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DERECHO CIVIL IV Responsabilidad.

Universidad de Las Américas


Juan Carlos Cabezas Cepeda
Abogado

I.- TEORÍA GENERAL DEL SUJETO Y EL PATRIMONIO.


1.-GENERALIDADES.

En términos muy generales se concibe EL PATRIMONIO como:

“un conjunto de derechos y obligaciones susceptible de apreciación


pecuniaria”.

El patrimonio es diferente de los bienes que lo componen.

Así se desprende del Artículo 2465 del Código Civil que establece:

“Toda obligación personal da al acreedor el derecho de perseguir su


ejecución en todos los bienes raíces o muebles del deudor, sean presentes o
futuros, exceptuándose solamente los no embargables, designados en el
Artículo 1618.”

El concepto de patrimonio como atributo de la personalidad (doctrina


clásica que estudiaremos en seguida) es distinto tanto de la noción de bienes
que forman parte del activo de un sujeto como de cada uno de los bienes que
lo componen, individualmente considerados.

De ahí que se dice que “el patrimonio es el continente cuyo contenido puede
estar desierto o poblado de bienes que lo compongan”.

Elementos del Patrimonio

1) Un conjunto de relaciones jurídicas, ya que comprende bienes, derechos,


acciones, obligaciones y deudas.

2) Los componentes del Patrimonio deben ser apreciados en dinero, es decir,


deben tener un CONTENIDO ECONÓMICO O PECUNIARIO, por consiguiente un
derecho u obligación que carece de este contenido se dice que es un derecho u
obligación extra-patrimonial.

3) Esta constituido por un ACTIVO y un PASIVO.

En el ACTIVO se encuentran los bienes, los derechos y las acciones;


En el PASIVO las deudas y las obligaciones.

La diferencia entre ambos determina la solvencia de una persona.

4) Solo una PERSONA es el titular del Patrimonio.

2.- El patrimonio como atributo de la personalidad.

El patrimonio está ligado a una PERSONA, que es su titular.

De esto, derivan algunas consecuencias:

A. Sólo las personas tienen patrimonio, puesto que únicamente ellas pueden
ser titulares de derechos y deudoras de obligaciones ;

B. Toda persona tiene un patrimonio, aún cuando carezca totalmente de


bienes, o el balance entre activo y pasivo sea negativo, toda persona tiene
un patrimonio, y por ello las legislaciones prohíben su transferencia como tal ;
es lícito enajenar todos los bienes y derechos de que es titular una persona,
pero siempre que se los detalle uno por uno.

No por ello la persona dejará de tener patrimonio; sólo por causa de muerte se
transmite el patrimonio o una cuota de él a los herederos , y

C. Una persona no tiene más que un patrimonio, dado que éste es el conjunto
de elementos jurídicos que tienen un mismo titular.

Es éste, el punto más débil de la doctrina clásica, y en el que precisamente ha


hecho crisis.

D. Es imprescriptible: No se pierde ni se adquiere por prescripción.


E. Es inembargable: Sin perjuicio de que puedan embargarse los bienes que lo
integran.

Críticas a la teorías:
Como dejamos señalado, la crítica más severa a la doctrina clásica se refiere a
que es perfectamente posible en la práctica y en las legislaciones que
una persona tenga más de un patrimonio, o cuando menos dentro de éste
aparecen ciertas divisiones sujetas a un tratamiento jurídico especial:

Son los patrimonios separados o reservados.


Así, desde antiguo existen en materia sucesoria DOS INSTITUCIONES QUE
IMPIDEN LA CONFUSIÓN DEL PATRIMONIO DEL CAUSANTE CON EL DEL
HEREDERO, son ellas:

EL BENEFICIO DE SEPARACIÓN, que además es un beneficio auxiliar de los


acreedores, mediante el cual los acreedores del difunto evitan que la herencia
se confunda con los bienes del heredero , a fin de cobrarse en ella
preferentemente de sus créditos, y

EL BENEFICIO DE INVENTARIO, en que, a la inversa es el heredero el que


limita su responsabilidad a lo que recibe por herencia.

Otro ejemplo lo encontramos en la SOCIEDAD CONYUGAL, que es el régimen


normal, que opera por el sólo ministerio de la ley y operando los demás sólo
mediante declaración expresa de los contrayentes, se distinguen:

Por un lado el patrimonio de la comunidad,

El propio de cada cónyuge, y aún

El reservado de la mujer que ejerce una profesión, industria, u oficio separado


de su marido, según el Artículo 150 del Código Civil.

La principal importancia de la pluralidad de patrimonios , estriba en que


el uno no responde de las obligaciones que corresponden al otro, o sea,

“El derecho de garantía general de los acreedores queda limitado al patrimonio


en que se contrajo la obligación”.

Por estas y otras razones se ha abierto el camino la doctrina alemana del


patrimonio de afectación o destino, en el que se concibe como un conjunto de
derechos y obligaciones de valor pecuniario unidos por su afectación a la
realización de un fin común, a una misma destinación .

3.- Derechos Patrimoniales y extra patrimoniales

Tradicionalmente los derechos privados se clasifican en:

PATRIMONIALES y EXTRAPATRIMONIALES,

Los primeros son directamente avaluables en dinero, tienen valor pecuniario


y forman parte del patrimonio de la persona, de acuerdo a lo expuesto.
Los derechos extrapatrimoniales miran a la persona como individuo (derechos
de la personalidad), o como miembro de una familia (derecho de familia), y no
representan en si mismos un valor en dinero.

DERECHOS PATRIMONIALES. (Art. 577 y 578 C. C.)

Como sabemos, “El patrimonio es el conjunto de derechos y obligaciones de


una persona, evaluables en dinero”.

Por lo tanto, los derechos patrimoniales, son los que tienen una ventaja
pecuniaria y pueden avaluarse en dinero.

Los derechos patrimoniales se clasifican en:

Derechos Reales y
Derechos personales.

a) Derecho real es el que concede al titular un poder inmediato sobre la cosa.

Art. 577. Derecho real es el que tenemos sobre una cosa sin respecto a
determinada persona.
Son derechos reales el de dominio, el de herencia, los de usufructo, uso o
habitación, los de servidumbres activas, el de prenda y el de hipoteca. De estos
derechos nacen las acciones reales.

Características de los derechos reales:


1) Sólo puede estar establecido por la ley. Son los que la ley señala en
forma taxativa.
2) De ellos emanan acciones reales, se dirigen a la cosa sin respecto de
determinada persona.
3) Pueden hacerse valer contra toda persona, erga omnes. Es decir, son
derechos absolutos.

b) Los derechos personales o créditos son los que nacen de una relación
inmediata entre dos o más personas, en virtud de la cual una es obligada a una
determinada prestación en favor de otra.

Art. 578. Derechos personales o créditos son los que sólo pueden reclamarse
de ciertas personas, que, por un hecho suyo o la sola disposición de la ley, han
contraído las obligaciones correlativas; como el que tiene el prestamista contra
su deudor por el dinero prestado, o el hijo contra el padre por alimentos. De
estos derechos nacen las acciones personales.

Características de los derechos personales:


1) Es relativo, sólo puede ejercerse con respecto de la persona o personas
obligadas.
2) De ello emanan acciones personales que se dirigen en contra del deudor con
el fin de que ejecute la prestación a la cual se obligó.
3) Son infinitos, dependen de la imaginación humana.

Los DERECHOS REALES tienen como fuente los modos de adquirir el dominio.
Art. 588 CC.

Ocupación. Art. 606 CC.


Accesión. Art. 643 CC.
Tradición. Art. 670 CC.
Sucesión por causa de muerte. Art. 951 y SS.
Prescripción. Art. 2492 CC.

Los DERECHOS PERSONALES tienen su origen en las fuentes de las


obligaciones. Art. 1437 CC.

Las fuentes de las obligaciones son los antecedentes de donde emanan y al


mismo tiempo, el derecho correlativo de dicha obligación.

Las fuentes de las obligaciones son:

Los contratos. Art. 1438 CC. (Convención creadora de derechos y obligaciones)


Los cuasicontratos. (Hecho voluntario, unilateral y lícito del cual nacen
obligaciones).
Los delitos. (Hecho ilícito, cometido con intención, que ha inferido daño a otro).
Los cuasidelitos (Hecho ilícito culpable que inferido daño a otro),
(Art. 2284 y 2314 CC.)

La Ley.

La obligación, es un vínculo jurídico entre personas determinadas, en virtud


del cual una se encuentra para con la otra en la necesidad de dar, hacer o no
hacer alguna cosa.

Planiol: “Es un vínculo jurídico entre dos o más personas determinadas, por el
cual una de ellas, el acreedor, tiene la facultad de exigir algo de otra, llamada
deudor”.

Nuestro Código no la define, pero señala sus caracteres jurídicos en el artículo


1438.

4.- La responsabilidad y el patrimonio.


Es un principio que influye todo el Dº.

En Dº público nos encontramos con responsabilidad del Eº, de los funcionarios


públicos, con la responsabilidad ministerial de los jueces y en materia penal la
responsabilidad se traduce en una pena, la responsabilidad civil es una
respuesta económica, patrimonial (afecta el bolsillo, se retribuye con una
indemnización).

La responsabilidad civil es la obligación de indemnizar el daño


causado a otro.

La responsabilidad civil puede ser contractual y extracontractual, ésta última es


delictual o cuasidelictual.

Es contractual cuando el deudor deja de cumplir dolosa o culposamente la


obligación que le liga al acreedor.

La responsabilidad extracontractual emana de la comisión de un delito o de un


cuasidelito civil y da origen a una obligación nueva que es la de indemnizar
perjuicios.

Delito civil es el hecho doloso que causa daño, Cuasidelito civil es el hecho
culposo que causa daño.

No es más grave la figura del delito civil que la del cuasidelito civil, porque la
medida de responsabilidad es la extensión del daño.

En consecuencia, patrimonio hace posible la responsabilidad del


deudor por sus obligaciones civiles.

Art. 2465 CC. “Toda obligación personal da al acreedor el derecho de perseguir


su ejecución sobre todos los bienes raíces o muebles del deudor, sean
presentes o futuros, exceptuándose solamente los no embargables, designados
en el artículo 1618”.
Derecho de prenda General.

El deudor responde de sus obligaciones no sólo con los bienes existentes al


momento de contraerla, sino también con los bienes que existan al momento
de hacerse exigible la obligación.

En general, el acreedor no puede perseguir bienes que ya salieron del


patrimonio del deudor (Excepción, caso de la acción pauliana, art. 2468 CC).
II.- TEORIA GENERALDE LAS FUENTES DE LAS OBLIGACIONES.
2.-) FUENTES DE LAS OBLIGACIONES.

2.1. Definición.

Podemos definirlas como los hechos o actos jurídicos que generan o producen
las obligaciones, los antecedentes de donde éstas emanan.

2.2. Fuentes tradicionales.

Tres disposiciones conforman la “trilogía” de las fuentes de las obligaciones:


arts. 1437, 2284 y 2314.

A ellas podemos agregar el artículo 578, que al definir los derechos personales,
deja en claro que los sujetos se obligan, ya por su voluntad (al celebrar un
contrato), ya por disposición de la ley (tratándose de las demás fuentes).

De ellas se desprende la enumeración tradicional:

Contratos,

Cuasicontratos,

Delitos,

Cuasidelitos y

La Ley.

CONTRATO

En un sentido amplio, es la convención que crea obligaciones.

Art. 1438. Contrato o convención es un acto por el cual una parte se obliga
para con otra a dar, hacer o no hacer alguna cosa. Cada parte puede ser una o
muchas personas.

El artículo 1438 hace sinónimos a la convención y al contrato, pero la doctrina


las distingue netamente.

En general, los actos jurídicos bilaterales se denominan también


“convenciones”.
La convención es el acto jurídico bilateral o “el acuerdo de voluntades que
tiene por objeto crear, modificar o extinguir derechos y obligaciones”.

Cuando este acuerdo tiene por objeto crear derechos y obligaciones


se llama contrato. (arrendamiento, compraventa)

La convención es el género y el contrato es la especie, porque si bien es cierto


“todo contrato es convención, pero no toda convención es contrato”.

No son contratos las convenciones destinadas a MODIFICAR o EXTINGUIR


derechos u Obligaciones.

Por ejemplo: El pago, es una convención, no es un contrato, ya que no tiene


por objeto crear obligaciones, sino por el contrario, su objeto es extinguirlas.

OBJETO DEL CONTRATO Y OBJETO DE LA OBLIGACIÓN.

No confundir.

El objeto del contrato es la obligación u obligaciones que genera.

El objeto de la obligación es la prestación que puede consistir en dar, hacer o


no hacer

En otras palabras, el objeto del contrato es crear obligaciones, y estas


obligaciones tendrán por objeto una o más prestaciones que consisten en dar,
hacer o no hacer.

En consecuencia, media entre el contrato y la obligación una relación de causa


y efecto. El contrato es la causa de la obligación y la obligación es la
consecuencia.

EL CONTRATO SÓLO GENERA OBLIGACIONES.

El CC. Sigue la tradición romana. Dualidad titulo u modo.

El contrato sólo produce obligaciones, crea derechos personales o créditos.

No transfiere el dominio, el cual se desplaza por un acto posterior e


independiente del contrato, la tradición.

Por ejemplo, el contratante que promete dar una cosa, no la enajena, sino que
se obliga a enajenarla.
A quien se dirige esta promesa es acreedor antes que adquirente, tiene
derecho a reclamar que se le transfiera el dominio.

CUASICONTRATO.

Cuasicontrato es un hecho voluntario, lícito y no convencional, generador de


obligaciones.

No está definido por el Código, pero de los arts. 1437 y 2284 se desprende el
concepto.

Su diferencia fundamental respecto a los contratos, reside en el rol que juega


la voluntad.

El concurso de voluntades es de la esencia del contrato;

El cuasicontrato, en cambio, excluye la idea de un concierto de voluntades.

El artículo 2285 dispone que hay tres principales cuasicontratos:

la agencia oficiosa,

el pago de lo no debido y

La comunidad.

EL DELITO.

Delito es un hecho ilícito, cometido con la intención de dañar.

Lo que lo caracteriza es que se trata de un acto DOLOSO.

CUASIDELITO.

Cuasidelito es un hecho ilícito culpable, cometido sin la intención de dañar.

La CULPA lo caracteriza.

La distinción entre delito y cuasidelito carece de importancia en el Derecho


Civil, pues las consecuencias son idénticas: LA REPARACIÓN DEL DAÑO,
tomando en cuenta la entidad del perjuicio causado.
Se castigan con una pena única: la indemnización de los perjuicios
proporcionada al daño causado.

LA LEY.

La ley es la última fuente de las obligaciones, en la clasificación tradicional.

Son obligaciones legales, aquellas que no tienen otra fuente que la sola
disposición de la ley (artículo 578).

Tienen por ende un carácter excepcional.

Es necesario un texto expreso de la ley que las establezca (artículo 2284).

2.3. Fuentes no tradicionales.

La doctrina, particularmente en Alemania, ha venido ocupándose de una nueva


fuente de las obligaciones:

La declaración unilateral de voluntad.

