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Unidad 1 / Escenario 1

Lectura Fundamental

La magia de hablar en público

Las luces se encienden, las pantallas gigantes muestran la imagen de la primera diapositiva, el
orador ingresa al auditorio y se escuchan los primeros aplausos, una multitud expectante, todos
los ojos se clavan en su humanidad, allí está, tan distante, tan frágil, ¿Qué tendrá significativo
que decirnos?, ¿Será que nos va a cambiar la vida, o será tiempo perdido? Una gota de sudor
que baja en el orador, unas manos que sienten una vibración que no puede detenerse, el corazón
que quiere salirse del pecho, la respiración que se vuelve más agitada y la ansiedad que carco-
me, a cada paso las piernas pareciera que pierden su fuerza… se abre el micrófono el primer eee
se escucha por el auditorio.

Aquí vamos a detener la escena y nos vamos a centrar en el orador, en su interior, en su miedo.
¿Por qué vamos a hacerlo?, porque esta misma situación la vive la persona que por primera
vez se para ante una audiencia o la persona que habla a miles en un gigantesco auditorio con
retransmisión televisiva o vía internet y lleva toda su vida frente a los escenarios contando su
historia. ¿Cuál es la diferencia entre estos dos oradores?, ninguna, el miedo es el mismo, se
siente igual y con la misma intensidad, tal vez si existe una diferencia, que el primero lo ve como
un enemigo y el segundo ya aprendió a convivir con él.
Se ha preguntado ¿Por qué ese miedo al hablar en público?, por qué está entre las cinco fobias
más fuertes del ser humano, por encima del miedo a las serpientes, a los roedores, a las alturas,
a la muerte, ¡No puede ser!, si más allá del escenario no hay serpientes, tal vez víboras y unas
cuantas ratas. Y allí radica realmente el miedo ante una charla profesional, el qué dirán, cómo
me verán, si a eso le sumo mi desconfianza: ¿Será que me trabo?, ¿Y si se me olvida lo que voy
a decir?, ¿Y si lo que quiero transmitir no tiene el impacto que deseo?, si a eso le sumamos el
ambiente laboral ¿Será que si me invierten en la idea, proyecto o producto?, ¿Sí sale todo mal y
me despiden?

De donde proviene ese miedo, tal vez son muchas cosas en juego, tal vez somos extremada-
mente sociales y tenemos una relación de interdependencia con los otros, a su vez ellos con-
migo. Tal vez todavía no vemos el miedo como un aliado que no impulsa a hacer lo que nunca
imaginamos. Tal vez, todavía no vemos una charla como una oportunidad gigante para nuestro
crecimiento personal.

Esa es la razón de esta lectura, transformar el miedo como un aliado, no vamos a eliminarlo, no
se puede, vamos a comprenderlo y volverlo a nuestro favor.

Para empezar este proceso de cambio quiero contarles una anécdota, un día estaba con un ami-
go, un comediante que se presenta en shows de televisión, en teatros con temporadas donde
cada noche habla ante miles de personas, ha hecho varias películas en cine, en fin. Entrabamos
a una entrevista por televisión, estábamos tras el set esperando que nos llamaran, de repen-
te veo sus manos temblar y le pregunto: ¿qué pasó Ricardo, no me diga que tiene miedo? Me
respondió: siempre, y que bueno tenerlo, cuando está ese miedo sé que la cosa va a salir bien.
En cambio si no hay miedo, preocúpese, ese día va a salir todo mal… Allí nos llamaron al set y
no pudimos terminar la charla. Pero sus palabras me marcaron porque encontré una profunda
verdad en ellas.

