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Traducción: Diseño:
Leona Kaju
Fassy Fassy
Leona
Contenido
Dedicación 14. Adrian
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A la pequeña niña en mí que encontraba
aburridos a los héroes y se enamoró de los
villanos.
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NOTA DE LA AUTORA
Hola amigo lector,
Si no has leído mis libros antes, puede que no sepas esto, pero escribo historias
más oscuras que pueden ser perturbadoras y perturbadoras. Mis libros y personajes
principales no son para los débiles de corazón.
Trilogía Deception:
#0 Dark Deception
#1 Vow of Deception
#2 Tempted by Deception
#3 Consumed by Deception
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SINOPSIS
Mi esposo. Mi monstruo.
La verdad no siempre es lo que parece.
Papá estaba orgulloso de lo fuerte que era y de que su hijo no derramara ninguna
lágrima. Pensé en contarle todo, pero antes de que viniera a llevarme al hospital,
mamá dijo que se desharía de mí como se deshizo de la tía Annika si le mencionaba
algo a papá.
Quería pegarles a él y a mamá. Quería arrojarlos a los dos desde el auto porque
entonces pensaba que volvería a tener a la tía Annika si ellos desaparecían.
Pero ella ya se había ido y ahora sólo tenía una lápida. Una que ya nadie visita.
Toda la calidez y la alegría que traía a la casa ha desaparecido desde que mamá
ocupó su lugar.
Papá se casó con mi madre, aunque a sus amigos de la Bratva no les gusta.
“Es demasiado inteligente para su propio bien”. Escuché a uno de ellos decir.
Se pelea mucho con papá porque él no quiere que ella sea “parte del negocio”.
Una vez, mamá le dijo que si la escuchara, él podría ser el Pakhan y papá la golpeó
en la cara.
Pero supongo que es mejor que se peleen, porque cuando no lo hacen, mamá me
abofetea por el más mínimo error y papá me hace memorizar libros y conocer a sus
amigos de la hermandad.
Parpadeo cuando me pone en pie, sin saber por qué me sacó de la cama y apenas
me dio tiempo a ponerme los zapatos antes de llevarme fuera.
—¡Deprisa, Adrian! —Me empuja mamá hacia delante, con sus uñas rojas
clavadas en mi muñeca y su expresión es pálida bajo la suave luz que llega de la
calle.
—Ahora, ¡cállate! —Su mirada se desvía hacia los lados, luego se precipita hacia
su Jeep y me empuja al asiento del copiloto—. Abróchate el cinturón de seguridad.
Me aferro al asiento con las dos manos mientras estudio mi entorno. Está oscuro,
salvo por un semáforo de vez en cuando. No hay más personas ni vehículos a la
vista. Levanto la cabeza y veo “2:25 a.m.” en rojo neón en el tablero enfrente de
mamá, que sigue pisando el acelerador con más fuerza cada segundo que pasa.
Nunca ha sido una conductora cuidadosa. En todo caso, es del tipo que toca el
claxon y grita a la gente y la insulta. Sin embargo, es la primera vez que veo sus
nudillos blancos y temblorosos sobre el volante.
Sé que se han peleado últimamente y que los guardias de papá han estado
murmurando sobre ella, pero pensé que se reconciliarían, como siempre. Tienen
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fases en las que son tolerantes en la presencia del otro, pero apenas dura antes de
que empiecen a golpearse e insultarse.
—¿Por qué?
—Porque es un idiota —gruñe—. Podría ser mucho más, pero se deja dominar
por el miedo. Si él me quita mi ambición, yo le quito a su preciado heredero.
Al mismo tiempo, no me gustan las peleas, así que tal vez si no están juntos, será
mejor.
—El imbécil ni siquiera sabe hasta dónde puede llegar o hasta dónde puedo
llevarlo. Ese imbécil, Nikolai, no merece ser el líder.
—Eso no hace que su reinado sea absoluto. Recuerda, Adrian, el poder se toma,
no se da. Si hay una oportunidad de ganar, no hagas preguntas ni dudes. Tómalo.
—Aunque eso lastime a los demás. Ellos son los que se dejaron lastimar, así que
no hay que preocuparse por esos idiotas... —se interrumpe mientras mira el espejo
retrovisor y luego golpea el volante, maldiciendo en ruso.
—¡Hijo de puta! —Mamá golpea los frenos con fuerza cuando un auto se cruza
delante de nosotros horizontalmente y se detiene.
Pavel hace que me detenga frente a él, con sus manos en mis hombros mientras
nos situamos entre el auto de mamá y el que nos bloquea.
Mamá lucha contra los guardias que la detienen, maldiciendo en una mezcla de
ruso e inglés. Intenta darles una patada con el tacón puntiagudo de su zapato, pero
la inmovilizan.
Papá entra por un lado. Aunque mamá es una mujer alta, él es más alto y
corpulento, y tiene un rostro ceñudo que nunca cambia. Puedo contar con una mano
el número de veces en mi vida que lo he visto sonreír, y eso sólo ocurre cuando está
con sus amigos de la Bratva.
Hago una mueca de disgusto, aún no me gusta que la golpee. Nunca se lo hizo a
la tía Annika, al menos no cuando yo estaba cerca. Pero siempre se pone violento
con mamá.
—Perra estúpida. —Papá se limpia la cara con una servilleta—. Sabía que darías
más problemas de lo que vales.
—¡Vete a la mierda, Georgy! —gruñe ella, intentando darle una patada, pero ésta
termina en el aire porque los guardias la retienen.
Odio esta visión de mamá. Siempre he sabido que era más grande que la vida,
más fuerte también. A veces, francamente odiosa. Nunca le he perdonado que
acabara con la tía Annika, pero tampoco me gusta verla así de indefensa y sin salida.
—Eso no te exime del castigo. —Papá saca su pistola y hace un gesto con ella a
sus guardias—. Pónganla de rodillas.
Los hombres la empujan hacia abajo hasta que sus rodillas golpean el suelo, sus
zapatos hacen un sonido inquietante en el hormigón mientras ella se agita.
—Ya eres mayor, así que escucha con atención, hijo mío. —Papá aprieta la pistola
contra la frente de mamá y ella lo mira fijamente con su habitual desafío altivo, sin
que se le escape ni una sola lágrima de los párpados—. Así es como se castiga a los
traidores, no importa lo cercanos que sean a ti.
Aprieta el gatillo.
H
e sido testigo de cómo la vida se acaba delante de mis ojos.
No dos veces.
Si mamá, la intrépida Dominika que era más fuerte que la vida misma, fue
asesinada tan fácilmente, entonces el acto no podía ser tan difícil.
Por eso nunca he temido a la muerte. Nunca he mirado para otro lado ante ella.
Nunca dudé frente a ella.
He eludido las despiadadas garras de la muerte tantas veces que me creía inmune
a ella.
No me toca.
No me tocaría.
O a alguien.
Cuando seguí a Lia hasta aquí después de que enviara a su doppelgänger a casa
e intentara escapar, esto no es lo que pensé que pasaría.
Lia cae por el acantilado como una hoja. Ligera, diminuta y tan jodidamente
frágil.
Me deslizo por la ladera del acantilado, resbalando sobre la tierra hasta casi
chocar con el agua. La herida de mi bíceps grita de dolor y mis tendones se desgarran
con cada movimiento.
La idea de que Lia esté atrapada ahí fuera, desgarrada por el agua furiosa, me
tensa el cuerpo y asalta mis nervios.
Distingo una pequeña figura aferrada a una roca mientras flota en el agua, pero
no se aleja.
Dos...
Tres... 18
Un pequeño latido pulsa bajo mi dedo congelado y finalmente inhalo una gran
bocanada de aire.
Utilizo una roca como ancla mientras saco a Lia de entre las otras dos. En cuanto
se suelta, le rodeo la cintura con un brazo y acerco su cuerpo helado al mío.
Los oscuros mechones de su cabello le cubren la cara y se los aparto. Incluso bajo
el débil resplandor de la linterna, puedo ver que está pálida y que sus labios son
azules, oscureciéndose un tono a cada segundo.
Kolya y Yan tiran de la cuerda mientras los otros hombres actúan como segunda
línea de seguridad.
Coloco a Lia frente a mí para no tocar su herida, con uno de mis brazos rodeando
su pecho y el otro sujetando la cuerda.
El agua soporta nuestro peso mientras mis guardias nos arrastran hasta la orilla.
Kolya entrega la cuerda a los demás mientras él y Yan se apresuran hacia mí.
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Dejo que Kolya se lleve el cuerpo de Lia sólo para poder salir del agua. Me duelen
los músculos por el esfuerzo y la herida del bíceps palpita con un dolor al rojo vivo.
Sin embargo, en cuanto estoy en tierra firme, arranco la cuerda que rodea a Lia y tiro
de su frágil cuerpo hacia mí. Todavía está helada y sus labios están azules y... mal.
Yan se quita la suya y la lanza sobre el cuerpo de Lia, sin molestarse en ocultar su
mirada malintencionada dirigida hacia mí.
Todo lo relacionado con ella será sólo una parte de mis recuerdos.
Podría haber saltado de un acantilado para escapar de mí, pero eso no ocurrirá en
esta vida.
Es mi esposa.
La madre de mi hijo.
Jodidamente mía.
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2
Adrian
E
l estado de Lia es crítico.
No le dirá a nadie sobre la lesión de Lia. Ni siquiera al propio Pakhan. Eso es, si
quiere proteger a su familia de mi ira.
El Dr. Putin dijo que no hay inflamación cerebral, pero que debe haber golpeado
el agua lo suficientemente fuerte como para causar un desmayo.
Un día entero desde que abrió los ojos por última vez.
Después de ponerme ropa seca, no me separé de ella. El Dr. Putin tuvo que
coserme la herida del bíceps mientras yo estaba en su habitación.
Pulso la suave carne de su muñeca, deslizando mi dedo sobre las visibles venas
azules.
—¿Qué has hecho, Lenochka? ¿Por qué?
Para dejarme.
La estaba torturando.
Esas palabras cavaron un profundo agujero negro en mi alma, quizá incluso peor
que cuando me confirmó que me engañaba.
Me he vuelto insufrible en los últimos meses. Cada vez que la miraba, recordaba
que dejaba que otro hombre la tocara, que la protegía de mí, y mi ira empeoraba
cada día que pasaba.
Mi ira se convirtió en rabia y tuve que dar un paso -o unos cuantos- hacia atrás
para no herirla hasta el punto de no retorno.
A veces la odiaba.
¿Cómo voy a ser capaz de dar un paso en una dirección diferente ahora? Porque
tengo que hacerlo o la perderé para siempre.
Con lo que no contaba era con que yo formaría una conexión con ellos y que su
lealtad sería absoluta hacia mí. No hacia él. No hacia la hermandad. Hacia mí. O al
menos la de Kolya. Yan ha estado cambiando de bando entre mi mujer y yo desde
que ella entró en escena.
El hecho es que confío en mis hombres. No sólo pasamos juntos por la tiranía de
mi padre, sino también por nuestro entrenamiento militar. Se formó un vínculo entre
nosotros después de vernos en nuestro peor momento, y eso no se puede comprar
con cosas materiales.
—Rastreamos la señal hasta la casa del Pakhan antes de que ella se dirigiera al
bosque —dice Kolya—. Así que podría haberse encontrado con cualquiera allí.
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Golpeo el dedo índice contra mi muslo.
—Encontraré la manera.
—¿Has terminado?
—No. —Traga, su voz pierde algo de ira—. No sé por qué diablos dijo que te
estaba engañando, pero supongo que fue porque se dio cuenta de que la estabas
utilizando por ser la hija ilegítima de Lazlo.
Ya odio que tenga una amistad con Yan. Que últimamente le sonría más que a
mí. Y aunque he querido acabar con eso desde el principio, hasta yo me doy cuenta
de lo mucho que ha necesitado un amigo. Kolya también dijo que sería más
inteligente dejarla ser amiga de su guardia en lugar de verlo como una amenaza.
—Sólo habla con ella sin que te cierres en banda. —Suspira Yan—. Entonces
puedes matarme.
—Tampoco veo por qué ella no debería conocer su lugar en el gran esquema de
las cosas —dice Kolya.
—¿Qué? —pregunto.
—Ha sido tu esposa durante seis años y si se entera de todo, la preparará en caso
de que algo suceda.
Yan lo sujeta por el hombro.
Vuelvo a mirar a Lia. Creen que lo hago para mantenerla en la oscuridad, cuando
todo lo que he hecho ha sido para protegerla.
Eso, y que no quería que corriera la misma suerte que mi madre si se descubría
su verdadera identidad.
—¿Y la otra?
—La falsa Lia. —Lo fulmino con la mirada. Pero por el lado positivo, ni siquiera
él podía distinguirla de mi Lenochka.
—Está en coma.
—Manténgala en la casa de huéspedes hasta que descubra qué hacer con ella. No
quiero que la parecida a Lia deambule por las calles.
—Sí, jefe.
Los dedos de Lia se crispan en mi mano y sus ojos se mueven bajo los párpados
antes de abrirlos lentamente.
—Llama al Dr. Putin —ordeno, y luego me inclino hacia delante mientras Kolya
sale de la habitación.
Mi mujer parpadea un par de veces y, al ver que la vida regresa lentamente a ella,
hago un voto para recuperarla, de hacer las cosas bien.
De algún modo.
No lo hace.
En su lugar, está sin fuerzas, su expresión adormecida hace que sus ojos azules
estén apagados, casi como si una neblina los hubiera cubierto.
Sus labios se mueven y suelta un sonido. Me inclino para poder escuchar sus
palabras. Son bajas, atormentadas, y me apuñalan directamente en el puto pecho.
W
inter.
No sólo eso, sino que tampoco dijo nada más allá de esas
cinco míseras palabras. Ha estado entrando y saliendo de la
conciencia durante los últimos tres días.
Llamé a su psiquiatra, o mejor dicho, la amenacé para que viniera a ver a Lia. La
doctora Taylor es una mujer morena, pequeña, de cabello negro corto y postura
erguida, que insistió en hablar con mi mujer a solas.
La Dra. Taylor le sonríe a Lia y luego se acerca a la ventana y baja las persianas
para impedir que las vea.
—¿Por qué ha hecho eso? —pregunto con una calma que está mezclada con una
ira profunda.
La Dra. Taylor desliza sus gafas de montura dorada sobre la nariz. Le tiembla la
mano y me doy cuenta de que se siente intimidada por mí, pero me mira de frente.
Finjo que esas palabras no me atraviesan como un puto cuchillo sin filo.
—Sí.
—Que hay hombres que dan miedo fuera de su habitación y que ella no ha hecho
nada malo. También parece creer que es Winter Cavanaugh e incluso ha relatado los
acontecimientos de su vida. Por lo que me dijo, conoció a Winter y habló con ella,
así que el hecho de que sepa todos los detalles no es una sorpresa.
—¿Qué le pasa?
—Bueno, sí, Sr. Volkov. Ya se lo dije, ella lo considera una amenaza, y como no lo
recuerda realmente, estar en su presencia empeorará su caso.
—Que usted le hable es la razón por la que ha estado teniendo esos ataques de
pánico. Se cree que es Winter y usted sigue llamándola Lia. —Hace una pausa—.
Sería mejor poner algo de distancia entre ustedes dos por ahora.
Sin embargo, he visto los ataques de pánico de mi mujer. He sido testigo del
entumecimiento de sus ojos, y antes de eso, experimenté su completa rendición
cuando saltó de aquel acantilado.
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En el fondo, sé que tengo que dejarla ir.
La Dra. Taylor dice algo sobre recomendar a un colega psicoterapeuta para que
la deje en paz, pero la ahuyento con dos dedos. Se apresura por el pasillo, con sus
tacones chocando mientras sigue mirándonos a mí y a Kolya.
Miro hacia la ventana con las persianas abajo y, aunque no puedo ver a Lia dentro,
la siento.
Al principio, sólo me acerqué a ella por ser quien es y por el papel que desempeña
en mi sistema. Sin embargo, poco a poco se ha convertido en una parte integral de
mi vida.
Me hizo perder el control más de una vez cuando me creí incapaz de semejante
blasfemia.
Lia no se limitó a desafiarme, sino que se coló bajo mi piel y chocó contra mis
huesos.
Le dije que estaría a su lado hasta que se curaran sus cicatrices, pero acabé
añadiendo algunas propias.
—Sí, jefe.
Mi segundo al mando vacila antes de tocar los cortos cabellos rubios de su nuca. 31
—¿Sinceramente? Creo que se han asfixiado mutuamente.
Me enfrento a él.
—¿Cómo es eso?
—No le diste muchas opciones y ella se desquitó siendo fría y poniendo distancia
entre ustedes. Lo hizo para protegerse, creo, pero tú no eres una persona paciente,
así que la situación siguió aumentando hasta llegar a esta fase.
—Sí.
—¿Tú... lo harías?
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—Es eso o la perderé.
—Yan.
—¿Yan?
1Spetsnaz: Es la palabra rusa para referirse a los comandos de fuerzas especiales de élite militares y policiales de la actual
Federación rusa. Su traducción literal sería «unidad de designaciones especiales».
—No. Ella conoce su cara. Podría recordarle a mí y complicar su estado. Tiene
que tener un aspecto diferente y otro origen.
—Una persona sin hogar. Pon a Lia en el refugio que está bajo nuestra protección
y asegúrate de decirle a Richard que debe ser tratada con cuidado, pero ocúltale su
identidad. Nunca la ha visto, así que no debería ser difícil.
—Sí, Kolya. Dejaré que crea la mentira. Si ella quiere ser Winter, que así sea.
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4
Adrian
Un mes después
N
unca es más fácil.
Me digo que es por su bien, por su salud mental y para acabar con cualquier razón
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que tuviera para saltar al vacío.
Me digo que se acordará de mí, que un día reconocerá a Yan y le dirá que la lleve
a casa.
En todo caso, parece estar más involucrada en su falsa vida como Winter.
Odio ese puto nombre y a la mujer que hay detrás, que sigue en coma en mi casa
de invitados. Si Lia no la hubiera conocido, no habría saltado de ese acantilado y no
estaríamos aquí.
Aunque, probablemente, era sólo cuestión de tiempo que Lia intentara escapar.
El encuentro con Winter fue la gota que colmó el vaso, no la primera.
Lo que más odio de esta situación son las condiciones en las que vive. Mi
Lenochka no debería dormir en albergues o en la calle. No debería llevar ropa de
caridad y guantes rotos.
Todos los días, lucho contra el impulso de tomarla y llevarla conmigo, de llevarla
a nuestra casa donde siempre debió estar.
El cambio en ella.
A diferencia de antes, ahora Lia sonríe a menudo e incluso se ríe con Yan, o
“Larry”, como ella lo conoce. Al ver sus interacciones con él, me dan ganas de
estrangularlo.
No me gusta que se ría con él y que ni siquiera se acuerde de mí. Odio que se haya
unido a él en poco tiempo pero que sólo haya tenido ataques de pánico cuando yo
estaba a su lado en el hospital.
Pero al mismo tiempo, me gusta que esté más despreocupada, que sus demonios
no se apoderen de ella.
Yan también mencionó que no ha tenido ni una sola pesadilla desde el día en que
se quedó sin hogar. 35
Hace unas semanas, le pedí a Emily, una de las encargadas de nuestros grandes
almacenes, que le hiciera un cambio de imagen a Lia mientras tomaba pastillas para
dormir. La encargada de la tienda cambió a mi mujer para que se pareciera a las
fotos de Winter que encontramos en las cámaras de vigilancia. Cuando se despertó
en el hospital, hice que la diera de alta un médico diferente a Putin por si recordaba
algún detalle del pasado y recordaba su cara.
A Lia no le costó creer que era Winter ni adaptarse a su vida, como si siempre
hubiera sido la suya. Podría ser porque estaba acostumbrada a estar rodeada de
indigentes debido a la cantidad de voluntariados en los que participaba.
Nunca olvidé su expresión de entonces, la tristeza que había en ella, y cómo sus
ojos brillaban con un anhelo secreto de esa libertad.
Esa noche me inventé una excusa para azotarla, para castigarla por haber pensado
en dejarme. Luego me la follé como un loco, como si pretendiera purgar esa idea de
su cabeza.
Pero en el fondo, reconocía que ella creía en ello. De hecho, probablemente lo
enterró en su subconsciente hasta este momento.
Ser una persona sin hogar es para ella algo parecido a la libertad.
Kolya detiene el auto en la parte trasera del refugio en el que se aloja y esperamos.
Mi segundo al mando saca su teléfono, probablemente para comprobar los correos
electrónicos de los hackers. Boris abre y cierra su paquete de cigarrillos pero no
enciende ninguno.
Cuando sale, la siento antes de verla. Es una extraña conexión que no me di cuenta
de que tenía con ella hasta el día en que se cayó de aquel acantilado.
Sigue siendo la frágil rosa que quiero proteger del mundo, atraerla al mío y
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tragarla en mi oscuridad.
—Síguela.
—Sí, jefe. —Abre la puerta del pasajero y sale, manteniendo la distancia mientras
la sigue de lejos.
Mi atención permanece en ella hasta que dobla la esquina con Boris siguiéndola.
El ex colega de Kolya hizo maravillas con los rasgos de Yan. No sólo lo hizo
parecer unas cuantas décadas más viejo, sino que también cambió el mapa de su cara
de tal manera que le da una apariencia completamente diferente.
Actualmente, Yan es Larry, un ex veterano que tiene los pómulos altos y el pelo
canoso.
Siempre está al lado de Lia, a no ser que tenga que retocar su disfraz, y es entonces
cuando Boris, Kolya o yo la vigilamos desde lejos.
A veces miro incluso cuando Yan está con ella. En parte para verla sonreír y en
parte para golpear a mi jodido guardia en caso de que la toque. 37
—¿Mencionó algo? —Hago la misma pregunta todos los días.
Golpeo el dedo contra el muslo para evitar golpear algo. Ya debería estar
acostumbrado, pero nunca lo estoy.
La Dra. Taylor mencionó que su estado de evasión podría durar de días a meses,
y que Lia acabaría recordando quién es en realidad.
Ya ha pasado un mes y, sin embargo, mi mujer parece más interesada en ser una
persona totalmente diferente.
—¿Qué?
—La acosó y ella le dio una patada en las bolas -entre otras cosas- antes de irse.
Una luchadora.
Salgo del auto y me dirijo a la entrada trasera del refugio. Como he estado aquí
innumerables veces, ya sea para hablar de negocios con Richard o para vigilar a Lia,
conozco mi camino.
El director del albergue no sabe quién es mi mujer y nunca sospecharía que está
bajo su techo. Cuando hice que Kolya le hablara de ella, pensó que era una prostituta
a la que pretendía follar.
Ese fue su error.
Richard está de pie junto a su silla, frotando un trozo de algodón contra su mejilla
que tiene arañazos de uñas.
Esa es mi Lenochka.
El director del refugio es un hombre de mediana edad con nariz chata y cejas
pobladas. Viste con trajes baratos que le hacen parecer un aspirante a payaso.
Al notar mi presencia, se endereza, con una fea avaricia que brilla en sus ojos
anodinos y de color barro.
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—Oh. —Tropieza con sus palabras—. A-Adrian. No sabía que teníamos una
reunión hoy.
—No la tenemos.
Tira el algodón empapado de sangre y saca otro de la parte superior del escritorio.
—Espera, déjame ocuparme de esto. Una zorra estúpida me arañó y me dio una
patada en las pelotas... —se interrumpe cuando saco mi pistola y el silenciador, y me
tomo mi tiempo para colocarlo.
El sudor recorre la frente de Richard mientras observa el arma con los ojos
abiertos.
Voy a hacer esto jodidamente personal y apuñalarlo hasta que toda su sangre se
derrame.
Jodidamente nadie.
Cuando termino con Richard, no me reúno con Kolya y, en cambio, opto por
caminar a pie.
Ella está caminando delante de mí, ajena a su entorno y a mí. Sigue dando sorbos
a una bebida que robó cuando Yan no estaba. Lia nunca fue alcohólica y tampoco lo 40
es ahora. Sólo cree que es Winter, y como Winter era alcohólica, Lia cree que ella
también lo es.
Mi mujer lleva un abrigo y unos zapatos que le van un poco grandes. Yan
mencionó que siempre se queja del frío y del clima invernal. Me gustaría poder
llevarla a casa, lavarla y meterla en una cama caliente.
Después de lo sucedido con el puto director del refugio, tengo la paranoia de que
el incidente se repita. De que ya no esté a salvo, aunque mis guardias y yo estemos
casi siempre vigilándola.
Se detiene frente a un póster del New York City Ballet, frunciendo el ceño
mientras lo estudia. Mis pies se detienen a poca distancia, pero, como siempre, no se
da cuenta de mi presencia.
Winter nunca fue bailarina. Sin embargo, Lia tiene en mente que sí lo fue e incluso
le dijo a Yan que fue expulsada por una malvada primera bailarina que le pidió que
sedujera a su marido.
Por lo que sé, Winter nunca estuvo casada, ni ha tenido una relación duradera.
La Dra. Taylor mencionó que Lia inventó su versión de Winter y que podría haber
utilizado referencias de su propia vida para rellenar los huecos.
Después de tirar la lata, Lia empieza a cruzar la calle sin levantar la cabeza. Una 41
furgoneta pasa a toda velocidad por la calle y ella la ignora por completo.
No pienso mientras la agarro por el codo y tiro de ella hacia atrás. Por un segundo,
me deleito con la sensación de tocarla, aunque nos separen capas de ropa.
Lia se sobresalta, pero luego le saca el dedo medio al conductor cuando éste la
insulta. Me aseguro de memorizar su matrícula para poder cortarle la lengua
después.
La echo de menos.
Lia por fin me mira y se detiene, sus ojos de color aguamarina se ensanchan y su
respiración se entrecorta.
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5
Lia
Cuatro semanas después
P
ienso que estoy loca.
Este es el mismo Luca que quería que no sólo espiara a Adrian, sino que también
lo matara, porque yo maté al mercenario que contrató para el trabajo.
Maté a alguien.
Para proteger a Adrian, no lo pensé dos veces antes de acabar con la vida de una
persona. Por eso me volví loca. Por eso, en algún lugar de mi mente, ser Winter tenía
más sentido para mi cordura.
Puede que fuera una indigente, pero era libre y definitivamente no era una
asesina.
Luca chasquea dos dedos delante de mi cara, con su impaciencia grabada en sus
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duros rasgos. La chaqueta de cuero, la gorra de béisbol negra y la máscara le
confieren el anonimato que intenta conseguir religiosamente. No recuerdo que haya
aparecido nunca en público con la cara totalmente visible. El hedor a lejía que
desprende me llena las fosas nasales. Siempre tiene ese olor característico, porque
está obsesionado con la limpieza. Antes pensaba que tenía un trastorno obsesivo-
compulsivo, pero quizá tenga más que ver con la limpieza de cadáveres y la
matanza.