Se trata de averiguar si una persona puede resultar obligada por su propia


voluntad, sin que intervenga aún la voluntad de la persona en cuyo beneficio se
contrae la obligación.

La ACEPTACIÓN del BENEFICIARIO será indispensable para que nazca su


derecho de crédito, porque a nadie puede imponerse un derecho contra su
voluntad; pero tal aceptación no sería necesaria para la formación de la
obligación.

En nuestro Derecho, se ha dicho que tendría aplicación, por ejemplo, en la


formación del consentimiento:

La sola oferta liga al autor y le obliga a esperar una contestación (artículo 99


del C. de C.) y a indemnizar los gastos y perjuicios ocasionados al destinatario,
a pesar de retractarse antes de la aceptación (artículo 100 del C de C.).

Otro caso encontramos en el artículo 632, inciso 2°, en las normas de la


ocupación, cuando el dueño de una cosa perdida, ofrece recompensa por su
hallazgo y

En el artículo 2489, tratándose de un crédito valista subordinado, cuando la


subordinación emane de la sola voluntad del acreedor.
Enriquecimiento sin causa.

Para algunos, otra fuente sería la reparación del enriquecimiento sin


causa, que es todo enriquecimiento que experimenta un patrimonio a costa de
otro que se empobrece sin que exista una causa legítima para hacerlo.

La causa es el motivo que induce al acto o contrato. 1467 CC

Para algunos el enriquecimiento sin causa es fuente de obligaciones, como un


presupuesto de hecho que permite a la ley imponer la obligación en la agencia
oficiosa y en pago de lo no debido.

Es la ley la que impone la obligación para evitar un enriquecimiento injusto del


deudor (la ley no es arbitraria).

Considerando la amplia recepción que tiene en nuestro derecho civil, queda de


manifiesto, por ejemplo,

En la accesión, arts. 658; 663; 668; 669;


En las prestaciones mutuas, arts. 905 al 917;
En la nulidad de los actos de un incapaz y con igual criterio,
En la nulidad del pago: arts. 1688; 1578;
En la lesión en la compraventa: arts. 1889; 1890, 1893;
En la acción de reembolso del comunero contra la comunidad: art. 2307;
En la acción de restitución del pago de lo no debido: arts. 2295; 2297; y 2299;
En la obligación de indemnización por los responsables civiles por hechos de
terceros: art. 2325.-

Requisitos del enriquecimiento sin causa:

El enriquecimiento de una persona.

Empobrecimiento de una persona.

Relación de causalidad entre el empobrecimiento y el enriquecimiento


reciproco.

La falta de causa (Que no exista un antecedente jurídico que justifique el


beneficio objetivo y el perjuicio sufrido).

Acción “IN REM VERSO”


Es aquella que emana del enriquecimiento sin causa, para que la persona que
experimentó un empobrecimiento injustificado obtenga una indemnización del
que se ha enriquecido a su costa sin causa.

Características

Es una acción personal. (se dirige en contra de la persona que ha


experimentado el enriquecimiento injustificado)

Es una acción patrimonial (persigue una indemnización). Las consecuencias


que sea una acción patrimonial son:

Es renunciable
Transferible y transmisible
Prescriptible (5 años desde que es exigible)

Es subsidiaria ya que se aplica a falta de otra acción por ser muy general (su
ejercicio puede ser abusivo)

El enriquecimiento sin causa tiene que probarlo quien lo alega (debe


acreditar sus requisitos).

Efectos de la acción in rem verso

Si el objeto a pedir es una cosa, se aplican las reglas de las prestaciones


mutuas;

En los demás casos, la indemnización que se persigue tiene una doble


limitación:

El monto de lo empobrecido
El monto de lo enriquecido

En nuestro concepto el momento en que se determina el empobrecimiento y el


enriquecimiento, es a partir de que se entabla la acción, no desde el momento
en que se produce, porque las cosas pueden haber variado en ese lapso (se
discute).

2.4. Críticas a la clasificación tradicional de las fuentes de las


obligaciones.

Se dice que carece de base científica y que ha llegado al derecho moderno a


través de una equivocada interpretación de las fuentes romanas.
Se agrega que se aprecia claramente una diferencia entre el contrato y las
demás fuentes de las obligaciones.

En el contrato, es el concierto de las voluntades de los contratantes la causa


generadora de la obligación.

En las demás fuentes de las obligaciones, no es la voluntad la que genera la


obligación.

Esto es evidente en los delitos y cuasidelitos; la comisión del acto es voluntaria,


pero no lo son sus consecuencias.

Las obligaciones que emanan de estos hechos ilícitos, son impuestas por la ley.

Del mismo origen es la obligación resultante de un cuasicontrato.

La ley impone la obligación para impedir un enriquecimiento injusto.

No es otro el motivo de que debe restituirse lo que indebidamente se recibió en


pago o de cumplir por el interesado las obligaciones que en su nombre pero sin
mediar mandato, contrajo el agente oficioso.

En suma, se dice que las fuentes de las obligaciones se reducen a dos:

EL CONTRATO Y LA LEY.

III.-LA RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL.

1.- Concepto de responsabilidad.

Para Hugo Rosende Álvarez, la responsabilidad civil es la obligación que


pesa sobre una persona de colocar a quien se ha causado un daño por la
violación de un deber jurídico en la misma situación en que éste se encontraría
con anterioridad a dicho acto.

Para Francisco Saavedra, “debe entenderse por responsabilidad civil la


prestación obligatoria puesta a cargo de un sujeto a consecuencias de un
evento dañoso”.

2.- Fundamento de la responsabilidad.

SE ENCUENTRA EN EL DAÑO, o dicho de otra forma, en el incumplimiento de


un deber que causa daño.
La responsabilidad jurídica incluye:

Por una parte, las obligaciones nacidas como consecuencia de un acto


voluntario que produce un daño privado, llamada responsabilidad civil, y,

Por la otra, las obligaciones que surgen en razón de la comisión de un daño


social, denominada responsabilidad penal.

El daño privado consiste en todo menoscabo que experimente un individuo


en su persona o bienes por el hecho de otra persona , ya se trate de la pérdida
de un beneficio moral y material, un perjuicio patrimonial o extrapatrimonial.

El daño social se traduce en el incumplimiento de la norma legal , en el


atentado de la conducta humana contra el ordenamiento que la sociedad ha
creado para la adecuada protección de sus principios, actividades o bienes más
preciados.

Como consecuencia de la distinta naturaleza del daño, la sanción en ambos


casos es diferente.

En el ámbito penal reviste el carácter de represión o castigo, mediante la


imposición de una pena.

En el ámbito civil, lleva envuelta la idea de reparación , expresada en el


principio de que todo acto ejecutado por una persona, con o sin la intención de
producir efectos jurídicos, que causa daño a otro, crea para su autor la
obligación de repararlo.

Este principio puede tener su origen en diversas fuentes en las que pasa a
tomar su particular denominación.

La responsabilidad contractual nace cuando el daño resulta de la violación


de un vínculo jurídico preexistente entre las partes, o sea, por el
incumplimiento de la obligación contraída.

No existiendo un nexo obligatorio, todo hecho culpable o doloso que cause


daño a otro da origen a la responsabilidad extracontractual.

Habrá responsabilidad cuasicontractual cuando se produzca un


desequilibrio injusto de patrimonios como consecuencia de un hecho voluntario,
lícito y no convencional.
La responsabilidad será legal cuando por infracción de un mandato legal se
cause daño a otro.

De las distintas especies de responsabilidad civil , nuestro ordenamiento positivo


se ha limitado a reglamentar de manera sistemática las dos primeras, es decir,
la responsabilidad contractual y la delictual, llamada también extracontractual.

3.- Diferencias entre la responsabilidad civil y la penal.

Mientras los delitos y cuasidelitos civiles son hechos ilícitos, cometidos con
dolo o culpa y que provocan daño, los delitos y cuasidelitos penales son
también hechos ilícitos, dolosos o culpables, penados por la ley.

A diferencia de lo que acontece en el Derecho Penal, donde cada conducta


constitutiva de delito está cuidadosamente tipificada (principio de la legalidad),
en el Derecho Civil no encontramos un criterio casuístico, limitándose a
enunciar una fórmula general:

Serán delito o cuasidelito civil los hechos ilícitos, que ocasionen


perjuicios, siendo la pena indemnización de perjuicios.

Distintas serán por tanto las responsabilidades y las acciones que se


interpongan para perseguirlas. Naturalmente, y será lo usual, pueden coexistir
la responsabilidad civil y la penal.

Pero entre ambas hay importantes DIFERENCIAS:

a) Las sanciones varían: indemnización de perjuicios respecto de la


responsabilidad civil; penas represivas respecto de la responsabilidad penal.

b) Distinta es la jurisdicción llamada a conocer de una y otra.

c) Diferente es la capacidad para incurrir en una u otra.

Para contraer responsabilidad penal, se requiere tener al menos 18, sin


perjuicio de la responsabilidad penal juvenil, entre los 14 y 18 años. Tratándose
de la capacidad para contraer responsabilidad civil extracontractual, dispone el
artículo 2319 del Código Civil:

 entre 7 y 16 años, siempre que se declare que los menores actuaron con
discernimiento;
 a partir de los 16 años, las personas son plenamente capaces de contraer
responsabilidad civil.

Tratándose de la responsabilidad civil contractual, se requiere haber cumplido


18 años para alcanzar la plena capacidad, sin perjuicio de casos excepcionales,
como acontece con el menor adulto que posee peculio profesional o industrial.

d) Diversas serán las personas afectadas:

La responsabilidad penal es personalísima, sólo puede afectar a quien ha


delinquido.

La responsabilidad civil puede recaer también en los terceros civilmente


responsables, sobre los herederos y sobre las personas jurídicas .

e) Distintos son los titulares de las acciones destinadas a perseguir la


responsabilidad penal o civil:

Respecto de la responsabilidad penal, puede interponer la acción cualquier


persona, salvo en los contados casos de delito de acción privada.

La acción civil sólo pueden entablarla el que sufrió el daño o sus herederos
(artículo 2315 del Código Civil).

f) En materia de prescripción de las acciones, distintos son los plazos:

La acción penal prescribirá entre los 6 meses y los 15 años;

La acción civil prescribe en 4 años contados desde la perpetración del hecho


(artículo 2332 del Código Civil), tratándose de la responsabilidad civil
extracontractual; y

En 5 años, contados desde que se hizo exigible la obligación, por regla


general, tratándose de la responsabilidad civil contractual .

4.- Diferencias entre la responsabilidad civil contractual y la


extracontractual.

También distinguimos importantes diferencias, ahora en el ámbito del Derecho


Civil, entre la responsabilidad contractual y la extracontractual . Son tales:

a) En cuanto a su reglamentación:
La responsabilidad contractual se encuentra reglamentada en el Título XII del
Libro IV del Código Civil, bajo el epígrafe “Del efecto de las obligaciones”,
artículos 1545 a 1559.

La responsabilidad extracontractual está regulada en el Título XXXV del Libro


IV, artículos 2314 a 2334, que tratan “De los delitos y cuasidelitos”.

b) En cuanto a su origen:

La responsabilidad contractual proviene del incumplimiento de un


contrato y supone entonces la existencia de un vínculo jurídico previo.

La responsabilidad extracontractual proviene de la ejecución de un hecho


ilícito, doloso o culpable, que no supone la existencia de ningún vínculo
jurídico previo.

c) En cuanto a sus elementos: si bien en ambas responsabilidades


predomina EL ELEMENTO SUBJETIVO DE DOLO Y CULPA,

En la RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL carece de importancia que la


falta sea dolosa o culpable, pues la ley no establece diferencias al tratar de la
reparación del daño.
En cambio, en la RESPONSABILIDAD CONTRACTUAL dicha distinción es básica,
por dos razones:

 Por una parte, la EXTENSIÓN DE LA INDEMNIZACIÓN varía según exista o


no dolo (artículo 1558);

 Por otra parte, los grados de diligencia requeridos en los distintos contratos
difieren, dependiendo de la parte en cuyo beneficio cede el contrato (artículo
1547).

d) Gradación de culpa:

En materia CONTRACTUAL, la culpa admite gradación (artículo 1547).

No acontece lo mismo en la responsabilidad EXTRACONTRACTUAL.

e) El onus probandi o peso de la prueba varía en una y otra:

En la responsabilidad CONTRACTUAL el incumplimiento se presume culpable , y


toca al deudor acreditar que se debe a caso fortuito o fuerza mayor.
Tratándose de la responsabilidad EXTRACONTRACTUAL, es el acreedor o
demandante quien debe acreditar que el perjuicio ocasionado es
imputable a dolo o culpa del demandado.

f) Difiere también la capacidad:

En materia CONTRACTUAL, la plena capacidad se adquiere a los 18 años;

En materia EXTRACONTRACTUAL, a los 16 años,

“sin perjuicio de la responsabilidad por los hechos del menor de 16 y mayor de


7 años, si actúa con discernimiento”.

g) En cuanto a la solidaridad:

En materia CONTRACTUAL la regla general es la responsabilidad simplemente


conjunta.

Para que opere la SOLIDARIDAD, éstas debe pactarse expresamente,


imponerse por el testador o por la ley (artículo 1511).

En cambio, en el campo de la responsabilidad EXTRACONTRACTUAL, los


autores de un delito o cuasidelito “son solidariamente responsables del daño
causado” (artículo 2317).

Este es un caso de solidaridad pasiva legal.

h) En cuanto a la mora:

En materia CONTRACTUAL, se requiere constituir al deudor en mora para


poder demandársele perjuicios…

a menos que se trate de una obligación de no hacer, en cuyo caso la


indemnización se debe desde el momento de la contravención.

En materia EXTRACONTRACTUAL, “la mora no se presenta”, pues si no existe


un vínculo jurídico previo del cual emane una obligación.

Mal puede haber retardo culpable en el cumplimiento de la misma.

i) En cuanto a la prescripción de las acciones:

Será de 4 años, contados desde la perpetración del acto culpable o doloso,


tratándose de la responsabilidad EXTRACONTRACTUAL (artículo 2332);
En el ámbito de la responsabilidad CONTRACTUAL, será de 5 años, contados
desde que la obligación se hizo exigible (artículo 2515).

j) En materia de reparación de los daños:

Inicialmente, la jurisprudencia limitó la indemnización material y moral


únicamente a la derivada de los ACTOS ILÍCITOS, vale decir, al ámbito de la
responsabilidad EXTRACONTRACTUAL.

Tratándose de la responsabilidad CONTRACTUAL, se sostenía que sólo era


indemnizable el daño material, abarcando el daño emergente y el lucro
cesante.

Dicha posición se debía a las dificultades de interpretación del artículo 1556 del
Código Civil, precepto que sólo alude al daño material.

Tal criterio restringido se modificó a partir de una sentencia de la Corte


Suprema de 1951, en la que se expresa:

“En consecuencia es inconcuso que siendo indemnizable el daño material


ocasionado por el accidente en cuestión, también lo es el moral, dentro,
naturalmente, del incumplimiento de una obligación emanada de un contrato,
cuando se produce por culpa del deudor.

