan de oro."

EL RIGOR

Todos conocemos personas justas, dignas, esforzadas y amigas de decirnos lo que debemos hacer, bajo el
disfraz de la sugerencia o del consejo que, de alguna manera, nos hacen sentir culpables o, cuando menos,
niños regañados o alumnos imperfectos. Son las personas clasificadas en el Eneagrama de la personalidad
como "unos". Corresponden al tipo de persona justiciera, cuyos correctísimos modales y, muchas veces, voz
meliflua ocultan una ira contenida por el tabú de la violencia. "Nunca jamás la violencia", al menos
abiertamente manifestada, podría ser uno de sus eslóganes. Su arma más utilizada: la crítica hacia los demás
y, a veces, la autocrítica. En cualquier caso, el otro siempre queda en posición de inferioridad, por no alcanzar
el modelo de perfección ideal.

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En su infancia solían ser niños o niñas buenas, que se tragaban su rebeldía y, ajustándose a las normas,
conseguían ser modelos para los demás. Una manera como otra de conseguir amor y aprobación, pero a
cambio de un precio altísimo: traicionar su espontaneidad y su anhelo de disfrute de la vida. Para ello,
debieron construirse un falso mundo ideal y perfecto al que ajustar todos sus pensamientos, sentimientos y
acciones.

A medida que crecían se iban dando cuenta de que el mundo no era como les habían dicho, como ellos se lo
habían pintado; empezaron a acumular resentimiento, oculto muchas veces bajo el apego a las reglas y al
orden, el predominio del deber sobre el placer, la inflexibilidad moral y un alto concepto de sí mismas, casi
siempre en contradicción con su afán de perfección.
Quien no haya convivido con un "uno" difícilmente se dará cuenta de que tanto deseo de perfección y tanta
sobrevaloración de la virtud oculta un oscurecimiento del Ser. Como muy bien apunta A.H. Almaas, que se
inició en el eneagrama con Claudio Naranjo, la virtud correspondiente a esa ira reprimida y basada en su
creencia en la imperfección del mundo y de los demás es la Perfección Sagrada: la realidad es perfecta en
este instante tal como es en sus múltiples facetas y aparentes contradicciones. Ésa es la distorsión
cognitiva del iracundo: que la Realidad nunca se acerca al ideal de realidad que ha formado en su mente, que
desea para sí y para los demás, porque toma la parte -sus deseos- por el Todo, la Realidad tal cual Es.

Claudio Naranjo pone de relieve que los autores cristianos pensaban que la ira era uno de los obstáculos para
la virtud, sin advertir que, precisamente, bajo la apariencia de virtud es como encuentra la ira inconsciente en
su forma de expresión más característica. Exceptúa a San Juan de la Cruz que, en su "Noche oscura del alma"
describe con exactitud el "pecado" de la ira de los novicios espirituales que "se airan contra los vicios ajenos
con cierto celo desasosegado... les dan ímpetus de reprehenderlos enojosamente, haciéndose ellos dueños de
la virtud... Hay otros que cuando se ven imperfectos... se airan contra sí mismos... tienen tanta impaciencia,
que querrían ser santos en un día". En cualquier caso, el "uno" se ve altruista y su impaciencia es sólo la de
aquel que desea la justicia y el orden para todos.

Sería simplista meter a todos los "iracundos contenidos" en el mismo saco. Los hay perfeccionistas que
sufren y hacen sufrir a los demás intentando que todo lo que hacen sea perfecto, obsesivos por el orden e
incapaces de delegar tareas, porque nadie las hace tan bien como ellos. Los hay perfeccionadores que nunca
están satisfechos con lo que hacen: la carne podría haber estado más en su punto, al pescado le podrían haber
puesto un poco más de eneldo, la raya del pantalón les salió un poco torcida; el problema es que esa
insatisfacción de no dar nunca la talla de su ideal la transfieren a las personas con las que trabajan o conviven:
todo lo que éstas hacen, siempre lo podrían haber hecho un poco mejor con solo un poquito más de esfuerzo y
mejor voluntad. Pero también están los perfectos: ellos lo hacen todo mejor; su mecanismo preferido es la
proyección: el mundo iría mejor si todos pensasen y actuasen como ellos. La causa de su infelicidad son los
demás o, como diría Sartre, "el infierno son los otros". En lugar de responsabilizarse de sus deseos -"yo
quiero"-, simplemente afirman: "tú debes".

A un "uno" le encantaría ser juez, fiscal, inspector de Hacienda, maestro y, en otros tiempos, estaría muy a
gusto en la piel de un inquisidor o de un cruzado. Un buen ejemplo oriental de este tipo de carácter sería
Confucio, maestro y predicador de la piedad filial, las virtudes sociales y la obediencia al Estado. En Occidente,
tal vez el más influyente de los personajes históricos con este tipo de carácter sea Martín Lutero, quien, según
Erik Erikson, por la ira que le producía su padre, fue capaz de desafiar al hombre más poderoso de su tiempo,
el Papa, y crear todo un movimiento religioso, filosófico, político y social basado en la crítica a la corrupción de
la Iglesia católica romana.

Socialmente, este primer tipo del eneagrama podría ser ejemplificado por el carácter anglosajón victoriano
del siglo pasado, encorsetado en rígidas normas legales y sociales, autocomplaciente, menospreciador de las
culturas ajenas, impulsado a salvarlas de su "ignorancia" y "salvajismo". La enorme violencia soterrada queda
velada por los buenos modales y un aparente comportamiento flemático. La "justa indignación" ante los
"desmanes" ajenos, tal vez aquellos que ellos no se permiten, pero que desean desde lo más profundo de sus
impulsos reprimidos, puede adoptar actitudes que van desde marginar al "desviado" hasta imponerle la pena
capital con toda justificación y la mejor buena conciencia, para "cortar el cáncer social de raíz". Un personaje
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de película que representa muy bien este tipo de carácter sería el padre de los niños que tiene que cuidar Mary
Poppins, siempre apegado a su reloj, sus horarios y sus normas perfectas e inflexibles, su orden impecable: la
costumbre inmemorial y los sólidos principios éticos y sociales convertidos en ley irrevocable. En la única
realidad.

En definitiva, los "unos" han olvidado sus verdaderos impulsos y deseos en aras de hacer lo correcto, que es la
medida de su autoimagen, lo que les da valor a sus propios ojos. Un buen vino deberá reservarse para un día
de fiesta o una ocasión en que haya que agasajar a unos amigos, pero jamás tomársela para alegrarse un poco
un día malo o monótono. Unos bombones deberán ser compartidos; si se toman a solas, habrá que justificarse
para liberarse del sentido de culpa. El placer por el placer es tan tabú como la manifestación de la ira. Si la
manifiestan, tal vez habría que tomarlo, según los casos y las circunstancias, como un paso adelante en la
sanación. Por ello, es raro ver a muchas personas de este tipo en terapia: ello significaría reconocer que algo
va mal o que ellas mismas no son capaces de solucionarlo haciendo los ajustes necesarios y, sobre todo, correr
el riesgo de perder el control de sí mismas al que se han aferrado como forma de no verse sobrepasados por
su pasión no reconocida: la ira. Cambiar de pautas de conducta significaría replantearse la imagen del mundo
y de sí mismas que tan esforzadamente han elaborado día tras día, cada uno de los años de su vida.

Simplificando un poco, a un uno podría hacerle evolucionar la convivencia con un "siete" goloso y hedonista, si
éste no muere antes en el intento. También, cambiar las múltiples responsabilidades que se autoimponen por
prioridades reales y realistas; cuestionarse sus normas internas; aceptar que "lo mejor es enemigo de lo
bueno"; abrirse al sistema de valores de otras personas; escuchar y atender sus auténticos impulsos de placer;
diferenciar entre el "debería" y lo realmente deseable; atender a lo central y olvidarse de lo periférico, de los
detalles "imperfectos"; pero, sobre todo, ENTREGARSE A LA REALIDAD, TAL CUAL ES, AQUÍ Y AHORA, Y
ABRIRSE A LA VIDA COMO ÉXTASIS Y NO COMO TAREA.

Tipo de Personalidad Dos


Personas que ven el mundo de forma interpersonal y se definen a través del servicio a otros. Pueden ser
generosos, amorosos y entregados o dependientes, orgullosos y hostiles.

En la organización del Eneagrama, Dos, Tres y Cuatros conforman un trío emocional, en él comparten
tendencias básicas y puntos de vista generales. La gente dentro de este trío de estilos puede experimentar
una clase de confusión permanente sobre sus identidades, confundiendo quiénes son con los papeles o roles
que desempeñan y las imágenes de lo que aparentan ser.

En alguna medida, todos los estilos de personalidad hacen esto pero son los Dos, los Tres y los Cuatros
quienes están más propensos a confundir el parecer con el ser. Las personas de este trío tienden a rechazar
cómo se sienten de verdad, en favor de cómo se supone deben sentirse según los roles que estén ejecutando.
La gente con estos estilos es propensa a los conflictos en las relaciones y las materias del "corazón".

De todo el Eneagrama, los Dos son el estilo más puramente interpersonal. Son muy inclinados a concebir la
vida como una forma básica de dar-y-tomar entre las personas, relacionando a todos los seres humanos
como miembros de una inmensa familia. Desde este punto de vista: dar amor se convierte en la cosa más
importante que un Dos puede hacer.

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Las personas con este estilo tienen una capacidad bastante desarrollada para identificarse emocionalmente
con las necesidades de otros. Tienen un hábito fuertemente inconsciente de volcarse hacia otras personas e
intuitivamente adivinar lo que podrían estar sintiendo o necesitando. Los Dos sanos practican este hábito
voluntariamente; se identifican de buena gana con alguien más antes de dar su propio punto de vista,
"poniéndose en los zapatos del otro". Pueden encargarse de las necesidades ajenas y, al mismo tiempo
continuar valorando su propia verdad emocional, y atendiendo con eficacia sus propias necesidades. La frase
"se presta a otros pero se da a sí mismo" describe lo que los Dos hacen en estado sano.

En su mejor momento, los Dos son capaces de verdaderamente amarse y entregarse y tienen habilidades
ministeriales excepcionales. Las biografías de algunos santos retratan a los Dos dedicados a liberar del
sufrimiento tanto material como espiritual. Haya tenido o no éxito, la intención clásica del cristianismo es
fundamentalmente Dos.

Cuando los Dos están en un nivel menos sano, siguen invirtiendo su atención sobre los demás, pero ahora se
olvidan de regresar a su propia posición. Comienzan a reprimir sus propias necesidades y a concentrar sus
energías en cuidar de otros, lo necesiten ellos o no. Ahora se sobre-identifican con los demás perdiendo a la
par su sentido de sí mismos, y se entregan compulsivamente con la esperanza de ser reconocidos, apreciados
y amados. Por medio de otras personas, los Dos intentan darse a ellos mismos, satisfacer necesidades que
antes han rechazado en ellos mismos y ahora han re-localizado en otros. Los Dos en esta fase pueden
comenzar también a temer ser abandonados y quedarse solos.

Los Dos malsanos utilizan la adulación, manipulación y seducción para conseguir que los demás reaccionen y
los definan; obtener una sensación de ser a través de la mirada ajena. La necesidad del Dos de dar es tan
fuerte que se vuelve egoísta y lo que se da lleva impresa una etiqueta invisible del precio a pagar. A
menudo es un alto precio a pagar como Dos, el compensarse por haber perdido su yo real, y comenzar a inflar
y exagerar la importancia de lo que dan a otros. Esta exagerada auto-importancia se conoce de otra manera
como orgullo, y cuando los Dos están muy enfermos, el orgullo se vuelve su rasgo más llamativo y
característico.

No es raro entonces, que los Dos forcejeen o se opongan en las relaciones, dado que es muy importante para
ellos conocer sus verdaderos sentimientos y motivaciones para poder relacionarse honestamente con otros.
Cuando los Dos están profundamente enfermos, generalmente se engañan por completo sobre sus
motivaciones. Reemplazan sus sentimientos reales de desesperación egoísta y agresión con la imagen de un
mártir altruista a quien se le deben grandes sumas por sus maravillosos esfuerzos. Lo que confunde y
enloquece a los demás sobre los Dos enfermos es la manera como empaquetan lo que sienten como
hostilidad y lo presentan como si fuese amor.

El lado más alto de este estilo es de hecho muy elevado, mientras que la expresión más baja puede ser
violentamente destructiva. La forma de acercarse furtivamente al objeto de su amor que va con el lado
enfermo de este estilo es similar a la metáfora del vampiro que vive de la sangre de otros.

Centro: Sentimiento
Pasión: Soberbia, orgullo
Fijación: Halago, adulación
Visión de sí mismo: "Yo ayudo"
Estructura de temor (lo que evita): Sentir que necesitan
Estructura de deseo: Sentirse amado
Trampa o justificación: Servicio

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Necesidad de amor, hedonismo, seducción, asertividad, tendencia
Otros descriptores: a cuidar, falsa abundancia, histrionismo, emocionalidad
impresionable.
• Eneatipo Dos Subtipo Auto-conservación - Privilegio, "Yo Primero"

Se consideran merecedores de unos privilegios especiales por su bondad. Pueden actuar como si fuesen
superiores a los demás y esperar un trato preferencial que refuerza su orgullo. Suelen mostrarse claramente
orgullosos e infantiles. Inconscientemente llevan una contabilización de honorarios por los sacrificios
realizados. Detrás de la fachada altruista se esconde un ser humano que odia tener que renunciar. Suelen ser
más hogareños y en casa trabajar mucho, no descansar llegando incluso a enfermar por los demás. Tienen un
talento especial para convivir con los niños. Pueden llegara a excesos en la comida o medicamentos y tener
ataques de hipocondría o somatizar. Se expresan a través de quejas y de culpabilizar. Mantienen
comportamiento de "Divas".

• Eneatipo Dos Subtipo Social – Ambición

"El Embajador". Desean "ser alguien en el mundo", ser públicamente reconocidos. Cultivan talentos para
ganarse a las personas. Ambicionan la influencia social y jugar un papel importante en la vida de las personas
que son significativas para ellos. Se casan, asocian o mantienen cerca de personas importantes que puedan
protegerlos y asegurar su estatus social. Podrían ser bilingües o trilingües; enfermeras, psicoterapeutas o
voluntarios. Suelen ser "el poder detrás del poder"; consejeros del director o primeras damas.. No aceptan
críticas ni sugerencias: "lo pueden todo". Son los más ayudadores. Tejen "Redes Sociales" o "Bancos de
Favores". Confunden ser tenidos en cuenta con ser amados.

• Eneatipo Dos Subtipo Sexual - Seducción/Agresión

"El Amante". Sueles ser rebeldes que conquistan o seducen para validarse: “Mujer fatal". Buscan personas
interesantes o desafiantes. Les gusta ser considerados como "el mejor amigo o confidente". Suelen ser
celosos, posesivos e incapaces de soportar el rechazo de la persona u objeto amado. Su amor consiste
fundamentalmente en superar obstáculos; intentan ignorar y superar los impedimentos objetivos que hacen
imposible una relación (¡el amor lo supera todo!). Desean encontrar la unión romántica -la entrega total-.
Confunden la deseabilidad sexual con ser amados y valorados: "deseo ser deseado" Usualmente dominantes,
cogen al otro de la mano y lo dirigen puesto que saben qué es lo mejor para él, pueden pasar de ser
demasiado dependientes a demasiado independientes ("no necesito a nadie").

LA DONANTE

”Ella siempre está bien, semblante alegre, sobradamente llena, altiva, de generosas curvas, apenas lleva adornos ni joyas,
sólo las flores que le echan y que ella misma emana. No mira para abajo, nada pide, pues "nada necesita", tan solo que la
necesiten las personas que con el mismo color de sus faldas salen de entre ellas, seducidas , dependientes y manipuladas.

El número 2 está pintado en negro entre los oros del respaldo del sillón a la izquierda del cuadro”.

LA DONANTE

Ella -porque era una "ella" y no un "él"- entró en mi consulta con paso elegante de gacela, se sentó en el sillón
con una desenvoltura algo llamativa y me miró unos instantes directamente a los ojos como si me preguntara
con la mirada: ¿reconoces mi belleza de alma?. Sin darme tiempo a que yo pudiera verificar si se trataba
simplemente de una fantasía mía o de una intuición basada en la experiencia, me ofreció maternalmente una
pastilla para la tos al oírme carraspear, al tiempo que me aconsejaba: "Tómate este caramelo de propóleo y
miel y verás cómo se te pasa la tos. Supongo que no fumas, pero quizá vas demasiado poco abrigado con
estos bruscos cambios otoñales de temperatura".

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Es éste el primer recuerdo que me ha venido a la mente al iniciar estas reflexiones sobre las personas cuyo
patrón de comportamiento viene esencialmente motivado por la pasión del orgullo. Pero lo mismo que los
auténticos iracundos tienen tapada su ira, los orgullosos del eneagrama no suelen ser conocidos por su
orgullo, sino por su davidosidad y preocupación por los demás, que puede resultar invasiva. No son los burdos
y soberbios luciferinos de los que nos hablaban los curas cuando trataban el pecado capital de la soberbia,
sino ese tipo de personas que van siempre cubriendo las necesidades ajenas, movidas por el ansia de ser
reconocidas, de ser queridas, de recibir lo que con tanta generosidad ofrecen sin que nadie se lo pida.

Su intensa necesidad de amor, frustrada en algún momento de su infancia, les hizo desarrollar un arraigado
mecanismo de compensación de considerarse especiales. Sin embargo, la necesidad original sólo queda
amortiguada a través del amor del otro, de un poco de intimidad, de compartir emociones, de ser tenido en
cuenta. La clásica "mujer fatal" de tantas novelas y películas famosas no es sino una pobrecita niña que busca
en el fondo los mimos y las caricias de papá, para el que fue, en algunas ocasiones, su "princesita" o que, en
otras, estuvo ausente y fue idealizado.

En algunos hombres -son más numerosas las mujeres de este tipo, calificada en el Eneagrama como Dos-, la
actitud se parece más a una cierta competitividad, sólo encubierta a primera vista: ellos son los primeros y, si
no, lo intentan ser, por el esfuerzo o por el encanto: nunca se saltarán una cola a puñetazos, sino sonriendo,
ofreciendo algún consejo o buscando la amistad de quien tenga poder para ponerles en cabeza.

Sin embargo, hombres y mujeres Dos comparten una emotividad a flor de piel; de hecho comunican mejor
sentimientos y emociones que abstracciones mentales o deducciones lógicas. En medio de un clima de alta
emotividad se encuentran en su salsa. La expresión continua de sus emociones puede degenerar en un cierto
histrionismo: de un grano hacen una montaña y su universo emocional es "la realidad objetiva", ya que el
mundo no es como es, sino como lo sienten. Suelen buscar la libertad a todo trance, por lo que la rutina y la
disciplina no son precisamente sus puntos fuertes.

