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La 

importancia de la participación ciudadana la convierte en una de las


herramientas insustituibles de las sociedades democráticas, que permite
diferenciar a los pueblos con libertad política de aquellos en los cuales no se
respetan en su totalidad los elementos de expresión.
El eje central del modelo participativo es obviamente el involucrara a los
ciudadanos en la toma de decisiones de una comunidad. Así, el voto directo del
ciudadano juega un papel decisivo en todo aquello que le concierne, incluso en
las grandes cuestiones que afectan a su nación.
El sistema participativo no debe entenderse simplemente como un
procedimiento de votación periódica, ya que también se trata de intervenir en la
gestión de lo público a través de una serie de mecanismos y canales de
participación: la iniciativa popular a partir de un número de firmas acreditadas,
consultas periódicas a través de internet para que la ciudadanía exprese su
opinión sobre ciertos asuntos de interés general, etc. Éstos y otros sistemas ya
están reconocidos legalmente en muchos países.
Los mecanismos de participación en la vida pública tienen varias funciones. Por
un lado, refuerzan la democracia como forma de gobierno (un sistema
parlamentario donde no exista ninguna vía de participación popular puede
degenerar en una democracia en la que la voz del pueblo solo se pronuncia en
cada convocatoria electoral).
Por otra parte, la intervención de la ciudadanía en la toma de decisiones puede
ser un eficaz antídoto para combatir las distintas formas de corrupción política
(si los representantes del pueblo saben que están siendo vigilados por el
pueblo es menos probable que caigan en la tentación de cometer algún tipo de
abuso de poder).
La participación organizada del ciudadano en la construcción de acuerdos,
debe asegurar la vigencia del estado de derecho, de las instituciones públicas y
del contrato social, en virtud de los principios de igualdad, equidad y justicia.
Está claro que la participación organizada no puede ser ajena a la memoria
histórica de nuestra sociedad. Debe tener una articulación constante con el
pasado que asegure la autocrítica, que propicie hacer un balance global del
estado social de la nación, que tomada en cuenta, sea la voz consensual de
nuestro destino.
Quienes nos gobiernan tienen el reto de brindar mayores espacios de
participación ciudadana, en donde no serán aceptados los individualismos
protagónicos, sino solamente los liderazgos compartidos, ya que lo que está en
juego son las bases estructurales en las que se asienta el sistema.
Estos espacios de participación ciudadana tienen el objetivo de detener el
derrumbe en la escala de valores y principios, y rescatar las columnas sobre
las que se construyeron las bases sociales de la nación.

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