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CONTESTA DEMANDA

EMPLAZAMIENTO
CITACION EN GARANTIA
FALTA DE LEGITIMACION SUSTANCIAL PASIVA

SEÑOR JUEZ:

PABLO BITTAR, por la demandada, Game Over S.A. conforme Poder


General Para Juicios que acompaño y se encuentra plenamente vigente, en estos autos Nº
258.932, caratulados “BIONDI HERNAN Y MARTINEZ MARIA SOL P/ S.H.M. BIONDI MARTINEZ
BAUTISTA C/ GAME OVER S.A. Y PEREZ JUAN P/ DAÑOS Y PERJUICIOS” a V.S.
respetuosamente dice:

I.- OBJETO:
Que siguiendo expresas instrucciones recibidas de mi conferente,
vengo en tiempo y forma a contestar la demanda incoada en su contra, sin reconocer ni
consentir nada de lo expuesto por el actor en su escrito de demanda, solicitando que
conforme a las consideraciones de hecho que fundadas en derecho paso a exponer, Usía
rechace la demanda, con costas a la contraria vencida.

II.- DOMICILIO LEGAL:


Que a todos los fines y efectos legales constituimos domicilio legal en
calle Espejo 333, Piso 1º, Of. 20 de Ciudad, Mendoza, se tenga presente.-

Asimismo denuncio domicilio procesal electrónico en la Matrícula Nº


5543 perteneciente al Dr. PABLO D. BITTAR.

III.- NEGATIVA GENERAL-DESCONOCIMIENTO DE PRUEBA:


No solo por tratarse de un imperativo legal, sino porque lo amerita el
caso de marras, niego la veracidad de todos y cada uno de los dichos y hechos alegados por el
actor en el escrito de demanda, como así también la procedencia del derecho que pretende.
Atento ser prueba acompañada por la parte actora y no constarle su
autenticidad a esta parte desconozco la prueba instrumental invocada y acompañada por la
actora conjuntamente con su escrito de demanda.

Niego que para fecha 12 de noviembre de 2016 la actora haya


participado de un torneo de futbol, organizado supuestamente por la empresa Luján
Estudiantil en las canchas del Casco.
Niego la existencia de agua en el cemento.

Niego y desconozco que se llamara a emergencias y se trasladara al


Hospital del Carmen y posterior derivación al Centro Odontológico.

Niego que el actor presente FRACTURA DE TABIQUE CON


DESPLAZAMIENTO Y OBSTRUCCIÓN BILATERAL PARCIAL, FRACTURA CON PERDIDA DE
INCICIVOS CENTRALES Y LATERALES CON DIFICULTAD MASTICATORIA.

NIEGO que la incapacidad sea permanente y ascienda al 25%.

Niego y rechazo que el ingreso básico promedio sea el reclamado por


la parte actora.
Niego y rechazo la suma reclamada in totum en la demanda.

Niego y rechazo categóricamente que la suma de $105.000 en


concepto de Daño Moral sea acorde a los supuestos sufrimientos padecidos por la actora.

IV.- EMPLAZAMIENTO:
Que esta parte solicita se emplace al demandado Sr. Juan Perez, a que
cite en garantía o denuncie la aseguradora contratada al momento del supuesto accidente
invocado por la actora, en el predio de su propiedad “El Casco”, atento tratarse del propietario
del establecimiento donde se realizan actividades deportivas y el supuesto siniestro
reclamado.
V.- CITACION EN GARANTIA:
Que sin perjuicio de lo que se expondrá capítulos adelante y a los
efectos que pudieran corresponder, estando asegurado la codemandada Game Over S.A. en la
empresa FEDERACION PATRONAL SEGUROS S.A., con domicilio especial en calle Nº 51 a la
altura municipal Nº 770 de La Plata, Provincia de Buenos Aires, solicito sea Citada en Garantía,
conforme lo dispone la Ley 17.418.

VI.- LA REALIDAD DE LOS HECHOS-FALTA DE LEGITIMACION


SUSTANCIAL PASIVA:
Que conforme lo expresado erróneamente en el escrito de demanda,
resulta palmariamente contrario a lo sucedido en los hechos y responsabilidades atribuidas a
mi mandante.

La empresa Luján Estudiantil lejos está en dedicarse como actividad


normal y habitual en la realización de eventos deportivos, sino por el contrario su actividad
refiere a los viajes de estudiantes de fin de año, viaje que se realiza ya en el quinto o sexto año
de la secundaria, conforme el establecimiento educativo que se trate, situación que fuera
reconocida por el actor en su demanda.

La actora pretende endilgar responsabilidad en la empresa


codemandada sin tener conocimiento acabado de la verdadera relación de los hechos.

Luján Estudiantil dedica su giro habitual de comercio a los viajes de fin


de secundaria, apuntando su ámbito de trabajo a los alumnos de quinto y sexto año de las
distintas instituciones educativas; por el contrario carece absolutamente de todo tipo de
vinculación con eventos deportivos ajeno a su giro comercial.

La empresa aquí representada no posee complejo deportivo, social o


similar donde realice eventos de tal índole.
Resulta sorprendente como la actora pretende involucrar a Luján
Estudiantil en el carácter de organizadora de un evento en el que nada tuvo que ver, sin
aportar ningún tipo de pruebas que permitan inferir semejante atribución.

