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JARDINES DE AUSENCIAS

 2010. Jesús Zatón


 2010. Casa Eolo S.L.

Publica y edita: Casa Eolo S.L.


C/ Pedro Arnal Cavero, 22
22001 HUESCA (España)

Web: www.casaeolo.com
e-mail: info@casaeolo.com

ISBN: 978-84-938237-8-8
Depósito legal: HU-380-2010

Reservados todos los derechos.


Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada, transmitida,
distribuida o difundida, total ni parcialmente, de ninguna forma ni por ningún medio,
sin el consentimiento expreso de la editorial.
Jesús Zatón

JARDINES DE AUSENCIAS
O B R A P O É T I C A


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jardines
de
ausencias



 3

Introducción

Escribo poesía a trompicones, y cuando surge, me veo en


la necesidad de darla forma sin descanso durante semanas
o meses. Luego el ímpetu parece agotarse y queda mi
pluma en barbecho hasta que de nuevo, meses o años más
tarde, brota de nuevo el poema desde las profundas simas
del subconsciente. No quiero decir con ello que el poema
nazca ya con un cuerpo completo y perfecto. Lo que brota
es el impulso, la necesidad de traducir en versos
experiencias que no encuentran otro cauce de expresión. Y
entonces, durante un tiempo más o menos largo, pero
siempre intenso, la poesía “me vive”, se apodera de mi
pensamiento y me obliga a ser su fiel amante.
Así han surgido, con el correr del tiempo, los poemas
recogidos en este Jardines de ausencias.

Jardines de ausencias pretende ser una selección antológica


de mi producción poética, producción ciertamente breve,
pero, como ya he señalado, intensa. Incluyo poemas de mi
primer y único libro de poesía editado, Prendida senda. De
los poemarios posteriores sólo vieron la luz algunas
composiciones sueltas publicadas en revistas digitales. He
de señalar que Prendida senda fue escrito al unísono con el
poeta Jesús Rodríguez Castellano, en las terrazas y bares de
los cafés gijoneses. Aún está en mi memoria su primer
germen, unos versos sueltos que pasé a Jesús Castellano
con el imperativo -casi la orden- de “Acábalo tú”. Y lo hizo.

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El resultado final fue un librito publicado en 1988 en la


colección “Clepsidra poesía”. Este pequeño libro recoge
nuestro interés común por la poesía oriental y muy
particularmente por la poesía zen (haikus), interés que en
mi caso nunca ha decrecido y que vuelve de nuevo a
encontrar forma en el último libro de esta recopilación:
Zumbidos a mi alrededor. No fue sin embargo nuestro
objetivo –al igual que tampoco lo es en Zumbidos a mi
alrededor - recrear la estructura formal del haiku (5/7/5
versos), sino trazar versos embebidos en la capacidad de
sugerir y en la fuerza de un arte que busca la máxima
expresión con los mínimos medios, en una poesía que es
expresión del momento único e irrepetible en el que fue
escrita.

Lamentablemente no conservo ninguna copia del segundo


poemario que escribí al unísono con Jesús Rodríguez
Castellano. Y, por conservar, ni siquiera conservo su título.
Recuerdo sí, que quedó finalista en un concurso de poesía
erótica presidido por Ana Rossetti. Es posible que no haya
puesto demasiado interés en recuperarlo. En cualquier caso,
se me presenta como el ejemplo más claro de las
“ausencias” a las que el título de este libro aluden. Bajo el
título de Poemas varios, incluyo, no obstante, algunos versos
sueltos escritos por la misma época –tal vez un poco más
tarde- que conservan en su conjunto un cierto tono erótico.


 5

Con Luz sin sombra el estilo y los intereses cambian. El
poema adquiere un sentido más grandilocuente y al tiempo
se vuelve más “hermético”. Hay en estos poemas ecos de
William Blake y de los poetas visionarios del romanticismo
inglés. Y si buscamos las fuentes, no puedo dejar de señalar
influencias tal vez menos evidentes: José Ángel Valente,
Gamoneda, Claudio Rodríguez, Brines, Bousoño o la poesía
oriental de tendencia sufí. Pero, para mí, lo más importante
y significativo es que en cada verso late un deseo de
transcendencia, de búsqueda de la luz.