A veces parecen niños mimados, o tal vez lo fueron en su infancia, por lo que sus caprichos y cambios de
humor parecen no tener fin. Pero quien tenga un amigo o una amiga Dos lo que resaltará será sus dotes de
seducción y su capacidad de ayudar, sin pedir aparentemente nada a cambio: su orgullo no le permite
expresar sus necesidades, aunque sí esperan que se las satisfagan sin pedirlo. De aquí la hostilidad que surge si
no recibe lo que cree merecer; pero en general será una hostilidad manifestada en forma de despreciativo
silencio o de digno abandono haciendo mutis por el foro: el otro no ha merecido su cariño y le ha herido en lo
más profundo de su amor propio. Le ha revelado el tabú de los tabúes: su enorme dependencia emocional,
tras ese barniz de falsa autosuficiencia.

Dicen que grandes personajes como Alejandro Magno y Napoleón fueron movidos por este tipo de orgullo.
Pero tal vez el paradigma de este tipo sea Cleopatra que, aprendió ya a los diez años, a la caída de su padre,
que "para un rey, el orgullo y la altivez están por encima incluso del poder" y que la esclavitud y la sumisión
son indignas. Entre los personajes modernos, podrían nombrarse a Elvis Presley, Elizabeth Taylor, Jerry Lewis
o Madonna.

Como en todos los eneatipos, existen tres subtipos que, en el caso del Dos, y muy esquemáticamente podrían
caracterizarse como: el seductor agresivo que fuerza el contacto de los demás, pero que más que sexo, lo que
desea es ser deseado, ser querido como señal de aprobación; el ambicioso social que necesita la asociación
con gente poderosa como fuente de protección y para cubrir la necesidad de asegurarse una posición dentro
de cualquier grupo; el competitivo cuya actitud "yo primero" le proporciona su falsa identidad de
autoconservación. Sin embargo, los tres subtipos pueden compartir además la existencia de múltiples "yoes",
dependiendo de sus estados emocionales y de la mirada de los demás.

A la espera de posteriores investigaciones empíricas, a mí se me antoja que las personas que he conocido
movidas simplemente por este patrón de conducta caracterizado como Dos, ya que los seres humanos por su
propia riqueza se resisten a clasificaciones simplistas, podrían equivaler a ciertos rasgos de los Leo en la
astrología occidental y a los "Caballos" en la astrología china.
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Los “Dos” evolucionan cuando contactan con sus verdaderos deseos, en lugar de someterse a los de los
demás o competir con ellos. Entonces detectan su hábito de manipular y pueden reconocer el verdadero valor
de los otros como personas y no como objetos de su aparente generosidad. Tal vez entonces se den cuenta
que obtener aprobación no es lo mismo que obtener amor y que el compromiso no significa pérdida de
libertad sino su verdadero ejercicio consciente. En ese momento es posible que cambien el romanticismo
idealizado por la verdadera intimidad. Para ello es muy aleccionador el libro de reciente publicación en
castellano "Las mujeres y el deseo" de la psicoanalista y feminista junguiana Young-Eisendrath. (Editorial
Kairós, Barcelona.
Cuando un Dos puede atravesar la noche oscura de la envidia, contactar con su verdadera carencia y empezar
a reconocer lo que le falta, puede emerger realmente como una persona nueva, compasiva consigo misma y
con los demás. Puede en ese momento dar sin esperar nada a cambio, pues ya lo tiene todo. Es entonces
cuando puede transformar el orgullo injustificado de creerse especial en un AUTÉNTICO ORGULLO DE SER Y
DE REBOSAR VERDADERO AMOR INCONDICIONAL QUE, PARADÓJICAMENTE, ES GENUINAMENTE
HUMILDE.

Tipo de Personalidad Tres


Personas que se miden por el logro externo y los papeles que desempeñan. Pueden ser veraces, realizados y
sinceros o convenencieros, competitivos y falsos.

Los Tres se identifican menos con los papeles de utilidad interpersonal y más con las imágenes del éxito y la
productividad. Suelen esperar ser amados más que por lo que son, por lo que hacen. Están emocionalmente
confundidos por una realización aparente que se opone a una auténtica realización de sus sí mismos internos
de poca perfección. Los Tres menos sanos tienden a desconectar sus sentimientos más profundos en favor de
las apariencias externas. Niegan sus imperfecciones y presentan una imagen pública que el mundo encontrará
favorable. Esta imagen justamente es el reverso de quién los Tres en secreto temen podrían ser.

Los Tres en su mejor aspecto están genuinamente dotados y practican un credo de excelencia y
profesionalismo. Son excepcionalmente hábiles para establecer y cumplir metas y por regla general dominan
muchas destrezas en el mundo. Aprenden rápido, forman buenos líderes y normalmente les va bien en
ocupaciones socialmente establecidas como de alto perfil, donde el desempeño se mide por resultados. La
mayoría son organizados, flexibles y laboriosos. Cuando sanos, por lo general conforman excelentes modelos
a imitar y maestros talentosos de cualesquier habilidad que dominan. También pueden mostrar una
capacidad a veces asombrosa para la toma de acción efectiva y eficiente. Son especialmente buenos en
multi-tareas, haciendo muchas cosas a la vez.

Los Tres saludable pueden ser enérgicos y alegres, con un ojo positivo al futuro; seguros de sí mismos y
abiertos a los desafíos. Sus acciones a menudo son gobernadas por un sentido del honor y valoran la familia y
la amistad además del trabajo. Los Tres a veces llegan a estas prioridades después de una lucha con la
conveniencia moral y una búsqueda consciente de los valores significativos.

Cuando los Tres son menos sanos, su estrategia de ser exitosos y bien redondeados da paso a un deseo de
parecer que lo son y así comienzan a cortar esquinas para sostener una imagen. Los Tres pueden caer
rápidamente en las personificaciones y jugar un papel de sí mismos adoptando, como un camaleón, poses
distintas para parecer sobresaliente en diferentes contextos. Comienzan a negar sus sentimientos personales
y a identificarse cada vez más con una máscara. La mayoría de los Tres tienen un talón de Aquiles, un sentido
de insuficiencia que compensan con el logro y la imitación.

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Las relaciones íntimas pueden sufrir cuando los Tres desvían sus sentimientos por medio de la imagen de
quienes deberían ser. Pueden presentar un personaje a los amigos o compañeros, ocultando un profundo
sentido de defecto y, en cambio, ofrecer una máscara que sea del agrado de otros. La conveniencia y la
eficacia se convierten en lo más importante y un Tres enfermo puede empezar a disfrutar el sentimiento del
no-sentimiento. Pueden concebirse como maquinas de alto rendimiento cuyo propósito es correr de tarea en
tarea, asegurando los resultados antes de llegar a la nueva línea de meta. No es raro para los Tres hablar con
metáforas deportivas y creer que la vida es sólo un juego: un juego que se juega para ganar.

Para ganar, se espolean arduamente, convirtiéndose en una excesiva forma de ser hiperactivos y usando sus
relaciones principalmente como trampolines para su beneficio profesional. Su, una vez sana flexibilidad,
degenera en cálculo arrogante y estratagema amoral. Los Tres operan cómodamente en ocupaciones dónde
la apariencia y la persuasión son importantes --relaciones públicas, ventas, publicistas— y a menudo se
convierten ellos mismos en un artículo más a comercializar.

Para el Tres muy enfermo ganar se convierte en lo único que existe. Y su mascara de Tres puede eclipsar
por completo su alma. Pueden ser amorales, Maquiavélicos, despiadados, mañosos y plagiarios. Empiezan a
creerse sus propias mentiras y a entrampar a las personas sin conciencia alguna de ello. Su objetivo es
mantener una ilusión de superioridad de la cual derivan un sentido vindicativo de triunfo. Quienquiera que en
su vida haya sido deliberada y maliciosamente engañado ha sentido la picadura de esta actitud.

Centro: Sentimiento
Pasión: Vanidad, engaño
Fijación: Desasosiego
Visión de sí mismo: "Yo exitoso"
Estructura de temor (lo que evita): Fracaso
Estructura de deseo: Tener éxito, ser admirado
Trampa o justificación: Eficiencia
Necesidad de atención, orientación al logro, sofisticación,
habilidad social, cultivo del atractivo sexual, manipulación de la
Otros descriptores:
imagen, orientación hacia los demás, pragmatismo, vigilancia
activa, superficialidad.

• Eneatipo Tres Subtipo Auto-Conservación - Seguridad-Practicidad.

Se sienten seguros e impresionan por la estabilidad material. Trabajan duro para conservar o incrementar su
estatus social. Suelen ser adictos al trabajo -Workalcoholics-. Pueden llegar a descuidar su salud y relaciones y
pasarse las vacaciones trabajando. Algunos pudieron haber crecido pobres y están enfocados en acumular
riquezas y bienes. Se concentran en que les vaya bien y en tener suficiente, especialmente de las cosas
socialmente apreciadas. El descenso social y el fracaso profesional o financiero son pesadillas que tratan de
evitar a toda costa.

• Eneatipo Tres Subtipo Social - Prestigio/Estatus


"Soy lo que hago". Les gusta el reconocimiento, el brillo social, la fama, el estatus, el buen nombre y las
marquesinas. Sienten pasión de gustar socialmente. Desean tener buenas notas, el mejor currículo,
reconocimientos, premios y el pedigrí correcto. De los tres subtipos suelen ser los más egoístas y competitivos
y con el mayor temor al fracaso. Suelen ser "camaleones" cambiando y adaptándose a cualquier medio y

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poniéndose todo tipo de mascaras que garanticen una buena imagen pública. Su comportamiento está
determinado por las posibles actitudes que puedan garantizarle el aplauso que para él es vital. Confunden su
sí mismo interno con las insignias, honores e iconos mundanos, de tal forma que se identifican con las marcas,
diseños, tarjetas; los autos caros, etc. Su propia pareja se convierte en un trofeo. Pueden llegar a ser
sociopatas.

• Eneatipo Tres Subtipo Sexual - Masculinidad/Feminidad Sex-appeal.

Presentan una imagen ideal del sexo opuesto. Suelen ser exhibicionistas. Buscan conquistas sexuales para
disipar el miedo a no ser atractivos. Se presentan a sí mismos como atractivos ideales de masculinidad o
feminidad, como maniquís de escaparate: “mírame pero no me toques”. Sus conquistas eróticas son
importantes para edificar la confianza en su propia valía como símbolo de su éxito. Manifiestan mucho más
miedo y suelen ser menos eficientes que los otros subtipos de Tres. Buscan la intimidad a nivel familia.
Presentan una constante frustración crónica por la necesidad de vivir sólo para los demás.

LAS APARIENCIAS

”Adornada, maquillada y con postura estudiada, mira en el espejo cómo brilla su cara de éxito. El fondo del cuadro recuerda
la cola de un pavo real. Un velo de papel de seda le cubre el rostro como símbolo de la máscara, de la falsedad del gesto y luce
una condecoración de papel por el mérito al trabajo que cuelga de su pecho tapado, exhibiendo sin pudor el encanto del otro
pecho desnudo.

El número 3, bien evidente, sale de su brazo hacia la izquierda del cuadro. El espejo está en relieve y trabajado en pan de oro
así como el sofisticado adorno central”.

LAS APARIENCIAS

La más sutil de las vanidades es conseguir que ésta no se vea. Llamar la atención sin que se note demasiado.
Por ello, el tipo Tres del eneagrama puede no ser la persona que vulgarmente llamaríamos vanidosa. Al igual
que la ira del y el orgullo del Dos, la vanidad del Tres está normalmente velada o, al menos, nos suele ser del
tipo jactancioso y burdo. El velo más común es una apariencia de naturalidad, optimismo y eficacia: como
el camaleón, las personas pertenecientes a este rasgo pueden adaptarse a cualquier entorno y triunfar en él.

De hecho, la vanidad no se encuentra entre los pecados capitales de la Iglesia católica, no tiene entidad
propia, pues queda asimilada al orgullo. El máximo logro de los vanidosos tal vez haya sido imponer su pasión
-que es la de aparentar para conseguir- como valor dominante en la actual cultura mercantilista de
Occidente. El Tres se fija metas, planifica, cumple los plazos fijados, ejecuta fielmente las estrategias que se
ha marcado para conseguir sus fines y logra sobresalir en su medio social y profesional. Hasta tal punto es
"invisible" la vanidad -el fingimiento de lo que realmente se es- como patología, que no está recogida en el
"Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales" (DSM-III. No es una coincidencia que el DSM
sea un producto estadounidense y que la cultura de Estados Unidos valore tanto al conseguidor, al ejecutivo
eficaz, al triunfador. Y sobre todo que sea la sociedad de la imagen por excelencia, el paraíso de la
publicidad, en donde cuenta más el envoltorio que el contenido, el personaje más que el político, el eslogan
antes que el programa y, en definitiva, el gesto mediático más que la verdadera intención.

Curiosamente, en los grupos en los que se trabaja el Eneagrama, la gran mayoría de los que se incluyen en
este rasgo son mujeres. Quizá, porque en una sociedad predominantemente machista, muchas mujeres
hayan tenido que depender más que los hombres para ser y existir de la mirada del otro: del padre, de la
madre, de los profesores, del novio, del marido, de los colegas de profesión, de la sociedad en general.

Los Tres fueron generalmente valorados en su infancia por su hacer más que por su ser, por su conducta
más que por sí mismos, por sus logros más que por los esfuerzos que hacían para conseguirlos. En muchas
ocasiones, vivieron como una carrera de obstáculos la consecución del cariño o del reconocimiento y la
satisfacción de la simple necesidad de ser tenidos en cuenta. Había que adaptarse a los deseos de papá o
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mamá para tener una identidad. Y fueron creciendo creyéndose ser aquello a lo que se adaptaban. Y ésta es
precisamente la tragedia del Tres: no saber quién es en realidad, porque no desarrolló desde que era niño o
niña el hábito de contactar con sus propios sentimientos y deseos. Llegó a creer que la mirada del Otro le
hacía existir y que los demás sólo podían apreciarle por su actividad y por su imagen. En la loca carrera por
agradar y triunfar, es lógico que aparezcan el estrés, la ansiedad y los infartos como enfermedades típicas de
este rasgo.

Ante la falta de verdadera identidad, se aferran a la seguridad que se dan a sí mismos y que generan a su
alrededor. Unos la pondrán en la riqueza material –hombres de negocio de éxito internacional como Walt
Disney-, otros en el triunfo social y profesional -políticos como John F. Kennedy o Ronald Reagan- y algunos
en el atractivo sexual, como Marilyn Monroe, como prototipo de la "diosa sexual", capaz de atraer al sexo
opuesto a costa de vivir, según su propia confesión, el personaje que ellos se inventaban: "He permitido que los
hombres se engañen a sí mismos. En ocasiones, no se han preocupado en averiguar quién o qué era yo. En lugar
de eso, se inventaban un personaje. Ni me molestaba en discutir con ellos: era obvio que buscaban alguien que no
era yo...".
También es muy típico que puedan ser polifacéticos y triunfar en lo que se propongan como el cantante, actor,
presentador de televisión y muchas cosas más Miguel Bosé, hijo de actriz y de torero famosos a los que
obviamente tenía que emular. Pero si hay algo en lo que fracasan, salvo que tomen conciencia de que toda su
vida es un esfuerzo por gustar, estar a la moda y ser alguien para los demás, es en vivir intensamente lo que
son sin representar ningún papel. En una memorable entrevista televisada que hizo a Chavela Vargas, se le ve
naufragar, intentar quedar bien, achicarse, ante una fuerza de la naturaleza que se ríe de sí misma y del
mundo y que pasa totalmente de su imagen y del qué dirán. Cualidades todas ellas de las que carece el Tres,
pero con las que podría vacunarse de su verdadera angustia: el vacío de no saber quién es en realidad.

Por ello, rara vez los Tres se dejan tiempo libre para la soledad y la reflexión. Prefieren el grupo ante el que
brillar y la actividad que les defienda del riesgo de los tiempos muertos, ante los que sienten un auténtico
pánico. Si descansan, lo hacen como preámbulo necesario a la siguiente actividad. Si fracasan en algo,
rápidamente lo minimizan y tienen en mente un próximo logro más seguro. En sociedad suelen ser brillantes,
en equipo, eficaces, en familia, responsables, con los amigos, serviciales. El leit motiv: mantener la imagen; si
para ello hay que competir, se encuentran en su salsa. La intención final: todo ha de servir, incluso las
amistades, para conseguir sus metas. Por ello podría decirse del "vanidoso" que es un ejecutor, un
conseguidor y un mercantilista. Se vende bien y vende bien todo lo que le rodea.

Precisamente este "don" de la imagen, de quedar bien en cualquier situación, de adaptabilidad al medio, hace
que sea a veces muy difícil detectar a un Tres, que parecerá muy mental e intelectual en un ambiente
universitario; mundano, divertido y emocional en una fiesta social; y aventurero, pasional o hippy en unas
vacaciones en el Amazonas. Una pequeña clave para distinguirlo en un grupo podría ser su disponibilidad a
gestionar los planes, a dirigir el cotarro, de una manera suave, sin imponerse demasiado ni suscitar ninguna
oposición. Recuerdo la forma en que una Tres se ofreció como quien no quiere la cosa para ser la portavoz de
un grupo de trabajo: antes de que nadie pudiera proponerse, ya estaba tomando eficazmente notas con aire
de mosquita muerta y mucha diplomacia. Resultó ser una terapeuta competente y versadísima en siete u
ocho técnicas, que había trabajado con los mejores especialistas del mundo. Simplemente no suscitaba la
competitividad de los demás, pues ella la tenía incorporada como una segunda piel.

A quien le interese la Homeopatía, el Tres se ha asociado con "Phosphorus". Según Catherine Coulter,
"emocionalmente es comprensivo, impresionable y sensible a la vibración del otro... Posee una intuición muy
fina en su trato con los demás y los predispone a su favor con pequeñas atenciones verbales, con cálidos
elogios o mostrando una consideración enternecedora... Es gregario y necesita gente a su alrededor para
sentirse entero, bien y feliz... Se considera más sensible y refinado, más intuitivo, más entretenido, más
dotado y más espiritual que los demás... Tiene temperamento de actor. Debajo de su genuina sociabilidad
subyace la necesidad de audiencia y... necesita del aprecio y atención de los demás para sacar lo mejor de su
propia naturaleza y sentirse vivo".

Así pues, el mayor peligro de este tipo de personalidad es que puede creerse tanto sus sucesivos papeles,
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captar tanta atención y tanto aprecio que pueden morir de éxito. Dicho de otro modo: si ninguna crisis llama a
su puerta, por una enfermedad grave, un pérdida dolorosa, un fracaso estrepitoso... pueden mantenerse
permanentemente alimentados por la mirada ajena, incluso por la admiración expresa o la envidia tácita de
los demás y seguir engañándose y engañando sin llegar nunca a contactar con su verdadero Ser. Incluso
cuando acude a terapia, puede ser el paciente perfecto que proporciona al terapeuta el material que cree que
éste necesita.