En algún lugar de los rincones sombríos de mi mente, reconocí el olor cuando era
Winter. Estuve a punto de identificarlo pero no pude.
Emociones rojas y calientes burbujean en mis venas mientras dejo que mi mano
caiga flácida a mi lado.
Levanta un hombro.
—Te abrí los ojos a la verdad. Te dije que Adrian te ha estado utilizando todo el
tiempo porque eres la hija de Lazlo Luciano.
—El único que me ha estado utilizando todo este tiempo eres tú, Luca. Te
consideraba un amigo, pero me has estado manipulando todo el tiempo. Has puesto
en peligro mi vida, la de mi hijo y la de mi marido sólo porque te sirve a ti.
—¿A mí? ¿Qué mierda, duquesa? ¿Has olvidado por qué Adrian te mantiene a su
lado?
—Eso lo tenemos que resolver él y yo. No tienes nada que hacer entre nosotros.
Los ojos de Luca brillan con una rabia desenmascarada y me agarra del brazo, sus
dedos enguantados se clavan en mi abrigo.
—Me elijo a mí antes que a ti, Luca. Ya no quiero tener nada que ver contigo.
Déjame a mí y a mi vida en paz y vete. Si vuelves a hacer daño a Yan o a cualquier
otra persona que me importe, no dudaré en dispararte como lo hice con tu hombre. 45
Puede que me vuelva loca de una vez por todas. Puede que pierda mi identidad
y me convierta en alguien totalmente diferente, pero si es para proteger a mi familia,
lo volvería a hacer sin dudarlo.
Mi familia.
Creer que no tenía ninguna relación con ellos durante dos meses fue lo más cruel
por lo que pude haber pasado. Creía que era una impostora, que había tomado al
marido y al hijo de otra mujer cuando siempre tuve a Adrian y a Jeremy. Bueno, al
menos a Jeremy.
La última vez que lo vi como Lia, me tiré por el acantilado. Mis demonios se
apoderaron de mí y no pensé en Jeremy. No pensé en mi vida y en la gente que
estaba dejando atrás.
Eso es lo que ocurre cuando tu mente se convierte en tu peor enemigo. Cuando
su único propósito es destruirte desde dentro. Es imposible pensar más allá de los
susurros de los demonios y de la necesidad de acabar con todo. Más allá de la idea
de que acabando con todo, podría hacer que todo estuviera bien.
Me trajo de vuelta.
Y eso toca un rincón profundo y oscuro de mi alma. Uno que no tenía luz, ni
esperanza, ni salida.
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Uno que consideraba el acantilado mi último recurso.
—¿Crees que puedes ir contra mí, Lia? —Luca se acerca hasta que su pecho casi
se aplasta contra el mío. Su agarre en mi brazo es inflexible, como si pensara
retorcerlo y romperlo.
Antes de que pueda entender sus palabras, pega sus labios a los míos con una
fuerza cegadora que me deja momentáneamente aturdida.
La misma voz que existe tanto en mis sueños como en mis pesadillas. La voz
profunda con un tenor ligeramente ronco que me salva de mi mente la mayor parte
del tiempo.
Sólo que ahora no parece ser el caso. A juzgar por la aterradora calma bajo su
tono, está aquí para desatar su ira.
Por primera vez desde que sorprendió a Luca besándome, los ojos de Adrian se
encuentran con los míos.
—Déjalo. Ir.
—Protégelo todo lo que quieras, Lia, pero lo mataré. Hoy o mañana o dentro de 48
una década. Sucederá.
Mi marido se posiciona frente a mí y golpea con su puño libre la pared por encima
de mi cabeza, el horrible sonido resuena en el pequeño callejón. Su cuerpo se
magnifica, casi como si duplicara su tamaño, mientras sus rasgos se agudizan. Estar
en compañía de Adrian siempre ha sido una experiencia, pero ser realmente objeto
de su ira no es diferente a chocar con un volcán a punto de entrar en erupción. Puede
que no me queme, pero la amenaza está ahí, esperando su momento para tragarme
entera.
—¿Así que ahora me estás protegiendo? ¿Qué es lo siguiente? ¿Vas a decir que te
lo estás follando por mí?
Me besó.
Se sentó y me sonrió.
Por él.
Por nosotros.
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Por la relación que nunca hemos tenido propiamente.
—Recuerdo... Sé que no soy Winter y que soy Lia. Sé que debiste vigilarme todo
el tiempo que creí que no tenía hogar y que al final me trajiste a casa.
—Al parecer, lo primero que hiciste al recordar fue reunirte con tu amante.
Deja caer su mano de la pared para poder agarrarme por la barbilla con dos dedos.
Son ásperos, destinados a castigar y herir, pero lo único en lo que me fijo es en la
sangre que marcan sus nudillos rotos.
—Puede que hayas olvidado algunas cosas, así que déjame recordártelo, Lia. Eres
mi mujer. Jodidamente mía. Eso significa que no proteges a otro hombre en mi maldita
presencia. No importa cuánto intentes protegerlo, encontraré al bastardo y lo
mataré. Entonces, cumpliré mi promesa y te follaré en su sangre.
50
Lo veo entonces. El cierre. La ira a fuego lento que eventualmente se enfriará en
la indiferencia.
Eso es lo que pasó antes. Estaba tan enfadado que se negó a tocarme por miedo a
hacerme daño y luego se alejó.
Y la única manera de hacerlo es utilizar los métodos que utilizó cuando me quería
con él.
Antes de que los nervios me dominen, me pongo de rodillas.
51
6
Lia
P
or primera vez desde que conozco a Adrian, me pongo de rodillas.
Por lo general, es él quien inicia las actividades sexuales y yo estoy allí para el
paseo. Me encanta su manera brusca y que tenga un impulso sexual sin reparos. Me
encanta que nunca parezca tener suficiente de mí.
Y ahora, quiero usar eso para que no se repliegue en sus muros altamente 52
construidos.
Debido a su indiferencia, me volví loca la primera vez. Me volví tan loca que
pensé que era una buena idea enviarle a una extraña parecida a mí, y luego me tiré
por un acantilado.
No creo que pueda seguir haciéndolo. No puedo manejar ese lado de él.
Adrian me mira fijamente con las cejas fruncidas y los ojos tan grises que se
ennegrecen en la oscuridad. Ni siquiera me importa que estemos en un lugar
semipúblico y que cualquiera pueda pasar y verme de rodillas frente a él. Siento que
si no lo hago ahora, lo perderé. Tal vez no de inmediato, pero sucederá a la larga
como antes.
Deslizo mi mano desde la raíz hacia arriba y luego hacia abajo, añadiendo presión
hasta que lo masturbo, imitando el mismo nivel de violencia que él suele emplear
consigo mismo antes de correrse sobre mis pechos, mi culo o mi coño.
Un profundo gemido sale de sus labios y lo uso como incentivo para acelerar lo 53
que estoy haciendo. Me invade una extraña sensación de poder mezclada con
excitación. Mis muslos se aprietan y mi corazón retumba tan fuerte que casi me
revienta en el pecho.
Soy yo quien le está dando placer ahora, la razón por la que está soltando los
ruidos de agradecimiento y engrosándose en mi boca. Justo en este momento, soy la
única que puede concederle la liberación.
Adrian hunde sus fuertes y delgados dedos en mi cabello y luego me tira de hacia
atrás. No suelto la punta de su polla ni aflojo las manos mientras lo miro fijamente.
Su altura bloquea la tenue luz que entra por la entrada del callejón y parece un
general, un guerrero.
Porque a pesar de la lujuria que brilla en sus ojos de ceniza, sus rasgos son duros
como el granito, brillando con la promesa del dolor.
Cuerpo.
Corazón.
Y alma.
—Sé que le has estado enviando mensajes —dice con una calma fingida que me
hiela hasta los huesos—. ¿Creías que no lo sabría sólo porque borraste los mensajes?.
Mis uñas se clavan en sus pantalones, pero eso no le disuade, ya que se retira un
poco antes de volver a clavarla y mantenerla ahí. Me ahoga, confiscando mi aire y
dejándome colgando de un hilo.
—Solo lo dejé pasar para ver hasta dónde llegarías, Lia. Hasta qué punto me 54
traicionarías.
Quiero negarlo, decirle que creía que era una impostora, que estaba celosa de mí
misma porque no lo tenía a él. Porque creía que amaba a otra mujer y no a mí.
Sin embargo, Adrian no me deja espacio para respirar, y mucho menos para
hablar.
Mis pulmones arden por la falta de oxígeno y las lágrimas se aferran a mis
párpados por la forma en que sigue sosteniendo su polla en el fondo de mi garganta.
Su otra mano me agarra la mandíbula con dos dedos y me inclina la barbilla hacia
arriba.
Niego con la cabeza, pero el gesto apenas se produce mientras Adrian entra y sale
de mi boca con un ritmo enloquecido que está fuera de control. Me siento mareada,
incapaz de respirar, y mi agarre a su muslo es ahora más para mantener el equilibrio
que para otra cosa. Siento que si lo suelto, me voy a caer.
En todo caso, mis muslos se tensan cada vez que me confisca el aire. Cada vez
que me empuja con una fuerza desmedida, maltratándome, tomando lo que quiere
de mí.
La saliva me resbala por la barbilla y las lágrimas me manchan las mejillas, pero
sigo manteniendo la boca abierta cada vez que él se retira. Sigo queriéndolo dentro,
aunque me duela la mandíbula.
Sin embargo, castigarme no parece quitarle el filo a sus salvajes rasgos. Por el
contrario, parece profundizarlos, realzarlos, agudizarlos.
—Pasé dos meses, dos putos meses, entreteniendo tu creencia de que eres Winter,
y justo cuando creo que te tengo de vuelta, justo cuando empiezo a creer que serás
diferente, lo jodes todo.
Sigue y sigue, sus caderas empujando con una crueldad que me roba los
pensamientos y la respiración.
—Jodidamente mía.
Y con eso, se corre sobre mis labios, mi lengua y mi garganta. Me trago todo lo
que puedo, pero parte de su semen rueda por mi barbilla, mezclándose con la saliva
y las lágrimas.
Estoy jadeando y me duelen las piernas, pero ignoro todo eso y me concentro en
56
Adrian.
No dejo de mirarlo. En parte por lo absolutamente hermoso que es, pero también
porque siempre me ha gustado presenciar el momento de éxtasis en su cara justo
después de un orgasmo.
Pero lo más importante es que necesito saber que todavía me quiere. Que lo que
acaba de pasar no fue sólo que me castigara o la mera fusión de nuestros cuerpos,
sino algo más.
Adrian se mete la polla con una mano y se sube la cremallera, sin molestarse en
el cinturón. Su agarre sigue siendo duro e implacable con mi cabello mientras me
tira de él.
Vuelve a agarrarme la barbilla. Esta vez, sus dedos recorren mis labios que aún
están cubiertos de su semen.
—Tuya.
—¡M ami!
Abro los brazos y me agacho mientras Jeremy corre a toda velocidad hacia mí. En
sus enormes ojos brillan las lágrimas cuando se lanza a mis brazos.
58
Mientras lo abrazo contra mi pecho y huelo su aroma a malvavisco y manzana,
siento que todo irá bien. Mientras tenga a mi bebé, estaré bien.
—Pensé que te habías ido, mami. —Solloza contra mí—. Estaba jugando con los
payasos, pero entonces Boris los detuvo y tú te fuiste.
Lo digo en serio esta vez, porque de ninguna manera voy a abandonar a Jeremy
de nuevo. Ya ha sufrido bastante para su corta edad. No me importa lo que me pase
mientras él esté a salvo.
Adrian nos lleva al asiento trasero del auto sin decir una palabra. Dios, odio su
trato silencioso. Me pone nerviosa y también me duele porque sé que lo utiliza como
un método para alejarse de mí.
No siempre ha sido muy hablador, pero al menos utiliza su voz, aparte de
ordenarme hacer cosas sexuales.
Poco después, nos vamos en el auto, con Kolya y Boris delante y nosotros tres
detrás. Jeremy está sentado entre nosotros, aparentemente ajeno a la tensión que se
respira en el ambiente, mientras me habla con entusiasmo de los payasos y de lo
divertidos que eran.
Si todavía fueran los viejos tiempos, me habría centrado en Jer y le habría dado a
Adrian el dedo medio. Pero esa falta de comunicación es lo que nos arruinó en
primer lugar.
Entregando a Jeremy una botella de zumo que llevaba en mi bolsa para nuestro
picnic, finjo estar preocupada por arreglar su bufanda mientras le pregunto a
Adrian: 59
—¿Nos seguiste?
Era una pregunta redundante de todos modos, teniendo en cuenta que apareció
poco después de que Luca me llevara. Debe haber sospechado de mí desde que le
pregunté si podía salir con Jeremy anoche.
Debería haber sabido, por todo lo sucedido en el pasado, que Adrian siempre va
un paso por delante. Sin embargo, no podía recordar realmente esos años en los que
estaba siendo Winter.
Aunque una parte de mí sintió una cierta familiaridad que hice lo posible por
ignorar.
—Tal vez.
—Tu papá tiene trabajo que hacer, Jer. —Le aparto el cabello de la cara, adoptando
mi tono más suave—. No tiene tiempo para nosotros.
Hace unos meses no me habría atrevido a decir esas palabras. Siempre me guardé
mis palabras, estaba enfadada por dentro pero me negaba a que se notara por fuera.
Sin embargo, algo ha cambiado desde que me confundí con Winter. Me liberé de
una manera que nunca creí posible, y sólo gracias a esa libertad soy capaz de abrazar
mi verdadero yo.
Aunque odiaba esos dos meses y la soledad que sentía, no odio mi nueva libertad.
O mi voz.
—¿Y con mamá? —Jer, bendito sea su pequeño corazón, es el primer miembro de
mi club de fans.
—Y con tu madre.
No es sincero, a juzgar por su tono apático, y por eso necesito golpear el hierro
mientras está caliente.
Jer se agarra a su manga, mirándolo con esos enormes ojos a los que ninguno de
los dos puede resistirse.
—Bien.
—¡Sí, Papi!
—Ya veremos.
—En dos semanas, entonces. ¿Oyes eso, Jer? Los tres nos iremos de viaje.
Los ojos de mi hijo se abren de par en par mientras mira entre nosotros.
—¿Qué tipo de viaje?
Kolya se queda un poco atrás por primera vez, sin ganas de pisarle los talones a
su jefe.
—Usar a Jeremy para forzar su mano. Eso es lo que hizo su madre. Utilizó al jefe
para que su padre hiciera las cosas a su manera. No hace falta decir que lo odia.
Mierda.
Justo cuando creo que estoy mejorando las cosas, acaban siendo mucho peores.
8
Lia
A
drian pasa el resto del día encerrado en su despacho con Kolya.
No es ninguna sorpresa.
Puede que no haya salido normal después de la caída, pero ahora soy muy 63
consciente de quién soy.
Algo cambió en mí después de esa noche y aceptaré ese cambio. Puede que no sea
mejor, pero es mejor que como era antes.
Espero a que sea la hora de dormir de Jeremy y le leo un cuento que lo haga reír.
Se abraza a mi cintura, luchando contra el sueño de sus ojos metálicos cuando caen.
Poco después, pierde la batalla por el sueño. Le quito la mano de encima y la meto
bajo la manta antes de levantarme. Por un momento, permanezco allí, observándolo
y notando lo mucho que ha crecido.
Parece que fue ayer cuando nació y tuvimos que huir para salvar nuestras vidas.
Mi bebé ha sido resistente desde el principio.
Abandonarlo con una mujer extraña, incluso con la promesa de reunirme con él,
empeoró mi estado de ánimo. Ahora lo reconozco. Por eso utilicé la información que
aprendí de Winter sobre la pérdida de su propio hijo y la mezclé con el vacío que
tenía por no tener a Jeremy conmigo. Entonces se me ocurrió una identidad
completamente diferente.
Tengo que hacer una visita a la Dra. Taylor porque tengo que evitar que eso
vuelva a suceder. Sentirme como una persona más, una extraña, en compañía de mi
hijo y mi marido fue la peor experiencia que he tenido que soportar.
En ese momento, me vi como una impostora que estaba robando la familia de otra
mujer, y que Dios me ayude, quería robarla.
Es irónico, teniendo en cuenta que pasé mucho tiempo intentando escapar de ser
yo. Nunca supe cuánto me apegaba a mi vida hasta que casi la perdí.
Resulta que siempre lo fueron. O al menos, Jeremy lo es. Tengo que hacer algo 64
con Adrian para que no me trate como una extraña
Tras besar la frente de Jeremy por última vez, salgo de su habitación y bajo las
escaleras. Me pongo un abrigo y salgo de la casa principal.
Es más o menos de la misma complexión que Kolya, pero tiene rasgos mezquinos
con labios finos y nariz puntiaguda.
Se aclara la garganta.
Sus ojos y los del otro guardia se abren de par en par ante la sugerencia.
—Hazlo entonces. Dile que venga a detenerme él mismo. —Y con eso, paso
rozando a Boris, ligeramente asustada, ligeramente excitada por el hecho de que
Adrian pueda venir a buscarme.
65
Pero antes de eso, tengo que conseguir la información que necesito.
Si Adrian sabía desde el principio que no era yo, ¿por qué le hizo daño? Se me
aprieta el pecho al pensar que la puse en peligro.
Yan está sentado en la cama, con una sudadera azul con capucha. Su larga
cabellera está suelta, cayendo hasta el cuello y dando a su rostro un aspecto más
suave. El color de su piel ha vuelto a la normalidad y el fantasma de la muerte se ha
retirado lentamente de sus rasgos.
Está pasando por los canales de televisión sin centrarse en uno en particular. Al
verme, apaga el televisor y se apoya en los numerosos cojines que lo rodean.
—¿Estás bien?
—Si estar aburrido significa que estoy bien, entonces claro, supongo que lo estoy.
Una pequeña sonrisa pinta mis labios. Su actitud es otra cosa, lo juro.
—¿Cómo has llegado hasta aquí? Pensé que Boris estaba parado como un guardia
del infierno en la entrada de mi prisión.
66
—Tengo mis maneras.
—Oye, Yan.
—¿Sí?
—Lo recuerdo.
—¿Tú... lo recuerdas?
—Por fin. Pensé que tendría que empezar a forzar la información en tu garganta.
—¿Por qué no lo hiciste?
—Exactamente.
—Lo siento.
—No te disculpes por una situación sobre la que no tenías control. La enfermedad 67
mental no es algo por lo que pedir disculpas.
Las lágrimas acuden a mis ojos y los abro para evitar que se derramen.
—Gracias.
—¡Dios mío, Yan! —grito de emoción, una amplia sonrisa estirando mis labios—
. ¡¿Eres Larry?!
Guiña un ojo.
—El único.
—Lo que sea. —Pone los ojos en blanco—. ¿Sabe el jefe que recuerdas?
—¿Puedes culparlo? Dejaste que esa idea se pudriera en su mente durante meses.
—Ya me lo imaginaba. ¿No lo hizo para que volviera a estar a su lado? —Aunque
me alegro por ello, los métodos de Adrian pueden ser extremos. Realmente me
asustó mucho en aquel entonces.
—Oh. —Una ráfaga de algo caliente me atraviesa y, por alguna razón, no es asco.
—Lo haría.
—Mierda.
Yan vacila, pasándose la mano por el cabello mientras me observa por debajo de
sus largas pestañas.
—Cuando me dispararon.
—Oh.
—Sí —murmuro.
—Pero Kolya dijo que Adrian sospecha de ti y cree que te dispararon como una
estratagema.
—No tiene pruebas que lo acompañen y no actúa sin eso. Estaré bien. Sólo
concéntrate en ti misma.
Sonrío y lo miro.
Respiro profundamente.
Llegar a estar completa depende de mí y sólo de mí. Sólo cuando reúna todas las
piezas de mi vida podré dar el siguiente paso.
L
a sobreestimulación de mi mente me impide procesar nada.
O tal vez estoy procesando tanto que mis células cerebrales se están
quemando más rápido de lo que puedo formar pensamientos.
Rojo rabia.
Follando de nuevo.
Sobre él.
Sobre todos.
El hecho de que se pusiera de rodillas por primera vez, y me dijera que le follara
la boca por primera vez, empeoró aún más las cosas.
En ese momento lo sabía, pero tenía que follarle la boca, tenía que castigarla.
Tal vez este fue su plan todo el tiempo: seducirme para distraerme.
—Sí, pero ver horas y horas de vigilancia pública será probablemente una pérdida
de tiempo. Sabe cómo cubrir sus huellas y siempre lleva una máscara y un gorro.
Sólo tenemos su perfil y es imposible obtener una identificación facial a partir de
eso.
72
Golpeo el dedo contra el muslo y me detengo cuando los puntos empiezan a
conectarse en mi cabeza. Cuando me giro para mirar a Kolya, la idea se forma
claramente.
—Estoy casi seguro de ello. —Doy una zancada hacia él y me siento a su lado—.
Sube las dos imágenes.
Tras unos cuantos clics, Kolya recupera una imagen fija de la persona que
secuestró a Lia y disparó a Yan, y la pone junto a las imágenes que hemos pirateado
hoy de las cámaras de vigilancia públicas.
La ropa es similar, pero es estándar, así que cualquiera puede llevarla. Lo que le
delata es su complexión. Tiene el mismo perfil y la misma altura y anchura.
Golpeo la pantalla.
—Sigo sin entender por qué necesitaba secuestrarla, disparar a Yan y arriesgarse
a ser atrapado. No puede ser sólo porque es su amante.
El razonamiento de Kolya tiene sentido, pero si el bastardo está tan loco por ella
como yo, se arriesgaría. Aunque, alguien de su calibre, claramente entrenado y con
la suficiente habilidad para evitar casi todas las cámaras de vigilancia, no se habría
acercado a ella en una fiesta celebrada por el Pakhan
El incidente después del cual la depresión de Lia golpeó más fuerte y admitió
haberme engañado.
—¿Podría ser el mismo hombre que participó en el golpe del verano pasado? —
pregunto a Kolya.
—Es una posibilidad. Pero considerando sus habilidades, ¿no lo habría hecho por
su cuenta? ¿Por qué iba a contratar a un mercenario para que lo hiciera en su
nombre?
—La misma razón por la que contrató a los Spetsnaz a los que disparó y dejó caer
por el acantilado con el auto. Camuflaje. Probablemente no quiere que lo relacionen
con él.
—¿Por qué querría matarte?
—Para tener a Lia para él solo —digo entre dientes apretados—. También podría
estar trabajando con uno de nuestros enemigos.
—Podría estar relacionado con Lazlo Luciano, los Rozetti o uno de los nuestros.
—¿Cómo quién?
Kirill contesta después de dos timbres, sonando tan engreído como siempre.
—¿Qué sabes?
—Sabes, por si nadie te lo ha dicho, cuando pides un favor, se supone que lo haces
amablemente.
—Mi fase agradable está llegando a su fin y también cualquier acuerdo que
podamos alcanzar juntos.
—Así que los atrapaste. Pensé que tendría que llevar mi juego de pistas al
siguiente nivel. ¿Qué quieres saber primero?
—¿Qué tienes?
—¿Y si te dijera que conozco un dato del pasado de tu mujer que quizá no
conozcas?
Sigo con el lento golpeteo de mi dedo índice en el muslo. Es imposible que sepa
que es la hija de Lazlo. Las personas que conocen esa información están muertas. Me
aseguré de ello.
—¿Qué es?
—Por supuesto que sí. Vladimir, Igor y Sergei también. ¿Traes a una mujer de la
nada y anuncias que es tu esposa y madre de tu bebé y crees que simplemente 75
asentiremos con la cabeza? Tú no cometes errores, Adrian, así que por mucho que
intentes convencer a todos de que sólo te casaste con ella por un embarazo
accidental, no me lo creo. Estoy seguro de que todo fue parte de un plan maestro.
Ahora, ¿dónde estaba yo? Correcto. El italiano. Aunque parecía normal, cuando
investigué más sobre él y sus padres, no encontré nada.
—¿Nada?
—No.
—Exactamente.
—¿Cómo se llama?
—Luca.
—¿Apellido?
Chasquea la lengua.
—Mantenme informado.
—Sí.
Sólo hay otra persona que puede contarme los detalles, aunque tenga que
castigarla.
—¿Sobre qué?
Aprieto el puño.
—Lo sé.
—¿De mí?
—Sí, señor. Sabes que aún está enfadado por cómo la llevaste al borde de ese
acantilado.
—Estoy de tu lado. Y para hacerlo, tengo que decirte las cosas como son. Así ha
sido durante las últimas tres décadas.
Con eso, salgo de la oficina y subo las escaleras. No me molesto en cenar, no tengo
apetito.
Son las diez de la noche, así que Lia debe estar en la habitación de Jeremy. Me
dirijo allí, empeñado en sacarla y extraer las respuestas de su piel.
La necesidad furiosa de más que sentí desde que pinté su boca con mi semen
vuelve con fuerza.
¿No me digas que todavía está con Yan? Si ese es el caso, yo...
Una bandeja de comida está sobre el tocador, rodeada de más velas y rosas.
—Oh. —Ella levanta la cabeza—. Se supone que no ibas a volver hasta dentro de
media hora. Ni siquiera me he maquillado...
Por nosotros.
C
uando planeé esto, tenía un pensamiento en mente: llegar a Adrian.
Para asegurarme de que tenía todo preparado, saqué las velas, las sábanas y la
lencería que compré hace un año pero que nunca tuve el valor de usar. Tuve que
esconderlos en el fondo del armario como si fueran una especie de vergüenza.
Por aquel entonces, me daba más miedo la idea de él y no quería ceder del todo a 79
mis sentimientos ni a él.
Sin embargo, esa parte es la que me hizo perder la cabeza, porque me negué a
algo que quería mucho, y al hacerlo, me fastidió la cabeza.
Así que ahora, mientras me sujeta por el brazo, los charcos grises oscuros de sus
ojos brillando con malicia, no huyo.
Me quedo mirando.
Me quedo.
Me quedo en el momento.
Lo cual no es tan difícil ya que Adrian es capaz de confiscar toda mi atención con
sólo estar ahí.
Bueno, demasiado.
Espabila, Lia.
Ignoro cómo me escuecen sus palabras, sobre todo porque nunca hemos tenido
una cita, pero me calmo.
80
—Bueno, quiero una cita contigo.
—Si por una cita, quieres decir que o respondes a mis preguntas o te pongo el
culo rojo, entonces bien, Lia. Tengamos una cita.
—¿A qué estás jugando? ¿Vas a seducirme para pedirme algo después? ¿Para salir
y poder ver al hijo de puta, tal vez?
—No. —Sacudo la cabeza—. Nunca te he engañado, Adrian. Te lo juro.
Me agarro a su muñeca, no para quitarlo, sino para tocarlo, para establecer una
conexión con él y que no se rompa el hilo vulnerable que existe entre nosotros.
