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Educación, política

social, desarrollo
económico
EDUCADOR. El desarrollo y transmisión de conocimientos constituyen una
prioridad, sobre la base de la afirmación de que el conocimiento...

04/10/2011 02:00







EDUCADOR

El desarrollo y transmisión de conocimientos constituyen una prioridad,


sobre la base de la afirmación de que el conocimiento es determinante
para el progreso de los pueblos. Podemos entonces decir que la labor de
las políticas educativas está orientada por tales aspectos como:

La reducción y eliminación del analfabetismo, la falta de escolarización, la


repitencia, el abandono y el deterioro de la calidad de la educación, ya
que estas debilidades constituyen puntos altamente vulnerables que
pueden hacer improbable el desarrollo óptimo de una determinada
comunidad. La generación de condiciones educativas que fomenten
técnicas, conocimientos, valores y aptitudes necesarias que acrecienten
las posibilidades de la población para alcanzar niveles educativos
adecuados, sin obviar el principio de equidad. A través de esta acción, la
educación puede contribuir satisfactoriamente al incremento de la
participación del individuo en la transformación de la sociedad y
promover el desarrollo.

Los cambios económicos son fundamentales para la adopción de


políticas educativas complementadas con políticas de empleo que
pueden contribuir a la incorporación de más y más elementos al
competitivo mercado laboral. En otras palabras, la educación debe estar
en conformidad con las necesidades y realidad social de la comunidad
para garantizar la formación de individuos capaces. Por medio de esta
acción se puede incluso constituir una condición que favorezca el
incremento de la productividad y la competitividad.

Adicionalmente, afirmase que los adelantos en materia de tecnologías


hacen necesaria una constante actualización de las capacidades de la
población. Por tal razón, el proceso educativo no se subordina
únicamente a la formación de la población discente, sino que involucra el
‘perfeccionamiento continuo de los profesionales’. De esta forma
podemos aspirar a un modelo educativo más efectivo que revierta en el
mejoramiento de la capacidad laboral y el desarrollo socioeconómico.

En este nuevo siglo, la educación se constituye en el medio principal para


hacerle frente a tales retos como la promoción y consolidación de un
desarrollo económico y social, la profundización y ampliación de los
procesos de integración y su inserción en un mundo en constante
cambio nutrido por adelantos en el área de la ciencia, la tecnología y la
producción. En otras palabras, la educación es entonces un elemento
crucial, un proceso eminentemente social, dirigido a maximizar el rango
de oportunidades en beneficio de la población, dentro de un marco
democrático.

Decir que la educación constituye un medio indispensable para


acrecentar el desarrollo de nuestras sociedades no es simplemente una
propuesta. De hecho, dícese que la educación es un proceso propicio que
puede nutrir el crecimiento y desenvolvimiento de los pueblos, e incluso
elevar sus aspiraciones dentro del competitivo mundo moderno.
Tenemos entonces que tomar en cuenta que la educación como medio
para el desarrollo se apoya en principios que dan una dirección más
precisa con respecto a un fin primordial del proceso: el desarrollo como
mecanismo ideal para la superación.

Afírmase entonces que el desarrollo educativo y cultural de una


comunidad es fundamental en la solidificación de una sociedad sentada
sobre bases democráticas y que la educación es esencial en la formación
de individuos solidarios, participativos, productivos y respetuosos. Al
sustentar la importancia del desarrollo de una comunidad y el papel del
proceso educativo, resulta obvio suponer que ambos conceptos deben
estar estrechamente vinculados en una especie de ecuación en la cual el
desarrollo corresponde directamente a la educación.

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Análisis de la educación
en Panamá
No es mi intención hacer de este escrito mi propia catarsis sobre este tema que
tantas ideas propositivas necesita

06/02/2017 01:00







La educación panameña está viviendo probablemente su momento más
difícil en los últimos años, vivimos hoy en día una grave crisis educacional
que está lejos de ser una eventualidad imprevista. La agenda de los
educadores en los últimos tiempos se ha limitado a maniobrar sobre la
pretensión de un mejor reconocimiento económico por el desempeño de
su labor. El Ministerio de Educación, en ningún Gobierno en los últimos
20 años, se ha comprometido a desarrollar y ejecutar una agenda de
Estado en el tema educacional que perdure y trascienda el tiempo de
‘vida política' de ‘n' administración. Por su parte los estudiantes,
totalmente obnubilados y abrumados por el tema, se segmentan entre
quienes exigen cambios en el modelo de educación, pero son muy pocos
y pobremente organizados, y la mayoría, a la que simplemente no le
interesa el tema.

