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BAJA EDAD MEDIA DE ESPAÑA

Conceptos

Tema 2. Las monarquías peninsulares en el siglo XII


1. Cortes de Olite (1274):
Estas Cortes tienen lugar en Navarra cuando, tras la muerte del rey Enrique I, nombran a un
gobernador (Pedro Sánchez de Monteagudo) que se debe hacer cargo del gobierno navarro hasta que
Juana, la heredera (de tan solo 18 meses) cumpla los doce años y se case (lo hará con el rey Felipe IV
de Francia). Son en este momento las Cortes las encargadas de decidir sobre los asuntos reales pues
podían haber cedido el trono a Castilla, Aragón o Francia (nobles divididos). Finalmente deciden que
Juana sea la heredera al trono.
2. Proceso de la conquista de Valencia:
el rey Jaime I de Aragón, conocido como el Batallador conquistó en 16 años (1229-1245) el reino
que posteriormente se conocería como Reino de Valencia.
El proceso de conquista se divide en tres fases:
1ª: Los esfuerzos de las tropas del rey se centraron en la llamada ―Plana‖ norte hasta que
consiguieron tomar Burriana en 1233.
2ª: Esta fase abarca la toma de toda la zona central del reino, incluyendo la toma de Valencia en 1238
y las tierras llanas hasta el Júcar (para lograr llevar a cabo esta parte de la conquista ayudaron las
Cortes de Monzón de 1236 y el Papa Gregorio IX que le dio a la empresa el carácter de cruzada). El
Puig (en el mapa estaría debajo de Puçol) se tomó en 1237 tras vencer a la escuadra enviada por el
rey de Tunez en ayuda a Valencia.
3ª: Desde 1243 hasta 1245. En esta época se logra conquistar hasta los límites establecidos en el
Tratado de Almizra (1244) firmado por Jaime I y Alfonso X en el que se delimitan las zonas de
reconquista de los reinos de Ccastilla y Aragón (las tierras del sur de la linea Biar-Busot-Villajoyosa
quedan reservadas a Castilla aunque Jaime vulnerará este tratado al hacerse conVillena, Caudete y
Sax, al sur de esa linea de delimitación, y más tarde el infante Alfonso lo hará al intentar hacerse con
Játiva)
2. Tratado de Corbeil (1258):
acuerdo firmado entre el rey Luis IX de Francia y Jaime I de Aragón según el cual Jaime abandonaba
a todos sus posibles derechos ultra pirenaicos excepto a Montpellier, Rosellón y Cerdaña, que se
reconocían y Luis IX por su parte renunciaba a los derechos que le podían corresponder (por herencia
de Carlomagno) en Cataluña. Además se decide el matrimonio de Isabel, hija de Jaime con Luis, hijo
del rey de Francia.
4. Cortes de Valladolid de 1258 y de Jerez de 1268:
En Valladolid en 1258 Alfonso X estableció un tipo máximo de interés que podría cobrarse por los
préstamos. Las Cortes de Jerez, convocadas por el rey Alfonso X, y a las que además de los
habituales asistentes se sumaron mercaderes, trataron asuntos esencialmente económicos, por lo que
tienen gran importancia. ( Cabe destacar que de esta localidad andaluza, próxima a la frontera nazarí
acababan de ser expulsado los mudéjares). El principal motivo de convocar estas Cortes fue poner
remedio a la gran carestía que sufría la tierra, así, se tomaron importantes medidas económicas
destinadas a poner freno a la alzada de precios, a regular los salarios y a contener los excesos en el
consumo. Alfonso X se apoyó en las Cortes para hacer una política económica que impidiera que los
mercaderes y comerciantes constituyesen monopolios para fijar los precios de los productos.
5. Las vísperas sicilianas:
en el año 1282, cuando, según se cuenta, las campanas de las iglesias de Palermo llamaban al oficio
de Vísperas, se produjo un levantamiento del pueblo de Palermo que masacró a la guarnición
francesa que allí había. Este levantamiento se extendió a otras zonas de la isla de Sicilia hasta que se
expulsaron finalmente a los franceses. Todo tuvo lugar con la ayuda de Pedro III de Aragón (alegaba
los derechos de su mujer Constanza, hija del rey Manfredo, de la casa de Hohenstaufen que había
gobernado Nápoles y Sicilia hasta su muerte a manos de Carlos de Anjou). En Sicilia había
gobernado la casa Hohenstaufen hasta que Carlos de Anjou con ayuda del Papa consigue el poder, no
siendo del agrado del pueblo siciliano pues instauró un gobierno tiránico con una elevada presión
fiscal. En esta época muchos nobles sicilianos huyeron a Aragón donde, probablemente empezaron a
conspirar en contra de Carlos basándose en los derechos de Constanza. En la guerra que tendría lugar
Pedro obtendría de rehén a Carlos de Salerno, hijo de Carlos de Anjou y la empresa de conseguir
Sicilia tendría un gran beneficio económico y comercial para Cataluña (aunque Aragón no la
apoyaría). (Cabe destacar que este enfrentamiento continuó aún después de la muerte de Pedro III y
Carlos de Anjou, con sus sucesores y herederos hasta que en 1302 Sicilia se independiza bajo el
gobierno de Fadrique (hermano de Jaime II de Aragón) con la Paz de Caltabellota.)
6. El Privilegio General:
acuerdo que tuvo lugar en 1283 entre representantes de la nobleza y de las ciudades del Reino de
Aragón y el rey Pedro III de Aragón por el cual este último se comprometía a respetar una serie de
fueros y privilegios y a no tomar decisiones en política exterior sin consultarlo en las Cortes
aragonesas previamente. Este acuerdo ocurrió tras la intervención de Pedro III en Sicilia en las
Visperas Sicilianas de 1282, acción criticada por un grupo de aragoneses y de representantes de
ciudades de Aragón que se reunieron en la Unión Aragonesa y exigieron al rey convocar Cortes.
Desde este Privilegio General, que supuso la victoria de la aristocracia los vasallos tuvieron el
derecho a participar en la política de la Corona.
7. Tratado de Olorón (1287):
tratado entre Alfonso III y Carlos de Salerno, hijo de Carlos de Anjou y rey de Nápoles según el cual
Carlos recibía la libertad tras pagar un rescate y logra firmar una tregua de tres años en la que
entrarían Sicilia y Mallorca. Como el tratado favorecía a los intereses aragoneses no lo aceptan ni
Francia, ni el Papa ni los vasallos de Carlos II asique continua prisionero.
8. Tratado de Tarascón (1291):
tratado por el cual Alfonso III de Aragón renunciaba al trono siciliano, se comprometía a intentar que
Jaime de Aragón (su hermano, futuro Jaime II (sucede a Alfonso III) que había heredado Sicilia de su
padre Pedro III) renunciara al reino de Sicilia en favor de Carlos II de Anjou llegando incluso a
declararle la guerra si este no cedía el trono siciliano y a pagar nuevamente el tributo a la Iglesia. A
cambio el Papado revocaba la excomunión al rey aragonés y reconocía los derechos de Aragón en
Mallorca.
9. Tratado de Anagni (1295):
tratado o paz entre Jaime II de Aragón y Carlos II de Nápoles con mediación del Papa Bonifacio
VIII con el que se acaba con la Guerra de Sicilia entre Aragón y Nápoles. Según este tratado el rey
de Aragón se casaría con Blanca de Anjou (hija de Carlos II de Nápoles), reconoce a Carlos de Anjou
como rey de Sicilia, el Papa levanta las censuras eclesiásticas contra Aragón y otorga derechos de
conquista sobre Córcega y Cerdeña. Además Jaime de Aragón debe devolver Mallorca a su tío,
también llamado Jaime II (de Mallorca). Este tratado trajo problemas: los sicilianos no aceptaron ser
súbditos papales (Jaime se la dio al Papa y este se la cedió a Carlos de Anjou en 1295) y el hermano
de Carlos II de Anjou, Fadrique se proclama rey (pide ayuda a Jaime II pero este se retira de la isla).
Los hermanos se enfrentan hasta la paz de Caltabellota (1302) (que Fadrique nunca aceptó) según la
cual Fadrique se queda con Sicilia pero el resto (Nápoles) es para Carlos de Anjou.
10. Batalla de Épila (1348):
batalla que formó parte del enfrentamiento que tuvo lugar entre el rey de Aragón Pedro IV y la Unión
aragonesa. El rey decidió jurar como heredera a su hija Constanza, lo que lesionaba los derechos al
trono del hermano del rey, Jaime. Este acudió a Zaragoza a pedir ayuda a la nobleza aragonesa que
juró de nuevo la Unión (recordar el Juramento de la Unión que la alta nobleza firmó en el reinado de
Pedro III, después de que este invadiera Sicilia, por el que se comprometieron a prestarse mutua
ayuda contra el rey si este menospreciaba sus privilegios) en apoyo del infante movimiento al que
luego se unirían muchos municipios incluyendo la capital. Al mismo tiempo en Valencia se organizó
una Unión similar. Al principio Pedro IV trató de solucionar el enfrentamiento por la vía pacífica,
pero tras haber declarado en secreto que todos los privilegios que concedieran no eran válidos pues lo
hacía amenazado, estalla el conflicto armado. Jaime muere, probablemente envenenado por el propio
rey y su hermanastro Fernando desde Valencia encabeza la rebelión contra el monarca (1347:
enfrentamiento en Aragón y Valencia). En 1348 las fuerzas de los unionistas estaban concentradas en
Zaragoza y Pedro IV decide ir hasta allí, tras haber pacificado Valencia. Los unionistas saben que no
se podrán enfrentar a todas las fuerzas del rey y deciden tomar un enclave intermedio (entre Valencia
y Zaragoza), la villa de Épila. Por su parte Lope de Luna, que apoya al rey se dio cuenta de que si los
unionistas llegaban antes que el a Épila él no podría reunirse con las tropas del rey (ya en Épila,
esperando) pues los unionistas le cerrarían el paso asique se dirigió allí a impedir que fuera tomada la
villa. Aunque los unionistas trataron de atacar a las tropas del rey, en Épila, no tenían medios
suficientes; eso y la rápida y sorprendente llegada de Lope de Luna con sus tropas fue decisivo para
la victoria real. Este enfrentamiento supuso la muerte o el apresamiento de los principales cabecillas
unionistas y la concesión del título de Conde a Lope de Luna por parte del rey. Además se revocaron
todos los privilegios y derechos de la Unión. El rey amplió también los poderes del Justicia de
Aragón, encargado de mediar en conflictos entre el rey y los aragoneses (asique en parte algunos de
los derechos de la Unión quedaban salvaguardados por esta figura)
11. La unión de nobles aragonesa:
unión de los barones de Aragón llevada a cabo en 1282 (tras invasión de Sicilia por parte de Pedro
III) en la que los nobles se comprometen a ayudarse mutuamente en caso de que el rey atente contra
sus privilegios.
12. La cuestión sucesoria de Jaime I:
Jaime tiene varios hijos asique va cambiando su testamento (en el de 1232 su primer y todavía único
hijo, Alfonso, heredaría todo; en el segundo testamento de 1241 su hijo Alfonso heredaría Aragón y
Cataluña y su segundo Pedro (el primero con Violante) heredaría los señoríos ultra pirenaicos,
Baleares y Valencia; luego tuvo dos hijos más: Jaime y Fernando asique más divisiones):
Testamento
Alfonso: Aragón (muere y su hermano Pedro hereda Aragón)
1248 Pedro: Cataluña y Baleares (le sucederá como rey llamado Pedro III)
Jaime: Valencia
Fernando: Territorios Ultra pirenaicos (solo Montpellier, Rosellón y Cerdaña:
Francia quiere que el infante le rinda vasallaje por Ultra pirenaicos, rey protesta: paz de
Corbeil (1258)).
13. La cuestión sucesoria de Alfonso X:
Alfonso X había promulgado las partidas (cuerpo normativo para conseguir una cierta uniformidad
jurídica) según las cuales debía sucederle en el trono Alfonso de la Cerda, hijo del primogénito de
Alfonso X (Fernando de la Cerda) que había fallecido. Sin embargo Alfonso decide nombrar en
1278, en las Cortes de Segovia, sucesor a su segundo hijo varón, Sancho, siguiendo así la tradición
castellana (además Sancho había tenido un gran éxito militar tras lograr que Aben Yuzaf aceptara una
tregua y se retirara al norte de África, defendiendo así la frontera de los meriníes). Posteriormente
intentó nombrar rey de Jaén al infante de la Cerda porque estaba presionado por su esposa Violante y
por Felipe III de Francia, abuelo de Alfonso de la Cerda, a lo que se opuso Sancho (apoyado por
Aragón y Portugal) (De la Cerda estaba apoyado por los Lara, por Diego López de Haro, Aragón,
Francia pues su madre era hija de Luis IX de Francia, y Navarra).
Entonces: guerra civil (1282-1284):
Sancho con el apoyo de muchos nobles que no querían que el reino se dividiese (es lo que pasaría si
le dieran Jaén a de la Cerda) llegó a desposeer a su padre de sus poderes pero no del título de rey.
Alfonso X (apoyado por Sevilla, Murcia y Badajoz) le desheredó y junto con sus antiguos enemigos
los benimerines empezó a recuperar posiciones (pide a los benimerines que ataquen Granada, ciudad
que apoya a Sancho), sin embargo cuando cada vez más gente apoyaba al rey Alfonso este murió
(1284) y su hijo Sancho fue coronado rey en 1284 con el nombre de Sancho IV de Castilla, aunque su
padre había dejado como heredero a Alfonso de la Cerda y si no había hijos al rey de Francia
(también dividió el reino en dos: Sevilla-Badajoz para el infante don Juan y Murcia para el nfante
don Jaime).
