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XXVI Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología.

Asociación
Latinoamericana de Sociología, Guadalajara, 2007.

Organización e identidad local


en el manejo de los recursos
naturales en San José
Cuanajillo, Michoacan, México.

Andrés Pérez Magaña.

Cita:
Andrés Pérez Magaña (2007). Organización e identidad local en el
manejo de los recursos naturales en San José Cuanajillo, Michoacan,
México. XXVI Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología.
Asociación Latinoamericana de Sociología, Guadalajara.

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ORGANIZACIÓN E IDENTIDAD LOCAL EN EL MANEJO DE LOS RECURSOS
NATURALES EN SAN JOSE CUANAJILLO,
MICHOACAN, MEXICO

Andrés Pérez Magaña*

INTRODUCCIÓN

La experiencia en el trabajo con campesinos de varias regiones de México nos ha indicado


que en este sector social la organización y la identidad han sido a lo largo de la vida en
comunidad dos elementos centrales en los procesos de desarrollo local, en este artículo
analizamos la organización que han forjado y la identidad que defienden los grupos
domésticos de la comunidad de San José Cuanajillo en la Sierra Purépecha de la entidad
michoacana, como dos componentes de la dimensión social del potencial endógeno, con la
idea de encontrar y entender cuales son las tendencias presentes y que pueden caracterizar
la organización y la identidad de estos campesinos para construir su realidad y poder influir
en ella mediante el diseño y operación de estrategias de desarrollo sustentable desde la
agricultura, que es su forma de vida. Con ese propósito en mente partimos de entender el
concepto de potencial endógeno, analizamos su dimensión social como aspecto central
desde dos de sus componentes: la organización y la identidad local. Así, se pretende
evidenciar los diferentes intereses que los cuanajillenses han buscado defender desde estos
dos componentes y su vinculación con el manejo de los recursos naturales.

Esta investigación se justifica por “la crisis de la modernidad”, fenómeno que ha


propiciado un creciente consenso sobre la necesidad de valorar la dimensión social del
potencial endógeno, que tiene como elementos centrales a la organización y la identidad
local para diseñar y operar estrategias orientadas hacia la perspectiva de la sustentabilidad
del manejo de los recursos naturales. Esta investigación se suma a ésta búsqueda y aquí es
posible ubicar la preocupación central, que consiste en encontrar los rasgos del proceso de
organización y de la identidad de los cuanajillenses asociados a su sistema de manejo de
los recursos naturales y señalar la presencia de algunos elementos que nos permitan ubicar
sus perspectivas ante la sostentabilidad.

• Profesor Investigador Asociado. Colegio de Postgraduados. Campus Puebla.


Km 25.5 Carr. Federal México-Puebla.
Col. Santiago Momoxpan. San Pedro Cholula, Puebla. C. P. 72760
Tel: 01 222 2851442 Ext. 2024.
Fax: 01 222 2851444.
email: apema@colpos.mx

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El referente empírico de esta investigación fue la comunidad de San José Cuanajillo, una
de las 88 que forman el Municipio de Salvador Escalante. El territorio cuanajillense se
ubica al Suroeste de la cabecera municipal, entre los 101º42’ de longitud Oeste y los
19º18’ de latitud Norte, a una altitud de 2,068 msnm, en la subprovincia Neovolcánica
Tarasca (INEGI 1981:49-50). La población que habita el territorio cuanajillense es de 199
personas de los cuales 96 son hombres y 103 mujeres, integrados en 40 unidades
domésticas, desglosadas en 72 matrimonios (INEGI 2003:315).

El planteamiento metodológico utilizado estuvo articulado a la perspectiva de la


investigación en ciencias sociales, se tomó como base los trabajos de (Ibáñez 1994, citado
por Guzmán et al 2000:160 y Sevilla 2001:45) que analizan la realidad social a partir de
tres perspectivas de investigación: la distributiva, la estructural y la dialéctica, para indagar
sobre varios niveles de análisis como: la explotación o predio, el estilo de manejo de los
recursos naturales, la comunidad local, la sociedad local y la sociedad mayor, niveles que
tienen una naturaleza espacial y temporal constituyendo espacios ecosociales de análisis.

Las técnicas de investigación ivolucradas para localizar, producir, recoger y analizar la


información para lograr entender y explicar la organización e identidad de los
cuanajillenses para el manejo de los recursos naturales fueron: la entrevista abierta
individual semiestructurada o semidirectiva (García 1992:157); la observación directa
(Zamoc 1992 citado por Guzmán et al 2000:170) y el transecto agroecológico (Guzmán et
al 2000:189-190). La información obtenida con estas herramientas fue cruzada con tres de
los niveles de análisis y dos de las tres perspectivas de investigación mencionadas.

Para entender cuales son los rasgos organizativos e identitarios de los cuanajillenses
asociados al manejo de los recursos naturales necesitamos entender la dimensión social
del desarrollo endógeno, sus componentes y su caracterización, ambos fenómenos son de
naturaleza compleja y en el siguente apartado los analizaremos brevemente por el espacio
que tenemos para hacerlo.