—¿Qué tal si te trato igual, Lia? ¿Debería traer una amante también? Te ataré a la
cama y me la follaré delante de ti mientras miras. ¿Es eso lo que quieres?
—¡No! —Las lágrimas llenan mis ojos y un monstruo de ojos verdes asoma su
cabeza desde lo más profundo de mi alma.
No tengo ninguna duda de que lo haría sólo para darme una lección, para herirme
tanto como yo a él, y no creo que sobreviviera a la visión de Adrian tocando a otra
mujer.
—¿Por qué no? Me enviaste a tu doble, así que ¿no es eso lo que esperabas que 81
pasara? ¿Qué me la follara?
Lágrimas amargas resbalan por mis mejillas y aprieto los labios para que no
tiemblen.
—Contéstame, Lia.
—No estabas pensando, pero obviamente pensaste bastante en que ella ocupara
tu lugar. ¿La imaginaste en mi cama? ¿Te gustó esa imagen?
—No te engañé y nunca sería capaz de hacerlo. No cuando eres dueño de cada
parte de mí.
—¿Soy dueño de cada parte de ti? —Sus ojos se oscurecen hasta alcanzar un tono
aterrador.
Asiento con la cabeza, aunque no se nota mucho con el agarre que tiene en mi
cabello.
Yo tengo ese efecto en él. No es otra mujer la que rompe su fría fachada y saca al
hombre que lleva dentro, soy yo. 82
Sólo conmigo.
Mi marido se sienta a horcajadas sobre mí y me agarra las dos muñecas con una
mano, luego me las pasa por encima de la cabeza, usando el cordón de mi bata para
atarlas al poste de la cama. Mi corazón se estremece con cada uno de sus seguros y
metódicos movimientos.
Me está derritiendo pieza a pieza, y no hay manera de que pueda resistirme a él.
En todo caso, necesito este lado de él. Necesito el placer desenfrenado y la pasión
imparable.
Tengo una vista sin restricciones de su pecho desnudo y de los tatuajes de manga
completa que siempre me ponen nerviosa.
Sus ojos cenicientos se deleitan con mi desnudez mientras habla con velada
despreocupación.
—¿Castigarme?
Su cinturón se agita en el aire antes de caer sobre mis endurecidos pezones. Grito,
el sonido resuena en el silencio mientras un dolor abrasador estalla en mis sensibles
picos.
Santa. Mierda.
Vuelve a abofetearme los pechos y yo gimo, pero esta vez el escozor no se queda
en la superficie, sino que se hace más profundo y oscuro para llegar a la parte
enferma y retorcida de mí que sólo Adrian puede tocar.
—No... lo juro...
—Yo no... no hubo ninguna aventura... ahhh... —Mi voz termina en un grito
cuando su cinturón se encuentra con mi estómago.
¡Azote!
Me arqueo fuera de la cama, mis ojos se llenan de lágrimas hasta que mi visión se
vuelve borrosa, pero encuentro su mirada de frente.
—Puedes azotarme hasta la muerte, pero no diré una mentira... nunca he mirado
a otro hombre que no seas tú.
—¿Nunca has mirado a otro hombre que no sea yo? —¡Azote!— Entonces, ¿quién
era el hombre que estabas besando, Lia?— ¡Azote!— ¿Quién diablos era?
—Eres la única que puede hacer que esto pare dándome lo que quiero. Deja de
jodidamente protegerlo.
—No...
—¿Por qué no me lo dijiste cuando te enfrenté por primera vez? ¿Por qué tuviste
que herirme hasta que yo tuve que devolverte el daño?
—No es...
—¡No es mentira!
¡Azote!
—Ahhh... por favor... creo en lo que acabas de decir. Confío en que no tenías
intención de utilizarme, de verdad. Ahora tienes que creerme... por favor... por
favor...
—¿Hacernos qué?
—Matarnos de nuevo.
Unas líneas duras marcan sus rasgos y puedo decir que está al borde de algo... no
sé qué.
Desliza el cinturón entre mis piernas, por la carne sensible de mi muslo, pero no
me azota. En todo caso, su tacto es tranquilizador, alejando el dolor y sustituyéndolo
por un gozo carnal. Uno que late bajo mi piel y se conecta con mis huesos.
87
Tiro de las ataduras de mis muñecas y tobillos, pero eso sólo las aprieta alrededor
de mi tierna carne.
Si fuera por mí, habría mantenido a él y a Adrian lo más lejos posible el uno del
otro. Pero conociendo la naturaleza cerrada de mi marido, seguirá torturándome y
torturándose hasta que consiga las respuestas que necesita.
—¿Qué gente?
—Pero acabaste en la mía. —Hay un toque más suave en su tono y casi lloro de
agradecimiento.
Cierra los ojos durante un breve segundo, gruñendo. Cuando los abre de nuevo,
88
gruñe:
—¿Quieres que te folle ese apretado coño hasta que grites, Lenochka?
—Sí...
Sus castigos tienen un curioso efecto sobrecogedor que me hace delirar y pedir
más.
Siempre querré más con Adrian, incluso más de lo que él puede darme.
Como su corazón.
Su alma.
Es justo después de que confiscó el mío. Los tiene en la palma de su mano, si los
89
aplastará o los revivirá, nadie lo sabe.
Pero sigo aferrándome a la esperanza de que los seis años que hemos pasado
juntos signifiquen algo.
El orgasmo llega con una explosión repentina que no siento hasta que me golpea.
No hay advertencia, ni señal de peligro.
Sólo... libertad.
—Adrian... Oh, sí... sí...
—Adrian...
Sé que lo hizo cuando pensé que era Winter, pero esto es diferente. Este está hecho
para mí. Su lengua se encuentra con la mía, y lo beso con abandono, dejando que me
devore entera.
Me besará de nuevo.
Después de que le dije que lo había engañado, Adrian dejó de besarme, y eso me
mató lentamente. Ahora que ha vuelto a hacerlo, eso debe significar que me cree,
¿no?
Cuando se retira ligeramente, estoy jadeando, pero mis ojos están caídos. Podría
quedarme dormida besándolo, dejando que me explore toda la noche.
C
uando me despierto, mi corazón se hunde.
Pensé que por fin me creía. Pensé que confiaba en mí, o al menos había empezado
a hacerlo.
Número desconocido: Tuviste que ir y forzar mi mano, duquesa. Ahora cargarás con las
consecuencias. Le dije a Adrian que me ayudaste en su intento de asesinato. Descansa en paz.
¡No!
No...
Me pongo una bata y corro hacia la puerta, pero mis pies se detienen cuando se
abre y Adrian aparece en el umbral. Su rostro es una máscara inexpresiva, carente
de emociones.
—No es lo que piensas... Puedo explicarlo...
—¿Explicar qué? ¿Qué me querías muerto? —Saca una pistola y yo doy un paso
atrás.
—No... no... no quiero que mueras. Te quiero. Estoy enamorada de ti, lo he estado
durante años.
—No...
—No.
92
—¡Dispara!
—¡No!
Un estallido resuena en el aire y grito tan fuerte que me estallan los oídos.
Adrian.
Mis dedos temblorosos recorren su pecho y bajan por su bíceps tatuado hasta el
antebrazo, buscando mecánicamente cualquier lesión.
—Sí. Estás bien. —Sus labios encuentran la parte superior de mi cabeza y rozan
mi cabello, creando un zumbido de comodidad, de... seguridad.
Mi marido.
Después de que me follara hasta que mi voz se volviera ronca y no quedaran más
sonidos ni orgasmos en mí, no recuerdo mucho.
—¿Tienes hambre?
—No. —Inclino la cabeza hacia atrás pero no salgo de su abrazo mientras lo miro
fijamente. Es de noche y algunas de las velas siguen encendidas, sus tonos rojos
proyectan un cálido resplandor sobre su rostro.
93
Me encanta su rostro.
Me encanta que sea más hermoso que un dios griego e igual de letal.
Pero, sobre todo, me encanta cómo sus duros rasgos de granito se suavizan a mi
alrededor. Como si nadie en el mundo fuera digno de su lado amable excepto yo, y
Jer.
—Lo sé.
—Si quieres que beba agua de tu mano, sólo tienes que decirlo.
—No quiero que bebas agua de mi mano. —Después de dar un trago, me agarra
la mandíbula. Su boca se encuentra con la mía y vierte el agua en ella. Me
mordisquea el labio, luego sus dientes tiran de él y lo chupa dentro de su boca
caliente y húmeda.
—No es eso lo que quería decir —suelto, y luego me trago la mitad de la botella
de un tirón para calmar la sequedad de mi garganta y la vergüenza que me calienta
las mejillas. 94
—Más despacio. —Aleja la botella—. O te vas a ahogar.
Nunca aburre.
—¿Cuándo?
—Esa... noche en el acantilado. La guardia de Rai fue rápida, pero aun así nos
encontró en poco tiempo.
Me toca la mejilla.
—Dental.
—¿Desde cuándo?
—Acabo de hacerlo.
—¿Imposible?
—Iba a decir un imbécil. No puedo creer que me haya estado siguiendo todo el
tiempo. —Aunque no debería sorprenderme y me ha salvado la vida, el hecho es
que lo ha estado haciendo en secreto.
—Lo hice.
—Después de ver ese delicioso miedo en tus ojos, no. Tenía que explorarlo... y a
ti.
—Eres un sádico.
—Si tú lo dices.
—Correcto.
—Sí.
—No lo sientas.
—Lo hizo.
Su mandíbula se aprieta.
—No.
—Pero...
—No, Lia. No te he mantenido alejada todo este tiempo para traerte ahora.
—Es porque somos marido y mujer que te estoy protegiendo. Este tema está
cerrado para la discusión.
—Eres un dictador.
—Tanto es así que secretamente odiaba a tu esposa. Quería arrancarle los ojos.
—Mírame, Lia.
—Nos tenías.
—No durante ese primer mes. Pero al final me trajiste a casa. Gracias y lo siento.
—¿Por qué?
—¿Primero Yan está de tu lado y ahora Kolya? ¿Son Boris y Ogla los siguientes?
—Ajá. 98
Le aprieto más el bíceps.
—Lo siento.
—Estoy seguro de que está más que arrepentida. Tuvo un final que se ajusta a las
películas de Disney.
—Oh, Adrian... —Me duele el corazón por él como si el dolor fuera mío. Puede
que no fuera cercano a su madre, pero seguía siendo la mujer que lo dio a luz y lo
crio. Su muerte debe haberle afectado de alguna manera.
No es de extrañar que haya crecido como una bóveda emocional. Debe ser difícil
para él sentir después de todo lo que pasó en su infancia.
Trago saliva.
—En realidad no, pero se espera de nosotros que protejamos a nuestro Pakhan.
—No lo hagas.
—¿Qué?
A
l día siguiente, hay algo que me sigue molestando.
Como es de noche, hay una luz suave en su sencilla habitación que parece sacada
de un hospital. Probablemente la enfermera mantiene la luz encendida para cuando
viene a verla. Me di cuenta de que salía del edificio antes y fue entonces cuando me
armé de valor y vine aquí justo después de acostar a Jeremy.
Una de sus frágiles manos está sobre su estómago y la otra a su lado, un tubo 101
intravenoso le perfora la piel y está conectado a una bolsa colgada sobre su cabeza.
Miro fijamente la puerta para asegurarme de que está abierta y de que no estoy
atrapada aquí con ella. Puede que esté en coma, pero me da miedo. Tal vez no como
cuando creía que era Lia y que le había robado a su marido, pero la sensación
ominosa sigue ahí.
Quiero decir más, disculparme más y reparar el daño, pero ¿qué sentido tiene?
Ella está inmóvil mientras yo estoy sana.
Al fin y al cabo, pagué el pecado que cometí al vivir como ella y perder a mi
familia, aunque fuera por un tiempo. Adrian también dijo que la cicatriz de mi
abdomen es de cuando me caí del acantilado, no la cicatriz de un nacimiento como
creía en mi otra identidad. Sentí la pérdida de Winter tan visceralmente porque en
el fondo, echaba de menos a Jeremy hasta la locura.
—No. Ella está así por nuestra culpa. Tenemos que asumir la responsabilidad.
—¿El golpe en la cabeza también se produjo por una elección que hizo?
—¿De verdad? —Frunzo el ceño. Pensaba que él había provocado que fuera así
de alguna manera.
Entiendo lo que dice sin que tenga que expresarlo en voz alta. Esta es la única
oportunidad que me dará, así que más vale que la aproveche bien.
—¿Cómo sabías que estaba aquí? —Opto por cambiar de tema—. Déjame
adivinar, Boris o Kolya.
—Kolya.
Me burlo.
—Qué mano derecha tan perfecta. Pasas más tiempo con él que con cualquier
otro, sabes. Si hubieras girado en la otra dirección, habría sido tu esposo modelo.
—Si tú lo dices.
—Basta, Adrian. —Una pequeña sonrisa levanta mis labios, pero él mantiene su
característica expresión en blanco.
—¿Lo hago?
—¡Sí!
Cuando se detiene a mi lado, sólo quiero arrojarme a sus brazos y enterrar mi cara
en su pecho.
Su mano sigue en su sitio y desliza sus dedos por mi cuello, sin prisa,
deliberadamente, hasta que mi respiración agitada es más fuerte que el pitido de la
máquina.
—¿Sabías que el rojo sube a tu delicada garganta y a tus orejas cuando estás
nerviosa o cuando mientes? —Se inclina, su voz gotea de seducción—. O cuando te
excitas.
—Sí.
—¿Por qué?
—Te lo dije. Sólo le estoy poniendo nombre a las cosas. —Vuelvo a centrarme en
Winter porque si me dejo absorber por la órbita de Adrian, no podré escapar en
absoluto. Es imposible ignorar su mano en mi hombro o el lento movimiento
ascendente y descendente de sus dedos.
—¿Y?
—¿Y qué?
105
—¿Qué vamos a hacer con Winter?
—No hagas eso. La enfermera puede seguir cuidando de ella aquí. ¿No crees que
le debemos eso?
—Sin corazón. —Miro fijamente a Winter—. Era tan feliz cuando pensó que podía
vivir la vida de una persona rica.
—Atrapada —repite con esa forma exasperante que utiliza para ponerme
nerviosa.
—Sí, Adrian. Atrapada. Como, sin salida. Pero tú no sabrías lo que significa ese
término, no cuando todo lo que quieres se hace realidad por arte de magia.
—¿De verdad crees eso? ¿De verdad crees que no me has pasado por encima?
106
—Sí. Si lo hubiera hecho, no estarías sentada frente a mí ahora.
—Eso es lo que quieres que quiera decir, Lia. No proyectes tus ideas erróneas en
mí.
—No lo hizo Una mirada a sus ojos y me di cuenta de que no eras tú.
—¿Así de simple?
—Así de simple.
Mis mejillas se calientan mientras me miro las manos y asiento una vez.
—¿Qué piensas?
—Tienes un deseo sexual loco... así que... podría pasar. —Las palabras arden en
mi garganta al salir.
—¿No?
107
—No. No sólo eres mi esposa, la madre de mi hijo, y completa y absolutamente
mía, sino que también eres la única mujer que he deseado desde la primera vez que
me rogaste que te follara cuando estabas borracha.
—¿Desde cuándo?
—Nunca lo he negado.
—Probablemente.
—Lo siento.
—En primer lugar, dimos a luz al ángel más hermoso que existe y nadie más que
nosotros podrían ser los padres de Jeremy. En segundo lugar, conoces mi cuerpo
mejor de lo que yo jamás lo haría y... me salvaste de mí misma. Sin mencionar que
no me confundiste con otra mujer. Tienes puntos extra por eso.
—Ajá.
Sonrío.
—Absolutamente.
Mierda.
No lo hace.
109
13
Lia
—N
o tenías que venir con nosotros —digo mientras
caminamos por el centro comercial.
Adrian dijo que se encargaría de ello, así que no tengo ni idea de a dónde vamos.
Sin embargo, eso no me impide estar emocionada por nuestra primera escapada
como familia.
110
Ha tardado seis años, pero por fin está ocurriendo.
Cuando le dije que quería ir de compras, insistió en venir también. Kolya y Boris
nos siguen, y aunque se mantienen a corta distancia, llamamos la atención allá
donde vamos.
Jeremy parece ajeno a todo ello mientras trota entre nosotros, con una mano en la
de su padre y la otra en la mía. Es extraño que mi pequeño ángel sea vivaz y brillante
a pesar de haber nacido en un mundo tan oscuro.
—¿Entonces qué?
Entrecierro ligeramente los ojos hacia él. Soy muy consciente de que no se fía de
mí y probablemente piense que me encontraré con Luca como hace una semana.
Pero supongo que, aunque empezara a creerme, no me daría rienda suelta tan
pronto.
—Hoy no, no. —Acaricia la mano de Jeremy—. ¿No estás contento de que haya
venido, Malysh?
—¡Sí, papi!
—¿Ves?
Así que ahora es su turno de usar a Jeremy contra mí. No es que no lo quiera con
111
nosotros, es su razón para unirse la que me sienta mal.
Desde que le dije el nombre de Luca, me ha hecho todo tipo de preguntas sobre
él. Su apellido, los detalles de su familia y todo lo demás. Sorprendentemente, no
tuve ningún problema para responderlas. Sin embargo, no pude contarle la otra
parte. La parte de “acepté espiarte por Luca”.
Y quiero aferrarme a lo que tenemos todo el tiempo que pueda. Pero Yan tiene
razón, se lo contaré todo.
Pronto.
Entramos en varias tiendas y me compro unos jeans y me pruebo unos cuantos
vestidos escotados ante los que Adrian sacude la cabeza. Cuando salgo del probador
con un vestido corto rojo con un profundo escote, Adrian me mira mal.
Aun así, sonrío ante su tono y la forma en que su mirada me sigue incluso cuando
me alejo.
En la caja, deslizo algunos vestidos entre mis otras compras a espaldas de Adrian.
Él solo entrega su tarjeta y no se preocupa por lo que hay en las bolsas.
Fuera de la boutique, Boris se ofrece a llevar las bolsas por mí. Le digo que estoy
bien, pero Adrian prácticamente me las arranca de la mano y las empuja hacia su
guardia.
A veces es imposible.
—Me siento mal por dejarlo en casa. —Suspiro—. ¿Crees que está bien?
—El médico ha dicho que se está curando y que se está moviendo, así que debería
estar bien.
—¿Lia?
113
Mi cabeza se gira hacia un lado al oír la voz familiar. Stephanie, la coreógrafa del
New York City Ballet, camina hacia mí a paso ligero.
Boris se interpone entre ella y yo, con su figura haciendo sombra a su pequeño
cuerpo.
Me pongo de pie.
—Hola, Steph.
—Guau. Has cambiado, Lia. Si Philippe te viera, lloraría. Siempre dijo que eras su
única musa y que nada cambiaría eso. Estaba deprimido después de... lo que pasó.
Sonrío un poco.
—Lo pensaré.
Pensar en el ballet sigue doliendo, pero creo que estoy en un punto de mi vida en
el que soy capaz de seguir adelante, aunque no del todo.
Me río.
114
—¿Qué? ¿Ryan ya no participa?
—¿Qué?
—Desapareció el día que te rompiste la pierna, Lia. Nadie sabe dónde está.
—¿De verdad?
—Lo buscamos por todas partes y su familia incluso presentó una denuncia por
desaparición, pero la policía no pudo encontrar ningún rastro del hombre.
Oh.
No pudo hacerlo.
—Q
uédate ahí, papá.
—Lo haré.
Mi hijo sonríe mientras sus pies cuelgan del inodoro. Estoy a la vista mientras
permanezco fuera del cubículo como me ha indicado.
116
—Ya no llamo a mami —dice—. Puedo hacerlo por mi cuenta.
—Así es. Lo soy. Seré grande como tú y protegeré a mami cuando crezca.
Mi teléfono vibra y creo que es Kolya, pero el número tan familiar me hace dudar.
Hago un largo barrido por el cuarto de baño vacío, luego camino hacia la entrada y
cierro con llave.
Hay una pausa en el otro extremo, el sonido de un largo chorro de agua antes de
que llegue su característica voz suave:
—Morozov.
—¿Conseguiste la información?
—No.
Ruidos inteligibles llenan su extremo del teléfono antes de que haya un distintivo
plop en el agua.
—Tortura con agua para ser más específicos. Este imbécil tiene algo mío. Pero eso
no es lo importante, sino Vladimir.
—¿Vladimir?
—¿La única razón? ¿Qué es más importante que... no sé, tu puta vida?
Estoy empezando a entender que importa mucho. Y para proteger eso, necesito
permanecer sano y salvo.
Desde que me enteré de la información que me dio Lia sobre Luca, el hecho de
que fuera su vecino y amigo de la infancia, mis hombres y yo lo hemos investigado
exhaustivamente. Esto no sólo confirma las sospechas de Kirill, sino que también
aumentan las mías.
Nunca fue una coincidencia. El hecho de que él esté tras su pista y haya
permanecido allí durante todos estos años. El hecho de que se arriesgue para
encontrarse con ella. Él sabe quién es ella y su relación con Lazlo Luciano.
118
No puede ser parte de los Lucianos a menos que esté tramando un golpe contra
su Don. Todo el mundo sabe que Lazlo está sediento de su propia descendencia,
pero nunca dejó a su mujer, ni siquiera cuando ella no le dio hijos. Su clan intenta
actuar como si ella tuviera la culpa, pero él sigue con ella por respeto y deber. Sin
embargo, en mi extensa investigación sobre él, descubrí que se sometió a una cirugía
hace décadas, una que lo dejó infértil.
Todo el mundo del crimen sabe que sus hermanos heredarán su fortuna una vez
que él fallezca, pero teniendo en cuenta su vínculo, cualquiera de los Luciano estaría
encantado de descubrir la existencia de otro miembro de su familia: la hija de Lazlo,
nada menos. Así que Luca no podía estar trabajando para ellos.
Eso sólo deja la posibilidad de que esté en un clan guerrero italiano. Y los únicos
que saben de Lia, y se esforzaron por mantenerla oculta de Lazlo, son los Rozetti.
¿Es por eso que Luca me quiere muerto? Probablemente también tiene planes
para Lia una vez que me haya ido. Planes que desbarataré en cuanto lo encuentre.
Es cuestión de tiempo que acabe con su vida para que él y su familia dejen de
molestar a la de ella.
Jeremy sale trotando del cubículo y se niega cuando intento ayudarle a lavarse las
manos.
Me mira mal.
—Por supuesto que sí. Sólo voy a levantarte y te lavarás las manos, ¿de acuerdo?
Asiente con la cabeza. Sujeto su pequeño cuerpo mientras se enjabona las manos
con un montón de jabón y luego sonríe ante las burbujas. No puedo evitar la sonrisa
que se dibuja en mis labios al ver que las cosas más insignificantes le parecen
divertidas.
Fui un puto niño triste y agradezco que el destino de mi hijo no sea el mismo.
En cuanto salimos del baño, percibo el cambio en el ambiente sin tener que mirar
dos veces. Jeremy suelta mi mano y corre hacia Lia antes de abalanzarse sobre sus
piernas.
Se levanta con una fuerza que hace temblar su pequeño cuerpo, toma la mano de
Jeremy y comienza a caminar en dirección a la salida.
¿Qué mierda? Pensé que era ella la que quería venir aquí.
—Mierda.
—Por supuesto que sí. —Lia es lo suficientemente inteligente como para conectar
los puntos y averiguar exactamente lo que pasó.
No quería que Lia lo descubriera en las circunstancias actuales, pero hace tiempo
que debería haberlo hecho. Ella se habría dado cuenta tarde o temprano.
Una vez me etiquetó como su villano, y esa es la etiqueta más acertada que me ha
puesto.
Como ocurre con cualquier villano, el bien o el mal nunca es blanco o negro.
Siempre es gris.
15
Lia
C
uando llegamos a casa, estoy echando humo.
Pero conozco a Adrian desde hace seis años. Y esos seis años empezaron cuando
fui testigo de cómo terminaba una vida. Una vida que terminó porque los hombres
italianos me estaban observando.
Así que no, no soy paranoica al suponer que perjudicó a Ryan de alguna manera,
que es la razón por la que un bailarín principal que era extremadamente disciplinado
a la hora de trabajar, desapareció sin dejar rastro.
Muy pronto, Adrian entra y cierra la puerta tras de sí. Antes de que el chasquido
apenas haya hecho eco en el aire, estoy frente a él.
—Como, no sé, ¿un incidente que ocurrió hace unos seis años?
—Pasaron muchas cosas hace unos seis años, Lenochka. Te conocí, te follé por
primera vez, te puse un bebé y me casé contigo. Tendrás que especificar.
—¿Ryan qué?
—Antigua pareja.
—¡Mataste a alguien!
—¡No... no, Adrian! Él no es como los criminales que has matado. Era un bailarín
con un futuro brillante por delante y tú... lo acabaste como si nunca hubiera existido.
Jadeo y me tapo la boca con las manos temblorosas cuando el choque de lo que
ha dicho me atraviesa como una réplica. La completa apatía con la que habla me deja
sin palabras, incapaz de reunir mis pensamientos dispersos y ponerlos en palabras.
Habiendo vivido más de media década con él, ya debería haberme acostumbrado
a su lado frío e insensible. Debería haber considerado normal su distanciamiento.
Pero supongo que alguien como yo nunca será capaz de pasar por alto ese lado de 123
él, y seguro que nunca lo entenderé.
Dejo caer las manos a los lados mientras me aferro a un tembloroso hilo de lógica.
Me tiemblan los labios y me asaltan las náuseas ante el tono sádico de su voz. El
tono que implica que disfrutó cada segundo de la muerte de Ryan y que no tiene el
menor remordimiento por ello.
—Te acabo de decir que él fue la razón del fin de tu carrera y ¿dices que hice mal?
—¡Sí, Adrian! Te equivocaste porque arreglaste algo feo con algo mucho más feo.
¿Pensaste que estaría agradecida de que mataras a alguien? ¿O que me sentiría
halagada de que lo hicieras por mí?
—¿Qué más no me has dicho? ¿Hay una fila de otros cuerpos que has matado
para mí enterrados en alguna parte?
Adrian está en mi cara en una fracción de segundo, su mano sale disparada hacia
mí antes de que pueda escapar. Me aprisiona la barbilla entre el pulgar y el índice,
obligándome a mirarlo fijamente.
—¿Y qué pasa si los hay? ¿Y qué pasa si jodidamente los hay? Me has tachado de
asesino, de demonio, de monstruo, de acosador, de puto villano. Esto es lo que hacen
los villanos, Lia. Matamos por nuestros objetivos finales, y lo hacemos a menudo.
Así que baja tu cabeza de las nubes y deja de fingir que no eres parte de esto, parte
de mí.
—¿Torturar?