Pues la ley positiva no hace sobre el particular ninguna distinción, tanto más
cuanto que ambos daños tienen la misma causa aunque efectos diferentes. El
uno, el material, en la pérdida en la especie- de la integridad corporal de un
individuo, que se traduce en la disminución de su capacidad de trabajo, y, el
otro, el moral, afecta a su psiquis, que se exterioriza en una depresión, en un
complejo, en una angustia constante y permanente en su actividad de trabajo
y, por ende, en sus facultades económicas.”

A partir de la doctrina expuesta en el fallo, es manifiesta hoy en día la


identidad de ambas responsabilidades en lo concerniente a la reparación
integral del daño, sea éste moral o material.

Sin embargo, hay diferencias en lo relativo a las facultades otorgadas al juez


para determinar la responsabilidad.

Tratándose de la responsabilidad EXTRACONTRACTUAL, la ley confiere al juez


mayor amplitud para fijar el daño y el monto de la indemnización.
En cambio, en el ámbito de la responsabilidad CONTRACTUAL la ley obliga al
juez a condicionar dichos factores a la utilidad que hubiere prestado a la
víctima el cumplimiento de la obligación o del contrato en su caso .

5.- Diferencias entre la responsabilidad extracontractual y la


responsabilidad legal.

a) En cuanto a su reglamentación:

La responsabilidad EXTRACONTRACTUAL está regulada, como dijimos, en los


artículos 2314 a 2334.

La responsabilidad LEGAL sólo tiene por fuentes los artículos 578, 1437 y 2284,
que definen los derechos personales, indican las fuentes de las obligaciones y
precisan las obligaciones que nacen en ausencia de contrato.

b) En cuanto a su origen:

En la responsabilidad Legal, a diferencia de la extracontractual , hay un vínculo


jurídico preexistente entre acreedor y deudor, creado por la ley (por
ejemplo, entre el alimentante y el alimentario).

c) Existencia de dolo o culpa:

A diferencia de la responsabilidad extracontractual, la RESPONSABILIDAD


LEGAL no siempre exige la concurrencia de dolo o culpa para obligar a la
correspondiente indemnización (por ejemplo, artículo 100 del Código de
Comercio, responsabilidad por la retractación tempestiva).

d) Graduación de la culpa:

En materia EXTRACONTRACTUAL, no importa el grado de culpa en que se


incurra, pues hay responsabilidad en todo caso.

Tratándose de la responsabilidad LEGAL, no existe una norma precisa, aun


cuando puede destacarse como regla general la que obliga a comportarse
como un buen padre de familia, conducta que se asimila a la culpa leve
(artículo 44).

e) En materia de solidaridad:
Si se trata de la responsabilidad EXTRACONTRACTUAL, en caso de existir varios
responsables de un acto ilícito, la responsabilidad de éstos será solidaria
(artículo 2317).

Las normas sobre responsabilidad LEGAL no obedecen a un principio general ,


aunque en algunos casos la ley impone la solidaridad, como acontece por
ejemplo:

 En el artículo 130, inciso 2º del Código Civil, al establecerse que serán


obligados solidariamente a la indemnización de todos los perjuicios y costas
ocasionados a terceros por la incertidumbre de la paternidad, la mujer que
antes del tiempo debido hubiere pasado a otras nupcias, y su nuevo marido.

 En el artículo 328 del Código Civil, al establecer que serán solidariamente


responsables los que han participado en el dolo destinado a obtener alimentos .

 En el artículo 419 del Código Civil, que se ocupa de la responsabilidad de los


tutores y curadores, se establece la responsabilidad solidaria de los mismos;

 En el artículo 1281 del Código Civil, al referirse a los albaceas conjuntos, se


establece responsabilidad solidaria.

f) En cuanto a la constitución en mora:

En el ámbito de la responsabilidad EXTRACONTRACTUAL, no es necesario


constituir en mora al autor del delito o cuasidelito para reclamar la
correspondiente indemnización.

En la responsabilidad LEGAL, “el principio no siempre es el mismo”:

 En el artículo 424 del Código Civil, se exige al tutor o curador pagar los
intereses corrientes del saldo que resulte en su contra desde el día en que su
cuenta haya quedado cerrada o haya habido mora en exhibirla ;

 En el artículo 100 del Código de Comercio, no se exige constituir en mora al


oferente para demandar indemnización .

 En el artículo 14, inciso 5°, de la Ley número 14.908, sobre Abandono de


Familia y Pago de Pensiones Alimenticias, se señala que en caso de que fuere
necesario decretar dos o más apremios por la falta de pago de unas mismas
cuotas, las pensiones alimenticias atrasadas devengarán el interés corriente
entre la fecha de vencimiento de la respectiva cuota y la del pago efectivo .

g) En materia de capacidad:
La capacidad, en cuanto a la responsabilidad EXTRACONTRACTUAL, se
reglamenta expresamente en los artículos 2318 y 2319 del Código Civil.

La capacidad en la responsabilidad LEGAL “se rige sólo por las normas previstas
para cada caso en particular”.

h) En materia de prescripción:

La acción derivada de un hecho ilícito se extingue en Cuatro Años contados


desde la perpetración del hecho.

La responsabilidad LEGAL, en cambio, fija plazos especiales de prescripción:

Por ejemplo, tratándose de la responsabilidad de los tutores y curadores, se


establece el plazo general de 5 años, propio de la responsabilidad contractual

6.- Origen de la responsabilidad extracontractual.

El artículo 1437 establece que las obligaciones también pueden provenir de un


HECHO ILÍCITO, que puede revestir la forma de un delito o cuasidelito.

La obligación consistirá en la indemnización del daño ocasionado: dispone el


artículo 2314 del Código Civil que

“El que ha cometido un delito o cuasidelito que ha inferido daño a otro, es


obligado a la indemnización; sin perjuicio de la pena que le impongan las leyes
por el delito o cuasidelito”.

Lo que caracteriza a los delitos y cuasidelitos es que se trata de hechos ilícitos


que además causan daño.
El artículo 2284 del Código Civil, establece qué se entiende por delito y
cuasidelito.

Será DELITO el hecho ilícito cometido con la intención de dañar;

Será CUASIDELITO el hecho ilícito culpable, cometido sin la intención de


dañar.

En el DELITO, por ende, HAY DOLO, en su acepción definida en el artículo


44 del Código Civil, que en ocasiones también se llama “malicia”; mientras que
en el CUASIDELITO hay CULPA, es decir, negligencia, descuido,
imprudencia, falta de la debida diligencia.
Cabe destacar que desde el punto de vista de la obligación de reparar el
daño causado, no es importante la distinción entre delito y cuasidelito.

En efecto, dispone el inciso 1º del artículo 2329 que “Por regla general todo
daño que pueda imputarse a malicia o negligencia de otra persona, debe ser
reparado por ésta.”

7.- Fundamento de la responsabilidad extracontractual.

Nuestro Código Civil adopta como fundamento de la responsabilidad delictual o


cuasidelictual, la denominada “doctrina clásica”.

Para esta doctrina, el fundamento de la responsabilidad extracontractual está


en LA CULPA DEL AUTOR.

La responsabilidad requiere que el daño sea imputable.

Por ende, SI HAY CULPABILIDAD, HAY RESPONSABILIDAD.

Se trata, como vemos, de una RESPONSABILIDAD SUBJETIVA.

Diversas disposiciones en el Código Civil confirman que en esta materia se


sigue la doctrina clásica: artículos 2284, 2319, 2323, 2329, 2333.

Se critica la doctrina clásica sosteniéndose que no respondería adecuadamente


a la realidad presente, en la que en virtud del avance científico y tecnológico,
las posibilidades de causar y de ser víctima de perjuicios han aumentado
considerablemente.

En tal contexto, resulta también muy difícil para la víctima del daño probar la
culpa del autor.

Para mitigar los inconvenientes planteados, el legislador, la doctrina y la


jurisprudencia han adoptado diversas medidas:

 Presunciones de culpabilidad: artículos 2320; 2322; 2326; 2328; y 2329.

 Se ha extendido el concepto de culpa: el ejercicio abusivo de un derecho


podría implicar culpa.

 Llegando más lejos, se ha planteado la teoría de la RESPONSABILIDAD


OBJETIVA o “sin culpa”, especialmente acogida en ciertas materias del
ámbito laboral o al explotar industrias o realizar actividades económicas que
son riesgosas.

Se trata de eliminar la noción de imputabilidad importando sólo si hay daño y


si existe una relación de causalidad con el autor.

Cabe señalar que según el profesor Pablo Rodríguez Grez, hay al menos tres
casos de responsabilidad objetiva en el Código Civil:

i) El caso del artículo 2316, inciso 2°, respecto del que se aprovecha del dolo
ajeno, sin ser cómplice en él;

ii) El caso del artículo 2328, relativo a la cosa que cae o es arrojada de la parte
superior de un edificio; y

iii) El caso del artículo 2327, en lo tocante al daño causado por un animal fiero.

8.- Elementos de la responsabilidad extracontractual.

Cuatro son los elementos que configuran un hecho ilícito, delictual o


cuasidelictual:

a) El daño;

b) Un daño imputable: la culpa o dolo;

c) La relación de causalidad entre el dolo, la culpa y el daño; y

d) Capacidad delictual.

a) El daño.

a.1) Concepto.

“Es todo menoscabo que experimente un individuo en su persona y bienes,


la pérdida de un beneficio de índole material o moral, de orden patrimonial
o extrapatrimonial”.

a.2) Características del daño.

Debe ser cierto.

No basta un perjuicio “eventual o hipotético”.


Lo anterior no obsta a que sea indemnizable el daño futuro, es decir, el lucro
cesante, lo que deja de percibir la víctima.

a.3) Clases de daño.

El daño puede ser MATERIAL o MORAL.

El DAÑO MATERIAL consiste en una lesión de carácter patrimonial.

La víctima sufre un menoscabo o disminución en su patrimonio .

El DAÑO MORAL consiste en el dolor, la aflicción, el pesar que causa a la


víctima el hecho ilícito.

Usualmente, el daño moral y el daño material se presentan conjuntamente.

Así, una persona víctima de una herida en su integridad física, experimenta un


daño moral por la aflicción que le causa la lesión y un daño material a
consecuencia de la disminución de su capacidad de trabajo.

Pero el daño puede ser puramente material o puramente moral, según las
circunstancias.

La indemnización del DAÑO MORAL se ha ido imponiendo progresivamente en


la doctrina y en la jurisprudencia.

Se argumenta para ello que los artículos 2314 y 2319 no distinguen la clase de
daño indemnizable;

Además, cabe advertir que aún en el caso del artículo 2331 del Código Civil,
debe indemnizarse el daño moral.

b) Un daño imputable: la culpa o dolo.

No basta con la existencia del daño para que nazca la responsabilidad:

Se requiere además que el perjuicio sea IMPUTABLE A DOLO O


CULPA.

El artículo 44 del Código Civil define el dolo (como elemento de la


responsabilidad extracontractual) y la culpa.
En cuanto a la culpa, y teniendo presente la triple gradación que opera en el
ámbito contractual, el mismo artículo previene que la expresión “culpa” o
“descuido”, sin otra calificación, significa culpa leve.

Tal es entonces la culpa exigida en el ámbito de la responsabilidad


extracontractual.

Corrobora lo anterior el artículo 2323, al decir “o por haber faltado de otra


manera al cuidado de un buen padre de familia.” .

Ello es lógico, porque a las personas no puede exigírseles un celo o


diligencia sino ordinario o mediano.

No es razonable exigir al hombre medio que emplee en sus actos una diligencia
esmerada o cuidado ejemplar, como la que un hombre juicioso pone en sus
negocios importantes.

c) La relación de causalidad entre el dolo, la culpa y el daño.

No basta con la existencia del daño y del dolo o culpa.

Se requiere además que entre ambos elementos medie un vínculo de


causalidad, que el DAÑO sea el resultado del dolo o de la culpa.

Es decir, se producirá esta relación de causalidad cuando el dolo o culpa ha


sido la causa necesaria del daño, de manera que si no hubiera mediado, el
daño no se habría producido.

Dos consecuencias importantes fluyen ante la falta de relación de causalidad:

 La responsabilidad no recaerá en el demandado, cuando el daño es


imputable a culpa de la víctima.

Tal exención puede ser TOTAL o PARCIAL.

Habrá exención TOTAL de responsabilidad, cuando la culpa de la víctima


excluya la del demandado;

La responsabilidad se atenuará o será PARCIAL, si la culpa de ambos provocó


el daño;

 Si el DAÑO ES INDIRECTO, por regla general no es indemnizable.


Ahora bien, cuando más se aleja el daño del hecho inicial que lo originó, más
difícil resulta establecer una relación de causalidad.
d) Capacidad delictual.

d.1) Criterio para determinarla.


Como consecuencia lógica de la doctrina clásica o subjetiva que adopta nuestro
Código Civil, es condición esencial de la responsabilidad que el autor del delito
o cuasidelito tenga suficiente discernimiento.

Se responderá entonces de las consecuencias derivadas de los actos que se


cometen, aunque el autor carezca de la capacidad necesaria para
actuar por sí solo en la vida jurídica.

Como regla general, podemos enunciar que la capacidad delictual y


cuasidelictual es más amplia que la capacidad contractual.

Dos razones fundamentales justifican lo anterior:

 La plena capacidad contractual supone una completa madurez intelectual,


mientras que la capacidad delictual sólo requiere tener conciencia del bien y
del mal, el poder de discernir entre el acto lícito y el ilícito.

 El delito y el cuasidelito ponen a la víctima ante un deudor imprevisto ;


se elige a los deudores contractuales pero no a los deudores cuya obligación
nace de un delito o cuasidelito.

Si exigiéramos al autor la misma plena capacidad que en el ámbito contractual,


cada vez que el autor no tuviera tal capacidad, se privaría a la víctima del daño
de la indemnización.

d.2) Personas incapaces de delito o cuasidelito.

Al igual que en materia contractual, LA CAPACIDAD CONSTITUYE LA REGLA


GENERAL y la incapacidad es excepcional.

El artículo 2319 regula la materia, señalando que son incapaces:

i) Los dementes: en su “sentido amplio”, tal como se interpreta para el


ámbito contractual y del Derecho Penal.

La demencia, para eximir de responsabilidad, debe ser contemporánea a la


ejecución del hecho.

Por ello, la demencia sobreviniente, es decir, originada con posterioridad a la


ejecución del hecho ilícito, no exime de responsabilidad.
Por otra parte, se ha sostenido que a diferencia de lo que ocurre en materia
contractual, el demente que ejecuta un hecho ilícito en un “intervalo
lúcido” (supuesto que aceptemos su procedencia), SERÁ RESPONSABLE, aún
cuando se encuentre bajo interdicción.

Para fundamentar tal conclusión, se afirma que la regla del art 465 del Código
Civil sólo regularía la capacidad contractual del demente, y de la validez o
nulidad de los actos que en tal ámbito celebre.

En cambio, es inconcebible alegar la “nulidad” de un delito o cuasidelito.

ii) Los infantes:

Se presume “de derecho” que los menores de 7 años, carecen de


discernimiento.

iii) Los mayores de 7 y menores de 16 años:

Serán incapaces, si actúan sin discernimiento, lo que queda entregado a la


prudencia del juez.