14. El ―fecho‖ del Imperio de Alfonso X:
intento del rey Alfonso X de ser nombrado emperador del Sacro Imperio Romano Germánico en
1257 aprovechando o su condición de hijo de Beatriz de Suabia (el tío de esta, Federico II de
Hohenstaufen, fue el emperador del Sacro Imperio desde 1212 hasta su muerte en 1250). Tras la
muerte del emperador Guillermo de Holanda en 1256, hubo dos principales candidatos al trono:
Ricardo de Cornualles (hermano del rey Enrique III de Inglaterra) y Alfonso X (también estaban
Manfredo de Sicilia y Carlos de Anjou, opción güelfa). Durante los enfrentamientos (Ricardo estaba
apoyado por el Conde Palatino del rey y los arzobispos de Maguncia y Colonia, por su parte el
Duque de Sajonia, el arzobispo de Treveris y el rey de Brandemburgo apoyaban a Alfonso: fuerzas
muy igualadas), en los que ambos bandos llegaron a nombrar emperador a su propio candidato,
Alfonso llegó a invertir gran cantidad de recursos materiales y económicos en busca de apoyo, lo que
disgustó en gran medida a las Cortes y a los nobles (también se denomina fecho al gasto que supuso
esta inversión). Al no contar con el apoyo del Papa y de las Cortes Alfonso no pudo hacer efectivo su
nombramiento aunque sus pretensiones continuaron hasta 1275 (el Papa finalmente elige al candidato
de los príncipes alemanes, Rodolfo I de Habsburgo, e invita a Alfonso a abandonar su pretensión).
15. Política mediterránea de la Corona de Aragón (fruto de unión dinástica de Cataluña y Aragón en
1137; con el tiempo se sumará Mallorca, Valencia, Sicilia, Cerdeña, Ducados griegos y Nápoles)
Motivos:
-Conseguir hegemonía política en el Mediterráneo occidental.
-Por intereses mercantiles de clases emergentes de la sociedad.
-Por intereses de la nobleza catalana, valenciana y aragonesa que se benefician de repartos
territoriales (sobre todo en Cerdeña) y del desempeño de funciones de gobierno.
La corona quiere consolidar el poder marítimo y definir su esfera de influencia (aglutina todos los
intereses anteriores)
Expansión:
Sicilia
Jaime I empieza con la conquista de Mallorca (1229-1231) y Valencia (1232-1245) por iniciativa del
propio monarca que reforzaba así su poder. Con los tratados de Almizara (con Castilla) y de Corbeil
(con Francia) se cerró la posible expansión de Aragón por el mediodía peninsular y norte de los
Pirineos.
Pedro III aprovechó la situación para hacerse con Sicilia (recordad que estaba casado con Constanza
de Hohenstaufen, hija de Manfredo de Sicilia muerto a manos de Carlos de Anjou; Visperas
Sicilianas…). Esta conquista fue más por intereses dinásticos que por voluntad de los aragoneses (rey
tuvo más apoyo de catalanes que salían beneficiados comercialmente que de aragoneses). Rey se
buscó enemigos externos (papado, Francia, los Anjou) e internos (nobles aprovechan situación para
aumentar su poder).
Alfonso III tuvo Sicilia como motivo central de su política exterior pues Carlos de Valois (hijo de
Carlos de Anjou), príncipe de Salerno aspiraba al trono de la isla. Jaime (hermano de Alfonso) había
heredado de su padre Pedro III la corona de Sicilia y tuvo que enfrentarse a Carlos de Valois
(coronado rey por el papa) hasta paz por mediación inglesa. Tratado de Tarascón (mirad en
conceptos) en el que Alfonso prometía no ayudar a su hermano (ser neutral) a cambio del
levantamiento de su excomunión y promesa de que el papa revocara el nombramiento del príncipe de
Salerno (le había nombrado rey de Sicilia).
Tras muerte de Alfonso sin hijos le sucede su hermano Jaime (su otro hermano Federico se queda
como rey de Sicilia aunque Jaime quería la isla para él). Tratado de Anagni (ver en conceptos) es hito
clave porque Jaime II perdió Sicilia, aunque pudo mantener la parte continental del reino de Aragón.
1302 Tratado de Caltabellota entre Federico (hermano de Jaime) y Carlos de Anjou por el que se
acepta la independencia de Sicilia bajo la soberanía de Federico y este se casa con la hija de Carlos.
Ducados griegos (parece que fue más por expansión de Federico de Sicilia que por su hermano Jaime
de Aragón: relación entre Compañía y Sicilia más directa e intensa que con Aragón)
Tras independencia de Sicilia la Compañía Catalana (formada por almogáraves o soldados que
combatían a sueldo) son mandados y se instalan en Grecia por la fuerza (asentamiento superficial
rechazado por la sociedad griega) y fueron élite que sustituyó a la francesa. La función de estos
ducados griegos como base para el comercio siculo-catalán en Levante fue escaso.
Cerdeña
En cláusula secreta de Anagni estaba la donación pontificia de Córcega y Cerdeña a Jaime II como
compensación por haber renunciado a Sicilia (30 años pasan desde esto hasta que empieza la
conquista de la isla por parte del infante Alfonso en 1323). Desde este momento Cerdeña desplazó a
Sicilia en intereses aragoneses (Aragón más implicado en el Tirreno y choca con intereses de Pisa y
Génova). Cerdeña es necesaria por su posición estratégica de rutas comerciales y por su importancia
económica (minas de plata, corales, sal, cuero…)
Estrecho
Aragón tenía intención de controlarlo por importancia de navegación y para consolidar e incrementar
la posición de mercaderes catalanes en Granada y Marruecos. No gran éxito y Jaime II se retiró para
centrarse a principios del siglo XIV en el Mediterráneo (Cerdeña y Chipre).
Norte de áfrica
El balance general es que la política de los reyes aragoneses en el norte de áfrica se basó en el
comercio, los tributos y las milicias cristianas. Desde 1295 Jaime II intensifica actividad diplomática
y militar en Mediterráneo donde de verdad estuvo la presencia mercantil catalana.
Chipre
Jaime II se casa en 1315 con María, hermana de Enrique II de Chipre pero ella muere sin hijos y
Enrique le da su trono a un sobrino asique pronto acaba sueño de rey aragonés de hacerse con Chipre.
16. Política económica de Alfonso XI (rey de Castilla desde 1331-1350, bisnieto de Alfonso X)
Alfonso XI fue declara mayor de edad con 14 años en 1325. Desde el primer momento fue consciente
de que las hermandades generales (ciudades que durante su minoría de edad se habían hecho cargo de
los asuntos más importantes) habían llegado demasiado lejos en sus pretensiones de controlar el
poder, lo que de ninguna manera podía aceptar pues entraba en contradicción con su proyecto
político de fortalecimiento de la institución monárquica, intervencionismo regio y centralización
administrativa que terminará por dar a la corona castellana uno de sus momentos de mayor plenitud.
Intentó una progresiva labor que tenía como fin disminuir el alcance de los fueros y costumbres
locales y a cambio ir imponiendo sus propios representantes a la cabeza de cada núcleo urbano (el rey
llegó a compromisos con las ciudades: nombramiento de oficiales honrados, respeto a fueros y
privilegios…pero fue muy intransigente en otros aspectos esenciales como en los intentos de poner
límite a su autoridad o e la disminución de los ingresos económicos que recaudaba el reino).
Alfonso controlaba las Cortes a su antojo y pretendía reafirmar la organización feudal (maniobra
hábil no para fortalecer a nobleza sino para obligar a los señores poseedores de tierras inmunes a que
le siguieran en guerra y paz). Además controló la acuñación de la moneda pues se estableció que la
única moneda válida era la real.
Importancia de las Partidas de Alfonso XI (norma jurídica de todo el reino, primer intento de crear
unidad legislativa en todo el reino: el rey tenía potestad de mejorar y enmendar fueros y dictar nuevas
leyes en caso necesario).

Tema 3. El restablecimiento de la autoridad


1. El Consejo de Ciento (1249-1462)
A mediados del siglo XIII, Barcelona vivía un período de rápido desarrollo: había aumentado la
población, se estaban construyendo nuevos barrios, el comercio crecía... Había que hacer frente a una
serie de cuestiones relacionadas con el desarrollo urbanístico y el aumento de actividades portuarias.
Barcelona tenía buena relación con el monarca Jaime I, ya que habían ayudado en la conquista de
Mallorca y en la de Valencia. Por otra parte, había en la ciudad un grupo de personas deseosas de
participar en el gobierno local; eran los llamados prohombres (probi homines), personalidades
importantes de la comunidad bien por su riqueza o por su inteligencia. Toda esta situación cuajó en
1249 con la concesión de un régimen municipal orgánico para la ciudad de Barcelona. Este fue el
denominado Concilio de Ciento y no fue una empresa fácil, ya que se necesitaron veinticinco años
(1249-1274) y ciertos privilegios reales para estructurar el municipio. El documento era muy simple,
de hecho era una simple carta, fechada el 7 de abril de 1249, dirigida por Jaime I a cuatro ciudadanos
nombrados paers (concejales) que podían ser ayudados por consellers, ordenándolos que procurasen
el bienestar de la ciudad. Dentro de los privilegios encontramos unos más sencillos que otros para la
organización positiva del municipio. El primero, por ejemplo, fue tan sencillo y poco concreto que
muy pronto fue necesario un segundo (1249) para la organización. Este segundo decía que Barcelona
estaría dirigida por cuatro paers, que en caso de necesidad podrían convocar una asamblea general de
vecinos. Esta estructuración cambió con el privilegio de 1258 que hacía desaparecer a los paers y se
transformaban los consellers en magistrados ejecutivos. La asamblea general era cambiada por un
consejo de doscientos prohombres elegidos por los consellers. En 1274 concluía la intervención de
Jaime I en la configuración del municipio barcelonés fortaleciendo la autonomía municipal frente a
consellers y oficiales reales; el rey moría dos años después. Será Pedro el Grande, quién culminará el
proceso de creación del municipio. El privilegio de 1274 había sido concedido por diez años pero
cuando llegó el momento de renovación, había una situación política y militar delicada. Pedro
convocó Cortes aragonesas y catalanas. Aquí nacía el privilegio de Recognoverunt proceres. Este
privilegio confirmaba genéricamente y a perpetuidad las disposiciones de Jaime I sobre el gobierno
municipal de la ciudad. El Recognoverunt proceres, confirmado por los monarcas posteriores se
convirtió en la base fundamental del estatuto jurídico del municipio, completado y ampliado por
privilegios posteriores, obtenidos tanto en función de las necesidades de Consell de Cent como de las
coyunturas políticas de cada momento.
2. Ordenamiento de Alcalá (1348)
Se conoce con el nombre de ordenamiento de Alcalá a la normativa resultante de la reunión de Cortes
celebrada en Alcalá de Henares en 1348, donde se aprueba un Ordenamiento que sanciona de manera
inequívoca y tajante el predominio del Derecho general sobre los ordenamientos municipales.
Constaba de 131 leyes, divididas en 32 títulos y fue promulgada por Alfonso XI de Castilla. Este
ordenamiento se mantendría formalmente en vigor hasta la promulgación del actual Código Civil.
Según esta ordenanza, en primer lugar debían aplicarse las leyes dadas por el rey y las Cortes, es
decir, el Derecho general. En segundo lugar, en defecto de aquellas, deberían aplicarse los Fueros
municipales, pero con una serie de restricciones. No podían ir en contra de Dios, ni de la razón, ni
contra el derecho real y tenía que probarse que tales derechos locales estaban en uso. Al mismo
tiempo se reconocía la vigencia de los derechos señoriales en aquellos territorios que todavía
estuvieran en uso. En tercer lugar, en caso de no resolverse el pleito por los medios anteriores, se
ordenaba recurrir a las Partidas, que adquieren carácter oficial como legislación supletoria. Con ello
se establecía un estado de seguridad jurídica no conocida hasta la época. Además, supone el
reconocimiento de las ya nombradas Partidas como texto legal y vigente en determinados casos.
3. Ordinacions de Pedro IV (1344)
En 1344 Pedro IV de Aragón, III de Barcelona, II de Valencia, I de Mallorca, que ocupó el trono de
1336 a 1387, dispuso que se redactaran las "Ordenaciones de su Casa y Corte" siguiendo el modelo
de las "Leyes Palatinas" de Jaime III de Mallorca. Concluido en Valencia, el nuevo libro que recogía
las Ordenaciones y el Ceremonial, colmó los propósitos del monarca y del mismo se hicieron 3
copias en lengua vernácula, destinados a Zaragoza, Valencia y Barcelona. El Códice comienza con
las Ordenaciones de la Casa Real que se estructuran en base a los cuatro oficios principales de las
misma: mayordomo, canciller, maestre racional y camarlengo. En ellas se incluyen los más mínimos
detalles de la vida privada del Rey y de su casa.