—Tú sacaste el tema, así que escucharás todo sobre cómo corté sus preciosas
piernas y las pisoteé. Cómo llevé un cuchillo a su carne y corté los tendones mientras
él gemía y suplicaba y se orinaba encima.
—¡He dicho que pares! —Mi voz sale ahogada mientras las horripilantes
imágenes llenan mi cabeza.
—Eso es lo que hago, Lia. No puedo parar cuando se trata de ti. Si tuviera la
oportunidad de retroceder en el tiempo, habría acabado con su miserable vida aquel
día en el club cuando se atrevió a ponerte las putas manos encima. Si lo hubiera
hecho, no habrías perdido el ballet.
—No, pero fue un pequeño precio a pagar. Merecía morir por llevarte a estar en
ese alféizar con la intención de acabar con tu vida.
Me arrepiento de las palabras tan pronto como las digo. Mierda. Estoy tan
enfadada con él que no he filtrado mis pensamientos. No era eso lo que quería decir,
ha salido mal, pero antes de que pueda retractarme, Adrian habla con una
tranquilidad escalofriante.
—Shhh. Ya me has enfadado bastante por un día. No querrás que te castigue más
de lo que estoy planeando.
Incluso la mía.
De hecho, está dispuesto a ir más allá para moldearme a su manera. Pero eso
nunca sucederá. Porque maté a alguien, y aunque era un criminal, ese incidente me
ha afectado tanto a la cabeza que me sorprende que haya podido sobrevivir a él.
Apenas.
—¿Q-qué?
—Ya me oíste.
—¿Pero por qué...? —Es la primera vez que me pide que me desnude.
Normalmente, es él quien lo hace, deleitándose en arrancarme la ropa del cuerpo y
rasgarme las bragas.
—No hagas preguntas. Cuando te diga que te desnudes, te desnudas de una puta
vez, Lia.
—Todo.
El hecho de que sólo esté mirando, sin intentar tocarme, añade un tipo diferente
de anticipación, una que se enrosca en la base de mi estómago y se extiende hasta
mi núcleo.
—¿Y ahora qué? —pregunto con una voz suave y jadeante que me sorprende
incluso a mí.
Aunque... dijo que lo hice enojar, así que tal vez ese sea su plan.
Han sido años, seis largos años, llenos de todo tipo de cosas que deberían haberlo
apagado, pero nunca me ha mirado de forma diferente a como lo hace ahora.
—Ponte de rodillas a los pies de la cama, con la cara contra el colchón y el culo al
aire.
Obedezco incluso mientras suelto un suspiro frustrado. ¿Por qué es el único que
puede mirar?
Dictador.
Y ni siquiera me ha tocado.
Tiro de mis nalgas, plenamente consciente de que mi agujero trasero y los jugos
que cubren mi coño están en su línea de visión directa.
—Tienes que aprender una lección sobre no cuestionar mis decisiones, Lia.
—Pero...
—Empezaré por tu culo y luego por tu coño antes de azotarte, y luego volveré al
principio y lo haré todo de nuevo.
—Ha pasado mucho tiempo desde que me follé tu apretado culo, ¿verdad?
Asiento en el colchón.
—¿Cuánto tiempo?
—Sí.
—Mmm. Echas de menos que te folle por el culo hasta que grites, ¿no?
Trago.
—Contesta.
—Sí... lo hago.
—P-por favor...
—Tal vez podamos llegar a un trato entonces. —Se mueve detrás de mí—. No te
muevas.
Santa. Mierda.
—Te lo dije. Se supone que esto es un castigo. —Su susurro caliente y oscuro me 130
asalta el oído mientras me penetra con un vigor feroz. La parte superior de mi cuerpo
se desliza de un lado a otro de la cama con cada movimiento urgente.
¿Por qué no? ¿Por qué mi coño está mojado ante la promesa de su brutal castigo?
El dolor pronto se mezcla con el placer cuando vuelve a empujar, sus caderas
girando para llegar a un lugar más profundo con cada empuje.
Es increíble el dominio que tiene sobre mi cuerpo, cómo puede hacer que me
levante a un estado de completo abandono en cuestión de minutos.
Ni siquiera importaba cuando pensé que era una persona diferente. Me enamoré
de él igualmente y empiezo a pensar que, después de todo, no hay salida para mí.
—Entiende esto, Lia. Mataría por ti una y otra vez si fuera necesario, y nunca,
nunca lo pondrás en duda. —Sus embestidas son más largas, más duras, como si
estuviera haciendo hincapié en su punto con ellas.
No tardo mucho. No puedo. Con el doble asalto a mi culo y a mi clítoris, me corro 131
con un grito ronco, pronunciando su nombre como un canto sagrado.
Mierda.
Tal vez soy tan defectuosa como él, porque me corro mientras él promete matar
por mí en el futuro. Que nunca dejará de matar por mí.
Mi monstruo.
16
Adrian
S
i la terapeuta me odiaba antes, debe odiarme más ahora.
—Yo... pedí esto. Puedes estar conmigo cuando hable. La Dra. Taylor dice que
puede ayudar ya que tú juegas un papel importante en mi vida.
—Vamos entonces. —Entrelazo mis dedos con los suyos y entramos. ¿Qué? No
voy a perder la oportunidad de ver a Lia hablar de todo lo que ha pasado.
Soy consciente de que la Dra. Taylor la está ayudando. Lia no solo ha salido poco
a poco de su capullo, sino que además no ha tenido alucinaciones ni ninguna de esas
pesadillas viscerales últimamente.
Después de que se enterara de la muerte de Ryan hace unos días, pensé que
dirigiría su desaprobación hacia dentro y dejaría que se pudriera en su interior, pero
dijo lo que pensaba. Y esa noche, no tuvo ninguna pesadilla.
Hace una pausa durante unos segundos, su expresión decae y también su voz.
—Dra. Taylor, si me entero de que mi marido hizo algo malo por mi bien, ¿cómo
debo reaccionar?
—Mal. No quisiera que lo hubiera hecho. Pero al mismo tiempo, entiendo por qué
lo hizo. O más concretamente, sé que su naturaleza es diferente a la mía y que su
cerebro no está cableado como el del resto de nosotros, así que para él, esa decisión
era lógica.
La miro fijamente y luego veo cómo su mano tiembla en la mía. Se necesita valor
para que admita que, en cierto modo, empatiza conmigo. Aunque vaya en contra de
sus principios fundamentales.
—Creo que eres valiente por verlo desde mi lado, incluso si no tenías que hacerlo.
—Pero somos marido y mujer. Se supone que debo verlo desde tu lado... al igual
que tú debes verlo desde el mío, Adrian.
Sé a lo que quiere llegar. Lia quiere que vea lo mucho que detesta la parte mafiosa
de mi vida. La caza, el asesinato y la tortura. Y aunque entiendo su odio, no se puede
escapar de la realidad de nuestras vidas.
Pero para mantenerla y blindar su mente, tengo que dejar de ser contundente con
su frágil mentalidad. Esperaré hasta que se reconstruya y la acompañaré en todo
momento.
134
17
Lia
U
na semana después, nos vamos de vacaciones.
En Rusia.
Si creía que Nueva York era fría, Rusia está jodidamente helada. Estamos
hablando de temperaturas bajo cero. La única forma en la que puedo cruzar la
distancia desde el auto hasta la casa es porque Adrian lleva a un emocionado Jeremy
con un brazo y me sujeta con el otro.
Yan, Boris, Kolya y otros dos guardias nos escoltaron. Yan insistió en venir,
diciendo que su lesión está completamente bien, y aunque Kolya estaba en contra,
Adrian sorprendentemente lo permitió. Mi amigo dijo que es porque su jefe quiere
vigilarlo más de cerca.
El lugar está totalmente con calefacción y parece haber sido ya preparado para
nosotros. Es pequeño, acogedor y tiene un aire de casa de campo. El suelo de madera
oscura también parece tener calefacción. Una zona de estar con grandes sofás está
justo dentro de la entrada y frente a lo que supongo que es la cocina. Hay unas
estrechas escaleras de madera que conducen al segundo piso, donde supongo que
se encuentran los dormitorios.
Adrian deja a Jeremy en el suelo y nuestro hijo corre en distintas direcciones antes
de contemplar la nieve desde la puerta de cristal que da al balcón.
—Sí.
—Lo haré.
Kolya y Boris llevan nuestras maletas al interior y asienten con la cabeza cuando
están a punto de irse.
—¡Claro que no! No van a hacer guardia con este frío glacial.
Adrian me mira fijamente y yo le devuelvo la mirada.
—¿Qué? Seguro que no los harás salir cuando se avecina una tormenta. Se
morirán de frío.
—No.
—¿No? —repite con claro escepticismo, como si no creyera que acabo de decirle
que no delante de sus hombres.
—Sí, no. Se supone que son unas vacaciones, no una forma de probar su
resistencia en el frío. ¿Quién nos alcanzaría aquí?
—Te sorprendería —dice Adrian y señala con la cabeza a sus guardias, que
asienten y se van.
—Vuelvan para la cena —digo tras ellos—. Traigan a Yan y a los demás también.
137
No dan muestras de haberme oído y siguen su camino. En cuanto la puerta se
cierra detrás de ellos, Adrian se eleva sobre mí, con su rostro como una máscara de
frialdad que refleja el exterior. Habla lo suficientemente bajo como para que Jeremy
-que está preocupado por pasar su soldado de juguete por el alféizar de la ventana-
no lo oiga.
—No vuelvas a desafiarme delante de mis hombres, a no ser que estés de humor
para que te castigue en su presencia.
—Por supuesto que sí. Conozco a esos hombres desde hace seis años, Adrian, y a
pesar de que son una extensión de ti, me he acostumbrado a ellos y no les deseo
ningún mal.
—No soy imposible, no. Simplemente soy posesivo y no tengo control cuando se
trata de ti. No me gusta cuando hablas de cualquier otro hombre.
La visión de su sonrisa siempre me pone de mejor humor, sea cual sea el tema, y
me encuentro reflejándola incluso mientras sacudo la cabeza.
—¡Construyámosla!
—¡Sí, papi!
—¿De verdad? —La voz de Adrian gotea con una rara diversión—. ¿Cómo qué?
—Yo te di a luz, Jer. Tu papá no lo hizo. —Le sonrío a Adrian. Supera eso, señor.
—Pero me hicieron juntos. —Jeremy frunce el ceño—. Por eso tengo a mami y a 139
papi.
—Cállate —susurro.
Jeremy se queda mirando entre nosotros, con los ojos abiertos como siempre que
se le ocurre algo.
—Pero acabas de decir que lo es, mami. ¿No puedes hacerlo de nuevo? Quiero
una hermanita. —Tira del abrigo de Adrian—. ¿Papá, por favor?
—¡Sí!
—¿Lo haremos? —murmuro.
—No es que no quiera. Es sólo que... nunca pensé en ello. —Bueno, eso es mentira.
Lo he hecho y a menudo me he preguntado por qué nunca ha insistido en tener otro
hijo o por qué no comentó nada cuando volví a tomar anticonceptivos después del
nacimiento de Jeremy.
Pero pensé que sólo necesitaba un heredero y no quería lidiar con otro niño.
—¡Sí, papá!
Los sigo hasta el salón, quitándome el abrigo por el camino. Ahora que ha
sembrado la idea de otro embarazo en mi mente, es lo único en lo que puedo pensar.
La respuesta a eso está tan confusa por otros hechos, empezando por quién es 140
Adrian y los muchos secretos que todavía le estoy ocultando. Tendré que resolverlo
antes de pensar en meter otra existencia inocente en la ecuación.
Es algo sutil, sólo visible cuando hacen una actividad juntos, como ahora. Los dos
son tranquilos y se entienden sin hablar a veces.
Aunque Adrian está muy ocupado para tener mucho tiempo para Jeremy, está
ahí cuando es importante. Y nuestro hijo es un ángel tan comprensivo. Nunca
molesta a Adrian ni le exige cosas. Sin embargo, siempre lo admira y mi marido
nunca está demasiado ocupado para ponerle atención.
—¿Puedes darme esa pieza, por favor, mamá? —Jeremy señala la que está a mi
lado.
—¿Por qué nos has traído a Rusia de entre todos los lugares?
—Es ruso y necesita más contacto con sus raíces. —Gira a Jeremy para que lo
mire—. Malysh, aquí es donde nacieron tu abuelo y tus antepasados. Venimos de
Yaroslavl y tenemos muchas generaciones. Tú eres el último miembro.
—Sí, lo eres.
—Gracias, papá.
Pongo los ojos en blanco, pero opto por indagar en lugar de centrarme en eso.
—¿Hacer qué?
—Traerte a Rusia.
Asiente una vez y puedo ver la sombra que ensombrece su expresión cada vez
que se menciona su pasado.
Asiento frenéticamente.
—Dijiste que era por unas vacaciones que nunca pudiste tener.
—Sí. Se suponía que iba a venir aquí con la tía Annika, pero falleció antes de que
tuviera la oportunidad.
—¿De verdad?
Justo cuando me retiro, captura mis labios en un beso lento y envolvente que me
roba el aliento y, aparentemente, la lógica, porque durante un breve segundo, me
olvido de que Jeremy está allí.
Le pongo una mano en el pecho y lo alejo. Me suelta los labios con un gruñido
bajo.
Jeremy nos mira con una sonrisa y, aunque me arden las mejillas, no puedo evitar
devolverle la sonrisa.
Porque este momento... ¿Esta paz? Se siente como el comienzo de nuestra
felicidad.
143
18
Lia
N
uestras vacaciones son sorprendentemente... cálidas.
A pesar del clima gélido y las tormentas de hielo, los días que
pasamos en la campiña rusa están llenas de fuego. Y, extrañamente,
eso no se debe del todo a los azotes de los castigos de Adrian por
la noche o a cómo enciende mi cuerpo cada vez que puede.
Desde que pisamos Rusia hace una semana, parece haber dejado todas sus cargas
en Estados Unidos y me está dando lo único que siempre he querido: a él.
Y el miedo.
Quién es.
Y tenerlo todo para mí estos dos últimos días ha sido más estimulante que todo
lo que he experimentado en los últimos tiempos.
145
Sé que se mantiene al día hablando con sus guardias, especialmente con Kolya,
en voz baja, pero no deja que eso ocupe sus días y sus noches.
Jeremy y yo lo hacemos.
Después de que Jeremy esté en la cama, invito a los guardias para que podamos
jugar al Scrabble. Algo que a Adrian no le hace mucha gracia, y dice que es imposible
que vengan todos los guardias y nos quedemos sin protección.
Así que Yan empuja a los dos guardias más jóvenes hacia afuera, llenando sus
manos con bocadillos.
Espero que Kolya y Boris lo regañen, pero se limitan a sentarse en el sofá frente a
mí y a Adrian. Cuando Yan termina su misión de deshacerse de los guardias más
jóvenes, se acomoda en la silla de mi derecha.
Apretando la bufanda de lana que me cubre los hombros, inclino el cuello para
absorber el calor de la chimenea. A pesar de que la casa está totalmente cálida, me
siento como un gatito en el acogedor entorno.
Sus labios rozan la concha de mi oreja mientras susurra con palabras calientes:
—Si no lo haces, te azotaré con fuerza y luego te follaré igual de fuerte para que
no puedas moverte mañana.
—Me siento mal por ellos —le digo a Yan, que abre una botella de cerveza y bebe
de ella, soltando un suspiro de satisfacción. Kolya y Boris van vestidos con traje
militar y Adrian lleva su traje de etiqueta, pero mi amigo lleva una camisa y unos
pantalones informales con chaqueta.
Me alegro de que esté lo suficientemente bien como para moverse e incluso beber
ahora. También lo vi corriendo con Adrian y los guardias durante sus
entrenamientos matutinos. Y sí, estos locos realmente corren en la nieve cuando
estamos a menos de cero grados.
—Sobrevivirán. —Yan levanta una mano desdeñosa—. El frío los convertirá en
hombres. Tienen suerte de no haber estado en las Fuerzas Especiales.
—¿Brutal? —se burla Yan—. Intenta ser mortal. Inténtalo, somos los putos
elegidos por salir vivos de ese entrenamiento. ¿Recuerdas arrastrar kilos de
neumáticos en la puta Siberia helada, Boris?
El rostro estoico de Boris vacila por un segundo mientras asiente, e incluso los
labios de Kolya se tuercen, probablemente recordando las mismas circunstancias.
—Parece que el frío no ha hecho un hombre de ti, Yan —dice Adrian con
despreocupación, y luego toma un sorbo de cerveza.
—Primero no.
—A diferencia de Yan.
—Es todo ladrido y nada de mordida —coincide Kolya con su jefe, abriendo una
botella de cerveza.
—Yo también fui el primero en mi unidad. —Boris se echa una nuez a la boca—.
Presenta tus respetos.
—Por ser el primero. —Kolya muestra una rara sonrisa y levanta su botella de
cerveza.
El guardia más joven le enseña el dedo medio por debajo de la mesa y no puedo
evitar sonreír. Todos estos hombres son despiadados, provienen de entornos
peligrosos que les permitieron no solo sobrevivir a las Fuerzas Especiales, sino
también destacar en ellas, y aunque puedan ser competitivos al respecto, se sienten
como una familia.
Una jodida, sin duda, pero al mismo tiempo muy leal y protectora.
—Voy a hacer que te comas tus palabras al final de esta noche, Kolya. —Yan se
arremanga las mangas—. Somos cinco. ¿Cómo vamos a hacer esto?
—Tiene razón. —Yan pone los ojos en blanco—. No te dejes engañar por la 148
fachada silenciosa. El jefe es competitivo al máximo y se asegura de ganar en todo.
—¿No lo olvidará?
Boris y Kolya gruñen en señal de aprobación. Sí, claro. Por supuesto, la cerveza
no es una bebida real para ellos.
Los tres encajan definitivamente en el estereotipo de lo mucho que les gusta a los
rusos su vodka. Adrian suele preferir el coñac, pero aparta la cerveza cuando el
vodka está a la vista.
—Tranquila —me susurra Adrian al oído, con sus dedos dibujando círculos en mi
149
hombro.
—Siento decir esto, pero serás un daño colateral, porque la destrucción de Kolya
es mi misión esta noche.
—Es al revés. —La calma habitual de Kolya se tambalea mientras reúne sus fichas
frente a él.
Una vez más, Boris y Yan toman la delantera. Lo juro, Boris es como una
enciclopedia que no para de dar con las palabras adecuadas.
Vuelvo a dar un sorbo a mi vodka y le pido a Kolya que me diga una palabra de
seis letras que empiece por R, pero no lo consigue.
—Real2 —exclamo.
2 “Royal” en el libro
Boris me mira con una suficiencia inusual.
—Realeza.3
De todos modos, no tengo las letras correctas para deletrear ninguna forma de
real. Con mis dos fichas en blanco y un montón de vocales, sólo estoy buscando
ideas en la oscuridad.
Adrian me pasa la bufanda por los hombros y me susurra al oído, con la suficiente
discreción como para que nadie lo note:
—Regio.4
No quiero hacer trampa, de verdad que no, pero con mis fichas en blanco puedo
hacer que funcione, y la forma en que Boris sonríe y Yan sigue burlándose de
nosotros me pone nerviosa. Así que me agacho y alineo las fichas en su sitio tras la
R.
150
—Eso es hacer trampa, señora Volkov —me mira Boris fijamente.
—¿Me estás acusando de ser una tramposa? —Hay un leve arrastre al final de mis
palabras.
—No, no lo hizo.
—Lo soy —dice Adrian con una perfecta cara de póquer que no deja ver nada.
3
“Royalty” en el libro
4
“Regius” en el libro
—¿Tienes pruebas?
—Bueno... no.
—¿Las tienes, Boris? —Cuando el otro guardia niega con la cabeza, Adrian
continúa:
Ambos refunfuñan, pero recogen sus piezas mientras Kolya sonríe. Sonrío a
Adrian, murmurando:
—Acabas de hacerlo.
Ganamos ese asalto, pero Boris y Yan acaban aplastándonos en el siguiente con
tanta fuerza que mi orgullo queda herido. 151
Como resultado, termino bebiendo más vodka de lo que debería estar permitido
y diciéndole a Yan que él y yo ya no somos amigos mientras actúo como una mala
perdedora con Boris.
—Nooo, estoy bieeeen. Uy. Biiiien. Quiero decir, estoy totalmente bien. Lo sé, lo
sé. Esa palabra ya debería estar fuera de mi vocabulario. La odias. —Golpeo mi
mano contra su mejilla, observando la mirada pacífica de sus ojos grises—. ¿Sabías
que eres muuuuy hermoso?
—Esa es nuestra señal para irnos. —Las piernas de Boris se tambalean mientras
se levanta—. Fue encantador ganar contra ti, Kolya. Sra. Volkov.
—Espera. ¿Qué?
Yan sacude la cabeza, con los ojos medio caídos. Los dos son los que más han
bebido esta noche.
Kolya lo empuja delante de sí, nos hace un gesto con la cabeza y luego saca a Yan
él solo, rechazando la ayuda de Boris.
—Se han ido. —Hago un gesto a la puerta después de que se cierre tras ellos—.
Pero no he terminado de jugar.
—Está más que terminado. —Adrian me levanta la barbilla, sus largos dedos
crean una deliciosa fricción contra mi piel—. Nadie puede verte borracha más que
yo. 152
—No estoy borracha. —Tengo hipo y suelto una risita, ocultando el sonido con el
dorso de la mano—. Uy. Quizá un poco.
—¿Un poco?
—Bien, un montón. —Rozo mi mejilla contra su mano y suspiro—. Eres tan cálido.
—¿Yo?
—Sí, incluso cuando eres frío. Incluso cuando me das el tratamiento de silencio,
eres tan cariñoso y cálido. Eso es algo que no quiero que cambies.
—¿Todo el tiempo?
—Encontraré la manera.
—¿Y si pasa algo y no puedo tener sexo del todo? —No sé por qué hago estas
preguntas, pero, por alguna razón, me siento vulnerable y la única forma de
combatirlo es hurgar en el peso que se posa en mi pecho.
Los dedos de Adrian se deslizan por mi nariz y luego trazan un camino hasta mi
mejilla, como si me grabara en algún rincón de su cabeza.
—¿Sólo yo?
—Sólo tú.
Trago saliva, sintiendo que la humedad brilla en mis ojos. Un extraño torrente de
emociones me abruma hasta que me cuesta respirar, por no hablar de pensar. Son
dos palabras. Sólo tú. Pero es como si hubiera metido la mano en su interior, hubiera
arrancado una parte y me la hubiera ofrecido en la palma de la mano.
—Prefiero mostrarte.
La felicidad.
Nunca me había atrevido a soñar con ello, pero esto debe ser lo que se siente al
ser feliz, y ahora, por fin, me atrevo a experimentarlo al máximo.
154
19
Adrian
L
ia se agarra a mí con sus delicados dedos mientras la llevo al
dormitorio.
De ninguna manera dejaré que mis guardias se acerquen a ella en el futuro. Esta
vez fue suficiente. De hecho, es más de lo que hubiera preferido.
Si fuera por mí, ella no tendría ningún contacto con ellos. Una oscura obsesión se
apodera de mí cada vez que ella habla, y mucho más cuando sonríe, con otros 155
hombres, incluso si son mis propios guardianes Provoca a la bestia que llevo dentro
y que está dispuesta a salir y masacrar a cualquier hombre que esté cerca de ella para
que yo sea el único al que preste atención.
Cierro la puerta de madera de una patada y Lia hunde sus pequeñas manos en
mi camisa, riéndose mientras se retuerce. Tiene las mejillas sonrosadas y los
párpados caídos por la bebida. Otro aspecto de ella que no quiero que nadie más
vea.
Está hermosa, sonrojada y con el azul de sus ojos suavizado. No hay rastro de la
tristeza que parece haber perseguido su vida.
En todo caso, parece un poco... traviesa. Un rasgo que rara vez muestra, si es que
lo hace.
Lia siempre ha sido del tipo suave y elegante que se guarda sus emociones para
sí misma. Dice que odia mi tratamiento silencioso, pero no se da cuenta de que a
menudo ella misma utiliza la misma táctica. De hecho, fue ella quien se apartó
primero y se negó a dejarme entrar por mucho que la sonsaqué.
Ella siempre solía ver lo peor en mí, y como respuesta, recurrí a métodos de fuerza
para retenerla. Hasta cierto punto, fue porque es lo único que sé, pero también lo
hice porque la idea de que me dejara me convertía en una puta bestia.
Pero no parece tener esos pensamientos de escapar desde el día que la encontré
en el parque. En realidad, se siente más cercana, sobre todo desde que llegamos a
Rusia.
Ella tenía razón. La traje aquí como un retorcido homenaje al viaje que nunca tuve
la oportunidad de hacer con la tía Annika. Sin embargo, resultó ser mucho más para
nuestra familia. Aunque, en el fondo, todavía estoy destrozado por su infidelidad.
La parte que cree que todo esto es una farsa y que, tarde o temprano, volverá a
intentar escapar.
Una que me mantiene despierto por la noche, devanándome los sesos para
encontrar una solución.
—¿Por qué?
Levanto una ceja mientras la pongo en pie. Se tambalea y la agarro por el codo
para estabilizarla.
Lia rodea mis manos con las suyas y suspira profundamente mientras se balancea
sobre sus pies.
—Me encantan tus manos. Son tan fuertes y masculinas. Incluso tienes venas en
ellas.
—¿Es así?
—¿Qué?
—Qué son rudas sin dejar de ser cariñosas. —Apoya la palma de mi mano en su
corazón palpitante—. ¿Ves lo mucho que me gusta?
No sólo puedo ser testigo de esta faceta de ella, sino que también puedo escuchar
su honestidad. Nunca se ha permitido emborracharse conmigo después de aquella
primera vez en el restaurante. Es como si tuviera miedo de dejarse llevar por mi
compañía.
Y no permití que se emborrachara cuando creía que era Winter, porque no era ella
misma y no habría elegido hacerlo libremente.
Sus movimientos son, en el mejor de los casos, temblorosos y torpes, pero no trato
de ayudarla, con la curiosidad de saber a dónde quiere llegar.
Mi mujer se arrodilla frente a mí mientras sus manos temblorosas se deslizan por
mis pantalones y calzoncillos.
La única vez que Lia me ha chupado la polla fue en ese callejón, y eso fue sólo
porque ella lo inició. Aunque he pensado constantemente en hacerla tomar mi polla
en el fondo de su bonita garganta, nunca he actuado en consecuencia, porque
necesitaba que ella lo deseara. Deseaba que se pusiera de rodillas para mí, no porque
tuviera que hacerlo, sino porque quería.
Como ahora.
Libera mi polla, sus pequeñas manos la rodean y su lengua sale para lamerse los
labios.
—Mierda, Lenochka.
158
—¿Te gusta esto? —Me mira fijamente con sus enormes ojos, sin dejar de
acariciarme de arriba abajo.
—¿Qué te parece?
