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TRADUCCIÓN CORRECCIÓN

CONCHE SANDRA
HYPATIA A. CONCHE
LAPISLÁZULI

MODERACIÓN DISEÑO
CONCHE LAPISLÁZULI
Sinopsis Capitulo 14

Capitulo 1 Capitulo 15

Capitulo 2 Capitulo 16

Capitulo 3 Capitulo 17

Capitulo 4 Capitulo 18

Capitulo 5 Capitulo 19

Capitulo 6 Capitulo 20

Capitulo 7 Capitulo 21

Capitulo 8 Capitulo 22

Capitulo 9 Capitulo 23

Capitulo 10 Capitulo 24

Capitulo 11 Prologo

Capitulo 12 Acerca de la Autora

Capitulo 13 Créditos
Criada en las cuevas, Lucy fue tomada de pequeña y escondida de los que
masacraron a su familia.

Pero debido a un hechizo que salió mal, se entera que no sólo tiene dos
hermanas, sino que es una gemela.

Ahora Lucy tiene que decidir si quiere luchar en una guerra que no fue de su
elección.

No sólo eso, sino que tiene sentimientos crecientes por Henry. Lo que hace la
vida terriblemente incómoda cuando ya está enamorada de Marcus, el hermano de
Henry.

Esta es la tercera entrega de la serie de Virgin Vampire. Cada historia


presenta el viaje de una hermana diferente en su camino hacia el amor.
Traducido por Conche
Corregido por Sandra

—¡Mierda Lucinda! ¿Las mataste?

Puse los ojos en blanco a Helvética, Veti para abreviar, y me pregunté por
centésima vez por qué dejaba que me criticara constantemente. Ella podría ser una
vieja bruja. Bueno, no es tan vieja, tal vez trescientos o cuatrocientos años.

Pero a mis diecinueve años en el planeta eso podría haber sido varias vidas, y
si fuéramos humanos, lo habrían sido.

—Les clavé una estaca —protesté, señalando las malditas estacas de mi


mano—. Fue indoloro.

Una de las chicas que había entrado en nuestra casa tosió. —Yo no diría eso.

—¡Y luego las devolviste a la vida! —Lanzó sus manos al aire con disgusto.

—Um, ¿así que ahora somos como zombis? —preguntó la otra chica.

Miré a mis prisioneras. Dos chicas de mi edad estaban paradas en la entrada


de nuestra casa, con aspecto conmocionado.

Sonreí. —No eres un zombi, no realmente.


Veti se acercó a mí y me agarró del brazo. —¡No les hables! Y técnicamente
son zombis, un cadáver revivido por la brujería. Pero esa es la menor de nuestras
preocupaciones. ¿Qué más les hiciste?

—Nada ¡Lo juro! —protesté.

Los ojos de Veti se entrecerraron. —¿Quieres explicarme por qué esta tiene
tu cara?

La chica en cuestión tenía mi cara. Era espeluznante mirar a los ojos de


alguien más cuando imitaban tan claramente los míos. La única diferencia era el
color de nuestro cabello. Donde ella era morena, yo era rubia.

—Esto es tan raro, es como ver a dos Viv. Por cierto, me llamo Joanie, y esta
es mi hermana, Vivian. —La otra chica se parecía a la primera, pelo largo y oscuro y
ojos marrones profundos. Pero tenía una forma más curvada y un mentón más
suave.

—¿Quién eres? —Veti les ladró a las chicas.

—Acabamos de decírtelo. Soy Vivian —respondió la que se parecía a mí—. Y


esta es mi hermana, Joanie. ¿Puedo preguntar dónde estamos y por qué nos
mataste?

Joanie extendió la mano como si fuera a tocar la estaca de mi mano. Todavía


goteaba su sangre. —Todos la llaman Viv. Sin embargo, esa no es la parte
importante. ¿Cómo demonios te las arreglaste para devolvernos a la vida?

Me encogí de hombros. —¿Magia? Mira, es mejor que salgas del vestíbulo.


Está un poco pegajoso, ahora mismo.

Les pedí que entraran en nuestra humilde casa. Veti comenzó a chillar o algo
así, pero yo la ignoré. Ya las había matado, así que técnicamente, no había roto
ninguna de las reglas de Marcus. Nunca me prohibió traerlos de vuelta a la vida, las
lagunas son mis aliadas.

—Me llamo Lucinda y esta es Helvética. No recibimos muchos invitados aquí


en las Cuevas de Laos.

Ese era el eufemismo del siglo. Puedo contar por una mano el número de
personas que lo han visitado, y sólo dos de ellas todavía estaban respirando. Resulta
que eran las chicas que parecían a punto de desmayarse en cualquier momento, la
resurrección era difícil para una persona.

O eso me han dicho.

—Veti, necesitan un poco de sangre. ¿Qué tal si las embolsas y averiguamos


de dónde vienen?

Parecía que quería protestar, pero al final, hizo lo que le pedí. En un


momento trajo dos contenedores de metal.

—¿Han bebido de este dispositivo antes? —pregunté. Joanie y Viv sacudieron


sus cabezas.

—Tienes que quitar la tapa para romper el sello. Hay dos agujeros para tus
colmillos, y estoy segura de que puedes deducirlo desde ahí. Pero te advierto que no
es a lo que estás acostumbrada. Aquí no tenemos acceso a la sangre humana y
sobrevivimos con la de animales salvajes.

Viv parpadeó. —¿Cómo es posible? Pensé que todos los vampiros


necesitaban sangre humana para sobrevivir.

Veti me entregó los contenedores de acero. Obviamente no iba a acercarse


tanto a nuestras nuevas compañeras.
—Los humanos y los animales no son tan diferentes de la mayoría de los
animales en estado salvaje de los cuales se puede beber. Aquí, he quitado las tapas,
beban y luego hablaremos.

Fue extraño ver como el color comenzó a penetrarles en su piel. Las miradas
de conmoción seguían ahí, pero al menos no parecían estar a las puertas de la
muerte otra vez.

—¿Cómo nos encontraron?

Creo que Veti lo dijo como una pregunta, pero sonaba más como una
amenaza.

Las chicas parpadeaban simultáneamente.

Pero fue Viv quien respondió—: Encontramos un libro de hechizos y tratamos


de localizar a los padres adoptivos de Joanie. Algo debe haber salido mal porque
terminamos aquí. ¿Dónde estamos otra vez?

—Vietnam —dijo Veti—. Obviamente no tenemos ningún padre aquí. Así que,
regresa de donde sea que hayas venido. ¡No necesitamos más brujas!

Le frunzo el ceño. —Eso fue mezquino, Veti.

Se encogió de hombros como para decirme que no le importaba en lo más


mínimo lo mezquino que era. Pero pude ver por el tic de sus dedos que estaba
arrepentida. Veti y yo habíamos sido un equipo desde que tengo memoria. Ella
ayudó a criarme aquí en estas cuevas.

Vivíamos sencillamente, pero teníamos suficiente del Maestro para


sobrevivir. Marcus es el maestro. Lo he amado desde que tengo memoria. Nos
protegió, nos trajo lo que necesitábamos y la mayor parte de lo que yo quería
también. Adoro su risa, sus chistes malos, e incluso sus severas reprimendas. Tal vez,
me gustan especialmente esas. No pude evitar el pequeño suspiro que se me
escapa. Es bastante maravilloso, mi amo.

Veti nunca creyó realmente que estaba enamorada, claro. Siempre tenía que
decir—: Para con la cara.

Ponía la mano en su cadera y fingía que se miraba las uñas. —No tengo ni
idea de lo que estás hablando.

Yo replicaba—: Soy una bruja, ¿recuerdas? Sé que piensas que todo esto es
cosa de niños, y que tengo el síndrome de Estocolmo. Bueno, pues te equivocas.

Ella estaba equivocada, yo estaba segura que sabía lo que significaba estar
enamorada. A pesar del hecho de que he sido criada con sólo otros dos seres
humanos.

Esto invariablemente me llevaba a decir—: Ahora sí que tienes la cara, y la


frente levantada, sí, eso es sarcástico.

Ojalá pudiera decir que no hemos pasado por esto cien veces o más. Pero eso
sería mentir, y he dejado de mentir, al menos estoy pensando en ello.

Marcus venía con poca frecuencia. A veces pasábamos meses sin vernos.

Lo extrañaba cuando estaba fuera, lo que siempre enfurecía a Veti.

Decía que debíamos ser agradecidas, pero imparciales.

Al diablo con la imparcialidad, yo lo amaba.

Un día, en un ataque de ira, Veti dijo que a veces lo odiaba.

Culpó a Marcus por mantenernos como prisioneras en estas cuevas.


Esta cueva, mi vida, era todo lo que conocía. ¿Cómo no podía entender que él
simplemente estaba tratando de salvar mi vida?

Esperaba con ansias cada vez que él venía. Las mariposas estallaban en mi
estómago y me encontraba tropezando con mis palabras, tratando de contarle todo
y cualquier cosa.

—Te equivocas, lo sabes.

Abrí la boca para discutir, y luego me di cuenta de que había sido Joanie la
que hablaba, no la Veti de mis pensamientos.

—No somos realmente brujas —dijo frunciendo el ceño—. O podríamos


serlo, honestamente no estoy segura. Tenemos un poco de magia, pero nada
comparado con lo que acabas de hacer.

Viv, la que compartía mi cara, me miraba fijamente sin prestarle atención a


Joanie.

—¿Qué? —dije, mirando de Viv a Veti y luego de vuelta.

—Es como mirarse en un espejo —dijo Viv en voz baja—. Si tuvieras el pelo
oscuro, seríamos idénticas.

—Gemelas —dijo Joanie en voz baja, tomando la mano de Viv.

Sacudí la cabeza. —No, eso no puede estar bien. El Maestro nunca dijo nada
acerca de que yo tuviera una hermana, mucho menos una gemela. En todos los años
que me ha mantenido escondida, estoy segura de que habría surgido.

Veti se encogió de esa manera que siempre me dejaba saber que pensaba
que estaba equivocada. Ella hacía el comentario más a menudo de lo que me
hubiera gustado.
Viv y Joanie se miraron de forma inquietante antes de que Viv preguntara—:
¿Maestro? ¿Quién es ese?

Me iluminé, una brillante sonrisa se me coló en la cara. Podía hablar de mi


tema favorito durante días.

—El Maestro es la persona más maravillosa que se pueda imaginar. Nos trae
cosas divertidas para ver, ropa, juegos, cualquier cosa que una chica pueda desear.

—Excepto la libertad —dijo Veti secamente.

Me mofé de su actitud negativa. —No puede hacer eso, Veti. Nos ha dicho un
millón de veces que es demasiado peligroso para mí. Nos está manteniendo a salvo.

—Sólo piensas eso porque esto es todo lo que sabes, Lucy.

Odié cuando dijo eso. Me hizo sentir ingenua e infantil. Sí, era todo lo que
sabía, pero eso no significaba que fuera estúpida.

—Soy peligrosa —dije en voz baja—. El Maestro nos mantiene aquí para
protegerme de todos los demás, y al mundo exterior de mí.

Viv y Joanie parecían más confundidas que nunca. —¿Por qué? —preguntó
Joanie.

No eran muy brillantes. —¿No has visto lo que acabo de hacer? Las rescaté a
ambas de la muerte. ¿No crees que eso podría parecer extraño para todos los
demás en el planeta?

El miedo pasó por la cara de Joanie mientras asentía y se encogía un poco


ante Viv, como si pudiera hacer una locura y hacerle daño.

No pude evitar el impaciente suspiro que se me escapó de los labios. —Mira,


ese es el menor de mis poderes. Puedo hacer cosas grandes, aterradoras y locas.
Veti puso los ojos en blanco. —Un poco exagerado, ¿no crees?

La ignoré. —No tienes ni idea de lo que soy capaz de hacer.

Joanie agarró a Viv. —¿Qué hemos hecho? ¡Ella es un monstruo!

Eso dolió un poco. Sin embargo, al mirar sus malditos torsos, gracias a mí,
que apenas comenzaban a sanar, pensé que se lo merecían.
Traducido por Conche
Corregido por Sandra

—No, no me iré de aquí. ¡No me importa lo que digas!

Me tapé los oídos como un niño de cuatro años y empecé a tararear en voz
alta. Viv y Joanie acababan de pasar los últimos veinte minutos diciéndome lo
equivocada que estaba al esconderme.

—Lucy. —El tono de Joanie era tranquilizador, y fuerte. Supongo que para
que pudiera oírlo por mi zumbido—. No puedes vivir el resto de tu vida en una
cueva. Hay todo un mundo por explorar.

Desconecté mis oídos por un breve momento. —Hay todo un mundo por
explorar en estas cuevas. ¿Sabías que hay toda una selva aquí abajo? ¿Y que tiene su
propio sistema de ríos? Podría explorar por eones y nunca me aburriría.

Los ojos de Viv se entrecerraron. —¿Qué pasa con la gente?

—La gente es mala —repetí como un loro lo que siempre me habían


enseñado—. Matamos primero, hacemos preguntas después, ¿verdad Veti?
Helvética en realidad vivía en el exterior antes de que el Maestro la trajera
aquí para cuidarme. Estoy un poco confusa en los detalles, pero sabía que ella tenía
otra vida antes de mí. Simplemente no me gustaba pensar en ello.

Veti estaba completamente de acuerdo en dejar las cuevas. De hecho, ya


había empezado a hacer las maletas. Mientras veía a Veti corriendo por ahí, sus ojos
se iluminaban de felicidad y emoción, una parte de mí se sentía terriblemente
egoísta.

¿Qué derecho tenía a mantener a Veti conmigo?

Ya no era una niña, y ya había pasado por el cambio. —¿Qué pasa, Lucy? —
preguntó distraídamente.

Abrí la boca y luego la volví a cerrar. Si quería irse, no iba a hacer que se
quedara.

Le di una sonrisa que debió parecer tan horrible como me sentía, porque Veti
dejó de correr y se acercó a mí. Tomó mis manos en las suyas y sentí un alivio
inmediato. Aunque en apariencia, Veti no parecía mucho mayor que yo, en realidad
era siglos mayor.

—No te dejaré aquí, Lucy. Si decides no irte, me quedaré contigo. Se lo


prometí a Marcus.

—¿Quién es Marcus? —preguntó Joanie.

—Maestro —dije con una sonrisa triste—. No puedo irme sin decirle adónde
voy.

—¿No hay forma de contactar con él? —Viv miró alrededor de la cueva con
sus antorchas y mobiliario mágico que, en su mayor parte, yo había conjurado—.
No, supongo que no tienes internet aquí abajo.
—¿Inter qué? —pregunté.

La mandíbula de Joanie y Viv se abrieron simultáneamente.

Me reí. —Ciertamente se puede ver que son hermanas cuando ambas me


miran de esa manera.

Viv cerró la boca. —Soy la Reina de los Vampiros.

Esto sólo me hizo reír más fuerte; incluso Joanie tenía una tos sospechosa.

Las mejillas de Viv estaban rojas cuando ordenó—: Exijo que vengas con
nosotros.

Me encogí de hombros. —Bueno, según tú, soy tu hermana, y por lo que


entiendo de la dinámica familiar, las hermanas rara vez están de acuerdo. Así que,
respetuosamente declinaré tu orden. Dios mío, soy muy buena en este negocio de
las hermanas.

La ceja de Joanie se arqueó. —Parece que has acaparado el mercado de los


sarcasmos.

—¿Es siempre tan terca? —le preguntó Viv a Veti.

Veti suspiró. —Esta es Lucy de buen humor; no la atrapen en una de sus


furias. Después de todo el daño que hace, acabamos teniendo que mudarnos a otra
sección de la cueva. Hay un mal genio en la chica, no hay duda de ello.

Resoplé. —Eso fue hace mucho tiempo.

—¿El mes pasado? —Veti inclinó su cabeza hacia el lado en cuestión.

—¡Seis semanas como mínimo! —contesté y luego murmuré algo sobre que
ella tenía muy buena memoria.
Los labios de Veti se movieron. —Lucy no es tan mala, sólo es joven e
impetuosa. —Yo era tan vieja como estas chicas y Veti lo sabía. Ella estaba tratando
de que yo actuara. Me preguntaba qué punto esperaba hacer mostrando todos mis
defectos.

—¿Y si hubiera una emergencia? —preguntó Viv cuando empezó a caminar


de un lado a otro.

Me atraparon de nuevo nuestras similitudes. Era raro ver a mi clon desfilando


delante de mí. Sin embargo, estaba empezando a ver grandes diferencias de
personalidad entre Viv y yo. No era sólo el color del pelo. Estaba súper tensa por
todo.

Claro, supuse que ser la Reina de los Vampiros sería difícil. Sabía cuáles eran
los desafíos del liderazgo. No era tan ignorante como Veti les haría creer. Había
estudiado sobre todo tipo de cosas. Había bromeado antes sobre no saber qué era
Internet.

Incluso si no podíamos obtener una señal, yo era una bruja poderosa. No


tenía problemas para conseguir lo que necesitaba.

También podía preguntarle a Marcus.

Los sistemas estaban en su lugar si había una emergencia importante, pero


no debía hacerlo a menos que las cosas fueran de vida o muerte.

—Tenemos formas de conseguir lo que necesitamos, incluso en una


emergencia —dije con dureza.

—Vas a venir con nosotras te guste o no. —Viv sacudió la cabeza con rabia—.
Obviamente no sabes lo que estás diciendo.

Bueno, ella obviamente pensó que yo era un obstáculo. Dos podrían jugar a
ese juego.
Me encogí de hombros inocentemente. —Supongo que haré lo que quieras…

Se detuvo a mitad de camino. —¿Y además, err... en serio?

Era hora de meterse con ella.

—Claro. —Pestañeé mis grandes ojos de cierva hacia ella—. Sé que quieres lo
mejor para mí.

Viv asintió, el alivio fue claro y añadió—: Sí, claro que sí.

—Que nunca intentarías hacerme daño —continué.

Viv sacudió la cabeza. —¡Nunca!

Sonreí, una gran sonrisa radiante. —Sabía que no lo harías; y viendo que
marcharte me mataría, sé que nunca me lo pedirías.

Parecía confundida por un segundo mientras respondía—: Por supuesto que


no.

—Gracias por decidir dejar que me quede. —Pero en lugar de alejarse con la
victoria, tuve que añadir—: Es genial que tú también te quedes. Lo pasaremos muy
bien.

Sus ojos comenzaron a verse vidriosos y perfectos.

Veti arqueó una ceja. Ella estaba completamente consciente de mis


travesuras y sabía que pronto me llamaría a la alfombra. Pero aún no había
terminado de divertirme.

—Podemos vivir aquí y estar seguras, como prometiste —dije en un tono


tranquilizador.

Viv asintió. —Tal como lo prometí.


Joanie también parecía un poco aturdida, pero sus ojos se entrecerraron. —
¿Por qué huelo a algodón de azúcar?

No pude reprimir la risa que se me escapó de los labios. El hechizo se disipó, y


Viv parecía furiosa.

—¡Va en contra de la ley obligar a alguien! —Sus palabras estaban llenas de


indignación.

Imité su postura y respondí con descaro. —¿Vas a encerrarme? —Mis ojos


bailaron—. Tal vez deberías dejarme en una cueva o algo así. ¿Qué haré conmigo
misma? Por otro lado, tal vez tengas razón. Las cuevas son realmente lugares
agradables...

—¡Lo estás haciendo de nuevo! —gritó Viv.

El labio de Joanie se movió. Pude notar que captó el humor, pero tampoco
fue ella la que recibió la dosis completa del hechizo.

—Lucy. —La voz de Veti atravesó la habitación desde donde intentaba meter
demasiados libros en una pequeña bolsa—. ¡Ya basta!

Agité una mano para agrandar su bolso y me volví hacia Viv y Joanie. —No lo
siento —dije firmemente.

Esta vez Joanie se rió. —Me recuerda mucho a ti, Viv.

Vivian no parecía que eso hubiera sido un gran cumplido.

—Vaya, gracias, Joanie —murmuró en voz baja—. Escucha, vas a venir con
nosotras, o traeré refuerzos para sacarte de aquí.

Dudaba seriamente que ella y Joanie tuvieran la habilidad mágica de viajar


con algo más que con ellas mismas, ya que habían usado un simple hechizo de
exploración. Ninguna de las dos tenía conocimiento de la magia. Sentí otro brote de
culpa. Podría enseñarles sobre su magia, cómo aprovecharla y cómo usarla
correctamente. Disfrutaba mucho tenerlas aquí y una parte de mí empezaba a
preguntarse si tal vez eran realmente mis hermanas.

Pero luego estaba el Maestro. Había estado enamorada de él desde que


tengo memoria. Era amable conmigo, siempre me trataba con el mayor respeto. Me
había salvado cuando era un bebé de la Alianza y me trajo aquí. No podía
imaginarme marcharme sin decírselo.

Veti suspiró—: Nos vamos con ellas, Lucy. Ya es hora.

Miré a las tres mujeres que intentaban intimidarme para que hiciera algo que
no quería hacer. El Maestro dijo que no lo contactara a menos que fuera grave.

Supuse que habíamos llegado a un estado extremo.

—Bien —dije lentamente—. Sólo dame cinco minutos.

Me pondría en contacto con él y le dejaría una pequeña nota. ¿Qué tiene eso
de malo?
Traducido por Conche
Corregido por Sandra

Viv y Joanie tropiezan, tratando de recordar el hechizo que habían usado para
terminar en la cueva. ¿Fue eso un poco mezquino? Por supuesto que lo fue, pero no
me importó. Me estaban obligando a irme y eso fue más que un poco mezquino.

Veti, sin embargo, no se divirtió.

—Lucy, deja de ser una perra y haz el maldito hechizo. —Viv y Joanie se
volvieron hacia mí con los ojos muy abiertos.

—¿Has tenido la capacidad de irte todo este tiempo? —El tono de Joanie era
incrédulo.

Me encogí de hombros. —Los hechizos de reubicación no son difíciles. —


Parecería que las había sorprendido una vez más.

—¿Pensaste que era una prisionera aquí? —Me di cuenta de que podría
parecer así.

—¿Por qué más te quedarías? —Los labios de Viv estaban apretados—. Esto
no tiene ningún sentido. ¿No quieres saber quién eres y dónde está tu verdadera
familia?
—Veti es mi familia, y el Maestro.

Me miraban como si acabara de salir de una secta.

Incluso Veti parecía dolida y me pregunté, no por primera vez desde que
llegaron nuestras visitantes, si me había perdido algo y ni siquiera lo sabía.

—No importa —dije, tratando de cambiar la pesada atmósfera—. Sólo dime


dónde quieres que vayamos.

Tres de los hermanos más guapos que he visto nunca vinieron corriendo
hacia Joanie. Seguidos por dos tipos, que fácilmente podrían haber sido modelos de
ropa interior, que arrastraron a Viv a sus brazos. Cada uno de los hombres besó a las
chicas como si sus vidas dependieran de ello.

Le murmuré a Veti. —Estoy empezando a ver el atractivo de este mundo


exterior. ¿Todos tenemos un conjunto de esos?

Veti se ruborizó y me dijo que me callara.

Fue entonces cuando Viv se echó atrás y me presentó a un hombre de pelo


oscuro llamado Brendan y al hombre de pelo rubio rayado llamado Ace.

—Estos son mis compañeros —me explicó Viv.

Parecía estar tan fascinada con ellos como ellos lo estaban conmigo.

—Ella se parece a ti. —La voz profunda y ronca de Ace me hizo un nudo en el
estómago. Muy bien hecho, Viv. Pude ver por qué Viv estaba tan ansiosa por volver
con sus compañeros.
Joanie me presentó a Abel, Alden y Adrian. Los hombres tenían pelo rubio
oscuro y sonrisas fáciles. Sus compañeros estaban obviamente encaprichados con
ella. Cada uno de ellos tenía una mano sobre ella como si pudiera desaparecer si no
la sujetaban fuertemente.

Habíamos aparecido en los jardines de la Corte Real. Me sentí terriblemente


expuesta al aire libre y no me gustó la sensación. No ayudaba que un enorme
castillo estuviera en la colina más alta, asomándose sobre nosotros como un gran
halcón acechando a su presa. O tal vez esa sensación de caza vino de las hordas de
vampiros que salían del palacio y entraban en los jardines, directamente hacia
nosotros.

Estos vampiros altamente influyentes tampoco parecían contentos de verme.


Hubo susurros de brujería, y el humor de la multitud pasó de inquisitivo a intenso en
unos tres segundos.

Necesitaba un momento para respirar.

Con unas pocas palabras suaves, hechicé al grupo, haciendo que todos se
detuvieran. El simple hechizo de congelación sólo afectaría a esta área, y nadie más
se enteraría. Después de todo, el tiempo se alteraría para volver a encajar en las
restricciones que la madre naturaleza consideraba necesarias.

Miré a todos los extraños a mí alrededor, congelados como estatuas.

Incluso Veti se sentó congelada a mi lado. Pude ver que ella miraba fijamente
y cuando seguí su mirada, noté que un hombre la miraba con una expresión de
asombro. En sus ojos, había un destello de reconocimiento.