El Casco, lugar donde al parecer se produjo el accidente relatado, es un


predio que alberga a jóvenes, adultos, mujeres, hombres, que practican deportes, como lo es
el futbol.
Los responsables del establecimiento deportivo organizan -propio de
su giro habitual de comercio- eventos deportivos, como lo es el alquiler de canchas para
desarrollar el deporte, campeonatos de adultos, de jóvenes, etc…

La empresa Luján Estudiantil a solicitud de los propietarios de El Casco


ofreció dos premios para los ganadores del torneo que iban a desarrollar en sus instalaciones,
la primera trataba de buzos para los que obtuvieran el segundo puesto y un viaje a los que
ganaran el torneo, es decir premios a cambio de publicidad.

Publicidad por premios no convierte a mi representada en


organizadora, que como su palabra lo indica refiere a la programación de días y horarios de
partidos, recepción de planillas de los distintos equipos, recepción del costo de las
inscripciones, apertura del establecimiento, suspensión de fechas, contralor y mantenimiento
del predio, colocación de redes, etc, entre otras tantas mas.

Si bien es cierto que la actora no tiene porque saber con precisión los
detalles esgrimidos supra, no puede lanzarse aventuradamente a demandar a una empresa
como organizadora cuando nada mas alejado de la realidad de los hechos.

Sorprende sobremanera que con total liviandad se atribuya a una


empresa la responsabilidad como organizadora cuando se carece del absoluto conocimiento
de los verdaderos hechos sucedidos, hechos que debió averiguar previamente la actora a los
efectos de encauzar correctamente la demanda a los verdaderos responsables, sin perjuicio
que siempre resulta mas apetecible el reclamo a varios demandados a los fines de intentar
obtener una reparación por alguno de estos, sin prever las responsabilidades del caso concreto
y sus consecuencias.
EL evento deportivo fue realizado en el predio de El Casco, cuya
inscripción se abonó en dicho establecimiento deportivo, cuyas planillas se llenaban y
presentaban a los responsables de dicha entidad, quienes determinaban días, horarios y
rivales, armaban los fixtures entre otras tantas actividades propias del giro habitual del
comercio.
La actora quizá por desconocimiento, quizá por abarcar una mayor
cantidad de demandados y así pretender responsabilizarlos a todos, demando sin
conocimiento acabado de la extensión de responsabilidad de cada una de las partes y
demando erróneamente a Luján Estudiantil incurriendo en una notoria Falta de Legitimación
Sustancial Pasiva.
Si bien intento mediante el envío de una incompleta carta documento
emplazar a Luján Estudiantil a denunciar la aseguradora; ésta a fines del año 2016 contesto la
misma en forma categórica, rechazando semejante atribución que se pretendía endilgar,
contestación a la que me remito en honor a la brevedad y que fuera acompañada como
prueba por la propia actora en su demanda.
Situación que quedará demostrada cabalmente con la prueba ofrecida
por esta parte en su momento procesal oportuno.

Por las razones expuestas, la orfandad probatoria que basada en un


simple dicho, pretende responsabilizar a mi representada, solicito que al resolver se rechace la
demanda por Falta de Legitimación Sustancial Pasiva, con costas.

VII.- RIESGO PROPIO DE LA ACTIVIDAD DEPORTIVA-


RESPONSABILIDAD CIVIL DE UN TERCERO POR QUIEN NO SE DEBE RESPONDER-CASO
FORTUITO-FUERZA MAYOR :

Se tiene dicho que todo deporte implica -en mayor o menor medida-
un riesgo para quien lo practica que debe ser por él asumido, y hay una cantidad de daños que
constituyen el riesgo propio y ordinario que la actividad deportiva entraña y que no resulta
reparable. (Celia Weingarten, "Tratado de Daños Reparables", T. II, p. 332, Ed. La Ley; Ghersi
Carlos, "Responsabilidad Civil", p. 479, Ed. Hammurabi).
Sabido es que el ajuste de la actividad deportiva a reglas
preestablecidas y el despliegue de un esfuerzo o destreza por encima del nivel habitual, obliga
a reconocer que la síntesis resultante del concepto uniforme de culpa, proyecta generalmente
una elevación del umbral de tolerancia abarcando todos aquellos accidentes propios de la
disputa sin violación del reglamento y, aun algunos provocados en transgresión de esas
normas, siempre y cuando no exhiban un apartamiento grosero o excesivo de las mismas.

El ejercicio de toda actividad deportiva implica un riesgo y, en tanto se


trate de una actividad deportiva autorizada y no prohibida, en la cual participan
voluntariamente los contendientes, la conducta del agente que ocasiona un daño no puede ser
juzgada con idéntico criterio con que es apreciada la actividad de dicha persona en otro ámbito
de relaciones en donde dicho riesgo no está presente.

La "lesión deportiva", que no puede calificarse como dolosa ni como


culposa sino como accidental, aunque resulten con relativa frecuencia de la práctica de ciertos
deportes -así el fútbol y el rugby entre otros- en los que suele haber roce o choque de
personas, al disputar, por ej., la posesión de la pelota, caídas, torceduras, rompimiento de
ligamentos especialmente cruzados, meniscos, pero donde no existe ánimo malo, ni siquiera
negligencia o mala fe entre los partícipes del encuentro. Hay consenso en la doctrina jurídica -y
en la jurisprudencia- en que, de estas lesiones, aunque algunas revistan gravedad, no se sigue
—en principio— responsabilidad ninguna. Porque faltará aquí el requisito de la antijuridicidad,
en tanto se trata de juegos o deportes autorizados y aún algunos reglamentados por el Estado.