En cuanto al ebrio, el artículo 2318 se preocupa de señalar que es


responsable, aun cuando estuviere privado de razón por causa de su ebriedad.

La ley presume que es culpable de su ebriedad. La misma regla debemos


aplicar, en general, a quién actúe bajo los efectos de las drogas.

d.3) Responsabilidad del que tiene a su cargo al incapaz.

Puesto que los incapaces no responden de los daños que ocasionen, cabe
considerar la eventual responsabilidad de las personas que tienen a su cargo a
los incapaces.

Al respecto, el artículo 2319 establece que serán responsables si puede


imputárseles negligencia.

A su vez, el artículo 2325 priva al guardián del derecho a repetir contra el


incapaz, a menos que se cumplan los dos requisitos señalados al final de este
precepto.

Se trata por ende de una doble sanción.

d.4) Responsabilidad de las personas jurídicas.


Son plenamente capaces de delito y cuasidelito civil.

Responden las personas jurídicas:

 De los hechos ilícitos cometidos por sus órganos, es decir, por los
hechos de las personas naturales a través de las cuales se expresa su voluntad,
cuando éstas actúan en el ejercicio de sus funciones (por ejemplo, el directorio
de una sociedad anónima, actuando en sala).

 Responden asimismo por los hechos ilícitos de sus dependientes,


cuando éstos también actúan en ejercicio de sus funciones.

9.- Presunciones de culpa.

Considerando que se exige al demandante o víctima, por regla general, probar


la culpa del demandado o autor, la ley, en diversas disposiciones, ha
invertido tal principio general, con el objeto de asegurar a la víctima una justa
reparación del daño, reglamentado una serie de presunciones de
culpabilidad.

En virtud de tales presunciones, a la víctima le bastará con probar la


existencia del hecho y el daño causado.

Corresponderá al demandado acreditar que el perjuicio no proviene de sus


actos, o que ha empleado la debida diligencia o cuidado, o en fin, que no existe
una relación de causalidad entre la culpa que se le imputa y el daño.

Las presunciones de culpa se dividen en tres grupos:

a) Responsabilidad por el hecho propio;

b) Responsabilidad por el hecho ajeno; y

c) Responsabilidad por el hecho de las cosas.

a) Responsabilidad por el hecho propio.

El artículo 2329, ya citado, advierte que se debe responder de todo daño


ocasionado a otro, cuando medio por el autor malicia (dolo) o negligencia.

Agrega el artículo:

“Son especialmente obligados a esta reparación:


1º El que dispara imprudentemente un arma de fuego;
2º El que remueve las losas de una acequia o cañería en calle o camino, sin
las precauciones necesarias para que no caigan los que por allí transitan de
día o de noche;
3º El que, obligado a la construcción o reparación de un acueducto o puente
que atraviesa un camino lo tiene en estado de causar daño a los que
transitan por él.”

Los tres casos que enumera esta disposición, constituyen presunciones de


culpabilidad. En tal sentido se interpreta la expresión “especialmente
obligados”.

b) Responsabilidad por el hecho ajeno.

b.1) Fundamento de la responsabilidad por el hecho ajeno.

Por regla general, tal como lo establece el artículo 2316, se responde por
hechos propios, no por hechos ajenos.

Excepcionalmente, sin embargo, se debe responder por los hechos ajenos,


cuando una persona debe responder por el “hecho de aquellos que
estuvieren a su cuidado” (artículo 2320, inciso 1º).

El fundamento de esta disposición descansa en el DEBER DE VIGILANCIA


que se tiene respecto de determinadas personas.

La persona que tiene otra a su cuidado, sujeta a su control o dirección, debe


vigilarla para impedirle que cause daños. Y si el daño en definitiva se causa,
quiere decir que no empleó la debida vigilancia.

Por eso, señala la doctrina que no estamos estrictamente ante un caso de


responsabilidad por hecho ajeno, sino por un hecho propio, a saber, la falta
de cuidado o vigilancia.

Cabe precisar que esta responsabilidad no se circunscribe a los hechos que


enumera el artículo 2320, que debemos considerarlos como menciones a vía
ejemplar. El artículo 2320 consagra un principio general, que debemos aplicar
en cualquier caso similar.

No se trata de responsabilidad objetiva, sin culpa, por el contrario, la culpa


existe y por ella se responde y la negligencia es haber faltado al deber
de cuidado.
Así el responsable por el hecho ajeno puede destruir la presunción, probando
que por las circunstancias no le ha sido posible evitar el hecho.

Nota: Pero además esta responsabilidad por el hecho ajeno, se funda en que
el que cometió el hecho ilícito, precisamente por depender de otro, será
insolvente para responder por la indemnización . Se procura asegurar la
indemnización de la victima.

En consecuencia:

“La responsabilidad por el hecho ajeno es la que deriva de los delitos y cuasi
delitos de las personas capaces de cometerlos que se encuentran en la relación
expresamente prevista en la ley respecto del responsable ”.

Esta responsabilidad es solamente civil y no penal, aunque el hecho ilícito


de que se trate constituya delito o cuasi delito sancionado por la ley penal. La
responsabilidad criminal es siempre personal.

b.2) Requisitos de la responsabilidad por el hecho ajeno.

 Relación de dependencia entre el autor del daño y la persona


responsable:

La persona responsable debe estar investida de una cierta autoridad y el autor


material del daño sujeto a su obediencia.

Deberá probar esta relación la víctima.

 Que ambas partes sean CAPACES de delito o cuasidelito:

Si el que tiene a su cuidado a otra persona es incapaz, es irresponsable.

Pero también debe ser capaz el subordinado. Si el subordinado es incapaz, no


se aplican los artículos 2320 y siguientes, sino el artículo 2319, desapareciendo
entonces la presunción.

En efecto, se responde por los hechos de los incapaces, SIEMPRE QUE PUEDA
IMPUTARSE NEGLIGENCIA a quien los tenía a su cuidado.

En otras palabras, no cabe presumir la culpa del que tiene a un incapaz a su


cuidado, para hacerle responsable, debe probarse su culpa.

 Que se pruebe la culpabilidad del subordinado:


La presunción no abarca la conducta del dependiente, sino que imputa
exclusivamente culpa a la persona que tiene a otra a su cuidado.

Pero PARA QUE RESPONDA, previamente debe acreditarse que el


SUBORDINADO actuó culpablemente.

LA VICTIMA DEBE PROBAR LA CULPABILIDAD DEL SUBORDINADO (a no ser


que exista otro tipo de presunción legal)

Establecido el hecho ilícito del subordinado, esto es, probadas todas las
circunstancias señaladas, LA VICTIMA QUEDA LIBERADA DE ACREDITAR LA
CULPA DEL TERCERO CIVILMENTE RESPONSABLE: la culpa de este es la que
se presume.

Por tal razón se ha fallado que “no hay responsabilidad de terceros si el hechor
ha sido declarado absuelto por falta de culpa”.

b.3) La presunción de culpa es simplemente legal.

Por tanto, el tercero civilmente responsable puede quedar exento de


responsabilidad, si prueba que empleó la diligencia o cuidado debidos: artículo
2320, último inciso.

Con todo, el artículo 2321 establece una excepción a esta regla, estableciendo
una presunción de derecho. (como se verá)

b.4) Responsabilidad del subordinado.

La responsabilidad por el hecho ajeno no excluye la del autor directo del hecho
ilícito.

Ambas responsabilidades coexisten y la víctima puede accionar contra ambos.

b.5) Acción del tercero civilmente responsable contra el autor del


daño.

De conformidad a lo dispuesto en el artículo 2325, quien responde por los


hechos de otro que depende del primero, tendrá derecho para ser indemnizado
sobre los bienes del segundo, siempre y cuando se cumplan dos requisitos :

 Cuando el que perpetró el daño, lo hizo sin orden de la persona a quien


debía obediencia; y
 Cuando el que perpetró el daño, era capaz de delito o cuasidelito, según el
artículo 2319.

Se trata de una aplicación del principio de reparación del enriquecimiento


sin causa, pues resultaría injusto que la indemnización sea soportada, en
definitiva, por el patrimonio de una persona distinta de aquella que realizó el
hecho dañoso.

El tercero civilmente responsable deberá indemnizar a la víctima, pero


luego, podrá repetir en contra del autor del ilícito civil.

Se trata del distingo entre la “obligación a la deuda” y la “contribución a la


deuda”.

Casos de responsabilidad por hecho ajeno


b.6) Responsabilidad de los padres.

El inciso 2º del artículo 2320 establece que “...el padre, y a falta de éste la
madre, es responsable del hecho de los hijos menores que habiten en la misma
casa”.

Debemos relacionar esta disposición con los artículos 222 y siguientes,


referidos al cuidado personal y la educación de los hijos.

Dos requisitos deben concurrir para hacer efectiva la responsabilidad de los


padres:

 Que el hijo sea menor de edad;

 Que habite la misma casa que el padre o madre.

No obstante que la anterior es una presunción simplemente legal, el


artículo 2321 establece una presunción de derecho, bastando en este caso
que sean menores, siendo indiferente que habiten en la casa de sus padres.

El hecho debe provenir de la mala educación dada al hijo o de hábitos viciosos


que le dejaron adquirir sus padres.

Pero además, el hecho debe provenir “conocidamente” de estas causas.

Por lo tanto, corresponderá a la víctima probar que el hijo recibió una mala
educación o que los padres lo dejaron adquirir hábitos viciosos.
En otras palabras: como la disposición dice “siempre”, se concluye que es una
presunción de derecho; de manera que probado el hecho ilícito y que el
proviene conocidamente, esto es, notoriamente de alguna de las circunstancias
señaladas, nada obtendrían los padres con probar que no se reúnen los
requisitos anteriores, aunque el hijo menor no viva con los padres.

b.7) Responsabilidad de los tutores o curadores.

Señala el inciso 3º del artículo 2320 que “...el tutor o curador es responsable
de la conducta del pupilo que vive bajo su dependencia y cuidado” .

Para que el GUARDADOR sea responsable, deben cumplirse los siguientes


requisitos:

 Que el pupilo viva bajo la dependencia o cuidado del guardador:

En consecuencia, esta responsabilidad no afectará a los guardadores a quienes


solamente incumbe la gestión de los bienes del pupilo , como los curadores de
bienes.

De acuerdo a lo dispuesto en el artículo 428 del Código Civil, la responsabilidad


recae sobre los tutores o curadores generales, salvo que el pupilo esté bajo el
cuidado de otra persona;

 Que el pupilo sea capaz:

Si el pupilo es incapaz, rige lo mismo que indicamos respecto del padre; no


será responsable el guardador, sino probándosele culpa.

En todo caso, como también estamos ante una presunción simplemente


legal, el guardador podrá eximirse de responsabilidad probando que no pudo
impedir el hecho, pese a que ejercitó la autoridad derivada de su cargo y
empleó el cuidado a que estaba obligado .

b.8) Responsabilidad de los jefes de colegio y escuelas.

Establece el inciso 4º del artículo 2320 que “...los jefes de colegios y escuelas
responden del hecho de los discípulos, mientras están bajo su cuidado” .
En este caso, habrá responsabilidad para el jefe de colegio o de escuela,
cuando el discípulo esté bajo su cuidado:

Mientras el discípulo permanezca en el establecimiento, durante los viajes de


estudio o visitas que efectúe bajo la dirección de los aludidos jefes, etc.

Cabe señalar que habrá responsabilidad para el jefe escolar, aún cuando el
discípulo sea mayor de edad.
Como en los dos casos anteriores, puede destruirse la presunción, probando el
jefe de colegio o escuela que no le fue posible evitar el hecho ilícito y que
empleó toda la diligencia o cuidado necesarios.

La expresión “colegios y escuelas” no debe interpretarse como relativa sólo a la


enseñanza primaria y secundaria.

Bien podría ocurrir que se aplique a los directivos de instituciones de educación


superior, es decir, centros de formación técnica, institutos profesionales y
universidades. El artículo sólo alude a los “discípulos”, sin agregar que deben
ser menores de edad.

b.9) Responsabilidad de los artesanos y empresarios.

Conforme al inciso 4º del artículo 2320, responden también “...los artesanos y


empresarios del hecho de sus aprendices o dependientes, en el mismo caso (o
sea, mientras estén bajo el cuidado de los primeros) ”.

Para que respondan los artesanos o empresarios, es necesario:

 Que los aprendices o dependientes estén bajo el cuidado del artesano o


empresario, lo que quiere decir que cumplan una actividad laboral bajo
subordinación o dependencia;

, o sea, Que se trate de hechos realizados por los aprendices o dependientes


mientras están bajo el cuidado del artesano o empresario, o sea, mientras cumplen
con su jornada laboral, hecho que deberá probar la víctima.

Como en los tres casos anteriores, cesa la responsabilidad del artesano o


empresario, acreditando que no pudo impedir el hecho ilícito, no obstante su
cuidado y haber ejercitado su autoridad.

b.10) Responsabilidad de los amos.

Dispone el artículo 2322 que:

“Los amos responderán de la conducta de sus criados o sirvientes, en el


ejercicio de sus respectivas funciones”.

Se denomina AMO a la persona que tiene a su servicio empleados domésticos,


criados o dependientes, o en lenguaje contemporáneo, trabajadores de casa
particular.
El amo es responsablemente solamente en los actos ejecutados por el sirviente
a condición de que el hecho ilícito se verifique mientras desempeña sus labores
o cumple sus órdenes, o sea, cuando el criado actúa “en el ejercicio de sus
respectivas funciones”.

No cabe al amo responsabilidad por los actos ajenos a las funciones del criado
o que importan un abuso de las mismas, como por ejemplo, si el chofer sustrae
el automóvil de su patrón, contraviniendo sus órdenes y atropella a un
transeúnte.

El amo puede eximirse de responsabilidad probando:

 Que el criado ejecutó sus funciones de un modo impropio;

 Que el amo no tenía medio de prever o impedir el ejercicio abusivo de sus


funciones por parte del sirviente; y

 Que empleó la autoridad inherente a su condición y el cuidado de una


persona prudente para lograr que el sirviente ejerciera sus funciones con
propiedad.

b.11) Responsabilidad del dueño de un vehículo.

El dueño de un vehículo será SOLIDARIAMENTE responsable con el conductor,


por los daños que ocasione.

La responsabilidad del dueño del vehículo es sin perjuicio de la que quepa a


otras personas, en virtud del derecho común.

En otras palabras, puede coexistir con la que establece el artículo 2320. La


víctima, por tanto, podrá accionar, a su arbitrio, contra la persona que tenga al
conductor a su cuidado, o contra el dueño del vehículo.

Sin embargo, el propietario del vehículo puede eximirse de responsabilidad, si


acredita que le fue tomado contra su voluntad o sin autorización expresa o
tácita.

c) Responsabilidad por el hecho de las cosas.

c.1) Fundamento.

Se es responsable también DEL HECHO DE LAS COSAS de que una persona es


dueña o que están a su servicio.
El propietario o la persona que se sirve de la cosa DEBE VIGILARLA y
MANTENERLA EN EL ESTADO DE QUE NO CAUSE DAÑO.

De tal forma, el daño que produzca la cosa denotaría OMISIÓN O FALTA DE


CUIDADO y por ello la ley entra a presumir la culpabilidad de quien tenía a
su cargo la cosa.