El desarrollo sostenible y las dimensiones que intervienen

Partimos de que la génesis del desarrollo sustentable puede ubicarse desde dos líneas, la
primera la han trazado una variada cantidad de movimientos sociales en los que participan

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distintos actores de la población mundial entre los cuales se puede encontrar a campesinos,
indígenas, mujeres, jóvenes, consumidores, académicos y ecológistas, quienes han vivido
en carne propia los efectos del desarrollo económico y desde su práctica cotidiana han
cuestionado su pertinencia para la naturaleza y la sociedad. La segunda línea ha sido
trazada desde la vía institucional, donde los daños ambientales y las presiones ciudadanas
han llevado a los Estados y a los organismos internacionales a plantearse la necesidad de
considerar las cuestiones ecológicas en la continuidad del desarrollo.

La primera línea señalada responde según (Leff 1996:27) a que el proceso de desarrollo
está generando diversas manifestaciones de resistencia que se oponen a las políticas de
globalización. Estas resistencias se articulan en la construcción de un paradigma
alternativo, la sustentabilidad, en el cual los recursos naturales y su forma de manejo
aparecen como potenciales capaces de reconstruir el proceso económico, en ello se
considera una racionalidad productiva en donde se plantea un proyecto fundado en la
diversidad cultural, la democracia y la productividad de la naturaleza, o como lo señala
(Martínez 1994, citado muy atinadamente por Morales 1999:26) se basa en el conflicto
entre la ecología y la economía denominándolo ecologismo popular.

La línea institucional empieza con la conferencia de Estocolmo en 1972 y se ha continuado


con esfuerzos de la Organización de las Naciones Unidas y de algunas instituciones
internacionales que dieron lugar a la publicación del Informe Bruntland en 1988 y a la
cumbre de La Tierra en Río de Janeiro en 1992. Desde entonces el desarrollo sustentable es
“aceptado” como una estrategia institucional por los países miembros de la ONU, al firmar
los acuerdos y compromisos en la denominada Agenda 21, (Sevilla y Woodgate 2000:49).
Esta Línea del desarrollo sustentable ha sido calificada por (Alonso y Sevilla 1995:18)
como el discurso ecotecnocrático de la sustentabilidad a partir del cual se declara,
injustificadamente, que el planeta está en peligro a causa de que los países pobres tienen un
gran crecimiento poblacional, lo que propicia deterioro de la naturaleza por su pobreza, su
subcultura y su atrasada agricultura.

Desde el enfoque modernizador y su etapa neoliberal la idea de desarrollo sustentable para


(Pearce y Turner 1995:32) se refiere a sostener el actual modelo de desarrollo y el
crecimiento económico. En consecuencia el desarrollo sustentable es un objetivo
alcanzable desde la modernización y su etapa neoliberal, normalizado por las cuestiones

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ambientales. De esta manera, la ciencia al investigar procesos más eficientes y el mercado
al asignar valor a los recursos naturales escasos, son entonces, las estrategias propuestas
para lograr el desarrollo sustentable.

Desde el enfoque alternativo al modelo de desarrollo dominante, la sustentabilidad emerge


en el contexto de la globalización como un parteaguas que pone un límite y a la vez
reorienta el actual modelo de desarrollo (Leff 1998:15). Como dice (Redcliff 1995:41) se
considera el desarrollo sustentable como una alternativa al desarrollo modernizador
dominante y por ello sus estrategias se orientan hacia la transformación de las
instituciones, las formas de uso de los recursos naturales y las políticas de desarrollo
vigentes. Estas estrategias exigen una democratización efectiva, mayor participación y
control de la población, redistribución de la riqueza, la reorientación del desarrollo
científico y la creación de un orden económico alternativo. Desde la perspectiva de
Redcliff se estaría afectando de manera particular y en conjunto a las dimensiones a
considerar en el desarrollo sostenible, que obligadamente implican la articulación de al
menos cinco dimensiones de gran importancia para sostener lo que quiere una sociedad
específica en un tiempo determinado: la social, la política, la económica, la ecológica y la
epistemológica.

La articulación de las dimensiones a considerar en la base conceptual del desarrollo


sostenible, como ya lo señalamos antes, indica que la construcción de una matriz
conceptual acerca del desarrollo desde la perspectiva de la sustentabilidad, es aún
incipiente, por ser muchas las cuestiones a proponerse y discutirse. Por otro lado, es
innegable la demanda nacional de estrategias bajo esta perspectiva, como ocurre con las
demandas que hacen los cuanajillenses La existencia de éstas dos situaciones actuán como
tensiones que obligan a esbozar los elementos a considerar en las cinco dimensiones que
debe contemplar un proceso de desarrollo sostenible.