El navegante interior es un poemario no menos


“hermético” atravesado por una profunda carga de
nostalgia y dolor. Dolor que tiene su causa en una larga
enfermedad, y un anhelo irreprimible de nuevos puertos en
los que atracar mi cansado y derrotado cuerpo.

Diccionario poético lo considero un ejercicio inacabado -ya


que debería proseguirse ininterrumpidamente en el
tiempo-, una recreación de la metáfora como esencia de la
poesía.

Con Zumbidos a mi alrededor cierro el ciclo. Y al cerrarlo,


de algún modo, vuelvo al principio, a Prendida Senda. Hay
en él, sorna, humor, desamor y también, cómo no, ironía.
En muchos aspectos puede verse como un regreso al haiku.
Sin embargo, mi visión del mundo ha cambiado, aunque
sólo sea porque ahora lo contemplo desde la espiral
superior que traza el tiempo.

Jesús Zatón


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PRENDIDA SENDA
1988

Abierto está el Jardín


ante los ojos,

La sombra de unas manos


tensa
el instante extraño

Aún se cierne
flameante
la mirada,
prendida senda
donde las edades
levantan muros

de dolor,
aves ciegas
en la noche.


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Borde de piedra,
suspendida cúspide
que hiere el cielo;

Babel,

entre las ciudades.

Caerán los bosques,


la hierba.

Acero entre el trigo,

collar que adorna


el espanto desnudo.


 9

5

Conocí las rosas


y la humedad del cielo.

-Entre cielo y tierra,


solo un nombre-

Mas quise pronunciarlo.

Te perdí.

Hartos de hiel, mis labios


posan un pájaro sobre el barro.

Con un pájaro en los labios.

Así te recibo.

¡Árdeme, secreto corazón!


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El agua salta. Murallas


se desploman con un soplo.

La barca, ave negra,


recuerda una herida.

El azul rompe
la vida,
desnudos cuerpos
arrastra el agua.

En los escombros
de un cielo herido,
fiero se posa
un Ángel.


 11

9

Es una mirada
o quién con la furia de un látigo
escucha.

Luz sobre las hojas.

Enredados en el mismo árbol


la tentación y el fruto.

10

Flor tenaz,
callada
hacia dentro,
oculto camino
bajo mis pies.

11

Fuimos rostro.
Hoy cauce
que traspasa
nuestra huella.


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12

Huyeron las voces.


Queda tu nombre.

13

Mi voz,
hacia una rama de incansables aves.

14

Partiré.

Esta casa vacía


-cuerpo
que separa dos países-
halla, al fin,
un cauce oculto.

15

Por los días de un cuerpo estéril,


huir esta sombra,
hacia un inesperado canto.


 13

16

Quién sembró
la fiera luz;

quién el eco
de tu larga herida.

17

Sobre la hierba
silencios
donde ningún pájaro trina.

18

Tu nombre,
seca luz en mi voz.


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19

Un hilo de luz
entre las sombras,

teje
del áspero paisaje
un cráneo.

Abierta voz
que huye
a la ardiente
claridad.

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Viertes palomas,
blanco instante
de un engaño.


 15

POEMAS VARIOS
(1990)

Tus labios, esta noche,


embriagan como el vino.
¡Qué mejor vianda
para quien como yo,
siempre está de paso!

No te asustes muchacha
si como sátiro te asedio,
tus pequeños senos
despuntan ya sobre la ropa
y tientan mis besos.

Tendiste ante mí tu desnudez


como quien invita a una copa,
apurado el licor
tu cuerpo era un extraño.


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Deja que amase el pan de tus pechos


como trigo nutricio con el que saciar mi hambre.

Mas no oirás mis lamentos si me rechazas.

Cayó su vestido al borde de mi piel


Como cae un jarrón de la repisa,
luego sus manos, o el mar bravío,
golpearon los escollos de mi cuerpo.