A diferencia de lo que ocurre con la presunción general de culpabilidad por el


hecho ajeno, de una persona que se encuentra bajo vigilancia o cuidado
(artículo 2320), tratándose de las cosas, “la ley se limita a señalar algunos
casos en los cuales se presume culpabilidad del que las tiene a su cuidado” .

Por tanto, sólo en ellos puede presumirse culpabilidad y en cualquiera otro,


deberá esta probarse por la víctima.

c.2) Casos en que se presume culpabilidad por el hecho de las cosas.

Se contemplan en la ley tres casos:

c.2.1) Daño causado por la ruina de un edificio;

c.2.2) Daño causado por una cosa que cae o es arrojada de la parte superior
de un edificio; y

c.2.3) Daño causado por un animal.

c.2.1) Daño causado por la ruina de un edificio.

c.2.1.1) Requisitos.

Se refiere a este caso el artículo 2323.

Deben cumplirse los siguientes requisitos:

 La cosa que ocasiona el daño, DEBE SER UN EDIFICIO, es decir, una


obra fruto de la industria humana, destinada a la habitación o a fines análogos,
y que adhiera permanentemente al suelo;

 El daño debe tener por origen la ruina del edificio, vale decir, su caída
o destrucción, su deterioro debe causar el daño;

 Que el dueño haya dejado de hacer las reparaciones necesarias, o


en general, FALTADO AL CUIDADO DE UN BUEN PADRE DE FAMILIA.
La víctima del daño deberá probar que se cumplen estos tres requisitos.

c.2.1.4) Exención de responsabilidad.

El artículo 2323 precisa que no hay responsabilidad, si se configura el caso


previsto en el artículo 934:

Si el edificio cae por caso fortuito (como avenida, rayo o terremoto), no habrá
lugar a la indemnización , salvo si se prueba por el afectado que el caso
fortuito, sin el mal estado del edificio, no lo hubiera derribado .

c.2.1.5) Ruina de un edificio por defectos de construcción.

Se vincula esta materia con el contrato de empresa, consistente en una


modalidad del contrato de arrendamiento de obra, y que está regulada en el
artículo 2003 del Código Civil.

Se puede definir, conforme al inciso 1º del artículo 2003, como “aquél por el
cual una persona llamada empresario toma a su cargo la construcción
de un edificio por un precio prefijado”.

Se trata del sistema de obra a precio alzado.

Si el edificio perece o amenaza ruina, en todo o en parte, en los cinco años


subsiguientes a su entrega, por vicio de construcción o por vicio del suelo o
por vicio de los materiales, distinguimos, para determinar quien es responsable:

i) Tratándose de los vicios de construcción: será responsable el


empresario;

ii) Tratándose de los vicios del suelo: será responsable en principio el


dueño, a menos que el empresario o las personas empleadas por él hayan
debido conocer el vicio del suelo en razón de su oficio;

iii) Tratándose de los vicios de los materiales: será responsable el


empresario, si él los proporcionó; en cambio, si los proporcionó el dueño, él
responderá, salvo que el vicio sea de aquellos que el empresario, por su oficio,
haya debido conocer, o que conociéndolo, no haya dado aviso oportuno (al
dueño, se entiende).

Las reglas enunciadas, se extienden a los que se encargan de la construcción


de un edificio en calidad de arquitectos (artículo 2004 del Código Civil).
c.2.1.6) Daños causados por un edificio en construcción, reparación o
demolición.

La Ley General de Urbanismo y Construcciones responsabiliza a los


constructores de los perjuicios que con motivo de la construcción originaren a
terceros.
En todo caso, no se presume la responsabilidad del constructor , y debe
probarse que el daño se ocasionó por dolo o culpa.

c.2.2) Responsabilidad por el hecho de la cosa que cae o es arrojada


de la parte superior de un edificio: art. 2328.

Se precisa que tratándose de cosas que se arrojan, en realidad no se responde


por el hecho de las cosas, SINO POR EL HECHO AJENO, puesto que siempre
una persona debe arrojar la cosa en cuestión.

La responsabilidad recae sobre todas las personas que habiten la


misma parte del edificio desde la que cayó o se arrojó la cosa.

Los responsables dividirán entre sí la indemnización.

Nada impide sin embargo singularizar la responsabilidad en una o más


personas determinadas, si se acreditó que el hecho acaeció exclusivamente por
dolo o culpa de las mismas.

Cuando no es posible probarlo, se genera, en opinión de Rodríguez Grez, un


caso de responsabilidad objetiva subsidiaria:

Obligación de reparar un daño sin atender ni a la causa física que lo


provoca ni al elemento subjetivo (dolo o culpa) de la responsabilidad.

En este caso, el legislador privilegia la situación de la víctima, que de otra


manera se habría visto privada de toda reparación posible.

Esta responsabilidad objetiva, muy excepcionalmente, no exige ni siquiera una


vinculación material con el daño.

Basta que la cosa haya caído o haya sido arrojada de una parte del
edificio para que la responsabilidad afecte a todos quienes moran o
residen en él.

Se podría decir que el riesgo es inherente a los edificios en altura .


La responsabilidad no tiene otro fundamento que el interés social y el
amparo a quienes sufren el daño.

Por lo mismo, no se aceptará probar por alguno de los moradores que él


adoptó medidas de seguridad de tal naturaleza que excluían absolutamente la
posibilidad de ser autor del daño. ES ESTE UN CASO TÍPICO DE
RESPONSABILIDAD OBJETIVA.

El art. 2328 concede una ACCIÓN POPULAR, es decir, que cualquier persona
puede interponer, destinada a evitar la caída de la cosa.

c.2.3) Responsabilidad por el hecho de los animales: artículos 2326 y


2327.

Responde el dueño del animal, aún por los daños ocasionados por éste
después de haberse soltado o extraviado.

Con todo, su responsabilidad cesará, si acredita que adoptó todas las


providencias para impedir el daño.

La misma responsabilidad recae sobre el que se sirve de un animal ajeno.

Pero tal persona tiene derecho a repetir contra el dueño, si el daño fue
producto de un vicio del animal que el dueño, con mediano cuidado, debió
conocer o prever. Pero si el dueño informó al usuario del animal del vicio, éste
no tendrá derecho a repetir contra el primero.

Es necesario formular una advertencia:

En nuestro derecho sólo existe el hecho del animal cuando el daño es


ocasionado por este “mismo” (el animal);

Si es manejado por el hombre y mientras este mantenga su control hay daño


humano y no animal.

El art. 2327 establece que siempre se responderá por el daño causado


por un animal fiero, siempre que de éste no se reporte utilidad para la
guarda o servicio de un predio:

“El daño causado por un animal fiero, de que no se reporta utilidad para la
guarda o servicio de un predio, será siempre imputable al que lo tenga, y si
alegare que no le fue posible evitar el daño, no será oído.”
De los daños responderá quien tenga el animal, sea o no su dueño y
se sirva o no de él.

La disposición establece una presunción de derecho, pues no se admite probar


que fue imposible evitar el daño.

Se trata, por ende, de un CASO DE RESPONSABILIDAD OBJETIVA.

En efecto, como señala Rodríguez Grez, en esta hipótesis, es la mantención


de un animal fiero, creando una situación de riesgo de la que no se obtiene
beneficio alguno.

Pero si el animal fiero reporta beneficio, la responsabilidad se transformará en


subjetiva, y sólo se responderá si el daño causado por el animal tiene como
antecedente la culpa del tenedor.

De tal forma, dándose los supuestos del artículo 2327 (que se trate de un
animal fiero y que no esté destinado a la guarda o servicio de un predio), la
responsabilidad será objetiva.

Debemos tener presente aquí lo dispuesto en el art. 608, que define qué se
entiende por animales bravíos o salvajes, domésticos y domesticados.

De Algunos hechos ilícitos en especial

Estudiaremos los siguientes casos:

Responsabilidad de las personas jurídicas.

La persona jurídica no puede ser responsable penalmente pero si civilmente, lo


que merece la duda es que la persona jurídica por si misma no puede actuar,
de ahí que aunque generalmente es aceptada su responsabilidad
extracontractual nuestra jurisprudencia ha solido tener algunas vacilaciones.

Esta responsabilidad abarca toda clase de personas jurídicas ya sea con fines
de lucro o sin estos.

La persona jurídica es responsable de acuerdo al articulo 39 del CPP CUANDO


SE ACTÚA EN SU NOMBRE, esto es, cuando lo hacen por ella personas
naturales con facultad de representarla u obligarla (ej. Director de una S.A.)

Aunque se ha discutido, es evidente de que se trata de una responsabilidad por


el hecho propio, por que la acción u omisión en la que incurren los órganos de
las persona jurídicas son de éstas mientras aquellos se mantengan en el
ejercicio de sus funciones.

Si las (sus funciones) han excedido ya no actúan por la persona jurídica sino
por su propia cuenta, sin embargo la responsabilidad directa de la persona
jurídica no excluye ni la responsabilidad personal de las personas naturales que
han actuado por la persona jurídica (responsabilidad penal si se cometieron
delitos) ni tampoco la indirecta de la de la persona jurídica por los hecho ilícitos
cometidos por sus dependientes en el ejercicio de sus funciones en
conformidad a las reglas generales.

Accidentes de tránsito

Esta materia esta regulada en la ley de tránsito(18.290) y en la ley 18.287


sobre procedimientos ante los juzgados de policía local.

La principal dificultad de los accidentes de tránsito es el establecimiento de la


culpabilidad de las partes que inter vienen, por ello la ley ha establecido
numerosas PRESUNCIONES que atenúan el inconveniente.

Dada la amplitud de esta materia nos remitiremos a señalar los casos más
frecuentes:

Atropellamiento de peatones, si el hecho constituye un cuasidelito penal se


aplica el artículo 492 del CP que presume la responsabilidad, en los accidentes
ocasionados por vehículos, del conductor de estos si ocurren en el radio urbano
de una ciudad, en el cruce de la calzada o a 10 metros de la esquina, y la del
peatón si l accidente se produce en otro sitio de la calzada.

Presunciones de responsabilidad del conductor, el art.172 de la ley de


tránsito enumera 20 situaciones en que se presume la responsabilidad, como
son: conducir sin licencia, no estar atento a las condiciones del tránsito,
conducir bajo la influencia del alcohol o drogas, quien huya del lugar del
accidente sin dar aviso a la autoridad, quien se niegue a prestar las facilidades
al examen de alcoholemia.

Todas las presunciones señaladas son simplemente legales y admiten la prueba


en contrario del inculpado.

Incendio

Puede dar origen a una responsabilidad contractual o extra contractual.


Así si el hechor tiene la cosa por cualquier título que lo obligue a su custodia SU
RESPONSABILIDAD ES CONTRACTUAL con la persona a quien esta obligado y
EXTRACONTRACTUAL respecto a los demás.

Es desgraciadamente frecuente el caso de los incendios intencionales de


comerciantes con el objeto de cobrar el seguro, así el artículo 483 del CP
contempla algunas presunciones de responsabilidad para el comerciante si no
justifica, que no reporta provecho del siniestro o cuyo seguro es
exageradamente superior l valor el objeto asegurado.

Responsabilidad del Estado

En esta materia debemos distinguir entre los actos de autoridad y de


gestión aceptándose sólo en estos últimos.

Además debemos dejar de lado a las EMPRESAS DEL ESTADO pues estas se
referían por lo ya dicho sobre las personas jurídicas en general;

Asimismo debemos dejar de lado también la responsabilidad de todo daño


derivado de la dictación de una ley o una sentencia judicial pues se trata
de actos legítimos.

Hechos estos alcances diremos que respecto a los actos de gestión de los
funcionarios se aplica el mismo criterio que para las personas juridicas de
derecho privado.

Si el funcionario representa al Estado, éste (el Estado) responde directamente


y en caso contrario la responsabilidad es indirecta de acuerdo al articulo 2220.

Varias críticas se han deslizado al respecto:

-la relación entre el Estado y sus funcionarios no es de derecho privado sino de


derecho público, por lo tanto sus efectos y consecuencias deberán regirse por
éste.

-el funcionario no se encuentra al cuidado del Estado.

-no hay justicia alguna en dejar al margen de la responsabilidad del Estado


todos los actos de autoridad.

Responsabilidad en eventos deportivos.


Puede ser para los participantes y espectadores.

Para los participantes habrá culpa de acuerdo a las, si no se respeta la


reglamentación propia del deporte y las ordenes de las autoridades privadas
que lo dirigen; pero aun cuando se hayan cumplido puede existir
responsabilidad si no se han adoptado las precauciones mínimas.

En cuanto a los espectadores la responsabilidad corresponderá a los


organizadores del evento. 
Acción de indemnización de perjuicios
10.- Acción para perseguir la responsabilidad extracontractual.

El delito y el cuasidelito producen como efecto normal, la obligación de


indemnizar los perjuicios: artículo 2314.

La víctima si desea cobrar la indemnización deberá ocurrir ante los tribunales,


ejercitando la acción de indemnización, que es la que nace de los hechos
ilícitos, a fin de que se condene a su autor a la reparación del daño ocasionado.

Características:

Los caracteres más importantes que presenta esta acción son:

Es una acción personal, pues corresponde ejercerla contra el responsable


del daño.

Es siempre mueble; pues normalmente persigue el pago de una suma de


dinero, y en ciertos casos la ejecución de un hecho.

Patrimonial; presenta caracteres de avaluación pecuniaria y como


consecuencia de esto es:

Renunciable; de acuerdo al Art12 no hay duda de que pueda renunciarse ala


reparación del daño una vez producido este.

Transigible; así lo dispone el Art. 2449

Cedible; no hay inconveniente alguno para que la víctima ceda la acción


como cualquier oro crédito y

Prescriptible.
Prescriptible; el código en esta materia estableció un plazo especial de
prescripción de 4 años (Art.2332).

Este plazo sólo se refiere a la acción de indemnización que nace del delito o
cuasidelito civil, y no a otras acciones que puede interponer la víctima, como la
acción reivindicatoria si hubo robo, por ejemplo.

Como el precepto habla de “perpetración” en un principio se entendía que el


plazo comenzaba a correr desde el instante de la acción u omisión imputable
del hechor, aunque el daño se ocasionara posteriormente. A juicio de Abeliuk
esta interpretación es inaceptable porque se podría llegar al absurdo que la
acción prescriba antes de nacer, pues se exige para la acción la existencia del
daño. Por esa razón la Corte Suprema en un fallo reciente cambió de opinión y
señaló que el plazo se contará desde que se produjo el daño. Como la acción
es de corto tiempo no se suspende y se interrumpe naturalmente por reconocer
el deudor expresa o tácitamente su obligación. Por último hay que mencionar
que la jurisprudencia ha sido vacilante a la hora de considerar si por la
interposición de la acción penal queda interrumpida la prescripción de la acción
indemnizatoria.

Debemos determinar quienes son sujetos activos y pasivos de la acción:

a) Sujeto activo de la acción

Es en primer lugar el que ha sufrido un daño; asimismo, también puede


interponer la acción el que teme verse expuesto al perjuicio.

En otras palabras, la acción puede interponerse cuando el daño se ha


producido o para impedir que el daño acontezca.

