Está en la página 1de 2

La debida calificación de la demanda

De manera previa, resulta pertinente definir el derecho de acción, pretensión y demanda.


En tal sentido, el derecho de acción es el derecho que tiene todo sujeto de derecho a
solicitar tutela jurisdiccional al Estado, para la solución de una controversia o incertidumbre
jurídica. Según Juan Monroy Gálvez[1], por el derecho de acción: “toda persona -y por ello
sujeta de derechos- se encuentra en aptitud de exigir del Estado tutela jurisdiccional para
un caso concreto; sea conflicto de intereses o incertidumbre jurídica”. La pretensión, por su
lado, es la manifestación de voluntad del demandante hecho ante el Órgano Jurisdiccional
y contra el demandado, por medio del cual se busca que el juzgador reconozca un derecho
respecto de una cierta relación jurídica. Azula Camacho[2] afirma que: “la pretensión es el
acto de voluntad de una persona, en virtud del cual reclama del Estado, por conducto de la
jurisdicción, un derecho frente, o a cargo de otra persona”. Así, todo sujeto de derecho
tiene derecho de exigir su derecho (pretensión) mediante el ejercicio del derecho de acción
contra el Órgano Jurisdiccional para obtener un pronunciamiento a través del proceso. La
pretensión es, en consecuencia, la declaración de voluntad de lo que se quiere o lo que se
exige a otro sujeto. Finalmente, la demanda es el acto procesal por el cual se concretiza el
derecho abstracto de acción; por ello, Juan Monroy Gálvez[3] afirma que: “es una
declaración de voluntad a través de la cual el pretensor expresa su pedido de tutela jurídica
al Estado y, a su vez, manifiesta su exigencia al pretendido”. Entonces, la demanda viene
a ser la oportunidad en que el demandante formula su o sus pretensiones, solicitando de
la jurisdicción la declaración, reconocimiento o protección de un derecho.

Ahora, al calificar la demanda, el Juez efectuará una primera calificación de los


presupuestos procesales de orden formal y de orden material, presupuestos necesarios
para que nazca, se desarrolle y concluya un proceso con una sentencia de mérito; de lo
contrario, el Juzgador emitirá una sentencia inhibitoria. Así, podemos afirmar que no basta
con la interposición de la demanda para que la relación jurídica procesal sea considerada
válida, sino que, indefectiblemente, el derecho de acción materializado con la demanda
deberá cumplir con ciertos requisitos de forma y de fondo para que exista un proceso válido.
En este extremo, es pertinente citar a Piero Calamandrei[4], quien afirma que: "Los
presupuestos procesales son los requisitos necesarios para que pueda constituirse un
proceso válido, o una relación procesal válida.”. Chiovenda[5], por su lado, indica que los
presupuestos procesales son: “las condiciones necesarias para conseguir una sentencia
cualquiera, sea favorable o desfavorable a una parte, o como condiciones necesarias para
que la relación jurídica procesal o el proceso civil se desarrolle o constituya normalmente,
es decir, con eficacia”.

De este modo, los presupuestos procesales de orden formal son aquellos requisitos sin
los cuales no se constituye una relación procesal válida, cuya ausencia deja al trámite
seguido como un proceso inválido. Estos presupuestos son los siguientes: La demanda en
forma, la capacidad procesal de las partes y la competencia del juez. Por su lado, los
presupuestos procesales de orden material son requisitos necesarios para que una
pretensión procesal hecha valer con la demanda sea objeto de pronunciamiento por el
Juez. Si se verifica la existencia de dichos presupuestos procesales, el Juez deberá emitir
una sentencia de mérito. Los presupuestos procesales de orden material son: El interés
para obrar, La legitimidad para obrar y la voluntad de la ley.

Las causales que sustentan la declaración de inadmisibilidad o improcedencia de la


demanda se encuentran contenidas en los artículos 426° y 427° del Código Procesal Civil.
Así, en caso el Juez califique la demanda declarándola improcedente por considerar que
no es factible recurrir al proceso de prescripción adquisitiva de dominio cuando el
demandante no anexa a la demanda medio probatorio alguno que acredite la posesión
pacífica, pública, continua y a título de dueño por el plazo de diez años, tratándose de la
prescripción larga, se estaría vulnerando manifiestamente el derecho constitucionalmente
protegido a la tutela jurisdiccional efectiva, ya que la referida declaración de improcedencia
no encontraría amparo legal.

Por lo expuesto, consideramos que, en aplicación del derecho constitucional a la tutela


jurisdiccional efectiva, el Juez, al calificar la demanda, debe limitarse a verificar los
presupuestos procesales de orden formal y de orden material, es decir, no debe
extralimitarse en sus facultades, expidiendo, por ejemplo, un pronunciamiento sobre el
fondo en la etapa de calificación de la demanda y, de se modo, liquidar de manera
inoportuna e injusta la pretensión del demandante.

[1] Monroy Gálvez, Juan. La formación del proceso civil peruano (Escritos
reunidos). 2ª edición. Lima: Palestra Editores, 2004.

[2] Azula Camacho, Jaime. Manual de derecho procesal. 7ª ed. Tomo II. Bogotá:
Ed. Themis, 2000.

[3] Monroy Gálvez, Juan. La formación del proceso civil peruano (Escritos
reunidos). 2ª edición. Lima: Palestra Editores, 2004.

[4] Calamandrei, Piero. Instituciones de derecho procesal civil. Tomo I. Buenos


Aires: EJEA, 1962.

[5] Chiovenda, Giuseppe. Curso de derecho procesal civil. México: Oxford


University Press, 2003.

También podría gustarte