4. Consulado del mar (1283-1500)
Se trataba de una institución comercial que tenía un carácter extraterritorial en todas las aguas del
ámbito europeo. Su origen no está muy claro y se considera que éste se encuentra entre Génova y
Venecia. El sistema se basa en el nombramiento de representantes que tenían que defender los
intereses de las personas que representaban en el extranjero. Desde Italia, a partir del siglo XI, pasaría
esta tradición a la Corona de Aragón, donde desde el siglo XIII se crearon siete consulados
impulsados por Jaime I. Con el tiempo, hubo consulados de la Corona aragonesa en ciudades como
Constantinopla, aunque también en el ámbito de la propia Corona de Aragón. Así, el primer
consulado fue el de Valencia, creado en 1283 por el rey Pedro III el Grande. Después, siguiendo el
modelo veneciano, los de Mallorca en 1343, Barcelona en 1348, Tortosa entre 1363 y 1404, Gerona
en 1385, Perpiñán en 1388 y Sant Feliu de Guixols en 1443. Esta institución consular era empleada
como instrumento de expansión. El funcionamiento de los Consulados aragoneses estaba
reglamentado en el Libro del Consulado del Mar. La jurisdicción del mismo era muy amplia,
entendiendo por ésta aquellos aspectos relacionados con los fletes, seguros, deudas, mercancías o
salarios de marineros. El mencionado libro servía también como código legal a través del cual se
procedía a juzgar los asuntos.
5. Payeses de remensa
Los payeses de remensa eran campesinos de la denominada Cataluña Vieja, que trabajaban tierras
ajenas pero a las que se hallaban adscritos con carácter hereditario. Podían librarse de esa sujeción
mediante el pago de una redención, la denominada ―remensa‖. También podían trabajar sus propias
tierras, pero, encontrándose éstas dentro del dominio de un señor, debían pagar tributos. Se calcula
que podrían haber sido un cuarto de la población catalana más o menos de los siglos XI al XV. Era
un grupo social de condición servil. Durante cuatro siglos los campesinos catalanes lo tuvieron todo
en contra, soportando toda clase de abusos. Será a partir del siglo XV cuando protagonicen las
revueltas contra los denominados ―malos usos‖ y en defensa de su libertad.
6. Quienes son los ―hombres buenos‖
Era una oligarquía burguesa que controlaría y ostentaría el poder en ciudades y concejos desde
finales del siglo XII. Su origen se encuentra, sin duda, en la escasez de caballeros nobles que se
encontraban luchando contra los árabes. Aunque todos los oficios concejiles como jueces o alcaldes
serían elegidos entre los componentes de la clase de los boni homini, no podemos ignorar que otros
boni homini eran elegidos por el conjunto de los ciudadanos, delegando en ellos la gestión general de
los asuntos locales y naciendo así la democracia representativa.
7. El Brazo real
El Brazo Real o Popular era el Brazo de las Cortes de la Corona de Aragón en el que se reunían los
representantes de las ciudades y de las villas que dependían directamente del Rey. A partir de los
siglos XI y XII se inicia el desarrollo de los núcleos urbanos, y con ellos, comienza a surgir la clase
burguesa. Esta nueva clase social necesitaba una vía representativa en Cortes, y de ahí que se
constituyera el Brazo Popular. Este brazo tuvo una gran importancia en la estructuración y en el
dinamismo de las Cortes y llegó a adquirir gran importancia. Cuando fue constituido en 1283 era
formado por solo dos ciudades, pero con el tiempo el número fue creciendo. La designación de los
representantes de las villas se hizo en un primer momento por elección directa de los vecinos. A
mediados del siglo XIV la representación comenzó a recaer sobre el consejo municipal.
8. Justicia Mayor de Aragón
La figura del Justicia de Aragón nació a finales del siglo XII e inicios del XIII como mediador y
moderador en las pugnas y diferencias entre el Rey la Nobleza de la época. Después del Rey, era el
institución más importante y prestigiosa de la organización política del reino de Aragón. Con el
tiempo se convertiría en juez encargado de dirimir los conflictos entre la monarquía y los ciudadanos.
Durante siglos presidió las Cortes de Aragón en ausencia del Rey, desempeñó las funciones de un
Magistrado y asumió la interpretación del Derecho Aragonés.
9. La diputación del General en Cataluña
La Diputación del General tiene sus orígenes en las Cortes catalanas que, durante el reinado de Jaime
I el Conquistador, se reunían como representantes de los estamentos de la época. Bajo el reinado de
su hijo, Pedro el Grande, las Cortes catalanas tomaron ya una forma institucional. Las Diputaciones
del General fueron designadas como comisiones temporales encargadas de recaudar los tributos
durante las Cortes de Monzón de 1289. Las Cortes no se estructuraron como diputación del General
hasta 1356 con la guerra de los dos Pedros, cuando se convirtieron en comisiones permanentes. La
estructura otorgada fue de doce diputados, cuatro por cada Brazo y todo ello presidido por un
diputado eclesiástico, considerado Presidente de la Generalitat. Al principio se trataba de un
organismo de carácter fiscal y tributario hasta que, con las reformas de 1413, comienza a adquirir
competencias políticas. De esta manera la Diputación del General se convierte en un verdadero poder
ejecutivo.
10. Adelantados y Merinos en Castilla
El merino era un cargo administrativo considerado como el antecedente del corregidor. Era situado a
la cabeza de las merindades, las divisiones geográfico-administrativas del reino de Castilla y su
figura se encargaba de resolver conflictos en sus territorios, poseyendo unas funciones similares a los
jueces. Además administraba el patrimonio real e incluso tenía contadas funciones militares. En caso
de ser nombrado por el rey era llamados merinos mayores y poseían una amplia jurisdicción en su
territorio. También podían ser nombrados merinos menores, con una juridicción en territorios mucho
más pequeños. Junto a los merinos, desde el siglo XII aparecen las figuras de los adelantados. El
reino de Castilla confiaba el mando de una expedición marítima y le concedía de antemano
competencias judiciales y el gobierno de tierras conquistadas. Los primeros adelantados referidos
como oficiales del rey y de los concejos, aparecen por primera vez en documentos castellanos del
siglo XI, aunque se desconocen sus competencias. Los adelantados, al igual que los merinos, se
dividían en mayores y menores. Los adelantados mayores se encargarían de gobernar las provincias y
resolver los pleitos y asuntos graves que el rey se reservaba. Los adelantados menores tenían a su
cargo la función de juzgar los pleitos en las merindades en que se desempeñaba su cometido.

11. La Mesta
A la par que tropas cristianas conquistaban territorios a los musulmanes cada vez más al Sur, los
ganados viajaban a campos cristianos con rebaños para invernar en pastizales de clima más templado.
La gran importancia que tomó el ganado ovino por la exportación de la lana para la fabricación
castellana de paños tenía asegurado el cobro de tributos a los rebaños trashumantes. Es por ello que el
Rey Alfonso X el Sabio, en el 1273, reunió a todas las Mestas del Reino en una sola Hermandad, que
se denominó El Honrado Concejo de la Mesta y que abarcaba a todos los pastores de Castilla y León
y les otorgaba una serie de privilegios sobre derechos de paso y pastoreo. La Mesta gozó de grandes
privilegios en detrimento de la agricultura, llevando a ambos contrincantes innumerables pleitos y
disputas hasta su desaparición en 1836, ya que los agricultores veían cómo territorios de pasto iban
invadiendo poco a poco terrenos que deberían ser de cultivo. Uno de los grandes problemas de la
Mesta fue la exportación continuada de la lana, que impedía crear una industria textil propia. Con
ello, se ahogaba el desarrollo y se condenaba a nuestro país a un atraso considerable. Bajo el reinado
de Fernando III y con su sucesor Alfonso X, los ganados trashumantes ganaron extensiones de
terreno por donde moverse, ya que fueron decisivas la conquista de Extremadura y de las tierras de la
cuenca del Guadiana. La introducción de la oveja merina, que, originaria de África, es la raza que da
la mejor lana de Europa. La mesta estaba dirigida por un Presidente, 4 alcaldes de cuadrilla, los
alcaldes mayores y los jueces de comisión. Tenían lugar dos asambleas al año, una en otoño y otra en
primavera. En las asambleas se decidía sobre litigios, ganado extraviado y quejas en general. Para ser
miembro de la Mesta se necesitaba poseer un número específico de cabezas de ganado. Al crearse la
Mesta se trataba de dar carácter legal a unas cañadas que permitieran el paso de los ganados dos
veces al año (una vez cuando los rebaños se dirigían hacia el Sur en épocas de bajas temperaturas, y
la otra cuando subían hacia el Norte en verano). Las cañadas se bautizaron como ―Cañadas Reales‖,
para indicar que estaban bajo la protección de la Corona. Las cañadas clásicas son cuatro: León,
Soria, Segovia y Cuenca, aunque hay muchas más de orden secundario. Aparte de los caminos
principales o cañadas, había una gran cantidad de caminos más pequeños, que recibían el nombre de
cuerdas o cordeles que servían para llevar a los ganados a las zonas de pasto.
12. Las Cortes de Castilla. Estructura, organización y funciones
Las asambleas convocadas por Alfonso IX en 1188, 1202 y 1208 pueden ser tenidas como el origen
más seguro de las Cortes de Castilla, cuando la monarquía llamó a consulta a los ciudadanos como
primer paso para el establecimiento de nuevos impuestos que deberían recaer necesariamente sobre
ellos mismos . Desde ese momento, el papel político de las Cortes no hizo sino crecer, al erigirse en
una instancia decisoria en los frecuentes conflictos por el poder en el mundo medieval. Los reinados
de Sancho IV , Fernando IV y Alfonso XI, con sus querellas entre nobleza y Corona, favorecieron las
tesis de las ciudades y el poder de la asamblea castellana. Este mismo fenómeno volvió a
reproducirse a finales del siglo XIV y principios del XV, surgiendo de esta experiencia una Cortes
plenamente definidas en sus funciones institucionales y, sobre todo, con una vocación política:
potenciar el poder monárquico frente a los caprichos de la nobleza y del clero. Las Cortes de Castilla
sólo podían reunirse por convocatoria regia, careciendo, pues, de cualquier iniciativa tanto de reunión
como de establecer el orden de los temas fundamentales que deberían debatirse. También carecieron
de una sede propia, siendo el monarca el que designaba el lugar de la reunión, la fecha de apertura y
el edificio de los debates. Por lo común, el lugar de la reunión coincidía con el habitual de la
monarquía; durante la Edad Media, al ser itinerante la corte, la asamblea solía reunirse en los grandes
núcleos de la Castilla de ese momento: Burgos, León, Valladolid, Segovia, Toledo, Córdoba y
Sevilla. Las Cortes se iniciaban con un discurso de la Corona, generalmente efectuado en nombre del
rey por el presidente de las Cortes. Los debates eran dirigidos por un conjunto de burócratas ajenos a
la asamblea representativa, todos ellos designados por la Corona de entre sus consejeros más
próximos Los debates de Cortes tenían una duración media de tres o cuatro meses. Las funciones de
las Cortes medievales fueron primordialmente fiscales y de consejo político. Para algunos
historiadores del derecho, la función básica, y aún originaria, de las Cortes fue precisamente la de ser
un órgano a través del cual el reino podía aconsejar a la Corona. Otra función básica de las Cortes de
Castilla estuvo relacionada con la creación del derecho. Ahora bien, en el mundo medieval la
capacidad legislativa correspondía al monarca en exclusiva; la Cortes podían animar a que el rey
legislara en asuntos de interés general, pero en ningún caso la asamblea suplantó un derecho que
correspondía en plenitud a la iniciativa regia. Junto a estas funciones, muchas de ellas con carácter
más mítico-teórico que práctico, las Cortes tradicionales tuvieron importantes parcelas de actuación
en el devenir institucional de la monarquía castellana, singularmente en el terreno de la jura de reyes
y sucesores al trono; fue éste un aspecto decisivo y aún poco resaltado, porque la jura del monarca o
su sucesor ante la Cortes equivalía a que éstas gozaran del privilegio de legitimación de la dinastía,
fenómeno esencial en la constitución del poder en el mundo medieval y moderno. Otras funciones,
frecuentemente ignoradas pero de enorme importancia, eran la ratificación de acuerdos
internacionales, la ratificación de tratados matrimoniales y, sobre todo, el derecho de petición ante el
monarca. En cuanto a su composición, las Cortes de Castilla sufrieron una profunda evolución a lo
largo de su historia. Inicialmente, a fines del siglo XII y durante el siglo XIII, el derecho de asistencia
era universal a todas las ciudades en tanto tuvieran organización independiente y jurisdicción sobre
un determinado territorio. Ello condujo a reuniones con la convocatoria de más de cien ciudades y
villas; sin embargo, la tendencia fue restrictiva, tanto en el número de las ciudades como en el de
representantes, hasta entonces en un número que podría llegar a cuatro procuradores por ciudad.
Aunque se ha llegado a hablar de una representación democrática en las Cortes, ésta es otra de los
mitos. De hecho, la procuración en Cortes se apoyó en sistemas electorales diseñados a la medida de
los intereses de las oligarquías locales, frecuentemente vinculadas con el poder central. Fue usual que
el procurador castellano perteneciera al funcionariado, a la milicia, a la diplomacia e, incluso, a la
nobleza titulada de Castilla. Ello conduce a uno de los aspectos más debatidos de la historia de las
Cortes castellana: la presencia de los estamentos privilegiados. Tradicionalmente, se ha afirmado que
las Cortes observaba una estructura participativa de base estamental (clero, nobleza y ciudadanos).
Todo ello debe ser matizado: es cierto que la nobleza y el clero solían participar en las sesiones de
Cortes, pero nunca como la representación de un estamento social sino en tanto servidores de la
monarquía.
