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La primera máquina triboeléctrica fue desarrollada por Otto Von Guericke en 1672,
y consistía en un armazón de madera con un mecanismo de manivela y dos poleas
de distinto diámetro que hacía girar rápidamente una esfera de azufre, la cual se
cargaba de electricidad al contacto con la mano de una persona. En las décadas
siguientes fueron apareciendo decenas de generadores en diferentes formas y
disposiciones, destacando máquinas como la de Carré, la de Nairne o la de
Ramsden, pero a partir de 1865 también comenzaron a desarrollarse un tipo distinto
de máquinas llamadas de inducción electrostática o también de "influencia" en que
ya no había rozamiento, o al menos el rozamiento no era el origen principal de la
electricidad producida, sino que se basaban en la inducción de cargas de signo
contrario que se creaba al acercar un elemento cargado a otro que no lo estaba.
Las primeras demostraciones de este fenómeno habían sido hechas por Wilcke a
mediados del siglo XVIII y difundidas poco más tarde por Alessandro Volta con un
dispositivo que llamó electróforo. Pero fue ya adentrado el siglo XIX cuando
aparecieron las máquinas que utilizaban discos giratorios para reproducir el mismo
efecto de forma cíclica, siendo las más conocidas la de Wilhelm Holtz, la de August
Toepler y la de Robert Voss, y finalmente en 1883, la del británico James Wimshurst,
que puede considerarse una evolución de las anteriores y sin duda la máquina o
generador electrostático más eficiente de los construidos hasta entonces.
Los contactos centrales de las Botellas de Leyden, y por lo tanto sus armaduras
internas, están conectadas a los peines colectores, mientras que las armaduras
externas de las dos botellas están unidas eléctricamente entre sí mediante un
puente removible. Este punto puede considerarse de voltaje neutro y a la vez puede
conectarse a tierra, así como al eje metálico superior que comunica las barras
neutralizadoras de ambos discos.
De los mismos contactos centrales también parten dos varillas metálicas ajustables
de unos diez o quince centímetros de longitud, acabadas en pequeñas esferas entre
las cuales se producirán las descargas en forma de chispa.
En cuanto a los discos en sí, que pueden girar locos en el eje superior, están unidos
a sendas poleas de pequeño diámetro, las cuales a su vez están ligadas mediante
correas hasta otras dos poleas de mayor diámetro solidarias a un eje inferior que
acaba en una manivela, de manera que al girar ésta, los dos discos superiores
también lo harán pero a mucha mayor velocidad. Una particularidad de esta
máquina es que los discos han de girar uno en sentido contrario al otro, y para
conseguirlo se utilizan básicamente los sistemas denominados "Longitudinal" y
"Transversal".
(B) Sistema Transversal. El sistema Transversal del diagrama (B) utiliza el eje de la
manivela situado en forma transversal con respecto al superior, y a diferencia del
anterior tiene una única correa que va pasando alternativamente por las cuatro
poleas. A la vez, en este sistema sólo una de las poleas grandes inferiores está
unida firmemente al eje de la manivela, mientras que la otra gira loca y sólo tiene la
misión de reenviar la correa hacia el plato contrario, invirtiendo de esta manera su
sentido de giro.
Con sólo leer unas pocas líneas sobre el fenómeno de la triboelectricidad no resulta
difícil entender como funcionan las máquinas de rozamiento, pero en el caso de la
las máquinas de influencia, también llamadas de inducción electrostática, resulta
bastante más complicado, hasta el punto que en el caso concreto de la Wimshurst
y en una búsqueda realizada por Internet en sólo media hora he encontrado unas
diez o doce explicaciones distintas, algunas de ellas contradictorias entre sí y que
llegan incluso a incluir principios, procesos o datos claramente erróneos.
No obstante, de entre todas ellas hay un par que sí vale la pena leer, especialmente
la del Profesor Queiroz, que describe bastante bien de las fases de arranque e
incluye una simulación del comportamiento de las cargas en una máquina virtual. El
problema es que es una explicación algo compleja y además está en inglés, por
este motivo a mí me gustaría tomarme un tiempo, investigar un poco más el asunto
y poder dedicar una página exclusiva para mostrarlo con detalle pero también de
forma asequible para quienes no tienen conocimientos de electricidad.