Un Tres que entre en una vía de desarrollo personal no tiene más remedio que afrontar su miedo a mirar
hacia adentro, su pánico a detenerse y poder estar sin hacer, a fluir sin controlar, a vivir el presente sin
planificar los próximos minutos, a permanecer solo sin engancharse al primero que se le atraviese en el
camino o le llame por teléfono. La meditación es una excelente vía para quien se halla dominado por la pasión
del fingir y del hacer como sustitutos del simplemente ser. Con un poco de práctica es posible que llegue a la
máxima TRANSPARENCIA y HONESTIDAD. Es entonces cuando no necesitan adaptarse a lo que creen que
los demás valoran de ellos, sino que pueden convertirse en auténticos MODELOS para los demás, sirviéndoles
de guía en la seguridad, autonomía, eficacia y entusiasmo que pueden llegar a emanar.

Tipo de Personalidad Cuatro


Personas que viven principalmente en su imaginación y sentimientos. Pueden ser artísticos, vinculados e
inspiradores o quejumbrosos, elitistas y negativos.

Al igual que los Unos, los Cuatros comparan la realidad con aquello que podría ser. Pero, mientras los Unos
tienden a buscar su imperfección e intentan corregir lo que está equivocado, los Cuatros a menudo se tuercen
fuera de la realidad y viven en sus imaginaciones, sentimientos y humores.

Junto a los Dos y los Tres, los Cuatros gravitan entre la vanidad y la confusión de imagen pero
paradójicamente pueden expresarlo. Los Cuatros en mayor medida se identifican con una imagen de ser
defectuosos, sobre todo si esto les confiere una calidad de originalidad o especial singularidad. Un Cuatro
fuerza, por ejemplo, lamenta su incapacidad para tener éxito en el mundo cotidiano, pero esta queja podría
llevar una calidad sutil de presunción. Los Cuatro podrían tener una auto-imagen que es románticamente
trágica pero al mismo tiempo elitista.

Los Cuatros sanos tienden a ser idealistas, tener buen gusto y son grandes apreciadores de la belleza. Filtran
la realidad a través de una subjetividad rica, sutil y son muy buenos con el pensamiento metafórico, la
capacidad de generar conexiones entre hechos y acontecimientos no relacionados. La tendencia Cuatro de
ver las cosas simbólicamente se refuerza por su intensidad emocional. Esto crea materia prima artística que
pugna por tomar forma. La auto-expresión y la búsqueda del conocimiento de sí mismo son las
prioridades más elevadas para las personas con este estilo.

Los Cuatros practican naturalmente la sinestesia, una mezcla crónica de sensaciones que los conducen a
intensas reacciones multiniveles. Un Cuatro ingresando a una nueva situación podría ver algo que dispara una
imagen mental que, a su vez, evoca un sentimiento que le recuerda entonces una canción; que activa más
imágenes que despiertan más olores, sabores, sentimientos y así sucesivamente. Los humores y sentimientos
del Cuatro pueden correr juntos como una acuarela bajo la lluvia, produciendo una calidoscópica mezcla de
impresiones en reacción a los eventos inclusive más insignificantes.

Los Cuatros valoran la estética de la belleza lo mismo que se armonizan con la naturaleza trágica de la
existencia. Cuando sanos, las personas con este estilo trabajan para transmutar el dolor de la vida en algo
significativo, a través del trabajo creativo en todas sus expresiones. Los Cuatros son diestros en articular la
experiencia subjetiva y pueden ser finos maestros o psicoterapeutas. También pueden ser amigos

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empáticos de los malos tiempos, capaces de entender los dilemas de otros y sobre todo dispuestos a escuchar
al dolor de un amigo.

Debido a la fuerza de sus imaginaciones emocionales, las personas con este estilo a menudo son descritas
como artísticas. Muchos de los más grandes artistas del mundo han sido Cuatros y, casi todas las personas con
este estilo necesitan encontrar salidas creativas. Los Cuatros trabajan en todo tipo de actividades, pero,
siempre que pueden, intentan hacer su trabajo creativamente interesante. La riqueza sensitiva del Cuatro es
como la materia prima de la creatividad. Los Cuatros sanos encuentran salidas creativas que les permiten
expresar su intensa vida interna.

Cuando los Cuatros son menos sanos, comienzan a enfocarse en lo que no está disponible o que falta en sus
vidas. Pueden volverse negativos y críticos, encontrándose incompletos con lo que tienen, viendo en lo
presente principalmente la miseria. Se vuelven introvertidos y usan su imaginación para idealizar otros
tiempos y lugares. Puede vivir en el pasado, el futuro —o cualquier lugar que parezca más atractivo que aquí y
ahora. Los Cuatros tienden a envidiar cualquier cosa que no tienen, encarnando el dicho "el pasto siempre es
más verde del otro lado."

La necesidad por ser vistos como alguien especial y único puede también volverse más neuróticamente
pronunciada. Los Cuatros pueden parecer muy en contacto con sus sentimientos, pero, cuando enfermos,
traducen su sentir auténtico en el melodrama. Pueden estar llenos de lamento y nostalgia, exigiendo
reconocimiento a la vez que rechazan todo lo bueno que reciben de sus amistades. Podrían también crecer
competitivos y rencorosos, incapaces para disfrutar sus propios éxitos sin desligarse de los logros ajenos.

Los Cuatros enfermos pueden estar malhumorados o extremadamente sensibles actuando al margen de las
reglas cotidianas. Sostenidos por su sentido de originalidad defectuosa, podrían permitirse actuar
incorrectamente, ser egoístas o irresponsables. Pueden negarse a tratar con lo mundano y lo ordinario,
inconscientemente razonando que de cualquier forma no son de este mundo. Los Cuatros en esta fase se
inclinan a sentirse culpables, avergonzados, melancólicos, celosos e indignos.

Los Cuatros profundamente enfermos pueden habitar un penetrante mundo de tormento. Pueden ser
abiertamente masoquistas y extravagantes en su auto-desvaloración. Las vidas de artistas espectacularmente
autodestructivos a menudo reflejan este tipo de guión. En esta fase un Cuatro podría alienarse
inalcanzablemente. Heridos por un sentido profundo de desesperación, pueden hundirse en su
auto-aborrecimiento mórbido o deprimirse suicidamente. Ven su singularidad en condiciones completamente
negativas y se destierran en un tipo de exilio. El deseo de castigarse a sí mismos y a los demás es fuerte y
decidido.

Centro: Sentimiento
Pasión: Envidia
Fijación: Melancolía
Visión de sí mismo: "Yo diferente"
Estructura de temor
Ordinariez
(lo que evita):
Estructura de deseo: Sentirse especial
Trampa o justificación: Autenticidad
Autoimagen pobre, concentración en el sufrimiento, necesidad de
conmover, prodigalidad, emocionalidad, masoquismo,
Otros descriptores:
dependencia, arrogancia competitiva, refinamiento, intereses
artísticos, fuerte superego.
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• Eneatipo Cuatro subtipo Auto-Conservación - Descaro/Tenacidad.

Son los llamados contra-dependientes. Su autonomía suele ser una dependencia frustrada. Se exigen
demasiado a sí mismos. Por su intrepidez logran controlar la tendencia a la depresión aunque constantemente
buscan la intensidad para paliar sus sentimientos internos. Se sienten frustrados pero no lo demuestran a los
demás, lloran a solas y sufren mucho en silencio. De hecho son los más masoquistas de los 3 subtipos. Se
esfuerzan mucho como los Tres, pero en lugar de ellos que se esfuerzan por conseguir algo, los cuatros se
esfuerzan por tapar carencias. Ha sido necesario el esfuerzo porque había carencia, porque se sentía que
faltaba algo. No existe satisfacción de logro, sino de haber podido sobrevivir. Suelen ser activos,
extrovertidos, temerarios, prácticos y materialistas. Tienen fuerte tendencia a castigar al otro mediante el
expediente de dañarse a sí mismos. Existen muchas posibilidades de alcoholismo, drogadicción, o de
involucrarse en situaciones y personas peligrosas o de mantenerse coqueteando constantemente con la
pérdida y la quiebra.

• Eneatipo Cuatro Subtipo Social – Vergüenza.

"El distinto" Envidia tornada en queja y llanto. Suelen sentir vergüenza sin que conozcan el motivo exacto de
ella. Se compran constantemente y salen perdiendo, sintiéndose inadecuados. Temen que su apariencia
externa pueda ser rechazada, así que tratan de inspirar amor a través de la lástima y de “hacerse los
enfermos”.
Podrían ser hipersensibles, melodramáticos, introvertidos y tímidos. Muy autocríticos y sensibles a la crítica
externa. Suelen presentar una imagen más triste, más evidente y ser de quienes mayormente se burlan. Es
frecuente que utilicen una imagen atractiva y exótica para compensarse. Podrían idealizar sus defectos como
en los ejemplos de Cyrano de Beryerag, el Jorobado de Notre Dame, la Bella y la Bestia, el Patito Feo, los
movimientos Darks y Góticos.

•Eneatipo Cuatro Subtipo Sexual - Odio/Competitividad.

Envidia transformada en agresividad. Se tragan literalmente al otro. Suelen ser turbulentos y tempestuosos a
la vez que, sensuales, seductores; celosos y posesivos. La envidia competitiva es de tipo Caín, quien quiere
aniquilar al otro por tener algo que él no tiene. Pueden sentirse atraídos por lo imposible, las emociones
intensas, las parejas prohibidas. Desean ser la persona más importante en la vida del otro. Manifiestan una
actitud de ser personas muy especiales para compensar su pobre autoimagen y suelen envidiar a las personas
que parecen más felices. Añoran ser mejores en su trabajo que los demás. Menosprecian los éxitos ajenos
sintiéndose amenazados. Presentan admiración/odio por el objeto de deseo. Reclaman abiertamente y se
quedan enganchados con esa actitud de "protesta". La sexualidad puede ser muy manifiesta y sobre todo muy
voraz. Son muy narcisistas y exhibicionistas: los que más se perfuman y se maquillan, pero de forma extrema,
llegando incluso a la extravagancia en su deseo de llamar la atención.

EL ANHELO

”Lánguidamente tumbada, con los ojos melancólicos y húmedos, se dispersa, dejando volar sus sueños y anhelos que en
forma de mariposas salen por la ventana, buscando la magia que llene su vacío interior, su paraíso perdido.

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Espiritual y artista -pincel en mano- se rodea de la belleza del color para compensar el sentimiento de carencia. Bajo ella, las
olas de las emociones enmarcadas de pepitas de pan de oro terminan atrapando un número 4 en rosa”.

EL ANHELO

De pequeños nos enseñaron que la envidia era "la tristeza del bien ajeno". Cuando recitábamos las virtudes
correspondientes, cantábamos a coro: "contra la envidia, caridad". El mensaje era claro: había que alegrarse
del bien ajeno, aunque uno careciera de él y lo desease con toda el alma, ya fuese el nuevo juguete de nuestro
vecino que era hijo único, sacar las notas del empollón de turno o, simplemente, la atención y los mimos
recibidos por nuestra hermanita recién nacida.

Sin embargo, quienes se hayan dominados por esta pasión capital no son siempre aquellas personas
entristecidas y enfurruñadas por lo que otros tienen -aunque también las haya-, sino fundamentalmente las
que, en algún momento de su infancia, perdieron -o creyeron perder- su pequeño paraíso: su derecho de
nacimiento, generalmente el amor paterno o materno. Ese profundo dolor infantil se transformó poco a poco
en una especie de melancolía nostálgica, de carencia irremediable, no ya de lo ajeno, sino de algo propio,
que el destino les arrebató, muchas veces con la llegada de un nuevo hermano o hermana o la ausencia
repentina e inexplicable del padre o de la madre.

El trauma es en ocasiones tan temprano o tan profundo que ni siquiera lo recuerdan. Lo que sí saben es que,
ya desde pequeños, se consideraban un poco víctimas y, por ello, especiales: con más derecho a la compasión
de los demás, por un lado, pero superiores en sensibilidad y capacidad de sufrimiento, por otro.
Gradualmente entraron en un círculo vicioso que conformó un determinado carácter, que también podría
llamarse "romántico" o "de sensibilidad artística". En líneas generales podría decirse que la infelicidad interna,
el aislamiento interior, el sentirse un poco perdidos en un mundo en el que los demás parecen ser más felices,
les lleva a aumentar su añoranza de recuperar el paraíso perdido, a través de anhelar las oportunidades y
relaciones perfectas que puede ofrecer la vida; cuanto mayor es este anhelo, mayor es el mundo de
fantasías que se forjan y mayor la desconexión con sus necesidades más básicas y sencillas; el riesgo
principal: perderse totalmente, cayendo en una especie de abismo interior de sufrimiento, cuya causa
principal desconocen y al que acaban acostumbrándose como parte de su identidad y de su visión general del
mundo.

Otro círculo vicioso que producen en las relaciones algunas de las personas caracterizadas por la
"envidia-carencia" es la de ponerse en estados de niños desvalidos, para manipular la ayuda de los demás.
Cuando éstos se dan cuenta y manifiestan su resentimiento por haber hecho algo que no querían realmente
hacer, aquéllas se sienten perseguidas, justificando así su estado inicial de víctimas.

A pesar de que los subtipos de este rasgo son muy diferentes entre sí, la característica general podría ser la
sensación permanente de carencia: siempre les falta algo para ser felices. De mi vuelta alrededor del
mundo, recuerdo, entre otros tipos de viajeros, una subespecie que sólo después de haberme introducido en
el estudio de los eneatipos he logrado comprender: si contemplábamos las aguas esmeraldas de Bora-Bora en
medio de la Polinesia, no eran tan cristalinas como las aguas turquesas del Caribe; si saboreábamos un
magnífico arroz con salsa de curry en Bombay, añoraban el picante del chile mexicano; los amaneceres del
lago Toba eran más espectaculares que los del Titicaca, cuando estábamos en Bolivia. Sin embargo añoraban
volver al altiplano boliviano, cuando estábamos en Sumatra... Siempre la eterna insatisfacción producida por
lo que falta en el presente y lo que se perdió en el pasado de los "Cuatro". Además entre ellos abundaban los
"pupas", que parecían atraer percances y desgracias. Cuando contaban viajes pasados tenían una memoria
selectiva para recordar especialmente sinsabores, como pérdidas de tren, estafas en los precios, cucarachas
en los hoteles... Uno no sabía si ayudarles o enviarles con un billete de vuelta de patitas a sus respectivos
países.

No obstante, mientras que el subtipo enojado -el "cuatro odio"- reclama abiertamente lo que le falta, suele ser
impulsado por el rencor o el resentimiento y puede lograr grandes éxitos con el motor interno de la
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competitividad, adoptando a menudo una actitud arrogante (como Rimbaud, que exigía fama y adhesión
incondicional a su poesía, incluso antes de que ésta fuera publicada, lo que refleja muy bien sus relaciones con
Verlaine), el subtipo llamado "social" mostrará más su tristeza y vulnerabilidad, como medios de conseguir ser
ayudado para obtener lo que necesita. Marcel Proust, por ejemplo, llegó a desarrollar un asma psicosomático,
para aumentar melodramáticamente su necesidad de ser cuidado. No podía quedarse solo, pero tampoco
podía salir al mundo, que era para él un lugar inhóspito y amenazador. En las relaciones con quienes le
visitaban combinaba una excesiva modestia, gran facilidad para ofenderse y una tendencia reprimida al
sarcasmo. Por su parte, el subtipo llamado de "conservación", según la terminología acuñada por Claudio
Naranjo ("Autoconocimiento transformador. Los eneatipos en la Vida, la Literatura y la Clínica", Ediciones La
Llave) pone su sensibilidad a servicio de los necesitados, de las víctimas de las injusticias, como Tolstoi, cuyo
humanitarismo constituyó la inspiración más importante de Gandhi, Van Gogh, misionero antes de ser pintor,
o Lawrence de Arabia, dedicado durante años a la causa árabe con una austeridad casi masoquista.

Las personas cuya personalidad tiene como pasión dominante la "envidia" suelen tener menos resistencias a
acudir a una terapia. Es frecuente que sus sesiones sean ocupadas por quejas, catástrofes, desgracias y
temores, y que sólo de vez en cuando, o muy al final de la sesión, puedan mencionar, de paso y sin darle
importancia, algún progreso importante, una buena noticia, algo que les ha ido bien en la semana. No suelen
recibir bien los apoyos psicológicos, morales ni emocionales, pues piensan que no se los merecen, que son
estrategias terapéuticas, que "más dura será la caída", que... algo puede amenazar su identidad de víctimas,
arrancarles su hábito cuasi gozoso de ser sensibles al sufrimiento.

Normalmente captan muy bien los estados emocionales ajenos, sobre todo si son estados de carencia, de
tristeza, depresivos, de sufrimiento. No es por ello infrecuente encontrar a médicos, psiquiatras, terapeutas,
sacerdotes, consejeros, enfermeras y profesionales de ayuda en general entre las personas que pueden
identificarse con este rasgo. Las penas ajenas les hacen sobrellevar las suyas y, además, vibrar en el grado de
intensidad suficiente para mantener un alto nivel de emotividad.

Así como la Inglaterra victoriana puede ser calificada en este sistema del Eneagrama como afín al Uno -la ira
reprimida-, parte del carácter español podría ser tal vez el dominado por la pasión capital de la envidia, con
sus dosis de melodrama, masoquismo y solidaridad con las víctimas. Nunca encontré en otras lenguas esa
expresión tan española, aunque afortunadamente cada vez más en desuso, de "se cayó con todo el equipo",
frase que se aplicaba a un político caído en desgracia, a un jefe de oficina destituido, a alguien que se
arruinaba o a cualquier vecino que sufría una desgracia aparentemente merecida.

Helen Palmer, destaca entre las personalidades famosas pertenecientes a este carácter a Orson Welles, Bette
Davis, Joan Baez, o la bailarina Martha Graham, que dio inicio a una escuela de danza en la que se expresa el
inconsciente humano a través de movimientos corporales que transmiten visualmente los dramas internos.
Erróneamente incluye en este carácter a Orson Welles, quien probablemente se acerca más al “patrón ocho”,
a Alan Watts, sin duda un Siete y a Marlon Brando, que fue un Seis contrafóbico, correcciones todas ellas
avaladas por Claudio Naranjo cuando leyó por vez primera los artículos que han dado pie a este libro.

Que no se desanimen quienes hayan reconocido algunas características de su carácter en estas líneas. No
existen caracteres peores ni mejores, ya que, por definición, todo carácter es una defensa frente a la
espontaneidad y libertad del Ser. Sin embargo, podrían avanzar más fácilmente en el camino de la
autoaceptación y de la desidentificación tomando conciencia de que:

1) No existen remedios mágicos e instantáneos para paliar la pérdida original. Sólo vale aceptarla.
2) El lamento no vale para nada y nunca es demasiado tarde para empezar de nuevo.
3) No se es especial por sufrir más o de modo diferente.
4) Se puede apreciar lo que es fácil de conseguir.
5) Las cualidades que envidian de los demás están potencialmente dentro sí.
6) Para solidarizarse y ser útil no es necesario fusionarse con el dolor ajeno.
7) La tristeza no es un enemigo a combatir sino un aliado del que sacar profundidad y compasión.