—Creo que sí. —Ella hace girar su lengua alrededor de la corona, lamiendo las
gotas de pre-semen—. Me encanta tu sabor.
Diablos.
—No lo querías.
Estoy a punto de correrme en ese momento, incluso antes de que abra la boca y
me lleve al fondo de su garganta.
Sus palabras son el afrodisíaco más fuerte que jamás me haya golpeado. Saber
que me ha tenido en su mente, probablemente tanto como yo a ella en la mía, hincha
un rincón oscuro de mi corazón con una extraña calidez.
Lia intenta chuparme con fuerza, incluso con sus párpados medio caídos y sus
rodillas tambaleantes. Mi mano se aferra a su cabello y, cuando embisto hasta el
fondo de su garganta, afloja el agarre, permitiéndome usar su boca, para entrar y
salir de su húmedo calor.
Por eso Lia siempre ha sido especial para mí. Recibe los azotes de mis castigos y
vuelve a por más. Es como si confiara en que nunca la lastimaría sin remedio y que 159
sólo la satisfaría.
Que me jodan.
Asiente frenéticamente y mete una mano por debajo del vestido, tocándose como
si quisiera mostrarme cómo le gusta.
Salgo de ella con un gemido animal, aunque mi polla está tan dura que es
jodidamente doloroso.
Lia se lame los labios, sus dedos se detienen mientras la decepción se dibuja en
sus delicadas facciones.
—Oh, Adrian... —Sus labios permanecen separados sin que salgan más palabras,
sólo gemidos, mientras me tomo mi tiempo para penetrar en su cuerpo con
profundas y largas embestidas. Hago girar mis caderas, dejando que sienta cada
golpe, cada toque.
Mis manos la recorren, apretando, agarrando. Mis labios encuentran los suyos y
la besan al mismo ritmo que mis embestidas, luego le chupo el cuello y me dirijo a
su camisa para quitársela con una mano y deleitarme con sus pezones apretados.
—Adrian... oh, Dios... —Ella jadea, aferrándose a mí mientras palpita a mi
alrededor, luego grita, sus músculos me ordeñan mientras se deshace.
Me corro dentro de ella como nunca lo había hecho, mi sangre se precipita hacia
donde estamos conectados. Mis gemidos resuenan a nuestro alrededor mientras
chorros de mi semen la llenan y gotean por todo su coño.
Mi esposa es la única mujer que me ha hecho sentir fuera de mí con una sensación
de placer animal. Una tan carnal que no quiero que termine nunca.
Pero no es sólo el placer lo que late bajo mi piel cada vez que estoy dentro de ella.
Es algo más profundo, más oscuro, y la asustaría si alguna vez encontrara las
palabras para expresarlo.
Lia me rodea el cuello con sus brazos y pega sus labios a los míos, besándome con
una desesperación que fluye en mi sangre y llega hasta mis putos huesos.
161
—Te amo —susurra contra mi boca, con la respiración entrecortada—. Te amo
mucho, Adrian.
Antes de que pueda actuar u ordenar mis propias palabras, ella sonríe un poco,
su respiración se suaviza y sus párpados se cierran. Entonces se le escapa una
lágrima mientras se queda dormida. La beso, saboreando la sal y sus palabras no
dichas.
Dormimos envueltos el uno en el otro con tanta fuerza que ella es lo único que
respiro. Ella huele a rosas, sexo y a pertenencia.
Lia es la única persona que he querido que me pertenezca, por muy ilógico e
imposible que sea.
Un golpe en la puerta me saca de las garras del sueño.
Miro el reloj de la mesita de noche y veo que solo son las seis de la mañana. Lia
se ha extendido sobre mi pecho, respirando contra mi piel.
—Emergencia, jefe.
Mi segundo al mando está en el pasillo, con los ojos inyectados en sangre y el ceño
fruncido. Lleva un traje apenas arreglado, lo que significa que también lo han sacado
del sueño. 162
—¿Qué pasa, Kolya?
—¿Por qué?
—No lo sé, pero es lo suficientemente fuerte como para que Sergei y los demás
estén lívidos. Me han estado llamando sin parar la última hora desde que no
pudieron localizarlo.
—Jefe, no. Tiene que esperar hasta que encuentre algo para contrarrestar sus
acusaciones. Quedarse aquí un poco más aplacará su ira.
—O empeorará la situación. Sergei pensará que soy culpable.
—La Sra. Volkov podría no ser lo que hemos pensado todo este tiempo.
—Como Yan estaba borracho anoche, me las arreglé para hacerlo hablar.
—¿Sobre qué?
—La noche en que fue secuestrada. Jefe... Yan lo escuchó todo. Ella conocía al
hombre, y por la información que reunimos, era efectivamente Luca Brown.
163
—Lo sospechaba. ¿Pero por qué eso hace que Lia no sea quien pensamos que
podría ser?
—¿Qué misión?
—No lo mencionó, pero la cosa es así, jefe. Si mis especulaciones son correctas,
tiene algo que ver con su intento de asesinato en la fiesta de Mikhail el año pasado.
Desde que Luca contrató a ese Spetsnaz que mató y tiró por el acantilado hace unas
semanas, todas las pruebas apuntan a la probabilidad de que también contratara al
mercenario que encontramos muerto en la fiesta.
—La Sra. Volkov fue la que lo bajó justo antes de que se disparara el arma. No
pensé mucho en ello en ese momento, sólo supuse que tenía un reflejo rápido. Sin
embargo, los hechos son que ella vio algo antes que usted o yo, o incluso que Damien
y Kirill, y en realidad no podía tener reflejos más rápidos que nosotros cuatro o los
guardias de Kirill y Damien. Creo que la única forma en que pudo haber logrado
derribarlo tan rápido es porque sabía del golpe de antemano.
—No cuando está borracho. Me rogó que no dijera ni una palabra, dijo que cree
que ella no quería hacerlo y que debía tener sus razones. ¿Pero qué razones podrían
ser esas?
—Kolya... —me quejo—. Estás diciendo que mi maldita esposa tuvo que ver con
mi intento de asesinato.
—Y por eso es el único intento de asesinato que no hemos podido resolver. Está
demasiado cegado por ella para verlo.
—Cállate.
Mi guardia mayor se endereza de nuevo frente a mí y, por primera vez desde que
crecimos, me agarra por el cuello de la camisa, alzando la voz.
Respiro con tanta fuerza que el pulso me ruge en los oídos. Me duele el pecho
hasta el punto de que está a punto de estallar, porque sé, en el fondo, que Kolya tiene
razón.
E
l dolor se aloja en la parte posterior de mi cabeza cuando abro los ojos.
Si bien Adrian me da el mejor cuidado posterior, anoche fue la primera vez que
se mostró tan afectuoso durante el acto en sí. Como si quisiera grabarse debajo de
mi piel y quedarse allí. No es que lo necesite. Se filtró a través de mi torrente
sanguíneo como una potente poción hace mucho tiempo.
Una cosa es segura, algo cambió entre nosotros anoche, porque, de alguna
manera, me siento más cerca de él ahora más que nunca. Pero me dolió confesar mis
sentimientos por segunda vez y volver a encontrarme con su silencio.
Pero supongo que soy demasiado codiciosa para conformarme con eso.
Soy demasiado codiciosa por el toque que sentí ayer, por cómo me abrazó, me
besó y adoró cada centímetro de mi cuerpo como si fuera la primera y última vez
que estaría conmigo.
Aunque hubiera preferido que estuviera a mi lado esta mañana. ¿Quizás fue a
entrenar con Kolya y los demás como de costumbre? O tal vez Jeremy intentó
irrumpir en el dormitorio y Adrian decidió desayunar con él.
La única diferencia es que ahora están enfocados en mí. Probablemente me estuvo 166
mirando así todo el tiempo que estuve durmiendo.
Una extraña aprensión me aprieta la garganta mientras me subo las sábanas hasta
la barbilla, sintiendo que necesito todas las barreras posibles en este momento.
Oh Dios.
Oh no.
¿Por qué pregunta sobre eso? ¿Lo averiguó? Por supuesto que lo hizo. Adrian no
es un idiota. No habría mencionado ese día si no hubiera tenido un propósito detrás.
—Puedo explicarlo.
—Sí, lo recuerdo.
—Me salvaste ese día porque mágicamente te diste cuenta del mercenario. —Se
pone de pie y me encojo contra la cabecera—. Mira, no creo en la magia, Lia, pero
elegí hacerlo en ese momento. Elegí creer en una coincidencia, en una casualidad
estadística que te hizo ver al asesino antes que Kirill, Damien, Kolya o yo.
—¿Pero lo planeaste?
—No…
—Dije que no me mintieras. —Se detiene a mi lado, mirándome con furia—. Dije
que sería tu maldita última vez.
Agarro su muñeca con ambas manos, y aunque mi piel está fría, necesito
establecer algún tipo de conexión entre nosotros. Aferrarme a la esperanza de que
nos conocemos desde hace años y que debe significar algo.
—Solo me pidió que te vigilara, diciendo que a cambio me diría sobre la muerte
de mis padres. Pero me detuve. Lo juro, nunca quise lastimarte.
—Eso no es cierto… por favor… por favor… escúchame. Sé que estás enojado
pero ...
—No... —Estoy sollozando, las lágrimas saladas son lo único que puedo
saborear—. No, yo no ...
—Adrian, por favor, lo sé… sé que no debería haber hablado con Luca, pero él
era el único amigo que pensé que tenía. Ahora me doy cuenta de que solo me estaba
utilizando. En ese entonces ... en ese entonces ... estaba demasiado sola, demasiado
asustada, y necesitaba a alguien cuando eras demasiado duro y distante.
—¡Te dije que nunca fue mi amante! ¿Crees que podría pensar en otro hombre
después de conocerte?
Adrian no dice nada, su pecho sube y baja a una velocidad alarmante. Nos
miramos durante varios segundos, mis sollozos y su respiración entrecortada llenan
el aire.
—Por la forma exacta en que estás actuando en este momento. Sabía que no me
creerías, que pensarías que te había traicionado. Nunca lo hice, Adrian, lo juro. No 169
podría ni aunque quisiera.
—Porque te amo. —Mi voz se quiebra con la fuerza demoledora de mis sollozos—
. Estoy enamorada de ti, y eso significa que preferiría lastimarme y saltar de un
acantilado en lugar de causarte dolor.
—Maldita sea, Lia. —Cierra los ojos, inhala profundamente, luego me empuja a
una posición sentada en la cama—. Cuéntamelo todo.
Envuelvo las mantas a mi alrededor mientras recito lo que sucedió en los últimos
seis años, comenzando cuando Luca se acercó a mí para vigilar a Adrian, luego a
nuestras reuniones en el baño del refugio, e incluso le hablo de las migajas de
información. Que compartí con Luca.
Es inútil ocultarle algo a Adrian en este momento, no cuando parece estar a punto
de tirarlo todo por la borda.
—Así que te has estado reuniendo con él regularmente —dice con una calma
engañosa después de que termine—. A mis espaldas.
—Te lo dije, solo necesitaba un amigo. Después ... después de que maté a ese
hombre, me aparté de Luca. Ese día en el parque, le dije que ya no teníamos ningún
tipo de relación y que cada uno debería ir por caminos separados. Me obligó a ese
beso porque ya no estaba de su lado.
—¡No nunca! Yo… quería contártelo todo, pero no pude reunir el valor. Tú ...
puedes dar tanto miedo a veces y no quería que perdiéramos lo que tenemos. 170
—Bueno, felicitaciones. Ya lo hicimos.
—¿Q-qué?
—Vístete.
—¿Por qué?
Me pongo de pie de un tirón, dejando que las mantas caigan al suelo mientras me
dirijo al armario. Mis manos están húmedas, temblorosas, y las lágrimas no dejan de
escapar de mis párpados, nublando mi visión y rodando por mis mejillas y cuello.
Tan pronto como me pongo el abrigo, me agarra del brazo y me arrastra fuera de
la habitación y baja las escaleras. No puedo seguir el ritmo de sus largas zancadas y
termino tropezando y casi cayendo un par de veces.
—Adrian ... —Mi voz se quiebra—. Sea lo que sea que estés planeando hacer, no
... Por favor... no ...
Él abre la puerta de entrada y aprieto los dientes cuando el aire helado me golpea
y me satura los huesos.
El cielo es lúgubre, casi invisible a medida que cae una fuerte nevada y difumina
el horizonte.
—Sergei se enteró de que maté a Richard y exigirá represalias por tal traición. —
Su voz es más gélida que la despiadada tormenta de nieve.
—Solo hay un castigo para los traidores, Lia. —Recupera su arma de la parte de
atrás de sus pantalones—. La muerte.
21
Lia
S
eis años.
La razón por la que no puedo detener el flujo de lágrimas o el dolor que me parte
el pecho por la mitad es por el dolor en su hermoso rostro, refugiándose en sus ojos
hipnotizantes. El hecho de que crea que lo traicioné o que alguna vez le desearía
daño.
—Confié en ti, Lia, incluso más de lo que confiaba en mí. Eras la luz que no se me
permitía tener e hice todo lo que pude para protegerla y no dejar que se apagara.
Eras la única pureza que vi en el mundo e hice todo lo posible para no empañarla.
A mi jodida manera, quería conservarte, ir en contra de mi naturaleza y retenerte,
pero debería haber sabido que era solo una quimera.
—Lo hiciste. Me protegiste, tú ... me diste una razón para vivir después de que
pensé que todo había terminado. Siempre te llamé monstruo, pero tuve que
olvidarme de ti para darme cuenta de que eres el monstruo que necesito. Así que ...
por favor ... por favor, dame otra oportunidad. Danos otra oportunidad, por Jeremy,
por nuestra familia. A mí ... no me importa si me castigas por una eternidad mientras
estés conmigo. Por favor…
La nieve se pega a sus hombros y cabello oscuro mientras me mira con los labios
torcidos en lo que parece dolor.
—No puedo.
—Adrian...
Mi esposo me besa con una desesperación que coincide con la mía y una pasión
que despierta la mía. Me roba los pensamientos hasta que es lo único presente, como
si yo existiera para él, por la forma en que me besa como si fuera la primera y la
última.
Me ahogo con las lágrimas, los dedos se clavan en su camisa cuando su brazo se
envuelve alrededor de mi cintura. Me levanta del suelo para que quede suspendida
173
excepto por su agarre sobre mí.
Una punzada de frío golpea mi piel desnuda y siseo, pero mis dedos se mueven
por sí mismos, desabrochando sus pantalones con una urgencia que nunca antes
había experimentado.
Necesito tenerlo, no perderlo, y si eso tiene que suceder solo a través del sexo, que
así sea.
Mis labios nunca abandonan los suyos mientras libero su polla dura y lo guío
hasta mi centro dolorido. Mis piernas se envuelven alrededor de su cintura en un
abrazo de acero mientras él desliza mis bragas hacia un lado y se mete dentro de mí
de una vez.
Jadeo en su boca, besándolo con renovada energía, mis brazos abrazando su
cuello y agarrando los cortos cabellos de su nuca. Él se apodera de mí, con una mano
agarrando el árbol detrás de mi espalda para mantener el equilibrio y con la otra
ahuecando mi mandíbula, inclinando mi cabeza hacia arriba para poder besarme
más profundamente, confiscando más de mis respiraciones.
Mi espalda se desliza hacia arriba y hacia abajo por la dura superficie del árbol
mientras él me penetra con profundas y crudas embestidas que coinciden con los
despiadados golpes de su lengua.
Un calor abrasador fluye por mis venas a pesar del clima helado, la nieve y el
blanco que casi nos entierra. Estoy anclada en el momento, en la vida, por el fuerte
y protector agarre de Adrian.
—No me importa. Morir de frío es mejor que cualquier cosa que estés planeando.
—Mírame.
—No…
—Lenochka, mírame.
No puedo resistirme cuando me llama por ese apodo o cuando baja la voz a ese
rango persuasivo.
Sin soltarlo, me aparto para poder mirarlo a través de mi visión borrosa. Adrian
enjuga mis lágrimas con la yema del pulgar incluso cuando caen otras nuevas.
—Cuando tenía diez años, mi madre traicionó a mi padre al hablar con otras
organizaciones criminales a sus espaldas. Estaba tan hambrienta de poder que por
sí sola planeó un golpe de Estado contra el Pakhan en ese momento con la intención
de convertir a mi padre en el hombre número uno de la Bratva. Cuando se enteró,
la persiguió, la obligó a arrodillarse y le disparó entre los ojos justo frente a mí. Así
es como se trata a los traidores en la hermandad, sin importar quiénes sean o cuál
sea su rango.
—Quizás. Pero como tú, no puedo hacerte daño, Lenochka, incluso si mi propia
vida está en juego.
—¿Qué ... qué quieres decir con que tu vida está en juego?—No me gusta cómo
suena eso. De hecho, lo odio tanto que estoy temblando y estremeciéndome por una
razón completamente diferente al frío.
—No entendía mis emociones en ese momento, pero ahora sí. Te amo, Lia.
Siempre lo he hecho. Pero mi forma de amar no es dulce ni suave. No es nada noble
ni delicado. Mi amor es egoísta y malvado. Es del tipo en el que mataré gente para
protegerte y borraré a otros para vengarte. Es posesivo, obsesivo y no conoce
fronteras, no cuando te conocí y ciertamente no ahora.
Un ruido de impotencia sale de mi garganta. A pesar de que sus palabras son todo
lo que he deseado escuchar, las circunstancias bajo las que las dice me llenan de una
cruda agonía.
—Adrian ...
—Boris y Yan, se quedarán aquí para proteger a Lia y Jeremy con sus vidas —
anuncia Adrian—. El resto vendrá conmigo.
—Ojalá hubiera sido diferente entre nosotros dos. Ojalá fuera el hombre que te
mereces en lugar del villano que tienes.
—Entonces ... déjame hablar con él, déjame hablarle de Richard y ...
—Eso hará que te maten.
—Pero…
—No. Es definitivo.
Saber que va a morir me quema como mil llamas en medio del frío glacial.
—¡Adrian! —grito, corriendo tras él—. ¡Adrian, no! No me dejes ... ¡no lo hagas!
Mi pie se atasca en la nieve y tropiezo, pero sigo cojeando detrás del auto mientras
desaparece lentamente.
—¡Adrian! ¡¡Adrian!! —grito a todo pulmón. Mis pies ceden y caigo de rodillas en
medio de la nieve.
Unos brazos fuertes me agarran, impidiéndome ir más lejos. Creo que escucho las
voces de Yan y Boris, pero no entiendo lo que están diciendo.
U
n peso ha estado presionando mi pecho desde que salí de Rusia.
Me paso la mano por la cara para disipar esas imágenes. Si pienso en ella, no
podré seguir con mi plan.
178
No podré salvarla a ella ni a nuestro hijo.
Si bien descubrir que se había estado reuniendo con Luca a mis espaldas fue como
si me apuñalaran con mil cuchillos sin filo, creí cada palabra que dijo.
Si fuera el viejo yo, no lo habría hecho. En todo caso, mis problemas de confianza
me habrían vencido y me habría desquitado con ella. Pero ese no es el caso ahora.
No solo confío en ella, sino que todo lo que dijo tenía sentido, llenando las piezas
faltantes del rompecabezas.
Lia, que solía temblar frente a un arma, mató a alguien para protegerme.
—Encuentra a Luca y mátalo —le digo a Kolya que está sentado a mi lado en el
asiento trasero mientras Fedor y otro guardia ocupan el frente.
—Lo es. Dado que él está tan interesado en ella y sabe que es la hija de Lazlo, sus
raíces son más profundas de lo que pensaba. Quiere lastimarla y la ha manipulado
todo el tiempo, lo que significa que lo más probable es que sea uno de los Rozettis.
Probablemente fue asignado para vigilarla y la ha usado desde entonces. ¿Recuerdas
al guardia que traicionó su secreto sobre esconder a Lia de Lazlo después de que lo
torturamos? Dijo que Lia es su carta de triunfo contra los Luciano y que la usarán
cuando lo consideren oportuno. Secuestraron a su madre mientras estaba
embarazada de ella y la casaron con uno de los suyos para mantenerla bajo control .
179
—¿No sabría Lazlo sobre su madre? ¿El embarazo? ¿Su abuela?
—Ella no era su verdadera abuela, Kolya. Ella era simplemente una mujer que
conoció a Rachel Gueller en algún momento de su vida, y los Rozettis le pagaron
bien para que fingiera ser la abuela de Lia.
—¿Por qué no podría ser que Lazlo supiera que tenía una hija en alguna parte y
simplemente nunca le prestó atención?
No tiene herederos, Kolya. Créame, si supiera que tiene un hijo en alguna parte,
no dudaría en traerlo a la familia.
—Quiero a Luca y a cualquier persona con la que trabaje muerto. Como conoce
los orígenes de Lia, es un peligro para ella.
—No.
—Jefe.
—¿Vale la pena?
—Absolutamente.
180
Fedor detiene el auto frente a la casa de Sergei, luego nos acompaña a mí y a Kolya
adentro.
Siempre pensé que estaba por encima de esos juegos mentales, pero ahora,
mientras miro los furiosos rostros paranormales congelados en su grito de batalla,
no puedo evitar sentir una leve punzada de incomodidad.
El guardia superior de Sergei detiene a Kolya e Igor al pie de las escaleras y habla
bruscamente en ruso:
—Solo se permite subir a Volkov.
Kolya mete la mano en su pistolera para sacar su propia arma, sin duda, pero
niego con la cabeza. Sigo al guardia de Sergei por las escaleras hacia su oficina, pero
antes de entrar, el guardia se interpone entre la puerta y yo.
—Tu arma.
Esta es la primera vez que me piden que deje mi arma en la puerta. Aunque
supuse que Sergei no me llamó para tomar el té, si va tan lejos como para
desarmarme, este bien podría ser mi certificado de defunción.
Me toma un momento entrar. Si fuera hace unos años, no me importaría una 181
mierda ser convocado, pero si fuera hace unos años, no habría dejado que mi sistema
me fallara. No habría sido ilógico.
Porque a pesar de que realicé el acto de vivir antes, nunca había vivido realmente
hasta que Lia entró en mi vida.
Quise decir lo que le dije a Kolya antes, Lia vale la pena fallar a mi sistema, cavar
mi propia tumba y ponerme en esta posición desfavorable. Lo haría todo de nuevo
si eso significa tenerla.
El guardia me sigue adentro, luego cierra la puerta y se para frente a ella en caso
de que trate de escapar.
No es que yo lo haría.
Sergei está sentado en el salón con Igor y Vladimir frente a él, con expresiones
tan duras como el granito. Cuatro de sus guardias están en posiciones erguidas junto
al balcón.
—Sí, pregunté por ti. —Sergei se agarra con fuerza al reposabrazos de su silla —
. ¿No crees que tienes que dar algunas explicaciones, Volkov?
—¿Pruebas?
A no ser que…
—¿Cómo los encontraste, Vladimir? Si los hubieras tenido antes, los habrías
presentado, pero supongo que recibiste ayuda externa. Alguien te envió esos
archivos recientemente.
—No estás en posición de interrogarme, Volkov. Es al revés. ¿Por qué no nos dices
por qué mataste a nuestro candidato a alcalde?
—¿Quién?
Quienquiera que haya obtenido esas grabaciones pirateó los archivos de Richard
justo después de que yo me fuera y antes de que ordenara a mis piratas informáticos
que estuvieran allí para una limpieza a fondo. Pero si él tenía esas grabaciones de
mi todo el tiempo, ¿por qué esperar hasta ahora para usarlas? Podrían haberme
amenazado con ellas o enviarlas a Vladimir.
A menos que su único objetivo sea deshacerse de mí. ¿Pero por qué ahora, de
todos los tiempos?
—El hecho es que mataste a Richard, quien podría haberse convertido en una
ventaja para nosotros. —Igor me fulmina con la mirada—. ¿Por qué?
—Dilo, Adrian. —La voz de Sergei se eleva con cada palabra—. Ilumínanos con
la puta razón por la que pusiste en peligro el futuro de la hermandad en esta ciudad. 183
—Tocó a mi esposa y tuvo que morir.
—¿Sabes lo que también murió con él? —gruñe Vladimir en mi cara—. Nuestras
posibilidades de tener un alcalde bajo nuestro control. Entonces dime, Adrian, ¿está
muerto solo porque tocó a tu esposa o porque estás jugando a las casitas con los
italianos? Porque, ahora, su candidato es alcalde y ¿adivinen qué? Lazlo le está
diciendo que rechace nuestros envíos.
—No, no podría.
—Porque habrías exigido que eliminara la razón por la que tomé tal decisión y
me desvió de mi pensamiento lógico.
—Lo estoy exigiendo ahora. Divórciate de la mujer que está enturbiando tu
pensamiento y pasaré por alto este incidente.
—No.
—Sí.
—Sé que no te detendrás si me divorcio de ella. Tan pronto como lo haga, tendrás
plena libertad para matarla.
—¡¿Y me estás diciendo que estás listo para enfrentar ese destino por una don
nadie sin nombre?! —grita, su cara enrojecida.
—Sí.
—Estoy decepcionado de ti, Volkov. Se supone que debes ser mejor que esto. —
Me despide con una mano—. Sácalo de mi maldita vista hasta que decida cómo
matarlo.
—Si te hubieras casado con mi Kristina, nada de esto te habría pasado, y si hubiera
sido así, habría defendido tu caso. Sin embargo, elegiste a una don nadie y
terminarás como un don nadie. Georgy debe estar rodando en su tumba.
A pesar de todo, casarme con Lia fue la mejor decisión que tomé en mi vida.
185
23
Lia
N
o sé cómo me encuentro de vuelta en la casa.
—Es té caliente.
—No quiero té caliente. —Una ola de lágrimas frescas nubla mi visión—. Quiero
ir con Adrian.
No.
Lo hará conmigo. Él tiene que. No hay forma de que me deje sola después de todo
lo que hemos pasado.
—Lo siento. —Yan se sienta a mi lado, todavía sosteniendo la bebida mientras
Boris está frente a nosotros en su posición inflexible.
—¿Qué es verdad?
—¿Traicionó al jefe?
—¿Por qué razón? —Yan golpea la taza sobre la mesa y se levanta—. ¿Vas a ir en
contra de la orden de tu jefe y lastimarla? Porque tendrás que pasar por mí primero.
Agarro el brazo de Yan y tiro con la poca fuerza que me queda para que se siente.
Él obedece, vacilante, y niego con la cabeza hacia Boris.
—Es cierto que hablé con Luca, pero nunca lastimaría a Adrian. Sé que no me
crees, pero yo ... yo no lo hice.
Boris afina los labios pero no dice nada. Al igual que Kolya, solo ha sido leal a
Adrian y siempre ve las cosas desde la perspectiva de su jefe. Pero entiendo su
escepticismo sobre protegerme cuando cree que soy la razón detrás de todo este lío.
—No.
