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Filosofía
Filosofía
interlocutores enfáticamente hace referencia a “su filosofía”, así, “su filosofía le dice tal, o cual
cosa”, o su filosofía le permite o no le permite hacer tal o cual cosa”, o “a partir de mi filosofía
sostengo tal posición”, es decir, la gente afirma que tiene una filosofía propia. Pero, ¿qué se quiere
decir cuando se afirma que se posee una filosofía propia? Si radicalmente cada persona poseyera
una filosofía propia, producto de intelecto, de su reflexión, entendiendo por ésta como una posición
diferente ante la vida que le hace actuar en consecuencia, sin lugar a dudas sería imposible
cualquier intento de diálogo, de compartir experiencias, de convivencia. Si todos los humanos
tuviéramos que elaborar una filosofía propia nos encontraríamos ante una tarea por demás
imposible de sistematizar. Cuando se afirma que se tiene una filosofía propia en la práctica se está
reconociendo que es importante tener unos fundamentos, principios básicos que armonicen y
organicen la propia visión del mundo, ideas que sustenten el orden que queremos que exista. Se
reconoce, por tanto, que se tiene aversión a un mundo que carezca de comprensión, de lógica, en
donde las ideas y la conducta humana no tuvieran consistencia.
Quien enfatiza una posición filosófica desea que se tome en cuenta tanto su capacidad de pensar,
como su capacidad de organizar al mundo que le rodea, etc. Pero ¿a qué tipo de filosofía se está
haciendo referencia? A todas y ninguna. La gente reconoce que tiene una cosmovisión que ha
asumido, que le sirve de guía y ésta es adquirida por experiencia cultural, no porque se haya leído
en los libros o se haya estudiado formalmente en un centro educativo. Esto es posible mediante el
fenómeno conocido como endoculturación, aportación valiosa de los antropólogos culturales, que
explica que la gente adquiere normas morales, políticas, religiosas, familiares, formas de apreciar y
vivir la realidad, evaluar los acontecimientos, de apreciar lo que es bello, o rechazar lo que es feo,
en definitiva, la construcción de aquello tan apreciado por los humanos que denominamos como
verdad, etc. Ideas todas provenientes del entorno que son introducidas en la persona, en la intimidad
de su conciencia, y ésta las adopta reconociéndolas como propias, como si él las hubiera gestado,
elaborado y procesado.
Pese a esta situación, si el entorno es suficientemente flexible como para la libre circulación de
ideas, propiciando la aceptación de nuevas posibilidades el pensamiento se podrá enriquecer, pero
si, por el contrario, el entorno es estático, poco dado a las innovaciones, a preferir el saber aceptado,
“propio”, a cualquier otra posibilidad, puede convertirse en un dogmático del pensamiento, del decir
y hacer. Con la posición adquirida se quiere hacer frente a los múltiples retos que presenta la vida
cotidiana, retos que pueden ser problemas o conflictos. En sociedades o “mundo” estáticos quizá
con esa posición fuera suficiente, pero en sociedades abiertas, plurales e incluyentes, como son o
deberían ser las contemporáneas, no basta con parapetarse en una posición monolítica y cerrada.
La filosofía vivida, asumida, en las condiciones citadas, adopta de las diferentes posiciones
filosóficas algunos elementos sueltos que han permeado la cultura, siendo desde este origen un
collage de ideas que conviven sin descubrir las antinomias o inconsistencias que esto lleva en sí. En
otros términos, se adoptan posiciones filosóficas necesariamente eclécticas. Así, se hace convivir
principios existencialistas con principios funcionalistas, el idealismo con el materialismo, según
fuere necesario y conveniente. En la práctica se puede ser marxista, estructuralista, vitalista,
idealista, e incluso, cínico sin saberlo. La jerga filosófica, y cualquier jerga disciplinar, se introduce
en el diario vivir y es adoptado como uso corriente, tenga o no que ver con lo que los filósofos que
la crearon quisieron decir. Cuando se dice cotidianamente tómalo con filosofía se está haciendo
referencia sin saberlo a la filosofía estoica que promovía la aceptación de las cosas con la más digna
de las resignaciones. La filosofía, pese a lo que se pudiera pensar no está recluida en claustros en
donde gente de aspecto raro y distante habla con palabras ininteligibles solo para iniciados. Las
ideas que la filosofía occidental ha creado a través de los siglos han encontrado la manera de
subsistir filtrado a través de los poros de la cultura, haciéndose presente en el diario vivir.