No es mi intención hacer de este escrito mi propia catarsis sobre este


tema que tantas ideas propositivas necesita. Más bien quiero compartir
algunos datos y reflexiones para poner en contexto ciertas cosas sobre
esta coyuntura que puedan facilitar el entendimiento de una
problemática que nos afecta a todos. La juventud panameña se enfrenta
a una época difícil por la cual debemos bregar todos, en conjunto, para
ver realizada nuestra aspiración de un desarrollo sostenible garantizado
para esta y futuras generaciones.

Primero veamos algunos componentes positivos que podemos


exteriorizar de la gestión de educación en los últimos años en vista a la
meta del ‘Desarrollo Sostenible'. Panamá, como sabemos, ha sido sujeto
de un crecimiento económico acelerado en los últimos años,
acercándose a países de alto ingreso en Latinoamérica como Chile o
Uruguay. Estas altas tasas de crecimiento han sido facilitadas por
condiciones de inversión favorable en conjunto a una exponencial
disponibilidad de capital humano preparado. Esta aseveración se
materializa al ver que del 2001 al 2015 la tasa de formación académica
formal aumentó de un diecisiete a un veintiséis por ciento (17 % a 26 %,
según datos procesados por el BID). Ubicando a Panamá por encima del
promedio de tasas de graduación en la región (4 de cada 10 jóvenes
panameños asiste a la universidad).

A pesar de esto, el crecimiento económico al cual constantemente vemos


referenciado en prácticamente cada discurso de reivindicación política en
este país, no se ha traducido en una reducción significativa de la
desigualdad. En promedio, el crecimiento económico en Panamá ha
generado una mayor demanda de capital humano con bajo nivel
educativo, a pesar de los importantes cambios que se han dado en el
núcleo productivo, las ocupaciones no han diversificado en dirección de
aquellas que requieren mayores niveles de habilidad técnica. Por lo que
las plazas de empleo de mayor margen lucrativo están siendo difíciles de
llenar por falta de personal capacitado.

Los indicadores de las pruebas PISA en Panamá, vislumbraron en el año


2009 que solo 3 de cada 10 estudiantes de 15 años podían leer un texto y
comprender su significado, y solo 2 de cada 10 podían realizar un cálculo.
Para que tengan una idea de calidad de la educación istmeña. Poniendo
en contexto, el nivel cualitativo de nuestro modelo educacional en
comparación a otros países de la región latinoamericana es terrible. Los
estudiantes de mejor desempeño en Panamá tienen cifras de
desempeño semejantes a los estudiantes de más bajo desempeño en
Chile. Además de ser el país con mayor brecha de desigualdad entre
educación pública y privada en la región, los estudiantes de colegios
rurales están casi un año rezagados en comparación a las escuelas
urbanas. Y ni entramos a hablar de los estudiantes pertenecientes a
pueblos originarios, ya que ese tema merece un análisis y redacción de
otras proporciones.

Al analizar este escenario la pregunta más evidente es ¿por qué tenemos


una calidad de educación tan baja y perversa? ¿Será por la falta de
recursos?, o ¿por la calidad de la infraestructura educativa?, o ¿por la baja
calificación de los docentes en el sistema escolar? La realidad es que nos
hace falta un poco de todo lo que he señalado. El sistema de educación
pública en Panamá es el que menos gasta en comparación a otros países
de la región en términos del PIB. Además de tener uno de los niveles más
bajo de gasto anual por alumno (1069 dólares, en comparación a Chile,
por ejemplo, que invierte 3055 dólares por estudiante).

Por otro lado, la calidad de los educadores es otro tema importante a


discutir dentro de la agenda educacional. Si bien los educadores
panameños son de los de mayor experiencia en la región —en términos
de años laborando en el sistema educacional— son de los menos
preparados profesionalmente también. Y ante una sociedad globalizada
y competitiva, donde el estar al tanto de las nuevas metodologías y
prácticas pedagógicas, coadyuvadas por las distintas herramientas que
nos ofrece la tecnología, es algo clave, y hasta tácito, es irresponsable no
tener un plan que avizore este reto como una realidad. Esta carencia de
iniciativa política nos debe motivar a dar un empujón claro a tomar cartas
sobre el asunto y empezar a apostar por la profesionalización de la
carrera docente, transformándola desde sus cimientos para atraer,
desarrollar, motivar y retener a los mejores educadores.

ESTUDIANTE DE DERECHO E INNOVADOR SOCIAL.

‘Si bien los educadores panameños son de los de mayor experiencia en la


región —...— son de los menos preparados profesionalmente también'

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