—Si hablo con Sergei y le cuento lo que pasó en el refugio ...
—¿No puedes estar sugiriendo que todos nos sentemos aquí y no hagamos nada?
—Créame, señora Volkov. —Boris aprieta los dientes—. Si fuera por mí, estaría
allí con él, muriendo por él si fuera necesario.
—Mi padre.
—No, Lia.
—Creo que el jefe nos matará. —Hace una pausa—. Pero no podrá hacer eso si
está muerto.
Ambos guardias se miran el uno al otro, pero incluso con la expresión estoica de
Yan, sé que en el fondo, se da cuenta de que esta es nuestra única oportunidad de
rescatar a Adrian.
—Mami?
Me limpio los ojos con el dorso de las manos y me agacho para estar a la altura de
él.
N
unca antes había pensado en conocer a mi padre.
Ni siquiera intenté saber su nombre o indagar para averiguar sobre él. En parte
porque pensar en él me trajo recuerdos dolorosos de Italia y de la muerte de mis
padres. En parte porque no quería quedar atrapada en ese tipo de vida.
Después de saber que Adrian se había acercado a mí por quién es mi padre, me 191
dolió tanto que deseé que nunca me hubiera tenido. Deseaba que mi verdadero
padre fuera el amable Paolo Morelli, que me cuidó a mí y a mi madre. Ojalá no
tuviera ninguna relación con Lazlo Luciano.
Ahora es diferente.
—Esto es malo —se queja Yan mientras nos paramos frente a la casa de Lazlo en
una de las secciones exclusivas de Brooklyn.
Volamos aquí tan pronto como pudimos y nos tomó trece horas que no tengo para
perder. He intentado llamar a Adrian, Kolya y Fedor, pero todo lo que he recibido
son sus mensajes de voz.
Yan intentó apaciguarme, diciendo que probablemente estaban en una reunión,
pero casi sufrí un colapso cada vez que no podía comunicarme con ellos. Lo único
que me mantuvo unido fue Jeremy.
Yan es el único que no lo está y ha estado refunfuñando todo el camino hasta aquí,
incluso cuando insistió en acompañarme.
—Si odias tanto esto, podrías haber dejado que Boris viniera en tu lugar.
Él se burla.
—No hay manera en el infierno. Le dije al jefe que te protegería con mi vida y eso
es lo que pretendo hacer. Además, ni siquiera pienses en intercambiarme con Boris.
Uno, es aburrido. Dos, soy más joven y mejor a la vista.
Miro hacia la enorme casa. Sus paredes son altas, no permiten ver el interior y
varias cámaras parpadean en cada esquina. Mi padre está dentro de este lugar en
alguna parte.
—Se supone que debo preguntarte eso. Los Luciano son brutales, Lia. Lazlo y sus
hermanos han estado gobernando a las familias italianas en Nueva York con mano
de hierro y no dudarán en derramar sangre si les sirve.
—Olvidas algo, Yan. No importa cuán brutales sean, soy su sangre y eso debería
contar para algo. Al menos espero que así sea.
—Ya veremos.
—No habrá necesidad de eso. —Yan inclina la cabeza en dirección a una cámara
parpadeante—. Ellos ya nos vieron.
Bien. Me reconoce. Yan dijo que lo harían, que no importa cuánto Adrian me haya
mantenido oculta y fuera del centro de atención, todos en el mundo del crimen
tienen la misión de conocer a su familia.
—Me temo que eso no será posible sin una invitación personal del Don.
El guardia no se ve afectado.
Doy un paso frente a él, encontrándome con su impasibilidad con una mirada.
—Escúchame. Vine aquí para encontrarme con Lazlo y no me iré hasta que lo
haga.
—Soy su hija—le susurro—. Dile que soy su hija ilegítima con Rachel Gueller.
Solo pasa un minuto, pero parece una eternidad hasta que vuelve el guardia.
Mi corazón late con fuerza mientras comparto una mirada con Yan. El guardia
nos lleva al interior, pero antes de que podamos entrar en la mansión, niega con la
cabeza hacia Yan.
Sigo el camino que me mostró, caminando por un largo pasillo con varias pinturas
renacentistas colgadas en las paredes. Cuando llego a la puerta, los latidos de mi
corazón son erráticos e irregulares.
Puedes hacer esto, Lia.
Este es mi padre.
Lo he visto un par de veces antes en los banquetes de la Bratva, pero nunca me 195
detuve a mirarlo, para ver siquiera el parecido entre nosotros. Siempre he mantenido
una barrera entre mí y esa parte de la vida de Adrian, a la que pertenecía Lazlo.
Corta un trozo de carne frente a él mientras me mira con sus ojos penetrantes.
—No es un reclamo. —Me trago los nervios—. Soy tu hija con Rachel Gueller.
—Entonces sabes que mi padre era Paolo Morelli y que yo nací en Italia.
—Correcto. Por eso me gustaría saber por qué dices ser mi hija.
—Mi madre se vio obligada a abandonar los Estados Unidos después de quedar
embarazada de mí y casarse con mi padre, mi padrastro.
—¿A qué quieres llegar? —Sigue cortando el bistec pero no se lleva nada a la
boca—. ¿Adrian es consciente de lo que estás haciendo? Si lo sabe ...
—No lo sabe, porque está en peligro. —Me acerco a él en pasos rápidos, pero si
mis movimientos repentinos alarman a Lazlo, no actúa en consecuencia. En cambio,
me observa de cerca cuando estoy un paso delante de él—. No sé qué más decirte
para hacerte creer, y probablemente estoy perdiendo el tiempo, pero debes saber
esto, mi madre era feliz en Italia y con mi padrastro, pero a veces la veía llorar sola.
A veces, me abrazaba y me decía que desearía que fuera diferente. El día que esos
hombres vinieron y la mataron a ella y a papá, también deseé que fuera diferente. Sé
196
que alguien me escondió y me llevó de contrabando a Estados Unidos, pero no tengo
idea de quién fue ni por qué lo hicieron. De lo único que estoy segura es de que tuvo
algo que ver contigo y los Rozettis y que Luca podría haber estado trabajando con
ellos ...
Me detengo cuando suelta los utensilios y me tiende una mano. Estoy a punto de
retroceder cuando Lazlo envuelve sus dedos alrededor del colgante que asoma de
mi abrigo.
Sus ojos se agrandan mientras pasa las yemas de sus dedos por la superficie con
infinita precaución.
—Mamá me lo dio.
—Se lo di a Rachel. Dijo que era un regalo precioso y que se lo daría a nuestro hijo
si tuviéramos uno. —Me mira con lo que parece asombro—. Tu eres mi hija.
—¿Lo conoces?
—Luca Rozetti.
—Es un puto Rozetti. Él y su familia han intentado todos los trucos bajo el sol
para destruirme, pero nunca pensé que irían tan bajo como para esconderte de mí.
—Se pone de pie y me acaricia la cara—. Mi hija. Mi sangre.
Trago saliva por el tono de su voz, por la forma en que sus ojos se suavizan como
si estuviera encontrando un tesoro perdido hace mucho tiempo.
—Debería haber sentido que algo andaba mal cuando me dio esto.
197
—¿Mamá lo hizo?
—Sí, aunque fue un pequeño accidente. Ella no tomó bien mi compromiso con mi
esposa actual y sostuvo un cuchillo para que la dejara en paz. Estaba tratando de
desarmarla cuando me cortó. Esa fue la última vez que la vi.
—La lastimé lo suficiente al elegir a otra mujer en lugar de ella. Tú, sin embargo,
yo no sabía. Si lo hubiera sabido, habría sido diferente.
—Luca.
Típico.
—Estoy feliz de que hayas venido, Lia. Eres un regalo que finalmente he recibido.
—Mi esposo, Adrian. Sergei se lo llevó porque creen que mató a Richard Green
para ayudarte y traicionar a la Bratva. Eres el único que puede rectificar el
malentendido.
—No cuando se trata de negocios de la Bratva. Además, no creo que fuera por
mera casualidad que Adrian terminara casándose contigo. Él sabía de tu relación
conmigo durante años, pero decidió mantenerlo en secreto, y solo por eso, no lo
ayudaré.
—Sí lo haré.
—Tengo un plan.
199
25
Adrian
E
s extraño lo mucho que piensa alguien cuando no hay nada más que
hacer.
Sé lo que está haciendo. Al ponerme en una habitación fría con dispositivos de 200
tortura colocados sobre la mesa, está mostrando lo que podría hacerme antes de mi
muerte.
Pero eso fue antes de casarme con Lia. En algún momento, protegerla se convirtió
en la prioridad de mi vida y sobreviví, si no por nada, solo por ese propósito. Ahora
que me es imposible vivir, no puedo dejar de pensar en cómo será su vida después
de mi muerte.
Sé que Kolya, Yan, Boris, Ogla y los demás harán todo lo posible para asegurarse
de que ella y Jeremy estén bien cuidados. No solo vengo de una familia rica, sino
que siempre he invertido en varias empresas para hacer crecer esos activos. Tengo
suficiente fortuna que los sostendrá durante las generaciones venideras y nunca
tendrán que preocuparse por el dinero.
Comenzó cuando no la usé tan pronto como supe que era la hija de Lazlo y luego
decidí quedarme con ella. Continuó cuando rompí mi compromiso perfectamente
lógico para casarme con ella. Después de eso, todas mis decisiones se tomaron con
el único propósito de protegerla, mantenerla más cerca y encadenarla a mí, incluso
si eso significaba lastimarla en el proceso.
Ahora que me iré, la idea de dejarla sola duele más de lo que pensaba.
Duele hasta el punto de que estoy considerando otras opciones para resolver la
situación actual. Si voy con lo que Sergei quiere y me divorcio de ella, puedo 201
esconderla en un lugar que él no pueda encontrar. Podré visitarla a menudo ...
No.
Haría que su misión fuera acabar con su vida. Además, me volvería loco si ella no
estuviera en mi vista en todo momento. Siempre pensaría que le pasó algo y que
está herida, o peor aún, muerta.
¿Pero no es mejor que no saber cómo le va? Podría idear formas de desafiar a
Sergei, de huir si es necesario. Ir a otro rincón del mundo donde solo estemos Lia,
Jeremy y yo.
La hermandad es todo lo que he conocido desde que era niño. El único hogar que
tuve, incluso después de la muerte de mis padres. Cuando mi padre fue asesinado
a tiros en uno de los intentos de asesinato de Nikolai, yo ya estaba insensible en ese
momento y no lo pensé dos veces. Porque todavía tenía un lugar al que pertenecía:
la Bratva.
Pero estoy dispuesto a tirarlo todo por la borda si eso significa mantener a Lia a
salvo y conmigo.
Soltando una respiración profunda, me pongo de pie tambaleándome. Estoy a
punto de llamar a la puerta y exigir hablar con Sergei cuando se abre.
Salgo y entrecierro los ojos ante el sol de la mañana que se refleja en las grandes
ventanas.
—Se lo merecía.
—Nadie merece tus golpes —dice Kirill con absoluta indiferencia, luego
susurra—: Tienes sorpresas.
—¿Que situación?
Efectivamente, todos están presentes. Igor, Mikhail, Damien, Rai y Kyle. Sus
guardias superiores están todos aquí y también Kolya. Se para cerca de mi silla que
está vacía a la derecha de Sergei.
Vladimir y Kirill toman sus asientos habituales. Sin saber si puedo sentarme más
en la mesa de los Pakhan o no, me quedo de pie.
—Te ves como una mierda, Adrian —dice Damien mientras mastica un pastel—.
Esta es la primera vez.
—Ahora. —Sonríe Kirill—. Traición es una palabra fuerte, Vladimir. Solo tuvo un
lapso de juicio, muy raro, que debe tenerse en cuenta. 203
—Aún antepuso los intereses de otra organización a los de la hermandad. —Igor
me fulmina con la mirada. Nunca me perdonó por elegir a Lia sobre su hija y
probablemente nunca lo hará.
Damien se burla.
—¿Alguno de ustedes realmente cree que Adrian haría algo sin un plan previo?
Lo trama todo y tiene problemas de control. Incluso yo puedo saber eso.
—Yo lo creo. —Kyle toma la mano de Rai en la suya y le besa los nudillos. Es
delgado, demasiado guapo para su propio bien y es británico—. Si alguien tocara a
mi esposa, lo masacraría con mis propias manos, incluso si fuera el maldito
presidente.
Al menos él lo entiende.
—¡Pakhan, yo! Quiero darle un puñetazo a Adrian en la cara unas cuantas veces.
—¿No tienes nada que decir? —Rai me mira fijamente—. Deberías explicarlo.
—Debería matarte.
—Lo ocultó de nosotros hasta que lo descubrimos por nuestra cuenta —responde
Igor.
—Planeaba matarte para dar ejemplo —continúa Sergei—. Pero tuve una visita
curiosa a altas horas de la noche.
Si bien le pedí a Lazlo que me ayudara en el pasado, sabía que no lo haría tan
fácilmente, y ciertamente no con su subjefe presente. Nicolo Luciano es demasiado
cauteloso y siempre ha cuestionado cualquier movimiento antes de que Lazlo
pudiera realizarlo. El hermano menor no estaría de acuerdo en compartir su poder
con nosotros cuando planeaban en secreto hacernos a un lado después de que
terminaran de aplastar a las otras familias italianas.
No puede ser
Con otro asentimiento, me doy la vuelta y salgo del comedor. Kolya me sigue, y
Fedor, que estaba fumando en una esquina lejos de todos los otros guardias, se une
a nosotros, apagando su cigarrillo en el camino.
—¿Supones?
¡Mierda!
—A costa de revelar los orígenes de Lia. A costa de arrastrarla a todo esto. Ahora,
Lazlo nunca la dejará ir.
Lo suelto con un fuerte empujón, mis nudillos arden con la necesidad de atravesar
una pared con el puño.
O a una persona.
Porque a partir de ahora será imposible mantener a Lia fuera del centro de
atención.
26
Lia
N
o he podido dormir.
¿Pero qué?
Debe ser sobre la situación de Adrian, aunque aparte de mi reunión con Lazlo, no
tengo ni idea de qué más puedo hacer. Yan y Boris, e incluso Ogla, me prohíben
visitar a Sergei, diciendo que hará más daño que bien.
Si Adrian no vuelve a casa hoy, iré a la casa del Pakhan. Tengo que hacer algo
además de sentarme esperando a que caiga una bomba.
No puede ser tan aterrador como conocer a mi padre, el propio Don, después de
treinta años sin conocerlo. Pero incluso si da miedo, estoy lista para enfrentar lo que
sea que la vida me depare.
Patear.
Para arañar.
Una potente oleada de energía ha estado girando dentro de mí desde el momento
en que me di cuenta de que no tengo más remedio que dar un paso al frente para
salvar a nuestra familia.
Mía y de Adrian.
Al principio, creo que vuelvo a imaginar cosas. Que mi mente me está jugando
un juego enfermizo después de dejarme en paz durante semanas. ¿Es el estrés? ¿Es
por eso que veo gente que no debería estar allí?
Subiendo las escaleras de dos en dos, lucho por mantener mi respiración bajo
control. Cuando llego a la habitación de Winter, mi corazón late tan fuerte que
puedo escucharlo en mis oídos.
Sin movimiento.
Es como si fuera una estatua. Pero sé lo que vi y no fue mi imaginación. Ahora
estoy mejor, no alucino ni dejo que mi mente tome el control total de mi vida.
Nada.
Le quito la sábana del cuerpo, pero sigue igual, casi como muerta.
Los latidos del corazón en el monitor aumentan. Sí, le está afectando. Ahora, todo
lo que tengo que hacer es continuar hasta que ella se rompa, incluso si no son ciertas
ninguna de las palabras.
—Si no abres los ojos y me dices por qué finges estar en coma, me aseguraré de 209
que este sea el último día de tu vida ...
Un fuerte chillido resuena en el aire mientras ella salta hacia adelante, sacando
una jeringa de debajo de la almohada. Me estremezco, pero ella salta sobre mí,
provocando que el tubo intravenoso sea arrancado de su brazo.
Ambas chocamos contra el suelo y ella se sienta a horcajadas sobre mí, colocando
la jeringa en mi cuello. Su pecho sube y baja con tanta fuerza que es casi antinatural.
Sus ojos, del mismo color que los míos, son furtivos, amplios, prácticamente
enloquecidos.
—Porque tu maldito esposo dijo que me torturaría por respuestas tan pronto
como abriera los ojos. —Ella respira con dificultad—. Y toda esta puta casa está llena
de guardias y gente, así que no podía irme simplemente. Si se hubiera enterado de
que me desperté, me habría matado.
Oh.
No estoy loca.
—No lo sabía… aunque debería haberlo hecho. Estaba tan desesperada que
quería creer que lo engañaría, incluso si eso era lógicamente imposible. Lo siento
mucho.
—No lo dejaré. Tienes mi palabra. De hecho, te dejaré salir por la puerta ahora
mismo.
—¿Vas a hacerlo?
Le toma un largo rato antes de que retire la aguja de mi cuello y se ponga de pie
lentamente. Hago lo mismo para que estemos frente a frente.
—Sácame de aquí.
Saca su arma y Winter salta hacia atrás. Corro delante de ella cuando resuena el
disparo.
211
27
Lia
N
o lo pienso dos veces mientras salto frente a Winter. Porque no tengo
ninguna duda de que Adrian no dudará en matarla si ve que representa
un peligro para mí.
Cuando el disparo hace eco en el aire, cierro los ojos, lista para la punzada del
dolor.
No llega nada.
Está de vuelta.
—¿Tienes un puto deseo de muerte, Lia? —Me sacude, amenaza y lo que parece
dolor arruga sus cejas—. ¿Por qué te interpusiste en el camino de la bala? Si no
hubiera cambiado la dirección en el último segundo, te habrían disparado.
—No era mi intención... Por favor, no me lastimes. —Ella niega con la cabeza y
sus ojos se encuentran con los míos—. Lia, por favor.
—No lo es.
—No lo sabes. —Mi esposo me lleva a su lado con una mano firme alrededor de
213
mi cintura y se dirige a Kolya—. Vigílala de cerca hasta nuevo aviso.
—Ella pensó que podía ocupar tu lugar. Eso es suficiente para considerarlo
incorrecto en mi diccionario.
—Yo lo hice. Yo soy quien la convenció, así que si quieres castigar a alguien,
castígame a mí.
—Oh, te castigaré, Lia, y no tiene nada que ver con Winter. —Me agarra por el
codo—. ¿Qué diablos estás haciendo aquí? Deberías haberte quedado en Rusia como
te ordené.
—No me importa nada de eso. Lo único en lo que podía pensar era en recuperarte
con vida. —Mi voz se quiebra y las lágrimas que resistí anoche irrumpen en mis
ojos—. ¿Cómo pudiste hacerme eso? ¿Cómo pudiste dejarme atrás como si no
significara nada?
—¿Quién te pidió que caminaras hacia la muerte por mí? ¿Desde cuando eres un
héroe? Eres un villano, así que actúa como uno y asume la responsabilidad de tus
acciones.
—¿Mis acciones?
214
—Me hiciste adicta a ti e incapaz de funcionar a menos que consiga mi dosis, así
que no te atrevas a pensar que puedes irte y esperar que te deje ir sin luchar. —Las
lágrimas caen en cascada por mis mejillas y mi garganta se cierra por la fuerza detrás
de mis palabras.
—No me llames Lenochka. Estoy enojada contigo ahora mismo. ¿Tienes alguna
idea de la cantidad de escenarios que pasaron por mi cabeza cuando corrí detrás del
auto y no pude alcanzarlo? Pensé que sería la última vez que te vería, que quedaría
viuda, que Jer se quedaría huérfano. Me habrías matado junto contigo y acabarías
con la vida que dedicaste mucho tiempo y esfuerzo a salvar. ¿Qué esperabas? ¿Qué
me olvidaría de ti y recogería los pedazos de mi vida como si nunca hubieras estado
en ella?
—Con el tiempo, sí. ¿No es eso lo que querías? ¿Una vida lejos de mí?
—Idiota. Maldito idiota. ¿Crees que puedo vivir lejos de ti cuando eres tú quien
le dio sentido a mi vida? —sollozo—. Solo dije esas palabras por mis miedos y nunca
las dije en serio.
Sus ojos usualmente salvajes se suavizan, a pesar del mapa de moretones en su
rostro.
—¿No?
Toda la suavidad desaparece y sus ojos se enfurecen con un gris intenso mientras
aprieta la mandíbula.
—Kolya lo mataría.
—El podría.
—Lia... —advierte.
—¿Qué, Adrian? ¿Qué? Tú eres el que quería que siguiera adelante. 215
—A la mierda. —Envuelve un brazo alrededor de mi cintura y me atrae hacia él,
aplanando mi frente contra su duro pecho mientras respira con dificultad—. ¿Crees
que alguna vez te querría con otro hombre? Eso es como destriparme con mis
propias manos. Eres mía y quiero que sigas siendo mía, no de otra persona.
Han pasado muchos años, pero todavía recuerdo, ese fue el momento en que
comencé a enamorarme de él. El ballet era lo único que tenía sentido en mi vida y
cuando lo perdí, estaba sin rumbo y sin propósito. Todo se sentía inútil y vacío.
Él fue la excepción.
No solo llenó lentamente los huecos, sino que también me impidió huir. Se
convirtió en mi escudo y continuó haciéndolo incluso cuando rasgué la armadura e
intenté destruirla.
—Tienes que tener en cuenta que las cosas solo empeorarán ahora.
—¿Empeorar cómo?
—Lo soy. Todo lo que mencionaste es aterrador, pero nada de eso me aterroriza
tanto como la idea de perderte. Mientras estemos juntos, puedo superar cualquier
cosa.
—¿Es así?
—Cállate. —Me pongo de puntillas y él baja la cabeza para que pueda rozar mis
labios con los suyos.
Las lágrimas aún se me pegan a los párpados, pero son lágrimas de felicidad.
Lágrimas de alivio.
Y tengo la intención de mantenerlo así, incluso si tengo que recurrir a formas que 217
Adrian no aprobaría.
Nuestro hijo pregunta por qué está herido su papá y yo le digo que los malos lo
golpearon. Mi esposo arqueó las cejas ante eso, pero no dijo nada.
Sin embargo, por la noche, Adrian me deja para que duerma a Jeremy y se dirige
a su oficina. Sé exactamente lo que hará y no me quedaré quieta y permitiré que
suceda.
218
Así que tan pronto como Jer se duerme, voy a su oficina y entro sin llamar a la
puerta. Efectivamente, Adrian está sentado detrás de su escritorio mientras Kolya,
Boris y Yan hacen fila, con posturas rígidas.
—¿Qué estás haciendo aquí, Lia? —Mi esposo no oculta su disgusto por mi
irrupción. Nunca le agradó que estuviera cerca de sus hombres, si no es necesario.
—Castigarás a Yan y Boris por traerme a casa. No fue culpa suya. Yo insistí.
—Sí lo es. Soy tu esposa y eso me da derecho a tomar decisiones tanto como tú.
Si no hubiera convencido a Yan y Boris de que siguieran mi plan, no estarías sentado
en esa silla.
—¡Por tu bien!
—Bueno, yo no. No permitiré que ustedes sean castigados por algo que yo
comencé. —Miro a Adrian—. ¿Entonces?
Forma una campana con los dedos en su mandíbula afilada, su rostro y su voz
aún cerrados.
—¿Qué?
—¿Vas a prometer que no les harás daño o debería quedarme aquí toda la noche
hasta que lo hagas?
—Lia...
Se casó conmigo a pesar del pasado y mis problemas mentales, a pesar de ser la
hija de quien soy, y ahora aprenderá lo que eso realmente significa y las
consecuencias que conlleva.
—Lia.
220
—Adrian.
—Te das cuenta de que no dejaré pasar esto por alto, ¿no es así?
—No me importa.
—Bien.
—Bien, ¿qué?
—¿Tengo tu palabra?
—La tienes. También tienes mi palabra de que pagarás por este pequeño
espectáculo.
Sus ojos se calientan, se vuelven salvajes, y doy un paso atrás antes de que me tire
sobre la mesa y me folle aquí mismo.
—No.
—Ella se parece a ti. No puedo dejarla caminar sin supervisión. Si lo hago, otros
la usarán para su beneficio. 221
—¿Otros como quién?
—Como Luca.
—¿Hasta cuando?
—Pasaré tiempo con ella. —Me doy la vuelta y me marcho antes de que pueda
decir nada.
Voy a la cocina, caliento la sopa y la cazuela de jamón que hizo Ogla para la cena,
las pongo y una manzana en una bandeja y salgo.
Yan siempre estuvo de mi lado, pero todos los demás eran ciegamente leales a 222
Adrian. Supongo que deben darse cuenta de lo tonta que fue su decisión y de que
realmente podrían haberlo perdido.
—Pero lo prometiste.
—Yo ... no puedo pasar todos mis días encerrada aquí. Siento que me estoy
volviendo loca.
—Puedes quedarte conmigo y con Jeremy. No somos tan divertidos, pero somos
mejor que nada.
—¿Esto?
—Ayudarme.
—Seguro.
—En primer lugar, nunca quise dejarlo. Estaba ... en un punto en el que estaba
perdida, y pensé que dejarlo era la elección correcta. Me costó mucho reconocer que
eso no era cierto y finalmente ver dónde están mis verdaderas prioridades.
—Qué lindo. —Ella sonríe un poco—. Ojalá supiera cuáles son mis prioridades,
además de mi próxima comida.
—Llegarás ahí. Te ayudaré.
—¿Lo harías?
Mi corazón se rompe por ella y toda la mierda por la que pasó a pesar de su corta
edad. Termino hablando de ballet y todo lo que pasó con él.
Winter me abraza cuando llego a la parte de mi tibia rota. Aunque pensé que
había terminado esa parte de mi vida, las lágrimas brotan de mis ojos ante el
recordatorio y tengo que respirar profundamente para no llorar.
Le sugiero que vea a la Dra. Taylor, ya que me ayudó muchísimo con la terapia
después de que volví a ser Lia.
De mala gana la dejo cuando bosteza, y le prometo que al menos podrá ir conmigo 224
y con Jer al jardín mañana.
Es la primera vez que voluntariamente pasa más tiempo del necesario conmigo.
Por lo general, está dispuesta a dejarme atrás y seguir con sus asuntos.
—Gracias.
—Gracias por traer de vuelta al jefe. Es la única que podría haber hecho algo así.
—Yo ... hice lo que cualquier esposa hubiera hecho por su esposo.
—No, fue más allá de eso. —Hace una pausa—. Al principio, pensé que era la
elección equivocada para él.
—Sí.
225
—Guau. Tu honestidad es impactante.
—Ella era la opción más lógica para él mientras usted… bueno, casi no estaba
interesada, así que pensé que tal vez había cometido un grave error. Sin embargo, a
lo largo de los años, me he dado cuenta de que podría ser la más adecuada para él.
—¿Por qué?