Así que en espera de disponer de más tiempo para ello, sobre esta fascinante
máquina sólo diré de forma muy resumida que al darle a la manivela los discos giran
uno contra otro a considerable velocidad, y en este momento la Wimshurst
comienza a cebarse a sí misma a partir de pequeñas cargas residuales
almacenadas en las botellas de Leyden, o producidas por el contacto de las
escobillas neutralizadoras de cobre sobre los sectores de aluminio. Dichas cargas
son multiplicadas por la acción de los dos discos moviéndose en direcciones
contrarias, cuyos sectores constituyen en realidad armaduras de condensadores
variables. Cuando sus armaduras se acercan aumenta la capacidad mutua y una
armadura induce las cargas contrarias en la que tiene enfrentada, y al separarse y
perder capacidad se eleva la tensión en cada nuevo ciclo hasta valores que van
creciendo a medida que el sector se aproxima a los peines colectores, donde una
parte de la carga es recogida por el efecto punta de sus agujas y almacenada en
las Botellas de Leyden.
Este efecto puede parecer poco importante, pero en algunos segundos es capaz de
subir la tensión hasta muchas decenas de kilovoltios. De hecho, las pruebas
empíricas efectuadas demuestran que una máquina con discos de sólo 30 cm
alcanzará e incluso superará los 90 ó 100 mil volts con bastante facilidad.
Diagrama del movimiento e influencia de las cargas en los discos de una Wimshurst
con los discos representados en forma de círculos concéntricos
Por ejemplo, por los manuales de física sabemos que una descarga de chispa se
establecerá con más facilidad si el terminal positivo es de menos diámetro que el
negativo, porque los electrones, que en realidad son las únicas cargas reales y tiene
signo negativo, quedan retenidas en la esfera "grande", dejando el campo creado
por la pequeña como punto de inicio del camino iónico que después seguirá en
sentido contrario la descarga principal.
Este hecho diferencial nos permitirá saber con que polaridad estamos trabajando
en cada electrodo, puesto que con los descargadores próximos y colocados en
forma de "V" invertida, las primeras chispas saltarán de forma inevitable entre las
esferas pequeñas, que son las más exteriores, y si vamos aumentando la distancia
llegará un momento en que las chispas dejarán de saltar. En este momento
inclinaremos uno de los brazos más que el otro de forma que, manteniendo esta
misma distancia anterior, su esfera pequeña "apunte" hacia la grande del electrodo
contrario. Si la pequeña tiene polaridad positiva las chispas volverán a saltar e
incluso podremos seguir ampliando la distancia, pero si la pequeña es la negativa
sólo vamos a poder escuchar pequeños chisporroteos debidos a las fugas de efecto
corona, sin que se establezca la descarga principal.
Y pasando a la parte práctica, me gustaría decir que entre los proyectos de ciencia
divulgativa en que he trabajado estos últimos años, la máquina Wimshurst siempre
había sido una asignatura pendiente, tal vez porque su construcción exige disponer
de un torno y de cierto grado de habilidad mecánica, o porque a menudo solía
aparecer cualquier otra cosa que retenía mi tiempo y mi atención. Pero al final,
después de ver como algunos compañeros la construían, me decidí a embarcarme
en la aventura.
Excepto por algunos pocos requerimientos mecánicos, abordar el diseño y
construcción de una máquina de este tipo no es demasiado problemático. Podemos
guiarnos por ejemplo con los grabados de los libros clásicos de física de la biblioteca
de nuestra ciudad, o en copias de viejos tratados que están disponibles en la red en
formato PDF. Y si buscamos un poco en la Red también encontraremos las
Wimshurst en decenas de páginas de divulgación científica, así como en webs de
aficionados a estos temas que se han construido su propia versión y explican con
pelos y señales la manera de reproducirlas.
Para iniciar este proyecto dispongo también de dos Wimshurst reales que me ha
prestado mi amigo Juan. Una de discos de 28 cm. que se vende en forma de kit en
Intermet por unos 150 €, aunque está construida de forma bastante espartana, con
mucho plástico y tanto los sectores como los condensadores está hechos de forma
rápida con pintura conductora metalizada. Y la otra máquina es un bonito modelo
clásico de principios de 1900, con discos de tan sólo 20 cm, base metálica y sistema
de giro mediante eje transversal y correa única.
En las primitivas Wimshurst los discos eran de ebonita, uno de los primeros plásticos
creado por Charles Goodyear en 1839 en sus intentos de vulcanizar el caucho con
azufre. La ebonita es altamente aislante, moldeable al principio y suficiente dura
después como para ser trabajada con herramientas de corte, pero hoy en día es
casi imposible encontrarla porque ha sido sustituida por otros tipos de plásticos más
baratos y de mejores características. En la construcción de máquinas electrostáticas
ahora se utiliza normalmente el metacrilato o el policarbonato, en transparente,
matizado o negro, que podemos encontrar en forma de hojas de diverso grosor en
ferreterías especializadas.