Sentí otra oleada de culpa. Veti tenía una vida antes de venir a cuidarme a la
que había renunciado libremente. Supongo que siempre sentí que era mía y que
nadie más la reclamaba. Si alguien merecía encontrar la felicidad era ella.
—¿Quién eres tú? —Una voz aguda exigió.

La pregunta me asustó, y me volví para enfrentarme a dos chicas jóvenes.

—Lucy, me llamo Lucy —tartamudeé un poco, quedando desconcertada por


su ceño fruncido. Sus miradas no dejaron mi cara. No perdí de vista que no se
congelara con todos los demás. —¿Quién eres tú? —Volví, cruzando los brazos y
tratando de mirar por encima de la nariz con orgullo.

Miré a las chicas. Una era morena y la otra era rubia, como Viv y yo. Pero ahí
es donde terminaron las similitudes; no compartían caras idénticas. De hecho, a
pesar del hecho de que eran chicas de edad similar, no creía que estuvieran
relacionadas de ninguna manera.

—Soy Evangelina —explicó la chica rubia. Luego señaló a la otra chica—. Esta
es Angélica. Eres una bruja, ¿verdad? Puedo verlo en tu aura.

Levanté una ceja. —Sólo una bruja puede ver las auras.

Angelica agarró el brazo de la otra chica; claramente no era el músculo del


equipo.

—Está bien —dijo Evangelina a su amiga, pero siguió mirándome fijamente


con ojos como dagas—. Sus colores son azules y morados. Algunos son oscuros,
pero no hay ningún negro o marrón.

Angélica visiblemente se relajó. Tímidamente habló con Evangelina. —Pensé


que no debíamos contarle a nadie sobre tu magia.

Abrí la boca para hablar, pero Evangelina respondió en su lugar. —Ella puede
sentir mi poder, al igual que yo puedo sentir el suyo. Era sólo cuestión de tiempo
que me encontrara.

La niña tenía razón.


—Conner me dijo que había otro como yo —continuó Evangelina—. Dijo que
un día te encontrarían, y juntas, cambiaríamos la faz del mundo.

Sentí como si me hubieran puesto hielo en la espalda. Eso sonó como una
profecía, maldita sea.

—¿Quién es Conner? —exigí.

Evangelina frunció el ceño. —Mi hermano. Está muerto. Nadie aquí quiere
que lo sepamos, pero no somos estúpidas. No lo siento; no era una buena persona.
Su aura era de color marrón oscuro con rayas negras.

Me he quedado sin aliento. —Vaya, eso no es nada bueno. ¿Cómo terminaste


aquí?

El tiempo volvió al presente y todo el mundo empezó a moverse de nuevo.


Había olvidado el hechizo que había hecho antes. El ruido era prácticamente nítido.
Evangelina me agarró la mano y tiró. Claramente quería que la siguiera. Por impulso,
decidí que necesitaba más respuestas de la niña y la seguí.

Afortunadamente, con toda la confusión, nadie nos prestó atención. Nos


deslizamos por una puerta lateral y bajamos unos escalones y luego otros.

En el corazón profundo del castillo empecé a sentir que mis pulmones se


abrían. No me di cuenta de cuánto necesitaba la sensación de las cuevas.

Evangelina nos llevó a una gran puerta de madera y llamó.

—Vete, chica. —La voz hosca le hizo algo a mis entrañas. No estaba
familiarizada con la sensación de emoción que me invadió.

—¡Abre, Henry! —insistió.


Escuché el roce de una silla contra el suelo de piedra y luego el arrastre de
botas por la losa. No era un individuo pequeño. Podía sentir el inmenso poder que
irradiaba la habitación. Más tarde, reflexionaría sobre por qué no me asustaba.

Pero no estaba asustada, sólo curiosa.

—Henry. —Evangelina ladró de nuevo justo cuando la puerta se abrió de


golpe.

Era un hombre gigante. Tenía el pecho desnudo y sudor en las caderas que
no ocultaba las evidentes bendiciones con las que había nacido. Sus abdominales
parecían estar cortados de la misma piedra sobre la que estábamos de pie.

Y la profunda uve de sus caderas me hacía la boca agua.

Mis ojos seguían volviendo al bulto que tenía dificultad para esconderse
detrás del fino material. Mierda, este hombre estaba dotado.

Aclaró su garganta y mis ojos se abrieron de par en par con los suyos.

Fue entonces cuando sentí un golpe de energía, que se sintió más cerca de un
rayo, atravesando mi cuerpo.

—Joder —dijo en un gruñido bajo—. Será mejor que entréis.


Traducido por Conche
Corregido por Sandra

No le mires las tetas y sólo responde a la llamada. Podía hacer esto. En el


momento en que recibí la palabra de Lucy de que me necesitaba. Quería irrumpir
como un caballero de brillante armadura. Lo fui una vez, hace mucho tiempo, así
que sé cómo se supone que debe actuar un maldito héroe.

Pero en estos días, no estoy seguro de si soy el héroe o el malo. Mi hermano,


Henry y yo, éramos guardias de palacio para la familia Vasile. Estuvimos presentes
durante la masacre y sólo pudimos salvar a una niña, una gemela.

Recurrí a mi hermana mayor, Helvética, para ayudar a proteger al bebé, y le


juré guardar el secreto. No sólo tendría que dejarlo todo y esconderse, sino que ni
siquiera quería que la niña supiera de nuestra conexión. Cuanto menos supiera la
niña, mejor.

Helvética me informó que la niña lloró sin parar durante días por su hermana.
Las niñas eran pequeñas y lo suficientemente mayores para saber que algo estaba
terriblemente mal. Maldije y prometí a Veti que pronto olvidaría su pasado, y
tristemente eso se cumplió.
A medida que los años avanzaban, mi afecto por la niña crecía. Ella siempre
fue tan atractiva y emocionada cuando yo iba a visitarla. Durante mucho tiempo me
vio como un tío favorito. Eso es, hasta que empezó a pasar por la transición.

Su cuerpo la había convertido en una mujer impresionante. Y ella estaba


emitiendo hormonas que harían que un hombre muerto se levantara y se diera
cuenta. Podía oler su delicioso aroma a kilómetros de distancia. Un vampiro virgen
intacto es algo a tener en cuenta.

Tuve que hacer mis visitas más infrecuentes. Sospechaba que Veti sabía que
me sentía incómodo por mi atracción hacia la chica. Afortunadamente ella nunca
dijo nada. No es una conversación que me agrade tener con mi hermana.

Mi hermano, Henry, permaneció en el palacio como capitán de la guardia.


Necesitábamos a alguien con información interna que nos ayudara a mantener a
Lucy a salvo. Cuando me alertó de que Vivian había llegado a la corte real, esperé a
que comenzaran los fuegos artificiales.

Viv y la madre de Lucy, la segunda esposa del rey, eran brujas.

Durante mucho tiempo se pensó que las brujas estaban muertas en la zona,
pero mi familia sabía que no era así. Hay un aquelarre que está escondido con tanto
cuidado que es casi imposible encontrarlo. La joven reina se había enamorado
tontamente del rey y había dejado su santidad.

Consideré llevar a la niña al aquelarre durante dos segundos y luego descarté


la idea. Las brujas odiaban a los vampiros casi tanto como los vampiros las odiaban a
ellas. Se decía que la joven reina fue oficialmente desterrada cuando se casó con el
rey. Le dio las gemelas, pero luego entró en decadencia cuando el rey le fue infiel.

Las brujas se emparejan de por vida, normalmente más de una pareja. Los
vampiros, por otro lado, tendían a tener pollas itinerantes. Cuando se dijo que nació
otra hija, en el lado equivocado de la manta, no seis meses después de las gemelas,
no nos sorprendió. Se dijo que en su dolor, la reina se arrojó desde la torre más alta.

De alguna manera dudé que ella pudiera haber hecho tal cosa; incluso en su
tristeza, esto estaba completamente fuera de lugar. Era más probable que ella le
hiciera magia a sus pelotas hasta el infierno.

El rey, indiferente a la muerte de su esposa, se casó con una chica de la línea


de los Draven. Acogió a la hija bastarda, sin que nadie se diera cuenta de quién era
su madre. Era la hija de un rey y por lo tanto debía ser criada con el resto de la
prole.

Cuando ocurrió el ataque, temimos que todos los niños se perdieran. Sin
embargo, hubo rumores, pequeños destellos de esperanza, de que tal vez uno o dos
sobrevivieron. Yo sabía que uno había vivido. Por los dioses, habría hecho cualquier
cosa para salvarlos a todos. Pero sólo Lucy logró escapar la fatídica noche.

Luego, años más tarde, Henry me escribió y me dijo que Vivian apareció en la
corte. Para no quedarse atrás, Joanie fue descubierta poco después.

Había considerado llevar a Lucy a la corte entonces. Después de todo, con


dos de los Vasiles de vuelta en el poder, seguramente era el momento de su
regreso. Pero algo me hizo contenerme.

Me alegré de haberlo hecho cuando se encontró a la siguiente niña. Una niña


de sólo siete años, con un ADN que coincidía con el de la princesa y la reina. Las
líneas de tiempo no tenían sentido, no había nada que contar.

Esto tuvo que ser brujería. ¿Fue el aquelarre? ¿O una nueva fuerza maligna
con la que hay que lidiar? No podía dejar a Lucy suelta en lo que parecía ser una
bomba de tiempo. Así que esperé.
Puedes imaginar mi temor cuando recibí la citación urgente de Lucy para que
me viera inmediatamente. Corrí a las cuevas tan rápido como mi jet me lo permitió,
y luego atravesé las salas y los hechizos que Lucy había preparado para mantenerlas
a salvo.

—¡Lucy! —grité al entrar en la caverna. Podía sentir el vacío y sabía que se


habían ido, pero mi mente no quería creerlo—. ¡Veti, Lucy!

Fui de habitación en habitación buscando a ver si podía encontrarlas. Una vez


en la habitación de Lucy, vi un papel azul dentro del último libro que le había
enviado.

Querido Maestro,

Es hora de que me enfrente al mundo. No te preocupes. Tengo a Veti a mi


lado, y una chica que se ve idéntica a mí. Ella y su hermana han venido a llevarme a
la Corte Real de los Vampiros. Sé lo que estás pensando, y tienes razón. Esto es
peligroso y quizás tonto.

Sin embargo, Maestro, no puedo seguir viviendo en las cuevas para siempre.
Sé que mis poderes son asombrosos, lo ha mencionado varias veces. También sé de
la intolerancia hacia las brujas. No lo defraudaré, Maestro. Esconderé esa parte de
mí y verá que esto es algo bueno.

Odio irme sin despedirme. Así que sólo diré que le echo de menos y espero
verle pronto.

Saludos,

Lucy
El miedo y el temor se enroscaron en mi estómago. ¿Cómo podría ir allí?
Estaba directamente en la línea de fuego. No pasé los últimos dieciocho años
protegiéndola sólo para ver a Lucy enfrentar el mismo destino que su madre.

En una luz borrosa, salí corriendo de las cuevas y me dirigí a donde el jet
estaba esperando. Exigí que voláramos a Transilvania inmediatamente.

Mis sirvientes estaban demasiado bien educados para mirar boquiabiertos el


pronunciamiento, pero sabía que estaban sorprendidos. Había pasado mucho
tiempo desde que habíamos honrado su puerta real. Estaba golpeando el
reposabrazos cuando Roger se acercó a mí con una bolsa de sangre.

—Se ve un poco pálido, milord. —Me ofreció la bolsa.

—Nunca fui un Lord y lo sabes —dije, justo antes de hincar los dientes en la
bolsa y beber la deliciosa sangre salvavidas.

Los ojos de Roger brillaron. —No, milord, pero me gusta más como suena
que Sir Knight.

Casi sonreí. El hombre había sido mayor cuando se convirtió y estaba


meciendo algunas canas por sus oscuros mechones. Sabía que a las mujeres les
gustaba, lo llamaban Zorro Plateado. Incluso Lucy parecía adorar a mi sirviente, pero
le encantaba todo lo que tenía que ver conmigo.

Una parte de mi corazón saltó ante la idea. Pero otra parte más grave sabía
que era sólo porque yo había sido todo su mundo. Ahora aprendería que yo era sólo
un punto en el horizonte en comparación con todos con los que ahora entraría en
contacto.

Si fuera realmente honesto, admitiría que estaba aterrorizado de que ella


decidiera que ya no me necesitaba.
Sacudí la cabeza, desterrando los pensamientos de mi mente. No iba a dejar
que las cosas se salieran de control. Llegaría allí y la protegería. Mientras tanto, sólo
tenía que esperar que Henry estuviera en el trabajo. Mi hermano mayor era hosco,
enorme y a menudo confundido con un Pit-Bull con esteroides. Si alguien podía
mantener a Lucy a salvo, era Henry.

Sólo esperaba que no la asustara. El hombre tenía músculos sobre músculos y


cicatrices en gran parte de su cuerpo. Los vampiros se curan rápido, pero todas las
batallas en las que Henry estuvo, ciertamente dejaron su marca.

Horas más tarde, cuando el jet aterrizó, apenas les permití despresurizar la
cabina y abrir las puertas antes de salir corriendo a la noche, desesperado por
encontrarla.
Traducido por Conche
Corregido por Sandra

—Por favor, dime que eres la Reina Vivian con un nuevo peinado.

El gigantesco hombre me miró con el ceño fruncido, con la mandíbula


apretada y los puños cerrados.

Fruncí el ceño, sin saber por qué estaba tan enfadado. No era como si le
hubiera hecho algo, no todavía.

—No soy la Reina Vivian —dije con una sonrisa que le mostró que no le tenía
miedo. Cuando tienes la habilidad de resucitar a la gente de la muerte,
teletransportarte, e incluso volar si así lo deseas, los hombres grandes y musculosos
son la menor de mis preocupaciones.

Les di la espalda a las chicas. —Obviamente, He-Man no está contento con


nuestra visita. Vámonos.

Evangelina sacudió la cabeza. —No.

Era muy valiente para ser una niña, tuve que darle crédito por eso.
—Lucinda, ¿por qué estás aquí? —me gruñó Henry. Incluso vi el más mínimo
colmillo, que para mi sorpresa, no era poco atractivo para el hombre. Había dado un
paso atrás de mí, casi como si necesitara la distancia para aclarar su cabeza.

—Estoy aquí porque Viv y Joanie lo consideraron así. Y porque no era justo
que mantuviera a Veti encerrada en las cuevas por más tiempo. ¡Soy una mujer
adulta!

Luché por no estampar un pie por el énfasis, sabiendo muy bien que me vería
como una niña si lo hiciera.

—Puedo oler lo crecida que estás, no hay necesidad de señalarlo. —Su tono
era cáustico e inmediatamente me preocupé de que apestara a algo feroz. No era
como si pudiera hacer un chequeo en boxes cuando me estaba mirando.

—¿Apesto? —siseé a las chicas.

Angélica sacudió la cabeza. —No, a mí me hueles bien.

Evangelina se encogió de hombros. —No huelo nada.

Podía oír a Henry rechinar los dientes, y eso me devolvió la mirada a la suya.

—¿Sí? —Me mantuve firme. Incluso si le oliera mal, no retrocedería. No pedí


estar aquí, y las chicas me trajeron. Así que, él podría aguantar si pensara que me
acobardaría bajo su dominio masculino.

El Maestro nunca me trató de esta manera.

Un anhelo, grueso y fuerte, me invadió al pensar en mi Maestro y en lo


mucho que lo extrañaba. De repente, me sentí muy cansada.
—Joder —dijo Henry otra vez, dándose la vuelta y pateando un frigorífico.
Sacó una bolsa de sangre y regresó, empujándola a mis brazos—. Necesitas
alimentarte. Maldita sea, mujer, apenas puedes estar de pie.

Quería replicar que estaba bien, muchas gracias. Pero tenía razón, mi cuerpo
se estaba debilitando y necesitaba sangre. No dudé en hincar los dientes en la bolsa
de plástico. Pero el sabor que explotó en mi boca no era nada como lo que había
probado antes.

Rica y espesa, la sustancia cobriza cubrió mi boca y envió a cada nervio a una
alerta máxima. Sentí que mi pulso se aceleraba. Mis ojos se dilataron, y tuve una
extraña sensación en mis partes femeninas. Mis pezones se tensaron hasta que se
apretaron, y se sintieron pesados y casi necesitados.

Desde una perspectiva clínica, sabía que no era natural que me lanzaran a
este estado de excitación tan rápidamente. En el siguiente instante, supe lo que
estaba bebiendo. No era la sangre de un animal, sino la sangre humana, con las
hormonas y los nutrientes vitales que harían de mi yo vampiro la persona que debía
ser.

Sabía lo que era la sed de sangre, así como sabía lo cargados sexualmente
que podían estar los vampiros cuando se alimentaban. Pero saber algo clínicamente
y experimentarlo por ti misma son dos cosas muy diferentes. Con todo agudizado a
mí alrededor, chupé la bolsa hasta secarla y luego me lancé a Henry.

Por un breve momento se quedó aturdido y me cogió en sus brazos. Empecé


a treparlo como un mono araña, con la intención de hundir mis colmillos en su
cuello. Sólo con el olor de él en la habitación mi deseo se elevó al máximo.

Mientras mis dientes rozaban su cuello y mis dedos se clavaban en su carne,


Evangelina me lanzó un hechizo de inmovilización. Quería gruñir y silbar como un
animal salvaje, pero estaba indefensa. Lo que era aún más frustrante era que nunca
antes había tenido a alguien que me hiciera magia.
Fue muy esclarecedor ver cómo era realmente el hecho de que alguien te
quitara tu libre albedrío. No lo disfruté en absoluto. Henry fue capaz de
desenredarse de mi agarre de la muerte. Mis ojos lo siguieron como una serpiente
mirando su próxima comida.

Sus manos temblaban.

¿Lo había asustado? Eso no parecía posible. Una pequeña parte de la sed de
sangre se disipó justo cuando la puerta de las habitaciones de Henry se estrelló.

—¡Lucy!

Quería dar la vuelta a mi cabeza sólo para verlo. Era la voz de mi amo y
sonaba frenética. Todo en mi interior me dolía para ir a él. Quería acurrucarme en
su regazo y llorar. Mi cuerpo era un vasto conflicto de emociones, y no entendía lo
que estaba pasando.

El hechizo de Evangelina comenzó a desvanecerse y me desplomé en el suelo


justo cuando el Maestro me tomó en sus brazos.

—¡Espera! —rugió Henry.

Pero era demasiado tarde, ya había hundido mis dientes en el cuello del amo.
Recuerdo el sabor de él tocando mi lengua y mis ojos rodando por el puro placer de
ello antes de que todo se oscureciera.

Cuando abrí los ojos, estaba atada. Mis brazos y piernas estaban
inmovilizados en cada esquina de la cama. Intenté liberarme de la sujeción, y luego
intenté teletransportarme a otro lugar, pero mi magia parecía apagada, casi como si
estuviera durmiendo.
—Toma. —Henry me lanzó otra bolsa de sangre a la boca, y enseguida
empecé a alimentarme de nuevo. Los mismos intensos sentimientos de deseo me
bañaron. Odiaba no tener control de mi cuerpo.

Una vez que la bolsa estaba vacía, aparté la cabeza. Podía oler a mi maestro y
quería encontrarlo. Se sentó en la silla junto a la cama, sus ojos fijos en los míos,
pero cuando hablaba, era con Henry.

—No lo entiendo. Lucy ya pasó por el cambio, y Veti dijo que fue muy suave.

Henry se burló. —La criaste con sangre animal, Marcus. Es como si el humano
pasara de descafeinado y luego, saltando a chupitos de expreso. Ella está luchando
por adaptarse. ¿Dónde diablos está Veti?

Casi como si supiera que estaba siendo convocada, Veti entró en la


habitación.

—Oh, Lucy. —Sus grandes ojos se llenaron de compasión cuando se acercó a


mí. Su mano calmante fue a mi tobillo, y odio admitir que mis ojos se llenaron de
lágrimas.

—¿Por qué no funciona mi magia? —Me atraganté.

—Henry hizo un hechizo que te mantendría a salvo.

Me volví hacia el Maestro confundida. —¿Henry es un brujo?

Henry gruñó enojado. —No vayas a difundir esa información.

Quería reírme histéricamente, o llorar hasta que se me salieran los ojos. Sería
la última persona que iría por ahí contando cosas a la gente. Ni siquiera me sentía
cómoda frente a los demás.
—Viv y Joanie están preocupadas por ti —dijo Veti, cambiando de tema—.
Preguntaron si tal vez podrían venir a verte.

No quería que nadie me viera así. Nunca me había sentido tan indefensa en
mi vida.

—No —dije a través de los labios agrietados—. No hasta que esté mejor.

Veti suspiró. —Entiendo Lucy, todos hemos estado ahí. Espero que esto no
dure mucho tiempo.

Sentí su mano rozando mi piel y levanté mis ojos llorosos para ver la cara de
mi amo.

—Todo estará bien —susurró—. Lo prometo.

Nunca antes había dudado de él, pero esta vez no estaba segura de que
incluso mi maestro pudiera mejorar las cosas.
Traducido por Conche
Corregido por Sandra

Habían sido ocho largos días de estar atada a una cama. Había llegado a
conocer el aroma de Henry casi tan bien como el de mi maestro. En realidad, olvida
eso, ahora debía llamarlo Marcus. Todo parecía tan extraño ahora. Mis sentidos se
elevaron a un grado incómodo.

Escuché cosas que sucedían claramente en todo el castillo. Obviamente, las


noches eran las peores. Podía contar historias sobre los habitantes que te harían
curvar los dedos de los pies. Viv y Joanie eran unas de las peores delincuentes. Era
como si el mundo perfecto en el que había vivido con Veti y el Maestro nunca
hubiera existido.

Ahora, estaba empujada a una realidad alternativa donde estaba


constantemente luchando con mi cuerpo. Parecía tener una mente propia.

Finalmente me quebré el tercer día y permití que Joanie y Viv me vieran. Me


entretuvieron con sus historias de cómo les fue cuando se convirtieron. Estaba
agradecida por su compasión y amabilidad. Así como también me entretuvieron
mucho con algunas de sus payasadas. Joanie y Viv me aseguraron que esto pasaría.
Pero la gran atracción por Henry, ¿pasaría?
Sentía el mismo amor en mi corazón por Marcus, lo que sólo sirvió para
confundirme aún más.

—Toma. —Henry empujó otra bolsa de sangre hacia mí.

—Tus modales dejan mucho que desear —refunfuñé antes de beber.

La comisura de su labio se movió. —No eres nada de lo que esperaba que


fueras.

Alcé una ceja. Con la bolsa de sangre todavía en la boca, estoy segura de que
me veía bastante atractiva, como una psicópata.

Cuando mis colmillos se retiraron, pregunté—: ¿De qué estás hablando?

Se encogió de hombros.

Mis ojos no pudieron evitar devorar la forma en que sus músculos se


ondulaban bajo su delgada camiseta. Su fuerte atractivo tenía un calor húmedo que
se acumulaba entre mis muslos. Sabía que olía mi excitación por la forma en que sus
fosas nasales se abrían. Afortunadamente era demasiado caballero para comentarlo.

Eso, y siempre estaba ahí cuando estaba cerca de mí. No pude evitarlo. Me
afectó de una forma primitiva que no entendía en absoluto.

—¿Qué esperabas? —presioné—. ¿Alguien que haría cualquier cosa que se le


pidiera?

Él sonrió a esto, y yo pude ver esos perfectos dientes blancos.

—No, definitivamente no eres quien para hacer lo que se le pide. De hecho,


diría que eres de las que se esfuerzan por ser difíciles. Simplemente no es como
Marcus te describió para mí.
Le eché un vistazo al gran hombre corpulento. —¿Tú y Marcus hablaron de
mí?

Su tono era indiferente. —Te salvamos de la muerte. Quería saber si estabas


bien. Y me preocupaba que nuestra hermana no fuera la mejor cuidadora.

Sentí un destello de injusticia por Veti. —Ella es la mejor...

Su dedo rozó mis labios y la oración se desvaneció.

—Hizo un trabajo increíble. Me equivoqué.

Cualquier fuego que tuviera detrás de la indignación se me escurrió de las


manos.

—¿Crees que podríamos hacer algo más que atarme?

Una vez que las palabras salieron, me di cuenta de que tenían un toque de
tensión sexual. O tal vez esa era la verdadera tensión sexual que sentía en la
habitación. En ese momento, pude imaginarme todas las formas en que quería que
me hiciera algo. Algo travieso y completamente sensual, maldita sea, que necesitaba
para aclarar mi mente.

—¡Quiero decir! —Aclaré mi garganta—. Podemos darle a esta cama un


mejor uso que este.

Sus ojos se abrieron de par en par.

Maldita sea.

¡Maldición!

—¡No, eso no era para nada lo que quería decir! —protesté justo cuando la
sonrisa más sexy que he visto se deslizó en su cara cincelada.
—Lucy, sabes que no puedo follarte, ¿verdad?