Sólo recuerdo
que rasgaba los ángulos de la habitación
con su mirada.

Dime de dónde vienes.


Traes los pies hinchados y la ropa hecha jirones,
como aquel que ha recorrido un largo trecho.
Tú, que fuiste huésped predilecto, tú, el más amado,
¡mírate ahora!

Eres el hazmerreir de los sensatos,


el divertimento de los vanos,
la piedra de escándalo de los piadosos,
un murmullo que corre de boca en boca.


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7

La acusación del fiscal:


“Ladrón furtivo”.

Me declaré culpable,
aún sabiendo que fueron otros
quienes robaron tus besos.

Soy un cigarrillo en tu boca, un gorrión


enredado en la hojarasca de tus ojos.
Anclado estoy a tus pupilas,
como un pez en el anzuelo.

Has hecho de mí un ciego que mendiga caricias.

Nace mi cuerpo en tu mano.

Existo porque me nombras,


el soplo de tu voz me modela.


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 19

LUZ SIN SOMBRA
(1998)

No es el hombre transparencia, no,


no translúcida sustancia,
fulgor primigenio,
luz viva y crecida.

La claridad altísima,
el esplendente latir
que antaño fuera pecho
quebrantó en abismales
letargos, arquitecturas
de otra carne más espesa.

No es el hombre transparencia, no,


no clamor ingénito,
jardín amanecido.

El ojo se enredó en la noche


poblándola de oscuros hierros,
se agrietó el labio en acuciante deseo.

No es el hombre transparencia, no,


no batir de alas encendidas.

Sólo el corazón, tércamente anhela


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el áureo fuego del origen.

¿Quién sembró
las secretas blasfemias
de los cielos ?

¿Quién la desnuda ira?

¿Quién tensó
la luz hasta quebrarla ?

¿Qué demiurgo, qué arconte,


tendió su mano poderosa
sobre el Caos ardido
y salpicando aliento
sobre materia informe
moldeó tu frente?

¿Qué viviente, trazó


con fuego eterno
el arco de tu pecho,
reflejó en ti
su presencia,
don del Paraíso,
primer nacido?


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3

Hendiste la palabra
en el ilimitado
vacío ¡ Hágase la luz !
la brasa viva,
el ala viva,
el límpido blancor
del querubín,
la forma innominada.

A la orilla de un cuerpo,
rozando la piel donde la vida asoma,
observo el turbulento trazo
que da forma a la materia humana.

Consistencia de la luz, pulsión viviente,


allí hueso, mano y corazón respiran
se vuelven tensa arquitectura.


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Como tierra que renace


y se quebranta,
torre de hueso
y carne, latiendo se alza
desde el polvo.

¿Cuál su desafío?
¿Cuál su desgarro?

Un dios terrible,
oscuro y terrible,
arrastra desde el miedo
la luz hacia lo hondo
con hirviente furia.

Anegada de espesura,
la luz se tensa
ante el loco abrazo
de materia humana.


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6

Con que avidez beben sus ojos


la luz
y en la tarde repleta
de adánicos vestigios
fluyen cual remotas estelas
sobre la ebriedad
del cielo y de la carne.

Luz sobre sus ojos,


tú, aún durmiente, que leve vagas
por noches ancestrales
e inhabitadas estancias,
de un corazón a otro
anhelando
el cauce prístino del amor.


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Poseer la palabra
que ordenó el mundo,
el fiero desdén
que trazó el enigma.

De súbito quebrar
el cielo y caer cegado
sobre sus pechos encendidos.

Hundir mi rostro
en su negra cabellera y poblarla
de luminosas aves.

Tender su desnudez
- livianas lomas, turgentes columnas-
para borrar de un trazo
el perfil entero de su cuerpo
y recrearlo, límpido, innombrado.


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8

Cae la luz
en el centro matemático
de la carne.

En la hondura impenetrable
de un corazón - tierra que late -
despierta aleteos de paloma.

