Está en la página 1de 2

El mar

En medio de aquel descontrol que ocurría a mi alrededor, decidí pasar mis últimas horas
haciendo lo que siempre quise, pero como no había tiempo tuve que recurrir a algo más
simple: ir a sentarme a la orilla del mar y ver todo lo que iba a pasar, aunque sería una
odisea poder llegar al lugar. Las calles se encontraban atestadas de personas, el transporte
era un caos o bueno, algo inexistente ya. Solo lograba ver gente discutiendo en plena calle,
hurtando lo que podían, algunos desvergonzados bebiendo y haciendo fechorías en
cualquier lugar; mientras tanto todos los canales de noticias solo se enfocaban en la
inminente colisión de ese extraño planeta azul que de repente apareció y cuyo viaje fue tan
rápido que no hubo tiempo de hacer nada, todos los gobernantes y personas poderosas
abandonaron el mundo en cápsulas espaciales cuya existencia hasta ahora desconocíamos,
dejando a todos los demás infelices mortales a su suerte.

Todo el pánico se desató cuando la noticia completa se reveló, por mi parte nunca tuve
especial afecto por la vida, la que tuve fue tan monótona y ordinaria, igual tuve presente
siempre que habría de morir, es una de esas cosas de las que sabes que no escaparás, pero
de lo que todos evitamos hablar; muchos le temen a su final, pero ese no es mi caso, no me
pudo importar menos, el día se adelantó eso fue todo para mí. Al recibir esa noticia
simplemente dejé mi trabajo en el horario normal, me bebí mi té, qué más da ponerle algo
de alcohol, igual el mundo se va a acabar y así empecé, sin rumbo a caminar. Sin saber
cómo, llegué a los lugares que hace tiempo no había visitado, calles que fueron preciadas
para mí en su momento. Ahora es triste verlas llenas de toda la escoria y miseria humana
reunidas en tan pequeños lugares. Es increíble lo que sucede cuando se pierde ese preciado
don del que estamos tan orgullosos los humanos, al que solemos llamar razón, ni siquiera
los animales de los que tanto hemos hablado mal por su comportamiento irracional llegan a
esas conductas en esta situación, lo bueno de vivir simple, supongo.

Siempre me ha llamado la atención el mar, suelo ir allí cuando necesito dejar todo de lado y
disfrutar de la tranquilidad, la verdad luego de meditarlo un poco pensé que ese pacífico
lugar sería el perfecto para mi final. La travesía no ha sido fácil, muchos peligros tuve que
esquivar, pero al fin puedo sentir el aire cargado de sal, me encantaría cerrar los ojos un
momento y poder disfrutar de esa serenidad, de ese sinfín de recuerdos que por mi mente
acaban de pasar, vaya, que triste tener que saber el final de la vida tan cerca para poderle
apreciar, pero si me tardo un poco más ese sospechoso hombre de allá se me va a acercar,
veo que esta por acá hace un rato y me genera algo de ansiedad, mejor a caminar.

Perdiéndome entre la multitud veo una esquina desolada y doblo por ella, hasta que tuve
unos 10 años viví en este lugar así que recuerdo sus calles y por menores con mucha
facilidad. Al girar a la derecha está la casa que fue mi hogar, sin pararme a verla a detalle se
ve que ha cambiado de más, el viejo parque no existe, ahora es un centro comercial, y el
camino a la escuela ahora es una calle más, aun así, sigue conduciendo hacia el mismo
lugar, detrás de una pequeña reja están las escaleras que llevan a la playa, unos cuantos
metros más y todo llegará a su final.

Me detengo un segundo para ver la tarde una vez más, aun se vislumbra un poco la silueta
de lo que será nuestro final, pero el mar permanece increíblemente manso. Al llegar al
último escalón doy una mirada final a todo lo que dejo atrás, hubiera sido bueno muchas
cosas poder disfrutar, pero lo hecho ya no se puede cambiar; unos cuantos pasos y el agua
cubre mis rodillas ya, alguien sin un plan que vino al mar para a su vida tratar de darle un
buen final, una vida poco memorable pero que al fin y al cabo fue mi vida y a nadie más le
ha de importar.

Siento el agua hasta mi pecho, es raro que no haya más olas ya, gotas caen a mi pecho, pero
no es la sal del mar ¿Por qué lloran mis ojos, si anhelé siempre esta clase de final? ¿y qué
pasa si regreso, algo podría cambiar? Arrepintiéndome un poco veo las cosas buenas pasar,
quizás no fueron tantas, pero el solo rememorarlas hace que quiera vivirlas una vez más,
retrocedo un poco para tratar de a la orilla regresar, ¡oh pero que ven mis ojos! La playa no
existe ya.

También podría gustarte