Mátame ahora. Necesitaba que un rayo entrara en la habitación y me


matara. Nunca he estado tan mortificada en mi vida.

—No te lo pedí —refunfuñé, apartando mis ojos de su mirada.

Ante ese comentario se rió.

No estaba segura de que hubiera habido un momento en el que me sintiera


más estúpida que en este momento.

—Lo hiciste.

Su sonrisa de come mierda me hizo golpear contra las correas.

—¡Sí, ya quisieras!

Mi cara estaba más caliente que el sol, y me di la vuelta para que no pudiera
ver lo avergonzada que estaba.

La voz de Henry era sorprendentemente suave cuando sentí la primera


muñeca desatada. La espinosa sensación de la sangre regresando a mis miembros
me impidió hablar.

—Para que conste. —Su voz era baja—. No es porque no quiera. Porque no
se me ocurre nada más desde que llegaste. Pero no puedo, simplemente no puedo.

Me llevó un minuto registrar lo que estaba hablando.

¿Significaba eso que quería follarme? Sentí el fuego en mi vientre ardiendo


como un infierno.

La siguiente vez que Henry habló no fue en los suaves tonos secretos de los
amantes, sino en esa manera de reforzar que no da lugar a discusión alguna.
—Mantendremos tus pies atados por un momento mientras te sientas y te
aclimatas. Marcus pronto estará aquí para hacerte compañía.

Sentí una verdadera punzada y sentí como si de alguna manera lo hubiera


engañado, lo cual era más que ridículo.

Marcus era el único al que amaba. Siempre lo he amado, ¿no es así?

La pregunta era asombrosa.

Estaba enojada conmigo misma por considerar algo diferente. Estábamos


destinados a estar juntos, por ahora y siempre. Así es como la vida tenía sentido.

Hubo un ligero golpe y luego la puerta se abrió.

—Buenos días, cariño.

El fresco olor almizclado de él me bañó. Conocía ese olor casi tan bien como
el mío propio. Marcus estaba aquí, y hacía que toda la incomodidad desapareciera.

—Hola Marcus —dije tímidamente, ignorando la forma brutal en que Henry


resoplaba detrás de mí.

—¿Todo bien aquí? —preguntó, mirando a Henry con el ceño fruncido.

Henry se dio la vuelta y comenzó a moverse con las cosas de su escritorio.


Deseé por millonésima vez haber podido pasar por esto en otro lugar. Odiaba ser
una imposición para Henry. Ya no le gustaba. No necesitaba suministrar la munición.

—Todo es genial. Tengo las muñecas libres. ¿Quieres jugar a un juego?

El rostro de Marcus se iluminó, y me gustó tanto su expresión que quise


tomar una foto y tenerla siempre conmigo.
Traducido por Conche
Corregido por Sandra

Era el primer día de libertad y me sentía como un nuevo potro tropezando


con mis piernas delgadas. Mis sentidos estaban sobrecargados cuando tuve mi
primera visión real del castillo, y fue glorioso.

Los jardines eran una elaborada mezcla de setos perfectamente cuidados y


verdes nítidos. La fragancia de las flores me hacía cosquillas en la nariz mientras el
sol calentaba mi piel.

En el mes que estuve en la corte real de vampiros, me ataron a una cama en


las entrañas del castillo y me pusieron bajo arresto domiciliario hasta que
aprendiera a controlar mis antojos. También me asignaron a los dos hombres más
calientes que existían para vigilar cada uno de mis movimientos.

Sin mencionar que estaba enamorada de uno de ellos y confundida por mis
crecientes sentimientos por el otro. Claramente no tenía el control de todas las
cosas de vampiros.

Sin embargo, no todo estaba perdido; ahora que se me concedió la libertad,


mi magia me había sido devuelta.
Moví mis dedos de forma experimental y sentí las chispas eléctricas que
indicaban que estaba lista y dispuesta a cumplir mis órdenes. Había echado de
menos mi magia como se echa de menos una extremidad si te la quitan.

—No hagas nada de lo que te puedas arrepentir —me advirtió Henry


mientras extendía la mano para tocarme el brazo—. ¡Ouch!

Se echó hacia atrás cuando accidentalmente le di un golpe.

Me giré bruscamente y le agarré la camisa, dándole otro golpe.

—¡Joder! ¡Ouch!

—¿Qué estás haciendo? —Los brazos de Marcus fueron a mis hombros


mientras me empujaba contra su pecho.

Sentí que la magia seguía corriendo incómodamente dentro de mí.

El pelo de Henry estaba un poco despeinado y posiblemente humeante. Sus


ojos eran atronadores. Me sumergí en Marcus y escuché su suave gemido cuando
mi trasero se encontró con la bragueta de sus pantalones.

—¡Lo siento! —Tragué fuerte—. Realmente no quise hacerlo. Creo que mi


magia necesita una liberación; ha sido contenida por demasiado tiempo.

La luz en los ojos de Henry se suavizó, y me di cuenta de que probablemente


pensó que lo estaba atacando.

Escuché la suave risa de Marcus y fue como la kriptonita. Con su cuerpo


alrededor del mío y su barbilla descansando sobre mi cabeza me sentí segura y
protegida. Pero también estaba el rápido deseo que me recorría.

Me sonrojé y me empujé fuera de sus brazos.


Henry se frotó su gran mano sobre su cara y miró hacia otro lado. —¿Llevas
puesto un sujetador?

Miré hacia abajo al mismo tiempo que Marcus y vi mis pezones presionando
firmemente contra el fino material de mi camisa. Una ola de vergüenza se apoderó
de mí, y automáticamente miré la cara de Marcus. Sus ojos se habían dilatado, y
supe que si abría la boca, vería un poco de colmillos.

Me cubrí el pecho con los brazos. —No me gustan los sujetadores.

Aunque estrictamente hablando, esta afirmación era cierta, no era la razón


por la que no tenía uno. Sentí que los sujetadores que traje conmigo eran
demasiado pequeños. Había crecido al menos media copa en mi segunda transición.
Era como pasar dos veces por la pubertad.

Mis caderas eran un poco más curvadas, y mis pechos estaban


definitivamente más llenos. Me las había arreglado para ocultar algunos de los
cambios usando una camisa de gran tamaño. Pero no podía forzarme a usar el
sujetador que me cortaba la piel y apenas cubría nada.

—Lucy, es muy bueno verte por ahí. —Sin tener en cuenta nuestra
incomodidad, Joanie se acercó a nuestro trío con sus tres guapos compañeros.

Sonreí con los dientes apretados. —Es bueno tener un poco de libertad.

Los ojos de Joanie registraron mi cara durante un largo momento. —Confía


en mí, yo más que nadie lo entiendo. Escucha, odio ser grosera, pero ¿puedo tomar
prestada a Lucy por un momento?

Podía sentir a Henry y Marcus tensarse. ¿Honestamente pensaron que Joanie


me haría daño?

—Claro —respondí por ellos, y la seguí mientras me llevaba por un camino


suave a un banco en el que podíamos sentarnos.
—¿Cómo te sientes? —preguntó, la preocupación evidente en sus ojos.

Mis manos seguían temblando. —Me siento como un rayo de electricidad,


peligrosa e impredecible.

Asintió comprensivamente y no intentó tocarme.

—Siempre he pensado que necesitábamos algún tipo de cenador cerca del


lago —dijo de manera indirecta.

Pestañeé tratando de seguir el cambio de tema. Seguí su mirada hasta el


lugar que había indicado y pensé en lo que haría.

Me sonreí a mí misma cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo.


Desplegando las manos de mi pecho, señalé donde ella había indicado, y apareció
un cenador blanco.

—Es encantador —dijo ella, inclinando la cabeza hacia un lado,


considerándolo—. ¿Pero quizás algo más grande?

Esta vez una amplia sonrisa cruzó mis labios, y dejé volar mi imaginación. El
blanco cenador desapareció, y en su lugar crecieron columnas de mármol de una
gran plataforma. El calado era tan intrincado como inusual, ya que los patrones
dentro de mi mente comenzaron a tomar forma. El cobre forró el techo hasta sus
majestuosos picos, y en los bancos de mármol aparecieron brillantes cojines.

Joanie se rió con puro placer. —Realmente tienes un don, ¿no?

Me volví hacia ella. ¿Cómo podía saber lo que yo necesitaba? No sabía cómo
expresar las preguntas dentro de mí.

—Sé que te sientes como un pez fuera del agua —comenzó—. Yo me sentía
de la misma manera, y ya había vivido en el mundo exterior antes de venir aquí.
Quiero ayudarte. Puedo ver que estás incómoda con la forma en que la sangre
humana ha afectado a tu cuerpo.

Demasiado para esconder cosas. Sentí el calor de mis mejillas.

Los ojos de Joanie eran amables. —Siempre he sido un poco curvilínea.


Déjame ayudarte a hacer esta transición un poco más fácil. Conozco la ropa, y con tu
talento para hacer aparecer cualquier cosa, podemos encontrar algo que te haga
sentir más en casa.

—¿Por qué estás siendo tan amable conmigo? —la pregunta estaba fuera
antes de que pudiera detenerla.

Ella sonrió suavemente. —Sé lo importante que es pertenecer. También sé lo


que es que te destrocen la vida. Incluso ahora, mis padres adoptivos están
desaparecidos y posiblemente muertos. Odio cómo la preocupación me come por
dentro mientras el dolor amenaza con ahogarme.

—Escuché un poco sobre tus padres. ¿Están con la Alianza? —pregunté.

Joanie me había explicado cómo ella y Viv fueron criadas como niñas. —Había
un vampiro llamado Sven que trabajaba con la Alianza. Un científico y médico,
trataba de encontrar una forma de convertir vampiros en humanos. Era el hermano
de Evangelina.

Mis ojos se abrieron de par en par. —¿Él que ella dijo que estaba muerto?

Era el turno de Joanie de ser sorprendida. —¿Ella lo sabe?

—Ella sospecha —corregí—. Creo que deberías ser honesta con ella. Ella es
una chica brillante y se resentirá si mantienes las cosas ocultas.

Joanie se mordió el labio. —Tienes razón, odio los secretos y las mentiras
también.
Miré hacia donde Marcus y Henry estaban hablando con los compañeros de
Joanie. Ambos me miraban fijamente.

Joanie siguió mi mirada. —¿Algo que deba saber?

Me ahogué con mi propia saliva. Chisporroteando, murmuré—: No, ¿por


qué?

Se rió; el sonido fue despreocupado y puso una sonrisa en mi cara.

—Vamos a ordenar tu ropa. —De pie, me ofreció una mano.

Me preocupé por un momento de que la electrocutara como a Henry. Pero


mientras tomaba su mano provisionalmente, sólo sentí el calor y el amor de su
amistad. Ella había tenido razón al hacerme usar algo de poder. Sentí que tenía
mejor control de mí misma.

Antes de dejar el banco, le susurré—: Después de eso, iremos por tus padres.

La sentí vacilar por un breve segundo antes de que una amplia sonrisa
cruzara su rostro.

—Trato hecho. —Me sonrió, y supe que había encontrado a mi primera


amiga.
Traducido por Conce
Corregido por Sandra

—¿Estás segura que esto se ve bien en mí?

Me costó reconocerme en el espejo. La ropa mal ajustada y el moño


desordenado habían desaparecido y en su lugar había una joven bastante guapa. Mi
pelo rubio plateado me colgaba de la espalda en suaves ondas. La falda lápiz roja se
ajustaba a mis nuevas curvas como un guante. El sedoso top negro era una
combinación perfecta para los botines negros de tacón que ella insistía en que
usara.

—¿Está bien? —Viv se rió desde donde estaba sentada al otro lado de la
habitación—. Eso no empieza a describir lo increíble que te ves.

Fruncí el ceño. —Tienes que decir eso; compartes mi cara.

Viv me guiñó un ojo y volvió a su revista.

—Te ves increíble —respondió Joanie—. No puedo esperar a exhibirte ante


Henry y Marcus.

Un rubor manchó mis mejillas.


—¿Qué te hace pensar que me importa lo que dicen? —Mis palabras fueron
audaces, pero mi rubor decía lo contrario. Joanie y Viv se dieron una mirada de
conocimiento.

—Hemos estado allí —dijo Viv finalmente—. ¿Cómo te sientes?

Me encogí de hombros. —Mejor, no he atacado a nadie.

Joanie cogió un vestido que me había probado y lo colgó en el armario. Al


regresar, Joanie me sonrió y dijo—: Sabemos todo sobre ser el vampiro virgen
residente, es lo peor.

Suspiré y asentí. —Fue como si hubiera tenido que pasar por la pubertad
vampírica dos veces. No tenía ni idea de que la sangre humana hiciera tanta
diferencia.

Aunque sabía que un día me convertiría en un vampiro de pleno derecho, me


vi atrapada en la visión del mundo de lo que sería un vampiro. Debo haberle
preguntado a Veti cien veces si me enfriaría y mi corazón dejaría de latir. Me
pregunté si brillaría e incluso me pregunté si una de las razones por las que nos
quedábamos tanto en las cuevas era porque no podía estar al sol.

Una vez que fui mayor y aprendí la ciencia que hay detrás de ser vampiro se
volvió mucho menos romántico. Supongo que hay algunas compensaciones
increíbles. Nuestra velocidad, sentidos mejorados, habilidades sobrehumanas e
inmortalidad eran difíciles de superar.

Pero de alguna manera, estábamos irremediablemente defectuosos. Debido


a nuestra rápida regeneración, nuestros cuerpos no pueden mantener el suministro
de sangre. En resumen, no producimos suficiente sangre para sobrevivir por nuestra
cuenta. Parecía muy negro y blanco.
Así que ni en un millón de años había imaginado los intensos sentimientos
que se producían al beber sangre humana contra sangre animal. Me sentí al límite,
no fuera de control como al principio. Pero quería algo, y tenía una buena idea de lo
que podría ser.

—Entonces, ¿qué sugieres? —Me volví del espejo para enfrentarlas—.


¿Debería hacer el acto y quitarlo del camino?

—¡No! —Viv se veía horrorizada.

Joanie también estaba sacudiendo la cabeza. —Lucy, hay algunas cosas


intensas que vienen con tu primera vez. Además, tenemos magia en la sangre. Si no
eliges a la persona adecuada, podrías terminar apareándote con alguien que no te
gusta.

Me preguntaba si Henry había hecho la obra. Entonces, me burlé de mi


propia estupidez. Por supuesto, lo había hecho, no hay manera de que hubiera sido
un vampiro tanto tiempo sin ella. Pero tenía magia en sus venas como yo. ¿Ya se
había apareado con alguien?

El pensamiento hizo que mi estómago se revolviera y me dieron ganas de


golpear algo.

—¿Qué pasa? —preguntó Viv, sentándose hacia adelante una vez que vio mi
mandíbula apretada.

Luché para regular mis emociones. —Nada, sólo que no me gusta la posición
en la que esto me coloca.

Parecía que quería discutir conmigo, pero se mordió la lengua. La verdad era
que me sentía enfadada y desleal con Marcus. Todavía pensaba en él como mi amo,
y deseaba que fuera un verdadero amo para mí.
Había algo que mis nuevas hermanas no sabían de mí. Me encantaba leer.
Estar recluida en una cueva toda la vida significa que aprendes a entretenerte. El
romance era en general mi género favorito, pero en eso, me encantaba leer sobre
dominantes y sumisos. Cada vez que llamaba a Marcus mi Maestro, pensaba en lo
que significaría si realmente me dominara sexualmente. Por más poderosa que yo
fuera, la idea de renunciar al control me intrigaba. Marcus siempre había sido el
foco principal de mis fantasías.

Sin embargo, empezaba a ver una nueva estrella en mi mente, y me


molestaba por un sinfín de razones. Primero, porque no tenía derecho a ninguna de
ellas, así que no había razón para sentirme culpable por las relaciones que existían
en mi cabeza. Segundo, porque era probable que ninguno de los dos quisiera tener
nada que ver conmigo.

Sentí que la burbuja en la que había estado viviendo hasta que mis hermanas
llegaron a la cueva había estallado. Y como consecuencia, descubrí que nada era lo
que yo había hecho que fuera.

Joanie se acercó a mí y me tomó la mano. —¿En qué piensas para parecer tan
triste?

Me encogí de hombros sin comprometerme. —Supongo que ha habido


muchos cambios a los que me estoy acostumbrando.

Viv vino a mi otro lado. —Vamos a mostrarte. Tenemos una reunión del
consejo real y queremos que seas parte de ella.

Di un paso atrás, vacilando en mis botas de gamuza. —No sé nada de política


de vampiros.

Los ojos de Viv estaban fijos en los míos. —No esperamos que resuelvas los
problemas de nuestro mundo, Lucy. Pero eres nuestra hermana y tienes todo el
derecho de estar ahí. No tienes que decir nada en absoluto. Henry estará allí como
capitán de la guardia vampírica. Si quieres, podemos incluir a Marcus en esta
reunión también.

Yo quería eso. Por alguna razón parecía correcto que si Henry estaba allí,
Marcus y yo también lo estuviéramos.

Entramos en la habitación justo cuando Marcus estaba a punto de sentarse.

Perdió la silla y aterrizó sobre su trasero.

Mientras había una ráfaga de movimiento de algunos de los otros para ver a
Marcus, Henry no movió un músculo. De pie y orgulloso, su mirada se fijó en la mía
en el momento en que entramos las tres, y sentí el calor de su mirada.

Pude oler los diferentes olores de los miembros del consejo. Pero ninguno
era tan predominante como el de Marcus y Henry. Quise ir a ellos y encontré a mis
pies haciendo eso mismo. Antes de que pudiera detenerme, mi mano estaba metida
en la de Henry.

Joanie estaba tratando de suprimir una sonrisa mientras se deslizaba en su


asiento junto a Adrian y Alden. Los ojos de Viv bailaban con lo que sólo podía
describirse como una gran expresión de 'te lo dije'.

Marcus, que ahora estaba en el suelo, se acercó a mí. Fui a soltar la mano de
Henry, pero Henry sólo apretó su agarre. Marcus miró a Henry con el ceño fruncido,
pero no dijo nada, sólo eligió ponerse en mi otro lado.

Viv llamó a un sirviente para que arreglara un lugar con tres sillas. Los otros
miembros del consejo nos miraban con expresiones embelesadas.

Viv llamó rápidamente al orden y discutieron sobre la Alianza, los padres de


Joanie y los problemas en el tribunal. Me encontré disfrutando de la intriga e incluso
ofrecí mi opinión sobre un punto minúsculo. Viv y Joanie me habían advertido que
no debía revelar mi magia, ni siquiera al consejo. Y Henry también me había
advertido sobre compartir mi lado de bruja.

Por eso cuando los objetos de la habitación empezaron a levitar y girar, me


asusté un poco.

La cosa era que yo no era quien causaba el disturbio, y tampoco era Henry.
Traducido por Conce
Corregido por Sandra

La puerta se estrelló contra la pared cuando Angelica entró en la habitación,


con horror en sus ojos.

—¡Algo está mal con Evie! ¡Tienes que venir ahora mismo!

Salí de mi asiento en un instante con Henry y Marcus detrás de mí. Angélica


no había esperado una respuesta. Se giró sobre sus talones y corrió hacia la
guardería donde ella y Evie habían estado jugando. Con mi nueva velocidad la pasé
fácilmente en las escaleras y estuve al lado de Evie en cuestión de segundos.

La niña estaba convulsionando, sus ojos se pusieron en blanco y su cuerpo se


puso rígido al temblar. Intenté recordar las pocas cosas que había leído sobre qué
hacer cuando alguien tenía un ataque. ¿Se les ponía de lado? ¿Debía asegurarme de
que no se tragara la lengua?

De repente se detuvo. Viv y Joanie estaban a mi lado y miramos a la niña


pálida. Sus ojos se abrieron y una voz que no se parecía en nada a la Evie que
conocíamos salió de ella.
—Tienes tres días. —La escofina baja envió espinas de miedo por mi
columna—. En tres días, si no entregas la corona, tus seres queridos estarán
muertos. Se te ha advertido.

Hubo una protesta de muchos de los miembros del consejo que nos siguieron
a la guardería.

—¡Brujería!

—¡Está manchada!

—¡No la toques!

—¡La niña está envenenada!

No estaba segura de quién los sacó de la habitación, pero tenía la idea de que
fueron los compañeros de Joanie y Vivian. El clic de la cerradura apenas se registró
para mí mientras continuaba mirando a Evie. Ella estaba empezando a salir del
trance. No estaba segura de haber visto a nadie tan pálido a menos que estuviera
muerto.

Siendo una nigromante, sabía una o dos cosas sobre la muerte. Y podía sentir
los dedos pegajosos de ella agarrando a la niña. Alguien decía mi nombre, pero yo lo
ignoraba. Hundida hasta las rodillas, tomé la mano de la niña en la mía. Pude sentir
su pulso débil y vi el terror en sus ojos.

Su magia se estaba desvaneciendo con su fuerza vital. Cerré los ojos y quise
que su espíritu volviera a su cuerpo. Sentí la ira de la muerte, nunca le gustó que la
frustraran, pero la ignoré. Cuando mis ojos se abrieron de nuevo, Evie tenía las
mejillas rosadas y estaba lista para sentarse.

—¿Cómo lo hiciste?
Los brazos de Henry me rodearon y me tiró contra su pecho. Marcus estaba
en mi cara, la mirada de preocupación haciendo que me doliera el corazón.

La voz de Veti venía del otro lado de la puerta cerrada. Ella gritaba algo, pero
no pude distinguir las palabras. Necesitaba alimentarme. Era imperativo que tuviera
sangre o la muerte se apoderaría de mí fácilmente.

Encerrada en los brazos de Henry, luché por liberarme, pero mis sentidos
estaban embotados. Había usado mucha magia y dado parte de mi fuerza vital para
completar el hechizo. Normalmente, traer a alguien de vuelta era más parecido a
apretarme un dedo del pie. Lo que sea que tuviera su alcance en Evie era oscuro y
poderoso, mucho más que la muerte que se escabullía.

Mi cabeza cayó contra el pecho de Henry, el olor de él llenando mis sentidos.


Hice lo único que podía hacer para sobrevivir. Girando la cabeza, hundí mis colmillos
en su cuello, la sangre cubriendo mi boca y mi lengua.

Sentí una tremenda oleada de endorfinas, seguida del placer más intenso que
jamás había experimentado. Mi coño palpitaba, y sentí casi como si pudiera
correrme en cualquier momento. Sus brazos se habían convertido en vicios a mí
alrededor, y sentí su enorme erección contra mi espalda. Me froté el culo contra él y
sentí el temblor de mi orgasmo empezando a desgarrarse a través de mí.

Nunca nada había sido tan poderoso, tan abrumador. Aflojé mi mandíbula y
liberé la carne de Henry mientras mi cuerpo temblaba, el intenso deseo literalmente
hizo que mis rodillas se doblaran. Los brazos de Henry fueron lo único que evitó que
me convirtiera en un charco en el suelo.

—Santo cielo —murmuró Marcus, y levanté la vista para verlo mirándome


con los ojos abiertos, el dolor evidente en ellos.
Miré alrededor de la habitación, pero todos los demás se habían
desvanecido, incluso Evie fue llevada. Sólo quedamos nosotros tres, y no podría
haber sido más difícil si hubiera drenado a Henry.

—Lo siento. —Las palabras salieron de mis labios y vi a Marcus acobardarse


cuando lo alcancé.

Al momento siguiente se había ido, sólo una luz borrosa indicaba la dirección
que había tomado. No sé de ningún momento en el que me haya sentido tan mal.
Había herido a la única persona que siempre había significado el mundo para mí.

No me di cuenta de que estaba llorando hasta que Henry me tomó en sus


brazos y me llevó a una mecedora. Me abrazó fuertemente contra su pecho
mientras yo lloraba por todas las cosas que no entendía. No estaba segura de lo que
sentía o si era sólo la sed de sangre que acompañaba a las grandes dosis de magia.

Había dado por sentado todas las veces que había hecho algo así antes. Veti
siempre había estado ahí para traerme sangre, y no había sido gran cosa.

Esta vez había hundido mis colmillos en alguien más. No sólo eso, sino que
había experimentado mi primer sabor de satisfacción sexual y mi cuerpo estaba
deseando más. Mis pechos se sentían tensos y pesados, mi núcleo estaba
empapado, y mi piel se sentía electrificada.

—Dulce Lucy, si sigues mirándome así, ambos estaremos en un mundo de


problemas.

La voz áspera de Henry me trajo de vuelta al presente. Había estado mirando


fijamente. Me encantaba la sexy barba de su barbilla, y la forma en que su cuerpo
acunaba el mío. Era un músculo sólido y me sentía segura en sus brazos. Pero había
algo más. Me sentí cuidada.

—Herí a Marcus —dije, mi voz quedo atrapada en un sollozo.


Sopló un suave aliento antes de inclinarse para besarme la frente.

—Marcus es un hombre adulto. Él resolverá sus propios demonios. Hiciste lo


que necesitabas para sobrevivir, no te disculpes por eso.

