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Unidad 3 Resolviendo Conflictos
Unidad 3 Resolviendo Conflictos
RESOLVIENDO CONFLICTOS
¿QUÉ ES LA ADOLESCENCIA?
Una característica fundamental que diferencia al hombre de las otras especies animales
es que entre su nacimiento y el logro de su plena madurez debe transcurrir un largo
período de crecimiento y aprendizaje.
Dentro de ese desarrollo vital, la adolescencia es un período que tiene sus antecedentes
en la infancia y tiene consecuencias en la vida adulta posterior. Así pues, la
adolescencia consiste más en un proceso, en una etapa de transición, que en un estadio
con límites temporales fijos. Sin embargo, es indudable que los cambios que ocurren en
este momento, cuantitativamente, se dan en una proporción acelerada y,
cualitativamente, asistimos al desarrollo de una nueva organización de la personalidad
psicológica y social, acompañada de nuevas necesidades, motivos, capacidades e
intereses. Por esta razón, puede resultar útil hablar de la adolescencia como un período
diferenciado, dentro del ciclo vital del ser humano.
La adolescencia comienza con la pubertad, es decir, con una serie de rápidos cambios
fisiológicos que desembocan en la plena maduración de los órganos sexuales y la
capacidad para reproducirse y relacionarse sexualmente.
Para Erikson, la adolescencia «no constituye una dolencia, sino una crisis normativa, es
decir: una fase normal de incrementado conflicto, caracterizada por una aparente
fluctuación de la energía del ego y asimismo por un elevado potencial de crecimiento».
La tarea más importante del adolescente, según este autor, es construir una identidad
coherente y evitar la confusión de papeles.
Elkind, autor de orientación piagetiana que ha realizado relevantes estudios sobre este
período, ha formulado otros dos aspectos de este egocentrismo adolescente: la audiencia
imaginaria y la fábula personal. La audiencia imaginaria supone la obsesión del
adolescente por la imagen que los demás poseen de él, la creencia de que todo el mundo
le está observando. La fábula personal se refiere a la tendencia de los adolescentes a
considerar sus experiencias como únicas e incomprensibles por otras personas.
En general, las diferentes teorías psicológicas que hemos expuesto enfatizan los
problemas que recorren este período, ya sea el surgimiento de nuevas pulsiones, la
necesidad de crear nuevos papeles, o la adaptación al nuevo poder del pensamiento.
Todos son nuevas tareas que es necesario acometer y en las que se puede fracasar.
Esta consideración de la adolescencia, como período «tormentoso» de la vida, se
remonta a los primeros trabajos científicos sobre el tema. Así, desde el estudio de
Stanley Hall a principios de siglo, esta etapa ha venido siendo descrita como de
«tormenta y tensión» y con cierta proclividad a la aparición de fenómenos patológicos.
Sin embargo, esta imagen de la adolescencia no parece concordar con los resultados de
las investigaciones realizadas a partir de los años 60, y algunos autores (Weiner, 1970)
se atreven a afirmar que «el adolescente típico es un individuo razonablemente
adaptado, cuyo funcionamiento cotidiano se ve mínimamente impedido por una
incapacidad psicológica».
Siguiendo un resumen realizado por Coleman (1979), podemos decir, primero, que nada
parece indicar que los adolescentes tengan más crisis personales que los sujetos de 10
años o los adultos.
Segundo, por lo que respecta a los conflictos generacionales, una buena cantidad de
adolescentes no muestra opiniones muy discrepantes de las de sus padres en materia
política, religiosa o de costumbres, y no tienen demasiados problemas para conseguir su
autonomía.
En tercer lugar, no parece que en este período se dé una crisis de identidad con mayor
facilidad y frecuencia que en otros, aunque existan problemas reales de autoimagen.
Estos datos sugieren que ha podido existir, por parte de los clínicos que tratan a
adolescentes con perturbaciones, una tendencia excesiva a generalizar rápidamente a la
población media los datos obtenidos con un segmento limitado de esa población.
Esto implica que los alumnos no sólo necesitan ayuda para resolver los problemas sino
también para reconocerlos. Porque en ocasiones, los problemas se ‘inventan’ de manera
tal que formar a los alumnos para que resuelvan problemas que fueron diseñados
previamente para ellos, no los prepara, en efecto para realizar una selección por sí
mismos de los problemas importantes. En conclusión, a los alumnos habría que
enseñarles no solo la forma de resolver problemas sino la habilidad de ser capaces para
reconocer los problemas que vale la pena resolver.
A diferencia de los problemas que los alumnos están acostumbrados a resolver, los
problemas del mundo real están atravesados por numerosas variables que pueden
condicionar sus potenciales soluciones. En efecto, una característica de las
problemáticas que se presentan en la escuela es la descontextualización.
Los problemas que se les presentan a los alumnos no suelen tener consecuencia alguna,
sin embargo, en la realidad mundana, resolver una problema puede ser la diferencia
entre una vida feliz o una vida desdichada. Si las soluciones a los problemas de la vida
pudiesen separarse de sus consecuencias, entonces no tendríamos ningún motivo para
preocuparnos sobre la forma en que se suele enseñar a resolver problemas.
