mismo de su vida. Pues si Unamuno píritu y flor de toda sabiduría. Una-
ha combatido sobre todo al cienti- muno niega la tesis goethiana que ficismo y al racionalismo, ha sido por- hace de la acción el principio de todo que ellos adquirían en cierto momen- ser para llegar a la confirmación, sus- to un aire de ilegítimo triunfo, un tentada ya en el comienzo del Evan- peso que hubiera en fin de cuentas gelio de San Juan, según la cual el aplastado al hombre. El cientificismo principio es el Verbo. Pero el Verbo y el racionalismo son uno de los ca- tampoco es para Unamuno un logos minos que conducen al suicidio, la abstracto o sin contenido; el Verbo es actitud adoptada por quienes, en su más bien para él la cualidad concreta afán de teología, "esto es, de aboga- y presente del gesto y del lenguaje cía", o en su invencible odio anti- humanos. De este Verbo, de esta vi- teológico, no advierten en la contra- sión de lo que las cosas son en la dicción el verdadero modo de pensar inmediata presencia de su perfil, de- y de sentir del hombre existencial. riva para Unamuno el fundamento y El fundamento de la creencia en la el término de toda filosofía. La filo- inmortalidad no se encuentra en nin- sofía, definida por Unamuno como el guna construcción silogística ni in- desarrollo de una lengua, queda, ducción científica: se encuentra sim- pues, relativizada, pero a la vez ad- plemente en la esperanza. Pero la quiere un carácter concreto abso- inmortalidad no consiste a su vez luto. La identificación de la filoso- para Unamuno en una pálida y des- fía con la filología no es la iden- teñida supervivencia de las almas. tificación del pensamiento lógico con Vinculándose a la concepción católi- la estructura gramatical; es el hecho ca, que anuncia la resurrección de los de que el Verbo, como expresión di- cuerpos, Unamuno espera y proclama recta e inmediata del hombre de carne "la inmortalidad de cuerpo y alma" y hueso, sea el instrumento y el y precisamente del propio cuerpo, del contenido de su propio pensamiento. que se conoce y sufre en la vida co- Por eso Unamuno ve la filosofía es- tidiana. No se trata, por lo tanto, de pañola no en los textos de los escolás- una justificación ética del paso del ticos, sino en las obras de los místicos, hombre sobre la tierra, sino simple- en las grandes figuras de la literatura. mente de la esperanza de que la La esencia del pensamiento español, muerte no sea la definitiva aniquila- y también, naturalmente, la esencia ción del cuerpo y del alma de cada de su vida, son así, como las del cual. Esta esperanza, velada en la senequismo, esta tendencia que sub- mayor parte de las concepciones filo- raya frente a la originalidad del aná- sóficas por nebulosas místicas y por lisis "la grandiosidad del acento y sutiles sistemas, es rastreada por Una- del tono". El problema de la verdad, muno en los numerosos ejemplos de problema fundamental de toda filoso- la sed de inmortalidad, desde los mi- fía, es resuelto, pues, por Unamuno tos y las teorías del eterno retorno mediante esta articulación interna hasta el afán de gloria y, en última que liga al hombre concreto con su instancia, hasta la voz constante de expresión verbal, mediante la con- una duda que se insinúa en el cora- cepción que ve en lo que el hombre zón del hombre cuando éste aparta dice al expresarse y en lo que dicen como molesta la idea de una sobre- las cosas al ofrecerse al hombre la vivencia. Demostración o refutación, revelación de su verdad. confirmación o negación son sólo, por consiguiente, dos formas únicas de racionalismo suicida, a las cuales es ajena la esperanza, pues ésta repre- senta simultáneamente, como Unamu- no ha subrayado explícitamente, una duda y una convicción. A los temas de la doctrina del hombre de carne y hueso y de la esperanza en la inmortalidad, con los cuales va implicada su idea de la agonía o lucha del cristianismo, agre- ga Unamuno su doctrina del Ver- bo, considerado como sangre del es-