La dimensión social. El desarrollo sostenible basa su pretensión en referencia no solo a su


contexto biofísico sino también considera a su contexto sociopolítico en oposición a la
ciencia convencional que basa su pretensión de objetividad en su neutralidad cultural o en
su naturaleza universal. En los contextos donde se pretende emprender proyectos de
desarrollo sostenible la organización y la identidad como elementos locales de la
dimensión social son dos elementos centrales a considerar, así como su articulación con lo

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global, (Remmers 1998:294). Bajo la dimensión social se desestima la idea de que son las
organizaciones jurídicas las que llevan al éxito de la modernización, siendo la manera más
indicada de articularse con el mundo externo y apegarse a la modernización de la
agricultura. Un ejemplo clásico de las organizaciones no formales son los movimientos
sociales concebidos como luchas de poder que tienen como base las referencias morales y
la conciencia de conflicto con un adversario en defensa de una visión de la sociedad
(Touraine 1998:100-104).

El otro componente de la dimensión social a tomar en cuenta en las iniciativas de


desarrollo sostenible es la identidad, que desde la perspectiva de (Giménez 1993:14) es
vista en términos de representaciones sociales que determinan el comportamiento de los
sujetos, es decir, son representaciones operativas. Estas representaciones exigen de la
participación de todos los estamentos de la sociedad en cuestión en la atención de sus
necesidades.

La dimensión política. La inviabilidad del modelo modernizador, sus estrategias y las


instituciones que lo han promovido, han orillado a reconocer la dimensión política como
un aspecto central a tomar en cuenta a la hora de emprender iniciativas para contribuir al
desarrollo rural sostenible. Desde esta perspectiva se considera que los distintos actores
sociales del campo: productores, consumidores, técnicos, representantes de instituciones y
autoridades gubernamentales juegan un papel de amplia importancia en los proceso de
diseño, ejecución y evaluación de los proyectos de desarrollo. Entre estos actores también
adquieren gran relevancia las organizaciones y movimientos sociales vinculados al manejo
sostenible de los recursos naturales. La esencia de la dimensión política en el desarrollo
sostenible es que los actores del campo contemplen la creación de estrategias y
metodologías que promuevan la capacidad de autogestión y manejo de sus recursos. Según
(Left 1994:392) la dimensión política es considerada como una respuesta de los actores
sociales del campo a la destrucción ecológica y la marginación social con el objetivo de
lograr la autonomía, la autogestión y descentralización del poder que en forma vertical y
corporativo es ejercido por el Estado. En esta perspectiva se ubica el aprovechamiento
forestal comunitario.

La dimensión económica. En la dimensión económica del desarrollo sostenible adquieren


relevancia tres aspectos: la valoración monetaria de los recursos naturales, la racionalidad

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productiva, en términos de sacrificar productividad por armonía con el medio ambiente y la
sociedad, y las relaciones económicas y ecológicas entre actividades económicas y entre
sociedades e incluso países. Desde la economía ecológica se señala la dificultad para
valorar monetariamente los recursos naturales, se propone repensar las bases de la
economía convencional dada su incapacidad para considerar las cuestiones naturales y
busca las transformaciones necesarias para llegar a una nueva racionalidad productiva. De
acuerdo con (González de Molina 1994:100) la economía ecológica reivindica la necesaria
unidad entre las ciencias naturales con las sociales para atender el medio ambiente como
un sistema compuesto por subsistemas naturales, sociales y combinaciones
interdependientes que configuran una realidad dinámica de complejas relaciones. El
carácter global de la crisis de modernidad y de la globalización excluyente propician
relaciones económicas y ecológicas asimétricas, situación que sugiere una redefinición de
las relaciones con la naturaleza e incluso hay que repensar las relaciones entre grupos
sociales y entre países si realmente se quiere contribuir al desarrollo sostenible.

La dimensión ecológica. En la dimensión ecológica del desarrollo sostenible es de interés


en la crisis de modernidad la situación ambiental y su carácter global, evidencia negativa
más concreta del proyecto modernizador. Desde los planteamientos de (Left 1998:15),
mantener el equilibrio ecológico durante el manejo de los recursos naturales es un criterio
normativo que asegura la búsqueda de la conservación de los recursos y la propia
sobrevivencia humana. A partir de la dimensión ecológica es necesaria la reconsideración
de las formas de transformación de los ecosistemas, tomando en cuenta la perspectiva ética
tanto en la producción como en el consumo, es decir, que los actores del campo deben
establecer relaciones con la naturaleza, desde la conciencia de especie y la equidad inter e
intrageneracional, lo que implica cambiar la moneda del ideal modernizador que se basa en
relaciones con la naturaleza desde un enfoque antropocéntrico hacia una visión
ecocéntrica.

La dimensión epistemológica. Es común encontrar ausente la dimensión epistemológica en


los debates sobre el desarrollo sostenible. Se debe incluir ésta dimensión por dos razones:
la primera, se refiere a que la ciencia no debe confundirse con el saber y segundo, en las
estrategias para promover el desarrollo sustentable deben estar articulados los
conocimientos generados por la ciencia convencional que comulguen con el manejo
sostenible de los recursos naturales y con los sistemas de conocimiento locales. Desde la

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dimensión epistemológica del desarrollo sostenible la ciencia es considerada como un
modo de generar conocimiento entre otros, mientras el saber, aunque se basa en el
conocimiento fundado, también incorpora un elemento ético esencial que forma parte de su
identidad y difiere del conocimiento científico en el sentido de que es práctico. En ese
sentido (Toledo 1992, citado por Sevilla y Woodgate 2000:90) plantean que los sistemas
de conocimiento local tienden a diferir del conocimiento científico en el sentido de que son
prácticos y están codificados en la cultura en lugar de ser teóricos y abstractos.