Aún más oculta,


habitando hueso,
materia densa,
extiende su vertical
presencia, como un vibrar
de pájaros sagrados.

Quién habita su mirada,


quién desde la densidad
auroreada de la piel
toca la pura geometría
de otro cuerpo que transciende.

Vivo amor es su presencia.


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Antes que la luz cegase


las pupilas, pues las pupilas
eran entonces la luz misma,
que las conciencias fraguaran sombras
y los surcos de la noche hiriesen
nuestras carnes.

Antes que el hálito


hubiese tocado nuestras frentes

modeladas en la humedad del barro,


antes aun de ser nombrados
por la palabra de la que cuerpos
y aves germinan.

Antes aún, cuando el cerco de lo finito


no encontraba límites, ni la escisión
contorno donde fijarse.

Antes, mucho antes, tú y yo, siendo uno


en el hondo sentir de otra existencia,
al contemplar, nos contemplábamos.


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Preñada de vida, el alma


se alza en encendido vuelo,
persigue como ave en celo
la presencia que transciende.

¡ Oh tú !, feliz avecilla
que has encontrado morada
en el jardín más secreto,
en la ardiente rosaleda
en cuyo centro aguarda
el amor desde el origen.

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Recuperar la mirada
de ancestrales laberintos,
el silencio, rota la voz,
recrear el centro inviolado
bajo una piel de sombras.


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¡ Si el cielo al desvelarse
naciera de mi pecho
o un río de inmortal
sustancia, penetrándome,
creciera y hecho sangre
consumiera hueso, carne,
desdibujase formas
arrancase la luz
que el corazón oculta
y gozoso, cual corzo
que la sed aplaca
en fuentes diamantinas,
desvelara otro rostro,
más vivo, más cierto,
y ambos, transcendidos,
recreáramos el círculo
perfecto del amor !


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14

Ya no un hombre,
la luz le transfigura,
borra su densidad,
enciende su materia
con inmortal abrazo.

Desde el centro
recrea la inocencia,
el amor primero.

Un pájaro vivo
es su corazón.


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EL NAVEGANTE INTERIOR
(2004)

Ansía el navegante su regreso


allende las cenizas
que la memoria puebla,
minerales tinieblas
que el pensamiento teje,
opacidad
de una mirada
ausente de luz.

Golpea el mar la vela


que un pecho extiende,
quiere quebrar
el leve frescor
de otra sonrisa,
tornar salobre
el trigo fértil
de unos labios,
invadir
con insidiosas voces
los últimos jirones
de inocencia.


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Antes que el mar, desde la sangre acalle


sus tormentas y las agrias resacas
no arrojen ya en la memoria carcomidas
barcas que emergen de las profundas simas,

antes que el diáfano navío, alado


se remonte hacia apacibles costas
y aviste áureos contornos de otros puertos
donde el amor en su inocencia habita,

¡cuánto abismo en la turbia embriaguez


de un cuerpo!, ¡cuánto escollo en los opacos
límites que la imaginación traza!,
acantilados, como incontables
heridas, requiebros, proas zozobradas
en los insaciables líquenes del deseo,
mástiles quebrados por el hastío.


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3

Terrible destino el de los náufragos!

Desarbolado, escapa el día


hacia traslúcidos lugares,
y el embravecido mar, bajo la quilla
arroja, indiferencias, tedios,
estériles cuerpos sin luz
que les habite.

Allí son labio,


mano que arremete,
cráneo donde lo inerte
muestra sus pupilas. Inútil
aferrarse a los tenues brillos
de los últimos faros.

¡Terrible destino el de los náufragos!

Resbalar, siempre resbalando


en dirección opuesta
al corazón pleno.


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Segrega la mente
desde lo más hondo,
térreas formas, limos,
detritos que encallan
en el fluir lento de la sangre.

Duele la mirada
de quien se contempla.

Dónde el ave que anuncia


tierra firme, dónde
la alborada. Roto
queda el horizonte
que la mañana traza.

Sobre el tibio vaivén


de las sábanas, flotan
a la deriva,
los restos del naufragio.