En primera medida, no hay que confundir miedo con desconfianza, sin embargo el miedo nos
impulsa a desconfiar. Qué pasa si tomamos esa duda y pensamos en lo que puede salir mal, po-
demos adelantarnos a diferentes situaciones, por ejemplo, si pensamos que el proyector no va

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a funcionar y no tenemos ayudas audiovisuales podemos preparar una charla que funcione sin
ayudas, es más, deberíamos pensar así todas nuestras charlas, de tal forma si contamos con
las ayudas lo que haremos será potenciar nuestro discurso. Aquí viene su primera labor piense
en todo lo que puede salir mal en su charla y cuando la prepare adelántese a esos factores. Pue-
de incluso adelantarse a lo que haría si se queda en blanco y el tema se olvida. Eso no implica
que durante su charla no tenga problemas, incluso dificultades que usted nunca imagino, aquí el
secreto no es la dificultad, es que usted esté listo a enfrentarlas.

Recuerde, cada charla es única e irrepetible, por eso no hay una fórmula para la charla ideal,
lo que si podemos es prepararnos, tampoco toda la preparación será suficiente para que una
charla sea exitosa, pero si nos preparamos las posibilidades de que lo sea aumentan significati-
vamente.

Otra fortaleza del miedo es que nos incita a hacer cosas que nunca imaginamos, hay personas
que ante situaciones de miedo han levantado cosas que están por fuera de sus capacidades, o
se han enfrentado a animales salvajes. El miedo aumenta la adrenalina, la cual puede ser positi-
va, puede aportar energía y entusiasmo a nuestra presentación, en exceso nos reseca la boca y
nos hace temblar. El miedo puede sacar lo mejor y lo peor de nosotros, entonces convirtamos el
miedo en aquello que nos ayude a sacar lo mejor de sí. Si nos asusta dar una charla mirémosla
como una oportunidad y que no nos vamos a dejar ganar por ella. Algo que a mí me funciona
mucho es lo que llamo la visualización: consiste en imaginarme como una persona del público
en mi charla y como público reviso las sensaciones que esa charla me produce, si me motiva, si
me divierte, si me transmite un mensaje valioso la cosa va bien, si no me despierta nada signifi-
ca que debo replantearla, buscarle otras estrategias, retarme de nuevo. La falla más común de
un orador novato es pensar que con sus diapositivas ya es suficiente, no visualizan como es la
reacción de su público.

Ahora miremos los factores de miedo que puede tener una charla:

El más común es la persona a la que voy hablarle, en el caso de los negocios por ejemplo debo
presentar un proyecto a los directivos de la empresa, aquí la visualización es fundamental,
imagínese ahora usted como orador hablándoles a ellos, mire a su jefe o al gerente, o al CEO y

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si esas personas le aterran mírelas más fijamente a los ojos, al fin y al cabo está en su imagina-
ción y puede hacer lo que quiera. Esta visualización es para que les pierda el susto a los demás,
son personas como cualquier otra, ríen, viven, sienten como cualquier otro. Incluso en esta
técnica de visualización, algunos expertos recomiendan imaginarse al público desnudo, yo no lo
invito a ser tan drástico pero si es lo que le funciona hágalo puede resultar muy divertido.

Otro factor de miedo es el tema, que se nos olvide, que no fluyamos, aquí es muy necesario la
preparación, partamos de un principio fundamental, mi seguridad parte de saber de lo que voy
a hablar, para ello nos puede ayudar nuestro bagaje, nuestros conocimientos previos, lo que ha-
yamos visto, leído o escuchado del tema, también es bueno confrontar el tema. De igual manera
es importante saber que no existe conocimiento perfecto ni absoluto y por más que sepamos
de algo no significa que tengamos la verdad absoluta. Si debo hablar de algo que no tengo la
seguridad suficiente es la ocasión de profundizarlo y apropiarlo. Aquí hablamos de tener miedo,
no tenga miedo de decir que desconoce un tema, no es una cuestión de fragilidad, es un acto de
valor que suele ser más valorado que mostrar una falsa sapiencia que puede resultar dejándo-
nos en ridículo.

