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Capítulo 2

Tras las huellas de un territorio (1513-1794)


Darío G. Barriera

UN TERRITORIO, OTRA PROVINCIA

Un territorio no es una porción cualquiera de la esfera terrestre; tampo-


co es el mero soporte físico sobre el cual se realizan actos o se tejen re-
laciones. Un territorio es ante todo el resultado y el estado de una rela-
ción histórica de carácter político entre una sociedad, el terreno que
organiza y las instituciones con las cuales se ordena esta relación. El
conjunto de instrumentos jurídicos, técnicos y simbólicos que intervie-
nen en dicha relación, las vivencias que generan y las representaciones
de esas vivencias, pueden denominarse la experiencia de la territoriali-
dad. La historia de una provincia es, en definitiva, la historia de un te-
rritorio tanto como la historia de una sociedad y de todos los elemen-
tos involucrados en esta relación. Es la historia de un territorio y de su
gente y surge de un compromiso político con el presente: de la necesi-
dad de historizar el vínculo entre una población que se reconoce como
sociedad y una jurisdicción con la cual se identifica y que ha contribui-
do a componer su identidad.
Imaginemos una situación: un lector que acomete este libro dice el
nombre de una provincia argentina; si se ha educado en el país (y sobre
todo en la provincia que ha nombrado), podrá pensar con claridad en
una imagen, figurarse que a su provincia le corresponde una forma, e
incluso quizás hasta pueda ubicarla –con mayor o menor precisión– en
un conjunto mayor que es “el país”. En su mente, juega encastrando
unas piezas con otras, como si se tratara de un rompecabezas. El triun-
fo de este tipo de imágenes, que Benedict Anderson ha denominado el
“mapa logo”, forma parte de un proceso iniciado en la segunda mitad
del siglo XIX que contribuye a que los habitantes de una jurisdicción se
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sientan contenidos dentro de una especie de recipiente. Esa conten- CASTILLA APRENDE DE ROMA
ción, claro está, es parte de los artilugios de las políticas de producción
de identidad; la historia de este territorio llamado Provincia de Buenos Mucho de la herencia romana fue incorporado por Castilla, en el siglo
Aires está repleta de operaciones de ese y otro tipo, y puede remontar- XIII, a través de la absorción y reelaboración del derecho (expresado so-
se varios siglos atrás, cuando todo (incluso las provincias) era muy di- bre todo en las Partidas de Alfonso el Sabio), del vocabulario político
ferente. –que aparece muy mezclado con voces árabes, resultado de la presen-
En su Tesoro de la lengua castellana, publicado en 1611, Sebastián cia musulmana en el sur durante casi ocho siglos– pero también en la
de Covarrubias escribió: adopción de un modelo castrense aplicado a la organización del espa-
cio: la cuadrícula o damero, utilizados como dispositivo físico (urbis, lo
Provincia es una parte de tierra estendida, que antiguamente urbano) correspondiente a un modelo social (civitas, la ciudad).
acerca de los romanos eran las regiones conquistadas fuera de Esta traza de tipo castrense, en principio sirvió para organizar pobla-
Italia, latine provincia, quasi procul victa. A estas provincias em- ciones militarmente: sus centros fueron plazas que se llamaron “de ar-
biavan gobernadores, y como aora los llamamos cargos, este mis- mas” y las parrillas se organizaban a partir de amplios ejes que permi-
mo nombre provincia sinificava cargo. En las religiones tienen tían tener una amplia perspectiva visual de cualquier movimiento
divididas sus casas por provincias, y los que las goviernan se lla- amenazante así como facilitaban el desplazamiento de tropas de a pie y
man provinciales. a caballo. En la Península ibérica este fue uno de los dispositivos clave
para desplazar a los musulmanes del sur, proceso que se conoce, desde
Las palabras tienen su historia, y esta historia puede enseñarnos algo el punto de vista hispánico, como la reconquista. La invasión, conquis-
sobre aquello que designan. Tres cosas estaban muy claras para Sebas- ta y colonización de los territorios americanos y de sus poblaciones fue
tián de Covarrubias cuando –a comienzos del siglo XVII– preparó su casi una secuela de dicha “reconquista”, encarnado por un complejo
Tesoro de la lengua castellana basado en los saberes y los consensos de conjunto de agentes que representaban la búsqueda de soluciones para
la época: la primera es que el castellano había tomado la palabra del la- un continente (Europa) y un sistema socioeconómico (el feudalismo)
tín y su uso “de los romanos”. La segunda, que la palabra provincia ser- que sufrían una crisis terminal: los europeos encontraron en la expan-
vía para designar territorios extensos y lejanos subordinados a una au- sión hacia el Atlántico mucho más de lo que buscaban pero también ex-
toridad superior; la tercera, que este vocablo se utilizaba tanto para portaron más de lo que tenían previsto.
designar jurisdicciones del gobierno de lo civil como del “religioso” La conquista de los territorios americanos se realizó con el uso de la
(con esto Covarrubias se refería al gobierno del clero regular, organiza- fuerza, la introducción de cultivos, de animales, de instituciones, de
do en “órdenes religiosas”, y pensaba sobre todo en los jesuitas). creencias, de imágenes y de palabras que operaban conjuntamente pa-
Hacia los siglos XVI y XVII, entonces, provincia era una palabra que ra garantizar el triunfo de la construcción de estos nuevos territorios en
llegaba al castellano proveniente del latín y que su uso antiguo era tri- términos de comunidades católicas.
butario del léxico militar: se la utilizaba para designar una tierra distan- Muchas son las razones que explican el éxito de la conquista euro-
te (procul, de donde el pro) que ha sido vencida (victa, que mudó en pea de los trópicos americanos. Entre las materiales y biológicas, desta-
vincia). Con este nombre los romanos designaban a los territorios leja- ca un equipaje compuesto por armas de fuego, plantas, animales y bac-
nos que sometían a su autoridad, cuya sujeción política regulaban a tra- terias que no encontraron rivales a que dieran el tono en sus respectivos
vés de un funcionario encargado de su gobierno. En castellano, el nom- campos de batalla; entre las inmateriales fueron fundamentales esta
bre del funcionario tomó el nombre de su función: gobernador, el que particular idea de ciudad como dispositivo organizador del espacio
hace la acción de gobernar. económico, social y político; la imposición de la religión católica; la
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modificación de hábitos de todo tipo en las poblaciones sometidas (des- tades para fundar ciudades, crear cabildos y a su vez delegar funciones,
de los tiempos y sentidos de trabajo hasta la dieta o la organización de pero (entre otras cosas) conservaban para la monarquía hispánica la ti-
los vínculos básicos); la utilización de lenguajes simbólicos persuasivos tularidad de la soberanía sobre lo conquistado, la majestad sobre los
y, dicho con mucha generalidad, la subordinación de los territorios y súbditos, obligaban a la difusión de la fe católica y retenían un porcen-
las sociedades conquistadas a sus modelos de organización política. taje de la recaudación que se realizaría en nombre de la Real Hacienda.
Estos últimos eran altamente sofisticados por dos razones. La prime- El peso reconocido a los agentes que actuaban localmente se advier-
ra es que no eran improvisaciones elaboradas para la ocasión: habían te en pequeños gestos y en trasvases institucionales. Entre los primeros,
sufrido ya varios mestizajes (durante la reconquista), su confrontación podemos citar que un conquistador andaluz como Pedro de Mendoza,
con las sociedades islámicas los había fortalecido y el proceso de con- nativo de Guadix, conseguía que la tierra sobre la cual se le había asig-
quista de los territorios americanos mostró que podían continuar refor- nado el gobierno se denominara “Nueva Andalucía”, como recreando
mulándose, que eran modelos altamente adaptables a distintas realida- su propia patria; años después, Juan de Garay fundó en esas tierras la
des locales. La segunda, es que estos modelos debían permitir más de ciudad de Santa Fe pero, por su procedencia, intentó que fuera llama-
lo que podían prohibir: si bien esto iba a contramano de lo que opina- da Santa Fe de la Nueva Vizcaya, y así lo hizo anotar en el cabildo. La
ban los consejeros más avisados con los cuales contaban los monarcas, cosa no prosperó más que por un par de años, pero la anécdota –que se
en el fondo constituía la característica clave que permitió su duración replica en otros lugares del continente– ilustra el argumento. Por otra
y su éxito. parte, la importancia concedida a las voluntades locales se advierte
también en la condescendencia con la cual se trataban un sinfín de si-
tuaciones irregulares; en muchos casos no solamente no eran severa-
CIRCULACIÓN Y CONSERVACIÓN: LA FORTALEZA DEL MODELO HISPÁNICO mente reprimidas por la Corona sino que antes bien se hacía cuidado-
samente la vista gorda porque de los agentes locales dependía la
La monarquía castellana que conquistó América desde finales del siglo “conservación” de aquellos lejanos reinos.