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En definitiva, las personas cuya pasión dominante es la "envidia-carencia-tristeza" pueden aprovecharse de
ella para acercarse al centro de su Ser, pues ese vacío y dolor existencial, si no es llenado con falsas ilusiones
de futuro, puede ser un vacío fértil y un dolor cargado de frutos. Como muy sencillamente enunció Buda, el
sufrimiento -enfermedad, vejez y muerte- es la esencia de la vida, pero existe una Vía de liberación del mismo.
Los "CUATRO" pueden transformar su hábito de sufrir por un sufrimiento consciente y empatito con todos los
seres vivos y llegar la verdadera COMPASIÓN BÚDICA. Entonces se dan cuenta de que lo tenían todo desde el
principio y de que nunca perdieron ni carecieron de lo Esencial, que, por propia naturaleza, es ETERNO.

Tipo de Personalidad Cinco


Personas que se retiran del mundo y viven en sus mentes. Pueden ser sabios, inteligentes y versados o
abstractos, avaros y esquizoides.

Los Cincos, Seis y Sietes comparten un trasfondo común de miedo y forman otro trío. A diferencia de los Dos,
Tres y Cuatros, los Cincos, Seis y Sietes no se confunden acerca de quiénes son ni cómo se sienten. Ellos, en
lugar de eso, tienden a anticipar de manera inconsciente los peligros de la vida, y es habitual en ellos que
reaccionen desde el fundamento emocional del miedo. Los Cincos, Seises y Sietes generalmente son
pensadores quienes viven más en sus cabezas que en sus cuerpos. Se esfuerzan por tomar acción, afirmando
sus voluntades y manejando la energía.

Los miedos del Cinco son específicamente sociales; las personas con este estilo habitualmente se mantienen
en guardia contra ser invadidos o engullidos por otros. Este es el estilo más explícitamente asocial del
Eneagrama. Cuando los Cinco están a la defensiva, pueden retirarse y ponerse hostiles como una forma de
manejar su hipersensibilidad a los demás. Generalmente temen las relaciones íntimas dado que estas pueden
conducirlos a sentirse agobiados, sofocados o engentados.

Los Cincos viven en sus mentes, en contraste con los Cuatros que habitan sus imaginaciones emocionales. Las
personas con este estilo tiene capacidades bien desarrolladas para analizar y sintetizar el conocimiento.
Pueden ser perceptivos, sabios y objetivos, capaces de quedarse centrados y analíticos cuando alrededor suyo
otros están desconcertados o aterrados.

Los Cincos en su mejor estado normalmente mantienen un equilibrio entre actuar recíprocamente con el
mundo y retirarse de él. Este estilo se asocia con frecuencia con la sabiduría y, a veces, al genio intelectual. Los
Cincos sanos de manera activa ofrecen al mundo el fruto de su conocimiento, a menudo a través de la
enseñanza y la escritura. Pero, sea lo que sea que realicen, los Cincos sanos buscan que su talento para
aumentar conocimiento cuente para algo más allá de ellos. Los Cincos pueden ser idealistas y a veces
contribuir valientemente al bienestar social.

Las personas sanas con este estilo también practican lo que los budistas llaman el no-apego, una actitud
caracterizada por una mezcla igual de desapego y compasión. Dentro de esta postura los Cincos puede jugar
el juego de la vida sin apegarse demasiado a los resultados y, como amigos, pueden estar capacitados para
entender tu punto de vista tanto como el suyo. Son simpáticos y de buen corazón lo mismo que capaces de
ver los eventos desde una perspectiva distante y evitar ponerse personalmente perturbados.

Cuando los Cincos son menos sanos, caen del no-apego en la disociación, el estado interno de separarse de los
sentimientos. Pueden estar hiper-conscientes de las demandas del mundo, y aun así responder pasivamente
retirándose. La mayoría de la gente externa ve la capacidad del Cinco de retirarse como un tipo de
independencia. También es una defensa; los Cinco están creando un fuerte límite asocial para compensarse
por ser demasiados sensibles en primer instancia.

Partirse a sí mismos se vuelve entonces un hábito defensivo. La idea es: Si sólo pudiera aprender a vivir con
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menos, podría evitar la influencia ajena. Esto los lleva a una tendencia a acumular, para salvar lo poco que
tienen con la idea de necesitar lo menos posible de los demás. Los Cincos pueden acumular tiempo, dinero,
espacio, tierra, información o disponibilidad emocional. No importa lo que se acumula, el patrón es el
mismo; los Cincos intentan protegerse contra la inundación apilando provisiones en alguna isla interna seca.

Los Cincos enfermos también permanecen distantes de sus propias emociones viviendo en un mundo de
información e ideas. Sin embargo, cuanto más se dividen, mayormente luchan con sus sentimientos de vacío,
soledad y necesidad compulsiva. Es como tratar de hablarte a ti mismo a causa de estar hambriento. En esta
fase, un Cinco puede ser torpe para saber cómo se siente dado que logra alcanzar sus sentimientos sólo a
través de una sucesión muy larga de pensamientos. Los Cincos enfermos rinden culto a los dioses de la razón
e intentan mirar de lejos a sus propias emociones. Esto también puede convertirse en una actitud de
superioridad / arrogancia hacia otras personas.

Cuando los Cincos están muy enfermos, pueden volverse esquizoides e imprevisibles, incluso como si las
partes disociadas de ellos se dieran vuelta y se expresaran. Pueden proyectar un halo ausente, vagamente
asustados o pueden ser manifiestamente asociales. Los Cincos pueden, por ejemplo, sentarse a lo largo de
una fiesta y no hablar con nadie pero, más tarde, reportar haber tenido un buen momento. O podría ser que
inconscientemente aparten a otros con un comentario burlón y despreciable y la agresión imprevisible. El
hábito de disociarse de sus emociones puede llegar a desarrollarse tanto que los Cincos muy enfermos pueden
perder contacto con la realidad, desarrollando fobias raras hacia objetos invisibles como los gérmenes, y ser
propensos a las alucinaciones. Los episodios agresivos también son posibles, seguidos por explosiones de
paranoia aguda.

Centro: Pensamiento
Pasión: Avaricia
Fijación: Mezquindad
Visión de sí mismo: "Yo sé más"
Estructura de temor
Vacío
(lo que evita):
Estructura de deseo: Sentirse lleno, saberlo todo
Trampa o justificación: Conocimiento
Retención, no dar, desapego, miedo a ser engullido, autonomía,
evitación de la expresión de sentimientos, aplazamiento de la
Otros descriptores:
acción, excesiva reserva, orientación al conocimiento, sentimiento
de vacío, culpa, fuerte superego, negativismo, hipersensibilidad.

• Eneatipo Cinco Subtipo Auto-conservación - Cueva/Guarida.

Suelen ser los replegados sobre sí mismos, predomina en ellos el aislamiento y usualmente tienen acentuados
problemas de comunicación. Suelen acumular tiempo y espacio. Reducen sus necesidades de todo tipo y
tienen una marcada tendencia defensiva a la retirada. Son los más secos, aislados y solitarios llegando incluso
a ser ermitaños, excéntricos y asociales llenos de rabia. Son sensibles a sentirse saturados por el mundo y
estar abrumados por las expectativas de los demás. Usualmente tienen hobbies e intereses solitarios.

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Necesitan tener un espacio enteramente suyo, donde puedan estar a solas para recargar sus baterías. En ese
espacio delimitado pueden ocultarse y seguir el hilo de sus pensamientos, generalmente bastante inusuales.

• Eneatipo Cinco Subtipo Social – Tótems.

"El Especialista". Suelen ser los más intelectuales; a menudo presentan amor por las ciencias. Dedican su vida
a la búsqueda de lo extraordinario y de su ideal (tótem). Para ellos es importante pertenecer a cualquier
«grupo iniciático» cuya red común de comunicación sea el conocimiento esotérico o una misma (abstrusa)
afición, y que esté íntimamente relacionado con su «Gurú». Se relacionan con los demás a través del
conocimiento, ya sea en forma de aprendices y discípulos o de maestros e instructores, pero no en forma de
iguales. Sus grupos suelen ser pequeños o reducidos. Podrían mofarse de la raza humana considerándola una
manada de estúpidos. Disfrutan del intercambio en cualquier código lingüístico que sólo conozcan los
iniciados. Les atraen los títulos, diplomas, condecoraciones y otros símbolos de poder intelectual. Se les
relaciona con los estereotipos de Chamanes y Sabios.

Suelen compartimentar todas las áreas de su vida. El aislamiento no sólo es del mundo exterior, sino que
aíslan y separan todas sus áreas, dificultando la integración de los diferentes espacios. Son como esos
muebles llenos de cajoncitos, perfectamente separados y compartimentados para que nada se mezcle. Están
bien diferenciados los colegas del trabajo, los familiares, los amigos. Cada grupo tiene su espacio, su
"cajoncito", aislados para no contaminarse.

• Eneatipo Cinco Subtipo Sexual – Confianza

Confían en pocas personas pero de forma plena. Pueden relacionarse con el mundo a través de una sola
persona. La amistad está basada en compartir confidencias. La intimidad es equivalente a compartir secretos.
Suelen presentar una apariencia de frialdad y confianza en sí mismos, muy convincentes en sus ideas y con
una potente imaginación. Presentan una actividad de contactos muy intensos seguidos de largos periodos de
aislamiento. Manifiestan una fuerte sexualidad, entregando sexo en lugar de sentimientos. Suelen exigir
demasiado a sus íntimos y entregar muy poco a cambio.

LA MISANTROPÍA

”De cuerpo desvitalizado y de espaldas a la ciudad, con mirada ávida de conocimientos, atesorándolos en su turbante donde
toda su energía se concentra. Su cuerpo termina en un débil pero elegante caracol que se enrosca para dentro. Entre la ciudad
y ella: el vacío, la distancia.
El número 5 está escrito en el lomo del libro que escoge de la librería. Hay unas letras escritas en oro que entran por un hueco
de su turbante y dicen: "Si me abro al mundo acabaré".
La ciudad, hecha en pan de oro, compensa y equilibra la composición por la izquierda”.

LA MISANTROPÍA

En "Afterzen, un libro de gran agudeza y socarronería, que desmitifica, entre otras muchas cosas, la vida
cotidiana de los maestros Zen y sus discípulos, su autor, que pasó muchos años en Japón, al describir a uno de
los muchos buscadores espirituales que desfilan por el desgranado de sus vivencias, perfila algunos rasgos
atribuidos a las personas cuya pasión capital es la avaricia y que el eneagrama designa como Cinco.

Ben-san es un estadounidense que, tras su vuelta de Japón, sigue practicando Zen en una pequeña pagoda
construida por él y perdida en medio del bosque, viviendo como un ermitaño. En el primer piso, sólo unos
pocos muebles. El segundo y el tercero están vacíos y sin puertas. Para ganarse la vida, "trabajaba durante
parte de los veranos, alojándose en casa de los patrones gratuitamente, ahorrando algunos dólares... Pasaba
la primavera, el otoño y el invierno con poca cosa, recluido, rodeado de vida salvaje... Me dijo que pasaba de la
gente... nunca demostró tener interés en hacer carrera budista. Sólo quería saber cosas...".
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Cómo ocurre con el resto de las pasiones, el "avaro" de este sistema psicológico y esotérico de conocimiento
del alma humana que es el eneagrama no es precisamente el avaro de Moliere ni el mercader de Venecia de
Shakespeare. Al eneatipo 5 no le impulsa generalmente el ansia de dinero o riquezas, sino, en todo caso, el
anhelo de acumular conocimientos, claves para comprender la existencia, sistemas para entender
mentalmente el funcionamiento del mundo y del universo y, de alguna manera, controlarlo
protegiéndose así de sus muchos imprevistos.

Pero esta búsqueda del Tótem, de la sociedad perfecta, del Maestro iluminado, de la solución definitiva a los
males del mundo, caracteriza sobre todo a uno de los subtipos de este carácter: el "Cinco social". En realidad,
la verdadera pasión del Cinco es la economía de medios: no desperdiciar energía -pues cree que la que tiene
es limitada- y por energía entiende tiempo, palabras, sentimientos, movimientos... Prefiere pensar a actuar,
prever a arriesgarse, lo conocido a lo sorpresivo. Y todo ello, porque su excesiva sensibilidad y fragilidad
emocional le obligó desde pequeño a subir la emoción a la cabeza: pensar le mitigaba el dolor de sentir. Sentir
tal vez la ausencia paterna o materna, o su opuesto: la intromisión permanente en su esfera personal de un
padre, o de una madre, absorbente y dominante. En muchos casos, quienes desarrollaron este carácter en la
infancia tuvieron que crearse un mundo interno y aislarse, para protegerse de la falta de espacio físico y
psíquico propio de una familia numerosa o invasiva.
Quizá podría llamársele más que avaro, "observador". Los Cinco son observadores de la vida. Evitan
aglomeraciones y actos sociales y, si se ven obligados a asistir a ellos, intentan pasar desapercibidos, alejarse
de los focos, situarse en algún rincón desde donde poder observar y controlar las posibles vías de escape,
antes de que alguien pueda agobiarles con sus demandas. Recuerdo a este respecto los hábiles mecanismos,
muy bien descritos por uno de mis pacientes, con los que se las había ingeniado durante la adolescencia para
no acudir nunca a ningún cumpleaños ni baile con amigos -en su época se llamaban "guateques"- y ni siquiera
pisar durante sus cinco años de carrera el bar de la Facultad: hasta tal punto le producía terror la "masa
humana". Según contaba, pasaba por ser parco en gestos y palabras, casi misántropo, pero podía enchufarse
a hablar durante horas con algún amigo de confianza, aunque siempre sobre temas objetivos -política, arte,
espiritualidad, esoterismo-, pero nunca de sus emociones. Podía aplicársele al pie de la letra varias de las
características que, según Claudio Naranjo, caracterizan este rasgo: una paradójica insensibilización frente a
la emoción ajena, por su exceso de hipersensibilidad, baja tolerancia al dolor y miedo al rechazo. En el interior
de su aparente huraña torre, ocultaba una ternura inofensiva, como si quisiera "caminar sin dañar la hierba que
pisa".

El "observador" puede parecer a veces distraído y absorto en su propio mundo, pero difícilmente se le
escapan los detalles que le interesan para mantener todo bajo control. De hecho, suelen paliar su sensación de
aislamiento interior creando un mundo de relación mental. Para él, una mirada, un silencio, la simple
compañía de alguien, un recuerdo... cobran una dimensión intimista, especial y singular, que pueden llegar a
conformar un entramado personal de importantes relaciones subjetivas, aunque el otro, los demás, puedan
no llegar a enterarse nunca de lo importante que es su existencia para el Cinco. Y esto, porque tiene una
especial capacidad para recrear las situaciones. De hecho, puede vivirlas con más intensidad a posteriori
que en el momento en que se están produciendo. Es como si entre la vida y él siempre hubiera una especie
de cristal que atenuase las sensaciones físicas y el menor atisbo de sentimiento. Es difícil verle llorar en
público. Si se le pregunta cuando es la última vez que lloró en privado, tal vez hayan pasado varios años.

A pesar de que puedan vivir con poco y escatimar el dinero en la propia comida o en la ropa que visten -que les
puede durar años-, son capaces de hacer espléndidos regalos, quizá porque les sea más fácil conectar con las
necesidades ajenas que con las propias, que suelen minimizar o ignorar. Existen casos famosos, como los
multimillonarios Howard Hughes o J. Paul Getty, que no sólo vivían sin lujos, sino que dieron muestras de
tener hábitos mezquinos hacia sí mismos, como no tomar nunca un taxi o utilizar siempre para sus llamadas
un teléfono público. En el aspecto positivo, por ejemplo, fue asombrosa la capacidad de Emily Dickinson para
expresar profundas intuiciones y visiones en sus poemas, con una singular economía de sintaxis y palabras.
Podría decirse que la quintaesencia de la "poesía 5" son los "haikus" japoneses: tres versos de cinco y siete
sílabas capaces de expresar toda una vida o condensar vivencias universales.

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Cuando, en la famosa novela de Herman Hesse inspirada en la vida de Buda, se le pregunta al joven príncipe
Sidharta cuando va a pedir trabajo que qué sabe hacer, él da una respuesta muy reveladora de su "rasgo
cinco": "Pensar, ayunar y esperar". Los Cinco suelen ser buenos consejeros, pues tienen una visión general
y objetiva de las cosas, saben escuchar muy bien y pueden mantener la calma en cualquier circunstancia,
distanciándose de los remolinos emocionales. Es el tipo de persona que a cualquier político o empresario le
puede convenir tener en su equipo, siempre que tenga cuidado en no interferir en su modo de trabajar ni le
atosigue con horarios o compromisos y, sobre todo, nunca le exija dar la cara frente al público ni en
situaciones conflictivas. Un "observador-avaro" preferirá no desgastarse, no implicarse demasiado en una
situación, hacer mutis por el foro, cualquier cosa antes que verse en una situación emocional en que tenga que
manifestar desacuerdo o ira. Esto también le lleva a aplazar indefinidamente decisiones importantes y a optar
generalmente por la vía que requiere menos desgaste de energía y menos compromiso. Aunque, cuando se
compromete, lo hace a fondo, tal vez por lo mucho que tardó en decidirse y haberlo meditado
cuidadosamente.

Si a los distintos países puede atribuírsele una pasión dominante (la ira reprimida de la Inglaterra victoriana, la
envidia de la España tradicional), la Francia rural podría representar la avaricia, con su predominio de la
racionalidad y el cálculo sobre la emotividad, ese individualismo a ultranza tan celoso de preservar su espacio
y su vida privada, y la preocupación por acumular para el futuro, sobre todo, no gastando lo que se tiene en el
presente.

Es sutil la línea que separa la objetividad y la distancia que proporciona el desarrollo del "testigo interno" en
un auténtico buscador espiritual del desapego patológico y del miedo a la verdadera intimidad, a todo lo que
huela a implicarse con las miserias y las grandezas de la vida cotidiana del falso "iluminado". Muchas personas
de este rasgo se sentirán atraídas por una vía espiritual con el único deseo de no sufrir, de estar por
encima del bien y del mal. Si se dan cuenta de esta trampa, tienen ganado medio camino en el proceso de
ampliar la conciencia para conectar con la realidad sin interferencias. El CINCO puede llegar a un alto grado de
sabiduría cuando pone su objetividad y capacidad de escucha y análisis al servicio de los demás, sin ocultarse
ni refugiarse en el mundo del pensamiento. Cuando puede superar su miedo a que ser querido le va a suponer
la pérdida de libertad. Cuando es capaz de mostrarse y de entregarse sin reservas, porque entonces se da
cuenta de que la Vida se desgasta, pero también se renueva constantemente y de que todo lo que da lo recibe
aumentado con creces.

Tipo de Personalidad Seis

Personas que anticipan los peligros del mundo. Cuando sanos a menudo son valerosos, fieles y eficaces.
Mientras que enfermos pueden ser cobardes, masoquistas y paranoicos.