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5

Mira en ti como quien se afana


en observar el frágil vuelo
de los días, la monótona
respiración de las horas.

Bien sabes que un respirar,


o acaso la vida entera,
es el efímero rastro
que deja en las aguas
el paso de tu navío.

Arbóreas velas vertebrales,


incendiada embriaguez
de luz derramándose
en un cielo de pájaros pleno.

La transparencia de su soplo
lentamente impulsa la nave.


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Incrustados en la quilla,
irónicos desdenes, tedios,
decapitados miembros
que antaño fueran amor.

Bajo la mar,
vientres, pupilas,
ecos, gargantas,
cuerpos nocturnos
que habiendo sido hombres,
el tiempo oculta
en el olvido.

Ondea como velamen la piel,


arrastra súbitos sonidos
arrancados al mar desde su hondura.

Un latir de peces, no el corazón,


rompe el silencio de tu ausencia.

Los dedos sin tu imagen, laberintos


trazan sobre la humedad de la arena.


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9

Tan larga es la navegación


como larga la vida y aún más,
pues la vida apenas es un puerto
donde el bajel pasa una noche.

En la mañana, reiterado
nacer de la materia, nuevos
rumbos trazará nuestra barcaza.

10

Arrastra la razón
por las tumultuosas
riberas del cuerpo,
turbiedad de pájaros.

Sobre los arrecifes,


dibuja ojos la tarde.
Impetuosos vientos
impulsan el velaje.

Ebrio el navegante,
inconsciente avanza
hacia el corazón
de la tormenta.


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Recorre la mirada el vasto


azul que tiñe el agua. Vida
que se ofrece y se repliega. Mas
la marea barrerá de nuevo
los surcos que los pies trazaron
sobre el austero manto de la arena.

No pasa la vida,
pasan los ajados rostros, los ojos
vencidos de quienes de materia ebrios
no saben si han vivido.

No puede el oleaje ni tus lágrimas


borrar ni un solo surco que la quilla
sobre la superficie del mar traza.

Imborrables quedarán escritos,


recuerdos de las horas.


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12

Si los ojos pudiesen


arrebatar al cielo
la esencia que proclama
e inerme la mirada
contemplasen el lecho
fértil donde el amor
habita, luminosa
surcaría la nao
los dilatados límites,
invisibles dominios,
a la razón inabarcables.

13

Dientes de ira trazan las olas


alrededor del casco. Son los límites
de tu Universo, navegante.

No tiene el viento labios extendidos


que alcancen encendidas aguas,
ni cristal el fatigado horizonte
que refleje nuevos crepúsculos.

Todo rumbo con terquedad encalla


entre voraces arrecifes.


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La claridad aguda de las velas


vierte al cielo translúcidas siluetas,
estelas como pájaros o afanes marinos
o algazaras de azules vueltos voz.

Solo el silencio -huella de su paso-


deja una impronta sobre la piel viva
y desnuda del mar.

15

Remontar las azuladas venas


que como párpados desatan
el silencio, la sangre de peces
ancestrales, sus saladas lenguas
que en ansiedad creciente arrastran
las horas y los días
hacia los pechos abiertos
de lo que fue creado.

Surge la materia así, desde los ojos,


y enraíza en el agua su pétrea
geometría. Los limites del cuerpo
perfilando las orillas
de la playa, ponen diques
a lo eterno.


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16

Cae el alma al turbulento


cauce que desgrana el tiempo,
allí donde el dolor crecido
acucia. No es el mar quien desahoga
en lágrimas su pecho. No es el mar
ni sus innumerables muertos.

El embrión nacido
siente en su contacto el dolor
de quien despierta.


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Cuando el agua entera es fauces,


impetuoso Leviatán
que amenaza devorar
la proa y el miedo asoma al borde
de los ojos y se repliega
la voluntad como gavia
hecha jirones.

Cuando los sueños tallados


en las altas copas, caen
como polvo, y quedan cielos
oscuros, turbios,
sin aleteos de luz.