XV subordinó el problema del “control” de los nuevos territorios al de Otra característica de aquel modo de pensar los territorios, sin du-
su “conservación”. Una vez impuesto el vínculo político, consideró das para nosotros extraño, era la forma en que se describía la composi-
prioritario crear circuitos de comunicación que permitieran mantener ción de un territorio: para expresar cuál era el alcance de una jurisdic-
el flujo de los intercambios en términos convenientes para Castilla, el ción, en general se procedía a listar los nombres de las gobernaciones,
centro que había organizado la expansión. Bajo los Habsburgo, la mo- sus cabeceras, ofrecer listas de pueblos, villas, lugares, pagos y, siempre
narquía de los siglos XVI y XVII fue más fuerte cuando su centro per- que fueron de utilidad, se utilizaron referencias geográficas. Pero el nu-
mitió mayor calidad y cantidad de circulación. Los agentes que desarro- do de la relación territorial entre un lugar y otro era el que existía entre
llaban físicamente el proceso de la conquista lejos del centro político gobernaciones, cabeceras, ciudades sujetas y parajes sujetos a estas ciu-
debían gozar de potestades, privilegios y prerrogativas que les permitie- dades. No obstante, una vez “conquistado” el territorio, el núcleo duro,
ran resolver en tiempos cortos (y legalmente) una larguísima serie de la unidad primera para componer, agregar o desagregar jurisdicciones
cuestiones que no estaban previstas cuando los monarcas castellanos era la ciudad. Y en el principio fue la jurisdicción que cada ciudad se
firmaron contratos con los primeros particulares que realizaron las ex- había asignado para sí –hasta tanto no perjudicara a una tercera–. Este
pediciones de conquista. En dichos contratos, llamados “capitulacio- dispositivo era el que iniciaba la transformación de los territorios en
nes”, los particulares se obligaban a organizar y financiar la empresa de verdaderos espacios políticos.
conquista en todos sus aspectos, los monarcas les daban a cambio títu-
lo de gobernador de las tierras a conquistar y delegaban en ellos potes-
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LA JURISDICCIÓN ORIGINARIA: SEÑORÍOS, REINOS Y PROVINCIAS beza del cuerpo y tampoco podía estar en todas partes a la vez. Como la
autoridad del rey provenía de Dios, él podía delegar la potestad terrenal
Tras el primer viaje de Cristóbal Colón, las bulas ofrecidas por el papa- de hacer presente aquella autoridad en territorios conocidos o por cono-
do otorgaban a los Reyes de “Castilla, León, Aragón y Granada” juris- cer a través de otra persona, que podía legislar, administrar justicia y go-
dicción sobre “...tierras e islas y también a sus pobladores y habitan- bernar en su nombre. Para los territorios de ultramar, la monarquía his-
tes...”; el texto de la primera Inter Caetera decía “dominio” sobre ellas. pánica utilizó inicialmente la “capitulación” (un contrato), delegando la
Los europeos consideraron que estos instrumentos eran la fuente de le- autoridad con mixto imperio sobre una nave o una flota en el almirante
gitimidad jurídica de su dominio sobre las tierras nuevas y sus pobla- y, después de los viajes de Colón, en la figura del adelantado –titular de
dores. Como contraparte, se dijo, los beneficiarios debían instruir en la la gobernación y máxima autoridad militar, gubernativa y judicial del te-
fe católica e imbuir en las buenas costumbres a sus pobladores y habi- rritorio a conquistar–. A poco de iniciada la conquista se utilizaron otras
tantes. Sobre estas bulas se edificó la construcción política de las tie- formas de autoridad delegada como las de gobernador, corregidor y, des-
rras americanas como reinos de la monarquía castellana. Para sostener de los años veinte del siglo XVI, la del virrey –que a partir de entonces
este dominio, imponiendo sus reglas, los conquistadores se valieron de fue la máxima autoridad en territorios americanos–.
la supremacía que otorgó el dominio de la navegación de altura y de las Estos delegados podían y debían organizar todas las acciones de go-
armas de fuego. bierno, guerra, justicia y hacienda (la recaudación de tributos u otras
Hasta 1516, los reinos de indias fueron “señoríos” de los Reyes cargas fiscales, el pago de los sueldos). También podían delegar en otros
Católicos. Después de esa fecha apareció la expresión de “islas y pro- la capacidad de realizar estas acciones sin perder su autoridad. Su obli-
vincias” de la Corona de Castilla. Aunque la relación derivada de la gación era la de dirigir hacia el centro de la administración monárqui-
conquista militar generó una situación colonial (desde el punto de vis- ca el fruto de la recaudación en metales preciosos o mercancías, hom-
ta económico, político, social y cultural es innegable que había una bres y papeles que contenían enormes masas de información de toda
subordinación, que no había paridad entre los súbditos naturales de los índole, con la cual la Corona esperaba refinar sus modos de explotación
reinos americanos y los naturales de la Península)1 los territorios, jurí- de estos territorios.
dica y jurisdiccionalmente, fueron reinos.
Durante todo el siglo XVI y el XVII, la voz provincia fue utilizada en
el vocabulario político y administrativo de la monarquía hispánica pa- RÍO DE LA PLATA: BREVE HISTORIA DE UN NOMBRE
ra denominar genéricamente a las tierras incorporadas al dominio re-
gio. Su significado era tan difuso como los contornos de las realidades Los primeros escarceos de flotas europeas por las costas del Atlántico
que nombraba –grandes y lejanos distritos territoriales sin límites pre- sur tuvieron lugar antes de que las huestes de Hernán Cortés llegaran a
cisos– y de allí derivaba precisamente su utilidad. Se trataba de territo- México o las de Francisco Pizarro arribaran al Perú. Desde 1512, en
rios políticamente dependientes, lo cual traza una continuidad con el Castilla estaba bastante claro que no se había llegado a la tierra de las
sentido romano que, como lo ha explicado Víctor Tau Anzoátegui, lle- especias y el hallazgo de Balboa en septiembre de 1513 –el paso por
va implícita la noción de distancia, evocando aquellas comarcas aleja- agua al “Mar del Sur” (océano Pacífico) en el estrecho de Panamá– con-
das del centro del poder político. firmó que las tierras nuevas eran una enorme masa que obstaculizaba el
Esta denominación convivió con la más jurídica de “reinos” pero en camino para llegar a las indias orientales. La pesquisa de otro paso ha-
ambos casos lo insoslayable fue la presencia de personas físicas en las cia las especias por el sur del Pacífico se convirtió en una de las prio-
cuales el rey había delegado potestad y autoridad. En el esquema de la ridades que generó proyectos de navegación que pasaron por el estua-
monarquía católica, el rey no podía ni debía ocupar otro lugar que la ca- rio platense.
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Juan Díaz de Solís había reemplazado al ya célebre Américo Vespu- Alejo García –otro de los náufragos de la hueste Solís que había con-
cci en el puesto de Piloto Mayor del Reino y, según una capitulación ce- seguido sobrevivir y volver como expedicionario– abordó esta búsque-
lebrada el 24 de noviembre de 1514, debía relevar la cartografía costera da tierra adentro partiendo desde el sur de las costas del Brasil y tam-
del sur americano a fin de establecer acuerdos claros con la Corona de bién remontó el Paraná hasta el río Paraguay; algunas referencias
Portugal. Solís dio al actual Río de la Plata el nombre de Mar Dulce, y permiten suponer que atravesó parte del Matto Grosso y la planicie de
remontó sus aguas internándose por un río que los indígenas llamaban los Guaycurúes, llegando muy cerca del cerro que luego se conoció co-
el Paraná Guazú2 y que él nombró Santa María. En enero de 1516, tras mo Potosí, en un viaje que le habría demandado alrededor de cinco
la muerte de Solís, su cuñado Francisco de Torres tomó el mando y con- años (entre 1524 y 1529). Rumores sobre estos viajes de García y rela-
siguió regresar a la Península con algunos de los integrantes de la expe- tos de los pocos sobrevivientes de la expedición de Solís integrados a
dición. A partir de sus informes el “Mar Dulce” fue designado como Río las comunidades locales, que aprendieron su lengua y sirvieron de en-
de Solís. lace con los nuevos expedicionarios, difundieron indicios firmes sobre
En 1518, el motivo principal de la capitulación de la Corona con la existencia de las Sierras del Rey Blanco. Las informaciones que
Hernando de Magallanes era hallar el “paso del sur” (empresa que de- Gaboto llevó a Lisboa y Sevilla fueron relevantes para las decisiones
rivó en la primera circunnavegación del orbe concluida por Sebastián que se tomaron respecto de la exploración de estos territorios. La inva-
Elcano). En 1525, Carlos V capituló con García Jofré de Loaysa y, hacia sión y saqueo al Cusco por los españoles en 1533 favoreció el financia-
finales del mismo año, confirmó un acuerdo con Diego García de miento de expediciones que intentaban llegar al corazón minero desde
Moguer, participante de las expediciones de Solís. Estos acuerdos tu- el sur, pasando por la región litoral. Así, además, quedó sellada la ter-
vieron sobre todo un propósito mercantil: estaban convencidos de que cera e indeleble inflexión sobre el nombre del mar dulce: el mapa ela-
“la especería” estaba dentro de la parte hispánica del tratado de borado por Battista Agnese en 1536, ya registraba el topónimo: Río de
Tordesillas. la Plata.