13. Las Hermandades en Castilla. Tipología y Funciones
Las Hermandades son las uniones o federaciones de municipios, personas o entidades sociales de
cualquier tipo, ligadas por juramento de fidelidad y ayuda mutua para la defensa de unos intereses
comunes en la Edad Media. Las hermandades fueron un fenómeno general a toda la Europa
medieval, si bien en la Castilla de los siglos XIV y XV desempeñaron un papel político de primera
magnitud. Las Hermandades nacieron en los territorios de Castilla y León a finales del siglo XII. La
fundación de una hermandad solía darse por iniciativa propia de sus miembros, sin permiso de la
monarquía y a menudo contra la voluntad de ésta. Muchas hermandades recibieron, sin embargo,
confirmación regia y fueron promovidas y utilizadas dentro del proceso de centralización estatal
bajomedieval como eficaces instrumentos de control social. Las primeras hermandades medievales
eran temporales y se formaban para afrontar una determinada necesidad. El ámbito territorial de
actuación de estas instituciones podía ser muy variable (desde un grupo reducido de concejos a uno o
varios reinos) y su composición social extremadamente heterogénea. A pesar de ello, los lazos de
lealtad y ayuda mutua que ligaban a sus miembros actuaban más eficazmente en las relaciones
sociales que las lealtades debidas hacia otras instancias, como la corona. Las hermandades se
convirtieron en organismos de práctica política de los colectivos a los que representaban y
adquirieron una gran fuerza política en períodos de crisis en los que, como a menudo en la Baja Edad
Media castellana, las luchas de bandos nobiliarios producían el quebrantamiento de la paz social y el
vacío de poder público. En la Castilla medieval se dieron fundamentalmente tres formas de
hermandad, a saber: a) uniones generales de concejos municipales con fines de mantenimiento del
orden público y defensa de los fueros. b) uniones de propietarios para la defensa de sus patrimonios
c) uniones de ciudades con intereses comerciales o económicos comunes Las de mayor relevancia
histórica fueron las hermandades concejiles, federaciones de municipios, en las que a veces participó
también la nobleza, reunidas para fines de interés comunitario. A fines de la Edad Media, el proceso
de centralización administrativa y el nacimiento de una forma moderna de Estado propiciaron la
utilización sistemática de esta forma de organización comunitaria por parte de la monarquía como
forma de mantener el orden público y de hacer un uso controlado de la violencia. Las primeras de
estas hermandades, de carácter temporal, se crearon para afrontar necesidades urgentes. Los
conflictivos reinados de Alfonso X o Enrique IV vieron la aparición de hermandades concejiles,
convirtiéndose en elemento esencial del devenir histórico de Castilla desde fines del siglo XIII. Pero
fueron las juntas y hermandades locales -como las de Cuenca y Talavera de 1296 contra el robo y
violencia de los caballeros- las que más claramente demostraron unos objetivos políticos de interés
comunitario: defensa de los fueros municipales, recto ejercicio de la justicia y reivindicación de los
derechos de resistencia y defensa. El elemento popular fue un componente básico. Entre las
castellanas destacaron la Hermandad Vieja de Toledo y la Hermandad de Segovia. La primera,
formada por Toledo, Talavera y Ciudad Real, parece haber tenido su origen en una unión de
colmeneros y ballesteros con el fin de atajar el bandolerismo que se había adueñado de región.
Recibió confirmación regia en 1300. Tenían bajo sus órdenes a un cuerpo de guardias que realizaba
las labores policiales, particularmente en las zonas de despoblado. Los miembros de la hermandad se
reunían tres veces al año en asambleas de asistencia obligatoria. La hermandad de Segovia fue creada
por Enrique IV en 1467. Comprendía a todas las villas y ciudades del reino castellano-leonés con
fines policiales y judiciales. La hermandad de Segovia fue el precedente inmediato de la Santa
Hermandad de 1476. Sería ya en época de Enrique IV y de su hermana Isabel cuando las
hermandades que habían trabajado en siglos anteriores fueran sustituidas por una nueva institución
llamada la Santa Hermandad, que sería el primer cuerpo policial de Europa.
14. Estructura y evolución de las Cortes en la Corona de Aragón durante la Baja Edad Media
A partir de la Baja Edad Media se conoció con el nombre de Cortes a las asambleas o parlamentos
políticos integrados, bajo la autoridad y presidencia del rey, por los representantes de los diversos
estamentos sociales de la población, como la nobleza, el clero y los delegados de las villas y
ciudades. Aparecidas como una consecuencia de la evolución económica, social, cultural y política
de la Europa Occidental en los siglos XI al XIII, se extendió en todos los estados con características
análogas. En el caso de las Cortes o de la Corona de Aragón se conformaron desde sus orígenes
medievales en asambleas representativas de los diversos reinos que las formaban. Estaban
compuestas por los tres brazos o estamentos tradicionales (eclesiástico, nobiliar, caballeros y
concejos). En sus reuniones se exponían al rey las quejas por los abusos cometidos por los oficiales
reales a sus personas o a las universidades en la administración de sus territorios. Se establecían
también los nuevos fueros que debía pagar el reino al monarca en razón de los servicios o subsidios
aprobados. Menospreciando posibles antecedentes discutidos, lo cierto es que hubo que esperar hasta
el siglo XIII para que se asentasen las bases de lo que más tarde fueron las Cortes. La misma
complejidad de los asuntos planteados desde la originaria Curia Regia (consultiva y reunida para
solicitar Consejo en materias de gobierno -declaración de guerra, sellar la paz, solicitar fondos) y la
finalización de la reconquista en el caso de los aragoneses, catalanes y valencianos, volcó los
esfuerzos de estos reinos en sus problemas internos. T Las Cortes no sólo cumplieron la finalidad
institucional, política y social para la que se habían instaurado, sino que, además, sirvieron de marco
para el juramento de los fueros y ordenamientos legislativos, la manifestación pública del rey con
todas sus atribuciones jerárquicas o la prestación oficial del vasallaje hacia su persona y la del
legítimo heredero. Después del monarca, la figura importante en el caso de las Cortes del reino de
Aragón era la del Justicia de Aragón, que actuaba como Juez Superior de las mismas desde el día de
su convocatoria. Era el encargado de recoger los greuges presentados en Cortes particulares,
acompañando al comisario real en las Cortes particulares. Por último, tomaba el juramento a los
Reyes y príncipes de mantener los fueros y costumbres de Aragón, así como guardar y hacer cumplir
lo acordado en las Cortes. Para Aragón, el auténtico monumento jurídico lleva por fecha 1247 y
corresponde al Código de Huesca, recopilación sistemática de los fueros vigentes realizada por el
obispo Vidal de Canellas. En estos libros se sentaron las bases de los derechos aragonés, catalán,
valenciano y navarro, además de que algunas de las instituciones de derecho privado en él
representadas continuaron vigentes siglos. En la Corona de Aragón, los estamentos reunidos en
Cortes mantuvieron discusiones y negociaciones independientes en muchos casos, colaboraron en las
tareas legislativas y se diversificaron en cuanto a tratamiento de cuestiones y planteamiento de
reivindicaciones a lo largo del siglo XV, a diferencia de lo sucedido en la Corona de Castilla, en
donde sus Cortes fueron limitadas cada vez más, sin llegar a compartir con la monarquía la potestad
legislativa. Aunque los asuntos de cierta trascendencia se encomendaron a comisiones técnicas, el
reconocimiento de la obligación de ayudar a la Monarquía con subsidios voluntarios se efectuó en
todos los casos bajo determinadas condiciones aceptadas por el monarca. Entre ellas estaba el reparo
previo de los agravios inferidos al reino (en la Corona de Aragón y Navarra), la moderación en las
cargas fiscales y militares, la concesión de un ordenamiento jurídico basado en privilegios para los
distintos estamentos según la fuerza de éstos y la búsqueda de un régimen político basado en el
equilibrio de fuerzas entre rey y reino, a través de la concepción de la ley como pacto. Estos
acuerdos, que marcaban las obligaciones respectivas del rey y los representantes del reino,
constituyeron la base formal del pactismo o contractualismo medieval y ponían su acento en la
aplicacion de ciertos límites al ejercicio efectivo del poder, límites que descansaban, por otra parte,
en el respeto a ciertos privilegios, franquicias o Leyes fundamentales. Otro aspecto fundamental y al
mismo tiempo distintivo de las asambleas mantenidas en la Corona de Aragón lo constituía la
ponderación del voto, basado en el principio de la unanimidad o en el de la mayoría cualitativa. La
representación municipal también fue en aumento en los territorios peninsulares de la Corona de
Aragón, ampliándose la influencia del estamento real o popular en Aragón, Cataluña o Valencia,
mientras en las Cortes de Castilla se produjo el efecto contrario. Por otro lado, el mandato delegado
de los representantes de las Universidades exigía periódicamente la convocatoria de los representados
para recabar su criterio, lo que habitualmente contribuía a demorar las reuniones, a veces, por largos
períodos de tiempo.
Conceptos tema 3 Baja Edad Media El Consejo de Ciento (1249-1462) A mediados del siglo XIII,
Barcelona vivía un período de rápido desarrollo: había aumentado la población, se estaban
construyendo nuevos barrios, el comercio crecía... Había que hacer frente a una serie de cuestiones
relacionadas con el desarrollo urbanístico y el aumento de actividades portuarias. Barcelona tenía
buena relación con el monarca Jaime I, ya que habían ayudado en la conquista de Mallorca y en la de
Valencia. Por otra parte, había en la ciudad un grupo de personas deseosas de participar en el
gobierno local; eran los llamados prohombres (probi homines), personalidades importantes de la
comunidad bien por su riqueza o por su inteligencia. Toda esta situación cuajó en 1249 con la
concesión de un régimen municipal orgánico para la ciudad de Barcelona. Este fue el denominado
Concilio de Ciento y no fue una empresa fácil, ya que se necesitaron veinticinco años (1249-1274) y
ciertos privilegios reales para estructurar el municipio. El documento era muy simple, de hecho era
una simple carta, fechada el 7 de abril de 1249, dirigida por Jaime I a cuatro ciudadanos nombrados
paers (concejales) que podían ser ayudados por consellers, ordenándolos que procurasen el bienestar
de la ciudad. Dentro de los privilegios encontramos unos más sencillos que otros para la organización
positiva del municipio. El primero, por ejemplo, fue tan sencillo y poco concreto que muy pronto fue
necesario un segundo (1249) para la organización. Este segundo decía que Barcelona estaría dirigida
por cuatro paers, que en caso de necesidad podrían convocar una asamblea general de vecinos. Esta
estructuración cambió con el privilegio de 1258 que hacía desaparecer a los paers y se transformaban
los consellers en magistrados ejecutivos. La asamblea general era cambiada por un consejo de
doscientos prohombres elegidos por los consellers. En 1274 concluía la intervención de Jaime I en la
configuración del municipio barcelonés fortaleciendo la autonomía municipal frente a consellers y
oficiales reales; el rey moría dos años después. Será Pedro el Grande, quién culminará el proceso de
creación del municipio. El privilegio de 1274 había sido concedido por diez años pero cuando llegó
el momento de renovación, había una situación política y militar delicada. Pedro convocó Cortes
aragonesas y catalanas. Aquí nacía el privilegio de Recognoverunt proceres. Este privilegio
confirmaba genéricamente y a perpetuidad las disposiciones de Jaime I sobre el gobierno municipal
de la ciudad. El Recognoverunt proceres, confirmado por los monarcas posteriores se convirtió en la
base fundamental del estatuto jurídico del municipio, completado y ampliado por privilegios
posteriores, obtenidos tanto en función de las necesidades de Consell de Cent como de las coyunturas
políticas de cada momento. Ordenamiento de Alcalá (1348) Se conoce con el nombre de
ordenamiento de Alcalá a la normativa resultante de la reunión de Cortes celebrada en Alcalá de
Henares en 1348, donde se aprueba un Ordenamiento que sanciona de manera inequívoca y tajante el
predominio del Derecho general sobre los ordenamientos municipales. Constaba de 131 leyes,
divididas en 32 títulos y fue promulgada por Alfonso XI de Castilla. Este ordenamiento se
mantendría formalmente en vigor hasta la promulgación del actual Código Civil. Según esta
ordenanza, en primer lugar debían aplicarse las leyes dadas por el rey y las Cortes, es decir, el
Derecho general. En segundo lugar, en defecto de aquellas, deberían aplicarse los Fueros
municipales, pero con una serie de restricciones. No podían ir en contra de Dios, ni de la razón, ni
contra el derecho real y tenía que probarse que tales derechos locales estaban en uso. Al mismo
tiempo se reconocía la vigencia de los derechos señoriales en aquellos territorios que todavía
estuvieran en uso. En tercer lugar, en caso de no resolverse el pleito por los medios anteriores, se
ordenaba recurrir a las Partidas, que adquieren carácter oficial como legislación supletoria. Con ello
se establecía un estado de seguridad jurídica no conocida hasta la época. Además, supone el
reconocimiento de las ya nombradas Partidas como texto legal y vigente en determinados casos.