Según (Redclift 1995:53) el discurso ecotecnocratico de la sustentabilidad parte del


supuesto de que el sistema de adquisición de conocimientos está basado en principios
científicos, postulado como única forma de generar conocimiento y por lo tanto es
universal. Sin embargo, al considerar la crisis de la modernidad, que es evidente a nivel
mundial y nacional, no es otra cosa que la crisis de la ciencia convencional, al ser ésta el
pilar que soporta el discurso y practica del proyecto modernizador.

Un verdadero desarrollo sostenible debe considerar enfoques alternativos de pensamiento


que conduzcan hacia formas más plurales de acercarse a la realidad y generar
conocimientos. En ese planteamiento se ubica la noción de coevolución que aplicada a la
sustentabilidad se emplea para definir el desarrollo paralelo e interactivo de la sociedad y
la naturaleza (Noorgard y Sikor 1999:25-35). En oposición y complementación al
pensamiento científico convencional y la política de la modernización que han adoptado
una posición etnocéntrica que desde la ciencia occidental conduce a la culminación del
logro social y un modelo que debe extenderse a escala global. Desde el pluralismo
metodológico imperativo del desarrollo sostenible la sustentabilidad descansa sobre todo
en la existencia de la diversidad cultural y ecológica, este planteamiento conduce a la
definición alternativa de la sustentabilidad de la que se deriva un discurso orientado
ecológicamente más que industrialmente, pero sobre todo engendrado de la participación
de los diferentes actores sociales en las decisiones para atender sus necesidades. Así,
tenemos como ejemplo, los acuerdos de San Andrés en Chiapas, firmados entre nuestro
Gobierno y el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, los cuales plantearon cinco
principios para una nueva relación entre el Estado y los pueblos indios: pluralismo,
sustentabilidad, integralidad, participación y libre determinación (EZLN 1996).

El potencial endógeno

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Estas dimensiones se pueden analizar y operacionalizar desde el concepto de potencial
endógeno por ser un factor crucial en la perspectiva de la sustentabilidad, siguiendo a
(Sevilla 1995:13), es en el ámbito local donde se encuentra el potencial endógeno, el cual
es de capital importancia para las dimensiones mencionadas antes, las cuales van
cambiando por la coevolución que ha ocurrido entre la sociedad y la naturaleza. La
caracterización e identificación del potencial endógeno, su fortalecimiento a través de las
formas de investigación participativa para la creación de infraestructuras agroecológicas y
la evaluación de estas actividades son para este autor los pasos iniciales para la
implementación desde lo local, de formas de desarrollo rural sustentables.

A partir de esta posición conceptual hemos optado por analizar la dimensión social de una
comunidad michoacana, desde dos de los componentes que en este artículo interesan: la
organización y la identidad.

La dimensión social desde la perspectiva de la sustentabilidad se refiere entre otras cosas a


los esfuerzos de los grupos locales, su diferenciación, coexistencia y permanencia por
resistir los procesos de modernización industrial. El proceso del modelo modernizador sus
estrategias y sus efectos en la naturaleza y la sociedad han llevado a reconocer la
dimensión social como una cuestión central en el desarrollo sustentable. Desde esta
dimensión se considera que los diversos actores sociales juegan un papel fundamental en
los procesos de diseño y operación de los programas y proyectos de desarrollo, en ello
adquieren gran relevancia las organizaciones y la identidad locales, al significar un reto
desde la sociedad civil al ejercicio vertical y corporativo del poder desde el Estado y las
organizaciones internacionales. La dimensión social nos lleva a contemplar la creación de
estrategias y métodos que promueven la capacidad de autonomía, autogestión y
autodeterminación de las organizaciones con el objetivo de construir una sociedad
fundamentada en la democracia participativa y la descentralización del poder. Así, para
Leff (1994:392) la dimensión social aparece como una respuesta de las organizaciones y la
identidad a la destrucción ecológica y la globalización excluyente, aportando nuevas
perspectivas contra todas las formas de autoritarismo y concentración del poder.

En la agricultura sostenible la organización de la gente es central porque integra las


formas de acción colectiva de agricultores, campesinos o indígenas en el manejo de sus
recursos naturales. Por otra parte, reivindica el concepto de identidad, al vincularse a los

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agroecosistemas para transmitir la necesidad de preservación de los recuros naturales
como legado a las generaciones futuras, estas premisas son recogidas por la perspectiva de
la sustentabilidad.