Para su tranquilidad, en la mayoría de charlas de negocios tenemos que hablar de nuestro que-
hacer diario y eso es parte de lo que somos, presentamos un proyecto que hemos venido traba-
jando desde hace mucho tiempo, entonces aquí viene otro principio fundamental, hable desde
usted, desde el corazón y con toda convicción, desarrolle una secuencia narrativa natural, sea
quien es, no pretenda ser otras cosas, si no es hilarante no pretenda serlo, sea usted, adquiera
la suficiente confianza y después incorpore en sus discursos otros elementos, pero primero sea
usted. Hace mucho tiempo una amiga indígena de la sierra nevada de Santa Martha que se lla-
ma Anitisheykarimguma, no sé después de tantos años si se escribe así, de cariño le decíamos
Sheika, se paró a contar cuentos ante un público y como era la primera vez empezó a contar
cuentos a universitarios sobre gente de la ciudad, cuando terminó hablamos y le dije: por qué no
contaste los cuentos de tu sierra, de tu gente. Ella me contestó que creía que a los universitarios
eso no les iba a interesar. La verdad, se veía poco natural, forzada, contando unas historias que
no fluían, ella es una mujer alegre con una sonrisa maravillosa y ese día se veía narrando unos
cuentos de memoria, se los sabía a la perfección pero no les daba vida. Entonces le contesté:

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Pues no sabrás si les gusta hasta que no lo intentes. Otra función después ella contaba las
historias de su tierra, de su infancia, desde ella, con su sonrisa, con su alegría y fue un momento
mágico, sublime, nos transportó a todos a la costa, al final había gente llorando. Desde ese día
Sheika se volvió en una de las mejores narradoras de cuentos que conozco porque fue capaz de
mostrar todo lo que era, su naturalidad, incluso después desde su naturalidad pudo dar vida a
las historias de ciudad, obviamente incorporándole su forma de ser. Eso es apropiar un discurso,
no memorizarlo, y ese proceso es más lento y profundo.

Hablando de memorizar un discurso, por favor dele borrar a memorizar, una charla no debe
aprenderse de memoria, debe apropiarse y transmitir, eso no se logra cuando un orador pasa
como una máquina a repetir o a leer, si tiene fichas para apoyar su charla y leerlas, bótelas.
Cuando una persona se aprende un discurso de memoria tiene más posibilidades de equivocar-
se porque cuando se refunde la palabra exacta se incurre en bloqueos mentales que se vuelven
orales. Saque las ideas principales y a partir de ellas estructure el esqueleto de su discurso,
luego deje que su naturalidad cree un ágora narrativa y creemos un espacio de intercambio.
Cuando hablamos de preparación se refiere a que apropie el discurso, lo vuelva suyo y lo comu-
nique a los demás. Un orador primerizo se aprende un discurso de memoria va y lo repite sin
siquiera saber qué dice, o peor, lo copia todo en sus diapositivas, va y las lee ante el público. Un
orador experto transmite a través de sus palabras, hablar en público es un acto mágico cuando
se comparte como si estuviéramos en una conversación de amigos.

Otro factor de miedo es desconocer al público al que le voy hablar, siempre es bueno indagar a
quién le voy a hablar, influye en cosas que pueden en principio parecer irrelevantes como el ves-
tuario, saber a quién le voy hablar sirve para entrar en contexto, el cual es uno de los elementos
importantes en la construcción del ágora narrativa. En dicho contexto es donde desarrollamos
las semiósferas y logramos una mejor comprensión de lo que queremos transmitir. El vestuario
el tono de voz, nuestros gestos, nuestro lenguaje, nos sirve para entrar en contexto. Si sabemos
a quién le vamos hablar podemos estructurar nuestro lenguaje para que todos nos comprendan,
puedo crear y utilizar actos comunicativos que puedan ser más efectivos para ese público. Por
ejemplo, no hay público más complejo que los niños, por eso preparar una charla para niños
puede ser la mejor alternativa para construir una charla robusta y dinámica; nos exige un lengua-
je sencillo para explicar las cosas, nos exige ser muy dinámicos para que los niños no pierdan la
atención, nos exige ser muy pragmáticos para que no se aburran y nos exige ser muy divertidos
para que la disfruten. Cuando hablo de ser divertido no me refiero a volvernos unos payasos, me
refiero a que la charla sea amena, tanto que no se sienta el tiempo.