Los Seis son el estilo más explícitamente temeroso dentro del Eneagrama. Las personas con esta orientación
están especialmente conscientes de los peligros de la vida y alertas a los riesgos que pueden acechar bajo las
apariencias cotidianas.
Hay dos tipos de Seis: Fóbico y Contrafóbico. Sus reacciones al experimentar temor son externamente tan
contrarias que parecerían estilos diferentes dentro del Eneagrama. Cuando los Seis fóbicos se dan cuenta del
peligro, se encogen. Pueden actuar cautelosamente, dóciles o ambivalentes para evitar el potencial ataque.
Cuando los Seis contrafóbicos se dan cuenta del peligro, a menudo lo provocan deliberadamente actuando de
forma abierta y agresiva, deseando ocuparse del problema antes de que él se ocupe de ellos. Los Seis fóbicos
pueden ser encantadores, modestos y sumisos mientras que los contrafóbicos pueden parecer duros,
desafiantes y pendencieros. Algunos Seis son completamente fóbicos o contrafóbicos, pero la mayoría
existen a lo largo de un continuo dónde son más de lo uno que de lo otro.

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Los Seis fóbicos en su mejor estado son constantes, leales e idealistas. Son obedientes pero de una manera
voluntaria y dedicada. Comúnmente se encuentran comprometidos con un grupo, tradición o causa más allá
de sí mismos. Cumplen sus promesas, trabajan arduamente y son amigos honorables y protectores.

Los Seis fóbicos sanos son a menudo corteses y diplomáticos. Ponen de buen humor a los demás y son bien
vistos por sus discreción y principios. Son muy divertidos y tienen a menudo vivas imaginaciones. Los Seis
sanos manejan el poder con la integridad y pueden ser líderes justos y dispuestos porque simpatizan con
los desvalidos. Pueden afirmar su valor personal pero también quieren que dentro de su grupo otros consigan
el reconocimiento. No pasan por encima de la gente y son capaces de tomar medidas impopulares en caso de
ser necesario. Sin embargo, generalmente los Seis sanos trabajaran hacia soluciones que beneficien el
grupo y permitan ganar a todos.

Cuando los Seis fóbicos están menos sanos, pueden volverse más ciegamente obedientes al mismo tiempo
que asumen menos responsabilidad personal. Podrían delegar su poder sutilmente hacia una autoridad
externa y comenzar a idealizar a aquéllos que parecen más seguro de sí mismos. Los Seis encienden un trato
inconsciente con su héroe, un trato que dice: Haré lo que usted quiere que haga si me protege del peligro. Los
Seis se esconden entonces bajo un paraguas imaginario, prometiendo fidelidad a esta fuerza externa,
creciendo adictos a la seguridad que este arreglo parece ofrecer. La sana capacidad del Seis para la profunda
lealtad es una arma de doble filo cuando están menos sanos; los Seis son a menudo leales a las personas
incorrectas.

Cuando ceden su poder, los Seis fóbicos comienzan a preocuparse crónicamente y sentirse conscientemente
desamparados. Para compensar, se vuelven cautos y cuidadosos, tratando de anticiparse a los motivos de los
demás. Pueden intentar también controlar sus propios impulsos agresivos o fuertes, de modo que no se
desvíen del papel sumiso que han estado de acuerdo en jugar. Podrían tener problema en terminar aquello
que empiezan al preocuparse sobre quién criticará el producto terminado. Pueden parecer amistosos, pero en
el fondo ser pasivo-agresivos o emitir mensajes contradictorios dado que su enojo los atraviesa. Los Seis
fóbicos también puede ponerse nerviosos, vacilantes, escépticos, tensos, indecisos y atarse al victimismo.

Cuando están profundamente enfermos los Seis fóbicos se confunden con el miedo y abiertamente dependen
de otros. Podrían entregar su vida al trabajo, volviéndose serviles esclavos de un trabajo o un jefe. Podrían
actuar como débiles perdedores, impotentes y aún así demandar mimos de los amigos, tiranizando a los
demás con su impotencia; poniendo estrechos y estrictos limites a lo que serían capaces de intentar o de
arriesgarse. Los Seis fóbicos muy enfermos evitan los desafíos, crónicamente catastróficos pueden perseguir
a aquellos que se desvían de las normas. También pueden ser pusilánimes, legalistas, pequeños, intolerantes,
melodramáticos y dogmáticos.

Los Seis contrafóbicos en su mejor momento son a menudo valerosos, tomarán el tigre por la cola y jalaran
de él. Pueden ser físicamente aventureros, muy experimentados y pueden tener un gusto real por vivir. Si
participan de una tradición, normalmente estarán en el papel del tábano constructivo. Su misión subyacente
es servir a la tradición avivándola. Se consideran jugadores del equipo que ofrecen alternativas útiles, usando
lo viejo como un trampolín a lo nuevo. Con este propósito, pueden ser enérgicos, honrados, asertivos y
tienen muchas y muy buenas ideas.

Si un Seis contrafóbico sano no está sirviendo a una tradición, él o ella son a menudo creativos y originales. La
capacidad del Seis de mirar más allá de las apariencias y cuestionar los supuestos los conduce
profundamente a un punto de vista único. La expresión artística es atractiva como una afirmación del centro
de su poder y como una forma de resolver un sentido general de turbación.

Los Seis contrafóbicos menos sanos tienen a menudo una calidad afilada, inquieta. Algunos encauzan sus
energías en la actividad física; disfrutan los deportes y tienden a ser más abiertamente competitivos que los
Seis fóbicos. Los contrafóbicos tienden a esconder sus inseguridades con máscaras frías o duras. El meollo del
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desafío físico es trascender el miedo enfrentando el peligro. En lugar de estar pasivamente asustados toman
los riesgos, llaman al miedo y, entonces lo golpean. Si los Seis fóbicos se entregan a la seguridad, entonces
los Seis contrafóbicos se entregan a la inseguridad.

Los Seis contrafóbicos son a menudo desafiantes o rebeldes con la autoridad y habitualmente encuentran
contraejemplos a cualquier cosa que otros afirman. A pesar de esta actitud, son a menudo leales obreros y
muy idealistas. Pueden sentir más agudamente que otros que el mundo esta injustamente polarizado en
contra suya; algunos tienen una cualidad de enfurecerse, sobre todo cuando hablan acerca de los gobiernos y
las estructuras de poder. Muchos de ellos son irónicamente divertidos y buenos en la sátira. Sin embargo,
estando inseguros, su humor puede morder y picar.

Cuando se encuentran profundamente enfermos, los Seis contrafóbicos pueden ser agresivos, inestables e
insensatamente intransigentes. Para sofocar sus miedos internos utilizan compulsivamente la acción y son
proclives a tomar decisiones incorrectas. También pueden ser estérilmente hiperactivos así como paranoicos,
inculpadores, conflictivos y rencorosos. Algunos contrafóbicos aprecian sus odios y pueden ser agresivamente
groseros o incluso peligrosos. Cuando enardecidos pueden adoptar un guardia de tipo mental.

Los Seis contrafóbicos profundamente enfermos generalmente actúan mucho peor que aquellas
autoridades a las ellos mismos acusan de abusar del poder.

Centro: Pensamiento
Pasión: Miedo
Fijación: Duda
Visión de sí mismo: "Yo obedezco"
Estructura de temor
Transgresión
(lo que evita):
Estructura de deseo: Sentirse seguro
Trampa o justificación: Seguridad
Cobardía, ansiedad, hiperintencionalidad supervigilante,
orientación teórica, amistad congraciadora, rigidez, belicosidad,
Otros descriptores: orientación hacia la autoridad y los ideales, acusación de sí mismos
y de los demás, ambivalencia, titubeo, detección de averías,
autoritarismo, cuestionador.

• Eneatipo Seis Subtipo Auto-conservación - Calor/Calidez

Son las más fóbicos, dependientes y evitadores. Amantes del hogar y la familia. Trabajan mucho, ofrecen
servicio y responsabilidad. Despliegan una calidez personal destinada a desarmar la hostilidad potencial de los
demás. Actúan vulnerables, invitan al rescate: «si los demás me quieren bien, no me agredirán». Pueden
sentir que su hogar es una fortaleza contra los peligros del mundo exterior. Son como conejos asustadizos que
huyen a su guarida. Suelen imaginar catástrofes y las peores situaciones. Se preocupan muchísimo por los
asuntos económicos, es bastante frecuente que haya conflicto a causa de dinero o bienes.

• Eneatipo Seis Subtipo Social - Deber/Obligación

Suelen buscar la seguridad y respaldo en amigos y aliados, en el número y el grupo. Se comportan de forma
obediente y sobre todo dependientes de la autoridad. Cumplen con su obligación y se atienen a las leyes de
un grupo para ganarse su atención. Podrían llegar a imaginar no poder vivir sin el soporte del grupo. Son
sensibles hacia la más mínima violación de las reglas que, según su opinión, pone en peligro el sistema, de
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esta forma pueden volverse fanáticos rígidos y obsesivos con el cumplimiento de las normas. Pueden ser
obediente con el de arriba y tiranos con el de abajo. Son muy idealistas les gusta sentirse parte de algo más
grande que ellos: "Don Quijote". Se muestran conservadores ante los cambios y son amantes de las normas,
los protocolos y los uniformes. Tendencia a ser pasivos-agresivos. Suelen tener dificultad para trabajar por su
éxito o desarrollo personal, trabajan para el grupo no para ellos. «Nosotros contra el mundo» Ejemplos
pueden ser: el Vaticano, el partido Nazi y el Kukusklán.

• Eneatipo Seis Subtipo Sexual - Fuerza/Belleza

Manifiestan fuerza o atractivo físico. Disimulan sus inseguridades bajo una máscara de firmeza y desafío a la
autoridad, o por medio del coqueteo y la seducción. Desean encontrar una pareja poderosa y capaz. Les
preocupa lucir débiles, exhibir sus miedos así que pueden estudiar artes marciales o buscan un estilo de vida
donde parezcan fortachones. Suelen ser hipervigilantes que dudan constantemente tanto de sí mismos como
de los demás. Presentan explosivas reacciones emocionales y tendencia a ser depresivos y volubles. Suelen
ser mayormente contrafóbicos.

LA PARANOIA

”Agachado en cuclillas, con mirada temerosa, protegido con lanza y coraza -en relieve y trabajados en pan de plata-, y la
cabeza hundida entre los hombros, percibe una gran amenaza: La parte superior del cuadro, una puerta de interior oscuro y
deslumbrante oro por fuera, se vuelca sobre él como símbolo de la autoridad dictatorial, con el ojo que todo lo ve, el dios
castigador, su sentimiento de culpa, que le acusan y le inmovilizan.
En la parte inferior del cuadro, tres triángulos verdes, dentro de cada uno hay un 6 escrito, "los tres seises", símbolo de la
bestia, del poder de las tinieblas, otra "jerarquía" que también tiene presente. El número 6 está en un lateral de la puerta”.

LA PARANOIA

Si nos dejáramos llevar por una idea superficial del miedo como pasión dominante de un tipo de personalidad,
jamás podríamos yuxtaponer en este rasgo personajes tan opuestos como Don Quijote, Dostoyevsky, Hitler,
Woody Allen, Gandhi o Krishnamurti. Pero he aquí precisamente la profundidad y sutileza del eneagrama, que
no es un sistema de generalizaciones, sino una vía de conocimiento de sí y, por ello, un mapa dinámico de
interpretación de la realidad, a veces aparentemente paradójico, pero de una enorme coherencia.

El miedo constituye, en el símbolo del eneagrama, uno de los ángulos básicos (ángulo inferior izquierdo) del
triángulo formado por la "pereza" (ángulo superior -eneatipo 9-) y la vanidad (ángulo inferior derecho
-eneatipo 3-. Es por tanto, una de las tres piedras angulares de todo el edificio emocional, que explica con una
claridad meridiana, comparándola con la visión freudiana de la neurosis como transformación de la ansiedad
de la infancia. El miedo arrancaría originalmente de una carencia de ser y, por consiguiente, de una base
para actuar, de atreverse a ser quien se es. Las personas caracterizadas por el miedo como pasión
dominante tienen en común la desconfianza en sí mismas, que les lleva a la duda metódica y a la
desconfianza del mundo y de la vida en general. Todo ello acarrea una actitud hipervigilante y alerta, un
gran desarrollo de una mente sistematizadora y un cierto sentido de culpa, derivado de un exceso de
introspección.

Es común que en la infancia no tuvieran un apoyo sólido emocional, por orfandad o ausencia psíquica de los
padres, o que el ambiente familiar fuera incoherente, las pautas de conducta cambiantes o las reacciones de
los mayores violentas o imprevisibles. En algunos casos, también la actitud superprotectora de una madre
siempre preocupada pudo ser el factor dominante de la formación de un Seis, o la existencia de una madre
víctima y culpabilizadora, tipo Cuatro. Sin embargo, las reacciones pudieron, ya desde entonces, adoptar
variantes muy contrapuestas: la sumisión a la autoridad de naturaleza adaptativa y afectuosa, la rebelión y
la agresión como huida, y la rigidez prusiana intolerante ante cualquier tipo de ambigüedad.

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La segunda actitud, por ejemplo, se da en personas que nadie calificaría de cobardes, porque su miedo
profundo y nunca reconocido les lleva a lanzarse a un torrente sin pensar, a agredir a alguien más fuerte sin
prever las consecuencias o a trabajar en profesiones de riesgo para mantener un alto estado de adrenalina que
les aleje de su debilidad más oculta. Recuerdo ahora a un guardia de seguridad de este rasgo, que había vivido
toda su vida asustando a los demás para huir de su propio susto. Confesaba que ningún compañero quería
trabajar con él, porque cuando conducía el furgón blindado lo hacía siempre a 150 por carreteras de costa
llenas de curvas. Con su 1,90 de altura, su constitución atlética y su mirada desafiante y dura mantenía a raya
el peligro permanente que para él suponían los demás. Era un representante típico del Seis contrafóbico.

El subtipo "conservación" presentará un aspecto totalmente opuesto de afabilidad, confiabilidad y afecto.


Incluso, a veces, de cierta fragilidad asustadiza, como los personajes representados por Woody Allen en casi
todas sus películas; fragilidad protegida por el desarrollo de una gran capacidad de raciocinio, capaz de prever
todas las posibles consecuencias de las diferentes opciones, aunque ello les lleve a cuestionarse
continuamente, dudando de sí mismos, a diferir la acción y, a veces, a la parálisis ante la toma de decisiones.

El subtipo "social" necesita especialmente el grupo y las normas para sentirse bien. Sus aspectos positivos
serían la lealtad, la amistad duradera y la solidaridad. Sus extremos le llevarían al perfeccionismo, la rigidez y
el fanatismo para cumplir y hacer cumplir las normas. Algunos aspectos del carácter alemán podrían ilustrar
las dos caras de este tipo de carácter. El nazismo, desde esta perspectiva, sería la patología social extrema de
la búsqueda del orden perfecto, de la norma inamovible, de la protección ante la imprevisibilidad de los
movimientos sociales, del padre omnipotente y controlador que lo decide todo.

Pero más allá de las diferencias, todos los seis tienen en común un gran deseo de ser aceptados, basado en
un sentimiento de inseguridad; pero boicotean su necesidad con la desconfianza hacia los demás, porque
no confían en sus propias percepciones. Para compensar, necesitan acopiar datos y analizarlos una y otra vez,
escudriñar el rostro de los demás para percibir señales y mensajes ocultos. Esto les hace muy sensibles al
engaño y a la falsedad. Podría decirse que tienen un especial olfato para detectar cuándo alguien les intenta
dar gato por liebre. Suelen ser ordenados, correctos, justos y ecuánimes, puntuales y responsables. Tal vez por
ello, algunos prefieran trabajos en los que las normas estén claramente establecidas, como el funcionariado,
la policía, el ejército o la docencia, aunque los contrafóbicos preferirán probablemente crear su propio empleo
o, al menos, no estar sometidos a jefes ni a autoridades.

Existe un lema en el que casi todos coincidirían: "Deberíamos vivir a posteriori". Así empieza la última novela,
"Los frutos de la pasión", de la serie del personaje creado por Pennac en 1985, Benjamin Malaussène. Este
personaje literario trabaja en unos grandes almacenes para recibir las quejas y reclamaciones de los clientes
descontentos y sigue siendo el chivo expiatorio en su vida familiar. Tal vez no sea un Seis típico, pero sí acaba
paranoico y viendo enemigos en todas partes. Y la paranoia es la patología principal de este rasgo.

Vivir a posteriori significaría no tener que arriesgarse, decidir sobre seguro, saber de antemano que la decisión
es la correcta, corregir el tiro en caso contrario. Cuando le pregunté recientemente a un paciente que se
reconocía en este rasgo qué le parecía la frase, respondió con una vacilación menor de la habitual en él:
"Firmaría ahora mismo" e inmediatamente se justificaba diciendo: "Pero es que creo que todo el mundo la
firmaría". Esa es precisamente la distorsión cognitiva de cada carácter: creer que el mundo es de una
determinada forma para todos, que todos los demás piensan, sienten y actúan lo mismo que ellos. En
este caso, no le cabía en la cabeza que, para un emocional Dos o un impulsivo e intenso Ocho, la vida sería un
aburrimiento si todo se supiera de antemano.
He de confesar que, hasta que empecé a profundizar en el Eneagrama, no entendía mi propia impaciencia y
desánimo ante determinados pacientes que, sesión tras sesión, se mostraban activos, aparentemente
colaboradores y rápidos en admitir los señalamientos, pero que, en el último minuto, desmontaban todo lo
elaborado durante casi una hora, con una pequeña duda o simplemente soltando como quien no quiere la
cosa: "Todo esto está muy bien, pero podría ser lo contrario". Ahora entiendo esa ambigüedad del Seis

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entre la aceptación de la "autoridad" y la rebeldía desconfiada y, sobre todo, su necesidad de hacer de
"abogado del diablo" de su propio proceso, de poner todo en cuestión una y otra vez hasta la saciedad.

En seres que han hecho un trabajo de autoobservación no contaminada y que han trascendido el miedo,
puede producirse una iluminación precisamente a través de este cuestionamiento permanente, como ilustra
el caso de Krishnamurti, tal vez uno de los Maestros espirituales más atípicos y aclamados de este siglo. Jiddu
Krishnamurti renunció en 1929 a ser "el Instructor del Mundo", para lo que le preparaba desde los 13 años la
Sociedad Teosófica, declarando que la verdad es "una tierra sin senderos", a la que es imposible aproximarse
mediante ninguna religión, filosofía o secta tradicional. Su método de "Seis iluminado": investigar juntos,
mirar la realidad profundamente sin ideas preconcebidas, sumergirse en la realidad tal como es.

Otro gigante histórico que superó la timidez y el retraimiento de su infancia fue Gandhi, el apóstol de la no
violencia, tal vez, una de las formas más sutiles del coraje. Sin embargo, su filosofía no se basó tanto en la
indagación a través del conocimiento, como en el sentido del deber y una moral estricta y peculiar.

A las personas que se identifiquen con la pasión del miedo podría servirles vivir más el presente, sin imaginar
desgracias futuras; mirar la realidad profundamente sin distorsionarla añadiendo el quinto pie que el
gato no tiene; fomentar su lealtad y solidaridad confiando más en sí mismos como primer paso para poder
empezar a confiar en los demás y, sobre todo, ABRAZAR EL VALOR de la FE, LA FE EN LA VIDA Y EN SÍ
MISMOS, pues ésta les acoge en su regazo cuando pueden APRENDER A CONFIAR.