—Porque lo acepta tal como es. Ni siquiera sus padres hicieron eso.
—Has estado aquí desde que sus padres estaban vivos, ¿verdad?
—Cierto.
—¿Desde su madrastra?
—Sí.
—No exactamente. El difunto Sr. Volkov tenía... muchas expectativas para el jefe
cuando él era solo un niño.
—No puedo creer lo crueles que fueron sus padres. Pero supongo que eso es lo
que lo transformó en lo que es hoy.
—Hizo todo lo posible para hacer cosas por usted. Antes de que viniera, ni
siquiera comía a horas regulares, por mucho que Kolya y yo le insistiéramos. Luego
me pidió que preparara loncheras para poder llevárselas. Después de eso, al menos
comenzó a cenar. Y desde que se casó con usted, también se toma el tiempo para
desayunar y almorzar juntos.
—¿Como?
—Sentimientos. Solía hacer que su misión fuera sofocarlos, pero usted los sacas.
Sin embargo, en un momento, la mayoría de ellos eran enojados.
—Gracias, Ogla.
—¿Por qué?
—Yo soy quien se supone que debe agradecerle por salvarle la vida, incluso si
habrá un precio que pagar.
Lo sé. Por eso tengo que hacer algo al respecto antes de que lo hagan ellos.
Sin embargo, lograr que Adrian se una a bordo será lo más difícil de este plan.
227
Pero, de nuevo, tengo mis encantos de esposa para usar. La guardia de Adrian
baja un poco cuando está dentro de mí o después de que me folla, y no estoy por
encima de usar eso a mi favor.
29
Lia
U
nos días después, insisto en llevar a Winter a ver a la Dra.
Taylor.
De hecho, soy un poco más baja que Winter y mi cabello oscuro enmarca
suavemente mi rostro. El azul de mis ojos se destaca de una manera brillante, casi
recatada. Nunca he tenido una mirada penetrante o incluso una mirada convincente.
Winter, por otro lado, tiene el cabello recogido en una coleta, lo que resalta sus
pómulos que pasé un tiempo resaltando con maquillaje. Sus ojos también son de un
azul furioso, pero hasta ahora, todo parecía estar oculto bajo la superficie.
Estoy casi segura de que está embotellando algo dentro. Puedo decirlo por sus
miradas distantes y cómo a veces se escapa dentro de su mente. Si hay alguien que
entiende lo que significa estar perdido, esa soy yo.
Y haré todo lo que esté en mi poder para asegurarme de que ella no se acerque a
tener un colapso como lo hice yo en la cima de ese acantilado.
—¿Lista?
—No tienes que hacer esto, Lia. Estoy agradecida por solo... ser tratada como si
fuera normal.
—Eres normal. Si alguien te dice lo contrario, no dejaré que se salga con la suya.
Salimos de la habitación de Winter en la casa segura. Una vez que estamos abajo,
ella se mueve físicamente más hacia mi costado, su cuerpo se pone rígido.
Yan es ajeno a su entorno mientras da una calada a su cigarrillo con una mano y
revisa el cargador de su arma con la otra. La luz del día se cuela por la puerta 229
entreabierta y proyecta una dura sombra sobre su rostro. Yan puede ser hermoso,
pero en realidad puede parecer aterrador cuando habla en serio. Especialmente para
aquellos que no lo conocen.
Acaricio la mano de Winter para aplacarla. Por lo general, le tiene miedo a Adrian
y a todos sus hombres, pero solo siente la necesidad de esconderse cuando Yan está
a la vista. Espera ... ¿pasó algo entre ellos a mis espaldas? No podría haberla
lastimado, ¿verdad?
Una vez que estamos cerca de la puerta principal, señalo el auto, donde Boris está
detrás del volante.
En el momento en que ella está fuera del alcance del oído, agarro a Yan por la
manga de su chaqueta.
Él sonríe.
—Ella no lo haría.
—No lo sabes.
—¡Oye! Soy más joven. No puedo sonar como él. Además, no está del todo
equivocado. Ella parece fuera de lugar. 230
—Porque está asustada y sin hogar. Cualquiera estaría en esa situación. Deja de
empeorar las cosas.
—Ya veremos.
Niego con la cabeza mientras salimos de la casa segura. Winter está inquieta junto
al auto, probablemente pensando si quiere estar dentro del mismo vehículo con
Boris. Sin embargo, al ver a Yan, abre la puerta con dedos temblorosos y se desliza
dentro.
Yan inclina la cabeza para mirarla y chasqueo los dedos frente a su cara.
—Para.
—Estoy segura de que lo harás. —Me enderezo y veo a Adrian que está detrás de
él.
Un ceño fruncido está grabado en sus hermosos rasgos y sus hombros se llenan
de tensión. Si fuera por él, me habría encadenado a la cama o al menos habría venido
conmigo. Pero debido a todo lo que ha sucedido dentro de la Bratva, está bajo un
escrutinio de cerca y recibirá la visita de los reyes de la hermandad hoy.
Pero también dijo que jugará con Jeremy mientras yo salga con Winter.
Después de acariciar el cabello de Jeremy, doy un paso hacia Adrian y coloco una
mano en su pecho.
231
—Estaremos bien.
—Después de que fueron en contra de mis órdenes, sí, lo hago. Es por eso que
enviaré a Fedor y otros dos en un automóvil separado.
Toco mis labios con los suyos, con cuidado de no volver a abrir el corte en la
esquina de su boca, pero Adrian envuelve su brazo alrededor de mi cintura y
mordisquea mi labio inferior hasta que los abro con un gemido.
Cuando me suelta, estoy mareada. La boca de Adrian encuentra mi oído y
susurra:
—Sé buena.
—Depende de lo buena que seas. —Su voz cae con dominio oscuro.
No pensé que jamás diría esto sobre mi amigo, pero puede ser un gran idiota.
Durante el viaje, trato de distraer a Winter de los dos hombres que van delante y
del auto que nos sigue. Al principio, parece demasiado asustada para siquiera
escuchar, pero con el tiempo, ella también comienza a hablar.
232
Al doblar una esquina, algo se refleja en mi visión periférica. Miro por la ventana
porque juro que acabo de ver a un hombre con ropa de cuero negro, una gorra de
béisbol negra y una máscara, conduciendo una motocicleta, mirando nuestro auto a
pesar de los vidrios polarizados.
Fuerzo el cuello para registrar la multitud de personas y autos, pero no hay rastro
de él.
Esa fue mi imaginación, ¿verdad? De lo contrario, creo que acabo de ver a Luca.
30
Lia
E
stamos en una fiesta.
Como mi familia.
Todavía no puedo entender esa idea, pero supongo que es demasiado pronto.
Ha pasado una semana desde que casi pierdo a Adrian. Una semana desde que 233
vi a mi padre por primera vez y le pedí que me ayudara.
Mi esposo, que actualmente está colocando una mano firme en la parte baja de mi
espalda, usa su esmoquin que podría ser responsable de hacer que me enamore aún
más de él. Se ve tan delicioso en ropa formal, como si hubiera nacido para este tipo
de apariencia. Agrega sus rasgos afilados y su aura intocable, y es un espectáculo
para la vista.
Llevo puesto un vestido de satén hasta la rodilla con un escote algo profundo que
revela un toque de piel. Su color azul oscuro complementa mi tono de piel y me hace
lucir elegante. Cuando me estaba vistiendo, Adrian seguía mirando el escote y me
pidió que me cambiara. Pero ya llegábamos tarde, así que me puse una bufanda y
luego me la quité tan pronto como estuvimos en el auto.
Esa es una de las razones de su mal humor, pero la razón principal es que insistí
en venir a esta celebración.
Estaba en contra, diciendo que Sergei solo se enojaría más si me ve y que Lazlo
no me dejará en paz. Si bien ambas son ciertas, ya no me escondo como una muñeca
de porcelana.
Si hay algo que aprendí al perder temporalmente mi identidad y todo lo que
siguió, es que no puedo seguir mirando mi vida como un espectador. Tengo que
actuar, incluso si termina mal. Al menos lo habré intentado, no me quedaré sentada,
esperando a que alguien más tome las decisiones.
Entonces, ¿y si Adrian siempre tenía la última palabra antes? Eso no sucederá más
y lo demostré insistiendo en venir aquí. Tuve que pagar por eso cuando anoche me
puso rojo el culo con su cinturón, hasta el punto en que apenas puedo sentarme hoy,
pero valió la pena.
Nos detenemos frente al salón donde Sergei está sentado con Igor y Mikhail. Deja
que Adrian le bese la mano, pero cuando es mi turno, la aparta y me mira.
—Pakhan. Le dije…
234
Levanta una mano, hace callar a mi marido sin decirlo y me mira con dureza.
Respiro hondo.
—Fui una víctima y no me disculparé por eso. Adrian hizo lo que tenía que hacer.
Pasan unos segundos antes de que Sergei me despida. Asiento, lo felicito por el
trato con los Luciano y doy un paso atrás.
Sin embargo, ahora es diferente. Ahora, tengo la intención de que el mundo sepa
que él me pertenece tanto como yo le pertenezco a él.
El lugar bulle con muchos invitados en atuendo formal. Hay una suave música 235
de piano, pero está algo ahogada por el constante parloteo.
Según las otras reuniones de Sergei, esta está fuertemente vigilada y tiene una
barra libre y mesas dispersas donde los invitados pueden sentarse y charlar.
Pero creo que ahora puedo superar eso. Tan jodido como está, creo que Adrian y
yo siempre fuimos destinados a estar juntos.
No habría sido tan compatible con Kristina. Como yo no lo sería con ningún otro
hombre.
Estoy a punto de tomar algo cuando Rai me saluda desde el otro lado del pasillo.
Le devuelvo el saludo, encontrándome con ella y su marido a mitad de camino.
Ella está acunando su creciente vientre mientras Kyle sostiene su brazo para
ayudarla a mantener el equilibrio mientras se apresura hacia mí.
Es alto y musculoso en cierto modo. Tiene cabello castaño y ojos cobalto
profundos que a veces parecen sin fondo, casi como si no hubiera emociones detrás
de ellos. Solía asustarme, porque aunque tiene una personalidad extrovertida,
siempre se sintió como si la usara como fachada para ocultar su lado más oscuro y
retorcido.
—¿Mía?
—No.
—¿Por ti? Mierda, que sí, princesa. —Él la mira con una mirada misteriosa que
ella obviamente comprende, porque el rojo se eleva desde su cuello hasta sus
mejillas.
Guau. Esta es la primera vez que la veo sonrojarse. Pensé que era más fuerte que
el mundo e incapaz de sentir vergüenza o algo similar.
Parece que solo se siente así con su marido. Ella se ve increíblemente femenina en
este momento, a diferencia de la Rai dura y sensata a la que estoy acostumbrada.
—Estoy sedienta.
—Vuelvo enseguida. —Él le guiña un ojo y luego asiente con la cabeza hacia mí—
. Señora Volkov.
Tan pronto como desaparece, Rai toma mis manos entre las suyas.
—¿Cómo has estado? ¿Estás bien?
—Se supone que yo debo preguntarte eso. ¿Qué tan avanzada estás?
—Yo también. No habría podido hacerlo sin él. ¿Adrian te ayudó durante tu
embarazo?
—Parece indiferente, pero estoy empezando a pensar que todo era una fachada.
Nadie hubiera pensado que iría contra el tío abuelo por ti, pero se negó a divorciarse
de ti, incluso si eso significaba salvarle la vida.
—¿Lo hizo?
—Si. Todos lo llamaron estúpido, incluido Kirill, que es su aliado. ¿Yo, sin
237
embargo? Me quedé impresionada. Incluso Sergei lo esta.
—¿Sergei?
—Sí.
—Es todo un acto. Si hay algo que mi tío abuelo aprecia más que la hermandad,
es la lealtad. Adrian te mostró lealtad y estaba dispuesto a pagar sus acciones con su
vida y Sergei no se perdió eso. Dale tiempo y se recuperará.
—¿Lo crees?
—Estoy segura.—Ella hace una pausa—. Ahora, dime, ¿cómo puedo evitar querer
orinar todo el tiempo?
Me río mientras entrelaza su brazo con el mío. Siempre amé la compañía de Rai
y siento que ella es la aliada que más necesito en la hermandad.
Después de hablar sobre su embarazo durante algún tiempo y darle consejos de
cuando esperaba a Jeremy, me aclaro la garganta.
—Sé que Kyle y tú tienen un matrimonio concertado, pero parece que siempre
han estado en igualdad en su relación. ¿Es por tu personalidad? ¿O hiciste algo para
llegar allí?
—¿Lo sabes?
—Algo así. Pero bueno, Kyle y yo tenemos historia, así que la dinámica ha sido
diferente desde el principio y no se puede comparar contigo y Adrian.
238
—Pero él siempre toma las decisiones y es tan cerrado al respecto que a veces
duele. —Me tiembla la barbilla—. Sé que le importo y lo demuestra con sus acciones,
pero cada vez que le pido algo que va en contra de su agenda, es como si estuviera
tratando con un hombre completamente diferente.
—Eso es porque está acostumbrado a que se sigan sus órdenes y reacciona mal
ante lo contrario. Es un hombre de poder y lo ha sido desde que lo conozco.
—Diablos no. —Frunce el ceño como si lo que acabo de decir fuera una
blasfemia—. Sin embargo, es posible que debas utilizar métodos no convencionales.
Ella sonríe.
—Eso también funcionaría. Pero piensa en por qué Adrian está tan enamorado de
ti.
—¿Está enamorado de mí?
—Lo está.
—¿Qué parte?
—No, él no lo hace.
—Sí, lo hace. Al principio, lo atribuí a algo insignificante, pero desde que comencé
a mirar de cerca, es muy obvio.
—¿De verdad?
—Gracias.
239
—Si Kirill o Damien te causan algún problema, los apuñalaré por ti.
—Él lo haría! Además, lamento lo de Vlad. Solo tiene en mente los mejores
intereses de la hermandad, pero a veces puede ser tan bruto.
Si, lo es. Y la única razón por la que Rai se disculparía en su nombre es porque él
es su protector y aliado de por vida. Ahora que sé que ha estado persiguiendo a
Adrian con la intención de eliminarlo e incluso matarlo, nunca volveré a confiar en
él.
Paso más tiempo con Rai, pero poco después, Kyle viene a buscarla para que
pueda sentarse. Me despido con la mano mientras me dirijo al buffet por algo de
comida, y saludo a algunos de los miembros de la familia Luciano, como la esposa
de Lazlo, Sofia, y dos de sus hermanos.
No estoy segura de si les habló de mí, pero no muestran una reacción,
considerando quién soy para ellos.
Adrian se enfureció cuando se enteró de que prometí tener una relación de padre
e hija con Lazlo a cambio de salvarlo. Pero estaba destinado a suceder tarde o
temprano. Ningún secreto puede ser enterrado para siempre, y eso incluye mis lazos
con la familia Luciano.
Sin embargo, no tengo ni idea de cómo lidiar con esos lazos. Si Adrian no hubiera
estado desaprobando todo lo que hice desde que dejé Rusia, él habría sido el que me
habría ayudado a pensar.
—Carina.6 240
Trago mi trozo de langosta ante la voz distintiva de Lazlo mientras me doy la
vuelta para enfrentarlo.
Me sonríe, las arrugas alrededor de sus ojos insinúan los muchos años que ha
pasado en la Tierra, probablemente arruinando la vida de personas como mi propio
esposo.
Mi padre toma mi mano y me besa el dorso con claro cariño que dibuja una
sonrisa en mis labios.
—No muy bien. Me enteré de que tengo una hija y, sin embargo, parece que ella
no quiere hablar conmigo.
5 El padrino es el nombre que reciben las películas dirigidas por Francis Ford Coppola y escritas por
él mismo junto con el novelista Mario Puzo.
6
Significa “hermosa”
—Eso no es cierto. Es solo ... —Bajo la voz, acercándome a él para que nadie más
nos escuche—. Sergei no sabe nada de ti y de mí, y si se entera, no perdonará a
Adrian.
—Pero lo prometiste.
—Esto no tiene nada que ver con mi promesa. Necesito su explicación de por qué
se casó con mi hija.
—La quiero, y es por eso que estoy siendo paciente y no he hecho ningún
movimiento. —Toma mi mano entre las suyas y las acaricia, la cicatriz en su rostro
no es tan horrible como pensaba, incluso bajo tanta luz.— Pero lo haré, Carina. Eres 241
una Luciano y necesitas conocer a tu familia.
—Mías.
—¿Realmente esperarás?
—Esperé todo este tiempo por un hijo de mi propia sangre. ¿Crees que no puedo
esperar un poco más?
—Gracias.
—No, gracias por existir, Carina. Hiciste que la vida de este anciano valiera la
pena. Ahora, ven, déjame presentarte a tu familia.
—Pero pensé que esperarías.
—Estoy a la espera. ¿Qué tiene que ver esto con conocer a tu familia? —Lazlo me
guía hacia adelante y me presenta como la esposa de Adrian a su esposa, hermanos
e incluso a sus mujeres. Por ahora, como me susurró al oído. A diferencia de lo que
esperaba, no es incómodo y no parecen maliciosos. Son más curiosos que cualquier
otra cosa.
Lazlo solo me deja cuando Sergei lo llama. Espero que suban a su reunión
habitual, pero no lo hacen. Poco después, Adrian aparece entre los otros líderes de
la hermandad y avanza en mi dirección.
Al principio, creo que se dirige a Kolya y Yan, que han estado observando desde
las sombras toda la noche, pero viene directamente hacia mí.
Parpadeo hacia él cuando se detiene frente a mí. Esta es una de las pocas veces
que me ha prestado atención en medio de las reuniones de la hermandad. Por lo
general, entramos y luego me ignora toda la noche hasta que tenemos que irnos. 242
¿Nos vamos ya a casa?
Aunque extraño a Jer y a Winter ya que ahora pasamos la mayor parte del tiempo
juntos, no podemos irnos. Sergei lo consideraría una insolencia.
—Baila conmigo.
—¿Q-qué?
La tomo con una gran sonrisa en mi rostro. Siempre he visto a todos los que bailan
con envidia, deseando que Adrian y yo estuviéramos entre ellos, pero nunca he
tenido las agallas para pedirlo, ni siquiera cuando estábamos en buenos términos.
—No lo hago.
—¿Eso es todo?
—No. Necesito apostar mi reclamo para que ningún hijo de puta te mire.
—Pensé que te estaba protegiendo antes, pero al diablo con eso. Si vas a ser el
centro de atención de todos modos, estaré a tu lado en cada paso del camino.
—Créame, lo haría si pudiera. Si fuera por mí, te habría adorado lejos de los
espectadores, donde estés a salvo, pero ya no estás contenta solo con eso, y nunca
más te llevaría al borde de un acantilado, Lenochka.
La humedad se acumula en mis ojos y lo abrazo, descansando mi cabeza contra
su pecho. Porque lo sé, solo sé que algo diferente acaba de florecer entre nosotros.
Confianza.
244
31
Adrian
A
unque planeé esto toda la noche, ejecutarlo es complicado.
No es el único involucrado.
También está Lazlo, y a juzgar por la forma en que hizo que Lia hiciera las rondas
de conocer a los miembros de su familia, no tengo ninguna duda de que pronto
anunciará al mundo que ella es su hija. La única razón por la que se está reteniendo
es porque probablemente ella se lo pidió. Sin embargo, Lazlo Luciano nunca fue un 245
hombre paciente, especialmente cuando se trata de cosas que considera su derecho.
Tan pronto como terminamos de cenar, me pongo de pie. Lia me mira con esos
enormes ojos suplicantes. Es tan hermosa que a veces duele físicamente.
Pasé toda la cena observándola cada movimiento; el aleteo de sus largas pestañas,
el movimiento de sus labios cuando hablaba o comía. Incluso dejé que Damien se
dirigiera a ella solo para poder escuchar el tenor de su voz y la chispa recién
encontrada en sus palabras.
¿Es esta una nueva forma de obsesión? Posiblemente. No tengo ninguna duda de
que, al igual que su naturaleza, mi obsesión por ella seguirá creciendo para igualarla.
Lia se pone de pie con gracia y desliza su mano por mi brazo. Por lo general, no
me tocaba en público, o en privado, hasta hace poco, pero mi Lenochka está
cambiando.
No se trata solo de cómo fue con su padre y enfrentó esa parte de su vida o cómo
se impuso para proteger a mis hombres y a Winter. Se ha ido integrando lentamente
en los aspectos criminales de mi vida, que solía aborrecer. Es como si finalmente
aceptara su papel de esposa sin que yo tuviera que obligarla.
Ella es mi rosa.
Tanto sus espinas como su aroma exótico son míos y solo míos.
—Quiero ir contigo.
—Rai me dijo que es un acto y que aprecia la forma en que me mostraste lealtad.
Alzo una ceja. Parece que a Rai le agrada Lia de verdad si hizo todo lo posible
para ayudarla. Pero, de nuevo, ella no habría ido en mi contra y arriesgado mi ira
para ayudar a Lia a escapar si ese no fuera el caso.
—Él aprecia mi lealtad, no la tuya, Lenochka. No te quiero allí cuando sepa quién
eres.
—Porque eres mi esposa y prefiero morir mil veces antes que ponerte en peligro.
Puedo decir que no está convencida, pero no presiona el asunto. Sin embargo,
duda antes de soltar mi brazo.
Agarrando sus mejillas con ambas manos, la giro ligeramente y rozo mis labios
contra su sien. Soy muy consciente de los espectadores, como antes cuando
bailamos. Todos están sorprendidos por lo cerca que estoy de Lia esta noche en
comparación con todas las otras reuniones. Damien y Kirill incluso me preguntaron
sobre el cambio repentino.
247
Es sencillo.
Dejé de tratar a mi esposa como a una extraña cuando siempre ha sido la única
persona que importaba en una habitación llena de gente.
—¿Para qué?
—Es de interés para ti. —Miro a Vladimir que me ha estado observando toda la
noche, sin duda esperando a que me equivoque—. Tú también.
Kirill se desliza a nuestro lado con pasos silenciosos y reajusta sus lentes.
—¿Qué hay de mí?
—Yo también. —Damien interviene con menos delicadeza—. ¿Por qué todos me
dejan fuera?
—Hoy no. —Le hago un gesto a Kirill con una inclinación de cabeza, y él,
afortunadamente, capta la indirecta y se lleva a Damien que protesta.
En realidad, la atención de Lazlo está puesta en mí. Lo ignoré tanto como pude la
semana pasada, y si no hago algo al respecto, él hará las cosas a su manera.
—¿Qué pasa? —El Pakhan se apoya en el puño—. ¿Supongo que tiene que ver con
la esposa, a quien una vez mencionaste que no significa nada?
248
—Sí. Hay algo sobre ella que debes saber.
—¿Qué?
—No, Pakhan. De hecho, ella es la razón por la que Lazlo Luciano exigió trabajar
solo conmigo. Soy su yerno.
—¿Qué es esta insolencia? —La voz de Sergei se endurece—. ¿Me has estado
engañando todo este tiempo?
—No.
—¿Entonces niegas saber quién era antes de casarte con ella? —pregunta
Vladimir.
—Hice eso para protegerla de esta vida. Hasta hace poco, ella ni siquiera sabía
qué tan estrechamente estaba relacionada con nuestro mundo.
—Pero es tu suegro.
—Ya te dije por qué hice eso. Deja de regañar como una anciana, Vladimir.
Él mira fijamente.
—¿Y ahora qué? ¿Esperas que también dejemos pasar esto?
Tanto Sergei como Vladimir me miran con los ojos muy abiertos. La forma en que
me subestiman es algo insultante. ¿De verdad pensaron que no me daría cuenta de
que la dulce hija de Sergei, Anastasia, no está, de hecho, continuando sus estudios
en Rusia como le mintieron a todo el mundo?
Anastasia Sokolov estaba demasiado protegida, era sumisa, nunca miró a los
hombres a los ojos, pero era inteligente. Durante todo un año, durante su pasantía
con V Corp, logró enviar pequeñas cantidades de dinero a una cuenta bancaria
extranjera.
Ni siquiera me estremezco.
—Matarme solo hará que el funeral de Anastasia avance. Mis hombres harán que
su misión sea encontrarla y asegurarse de que desaparezca de una vez por todas. 251
—No si los mato a todos.
—¿Qué te hace pensar que todos mis hombres están aquí, Vladimir? Tal vez
algunos de ellos estén detrás de Anastasia mientras hablamos.
—¿Por qué ahora? —pregunta Sergei—. ¿Por qué no jugaste esta carta antes?
—Porque ahora puedo usarla para dos propósitos. —Y es mi última carta contra
él, Vladimir y Rai. Si los tres están a mi lado, los demás también se alinearán.
Eso solo deja a Damien, pero encontraré la manera de controlar a ese caballo
salvaje tarde o temprano.
Veo el momento exacto en que Sergei decide que valgo más que las estúpidas
reglas, que mi sistema y mi existencia soy uno de los mayores activos de la
hermandad.
Veo el momento exacto en que vuelve a confiar en mí, aunque nunca lo admitiría
en voz alta.
Tomará tiempo, pero el resto de la hermandad volverán a ser las piezas de ajedrez 252
en mi tablero. Seguirán formando parte de mi sistema como lo han sido desde el
principio.
Mientras camino por el pasillo, mis pies se detienen cuando percibo movimiento
en mi visión periférica. En un santiamén, estoy rodeado por Lazlo, su subjefe,
Nicolo, y algunos de sus guardias.
Nicolo apunta su arma a mi estómago. ¿No es hoy el día de ser retenido a punta
de pistola?
H
e tenido una sensación horrible desde que Adrian desapareció con
Sergei y Vladimir.
No. Adrian quiere que tenga fe en él. Además, no le harían nada con todos estos 253
invitados presentes.
Me siento en una mesa, sosteniendo una copa de champán que Yan me trajo. Me
siento mucho mejor sabiendo que él y Kolya están cerca.
Miro hacia arriba para encontrar a Kirill mirándome antes de que él y Damien
ocupen casualmente las sillas frente a mí.
—El siempre tan reservado Adrian estaba dispuesto a dar su vida por ti. ¿Cómo
llamas a eso?
—¿Qué está haciendo Adrian con Sergei? —Damien toma un sorbo de un vaso de
lo que estoy segura es vodka que trajo consigo—. ¿Hay alguna acción que deba
conocer?
El silencio me saluda y miro hacia atrás para encontrarme con ambos hombres
mirándome con expresiones peculiares.
—Agrega este hecho a tu lista de cosas que debes saber, Lia. —Damien sonríe—.
Todavía puedo patearle el culo a Kirill y darle una paliza.
Él me responderá.
Para cuando llego a la cima, veo a Lazlo, Nicolo y los demás forzando a Adrian a
entrar en una de las habitaciones.
—No. 255
—Solo estamos charlando —dice Lazlo.
—Él no te mintió.