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Otro factor de miedo, tal vez el más importante puede ser usted. Y se preguntará cómo pue-
do ser yo el factor de mi miedo, sencillo, sus prejuicios y su falta de confianza. Los prejuicios
pueden ser el mayor veneno para matar una buena charla, presuponer el resultado de las cosas
sin tener un conocimiento adecuado de las mismas genera incertidumbre que puede volverse
peligrosa, pues nos llena de inseguridades que a lo mejor no existen. El mejor remedio para esto
es la práctica constante, realizar charlas regularmente puede ser de mucha ayuda, no hay otra
forma de adquirir confianza, en otras palabras, sólo se aprende a hablar en público haciéndolo,
por eso toda la teoría, los consejos, los ensayos, la preparación tienen como único fin poner-
los en práctica durante la charla, por lo tanto un secreto muy importante es saber escuchar al
público, sus reacciones, la forma cómo se expresa, su lenguaje corporal, ¿todo para qué?, para
retroalimentarnos y mejorar en la siguiente charla.

El segundo remedio para los prejuicios es la actitud, una buena actitud contagia, por eso dicen
que una sonrisa elimina todas las barreras, no hablamos de reírnos, hablamos de transmitir co-
sas positivas, por eso algunos expertos hablan de olvidarnos de todo lo demás cuando damos
una charla y sacar nuestra mejor cara.

El tercer factor que derriba los prejuicios es la sinceridad, no sólo en lo que se dice, en lo que
uno es, como uno actúa, ya de esto hablamos cuando nos referimos a la naturalidad. Si uno se
ve sincero los demás le creen. Si uno es coherente entre lo que habla y lo que hace construye
esa credibilidad, entonces ser un orador genuino no sólo se hace en el auditorio sino fuera de
este, es un proceso para ser mejores seres humanos, pues es ofrecer lo mejor de nosotros mis-
mos a través de nuestras palabras y acciones.

Ahora puede que los prejuicios sean más profundos, es decir, apenas le mencionan de hablar
ante un público usted se bloquea, se pone nervioso y se vuelve un trauma, este el factor de
miedo más grande: la desconfianza. Esto porque tuvo anteriores experiencias negativas que lo
bloquearon. Vencer los miedos del pasado implica enfrentarse a sus propios fantasmas, tal vez
es la experiencia más compleja de superar. Una buena charla alimenta nuestro ego y mejora
nuestra confianza, pero una mala charla es la que más no enseña. Una charla es única e irrepe-
tible y siempre está dispuesta a ser mejorada, por eso no importa que una charla salga mal, no
implica que la siguiente pueda salir muy bien, lo que si debemos es hacer ajustes, mirar en qué

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salió mal, qué fallamos y cómo podemos mejorar. Entre más revisemos nuestras charlas nues-
tro porcentaje de fracaso disminuirá sustancialmente, y si vamos teniendo charlas con experien-
cias positivas aumentaremos nuestro nivel de confianza, es un ciclo interminable porque no hay
la charla perfecta, lo que si hay es un orador que se perfecciona.

¿Cómo sentirme más seguro?, en primera medida el conocimiento del tema, el dominio de lo
que voy hablar transmite confianza a los demás y funciona como un espejo, es decir, entre los
demás sientan que sabemos muy bien de lo que hablamos más van a confiar en lo que deci-
mos. Por eso debemos estructurar muy bien el discurso, crear un marco adecuado para intro-
ducir el tema y consolidar el ágora, generar los índices embrionarios apropiados para aumentar
el interés de la historia, construir los argumentos necesarios para persuadir a los asistentes y
ensayar hasta perfeccionar la charla. Leer, escuchar, observar, en fin, hacer lo que sea necesario
para enriquecer su discurso e incorporarlo en su charla.