El problema suele ser que en mi isla algunas cosas no son fáciles de conseguir, ya
que en las ferreterías y tiendas de recambios sólo se encuentran aquellos materiales
que normalmente utilizan los profesionales, como electricistas y fontaneros,
resultando el resto tan extraño a los dependientes de estos comercios como si a un
Tuareg del Tasili le pidieras un helado de vainilla cubierto de praliné.
Las siguientes imágenes muestran los discos cortados con el CED, que ya tienen el
agujero central de 6 mm, que coincidirá con el espesor del eje de latón donde más
tarde van a girar.
Los discos ya cortados con una sola pasada y con una terminación de la periferia
que no precisa ni lijado
Seguidamente vamos a calcular y fabricar los sectores metálicos, que son uno de
los elementos distintivos de la Wimshurst respecto a otras máquinas semejantes.
Para ello utilizaré un programa de cálculo específico original del profesor Queiroz,
que ya he citado anteriormente y que tiene una estupenda web de trabajos
relacionados con la electrostática. Dicho programa se llama Wimshurst Machine
Designer y es de libre uso y distribución. Lo bajamos y lo ejecutamos en nuestro
ordenador.
La interfaz del WMD es muy sencilla, y en su parte izquierda muestra una serie de
cuadrados de texto con datos y medidas que podemos configurar a voluntad, como
el diámetro de los discos, el número de sectores metálicos, la separación entre los
mismos o su longitud, a partir de los cuales el programa calcula con cierta
aproximación los resultados experimentales que podemos esperar de discos
semejantes, como la longitud máxima de chispa o la intensidad en cortocircuito que
suministrará. Otro resultado interesante se presenta en forma de gráfico en la parte
derecha de la ventana, mostrando la imagen de un sector del disco, que podemos
imprimir y montar en mosaico para que crear una platilla del disco completo.
El programa wmd.exe del profesor Queiroz es una buena ayuda para confeccionar
los sectores de los discos
Como puede verse en la imagen anterior, para el cálculo de mi Wimshurst he
utilizado los siguientes valores:
Para estos datos de entrada el programa arroja una longitud máxima de chispa de
7,61 cm y una intensidad de cortocircuito de 23,32 microampers. Se observa que
los sectores son bastante grandes y están bastante próximos entre ellos, sobre esto
he de decir que he utilizado estos valores porque me interesa más una intensidad
más elevada que una tensión muy alta de salida, parámetros que se invertirían con
sectores más pequeños y más separados. De todas formas, según el programa la
tensión máxima oscilará sobre los 70 KV, es decir, nada despreciable.
También es necesario advertir que estos valores son sólo orientativos, puesto que
existen muchas otras variables externas a los discos o incluso a su influencia mutua
que pueden afectarles, pero en todo caso se podrían considerar como valores
máximos en condiciones ideales.
Siguiendo con el proceso imprimo la forma que han de tener los 40 sectores (20 por
disco) y los marco y recorto sobre cinta de aluminio adhesiva, del tipo utilizado en
unir y sellar conductos de aire acondicionado. Los 20 sectores por disco estarán
colocados con una diferencia angular de 360 / 20 = 18º, a medio centímetro del
borde y cuidando que la punta inferior esté bien orientada hacia el centro de la
circunferencia.
En algo menos de una hora acabo los dos discos, habiendo dejado en el aluminio
alguna pequeña arruga o las inevitables burbujas de aire que queda capturado entre
éste y el metacrilado, y que puede quitarse pinchándolas con una simple aguja y
presionando después la zona con un objeto plano pero de bordes redondeados.
La intensidad eléctrica suministrable tiene que ver también con el tamaño de los
discos y con la mayor o menor superficie de los sectores, dando más intensidad
cuanta mayor sea la superficie "ocupada" por la parte metálica, lo cual se
contrapone a las separaciones y por tanto a la tensión máxima. Por este motivo, al
diseñar una Wimshurst será necesario encontrar el punto de equilibrio entre ambos
factores.