Y haré todo lo que esté a mi alcance para asegurarme de que mi esposo no esté en
esa categoría.
El Don mira a Adrian con lo que parece un respeto recién descubierto, y sonrío
internamente. Sabía que no importaba lo enojado que estuviera con Adrian, se
identificaría con ese lado protector de él. Supuse que era un rasgo que tenían en
común y acerté.
—No.
—¿Por favor, por mí?
Gruñe.
Puedo decir que su determinación está vacilando, así que recurro a un último
recurso. Mi agarre se aprieta en la mano de Adrian, y luego susurro:
—Si quieres que lo diga de nuevo, dame tu palabra de que dejarás en paz a
Adrian.
Aprendí del mejor. Miro a Adrian con una sonrisa y él me mira con una expresión
en blanco. ¿Qué significa eso? ¿Está enojado conmigo?
—Dame tu palabra.
—Gracias.
—Gracias, papá.
Y con eso, sale de la habitación, seguido por mi tío, quien lanza una mirada
penetrante a Adrian y el resto de sus guardias.
Tan pronto como la puerta se cierra detrás de ellos, me desplomo contra la pared,
recuperando el aliento.
—Dios. Eso estuvo cerca. Debería haberme dado cuenta de que Nicolo lo sabía
todo.
Levanto la cabeza ante la tranquila pregunta de Adrian. Me está mirando con una
mano en el bolsillo y la misma expresión de antes.
—¿Quién te dijo que lo llamaras papá por mí? Ahora, no te perderá de vista.
—¿Qué te hace pensar que quiero estar fuera de su vista? Me cae bien y quiero 258
tener una relación con él. ¿Qué está mal con eso?
—No sé. Veamos. ¿El hecho de que él es el puto Don y su vida está
constantemente amenazada por los Rozettis, y quien diablos sabe de quién más es
enemigo?
—Estás siendo un hipócrita en este momento, porque ambos sabemos que tu vida
también está amenazada todo el tiempo y, sin embargo, todavía estoy contigo, ¿no?
—Oh, entonces ¿qué hay del ataque después de que apenas di a luz a Jeremy o la
otra vez en la reunión de Rai?
—Te protegí.
—Por supuesto que lo tenía. ¿Por qué diablos crees que salté de ese puto
acantilado? —Respiro profundamente para no retroceder—. Solo porque no hablé,
no significaba que estuviera bien. Me hirieron innumerables veces y profundamente.
No seguiré embotellando todo dentro y dejar que se pudra, y luego me comerá viva.
Ya no soy esa Lia, Adrian.
Se queda callado por un segundo antes de que su voz tranquila llene el aire.
—Eso no es lo que quise decir. —Lo empujo contra la pared y coloco una mano
en su pecho—. Ya terminé de conformarme con las sobras. Necesito más de ti.
—Lo tienes.
—Si lo hiciera, me habrías dado más libertades. Pero todavía tienes estas paredes
donde no tengo las llaves de sus puertas. Sé que es por tu infancia, sé que no confías
en que no me iré si abres esas puertas, pero debes darme esas llaves. Ya me abrí a ti
completamente, así que es hora de que hagas lo mismo. Es hora de que... te dejes ir.
El pecho de Adrian se endurece contra mi palma, y puedo sentir los latidos de su
corazón dispararse incluso mientras trata de aferrarse a su eterna calma.
—Puedes pedir cualquier cosa y yo mataré todo a mi paso para que sea tuyo, pero
no puedo darte lo que soy incapaz de dar.
Su mandíbula se aprieta.
—Sé que estás molesta, pero te lo dije, no tocarte está fuera de la jodida cuestión.
Me agarra por la barbilla, inclinando mi cabeza hacia atrás para poder mirarme
con sus ojos castigadores.
—Incluso si te rechazo.
—Te odio.
—Lia —advierte.
—¿Qué, Adrian?
—Retira eso.
—No.
—Todavía te odiaré.
El sonido es tragado por sus labios sobre los míos. Su beso es implorante,
dominante y severo, destinado a castigarme y hacerme caer de rodillas frente a él.
Aunque no lo hago.
Si pensé que eso lo detendría, estoy lejos de estar en lo cierto. Agarra mis dos
muñecas y las golpea por encima de mi cabeza contra la pared, pero no suelta mi
261
boca.
Como si eso no fuera suficiente, desliza su otra mano entre mis piernas. Me
estremezco con su toque salvaje, con la forma en que su palma se abre paso contra
la piel sensible de la parte interna de mi muslo.
Él aprieta mis bragas, luego las arranca. El movimiento siempre, sin duda, hace
que mi coño se moje y duela.
Santa mierda.
No importa cuántas veces me toque, cada vez que lo hace, mi cuerpo anhela su
rudeza y crueldad, sus castigos y su sadismo.
Tal vez no tenga esperanzas después de todo, porque en el momento en que él
comienza a latir dentro de mí, no puedo resistir el apretón en la base de mi estómago
o el latido de mis pezones.
Justo cuando el orgasmo está a punto de golpearme, Adrian quita sus dedos y su
boca, dejándome jadeando.
Mis labios hormiguean, se sienten magullados, y mi pecho sube y baja con fuerza
mientras lo miro.
Los hormigueos todavía estallan en mis paredes con cada deliciosa embestida, su
ingle golpeando mi clítoris hinchado.
—Dilo, Lia.
—N-no.
Su ritmo se ralentiza y casi lloro de frustración. No es posible que ahora me haga
esto.
—Adrian... no ...
Sus ojos grises son los más duros que he visto en mucho tiempo, como una
tormenta a punto de estallar.
—Adrian ...
—Dilo.
—De nuevo.
—Te amo... —Las estrellas se forman detrás de mis párpados tan violentas como
las palabras que salen de mi boca—. Te amo, Adrian...
Adrian golpea sus labios con los míos mientras se endurece más y más rápido
hasta que encuentra su propia liberación. Mis párpados caen cuando su semen
caliente empapa mis paredes internas.
No deja de devorarme la boca y de mezclar su sangre con mis lágrimas y nuestra
saliva. Su lengua implora la mía, sus dedos se clavan con más fuerza en la suave
carne de mis muñecas mientras me consume, besándome tan fuerte como me folla.
No es hasta que mis piernas temblorosas tocan el suelo que todo vuelve a mí.
Le pedí que se abriera y no solo se negó, sino que me mostró brutalmente que
nunca lo hará.
—Lia ...
Su mandíbula se aprieta.
Y con eso, me doy la vuelta y me dirijo a la puerta, agradecida de que mis piernas
no se rindan.
Mientras lo hago, me limpio las lágrimas con el dorso de la mano, pero siguen
multiplicándose.
—Vamos, Yan. Atiende. —Realmente no quiero irme a casa con Adrian ahora
mismo.
Me dirijo en dirección a nuestro auto cuando algo frío presiona mi costado.
265
33
Adrian
P
ermanezco de pie en la habitación por un momento después de
que Lia se fuera.
La idea de que ella esté en compañía de su padre todo ese tiempo no me sentó
bien. Todavía no lo hace.
Eso no solo la pondrá en peligro, sino que también estará en su séquito todo el
tiempo, considerando que es su única hija. Quienes tienen o descubren a sus hijos
cuando son mayores tienden a protegerlos con sus vidas. Ese es el caso de Sergei y
Anastasia. La tuvo en sus cuarenta y, aunque la educó en el camino de la
hermandad, nunca le impondría sus castigos.
Ella es su única descendencia y él está listo para desafiar los mismos códigos de
su existencia para protegerla. Por eso sabía que estaría de acuerdo con mi plan.
Lazlo no será diferente. En todo caso, hará que su misión sea acercar a Lia a él y
alejarla de mí.
Ya estaba formando una estrategia para separarlos, pero no contaba con el hecho
de que a ella realmente le agradaría y querría ser su hija.
Que ella lo llamaría papá.
Para cuando dijo que me odiaba, perdí la cabeza y tuve que tocarla, sentirla,
tenerla para mí.
Ha tocado partes de mí que pensé que estaban muertas. Sin embargo, eso no
comenzó ahora o incluso recientemente.
Esa es la explicación detrás de las extrañas sensaciones que experimenté cada vez
que fui a su apartamento hace seis años, siempre que miraba mi reloj hasta que podía
irme y cenar con ella.
En ese entonces, pensé que era solo por necesidades físicas, por cuánto la deseaba
y cómo su cuerpo se deshacía alrededor del mío. 267
Pero no importa cuánto la follara, no importa cuánto la castigara, no había forma
de saciar la sed que tenía por ella. Por el contrario, siguió creciendo y agudizándose,
y eso hizo que la asfixiara profundamente en mi oscuridad, cerrara todos los demás
caminos para que no tuviera más remedio que ser conducida hacia mí.
Me di cuenta de que algo andaba mal, que debería detenerme o al menos reducir
la velocidad, pero la idea de separarme de ella me puso en un peor estado de ánimo
y yo simplemente… no pude ponerle fin.
Ella lo hizo.
Cuando ella se paró en la cima de ese acantilado, un dolor como nunca antes había
sentido explotó en mi pecho, miedo también.
Luego saltó.
Todo lo que sucedió se debió a mi incapacidad para reducir la velocidad.
Finalmente la recuperé e incluso su terapeuta dijo que su estado mental está
mejorando, a pesar del estrés al que la sometí la semana pasada.
Pero lo sé, solo sé que si no pongo el freno, esta vez la perderé para siempre.
El pensamiento aprieta mi pecho peor que cuando la vi caer por ese maldito
acantilado como una hoja en el viento.
Cuando perdí a la tía Annika y me quedé con mis padres, me di cuenta de que no
era digno de amor, afecto y emociones positivas en general. Mi padre me enseñó que
para sobrevivir en este mundo, necesitaba descartar esos sentimientos. Fue algo
natural, probablemente por quiénes eran mis padres.
No fue hasta Lia que quise identificar esos sentimientos, escarbar bajo mi propia
piel y entenderlos mejor.
—¿Qué diablos estás haciendo aquí? —le pregunto a Yan—. ¿Por qué no estás con
Lia?
Se está alejando.
269
34
Lia
—L
uca ... detente.
Además, quiero que todo esto se resuelva para que podamos seguir adelante con
nuestras vidas. Desde ese día en el parque, supe que volvería y haría un movimiento.
Simplemente no sabía cuándo. 270
Después de lo que supe de papá, ahora comprendo por qué Luca desea hacerme
daño. Obviamente, es un enemigo de mi padre y me ha estado utilizando todo el
tiempo.
Como Adrian.
No. Mi esposo pudo haber querido usarme e incluso planeado hacerlo, pero no lo
hizo. De hecho, odia que me involucre en toda la escena.
Condujo hasta aquí, -después de empujarme en el maletero- así que no tengo idea
de dónde estamos.
Sin embargo, no debe estar demasiado lejos, porque no se sintió como si condujera
durante mucho tiempo.
Estamos en lo que parece ser un bosque, o las afueras de uno. Los árboles altos
son lo único a la vista y parecen brazos de monstruos en la oscuridad. La única luz
que ilumina el camino es la que viene de la cabaña a la que Luca me empuja.
Espero que venga alguien más, pero nadie lo hace. Me quedo en la entrada
mientras Luca cierra todas las cortinas con su arma aún en la mano mientras mira
afuera por la ventana.
La piel de gallina cubre mi piel por el frío. Salí de la casa de Sergei a toda prisa y
no saqué mi abrigo, así que solo estoy en mi vestido.
Me abrazo y miro a Luca. Lleva un uniforme militar negro y una gorra de béisbol 271
que proyecta una sombra en su rostro. Se quitó la máscara, así que al menos ya no
es una sombra oscura.
—Ahora, cállate la boca hasta que tu papá pague un precio por ti.
—¿Un precio?
Luca se da la vuelta y cruza los brazos sobre el pecho para que el arma mire hacia
adelante.
—Si quiere que vuelvas con vida, tendrá que darnos una parte de sus
cargamentos de drogas en Sudamérica.
—No sé quién crees que soy, pero no soy lo suficientemente importante como
para que Lazlo Luciano sacrificara cualquier cosa por mí.
—Buen intento. Pero olvidas que te hemos estado escondiendo todo el tiempo,
duquesa. Lazlo no hará la vista gorda con su única descendencia de sangre.
—¿Así que es verdad? ¿Me has estado vigilando?
—¿Qué opinas?
—¿Qué hay de Adrian? ¿Por qué me hiciste espiarlo y luego planear matarlo?
—Porque él también es una amenaza para nosotros. No tanto como Lazlo, pero
está muy cerca. Ha estado matando a todos nuestros guardias que conocen tu
identidad.
¿Ha estado haciendo eso? Me río internamente. Por supuesto lo hizo. Él mismo lo
dijo, que mataría a personas si cree que son un peligro para mí y que no debo
cuestionarlo al respecto.
—Algo como eso. —Arroja su peso sobre el sofá, balanceando su brazo para
abrazar la espalda—. Ahora sé una buena duquesa y siéntate conmigo por los viejos
tiempos. 272
—¿Qué viejos tiempos? ¿Los de cuando me mentiste? ¿Por qué no me dijiste que
eras un Rozetti?
—Gracias.
—No se suponía que fuera un cumplido. Y si me hubieras dicho qué tipo de papel
desempeñé en tu vida y hubieras sido sincero al respecto, te habría ayudado de
buena gana con papá. Pero tenías que ir y apuñalarme por la espalda.
—¿Dramática? Sí, supongo que puedo ser dramática si descubro que la persona
que pensé que era mi amigo solo me estaba usando por disputas familiares o lo que
sea.
—En ese caso, se quedará con tu cadáver. Quizás entonces él entenderá lo que
significa perder a un familiar. —Hace una pausa—. Mi tío dijo que esconderte de
Lazlo era nuestra arma secreta. Estaba en lo correcto.
—Al principio, creo. Luego, el hombre que se casó con ella traicionó a la familia
y se negó a entregarte.
—Por supuesto. También lo fue tu abuela falsa y el hombre que te llevó de Italia
a Estados Unidos. Tus padres trataron de sacarte de contrabando, pero mi tío
encontró al hombre que se suponía que debía traerte de la cabaña ese día, lo torturó
por la palabra clave, luego lo mató y te llevó. Hicimos un buen trabajo ocultándote
de Lazlo hasta que uno de los malditos guardias le contó la verdad sobre ti a Adrian
bajo tortura.
—Sí. Si ella hubiera sido real, Lazlo te habría encontrado. Buscó a tu madre por
todo el maldito mundo.
—¿Acerca de?
—Si este plan no tiene éxito, de todos modos podría hacerlo. Estoy en un punto
en el que no tengo nada que perder y mucho que ganar.
Luca salta de su posición en el sofá y me tira frente a él, usándome como escudo
mientras me clava el arma en la sien. La puerta se abre de golpe y mi respiración se
detiene cuando hago contacto visual con los intensos grises de Adrian.
Kolya, Yan, Boris y algunos de sus otros guardias están con él. Todos sacan sus
armas.
—No si mi vida depende de ello, duquesa —me dice, luego se dirige a Adrian—.
Tus armas, Volkov.
Está tan oscuro afuera que apenas puedo ver mis manos, pero sigo mirando la
puerta hasta que puedo distinguir la sombra de Adrian y los demás.
Los guijarros crujen bajo mis pies y cuando el sonido de las olas golpea mis oídos,
noto que Luca nos ha llevado al borde de un acantilado.
Mi cuerpo tiembla y las lágrimas brotan de mis ojos. La idea de repetir esa
experiencia me paraliza, haciendo que el mundo se me cierre hasta que todo lo que
puedo escuchar es el pulso palpitante en mis oídos.
—Lia.
—Nada te pasará.
—Sí, lo hará si no te mantienes alejado. —Luca presiona el arma con más fuerza
contra mi sien.
Luca parece haberlo notado también, porque me empuja hacia atrás con un
movimiento rápido.
¡Bang!
276
35
Lia
L
os patrones funcionan de una manera extraña.
Gracias a los patrones, mi vida cambió por completo. No todo fue bueno o
soportable. En algún momento, odié el cambio, pero una cosa es segura. Si no fuera 277
por ese cambio, no habría encontrado al hombre que no solo me salvó, sino que
también le dio sentido a mi vida. Me dio a Jeremy y no me permitió escapar de él ni
de mí misma.
Y ahora, estamos en ese punto en el que hemos llegado a una encrucijada, una
que solo conduce en una dirección.
Han pasado dos días desde que Luca se volvió kamikaze. Adrian le disparó y me
agarró, tirándome lejos del borde en el último segundo cuando Luca cayó por el
acantilado.
Encontraron su cuerpo río abajo al día siguiente. Lloré cuando escuché la noticia
porque a pesar de que era patológicamente manipulador, su infancia no fue la mejor,
y solo hizo lo que hizo para que él y su familia pudieran sobrevivir.
Mi padre estaba lívido cuando vino a visitarme la noche del incidente. Después
de asegurarse de que estaba bien, prometió encontrar el resto de los Rozettis y
borrarlos de la faz de la tierra. Mis intentos de influir en él no importaban, porque
ya había tomado una decisión.
Esperé a que regresara, pero nunca lo hizo. Parece que esta noche será igual.
Suspirando, cubro a Jeremy, luego me pongo el abrigo y opto por dar un paseo
por el jardín. Me quedo mirando la casa de huéspedes, contemplando si debería ir o
no con Winter, pero finalmente decido no hacerlo.
Cuando le dije a Adrian que no me tocara a menos que estuviera listo para abrirse,
no pensé que lo tomaría literalmente.
Pero lo que sea, no soy yo la que está equivocada. Pensé que podría tenerlo sin
sentimientos antes, que podría amarlo lo suficiente por los dos, pero era tan
agotador y doloroso. Tan doloroso que pensé que la muerte era mejor.
Entonces, incluso si pudiera aguantarlo por un tiempo, necesito tener algún tipo
de esperanza de que algún día él sienta algo por mí, sin importar cuán lejano sea en
el futuro. Estoy lista para esperar si sé qué sucederá.
278
Nuestro matrimonio nunca ha sido un cuento de hadas, pero pensé que nos
amábamos el uno al otro. Incluso cuando nos lastimamos mutuamente.
Pero ya no quiero hacerle daño. A cambio, no quiero sentir dolor, pensando que
él nunca corresponderá a mis sentimientos.
Cuanto más profundos son, más aterrorizada estoy de que volvamos a esa etapa
de nuestro matrimonio donde la conexión física era todo lo que teníamos.
Adrian.
No tengo que darme la vuelta para saber que es él. Seis años de matrimonio me
han sintonizado con su presencia, incluso sin verlo.
Levanto un hombro.
—Tenía ganas de dar un paseo. ¿Qué? ¿No puedo salir aquí sin tu permiso?
—Lia... —Se acerca hasta que está de pie junto a mí y tengo que inclinar la cabeza
hacia atrás para mirarlo—. ¿Sigues enojada conmigo?
—No. 279
—Sí lo estas. ¿Sabías que haces pucheros cuando estás enojada? —Acaricia mi
mejilla, luego la curva de mis labios—. Es extrañamente adorable.
—Lo siento.
¿Él… solo se disculpó conmigo? Nunca pensé que eso pasaría en un millón de
años.
—¿Tú qué?
—Lamento haberte hecho sentir mal cuando debería haber hecho lo contrario.
Perdí la capacidad de sentir amor cuando era un niño, pero poco a poco me has
quitado esos sentimientos. No solo los arrancaste, también sostuviste con fuerza una
parte de mí que pensé que había desaparecido hace mucho tiempo. Por ti, quiero
retroceder en el tiempo y mantener viva esa parte por el momento en que te conocí.
En el pasado, pensaba que la gente estaba destinada a irse, por lo que estar apegado
a alguien era inútil. Y pensé que en algún momento tú también te irías. Luché contra
el tirón hacia ti. Luché contra el atractivo de tu aroma a rosas y tu frágil suavidad.
Pero no pude aguantar. No cuando anhelaba tu presencia en el momento en que te
perdía de vista. No cuando mis pensamientos de romper tu pureza se convirtieron
en una necesidad de protegerla. Te dije lo diferente que es mi amor, lo oscuro que
puede ser, pero te amo más de lo que he amado a nadie en mi vida. No solo te
necesito a ti; Realmente tampoco puedo vivir sin ti y la luz que traes a mi oscuridad.
Sé que te mereces algo mejor, pero no puedo dejarte ir, así que haré todo lo posible
para ser digno de ti, Lenochka.
Él ... lo soltó.
—Oh, Adrian. Tú ya eres digno de mí. No hay nadie más que me entienda mejor
que tú, que me traiga de vuelta, incluso cuando paso por un túnel oscuro como lo
hice. Solo quiero ser tu esposa de verdad y tu compañera para bien o para mal, no
solo una delicada flor que escondes del mundo.
—¿Lo eres?
Sus labios se encuentran con los míos y grito cuando me levanta y me lleva en sus
brazos.
Epílogo 1
Lia
Cinco meses después
E
s una locura cómo la vida puede cambiar en tan poco tiempo.
Sería una mentira decir que vivimos un cuento de hadas. Si hay algo que no
281
cambiará sobre Adrian, es el hecho de que es un villano.
El tipo que todavía trabaja en segundo plano para tener a todos bajo su control,
sin importar si son sus enemigos o sus aliados.
Cumplió su palabra cuando dijo que se esforzaría más. Me dio más libertad y me
apoyó cuando decidí tomar un puesto administrativo permanente en el albergue.
Uno en el que tengo que estar presente todos los días.
La familia.
No solo nosotros tres, sino también Yan, Kolya, Boris, Winter e incluso Ogla.
Establecí como regla que todos comiéramos juntos al menos una vez a la semana y
luego jugamos Scrabble. Algo de lo que Adrian se queja, pero todavía me ayuda a
hacer trampa.
Papá no me ha dejado sola desde que se enteró de mí. Incluso organizó una fiesta
masiva en mi honor para presentarme al mundo como su hija.
Adrian dice que es porque me está malcriando, pero Adrian solo está celoso
porque alguien más me está adorando.
—¿Lista, esposa?
—¿Qué?
Aliso una arruga invisible en su chaqueta.
—A mí también.
—¿Es eso así? —Él levanta una ceja divertido—. Tengo que mantener mi
reputación de monstruo.
Adrian me empuja contra la pared y me besa, sus labios rozan los míos
temblorosos antes de que su lengua encuentre la mía. Un gemido se escapa de mi
garganta como cada vez que me tiene en su abrazo. Se siente como la primera vez,
como si nos redescubriéramos con cada toque.
—Mas tarde. —Sus labios buscan los míos de nuevo, pero inclino la cabeza y
mordisquea la piel sensible de mi garganta.
—Oh Dios…
—Adrian...
—¿Qué?
—Estoy embarazada.
Hace una pausa con sus labios en mi garganta antes de retroceder lentamente, sus
ojos grises brillando en la oscuridad.
Jeremy podría habernos unido, pero fue un comienzo forzado. Este será diferente,
este será nuestro paso permanente hacia la felicidad.
—Quiero decir, tienes que hacerlo. Si mi embarazo con Jeremy fue un indicio, ya
sabes lo receptiva que soy.
—Oh, lo recuerdo.
285
Epílogo 2
Adrian
Un año después
C
ierro lentamente la puerta de la habitación de la bebé, haciendo que el
clic sea lo más silencioso posible.
A menudo despertaba a Lia en medio de la noche con sus furiosas patadas y se 286
negaba a dormir. Esas noches fueron las más largas, pero mi Lenochka y yo las
superamos estando igualmente despiertos.
Jeremy ha estado en la luna desde que se enteró de que tendría una hermanita, y
él es el primero a quien ella sonrió. Dijo que la protegerá como su hermano mayor.
Nuestro niño es muy responsable, incluso a una edad temprana, y ya ha aprendido
a cargar a su hermana correctamente.
Los primeros meses suelen ser los más difíciles, pero estamos llegando. Incluso si
hemos olvidado lo que significa dormir bien por la noche.
Toda mi vida supe que se esperaba que tuviera hijos y herederos, pero nunca
pensé que sería una experiencia así. El hecho de poder vivirlo con mi Lenochka es
la razón por la que no solo lo soporto, sino que también lo disfruto.
Porque esta es nuestra familia.
Tan pronto como cierro la puerta, Lia me agarra de la mano y me lleva a nuestra
habitación.
Completamente.
Mierda. No importa cuántas veces la vea desnuda, todavía tiene el mismo efecto
que la primera vez en su apartamento.
Lia me empuja hasta que estoy acostado en la cama, me desabrocha los pantalones
y se sienta a horcajadas sobre mí. Sus manos acarician mi polla ya dura mientras se
muerde el labio inferior.
Su cabeza se inclina hacia atrás con un gemido mientras se agacha hasta que estoy
completamente envainado dentro de ella.
Ella comienza a moverse lentamente, sus caderas rotan con un ritmo creciente
mientras me monta. Mi polla se engrosa dentro de ella y atrapa la comisura de su
labio inferior entre sus dientes. Pero no es solo por el éxtasis grabado en sus rasgos.
También es todo lo demás. Por la forma en que nuestras ingles se encuentran con
cada movimiento hacia arriba y hacia abajo o cómo su excitación gotea por mi
longitud.
El sonido de su voz me pone aún más duro y le doy lo que necesita. Después de
que me privó de ella en el pasado, no doy por sentado sus sonidos de placer. Siempre
que me los ofrece, como ahora, los grabo todos y cada uno en mi memoria.
Nos quedamos tumbados uno encima del otro, besándonos lentamente mientras
la toco en cualquier lugar que pueda alcanzar. Luego nos miramos el uno al otro
mientras acaricio su cabello detrás de su oreja.
—Eres tan egoísta. —Hace un puchero, pasando sus dedos por mi pecho.
288
—¿Egoísta?
—Oye, Adrian.
—¿Qué?
—Estoy curiosa. Si creías que te fui infiel, ¿cómo es que nunca me dejaste ir? ¿No
habría sido eso lo más lógico?
—No para mí. Preferiría tenerte, incluso sabiendo que me engañaste, que no
tenerte en absoluto.
—Oh, Adrian.
FIN
SOBRE LA AUTORA
Rina Kent es una autora de bestsellers internacionales de romances entre
enemigos y amantes.
Sus héroes son antihéroes y villanos porque siempre fue la rara que se enamoró
de los tipos a los que nadie apoya. Sus libros están salpicados de un toque de
misterio, una buena dosis de angustia, una pizca de violencia y mucha pasión
intensa.
Rina pasa sus días privados en un tranquilo pueblo del norte de África soñando
despierta con la siguiente idea argumental o riéndose como una mente malvada
cuando esas ideas se concretan.
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¿QUÉ SIGUE?
¡Muchas gracias por leer Consumed by Deception! Si te gustó, deja un comentario.
Si tiene sed de más discusiones con otros lectores de la serie, puede unirse al grupo
de Facebook, Rina's Spoilers Room
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