Todavía más, aunque se cometa por el jugador alguna falta sancionable


según el reglamento, ello no sale de lo normal y corriente, salvo que haya un exceso
manifiesto en la acción de fuerza o roce entre los contendientes que ponga de relieve la mala
fe o el dolo que, entonces sí, abrirían el camino a un reclamo indemnizatorio.

El pensamiento de la Corte, que señala la relatividad del argumento


sobre la asunción del riesgo por el jugador lesionado, encuentra apoyo en la doctrina jurídica
argentina del más alto nivel. Citamos a las Jornadas Nacionales de Derecho Civil (en su XXII
reunión, Córdoba, 2009), que al tratar el tema de "Asunción del riesgo", declararon por su
plenario y en forma unánime que:
"La asunción del riesgo está especialmente prohibida en materia de
derechos fundamentales de la persona" y se especificó que quedaban excluidos los llamados
'derechos indisponibles' como la vida, la salud, la integridad física, etc.

Luego, expidiéndose sobre supuestos particulares, la declaración de las


Jornadas se explayó:
"En el ámbito de los espectáculos deportivos la posibilidad de invocar
la asunción de los riesgos se limita a los sujetos que participan en él, y no pueden invocarla los
terceros. Solo incluye los riesgos propios del deporte en cuestión y no los excesivos o
extraordinarios".

A nuestro entender, el desarrollo de la actividad deportiva, llevada a


cabo por jugadores tanto profesionales o amateur no habilita a diferenciar en materia de
riesgo de la cosa, puesto que lo que aquí interesa es que "el riesgo", está en la actividad
misma, y en ambas situaciones, el desarrollo de la actividad es la misma y también en ambas.

Expreso La Corte que “… El jugador, aún siendo menor, asume el álea


del juego del que puede derivarse un daño físico para él, por lo que ninguna responsabilidad
puede generar para los organizadores de la competencia ni para el club en el cual jugaba".

Resulta claro que no existe anomalía alguna en el desarrollo de esa


práctica deportiva, pues no se jugaba en un lugar impropio sino en un establecimiento
deportivo.

En todo partido de fútbol los jugadores se exponen a los riesgos


propios de esa práctica deportiva que muchas veces derivan en lesiones. Cuando tales lesiones
provienen del riesgo normal que imponen las reglas del juego, ellas quedan cubiertas por la
"licitud" del mismo.

En autos no se ha acreditado que el establecimiento deportivo en


cuyas instalaciones se desarrollara la contienda deportiva, haya tenido una actitud negligente
generadora o potenciadora del riesgo propio de un juego, el que en el caso había sido asumido
por el jugador con la venia de sus padres, sobre lo que me explayare mas adelante.

En el ámbito que estamos tratando la mayoría de las veces participan


asociaciones con y en otras ocasiones sin fines de lucro que cumplen una función contenedora
y formativa de la niñez. Sindicar responsabilidad sobre todos los resultados que cause el
detrimento deportivo podría producir el efecto inverso al buscado, esto es desalentar la
promoción de eventos, tan necesarios para sustraer a la infancia de otras actividades
perniciosas (ver Félix Trigo Represas-Marcelo López Meza, en "Tratado de la Responsabilidad
Civil", T. II, p. 780; también Andrés Gil Domínguez, "El derecho al deporte y el derecho del
deporte", en Revista Cuadernos de Derecho Deportivo N° 1, ed. Ad. Hoc, págs. 25 a 42, quienes
se explayan sobre las virtudes del deporte).

No escapa a tales criterios la práctica futbolística. En efecto, quien


tiene conocimiento de este deporte bien sabe que en todo partido inevitablemente se producen
infracciones y se pueden lesionar uno o varios jugadores. Empero, en tanto tales infracciones
no pasen de lo normal, ellas quedan cubiertas por la licitud dimanada de la aquiescencia
estatal. El desconocimiento de esta realidad, conduciría fatalmente a la supresión de esta
actividad colectiva (v. voto del doctor Bueres, en C.N.Civ., sala D, in re "Cotroneo" ya cit.;
C.N.Civ., sala A, sent. de 18-XI-1996, in re "Iunti c. Miraldi y ots", "La Ley", 1997-D-861, 39.736-
S; "La Ley", 1996-C-698).

El desconocimiento de esta realidad conduciría fatalmente a la


supresión de la actividad futbolística (y lo mismo acontecería con otros deportes colectivos,
como el basketball, handball, water polo, hockey, pato, polo, etc.).

Al tratarse de deportes riesgosos para la integridad física de los


participantes, los daños que estos puedan provocarse por si solos o entre sí no generan
responsabilidad civil en la medida en que hayan actuado en el marco de las respectivas
reglamentaciones.
La licitud que otorga al juego y a sus consecuencias el Estado para
practicarlos, y la asunción voluntaria de esas consecuencias por los propios contendientes
fundamentan dicha conclusión, admitida en forma prácticamente unánime por la doctrina y
jurisprudencia, aunque con distintos acentos y matices.