De todas formas, estos cálculos son a la fuerza muy inexactos, porque si bien la
constante de ruptura del dieléctrico del aire seco es de 3 KV. por milímetro, este
valor baja de manera radical con el grado de humedad y con las formas
puntiagudas, hasta valores que pueden ser inferiores a 1 KV. por milímetro. Aparte
de esto, la humedad y las impurezas depositadas sobre un material aislante, como
el metacrilato, también pueden causar arcos y fugas para valores de tensión muy
inferiores al teórico, haciendo que la distancia "eléctrica" del aislamiento entre
sectores sea en realidad bastante inferior a la física real.
Por todos estos motivos opino que hemos de ser conservadores con los resultados
esperados, aunque yo ya estaría satisfecho si se aproximaran al 80% de los
calculados.
Lo siguiente serán los dos brazos-soportes verticales del mismo tablero pero de sólo
1,2 cm de grosor, con 24 cm. de altura y forma trapezoidal de 6 cm. en la base y 3
en el tope. Estos brazos serán los que sujeten los dos ejes, el inferior de la manivela
y las poleas grandes, y el superior de los discos sectorizados con sus poleas
pequeñas.
Las dos poleas grandes las he fabricado a partir de dos ruedas de Nylon de 10 cm
de diámetro por 3,5 de anchura, utilizadas normalmente en las carretillas de
transporte. Con ciertas dificultades las he montado en el torno y con una
herramienta de corte muy plano especialmente hecho para este material he ido
retirando el grosor sobrante, especialmente de la banda exterior. Para la
acanaladura de la periferia he utilizado otra herramienta con la punta de corte en
forma semicircular, de 5 mm, de anchura y 5 mm, de profundidad, creando por tanto
una guía suficiente para correas de 4 o 5 mm de sección, aunque aún no sé de que
material la construiré.
El resultado no ha sido del todo malo para mi limitada habilidad con el torno, que
sólo manejo de vez en cuando. La polea mantiene prácticamente su diámetro
externo de 10 cm. pero ha reducido su anchura a 9 mm, dejando una pequeña ala
de 2 mm de grosor a cada lado de la acanaladura. Los agujeros del eje de momento
no los he tocado pero son de 10 mm, cuando el eje de latón es de 6, y por lo tanto
voy a tener que introducirle un casquillo para adaptarlo.
Las dos poleas pequeñas superiores las he torneado a partir de barra de Delrin de
3,5 cm. de diámetro. La canal es la misma que las poleas grandes, y midiendo la
relación de diámetros internos me da un valor de 3,6, es decir que para cada vuelta
que dé la manivela, los discos superiores darán algo más de tres y media.
Las poleas grandes de nylon casi acabadas, con su anchura reducida a 9 mm. A la
derecha las mismas poleas y las dos pequeñas de delrin.
Estoy pensando que de momento no pondré cojinetes en las poleas pequeñas (que
recordemos son las que hacen girar los discos), sino que me limitaré a engrasar el
eje. Por este motivo, el agujero central lo he taladrado directamente en 6 mm, es
decir del mismo diámetro que la varilla de latón que utilizaré como eje superior. En
caso de que en el futuro note que hay desgaste, siempre puedo añadir un cojinete
de fricción o incluso de bolas si fuera necesario.
Bueno... siguiendo con la cosa, he fijado los discos a las poleas superiores con tres
pequeños tornillos avellanados. También he acabado los casquillos de las poleas
inferiores, que van sujetas al eje de la manivela (aún no construida), mediante dos
tornillos cada una.
Las correas de arrastre suelen ser también un problema en este tipo de máquinas,
puesto que raramente se encuentra algo ya hecho que por medida, grosor y
resistencia pueda servir. La correas de tocadiscos o de antiguos magnetófonos o
son muy cortas o excesivamente delgadas, y las correas de máquina de coser son
por lo general demasiado gruesas y rígidas para utilizarse en poleas de este
tamaño.
En la máquina de mi amigo Juan, por ejemplo, la correa inicial duró apenas seis
meses antes de agrietarse y comenzar a patinar, y al no encontrar nada adecuado
acabó cortando un trozo de cuero, de forma bastante irregular, que va bien pero
después de algún tiempo también amenaza con romperse.
Para ello utilicé cordoncillo de nylon blanco del tipo que venden en ferreterías para
usos varios, calculé aproximadamente la longitud de las correas y añadí un poco
más, entonces entorché tres hilos de esta longitud para conseguir un grosor
alrededor de 4 mm.
Las correas las construí entorchando tres hilos de nylon de uso general,
consiguiendo un grosor medio de 4 mm.