El proceso de organización de los cuanajillenses y su vinculación con el manejo de los


recursos naturales

Para acercarnos a la organización social de los cuanajillenses la concepción de


organización que retomamos proviene de (Zemelman 1997, citado por Morales 1998:145),
la cual considera a las personas y colectivos como creadores de nuevas realidades sociales
y no solamente como productos históricos. Con esta propuesta coincide la idea de
(Remmers 1998:294) al señalar que en la contraviesa, una región española, la gente es
protagonista de su propio desarrollo e indica como ejemplo, las formas de organización
local, las que no tienen reconocimiento legal, que si bien no responden a los modelos
ideales, son esenciales en el medio rural. Continua Remmers diciendo que tanto técnicos
como instituciones de apoyo al sector agropecuario defienden que una organización
jurídica es superior en eficacia a las organizaciones no formales, esto indica que son las
organizaciones formales la razón del éxito de la modernización tendiendo a ignorar las
formas de organización informal, las que no por ello pueden llegar a ser menos efectivas
para el logro de los objetivos de los individuos que las integran.

En la vida comunitaria local de los cuanajillenses han surgido diversas formas


organizativas, evidenciando los distintos problemas que los aquejan y los distintos caminos
que buscan para su solución. En el año 2002 había en la comunidad 199 habitantes, sin
contar una población de 72 emigrantes a distintas partes del país y el extranjero, los cuales
estaban agrupados en 40 grupos domésticos. Estos a su vez habían formado varias
organizaciones avocadas a diversas actividades. Entre las organizaciones no formales se
ubicaron: el grupo que atiende las cuestiones religiosas, el grupo del programa
oportunidades, grupo para la administración de dos tractores, los grupos de proyectos
productivos de aves y cerdos, el de la organización para la construcción de la carretera, la
asociación de padres de familia tanto de la escuela primaria como la del jardín de niños y
el grupo deportivo. Entre las organizaciones formales estaban: El Ejido, La Unidad
Agrícola Industrial de la Mujer Campesina, La Unión de Ejidos Salvador Escalante, la
Unión de Productores de Zarzamora y la Sociedad de Producción Rural.

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Con la creación de estas formas organizativas en asambleas ejidales o de toda la
comunidad se dificulta pero no se hace imposible la malversación de fondos, beneficios,
materiales, equipo e inmuebles por parte de los órganos de gobierno local, aspectos que
forman parte del conflicto social local.

A manera de ejemplo, uno de los abusos mencionados ocurrió así, a principios de 1986 un
grupo representado por el 30% de los responsables de unidades domésticas de producción
campesina de San José Cuanajillo obtuvieron un financiamiento del Banco de Crédito
Rural, préstamo que se destinó a comprar dos tractores. Con estos tractores se trabajaron
las tierras del ejido a un precio más bajo por hectárea que el precio corriente en la región y
el tiempo libre de la maquinaria se dedicó a maquilar. El trabajo de la maquinaria y el
producto de ella era administrado por la mesa directiva antes mencionada, misma que
defraudó al grupo, en la información de los integrantes del grupo escuchamos: “...la
maquinaria no se pudo pagar debido a los malos manejos administrativos “se sentaron en el
dinero…”, por lo que el Banco en el año 2002 procedió a embargar la maquinaria para de
esa forma cobrar el adeudo. Ante esa presión el colectivo remató la maquinaria para pagar
la deuda, situación que debido a la solvencia económica de dos integrantes del grupo fue
aprovechada para comprar uno de los dos tractores. Mientras que el segundo fue vendido
al mejor postor fuera de la comunidad, dejando al colectivo sin maquinaria. Por otro lado
se constató la existencia de quejas de los campesinos, respecto a los múltiples desacuerdos
con la forma en que ejercen su función algunos lideres comunitarios.

En la práctica de los procesos organizativos es difícil establecer el límite entre una y otra
organización debido a que en ambas puede estar participando una misma persona. Sin
embargo, para ilustrar algunos de los esfuerzos organizativos y sobre todo encontrar
evidencias de su vinculación con el manejo de los recursos naturales, en cada forma de
organización analizaremos un proceso de organización informal, el grupo religioso, y una
forma de organización formal, el ejido, por ser estos colectivos los más antiguos en la
comunidad y por haber tenido la influencia de agentes externos para su integración.

La organización religiosa tuvo sus orígenes al interior de la religión católica, cuando los
habitantes de San José Cuanajillo deciden construir una capilla y solicitar al párroco de
Ixtaro que los atienda en su comunidad, después de ponerse de acuerdo con el párroco

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nombraron un representante de la capilla, el cual tiene como responsabilidad distribuir los
trabajos de limpieza y mantenimiento de la misma entre los habitantes de la comunidad, de
atender al sacerdote y religiosas cada vez que acuden a la comunidad a oficiar misa o
realizar algún otro evento religioso. Esta forma de organización facilita a la comunidad
organizar sus ritos religiosos y sobre todo aquellos relacionados con la agricultura, a través
de los cuales los campesinos enfrentan y se defienden a través de la fe católica de las
eventualidades climáticas que acontecen en la región y afectan tanto a sus cultivos como a
sus animales. Una forma de defensa la constituyen cuatro hechos clave en las actividades
religiosas: 1) ofrecer una misa al Santo patrón de los labradores, San Isidro, antes del inicio
de las lluvias “temporal” con la esperanza de que el próximo “temporal” sea bueno; 2)
realizar un segundo evento el día en que se festeja el Santo; 3) realizar un tercer evento en
el caso de que exista un periodo de sequía con el convencimiento de que el “temporal” sea
más benigno y; 4) la bendición de las semillas y los animales durante la celebración de una
misa el jueves de corpus.