—¿Siempre es así? —susurré, poniendo mi cara en su hombro.

—¿Cómo qué? —Me dio un codazo hasta que volví mis ojos a los suyos.

Podía sentir el calor de mis mejillas ardiendo mientras respondía—: Intenso.

Aparecieron pequeñas arrugas en las esquinas de sus ojos. —A veces es


mucho más.

No pude mantener su mirada mientras consideraba lo que más podría


implicar. Estaba literalmente fuera de mi alcance con todo lo que había pasado.
Miré la herida que había empezado a sanar en su cuello. Debí haber lamido la herida
cerrada. De cualquier manera, se curaría, pero al menos no habría sangrado tanto.
Me sentí como una niña traviesa.

—Realmente lo estropeé todo. —Traté de salir de sus brazos, pero me


sostuvo con firmeza—. Quiero bajar.

—No estoy listo para liberarte. —Fue su rápida respuesta a la que fruncí el
ceño y empujé de nuevo.

—Henry —dije con un tono de advertencia.

—Lucy —se burló, igual de serio.

—¿Hay alguna razón para que no me liberes? —gruñí.

Asintió.

—¿Quieres compartirla?
De nuevo, las arrugas aparecieron en sus ojos, y me quedé
momentáneamente paralizada por la pura belleza masculina que exudaba. Los
hombres no deberían ser tan malditamente atractivos, era una distracción.

Vi sus labios empezar a enroscarse.

—Eres algo más, Dulce Lucy.

No tenía ni idea de lo que eso significaba o de cómo se suponía que debía


responder a ello. Justo cuando pensé que nunca me diría por qué insistió en
retenerme, habló.

—Sentí que transferiste tu fuente de vida a la niña. Nunca he estado más


aterrorizado por nada en mi vida. La idea de que murieras, yo sólo...

Se rompió, su voz era ronca.

—Sólo déjame abrazarte un momento más.

Y así, nos quedamos de esa manera durante varios largos momentos. No fue
hasta que oí un golpe en la puerta y a Veti llamándome que me empujé de sus
brazos.

Corrió hacia mí con una bolsa de sangre y le entregó otra a Henry.

—Debes venir —insistió Veti—. El consejo amenaza con rebelarse, Viv y


Joanie te necesitan.

Y con eso, Henry y yo salimos corriendo de la habitación.


Traducido por Conce
Corregido por Sandra

Afortunadamente para cuando llegamos allí, Evangelina tenía todo bajo


control. Y con eso, quiero decir que literalmente congeló a todos, como yo lo hice
cuando llegamos a la corte.

—No podemos seguir haciendo esto —gruñó Henry. No estaba segura de a


quién se dirigía, a Evangelina o a mí, pero tenía razón. Iban a notar que las cosas no
estaban a la altura del tiempo. Sin embargo, era una solución brillante para una
situación difícil, y no me importaba decírselo a Evangelina.

—Tienes que ser la chica más genial que he conocido.

Sus ojos brillaban. —Gracias, tú tampoco estás tan mal, Lucy.

Henry se acercó y tocó a Viv y Joanie, liberándolas del hechizo.

—¿Qué demonios? —Joanie se estremeció mirando a su alrededor y luego se


dio cuenta de que todo el mundo estaba congelado a mitad del despotrique—.
Puedo ver la saliva congelada junto a la boca de este tipo.

—¡Eww! —Evangelina se rio, y no pude evitar la risa que se me escapó de los


labios.
—No tenemos mucho tiempo —nos recordó Henry—. Vamos a sacarlos a
todos de aquí.

—O podríamos hacer un hechizo de memoria y borrar sus recuerdos —


sugerí.

Todo el mundo a mí alrededor se estrelló como si acabara de anunciar que


mis calzoncillos estaban en llamas o algo así.

—¿Qué? —Me envolví los brazos alrededor de la cintura de forma


consciente—. Dejen de mirarme.

—El nivel de habilidad que se necesitaría —Henry se arrastró sacudiendo la


cabeza—, no creo que sea posible.

—Creo que deberías intentarlo —animó Joanie.

—Tal vez sería demasiado para mí. —Estuve de acuerdo—. Pero no tenía la
intención de hacerlo por mi cuenta.

Joanie gritó de emoción y Viv me sonrió.

—¡Es una excelente idea, Lucy! —Me guiñó un ojo antes de mostrarle la
frente levantada a Henry. Obviamente no iba a ir en contra de la reina de los
vampiros, aunque sabía que quería discutir.

Al final fue mucho más fácil de lograr de lo que incluso yo había imaginado.
Nos dimos la mano y sentí la magia que se interponía entre nosotras. El pulso
martilleando en mis venas y me hizo sentir viva. Lanzamos un hechizo de olvido
sobre todos los que no eran mágicos. Mientras se decían las palabras, sentí cierta
medida de culpa.

Sabía que los compañeros de Viv y Joanie no recordarían todo, y tampoco


Marcus. Todavía no había regresado, y yo estaba empezando a preocuparme. Esto
era más que una compulsión; esto estaba literalmente arrancando cosas de sus
recuerdos.

Lo último que necesitábamos era una revuelta dentro de los vampiros cuando
la Alianza ya estaba respirando en nuestros cuellos.

Separamos nuestras manos y de repente la habitación estalló en el sonido


mientras la gente miraba a su alrededor confundida.

—¡Lucy!

Me volví para ver a Marcus corriendo hacia mí. No pude evitar las mariposas
que bailaban en mi estómago al verlo. Me encantaba la forma en que sus cejas se
arqueaban, y el borde áspero de su mandíbula hacía que mis dedos picaran. Era
imposiblemente guapo, y estaba segura de que nunca me cansaría de verlo.

—Lucy, estaba en el jardín y recorde que prometí sacarte a pasear.

Me ruborice con la emoción. —¿Ahora está bien?

Se rió, extendiendo su mano hacia mí. —Ahora es perfecto.

Vi el astuto guiño y la gran sonrisa de Viv y Joanie. Y traté de ignorar la forma


en que Henry frunció el ceño. No quería decepcionar a Henry. Me hubiera gustado
que ambos me aceptaran. Pero no estaba segura de cómo ninguno de los dos
hermanos respondería a tal invitación.

Marcus envolvió su gran mano alrededor de la mía y me llevó por el pasillo.


Bajamos unas escaleras y en unos momentos estábamos caminando por el césped y
hacia los jardines.

Dondequiera que fuera, la gente me miraba fijamente. Viv y Joanie ya


explicaron que era por mi olor. Era horriblemente embarazoso saber que todos
sabían que nunca había tenido sexo antes. Lo que era peor, era la forma en que
muchos de ellos me miraban como si quisieran saltarme encima en ese momento.

Después de pasar al lado de un caballero particularmente lascivo, tiré de la


mano de Marcus y caminé por un sendero que conducía a los laberintos.

—No estoy realmente familiarizado con el laberinto, Lucy. No me gustaría


que te perdieras ahí.

La idea de estar perdida con Marcus sonaba casi perfecta en ese momento.

—No te preocupes por eso. —Le di una tímida sonrisa—. Te protegeré de


cualquier monstruo que podamos encontrar ahí dentro.

Se rió. —Se supone que debo protegerte.

—¿Por qué soy una chica? —fingí indignación.

Marcus parecía sorprendido. —¡No! Porque he estado haciendo eso desde


que eras una niña.

Me detuve, justo ahí en medio del camino. Marcus se giró y me miró


interrogativamente.

—Sabes que ya no soy una niña pequeña.

Parpadeó y asintió. —Por supuesto.

Sacudí la cabeza y di un paso más cerca de él.

Marcus dio un paso atrás y se aclaró la garganta. —No es como si todavía


fueras una niña pequeña. Lo sé, Lucy. Soy muy consciente de que eres una mujer.
Di un paso más y me encantó la forma en que abrió los ojos. La espalda de
Marcus golpeó el seto, estaba acorralado, y yo no me eché atrás. Otro paso más
cerca y la tensión sexual aumentó.

—Um, ¿entonces querías hablar de algo en particular? —preguntó, la voz casi


quebrada en el proceso.

Realmente era tan asquerosamente adorable, que probablemente debería


haberme sentido mal por ser una depredadora. Pero no lo hice. Marcus era un chico
grande que podía cuidarse a sí mismo. Y una gran parte de mí quería saber qué tan
grande era.

Me mordí el labio y me acerqué para que apenas hubiera unos centímetros


entre nosotros. Si me inclinaba un poco hacia adelante, mis pechos rozarían su
pecho.

—¿Lucy? —Su voz vacilaba pero sus ojos estaban pegados a mis labios.

—Nosotros —dije en voz baja.

—¿Qué? —se quejó prácticamente.

Di el paso final, sellando mi cuerpo contra el suyo firme. El bulto en sus


pantalones era muy evidente y no pude evitar la sonrisa sexy que se me cruzó por la
cara.

Mis manos subieron por su pecho, y disfruté de la forma en que su


respiración se acopló. Apoyé mi peso contra él, aplanando mis pechos y frotando
ligeramente contra su dura polla.

—Me preguntaste de qué quería hablar —respondí—. La respuesta es de


nosotros.
—¿Nosotros? —Se redujo a repetirme, y supe que tenía que sacar al pobre
hombre de su miseria.

Fui a dar un paso atrás, pero antes de que pudiera hacerlo, sus brazos me
abrazaron y sus labios se estrellaron contra los míos.
Traducido por Conce
Corregido por Sandra

Supe que era una mala idea desde el momento en que entramos en el
laberinto. Había algo diferente en la forma en que Lucy me miraba. Creo que es
bastante imposible decir que alguna vez superaría su adorable mirada mientras me
acariciaba la cara. Sin embargo, esto era diferente. La mirada que me dio fue carnal
y llena de intención.

El olor de las flores se desvanecía en el fondo hasta que sólo podía oler a
Lucy. Su largo pelo rubio se erizó con la brisa, haciendo que mis tripas se tensaran.
Sus ojos marrones, con manchas doradas, comenzaron a brillar y capté el más leve
indicio de colmillo.

Un buen hombre habría retrocedido. Un mejor hombre no se pondría en


estas situaciones en primer lugar. Yo, sin embargo, no era ni bueno ni mejor. Estaba
desesperado por sentir sus labios contra los míos. Anhelaba tener su cuerpo
retorciéndose debajo de mí, a horcajadas, y si era totalmente honesto, arrodillado
ante mí.

Estaba mal, lo sabía tanto como sabía que estaba a punto de hacer algo que
cambiaría nuestra relación para siempre.
Ella dio un paso más cerca de mí y yo retrocedí, sintiendo el seto contra mis
omóplatos. Pude ver que ella sentía que yo estaba atrapado, y le gustó. Me encantó
lo juguetona que era, la forma en que sus ojos se entrecerraron y sus mejillas se
sonrojaron.

Apenas sabía lo que decía mientras avanzaba hacia mí. Mi cuerpo continuó
apretándose y reaccionando mientras se acercaba más y más hasta que pude sentir
los suaves montículos de sus pechos contra mi pecho.

Un parpadeo de incertidumbre cruzó su rostro, y supe en ese instante que


estaba a punto de retroceder.

Joder, no.

La rodeé con mis brazos, la atrapé contra mí y la besé. Este no fue el beso de
un cuidador cariñoso. Besé a Lucy de la manera que había estado anhelando.
Presionándola aún más contra mi pecho, la levanté para que sus pies dejaran el
suelo y colgara en el aire mientras le abría los labios.

Sus dedos se enredaron en mi pelo, tirando y haciéndome anhelar estar


juntos, sudorosos y desnudos. Su cuerpo era obediente, un sumiso nato. Sacudí el
pensamiento. Había más razones por las que Lucy y yo nunca podríamos estar
juntos. Tenía ciertos gustos, necesidades que la asustarían.

La verdad era que por mucho que la amara, y no se equivoquen, amaba a


Lucy, no quería arruinarla. Su brillante y vibrante alma se destrozaría debajo de mí, y
no le haría eso a ella. Lo correcto sería alejarse.

Y aun así, cuando su lengua se escabulló vacilantemente para tocar la mía,


supe que alejarme era lo último que podía hacer.

Lucy gimió en lo profundo de su garganta, causando que inclinara mi cabeza


para que pudiera profundizar el beso aún más. Sus piernas subieron y se envolvieron
alrededor de mi cintura, y mis manos bajaron para acariciar su perfecto trasero.
Apreté los firmes globos y me imaginé mi polla deslizándose entre sus mejillas.

Siempre había sido un hombre de culos, y no había ninguno más fino que el
de Lucy. Ella movió sus caderas hacia adelante contra mis abdominales y yo la agarré
aún más firmemente.

Las cosas se estaban saliendo de control. Debía detenerlas, necesitaba


detenerlas. Y aun así, la idea de terminar este momento perfecto era horrible para
mí. Me arrodillé, llevándome a mi chica perfecta conmigo. Mis labios se separaron
de los suyos y besé su mandíbula y rocé mis incisivos contra la suave carne de su
cuello.

La deseaba tanto que mi polla se sentía como si fuera a explotar. Pero no se


trataba de mí, sino de Lucy. Mis manos subieron y se deslizaron por debajo de su
camisa para rozar la tela de encaje que cubría sus increíbles tetas.

Lucy jadeó, y su cabeza se apoyó en sus hombros. La forma en que exponía su


cuello, la vulnerabilidad del mismo, literalmente me habría puesto de rodillas si no
estuviera ya allí.

Pasé la punta de mis dedos por sus pezones duros como una roca y gruñí
cuando se estremeció en mis brazos.

—Por favor —dijo, sin entender realmente lo que estaba pidiendo.

Pero yo sabía lo que necesitaba. No iba a follarla en el laberinto, pero podía


hacerla sentir bien. Podía aliviar el dolor que sabía que se estaba formando en su
interior.

Le quité suavemente la camisa y le bajé las tiras del sujetador por los
hombros. Sus tetas en forma de lágrima se erguían orgullosas, las puntas rogando
por mis manos, boca y lengua. Estaba perdido en ese momento. Necesitaba
probarla más de lo que necesitaba la sangre para sobrevivir.

Sumergiendo mi cabeza, tomé uno de sus pechos en mis manos y luego


suavemente lamí el duro pezón con mi lengua.

Su jadeo fue fuerte y duro mientras empujaba su pecho, arqueando su


espalda para pedir más en silencio. Era perfecta, cada respuesta, cada movimiento
que hacía era como si hubiera sido creada sólo para mí.

Le lamí y chupé su pezón, haciendo que la pequeña punta en forma de baya


se volviera tan dura que supe que estaba cerca de llegar. Conectó sus caderas con
mi erección e incluso a través de nuestros pantalones pude sentir su calor húmedo.
Me acerqué al otro pezón, prestándole tanta atención como al primero y amando la
forma en que ella gritaba con pasión.

Mis dedos se deslizaron por su estómago plano y desabroché el cierre de sus


pantalones, amando el silbido de la necesidad y la forma en que sus uñas se
clavaron en mis brazos. El panel frontal de sus bragas estaba completamente
empapado.

—Joder, nena, estás tan húmeda.

Gimió meciendo sus caderas aún más rápido. —Por favor, Marcus, necesito...

Ella se alejó, pero yo sabía muy bien lo que necesitaba.

Deslicé un dedo dentro de la banda elástica de sus bragas y sentí el calor


resbaladizo de su excitación. Su grito agudo me hizo saber que el más mínimo toque
la haría volar.

—Por favor, Marcus —gimió—, Maestro...


No tenía ni idea de lo que eso me hizo. Cada vez que lo usaba, podía verla
desnuda arrodillada frente a mí, esperando mi orden. Empecé a acariciar su coño
hinchado. Cuando encontré el apretado manojo de nervios que me suplicaba que lo
tocara, froté pequeños círculos hasta que ella ya no pudo contenerse.

Vi sus dientes momentos antes de que se aferraran a mi cuello. Era peligroso


dejar que se alimentara de mí. Sólo fortaleció el vínculo entre nosotros. Pero
mientras ella chupaba, y yo sentía mi propia liberación corriendo hacia mí,
realmente me importaba un carajo.

Se rompió en mis brazos, su cuerpo tembló tanto que me arrancó los dientes
del cuello. No podría haberme detenido si mi vida dependiera de ello. Esta fue la
primera vez para mí desde que era un chico, que me corría en mis pantalones. Y aun
así todo era crudo y hermoso, especialmente Lucy, ella era exquisita.

—¿Qué diablos?

Levanté la vista para ver a un Henry muy enojado mirándonos.

Lucy parpadeó, saciada y mareada por su liberación.

—Marcus, tenemos que hablar —dijo con los dientes apretados.

Y tenía razón, lo hacíamos. Sabía que no debería haberla tocado, pero ahora
que lo había hecho, no la dejaría ir.
Traducido por Conce
Corregido por Sandra

—¡Lucy! Te hemos buscado por todas partes. Viv cree que ha encontrado el
hechizo que puede localizar a mis padres.

Eché un vistazo a Joanie y Vivian, que tenían un viejo libro de hechizos en sus
manos. Mis emociones estaban por todas partes. Por un momento, me preocupó
que Henry pudiera golpear a Marcus o viceversa. Y Marcus ni siquiera recordaba que
ya había probado la sangre de Henry y quería hacerlo de nuevo.

La última cosa que quería hacer era interponerme entre los hermanos.
Necesitaba alejarme de ambos, y Viv y Joanie eran la distracción perfecta.

—Iré contigo. —Me moví hábilmente a su lado y me agarré al brazo de


Joanie.

Su frente se levantó, y supe que ella olía el deseo que aún persistía en el aire
desde antes. Viv me rodeó con un brazo y ambas me hicieron salir de la zona.
Cuando volvimos al castillo y fuimos directamente a las habitaciones privadas de la
reina, las chicas estaban llenas de preguntas.
No iba a decir nada, pero aparentemente nuestro triángulo amoroso era el
tema de conversación en todo el castillo. Si antes estaba mortificada, no tenía nada
que ver con lo que sentía al escuchar esta noticia.

—No importa —dije firmemente—. No hay nada permanente entre ninguno


de nosotros.

—Aún —añadió Viv con una mirada aguda a mis mejillas sonrojadas—. No
hay nada permanente todavía. Deja que Henry y Marcus resuelvan las cosas por sí
mismos, entrarán en razón.

En todo caso, mi vergüenza aumentó. Había visto porno y conocía la


mecánica de las relaciones sexuales, pero eso no era nada comparado con los
sentimientos que estallaban dentro de mí cuando me abrazaban Henry o Marcus.
Era una completa novata, y parecía que mi mente se quedaba en blanco cuando
estas situaciones se presentaban.

—¿Puedo preguntarte algo, Joanie? —Dejé escapar la pregunta, sabiendo


que ella sería la mejor para ayudar en este caso.

Sus cejas se entrelazan. —Por supuesto, pregúntame lo que sea.

—¿Cómo llegaron al acuerdo tus tres compañeros, eh eh..., cómo lo hiciste?


—Ni siquiera estaba segura de cómo hacer la pregunta. Afortunadamente, Joanie se
apiadó de mí y me respondió.

—Al principio hubo celos e incluso peleas. Me sentí fatal, como si estuviera
separando a los hermanos.

Una ola de alivio me inundó, así era precisamente como me sentía. —¿Qué
hiciste?

Se acercó y me cogió la mano. —Probablemente no quieras oír esto, pero


tiene que ser algo que Henry y Marcus decidan por sí mismos. Ojalá pudiera
hacértelo más fácil, pero algunas cosas en la vida son difíciles sin importar lo que
hagas.

Mi corazón se hundió. —No quiero interponerme entre ellos.

Viv vino a sentarse a mi lado. —Si están destinados a ser tuyos, nada los
separará.

Las dudas y el miedo se deslizaron en mis pensamientos. —¿Y si no están


destinados a ser? Siento que he amado a Marcus desde siempre. Pero esto con
Henry es intenso y abrumador, y tan terriblemente nuevo. La idea de perder a
cualquiera de los dos me pone físicamente enferma. Pero la idea de herir a
cualquiera de ellos lo hace mucho peor.

—Mi madre me dijo una vez que cada vez que pasas por algo difícil ayuda a
formar lo que eres. Todos comenzamos como este frío pedazo de arcilla, pero al
enfrentarnos a pruebas y dificultades, los pedazos de arcilla se despojan. Podemos
sentir que nos perdemos, pero la verdad es que la belleza está en la creación. A lo
largo del proceso de ser tallados, arrojados al fuego y obligados a probar nuestra
fuerza, descubrimos lo que realmente estamos destinados a ser. Sin ello,
seguiríamos siendo el frío terrón de arcilla.

Tragué. —Tu madre parece una persona maravillosa, Joanie.

Los ojos de Joanie brillaban con algo que sospechosamente parecía lágrimas.
—Ella lo es.

—¿Dónde está ese hechizo? —digo para cambiar de tema.

Viv pone el libro en mis manos, y lo leo.

—No veo por qué no funcionaría. ¿Trajiste algo que perteneció a tu madre o
a tu padre?
Joanie saca un collar de debajo de su camisa. Las viejas tallas en el oro
mostraban un escudo familiar. —Este era de mi madre.

Con un suspiro, estiro mis manos para estrecharlas con Viv y Joanie. —
Realizaré el hechizo. ¿Están ambas listas para esto?

—¡Lo estoy! —Una voz mucho más joven que sonaba desde debajo de la
cama.

—¿Eva? ¡Angie! —La voz de Viv fue severa. Me gustaban los apodos que les
había puesto.

—Podríamos usar la magia de Eva para ayudarnos —dije.

Eva me sonrió. —Eres mi favorita.

Joanie puso los ojos en blanco. —Creí que era tu favorita por no hacerte usar
la ropa de pantalones elegantes que la niñera insistió en usar.

Angie arrugó su nariz. —No puedo creer que nos hayas obligado a tener una
institutriz, esto no es la Inglaterra victoriana.

Viv se quejó de que las chicas más jóvenes necesitaban compañeros más
estrictos pero no les pidió que se fueran, lo que yo agradecí.

—¡Hagamos esto! —Les guiñé un ojo a las chicas y le di una mano a Eva para
que la agarrara. Aún no sabíamos si Angie tendría algo de magia en ella, pero era
nuestra hermana y eso contaba lo suficiente para mí.

Susurré las palabras del hechizo y sentí que la dimensión en la que estábamos
cambió ligeramente, permitiendo que nuestros cuerpos dejaran la existencia actual
y volaran a través del espacio y el tiempo hasta donde los padres de Joanie estaban
cautivos.
El hechizo funcionaba perfectamente, y todo parecía ir según lo previsto. La
sensación habitual de ser arrojada y volteada se asentó sobre mí. Viv se veía verde y
me preocupaba que volviera a vomitar a nuestros pies.

Un movimiento brusco me tomó desprevenida cuando aterrizamos en lo que


sólo podría describirse como una casa familiar suburbana. No es que supiera mucho
sobre los suburbios.

—¿Dónde estamos? —susurró Angie.

—Casa —respondió Joanie con voz ahogada. El color se le había ido de las
mejillas al mirar el sofá donde dos personas estaban totalmente inmóviles.

—¿Están... —La voz de Eva se escuchó horrorizada.

—Tal vez, pero no por mucho tiempo —respondí, desenganchando mis


manos y caminando hacia donde lo que sólo podía suponer eran los cuerpos de
Clark y Jenny Spark.

Joanie se arrodilló con angustia, con un sonido que salía de su garganta como
nunca antes había oído. Era una tortura terrible. No pensé antes de extender la
mano para tocar los dos cadáveres. Parecían bastante frescos y pensé que valía la
pena intentarlo.

Cuanto más tiempo pasaba un cuerpo sin alma, más difícil era para el alma
encontrarla de nuevo. Sabía cómo guiar a los espíritus de vuelta. Lo había hecho con
Viv y Joanie y varios otros además. Sentí su fría piel y sus recuerdos comenzaron a
correr sobre mí. Era algo que ocurría tan rápido que a menudo no podía recordar
después de haber resucitado a alguien de la muerte.

—¿Qué está haciendo? —preguntó una de las niñas. Pero la ignoré y seguí
buscando con mi mente. Necesitaba contactar a Jenny y Clark, hacerles entender
que Joanie aún los necesitaba.
De repente sentí su presencia cerca de mí, estaban dispuestos a volver,
incluso ansiosos. Los llevé de vuelta a sus cuerpos y sentí el calor que comenzaba a
florecer dentro de la fría piel que estaba sujetando.

Lentamente me relajé y esperé a que se despertaran. Dos pares de ojos se


abrieron y un jadeo de aire llenó los pulmones que habían estado demasiado tiempo
sin llenar el espacio.

Jenny levantó una mano temblorosa a su pecho. —Entonces, ¿es verdad?


Traducido por Conce
Corregido por Sandra

No estaba segura que me gustara la forma en que Jenny Spark me miraba,


mitad miedo, mitad asombro. Pero realmente no importaba porque Joanie se lanzó
sobre sus dos padres. Sólo me di cuenta en ese momento de que su padre se
llamaba Clark Spark.