Después uní los tres hilos con el soldador y en un principio soldé también ambos
extremos para cerrar la correa, pero el resultado fue un trozo demasiado rígido que
no duró muchas vueltas sin romperse. Por este motivo reduje al máximo la parte
rígida de las cabezas y simplemente las uní con bastantes vueltas de hilo de coser,
tomando la precaución de anudar cada pasada en cada extremo, me manera que
si un hilo se rompe no afectará a los demás.
Las poleas grandes de nylon casi acabadas, con su anchura reducida a 9 mm. A la
derecha las mismas poleas y las dos pequeñas de delrin
En un principio intenté además ajustar la longitud de las correas para que una vez
montadas no estuvieran ni muy tensas ni demasiado flojas. Pero el punto correcto
es muy difícil de conseguir con algo que casi no se estira ante la tensión mecánica.
La solución que encontré fue curiosa, un sistema de ajustar la longitud sin tener que
cortar ni añadir ningún trozo y que expongo a continuación:
3) Con mucho cuidado calentamos una parte con un mechero, y a los pocos
segundos observaremos como las fibras se contraen unos cuantos milímetros,
absorbiendo la holgura total de la correa.
Este método empírico puede parecer complejo, pero realmente no lo es. Puedo
asegurar que en pocos minutos se conseguirán dos correas ajustadas y mucho más
fuertes y flexibles que sus equivalentes de cuero o caucho.
Las Botellas de Leyden no son otra cosa que condensadores capaces de aguantar
tensiones altísimas. Fueron inventadas en 1746 por Pieter van Musschenbroek en
la Universidad de Leyden, y perfeccionadas al año siguiente por William Watson y
Jean Antoine Nollet. Estas botellas o "jarras" (en inglés se las denomina "Leyden
Jars") fueron el primer sistema que permitió acumular las cargas eléctricas de las
máquinas electrostáticas y efectuar demostraciones del poder de la electricidad en
que eran capaces de hacer saltar chispas consistentes y de aturdir e incluso matar
pequeños animales.
Las Botellas de Leyden están constituidas por un recipiente de cristal con una capa
conductora en el interior y otra en el exterior, separadas precisamente por el cristal
que actúa de dieléctrico. Si son de pequeño tamaño su capacidad no es demasiado
alta, a lo sumo un par de cientos de picofaradios, pero debido a que la energía
acumulada crece con el cuadrado de la tensión, incluso estas bajas capacidades
cargadas a cientos de miles de volts, pueden resultar peligrosas.
La parte superior del vaso no cubierta por el aluminio es una zona de "seguridad"
contra los arcos de descarga que podrían formarse entre el interior y el exterior del
condensador. Cuando el conjunto esté montado habrá unos 9 cm. de distancia entre
ambos elementos, y teniendo en cuenta que las dos Leyden irán conectadas en
serie, calculo que podrían acumular tensiones del orden de 160.000 Volts antes de
se produjera la descarga.
Los contactos de la Leyden son por una parte la propia hoja de aluminio de la
armadura externa, y una varilla de latón 4 mm. sujeta por el tapón y un centrador
interno. A la parte baja de esta varilla le he soldado una cruz de cobre que al
introducirse en el vaso hará contacto con la armadura interna de aluminio
En esta disposición aún falta instalar el puente metálico que ha de conectar las dos
armaduras exteriores de las Leydens, de manera que ambos condensadores
estarán en realidad en serie, disminuyendo a la mitad su capacidad, pero
reduciendo las pérdidas y doblando la tensión que pueden soportar.
Montaje provisional de las Leydens en la Wimshurst, con la parte baja bien encajada
en las bases de PVC y la alta atornillada al terminal por donde la llega la carga de
la máquina.
La unión central entre las dos Leydens la he hecho de forma sencilla mediante una
varilla de latón cuyos extremos encajan en dos terminales de inserción tipo fusible.
Este punto se puede considerar como de potencial cero, siendo los dos contactos
centrales de las botellas el positivo y el negativo. Estos dos contactos, una vez
quitada la varilla, serán también los que van a utilizarse como salida para algunas
de las experiencias que pueden realizarse con esta máquina.
Puente de unión entre las armaduras externas de las Botellas de Leyden, creando
la configuración eléctrica de dos condensadores en serie
Los elementos de carga y descarga: las barras neutralizadoras, los peines
colectores y los electrodos descargadores de salida
Estas barras, que para abreviar llamaremos sólo neutralizadores, ya las hemos
descrito anteriormente, y son en realidad dos varillas metálicas acabadas en
escobillas en cada extremo. Cada neutralizador consta de tres partes, los dos
brazos, hechos de varilla de latón de 4 mm. de grosor y 13 cm. de longitud total y la
pieza central de unión, también de latón, de 2 cm. de diámetro y 1,2 cm de longitud.