Aún entonces, bien lo sabes,


se dan cita las estrellas
en las bóvedas inmensas
del corazón.


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18

Deja que la marea arrastre


hasta el fondo cenegoso
los carcomidos pechos
de los que ya naufragaron.

Deja que escupa el océano


su rabia, que repitan
las sirenas la terrible
soledad que le habita,
que muestren su lujuria
los tritones del abismo.

Anclada a tenues hilos


de luz, la proa se encamina
hacia un horizonte de rosas.


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19

Someter el brío con que el mar


golpea e invade el asombro
de unos ojos que son luz.

Alzarse unos instantes


y recrear la secreta curva
de un cuerpo y caer ya de nuevo
en la raíz de los siglos.

¡Loca avidez la que gravita


sobre la plenitud errante!

Tierra, cielo, mar, fulgente faz


donde lo verdadero sueña.


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20

Arrancar el cuerpo del lento


huir de los días como espeso
ramaje que resbala
en el lánguido sopor
de la materia.

Respirar el aire o su afán


de ser soplo en aliento henchido,
brisa, pálpito, prodigio
ante el cotidiano mar
de asfalto, como quien despierto
se alza y su desnudez
no acusa. Amor
que se renueva.

21

Sobrepasa la razón
y el poder de los sentidos
la vastedad deslumbrante
que el alma en su centro intuye.

Por un cielo interior


de aves sagradas poblado,
avanza el áureo navío.


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DICCIONARIO POÉTICO
2007-2008

Afanes. Aves de paso.

Agonía. Largo pasillo de penumbras.

Albor. Despertar de frescas rosaledas.

Amanecer. Pálpito de las tempranas luces.

Aniversario. Un cadáver que pasa por tus ojos.

Aurora. Incendio de gorriones.

Ave. Diáfano gorjeo.

Avión. Delfín alado.

Ayer. Lejano aliento que empaña el cristal de otras


ventanas.

Barca. Cicatriz en la piel del mar.

Beso. Esencia del secreto. Beso en la frente. Húmeda


libélula.

Calavera. Cúpula de humana arquitectura.



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Calle. Larga piel de asfalto.

Candelabro. Dedos de luz.

Caos. Hervor de primigenia materia.

Carcajadas. Restallos de sonoras campanillas.

Cejas. Arcos de sombra.

Cenizas. Polvo que fue forma. // Constancia de quien


fuera presencia.

Cráneo. Estelar bóveda. 


Crepúsculo. Turbia luz de mariposas.

Cuerpo femenino. Secreta rosaleda.

Deseo. Ciega avidez de los sentidos.

Destino. Tropel de azares.

Día. Abanico de horas.


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Diccionario. Semillero de palabras.

Duermevela. Retal de ensueños.

Ecos. Náufragos del aire.

Espíritu. Fulgente fluir de materia trascendida.

Estío. Hervor de las horas.

Estrellas. Temblorosas luciérnagas que el amanecer aplasta.


// Perennes farolillos del cielo.

Farolas. Pálidos rubís de la noche.

Firmamento. Acorde de estrellas.

Fuente. Un fluir de líquidas transparencias.

Futuro. Innombrable enigma.

Goteo. Lágrimas de cuarzo.


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Hojas caídas. Calendario de otoño. // Hojas de un libro.


Nidos de papel.

Hombre. Carne de sueños.

Huellas. Cicatrices que deja el caminante en el camino.

Indecisión. Pájaro sin alas.

Juventud. Alado corcel.

Lágrimas. Pajarillos de cristal.

Lamentos. Aéreos juncos que el dolor va quebrando.

La vida. Un parpadeo de alas.

Las primeras nieves. Revuelo de blancas mariposas.

Libro. Registro de intuiciones.

Lienzo. Blancura que el trazo de un pincel desflora.


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Luna. Luminoso ojo de cíclope. // Cerco de plata que las
nubes borran y recrean. Luna creciente. Mihura encendido.

Llovizna. Acuosos hilos de cristal.

Madre ante la cuna. Ingrávida presencia. // Surtidor de


besos y caricias.