El veneciano Sebastián Gaboto se convirtió en el sucesor de Solís
cuando en 1518 aceptó el cargo de Piloto Mayor del Reino. En 1526 pre-
paró una expedición para retomar el camino de su predecesor y una vez TRAZOS SOBRE UN MAPA: LO EFÍMERO Y LO DURADERO
allí, tomó contacto con sobrevivientes de las expediciones de Solís y
Loayza, primero en Pernambuco y luego en Santa Catalina. Fue enton- Hacia 1534, las cartografía de las capitulaciones convenidas entre la
ces cuando recibió los primeros comentarios sobre la Sierra del Rey Corona de Castilla y sus adelantados-gobernadores revela que estas di-
Blanco, rica en metales preciosos, a la que podría llegar remontando el visiones ignoraban el modo en que realmente se movían los agentes:
Paraná y “...otros que a él vienen a dar...”. Hacia 1527 atracó en el mientras que la Corona dibujaba cortes transversales de este a oeste con
Puerto de San Lázaro y otro sobreviviente del grupo de Solís le confir- salida a ambos océanos, los adelantados organizaban el territorio reco-
mó esas noticias, aunque sin animarlo a remontar el río, escasamente rriéndolo de norte a sur desde el Perú, a uno y otro lado de la cordille-
profundo en muchos de sus tramos. No obstante, Gaboto remontó un ra, y de sur a norte desde el Río de la Plata. El proceso de reconocimien-
trecho del Paraná y, en la confluencia con el Carcarañá erigió el Fuerte to de las extensiones y de imposición real de la jurisdicción se
Sancti Spiritus, desde donde se lanzó luego, río arriba, adentrándose organizaba en torno a las vías de comunicación y su forma iba trazán-
por el Paraná hasta el Paraguay. Más tarde, en costas del río Uruguay, dose en función de condiciones de accesibilidad. Así, mientras que la
Gaboto se encontró con Diego García de Moguer y con otros sobrevi- Corona describía jurisdicciones con salidas a ambos océanos, para los
vientes de la expedición de Solís que habían conseguido integrarse a las agentes estaba claro que la cordillera de los Andes o el sistema hidro-
comunidades locales. gráfico del litoral rioplatense articulaban realidades espaciales muy di-
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ferentes. Por último, la comunicación entre esos territorios, que en la Este contraste entre una territorialidad imaginada y un territorio vivido
ficción del mapa parecían llanos y continuos, tampoco era sencilla. (el espacio) involucraba además otros factores: aún cuando existieran
caminos buenos, el objeto de la movilización, el tipo de recursos movi-
Mapa 1. Territorios sudamericanos de la Monarquía hispánica lizados o la ponderación de los riesgos que el recorrido implicaba defi-
hacia 1540: las primeras gobernaciones
nían los alcances reales del territorio objeto de la capitulación. Los con-
quistadores fueron fieles a su conducta etnográfica: utilizaron caminos
seguros y probados, por (y para) las relaciones de dominación política
indígenas y casi siempre estaban consolidados con anterioridad a su
llegada. Los cronistas recomendaron a los jefes de sus huestes la adop-
ción de elementos estratégicos que ya funcionaban en las sociedades
originarias.
El camino que conectó la cuenca platense con la región altoperuana
fue finalmente terrestre y se consolidó tempranamente: todavía hoy es
conocido como el “camino Real”, y une puntos extremos distantes en-
tre sí más de 600 leguas.
Carlos V capituló con Pedro de Mendoza en 1534. Por este instru-
mento, y con el título de Adelantado, Mendoza estaba autorizado a en-
trar por el Río de la Plata hasta el Pacífico y era el titular de una pro-
vincia de doscientas leguas “de costa a costa”, denominada
“gobernación del Río de la Plata”. Por el norte, su territorio comenzaría
“desde donde se acaba la gobernación que tenemos encomendada al
mariscal Don Diego de Almagro” y por el sur llegaba hasta el estrecho
de Magallanes. Mendoza tenía derecho y obligación de conquistar y po-
blar esas tierras para la Corona española.
Ya en tierras rioplatenses, a comienzos de febrero de 1536, ordenó la
construcción de un fuerte en la margen occidental del río (en la actua-
lidad, inmediaciones del Parque Lezama, ciudad de Buenos Aires). Allí
fijó la sede de su gobierno. La salud del Adelantado era mala (padecía
sífilis), el asentamiento sufrió numerosos problemas y, sobre el final del
año, un ataque de los indios querandíes decidió al gobernador partir en
busca de refugio remontando el Paraná hasta el fuerte Sancti Spiritu
Fuente: Elaboración propia, en colaboración con Inés Rosso, en base al mapa publi- –que ya había sido despoblado–. A partir de allí, el proyecto lo condu-
cado por Oscar Nocetti y Lucio Mir, en La disputa por la tierra, Buenos Aires,
jo su teniente, Juan de Ayolas; Mendoza regresó a España, y falleció en
Sudamericana, 1997, p. 20.
las Islas Canarias el 23 de junio de 1537.
Nota: En este mapa, el territorio concedido a Francisco Pizarro (la Gobernación de
Nueva Castilla) se ampliaba en 70 leguas y se creaban las gobernaciones de Nueva
Ayolas remontó el Paraná hasta el Paraguay; creó el asentamiento de
Toledo (concedida a Diego de Almagro), Nueva León (a Simón de Alcazaba) y del la Candelaria y siguió hacia el noroeste, buscando la sierra de la plata.
Río de la Plata (capitulada con Pedro de Mendoza). El 15 de agosto de 1537, Juan de Salazar fundó en tierra de guaraníes
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(al sur del puesto de la Candelaria) la Casa Fuerte –que pronto deven- do en 1547 una imagen esquemática: las gobernaciones eran represen-
dría ciudad– de Asunción, “madre de ciudades” del corredor paranaen- tadas como rectángulos formados entre paralelos con la línea de
se. Desde entonces, el área fue conocida como Gobernación del Tordesillas al este y el océano Pacífico al oeste.
Paraguay y Río de la Plata. La diferencia entre las jurisdicciones cartografiadas y las experimen-
Juan de Ayolas no regresaba de su expedición, pero no se lo dio por tadas no constituía el único desajuste: en 1547, la Corona asumió que
muerto. Domingo de Irala se hizo cargo del gobierno de esta nueva podía capitular nuevamente parte del territorio paraguayo y rioplaten-
“provincia” de la monarquía como lugarteniente de Ayolas. La Corona, se y lo hizo con Juan de Sanabria –motivo por el cual en el territorio rio-
entre tanto, capituló con Alvar Núñez Cabeza de Vaca y lo nombró platense apareció en algunos mapas como “Gobernación de Sanabria”–.