Cierto es que no es posible definir a priori qué cosas resultan


generadoras de riesgos o vicios, delimitación que -vale subrayar- ha generado numerosas
dificultades interpretativas.

De todos modos, en tal quehacer, no es dable ignorar que cuando la


ley y la doctrina hablan del peligro o riesgo que encierran ciertas cosas centran su atención,
principalmente, en las "modernas cosas riesgosas" cuyo empleo genera permanentes
posibilidades de daños para terceros -v.gr. automotores, aviones, ascensores, productos
elaborados, entre muchos otros-, las que ameritan un régimen particular. De ahí que,
acertadamente se ha señalado, no debe soslayarse la naturaleza de la cosa de que se trate a
fin de constatar su potencialidad dañosa conforme a su estado natural, ya que no parece
razonable tratar de modo idéntico el daño causado por una rama de un árbol al caer por
causas naturales -o, como en el caso, por un supuesto tropiezo en un torneo recreativo- que el
provocado por una usina atómica o un automóvil en movimiento…. (v. Pizarro, Ramón D., en
Bueres, Alberto J. (dir.)-Highton, Elena I. (coord.), "Código Civil y normas complementarias",
Edit. Hammurabi, Bs.As., t. 3 A, págs. 534/536).

Si bien la obligación de seguridad existe para las entidades que toman


a su cargo a los menores o que organizan este tipo de encuentros, la misma lo es respecto de
la custodia de los chicos en sus desplazamientos y en su permanencia en los distintos lugares
donde recalan, pero no en orden a las contingencias propias del juego cuando están en
actividad dentro de la cancha, las cuales además de asumidas por los participantes, aunque
previsibles resultan inevitables para los organizadores por constituir un álea que resulta
inherente e inseparable de esa práctica deportiva específica."

Resulta claro que el haberse resbalado en una cancha de futbol


obedece a situaciones normales del deporte practicado, los jugadores se tiran para intentar
frenar el avance del rival, o como en el caso de marras se resbala y golpea al parecer contra el
piso, de lo que resulta a todas luces que el piso resulta inerte, no representa una cosa riesgosa,
y el accidente se debe a un caso fortuito que nadie pudo prever y aun previéndolo tampoco
evitar, eximiendo de responsabilidad a mi representado que nada tuvo que ver en el evento
deportivo como se explayo supra, pero aun así se encuentra totalmente exento de cualquier
tipo de responsabilidad que se le pretenda atribuir.

No solo que no existió culpa por parte de Luján Estudiantil, sino que en
todo caso existe la responsabilidad ajena de un tercero por quien esta parte no tiene que
responder civilmente como lo es el dueño o guardián del establecimiento deportivo El Casco,
por cuanto esta parte no tiene ni tuvo injerencia alguna en dicho establecimiento, ni con su
personal, ni con su desarrollo habitual, ni con seguridad, etc… por resultar totalmente ajeno al
giro habitual, lo que deberá ser tenido especialmente en cuenta por Usía al momento de
resolver.

Como se expresó supra, es que toda actividad deportiva implica un


riesgo de lesión para quien la desarrolla. Incluso cuando ésta se practica dentro de los límites
de los reglamentos o sin intervención de terceros o de cosas, pues basta un mal movimiento o
un esfuerzo desmedido para que se pueda producir una lesión. Sin embargo, el deportista es
consciente que ese riesgo es inherente al juego y, como parte de él, lo asume al decidir
participar.

El caso fortuito remite a los conceptos de previsibilidad e


inevitabilidad. A su vez, es inevitable cuando es imposible de impedir aplicando la atención,
cuidados y esfuerzos normales.

Sostiene Bustamante Alsina, el hecho debe ser imposible de evitar


aplicando la atención, cuidados y esfuerzos normales en relación al hecho de que se trata,
considerando las circunstancias concretas de lugar, tiempo y personas. Es decir que el
juzgamiento de la conducta en función de esas mismas circunstancias, determinará o la
existencia de culpa y la inexistencia del caso fortuito, o bien la existencia de caso fortuito y la
inexistencia de culpa cuando el hecho resulta imprevisible o inevitable.

En el caso de autos nos encontramos frente a un verdadero accidente


deportivo, se configura el casus que exime de responsabilidad o de la obligación de responder,
tanto al dañante como a la institución en la que aquél se produzca. De lo contrario, podríamos
caer en el absurdo de forzar a cada participante a la búsqueda de un seguro que cubra posibles
daños que pudiera ocasionar a otro jugador; y a las instituciones que favorecen las actividades
a renegociar un encarecido contrato frente a la obligación de la compañía aseguradora de
responder sin margen de exoneración.
Por lo expuesto solicito que al resolver Usía evalúe detenidamente la
situación concreta y rechace la demanda respecto a mi representada, con costas.

VIII.- RESPONSABILIDAD CIVIL-LICITUD EN EL EJERCICIO DEL


DEPORTE-RIESGOS PROPIOS EN LA PRACTICA DEPORTIVA:

El problema de la reparación del daño causado a otro constituye una


cuestión de responsabilidad civil; el concepto de antijuricidad es sinónimo de ilicitud
(comprensivo no solo de los casos de violación directa de la ley sino las hipótesis de infracción
del deber impuestos por la voluntad de las partes en el contrato). El acto ilícito consiste, en
una infracción a la ley que causa daño a otro y que obliga a la reparación a quien resulte
responsable en virtud de imputación o atribución legal del perjuicio.