Los cuanajillenses dicen que esta es quizá la forma de organización más antigua en la
comunidad y que a pesar de ser informal y religiosa tiene fuertes lazos que la relacionan
con los recursos naturales y la gestión de ellos. Se señala también que las actividades de
este grupo religioso han sido fundamentales en el mantenimiento de la cohesión social de
la comunidad, pues hasta dos veces por semana se concentra la población en el templo para
hacer algún evento religioso, pero antes y después del cual en la reducida explanada se
platica de otros asuntos, por otro lado, hasta 2002 no existía otra religión en San José
Cuanajillo la cual pudiera dividir a la población, como está ocurriendo en otras
comunidades parecidas en la región.

Se pasa ahora a revisar en forma breve la organización que se originó principalmente por la
influencia de agentes externos y que por sus raíces es de origen formal. El ejido es la forma
organizativa creada a partir de la reforma agraria que acompañó a la revolución mexicana.
El ejido es la forma organizativa y jurídica integrada por campesinos e indígenas que
después de 1915 fueron solicitantes de tierras al Estado y se beneficiaron de ellas por
resolución presidencial, a partir de las expropiaciones de haciendas y latifundios, como fue
el caso de los solicitantes de San José Cuanajillo que en 1937 afectaron la hacienda de
Cuanajillo. De esa manera en el país, el ejido, junto con la comunidad indígena, la

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propiedad privada, la propiedad de las colonias y la propiedad pública nacional se
constituyeron en formas de tenencia de la tierra con reconocimiento oficial.

En San José Cuanajillo la lucha postrevolucionaria por recuperar las tierras de la


comunidad, que con la colonia habían dejado para pasar a manos de hacendados, recibió
justicia hasta 1937, cuando llegó con mayor empuje la reforma agraria, la hacienda de
Cuanajillo fue expropiada y los pobladores de San José Cuanajillo y mayormente gente
externa recibieron su dotación de tierras, siendo organizados por el Estado como ejido, esta
forma de organización tiene el control de los recursos naturales que la soportan, en ella se
pretende que sean los campesinos quienes decidan las formas de utilización de sus tierras,
aguas y bosques, así como el manejo administrativo y legal relacionado con sus actividades
productivas.

A partir de 1937 los cuanajillenses adquieren de nuevo la tierra para dejar de ser peones o
jornaleros. Sin embargo, en la realidad actual de la comunidad después de seis décadas de
poseer el control de los recursos naturales y debido al aumento de la población ahora hay
más peones o jornaleros y emigrantes en la comunidad que los propios ejidatarios y
continúan en la extrema miseria. El ejido como organización formal, concebida y apoyada
por agentes externos ha sido incapaz de defender las demandas y cumplir con las
aspiraciones de los campesinos. A este respecto, (Uribe 1988:73-74) afirma que la
población nacional crece constantemente y que los sistemas de tenencia de la tierra en
todo su proceso, no contemplaron con suficiente antelación como resolver este problema y
esa es la razón por la cual se tenía un contingente cercano a los 4 millones de campesinos
para recibir tierra, que no la habían recibido, por lo que se les considera con derechos a
salvo.

San José Cuanajillo, además de su estructura productiva, tiene la organizativa que se ha ido
esbozando y que pone en movimiento la primera. Esta estructura organizativa aparece
como una forma de control político sobre la tierra, el agua y el bosque como recursos
productivos prístinos. En la estructura organizativa de San José Cuanajillo se aprecia una
estrecha relación entre el patrón de asentamiento (afluente de agua), el patrón de
organización social y política (funcionarios ejidales, funcionarios civiles y comisiones).

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En cuanto al patrón de asentamiento humano, el elemento que lo aglutina es el agua que
fluye por el centro de este. En la parte Sur, Norte y justamente en el centro del
asentamiento fluye un río y a la orilla de los afluentes ubicados al Norte y al Sur se
encuentran los manantiales que surten de agua para riego, para el ganado y para el uso
doméstico a la población. No hay un canal con una red de acequias para conducir el agua
de los ríos o los manantiales a las parcelas o la casa, sino que cada usuario conecta desde el
manantial una manguera que va a su parcela y una parte es desviada a la casa. Los
cuanajillenses entienden que al conducir el agua de manera individual del manantial hasta
la parcela o la casa es muy costoso, además de que los manantiales requieren de
mantenimiento constante. Sin embargo, este asunto sigue siendo atendido individualmente
por lo que resulta antieconómico, riesgoso para la salud, propicia la escasez de agua para
uso doméstico y su desaprovechamiento para la agricultura.