Mis labios se movieron, y luché contra una sonrisa.

Viv me sonrió, pero pude ver la tristeza en sus ojos.

—¿Estás bien? —le pregunté en voz baja.

Ella asintió y se acercó antes de decir—: Sí, estoy muy feliz por ella. No puedo
evitar preguntarme qué está pasando con la Alianza.

Podría haber sido la verdad, pero algo me dijo que ella estaba ocultando el
verdadero dolor. Había oído historias sobre su madre adoptiva, Susan.
Aparentemente, ella era una de las líderes de la orden. Supuestamente estaba
muerta, pero yo más que nadie sabía que la muerte no era permanente. Según
Henry, la Alianza estaba repleta de profesionales médicos de primera clase, así
como algunos de los vampiros más influyentes.
No entiendo cómo los vampiros pueden volverse contra los suyos como lo
hizo la Alianza. Y no me hagas hablar de vampiros de pura sangre. El hecho de que
se tomen el tiempo de ver el porcentaje de pureza está más allá de una broma.
Creía que la gente había evolucionado más allá de tan insignificantes esfuerzos para
hacerse más importantes.

La sangre de Viv era la más pura de todas nosotras, y todavía tenía alguna
bruja corriendo por sus venas. Tampoco estábamos seguras de dónde venía eso.
Joanie parecía tener más magia, pero según las pruebas del laboratorio, no era una
hermana de sangre para Viv y para mí, que de hecho eramos gemelas si las pruebas
eran correctas.

Nuestra madre, quienquiera que fuese, tuvo que ser una bruja para que mis
poderes se manifestaran tan fuertemente como lo han hecho. Me pregunté, por un
momento fugaz, si ella también había sido una nigromante. No quise detenerme
mucho en los pensamientos de nuestros padres biológicos. Ellos se habían ido, y yo
crecí con ese conocimiento.

Veti nunca me había dicho quién era mi madre porque ella misma no lo sabía.
Sentí un escalofrío sobre mí y me envolví los brazos alrededor de la cintura.

—¿Estás bien?

Le sonreí a Viv, que esencialmente acababa de hacerme la misma pregunta


que le había hecho momentos antes.

Tomé su mano en la mía y dije—: Estoy bien. Pero no creo que debamos
quedarnos aquí. Es hora de volver al palacio.

Jenny y Clark se estaban levantando lentamente con la ayuda de Joanie.


Parecía que fue en ese momento cuando Jenny realmente me vio bien. Sus ojos se
abrieron de par en par, y dio un paso instintivo hacia atrás.
Sacudiendo la cabeza con incredulidad, susurró—: ¿Qué está pasando?

—Mamá, —El tono de Joanie era tranquilo mientras explicaba—, esta es


Lucy, es la hermana gemela de Viv.

—Eso no es posible, lo hubiéramos sabido.

Sentí esa misma onda de aprensión corriendo por mi piel. —¿Qué no es


posible? —solté.

—Sólo dos hermanas sobrevivieron al ataque. —La cara de Clark estaba llena
de vergüenza—. Deberíamos saberlo, estábamos allí.

Traté de entender el hecho de que estos dos individuos eran parte de la


mafia que destruyó a mi familia. De repente odié el hecho de que los había ayudado.
Me volví hacia Viv y Joanie, con los ojos llenos de lágrimas. —Nunca dijiste que eran
parte de la Alianza. Sólo me dijiste que estaban cautivos. ¿Por qué querrías salvar a
la gente que arruinó a nuestra familia?

Joanie parecía como si la hubiera golpeado, y sentí un poco de culpa, pero la


hice a un lado.

—No son malas personas —explicó Viv e intentó ponerme una mano en el
brazo, pero la sacudí.

—Son malas personas —respondí—. Por ellos, viví en una maldita cueva bajo
la tierra en medio de la nada durante veinte años. Por ellos mis padres están
muertos y la mayoría de mis hermanos. ¿Cómo puedes decir que son intachables?

Los ojos de Jenny se llenaron de lágrimas. —Tienes razón. No somos


intachables. Nos unimos a la Alianza porque pensamos que estábamos librando al
mundo del mal. No teníamos ni idea de en qué nos metíamos. También estaba la
promesa de un hijo, y queríamos desesperadamente tener hijos.
Me burlé—: Ya, ¿querías a un niño lo suficiente como para matar a alguien y
quitarle el suyo?

Su cara estaba destrozada y respiraba con dificultad.

—¡Ya basta! —exigió Viv.

Joanie dio un paso protector junto a sus padres. —Tienes que calmarte, Lucy.

Miré hacia abajo para ver que mis manos brillaban, y supe que tenía mucha
energía mágica que debía gastar. Con un grito de ira, lancé un hechizo que nos
llevaría a todos de vuelta al palacio. Fue temerario, considerando que acababa de
resucitar a dos personas de la muerte, y que sólo una cantidad limitada de magia
puede sostener a una persona. Pero estaba tan enfadada y no pensaba con lógica.

Cuando aparecimos en el gran salón, Veti me miró y comenzó a correr hacia


mí. Vi su boca abierta, pero sus palabras se desdibujaron mientras un manto de
oscuridad me cubría y me hundí en el olvido.

El calor que me rodeaba cuando me desperté me hizo pensar que estaba


soñando. Fuertes brazos me envolvían desde el frente y un cuerpo caliente estaba
detrás de mí también.

—¿Está despierta? —Escuché a Marcus preguntar con una voz ronca.

—¿Estás despierta? —La voz profunda de Henry me bañó mientras sus brazos
se estrechaban.

—Ah, mierda —murmuré, abriendo los ojos en un parpadeo—. Me noqueé a


mí misma, ¿no?
Henry sonrió, pero pude ver la preocupación en sus ojos. —La mayoría de las
brujas no intentan rescatar a tanta gente por su cuenta.

Sentí una punzada de culpa. —Podría transportar fácilmente a cuatro


personas además de mí.

Marcus me pellizcó el trasero y yo grité—: ¡Hey!

—Dejaste fuera la parte en la que acababas de resucitar a dos personas de la


muerte. Nos asustaste a los dos. Te dimos tres bolsas y media de sangre antes de
que volvieras a tener color. Y para tu información, has estado fuera durante casi
veinticuatro horas.

Intenté sentarme, pero los brazos de Henry me sujetaron.

—¡Suéltame! —Me retorcí contra ellos y escuché a Marcus gemir casi al


mismo tiempo que Henry soltaba un gruñido de frustración.

—Por mucho que me guste que te frotes contra mí como una gata en celo, es
mejor que te detengas antes de que te encuentres en una situación muy difícil —
advirtió Henry.

Me detuve inmediatamente e hice un inventario. Había algo grueso y duro


presionado contra mi trasero, que tenía que ser Marcus. Contra mi frente había otro
objeto extraño que se sentía largo y peligroso.

¿Eran sus pollas?

¿Ambos?

La vergüenza y la lujuria irradiaban a través de mí.

—Mierda, si sigue así, no podré cumplir el acuerdo —dijo Henry a través de


los dientes apretados.
Antes de que Marcus pudiera hablar, interrumpí—: ¿Espera? ¿Qué acuerdo?

Henry me gruñó, su voz era oscura y sexy.

—En la que me detengo para no follarte los sesos porque decidimos que no
estás lista para tomar la decisión de con quién quieres estar.

—Vaya, ¿y quién te hizo, Dios? ¿Desde cuándo tú decides lo que puedo hacer
con mi vida?

Henry levantó la frente y respondió—: A Marcus se le ocurrió esa regla,


pequeña, no a mí.

Sentí que Marcus se puso rígido detrás de mí. —Gracias por tirarme debajo
del autobús —murmuró.

Me di la vuelta de modo que ahora estaba de cara a Marcus.

—¿Crees que tengo que obedecerte? No soy la niña que solías cuidar. Ya no
te llamo Maestro, y no tengo que hacer lo que dices.

Sus ojos se oscurecieron, y supe que había disparado algo en él. La parte
triste era que mi cuerpo estaba respondiendo de la misma manera. Sentí que mis
pechos se llenaban más y mi coño estaba resbaladizo de excitación.

—Harás lo que se te diga —dijo con una voz de mando.

—Maldita sea —susurró Henry por detrás de mí.

—¿O qué? —Sabía que no debía incitarlo, pero estaba demasiado lejos para
preocuparme.

—O serás castigada —respondió Marcus, con sus ojos brillantes.

Estreché mi mirada y lo desafié descaradamente. —Hazlo.


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Corregido por Sandra

Tal vez fue mi tono descarado, o la forma en que lo desafié. Pero pasé de
estar entre los dos hermanos a ser arrojada bajo el duro cuerpo de Marcus. Sentí
cada centímetro de él presionándome. Su aliento a menta me bañaba, y me
encontré inclinada hacia su beso.

Pero para mi sorpresa, se echó hacia atrás sólo unos centímetros, burlándose
de mí con su cercanía.

—¿Quieres un beso? —Su voz había bajado una octava y tenía un aire de
autoridad que me hacía apretar el estómago.

—¡Sabes que sí! —dije a través de los dientes apretados—. ¡Bésame ya,
Marcus!

Sus ojos brillaban peligrosamente cuando preguntó—: ¿Quién?

Sentí otra punzada en mi corazón y supe que estaba empapada.

—Por favor, Maestro —susurré en voz baja.


Henry gruñó y rujió en mi oído. —¿Estás segura de que es una buena idea,
Lucy?

—Puedo soportar cualquier cosa que ustedes dos repartan —dije con más
bravuconería de la que probablemente fuera inteligente. Pero estaba tan excitada
que habría dicho cualquier cosa para que hicieran algo, cualquier cosa.

—Pon tus manos sobre tu cabeza —ordenó Henry—, y no las muevas a


menos que te lo digamos.

Me apresuré a hacer lo que me dijeron, asegurándome de pasar mis manos


por los costados de Marcus y amando la forma en que siseaba.

Sentí un fuerte pellizco en mi trasero.

—¡Hey!

Henry se rió. —Tienes que hacer lo que te dicen, sin improvisar.

Marcus se movió hacia atrás, a horcajadas en mis caderas. Me encantaba


verlo por encima de mí, con esa mirada en sus ojos. Quería devorarme, y yo estaba a
favor. Poco a poco empezó a desabrocharme la camisa. Las puntas de sus dedos
rozando mi estómago y causando ráfagas de excitación en mi estómago.

Miré para ver a Henry agarrando su larga polla a través de sus pantalones.
Quería verlo, probarlo. El pensamiento me hizo agua la boca.

Marcus siguió mi mirada. —¿Quieres ver su polla, Lucy?

—Sí, Maestro, por favor.

Los ojos de Henry estaban fijos en los míos mientras se desabrochaba los
pantalones. Estaba desnudo. Los veintitrés centímetros de grueso calor llenaban su
gran palma. Henry acarició su longitud, con los ojos fijos en mí.
Marcus desabrochó la parte delantera de mi sujetador y mis pechos se
derramaron.

—Eres tan jodidamente perfecta —gruñó Marcus mientras sus manos se


movían para acariciar mis pesados pechos.

—Me gustaría follarme esas tetas —añadió Henry.

Nunca había visto algo así, pero estaba dispuesta a intentarlo. Mis pezones
estaban apretados y me dolían al tocarlos. Mis brazos se tambalearon por el más
breve de los momentos. No sé si estaba a punto de tocar la polla de Henry o de
pellizcarme los pezones, pero no importaba. En el momento en que Marcus vio que
le estaba desobedeciendo, se echó hacia atrás y sacó el cinturón de su cuerpo.

Me lo puso alrededor de las muñecas y lo sujetó a la cabecera. No estaba


muy apretado y si lo intentaba con fuerza, podía escapar. Pero fue suficiente para
recordarme que yo no estaba a cargo de esta situación. Yo era la alumna y mis dos
traviesos maestros eran los profesores.

—Deja que te pruebe —exigió Marcus cuando empezó a quitarse la ropa.

Henry parpadeó sorprendido pero se movió rápidamente para hacer lo que


Marcus le instruyó.

Su polla estaba brillante en la punta, y yo anhelaba saber a qué sabía. Mi


lengua se deslizó y cuando se acercó lo suficiente, lamí la punta.

Henry dijo una serie de palabras sucias que sólo causaron que mi coño se
apretara con necesidad. Le di otro golpe en la polla con mi lengua.

—¿Te gusta eso? —preguntó con voz ronca.

—Mucho —respondí honestamente.


—¿Quieres más? —Los ojos de Henry brillaban de necesidad.

Justo cuando estaba a punto de responder que sí, Marcus se acercó, desnudo
y glorioso. Hizo un gesto con la cabeza para que Henry se quitara el resto de su ropa
y Henry asintió. Luego tomó el resto de mis ropas y me las quitó, arrancándolas
cuando fue necesario.

—Abre las piernas, Lucy, necesito verte.

Miré de Marcus a Henry y luego abrí mis muslos, exponiendo la parte más
íntima de mí.

—Joder —susurró Henry.

Marcus se instaló entre mis muslos, empujándolos aún más.

—Debes tomar la polla de Henry en tu boca y chuparla. Te recompensaré si


haces lo que digo. Pero si no lo haces, serás castigada. Dime si lo entiendes.

—Sí, Maestro.

Marcus levantó una ceja y exigió—: Sí, ¿qué?

—Tomaré la polla de Henry en mi boca. —Me sonrojé furiosamente mientras


le repetía sus palabras.

—Buena chica. —Los elogios de Marcus me hicieron sonrojar de nuevo, pero


esta vez con la sensación de complacerlo. Descubrí que quería que me dijera esas
palabras, para complacerme.

Henry me llevó su polla a los labios y me abrí de par en par. El sabor salado de
su piel mezclado con la excitación de la situación me hizo perder los sentidos. En el
momento en que lo llevé a mi boca sentí las manos de Marcus en mis pechos. Sus
dedos me pellizcaban los pezones y me hacían jadear alrededor de la polla de Henry.
No estaba segura de sí estaba actuando correctamente para Henry, ya que
nunca lo había hecho antes. Descubrí que cuanto más intentaba tomar de él y más
fuerte chupaba, más parecía perder el control. Me concentré en su cara, sus
movimientos y su necesidad.

Todo se fue por la ventana en el momento en que sentí el primer golpe de la


lengua de Marcus en mi sexo.

Grité con necesidad, las caderas se doblaban salvajemente.

La polla de Henry salió de mi boca y Marcus retrocedió. Estaba desesperada


por tenerlo de vuelta.

—Por favor, Maestro, te necesito.

Recibí un fuerte golpe en el coño que me hizo chillar y mirar a mis captores.

Pero para mi sorpresa, mi coño comenzó a palpitar aún más fuerte que antes.
El dolor mezclado con mi deseo me había enviado aún más cerca de algo que no
entendía.

Henry me devolvió su polla a los labios, y yo la acogí con entusiasmo. Estaba


mejor enfocada, o al menos eso es lo que me decía a mí misma. Cuando Marcus
volvió a mi centro, lamiendo mis pliegues, me las arreglé para seguir chupando la
polla de Henry.

Empecé a saborear su esencia y supe que se estaba acercando. Marcus había


usado sus pulgares para separar mi sexo y comenzó a comerme en serio. Me retorcí
y chupé, con cuidado de no soltar a Henry y desesperada por tener más de la boca
de Marcus.

Henry gruñó y su semen comenzó a llenar mi boca. Tragué tanto como pude,
atragantándome con lo que no podía tragar. Mientras se alejaba de mi boca, maldijo
de nuevo.
—Joder, Lucy, ¿tienes idea de lo jodidamente sexy que te ves con mi semen
en los labios?

Se agachó y me tomó la boca en un beso salvaje. Marcus me metió un dedo y


empezó a empujarlo dentro y fuera de mi canal mientras me pasaba la lengua por el
clítoris.

No había forma de que yo pudiera soportar ese tipo de delicioso tormento.


Sentí que mi orgasmo se elevaba dentro de mí. Henry me besó la boca, lanzándome
su lengua casi como si me estuviera follando. Marcus fue implacable, chupando y
lamiendo hasta que empecé a deshacerme.

Mi cuerpo voló sobre el borde, no pude detener la mayor liberación que


había experimentado. Mi cuerpo tembló, mientras ola tras ola de placer me bañaba.

No estaba segura de cuándo Henry dejó de besarme o cuándo Marcus


retrocedió. Todo lo que sabía era que cuando me recompuse, ambos me miraban
como los depredadores que yo sabía que eran.

—Eso fue increíble. —Mi voz era ronca y más profunda que de costumbre.

—Oh, cariño. —La boca de Marcus se curvó en una sonrisa mientras decía—:
No estamos ni cerca de terminar.
Traducido por Conce
Corregido por Sandra

Henry desbloqueó el cinturón que mantenía mis muñecas juntas, y luego me


puso de rodillas. Jadeé cuando miré hacia arriba para ver la larga polla de Marcus
expuesta y goteando con necesidad. La miré fijamente con nostalgia. Su cuerpo era
un poco más delgado que el de Henry, que parecía un atleta profesional. Marcus se
parecía más a un corredor, con la fuerza de un látigo y músculos tensos.

Henry me separó los muslos y por un momento pensé que realmente me iba
a follar. Ni siquiera podía decirle cuánto lo deseaba. Pero sentí sus manos entre mis
muslos en lugar de su polla. Frotó los suaves globos de mi culo con sus grandes y
ásperas manos y yo lo empujé hacia atrás. Se sentía bien, malditamente bien ser
tocada por él.

Marcus continuó acariciando su polla, sus ojos nunca salieron de mi cuerpo.


Se acercó y tomó uno de mis pechos suspendidos en sus manos. El duro pellizco en
mi pezón causó que mi coño se apretara.

—Joder, a ella le gusta eso —dijo Henry con su voz grave—. Su coño está
empapado.

Para mi total sorpresa, sentí una fuerte palmada en el trasero.


Chillé e intenté apartarme, el calor de sus nalgadas causó que se desarrollara
un calor que no entendí bien.

—Cuidado. —El tono de Henry era tranquilizador mientras me aseguraba—:


Estás a salvo, Lucy.

Confié en él para mantenerme a salvo, confié en ambos.

Otra palmada en la otra mejilla casi me hace llorar. Pero a medida que el
calor comenzó a mezclarse con el palpitar de mi coño, sentí una sensación muy
diferente. Esta vez no me alejé.

—¿Te gusta eso? —me pidió Marcus.

—Sí, Maestro.

El fuego que se encendió en sus ojos cuando usé ese nombre de mascota fue
poderoso.

—Eres una buena chica, ¿verdad? —murmuró, acercándose a mí.

La punta de su polla tocó mis labios y lamí la mancha, probando la salinidad


de su deseo.

—¿Qué quieres, Lucy? —preguntó Marcus.

Tragué mucho. —Quiero tu polla en mi boca, Maestro.

Gruñó. —Entonces la tendrás.

En el momento en que me apretó la polla contra los labios, Henry empezó a


acariciar mi coño de nuevo. Entonces sentí la punta de su lengua trazando el borde
de mi culo. Era extraño y travieso, y debería haberlo odiado. Pero estaba demasiado
absorta en el momento para preocuparme por las convenciones sociales y lo que
debería o no ser apropiado.
Todo lo que podía hacer era sentir. Y en ese momento, sentí que me iba a
deshacer. Visiones de Henry hundiéndose en mi coño mientras Marcus me follaba el
culo nadaban en mi mente. Quería saber qué se sentiría al estar tan apretada entre
ellos. Sentir a ambos dentro de mí, sería un sueño hecho realidad.

Chupé más fuerte, ahuecando mis mejillas y lamiendo alrededor de la punta


antes de volver a hundirme, llevándolo hasta que apenas podía respirar.

Henry continuó jugando con mis pliegues, su lengua sumergiéndose y dando


vueltas en mi culo, volviéndome loca.

Podía sentir que Marcus estaba cerca y quería más que nada llevarlo a
término. Quería ver cómo se veía cuando el placer lo sobrepasaba.

Henry me abrió más las piernas, deslizándose entre ellas para acostarse en la
cama y luego se llevó mis caderas a su boca. Marcus se retiró y me permitió
sentarme antes de unirse a nosotros en la cama. Puse mis manos en sus caderas y lo
llevé a mi boca de nuevo. Fue en ese momento cuando Henry empezó a follarme
con la lengua. Usó toda su cara, frotando su barba contra mi piel sensible,
golpeando mi clítoris con su nariz.

Sus manos estaban en mi culo enrojecido y cuanto más apretaba más me


acercaba a correrme. Llevé una mano a las pelotas de Marcus, rodándolas
ligeramente y luego tirando un poco, mientras lo llevaba al fondo de mi garganta.

Maldijo salvajemente y tiró con fuerza de mi cara contra él. Era todo lo que
podía oler y ver mientras me follaba la cara y bajaba por mi garganta.

Al tambalearme por su liberación, parpadeé y vi la expresión más tierna en la


cara de Marcus. Pude sentir la profundidad de los sentimientos que tenía por mí.
También vi que sus colmillos estaban extendidos, como estaba segura que los míos
también lo estaban.
—Por favor, Maestro, ¿puedo preguntarte algo? —Apenas pude pronunciar
la frase con Henry haciendo su magia en mi coño.

Marcus me echó el pelo hacia atrás, besándome la frente. —Lo que sea,
Gatita.

—¿Podrías por favor morderme?

Se congeló por una fracción de segundo y me preocupé de haber destruido


todo. Pero luego se acercó a mi cuello y besó el punto sensible donde mi hombro se
encontraba con mi cuello y sus dientes se hundieron. El placer que me invadió fue
indescriptible. Apenas pude evitar que las olas de mi liberación me arrastraran a la
inconsciencia. Mi coño se contrajo una y otra vez, temblando y eyaculando durante
lo que parecía una eternidad.

Había olvidado respirar, las emociones eran tan intensas. Sentí cuando sus
dientes dejaron mi piel, pero no pude abrir los ojos. Me sentí exprimida, satisfecha y
completamente cuidada.

Marcus me levantó de Henry y yo fui voluntariamente a sus brazos.

Henry se fue por un momento y yo lloriqueé mi disgusto por su salida.

—Sólo te está preparando un baño, Lucy —me aseguró Marcus.

Henry volvió a entrar y me sacó de Marcus. Fui a sus brazos y sentí el mismo
amor que sentí cuando Marcus me abrazó. Henry me llevó al baño, y vi que la
bañera se llenaba de agua caliente y jabón.

Henry entró en la bañera y se sentó conmigo aún en sus brazos. Luego me


bañó como una niña o la cosa más preciosa que jamás había encontrado. Me hizo
llorar. Ya me sentía emocionada, y esta ternura era casi más de lo que podía
soportar.
Cuando Henry notó las lágrimas, dejó de lavarme. —¿Te he hecho daño?

Sacudí la cabeza, pero no pude hablar.

—¡Marcus! —llamó Henry a su hermano. Cuando Marcus entró en el baño,


Henry me hizo un gesto—. ¡Algo va mal!

Marcus me levantó la barbilla. —¿Estás bien?

Asentí, la emoción todavía me ahoga la garganta.

—Creo que está abrumada —dijo Marcus más a Henry que a mí.

Asentí de nuevo, agradecida de que me entendieran.

Después de bañarme, Henry me llevó de nuevo a la cama y me acomodé en


sus brazos. Marcus se dio una ducha rápida y se unió a nosotros en la cama. Mi vida
había sido a veces solitaria con sólo Veti como compañera. Estar con estos dos
hombres, se sentía bien, como si fuera el lugar en el que siempre estuve destinada a
estar. Me quedé dormida, una vez más, exhausta y feliz.
Traducido por Conce
Corregido por Sandra

—Malcolm está muy involucrado en la alianza —dijo Jenny, justo antes de


aceptar una taza de café de uno de los drones.

Se notaba que no le gustaba demasiado la idea de que los humanos dieran


voluntariamente su sangre por nosotros. Estaba nerviosa, sus manos temblaban y
sus ojos se movían como si no pudiera creer que se estaba quedando en la corte
real de vampiros.

Por supuesto, no todos estaban muy contentos de que dos de los miembros
más prominentes de la alianza estuvieran siendo protegidos por vampiros. Como
regla, los vampiros son criaturas muy implacables. Vale, sé que es una afirmación
muy general.

Pero juro que es cien por cien verdad. La mayoría de mis casos de estudio se
basan en mis experiencias con Veti. La misma individua que estaba sentada a mi
lado y me susurraba al oído.

—No puedo creer que te hayas acostado con Marcus y Henry —siseó.

—Shh —le susurré—. No creo que te hayan escuchado en Nueva Jersey.


—Tu actitud sarcástica no te salvará, jovencita.

Puse los ojos en blanco y resoplé lo suficientemente fuerte como para que
Joanie me mirara de forma extraña desde el otro lado de la habitación, donde se
sentaba cerca de sus padres.

Estaban hablando del Duque de Draven. No lo conocía personalmente, pero


había oído hablar de él y de su hermano, Sven. Son personas realmente terribles. Y
según Jenny, están planeando un gran ataque a la corte real.