Ordinacions de Pedro IV (1344) En 1344 Pedro IV de Aragón, III de Barcelona, II de Valencia, I de
Mallorca, que ocupó el trono de 1336 a 1387, dispuso que se redactaran las "Ordenaciones de su
Casa y Corte" siguiendo el modelo de las "Leyes Palatinas" de Jaime III de Mallorca. Concluido en
Valencia, el nuevo libro que recogía las Ordenaciones y el Ceremonial, colmó los propósitos del
monarca y del mismo se hicieron 3 copias en lengua vernácula, destinados a Zaragoza, Valencia y
Barcelona. El Códice comienza con las Ordenaciones de la Casa Real que se estructuran en base a los
cuatro oficios principales de las misma: mayordomo, canciller, maestre racional y camarlengo. En
ellas se incluyen los más mínimos detalles de la vida privada del Rey y de su casa. Consulado del
mar (1283-1500) Se trataba de una institución comercial que tenía un carácter extraterritorial en todas
las aguas del ámbito europeo. Su origen no está muy claro y se considera que éste se encuentra entre
Génova y Venecia. El sistema se basa en el nombramiento de representantes que tenían que defender
los intereses de las personas que representaban en el extranjero. Desde Italia, a partir del siglo XI,
pasaría esta tradición a la Corona de Aragón, donde desde el siglo XIII se crearon siete consulados
impulsados por Jaime I. Con el tiempo, hubo consulados de la Corona aragonesa en ciudades como
Constantinopla, aunque también en el ámbito de la propia Corona de Aragón. Así, el primer
consulado fue el de Valencia, creado en 1283 por el rey Pedro III el Grande. Después, siguiendo el
modelo veneciano, los de Mallorca en 1343, Barcelona en 1348, Tortosa entre 1363 y 1404, Gerona
en 1385, Perpiñán en 1388 y Sant Feliu de Guixols en 1443. Esta institución consular era empleada
como instrumento de expansión. El funcionamiento de los Consulados aragoneses estaba
reglamentado en el Libro del Consulado del Mar. La jurisdicción del mismo era muy amplia,
entendiendo por ésta aquellos aspectos relacionados con los fletes, seguros, deudas, mercancías o
salarios de marineros. El mencionado libro servía también como código legal a través del cual se
procedía a juzgar los asuntos. Payeses de remensa Los payeses de remensa eran campesinos de la
denominada Cataluña Vieja, que trabajaban tierras ajenas pero a las que se hallaban adscritos con
carácter hereditario. Podían librarse de esa sujeción mediante el pago de una redención, la
denominada ―remensa‖. También podían trabajar sus propias tierras, pero, encontrándose éstas dentro
del dominio de un señor, debían pagar tributos. Se calcula que podrían haber sido un cuarto de la
población catalana más o menos de los siglos XI al XV. Era un grupo social de condición servil.
Durante cuatro siglos los campesinos catalanes lo tuvieron todo en contra, soportando toda clase de
abusos. Será a partir del siglo XV cuando protagonicen las revueltas contra los denominados ―malos
usos‖ y en defensa de su libertad. Quienes son los ―hombres buenos‖ Era una oligarquía burguesa
que controlaría y ostentaría el poder en ciudades y concejos desde finales del siglo XII. Su origen se
encuentra, sin duda, en la escasez de caballeros nobles que se encontraban luchando contra los
árabes. Aunque todos los oficios concejiles como jueces o alcaldes serían elegidos entre los
componentes de la clase de los boni homini, no podemos ignorar que otros boni homini eran elegidos
por el conjunto de los ciudadanos, delegando en ellos la gestión general de los asuntos locales y
naciendo así la democracia representativa. El Brazo real El Brazo Real o Popular era el Brazo de las
Cortes de la Corona de Aragón en el que se reunían los representantes de las ciudades y de las villas
que dependían directamente del Rey. A partir de los siglos XI y XII se inicia el desarrollo de los
núcleos urbanos, y con ellos, comienza a surgir la clase burguesa. Esta nueva clase social necesitaba
una vía representativa en Cortes, y de ahí que se constituyera el Brazo Popular. Este brazo tuvo una
gran importancia en la estructuración y en el dinamismo de las Cortes y llegó a adquirir gran
importancia. Cuando fue constituido en 1283 era formado por solo dos ciudades, pero con el tiempo
el número fue creciendo. La designación de los representantes de las villas se hizo en un primer
momento por elección directa de los vecinos. A mediados del siglo XIV la representación comenzó a
recaer sobre el consejo municipal. Justicia Mayor de Aragón La figura del Justicia de Aragón nació a
finales del siglo XII e inicios del XIII como mediador y moderador en las pugnas y diferencias entre
el Rey la Nobleza de la época. Después del Rey, era el institución más importante y prestigiosa de la
organización política del reino de Aragón. Con el tiempo se convertiría en juez encargado de dirimir
los conflictos entre la monarquía y los ciudadanos. Durante siglos presidió las Cortes de Aragón en
ausencia del Rey, desempeñó las funciones de un Magistrado y asumió la interpretación del Derecho
Aragonés. La diputación del General en Cataluña La Diputación del General tiene sus orígenes en las
Cortes catalanas que, durante el reinado de Jaime I el Conquistador, se reunían como representantes
de los estamentos de la época. Bajo el reinado de su hijo, Pedro el Grande, las Cortes catalanas
tomaron ya una forma institucional. Las Diputaciones del General fueron designadas como
comisiones temporales encargadas de recaudar los tributos durante las Cortes de Monzón de 1289.
Las Cortes no se estructuraron como diputación del General hasta 1356 con la guerra de los dos
Pedros, cuando se convirtieron en comisiones permanentes. La estructura otorgada fue de doce
diputados, cuatro por cada Brazo y todo ello presidido por un diputado eclesiástico, considerado
Presidente de la Generalitat. Al principio se trataba de un organismo de carácter fiscal y tributario
hasta que, con las reformas de 1413, comienza a adquirir competencias políticas. De esta manera la
Diputación del General se convierte en un verdadero poder ejecutivo. Adelantados y Merinos en
Castilla El merino era un cargo administrativo considerado como el antecedente del corregidor. Era
situado a la cabeza de las merindades, las divisiones geográfico-administrativas del reino de Castilla
y su figura se encargaba de resolver conflictos en sus territorios, poseyendo unas funciones similares
a los jueces. Además administraba el patrimonio real e incluso tenía contadas funciones militares. En
caso de ser nombrado por el rey era llamados merinos mayores y poseían una amplia jurisdicción en
su territorio. También podían ser nombrados merinos menores, con una juridicción en territorios
mucho más pequeños. Junto a los merinos, desde el siglo XII aparecen las figuras de los adelantados.
El reino de Castilla confiaba el mando de una expedición marítima y le concedía de antemano
competencias judiciales y el gobierno de tierras conquistadas. Los primeros adelantados referidos
como oficiales del rey y de los concejos, aparecen por primera vez en documentos castellanos del
siglo XI, aunque se desconocen sus competencias. Los adelantados, al igual que los merinos, se
dividían en mayores y menores. Los adelantados mayores se encargarían de gobernar las provincias y
resolver los pleitos y asuntos graves que el rey se reservaba. Los adelantados menores tenían a su
cargo la función de juzgar los pleitos en las merindades en que se desempeñaba su cometido. La
Mesta A la par que tropas cristianas conquistaban territorios a los musulmanes cada vez más al Sur,
los ganados viajaban a campos cristianos con rebaños para invernar en pastizales de clima más
templado. La gran importancia que tomó el ganado ovino por la exportación de la lana para la
fabricación castellana de paños tenía asegurado el cobro de tributos a los rebaños trashumantes. Es
por ello que el Rey Alfonso X el Sabio, en el 1273, reunió a todas las Mestas del Reino en una sola
Hermandad, que se denominó El Honrado Concejo de la Mesta y que abarcaba a todos los pastores
de Castilla y León y les otorgaba una serie de privilegios sobre derechos de paso y pastoreo. La
Mesta gozó de grandes privilegios en detrimento de la agricultura, llevando a ambos contrincantes
innumerables pleitos y disputas hasta su desaparición en 1836, ya que los agricultores veían cómo
territorios de pasto iban invadiendo poco a poco terrenos que deberían ser de cultivo. Uno de los
grandes problemas de la Mesta fue la exportación continuada de la lana, que impedía crear una
industria textil propia. Con ello, se ahogaba el desarrollo y se condenaba a nuestro país a un atraso
considerable. Bajo el reinado de Fernando III y con su sucesor Alfonso X, los ganados trashumantes
ganaron extensiones de terreno por donde moverse, ya que fueron decisivas la conquista de
Extremadura y de las tierras de la cuenca del Guadiana. La introducción de la oveja merina, que,
originaria de África, es la raza que da la mejor lana de Europa. La mesta estaba dirigida por un
Presidente, 4 alcaldes de cuadrilla, los alcaldes mayores y los jueces de comisión. Tenían lugar dos
asambleas al año, una en otoño y otra en primavera. En las asambleas se decidía sobre litigios,
ganado extraviado y quejas en general. Para ser miembro de la Mesta se necesitaba poseer un número
específico de cabezas de ganado. Al crearse la Mesta se trataba de dar carácter legal a unas cañadas
que permitieran el paso de los ganados dos veces al año (una vez cuando los rebaños se dirigían hacia
el Sur en épocas de bajas temperaturas, y la otra cuando subían hacia el Norte en verano). Las
cañadas se bautizaron como ―Cañadas Reales‖, para indicar que estaban bajo la protección de la
Corona. Las cañadas clásicas son cuatro: León, Soria, Segovia y Cuenca, aunque hay muchas más de
orden secundario. Aparte de los caminos principales o cañadas, había una gran cantidad de caminos
más pequeños, que recibían el nombre de cuerdas o cordeles que servían para llevar a los ganados a
las zonas de pasto. Las Cortes de Castilla. Estructura, organización y funciones Las asambleas
convocadas por Alfonso IX en 1188, 1202 y 1208 pueden ser tenidas como el origen más seguro de
las Cortes de Castilla, cuando la monarquía llamó a consulta a los ciudadanos como primer paso para
el establecimiento de nuevos impuestos que deberían recaer necesariamente sobre ellos mismos .
Desde ese momento, el papel político de las Cortes no hizo sino crecer, al erigirse en una instancia
decisoria en los frecuentes conflictos por el poder en el mundo medieval. Los reinados de Sancho IV
, Fernando IV y Alfonso XI, con sus querellas entre nobleza y Corona, favorecieron las tesis de las
ciudades y el poder de la asamblea castellana. Este mismo fenómeno volvió a reproducirse a finales
del siglo XIV y principios del XV, surgiendo de esta experiencia una Cortes plenamente definidas en
sus funciones institucionales y, sobre todo, con una vocación política: potenciar el poder monárquico
frente a los caprichos de la nobleza y del clero. Las Cortes de Castilla sólo podían reunirse por
convocatoria regia, careciendo, pues, de cualquier iniciativa tanto de reunión como de establecer el
orden de los temas fundamentales que deberían debatirse. También carecieron de una sede propia,
siendo el monarca el que designaba el lugar de la reunión, la fecha de apertura y el edificio de los
debates. Por lo común, el lugar de la reunión coincidía con el habitual de la monarquía; durante la
Edad Media, al ser itinerante la corte, la asamblea solía reunirse en los grandes núcleos de la Castilla
de ese momento: Burgos, León, Valladolid, Segovia, Toledo, Córdoba y Sevilla. Las Cortes se
iniciaban con un discurso de la Corona, generalmente efectuado en nombre del rey por el presidente
de las Cortes. Los debates eran dirigidos por un conjunto de burócratas ajenos a la asamblea
representativa, todos ellos designados por la Corona de entre sus consejeros más próximos Los
debates de Cortes tenían una duración media de tres o cuatro meses. Las funciones de las Cortes
medievales fueron primordialmente fiscales y de consejo político. Para algunos historiadores del
derecho, la función básica, y aún originaria, de las Cortes fue precisamente la de ser un órgano a
través del cual el reino podía aconsejar a la Corona. Otra función básica de las Cortes de Castilla
estuvo relacionada con la creación del derecho. Ahora bien, en el mundo medieval la capacidad
legislativa correspondía al monarca en exclusiva; la Cortes podían animar a que el rey legislara en
asuntos de interés general, pero en ningún caso la asamblea suplantó un derecho que correspondía en
plenitud a la iniciativa regia. Junto a estas funciones, muchas de ellas con carácter más mítico-teórico
que práctico, las Cortes tradicionales tuvieron importantes parcelas de actuación en el devenir
institucional de la monarquía castellana, singularmente en el terreno de la jura de reyes y sucesores al
trono; fue éste un aspecto decisivo y aún poco resaltado, porque la jura del monarca o su sucesor ante
la Cortes equivalía a que éstas gozaran del privilegio de legitimación de la dinastía, fenómeno
esencial en la constitución del poder en el mundo medieval y moderno. Otras funciones,
frecuentemente ignoradas pero de enorme importancia, eran la ratificación de acuerdos
internacionales, la ratificación de tratados matrimoniales y, sobre todo, el derecho de petición ante el
monarca. En cuanto a su composición, las Cortes de Castilla sufrieron una profunda evolución a lo
largo de su historia. Inicialmente, a fines del siglo XII y durante el siglo XIII, el derecho de asistencia
era universal a todas las ciudades en tanto tuvieran organización independiente y jurisdicción sobre
un determinado territorio. Ello condujo a reuniones con la convocatoria de más de cien ciudades y
villas; sin embargo, la tendencia fue restrictiva, tanto en el número de las ciudades como en el de
representantes, hasta entonces en un número que podría llegar a cuatro procuradores por ciudad.