El patrón de organización social y política en la comunidad está representado por los


funcionarios ejidales y el Encargado del Orden y las comisiones que se forman al interior
de la asamblea general, estas instancias en conjunto actúan como formas de gobierno local,
convirtiéndose en agentes legalizadores de la manera en que se consiguen y reparten los
recursos con que cuenta la comunidad y los que llegan a ésta. Es a través de las faenas, que
como tipo de trabajo comunitario y obligatorio para todas las unidades domésticas de
producción campesina se conservan y manejan los recursos comunitarios, haciendo
distintos trabajos de beneficio socioambiental como: cercado de los límites de la superficie,
reparación de caminos, reforestación, construcción de bordos y represas para conservar el
suelo y el agua, control de incendios y recogida de “basura” en la comunidad, entre otras.

Este en líneas generales es el modelo organizativo que ha configurado la población de San


José Cuanajillo, que se le puede explicar por ciertas pautas culturales, su forma de
producción campesina y de su articulación histórica con el sistema nacional. Donde la
agricultura es su primer medio de subsistencia, cuenta con un territorio bien definido en el
que se da la explotación individual del suelo y colectiva del bosque y el agua. Comunidad
organizada por una asamblea política de todos los miembros, que nombran a responsables
de tareas específicas cuando esto se requiere, una especie de democracia generalizada,
formas de trabajo comunal, y finalmente ausencia del sentido de propiedad privada de los
recursos naturales.

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Esta organización de base es el punto de partida hacia la concientización y reflexión de la
comunidad en la solución de sus problemas y gradualmente han ampliado su influencia,
interactuando con otras instituciones sociales de la sociedad mayor para conseguir
financiamiento, comprar insumos o proveerse de apoyos y servicios públicos. Los
cuanajillenses están incorporados a la Unión de Ejidos y han participado en la formación y
son miembros activos de la Sociedad de Producción Rural que aglutinan personas de otras
comunidades, son las formas organizativas más importantes del Municipio en cuanto a las
personas que aglutinan y que además han sido fuertemente motivadas por agentes externos.

Uno de los aspectos de la dimensión social del desarrollo endógeno, la organización, que
podría auxiliar a entender el contexto comunitario cuanajillense es la resistencia que a
partir de la acción social productiva emprenden las unidades domésticas en la búsqueda de
soluciones para el mejor manejo y conservación de los recursos naturales.

La identidad cuanajillense y su vinculación con el manejo de los recursos naturales

Respecto a la identidad que en este trabajo consideramos como otro elemento central de la
dimensión social del potencial endógeno, hacemos el análisis desde la idea de (Giménez
1993:14) quien plantea que la identidad es considerada en relación con las representaciones
individuales o colectivas creadas por las personas. Estas representaciones al determinar el
comportamiento de los sujetos sirven para construir la realidad, es decir, son
representaciones que la gente se apropia y hace. Estos atributos que progresivamente hacen
suyos los individuos y los colectivos, se estructuran bajo tres principios básicos: el de la
diferenciación (la persona o el colectivo de éstas se autodiferencia por la afirmación de la
diferencia); el de coexistencia (la persona o el colectivo de éstas aplica el principio de la
integración unitaria o reducción de las diferencias); y el de permanencia en el tiempo (la
persona o el colectivo de éstas vincula las experiencias pasadas, presentes y futuras para
atender problemas presentes y futuros.

La identidad local de los cuanajillenses parte desde la existencia de la comunidad de San


José Cuanajillo. Esta comunidad existe con ese nombre desde 1937 cuando se devuelven
las tierras a los indígenas como ocurrió en muchas comunidades mexicanas después de la
revolución, donde los indígenas después de una larga historia de resistencia se convierten

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en campesinos, en ese momento ocurre una articulación de identidades: la indentidad
indígena y la identidad campesina.

En San José Cuanajillo esta articulación compleja entre lo indígena y lo campesino es un


rasgo de identidad caracterizada por la etnicidad y la forma de propiedad de la tierra. La
población cuanajillense proviene de la étnia purépecha, aunque actualmente ninguna
persona habla purépecha, esta identificación la hacen los propios lugareños, los dueños y
peónes de la hacienda llaman indios a los que llegaron a posesionarse de la tierra, y es una
forma peyorativa que a las personas que llegaron a posesionarse de la tierra les resulta
incomoda, mientras que su territorio es de tenencia ejidal, una forma campesina.

La manera en que son percibidos los habitantes de San José Cuanajillo por los pobladores
de las comunidades vecinas, es también un ejemplo revelador de la identidad, ya que
consideran a los cuanajillenses como indios, por su parte los cuanajillenses se reconocen
como campesinos, descendientes de indígenas, pero se dicen diferentes a ellos.