Adelantado Gobernador del Río de la Plata. El legendario sobrevivien- El mismo año, en su calidad de Presidente de la Audiencia de Lima,
te de naufragios y cautiverios que había recorrido buena parte de Amé- Pedro de La Gasca premió a Diego de Centeno –capitán de su partido
rica del Norte a pie, se puso al frente de una expedición que entre 1541 en la lucha contra los pizarristas– con la titularidad sobre una jurisdic-
y 1542 marchó 1.600 km a través del sur del Brasil hasta Asunción, ción que llevaba su nombre y que ignoraba la existencia de la goberna-
adonde llegó exhibiendo su título. Irala seguía al mando en Asunción ción del Paraguay, los acuerdos emanados de las capitulaciones entre la
como teniente de Ayolas, a quien todavía se daba “por vivo”. Núñez pu- Corona y Pedro de Mendoza y las capitulaciones que habían rubricado
do desplazarlo temporalmente –su título se lo permitía, incluso envió a Alvar Núñez Cabeza de Vaca y Juan de Sanabria. La invención de La
Irala a buscar a Ayolas camino del Perú– pero no duró demasiado tiem- Gasca recortaba terreno a las gobernaciones de Pizarro y Almagro, reu-
po. Los apologistas de Núñez sostienen que su intención de “poner or- nidas por Real Cédula del 9 de septiembre de 1540 y otro tanto a la que
den” y frenar los excesos que los europeos cometían contra los indíge- ahora se denominaba “de Sanabria”: Asunción, todo el Chaco paragua-
nas le ganó enemigos. Lo cierto es que generó conflictos y hubo varios yo, la región de los bajos valles calchaquíes (luego tucumana), Charcas,
intentos de los españoles por echarlo; una rebelión, posiblemente alen- Cuzco y Potosí, quedaban bajo la nueva provincia creada por el
tada por Irala, envió al adelantado de regreso a la Península en 1544. Licenciado. La entrada física de Diego de Centeno al Paraguay nunca se
Repuesto como gobernador del Paraguay, Irala había comprendido realizó, tampoco la de Sanabria: la Gobernación de Paraguay quedó en
que la “subida” de hombres desde el Paraguay hacia el Alto Perú no era manos de Irala hasta su deceso en 1557, cuando fue traspasada por tes-
bien recibida: tras la derrota de Diego de Almagro en las guerras civi- tamento a su yerno, Gonzalo de Mendoza, y hasta 1593 el gobierno del
les, las gobernaciones de Pizarro y Almagro fueron reunidas. Cristóbal Paraguay y Río de la Plata estuvo en manos de Adelantados que capitu-
Vaca de Castro (el último gobernador anterior a la Real Cédula de 1542 laban directamente con la Corona –o de sus tenientes (excepcionalmen-
que creó el Virreinato del Perú) distribuyó como premio entre sus adep- te el virrey del Perú pudo nombrar un gobernador provisorio en 1592 a
tos tierras y encomiendas promoviendo expediciones que debían abrir pedido de Felipe II, “para defender a Buenos Aires”)–.
las fronteras hacia el Sur y el Sudeste. Pero el fracaso de las gobernaciones de Centeno y de Sanabria
muestra que había margen para la creación de jurisdicciones y que
existía un ámbito de confrontación de proyectos. Estos hechos tam-
EL TERRITORIO COMO EXPERIENCIA POLÍTICA: LA DESCARGA DE LA TIERRA bién demuestran que la Corona creaba “poderes” que luego no podían
ejercerse sencillamente (el Presidente de la Audiencia no consiguió
La Monarquía había creado el virreinato del Perú a finales de 1542 y, en crear una gobernación; el virrey del Perú no podía nombrar goberna-
1544 estableció la Real Audiencia de Lima. Sin embargo, a pesar de la dores a su antojo) y que ciertas autoridades menores –pero con ascen-
veloz acumulación de información y expansión de los europeos en el diente sobre la población del territorio, como Irala, que era apenas un
terreno, la cartografía política de estos territorios continuaba presentan- teniente de adelantado– oponiéndose a sus superiores pudieron resol-
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ver la continuidad del gobierno en nombre de la misma monarquía escasos, ya que los botines, incluso en el Perú, no eran infinitos. Por lo
cuyo mandato desobedecían. Es el caso de la rebelión contra el ade- tanto, era corriente que los soldados fueran satisfechos con beneficios
lantado Vaca de Castro, que finalmente garantizó la estabilidad del que solo podían concretarse lejos del lugar donde habían obtenido el lo-
proyecto asunceño. gro militar. Esta purga de hombres con derecho a premios se denomina-
En cuanto a los territorios rioplatenses, es interesante comprender ba “descargar la tierra”.
qué significaban en aquel momento: para los conquistadores del Perú, El enorme triángulo imaginario que tenía por vértices las ciudades
una terra incognita útil para premiar a los capitanes más jóvenes (de ese de La Plata (luego Charcas, hoy Sucre, fundada en 1538) Asunción
modo, con el premio los alejaban y además iban jalonándose asenta- (1537) y la arrasada Buenos Aires de Mendoza (1536-1541), constituyó
mientos hacia el Atlántico); para los conquistadores que habían entra- una enorme arena donde los europeos confrontaban con los pueblos in-
do por el Río de la Plata, significaban el largo camino por tierra que los dígenas, con la naturaleza y donde ponían a prueba su proyecto colo-
separaba del rico Perú. Para la Corona, una ancha franja indiferenciada, nial: hacia esa superficie también se dirigían las expediciones de con-
con salida a ambos océanos. Para los asunceños, a quienes el oeste les quista organizadas desde el Perú. Pedro de La Gasca estimulaba
estaba vedado por los conquistadores del Perú y el este por los portu- asentamientos al sur de Charcas pretendiendo articular el comercio en-
gueses, el único frente de descarga posible y conocido, ya que podían tre el Perú y Asunción por tierra, pero –como se dijo– sobre todo por-
volver sobre sus propios pasos. que después de las Guerras Civiles, sobraban capitanes y faltaban pre-
Hasta el último cuarto del siglo XVI, el estuario platense configuró mios: La Gasca se oponía a la subida de gente por el Río de la Plata, y
para los europeos la geografía de un fracaso repetido: Solís, Gaboto, promovía la descarga de gente del Perú hacia las tierras del Tucumán y
García, Loayza, Mendoza, Ayolas y Núñez (entre otros) fueron las pun- el Río de la Plata. Los bandos triunfadores en las guerras civiles del
tas de lanza de los intentos europeos que no consiguieron instalar nin- Perú premiaban los servicios militares de los jóvenes capitanes con tie-
gún establecimiento duradero en el área. rras y con el derecho de recoger tributos de las comunidades indígenas.
El primero en afirmarse fue el de Asunción del Paraguay, en 1537, Esta dinámica produjo un consistente avance hacia el sureste, en cu-
muy lejos de la boca del ancho río. Los restos del fuerte de Buenos yo curso se fundaron las ciudades de Barco I (1550), Barco II (1551),
Aires constituían el único punto de paso bajo jurisdicción castellana Barco III (1552)-Santiago del Estero (1553), Londres (1558), San Miguel
entre Asunción y la metrópolis. La destrucción del fuerte de Santa de Tucumán (1562), Córdoba de la Nueva Andalucía (1573) y Salta
María del Buen Ayre es coetánea a la creación del cabildo de Asunción; (1582). Estas fundaciones fueron sugeridas y planificadas por las más
desde allí y desde entonces se barajó la idea de fundar otra ciudad río altas autoridades de Charcas, utilizando el área como una válvula de
abajo, sobre el Paraná, con el propósito de conectarse con la salida escape para descargar a quienes aguardaban recompensas por haber
atlántica por vía fluvial y con el Perú por tierra. Esto pudo concretarse combatido contra Gonzalo Pizarro. El Oidor Matienzo pensaba en la re-
en 1573, con la fundación de Santa Fe a orillas del río de los Quiloazas construcción de Buenos Aires como el camino hacia un sistema de cir-
(hoy San Javier). En el ínterin, los diferentes emprendimientos fueron culación que suplantaría el de Portobelo-Panamá, y articulara la comu-
derrotados por la falta de estímulos, las buenas artes de defensa de las nicación económica entre Lima, Charcas, Chile, Tucumán, el Río de la
tribus originarias, las bacterias, el clima, problemas con propios y ex- Plata y la Metrópoli.
traños o sus propias incapacidades. En 1563 se creó la gobernación de Tucumán (con sede en la ciudad
El éxito en la conquista de un territorio planteaba sus problemas: los de Santiago del Estero) y desde 1569, el Virrey Francisco de Toledo con-
soldados tenían derecho a parte del botín y, según su desempeño, tam- tinuó con la expansión hacia el sur bajo la premisa de que fundando
bién a algún ascenso de grado militar. En el lugar de los hechos, esto ge- ciudades se solucionarían los inconvenientes de circulación económi-
neraba un exceso de capitanes y los premios a mano podían volverse ca en esa parte del Virreinato, atribuidos a la acción de los grupos indí-
68 TRAS LAS HUELLAS DE UN TERRITORIO (1513-1794) HISTORIA DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES 69

genas. Su proyecto priorizaba la comunicación con las tierras del sur y La fundación de Buenos Aires en 1580 es parte de este proyecto, y
contaba con hombres que lo harían a su costo; éstos, desde luego, reten- significa el triunfo de los Ortiz de Zárate. Aunque el dato parece curio-
drían la conducción y la capacidad de designar los más altos oficios de so, es importante para visualizar el modo en que se organizó el territo-
las nuevas jurisdicciones. rio: Buenos Aires fue fundada por un vizcaíno que entró a América por
La conquista desde el Perú hacia el sureste fue firme, constante y el Perú, pero que trabajó para consolidar la gobernación del Paraguay
consistente; pero desde el Paraguay nunca se abandonó la idea de “po- bajo el control de una familia que había sido desplazada de los máxi-
blar abajo” para mejorar la comunicación con Perú y España. Ambas mos resortes del poder en el Perú. Buenos Aires, en el principio, fue
conquistas descargaron la tierra hacia el triángulo rioplatense. una ciudad paraguaya por jurisdicción aunque, por definición, riopla-
En 1572, la represión de una nueva rebelión en Asunción (protago- tense. Los fundadores de las ciudades de Santa Fe, Buenos Aires,
nizada por jóvenes llamados “mancebos desordenados”) generó la ex- Concepción del Bermejo y San Juan de Vera de las Siete Corrientes (en
pulsión de una buena cantidad de jóvenes mestizos que fueron enrola- 1573, 1580, 1585 y 1588 respectivamente) acreditan experiencia ante-
dos como hueste para la expedición de Juan de Garay, quien embarcaba rior como vecinos o soldados en tierras peruanas lo que permite afirmar
con la misión de fundar una ciudad río abajo. que este espacio se articuló –incluso si fracasó el proyecto de Toledo–
En 1573, la exploración de Juan de Garay (proveniente de Asunción) como el resultado de la experiencia conflictiva entre las corrientes con-
se encontró a orillas del río Paraná, en las inmediaciones de la actual quistadoras que ingresaron por el Perú y las que, desde Asunción, in-
ciudad de Coronda, con la de Jerónimo Luis de Cabrera (proveniente tentaron recuperar el control del Río de la Plata.