Esta pieza está encajada en el eje superior y por tanto mantiene el conjunto
perpenticular con el mismo. La unión de los brazos con la pieza central se efectúa
mediante rosca de 4 mm y contratuerca, porque los brazos han de poder ajustarse
para que estén en línea con el eje y bloquearse después.
Las barras neutralizadoras han de acabar en escobillas que hagan un buen contacto
con los sectores metálicos a medida que pasan por debajo. Sobre estas escobillas
hay mucha literatura, pero en realidad pueden estar hechas de casi cualquier
material conductor, aunque siempre es preferible que sea un metal distinto al de los
sectores. El motivo es que interesa que en el contacto entre dos metales distintos
se forman pequeñas cargas que a modo de "semilla" ayuden a cebar la máquina en
el momento del arranque.
Por este motivo he elegido cinta de cobre de 3 mm. de anchura para las escobillas,
procedente de los rollos desoldadores que utilizamos los técnicos en electrónica
para absorber el estaño de los componentes en el momento de extraerlos del
circuito impreso. Otra ventaja de esta cinta es que es muy flexible y suave, lo cual
siempre compensará mejor las pequeñas oscilaciones laterales que puedan tener
los discos y causará menos desgaste al rozar contra los sectores metálicos.
Otra cosa que también he explicado anteriormente es que los peines colectores
tienen un soporte de latón forma de "U" y abrazan la periferia de los discos en cada
uno de sus lados, en las posiciones de 90 y 270º. La primera de las imágenes
siguientes muestra un pequeño útil de madera que se me ha ocurrido para el
doblado de la varilla, y que facilita darle la forma y las medidas correctas sin
demasiado esfuerzo. En la segunda se ven dos colectores a medio acabar, con la
forma final y la rosca para sujetarlos, pero aún sin las agujas, que sí pueden verse
sobre la pieza de madera, y que he fabricado a partir de hilo de acero de clips de
oficina, de 1 mm de sección, cortándolas a medida y sacándoles punta con el
Dremel y un disco de widia.
Por otra parte, este soporte se ha hecho de metacrilato porque es muy importante
conseguir el máximo aislamiento entre ambos peines de salida, entre los cuales
pueden establecerse diferencias de potencial de más de 100.000 Volts pero con tan
baja intensidad disponible, que convertiría casi en un cortocircuito materiales menos
aislantes y que absorben humedad, como la madera.
La cruz de metacrilato que aisla y sujeta los peines colectores y la cabeza de las
Leydens, y detalle de los peines colectores de 2,5 cm, con cuatro puntas en un lado
y 5 en el otro
La demostración más frecuente e inmediata que suele realizarse con una Wimshurst
es hacer saltar impresionantes chispas entre los extremos de dos electrodos
ajustables en distancia, los cuales están unidos eléctricamente a ese punto común
entre los peines colectores y las Botellas de Leyden.
Estos electrodos no tienen muchos secretos. En realidad son sólo una varilla sujeta
en un punto articulado, que se prolonga hacia abajo con un mango aislante que
permite ajustarla manualmente, y hacia arriba hasta los elementos terminales en
forma de pequeña esfera. Algunas Wimshurst llevan sólo una esfera terminal, pero
es más frecuente la disposición de dos esferas colocadas una a continuación de la
otra una, siendo la interior de un diámetro doble o triple de la exterior. En mi caso,
la mayor es de 20 mm y la menor de 9 mm.
El motivo para esta disposición tiene que ver con la distinta repartición de cargas
sobre las esferas de diferente diámetro, lo cual condiciona la intensidad del campo
eléctrico que tiene a su alrededor, afectando a la ionización del aire circundante y
por tanto a que las chispas alcancen más o menos longitud. Con respecto al campo
eléctrico, una esfera actúa de forma contraria a una punta, porque al repartir la carga
de forma más uniforme en su superficie, minimiza las pérdidas por efecto corona,
permitiendo que la tensión suba más rápidamente y a un nivel mayor antes de que
la chispa se establezca.