En el caso de marras, resulta relevante destacar que estamos frente al


ejercicio de un deporte (fútbol), cuya práctica es auspiciada por el Estado y aun estimulada en
interés de la salud física y moral de los individuos y en el interés superior de la comunidad.
Esto es indudablemente así, no obstante que este ejercicio suele ser causa frecuente de daños
personales o patrimoniales de un jugador a otro y, a veces, a personas vinculadas al deporte (v.
gr. juez o árbitro, entrenador, etc.) y aun a meros espectadores, como es de público y notorio.

Asimismo la práctica de este deporte ha sido autorizada por el Estado,


quien admite el ejercicio del mismo. Dicha autorización estatal significa, por tanto, el
establecimiento de un régimen especial y distinto del ordinario. A diferencia de este último,
que presume la ilicitud de todo daño causado a otra persona, el régimen correspondiente a los
deportes autorizados crea una excepción de licitud en cuanto al ejercicio mismo y también a
las consecuencias que resultan de éste 'según el curso natural y ordinario de las cosas', esto es,
a las consecuencias inmediatas y mediatas previsibles.
Por lo tanto, las lesiones o daños derivados de los riesgos inherentes al
ejercicio normal de un deporte autorizado están de antemano justificados como la actividad
misma de que proceden –causa de justificación– (conf. Orgaz, Alfredo 'La Ilicitud
(extracontractual)' ed. Lener, Bs. As. Año 1973; pág. 177 y ss. s/ Lesiones Deportivas).

Los riesgos propios de la práctica deportiva quedan de tal modo


absorbidos por la licitud de tal actividad, y no por el consentimiento de la victima (v.
Mayo, Jorge A., "La denominada aceptación de los riesgos", LLC, 2005 [julio], 489;
Weingarten, Celia, "Los espectáculos deportivos y la asunción del riesgo", LLGran
Cuyo, 2007 [febrero].

Ello es así toda vez que la autorización administrativa se otorga


teniendo principalmente en cuenta que el ejercicio del deporte no implique normalmente
riesgos graves o excesivos para la vida o la integridad física de los jugadores, según la índole de
aquel y la especial preparación atlética de estos.

La autorización otorgada por autoridad competente (nacional,


provincial o municipal, según su respectiva jurisdicción) para el ejercicio de un deporte con
aprobación de las reglas de juego es, por otra parte, un acto o 'reglamento de policía'
administrativo y tiene, por ello, carácter y fuerza de ley.

De tal manera, entendemos que, cuando se trata de deportes que


entrañan riesgos de golpes y daños para los participantes, la licitud consagrada para el
ejercicio cubre 'todas' las consecuencias corrientes y ordinarias de este ejercicio, incluso, por
tanto, las de infracciones que son también normales en el respectivo deporte.

Este es el caso, pues, de la práctica del deporte en cuestión: el fútbol.


En efecto, son daños ordinarios o corrientes en este deporte las heridas superficiales o no,
torceduras, desgarramientos musculares, esguinces, leves desvanecimientos, caídas, raspones,
como también las roturas de ligamentos, desgaste de meniscos, fisuras, etc. La justificación es
indudable no solo cuando el jugador lesionante ha observado todas las reglas del juego sino
también cuando ha incurrido en alguna de las faltas o infracciones a estas reglas, pero
igualmente naturales y comunes (no dolosas) que se explican por la velocidad o el vigor que
impone el deporte de que se trata, mucho mas en el caso de autos que el jugador se resbala
solo jugando al futbol, hecho reconocido por el propio actor.

En este sentido Alfredo Orgaz sostiene, a modo de ejemplo, que en el


fútbol, si dos adversarios corren apareados en procura de la pelota y uno de ellos, en una
acción atribuible a la velocidad del juego traba al otro antirreglamentariamente (foul) y éste se
lesiona al caer, el primero no es responsable penal ni civilmente, ya que se trata de una
incidencia natural y frecuente en el desarrollo de este deporte. Al respecto aclara que las
reglas de juego no son normas legales cuya infracción signifique ilicitud jurídica, sino reglas de
actuación para los jugadores, solo punibles, en principio, en el ámbito deportivo.

Sostiene la Jurisprudencia de nuestros Tribunales de Mendoza:


RESPONSABILIDAD CIVIL - COSA RIESGOSA - RIESGO CREADO
- CARGA DE LA PRUEBA- Texto: Debe rechazarse la acción resarcitoria, fundada en los
daños derivados de la caída de una alumna en una escuela producida por la existencia de un
piso resbaloso, cuando dicha calidad no resulta probada por la actora, pues el piso por esencia
no constituye una cosa riesgosa y por ello, debe acreditarse que presentaba alguna anomalía
que lo tornaba así calificable.Expte.:   52345 - VARGAS, YANINA MICAELA BELEN C/ D.G.E. Y
OTS. P/ D. Y P.Fecha:  18/09/2017Tribunal:  1° CÁMARA EN LO CIVIL - PRIMERA
CIRCUNSCRIPCIÓN Magistrado/s:  ISUANI ORBELLI Ubicación:  LS199-049F.-

De todo lo expuesto surge con palmaria claridad que el accidente de


marras, originadas en una situación propia del deporte que se practicaba adolece de falta de
antijuridicidad y por ende ilicitud, respondiendo al alea propia del deporte, eximiendo de
responsabilidad no solo a quien represento que NINGUNA RELACION tuvo respecto al evento
realizado, sino respecto de cualquier otro posible responsable a quien se pretenda endilgar
responsabilidad.