Al segundo caso se refiere el artículo 2333, que concede acción para impedir
un daño contingente o eventual.

Al respecto, debemos distinguir:

 En los casos de daño contingente que por imprudencia o negligencia de


alguien amenace a personas INDETERMINADAS: se concede acción popular (en
este caso, debemos aplicar el artículo 948, derecho a recompensa).

 En los casos en que el daño amenazare solamente a personas


DETERMINADAS, sólo alguna de éstas podrá intentar la acción.

Para determinar al SUJETO ACTIVO, debemos distinguir:


 Daño en las cosas: la acción corresponderá a todos los que tenían
derechos en ella o con relación a ella, que hayan resultado menoscabados:
artículo 2315.

Debemos precisar que la enumeración del artículo no es taxativa y que la


acción, por ejemplo, también podría interponerla el acreedor prendario o
hipotecario.

Agrega el artículo que también puede reclamar la indemnización, pero


sólo en ausencia del dueño, LOS MEROS TENEDORES DE LA COSA, es decir,
aquellos que la tienen con la obligación de responder de la misma, como el
arrendatario, el comodatario, el depositario.

 Daño a las personas: pueden intentar la acción, en primer lugar, la


víctima principal o directa; asimismo, pueden demandar las víctimas indirectas,
esto es, aquellas que experimentan un daño a consecuencia del experimentado
por la víctima principal (son las llamadas “víctimas por repercusión”).

También pueden intentar la acción los herederos de la víctima, lo que, por lo


demás, expresamente -aunque innecesariamente-, se dispone en el artículo
2315.

De dos maneras puede accionar el heredero:

i) Invocando la acción que le correspondía al causante, victima del delito.

ii) Haciendo valer la acción que, por derecho propio, le corresponde como
víctima indirecta.

b) Sujeto pasivo de la acción.

La acción puede dirigirse contra:

 El causante del daño: artículo 2316.

El concepto de “autor” es más amplio en el ámbito del Derecho Civil que en el


Derecho Penal.

En materia de responsabilidad extracontractual, debe considerarse como


autor no sólo al que ocasionó el daño, sino también a quienes
concurrieron a provocarlo en calidad de cómplices o encubridores.
Además, el propio artículo 2316 establece dos reglas fundamentales a este
respecto:

i) Se responde hasta concurrencia del beneficio obtenido por el que se


aprovecha del dolo ajeno sin ser cómplice en él (regla similar en materia
contractual: artículo 1458);

ii) A contrario sensu, el cómplice responde por el total de los perjuicios:


artículo 2316, inciso 2° del Código Civil: “El que recibe provecho del dolo ajeno,
sin ser cómplice en él, sólo es obligado hasta concurrencia de lo que valga el
provecho.”

Es indudable que esta regla, señala Rodríguez Grez, consagra un caso de


responsabilidad objetiva, puesto que la responsabilidad se impone por el
solo hecho de recibir un beneficio o provecho del dolo ajeno, sin atender a la
situación subjetiva del obligado.

La ley sólo exige, para delimitar la responsabilidad , que el obligado no sea


cómplice en el dolo ajeno, esto es, no concurra en él la intención de obtener
indebidamente el provecho que lo obliga a reparar.

El artículo 2316, inciso 2°, debe relacionarse con el artículo 1458, inciso 2°.

Las reglas son idénticas.

En ambas, hay responsabilidad objetiva.

El fundamento de estas normas se halla en la reparación del enriquecimiento


injusto.

El Derecho no podría admitir que alguien incremente su patrimonio como


consecuencia de un perjuicio correlativo de la víctima del dolo.

 Contra las personas civilmente responsables.

 Contra el que se aprovechó del dolo ajeno.

 Contra los herederos de todos los anteriores:

Ello es lógico, porque la obligación de indemnizar por los daños provenientes


de un hecho ilícito, se transmite a los herederos.

c) Caso de responsabilidad solidaria pasiva: artículo 2317.


Es solidaria la responsabilidad de varias personas que han intervenido en la
perpetración del delito o cuasidelito como autores, cómplices o encubridores.

Excepcionalmente, no es solidaria la responsabilidad:

 En el caso del artículo 2323, inciso 2º: se responde a prorrata de las


cuotas de dominio, por los dueños de un edificio que causa un daño con
ocasión de su ruina.

 En el caso del artículo 2328, inciso 1º: se responde en partes iguales por
quienes habitan la parte del edificio de la que cae o se arroja una cosa que
causa daño.

Por su parte, el artículo 2317, inciso 2º, dispone que también produce
obligación solidaria de indemnización de perjuicios, “todo fraude o dolo
cometido por dos o más personas”.

Se ha entendido que esta disposición apunta a dolo que no ocasione un delito


civil, pues de lo contrario constituiría una inútil repetición de la regla del
artículo 2317.

En otras palabras, esta norma se referiría al dolo como maquinación


fraudulenta o vicio del consentimiento o al dolo en el cumplimiento de las
obligaciones.

Así, si varios contratantes infringen una obligación común y media dolo en tal
infracción, serán solidariamente responsables por los perjuicios que el
incumplimiento ocasione al acreedor.

Se trata de casos de responsabilidad contractual.

d) Extensión de la indemnización.

Dependerá de la magnitud del daño, que debe ser íntegramente


resarcido.

En consecuencia, la indemnización deberá abarcar tanto los perjuicios


materiales -daño emergente como lucro cesante-, como los morales.

Sin embargo, la extensión de la indemnización puede reducirse, cuando el


daño se debió también o parcialmente a culpa de la víctima: artículo
2330.
La culpa de la víctima, si bien no libera de responsabilidad al autor, sí la
atenúa.

Esta regla del artículo 2330, nos demuestra que si bien la culpa
extracontractual no admite gradaciones y la responsabilidad dependerá de la
cuantía del daño, para el legislador no es completamente indiferente o
inocua la gravedad de la culpa que exhibe el autor.

En definitiva, la culpa mutua del autor y de la víctima del daño, impone


una COMPENSACIÓN DE LAS CULPAS.

La responsabilidad será compartida, aún cuando en proporciones


diferentes, dependiendo de la gravedad de la culpa de cada cual. La culpa más
grave absorberá a la más leve, respondiendo el que incurrió en la primera, por
lo que exceda la segunda.

Reparación del daño.

Cuando la víctima obtiene sentencia favorable, ésta ordenará reparar el daño y


la forma en que ello debe hacerse. En esta materia el juez tiene mayor libertad
que en materia contractual.

Si ello es posible la reparación será en especie, pero mas frecuentemente será


por equivalencia , o sea en dinero.

La única limitación que tiene el juez para fijarla es la ULTRAPETITA.

Sin embargo el principio general es que la indemnización debe calzar


justamente con el perjuicio sufrido; no serle ni superior ni inferior, así no
se atiende a la mayor o menor culpabilidad del autor, ni al beneficio que pueda
éste obtener, ni a la naturaleza de los perjuicios, porque como sabemos en
materia extracontractual se indemnizan todos.

No obstante hay algunos aspectos que han generado dudas:

Situación social y económica de las partes; algunos códigos la toman en


cuenta, pero no es el caso del nuestro, pero a veces si la consideran los
tribunales.

Desvalorización de la cosa; lo que la cosa valga menos después del


accidente y su reparación es parte de la indemnización.
Pago de intereses; a pesar de que hay sentencias que los prohíben a juicio
de Abeliuk y Alessandri creen admitirlos porque sería la única manera que la
indemnización sea cabal.

Variación del valor del daño; hay que distinguir si las variaciones ocurren
antes o después de la sentencia; si ocurren antes se deben tomar en cuenta
por la misma razón de los intereses, o sea para que la reparación sea íntegra.
En cambio si es posterior la opinión mayoritaria es contraria a una revisión
porque se opone a la cosa juzgada.

A juicio de Abeliuk se puede iniciar un nuevo proceso que verse sobre la


reajustabilidad en especial cuando son pagos periódicos o vitalicios, pues
sostiene que en nuestra legislación poco a poco a ha ido acogiendo el principio
de la reajustabilidad.

e) Cúmulo de indemnizaciones.

¿Puede acumularse la indemnización que se deba por el autor con otras


prestaciones que se deban a la víctima por terceros con motivo del daño
sufrido? ¿Puede la víctima reclamar ambas indemnizaciones o prestaciones?

Por ejemplo, si la víctima de un accidente automovilístico tiene asegurado su


vehículo: ¿Puede acumular la indemnización por el cuasidelito con la
indemnización que le debe la aseguradora?

Se señala que la acumulación de indemnizaciones implicaría un enriquecimiento


para la víctima; en efecto, desde el momento que ésta recibe una de las
indemnizaciones -de la aseguradora, en el ejemplo,- no habría daño en
definitiva, y si el perjuicio desaparece, faltaría uno de los elementos
de la responsabilidad extracontractual.

Se contesta al planteamiento anterior indicándose que no resulta equitativo


que el autor del daño resulte beneficiado de la prestación que un tercero haga
a la víctima.

En el caso del seguro, se agrega, se llegaría al absurdo que el contrato cedería


en la práctica en favor de un tercero extraño, causante del propio daño.

Para llegar a una solución, se sostiene que habría que indagar si la prestación
del tercero significa o no una reparación integral del daño causado. Si la
respuesta es afirmativa, el cúmulo de indemnizaciones sería inaceptable, pues
implicaría una doble indemnización o reparación del daño. En cambio, si la
reparación sólo fuere parcial, sería procedente dirigirse en contra del autor, por
la diferencia.
f) Cúmulo u opción de responsabilidades.

Otro problema debatido por la doctrina, dice relación con el cúmulo u opción de
responsabilidades.

Consiste, como señala Rubén Celis, “en determinar si los perjuicios


provenientes de la infracción de una obligación contractual, cuasicontractual o
legal pueden demandarse conforme a las normas de la responsabilidad
contractual o a las normas de la responsabilidad extracontractual, según lo que
convenga al acreedor, porque al mismo tiempo que existe un incumplimiento
de una obligación hay un hecho doloso o culpable que causa daño.”

Como bien precisa Celis, más que un problema de cúmulo, estamos ante una
hipótesis de opción de responsabilidades, lo que ciertamente tendrá
importancia, dadas las diversas normas que rigen a la responsabilidad
contractual y extracontractual.

Aunque no han faltado opiniones favorables a la opción, la doctrina mayoritaria


(sustentada por Alessandri y a la cual adhiere Celis), postula que debe
rechazarse la tesis de la opción de responsabilidades.

Así, la infracción a una obligación contractual, cuasicontractual o legal, sólo da


origen a la responsabilidad contractual.

Ello, “porque cuando las partes o la ley, supliendo o interpretando la voluntad


de aquellas (artículo 1547), han determinado la culpa de que responderá el
deudor, o la han eximido de responsabilidad, o han limitado esto en cuál o tal
forma, ese contrato, esa voluntad es ley para la parte. No cabe admitir, por lo
tanto, que el acreedor pueda prescindir del contrato y perseguir la
responsabilidad del deudor fuera de sus términos porque eso sería desestimar
la fuerza obligatoria de la convención y negar toda eficacia a las cláusulas de
exención o de limitación de responsabilidad.”

Hay dos casos, con todo, en los cuales la doctrina y la jurisprudencia aceptan la
posibilidad de que el acreedor elija:

 cuando así lo han estipulado las partes (artículo 1547);

 cuando la inejecución de la obligación contractual constituye a la vez un


delito o cuasidelito penal (Alessandri cita los artículos 470 número 1 y 491 del
Código Penal).

g) Tribunales competentes.
La acción para perseguir la responsabilidad civil puede deducirse ante el juez
civil o ante el juez de garantía.

Ante el juez civil deberá necesariamente deducirse la acción cuando el delito


o cuasidelito reviste un carácter puramente civil.

Del mismo modo, deberá interponerse la acción ante el juez civil cuando la
acción penal se haya extinguido, por ejemplo, con la muerte del autor.

PERO SI EL DELITO O CUASIDELITO ES CIVIL Y PENAL A LA VEZ, EN


PRINCIPIO PUEDE EL ACTOR ELEGIR ENTRE LA JUSTICIA CIVIL Y LA PENAL.

Esta facultad de optar tiene una sola limitación: la acción civil que tenga por
objeto la mera restitución de la cosa debe ser deducida ante el juez del crimen,
que conoce del proceso criminal.

h) Extinción de la acción.

La acción encaminada a reparar el daño causado por el delito o cuasidelito se


extingue por los modos generales de extinción de las obligaciones.

Tres modos de extinguir requieren algunos alcances:

La renuncia.

La transacción.

La prescripción.

 La renuncia: a diferencia de lo que acontece con la acción penal, la acción


civil derivada de un delito o cuasidelito es renunciable.

La renuncia afectará solamente al renunciante y a sus herederos.

 La transacción: artículos 2449 y 2461, de los que se desprenden las


siguientes reglas:

i) La transacción no puede recaer en la acción criminal, pero sí sobre la acción


civil que nace de un delito;

ii) La transacción sólo surte efecto entre los contratantes;


iii) Si son muchos los interesados en el negocio sobre el cual se transige, la
transacción consentida por el uno de ellos no perjudica ni aprovecha a los
otros; esta norma tiene especial importancia en el caso de la solidaridad, y para
determinar su alcance, hay que hacer algunas distinciones:

1° Efectos de la transacción consentida por un codeudor solidario, sin que haya


novación:

por regla general, cuando una obligación solidaria se extingue por uno de los
codeudores, se extingue también respecto de los demás; tal constante, que se
da respecto a cualquier medio de extinguir las obligaciones , se altera en la
transacción, por tratarse de un contrato intuito personae.

Por ello, si la transacción es consentida por uno de los codeudores solidarios,


no se extiende a los otros, a menos que dicha transacción envuelva una
novación de la obligación solidaria;

2° Efectos de la transacción consentida por un codeudor solidario cuando


aquélla envuelve novación:

Si la transacción con uno de los codeudores envuelve una novación, los otros
codeudores se liberan de la obligación (lo que guarda perfecta concordancia
con los artículos 1519 y 1645).

 La prescripción: artículo 2332.

11.- Causas eximentes y atenuantes de responsabilidad.

No obstante lo dispuesto en el artículo 2329, el autor del daño puede no


encontrarse en la obligación de repararlo parcial o íntegramente.

Ello acontecerá, si concurren en su favor circunstancias EXIMENTES o


ATENUANTES de responsabilidad, de igual forma que en el ámbito del
Derecho Penal.

a) Eximentes de responsabilidad.

En materia civil, hay una sola y genérica causal eximente de responsabilidad:


LA AUSENCIA DE DOLO O CULPA DEL AUTOR . Habrá exención de
responsabilidad entonces, cuando el hecho no sea imputable al autor:

 El caso fortuito o fuerza mayor. Excepcionalmente sin embargo, el caso


fortuito no exime de responsabilidad, cuando sobreviene por culpa (artículo 934
respecto a la ruina de un edificio, pero la regla debe generalizarse).
 La falta de culpa: artículo 2320, inciso final.

 La culpa de la víctima, siempre y cuando sea la causa EXCLUSIVA del


daño.