Aunque se ha llegado a hablar de una representación democrática en las Cortes, ésta es otra de los
mitos. De hecho, la procuración en Cortes se apoyó en sistemas electorales diseñados a la medida de
los intereses de las oligarquías locales, frecuentemente vinculadas con el poder central. Fue usual que
el procurador castellano perteneciera al funcionariado, a la milicia, a la diplomacia e, incluso, a la
nobleza titulada de Castilla. Ello conduce a uno de los aspectos más debatidos de la historia de las
Cortes castellana: la presencia de los estamentos privilegiados. Tradicionalmente, se ha afirmado que
las Cortes observaba una estructura participativa de base estamental (clero, nobleza y ciudadanos).
Todo ello debe ser matizado: es cierto que la nobleza y el clero solían participar en las sesiones de
Cortes, pero nunca como la representación de un estamento social sino en tanto servidores de la
monarquía. Las Hermandades en Castilla. Tipología y Funciones Las Hermandades son las uniones o
federaciones de municipios, personas o entidades sociales de cualquier tipo, ligadas por juramento de
fidelidad y ayuda mutua para la defensa de unos intereses comunes en la Edad Media. Las
hermandades fueron un fenómeno general a toda la Europa medieval, si bien en la Castilla de los
siglos XIV y XV desempeñaron un papel político de primera magnitud. Las Hermandades nacieron
en los territorios de Castilla y León a finales del siglo XII. La fundación de una hermandad solía
darse por iniciativa propia de sus miembros, sin permiso de la monarquía y a menudo contra la
voluntad de ésta. Muchas hermandades recibieron, sin embargo, confirmación regia y fueron
promovidas y utilizadas dentro del proceso de centralización estatal bajomedieval como eficaces
instrumentos de control social. Las primeras hermandades medievales eran temporales y se formaban
para afrontar una determinada necesidad. El ámbito territorial de actuación de estas instituciones
podía ser muy variable (desde un grupo reducido de concejos a uno o varios reinos) y su composición
social extremadamente heterogénea. A pesar de ello, los lazos de lealtad y ayuda mutua que ligaban a
sus miembros actuaban más eficazmente en las relaciones sociales que las lealtades debidas hacia
otras instancias, como la corona. Las hermandades se convirtieron en organismos de práctica política
de los colectivos a los que representaban y adquirieron una gran fuerza política en períodos de crisis
en los que, como a menudo en la Baja Edad Media castellana, las luchas de bandos nobiliarios
producían el quebrantamiento de la paz social y el vacío de poder público. En la Castilla medieval se
dieron fundamentalmente tres formas de hermandad, a saber: a) uniones generales de concejos
municipales con fines de mantenimiento del orden público y defensa de los fueros. b) uniones de
propietarios para la defensa de sus patrimonios c) uniones de ciudades con intereses comerciales o
económicos comunes Las de mayor relevancia histórica fueron las hermandades concejiles,
federaciones de municipios, en las que a veces participó también la nobleza, reunidas para fines de
interés comunitario. A fines de la Edad Media, el proceso de centralización administrativa y el
nacimiento de una forma moderna de Estado propiciaron la utilización sistemática de esta forma de
organización comunitaria por parte de la monarquía como forma de mantener el orden público y de
hacer un uso controlado de la violencia. Las primeras de estas hermandades, de carácter temporal, se
crearon para afrontar necesidades urgentes. Los conflictivos reinados de Alfonso X o Enrique IV
vieron la aparición de hermandades concejiles, convirtiéndose en elemento esencial del devenir
histórico de Castilla desde fines del siglo XIII. Pero fueron las juntas y hermandades locales -como
las de Cuenca y Talavera de 1296 contra el robo y violencia de los caballeros- las que más
claramente demostraron unos objetivos políticos de interés comunitario: defensa de los fueros
municipales, recto ejercicio de la justicia y reivindicación de los derechos de resistencia y defensa. El
elemento popular fue un componente básico. Entre las castellanas destacaron la Hermandad Vieja de
Toledo y la Hermandad de Segovia. La primera, formada por Toledo, Talavera y Ciudad Real, parece
haber tenido su origen en una unión de colmeneros y ballesteros con el fin de atajar el bandolerismo
que se había adueñado de región. Recibió confirmación regia en 1300. Tenían bajo sus órdenes a un
cuerpo de guardias que realizaba las labores policiales, particularmente en las zonas de despoblado.
Los miembros de la hermandad se reunían tres veces al año en asambleas de asistencia obligatoria.
La hermandad de Segovia fue creada por Enrique IV en 1467. Comprendía a todas las villas y
ciudades del reino castellano-leonés con fines policiales y judiciales. La hermandad de Segovia fue el
precedente inmediato de la Santa Hermandad de 1476. Sería ya en época de Enrique IV y de su
hermana Isabel cuando las hermandades que habían trabajado en siglos anteriores fueran sustituidas
por una nueva institución llamada la Santa Hermandad, que sería el primer cuerpo policial de Europa.
Estructura y evolución de las Cortes en la Corona de Aragón durante la Baja Edad Media A partir de
la Baja Edad Media se conoció con el nombre de Cortes a las asambleas o parlamentos políticos
integrados, bajo la autoridad y presidencia del rey, por los representantes de los diversos estamentos
sociales de la población, como la nobleza, el clero y los delegados de las villas y ciudades.
Aparecidas como una consecuencia de la evolución económica, social, cultural y política de la
Europa Occidental en los siglos XI al XIII, se extendió en todos los estados con características
análogas. En el caso de las Cortes o de la Corona de Aragón se conformaron desde sus orígenes
medievales en asambleas representativas de los diversos reinos que las formaban. Estaban
compuestas por los tres brazos o estamentos tradicionales (eclesiástico, nobiliar, caballeros y
concejos). En sus reuniones se exponían al rey las quejas por los abusos cometidos por los oficiales
reales a sus personas o a las universidades en la administración de sus territorios. Se establecían
también los nuevos fueros que debía pagar el reino al monarca en razón de los servicios o subsidios
aprobados. Menospreciando posibles antecedentes discutidos, lo cierto es que hubo que esperar hasta
el siglo XIII para que se asentasen las bases de lo que más tarde fueron las Cortes. La misma
complejidad de los asuntos planteados desde la originaria Curia Regia (consultiva y reunida para
solicitar Consejo en materias de gobierno -declaración de guerra, sellar la paz, solicitar fondos) y la
finalización de la reconquista en el caso de los aragoneses, catalanes y valencianos, volcó los
esfuerzos de estos reinos en sus problemas internos. T Las Cortes no sólo cumplieron la finalidad
institucional, política y social para la que se habían instaurado, sino que, además, sirvieron de marco
para el juramento de los fueros y ordenamientos legislativos, la manifestación pública del rey con
todas sus atribuciones jerárquicas o la prestación oficial del vasallaje hacia su persona y la del
legítimo heredero. Después del monarca, la figura importante en el caso de las Cortes del reino de
Aragón era la del Justicia de Aragón, que actuaba como Juez Superior de las mismas desde el día de
su convocatoria. Era el encargado de recoger los greuges presentados en Cortes particulares,
acompañando al comisario real en las Cortes particulares. Por último, tomaba el juramento a los
Reyes y príncipes de mantener los fueros y costumbres de Aragón, así como guardar y hacer cumplir
lo acordado en las Cortes. Para Aragón, el auténtico monumento jurídico lleva por fecha 1247 y
corresponde al Código de Huesca, recopilación sistemática de los fueros vigentes realizada por el
obispo Vidal de Canellas. En estos libros se sentaron las bases de los derechos aragonés, catalán,
valenciano y navarro, además de que algunas de las instituciones de derecho privado en él
representadas continuaron vigentes siglos. En la Corona de Aragón, los estamentos reunidos en
Cortes mantuvieron discusiones y negociaciones independientes en muchos casos, colaboraron en las
tareas legislativas y se diversificaron en cuanto a tratamiento de cuestiones y planteamiento de
reivindicaciones a lo largo del siglo XV, a diferencia de lo sucedido en la Corona de Castilla, en
donde sus Cortes fueron limitadas cada vez más, sin llegar a compartir con la monarquía la potestad
legislativa. Aunque los asuntos de cierta trascendencia se encomendaron a comisiones técnicas, el
reconocimiento de la obligación de ayudar a la Monarquía con subsidios voluntarios se efectuó en
todos los casos bajo determinadas condiciones aceptadas por el monarca. Entre ellas estaba el reparo
previo de los agravios inferidos al reino (en la Corona de Aragón y Navarra), la moderación en las
cargas fiscales y militares, la concesión de un ordenamiento jurídico basado en privilegios para los
distintos estamentos según la fuerza de éstos y la búsqueda de un régimen político basado en el
equilibrio de fuerzas entre rey y reino, a través de la concepción de la ley como pacto. Estos
acuerdos, que marcaban las obligaciones respectivas del rey y los representantes del reino,
constituyeron la base formal del pactismo o contractualismo medieval y ponían su acento en la
aplicacion de ciertos límites al ejercicio efectivo del poder, límites que descansaban, por otra parte,
en el respeto a ciertos privilegios, franquicias o Leyes fundamentales. Otro aspecto fundamental y al
mismo tiempo distintivo de las asambleas mantenidas en la Corona de Aragón lo constituía la
ponderación del voto, basado en el principio de la unanimidad o en el de la mayoría cualitativa. La
representación municipal también fue en aumento en los territorios peninsulares de la Corona de
Aragón, ampliándose la influencia del estamento real o popular en Aragón, Cataluña o Valencia,
mientras en las Cortes de Castilla se produjo el efecto contrario. Por otro lado, el mandato delegado
de los representantes de las Universidades exigía periódicamente la convocatoria de los representados
para recabar su criterio, lo que habitualmente contribuía a demorar las reuniones, a veces, por largos
períodos de tiempo.

Tema 5. La revolución Trastámara


1. Batalla de Aljubarrota (1385):
batalla que tuvo lugar en el centro de Portugal en la que se enfrentaron los reinos de Portugal y su
aliada, Inglaterra, con Castilla. El resultado fue la derrota de Castilla, el fin de la crisis portuguesa
(1383-1385) y la consolidación de Juan I de Portugal, el primer rey de la dinastía de Avís.
A lo largo del siglo XIV Castilla y Portugal habían estado enfrentados por aspiraciones al
trono. En 1383 el rey Fernando de Portugal muere sin hijos varones y con solo una hija de 10 años:
Beatriz, casada con Juan I de Castilla. La burguesía portuguesa se oponía a la regencia de la madres
de Beatriz pues tarde o temprano Portugal se anexionaría a Castilla (por el matrimonio de Beatriz). El
pueblo se sublevó en Lisboa y pidió al maestre de la orden de Avís, Juan que fuese su rey (Juan era
hijo ilegítimo del rey Pedro I de Portugal). Poco después sería aclamado rey por las Cortes pero
Castilla no estaba dispuesta a renunciar a Portugal que le correspondía por casamiento, e invade
Portugal empezando así la guerra.
2. Cortes de Briviesca (1387):
Las Cortes de Briviesca del año 1387 aprobaron un ordenamiento de leyes de suma importancia,
añadiendo que lo acordado en una reunión de la institución tendría un valor superior: "que los fueros
valederos e leyes e ordenamientos que non fueron rrevocados por otros, non sean periudicadossynon
por ordenamientos fechos en Cortes, maguer que en las cartas oviese las mayores firmezas que
pudiesen ser puestas".
Por eso se ha dicho que fue en esas Cortes cuando más cerca estuvo el tercer estado de
alcanzar una participación efectiva en las tareas legislativas. Asimismo los procuradores del tercer
estado manifestaron en Briviesca su deseo de hacer un seguimiento del gasto del dinero que
concedían al rey
3. El Progrom de 1391:
Revuelta popular dirigida contra los judíos que se inició el 6 de junio de ese año en la ciudad
de Sevilla. Hubo saqueos, incendios,matanzas y conversiones forzadas de judíos en las
principales juderías de las ciudades de casi todos los reinos cristianos de la península ibérica: las
coronas de Castilla y Aragón y en el reino de Navarra. Las revueltas más graves fueron las iniciales,
que comenzaron en Sevilla y se propagaron a Córdoba, Toledo y otras ciudades castellanas.
4. La cuestión de la regencia de Enrique III de Castilla:
Enrique III era hijo de Juan I (se casa primero con Leonor de Aragón y luego con Beatriz de
Portugal, con la que no tuvo descendencia). Cuando Enrique III accedió al trono, tan sólo contaba
con once años de edad, por lo que el reino fue regido por una Junta de Regencia, encabezada por don
Pedro Tenorio, arzobispo de Toledo.
A pesar de sus esfuerzos, lo cierto es que los primeros años del reinado del joven Enrique III
se caracterizaron por una gran anarquía que padeció el reino de Castilla y León a todos los niveles.
Don Pedro Tenorio pretendió, como regente del reino absoluto, llevar a cabo un gobierno provisional
de acuerdo con lo estipulado en las disposiciones legales de Las Partidas, en tanto en cuanto el
príncipe no alcanzase la mayoría de edad.
Los parientes más próximos del rey, don Fabrique, duque de Benavente, don Alfonso de
Aragón, marqués de Villena, y doña Leonor, reina de Navarra (todos ellos bastardos del abuelo del
rey, Enrique II) disputaron, con ferocidad, el poder a don Pedro Tenorio, quien no tuvo más remedio
que aliarse con su oponente eclesiástico, don Juan García Manrique, arzobispo de Santiago, para
frenar las ansias de poder de estos parientes nobles, los cuales arrastraban tras de sí a un gran número
de nobles dispuestos a repartirse cualquier prebenda o poder. La total ausencia de unión entre ambos
prelados permitió a los representantes de las ciudades y a los nobles imponer su voluntad, mediante la
creación de un Consejo Real afín a sus intereses, integrado por catorce representantes de las ciudades,
más ocho nobles y dos arzobispos. Las terribles diferencias políticas entre los miembros del Consejo
Real provocó un clima de exaltación y desconfianza entre ellos, el cual acabó por trasladarse a los
propios cabildos y ayuntamientos de las ciudades más importantes del reino desembocando en luchas
civiles y de banderías entre los diferentes bandos litigantes, como ocurrió en Sevilla, ciudad
convulsionada por la tremenda rivalidad entre los dos linajes más poderosos, los Guzmán y los Ponce
de León.