En efecto se registra la pérdida del idioma purépecha, el vestido y la estructura indígena de


gobierno que pudieran ser entre comillas los elementos más tangibles de la identidad
indígena. La desaparición de éstas características de la identidad indígena de los
cuanajillenses se atribuye al pensamiento occidental, el discurso ideológico del Estado, y el
sentido racista de la sociedad, es por ello que se reconocen con antecedentes indígenas,
como si ya los estuvieran perdiendo, lo cierto es que aun tienen esas características.

Otro rasgo sobresaliente de la identidad local cuanajillense son las relaciones que han
establecido con su territorio a través del tiempo definiendo las formas de apropiación y
utilización de sus recursos naturales; caracterizadas por un agroecosistema que tiene
presente el policultivo ancestral donde todavía aparece el maíz como el eje de su
agricultura y un recurso forestal que sigue aprovechado por agentes externos que dan
migajas a los dueños.

La identidad local cuanajillense y la modernización son dos elementos que permiten


discutir la identidad local y sus relaciones con el proceso de modernización rural que ha
impulsado el Estado mexicano y de que manera ha afectado a los cuanajillenses.

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El proyecto modernizador se orienta a artificializar y especializar los ecosistemas,
sustituyendo lo local por lo externo y los procesos naturales por los procesos industriales
para cumplir objetivos productivos y rentables. Este cambio conlleva la desaparición de
culturas indígenas y campesinas que manejan los ecosistemas desde otra racionalidad.

La modernización de la agricultura en San José Cuanajillo inició hace un poco más de 30


años, sus impactos principales han sido convertir el policultivo donde alrededor del maíz se
asociaban una serie de especies, en monocultivo de maíz y monovarietal, de aguacate, de
durazno o de zarzamora, la entrada de agroquímicos, la mejora alóctona y la mecanización.

Estos cambios promueven la pérdida de autonomía y control sobre sus procesos


productivos, al mercantilizar su economía; se ha promovido un uso más intensivo de sus
recursos naturales con el consecuente deterioro del bosque y el suelo. La presión sobre los
recursos naturales cuanajillenses ha aumentado en forma considerable al permitirse la
compra-venta de la tierra ejidal, ya que los compradores se orientan hacia la
especialización productiva. Los cuanajillenses están vendiendo sus tierras dejando de ser
poseedores de recursos naturales a incorporarse al colectivo de jornaleros agrícolas e
incluso emigrando a otros lugares, con lo que se desestructuran los grupos domésticos, la
organización que han estructurado y la comunidad.

El futuro de la comunidad de San José Cuanajillo se ve amenazado por que realiza la venta
bajo contrato de productos de su bosque a industrias regionales de la madera, quienes
realizan un aprovechamiento forestal poco compatibles con el medio ambiente, su
superficie agrícola se está vendiendo a los propietarios privados que rodean la superficie
agrícola de la comunidad con explotaciones comerciales del monocultivo de aguacate,
situación que presiona a los cuanajillenses a vender, los cultivos comerciales y su manejo
convencional están ganando terreno a los cultivos para el autoconsumo, la ganadería
bovina está desapareciendo y la fuerza de trabajo que ésta proporcionaba está totalmente
sustituida por el tractor y el combustible. Los ejidatios dueños de la tierra dejan de poseerla
y pasan a ser campesinos sin tierra para convertirse en renteros o asalariados y las
estructuras comunitarias campesinas cambian hacia las de una población de jornaleros y
emigrantes.

Conclusiones

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Del análisis de la organización social de los cuanajillenses derivamos que desde 1937 en
que tuvieron acceso a la tierra su vida ha estado acompañada de la cohesión social de
diferentes tipos y con diferentes fines. Los cuanajillenses ven como necesario el vivir
organizándose y organizados para defender sus derechos, sus recursos y su forma de vida.
La historia local indica la existencia de un rasgo cultural muy arraigado referido a que las
formas locales de organización funcionan bien y es desde la organización local que las
organizaciones formales toman forma pero no por exigencia de los cuanajillenses sino por
la exigencia de las instituciones para poder acceder a los apoyos y servicios públicos.

Los cuanajillenses están dando importancia a fortalecer las relaciones de la organización


local con organizaciones externas con el propósito de atender en conjunto problemas y
demandas comunes. Esto puede ser explicado como reacción al peso que la sociedad
otorga a las organizaciones externas (por ser más numerosas) y la falta de
representatividad de las organizaciones internas (por aglutinar menos gente)

A partir del análisis sobre la identidad de los cuanajillenses se identifica el impacto que la
industrialización de la agricultura tiene sobre el manejo de los recursos naturales y la
cultura comunitaria. La agricultura campesina está siendo sustituida por la agricultura
industrializada, existe la venta de superficie agrícola y el arrendamiento de la superficie
forestal a industriales de la madera, despojando a los cuanajillenses de su vínculo con los
recursos naturales.

Se detecta una continuidad entre las identidades indígena y campesina representada ahora
por la relación con los recursos naturales y la dinámica organización que por tener acceso a
ellos se ha dado en la comunidad. Esta identidad también se refleja en el cuidado de los
recursos naturales para que las nuevas generaciones continúen siendo campesinas y la
comunidad de San José Cuanajillo no desaparezca.

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