Manos. Semilleros de caricias.

Mariposa. Pétalos que el viento arrastra. //Retazos de arco


iris.

Mármol. Recinto de informes estatuas.

Materia. Caos vuelto forma.

Memoria. Almacén de vuelos y sombras. // Celda donde


pernoctan las aves del recuerdo. // Cementerio de
espantos.

Mi cuerpo. Ánfora vacía cuando te alejas.

Mirada adolescente. Enramada de silencios y ensueños.//


Mirada infantil. Espejo de esperanzas.


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de
ausencias


Mis manos. Hiedra sobre tus arqueados senos.

Muerte. Fauces del tiempo. // Renovado silencio.

Música. Vibrante esencia que rezuma el silencio.

Nieve. Blanca mortaja tras los cristales.

Noche. Vuelo de sombras. // Ébano que oscurece el cielo.

Nube. Ave de lluvia. // pl. Aves de paso, como mis


recuerdos. // pl. Potrillos de algodón.

Odio. Cenizas ardidas en el fuego del desamor.

Ojo. Espejo donde la ciudad se mira. // Ojos de enfermos.


Diván de sufrimientos. // Ojos de niño. Nidos de
alondras. // Ojos de anciano. Secretas nieblas.

Olas. Párpados del mar.

Orejas. Caracolas de nácar.

Oscuridad. Luz cegada.

Otoño. Trémula deserción de hojas.


 53

Párpado. pl. Abanicos de sueños.

Pasión. Ebriedad de los sentidos.

Pensamientos. Avecillas atrapadas en los cepos de la


mente.

Pistola. Guadaña de fuego.

Prostituta. Ciego litoral donde vierte la noche su amargura.

Puvis (femenino). Nido de espesas aves. // Frondoso


musgo en el páramo que las piernas trazan.

Rascacielos. Vertical enjambre de cristal y hierro.

Recién nacido. Madeja en carne viva.

Relámpago. Espasmo de luz.

Reloj. Caricatura del tiempo.

Remolinos. Caracolas de viento.

Rencor. Agazapada fiera que acecha en la memoria.

Reproches. Escombros de una habitación no compartida.

Rubor. Despunte de auroras.


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Ruiseñor. Reguero de trinos.

Sábanas. Lienzo de sueño. // Un páramo estéril si tú no


estás.

Sonrisa: Caricia en flor.

Sueño. Latente quietud de la memoria. // pl. Pétalos que la


aurora desgrana.

Tarde. Embozadas luces.

Tren. Metálica oruga entre raíles.

Tiempo. Impasible devorador de cuerpos. // Desbocado


corcel de las horas.

Tu amor. Una nube pasajera.

Tu boca. Pira de ardiente savia.// Nido para mis besos.

Tus brazos. Juncos de sonrosada piel.

Tu desnudez. Lento fluir de aves entre frescas arboledas.

Tu cintura. Furtiva guitarra.


 55

Tu cuerpo. Remanso de faunos.//Ánfora donde se
agolpan mis deseos.

Tu figura. Sombra de mármol.

Tus manos. Dádivas que mis ojos mendigan.

Tu mirada. Instantes donde el alba derrama indescifrables


caricias.

Tu pecho. Un vaivén de olas cuando duermes.

Tu risa. Tropel de ruiseñores.

Tu vientre. Laberinto de la noche.

Tus cabellos. Lluvia de azabache.

Tus caderas. Colinas recorridas por los vientos del deseo.

Tus dientes. Brazaletes de nácar.

Tus muslos. Riberas donde mis manos se apresuran.

Tus ojos. Lagos de luna // Dos alondras heridas cuando


lloras.// Ventanas de mis largas noches.

Tus pupilas: Inciertas lagunas.

Tus senos. Suaves colinas tras las que despunta la aurora.


// Manzanas del Edén.

Vendaval. Fauces del viento.


 56

jardines
de
ausencias


Vida. Aliento de un respirar furtivo.

Vidriera. Fontana de arcos iris.