IX.- FALTA DE CITACIÓN EN GARANTIA POR EL DUEÑO DEL


ESTABLECIMIENTO DEPORTIVO-RESPONSABILIDAD-DEBER DEL PROPIETARIO :

Sin perjuicio de lo expuesto por esta parte en los capítulos anteriores,


resulta llamativo que el dueño del establecimiento deportivo no haya citado en garantía la
empresa aseguradora que pudiera cubrir el riego de responsabilidad civil por daños en su
establecimiento deportivo.
Esto obligo a esta parte a solicitar su emplazamiento a los fines aquí
expresados, que responde a un deber de responsabilidad propio del giro habitual perseguido,
como lo es un establecimiento deportivo donde se practica futbol, vóley, basquetball, quizá
handball, posee gimnasio, gimnasia, etc….

Esta parte se pregunta, ¿NO existe una responsabilidad o por lo menos


un deber en el dueño o guardián de dicho establecimiento en poseer reglamentariamente un
seguro a estos efectos? ¿omitió el dueño o propietario contratar un seguro que anualmente
refieren a pólizas de muy bajo costo a los fines de poder afrontar las diversas actividades que
se realizan en dicho establecimiento?

Como anticipé, las lesiones al cuerpo y a la integridad física


ocasionadas durante la actividad deportiva no son descartables ni infrecuentes, dado que el
desarrollo del juego potencia estos resultados. En este sentido, una conducta previsora de
parte de los organizadores de los torneos infantiles, hubiera aconsejado contratar un seguro
de responsabilidad civil cuya cobertura sirviera de base para mitigar las consecuencias
perjudiciales que se desprendan de las aludidas supuestas lesiones.

X.- IMPUGNACION DE RUBROS Y MONTOS RECLAMADOS:


A.- INEXISTENCIA DE INCAPACIDAD PARCIAL Y PERMANENTE:
La actora reclama la suma de doscientos mil pesos ($510.496,1)
afirmando que como consecuencia de las lesiones sufridas, ha quedado con secuelas que le
provocan una incapacidad del orden del 25%.
Al respecto negamos, por no constarnos que el actor haya
experimentado las lesiones denunciadas en la demanda, y en todo caso, de ser ciertas, que
dichas lesiones hayan sido causadas por el hecho de marras. Negamos que el actor presente
secuelas incapacitantes derivadas de dichas lesiones.

Resulta poco claro y por ende de difícil defensa de mi representada ya


que la actora en dos oportunidades hace mención de la incapacidad reclamada y su porcentaje
no concuerda con el otorgado por el médico de parte que lo asistió.
Podrá observar Usía que la actora refiere a una supuesta fractura de
tabique con desplazamiento y obstrucción parcial -15%- y fractura con perdida de incisivos
centrales y laterales con dificultad masticatoria -5,4%-, pero termina reclamando el 25%
conforme surge del certificado emitido por el Dr. Videla.

Del informe médico emitido por el galeno mencionado surgen dos


grandes inconsistencias que llevan a esta parte a desestimar e impugnarlo a saber:

El primero difiere el porcentaje concretamente asimilado a las


dolencias que refiere, puesto que de la simple ecuación matemática de sumar el 15% y el 5,4%
no da un total de 25% tal como lo reclama la actora en su demanda y conforme esta, practica
erróneamente una liquidación que arroja un monto también erróneo y abultado.

El error nace desde el propio certificado del galeno que practicó esta
inadmisible ecuación, que asimismo llevo al yerro a la propia actora que continuó con un
porcentaje improcedente, que desde ya IMPUGNO, DESCONOZCO Y RECHAZO
CATEGÓRICAMENTE por adolecer de errores y vicios ajenos a esta parte, que hace dudar de su
veracidad, autenticidad y realidad del mismo, generando una notoria dificultad e imposibilidad
de una defensa integra respecto a porcentajes erróneos afectando el derecho de defensa.

En segundo término el certificado del galeno carece de


fundamentación científica, por cuanto refiere a los porcentajes por él aportados pero no
expresa la fuente de donde surge concretamente el mismo, a los fines de evaluar y cotejar
certera y científicamente los mismos.

El Dr. Videla se limita a mencionar que las incapacidades atribuidas


refieren a diferentes baremos y que se han considerado factores de ponderación, pero dicha
referencia vacía absolutamente de datos certeros que puedan dar lugar a una defensa integra
de mi defendida, no refiere a que baremos consultó, a que edición del mismo refiere, cuales
fueron los factores de ponderación y que incidencia tuvieron en el siniestro, como ningún otro
dato que permita a esta parte realizar un contralor serio, responsable y poder así defender a la
codemandada en su integralidad, dentro del legítimo Derecho de Defensa que refiere nuestra
Carta Magna.