En segunda medida, nuestro lenguaje corporal, por dentro podemos estar partidos de espanto,
pero si por fuera nos vemos tranquilos y transmitimos esa tranquilidad los demás lo sentirán.
Nuestro lenguaje corporal lleva el 70% de nuestro mensaje, es difícil que nuestro cuerpo mienta,
por ello debemos entrenarlo. La mayoría de personas ven en los gestos, en sus manos y en la
mirada los centros expresivos para hablar, sin embargo es todo el cuerpo, la mera postura de
los pies es fundamental para darle presencia al orador. Debemos entrenar nuestro cuerpo, y
el primer paso es la autoconsciencia, saber qué dicen nuestras manos cuando hablamos, que
comunican nuestros gestos, la importancia de sostener la mirada para convencer al otro.

Otro factor es el ritmo y el silencio al hablar. Cortazar decía que la música es más importante
que la literatura y tal vez se refería a la cadencia que tienen las palabras, a los silencios del
narrador cuando cuenta su historia, esto es lo que se conoce como la musicalidad de la palabra,
un orador con un ritmo demasiado lento es probable que aburra a la audiencia, un orador que
habla muy rápido agota al público, todo debe ser en justa medida y como oradores debemos
saber cuándo darle un giro a nuestro discurso, cuando hacer una pausa para que el otro respire
y analice lo que decimos. El buen orador no se conoce por lo que habla sino por lo que calla, una
buena pausa puede crear tensión en el público, despertar la ansiedad de escuchar lo que tene-
mos que decir.

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Algunos consejos para disminuir el miedo de una charla:

La buena respiración es fundamental para lograr el reencuentro con nosotros mismos, para rela-
jarnos, para mejorar nuestra salida de aire y con ella la forma como pronunciamos las palabras
y su musicalidad. Si el miedo nos hace divagar, un respiro, una pausa nos devuelve al propósito
fundamental de la charla. Siempre que nos paramos frente a un público es porque tenemos algo
importante que comunicarles y es importante que el miedo o la ansiedad no lo bloqueen, para
ello practicar alguna técnica de relajación y ponerla en práctica antes de la charla es un buen
consejo. Caminar de un lado a otro, jugar con las puntas de los dedos y hacer masajes en cier-
tos puntos, cantar una canción en voz baja, acordarse de un chiste, son estrategias que pueden
servir, pero la más poderosa es volver a la razón primordial por la que uno hace la charla, cuál es
el propósito fundamental de lo que voy a decir.

Beber agua funciona mucho cuando la adrenalina absorbe el líquido de la boca y no podemos
hablar. También beber agua antes de salir al público, mida la cantidad y el tiempo no sea que
deba salir en mitad de la charla al baño, aunque suene irrisorio a varios conferencistas les ha
pasado. De igual manera, comer algo ligero porque el estómago vacío potencia la ansiedad.

Es recomendable mostrar nuestro nerviosismo, de esa manera si hay una equivocación será
perdonada y se tendrá el apoyo del público. Por otro lado siempre en cualquier charla habrá per-
sonas que se conecten más que otras, utiliza a esas personas como apoyos y contagiarán a los
demás, serán el sustento permitiendo fluir la confianza entre el orador y los escuchas.

Por poca confianza que usted tenga al hablar en público hay estrategias para revertirlo siempre
y cuando esté en disposición de hacerlo. De cada uno depende que hablar en público sea una
experiencia mágica, donde los demás sientan eso que usted quiere transmitir influya en sus
vidas de tal forma que seamos un factor de cambio. Hoy en día hablar en público no es una
opción, es una competencia para desenvolvernos en el mundo, es la forma más directa para
que conozcan qué somos y qué hacemos. Si habla en público puede mejorar su autoconfianza y
asombrarse del efecto positivo que puede tener en su proyecto de vida.

La invitación está abierta, si la acepta bienvenido al recorrido.

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INFORMACIÓN TÉCNICA

Módulo: Expresión oral y persuasión para gerentes

Unidad 1: La oralidad como un elemento de persuasión

Escenario 1: La magia de hablar en público

Autor: Luis Martin Trujillo Flores

Asesor Pedagógico: Edwin Alcides Mojica Quintero

Diseñador Gráfico: Carlos Alberto Montoya Fonseca

Asistente: Leidy Alejandra Morales Eslava

Este material pertenece al Politécnico Grancolombiano. Por


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