Los profesores en vez de esperar que se les diga exactamente qué es lo que deben hacer,
deberían evaluar los programas que tienen a su disposición para usar en el aula, del
mismo modo que esperan que los alumnos evalúen los problemas que se les presentan
en las tareas escolares.
Los alumnos pueden empezar a razonar pero no porque les hayamos enseñado sino más
bien lo que sucede es que se facilitaron exitosamente los medios que propician esta
autoeducación.
Aceptación Vs Respeto
Aceptar que piensas distinto a mí, reconocer que ves las cosas de una forma diferente,
que tu percepción del mundo allá afuera es completamente diferente a la forma en que
yo proceso la información, esto es una realidad, y es muy importante que lo
entendamos, porque de este conocimiento procede la capacidad de convivir
pacíficamente los unos con los otros. Sé que no es una tarea sencilla, requiere de nuestra
parte humildad, capacidad para vaciarnos de nosotros mismos, y sabiduría para
comprender que esto es sencillamente una verdad verdadera, es un hecho: tu y yo no
vemos , ni percibimos los eventos de la misma forma y por lo tanto tengo que hacer un
esfuerzo consciente para tratar de establecer puentes que me permitan tratar de ver lo
que estás viendo a través de tus ojos y no de los míos, sentir a través de tu corazón y no
el mío, escuchar lo que estas escuchando y no aquello que pienso que podrías estar
escuchando en algún momento.
En nuestro afán por imponer nuestros puntos de vista, nuestro criterio, nuestra pequeña
visión del mundo a los demás, ello incluye , amigos, pareja, hijos , hermanos, sobrinos
etc., etc., nos perdemos la oportunidad de indagar , explorar el maravilloso mundo del
otro y realmente hacernos uno con ese otro explorador del universo!
Que pequeños somos cuando nuestra mente finita nos hace creer que lo que vemos,
sentimos, escuchamos es lo que Es, que pequeños somos cuando pretendemos imponer
nuestra visión minúscula del mundo a los demás, y esto no es otra cosa que incapacidad
para respetar, admirar, valorar al otro, sea quien sea ese otro.
Experiencias como éstas se están llevando a cabo actualmente en algunos centros
educativos y, más allá de la solución a los problemas interpersonales, lo que promueven
es un modelo de convivencia más pacífico.
MEDIACIÓN:
1. Presentación y reglas del juego. Fase dedicada a crear confianza entre el equipo de
mediación y los mediados, también se presenta el proceso y las normas a seguir en la
mediación.
2. Cuéntame. Fase en la que las personas que son mediadas exponen su versión del
conflicto con los sentimientos que le acompañan. Las partes han de ser escuchadas.
3. Aclarar el problema. Fase dedicada a identificar los nudos conflictivos, los puntos de
coincidencia y de divergencia del mismo. Se trata de establecer una plataforma común
sobre los temas más importantes que han de ser solucionados.
4. Proponer soluciones. Fase dedicada a la búsqueda creativa de soluciones y a la
evaluación de las mismas por las partes.
5. Llegar a un acuerdo. Fase dedicada a definir con claridad los acuerdos. Estos han de
ser equilibrados, específicos, posibles. También se suele dedicar un tiempo a
consensuar algún procedimiento de revisión y seguimiento de los mismos.
HABILIDADES EN LA MEDIACIÓN
Las principales habilidades para la mediación son:
1. Escucha activa
a. Mostrar interés
b. Clarificar
c. Parafrasear
d. Reflejar
e. Resumir
2. Estructurar
3. Ponerse en lugar del otro
4. Mensajes en primera persona
1. Escucha activa
a. Mostrar interés
Mostrar interés se refiere a las intervenciones realizadas por la persona que escucha
estén encaminadas a establecer una relación de cordialidad.
b. Clarificar
Clarificar hace referencia a las intervenciones realizadas por la persona que escucha y
que permite precisar qué se dijo o sucedió, cómo ocurrió (hechos, datos, etc.) y también,
ayudar a ver otros puntos de vista.
c. Parafrasear
d. Reflejar
Reflejar consiste en indagar sobre el o los sentimientos que han afectado a la persona
que estamos escuchando.
e. Resumir
Resumir consiste en agrupar, ordenar y sintetizar la información que da el que habla
tanto en relación a sentimientos como a hechos.
2. Estructurar
Es una habilidad que utiliza el mediador para llevar la conducción de la mediación.
Consiste en realizar intervenciones encaminadas a mantener el orden y la dirección del
proceso de mediación y alcanzar los objetivos específicos de cada una de las fases,
gestionando el flujo y la intensidad de la comunicación hacia la desescalada del
conflicto.
Es una habilidad importante en la mediación que pretende promover entre las dos
partes del conflicto expresiones que demuestran a la persona que está hablando que la
estamos comprendiendo, haciendo que quien está escuchando repita con sus propias
palabras lo que la otra parte nos ha contado.
En la medicación debe facilitarse que el que habla se exprese utilizando mensajes en
primera persona, intentando comunicar de forma no agresiva la situación que le afecta,
diciendo qué sentimientos le produce, explicando por qué le afecta de ese modo y
expresando su necesidad o deseo personal.