del Perú). Cabrera, gobernador de Tucumán nombrado por Toledo, ha-
bía llegado hasta allí desobedeciendo las instrucciones que tenía. Pero
aunque incumplía órdenes explícitas, de todos modos desarrollaba un BUENOS AIRES, EL GOBIERNO Y LAS JUSTICIAS
propósito del virrey: ensanchar la jurisdicción del Tucumán hasta el A ESCALA DE MONARQUÍA (1617-1776)
Río de la Plata.
Juan de Garay encarnaba otro proyecto (el de los Ortiz de Zárate) que Hasta 1593, los adelantados del Río de la Plata tuvieron funciones y
competía directamente con el de Toledo: el objeto en disputa era, pre- grado de gobernadores. El descomunal territorio bajo su jurisdicción
cisamente, la jurisdicción sobre el territorio tucumano-rioplatense. era designado como “la gobernación” del Paraguay o, utilizando un vo-
Garay había trabajado duro para sostener estos territorios bajo el control cablo todavía no estabilizado en el léxico administrativo, las “provin-
de su familia, la de los Ortiz de Zárate. Durante 1577 viajó a Charcas pa- cias del Paraguay y Río de la Plata”. Por otra parte, desde 1563 la po-
ra concertar con su pariente Fernando de Zárate el casamiento de Juana blación de esta gobernación y la del Tucumán fueron subordinadas
–hija del recientemente fallecido Adelantado Juan Ortiz de Zárate, tam- judicialmente al distrito de la Real Audiencia de Charcas.
bién pariente suyo– con el Licenciado Juan de Torres Vera y Aragón: Aquel diseño latitudinal de las gobernaciones trazado sobre el mapa
Juana aportaba al matrimonio el título de Adelantado y Gobernador de en los años 1550 estaba hecho añicos: hacia finales de siglo XVI las di-
las Provincias del Río de la Plata. El trámite fue tortuoso, pero se con- visiones jurisdiccionales del Virreinato del Perú cartografiaban el peso
cretó y en abril de 1578 Garay fue recompensado por su nuevo parien- local de los Adelantados, la resolución de algunos conflictos entre pro-
te con el cargo de Teniente de Gobernador y Capitán General de las yectos y, sobre todo, se organizaban en función de rutas efectivamente
Provincias del Río de la Plata. Los movimientos de Garay lesionaban los transitadas entre un puñado de ciudades que mantenían entre sí rela-
intereses de la facción de Mendieta en el Paraguay y a los del virrey ciones de jerarquía y complementariedad.
Toledo sobre el litoral, al tiempo que afianzaban su propia posición y la La fundación de ciudades se distinguía por la creación de un cabildo
de sus familiares. (en Castilla concejo), institución desde la cual los hombres que tenían
70 TRAS LAS HUELLAS DE UN TERRITORIO (1513-1794) HISTORIA DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES 71

los privilegios y las obligaciones de la vecindad se reunían a discutir (a Hernando Arias de Saavedra, dos veces teniente de gobernador entre
“cabildear”) las cuestiones del gobierno de la ciudad. Los cabildos rio- 1592 y 1597 y cuatro veces gobernador entre 1598 –la primera vez por
platenses, creados a imagen y semejanza de los hispanoperuanos, esta- aclamación de una asamblea local– y 1617).
ban integrados por dos alcaldes ordinarios (máximas autoridades de go- Hasta la llegada del gobernador Diego de Góngora en 1618, el cabil-
bierno y administradores de la justicia), regidores (que ocupaban sus do de Buenos Aires había sido el escenario de durísimos enfrentamien-
asientos de “regimiento”, al comienzo fueron seis en cada ciudad y las tos entre dos facciones políticas que se disputaban el control del gobier-
regidurías podían comprarse a la Corona en subastas públicas) y una se- no de la ciudad. Un buen posicionamiento en dicho cabildo significaba,
rie de oficiales y funcionarios que cumplían diferentes roles, como el entre otras cosas, decidir sobre el control de las puertas hacia las rutas
mayordomo, el procurador, el alférez real (otro oficio venal, comprable), comerciales, fluviales y terrestres, de las cuales Buenos Aires era la lla-
entre muchos otros, bajo la presidencia del gobernador o de su teniente. ve. Los que conformaban el grupo de los beneméritos –así llamados por
Para gobernar los descampados, los cabildos designaban alcaldes de la provenir de familias de conquistadores antiguos– con Hernando Arias
hermandad (oficiales que debían cumplir funciones de justicia y policía de Saavedra y sus aliados, buscaron mantener sus articulaciones con
en poblaciones rurales, a veces cercanas, otras bastante lejanas) sujetas Asunción, Córdoba y el Tucumán bajo unas reglas de juego que excluí-
a su jurisdicción y también jueces comisionados para resolver cuestio- an a algunos actores que, como los comerciantes portugueses y holan-
nes específicas. Si bien en los cabildos cabecera de provincia podían te- deses, ya no podían ser ignorados. El mismo Hernandarias, asentado en
ner su sede los gobernadores, esta institución siempre fue el reducto de Santa Fe, pudo ver cómo, en 1622, casi un tercio de los varones adul-
las elites locales y el bastión político de cada ciudad. tos de la ciudad eran portugueses y cómo éstos eran sistemáticamente
La diferenciación jurisdiccional entre el Paraguay y el Río de la Plata elegidos para desposar a las hijas de los hijos de los primeros conquis-
se sancionó el 16 de diciembre de 1617, cuando Felipe III ordenó divi- tadores. Ellos ofrecían un capital para iniciar una pequeña empresa co-
dir en dos la enorme gobernación paraguayo-rioplatense. Para enton- mercial y las candidatas santafesinas les proporcionaban una casa y un
ces, la ciudad de Buenos Aires había crecido más que Asunción, suegro (un nombre de familia) español y benemérito. Es necesario re-
Corrientes, Concepción del Bermejo y Santa Fe en todos los órdenes. Su cordar que los portugueses –incluso durante el período de unión de las
importancia a escala imperial no derivaba solamente del incremento Coronas, entre 1580 y 1640– nunca dejaron de ser considerados extran-
del número de sus habitantes o del eficaz aprovechamiento del espacio jeros, y sus detractores siempre los tildaron de cristianos nuevos, de ju-
rural más próximo: su ubicación y los agentes que la poblaron le dieron díos o de judaizantes.
pronto el perfil de una ciudad bien comunicada donde podían hacerse Hernandarias había encontrado un modo “legal” de perseguirlos: co-
negocios legales y también los que no estaban permitidos –para los cua- mo no eran considerados naturales de los reinos de Castilla, para resi-
les se encontraba la manera–. dir en cualquier ciudad de la Monarquía hispánica necesitaban, como
La designación de Buenos Aires como cabecera de la nueva goberna- cualquier extranjero, una licencia. Por lo tanto, en varias ocasiones dis-
ción del Río de la Plata significó esta vez la victoria de un proyecto que puso aplicar la Cédula de 1602 en la que se ordenaba expulsar de
completaba el de Garay y al mismo tiempo lo liquidaba: Buenos Aires Buenos Aires a todos los portugueses que no tuvieran licencia para re-
había desplazado a Asunción como centro neurálgico en el mundo rio- sidir en esa ciudad.
platense y se despegaba del lejano gobierno paraguayo. Los grupos de El inicio del gobierno de Góngora, a los efectos de la historia que
productores y de comerciantes que controlaban el gobierno del cabildo aquí se cuenta, sirve para datar la temprana consolidación de Buenos
de Buenos Aires dieron por finalizada su dependencia de Asunción y Aires como un puerto que tendría un movimiento comercial más allá
de las familias que hasta entonces habían intentado mantener el control del planificado dentro del monopolio hispánico y el inicio de una ex-
político del territorio (cuya figura más visible fue el yerno de Garay, periencia política diferente, como cabecera de una gobernación.