La alta nobleza, con don Pedro Tenorio a la cabeza, intentó por todos los medios hacerse con
el poder, pero los nobles de segunda fila, sin título, pero muy poderosos por estar agrupados en
clanes cerrados pero muy cohesionados (Benavente, Trastámara, Noreña, Estúñiga, etc), apoyados
por el arzobispo de Santiago, Juan García Manrique, impidieron tal maniobra. Así pues, el 2 de
agosto del año 1393, Enrique III fue declarado mayor de edad, con la aquiescencia de esta poderosa
facción de nobles segundones, los cuales coparían, en adelante, los puestos de más relevancia dentro
de la corte y del reino en general.
5. Aspiraciones castellanas al trono portugués durante el reinado de Juan I de Castilla:
Para asegurar la sucesión al trono de Portugal, de Beatriz de Portugal, hija de Fernando I de Portugal,
la Corte portuguesa pactó el matrimonio entre Beatriz y Juan I de Castilla. Las capitulaciones
matrimoniales se realizaron el 2 de abril de 1383 en Salvaterra de Magos, y en ellas se estipulaba que
a la muerte de Fernando I sin hijos varones, la corona pasaría a Beatriz, y su marido se intitularía rey
de Portugal, Aunque Juan I de Castilla podía intitularse como rey de Portugal, la partes castellanas y
portuguesas acordaron no mezclar los reinos de Castilla y Portugal, y por ello, Leonor, la viuda del
rey Fernando, permanecería como regente y a cargo del gobierno de Portugal hasta que Beatriz
tuviera un hijo que alcanzase catorce años de edad, el cual asumiría el gobierno y título de rey de
Portugal, y sus padres dejarían de serlo. Si Beatriz muriese sin hijos, la corona pasaría a otras
hipotéticas hermanas menores, y en caso negativo, la corona pasaría a Juan I de Castilla, y a través de
él a su hijo Enrique, desechando a los hijos de Inés de Castro.
La muerte del rey Fernando I de Portugal tuvo lugar el 22 de octubre de 1383. Y Leonor, su
viuda, conforme al tratado de Salvaterra de Magos y el testamento del rey difunto, se encargó la
regencia y el gobierno en nombre de su hija. El rey Juan I de Castilla entró en Portugal con su esposa
para asegurar la obediencia en Portugal y los derechos de su esposa.
Para Juan I de Castilla, el matrimonio con Beatriz le suponía mantener un protectorado sobre
el reino portugués y la posibilidad de impedir a los ingleses establecerse en la península. Pero la
expectativa de un monopolio comercial, el temor al dominio castellano y la pérdida de independencia
portuguesa y la oposición a la regente y su camarilla afloró a finales de noviembre y principios de
diciembre cuando se produce en Lisboa el levantamiento (El maestre de Avis asesinó al favorito de la
regente).El levantamiento se extendió a otras provincias y tuvo el apoyo de la burguesía pero no de la
aristocracia, que se mantuvo apoyando a Leonor (que tuvo que huir a Santarém).
En Santarém, Leonor procedió a reclutar un ejército y pidió ayuda a su yerno el rey de
Castilla. Juan I de castilla tomó la decisión de controlar la situación en Portugal, y dejó en el reino de
Castilla un Consejo de regencia. En enero de 1384 el rey Juan I de Castilla, junto con Beatriz,
emprendió el camino de Santarém ante la llamada de la reina regente para poder controlar la
situación del reino. El 13 de enero, el rey Juan I de Castilla obtuvo de la reina Leonor, la renuncia a
la regencia y del gobierno en su favor, lo cual hizo que muchos caballeros y gobernadores de castillos
se presentasen a jurar obediencia tanto a él como a su esposa Beatriz.
Aunque contaba con la mayoría de la aristocracia portuguesa fiel a su causa, el rey Juan I de
Castilla no repitió los éxitos castellanos de las Guerras Fernandinas y fracasó ante Coimbra y
Lisboa.Mientras, el maestre de Avis intentó apoderarse de plazas fieles a sus adversarios, y aunque
tomó Almada y Alenquer, fracasó en Cintra, Torres-Novas y el Torres Velhas. Tras lo cual se dirigió
a Coimbra, donde había convocado Cortes para marzo de 1385. En ellas Beatriz fue declarada
ilegítima y se procedió a elegir y proclamar al maestre como Juan I de Portugal el 6 de abril. Tras las
Cortes, el nuevo soberano emprendió una campaña para obtener el control del norte del reino. Juan I
de Castilla entró de nuevo en Portugal por la ruta de Ciudad Rodrigo y Celorico. Pero las derrotas
que sufrió su ejército en Trancoso y Aljubarrota en mayo y en agosto de 1385 supuso el fin de la
posibilidad de imponerse como rey de Portugal.
6. El compromiso de Caspe:
El Compromiso de Caspe fue un pacto establecido en 1412 por representantes de los reinos de
Aragón y Valencia y del principado de Cataluña para elegir un nuevo rey ante la muerte
en 1410 de Martín I de Aragón sin descendencia y sin nombrar un sucesor aceptado. Supuso la
entronización de Fernando de Antequera, un miembro perteneciente a la dinastía Trastámara, en
la Corona de Aragón.
En 1409 muere Martín el Joven, hijo y heredero del rey de Aragón Martín I, este se casa por
segunda vez para intentar tener descendencia pero es en vano. En sus últimos días el rey (Martín I)
fue visitado en su lecho de muerte por varios miembros de los brazos del principado de Cataluña y,
con la presencia de los notarios reales y otros oficiales (camarero, escudero y copero), así como del
obispo y el gobernador de Mallorca y el gobernador del principado catalán, por boca
del consejero de Barcelona Ferrer de Gualbes preguntaron al rey por dos veces en los días 30 y 31 si
quería que su sucesor fuera aquel que debía serlo por justicia, es decir, si el problema de su sucesión
se debía dilucidar mediante el examen de los derechos al trono de los distintos candidatos, a lo
que Martín I respondió, ya agonizante, que sí. A partir de ese momento la maquinaria de los poderes
políticos de la Corona puso en marcha mecanismos que desembocaron en la Concordia de Alcañiz y
el Compromiso de Caspe.
Al morir este rey sin descendientes legítimos la sucesión al Trono presentaba un problema:
demasiados candidatos que reclamaban sus derechos y demasiado riesgo de una guerra civil y una
situación de caos, anarquía, desórdenes y pillaje.
Los candidatos eran:

Fadrique de Luna – conde de Luna, hijo bastardo de Martín I de Sicilia.


Jaime II de Urgell – nieto de Alfonso IV, casado con una hija de Pedro IV.
Fernando I de Antequera – infante de Castilla, nieto de Pedro IV por su madre, Leonor.
Alfonso de Aragón y Foix, conde de Denia y Ribagorza, marqués de Villena, duque de Gandía. Nieto
por línea masculina de Jaime II. Murió poco antes de Caspe y fue reemplazado por su hermano, Juan
de Prades.
Luis de Anjou – duque de Calabria, nieto (por su madre Violante) de Juan I de Aragón.
Era lo habitual en la época y todo hacía presagiar que entonces no iba a haber una excepción.
Pero la hubo. Nueve hombres versados en leyes, tres por cada uno de los principales brazos del
Reino: Aragón, Valencia y los Condados Catalanes, se reunirían para decidir con su voto y a fuerza
de diálogo y ley cuál de los candidatos que alegaban sus derechos a la Corona sería el más legítimo
para ocuparlo.
El elegido resultó ser un infante castellano de la Casa de los Trastámara con ascendencia aragonesa:
Fernando I de Aragón, abuelo de Fernando el Católico. Así pues, Fernando de Trastámara fue
proclamado rey el 28 de junio de 1412 como Fernando I de Aragón, quien el 5 de agosto entró en
Zaragoza, donde juró su título ante las Cortes junto a su hijo Alfonso.

Tema 8. El reinado de los Reyes Católicos


1. LAS FERIAS DE MEDINA DEL CAMPO
(El inicio del comercio despertó paralelamente al despegue de la vida urbana. El renacimiento de las
ciudades, y con ellas la producción de manufacturas y de las prácticas mercantiles. Posteriormente se
desarrolló un comercio de un radio más amplio, cuyos protagonistas fueron los mercaderes viajantes
que se desplazaban de un lugar a otro llevando consigo sus productos en sus propias alforjas o carros.
En otro orden de cosas fue un importante estímulo al comercio el crecimiento de las acuñaciones
monetarias.) A partir de aquí surgen las pujantes ferias en toda Europa, las de Amberes, Ginebra, o
las de Lyón, donde ya podemos incluir las de Medina del Campo, creadas a comienzos del siglo XV
por Fernando de Antequera, entonces, señor de la villa. Esto produjo un espectacular crecimiento que
en apenas unos años ya contaba entre las ferias principales de toda la Corona de Castilla. Así, en
1491, los Reyes Católicos otorgan una disposición en la que conceden la consideración a Medina del
Campo como Ferias Generales del Reino. Junto con la excepcional ubicación de Medina del Campo,
como uno de los centros geográficos de la Península, era el punto natural de reunión de los
mercaderes itinerantes que venían a comprar y vender, cruce de unión de caminos procedentes de
Burgos, Toledo y Portugal. El crecimiento de la economía de Castellana, en el curso del siglo XV,
contribuyó excepcionalmente a potenciar las ferias medinenses, las cuales, y durante 50 días de
duración cada una, se celebraban en torno a los meses de mayo y octubre dándole un carácter
internacional. A Medina del Campo acudían, junto a los hombres de negocios de Castilla, los
mercaderes de Navarra y de Aragón, franceses, italianos flamencos y portugueses. La variedad de
productos expuestos en las ferias eran: vinos, aceites y condimentos como alimento; perlas, telas y
brocados, destacándose el papel desempeñado por Medina del Campo en la contratación de lanas, el
mercado más importante y próspero de Castilla entre los años, 1514 y 1573. El mercado de capitales
donde se negociaba principalmente con letras de cambio, respondiendo al modo de las ferias
modernas, separándose ya del tipo del comercio practicado en el Medievo. En esta época destacó
Simón Ruiz Envito y Virues como mercader y banquero, personaje muy importante en Medina del
Campo. La letra de cambio exigía dos pagos sucesivos, en lugares diferentes y en los que deberían
intervenir cuatro personas. En Medina del Campo, por ejemplo, el capitalista o prestamista,
denominado entonces, dador, daba un anticipo a un prestario o tomador (actual librador) y recibía de
aquél una letra de cambio que debería cobrar en otra ciudad extranjera.
2. LA AUDIENCIA Y LA CHANCILLERÍA EN CASTILLA
A pesar de la concentración de poderes del rey, la Monarquía Hispánica estaba lejos de ser un
sistema arbitrario y sin garantías jurídicas para los súbditos. El ejercicio de la justicia era tareas
reservada para el rey, sin embargo, el monarca delegaba en otras instituciones dicha función. En 1494
se crea la AUDIENCIA Y CHANCILLERÍA DE CIUDAD REAL, modelo para la de Granada que
se fundaría 9 años después. Ésta última y la de Valladolid dividieron la península en dos sectores: el
territorio al norte del Tajo era para la de Valladolid; y los del sur para Granada.
Las chancillerías estaban dirigidas por un presidente nombrado por el rey entre letrados,
antiguos miembros de colegios universitarios, profesores universitarios, o eclesiásticos de alto rango.
Además del presidente, la formaban distintos cargos a los que se accedía por promoción interna. (Con
Carlos V adquieren el organigrama básico formado por tres salas especializadas: Civil, Criminal y de
Hijosdalgo, para pleitos de hidalguería).
- Cuatro oidores: Cargos perpetuos que podían ser suspendidos por la Corona.
- Cuatro alcaldes.
- Dos alcaldes de hijosdalgo.
- Dos fiscales (uno de los civil y otro de lo criminal).