Por mucho que debería estar prestando atención, porque esto era realmente
importante, tenía los aires escandalizados de Veti que me tomaron desprevenida
mientras susurraba lo suficientemente fuerte como para que cualquier vampiro que
se precie lo oyera.

—¿Tienes alguna idea de lo que estás haciendo?

—Veti, cállate, en serio.

Veti se inclinó y me pellizcó el costado. Justo cuando estaba por contestar


algo con una palabra de cuatro letras, Clark dijo algo que me detuvo en seco.

—Están planeando erradicar a toda la familia Vasile. Dijeron que tienen


informantes en el interior. Esto no es algo que deba tomarse a la ligera.

—Entonces, ¿qué hacemos? —preguntó Joanie, frunciendo el ceño. La Triple


A se sentaba a su lado protegiéndola, como su ejército personal.

Viv aclaró su garganta. —Luchamos.

Sus compañeros asintieron al unísono.

—No vamos a dejar que se lleven a ninguna de ustedes —dijo Henry de


forma protectora y luego se dirigió a colocarse detrás de mi silla. Su brazo en mi
hombro inmediatamente trajo una sensación de estar en tierra que ni siquiera
puedo explicar.

Veti, por una vez, no dijo una palabra.

—¿Sven está realmente vivo? —dijo Joanie más como una declaración que
como una pregunta.

—Él está vivo desde hace unos días —respondió Jenny a su hija.

—¿Tiene algún nombre de quiénes podrían ser los infiltrados? —preguntó


Marcus.

Jenny agitó la cabeza. —No, ellos no sabían que estábamos escondiéndonos


para tratar de recopilar información. No fue hasta que nos pillaron escuchando una
conversación entre Malcolm y Sven que nos dieron por muertos. Vienen por
Evangelina; saben que está aquí.

—Hay algo más —añadió Clark. Él y Jenny compartieron una mirada de


conocimiento antes de continuar—: Helen estaba desesperada por recuperar a
Evangelina.

Brendon, uno de los compañeros de Viv, se puso visiblemente rígido.

Viv hizo esa cosa extraña que a veces hace, casi como si le hablara con la
mente, lo cual es obviamente imposible. Pero ella lo miró fijamente durante un
largo momento.

Las manos de Brendon estaban apretadas cuando dijo—: Helen está muerta.

Jenny frunció el ceño. —No, ella está muy viva.

—Sé con certeza que ella está, de hecho, muerta —dijo Brendon con tal
finalidad que Jenny y Clark no se atrevieron a responder.
—Levantemos la sesión —dijo Viv con un suspiro—. Podemos volver a
reunirnos más tarde para hablar de los detalles.

Ella se puso de pie, y Brendon y Ace la siguieron fuera de la habitación.


Todavía me resultaba extraño verla con mi cara, sus modales eran tan diferentes a
los míos.

Joanie se fue con la triple A. Jenny y Clark los siguieron.

—¿Podría tener unos momentos con Lucy? —preguntó Veti.

Henry me quitó la mano del hombro y él y Marcus salieron de la habitación.


Cuando sólo quedamos Veti y yo, se volvió hacia mí, poniendo mis manos en las
suyas.

Veti siempre había estado ahí para mí. Desde mi primer rasguño en la rodilla,
hasta mi primer período, ella estuvo ahí. De repente me di cuenta de que habíamos
logrado pasar casi todos los momentos de vigilia juntas excepto unos pocos
momentos robados aquí y allá. Mi corazón se sintió como si me doliera, y la emoción
me obstruyó la garganta.

—Por favor, dime qué te pasa —preguntó Veti en voz baja.

—Creo que me estoy enamorando.

La honestidad de la declaración nos sorprendió a ambas. Veti parpadeó y


tragó dos veces antes de responder.

—Sabía que estabas enamorada de Marcus, pero Henry... Sólo han pasado
unas pocas semanas. ¿Cómo puedes saberlo?

Me encogí de hombros. —No lo sé con certeza. Pero lo que siento por ambos
hombres es abrumador. Sé que los vampiros no creen realmente en las almas
gemelas.
Sacudió la cabeza. —No lo hacen, pero eso no significa que no pueda
suceder. Sólo tengo miedo de que te metas en las relaciones tan rápido. Solías
contármelo todo.

—Lo sé, pero ya soy mayor, Veti. Has pasado tanto tiempo cuidándome que
creo que has olvidado cómo vivir por ti misma. No quiero alejarte. Sólo quiero
liberarte. Ya no necesito una madre, pero me vendría bien un amiga.

Sus ojos brillaban con lágrimas sin derramar mientras asentía. —Me vendría
bien un amiga también. Te quiero, Lucy Lou. No puedo prometer que no me
asustaré de vez en cuando, he estado en este negocio de la maternidad durante
mucho tiempo. Pero no quiero asfixiarte. Y tienes razón, ya has crecido.

Me abrazó, y yo inhalé el olor familiar de su perfume. La abracé fuertemente


a mi pecho y le susurré—: Te amo, Veti.

Cuando salimos de la sala de conferencias, ambas teníamos los ojos


enrojecidos. La charla había sido buena, incluso limpiadora. Ya había pasado el
tiempo, y aunque era difícil para ambas, era lo correcto.

Veti merecía vivir la vida que estaba destinada a vivir. Nunca, nunca olvidaría
lo que ella dejó por mí.

—¿Está todo bien?

Una voz profunda preguntó, levantando mis ojos y luego otra vez. El hombre
estaba mirando a Veti, claramente preocupado por su malestar. Busqué en mi
mente, tratando de recordar su nombre.

—¡David! —Veti se ruborizó y bajó la cabeza—. Todo está bien.

—¿Estás segura? —preguntó otra vez.

—Si me disculpan un momento —dije y separé mi brazo del suyo.


Veti me dio una mirada de muerte por abandonarla, pero la ignoré
alegremente.

Noté que al alejarme sus ojos sonreían y ella le respondía al hombre alto. Tal
vez esto era lo que Veti necesitaba todo el tiempo. Un brazo serpenteó alrededor de
mi cintura y me empujó contra un pecho firme.

—Vi lo que hiciste allí —murmuró Marcus en mi pelo.

Sonreí con una tonta sonrisa, agradecida de que no pudiera ver mi cara. —
Sólo un poco de emparejamiento.

Me dio la vuelta en sus brazos, y me tragué mi sonrisa, esperando que no


estuviera molesto conmigo.

—Eres una en un millón, Lucy.

La sonrisa se deslizó y para mi sorpresa una se extendió por su cara también.


Pero no tuve mucho tiempo para verlo porque pronto me estaba besando, y para
ser honesta preferiría eso cualquier día de la semana.
Traducido por Hypatia A.
Corregido por Conce

Me encontré mirándola fijamente, incapaz de pensar, incapaz de respirar. Ella


y Veti estaban susurrando en el sofá. Me hizo preguntarme qué estaban hablando.
Fuera lo que fuera, Lucy tenía un hermoso rubor que le manchaba las mejillas.

Me recordó a la noche anterior cuando estaba en mis brazos.

Henry y yo tuvimos que llegar a un acuerdo antes. Ninguno de los dos podía
negar la atracción que ella tiene sobre nosotros. No puedo decir que estuviera
encantado con el acuerdo. Pero había algo bueno entre nosotros tres anoche, algo
que resonaba dentro de mí.

Amo a Lucy. Podría admitirlo, tal vez no abiertamente todavía. Pero he sabido
que ella ha sido la única para mí en mi corazón mucho más tiempo del que mi
mente estaría dispuesta a admitir.

No hay forma de que permita que la Alianza se acerque a ella. He pasado los
últimos veinte años protegiéndola.

Cuando la reunión terminó, Veti pidió hablar con Lucy a solas, así que Henry y
yo salimos al pasillo. No se dijo en voz alta, pero ambos la esperamos.
—¿Estás bien con esto?—preguntó con voz ronca.

Miré a mi hermano, que era un poco más alto y más musculoso que yo.
Henry es mayor, tiene magia, y siempre ha conseguido a la chica.

¿Eso me ha molestado?

Antes sí.

Viviendo tanto tiempo como los vampiros, aprendes a dejar ir las cosas
pequeñas. Veti y Henry son mi única familia, además de Lucy. Sabía que ella estaba
desarrollando una conexión con él, y honestamente, preferiría tener una parte de
Lucy que nada en absoluto. No es que la hiciera elegir. Demasiado de su corta vida le
ha sido arrebatado.

—Sí—respondí a la pregunta de Henry. —¿Tú?

—Ya te dije antes que lo estaba. No quiero que las cosas cambien entre
nosotros.

Sonreí por su tono brusco. Henry siempre sonaba enojado, incluso cuando no
lo estaba. Era su naturaleza. Nunca he visto la ternura que le muestra a Lucy, dada a
nadie más. Y eso incluye a otras mujeres que ha tenido a lo largo de los años.

Pero Lucy no es una mujer cualquiera, ella lo es todo. Y Henry es lo


suficientemente listo para saberlo.

—Sólo porque haya visto tu peludo trasero no significa que no seamos


hermanos.

Henry frunció el ceño y yo me reí. Una buena risa de vientre que se sintió
increíble. Me preguntaba cuándo fue la última vez que fui tan feliz... no recuerdo
ningún momento.
—Somos hermanos —gruñó las palabras—. He visto tu basura casi tanto a lo
largo de los años como la mía. No hagas esto raro.

La comisura de su boca se movió, y pude ver que se divertía.

Pero es demasiado rudo para demostrarlo.

—Señor, hay una situación a la que necesito que le eche un vistazo. —Ambos
nos giramos para ver a uno de los hombres de Henry acercarse.

—Ve —le dije—. La esperaré y me aseguraré de que esté a salvo.

Asintió y se fue con el guardia justo cuando vi a otro hombre doblar la


esquina.

—David —lo saludé con un apretón de manos—. ¿Cómo has estado?

David creció cerca de nuestra familia. En un momento pensé que él y Veti


podrían hacer algo con la energía que siempre parece estar cerca cuando están
cerca el uno del otro. No estaba destinado a ser. David terminó aquí en el palacio y
Veti se quedó en el país.

Claro, ella venía a la corte ocasionalmente, incluso se quedaba por largos


períodos de tiempo. Pero parecía que cuando ella la visitaba, David se iba a algún
lugar del mundo a trabajar para la familia Vasile. Cuando salvamos a Lucy por
primera vez y no sabíamos cómo íbamos a proteger a la princesa, fue él quien
sugirió a Veti que ayudara a cuidar de Lucy en un lugar alejado del mundo. Fue una
idea brillante, y una que he agradecido mucho.

Me preguntaba si mi hermana sabía que David confiaba y respetaba lo


suficiente a la hija del rey. Probablemente pensó que la elegimos porque era mi
hermana. Claro, eso tenía algo que ver. Pero David tenía razón, Veti era la única
persona lo suficientemente fuerte para criar a la princesa y protegerla.
David me dio la mano con firmeza. —Marcus, es un placer verte. Me alegra
ver que Lucy está bien.

Asentí. —Se ha convertido en una mujer increíble. Veo que has vuelto a servir
a la familia Vasile.

La expresión de David se volvió seria. —Me siento honrado de que la Reina


Vivian me quiera en su personal. Espero hacer siempre lo que pueda para servir a la
verdadera corte vampírica.

Estaba a punto de responder cuando la puerta se abrió y Veti y Lucy salieron.


Veti estaba delante de Lucy, así que no vio que yo estaba allí.

Veti y David hicieron su incómoda rutina, una con la que estoy más que
familiarizado. Pero cuando Lucy intentó meter su mano como casamentera, no pude
evitar sentir una oleada de amor y afecto por ella. Me escabullí detrás de ella y
cuando intentó escapar, le envolví el brazo en la cintura y la tiré contra mí.

Sus suaves curvas encajan perfectamente en mi duro cuerpo.

Me encantaba la forma en quedo sin aliento, como lo hace cada vez que
estoy cerca. También me encantó la oleada de lujuria y calor que siempre sentía
emanando de ella. Podía oler su deseo, y anhelaba tenerlo en mi lengua.

La tomé en mis brazos. Sonreía tan bien que no pude evitarlo. Tomé sus
labios con los míos. El sabor de ella explotando en mi boca. Mis brazos se cerraron
alrededor de su cintura. La besé como si quisiera hacer el amor con ella, sensual y
profundo, sin restricciones para follar, lo que nos dejaría a ambos sin aliento y
saciados.

Sus manos se clavaron en mi pelo, tirando fuerte. Pensé que mi polla estaba
dura como una roca, pero sus tirones hicieron alargarla aún más. Tenía tantas ganas
de follarla que no podía ver bien. La imagen de ella chupándome la polla de la noche
anterior casi me hacen correr en mis pantalones.

Le acaricié el trasero, acercándola a mí. Gimió en mi boca, sus uñas clavadas


en mi piel. Podía sentir sus firmes pechos contra mi pecho, y los quería en mi boca.
Quería follar sus tetas y correrme encima de ella como el Neandertal que soy debajo
de todo.

Quería sentir sus colmillos hundiéndose en mí y quería verla desmoronarse


mientras le surcaba el coño y el culo.

De repente era imperativo que estuviéramos en un lugar mucho más privado


que el pasillo de la corte real. Rompí el beso y me encantó la forma en que lloriqueó
ante la pérdida de mis labios por su cuenta.

Antes de que pudiera decir nada, la tomé en mis brazos y me dirigí a su


habitación, y recordando que la de Henry era la más cercana, me dirigí allí.

Sus labios estaban en mi cuello y pude oír el rápido bombeo de su corazón,


indicando que estaba tan excitada como yo. En el primer momento que tuve, pateé
la puerta para cerrarla y la puse contra ella. Mis labios chocaron con los suyos una
vez más.

Nos besamos y mordimos, destrozándonos la boca. La necesitaba desnuda...


ahora.
Traducido por Hypatia A.
Corregido por Conce

Mis bragas estaban húmedas y me dolía el corazón, algo común cuando


estaba con Marcus, pero me sentía abrumada.

Sus besos eran casi un castigo y sin embargo tan protectores y apasionados.
Me encantaba poder tocarlo. Mis manos se deslizaron sobre su fuerte pecho y
brazos esculpidos. Los moví hasta sus anchos hombros y luego hundí mis manos en
su cabello. Me encantaba la textura y la suavidad junto con el olor de su champú.

Esto fue todo. Iba a tener sexo por primera vez, e iba a ser jodidamente
increíble.

Moví mis manos de vuelta a su cuerpo. Cuando pasé por su six pack, le oí
gemir. Marcus estaba completamente erecto, y yo quería un poco de eso. Cuando
fui a desabrocharle los pantalones, oí un fuerte ruido como el de un cristal roto, y
luego un grito.

Arrancando sus labios de los míos, Marcus dijo: —Necesito ver qué está
pasando.

—¿Ahora? —Mi petición no fue desoída. Marcus extendió su mano


ahuecando mi rostro.
—No quiero nada más que estar contigo, Lucy, en todos los sentidos. Pero no
quiero ninguna distracción cuando finalmente te haga mía, y estoy seguro de que
Henry siente lo mismo.

Me ruboricé con fuerza. —Tienes razón, por supuesto que sí.

Antes de que pudiera decir algo más, la puerta de la habitación de Henry se


abrió de golpe. —Tú vienes conmigo. —Un hombre con cabello rubio blanco y una
mirada amenazante me exigió.

Marcus se paró frente a mí. —Sven, ¿qué te da derecho a decirle lo que tiene
que hacer?

Sven escupió en el suelo. —Los Vasiles están acabados. Secuestraron a mi


hermana, me mataron, mataron a mi hermano, mi sobrina está desaparecida y he
venido a vengarme.

Eso provocó algo dentro de mí y pregunté—: ¿Cómo regresaste de la


muerte? Ya han pasado dos veces, según las historias que me han contado.

—¿De verdad crees que eres la única nigromante que hay, estúpida brujita?

Los puños de Marcus se apretaron, y miró a Sven. —La tratarás con respeto
cuando le hables. Y ella no irá contigo a ninguna parte.

Sven se movió para atacar. Fue tan rápido, un movimiento borroso. En un


momento Marcus estaba parado frente a mí y al siguiente estaba luchando con una
daga de plata apuntando a su corazón. Necesitaba hacer algo, tenía que hacer algo.

Mi mano salió volando y se conectó con el antebrazo de Sven. Sentí la


oscuridad dentro de él arremolinándose y floreciendo.

Marcus me gritó que huyera, pero yo estaba extrañamente tranquila y sacudí


la cabeza lentamente. No estaba segura de por qué nunca se me había ocurrido
antes. Pero al igual que había llamado a un espíritu a un cuerpo, me preguntaba si
podía expulsar a un espíritu. Nunca he intentado quitar una vida con mi magia y
sabía que era incursionar en las artes oscuras. Sin embargo, habría ido al infierno y
regresado para salvar a Marcus.

Con una gran oleada de energía a través de nuestra piel conectada, empujé al
espíritu oscuro de Sven tan lejos como pude. Sentí la sacudida cuando la magia fluyó
a través de mí y dentro de él y luego sentí su brazo caer cuando su cuerpo se
desplomó. Cayó pesadamente contra Marcus, afortunadamente no lo apuñaló con
la daga de plata en el proceso.

—¡Está muerto! —exclamó Marcus con total confusión. Se quitó a Sven de


encima—. ¿Qué hiciste?

—Tenía que hacerlo —dije simplemente, sintiéndome un poco apagada,


mareada, supongo. Necesitaba sentarme.

—¿Tenías que hacer qué? —preguntó Marcus y luego corrió a atraparme


justo antes de que mi cuerpo se desplomara en el suelo.

No me había desmayado, pero mi nivel de energía parecía haber caído a la


nada, y apenas podía mantener mi cerebro funcionando lo suficiente como para
responder.

—Tuve que matarlo. Él iba a matarte a ti.

El ceño de Marcus se frunció—. No lo mataste, Lucy.

Asentí, justo cuando los escalofríos comenzaron a destrozar mi pequeña


estructura. —Lo maté.

—¿Cómo? —preguntó Marcus incrédulo.


—Con mi mente —susurré, con la cabeza dolorida y el cuerpo temblando.
Sentí que tenía un mal caso de gripe.

Marcus me levantó, dejando a Sven donde estaba silencioso y sin vida. Los
gritos de los alrededores del castillo se alejaban, o quizás mi conciencia se
desvanecía. Me llevó a la cama, mirándome a la cara con una expresión de
preocupación.

—¿Qué? —dije aturdida.

Pero hubo más choques fuertes y rotura de cristales. Marcus me recogió una
vez más y se trasladó a la chimenea. En un movimiento que pertenecía a otra época,
empujó el segundo candelabro hacia atrás y una puerta se abrió en los paneles.

Nos deslizamos dentro del pasillo justo cuando más gente entraba en la
habitación de Henry.

—¿Qué está pasando aquí? —Una mujer vociferaba airadamente—. Ugh,


esto es lo que viene de confiar en un Draven.

—Eres todo un encanto, Margaret, como siempre. Parece que mi hermano ha


conseguido que lo maten de nuevo. ¿Cuántas veces espera que le resuciten de entre
los muertos?

La mujer que estaba con él gruñó. No estaba segura de si estaba de acuerdo


o disgustada.

—No hay rastro de la chica, ni de Evangelina, ni de Eileen —siseó Margaret, a


quien sólo podía pensar que era Malcolm, el duque de Draven—. Recoge a Sven, y
terminemos con esto.

Me puse tensa en los brazos de Marcus. Si ellos levantaran a Sven, él les diría
sobre nuestro paradero. Estaban seguros de atraparnos a pesar de que estábamos
en un túnel secreto.
—¡Algo está mal!

La frustración en la voz de Malcolm hizo que mi pánico aumentara. —¿Qué


quieres decir? —espetó Margaret.

—Quiero decir que su cuerpo se desintegró en cenizas. No puedo levantarlo.


Esto nunca ha sucedido antes.

—Tenemos que salir de aquí, Malcolm —advirtió Margaret—. Tráelo de


vuelta o dalo por muerto, me importa un bledo.

—No puedo dejarlo —le dijo Malcolm.

—¿Tienes una bolsa para arrojarlo y una escoba para barrerlo?

Margaret sonaba como una perra malvada, pero tuve que reírme de sus
sugerencias. Afortunadamente fui capaz de hacerlo sin que me escucharan.

Sentí pena por el compañero de Viv, Brendon, que había crecido con la mujer
como su madre.

—Bien, recogeré lo que pueda en mis bolsillos.

—Eso es asqueroso —dijo Margaret con desdén.

En los siguientes momentos hubo algunos sonidos apresurados y luego


silencio.

Abrí la boca para preguntar si podíamos comprobar las cosas, pero Marcus
sacudió la cabeza, silenciándome.

Me sentía más como yo misma y quería que me bajara. Intenté apartarme de


sus brazos, pero Marcus me mantuvo más cerca. Sentí su aliento caliente en mi oído
mientras me susurraba.
—Serás castigada por no obedecerme, Lucy.

¿Por qué no respondí con miedo o temor a sus amenazas?

En vez de eso, sentí un calor en la piscina de mi vientre y el calor regresó a mi


corazón. Tuvo que oler mi excitación por sus palabras porque maldijo suavemente
en su aliento.

—No sabrás qué te golpeó, gatita.

No podía esperar para saber lo que me tenía reservado.


Traducido por Hypatia A.
Corregido por Conce

Los guardias del palacio pudieron hacer que los intrusos fueran puestos bajo
custodia. Pero no había señales de Margaret o Malcolm en la mezcla. Tampoco
pudimos averiguar por dónde entraron al palacio.

Así como Marcus me había alejado en el pasaje de la pared, había


literalmente docenas de otros escondites y túneles secretos en los que podrían
haber entrado.

Cuando Henry volvió a nosotros, insistió en que dejara el castillo y volviera a


esconderme. Puedes imaginar mi respuesta.

—¡No hay manera de que vuelva a vivir en un agujero en el suelo!

Veti levantó una ceja y dijo secamente— Vamos, no fue tan malo como todo
esto.

La rodeé con fuego en los ojos. —¡No puedo creer que estés en esto! Pensé
que de todas las personas, tú me apoyarías.

Veti parecía herida. —Lucy— imploró. Pero no estaba de humor para


escuchar.
—He pasado toda mi vida siendo una buena niña y haciendo lo que me
dijeron. Bueno, ya no voy a quedarme sentada sin hacer nada.

Henry resopló—: Quizás podamos elegir un lugar que sea más de tu agrado.

Lo miré con dudas. —No quiero dejar a mis hermanas.

Todavía no había visto a Viv o Joanie desde el ataque. Sven seguía muerto...
gracias a Dios. Y Angelina y Eva estaban a salvo y empacando para irse.

—Estarás con las chicas más jóvenes. —Marcus trató de razonar conmigo—.
Es imperativo que la Alianza no se ponga en contacto contigo. Los tres días casi han
terminado. Sé que piensas que estoy siendo injusto. Pero lo que hiciste con Sven,
Lucy, es un cambio de juego. Tienes la capacidad de impedir que un espíritu vuelva a
su cuerpo. El hecho de que puedas resucitar a los muertos es bastante asombroso,
pero esto, cielos.

Había notado que todos parecían estar recelosos de mi último


descubrimiento mágico, incluso Marcus. Estaba confundida y enojada. Si soy
sincera, todavía no me sentía muy bien. La única persona que no había hecho la
vista gorda era Henry.

Lo miré para ver que me miraba fijamente. No me miraba con miedo y no


apartaba la mirada. Me alegré de que Henry no sonriera ni intentara aplacarme. Era
un hombre de pocas palabras, y aun así cuando habló, descubrí que quería
escuchar.

—Irás y protegerás a Angélica y Eva —ordenó Henry en su forma habitual—.


También me ayudarás a entrenar a Eva en su magia. No tengo los poderes que
ustedes dos parecen tener, y te necesitaré.

Me necesitaba.
Le di una mirada de desconfianza, tratando de encontrar el vacío legal en su
argumento.

Henry me miró fijamente; una ceja levantada. —Lucy, esto es por tu


seguridad.

Me volví y fruncí el ceño a Marcus que acababa de hablar. No estaba segura


de por qué me sentía tan enojada con él. Tal vez fue la forma en que dio un paso
atrás involuntariamente cuando le miré. Me enfureció. ¿Creía honestamente que le
haría daño?

Algo feo se agitó en mi estómago. No lastimaba a la gente, ayudaba a la gente


con mi magia. Marcus me conocía de toda la vida. La forma en que actuaba hacía
que pareciera que no me conocía en absoluto. Mis ojos ardieron por un momento y
sentí emoción en mi garganta.

Me la tragué con fuerza. No lloraría, maldita sea.

Levantando mis ojos vidriosos, miré a Veti. Tenía una expresión bastante
miserable en su cara. En ese momento tuve una idea.

—Iré con Henry y nos llevaremos a las niñas. Pero insisto en que Veti venga.