Tipo de Personalidad Siete


Personas que buscan múltiples opciones y futuros positivos. Pueden ser polifacéticos, afirmadores y
generosos. Enfermos pueden ser narcisistas, escapistas e insaciables.

Los Sietes son el último estilo dentro del trío que responde temerosamente a la vida. Considerando que los
Cincos se retiran socialmente y los Seis se vuelven dudosos o suspicaces, los Sietes manejan sus miedos de
una manera muy diferente. Las personas con este estilo tienden a suprimir y escapar de sus miedos
enfocándose intencionalmente en lo positivo e imaginando planes, opciones y posibilidades. Los Sietes son
re-encuadradores naturales dado que se enfocan en el lado luminoso de las cosas; hacen limonada sin
limones, y se mantienen alegremente activos. El punto defensivo de esta estrategia es el de evitar el dolor
interno y ser difícil de alcanzar como si fuesen un blanco móvil.

Los Sietes sanos son personas renacentistas y polifacéticas capaces de desarrollarse favorablemente en
muchos ámbitos totalmente dispares entre sí. Las personas sanas con este estilo son normalmente
aventureras y multi-talentosas, con un entusiasmo auténtico por la vida. Como niños, sin ser infantiles, los
Sietes sanos son enormemente receptivos. La mayoría tienen una perspectiva positiva y estimulante y
pueden apreciar de manera entusiasta los regalos que otorga la vida, incluso los más pequeños. Muchos
poseen una amistosa mezcla de encanto y curiosidad; pudiendo ser creativos, extrovertidos, generosos con
los amigos y constantemente interesados en los nuevos horizontes. Los Sietes sanos son normalmente muy
elásticos y suelen regresar fortalecidos de la pérdida y la calamidad. También suelen ser leales y sensibles.

En su mejor momento, las personas con este estilo buscan compromisos de gran alcance y las más profundas
satisfacciones. Con este propósito, pueden aceptar la real necesidad tanto del dolor como del compromiso en
sus vidas. Aceptar la dimensión dolorosa de la vida le otorga al Siete mayor profundidad y por
consiguiente refuerza su alegría. Muchos Sietes reportan que al estar dispuestos a hacer los compromisos
apropiados, esto genera una estructura global dentro de la que aun pueden encontrar variedad en sus vidas.

Cuando están menos sanos, las personas con este estilo son propensas al escapismo e intentan evitar el
dolor tanto en ellos como en los demás. Proyectan su poder hacia fuerzas externas que pueden confinarlos,
restringirlos, deprimirlos o juzgarlos. Los Siete se auto-encarcelan dado que pueden rodearse con las personas
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y las circunstancias que los fijarán o obligarán, imitando lo que los Sietes les hacen a ellos. Después de crear
una cárcel de expectativas y obligaciones, se sienten desvalidos, como si no tuviesen opción alguna. Para
compensar, hiperflexibilizan su capacidad de elección.

Los Sietes controlan y subliman su dolor complaciendo sus apetitos. Éstos pueden ser por comida, drogas,
ideas, actividad, personas, nuevas experiencias, etc. Los Sietes Enfermos devoran la vida pero no lo
digieren. Buscan afuera la novedad, intentando mantenerse en alto a través de condimentar la realidad con
sus imaginaciones y fantasías de lo que será. Pueden ser diletantes, impulsivos, rebeldes, impersonales,
locuaces, narcisistas y codiciosos. Pueden abrigar muchos intereses pero indiscriminadamente; su
conocimiento es extenso pero no profundo, más bien como un "milusos".

Muchos Sietes tienen problemas con la ejecución. Tienden a ser fuertes en comenzar la acción pero débiles en
la continuación. Normalmente no les asusta iniciar un curso de acción o un nuevo proyecto. Su dificultad
estriba en la aplicación diaria de tareas a largo plazo y en soportar su aburrido alargamiento.

Algunos Sietes temen el proceso. No tienen ningún sentido bien desarrollado de cómo hacer las cosas paso
por paso. El pensar en poner un pie delante de otro no sólo es aburrido sino más aún: espantoso.

Bajo tensión, los Sietes también adoptan aquello que llaman encuadres "como si" dónde crean fantasías
positivas sobre el futuro y pretenden que estas sean reales y estén presentes. A veces evitan las situaciones
difíciles de esta manera, eliminando la necesidad de esforzarse, los riesgos del fracaso o el tener que juzgar
sus acciones. La mayoría de los Sietes enfermos tienen miedo a ser inadecuados e inconscientemente se
comparan con otros.

Cuando los Sietes están profundamente enfermos, la línea entre la realidad y la fantasía se pierde
drásticamente. Crecen obsesionados con visones grandiosas y a menudo se inflan narcisistamente. Los
Sietes muy enfermos pueden rechazar completamente la responsabilidad por sus acciones y resistir todo
límite realista en su conducta. Pueden ser salvajes, impacientes, caóticos, delirantes y explosivos. Las
tendencias hacia las adicciones y los ciclos maníaco-depresivos se enroscan fuertemente. Puesto que nunca
pueden satisfacer permanentemente sus apetitos, puede zambullirse precipitadamente en el hedonismo,
buscando más que consumir. Cualquiera que se ponga en el camino de un Siete maniaco será derribado; son
rotas todas las promesas hechas a los demás. Cuando muy enfermos, los Sietes atraen a las fuerzas legales
hacia ellos.

El mundo tiene que refrenar el comportamiento antisocial nacido de los deseos internos de los Sietes.

Centro: Pensamiento
Pasión: Gula
Fijación: Planificación
Visión de sí mismo: "Yo divierto"
Estructura de temor (lo que evita): Dolor
Estructura de deseo: Sentirse feliz
Trampa o justificación: Positivismo
Permisividad, hedonismo, interés por lo remoto y lo
extraordinario, orientación futurista, satisfacción imaginaria del
Otros descriptores: deseo, rebeldía, falta de disciplina, complacencia seductora,
generosidad, encanto, narcisismo, persuasión, fraudulencia,
charlatanería.

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• Eneatipo Siete Subtipo Auto-conservación-Familia/Clan o grupo cercano
Trabajan arduamente aunque son capaces de hacer trampas para conseguir lo que desean. Son muy activos y
enérgicos para garantizar que no les falte nada, siendo grandes gourmets, catadores, viajeros y golosos de
sexo. Gozan haciendo compras, viajando y mimándose, ocupándose de reunir información sobre posibles
fuentes de placer (catálogos, carteleras de cine, guías de viaje y de restaurantes) rebajas, descuentos. Suelen
ser maniáticos con miedo a pasar hambre. Pueden ser imprudentes con sus recursos y con el dinero,
derrochando en compras o en juego, pueden ser aún más despilfarradores con su salud y sus recursos
interiores; se pasan de los límites razonables. La familia es muy importante para ellos, ya sea la propia familia
o aquella que ellos escogen como tal.

• Eneatipo Siete Subtipo Social – Sacrificio.

En estas personas su gula se encuentra escondida. Suelen tener gula de aprecio. Presentan una gran tensión
entre sus obligaciones con los otros y el deseo de escapar. Están a la búsqueda de un ambiente más
estimulante, metidos en causas sociales que luego les quedan chicas y los aprisionan. Suelen ser idealistas y
predican la pureza. Tienden a detestar a la autoridad y se preocupan de tener llena la agenda. Su optimismo
les dice que todas las privaciones son solo temporales.

• Eneatipo Siete Subtipo Sexual – Sugestionabilidad.

Ven la vida a través de una imaginación desbordada, idealizándose e idealizando sus relaciones y la realidad.
Tienen una infinita curiosidad y una amplia gama de intereses y actividades, pero son enormemente volubles,
tanto en sus intereses como en sus afectos. Son como chupamirtos que van de flor en flor dejando una estela
de cabos sueltos y corazones rotos. Están en la búsqueda constante de lo nuevo, lo extraordinario, lo
ingenioso y estrafalario y les atraen las personas interesantes o estimulantes. Sus ágiles mentes se mueven
muy rápido causando inquietud o desasosiego en ellos y en sus relaciones. Tienen un profundo miedo a
comprometerse; prefieren los sentimientos intensos del enamoramiento. Se enredan en proyectos locos o en
aventuras amorosas peligrosas o nada realistas. Se convierten en buscadores de emociones cada vez más
intensas hasta endurecerse y salir lastimados por sus excesos. Son diletantes que conocen de muchas cosas
pero de ninguna en profundidad. Extrovertidos, amigables, simpáticos, encantadores, cuentachistes.
EL HEDONISMO

”Un diente de oro asoma por su gran boca risueña, oyendo música en la bañera ya se comió el pescado cuya raspa -real,
disecada y pegada- adorna el plato. Se ha rodeado de todo lo que le puede apetecer, mientras piensa en qué nuevo proyecto
puede hacer para divertirse, cuando termine con todo eso.

El movimiento ingenuo con que los objetos se sitúan en el cuadro, invitan a conectarse con el espíritu hedonista y aventurero.
El número 7 está situado en el ángulo superior derecho del cuadro”.

EL HEDONISMO

Si nos acusaran de ser golosos, probablemente no nos sentiríamos tan heridos como si nos dijeran que somos,
por ejemplo, orgullosos, avaros, cobardes o lujuriosos. Y ésta es precisamente una de las dificultades de
reconocer la patología de este carácter que el sistema del eneagrama llama "eneatipo 7" y que, según los
diferentes autores, podría llamársele narcisista, epicúreo o hedonista, generalista, entusiasta, diletante o
charlatán, planificador y soñador, en función del aspecto de la personalidad que consideren predominante. En
cualquier caso, todas estas características le parecen al que las reúne "pecados veniales" o defectillos sin
importancia, en comparación con el resto de los caracteres. Por ello, no es de extrañar el tipo Siete se tenga en
alta estima y suela caer bien por el encanto que despliega. Sin embargo, como Narciso, que se ahoga en el
agua enamorado de su imagen, el encantador acaba enredado en su propio encanto, convirtiéndose en un
encantador encantado.

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Estoy seguro de que todo el mundo conoce a alguien que siempre tiene soluciones para cualquier problema, al
que ninguna situación le parece excesivamente grave, que puede explicarlo todo: el tipo de persona que
racionalizará, explicará, pondrá una etiqueta o elaborará una generalización brillante con tal de no entrar en
una emoción profunda, de no sufrir con el sentimiento del interlocutor. Nuestro personaje corresponde
claramente a la tríada mental pero, mientras que el Cinco (avaro) reflexiona, calla y acumula su energía para
tenerlo todo controlado, el Seis (miedoso) duda e imagina lo peor para estar preparado, el Siete envuelve a
los demás con sus palabras y fantasea siempre un futuro mejor para huir de su angustia, del aburrimiento
y del compromiso con cualquier cosa que considere monótona, limitadora y vulgar; es decir, casi todo lo que
suponga esfuerzo constante, disciplina y limitación de opciones.

Quienes se hayan dominados por la pasión de la gula no son forzosamente comedores compulsivos o
glotones de alimentos -aunque puede que en un bufé piquen un poco de todo para no perderse ningún sabor-,
sino consumidores compulsivos de experiencias, amistades, libros, cursos, viajes, deportes..., aunque
generalmente sin demasiada continuidad. Es difícil que un paciente con estas características dure mucho en
una terapia. Normalmente acuden a ella como una vivencia más dentro de su largo currículo de terapeutas y
recursos de desarrollo personal, que suelen degustar como aperitivos, pero que muchas veces no les alimenta,
porque no se quedan el tiempo necesario para digerir. Para ellos, planificar, explicar, generalizar y soñar
suelen ser los sustitutos del actuar, sentir, centrarse y, en definitiva, vivir el presente.

Con todos estos mecanismos de defensa bien pertrechados, es difícil que sufran conflictos frecuentes y suelen
dar una apariencia de autosatisfacción y felicidad contagiosa, aunque, a veces, un tanto pretenciosa y
superficial. Por ello, lo que a muchos encanta puede resultar insoportable para otros. Recuerdo, como si fuera
ayer, la primera vez que me encontré con un grupo de "sietes" que intentaba cumplir una tarea terapéutica: la
impresión era la de un corral con varios gallos que competían por la atención y el espacio verbal; pocas
emociones manifiestas; mucho desacuerdo; bastante rebeldía que conducía a la desorganización y al caos;
cierta agresividad contenida para evitar el desencadenamiento del conflicto latente; casi ninguna implicación
existencial. Al final, pérdida de tiempo y frustración encubierta con la broma, el juego o la actitud
compensatoria de "la próxima reunión saldrá mejor".

Vista la situación desde afuera y con el poso de lucidez que deja el tiempo transcurrido, la primera imagen que
me viene es la de una reunión de niños grandes o adultos que no han querido crecer del todo. Una especie de
reunión de muchos "Peter Pan", sin una Wendy que les dijera que ya habían pasado treinta o cuarenta años
desde que jugaban a enfrentarse al Capitán Garfio y a volar con Campanilla. Los "golosos" siguen estancados
en una infancia que, a pesar de las carencias y limitaciones de toda niñez, siempre recuerdan como una
infancia fundamentalmente feliz y sin problemas mayores. Tal vez sea éste uno de sus principales encantos:
su jovialidad, su eterna juventud y entusiasmo por todo lo nuevo, que encubre un gran concepto de sí y una
cierta rebeldía ante todo lo establecido.

De ella no se libran ni los maestros espirituales, pues, aunque se pueda llegar a trascender el carácter básico,
siempre quedan rasgos que delatan de dónde se partió. Es fácil comprobarlo, por ejemplo, en "Vislumbres de
una infancia dorada" (Gaia, 1996), autobiografía de Rajneesh, conocido por Osho, uno de los guías más
brillantes y controvertidos de este siglo. Él la dictó a lo largo de sus sesiones con su dentista como un juego
lúdico. No tiene desperdicio desde la óptica del eneagrama: "He renunciado incluso a la iluminación, a la que
no había renunciado nadie antes que yo... No tengo religión, ni país ni casa. Todo el mundo es mío. Seguiré
siendo un rebelde hasta que me quede el último aliento... Aunque no tenga un cuerpo, tendré los cuerpos de
miles de mis amantes. Puedo provocarles; sabéis que soy un seductor y puedo meterles ideas en la cabeza
para los siglos venideros. Es exactamente lo que voy a hacer. Mi rebelión no morirá con la muerte de este
cuerpo. Mi revolución continuará más intensamente, porque entonces tendrá muchos más cuerpos, muchas
más voces, muchas más manos para continuarla".

Jung, en sus "Tipos psicológicos" (Edhasa, 1991), lo calificaría de "intuitivo" que "no se encuentra nunca en el
mundo de los valores aceptados de la realidad, sino que tiene un olfato agudizado para todo lo que es
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nuevo o está surgiendo... Ninguna razón o sentimiento puede refrenarle o asustarle como para hacerle
perder una nueva posibilidad, aun cuando vaya en contra de todas sus convicciones anteriores... [pues]
tiene su propia moral característica, que consiste en... someterse voluntariamente a su propia autoridad".

Otro Maestro contemporáneo, Ram Das, personifica también este eneatipo en la cantidad de actividades
desarrolladas a lo largo de su vida. Antes de dedicarse a la búsqueda espiritual, Richard Alpert -su nombre de
nacimiento- fue uno de los científicos pioneros en la investigación del LSD. En la India fue discípulo que siguió
una vía devocional. Empresario de éxito, escritor de libros espirituales que marcaron un hito en su época,
presidente de varias Fundaciones humanitarias, conferenciante, gurú aclamado por toda una generación,
hace unos años decidió dedicarse fundamentalmente a cuidar a su padre enfermo y declaró públicamente su
homosexualidad. Esta versatilidad es paradigmática en el "goloso", pero, mientras que en una persona con un
gran trabajo interior cada etapa es auténtica, en alguien estancado en su afán de escapar de todo lo que le
haga sufrir o le exija esfuerzo, cada cambio puede suponer sólo un mariposeo de flor en flor, sin libar hasta el
final su néctar ni elaborar nunca la miel fantaseada.

Cuando el SIETE se queda sin estrategias por algún golpe duro de la vida, cae en un profundo pozo que puede
manifestarse como una depresión aguda, de la que siempre huyó, pero cuya posibilidad latente intuía o temía.
Lo que se vive como un auténtico mazazo, una pérdida de identidad y de control, una auténtica desgracia,
puede ser en realidad una bendición: una de las pocas oportunidades de madurar, de avanzar y de cambiar la
gula -como intento de llenar el vacío- por la introspección, el silencio y la aceptación de las luces y sombras
de la vida.
El mejor ejemplo publicado de este tipo de procesos, tal vez sea el de Paco Peñarrubia, Director de la Escuela
Madrileña de Terapia Gestalt: "Lo más importante que sucedió por entonces [en plena crisis] es que Claudio
me habló del sufrimiento consciente... Para mí fue algo revelador. Nunca me había dado esa oportunidad de
sufrir sin pelearme, sin evitar, respetándome esos sentimientos legítimos... Lo más desalentador era sentir
que Dios no me escuchaba. Y luego ir viendo que el silencio de Dios era proporcional a mi ruido... Algunas
veces me elevo, otras siento un profundo peso en la base del tronco: pura tierra, nada de volar... Soy un niño
sentado a la puerta del corazón. Espero con paciencia, sin ansiedad. Puede abrirse en cualquier momento. Sé
que Dios pasa por mi calle de vez en cuando. Y espero tranquilo, por si viene".

Tipo de Personalidad Ocho


Personas que necesitan ser fuertes y prevalecer sobre las circunstancias. Estando sanos a menudo son
poderosos, protectores y comprometidos con una causa. Degradados pueden ser destructivos, desmedidos
y sádicos.

Los Ochos, Nueves y Unos comparten un trasfondo general de rabia y forman otro trío. Si los Dos, Tres y
Cuatros pueden confundirse sobre quiénes son y cómo se sienten y los Cincos, Seis y Sietes reaccionan
temerosamente y están desconcertados al momento de tomar acción. Los Ochos, Nueves y Unos reaccionan
desde un cimiento emocional de ira y tienen problemas con la apropiada concepción racional, es decir: el
pensar claramente. Esta dificultad se describe a menudo como una condición de sueño mental.

Los Ochos sanos frecuentemente son dinámicos, fuertes e independientes. Demuestran la virtud del poder:
cómo ejercer influencia para propósitos constructivos. Muchos Ochos son líderes naturales que inspiran a
otros, protegen al débil y se esfuerzan por la justicia. Pueden usar su fuerza para sacar adelante las cosas y
tienen el valor y la voluntad para poner en práctica y ejecutar nuevas ideas. Usualmente son honrados y
directos, produciendo un enérgica y fresca satisfacción en cualquier cosa que realizan.

Los Ochos sanos frecuentemente son amigos leales y generosos que protegen aquello que es delicado y
vulnerable en los demás. Ésta es, al mismo tiempo, una metáfora de cómo se relacionan consigo mismos.
Debajo de su fuerte armadura externa se encuentra cobijada una parte de sí mismos más joven y vulnerable.
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Esta parte se encuentra relacionada con una inocencia de percepción que normalmente tienen los Ochos
sanos. Pueden ver el mundo como por primera vez, a través de los ojos de un niño. Podrían tener un amor
relacionado a lo natural y espontáneo que es una fuente de espiritualidad y evoca esta calidad inocente. Los
Ochos no acorazados muy a menudo exhiben la fuerza de la gentileza: son lo suficientemente fuertes como
para ser amables, lo suficientemente abiertos para poder ser tocados, lo suficientemente seguros para poder estar
equivocados y lo suficientemente ricos para poder ser generosos.