En otro orden de ideas resulta necesario poner límites objeticos a los


reclamos que se efectúan por tal concepto, que queda reducido a pérdidas materiales de
ganancias concretas y limitadas temporalmente ( Cfr. KEMELMAJER DE CARLUCCI, A Código
Civil y leyes complementarias; Zannoni T. 5, pag 218).Tratándose entonces de ganancias
futuras probables, el concepto así delineado se volatiliza, se hace difícil de aprehender, y a la
hora de fijar una indemnización por este rubro, ordinariamente se recurre a formulas vagas a
imprecisas que dejan en el ánimo del justiciable la sensación de que el monto que debe pagar
ha sido fijado arbitrariamente.-

Así lo ha resuelto la jurisprudencia provincial al afirmar que para


determinar el resarcimiento por la incapacidad sobreviniente debe tenerse en consideración la
actividad laboral de la víctima, sus posibilidades futuras de desarrollo, su edad, estado general
de salud al producirse el siniestro y el impacto de las lesiones sufridas respecto de su vida de
relación ( L.L. 1987 –E-78) y para establecer el monto indemnizatorio por la incapacidad
derivada del accidente se debe analizar la aptitud para futuros trabajos, como así también la
edad de la víctima y la proyección que esa disminución ha de provocar en la persona. No
corresponde determinar la indemnización por la incapacidad derivada del accidente mediante
cálculos rígidos o porcentajes, pues cabe apreciar y ponderar las particularidades y
circunstancias del caso ( L.L. 1978-E-113).-

En el caso que nos ocupa, la actora se limita a invocar un 25% de


incapacidad, que negamos expresamente, por infundado, por no existir estudios ni
información certera en los que puedan basarse parar probar como se arriba a este porcentaje.
En consecuencia, faltando el presupuesto esencial del reclamo indemnizatorio formulado: la
existencia de una incapacidad sobreviniente, solicitamos rechazo total de este rubro, con
expresas imposición de costas.-

B.- DAÑO MORAL:


La actora reclama $105.000 por este concepto, fundados en las
supuestas lesiones padecidas por el actor, sus dolores a raíz del supuesto hecho relatado.
En caso de ser cierto lo aseverado, negamos que tenga una relación
causal adecuada con un accidente como el de marras, ya que por su propia naturaleza el
menoscabo que se sufre en los bienes espirituales no es cuantificable. Por ello la
jurisprudencia ha resuelto que el resarcimiento por daño moral está sujeto a la apreciación
prudencial de los jueces, toda vez que son obvias las dificultades que existen para mensurar en
dinero un detrimento de naturaleza no patrimonial, razón por la que ha de tratarse que
atienda apropiadamente la magnitud del menoscabo espiritual 8 J.A. 1986-II-600)

Pero también ha dicho que el derecho no resarce cualquier molestia,


ansiedad o disconformidad, tampoco cualquier dolor, incomodidad o padecimiento. El agravio
moral es la lesión de razonable envergadura a un interés amparado por el derecho, de
naturaleza extrapatrimonial. (L.L. Rep. Gral 1989 A-I, pag. 558 Nº 33).-

El importe solicitado por este concepto, por parte de la actora, exime


de cualquier comentario, ya que su monto excede de toda razonabilidad. Por ello, solicito a
U.S. que en la improbable hipótesis hiciere lugar a la demanda, estime prudencialmente el
importe correspondiente, a abonar en el tiempo de la sentencia.-

XI.- INEXISTENCIA DE RELACION DE CASUALIDAD:


Resulta menester recordar que es carga de la parte actora la base de
su pretensión (véase fallos C.C.2º Mza., L.S. 85-262; L.S. 88-191; 271) Es decir que es la parte
actora quien deberá probar la relación causal entre lesiones, secuelas invocadas y el supuesto
accidente, especialmente respecto de mi representado que nada tuvo que ver en el evento
descripto e invocado por la actora.

“El funcionamiento de presunciones de responsabilidad, no releva


jamás al damnificado de la carga de acreditar las circunstancias en que se produjo el hecho,
consecuentemente con el nexo causal entre el mismo y su atribución al demandado. La relación
de causalidad es uno de los presupuestos necesarios para que nazca la obligación resarcitoria
en cabeza de los sindicados como responsables, si existe una causa ajena que rompa este nexo,
la obligación resarcitoria no se configura total o parcialmente …. ” Expte. 3675, fs. 209, carat.:
“DOMINGO MIRANDA SILVA C/ TRANSPORTES EL PLUMERILLO S.A. (ACCIDENTE DE TRANSITO)
TRIB. G.J.A.Nº 2.”
XII.- OPOSICION A INTRODUCIR NUEVA PRUEBA:
Atento que al momento de contestar esta parte no ha introducido
“hechos nuevos” en su conteste, esta parte solicita expresamente se opone a que se ofrezca
nueva prueba en oportunidad de contestar el traslado de este responde, conforme lo
establece el art. 165 del CPCCYT.

De no ser así, se verá gravemente afectado el derecho de defensa de


mi parte, conjuntamente con la violación de los principios de igualdad ante la ley y debido
proceso.