Veti sonrió la sonrisa más triste que he visto nunca. —Nunca te dejaría,
querida.

Yo contaba con eso. —Perfecto, entonces insisto en que Veti y David se unan
a nosotros.

Veti se ruborizó con un violento tono de morado y balbuceó algo que no


tenía sentido.

Henry frunció el ceño. —¿Por qué necesitaríamos a David?


—Si quieres que me vaya, estos son mis términos.

—Hecho. —Marcus aceptó rápidamente—. Será como tú digas —Le di un


pequeño asentimiento—. ¿Cuándo nos vamos?

—Tan pronto como sea posible —me respondió Marcus.

Otra daga parecía alojarse en mi corazón. —Ya veo.

Marcus me miró fijamente. —No, no creo que lo hagas.

Se acercó a donde yo estaba parada. Cada paso que daba parecía empujar la
daga más lejos. No entendía por qué estaba tan enfadada con él. Me sentía de mal
humor e irritable. Una parte de mí quería arremeter contra él. Era perturbador e
inquietante.

Marcus me tomó en sus brazos, y yo fui, aunque bastante rígida. Me sostuvo


por un momento o dos antes de que mi cuerpo se ablandara automáticamente
contra él.

—No te echamos porque estemos enfadados contigo —me susurró al oído.

Sentí que esos estúpidos conductos lacrimógenos volvían a empezar sus


trucos. —No, es por mi seguridad —dije rígidamente.

Me sujetó con más fuerza, y de repente, estaba clavando mis manos en su


piel sujetándolo con la misma fuerza, si no más.

Cuando finalmente lo dejé ir, tenía lágrimas en mis mejillas. Miré a todo el
mundo, casi atreviéndome a decir algo sobre mi loco comportamiento, pero se
quedaron en silencio.

—Ven conmigo, entonces —preguntó Henry.


Lo seguí hasta el pasillo donde Eva y Angélica estaban esperando con caras
pálidas y pequeñas bolsas de dormir.

—Dijeron que nos vas a proteger —dijo Angélica antes de arrojarse a mis
brazos.

Agarré a la niña con torpeza. No tenía ninguna experiencia con niños y


especialmente no con estos cariñosos. Pero debo admitir que me sentí muy
orgullosa de que ella tuviera tanta confianza en mí.

Eva puso los ojos en blanco, como sólo un niño de siete años puede hacer y
todavía parecer adorable.

—Basta de drama, Ang. ¡Deja de ser un bebé! —Angélica se echó atrás y le


sacó la lengua a Eva.

Miré a Henry, que parecía tan perdido como yo. Tal vez fue algo bueno que
Veti y David vinieran. No tenía ni idea de cómo mantener a las niñas vivas. Entonces
me di cuenta de lo mucho que Veti debe haberse sentido de la misma manera,
excepto que cuando se vio obligada a aceptarme, yo era mucho más joven.

—¿Confías en mí? —preguntó Henry suavemente, sus labios me hacían


cosquillas en la oreja mientras se inclinaba para hacer la pregunta.

Lo miré. —Por supuesto que sí.

Me di cuenta de que esta podría ser mi oportunidad de pasar más tiempo con
Henry. Pasé tanto tiempo con Marcus que a veces se sentía más fácil con él. Aunque
me sentía sexualmente atraída por Henry, también lo admiraba y me gustaba como
persona. ¿Le había mostrado eso?

Resolví, en ese momento, que haría todo lo posible para conocerlo mejor.
Lo miré, recordando de repente cómo era él desnudo. Maldición, necesitaba
conocerlo mucho mejor.

Pude ver por el calor en sus ojos que él sentía lo mismo.

No era mi primera visita a los estados, pero nunca había intentado acampar
antes. Afortunadamente, gracias al don de la magia, teníamos todas las provisiones
necesarias, como la fontanería interior y la comida. Desafortunadamente, la tarea
de entretener a dos niñas de siete años estaba muy por encima de mi nivel de pago.

Estábamos en las Rocosas en una propiedad privada en una pequeña cabaña.


Teníamos una hornilla, sofás de alrededor de 1970, y algunas colchas de punto de
los colores más chillones que jamás había visto. Intenté hacer algunas
actualizaciones pero me detuve cuando vi lo cautivada que estaba Lucy con todo.

Era como un niño en Navidad. Abrimos uno de los armarios para encontrar
algunos juegos al aire libre. Lucy insistió en que pusiera el juego de bádminton y era
lo que estaban jugando actualmente. Ninguna de ellas tenía talento, pero era
adorable verlos.

Sentí ese extraño apretón en mi estómago mientras miraba la cara sonrojada


y los ojos brillantes de Lucy. Su cabello largo platinado estaba enrollado en un moño
desordenado y se veía desesperada, impresionantemente hermosa. Cada vez que
sus ojos se encontraban con los míos, se dirigía a mí.
Intenta convencer a tu polla de que se comporte cuando la criatura más
increíble que existe esté en tu presencia. Era algo muy difícil de hacer.

Recordé su rostro en la corte real cuando se supo que Sven estaba realmente
muerto. Quería golpear hasta la última persona en la cara que le daba un ojo
receloso, y eso incluía a mi hermano. Lucy era buena de principio a fin, era más que
obvio para mí lo asustada que estaba. La valiente fachada que intentó poner no
ocultaba el hecho de que no tenía ni idea de lo que estaba pasando.

En todo caso, me alegro de que hayamos venido al bosque sólo para que ella
pudiera reírse de nuevo. Veti y David habían asumido un papel un poco más
paternal. Incluso ahora, ella estaba preparando la cena mientras David se aseguraba
de que los tres dormitorios fueran habitables.

No estaba seguro de cómo iba a pasar la noche. Lucy informó a Veti que se
quedaría conmigo. Las niñas tenían su propia habitación, que contenía dos juegos de
literas. Si Veti quería dormir allí, podía hacerlo.

Sin embargo, estaba bastante segura, por la luz de los ojos de David, que
quería a Veti con él.

Debajo de él si era posible, y entendí totalmente la sensación.

No estaba seguro de cómo podía mantener mis manos lejos de ella. Hubo
momentos en los que la sorprendí mirándome con una mirada tan acalorada que
quise tirar a Lucy sobre mi hombro y dirigirme a la cueva más cercana. Sabía que era
una barbaridad y me importaba una mierda.

Toda esta rutina de compartir con Marcus era difícil. No sabía dónde estaban
los límites, y no ayudaba que me dijera cuando me fui que dejara que las cosas se
desarrollaran naturalmente. ¿Qué significaba eso? No puedo creer que no le doliera
si le quitaba la virginidad.
Mierda, sólo pensar en hundirme en ella me tenía duro como una roca. Me
volví abruptamente y llamé por encima del hombro y dije—: Voy a dar un paseo.
Volveré en un rato.

—Espera —llamó Lucy sin aliento.

Quería ignorarla para no avergonzarnos a los dos. Pero no pude. Había algo
dentro de mí que la anhelaba. Miré hacia atrás para verla enviando a las chicas a la
cabaña. Luego corrió detrás de mí y me cogió la mano.

Un disparo de electricidad por el contacto de su piel con la mía me despejó el


brazo.

La agarré con fuerza, sin querer soltarla.

—Me alegro de que sugirieras un paseo —decía mientras yo reducía mi paso


para que le resultara más cómodo—. Me estaba quedando sin aliento.

La miré de reojo, sintiendo mis labios retorcerse en una sonrisa. —¿No


puedes decirme que esas dos niñas te estaban agotando?

Sonrió; se le arrugó la nariz de forma adorable. —No sé cómo Veti me


manejó todos esos años. Supongo que lo di por sentado. Le debo mucho más de lo
que nunca me había dado cuenta.

Acerqué su cuerpo flexible y le puse un brazo alrededor de la cintura. Se


sentía bien a mi lado. Todavía podíamos pasear, pero éramos uno solo, inseparables.
Así es como quería que fuera siempre. Y aun así, parecía que faltaba algo.

Había hablado con Alden sobre el apareamiento cuando había más de dos
personas involucradas. Necesitaba algo de perspectiva sobre cómo funcionaba todo.

Principalmente sobre cómo evitar los celos, porque tenía que admitir que la
cercanía que Lucy compartía con Marcus era difícil para mí.
Éramos compatibles en el dormitorio, eso no hace falta decirlo. Pero no tenía
los años de adoración de Lucy para recurrir a ello. Quería conocerla. Y eso implicaba
cada aspecto de quién era como mujer, como amiga y como persona.

—¿En qué piensas? —preguntó deteniéndose para mirarme a la cara.

Sacudí la cabeza. —No es nada, ¿por qué?

—Tienes el ceño fruncido y tus cejas están unidas.

Para probar su punto, alargó la mano y me alisó la piel del entrecejo. Le


sonreí y luché contra el impulso de tomarla en mis brazos.

—Estaba pensando en ti, si quieres saberlo —le hice un guiño y le pellizqué


ligeramente el costado.

—Dios mío, espero no haber sido yo quien te hizo fruncir el ceño. —Sus ojos
bailaban cuando estaba feliz. Me encantaban las manchas amarillas doradas en su
cálida mirada marrón.

Debatí contarle todo, pero al final, pensé que la honestidad abierta sería la
única forma de que esto funcionara. —Estaba pensando en nosotros tres, tú,
Marcus y yo. Y en una conversación que tuve con Alden.

Ahora ella era la que se veía un poco aprensiva. Imité su movimiento


anterior, pero al tocar el punto entre sus cejas, se rio. —¿Qué dijo?

—Le estaba preguntando cómo lidiar con diferentes situaciones. —Me estaba
cubriendo, no quería salir y decir que mis sentimientos estaban heridos. Joder, no
era un adolescente y no necesitaba actuar como tal.

Sus mejillas se calentaron y dijo—: ¿Quieres decir durante el sexo?


Eché la cabeza hacia atrás y me reí. El sonido nos sorprendió a los dos
mientras yo seguía riendo más fuerte y por más tiempo del que lo había hecho en
mucho tiempo.

Ella tenía una sonrisa de respuesta en sus labios así como un brillante rubor
en sus mejillas. —Ahora te estás burlando de mí.

Caí en el impulso que había estado teniendo todo el tiempo y tiré de ella
contra mí. Sus ojos se abrieron de par en par y sus labios se curvaron en la sonrisa
más atractiva que jamás había visto. Sabía que podía sentir mi polla contra su
estómago. No había nada que ocultar en este momento, no con ella aplastada
contra mí.

—Nunca me burlaría de ti —dije solemnemente—. Pero la idea de recibir


consejos sexuales de alguien me parecía divertidísima. Confía en mí, Lucy. Tengo
millones de cosas que quiero hacerte a ti y contigo. Si tienes que saberlo, me
preocupaba sentirme celoso.

Ella frunció el ceño. —¿Por qué te sentías celoso?

—Tú y Marcus, tienen una buena relación y una larga historia, juntos. No
quiero que nuestra relación sea sólo sexual. Quiero que nos quieras a los dos. Tal
vez eso es presuntuoso de mi parte...

Me interrumpió—: No, no lo es. Quiero lo mismo, Henry. Lo que siento por ti


y por Marcus. Parece tan terriblemente complicado y entrelazado. No sé lo que es el
verdadero amor, pero sé que tengo un gran sentimiento por ambos.

Le puse un rizo suelto detrás de la oreja. —Yo también me preocupo


profundamente por ti.
Mis labios bajaron para explorar los suyos. Sabía a sol e inocencia y a algo
dulce y femenino que envolvía mi corazón y no lo soltaría. La besé suavemente,
vacilante. Quería que esto fuera algo en lo que ambos participáramos.

Sus manos subieron por mi pecho. Mientras ella sentía mi cuerpo bajo las
puntas de sus dedos, yo podía sentir cada roce de su piel a través de mi camiseta.
Me estaba quemando con sus dulces caricias, y yo tenía que tener más de ella.

La levanté de sus pies y profundicé el beso. Su boca se abrió para mí y me


metí dentro. Lucy me devolvió todo lo que recibió. Su lengua se blandió para
encontrarse con la mía, causando que mi estómago se apriete y mi polla palpite.

Me retiré del beso pero no la solté. —Supongo que será mejor que nos
detengamos antes de que haga algo de lo que te puedas arrepentir.

Me miró a los ojos y me dijo—: Nunca me arrepentiré de estar cerca de ti.


Bésame.

Y lo hice.
Traducido por Hypatia A.
Corregido por Conce

Besar a Henry no era nada como besar a Marcus. Incluso por la forma en que
Henry me abrazaba, era como estar protegida por esta enorme fuerza. Su cuerpo
musculoso se sentía increíble bajo mis manos. Sus labios eran exigentes, y sin
embargo, no tomaban demasiado.

Sentí una hinchazón en mi corazón por este hombre. Sus manos se movían
por mi espalda encendiendo un fuego con cada nuevo lugar que tocaba. Jadeaba
mientras me tomaba por el trasero y me levantaba del suelo. Se dijeron palabras y
luego exigí que me besara. Pude ver por el fuego en sus ojos que estaba tratando de
contener. Quería que se soltara. Quería verle romper los rígidos límites de lo que él
sentía que era su lugar.

No sabía mucho sobre los compañeros, aparte de que se suponía que había
un vínculo especial. No podía ni siquiera empezar a explicar la conexión entre
nosotros. Mis manos subieron hasta ahuecar su rostro. La barba de sus mejillas
presionaba mis palmas y me gustaba la cercanía con él. Sentí que podría haberme
subido a su abrazo y no quería estar en ningún otro lugar.

—Lo que me haces —exhaló las palabras como si dijera una oración. Sus
labios se movían de mi boca para besar mi mandíbula.
Incliné la cabeza hacia atrás, amando la sensación y queriendo sentir su boca
en mi cuello. Quería que bebiera de mí. Moví mis caderas contra sus duros
abdominales y escuché su sorda maldición.

—¿Te parece gracioso? —preguntó con voz grave.

Me eché hacia atrás lo más mínimo, apoyando mi frente contra la suya. —


Creo que es bueno que no sea la única que se siente abrumada.

Sus ojos buscaron los míos antes de hablar. —Lucy, nunca hubiera pensado
que encontraría a la única persona con la que debería estar. Es tan raro. Ni en un
millón de años podría haber imaginado compartir esa persona con otra. Pero sé que
esto es correcto. Sé que estás destinada a Marcus y a mí. Espero que no seamos
demasiado fuertes.

Por el dolor entre mis muslos diría que no era lo suficientemente fuerte.

—Te deseo, no te equivoques —continuó—. Pero quiero entrar en tu mente.


Quiero saber qué es lo que te hace funcionar. Quiero saber tus comidas favoritas,
tus colores favoritos, y lo que quieres hacer con tu vida. Quiero todo de ti, Lucy.

Mis manos se deslizaron para agarrar la parte posterior de su cuello, los


dedos pasando a través de su cabello. Podía sentir su aliento contra mis labios
mientras hablaba.

—Henry, quiero todas esas cosas. Las quiero.

Y luego me besó de nuevo, más fuerte esta vez. Sus manos resbalando bajo
mi ropa y sus dedos apretando mi culo desnudo. Empujé mis caderas contra él de
nuevo y encontré mi espalda golpeada contra la pared más cercana. Su boca estaba
hambrienta, y con cada barrido de su lengua mi coño se mojaba más y más, hasta
que tuve miedo de tener una mancha húmeda en mis vaqueros.
Me arrancó la camisa y luego tiró de mi sostén hasta que mis pezones
quedaron expuestos a él. Cuando su boca se cerró alrededor de uno, no pude evitar
el grito agudo que se escapó de mis labios. Mi cabeza cayó hacia atrás y golpeó la
pared, pero no me importó.

Me succionó el pecho duro y luego suave, lavando el pezón y burlándose de


él hasta que se puso pesado con la necesidad. Hizo lo mismo con el otro pecho y me
frotaba descaradamente contra él. Sabía que tenía mucho calor, pero no tenía ni
idea de lo bien que se sentiría mientras me frotaba el coño contra él. Y esto fue a
través de dos capas de ropa.

—Necesito estar dentro de ti —dijo gimiendo y luego estaba en el cierre de


mis pantalones, y yo estaba tratando de salir de ellos lo más rápido posible.

Se arrodilló delante de mí para ayudarme a quitarme los vaqueros, y luego


me abrió las piernas. Tuve que agarrarme de sus hombros antes de que su cara
entrara y empezara a lamer y chupar mi coño.

—Me encanta tu sabor.

Me sonrojé con sus palabras, sintiéndome licenciosa y hermosa en sus


brazos. Levantó una de mis piernas, poniéndola sobre su hombro y luego lamió mi
entrada causando que saltara contra su cara.

Miré hacia abajo y vi el reflejo de nosotros en la corriente. Pude ver la forma


en que mis pechos se empujaban hacia adelante, los pezones altos con orgullosos
picos erguidos. Pude ver la forma en que mi estómago se curvaba suavemente y
luego su oscura cabeza anidada entre mis muslos.

Era erótico, y tabú y me encantaba.

Henry añadió dos dedos bombeándolos dentro de mi canal mientras


continuaba besando mi coño, sin dejar nada sin tocar. En el momento en que
encontró mi clítoris, grité su nombre. Me miró con un malvado brillo en sus ojos, y
luego se movió hacia atrás para chupar con fuerza el tierno nudo.

Me desarmé en sus brazos y me habría caído si no me hubiera sostenido. Sus


dedos continuaron entrando y saliendo de mí hasta que los últimos vestigios de mi
orgasmo salieron de mi cuerpo. Me sentí exprimida, y aun así hueca en cierto modo.
Quería tenerlo dentro de mí. Quería saber cómo se sentía.

Abrí la boca para decir algo cuando oímos a alguien gritar mi nombre.

—¿Lucy?

—¡Un momento, Veti!

Me agaché y metí los pechos dentro de mi sostén. Henry movió mi cuerpo,


besando mi estómago, pecho, cuello y luego mis labios.

Empujé los hombros de Henry. Me permitió arreglarme la ropa, pero no tenía


intención de soltarme.

Veti vino corriendo desde la curva. Por la expresión de su cara supe que era
algo importante.

—Lucy, odio interrumpir, pero algo ha sucedido.

Henry inmediatamente se retiró mientras ladraba—: ¿Qué pasó?

—Es Angélica, se desmayó. ¡Necesito que vengas rápido!

—Llévame con ella —exigió Henry.

Veti se dio vuelta y corrió por el camino hacia el fuerte.


Traducido por Hypatia A.
Corregido por Conce

El cuerpo de Angélica comenzó a agarrotarse. Sus pequeños miembros se


movían en un patrón involuntario que me aterrorizaba. Había oído hablar de
convulsiones y epilepsia, pero verlo no era nada como leer sobre ello. —¿Tiene un
historial de ataques? —le preguntó Henry a Eva.

La otra niña sacudió la cabeza violentamente. —Esto nunca ha sucedido


antes.

Henry compartió una mirada muy preocupada con Veti y David. Me sentía
impotente, y no me gustaba la sensación. Arrodillada al lado de Angie le toqué el
brazo suavemente y se quedó quieta. No había usado ninguna magia o llamado a su
espíritu, pero los otros me miraron como si hubiera resucitado a alguien de la
muerte.

Para ser justos, ya que lo hice bastante a menudo; estaba familiarizada con la
mirada.

—¿Qué hiciste? —preguntó Veti gentilmente.

Sacudí mi cabeza en confusión, quitando mi mano en el proceso.


En el momento en que mi piel dejó la suya, ella comenzó a convulsionar de
nuevo. Rápidamente extendí la mano y la volví a tocar. Esta vez sus ojos se abrieron
y comenzó a hablar.

Pero no era la voz de una niña la que salía de su pequeño cuerpo.

—Lucy, debes escucharme.

Todos los ojos saltaron entre Angie y yo.

—La Alianza tiene otros que es como tú. Están levantando un ejército contra
los vampiros, un ejército de muertos. Debes detenerlos.

—¿Cómo? —pregunté suplicante. ¿Cómo se supone que iba a detener a todo


un ejército?

—Debes destruir a tu hermana, Lola —continuó Angie con esa otra voz
mundana.

—¿Mi hermana? —Me eché hacia atrás y casi dejo caer el brazo de Angie—.
¿Quién eres? —exigió Henry.

La cabeza de Angie se movió lentamente para mirar a Henry. Era extraño


verla actuar de esta manera. Tan aterrador como fue cuando tuvo un ataque, esto
podría haber sido casi peor.

—Soy su madre.

Henry se hizo hacia atrás, y yo solté el brazo de Angie.

Afortunadamente, Angie no volvió a caer en trance. Pestañeó para aclarar sus


ojos y luego preguntó—: ¿Qué están haciendo aquí?

Eva comenzó a llorar y Veti la tomó en sus brazos. David se acercó a ellas de
manera protectora.
—¿Qué es lo último que recuerdas? —le preguntó Henry a Angie.

Angie miró de Eva, que seguía llorando, hacia mí y Henry. Sus ojos estaban
llenos de preguntas cuando ella respondió. —Recuerdo haber jugado con Eva.

Le abrí los brazos a Angie. —Ven aquí —le dije bruscamente. Ella se movió,
viniendo a darme un abrazo. Luego se acercó a Eva.

—Tus ojos se pusieron en blanco y luego te caíste —le dijo Eva a Angie—. Fue
aterrador. Y luego comenzaste a temblar, y no pudimos hacer que te detuvieras —
Sus ojos se movieron hasta donde yo estaba todavía sentada en el suelo—. Lucy te
hizo parar. Pero entonces empezaste a hablar y no sonabas como tú.

Angie arrugó su nariz. —No sé de qué estás hablando. Nada de esto sucedió
realmente, ¿verdad?

No estaba segura de a quién le preguntaba, pero afortunadamente Veti


respondió. —Todos se enferman a veces. Vamos a buscarles algo de comer.

Acompañó a las dos chicas a la cocina y comenzó a prepararles un bocadillo.

Me levanté y me enfrenté a Henry.

—¿Qué opinas de eso? —pregunté en voz baja, sin querer molestar a Eva o a
Angie de nuevo.

—La familia real tenía siete u ocho hijos, muchos de ellos eran niñas. Es
posible que tengas otra hermana llamada Lola. Honestamente no lo sé con
seguridad. No sé quién era la voz o por qué tu difunta madre eligió pasar por Angie
para hablar contigo.

Me encogí de hombros, antes de decir—: Nunca he hablado con los muertos.


Puedo llamar a un espíritu a un cuerpo y aparentemente enviarlo lejos, pero no he
hablado con los espíritus que han fallecido. ¿Crees que ese es el don de Angie? Tal
vez ella habla con los muertos, pero debido a que es tan joven, no se ha
desarrollado completamente todavía.

Henry asintió lentamente. —Es una posibilidad. Desearía que supiéramos


más. Tenemos que hablar con la Reina Vivian y el Consejo.

Me puse tensa. —No me importa hablar con Viv, Joanie, sus compañeros o
Marcus. Pero tengo reservas sobre hablar con todo el consejo. Tiene que haber más
facciones de vampiros trabajando dentro del castillo, y por lo que sabemos es el más
alto del grupo el que está filtrando información a la alianza.

No tuve la oportunidad de decir más porque en un momento Henry y yo


estábamos aislados, lejos de los demás que hablaban, y en el siguiente, Joanie y su
triple A habían entrado en la habitación.

Alden parecía que iba a vomitar. Aiden me sonrió, y Adrian estaba


sosteniendo la mano de Joanie.

—¿Qué están haciendo aquí? —preguntamos Henry y yo al mismo tiempo

—Sueño —dijo Alden claramente como si eso fuera a resolver todas las
preguntas del mundo.

—¿Qué? —exigió Henry.

Joanie sonrió y se movió para darme un abrazo. —Tuve un sueño sobre


Angie. Los vimos a todos aquí, así como a Angie enferma, y luego hablando con esa
voz profunda. Tan pronto como me desperté, corrí hacia Viv y rogué para poder ir a
verte. Ella ayudó a enviarnos pero no pudo venir ella misma.

Estaba completamente sorprendida. —¿Cuánto tiempo has tenido estos


sueños?
A Joanie le brillaron los ojos. —No eres la única que tiene magia en ella.
Todos tenemos nuestros dones, el mío es que el espíritu camina en sueños.

—Creo que el de Angie es hablar con los muertos, y el mío es resucitarlos.

Joanie asintió y dijo—: Creo que tienes razón. La única pregunta es si


tenemos otra hermana malvada por ahí, ¿qué vamos a hacer con ella?

No tenía la menor idea.

—Vamos a encontrarla —dijo Henry con determinación—. ¿Están aquí para


quedarse o tienen que volver?

Alden tomó asiento y lo azotó antes de caer en él. —Estamos en esto a largo
plazo. ¿Ejército de zombis? Diablos, sí, adelante.
Traducido por Hypatia A.
Corregido por Conce

La nigromancia es un cierto tipo de magia que involucra la comunicación con


los muertos, ya sea convocando su espíritu o levantándolos corporalmente. A
menudo se considera brujería o magia negra ya que va en contra del orden natural
de las cosas.

