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Asociación
Latinoamericana de Sociología, Guadalajara, 2007.
Cita:
Andrés Pérez Magaña (2007). Organización e identidad local en el
manejo de los recursos naturales en San José Cuanajillo, Michoacan,
México. XXVI Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología.
Asociación Latinoamericana de Sociología, Guadalajara.
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ORGANIZACIÓN E IDENTIDAD LOCAL EN EL MANEJO DE LOS RECURSOS
NATURALES EN SAN JOSE CUANAJILLO,
MICHOACAN, MEXICO
INTRODUCCIÓN
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El referente empírico de esta investigación fue la comunidad de San José Cuanajillo, una
de las 88 que forman el Municipio de Salvador Escalante. El territorio cuanajillense se
ubica al Suroeste de la cabecera municipal, entre los 101º42’ de longitud Oeste y los
19º18’ de latitud Norte, a una altitud de 2,068 msnm, en la subprovincia Neovolcánica
Tarasca (INEGI 1981:49-50). La población que habita el territorio cuanajillense es de 199
personas de los cuales 96 son hombres y 103 mujeres, integrados en 40 unidades
domésticas, desglosadas en 72 matrimonios (INEGI 2003:315).
Para entender cuales son los rasgos organizativos e identitarios de los cuanajillenses
asociados al manejo de los recursos naturales necesitamos entender la dimensión social
del desarrollo endógeno, sus componentes y su caracterización, ambos fenómenos son de
naturaleza compleja y en el siguente apartado los analizaremos brevemente por el espacio
que tenemos para hacerlo.
Partimos de que la génesis del desarrollo sustentable puede ubicarse desde dos líneas, la
primera la han trazado una variada cantidad de movimientos sociales en los que participan
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distintos actores de la población mundial entre los cuales se puede encontrar a campesinos,
indígenas, mujeres, jóvenes, consumidores, académicos y ecológistas, quienes han vivido
en carne propia los efectos del desarrollo económico y desde su práctica cotidiana han
cuestionado su pertinencia para la naturaleza y la sociedad. La segunda línea ha sido
trazada desde la vía institucional, donde los daños ambientales y las presiones ciudadanas
han llevado a los Estados y a los organismos internacionales a plantearse la necesidad de
considerar las cuestiones ecológicas en la continuidad del desarrollo.
La primera línea señalada responde según (Leff 1996:27) a que el proceso de desarrollo
está generando diversas manifestaciones de resistencia que se oponen a las políticas de
globalización. Estas resistencias se articulan en la construcción de un paradigma
alternativo, la sustentabilidad, en el cual los recursos naturales y su forma de manejo
aparecen como potenciales capaces de reconstruir el proceso económico, en ello se
considera una racionalidad productiva en donde se plantea un proyecto fundado en la
diversidad cultural, la democracia y la productividad de la naturaleza, o como lo señala
(Martínez 1994, citado muy atinadamente por Morales 1999:26) se basa en el conflicto
entre la ecología y la economía denominándolo ecologismo popular.
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ambientales. De esta manera, la ciencia al investigar procesos más eficientes y el mercado
al asignar valor a los recursos naturales escasos, son entonces, las estrategias propuestas
para lograr el desarrollo sustentable.
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global, (Remmers 1998:294). Bajo la dimensión social se desestima la idea de que son las
organizaciones jurídicas las que llevan al éxito de la modernización, siendo la manera más
indicada de articularse con el mundo externo y apegarse a la modernización de la
agricultura. Un ejemplo clásico de las organizaciones no formales son los movimientos
sociales concebidos como luchas de poder que tienen como base las referencias morales y
la conciencia de conflicto con un adversario en defensa de una visión de la sociedad
(Touraine 1998:100-104).