72 TRAS LAS HUELLAS DE UN TERRITORIO (1513-1794) HISTORIA DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES 73

CABECERA DEL GOBIERNO Y DE LA JUSTICIA grandes jurisdicciones: lo mismo ocurrió con las menores, ya que allí
PARA LOS CUERPOS Y LAS ALMAS donde un cabildo designaba un alcalde de la hermandad pocos meses
después se erigía (casi siempre) una parroquia.3 Los gobiernos de lo
Como se explica en el capítulo redactado por Fernando Jumar, durante temporal y de lo espiritual se desarrollaron territorialmente siguiendo
el siglo XVII la ciudad de Buenos Aires se convirtió en la puerta de en- ritmos muy próximos, mas todo en conjunto era parte de un mismo y
trada de una economía que conectaba a Cuyo y Chile al oeste, Santa Fe único entramado político.
y Corrientes al norte, pero también a todo el camino real hasta las puer- Mientras Buenos Aires fue ciudad sufragánea de Asunción, solo de-
tas de Potosí con el mundo atlántico. Este rol articulador que Buenos pendieron de ella algunos “pagos” sobre los cuales ejercía el gobierno
Aires jugó entre el mundo europeo y los territorios que se extendían a través de dos alcaldes de la hermandad. Pero desde que adquirió la
más allá de sus términos puso en juego la idea de que los caminos que condición de cabecera de gobernación, disfrutó de nuevos derechos y
salían desde la cabecera de la gobernación hacia el Salado, hacia Cuyo, contrajo nuevas obligaciones respecto de las otras ciudades que compo-
Córdoba o Santa Fe conducían a un interior mientras que el mar, el bor- nían esta nueva “provincia”: en ese momento (1617) Santa Fe, Concep-
de más continental del océano Atlántico, era el ancho portal que comu- ción del Bermejo y Corrientes.
nicaba con el mundo exterior. En primer lugar, el gobernador tenía derecho a enviar a cada una de
Felipe III ordenó una nueva división territorial para el área: empla- ellas un teniente, alguien que estuviera allí en nombre suyo (un repre-
zó la ciudad de Buenos Aires como cabecera de la nueva gobernación sentante). Pero hasta entonces, los hombres que habían oficiado de te-
del Río de la Plata (17 de diciembre de 1617) y atribuyó igual número nientes del gobierno de Asunción en las otras ciudades (incluida Buenos
de ciudades (cuatro para cada una) y una extensión más o menos equi- Aires) siempre habían sido hombres vinculados con familias avecinda-
tativa para cada gobernación. Muy poco después, y como movimiento das en la ciudad de destino, incluso de las más antiguas. Diego de
correlativo para acompañar la división de la gobernación temporal pa- Góngora y algunos de sus sucesores intentaron imponer un nuevo esti-
raguaya, se hizo lo propio desde lo eclesiástico y, dividiendo el de lo, designando como sus tenientes a hombres de su confianza pero ex-
Asunción, se creó el nuevo obispado de Buenos Aires (1620). traños para los vecinos de las ciudades. Esta situación molestó a los ve-
Uno de los síntomas del temprano éxito de Buenos Aires en su rol cinos de Santa Fe y Corrientes, causando conflictos donde los vecinos
de sede y centro de gobierno secular y eclesiástico es el peso con el cual resistieron estas designaciones, por ejemplo, sacando a relucir viejas y
el nombre de la ciudad se impuso a los territorios que encabezaba: la siempre incumplidas leyes con las cuales conseguían dilatar la acepta-
gobernación, creada con el nombre de Río de la Plata, fue conocida e in- ción de estos tenientes hasta que provocaban la designación de alguno
cluso nombrada oficialmente como “Gobernación de Buenos Aires”; lo que suponían más adecuado para su propio juego político. En otros ca-
mismo sucedió con el obispado. La mimesis entre el nombre de la ca- bildos, como en el de Corrientes, esta mediación entre el teniente y el
beza (la ciudad) y el resto del cuerpo (la gobernación) expresa bien el cabildo fue asumida en alguna ocasión por un interventor externo.
valor que esta cabeza tenía para ese cuerpo y aun el que iba adquirien- Un teniente de gobernador, aparte de presidir el cabildo, se desem-
do dentro del esquema policéntrico de la monarquía. peñaba como la justicia mayor en la ciudad y tenía también la función
A la división de esta gobernación correspondió la del obispado: así de “capitán de guerra”: era el máximo responsable a la hora de tomar
se crearon la Gobernación de Buenos Aires (1617) y obispado homóni- decisiones sobre las cuestiones más urgentes. En ciudades que eran bá-
mo en 1620. Pero esta simetría entre los gestos territoriales para organi- sicamente “fronteras” y que estaban en permanente “guerra con el in-
zar el gobierno de lo civil y de lo religioso había comenzado en el siglo dio”, su condición de máxima autoridad militar los ponía muchas ve-
XVI (el cabildo de Asunción fue creado en 1541 y el obispado del ces frente a situaciones complicadas, durante las cuales tenían que
Paraguay, con sede en la misma ciudad, en 1547) y no se limitó a las decidir entre la defensa de la ciudad (cuyo cabildo presidían) o la asis-
74 TRAS LAS HUELLAS DE UN TERRITORIO (1513-1794) HISTORIA DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES 75

tencia a la cabecera de la gobernación (de cuyo titular era el brazo po- Mapa 2. Audiencias y “provincias” hacia 1785.
lítico). Por lo tanto, su autoridad para movilizar en una u otra dirección
a las milicias locales no siempre era mansamente obedecida por los ve-
cinos, y era segura fuente de dolores de cabeza.
En los cabildos sufragáneos, las quejas a causa de las exigencias de
Buenos Aires eran frecuentes. En septiembre de 1621, es un ejemplo tem-
prano, el gobernador Góngora visitó la ciudad de Santa Fe y exigió cin-
cuenta hombres para que lo acompañaran en su viaje a las otras ciudades
del norte, Corrientes y Concepción. El cabildo santafesino los negó argu-
mentando escasez de hombres pero también que aquellas ciudades nun-
ca habían socorrido a la de Santa Fe. En cambio, cuando en 1624 el go-
bernador Céspedes reclamó la asistencia de vecinos de todas las ciudades
invocando el peligro que significaba la amenaza holandesa sobre el puer-
to de Buenos Aires apenas reiniciada la Guerra de Flandes, todos los ca-
bildos sufragáneos respondieron inmediatamente enviando sus milicias.
Pero no todo era mando e imposición para las ciudades sufragáneas
de la gobernación: los vecinos también tenían su manera de plantear re-
clamos y sugerencias. Los cabildos nombraban procuradores que viaja-
ban a la cabecera o incluso a la lejana Real Audiencia de Charcas para
presentar quejas, gestionar recursos, presentar pleitos o solicitar algún
tipo de exenciones o privilegios. Las licencias para explotar el ganado
cimarrón (llamadas “de vaquear” o para “hacer vaquerías”), por ejem-
plo, debían ser emitidas por el gobernador de Buenos Aires, lo cual mo-
tivaba que ciertos vecinos a quienes la representación del procurador
Fuente: Elaboración propia en colaboración con Inés Rosso.
no les resultaba completamente satisfactoria, se movilizaran personal-
mente para obtener estas valiosas habilitaciones y, de paso, realizaban
Las relaciones entre la cabecera y las ciudades sufragáneas no tuvieron
otros negocios en la ciudad porteña.
solamente contenidos conflictivos; aunque Santa Fe y Buenos Aires
Cuando la cabecera significaba un obstáculo para sus intereses, las
mantuvieron un largo pleito por la cuestión del Puerto Preciso, no fue
ciudades sujetas a ella debían acudir a una autoridad superior: en 1625,
imposible que durante el mismo período se produjeran situaciones de
por caso, los santafesinos solicitaron ante la Real Audiencia de Charcas
colaboración. Griselda Tarragó ha mostrado la muy buena recepción
la instalación de una aduana (como la que en 1621 se había instalado
que tuvo en los sectores acomodados de Santa Fe el conjunto de medi-
en Córdoba). En 1726, por citar otro ejemplo, Santa Fe, a través de con-
das que Bruno Mauricio de Zabala implementó desde 1732. De hecho,
tactos en la Corte, se dirigió directamente al Rey, de quien obtuvo una
Zabala se apoyó en miembros notables de los clanes más asentados en
Cédula que la designaba Fe como “puerto preciso”, es decir, paso obli-
Santa Fe a fin de articular mejor la defensa de los distintos frentes que
gado y con derecho a cobrar impuestos sobre todas las mercaderías que
las ciudades enfrentaban contra las comunidades indígenas, creando
bajaban desde Asunción por río, lo cual perjudicaba notoriamente a
nuevas reducciones en el norte y llevando tranquilidad relativa a las
Buenos Aires, sede de la gobernación.
poblaciones a partir de alianzas con jefes mocovíes y abipones.