Interesante sería que la gente fuera capaz de identificar el origen de las ideas con las cuales se
identifica para poder asumir posiciones más lúcidas y consistentes. El filósofo canadiense Lou
Marinoff en su muy conocido libro “Más Platón y menos Prozac” ha reconocido las bondades de la
filosofía clásica en la vida cotidiana, recomendando su conocimiento y aplicación como medio para
resolver y afrontar los problemas y conflictos de la vida cotidiana. Siendo así la filosofía una
efectiva fuente terapéutica en tiempos de confusión, como son los presentes, en los que es un
imperativo contar con “nuevos” recursos o medios para acercarnos y comprender los dilemas con
los que la vida cotidiana nos interpela.
Rubén Hernández H.
Partiendo de que la filosofía es el amor por la sabiduría diríamos entonces que esta
definición clásica la convierte en una tensión que nunca concluye, en una búsqueda sin término del
verdadero conocimiento de la realidad. La importancia y utilidad de la Filosofía es una verdad
práctica y de sentido común. Si se considera la Filosofía por parte de su etimología, nada más digno
del ser humano, como el ser inteligente, que el de la búsqueda del amor a la sabiduría. Al mismo
tiempo la filosofía es un saber eminentemente interdisciplinar, ya que emplea las aportaciones de
diferentes disciplinas científicas y de distintos tipos de saber, sin limitarse a ninguno de ellos; en
este sentido, la filosofía va más allá de las habituales especializaciones del saber científico.
Este rasgo es una derivación de su carácter general y crítico. Debemos señalar que en filosofía
posee un gran valor la actitud interrogativa, y se ha dicho que en ella son más importantes las
preguntas que plantea que aquellas respuestas que pueda ofrecer: tal consideración es consecuencia
del carácter crítico que caracteriza a la filosofía. Algo así como lo practicado por Sócrates “La
Mayéutica”. La Mayéutica es un método con que el maestro, mediante preguntas, va haciendo que
el discípulo descubra nociones que en él estaban latentes.
Por otra parte dentro de todas estas ramas se ha desarrollado la que se le llama “Filosofía
Técnica” Aunque podemos afirmar que todo hombre o mujer son filósofos, la filosofía ha
desarrollado a lo largo de su historia un conjunto de conceptos y métodos que conforman una
técnica y una sensibilidad conceptual muy determinada; de ahí que sea necesario destacar el
carácter técnico que posee gran parte del trabajo filosófico. Es éste un rasgo que no ha hecho sino
aumentar en los dos últimos siglos, cuando el análisis filosófico se ha visto enriquecido con un
elevado nivel de complejidad, que exige un conocimiento especializado. Es posible distinguir varias
áreas de investigación filosófica: ontología y metafísica (análisis crítico de la estructura de la
realidad); teoría del conocimiento, epistemología o gnoseología (análisis del origen, estructura y
alcance del conocimiento); lógica (estudio del razonamiento o argumento válido); ética (teoría de la
acción humana y de sus valores); estética (teoría de la belleza y del arte); y, por supuesto, la historia
de la filosofía. Cabe señalar, asimismo, la existencia de una variedad de análisis filosóficos de
determinadas ramas de la ciencia o de la actividad humana, que constituyen áreas especializadas
como son la filosofía de la historia, la filosofía de la ciencia, la filosofía del derecho o la filosofía de
las ciencias sociales, entre otras.