A éstos se le añadirían, en el caso de Valladolid, un juez mayor de Vizcaya. Al considerarse órganos
supremos de justicia no cabía recurso fuera de ellos. No obstante, muchos pleitos fueron recurridos
después ante la chancillería correspondiente. La justicia impartida en Castilla, aparte de la
Chancillería de Valladolid, contaba con cuatro audiencias, cuya extensión era desigual. -Galicia: Era
la más antigua, de tiempo de los RRCC. Entendía lo Civil y lo Criminal. La presidencia correspondía
con frecuencia al Capitán General del Reino de Galicia. Junto a él, se ocupaban de los pleitos los
alcaldes mayores. Sólo si era un caso importante, se podía recurrir a la Chancillería de Valladolid. -
Sevilla: Se creó en 1525. Su jurisdicción se limitaba a la ciudad de Sevilla. El regente ostentaba la
presidencia junto con los oidores y los alcaldes mayores. -Canarias: Tras la incorporación plena de
las Islas Canarias a Castilla en tiempos de RRCC, la justicia en el archipiélago había quedado a cargo
de los consejos y de la Chancillería de Ciudad Real, y después Granada. (Con Carlos V se creó una
Audiencia en Gran Canarias que fue ganando terreno hasta cubrir sus propios pleitos. Existía una
sección en la Audiencia de Sevilla llamada GRADOS, que entendía las apelaciones contra decisiones
tomadas en esta audiencia). -Asturias: Se aplicó el modelo gallego a la hora de constituirse, ya en el
XVIII, en la ciudad de Oviedo. El personal estaba compuesto por un regente/presidente y cuatro
oidores/alcaldes mayores, a los que se le añadía un fiscal. -Extremadura: Se creó una Audiencia en
Cáceres a finales del XVIII y estaba compuesta por un regente, ocho ministros y un fiscal. -Navarra:
Debido a su régimen especial como Provincia Exenta, la justicia se repartía entre el Consejo de
Navarra, órgano supremo de justicia y de gobierno en sus territorios, y el Tribunal de la Corte Mayor,
para causas civiles y militares. El primero atendía los suplicatorios presentados contra las
resoluciones del segundo. La Corte estaba formado por cuatro alcaldes mayores; mientras que el
Consejo contaba con un regente y seis consejeros. Por su parte, la Corona de Aragón también contaba
con sus propias Audiencias: Aragón y Cataluña, Valencia, Cerdeña y Mallorca.
3. CÁMARA DE COMPTOS
La institución tiene un origen francés y medieval. En la época moderna fue perdiendo importancia
paulatinamente, y sufrió varios intentos de supresión hasta su desaparición definitiva. Sus cuatro
oidores, tres navarros y uno castellano, debían llevar las cuentas del patrimonio real, reconocer y
administrar los derechos del rey y aconsejar al monarca. Además, formaban parte de los Tribunales
Reales, por lo que era de su competencia juzgar en primera instancia cuestiones de Hacienda. La
institución encargada de llevar las cuentas del soberano en Navarra fue la Cámara de Comptos,
juntamente con el Tesorero real, el Patrimonial Real, el Depositario General y los cinco Recibidores,
uno en cada merindad, encargados de la cobranza de las rentas reales y del servicio ordinario de
cuarteles y alcabalas. Por último, hay que consignar como dato importante que en el mismo edificio
de la Cámara es donde se acuñaban las monedas del reino, que eran examinadas y supervisadas por
ella. En resumen, serían de su competencia el control de las cuentas del reino, el control de la
administración, además de la participación de sus miembros competentes en el Consejo Real, y con
jurisdicción. Tras la incorporación de Navarra a la Corona de Castilla se estableció en las Cortes
celebradas en Pamplona en 1514 que los principales puestos de gobierno estuvieran en manos de
naturales navarros a excepción de la llamadas cinco castellanías o plazas castellanas; es decir, cinco
cargos que se proveerían siempre en no navarros, preferentemente castellanos, concretamente el
Regente del Consejo Real y dos de sus consejeros, un alcalde de Corte y un oidor de la Cámara de
Comptos. Formar parte de los Tribunales Reales de Navarra, en cualquiera de sus cargos, suponía
haber obtenido un rango importante y era un escalón destacado en el cursus honorum de cualquier
jurista. Si Fernando el Católico quiso asegurarse la fidelidad de sus nuevos súbditos, especialmente
de los ministros encargados de las finanzas, con aumentos de sueldo, a partir del siglo XVI se buscó,
con desigual fortuna, una buena gestión. Los nombramientos para ocupar las plazas fueron siempre
prerrogativa regia y, lógicamente, hubo un estrecho contacto entre los tres Tribunales Reales de
Navarra.
4. CONSEJO SUPREMO DE ARAGÓN
En lo más alto del entramado administrativo se hallaban los CONSEJOS. Su función básica era la de
aconsejar en la toma de decisiones que, en última instancia, correspondía al monarca. El mayor
impulso al sistema polisinodial provino de los RRCC y de Carlos V; durante el reinado de Felipe el
sistema alcanza su madurez y queda prácticamente cerrado. Existían dos tipos de Consejos:
territoriales, específicos de un territorio; o temáticos, ocupados de determinadas parcelas de la
Administración. El CONSEJO DE ARAGÓN tuvo su origen en 1493 en el grupo de juristas naturales
de los diversos territorios de la Corona de Aragón que reunió Fernando el Católico tras la unión
dinástica con la Corona de Castilla que dio nacimiento a la Monarquía Hispánica. Su función era
asesorarle en los asuntos que afectaban a aquella corona cuando él estaba en Castilla, donde pasó la
mayor parte de su reinado. En 1494 Fernando decidió convertirlos en un órgano colegiado y
permanente y que además actuaría como última instancia jurídica de los estados de la Corona de
Aragón. A la cabeza del Consejo está el vicecanciller de la Corona de Aragón, que es la misma figura
que el presidente en Castilla. En este caso será siempre un jurista, que será el que redacte los
documentos que salen del consejo. Después encontramos los regentes, que son el equiparable de los
consejeros en el Consejo de Castilla. Son seis, dos del reino de Aragón, dos del reino de Valencia y
dos del principado de Cataluña. Los dos regentes por cada estado de la Corona de Aragón eran
nombrados por el rey entre los letrados de cada territorio, por lo que su opinión cuando se trataban
asuntos exclusivos de cada uno de ellos era muchas veces determinante en la «consulta» que se
elevaba al rey, incluidos los nombramientos de los oficiales reales —que según las Constituciones
catalanas, los Fueros de Aragón y los Furs de València también tenían que ser naturales de cada
estado— especialmente si las opiniones de los dos regentes coincidían con las del virrey respectivo.
5. ESTRUCTURA SOCIAL DE CASTILLA A FINALES DE LA EDAD MEDIA
Los siglos XII y XIII habían sido de expansión económica. Pero a partir del siglo XIV, la llegada de
la Peste Negra (1348) inauguró una etapa de crisis económica y social con revueltas campesinas y
conflictos en las ciudades. La Peste causó una elevada mortandad entre todas las edades y sectores
sociales (el propio Alfonso XI murió de peste). Los brotes epidémicos se repitieron en las décadas
siguientes, pero su repercusión fue mucho menor. Así, a finales del siglo XV, Castilla había superado
la crisis, como lo indican la recuperación de la población, la puesta en cultivo de nuevas tierras y su
actividad comercial. El descenso de la población tuvo importantes efectos en la agricultura. Muchos
campos quedaron despoblados y la producción agrícola disminuyó. En consecuencia, los nobles
vieron disminuir sus rentas señoriales y reaccionaron en dos direcciones: engrandeciendo sus
dominios mediante nuevas concesiones reales que conseguían presionando a los reyes y
endureciendo las condiciones de los campesinos e impusieron nuevos impuestos. Rasgos generales de
la sociedad en esta época: -La sociedad seguía siendo estamental basada en los tres órdenes
tradicionales – nobleza, clero y estado llano-, aunque este esquema evolucionaría hacia fórmulas más
complejas, difuminando sus contornos interestamentales. -El componente trascendente es lo sagrado.
Lo social y lo público está impregnado de símbolos religiosos. A esto se le suma una división
añadida de carácter religioso que diferencia a los españoles en tres grupos: cristianos viejos
(descendientes de cristianos), cristianos nuevos (descendientes de conversos) y falsos cristianos. De
esta forma, la limpieza de sangre – cuyo fenómeno se debilita notablemente en el siglo XVII- podía
servir de agravante o amortiguador en el reconocimiento social del individuo. -Entre el Estado y el
individuo existen cuerpos intermedios como estamentos, linajes, gremios, cofradías, etc., que
contrapesan el poder del Estado y sirven como instrumento de sociabilidad, identidad y defensa para
el individuo. -No se conocen suicidios o depresiones; las penalidades serán recompensadas. Todo
esto hacía que el hombre moderno fuera muy resistente. La sociedad estamental se basa en la
desigualdad, la cual se apoya a su vez en: -Roles que cada grupo desempeña en la sociedad; mayor o
menor dignidad de las tareas. -Las diferenciaciones sexuales y económicas. -Jurídica: algunos sitios
tenían fueros, otros no, etc. -Desigualdades de la religión (visto anteriormente). Estas desigualdades
provocan continuas tensiones motivadas por el ansia de ascenso. -Las exigencias de la sociedad
española moderna no difieren básicamente de los de la sociedad europea en general. El honor y la
honra eran muy importante en esta época debido a su carácter social, que dependían continuamente
de la opinión pública. Su pérdida podía sobrevenir en cualquier momento y ésta condicionaría el
futuro del individuo, así como el de su familia. -La familia es una célula social básica en la Edad
Moderna, fundamental para el aumento de la población que fortalecerá al estado. Existe una
solidaridad entre sus miembros que proveen mejoras entre ellos, se protegen y se ayudan
económicamente mediante las dotes. La costumbre por lo antiguo constituye un serio obstáculo en la
época cuando se trata de modificar las ideas sobre algo o de cambiar una situación. Los proyectos
ambiciosos de modificar las bases de la sociedad estamental permanecían al ámbito de la utopía
literaria o se concebían para territorios ―vírgenes‖ como América, donde fuera más fácil de instaurar.
La riqueza que se acumuló en manos de particulares y grupos a medida que entramos en la Edad
Moderna permitieron reemplazar paulatinamente a la ―pureza de sangre‖ del Medievo como filtro
jerarquizado. La realidad social española fue evolutiva y cambiante, siendo el dinero el protagonista;
aquí entro la Corona en juego, necesitada de ingresos económicos, buscó medidas para que esas
clases favorecidas gastaran el dinero mediante venta de títulos nobiliarios, tierras, señoríos, etc. La
clase que más se benefició de esto fue el patriciado urbano, es decir, la clase dominante
económicamente hablando. Estos lo formaban comerciantes, militares, miembros de la
Administración, etc., que vieron con esta la oportunidad de un mejor reconocimiento social.
6. LA ECONOMÍA CATALANA DURANTE EL SIGLO XV
La economía catalana se basaba en tres pilares fundamentales: -La producción agrícola y ganadera.
La agricultura tuvo una importante expansión a partir del siglo XIII gracias a la ampliación de la
superficie cultivada pero también a la mejora de los sistemas de regadío y a la introducción de
mejoras técnicas. Los productos más cultivados eran el trigo, el olivo, la viña, el arroz y las
legumbres. Como productos de exportación eran muy valorados el vino, azafrán, aceite y frutos
secos. El volumen de la cabaña ganadera aumentó y se criaban bueyes y caballos para los trabajos del
campo, cerdos para el consumo de carne y ovejas para el consumo de carne y sobre todo por la lana. -
La actividad artesanal e industrial. En las ciudades, la actividad artesanal era importante y los
diversos oficios estaban organizados en gremios. Estos oficios cubrían las necesidades de la vida
diaria de la población (carpinteros, zapateros, herreros, etc.), pero también había un sector dedicado a
la fabricación de productos para la exportación. Además, existían actividades industriales, entre las
que destacaban la metalurgia del hierro, que fabricaba enseres agrícolas y armas para la exportación,
y las manufacturas textiles. -La actividad comercial. El comercio es, sin duda, la actividad más
importante y la base de la prosperidad económica. El período álgido de este comercio se desarrolló
entre 1250 y 1350, cuando Cataluña fue un centro importante de exportación de productos. Pero a
mediados del s. XIV surgen síntomas de crisis en Barcelona: la recesión demográfica, la rivalidad
con Génova, los elevados impuestos para costear la política exterior llevaron a la quiebra a varios
bancos. A lo largo del siglo XV esta crisis mercantil y financiera se complicó debido a las rivalidades
internas entre la oligarquía comerciante (Biga) y los fabricantes y artesanos (Busca), pero también
por el enfrentamiento de las autoridades de la ciudad con la Corona que desembocó en una guerra
civil, y que hundió definitivamente la economía mercantil de Barcelona. Hasta 1462, la vida
económica de la burguesía catalana fue realmente activa, aunque en determinados momentos
resonaran en ciertas esferas amargas palabras sobre la paralización de los negocios mercantiles. La
decadencia económica y financiera de Cataluña comienza con las hostilidades contra el rey Juan II y
el fin efectivo de la guerra civil. Durante diez años, de 1462 a 1472, Barcelona sacrificó sus
cuantiosos recursos económicos en la financiación de la guerra. Aunque de momento es imposible
fijar las cifras concretas, éstas deben ser necesariamente elevadas, teniendo en cuenta los simultáneos
y crecidos apuros del erario real y la circunstancia de que el monarca se viera obligado a hipotecar su
soberanía sobre los condados del Rosellón y Cerdaña para poder contar con el auxilio de Luis XI.
Todo ello, sin referirnos al apoyo que recibió, en considerable grado, de Valencia, Sicilia y Aragón.
La bancarrota dio lugar a un descontento general. Hasta el siglo XV, las revueltas y perturbaciones
sociales se debían a cuestiones más socioeconómicas que políticas donde entraban las rivalidades de
las clases sociales por dominar la vida económica de Cataluña y de modo especial de Barcelona, que
era controlada por la burguesía urbana junto a los nobles, y de aquí su dominio abarcaba al resto de
Cataluña. Mientras que otras clases sociales como la excluida plebe urbana, los buscaires de
artesanos y mercaderes y la clase rural o campesinos de remensas, eran sometidos a impedimentos
legales debido a un durísimo sistema feudal, que hacía inviable su progreso social y económico. La
crisis socioeconómica no sólo afectaba a Cataluña sino también al resto de España y a Europa.

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