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productiva, en términos de sacrificar productividad por armonía con el medio ambiente y la
sociedad, y las relaciones económicas y ecológicas entre actividades económicas y entre
sociedades e incluso países. Desde la economía ecológica se señala la dificultad para
valorar monetariamente los recursos naturales, se propone repensar las bases de la
economía convencional dada su incapacidad para considerar las cuestiones naturales y
busca las transformaciones necesarias para llegar a una nueva racionalidad productiva. De
acuerdo con (González de Molina 1994:100) la economía ecológica reivindica la necesaria
unidad entre las ciencias naturales con las sociales para atender el medio ambiente como
un sistema compuesto por subsistemas naturales, sociales y combinaciones
interdependientes que configuran una realidad dinámica de complejas relaciones. El
carácter global de la crisis de modernidad y de la globalización excluyente propician
relaciones económicas y ecológicas asimétricas, situación que sugiere una redefinición de
las relaciones con la naturaleza e incluso hay que repensar las relaciones entre grupos
sociales y entre países si realmente se quiere contribuir al desarrollo sostenible.
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dimensión epistemológica del desarrollo sostenible la ciencia es considerada como un
modo de generar conocimiento entre otros, mientras el saber, aunque se basa en el
conocimiento fundado, también incorpora un elemento ético esencial que forma parte de su
identidad y difiere del conocimiento científico en el sentido de que es práctico. En ese
sentido (Toledo 1992, citado por Sevilla y Woodgate 2000:90) plantean que los sistemas
de conocimiento local tienden a diferir del conocimiento científico en el sentido de que son
prácticos y están codificados en la cultura en lugar de ser teóricos y abstractos.
El potencial endógeno
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Estas dimensiones se pueden analizar y operacionalizar desde el concepto de potencial
endógeno por ser un factor crucial en la perspectiva de la sustentabilidad, siguiendo a
(Sevilla 1995:13), es en el ámbito local donde se encuentra el potencial endógeno, el cual
es de capital importancia para las dimensiones mencionadas antes, las cuales van
cambiando por la coevolución que ha ocurrido entre la sociedad y la naturaleza. La
caracterización e identificación del potencial endógeno, su fortalecimiento a través de las
formas de investigación participativa para la creación de infraestructuras agroecológicas y
la evaluación de estas actividades son para este autor los pasos iniciales para la
implementación desde lo local, de formas de desarrollo rural sustentables.
A partir de esta posición conceptual hemos optado por analizar la dimensión social de una
comunidad michoacana, desde dos de los componentes que en este artículo interesan: la
organización y la identidad.
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agroecosistemas para transmitir la necesidad de preservación de los recuros naturales
como legado a las generaciones futuras, estas premisas son recogidas por la perspectiva de
la sustentabilidad.
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Con la creación de estas formas organizativas en asambleas ejidales o de toda la
comunidad se dificulta pero no se hace imposible la malversación de fondos, beneficios,
materiales, equipo e inmuebles por parte de los órganos de gobierno local, aspectos que
forman parte del conflicto social local.
A manera de ejemplo, uno de los abusos mencionados ocurrió así, a principios de 1986 un
grupo representado por el 30% de los responsables de unidades domésticas de producción
campesina de San José Cuanajillo obtuvieron un financiamiento del Banco de Crédito
Rural, préstamo que se destinó a comprar dos tractores. Con estos tractores se trabajaron
las tierras del ejido a un precio más bajo por hectárea que el precio corriente en la región y
el tiempo libre de la maquinaria se dedicó a maquilar. El trabajo de la maquinaria y el
producto de ella era administrado por la mesa directiva antes mencionada, misma que
defraudó al grupo, en la información de los integrantes del grupo escuchamos: “...la
maquinaria no se pudo pagar debido a los malos manejos administrativos “se sentaron en el
dinero…”, por lo que el Banco en el año 2002 procedió a embargar la maquinaria para de
esa forma cobrar el adeudo. Ante esa presión el colectivo remató la maquinaria para pagar
la deuda, situación que debido a la solvencia económica de dos integrantes del grupo fue
aprovechada para comprar uno de los dos tractores. Mientras que el segundo fue vendido
al mejor postor fuera de la comunidad, dejando al colectivo sin maquinaria. Por otro lado
se constató la existencia de quejas de los campesinos, respecto a los múltiples desacuerdos
con la forma en que ejercen su función algunos lideres comunitarios.