XIII.- OPOSICIÓN A PERICIA MEDICO LEGISTA Y


FONOAUDIOLOGO:
Atento no tratarse de un proceso de índole laboral, tampoco de un
homicidio penal ni referirse a un fallecimiento, donde asimismo la actora no demuestra el más
mínimo de los hechos que puedan ni siquiera inducir la existencia de encontrarse la actora con
disminución laborativa y/o ni siquiera que tuviera un trabajo, tampoco la incidencia
fonoaudiológica, el cual no menciona, y tratándose de un proceso civil bastando para la
incapacidad y de los hechos relatados la pericial medica clínica, esta parte se opone por
innecesaria, no fundamentada y por cuestiones de economía procesal a la realización de la
pericia por médico legista y fonoudiólogo.

XIV.- CONCURRENCIA A LA PERICIAL MÉDICA:


Esta parte solicita a Usía tenga a bien autorizar a esta parte la
concurrencia con un profesional médico, al momento de efectuarse las pericias ofrecidas por
la actora, al único y solo efecto de encontrarse presente y observar cuidadosamente los
métodos que se llevan a cabo para determinar la posible o no incapacidad existente, sin tener
participación activa respecto a la misma.

Asimismo solicito que previamente y con la debida antelación se ponga


en conocimiento de esta parte el día y hora del turno otorgado por el/los perito/s a estos fines
a los fines de tener conocimiento y en su caso poder asistir con el profesional supra
mencionado.-

XV.- PRUEBA:
Se ofrece la siguiente prueba:

DOCUMENTAL:
Se acompaña póliza de la empresa Luján Estudiantil a los fines
solicitados en el capitulo V, Citación en Garantía, la que se encuentra plenamente vigente.

INFORMATIVA:
Se oficie en la forma de estilo al Ministerio de Industria y Turismo de
la Nación – Secretaría de Turismo- a fin de que informe a este Tribunal el objeto social y giro
habitual de comercio de la empresa Game Over SA, denominación comercial LUJÁN
ESTUDIANTIL, titular del Legajo EVyT 11586.-

PERICIAL CONTABLE Y CLINICA:


Esta parte ofrece Pericial Contable y Medico Clínica a fin de que el
perito sorteado informe e ilustre al Tribunal:
A.- En el caso del Contador: 1.- Luego del contralor exhaustivo de los
libros comerciales, facturación, constancia o cualquier otra documentación que aporte al caso
de marras sobre las facturaciones o ingresos contables, económicos o recibos oficiales o no
oficiales emitidos por El Casco y por Luján Estudiantil para la fecha del siniestro que data del
09/12/2016, semanas antes, durante y posteriores al hecho de marras, referidas y atribuidas al
pago del campeonato o evento deportivo de referencia realizado por la actora. En caso
afirmativo acompañe copias de los mismos, coteje con los ingresos denunciados para la fecha
ante AFIP en el caso de El Casco y cualquier otro dato que sea de utilidad para la causa.
B.- Respecto al Perito Clínico, si luego de examinar al actor, y ante los
nuevos estudios que deberá realizarse atento haber transcurrido casi dos años desde el
accidente, y posiblemente más tiempo al momento de realizarse la pericia, que observa de las
placas o resonancia magnética o de cualquier otro estudio indicado y practicado, si de la
misma se infiere que se encuentra correctamente tratada, habiendo sellado la supuesta
fractura nasal y su estado actual. La relación causal entre el hecho narrado y las dolencias
reclamadas y padecidas. Asimismo póngase a disposición del Tribunal dichos estudios a fin que
esta parte efectúe con los galenos de parte un contralor detenido y exhaustivo de los mismos y
su/s respectivo/s informe/s.

TESTIMONIAL:
Se ofrece las testimoniales de las siguientes personas Antonio Bustos,
con domicilio real en calle Catalán 225 de Guaymallén, Mza.; del Sr. Carlos Cacciamani, con
domicilio real en Av. Libertad 1142 de Guaymallén, Mza.; del Sr. Pablo Andres Chiatti, DNI
23.479.631, con domicilio en Malvinas Argentinas 227 piso 2° CABA; Sr. Cristian Ciaramiraro,
DNI 22.757.753 con domicilio en Charcas 5091 4° piso Depto 9 CABA; Sr. Ariel Otero, DNI 
24.422.344, con domicilio en Fitz Roy 2489 Piso 1° A  CABA y de Gastón Maximiliano Melian,
DNI 25.797.576 con domicilio en Blanco Encalada 5041 Piso 6° A ,  CABA, a los fines de prestar
declaración testimonial en la audiencia final: 1.- Por las generales de la ley. 2.- Para que diga si
sabe cual es el giro normal de comercio de la empresa Luján Estudiantil. 3.- Me reservo el
derecho de ampliar, modificar y/o sustituir el presente pliego.

PETITORIO:
Por lo expuesto a V.S. solicito:
1) Tenga por contestada en tiempo y forma el traslado conferido a esta
parte, conforme Poder General Para Juicios que se acompaña.
2) Tenga presente las pruebas acompañadas y las ofrecidas para su
oportunidad.
3) Se tenga presente la Citación en Garantía y el Emplazamiento
efectuado a la demandada.
4) Al momento de resolver rechace la demanda así planteada, con
expresa imposición de costas a la contraria.-
PROVEER DE CONFORMIDAD.
ES JUSTICIA.

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