El problema con estas pequeñas esferas es que no las encuentras en las ferreterías,
o al menos en las ferreterías de sitios pequeños, como en mi caso, y por este motivo
he tenido que fabricarlas con el torno perdiendo más tiempo del que hubiera
deseado. Si tuviéramos que hacer doscientas no habría más problema, porque ya
nos preocuparíamos de conseguir la herramienta de corte necesaria acabada en
forma semicircular y con el diámetro de la bola que necesitamos, pero para cuatro
bolas en dos diámetros distintos no nos va a tocar más remedio que hacerlo de
manera un poco improvisada, una a una, con varilla o barra de latón del diámetro
correcto girando rápido, dándole una forma previa con las propias herramientas del
torno y mejorando el acabado con limas de distintas formas.
Cualquier mecánico sabe que la forma esférica que se obtiene por este sistema es
siempre mejorable, pero jugando un poco con el rectificado final conseguimos algo
que se parece bastante a la idea inicial. Una vez lista la esfera, utilizaremos papel
de lija de grano fino para darle un pulido que siendo bonito en estética es más
importante aún para evitar pérdidas de carga, y tras practicarles la adecuada rosca
interior, la montaremos en la varilla de 4 mm. que hemos roscado anteriormente.
En la misma tarde aprovecho también para fabricar los dos mangos aislantes de
PVC a partir de barra de 12 mm. La longitud total será de 7 cm, y es muy importante
que el aislamiento sea perfecto, ya que en caso contrario nos exponemos a un
desagradable calambrazo cuando intentemos ajustar la distancia entre electrodos.
Pulido de las bolas de los electrodos de salida , y las dos piezas acabadas, con
mango aislante, sujeción, varilla prolongadora y bolas descargadoras
Barnizado de los elementos de madera y montaje de la máquina
Le doy una lijada con papel de 280 y después de 400, y para aumentar un poco el
tono de color del tablero le aplico dos manos de tinte al agua Orita color pino,
especial para madera, dejando que seque a lo largo de seis horas para después
aplicarle dos capas de barniz transparente satinado.
Hago girar la manivela y a las pocas vueltas ya comienzo a notar un intenso olor a
ozono, síntoma claro que se está produciendo alta tensión, y casi instantáneamente
comienzan a saltar chispas entre las esferas pequeñas de los electrodos de salida.
Y sin embargo, la longitud de las mismas es decepcionante, ya que apenas
alcanzan los dos centímetros y medio, que aún correspondiendo a una tensión de
25.000 volts son muy inferiores a las esperadas.
Las primeras chispas de 2-2,5 cm, de cuerpo consistente pero cortas en longitud
Realizo una serie de pruebas en un cuarto a oscuras, donde puedo observar que
los discos de mi Wimshurst brillan casi como un árbol de navidad. Hay numerosos
arcos entre los sectores comprendidos entre los peines colectores y las escobillas
neutralizadoras más próximas a cada uno de ellos. Es evidente que estas descargas
están restando tensión a las salidas de la máquina y que ello tiene que ver con la
poca distancia entre sectores. Otra evidencia es que los discos de metacrilato se
están marcando con unas feas líneas negras, así como los propios sectores de
aluminio. Parece ser como si el reguero de chispas casi permanentes estén creando
caminos en que "queman" por donde pasan.
Después de algunas pruebas más en que no consigo mejorar el resultado, decido
desmontar los discos y corregir los 40 sectores sin tener que fabricarlos de nuevo.
La idea es marcar y cortar dos franjas de 4 mm. en cada lado, con lo cual la distancia
entre ellos pasará de 11 a 19 mm. Acabo el trabajo en apenas una hora y ya que
tengo la máquina como un puzle de piezas deparramadas sobre la mesa, aprovecho
para cambiar el sistema de sujeción de las escobillas neutralizadoras. Para ello
doblo los extremos para que sean casi paralelos a los discos y con un disco de widia
practico un corte en sus extremo. Después perforaré un agujero de 1,5 mm para el
tornillo de sujeción y en cada uno de estos puntos colocaré nuevas escobillas, ya
que las anteriores también han sufrido un cierto desgaste debido a los "fuegos
artificiales".
Otra cosa que aprovecho para hacer es equilibrar los discos lateralmente,
introduciendo una simple hojita de papel entre el propio disco su polea de Delrin
correspondiente. Con un eje de 6 mm. montado en el caracol de la mesa de trabajo
voy ajustando y cambiando el apriete de los 3 tornillos hasta que consigo
oscilaciones laterales que apenas superan al milímetro, lo cual, para discos de 30
cm. de diámetro es un ajuste satisfactorio.