Si el daño se debe sólo parcialmente a la culpa de la víctima, que comparte el


autor del mismo, la responsabilidad únicamente se atenúa con una reducción
de la indemnización. Art. 2330.

 El hecho de un tercero extraño, por cuyos actos no se responde: por


ejemplo, el caso de un vehículo que a causa de ser colisionado por otro, causa
daño.

 Cuando se actúa en legítima defensa: rigen las mismas condiciones que


en el ámbito penal.

La agresión debe ser ilegítima, el medio empleado para repeler el ataque debe
ser proporcionado y no ha de mediar provocación suficiente por parte del que
se defiende y ocasiona el daño.

 Cuando existe estado de necesidad: cuando una persona, puesta en


situación apremiante de evitar un daño, accidentalmente causa otro. Rigen las
mismas reglas que en el campo del Derecho Penal.

b) Cláusulas de irresponsabilidad.

Cometido el delito o cuasidelito el afectado “puede” renunciar válidamente a su


derecho a reclamar las indemnizaciones pertinentes.

¿Qué ocurre cuando antes de la comisión de un delito o cuasidelito se pacta la


irresponsabilidad del autor?

Tratándose del dolo y de la culpa grave, tales cláusulas serían inadmisibles


por objeto ilícito: artículo 1465.

Se circunscribe el problema a la culpa leve y levísima.

Aunque no hay unanimidad en la doctrina, la mayoría considera que las


cláusulas de irresponsabilidad referidas a la culpa leve y levísima, serían
válidas.

Con todo, habrá que distinguir en la naturaleza del daño:


 Si el daño recae en las cosas, la cláusula sería válida. El artículo 1558
establece su validez respecto de la responsabilidad contractual, de manera que
ninguna razón justifica que el mismo criterio no sea aplicable a la
responsabilidad extracontractual.

 Distinta debe ser la solución si el daño recae en las personas: en tal


caso, la cláusula no sería válida, puesto que no puede renunciarse o disponerse
de la vida, la integridad física o el honor de las personas.

c) Atenuantes de responsabilidad.

Son las siguientes:

 Si el daño ha sido causado PARCIALMENTE por la víctima.

 Si se ha estipulado una cláusula atenuante de la responsabilidad, en los


casos en que se admite su validez conforme a lo expuesto

IV.- RESPONSABILIDAD CUASICONTRACTUAL


LOS CUASICONTRATOS

1. - Concepto.

De los arts. 1437 y 2284, se desprende que los cuasicontratos se conciben por
el Código Civil como:

“Un hecho voluntario, no convencional y lícito que produce


obligaciones”.

El cuasicontrato es un ACTO VOLUNTARIO y se diferencia de la ley como


fuente de las obligaciones , porque estas son impuestas por la ley con
independencia de la voluntad de las personas.

Pero no obstante tratarse de “hechos voluntarios”, el cuasicontrato NO ES


FRUTO DE UN “ACUERDO DE VOLUNTADES”, en lo que se diferencia del
contrato.

A su vez, como EL HECHO QUE LOS ORIGINA ES LÍCITO, los cuasicontratos se


diferencian del delito y del cuasidelito, los que también son hechos voluntarios,
pero ilícitos.

2. - Crítica del cuasicontrato.


La noción clásica del cuasicontrato ha sido objeto de fuertes críticas por la
doctrina moderna.

En el derecho romano y con el propósito de sistematizar algunas figuras


que no eran ni contrato ni delito, se aludía a obligaciones que debían ser
consideradas:

COMO SI RESULTARAN DE UN CONTRATO -quasi ex contractu-, o


como si resultaran de un delito -quasi ex delicto.

Entre los autores que han formulado críticas más fuertes a la noción clásica de
cuasicontrato, se encuentra Planiol, quien señala:

a) La expresión cuasicontrato sugiere la idea de una institución análoga


al contrato, QUE CASI ES UN CONTRATO, cuyas diferencias sólo serían
accesorias o menores.

No ocurre tal cosa sin embargo: LAS DIFERENCIAS ENTRE UNA Y OTRA
FIGURA SON PROFUNDAS.

El CONTRATO supone un acuerdo de voluntades, ausente en el


cuasicontrato.
A su vez, el acuerdo de voluntades en el contrato crea obligaciones y determina
sus efectos.

En el CUASICONTRATO en cambio, si la voluntad interviene de algún modo,


no es su rol el crear obligaciones.

b) Niega Planiol que el cuasicontrato sea un hecho voluntario, por dos


razones fundamentales:

 Porque la voluntad no genera la obligación que se impone al autor del


acto;

 Porque suele resultar obligado quien no ha expresado su


consentimiento de ningún modo.

Así, por ejemplo, en la agencia oficiosa, si bien se obliga el gestor y esta


obligación puede considerarse como obra de su voluntad, también puede
resultar obligado el interesado o dueño del negocio.

Más clara es la situación a que apunta la crítica, en el pago de lo no debido:


Falta la voluntad del que paga, porque el pago, para ser indebido, debe ser
fruto de un error;

Falta también la voluntad del que recibe el pago.

c) El cuasicontrato, según Planiol, tampoco sería un acto lícito.

En efecto, en todos los cuasicontratos se distingue, como rasgo común, un


enriquecimiento sin causa, y por ende, ilícito, injusto.

Sintetizando las críticas, se concluye que:

EL CUASICONTRATO NO ES NI UN HECHO VOLUNTARIO NI UN HECHO


LÍCITO.

SERÍA EN VERDAD UN HECHO INVOLUNTARIO E ILÍCITO Y LAS


OBLIGACIONES QUE ENGENDRA TIENEN SU FUENTE EN LA LEY, QUE BUSCA
REPARAR UN ENRIQUECIMIENTO INJUSTO.

3. - Principales cuasicontratos.

El art. 2285 establece que los principales cuasicontratos son tres:

La agencia oficiosa,
El pago de lo no debido y
La comunidad.

El tenor de la disposición, deja en claro que la enunciación NO ES TAXATIVA.

Así, otros cuasicontratos encontramos:

el art. 1437, cuando califica como tal el acto de aceptación de una herencia o
legado;

el art. 2238, por su parte, se refiere al depósito necesario de que se hace cargo
un incapaz que se encuentra en su sana razón, señalando expresamente que
se trata de un cuasicontrato.

4. - El enriquecimiento sin causa.

a) Principio general.
La mayoría de la doctrina señala como FUNDAMENTO de las
obligaciones CUASICONTRACTUALES, EL PROPÓSITO DEL
LEGISLADOR DE IMPEDIR O REPARAR UN ENRIQUECIMIENTO SIN
CAUSA, INJUSTO.

Por ello, a las tradicionales fuentes de las obligaciones, se agrega el


enriquecimiento sin causa.

El enriquecimiento del patrimonio de una persona en desmedro del patrimonio


de otra, puede ser lícito o ilícito.

Tendrá causa legítima, por ejemplo, en la venta, donación, una asignación


por causa de muerte, etc.

Pero puede acontecer que el enriquecimiento sea ilegítimo, que carezca de


causa justificada, como ocurre cuando se paga lo que en realidad no se
debe.

En tal caso, se produce enriquecimiento sin causa.

Para reparar esta injusta lesión, análoga a la ocasionada por un delito o


cuasidelito, la ley proporciona a la víctima una acción para obtener la
reparación contra el injustamente enriquecido. Esta acción se denomina de in
rem verso.

b) Recepción del enriquecimiento sin causa en nuestro CC.

Si bien el C.C. no consagra ninguna norma general que establezca como fuente
de las obligaciones al enriquecimiento sin causa, en diversas disposiciones tal
principio informa las soluciones jurídicas a las que tiende el legislador:

b.1) Las recompensas que se deben por la sociedad conyugal a los cónyuges y
por éstos a la sociedad.

Se pretende con estas recompensas evitar un enriquecimiento injusto de un


cónyuge a expensas del otro.

b.2) Las prestaciones mutuas que se deben el reivindicante y el poseedor


vencido.

b.3) Los actos ejecutados por el marido, dan a los acreedores acción sobre los
bienes de la mujer, siempre que los actos del primero cedan en utilidad
personal de la segunda, y hasta concurrencia del beneficio que se obtenga.
b.4) Regla del art. 1688. Declarada la nulidad de un contrato, se obliga al
incapaz a restituir aquello en que se hubiere hecho más rico.

b.5) En general, en las normas de la agencia oficiosa y especialmente en las del


pago de lo no debido y en la comunidad.

c) Condiciones del enriquecimiento sin causa.

La doctrina las ha enunciado en términos generales y los requisitos que por


ende hacen procedente la acción in rem verso:

c.1) Que una persona se haya enriquecido.

c.2) Que correlativamente, otra persona se haya empobrecido.

c.3) Que el enriquecimiento sea injusto, ilegítimo o sin causa.

c.4) Que la víctima no tenga otro medio que la acción in rem verso
para obtener la reparación.

c.1) Que una persona se haya enriquecido.

El enriquecimiento puede ser material y también intelectual o moral.

De igual forma, el enriquecimiento podrá consistir no solamente en la


obtención de una ganancia, sino también en la economía de un
desembolso.

c.2) Que correlativamente, otra persona se haya empobrecido.

Al respecto, no se requiere acreditar una pérdida o empobrecimiento material,


una efectiva disminución patrimonial.

También experimentará un empobrecimiento el que prestó un servicio o


efectuó un trabajo que no fue remunerado.

c.3) Que el enriquecimiento sea injusto, ilegítimo o sin causa.

El enriquecimiento DEBE CARECER DE UN TÍTULO QUE LO JUSTIFIQUE,


como la venta, la donación o la asignación hereditaria.

Como lo normal es que el enriquecimiento tenga una causa justificada, deberá


probarse su ausencia por quien deduce la acción in rem verso.
c.4) Que la víctima no tenga otro medio que la acción in rem verso
para obtener la reparación.

La acción indicada tiene un carácter subsidiario.

Sólo puede interponerse cuando la víctima carece de otro medio para obtener
que se repare el perjuicio.

En cuanto a los efectos de la acción, la finalidad que persigue es la


obtención del REEMBOLSO de aquello en que el demandado se ha
enriquecido.

Con todo, puede suceder que el enriquecimiento sea mayor que el


empobrecimiento sufrido por el demandante.

En tal caso, el reembolso no podrá exceder del monto del empobrecimiento,


correspondiendo la diferencia al demandado.

5. - La Agencia Oficiosa o Gestión de Negocios Ajenos.

a) Concepto: art. 2286.

Es un CUASICONTRATO por el cual, el que administra sin mandato los


negocios de alguna persona, se obliga para con ésta, y la obliga en ciertos
casos.

La persona que realiza la gestión, se denomina AGENTE OFICIOSO o GERENTE


o GESTOR;

La persona por cuya cuenta se verifica la gestión, se denomina INTERESADO.

b) Requisitos.

b.1) El gerente debe actuar SIN MANDATO: no estamos ante agencia


oficiosa, cuando las gestiones se realizan a solicitud del interesado.

En otras palabras, la intervención del gerente debe ser espontánea,


puesto que de lo contrario estaremos ante un mandato.

Precisa el art. 2123 que el encargo objeto del mandato puede hacerse, entre
otras formas, por la aquiescencia tácita de una persona a la gestión de sus
negocios por otra.

Si hay aquiescencia, es obvio que hay conocimiento del interesado.


Pero el mero conocimiento del interesado no convertirá la agencia oficiosa en
mandato.

Será necesario que el interesado, habiendo podido manifestar su


disconformidad, no lo haga.

En caso de duda, y tratándose de una cuestión de hecho, deberá resolverse por


el juez si nos encontramos ante un mandato o agencia oficiosa (determinar una
u otra situación interesa, entre otras cosas, por el honorario que se debe al
mandatario pero no al agente oficioso).

El art. 2122 establece una regla al respecto, al expresar que el mandatario se


convierte en un agente oficioso, cuando ejecuta de buena fe un mandato nulo
o por una necesidad imperiosa excede los límites de su mandato.

b.2) Que el interesado no hubiere prohibido expresamente la gestión.


Art. 2291.

En este caso, quien administró el negocio ajeno a pesar de la prohibición, no


tiene acción contra el interesado, salvo que acredite:

 Que la gestión le fue efectivamente útil al interesado;

 Que la utilidad exista al tiempo de interponerse la demanda por el


gestor (por ejemplo, si de la gestión resulta la extinción de una deuda, que de
no mediar la aludida gestión, el interesado hubiera debido pagar)

El inciso final del art. 2291 establece uno de los pocos casos de plazo judicial,
es decir, cuando la ley confiere al juez la facultad de establecer el plazo dentro
del cual debe cumplirse la obligación, en este caso, la del interesado.

b.3) Que el gestor actúe con la intención de obligar al interesado.


Si la gestión se realiza sin tal intención, los actos del gestor
constituirían una mera liberalidad.

El art. 2292 reglamenta el caso en el que una persona, creyendo hacer SU


PROPIO NEGOCIO, en realidad ejecuta el de otra persona.

Dispone la ley que el que actuó en tal caso, tiene derecho para ser
reembolsado hasta concurrencia de la utilidad efectiva que hubiere
resultado para el verdadero dueño del negocio, y que existiere al
tiempo de la demanda.
El artículo 2293 por su parte, regula el caso en que se hace el negocio de una
persona, creyéndose haber efectuado el de otra.

En este caso, hay agencia oficiosa, el error carece de importancia, ya que en


uno u otro caso, EL GESTOR TUVO LA INTENCIÓN DE OBLIGAR AL
INTERESADO - sea quien sea en definitiva- y de que se le reembolsen los
gastos en que incurre.

b.4) Capacidad de las partes: distintas son las normas que regulan la
capacidad del agente oficioso y del interesado:

 En cuanto al gerente, DEBE SER CAPAZ.

Si fuere incapaz, mal podría obligarse con su gestión el interesado, desde el


momento que el mismo gestor no resulte válidamente obligado;

 El interesado en cambio, NO REQUIERE SER CAPAZ.

No ejecuta ningún acto voluntario, NO SE OBLIGA POR UN ACTO SUYO SINO A


CONSECUENCIA DE LOS ACTOS DE OTROS.

c) La agencia oficiosa en juicio.

Por regla general, sólo puede comparecer en juicio el apoderado o


mandatario, dotado de las facultades establecidas en ambos incisos del
artículo 7º del C.P.C.

Sin embargo, la ley admite que comparezca en juicio una persona sin mandato,
pero siempre y cuando ofrezca garantía de que el interesado aprobará
lo que haya hecho en su nombre: tal figura se denomina:

FIANZA DE RATO

En tal caso, el juez fijará un plazo para la ratificación del interesado, previa
calificación de las circunstancias que justifican la comparecencia y la garantía
ofrecida.

EL AGENTE OFICIOSO DEBE SER PERSONA CAPAZ DE PARECER EN JUICIO, O


HACERSE REPRESENTAR POR PERSONA CAPAZ.

d) Efectos de la agencia oficiosa.


Como se desprende del artículo 2286, la agencia oficiosa genera siempre
obligaciones para el gerente, y eventualmente para el interesado “sólo en
ciertos casos”, como dice la ley.

 Obligaciones del gerente: como principio general, el artículo 2287 señala


que las obligaciones del agente oficioso son las mismas que las del mandatario.