En la práctica de los procesos organizativos es difícil establecer el límite entre una y otra
organización debido a que en ambas puede estar participando una misma persona. Sin
embargo, para ilustrar algunos de los esfuerzos organizativos y sobre todo encontrar
evidencias de su vinculación con el manejo de los recursos naturales, en cada forma de
organización analizaremos un proceso de organización informal, el grupo religioso, y una
forma de organización formal, el ejido, por ser estos colectivos los más antiguos en la
comunidad y por haber tenido la influencia de agentes externos para su integración.
La organización religiosa tuvo sus orígenes al interior de la religión católica, cuando los
habitantes de San José Cuanajillo deciden construir una capilla y solicitar al párroco de
Ixtaro que los atienda en su comunidad, después de ponerse de acuerdo con el párroco
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nombraron un representante de la capilla, el cual tiene como responsabilidad distribuir los
trabajos de limpieza y mantenimiento de la misma entre los habitantes de la comunidad, de
atender al sacerdote y religiosas cada vez que acuden a la comunidad a oficiar misa o
realizar algún otro evento religioso. Esta forma de organización facilita a la comunidad
organizar sus ritos religiosos y sobre todo aquellos relacionados con la agricultura, a través
de los cuales los campesinos enfrentan y se defienden a través de la fe católica de las
eventualidades climáticas que acontecen en la región y afectan tanto a sus cultivos como a
sus animales. Una forma de defensa la constituyen cuatro hechos clave en las actividades
religiosas: 1) ofrecer una misa al Santo patrón de los labradores, San Isidro, antes del inicio
de las lluvias “temporal” con la esperanza de que el próximo “temporal” sea bueno; 2)
realizar un segundo evento el día en que se festeja el Santo; 3) realizar un tercer evento en
el caso de que exista un periodo de sequía con el convencimiento de que el “temporal” sea
más benigno y; 4) la bendición de las semillas y los animales durante la celebración de una
misa el jueves de corpus.
Los cuanajillenses dicen que esta es quizá la forma de organización más antigua en la
comunidad y que a pesar de ser informal y religiosa tiene fuertes lazos que la relacionan
con los recursos naturales y la gestión de ellos. Se señala también que las actividades de
este grupo religioso han sido fundamentales en el mantenimiento de la cohesión social de
la comunidad, pues hasta dos veces por semana se concentra la población en el templo para
hacer algún evento religioso, pero antes y después del cual en la reducida explanada se
platica de otros asuntos, por otro lado, hasta 2002 no existía otra religión en San José
Cuanajillo la cual pudiera dividir a la población, como está ocurriendo en otras
comunidades parecidas en la región.
Se pasa ahora a revisar en forma breve la organización que se originó principalmente por la
influencia de agentes externos y que por sus raíces es de origen formal. El ejido es la forma
organizativa creada a partir de la reforma agraria que acompañó a la revolución mexicana.
El ejido es la forma organizativa y jurídica integrada por campesinos e indígenas que
después de 1915 fueron solicitantes de tierras al Estado y se beneficiaron de ellas por
resolución presidencial, a partir de las expropiaciones de haciendas y latifundios, como fue
el caso de los solicitantes de San José Cuanajillo que en 1937 afectaron la hacienda de
Cuanajillo. De esa manera en el país, el ejido, junto con la comunidad indígena, la
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propiedad privada, la propiedad de las colonias y la propiedad pública nacional se
constituyeron en formas de tenencia de la tierra con reconocimiento oficial.