Cuando los Ochos están menos sanos, su interés por el poder comienza a denigrar y a corromperse por los
propios intereses. Dado que todavía se es relativamente libre de la auto-desconfianza, los Ochos empiezan a
cubrir sus vulnerabilidades con agresivos despliegues de fuerza. Se sobre-identifican con ser fuertes como una
forma de negar su lado tierno y sobrevivir en un mundo que consideran peligroso. También podrían tender a
los excesos –quedándose despiertos hasta muy tarde, haciendo demasiadas cosas, manejando a excesiva
velocidad, extraviándose de cierta forma en las adiciones para adormecer sus sentimientos más vulnerables.

Los Ochos enfermos disfrutan la confrontación e intentan hacer contacto con los demás principalmente a
través de las disputas. Igualmente podrían presionar en contra de los demás para evaluar sus motivos y medir
el grado de amenaza exterior. Los Ochos pueden narcisistamente inflar su presencia y parecer que ocupan
mucho más espacio en un cuarto. Para proteger su parte tierna e infantil, pueden comportarse dominadores,
arrogantes e insensibles. Bajo este caparazón intimidante, podrían sentirse sensibles a la traición, vulnerables
al ridículo, o débiles de un cierto modo que los hace avergonzarse por ello.

La mayoría de los Ochos no comprenden realmente cuán agresivos pueden parecer. Esto es debido a que
niegan defensivamente la retroalimentación, especialmente acerca de la forma como pudieron haber
herido a otros. Los Ochos enfermos pueden negar los sentimientos de culpa, usualmente cubriéndolos con
más agresión, pretendiendo no tener nada de que disculparse. Dentro de su mente pueden ver a las personas
como caricaturas, objetos bidimensionales que pueden entonces ser aplastarlos sin conciencia.

Muy similar a los Dos, la diferencia entre las expresiones sanas de este estilo en contraste con las enfermas es
extraordinariamente enorme. Los Ochos muy enfermos pueden hacer mucho daño, principalmente a los
demás al servicio de mantener su imagen grandiosa de ser invulnerables. Gobierna el comportamiento de los
tipos Ochos una actitud del tipo: "pego primero antes de que me den a mí". Con esta idea, pueden ser recelosos,
intimidadores, vengativos, crueles y psicópatas. Muchos de los dictadores más sangrientos del mundo han
sido Ochos muy enfermos, y sus brutales excesos reflejan como las personas enfermas con este estilo
finalmente asesinan a su propia humanidad.

Centro: Instintivo
Pasión: Lujuria
Fijación: Venganza
Visión de sí mismo: "Yo puedo"
Estructura de temor (lo que evita): Debilidad
Estructura de deseo: Sentirse fuerte y salvador
Trampa o justificación: Justicia
Actitud castigadora, rebeldía, dominación, insensibilidad,
Otros descriptores: embaucamiento, cinismo, narcisismo, autonomía, predominio
sensoriomotor, intimidación, afición al riesgo.

• Eneatipo Ocho Subtipo Conservación - Satisfacción/Supervivencia.

Suelen ser más hogareños e interesados en dirigir su gallinero. Trabajan por la familia. La comida, la casa o el
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dinero pueden ser cruciales para ellos. Les atrae el dinero por el poder que otorga. Los bienes por el
significado como símbolos de influencia (casa, coche). Pueden ser coleccionistas o poseer objetos preciosos.
Adictos al trabajo y excesivamente territoriales les gusta tener el control de su espacio vital: («¡Que nadie
entre en el garaje sin mi permiso!»). Cuando desean algo lo consiguen a toda costa. Suelen ser quienes más
hacen y más poder consiguen. Es su aspecto más deteriorado pueden arruinar a otros en beneficio propio o
inclusive volverse ladrones, matones y psicópatas.

•Eneatipo Ocho Subtipo Social – Complicidad.

Suelen ser leales a un grupo y conciben la amistad como un pacto de protección mutua. Cuidan sus amistades
y están dispuestos por sus amigos a sacrificar todo lo que tienen. Puedes ser extraordinarios líderes que
mantienen unida a su comunidad y que le permiten tener la debilidad de apoyarse en ellos. Para ellos son
importantísimos el honor y la confianza, y disfrutan haciendo pactos con las personas que han demostrado ser
dignas de confianza. Ponen a prueba a las personas que quieren, para que la amistad sea sólida y segura.
Pueden ser el protector o el proveedor del grupo. El énfasis está en la cooperacion. La hostilidad está dirigida
hacia las fuerzas externas que amenazan el bienestar del grupo. Disfrutan organizando reuniones sociales,
bebiendo y comiendo con amigos y comentando aventuras con «gente de verdad»; también les gustan las
discusiones sobre política, deporte o religión, cuanto más acaloradas, mejor. En los niveles más bajos, les
cuesta poco sentirse traicionados y tienden a guardar rencor durante más tiempo. Podrían descuidar la
relación con sus amigos o rechazarlos por algún desacuerdo. En la franja insana, dado que se sienten
rechazados y traicionados, pueden convertirse en solitarios muy antisociales. Suelen ser temerarios y
auto-destructivos, y especialmente propensos al abuso de sustancias nocivas. La combinación de embriaguez
y rabia destruye rápidamente gran parte de lo bueno que hay en sus vidas.

• Eneatipo Ocho Subtipo Sexual - Posesión/Entrega.

Suelen ser "rebeldes sin causa" amantes de la velocidad y les encanta ser los "malos"; se siente orgulloso de su
dureza. Desean competir por el placer de hacerlo y les encanta cazar a sus presas. Son bastante activos y
carismáticos y tienden a ser descarados. Escogen a sus aliados con sumo cuidado. Desean controlarlo y
poseerlo todo, también a la persona con la que comparten una relación amorosa. Esperan de ella que se
entregue en cuerpo, mente y alma. Tienen su opinión respecto a todos los aspectos de la vida del otro. Luchan
por el poder en la relación, o someten o se entregan por completo. Proclives a la sospecha buscan las
vulnerabilidades en los demás. En su aspecto más bajo, podrían intentar dominar totalmente a su pareja. Son
muy celosos y posesivos, y es posible que traten de separar a la otra personas de sus amigos o de otros
contactos. En los casos peores son posibles los malos tratos al cónyuge, actos impulsivos de venganza y
crímenes pasionales.

EL PODER

”Con mirada dura y desafiante, pisando al que se le enfrenta sin contemplaciones, sostiene a un bebé -símbolo a su vez
de la inocencia: su virtud- al que protege, pero con mano dura, mano de hierro.

La ostentación del poder representada con el trono, el cetro y las joyas -ambos trabajados en pan de oro- junto con los
colores pasionales y la fuerza del gesto contrastando con la blancura de la piel del bebé, dan el impacto visual que el
poder requiere.

El número 8 está escrito en tamaño muy reducido en la hebilla de su cinturón”.

EL PODER

La palabra lujuria evoca inmediatamente imágenes de cuerpos desnudos, deseos lascivos y orgías
desenfrenadas. Tal vez, porque nos hemos quedado estancados en la primera acepción de la palabra: "apetito
desordenado de los deleites carnales". No es de extrañar; en el antiguo catecismo de estudio obligatorio, se
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decía al hablar de las virtudes correspondientes a los "pecados capitales": "contra la lujuria, castidad". Sin
embargo, la segunda acepción de la palabra, según el Diccionario de la Real Academia Española, "exceso o
demasía en algunas cosas", se corresponde mucho más con las características del "lujurioso" del eneagrama,
que otros llaman "el jefe", "el desafiador", "el vengativo", "el justiciero" o "el avasallador". Todos ellos son
adjetivos que corresponden al eneatipo Ocho, que, junto con el Uno y el Nueve, se hallan dentro de los
caracteres más dominados por el impulso y el instinto que por los sentimientos o la mente. Lo que distingue al
"lujurioso" es su enorme apetito por vivir.

El exceso del "lujurioso" es esencialmente un exceso de intensidad existencial, una huida del aburrimiento, de
las medias tintas, de la griseidad y, sobre todo, de la ternura y del amor, que es lo que más necesita, pero lo
que, al mismo tiempo, más vulnerable le hace. Y así como cada carácter tiene su tabú, el del Ocho sería la
vulnerabilidad y la debilidad. Eso es lo que más temen, y su escudo y protección ante este miedo sería su
actitud permanente de dominación y de poder. Así pues, esta pasión de intensidad no se manifiesta
exclusivamente como una lucha por el estímulo sexual -aunque, también-, sino principalmente por la
continua persecución de estímulos vitales de toda clase: grandes proyectos, luchas encarnizadas,
reacciones desmedidas, altas velocidades, música a todo volumen, desprecio del peligro y hasta del
propio cuerpo, rozar la muerte, propia o ajena... Lo que sea, con tal de sobrestimularse y de evitar la
auténtica interiorización, compensando con ello una falta de vitalidad de fondo, que es difícil de apreciar en
medio de tanto vendaval.

Una imagen muy gráfica sería la de los estereotipos mejicanos, cuyo "carácter nacional" podría muy bien
representar el tipo Ocho. De las películas nos queda la aparente indolencia de hombres sesteando bajo
grandes sombreros y un sol de justicia. Pero, en cualquier momento y por un "quítame allá esas pajas", de
repente se arma la marimorena, el tiroteo, la "balasera". Un amigo me contaba que un día invitó a un tequila a
un mejicano que acababan de presentarle en México DF. Tras apurarlo de un trago, éste quiso corresponder,
invitando a su vez. Era tarde, y mi amigo declinó la invitación dando amablemente las gracias; tenía que
madrugar al día siguiente. Sin inmutarse, el otro sacó con calma su pistola del cinto, la puso cuidadosamente
encima de la mesa y, mirando fijamente a los ojos del pasmado gachupín, se limitó a decir: "Pues dije que te
invitaba e insisto". Sobra decir que la velada se prolongó entre invitaciones y contrainvitaciones, bromas,
cantos y escandalosas risotadas. Entre los chistes de la improvisada juerga, uno rebela muy bien el rasgo de
insensibilización a lo macho ante el dolor: Alguien está tendido en el suelo desangrándose. Un compatriota
que pasa por allí le pregunta: "¿Te duele, mano?". "Pues no más que cuando me río", responde el herido
poniéndose la coraza de "a mí no me afecta nada" o "yo puedo con todo" y "no necesito ayuda de nadie". No
es una coincidencia el que los mexicanos celebren durante varios días -del 31 de octubre al 2 de noviembre- su
peculiar concepción de la muerte, a la que llaman guasonamente la "pelleja", la "calva" o la "flaca", y la vistan
de charro con sombrero y guitarra.

El carácter Ocho suele tener como fondo un niño o una niña que crecieron en una familia disfuncional o de
rígida disciplina militar, vivieron la violencia de algún miembro de la familia -normalmente un padre brutal,
insensible o exigente y frío- o respiraron la atmósfera de barrios marginales. El poso que queda, siendo adulto,
es el de haber sido profunda e injustamente heridos y un sentimiento de sorda venganza contra el mundo: si
el mundo es cruel, en él sólo pueden sobrevivir los fuertes; es la ley de la selva; prefiero comer a ser comido,
hacer sufrir a sufrir. De aquí que el extremo patológico de este carácter sería el correspondiente al
fálico-narcisista, al sádico o al antisocial.

La rebeldía de los Ocho no es racional, no procede en general de una ignorancia de las leyes y de la moral, ni
de un análisis de su injusticia o de su imperfección. No. Es absolutamente visceral. Existe una especie de
anestesia moral que les hace incólumes a la culpa. En todo caso, si culpa hubiera, la tienen los demás. En
proyectar la culpa son especialistas. Ellos son como elefantes en una cacharrería o en medio de un corral: que
pongan los cacharros fuera de su alcance y que se aparten los pollitos; el que se arriesgue bajo su implacable
pisada se tiene bien merecido el morir aplastado, por cruzarse en su camino.

Los hombres que he conocido de este tipo son más bien estilo oso: fuertes, poderosos, lentos,
determinados; viven el instante de su necesidad o de su venganza y se zampan una colmena como si las
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abejas fueran mosquitos, después se limpian el hocico y se echan a dormir. Las pocas mujeres que recuerdo
son como hipopótamos o como panteras: avanzan pesadamente desplazando el agua en que se bañan y
ahuyentando pirañas y cocodrilos, o con un movimiento felino se limitan a ocupar sutilmente el aire que
necesita su aura para establecer una distancia segura a su alrededor. Es casi imposible verlos en una terapia y
difícil codearse con ellos en un curso de formación, pues suelen considerarse autosuficientes. Si uno quisiera
encontrarlos en grupos y no como especimenes raros y aislados, habría que buscarlos en una Conferencia de
jefes de Estado, una conspiración de terroristas, unas negociaciones entre tiburones financieros, una
asamblea sindical o un Encuentro de gurús.

Es obvio que las actividades de cualquiera de los grupos mencionados es cualquier cosa menos rutinaria y
exige un cierto grado de independencia y autonomía, una imagen autoasertiva y un estar relativamente por
encima las leyes, ya sea porque se tiene poder para cambiarlas, violarlas, aprovecharse de ellas, mejorarlas o
superarlas con otro sistema de valores que se pone por encima. En todos los casos, hay poder y confrontación,
incluso en el caso del gurú: en el falso gurú, confrontación con los discípulos; en el gurú sincero, confrontación
con sus propias pasiones y eliminación final del ego. Curiosamente, el Ocho es alguien que, desde pequeño,
aprendió a desconfiar del poder hasta llegar a no creer en él. Sin embargo, toda su vida parece orientada al
poder, pues el propio poder es el único en el que confían.

Entre los personajes históricos, destacan Stalin, del que Lenin llegó a escribir que era "demasiado brutal y
grosero para ser líder del Partido Comunista"; Enrique VIII, que puso su poder al servicio de sus satisfacción
personal: se divorció y ajustició a sus esposas a conveniencia y se hizo nombrar Jefe de la Iglesia de Inglaterra,
separándose de Roma, con el pretexto de que el Papa no había sancionado el nombramiento real del
arzobispo de Canterbury. Entre los Ocho más evolucionados, Marx o Garibaldi promovieron otro tipo de
revolución, motivados por el amor y el idealismo antes que por el odio o la pasión personal de poder. El
célebre Rasputín -que significa "libertino" y que ejerció una gran influencia sobre la familia imperial rusa-
instituyó un culto religioso en el que la promiscuidad sexual se utilizaba con fines espirituales, en un auténtico
intento de transmutar la lujuria. Esta confrontación con las "verdades" establecidas de cada época también
fue característica de Fritz Perls, creador de la terapia gestalt, que hubo de enfrentarse a los dogmas
freudianos y psicoanalíticos del momento; al centrarse en el "aquí y ahora", pudo trascender su sed de
intensidad, dejando al mismo tiempo una huella perdurable en la cultura y una filosofía de vida realmente
terapéutica...

Como ocurre con el resto de los eneatipos, también en las personas dominadas por esta pasión, existen
diferencias de rasgo, entre los "sexuales", los "sociales" y los "ocho conservación". Los primeros se
caracterizan por ser más provocadores y desafiantes. Consideran que las personas que se dicen buenas son
simples hipócritas. Tienden a tiranizar a los que le rodean, a los que han seducido previamente con su energía
avasalladora y su palabra determinante; también es posible que lo hagan con una conceptualización brillante,
construida con síntesis de lecturas, experiencias personales y observaciones perspicaces de los fallos y
debilidades de los demás. No es extraño encontrar gurús y gurusas de este rasgo, que mantendrán sucesivas
relaciones sexuales con discípulas o discípulos bajo el manto justificativo de iniciaciones tántricas o de estar
buscando el rostro del Amado o el arquetipo masculino detrás de cada relación.

Los "sociales" suelen ser más hedonistas y tienden a aprovecharse del otro de un modo más mercantilista. Al
ser algo más moralistas, hasta el punto de parecer puritanos, casi no parecen estar dominados por la lujuria.
Es posible incluso que les guste el nido familiar. En todo caso, la amistad y los lazos de complicidad como uno
de los valores principales de la vida hace que se parezcan a algunos Seis, pero su lealtad puede llevarles a
arriesgar sus vidas, y esto les diferencia de las personas dominadas por el miedo.
Los "ocho conservación" serían los más insensibles, pues su voluntad es la ley. Como dice la canción, "con
dinero o sin dinero, hago siempre lo que quiero y mi palabra es la ley..." y al final "sigo siendo el rey". Sus
mecanismos de supervivencia y de conservación de su espacio personal les llevaría a pasar por alto las
necesidades ajenas y, en casos extremos, a la eliminación física de los "obstáculos", como en el caso del ya
mencionado Enrique VIII de Inglaterra.

Características comunes a los tres rasgos serían la arrogancia, el autoritarismo, la dificultad de recibir y una
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cierta actitud de venganza inmediata, que no de rencor y resentimiento retenidos. En todo caso, su
venganza de fondo sería la de triunfar a toda costa, la de devolver así a la sociedad o a la familia las
humillaciones recibidas o las carencias no compensadas. No suelen ser discutidores, pues están seguros de su
verdad y no se dignan a perder el tiempo en convencer a los ignorantes de sus errores, que ellos consideran
errores ciegos o interesados. La diplomacia no es su fuerte, sino la temeridad en sus afirmaciones y acciones.
Sus necesidades pasan por encima de las de los demás y difícilmente admite la crítica. En el fondo de todo,
subsiste una envidia sorda y generalizada: no envidian cosas concretas de los que les rodean, sino el hecho de
sentirlos incluidos en la vida, de la que ellos mismos se marginan al protegerse tanto de los sentimientos
humanos más simples y positivos como el cariño o la ternura.

En el ámbito social, Claudio Naranjo expone con magistral perspicacia la doble cara de esta pasión: por un
lado, la actitud antisocial y rebelde manifestada en la criminalidad de las personas que se salen del control
social y que no actúan según las leyes, porque no las admiten (robos, asesinatos, violaciones, actos
terroristas). Por otro, "la violencia en la que la explotación tiene lugar bajo el disfraz de lo social, en el seno de
las instituciones, sustentando un poder secreta o explícitamente explotador". Su raíz: el dominio masculino de
nuestra civilización, que ha producido el "desequilibrio interno de la psiquis individual, la represión de las
emociones y el racionalismo... El poder hoy día no está de manos de matones con mucho músculo; no
necesitamos gente tan insensible, cuando tenemos cañones y mísiles, y cuando hemos aprendido a
insensibilizarnos masivamente. No necesitamos generales con un carácter sádico, ya que matar se ha hecho
algo tan común". Gran parte de los recursos humanos están desviados a la industria de la guerra, mientras se
perpetúan el hambre y la pobreza.

