La única certeza es que estoy y existo y de lo demás ya me preocuparé cuando llegue el
momento de preocuparme. De libros podría hablar mucho así como también podría hablar de mi odio profundo a las teles prendidas o de las ganas inmensas que tengo de comerme un plato de charquicán con huevo y ensalada de tomate todo el tiempo y más en este momento, porque todas las personas que estoy viendo de reojo en zoom tienen cara de hambre. Siempre tengo hambre de múltiples cosas que se digieren rápido y me nutren poco y culpo a las novelas de caballería y a la ciencia ficción por eso. Y es que dejaron la vara muy alta para hacer de todo lo demás aventuras que valga la pena contar con sonido de trompetas y una gran alfombra roja. Simplemente despierto tratando de escribir mi historia cada día para en la noche borrarla como un mal manuscrito y aún así soy inmensamente feliz porque nunca se sabe si mañana me toca ser leída o leerme o leerte o leernos.