A partir de 1937 los cuanajillenses adquieren de nuevo la tierra para dejar de ser peones o
jornaleros. Sin embargo, en la realidad actual de la comunidad después de seis décadas de
poseer el control de los recursos naturales y debido al aumento de la población ahora hay
más peones o jornaleros y emigrantes en la comunidad que los propios ejidatarios y
continúan en la extrema miseria. El ejido como organización formal, concebida y apoyada
por agentes externos ha sido incapaz de defender las demandas y cumplir con las
aspiraciones de los campesinos. A este respecto, (Uribe 1988:73-74) afirma que la
población nacional crece constantemente y que los sistemas de tenencia de la tierra en
todo su proceso, no contemplaron con suficiente antelación como resolver este problema y
esa es la razón por la cual se tenía un contingente cercano a los 4 millones de campesinos
para recibir tierra, que no la habían recibido, por lo que se les considera con derechos a
salvo.
San José Cuanajillo, además de su estructura productiva, tiene la organizativa que se ha ido
esbozando y que pone en movimiento la primera. Esta estructura organizativa aparece
como una forma de control político sobre la tierra, el agua y el bosque como recursos
productivos prístinos. En la estructura organizativa de San José Cuanajillo se aprecia una
estrecha relación entre el patrón de asentamiento (afluente de agua), el patrón de
organización social y política (funcionarios ejidales, funcionarios civiles y comisiones).
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En cuanto al patrón de asentamiento humano, el elemento que lo aglutina es el agua que
fluye por el centro de este. En la parte Sur, Norte y justamente en el centro del
asentamiento fluye un río y a la orilla de los afluentes ubicados al Norte y al Sur se
encuentran los manantiales que surten de agua para riego, para el ganado y para el uso
doméstico a la población. No hay un canal con una red de acequias para conducir el agua
de los ríos o los manantiales a las parcelas o la casa, sino que cada usuario conecta desde el
manantial una manguera que va a su parcela y una parte es desviada a la casa. Los
cuanajillenses entienden que al conducir el agua de manera individual del manantial hasta
la parcela o la casa es muy costoso, además de que los manantiales requieren de
mantenimiento constante. Sin embargo, este asunto sigue siendo atendido individualmente
por lo que resulta antieconómico, riesgoso para la salud, propicia la escasez de agua para
uso doméstico y su desaprovechamiento para la agricultura.
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Esta organización de base es el punto de partida hacia la concientización y reflexión de la
comunidad en la solución de sus problemas y gradualmente han ampliado su influencia,
interactuando con otras instituciones sociales de la sociedad mayor para conseguir
financiamiento, comprar insumos o proveerse de apoyos y servicios públicos. Los
cuanajillenses están incorporados a la Unión de Ejidos y han participado en la formación y
son miembros activos de la Sociedad de Producción Rural que aglutinan personas de otras
comunidades, son las formas organizativas más importantes del Municipio en cuanto a las
personas que aglutinan y que además han sido fuertemente motivadas por agentes externos.
Uno de los aspectos de la dimensión social del desarrollo endógeno, la organización, que
podría auxiliar a entender el contexto comunitario cuanajillense es la resistencia que a
partir de la acción social productiva emprenden las unidades domésticas en la búsqueda de
soluciones para el mejor manejo y conservación de los recursos naturales.
Respecto a la identidad que en este trabajo consideramos como otro elemento central de la
dimensión social del potencial endógeno, hacemos el análisis desde la idea de (Giménez
1993:14) quien plantea que la identidad es considerada en relación con las representaciones
individuales o colectivas creadas por las personas. Estas representaciones al determinar el
comportamiento de los sujetos sirven para construir la realidad, es decir, son
representaciones que la gente se apropia y hace. Estos atributos que progresivamente hacen
suyos los individuos y los colectivos, se estructuran bajo tres principios básicos: el de la
diferenciación (la persona o el colectivo de éstas se autodiferencia por la afirmación de la
diferencia); el de coexistencia (la persona o el colectivo de éstas aplica el principio de la
integración unitaria o reducción de las diferencias); y el de permanencia en el tiempo (la
persona o el colectivo de éstas vincula las experiencias pasadas, presentes y futuras para
atender problemas presentes y futuros.