Sin desmontar los discos, cambio las varillas y los peines colectores por el tipo
grande, que permite que las agujas más separadas, y de forma sorprendente la
intensidad aumenta hasta los 28-30 microampers, pero la tensión no parece variar
un ápice y por tanto tampoco crece la longitud de chispa. Y en este momento se me
ocurre romper con las teorías mas extendidas sobre la Wimshurst con respecto a
los peines colectores, las cuales dicen que las puntas han de ocupar toda la longitud
de los sectores. Y sin embargo, yo no acabo de entender muy bien la motivación de
este principio, ya que los sectores son metálicos y por tanto la movilidad de las
cargas es suficientemente grande para que puedan ser "recogidas" en cualquier
punto del mismo.
Mi idea es desmontar todas las agujas fijas y sustituirlas por dos ajustables, con lo
que podré ir variando la distancia y establecer comparaciones. Según la teorías
citadas el rendimiento de la máquina debería disminuir de forma apreciable, pero
sin embargo no es así, con las dos agujas a la misma distancia de los discos no hay
diferencia alguna con utilizar cuatro agujas por lado, lo cual demuestra mis
sospechas. Y además cuando comienzo a acercar las agujas noto una mejora
notable de la máquina, las chispas máximas aumentan a 5 cm. y se producen con
una cadencia mayor que antes.
Pruebas con peines colectores más separados y con sólo dos puntas ajustables
Esto progresa, pero sigue sin ser suficiente. Entonces decido cuestionar otro de los
dogmas establecidos sobre esta máquina, que es la distancia entre los discos. La
documentación que he encontrado recomienda mantener los discos la unos 2 ó 3
mm. pero que nunca, en ningún caso, lleguen a tocarse. Los motivos no se explican,
pero me temo que es afirmar las cosas porque otros lo han hecho anteriormente.
Sobre este tema mis ideas han ido evolucionando a lo largo de la construcción de
esta máquina. En un principio pensé que al funcionar por los efectos de inducción
de cargas y multiplicación de la tensión debido a los condensadores variables que
forman los sectores metálicos, su rendimiento sería mayor cuanto más cerca
estuvieran los discos de soporte. y aunque estos llegaran a rozarse, tampoco sería
un problema mientras el uno no frenara el movimiento contrario del otro. Pero
después de meditar bastante sobre el tema y en vista de los resultados obtenidos
hasta ahora, estoy pensando en una nueva posibilidad: que para conseguir una
tensión más alta, aunque no corresponda al ajuste que proporciona una mayor
intensidad en cortocircuito, es necesario maximizar la "variación de capacidad". Es
decir, buscar las formas de los sectores, la distancia entre ellos en el mismo disco,
y el ajuste de distancia entre discos, para que los dos valores de capacidad entre la
posición de los sectores enfrentados y la posición de los sectores intercalados sean
lo más distintos posible.
Estos razonamientos tal vez puedan ser el motivo por el cual algunos aconsejan
que los sectores han de situarse sobre un disco a una distancia igual a su anchura,
aunque quienes dicen esto piensan más en la distancia de arco que en el efecto
multiplicador de las cargas.
A partir de este punto ya pude ir sobre seguro, modifiqué los peines estrechos con
tres agujas en cada brazo (más que nada por estética, ya que con una aguja sería
suficiente), y les di la longitud adecuada para que se acercaran lo más posible a los
discos, naturalmente sin tocarlos. Incorporé además unas tuercas terminales con
botón de baquelita que permiten apretar más o menos los brazos de los
descargadores de salida, y con algunos detalles más la máquina quedó lista y a
punto de operar, como demuestran las siguientes imágenes y el vídeo que vienen
a continuación.
Una vez satisfecha la curiosidad por esta variación, regreso a los colectores de
agujas y sigo probando la máquina para ver sus límites. En cuanto a la comparación
con las dos Wimshurst que me habían prestado, por decirlo de alguna manera, no
hay demasiado color. La clásica de 1900 tiene distancias tan pequeñas entre sus
elementos que sus chispas apenas alcanzan los 3 cm antes de comenzar a
cortocircuitarse sobre los discos, entre los peines y los neutralizadores, y el kit
moderno consigue como máximo unos 6 cm, y al ser menores tanto la intensidad
en cortocircuito como la capacidad de las Botellas de Leyden, sus descargas son
más delgadas y tardan más en cebarse y saltar.
Así que ahora podré ir planteando algunas experiencias didácticas que quiero
realizar con ella, tanto las clásicas de atracción-repulsión electrostática, como otras
menos frecuentes de física general, y hasta algunas novedosas que tengo en mente
y que en su momento desvelaré.