76 TRAS LAS HUELLAS DE UN TERRITORIO (1513-1794) HISTORIA DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES 77

Otros cabildos estuvieron bajo la jurisdicción de la gobernación de cerró sus puertas por falta de Jueces letrados y nada de la poética sobre
Buenos Aires durante el siglo XVIII. El de Montevideo, ciudad funda- la reunión de las provincias del Paraguay y el Río de la Plata volvió a
da por Bruno Mauricio de Zabala en 1726, permaneció bajo su égida ser invocado –algo que, por supuesto, desde Buenos Aires era percibi-
hasta 1751, cuando fue creado el gobierno político y militar de do como una carga–.
Montevideo. Había sido organizado también en 1730, año en que se Durante el Siglo de las Luces fueron varios los intentos que desde
crearon varios pueblos y curatos. Otro de los pagos donde se había Buenos Aires se hicieron para obtener su restablecimiento. En 1748,
creado un curato en 1730 –el de Luján– adquirió la calidad de villa José de Andonaegui expresaba al marqués de la Ensenada la necesidad
con cabildo en 1756. No obstante el indudable interés que podría re- de volver a emplazar en Buenos Aires una Audiencia para que con su
vestir la ilustración de conflictos y colaboraciones entre la cabecera y “Regia representación corrija los errores y ponga en formalidad y orden
estas ciudades, para terminar la reflexión sobre el tema de este capí- el estilo de los tribunales que corre con lamentable desconcierto por no
tulo preferimos enfocar algunos episodios políticos del último cuarto querer así jueces, abogados como escribanos desasirse de las malas
del siglo XVIII. prácticas y dilatorias en que están impuestos”.4 Estas breves líneas sin-
Buenos Aires también fue sede del máximo tribunal de justicia resi- tetizan el argumento más recurrentemente esgrimido para impulsar su
dente en América: la Real Audiencia. Lo fue en dos ocasiones: entre reinstalación: los jueces (se decía en la época) sin controles letrados
1661 y 1672 y entre 1785 y 1812, cuando el “Reglamento de Institución cerca, se desempeñaban de manera “desordenada” o “arbitraria”, ca-
y Administración de Justicia del gobierno Superior Provisional de las yendo frecuentemente en abusos de autoridad.
Provincias Unidas del Río de la Plata” la reemplazó por una Cámara de Desde la creación del virreinato se impulsó en Buenos Aires una
Apelaciones. La creación de la primera Real Audiencia respondió a re- fuerte embestida contra la justicia lega –absolutamente dominante en la
clamos y urgencias planteados a la Corona por varios sectores de la so- baja justicia, pero también en la justicia ordinaria, entre alcaldes de ca-
ciedad rioplatense, que entendía necesario y conveniente asentar una bildos– y Vértiz promovió la obligatoriedad de la asistencia de tenien-
sede del máximo tribunal en Buenos Aires, para evitar los costosos des- tes letrados en los cabildos, intención que se vio confirmada entre 1783
plazamientos a la ciudad de La Plata (Chuquisaca, sede de la Real y 1784 por sendas medidas de Francisco de Paula Sanz (gobernador-in-
Audiencia de Charcas). Una Real Cédula de 1662, hace referencia a tendente de Buenos Aires) y el virrey Loreto. De hecho, una de las preo-
ciertos perjuicios que habría acarreado para rioplatenses y paraguayos cupaciones más importantes de los primeros oidores fue la de regulari-
la división del gobierno temporal y espiritual implementado en 1620 y zar las justicias inferiores y la de asegurar la presencia de asesores
que la creación de esta Real Audiencia era un gesto que respondía a la letrados en las ciudades sufragáneas.
voluntad de “…que se volviesen á unir y poner en la forma que antes En este sentido, alcaldes ordinarios (pero sobre todo jueces provin-
estaban […] y con volver á unir el Gobierno de ellos, en lo espiritual y ciales y los alcaldes de la hermandad) fueron objeto de lo que Antonio
temporal, se acudirá al remedio de los trabajos que se dice han padeci- Manuel Hespanha ha denominado la violencia dulce con la cual los ma-
do y padecen sus habitadores y se evitarán en lo de adelante…”. gistrados de extracción letrada reconvenían a los prácticos que, en su
Concretamente, el Rey pedía un informe a la Audiencia sobre la posibi- rusticidad, probablemente no dominaban las finezas de los procedi-
lidad cierta que veían de progresar en esta nueva reunión de ambas pro- mientos pero conocían los códigos culturales de una sociedad que, aun-
vincias. que básicamente iletrada, tenía una cultura jurídica basada en las cos-
Sin embargo, un ambiente cultural poco propicio para la “cultura le- tumbres y en la experiencia.
trada” y un volumen de trabajo que no volvía completamente impres-
cindible el sostenimiento del Tribunal hizo que en 1671 la situación re-
virtiera a su estado anterior. La Primera Audiencia de Buenos Aires
78 TRAS LAS HUELLAS DE UN TERRITORIO (1513-1794) HISTORIA DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES 79

EL GOBIERNO DE LAS CAMPAÑAS, EL GOBIERNO EN LAS CAMPAÑAS el final del año de 1784 y a comienzos del año siguiente, a instancias
de una orden del gobernador-intendente Francisco de Paula Sanz para
Si el modo de organizar el territorio en los campos sujetos a la jurisdic- reducir la delincuencia en los caminos y las campañas, el cabildo de
ción de la ciudad consistía en articular el gobierno de la población a par- Buenos Aires designó nada menos que nueve alcaldes de la hermandad.
tir de varios dispositivos (eclesiásticos, militares y de gobierno), existe Lo hizo para los pagos de Arrecifes (donde había capilla desde 1730, lo
un momento clave a partir del cual una figura en particular se multipli- mismo que en Merlo y en Areco); Baradero (donde funcionaba la reduc-
ca y a través de su agencia podemos observar transformaciones en un te- ción de Santiago Apóstol desde 1615); San Nicolás (donde había pue-
rritorio que se provincializaba al estilo que proponían los borbones. blo y capilla de San Nicolás de Bari desde 1748); Pergamino (donde ha-
En 1778 el Virrey Vértiz segregó los partidos de Gualeguaychú, bía una guardia desde 1749); San Pedro (donde había pueblo y
Gualeguay y Uruguay de la jurisdicción del cabildo sanfatesino, y creó convento desde 1751); Morón (donde funcionaba la capilla del Buen
la comandancia de la costa del Uruguay al mando del porteño Agustín Viaje desde 1769); Quilmes (donde funcionaba la reducción de indios
Wright. Desde entonces, “la Otra Banda del Paraná” (nombre que lleva Quilmes y Acalianes desde 1666); San Vicente y Exaltación de la Cruz.
el sello del mirador santafesino) se fracturó jurisdiccionalmente en dos Hacia el final de 1785, la campaña bonaerense estaba dividida en trece
grandes sectores: la costa del río Paraná, todavía dependiente del cabil- partidos. Cuando en 1786 se restableció el cabildo de Luján, quedaron
do santafesino, y la del Uruguay, con autoridades propias pero subordi- bajo su jurisdicción los pagos de San Antonio de Areco, Pilar y
nadas directamente a las de Buenos Aires. En 1782, a partir del accio- Exaltación o Cañada de la Cruz, con sus respectivos alcaldes de la her-
nar del Ayudante Mayor del regimiento de Dragones de Almanza, mandad. En otras ciudades sufragáneas, como en Santa Fe, las divisio-
Tomás de Rocamora, se crearon las villas con cabildo de Concepción nes en pagos se detuvieron con la creación de un solo alcalde de la her-
del Uruguay, Gualeguay y Gualeguaychú (1783): además de escindirlas mandad (Coronda en 1784), pero desde 1789 éstos fueron auxiliados
de la administración santafesina –para algunos agentes lejana e inefi- por jueces pedáneos y comisionados a cargo de distritos más pequeños
ciente– estas campañas protagonizaron un brutal crecimiento durante incluidos dentro de los partidos. Lo que resulta interesante en estos ca-
el último cuarto del siglo XVIII, y en muy poco tiempo pasaron de ser sos es que fueron los vecinos los que solicitaron la creación de las pe-
territorios “rurales”, sujetos al cabildo bonaerense por un alcalde de la danías (con los mismos argumentos que utilizó el gobernador intenden-
hermandad, a villas con cabildo, vinculadas con la gobernación. Esta te para crear las alcaldías en Buenos Aires) y el virrey se limitó a
vía de transformación del vínculo político entre la campaña entrerria- confirmar las nuevas judicaturas cada vez que el cabildo santafesino re-
na y la sede del virreinato y la intendencia fue, de cualquier modo bas- mitía un informe avalando el pedido.