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en campesinos, en ese momento ocurre una articulación de identidades: la indentidad
indígena y la identidad campesina.
La manera en que son percibidos los habitantes de San José Cuanajillo por los pobladores
de las comunidades vecinas, es también un ejemplo revelador de la identidad, ya que
consideran a los cuanajillenses como indios, por su parte los cuanajillenses se reconocen
como campesinos, descendientes de indígenas, pero se dicen diferentes a ellos.
Otro rasgo sobresaliente de la identidad local cuanajillense son las relaciones que han
establecido con su territorio a través del tiempo definiendo las formas de apropiación y
utilización de sus recursos naturales; caracterizadas por un agroecosistema que tiene
presente el policultivo ancestral donde todavía aparece el maíz como el eje de su
agricultura y un recurso forestal que sigue aprovechado por agentes externos que dan
migajas a los dueños.
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El proyecto modernizador se orienta a artificializar y especializar los ecosistemas,
sustituyendo lo local por lo externo y los procesos naturales por los procesos industriales
para cumplir objetivos productivos y rentables. Este cambio conlleva la desaparición de
culturas indígenas y campesinas que manejan los ecosistemas desde otra racionalidad.
El futuro de la comunidad de San José Cuanajillo se ve amenazado por que realiza la venta
bajo contrato de productos de su bosque a industrias regionales de la madera, quienes
realizan un aprovechamiento forestal poco compatibles con el medio ambiente, su
superficie agrícola se está vendiendo a los propietarios privados que rodean la superficie
agrícola de la comunidad con explotaciones comerciales del monocultivo de aguacate,
situación que presiona a los cuanajillenses a vender, los cultivos comerciales y su manejo
convencional están ganando terreno a los cultivos para el autoconsumo, la ganadería
bovina está desapareciendo y la fuerza de trabajo que ésta proporcionaba está totalmente
sustituida por el tractor y el combustible. Los ejidatios dueños de la tierra dejan de poseerla
y pasan a ser campesinos sin tierra para convertirse en renteros o asalariados y las
estructuras comunitarias campesinas cambian hacia las de una población de jornaleros y
emigrantes.
Conclusiones
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Del análisis de la organización social de los cuanajillenses derivamos que desde 1937 en
que tuvieron acceso a la tierra su vida ha estado acompañada de la cohesión social de
diferentes tipos y con diferentes fines. Los cuanajillenses ven como necesario el vivir
organizándose y organizados para defender sus derechos, sus recursos y su forma de vida.
La historia local indica la existencia de un rasgo cultural muy arraigado referido a que las
formas locales de organización funcionan bien y es desde la organización local que las
organizaciones formales toman forma pero no por exigencia de los cuanajillenses sino por
la exigencia de las instituciones para poder acceder a los apoyos y servicios públicos.
A partir del análisis sobre la identidad de los cuanajillenses se identifica el impacto que la
industrialización de la agricultura tiene sobre el manejo de los recursos naturales y la
cultura comunitaria. La agricultura campesina está siendo sustituida por la agricultura
industrializada, existe la venta de superficie agrícola y el arrendamiento de la superficie
forestal a industriales de la madera, despojando a los cuanajillenses de su vínculo con los
recursos naturales.
Se detecta una continuidad entre las identidades indígena y campesina representada ahora
por la relación con los recursos naturales y la dinámica organización que por tener acceso a
ellos se ha dado en la comunidad. Esta identidad también se refleja en el cuidado de los
recursos naturales para que las nuevas generaciones continúen siendo campesinas y la
comunidad de San José Cuanajillo no desaparezca.
Bibliografia
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