Me froté las manos mientras escuchaba a Veti repetir lo que habíamos leído
sobre la nigromancia. No era nada que no hubiera discutido con ella un millón de
veces. Pero se sentía diferente sabiendo que hay alguien más con los mismos dones,
pero ella los usa para el mal.

Lola.

Me preguntaba cómo era ella. ¿Era la mayor? Viv y yo no éramos un año


mayor que Joanie. Angie era doce años más joven. ¿Estaba en algún lugar de ese
espacio? ¿Por qué ayudaba a la alianza? Deseaba entender mejor la dinámica de
todo. Una cosa era oír que Brendon se vio obligado a cuidar de su madre, y otra muy
distinta pensar que tú personalmente, podrías tener que matar a tu hermana.
Sentía mucha más empatía por el compañero de Viv. No puedo imaginarme
pasar por eso una vez, sólo para oír que necesitabas hacerlo todo de nuevo porque
había resucitado de entre los muertos.

Eva había estado inusualmente callada desde el calvario de Angie. Me


preguntaba cómo estaba lidiando con las cosas. ¿Había oído hablar de Sven? Tantas
preguntas y tan pocas respuestas.

Sentí una mano reconfortante en mi hombro y miré la expresión de


preocupación de Joanie. Intenté pegar una sonrisa en mi cara, pero debe haber
apestado, por mucho que quisiera que tuviera éxito, porque ella hizo una mueca.

—¿En qué piensas? —preguntó amablemente.

Me encogí de hombros antes de responder—: Hay demasiadas cosas que


contar.

Asintió y se sentó a mi lado. —Es bastante raro que haya otra de nosotras.

—Sí —dije arrugando mi nariz—. No entiendo cómo la corte no tiene mejor


memoria de nuestra familia. No tiene sentido.

Joanie asintió, diciendo—: Estuve hablando de eso con los triple A y


estuvieron de acuerdo. Creemos que fueron hechizados para olvidar lo que
realmente pasó durante la masacre que destruyó a nuestra familia.

—Fue muy raro hablar con mi madre —le dije—. Debí haberle preguntado
tantas cosas diferentes, y aun así fui una idiota que se quedó sentada ahí. Debí
haber obtenido más información.

La expresión de Joanie cambió de compasiva a tormentosa. —No, tienes que


dejar de pensar en eso ahora mismo. Lucy, no tenías ni idea de lo que estaba
pasando. Por lo que sabías, Angie estaba teniendo un ataque. No puedes culparte
por nada de esto. No empezamos esta guerra; vino a nosotros.
Odiaba que mi garganta se sintiera apretada y que mi ojo brillara con
lágrimas sin derramar. Quería ser tan fuerte como Joanie y Viv. Pero al crecer,
protegida del mundo real, me había perdido tantas cosas diferentes. Sentía que
estaba tratando de compensar algo, y mi cuerpo me estaba traicionando.

—A mí también me asusta —susurró suavemente.

Me volví para encontrarme con su mirada. —Sólo deseo entender mejor.

Me volví para ver dónde la mayoría del grupo estaba hablando, y Joanie
siguió mi mirada.

—Todos aquí quieren lo mismo que tú, Lucy. Todos queremos llegar al fondo
de las cosas. Todos queremos poder vivir en paz sin la amenaza de la Alianza sobre
nosotros. Todos queremos entender.

Apoyé mi cabeza en su hombro y suspiré. —Echo de menos a Marcus. ¿Cómo


manejas a tres compañeros?

Joanie se rio. —No lo hago. En realidad no. Manejan las cosas mucho mejor
que yo. Sólo confía en Henry y Marcus y trata de no pensar demasiado las cosas. Sé
que es confuso, pero una vez que has completado el apareamiento, todo parece
encajar en su lugar.

Asentí lentamente. —¿Y si no quieren aparearse conmigo


permanentemente? —Le di voz a uno de los mayores temores que me había
acosado.

—Eso no es ni siquiera una posibilidad.

No fue Joanie quien habló, sino una voz profunda que hubiera reconocido en
cualquier parte. Salí volando de los brazos de Joanie y me lancé hacia Marcus.
—¿Cuándo llegaste? ¡Te extrañé tanto! ¿Has visto a Henry? ¿Sabes lo que ha
pasado? —Cada declaración o pregunta fue interrumpida por besos que le aplasté
en la cara.

Él se reía, el sonido se derramaba en mí como miel caliente, llenando todas


las grietas.

—Te he echado de menos, Lucy.

Esas palabras eran justo lo que necesitaba. Lo sostuve más cerca, enterrando
mi cara en su cuello y oliendo la rica esencia que sólo era Marcus. Sentí una mano
en mi espalda y supe que Henry había venido a unirse a nosotros. Levantando mi
cabeza envolví un brazo alrededor de Henry y lo junté en el abrazo. —¿Viste?
¡Marcus vino por nosotros!

—Ya veo, amor —su ruda respuesta fue como un bálsamo para una herida.
Necesitaba tanto a Marcus como a Henry. Me había sentido fuera de lugar con uno
u otro, pero cuando estábamos todos juntos las cosas realmente encajaban. Levanté
la vista para ver que la habitación había sido despejada.

—¿Adónde se fue todo el mundo? —pregunté.

Marcus me dio un suave beso en la frente. —Querían darnos algo de


privacidad.

—Oh. —En lo que respecta a las respuestas, no fue la más grande.

Henry se rio y me envolvió en sus brazos. —Vamos, Pequeña.

Me llevó a nuestra habitación y me dejó caer en la cama. Vi como Marcus


cerró la puerta y vino hacia mí. Mis dos hombres se levantaron para quitarse las
camisas al mismo tiempo. Me quedé mirando mientras veía los músculos de sus
tonificados cuerpos contraerse mientras se quitaban las camisas y luego los
pantalones. Dos gruesas erecciones apenas fueron ocultadas por su ropa interior.
Tragué con fuerza.

—¿Me aceptas como tu pareja? —preguntó Marcus en un tono más


profundo de lo que estaba acostumbrada a escuchar de él.

Asentí.

—Necesito palabras, amor.

—Sí —lo dije de golpe—. Los acepto a los dos, a Marcus y a Henry como mis
compañeros.

Henry gruñó, sus largos caninos parpadeando rápidamente mientras sonreía


débilmente. Podía oler su excitación en el aire que me rodeaba, y esto intensificó la
sensación de necesidad que ya amenazaba con desbordarse. Necesitaba contarles
todo.

—Me he enamorado de ustedes, de los dos. No sé cuándo o cómo sucedió.


Pero los quiero a los dos. Quiero que me tomen, que me amen, que me reclamen, y
que prometan que nunca me dejarán ir.

—Eres nuestra —dijo Henry en un gruñido bajo que sonó casi como un
animal—. Nada nos separará nunca más.

Marcus asintió y dijo—: Estábamos destinados a estar juntos, Lucy. Henry y


yo no éramos nada hasta ti. Te amamos.

Henry se movió a la cama, acechándome como si fuera una presa. Sentí que
mi estómago se apretaba mientras se encargaba de mi ropa, casi arrancándola.
Luego se inclinó sobre mí, su enorme cuerpo me empujó contra la ropa de cama y
reclamó mis labios.
Le devolví el beso con todo el amor que tenía en mi corazón. Era crudo y
dominante y todo lo que yo quería de un beso.

Sentí que mis piernas se separaban, y luego sentí la boca de Marcus


reclamando mi coño en un beso que fue tan increíble como el que me daba Henry.
Así era como tenía que ser.
Traducido por Hypatia A.
Corregido por Conce

Marcus lamió y chupó mis jugos, hambriento en la manera en que me


tomaba. Este era finalmente mi momento, el momento en que yo sometía todo a
mis amantes, y nos convertiríamos en uno. Apenas podía soportar la anticipación de
ello.

Mis caderas querían moverse, pero Marcus las tenía bien agarradas. Henry
continuó besándome mientras sus manos serpenteaban y capturaban las mías. Sentí
que las levantaba y luego las sujetaba a la cabecera. Al mismo instante, la boca de
Marcus dejó mi coño y grité en el beso de Henry.

Pero no se iba, Marco me tomaba cada uno de los pies y me ponía las
esposas que me dejaban extendida ante ellos como un festín. Sentí el aire en mis
tiernos pliegues y disfruté de la sensación de decadencia erótica. Imaginé una
habitación llena de hombres sin rostro que todos me deseaban, se morían por un
simple vistazo de mi carne desnuda. No era nada que quisiera tener en la vida real,
pero en cuanto a las fantasías, hacía que mis jugos fluyeran aún más libremente.

Marcus estaba de nuevo entre mis muslos, apretándolos obscenamente


mientras me comía.
Los labios de Henry dejaron los míos por un breve momento mientras gruñía,
—Eres nuestra, Lucy. Nuestra para follar, amar, apreciar y extasiar cuando
queramos.

—Soy suya —susurré a través de los labios hinchados—. Hagan lo que


quieran. —Hice una breve pausa antes de agregar—. Maestros.

A Henry le brillaban los ojos y luego arrastraba sus dientes alargados por mi
garganta, yo gritaba y le rogaba que me probara, que me llevara, que hiciera su
voluntad conmigo.

Grité en el momento en que sus dientes se hundieron en mi carne. El


placentero dolor de ello me llevó inmediatamente a un orgasmo masivo que sólo se
extendió por la boca de Marcus en mi núcleo. Un orgasmo se deslizó en el siguiente,
y yo estaba indefensa contra el torrente que seguía arrastrándome. Estaba
temblando y rogando por un indulto cuando Henry finalmente levantó la cabeza.

En cuestión de segundos, había reemplazado a Marcus en la coyuntura de


mis muslos. Sólo que no era su boca la que estaba en mi entrada. Su enorme polla
se sentía como fuego contra mí. No tuve tiempo de preguntarme cómo encajaría o
qué debería sentir. Porque en un momento Henry estaba mirando al lugar donde
nuestros cuerpos se encontraban y al siguiente estaba empujando hacia mí.

Yo silencié un grito mientras mi inocencia era arrancada.

—Eres una chica tan buena —murmuró Marcus, subiendo para acunar mi
cara y ofrecerme apoyo—. Estás tomando su polla tan bien; estamos tan orgullosos
de ti.

El elogio me calentó, mientras buscaba los ojos de Marcus. Estaba


desesperada por ver que mis amos estaban orgullosos de mí, y de hecho, lo estaban.
Me besó la frente y luego la boca.
La tensión y dureza de Henry había cambiado del dolor punzante a otra cosa.
Todavía había una intensa cantidad de presión. Pero mientras Henry se retiraba y
volvía a presionar, deslizándose en mi canal húmedo, empecé a sentir algo delicioso.

Henry me follo lentamente, deliberadamente. Y todo el tiempo Marcus


susurró palabras de alabanza.

—Ahí está Lucy, justo así —Marcus me guiñó un ojo malvado antes de
capturar uno de mis pezones y darle un fuerte tirón con sus dientes.

Jadeé; el placer del aguijón parecía viajar directamente a mi clítoris. —


Mierda, hazlo de nuevo —gruñó Henry.

Marcus continuó torturando mis pechos en un dulce éxtasis mientras los


empujes de Henry aumentaban su ritmo. Mi cuerpo estaba en espiral, volando,
porque seguramente no podría haber más placer en este mundo. No podía
imaginarlo.

—Es la hora —dijo Henry y se retiró de mí tan abruptamente que grité—.


Shh, amor, todo estará bien. Ambos necesitamos estar dentro de ti para realizar la
reclamación.

Ambos.

Dentro de mí.

Maldita sea.

—¿Estás bien? —preguntó Henry tiernamente, viendo las emociones en


conflicto cruzar mi cara.

Asentí. —Palabras, amor.


Con una gran mano, capturó mi mejilla mientras me inclinaba hacia él.
Inmediatamente me sentí mejor.

—Quiero esto —dije. Mi voz era áspera, y mis ojos brillaban con las lágrimas
que se deslizaban por mis mejillas.

—Pero... —me animó.

—Tengo miedo —susurré las palabras, dejando ir el último de mis secretos—.


No quiero decepcionar a ninguno de los dos.

Marcus y Henry estaban a ambos lados de mí en un instante.

—Nunca podrías decepcionarnos, amor —dijo Henry mientras besaba los


rastros dejados por mis lágrimas.

Marcus sonrió, el amor que me tenía irradiando de su cara. —¿Qué es esta


tontería? Arrodíllate o te daré unos azotes hasta que tu culo esté en llamas.

El pensamiento de su mano en mi culo me hizo cosas extrañas a mi vientre.


—¿Así es como va a ser? —preguntó Marcus con voz ronca.

—No escuché, Maestro. —Me mordí el labio inferior y bajé los ojos.

Todo era un juego, y aun así sabía que si mis Maestros tomaban las
decisiones por mí, cuidándome, no tendría tiempo para las dudas y miedos que me
asolaban. Necesitaba someterme a ellos, y ellos necesitaban dominarme.

Marcus se movió y desató mis pies. Luego me giró para que mis manos
permanecieran atadas a la cabecera, pero mi trasero estaba en el aire. Henry
acarició mi piel, tocándome por todas partes, los hombros, la parte pequeña de mi
espalda. Incluso se tomó el tiempo de trazar la curva de mi garganta y el punto
sensible detrás de mi oreja.
—Eres tan jodidamente hermosa, Lucy —dijo tiernamente—. Eres nuestra
compañera y haremos todo lo que esté a nuestro alcance para complacerte, para
cuidarte.

—Te amo, Henry. Marcus, también te amo.

Me inclinaba hacia su caricia como un gato frotándose contra su dueño


cuando el primer golpe de la mano de Marcus cayó sobre mi trasero. Mi grito llenó
el aire mientras el calor ardiente de su primer golpe calentaba mi trasero. Apenas
tuve tiempo de pensar antes de que la siguiente mano bajara y luego otra.

Las lágrimas inundaron mis ojos una vez más, mientras Marcus me azotaba
con su mano desnuda.

El calor ardiente inundó mi región inferior. Y el dulce dolor que había


empezado a desarrollarse por el toque de Henry se convirtió en un fuego salvaje de
necesidad y deseo. Mi clítoris palpitaba, y me dolía el coño. Necesitaba ser llenado,
ser follado.
Traducido por Hypatia A.
Corregido por Conche & Lapizlazuli

Henry me desató las manos y se acostó conmigo encima de él.

Su polla me llenó justo cuando sentí que Marcus movía mis caderas para que
estuviera en posición, y luego empujó suavemente dentro del culo. En lugar de
dolor, mi cuerpo les dio la bienvenida. Estaba apretado, tan apretado que me
preguntaba si volvería a respirar.

Los incisivos de Henry se apretaron en el lado opuesto de mi cuello justo


cuando Marcus se inclinó y hundió sus dientes en mi hombro.

No sé si podría describir los sentimientos que me atravesaron. Fue glorioso,


emocionante, una experiencia religiosa, esta unión de los compañeros fue más
hermosa que cualquier cosa que haya hecho antes.

Mi cuerpo estaba lleno de los hombres que amaba, y estaba segura de que
nada podía ser más dulce.

Y entonces se movieron, y vi las estrellas.

No podría decir cuántas veces llegué al clímax durante nuestro apareamiento.


Tampoco podría decir el momento en que salí al sub espacio. Todo lo que sabía era
que cuando mi alma regresó a mi cuerpo, estaba firmemente presionada entre mis
dos compañeros.

—¿Estás bien, amor? —preguntó Henry con una mirada preocupada en sus
ojos. Asentí y no pude evitar la sonrisa que se extendió por mi cara—. ¿Qué es? —
pidió Marcus indulgencia.

—Nada —dije rápidamente, y luego grazné en protesta cuando Marcus me


pellizcó mi ya dolorido trasero—. Bien, te lo diré. Es sólo que soy verdaderamente
feliz. Por primera vez en mi vida, estoy llena. ¿Tiene eso algún sentido?

Marcus asintió y acarició mi pecho desnudo. —Yo también lo siento, Lucy —


gruñó Henry en lo que sólo puedo suponer que fue un acuerdo.

—¿Y ahora qué? —pregunté—. ¿Qué hacemos con las amenazas de la


Agencia? ¿Qué hacemos con Lola?

Henry habló, su voz amenazadora cuando dijo—: No debes preocuparte por


ella. Marcus y yo te protegeremos.

Levanté una ceja. —Tal vez los proteja a los dos contra ella. No le temo a Lola
por mí misma. Pero acabo de saber quién es mi familia. Ustedes dos y mis
hermanas, lo son todo para mí. No sé cómo esta chica puede ser nuestra hermana.
¿Quizás es una trampa?

—Pase lo que pase, nada te quitará a tu familia nunca más—dijo Marcus con
tanta autoridad que quise creerle. —Puede que tenga poderes con los que no
estamos familiarizados, pero eres una bruja poderosa además de un vampiro, Lucy.
No puedo evitar pensar que cuando tú, Joanie y Viv trabajen en equipo, será un
poder que no se parecera a nada que hayamos visto antes.

—Tus hermanas necesitan un mejor entrenamiento —añadió Henry—. Lo


mejor que se puede hacer ahora es ver que estamos listos. No necesitamos
buscarlas, parece que vienen por nosotros. Lo que necesitamos es estar preparados.
La magia que tienen tus hermanas necesita ser cultivada y aprovechada
adecuadamente.

—¿Pero qué pasa con los vampiros? —Me quedé sin aliento—. Aborrecen la
magia.

Marcus curvó su labio con desagrado. —Está mal que los vampiros tengan
que vivir temiendo por sus vidas por lo que somos, y aun así, nuestra raza hace lo
mismo con las brujas. Quizás si todo el odio y la hipocresía se abordaran, todos
podríamos vivir en paz.

Me quedé aturdida por un momento. No había considerado esta posibilidad


antes, pero Marcus tenía razón. Los vampiros odiaban a las brujas y las perseguían
hasta lo que suponían que era la extinción. Y sin embargo, los vampiros estaban
experimentando ahora lo mismo de los humanos.

¿Y si todo esto era sólo un elaborado complot? Era como si alguien usara
nuestras diferencias para crear problemas y permitirnos destruirnos a nosotros
mismos.

—¿Qué estás pensando en esa hermosa cabeza tuya? —murmuró Marcus


suavemente.

Me mordí el labio, la preocupación se grabó en mi expresión. —Los vampiros


y las brujas ya no pueden ser divididos. Si tenemos alguna esperanza, debemos dejar
de lado nuestras diferencias.

Henry me pasó un dedo por la mejilla. —Eres muy sabia, mi amor. Nos
reuniremos en la sala de guerra y le presentaremos esto a nuestra reina.

Marcus sonrió suavemente y me abrazó, como lo hacía Henry al otro lado de


mí. No sabía qué pasaría con esta guerra, las brujas, los vampiros, o mi hermana
perdida hace tiempo, Lola. Pero sí sabía que con mis compañeros a mi lado,
podíamos hacer cualquier cosa.

Sólo podía rezar para que cualquier cosa fuera suficiente.


Hubo una vez un rey vampiro que no amaba a su esposa, algunos podrían
decir que la única persona que amaba era a sí mismo. Este rey era orgulloso y
fuerte, pero también era un tonto. Tenía el amor de su pueblo. Tenía el amor de su
amante. Tenía el amor de sus esposas. Su error fue asumir que nunca podría ser
superado.

Los hijos del rey eran Fredrick, Rupert, Lola, Vivian, Lucy, Joanie, Alexander, y
finalmente Angelina. No todos nacieron de la misma madre. Cuando la primera
esposa del rey falleció al nacer Rupert, el rey quiso tener más hijos. Sin embargo, su
corazón pertenecía a su esposa muerta, y no deseaba amar a otra. Así que en su
lugar, tomó una amante, pero esto no sirvió a su propósito ya que ella parecía ser
estéril.

El viejo rey era inteligente y pensó en engañar al destino. Así que se casó de
nuevo, pero esta vez, antes de que los votos fueran prometidos, el rey visitó el viejo
aquelarre. Se realizó un hechizo, ya sea una bendición o una maldición, eso lo
decidirá usted. El rey se casó y tuvo tres hijas más.

Luego, para su deleite, su amante también le dio una hija. El rey era
codicioso, quería otro hijo. Empezó a culpar a su segunda esposa, después de todo
ella sólo le dio hembras. Seguramente era ella la que le impedía tener otro hijo.
Un día su hija mayor vio a su madre sosteniendo su muñeca contra su pecho.
Cuando le preguntó a su madre qué le pasaba, la reina sonrió y le respondió que
"nada" parecía haber pasado. Pero la hija sabía que no era así. A medida que
pasaban los días, se encontraron más y más moretones en la joven reina, comenzó a
perder peso y a verse frágil.

La hija se preocupó por su madre. Las gemelas aún no tenían dos años y la
bebé bastardo aún estaba amamantando. Sin embargo, no todo estaba perdido, ¡la
reina estaba embarazada! De repente las cosas volvieron a ser como antes, y la
joven princesa volvió a ser feliz.

Cuando llegó el día en que el bebé naciera, fue como si los cielos lloraran por
lo que seguramente sucedería. El trueno se estrelló y los relámpagos llenaron el
cielo. Los vientos corrían entre los árboles e incluso con los fuegos encendidos, el
palacio parecía un lugar frío y aterrador.

El joven Alejandro nació, pero algo estaba mal. Vivió sólo unos pocos
momentos. Lo suficiente para que su madre le diera un beso entre lágrimas en la
mejilla. El rey, que no había asistido al parto, al oír la noticia irrumpió en las
habitaciones de la reina.

Hubo gritos y furia, mientras el rey culpaba a su esposa por la muerte de su


hijo. Levantó su mano para golpearla, pero algo lo detuvo. Fue el choque de
cristales; el palacio estaba siendo atacado.

Los villanos con sus rostros amortajados comenzaron a matar todo lo que sus
ojos podían ver. Dos de ellos se salvaron con Vivian y Joanie. El capitán de la guardia
se llevó a Lucy, pero Fredrick y Rupert no tuvieron tanta suerte. Tampoco la tuvo
Lola, nadie podría haber adivinado que estaba acurrucada al otro lado de la cama
sosteniendo el cuerpo de su hermano menor mientras veía la sangre de su familia
ser derramada en el único hogar que había conocido.
Lola apretó los ojos y rezó para que su madre se salvara. Rezó para que su
hermano pequeño pudiera encontrar el aliento una vez más. Pero no importaba lo
que hiciera, Lola no podía cambiar su destino.

Un hombre alto estaba reuniendo a los muertos para quemar sus cuerpos y
arrebató a su madre de la cama. Lola no tenía más de diez años cuando se puso de
pie y le gritó al hombre. Le exigió que devolviera a su madre.

Cuando el hombre sonrió, la sonrisa no le llegó a los ojos. Tiró a su madre


muerta con los otros cuerpos. Lola tuvo un mal presentimiento en su interior
cuando él empezó a acercarse a ella. Los sentimientos de este horrible día y todas
las cosas terribles que había visto pasar a su madre se fueron acumulando. Pero ese
hombre, tirando a su madre como si fuera basura, fue la gota que colmó el vaso.

Las manos de Lola comenzaron a temblar. Apretó al bebé contra su pecho y


no pareció notar que sus brazos brillaban. El hombre se detuvo. Hubo un fuerte
ruido, tal vez Lola había estado gritando. Debió hacerlo, porque el ruido no cesaba.

—El niño está muerto —dijo el hombre malvado, y por primera vez algo de
asombro cruzó su malvado rostro.

Lola miró hacia abajo para ver los ojos de su hermano pequeño Alexander
mirándola. Él, en efecto, no sólo estaba vivo, sino que estaba llorando en voz alta.

—No lo entiendo —dijo Lola con una voz temblorosa.

El hombre sonrió mientras decía "Parece que nos eres más útil viva que
muerta.

Alcanzó al bebé.

Lola le gruñó al hombre, una vez más su cuerpo comenzó a brillar. "Si tocas a
mi hermano, te mataré.
El hombre se rió, y aún así dejó caer sus manos. —¿Cómo puede una cosa tan
pequeña estar tan enfadada? Eres la madre de la muerte, ¿no?

Lola miró a su alrededor, a la muerte y la sangre que la rodeaba y asintió.

Hombre estúpido, Lola pensó para sí misma, voy a vengar a mi madre y mis
hermanos. No permitiré que nadie como tú, mi padre o estos hombres nos hagan
daño nunca más.

Cuando los otros hombres malvados vinieron por ella, Lola se fue
voluntariamente con ellos, siempre y cuando el bebé Alexander no se apartara de su
lado. Esperaría el momento oportuno, y entonces, un día, los mataría a todos.
Es una autora multigénero con más de treinta títulos que van desde el
romance de ciencia ficción. El romance histórico, el nuevo romance para
adultos, los cuentos de hadas hasta el romance paranormal. S. Cinders vive en
el medio oeste con su esposo y dos hijos adolescentes que la mantienen
alerta. Conocida como la traviesa autora romántica, la recordarás por sus
bromas y sus atractivos personajes. Una vez que comiences, ¡no querrás
parar!

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