Vislumbre. Solapado destello de intuición.


 57

ZUMBIDOS A MI ALREDEDOR
2009


Zumbidos a mi alrededor
en el bochorno de la tarde:
las moscas y mis pensamientos.

Espanto las moscas,


vuelven a mis pensamientos.

2

Cauces sonoros,
mi voz y el arrollo
entre las piedras.

Ardía el mar cuando nadabas.


 58

jardines
de
ausencias


Si no te viera envejecer
el tiempo pasaría a mi lado
sin asustarme.

Sobre la espuma de afeitar


un velero.

Tormenta de verano,
acuchillan el cielo
los relámpagos.

Tus dedos
transparentan mi piel
cuando me tocan.


 59

8

Mi voz y la del viento


se hermanan cuando vagan
por páramos estériles.

Otoño,
caen los años.

10

Al despertar,
rescoldos de tu piel.
quedaban en mis besos.

11

Bebí en la luz de tus ojos,


cuando te fuiste
seguía siendo un ciego.


 60

jardines
de
ausencias


12

Otros fui, otros seré. ¡Brindo por ellos!

13

Me ofreciste tus pechos


como pan recién horneado,
mendigo discreto,
me retiré tras saciar el hambre.

14

Desnuda está la luna,


como tu cuerpo en la noche,
sin que pueda desprenderse
mi mirada.

15

Hojas de otoño;
caen de mi alma
pensamientos secos.


 61

16

Es yo, mas no le reconozco,


y me pregunto por qué su mirada
me sigue de un espejo a otro.

17

Una vida esconde otras vidas;


algunas, invioladas,
aguardan ser vividas.

18

Tarde de otoño,
deja el viento su queja
entre los pinos.

19

Arenilla,
el viento llora
en mis párpados.


 62

jardines
de
ausencias


20

Invierno,
colgados en el marco de la ventana
colmillos de hielo.

21

Al calor de la estufa
los zapatos viejos
sueñan con hacer camino.

22

Tibio sol de invierno,


tiemblan los trinos
en las desnudas ramas
de las encinas.

23

El camino alarga el horizonte,


mis pensamientos regresan
al calor del hogar.


 63

24

Cuando la muerte toque mis labios


¿cómo nombrarte?

cuando la muerte toque mis ojos


¿cómo reconocerte en la oscuridad?

25

Sobre el horizonte
cien molinos de viento
...ningún Quijote.

26

Los primeros hielos


llenan de lágrimas
las ramas del almendro.

27

Ayer el sol
perfiló el sendero,
hoy la niebla
desdibuja mis pasos.


 64

jardines
de
ausencias


28

Invierno,
la luz de la luna
congelada en los cristales.

29

Andén de metro,
como alondras ciegas
revolotean las sombras
de los transeúntes.

30

Al pisar la araña,
durante un instante
se contrajo la vida.

31

Entre las nubes


una brecha de luz,
brillos de lluvia.


 65

32

Con los primeros rayos de sol


la nieve sueña con ser nube.

33

Una niña en el columpio,


las rosas de sus mejillas
anuncian la primavera.

34

Hay un camino que del corazón parte


y en él acaba. Quien lo recorre
se visita con frecuencia.

35

Noche ventosa,
juega al escondite
la luna entre las nubes.


 66

jardines
de
ausencias


36

Tiemblan las hojas


al soplar el viento.
Cuando pasas a mi lado,
¿en qué me diferencio de ellas?

37

Si ya no habito en tu amor
¿por qué tus besos y el vino
en la misma copa?

38

La noche era blanca


como mis sueños.
Tú no estabas allí.

39

Te he buscado en mí.
Vacío estoy de tu presencia.


 67

40

Teñido está de sangre


el horizonte,
ha asesinado la tarde
los últimos rayos del día.

41

Quiero dormir en las cuencas


de tus ojos, como un niño
acunado por la luna.

42

En la corteza de mi pecho
un verde brote
si me nombras.

43

Tarde de verano,
guitarrean las chicharras,
una lagartija baila en el jardín.


 68


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