tante excepcional. Esta modalidad de asignar a los vecinos de los pagos rurales capaci-
Como lo subrayó hace tiempo Juan Carlos Garavaglia, a comienzos dades de gobierno y justicia sobre sus convecinos dio lugar a largos y di-
del siglo XVIII el cabildo de Buenos Aires designaba apenas dos alcal- versos conflictos donde la disputa de recursos materiales pero también
des de la hermandad, pero en 1815 éstos habían llegado a ser 25. El in- (y a lo largo del tiempo, sobre todo), derechos de circulación de bienes
cremento de su número fue generado por supuesto por un incremento y personas se dirimía entre agentes muy próximos, concientes de sus ne-
de la población en las campañas; pero también expresa una manera de cesidades, de sus relaciones más inmediatas, de sus realidades concre-
abordar el problema del gobierno de las poblaciones rurales y de plan- tas. Las atribuciones de estos jueces rurales fueron materia de preocupa-
tearse la organización del territorio. ción para las más altas autoridades de la gobernación-intendencia y del
En este sentido, un puñado de decisiones dejarán una marca de lar- virreinato, pero –junto a las guardias militares, los fortines y las parro-
ga duración en la organización política del territorio de la gobernación- quias– constituyeron la esencia del diseño de un gobierno de los cam-
intendencia (esto es, de la borbónica provincia) de Buenos Aires: sobre pos. Juan Carlos Garavaglia, en su estudio sobre Areco, señaló que una
80 TRAS LAS HUELLAS DE UN TERRITORIO (1513-1794) HISTORIA DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES 81

de las funciones más importantes y permanentes de estos alcaldes du- formar y profesionalizar la administración de “las Indias”. El intendente
rante todo el período de vida de la institución fue la de controlar a la po- (que en Buenos Aires al comienzo fue “intendente de ejército”) estaba al
blación flotante de hombres jóvenes, migrantes y solteros, que anual- cuidado de todos los ramos de gobierno, hacienda, guerra y justicia. Los
mente llegaban “a la campaña para conchabarse en las tareas agrícolas y conflictos entre intendentes y virreyes no se hicieron esperar y así fue co-
ganaderas, asegurándose, ante la amenaza de la prisión o del recluta- mo en Buenos Aires, la intendencia fue asumida desde 1788 por el mis-
miento forzoso, que efectivamente se enganchen como trabajadores asa- mo virrey y en 1792 éste tuvo atribuciones para suspender a los subdele-
lariados”. Este rol, continúa Garavaglia, lo ponía en contacto “(y con fre- gados de guerra y hacienda que los intendentes hubieran nombrado en
cuencia, en abierto conflicto) con el comandante de las milicias locales, las ciudades (reemplazo de los antiguos tenientes de gobernador).
otro de los personajes destacados en el ámbito local del poder”. Tam- La denominación de “Provincia”, utilizada muchas veces como uni-
bién cumplieron una función mediadora, asumiendo un “…difícil pa- dad de resguardo o como sinónimo de gobernación, devino finalmente
pel de voceros de la sociedad local frente a las exigencias de ese estado designación intercambiable con la de “gobernación-intendencia”. En la
en construcción (exigencias sobre todo de hombres y de recursos para Real Ordenanza de Intendentes de 1782 se las utiliza indistintamente,
el ejército)”.5 Estas apreciaciones de Garavaglia sobre Areco son perti- y –con sendos nombres– es la unidad privilegiada de atención en el
nentes también para caracterizar el rol de estos agentes a lo largo y a lo nuevo diseño territorial imaginado para la vasta extensión rioplatense.
ancho del territorio sobre cuya historia estamos hablando. Su uso, frecuente en la Recopilación de 1680, se generalizó con Felipe
V “para todos los antiguos reinos integrantes de la monarquía”. Las go-
bernaciones-intendencias, con capital en una ciudad, fueron los dispo-
EPÍLOGO sitivos clave con los cuales se pensó el gobierno del territorio en la Real
Ordenanza de Intendentes del año 1782.
A la condición de cabecera de gobernación, la ciudad de Buenos Aires La provincialización de Buenos Aires puede explicarse a partir de la
sumó la de capital del flamante virreinato rioplatense (en 1776) y, des- pista del nombre, pero la sustancia de esta explicación no está en las
pués de 1784 (cuando se implementaron algunos aspectos de la Real mutaciones del significante, sino en las transformaciones que fue expe-
Ordenanza de Intendentes de 1782) cabecera de la gobernación-inten- rimentando el modo en que la ciudad como dispositivo político actuó
dencia del Centro o de Buenos Aires. En 1785, Buenos Aires fue de nue- en la especialización de sus entornos inmediatos, en la manera en que
vo (como en el siglo XVII) sede de Real Audiencia y, entre las primeras se dirimió la comunicación política entre Buenos Aires y otras unida-
medidas que tomó Carlos IV al asumir el trono en 1788, resolvió que la des territoriales durante su extensa experiencia como cabeza de gobier-
superintendencia general de la Intendencia de Buenos Aires fuera asu- no y, sobre todo, en el espacio que diseñaron las relaciones sociales y
mida por el Virrey del Río de la Plata. Hacia 1788, entonces, Buenos las instituciones (religiosas, militares, políticas y judiciales) que aque-
Aires era sede de una Real Audiencia, de un obispado, cabecera de un llos hombres y mujeres se dieron para organizarse.
virreinato, de una gobernación-intendencia (de una Provincia), esto es,
el teatro de una experiencia inédita en el área en lo concerniente a la
concentración de instituciones de poder político en una ciudad cuya NOTAS
población no superaba los veinticinco mil habitantes. En 1794, refren-
1
dando el potente rol comercial de la ciudad y la preeminencia de los Juan Carlos Garavaglia, “La cuestión colonial”, en Nuevo Mundo – Mundos
comerciantes en la misma, fue también sede de un consulado. Nuevos, disponible en http://nuevomundo.revues.org/441, puesto en línea el 8
de febrero de 2005.
El régimen de Intendencias, experimentado en la Península sobre to- 2
Que en lengua guaraní significa “Grande”.
do para la organización del sector militar, perseguía como propósito uni-
82 TRAS LAS HUELLAS DE UN TERRITORIO (1513-1794) HISTORIA DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES 83

3 Remito al capítulo que en este mismo libro escribe María Elena Barral. Bernand, Carmen: Historia de Buenos Aires, FCE, Buenos Aires, 1999.
4 José María Mariluz Urquijo, “La Real Audiencia de Buenos Aires y el Juzgado de Birocco, Carlos María: Del Morón rural al Morón urbano, Buenos Aires, edición
Provincia”, Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1975, p. 143. del autor, 2009.
5 Juan Carlos Garavaglia, San Antonio de Areco (1680-1880). Un pueblo de la cam- Cacopardo, Fernando: “El Estado en la definición territorial de la Argentina del
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mismo nombre conformaron una provincia única durante la mayor par-
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un pequeño sector de la actual provincia se encontraba bajo dominio
colonial, mientras que la mayor porción siguió bajo control de grupos
indígenas autónomos hasta muy avanzado el siglo XIX. Se trataba de un
territorio relativamente móvil, en disputa, pero que no alcanzó a pasar
la línea del río Salado hasta luego de la revolución de Mayo.
Por otro lado, la ciudad de Buenos Aires y también la estrecha fran-
ja del territorio rural a ella subordinada se vinculaban estrechamente
con un espacio mucho más vasto, tanto desde el punto de vista admi-
nistrativo como económico. Buenos Aires integró el Virreinato del Perú
hasta 1776, así como estaba sujeta a la Audiencia de La Plata en el Alto
Perú, pero a la vez era cabeza de una gobernación (luego, con la crea-
ción del virreinato, de una Intendencia) que incluía a diversos territo-
rios del litoral y la Banda Oriental. Y desde el punto de vista económi-
co estaba fuertemente integrada a una economía todavía más dilatada
que abarcaba varios continentes.

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