Pero existen salidas en el dominio individual y colectivo. Un Ocho podría empezar tomando conciencia de que
su preocupación por la justicia le hace polarizar el mundo entre amigos y enemigos. Si cuenta diez antes de
reaccionar, tal vez empiece a aprender el valor de la interiorización para ver su parte de responsabilidad en
cualquier situación en la que tiende a culpar siempre al "otro". El siguiente paso sería poder reconocer sus
propios errores y disculparse por ellos. Una actitud receptiva sería la vacuna adecuada contra la búsqueda del
poder y el placer de dominar, que ha convertido en sustitutos del amor y del ser.

Richard Risso y Russ Hudson afirman que, cuando los "ocho" dejan aflorar su vulnerabilidad, conectan con su
miedo básico a que les hagan daño o los dominen. Cuando se liberan a continuación de este miedo, se
disuelven la autoconfianza y la prepotencia y aparece la verdadera fuerza esencial. Esto permite que abracen
una causa más grande y los convierte en seres heroicos como Martin Luther King Jr. o Nelson Mandela. Un
Ocho evolucionado nos recuerda "la sencilla alegría de existir, la exquisita satisfacción de estar vivos, sobre
todo en el plano primordial, instintivo". Cuando abandona su voluntariedad, descubre la voluntad divina, de
donde procede su verdadera fuerza. Es entonces cuando aparece la INOCENCIA, como simple encarnación
desenfadada de la verdad.

Tipo de Personalidad Nueve


Personas que son receptivas a su ambiente y minimizan su propia presencia. Cuando sanos a menudo son
afectuosos, modestos y confiados. En su estado más bajo pueden ser tercos, perezosos y muertos de
alma.

A diferencia de los Ochos que expresan directamente su ira, los Nueves encierran y taponan su enojo por
debajo. Su estrategia defensiva central es auto-borrarse, mezclarse con y adecuarse al ambiente. Esta táctica
requiere que los Nueves supriman sus bordes ásperos y encubran cualquier parte de ellos que pudiera parecer
desagradable. La mayoría de los Nueves resienten las consecuencias de esta estrategia: la gente los pasa por
alto pero igualmente manifiestan su ira de forma indirecta.
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Dado que la mayoría de los Nueves han adquirido la coloración de su ambiente, hay una variedad confusa de
personas con este estilo. Pueden desempeñar una amplia gama de ocupaciones y exteriormente parecer muy
diferentes uno de otro. Sin embargo, lo que comparten en el fondo es una distinta tendencia a dormirse a sus
necesidades internas. Cuando alguien está intentando identificar a un Nueve, lo que necesita buscar es la
ausencia de algo en lugar de una calidad clara y definida que manifieste la persona.

Los Nueves a veces han sido descritos como las personas ordinarias del Eneagrama. En su estado más sano
poseen una modestia personal profunda y una simplicidad elegante de pensamiento. Los Nueves sanos
son uniformemente templados, estables, modestos, no-enjuiciadores y cómodos con quiénes son. A menudo
tienen un punto de vista alegre como los Siete, pero viven en el presente y no el futuro.

Muchos Nueves tienen una energía tranquila enfocada sin ego que dirigen para producir cualquier cosa que
sea importante para ellos. Este poder usualmente se encuentra arraigado en el amor independientemente de
que piensen o no en él. La mayoría de las personas sanas con este estilo desean libremente servir a otros y
administrar su mundo de modo que beneficie a aquéllos de quienes se preocupan.

Los Nueves son diplomáticos y mediadores naturales y pueden ser muy experimentados en la resolución de
conflictos. Dado que buscan la paz, la unión y la armonía, generalmente les resulta sencillo encontrar puntos
de acuerdo entre las partes en conflicto. De allí que un Nueve podría negociar pacientemente una empresa
que se va construyendo en pequeños pasos positivos. Los Nueves sanos son suavemente dinámicos,
cubiertos con un sentido altamente integrado del sí mismo y de la misión implícita. La mayoría suelen ser
flexibles y capaces de reformular entorpecidas y arduas verdades en caminos útiles que de alguna manera no
generen nuevas defensivas.

Cuando no están tan sanos, los Nueves convierten la modestia en auto-ocultación. Comienzan a unirse
ciegamente con los deseos de otros y desempeñar los papeles que su ambiente requiere. En el proceso,
borran sus propias necesidades, prioridades y ambiciones, ocultando sus opiniones y preferencias para
mantener una aparente paz. La mayoría de los Nueves se ausenta de su propia vida, sin embargo, mientras
más pasivos, se vuelven más desenfocados y ambivalentes.

Los Nueves menos sanos tienden a ver todos los lados de una situación e identificarse igualmente con cada
perspectiva externa. Se enfocan en los detalles absurdos o inaplicables y pierden el panorama más amplio o, a
menudo se olvidan del propósito original de una tarea. Pueden ser externamente responsables pero con un
bajo rendimiento, complicando obsesivamente tareas sencillas a la vez que reducen al mínimo las
consecuencias de no conseguir que se hagan las cosas más importantes. El entrar en círculos los releva de la
necesidad de tomar decisiones y elecciones personales, tomar la responsabilidad por tener un “yo” que
piensan podría llegar a ser rechazado por otros.

Los Nueves tienen a menudo problemas para decir públicamente no, pero de todas formas lo expresarán,
normalmente a través de la obstinación silenciosa y la agresión pasiva. Los Nueves normalmente culpan a
otros, ya sea explícita o indirectamente, de la vida que sienten que no pueden realmente tener. Ahí, en el
fondo, se encuentra la ira, un nihilismo comprimido en la mayoría de los Nueves enfermos. Han perdido el
interés en su vida y no ven razón alguna para despertarse a sí mismos para jugar aquello que están
convencidos es un juego vacío e infructuoso.

Es su estado más deteriorado, los Nueves puede hundirse en un depresivo auto-abandono y un tipo de olvido
perezoso que es una imitación de la muerte. Pueden ser apáticos, limitados por el hábito, callosos o
entumecidos. Podrían hablar continuamente sobre lo que saben que deben hacer pero después nunca
incomodarse para hacerlo. Podrían intentar evitar el conflicto pero accidentalmente provocarlo por estallidos
de áspera disociación. Podrían ser desordenados, caóticos o entorpecidos y ofrecer retorcidas y malformadas
razones para su irresponsabilidad.
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Los Nueves profundamente enfermos puede hacer un gran daño a los demás a través del abandono, de la
ruptura de compromisos y la conducta pasivo-agresiva a la vez que creen obstinadamente que sus acciones no
tienen ninguna consecuencia. La adicción a las drogas y el alcohol pueden ser también problemas en esta
etapa.

Centro: Instintivo
Pasión: Pereza, acidia
Fijación: Indolencia
Visión de sí mismo: "Yo en paz"
Estructura de temor
Conflicto
(lo que evita):
Estructura de deseo: Sentirse en paz
Trampa o justificación: Tranquilidad
Inercia psicológica, sobreadaptación, resignación, generosidad,
Otros descriptores: poco interés por sobresalir, descuido personal, propensión a
hábitos robóticos, distracción, amistosa sociabilidad.

• Eneatipo Nueve Subtipo Auto-conservación – Apetito

Buscan los placeres sencillos fácilmente accesibles: comida rápida, ver la repetición de su película favorita en
la televisión, o «evadirse» en un sillón, hojear una revista, el periódico o mejor aun: una interesante novela
bastante larga y emocionante. Recurren a la comida y la bebida para acallar los sentimientos de ansiedad o
rabia, así que pueden tener tendencia a la obesidad. Disipan la ansiedad manteniéndose ocupados en
fruslerías y rutinas. Realizan trabajos pequeños para evitar ocuparse de proyectos más importantes. No
desean que los demás les estropeen su agradable estado de ánimo y suelen resistirse sencillamente no
reaccionando o guardando un terco silencio. Presentan una notable apatía, indolencia y descuido personal;
suelen tener mucho apetito y una tendencia a la adicción cargada de ansiedad reprimida por no atender a sus
verdaderas necesidades. Coleccionan todo tipo de cosas para posibles emergencias.

• Eneatipo Nueve Subtipo Social – Participación

Desean unir a las personas y hacer la paz. "Amor y Paz". Les gusta participar en aquello que se esté realizando,
pero detestan que se espere mucho de ellos. Participan para tapar sus propias carencias. Muy activos pero
capaces de desconectarse mental y emocionalmente de lo que están haciendo. Podrían ser
sorprendentemente tradicionales y conformistas. Manifiestan una clara imposibilidad para decir "No", pero se
resisten de forma pasivo-agresiva. Podrían perderse a sí mismos tratando de ser todas las cosas para todas las
personas. La pereza está escondida en el hecho de que el ser real no está presente en esta participación.
Tienen problemas para fijarse objetivos independientes y perseverar en sus intenciones. Podrían resignarse y
deprimirse por su falta de desarrollo.

• Eneatipo Nueve Subtipo Sexual - Unión/Fusión

Suelen ser abnegados que desean fundirse con el otro en una unión total ya sea un ser humano o ya sea Dios.
Idealizan al otro, los elogios o criticas que el otro recibe, las reciben ellos mismos. Viven en función de y por
otra persona. Perciben a los demás de forma más clara que a ellos mismos. La otra persona se convierte en su
centro de gravedad, en el eje de su identidad. Se enfurecen y lo demuestran si sienten amenazada su relación.
En la franja insana se disocian y deprimen muchísimo. Estas personas acaban o bien con una relación de
mucha dependencia o debatiéndose solas a la espera de una. También podría ocurrir que su yo se convierta en
una función de relaciones pasadas. Otro escenario posible involucra múltiples relaciones, buscando de una
persona en otra. A veces el Nueve no puede decidir entre dos personas y meterse en triángulos románticos.
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EL CONFORMISMO

”De rostro afable y redondo -los cristales de las gafas trabajados con plástico rígido- está sentada en un banco trabajado
con pan de oro, en cuyo respaldo se lee una inscripción: NUEVE, el único cuadro que tiene el número escrito en letras.
Dicha inscripción coincide a modo de broche en su corazón y es que ella se funde haciéndose transparente y no siente su
cuerpo a causa de su sobreadaptación.

Plácidamente se deja invadir por las palomas, animales gregarios como ella y símbolos de la paz que recuerdan su
espíritu conciliador. Las pesadas bolas representan la falta de iniciativa y la pereza mental”.

EL CONFORMISMO

Tal vez no sea pura coincidencia el hecho de que el último carácter del eneagrama sea el que más pereza me
ha dado escribir. Me han venido a la memoria muchas de las sesiones con pacientes que comparten este
eneatipo. El recuerdo dominante es el de tener que haber recurrido a todas mis reservas de energía para
vencer una especie de inercia, de resistencia pasiva inconsciente, aunque siempre en un clima de afabilidad,
concordia y buenas intenciones. Pero quizá no haya que echarle la culpa a los "perezosos" y considerar
simplemente el hecho de que se trata del último de los eneatipos, el Nueve, de una serie que empezó a
publicarse en julio del año 2000. Además estamos casi a finales de año y estas líneas aparecerán en plena
“cuesta de enero”.

Curiosamente, las personas dominadas por esta pasión pueden ser muy activas, pues pertenecen a la tríada
del impulso; es decir, son impulsivas como los "iracundos" y los "lujuriosos" (1 y 8), no muy mentales (5, 6 y
7) y poco emocionales (2, 3 y 4). Lo que ocurre es que normalmente están más dispuestas a actuar y a moverse
más por los otros que por sí mismos. Si algo puede reprocharse a los "nueve" es precisamente el olvido de sí.
Suelen ser las típicas personas serviciales, que detectan y escuchan las necesidades ajenas y tienen el hábito
de intentar satisfacerlas anteponiéndolas a las propias. Si en una comida de grupo encontramos a una
persona atenta a qué van a comer los demás, que se levanta a por el vaso o la servilleta que falta, que cede su
silla al último recién llegado y que tal vez, gracias a todo ello, esté comiéndose la ensalada cuando todo el
mundo está tomándose el postre, es muy posible que se trate de una persona perteneciente al grupo que
estamos intentando describir.

A primera vista, por tanto, no son las personas que la psiquiatría o la psicología clásica considerarían
necesitadas de terapia, ya que son las más adaptadas a su entorno familiar, profesional y social. Pero es
precisamente su sobreadaptación lo que constituye el problema. Confluyen y se mimetizan tanto con su
medio que al final no pueden distinguir su deseo del deseo del otro, sus propias necesidades de las ajenas;
confunden sus sueños con los de la pareja y necesitan que todo el mundo a su alrededor esté bien para
encontrarse bien. En cuanto surge el más mínimo conflicto, intentan apaciguarlo o se protegen, marchándose
o distrayéndose y poniendo la atención en cualquier otra cosa. Sin embargo, si persiste el conflicto, su forma
de agredir será la resistencia pasiva. Si en el trabajo un jefe es agobiante, no se enfrentarán directamente a
él, pero pospondrán la tarea, la olvidarán o pondrán mil excusas para restablecer su rutina perturbada por el
superior en cuestión.

Posponer es un verbo que los caracteriza bastante bien. Cuando surgen problemas, suelen simplemente
negarlos, no como el "goloso 7" que intenta dar una solución rápida, sino sencillamente no viéndolos o, mejor
aún, esperando a que se solucionen por sí mismos sin hacer nada. Por ello, su visión del mundo y de las
cosas en general suele ser excesivamente simple; suelen ver mejor lo que tienen frente a la nariz que lo que
está a diez metros de distancia, porque prefieren agotar tranquilamente el día de hoy sin esforzarse
demasiado por el mañana. Les cuesta fijarse metas lejanas, pueden incumplir mil veces sus propósitos
cercanos y culparse por no haber alcanzado los objetivos de la semana. Pero no se morirán de estrés ni les
dará un infarto por ello. Quizá el personaje universal que mejor les caracterice sea Sancho Panza en toda su
grandeza y con todas sus miserias: sentido común, pragmatismo a ultranza, buen comer, huida del peligro,
rutinas bien establecidas y algo que, por obvio, suele olvidarse: sacrificar todo ello en aras del ideal de Don

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Quijote, a través del que vive una especie de vida vicaria. Los "nueve" viven las penas y las alegrías de los
demás como si fuesen propias; éstas son su motor y su gasolina para rodar por la vida.
Todo ello hace que sean personas normalmente dependientes: de los padres, de la pareja, de los hermanos,
de los compañeros de trabajo, de los amigos... Es difícil que den su opinión sin consultar antes las de los
demás. Al final, nos será difícil distinguir si es propia o pura asimilación, ya que su principal mecanismo de
defensa es la confluencia, la pérdida de límites entre ellas y el entorno, la "con-fusión" con lo de afuera: una
especie de difuminación de la propia identidad. En sus casos más extremos sería una especie de fijación
sadomasoquista disfrazada de amor. En la infancia supondría perpetuar el estado del bebé, no seguir los pasos
normales de diferenciación, principalmente de la madre que pudo ser una madre superprotectora, aunque, en
otros casos pudo ser lo contrario: ante una falta de atención generalizada por un exceso de hermanos o por el
trabajo absorbente de los padres, el niño o la niña tuvieron que hacer un esfuerzo de sobreadaptación para
"merecer amor". De aquí, una especie de resignación, de poner de lado los deseos propios, las necesidades
personales, en aras de satisfacer continuamente a los padres hasta el punto de llegar finalmente a
responsabilizarse de los deseos y necesidades de éstos.

Cuando un NUEVE acude a terapia es que está despertando. Su malestar es un primer síntoma de que se está
dando cuenta finalmente de que ha construido su vida en falso, y uno de los primeros pasos tal vez sea
desidealizar a los padres y no sentirse culpable por pensar, sentir y desear cosas distintas; por atreverse a vivir
una vida propia. Para ello, les es útil empezar a valorar sus cualidades, que generalmente pasan por alto no
dándoles mucho crédito. Sin embargo, la verdadera modestia es un peldaño seguro de ascenso personal y de
aceptación por parte de los demás; por ello, podrían dejar de temer tanto la exclusión del grupo. Si se
relajasen en este esfuerzo por sentirse siempre incluidos, la energía que ponen al servicio de los demás la
tendrían disponible para sí mismos. Sobre todo, en el ámbito de la escucha. En lugar de escuchar tanto a los
demás, podrían dedicarse más tiempo y espacio a escuchar su mundo interno, en el que generalmente no
profundizan.

Al releer este párrafo, me doy cuenta de su tono de moralina y aconsejador y vuelvo a recordar qué sacan de
mí los "nueve": ganas de empujarles, deseos de que utilicen todo su potencial dormido, indignación cuando se
dejan engañar o explotar, impaciencia ante su lentitud, sobre estimulación de alternativas y puntos de vista
ante su excesiva simplificación del mundo... Pero todo ello es una trampa, porque asentirán inmediatamente,
confluirán, sonreirán, se harán buenos propósitos haciéndome creer que está todo más claro que el agua y
volverán a su ritmo y a su resistencia pasiva. Paciencia es lo que aprendo de ellos, porque de esta virtud andan
sobrados.

Se me ocurre que la cara y la cruz de este eneatipo en el mundo en que vivimos serían: por un lado, un ejemplo
de autosatisfacción y conformidad en tiempos en que muchas personas se encuentran inmersas en una
carrera consumista en persecución insatisfactoria de aquello que siempre creen que les falta; por otro, el
obstáculo que supone esta actitud para efectuar los cambios que el sistema necesita; los gobiernos, las
burocracias, las grandes instituciones caminan a paso de elefante ante las urgencias sangrantes de la situación
histórica que vivimos. Y es que los "perezosos" son generalmente conservadores y obstinados; una
obstinación que raya en la terquedad puesta al servicio, en este caso, de la tradición, lo conocido y las
mayorías acomodaticias, con el supuesto enfrentamiento pasivo al riesgo que supone cualquier innovación.

En el plano espiritual, los "nueve" suelen ser los más "terrenales" de todos los eneatipos; no suele encontrarse
entre ellos muchos esoteristas, meditadores o buscadores, sobre todo en Vías que supongan esfuerzo
personal y constancia. Y esto, porque suelen desinteresarse de todo aquello que no se pueda ver, oler y tocar
fácilmente. Por ello pueden ser buenos funcionarios y buenos diplomáticos. Les gusta mediar y les encantan
las estructuras que proporcionan estabilidad y pocas sorpresas. Sin embargo, cuando despiertan a su
verdadero deseo, a su auténtica necesidad, puede surgir paradójicamente el Amor genuino por los demás y
trabajar con eficacia en profesiones de ayuda o en actividades de voluntariado: al trascender su carácter,
pueden poner al servicio de los otros su serenidad, visión incluyente, modestia y, sobre todo, su tendencia a
las dimensiones transpersonales de la existencia humana.

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LAS VIRTUDES DE LOS ENEATIPOS

● TIPO 1: ACEPTACIÓN
● TIPO 2: HUMILDAD
● TIPO 3: AUTENTICIDAD
● TIPO 4: ECUANIMIDAD
● TIPO 5: GENEROSIDAD
● TIPO 6: VALENTIA
● TIPO 7: SENCILLEZ
● TIPO 8: INOCENCIA
● TIPO 9: ACCIÓN ESENCIAL

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