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Arquitectura revolucionaria

Hubo muchas opiniones generales sobre el carácter de la evolución arquitectónica, el


arquitecto Samuel Huggins escribió a mediados del siglo XX, The Course and Current of
arquitecture en el año 1863. En un capítulo titulado “El estilo del futuro” él escribió que
toda la historia del nacimiento y de las transformaciones de los estilos conspira para
comunicarnos un loco anhelo hacia un nuevo acto de voluntad, ni porque alguien lo haya
buscado, sino espontáneamente, surgiendo de las circunstancias traídas por las grandes
revoluciones políticas, intelectuales o religiosas.

Pero como se sabe, siempre hay desacuerdos y otras opiniones, ya que había otros
arquitectos de temperamento más radical que hacían deducciones exactamente opuestas
sobre las mismas elecciones del pasado. Aunque a pesar de todo no estaban ni en contra ni
a favor, en algunas cosas estaban de acuerdo así como en que habían tenido lugar
revoluciones intelectuales y políticas, y también aceptaban que la arquitectura tuvo que
experimentar muchos cambios a consecuencia de la revolución intelectual.

En el siglo XVIII la arquitectura se empezó a distinguir por obras de varios arquitectos,


pero principalmente por John Soane, E. L. Boullée, C. N. Ledoux y J. L. Durand, ya que
sus puntos de vistas eran revolucionarios más que reformistas, y el único anhelo no fue
mantener la tradición, aplicando y volviendo a interpretar los nuevos principios, sino fue
rehacer esos principios en sí mismo. Las obras que ellos crearon no fueron populares en su
época sin embargo, después de más de 100 años se empezaron a popularizar. Y es así como
se le puede llamar a estos arquitectos los precursores de la arquitectura moderna.

Se podría decir que la arquitectura revolucionaria solo puede basarse en tres características
esenciales, que sería, cómoda planificación, construcción pura y aspecto agradable, o dando
importancia a una o dos de ellas.

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