1º El gerente, en principio, debe emplear en la gestión el cuidado de


un buen padre de familia: RESPONDE DE LA CULPA LEVE: artículo 2288
inciso 1º.

Pero el mismo precepto agrega que LA RESPONSABILIDAD PUEDE SER MAYOR


O MENOR, según las circunstancias en que el gestor se haya hecho cargo de la
gestión.

De tal forma, el inciso 2º del mismo artículo contempla diversas situaciones y


distintas responsabilidades:

+ Si se ha hecho cargo de la situación para salvar de un peligro inminente los


intereses ajenos: el gestor sólo responde del dolo o culpa grave.

+ Si ha tomado voluntariamente la gestión, responde hasta de la culpa leve.

+ Si el gestor se ha ofrecido para realizar la gestión, impidiendo que otros lo


hagan, responderá de toda culpa, levísima incluida.

2º El gerente debe encargarse de todas las dependencias del negocio:


artículo 2289.

La gestión debe comprender todos los aspectos inherentes o propios del


negocio realizado.

3º El gerente debe continuar la gestión hasta que el interesado pueda


tomarla o encargarla a otro: art. 2289;

Si el interesado fallece, el gerente deberá continuar con la gestión hasta que


los herederos dispongan.

4º El gerente debe rendir cuenta regular de la gestión al interesado,


con documentos justificativos o pruebas equivalentes.

De no hacerlo, el gerente no puede intentar acción alguna contra el interesado:


art. 2294.
 Obligaciones del interesado: como hemos dicho, no resulta
necesariamente obligado por la gestión.

Las obligaciones que pueda asumir estarán condicionadas a que el negocio


haya sido bien administrado por el gerente, o en otras palabras , A QUE LA
GESTIÓN LE HAYA SIDO ÚTIL.

De verificarse la condición señalada, el interesado asumirá obligaciones ante


aquellos que contrataron con el gerente, y ante el gerente mismo.

1º Ante terceros, dispone el inciso primero del artículo 2290, que el


interesado deberá cumplir las obligaciones que el gerente ha contraído en la
gestión.

2º Ante el gerente, el mismo precepto señala que el interesado deberá


reembolsar al gerente las expensas útiles y necesarias.

En todo caso, el inciso 3º del artículo 2290 deja en claro que el interesado no
está obligado a pagar salario alguno al gerente , aunque la gestión haya sido
útil.

El inciso final del artículo 2290 establece el PRINCIPIO GENERAL, en orden a


que si el negocio ha sido mal administrado, EL INTERESADO NO RESULTA
OBLIGADO FRENTE A TERCEROS NI ANTE EL GERENTE y es más, éste debe
responder por los perjuicios que pueda haber ocasionado al interesado.

e) Diferencias entre la agencia oficiosa y el mandato.

Si bien se asemejan dichas instituciones jurídicas desde el momento en que


mandatario y gerente actúan por cuenta de otro y no a nombre
propio, presentan importantes diferencias:

1º.- El mandatario actúa en virtud de las facultades que el mandante


le ha conferido: el mandato es un contrato, que supone un acuerdo de
voluntades por el cual se han fijado las atribuciones y las limitaciones del
mandatario.

El agente oficioso, en cambio, carece de tales facultades, no ha mediado


propiamente un concierto de voluntades, es un cuasi contrato en síntesis.

2º.- El interesado sólo se obliga a condición de que la gestión del


agente oficioso le sea útil y en la medida de esta utilidad.
El mandante en cambio, hace de antemano suyos los actos del mandatario,
siempre que este actúe dentro de los límites del mandato.

El mandante resulta obligado con independencia de la utilidad o


beneficio que obtenga de los actos ejecutados por el mandatario en
cumplimiento del encargo confiado.

Recordemos que el mandatario no se obliga ante el mandante acerca del éxito


de su cometido, sino sólo a efectuar su cometido como un buen padre de
familia, como un hombre medio, sin perjuicio que se agrava su responsabilidad
en caso de mandato remunerado.

3º.- El mandante debe ser capaz.

El interesado en cambio bien puede no serlo, puesto que las obligaciones que
contrae han sido ajenas a su voluntad, no se obliga por un acto suyo.

4º.- Hemos visto que el agente oficioso si bien por regla general
responde de CULPA LEVE, en ciertos casos responderá sólo de culpa lata o
incluso de culpa levísima.

El mandatario responde de CULPA LEVE.

6.- El pago de lo no debido.

a) Fundamento y concepto.

TODO PAGO SUPONE UNA DEUDA, UNA OBLIGACIÓN DESTINADA A


EXTINGUIRSE: por tal razón, el que paga por ERROR lo que no debe tiene
acción para repetir lo pagado.

Para nuestro C.C., la obligación que pesa sobre quien recibió el pago en
orden a restituir lo que recibió indebidamente tiene su origen en un
cuasicontrato.

Estamos ante un caso clarísimo de enriquecimiento sin causa, imponiendo por


ello la ley la obligación de restituir: artículo 2295 inciso 1º.

Cabe consignar que las reglas del pago de lo no debido no son aplicables,
cuando se declara resuelto o nulo un contrato.
En tales casos, las prestaciones mutuas destinadas a restituir a las partes al
estado existente al momento de contratar, se regirán por las disposiciones
generales aplicables a dichas instituciones.

b) Requisitos del pago de lo no debido.

Dos condiciones se requieren:

b.1) Inexistencia de una obligación.

b.2) Pago por error.

b.1) Inexistencia de una obligación.

 Sea porque jamás ha existido;

 Sea porque existiendo realmente una obligación, el deudor por


ERROR, paga a otra persona, en lugar de al verdadero acreedor.

Tal pago equivocado no extingue la obligación, pero el deudor, sin perjuicio


que deberá pagar nuevamente, esta vez al verdadero acreedor, tiene derecho a
repetir en contra de aquel que recibió el pago indebido.

 Sea que existiendo la deuda, no es pagada por el verdadero


obligado, sino por otra persona que por error creía ser el deudor.

Con todo, en este caso el inciso 2º del artículo 2295 establece una importante
limitación.

En definitiva, la pérdida del título deberá soportarla quien pagó


equivocadamente e indujo por ello al acreedor a destruir o cancelar su título.

 Sea porque al verificarse el pago, la obligación estaba sujeta, en


cuanto a su existencia, a una condición suspensiva pendiente: artículo
1485 inciso 2º.

NOTA:

Cabe señalar que si existe una OBLIGACIÓN NATURAL no estaremos ante el


pago de lo no debido.

La obligación existe aunque ella no confiere acción para exigir su cumplimiento.


art. 2296.
b.2) Pago por error.

La ley exige que al pagar una persona una deuda ajena, POR ERROR haya
creído que se trataba de una obligación personal; o que al pagar una deuda
inexistente, POR ERROR se haya creído que la deuda existía.

Tanto el error de hecho como el de derecho justifican invocar el pago


de lo no debido y exigir repetir lo indebidamente pagado (artículo
2297).

A contrario sensu de lo dispuesto en el artículo 2297, si el pago tenía por


fundamento una obligación natural, no habrá derecho a repetir.

Por ello, el que cumple una obligación natural creyendo equivocadamente que
la ley confiere al acreedor una acción para exigir el pago, no tiene derecho a
repetir.

La regla es del todo lógica, pues de lo contrario las obligaciones naturales se


tornarían ineficaces, contraviniéndose además lo dispuesto en el artículo 1470,
en cuanto las obligaciones naturales, una vez cumplidas, autorizan para retener
lo que se ha dado o pagado en razón de ellas.

Los casos de los artículos 2297 y 2299, son de los pocos en que la ley admite
invocar ERROR DE DERECHO, y hace excepción a la presunción o ficción
del conocimiento de la ley, consagrada en el artículo 8.

De tal forma, quien pagó una suma de dinero o entregó una cosa creyendo que
estaba legalmente obligado a ello, puede solicitar la repetición o devolución de
lo que pagó o entregó, amparándose incluso en el error de derecho.

c) Prueba de los requisitos del pago de lo no debido.

Para intentar la acción debe probarse:

1º.- El hecho del pago.

2º.- Que el pago fue indebido, es decir:

Que no existía ni siquiera una obligación puramente natural,


O si existía estaba sujeta su nacimiento al cumplimiento de una
condición pendiente,
O quien pagó no era el deudor o si lo era, no pagó al verdadero
acreedor: arts. 2295 y 2298.
El inciso 2º del último artículo (2298) establece una presunción en favor del
demandante, si el demandado negó el pago y el actor logró acreditarlo: se
presumirá que el pago fue indebido.

¿A quien corresponderá probar el error en el pago?:

Si bien el artículo 1397 establece que hace una donación quien paga a
sabiendas lo que en realidad no debe, el art. 1393 dispone que el ánimo de
donar no se presume.

Tal ánimo debe probarse por quien alega que el pago constituyó una
donación, es decir, por el supuesto donatario.

En otras palabras, del examen de ambas disposiciones se desprende que EL


SOLO HECHO DE PAGAR LO QUE NO SE DEBE NO IMPONE EL ÁNIMO DE
DONAR.

El artículo 2299 recoge las mismas condiciones: será al demandado


entonces, a quien corresponda probar que no hubo error en el pago,
sino efectiva donación.

El demandante por su parte, sólo está obligado a probar que ejecutó el pago
y que este era indebido.

d) Efectos del pago de lo no debido.

El pago de lo no debido genera la obligación de restituir lo


indebidamente percibido.

Pero la CUANTÍA de la obligación dependerá de la buena o mala fe de quien


recibió el pago.

 Buena fe: artículos 2300 inciso 1º; 2301 inciso 1º; 2302, inciso primero:

+ Si recibió dinero u otra cosa fungible, es obligado a la restitución de otro


tanto del mismo género y calidad: art. 2300 inciso 1º.

+ No responde de los deterioros o pérdidas de la especie o cuerpo cierto


indebidamente recibida, aunque tales deterioros o pérdidas se deban a culpa
de quien recibió el pago, salvo en cuanto se haya hecho más rico: 2301 inciso
1º.
+ Si vendió la especie indebidamente recibida, sólo debe restituir el precio de
venta, y a ceder las acciones que tenga contra el comprador que no le haya
pagado íntegramente: art. 2302 inciso 1º.

 Mala fe de quien recibe: artículos 2300 inciso 2º; 2301 inciso 2º; 2302
inciso 2º.

+ Además de restituir la suma de dinero o la cosa fungible indebidamente


recibida, debe también los intereses corrientes: 2300 inciso 2º.

+ Si recibió la especie o cuerpo cierto, contrae todas las obligaciones del


poseedor de mala fe, desde que sabe que la cosa fue pagada indebidamente.

Por lo tanto, será responsable de los deterioros que experimente la cosa por su
hecho o culpa, aunque no le hayan aprovechado (art. 906); debe restituir los
frutos percibidos e incluso lo que el dueño pudo percibir con mediana diligencia
y actividad (art. 907), etc.: art. 2301 inciso 2º.

+ si vendió la especie indebidamente percibida y estaba de mala fe cuando hizo


la venta, es obligado como todo poseedor que dolosamente ha dejado de
poseer. Artículo 2302, inciso 2º.

 Acciones contra los terceros adquirentes: art. 2303.

El art. se pone en el caso de la persona que indebidamente recibió el pago


haya enajenado la especie.

En tal evento, quien pagó indebidamente tendrá acción contra terceros


adquirentes A TÍTULO GRATUITO, si es reivindicable la especie y existe en
su poder.

Por el contrario, si el tercero adquirió de buena fe y a título oneroso,


quien recibió no tendrá acción en su contra.

El tercero debe reunir COPULATIVAMENTE los requisitos indicados.

7.- Del cuasicontrato de comunidad

a) Concepto: art. 2304, en relación con el art. 1812

Precisando los conceptos, la doctrina previene que NO TODA COMUNIDAD


CONSTITUYE UN CUASICONTRATO.
Hay claridad en cuanto a que NO EXISTE COMUNIDAD DESDE EL MOMENTO
QUE SE HA PACTADO UN CONTRATO DE SOCIEDAD: los bienes no pertenecen
en común a los socios, sino a un ente ficticio, dotado de personalidad jurídica y
por ende de patrimonio propio.

Pero el cuasicontrato de comunidad requiere, además, que TAMPOCO SE HAYA


CELEBRADO OTRA CONVENCIÓN RELATIVA A LA COSA UNIVERSAL O
SINGULAR QUE SE TIENE ENTRE DOS O MÁS PERSONAS.

Así, Claro Solar destaca que si los comuneros estipulan la forma de administrar
la cosa en común, la distribución de los frutos, la manera de contribuir a los
gastos, etc., la comunidad subsiste, PERO NO BAJO LA FORMA DE UN
CUASICONTRATO DE COMUNIDAD.

Las estipulaciones de las partes prevalecerán sobre las reglas legales a


propósito del cuasicontrato de comunidad.
Si las partes, nada han pactado, se aplicarán estas normas legales
para los efectos de determinar cómo debe efectuarse la
administración y en general de qué forma se distribuyen los derechos
y obligaciones entre los comuneros.

b) Origen de la comunidad

Puede ser tanto contractual como extracontractual.

Puede nacer sin que exista convención alguna entre los comuneros,
como en el caso de heredar varias personas de un mismo causante o adquirir
varios legatarios una misma cosa.

Aquí, ha sido la voluntad del legislador o del causante la que ha dado origen a
la comunidad.

También puede nacer la comunidad de un contrato, NO un “contrato de


comunidad” ciertamente, sino de una convención o contrato que pone a las
partes en posesión de una cosa.

Por ejemplo, al comprar varias personas un bien determinado; o al adquirir una


persona la cuota de un comunero.

c) La comunidad no es una persona jurídica


A diferencia de lo que acontece tratándose de la sociedad, LA COMUNIDAD NO
ES UNA PERSONA JURÍDICA; carece de un patrimonio propio, perteneciendo
los bienes en común a los comuneros proindiviso.

Debemos sí tener presente que el derecho de los comuneros sobre los bienes
proindiviso o comunes, debe ser de la misma naturaleza: por ejemplo, todos
dueños o todos usufructuarios; por tal razón, no hay comunidad entre el nudo
propietario y el usufructuario, porque sus derechos son de distinta naturaleza,
no obstante recaer sobre una misma cosa.

A su vez, por ser el derecho de los comuneros de la misma naturaleza, su


ejercicio estará limitado por el derecho de los restantes partícipes.

d) Derecho de los comuneros en la comunidad

Dispone el art. 2305 que el derecho de cada uno de los comuneros sobre
la cosa común es el mismo que el de los socios en el haber social.

No quiere indicar con ello el legislador que la comunidad, en cuanto a su


naturaleza jurídica, se asimile a la sociedad, sino que las facultades de los
comuneros serán las mismas de que gozan los socios en el uso, goce y
administración de los bienes comunes.

Debemos remitirnos en consecuencia al art. 2.081:

1º Derecho a oponerse a los actos de administración de los otros


comuneros: 2081 Nº 1.

Aunque la mayoría de los comuneros esté de acuerdo en realizar un


determinado acto, la oposición de uno de los comuneros impide la
realización de tal acto.

La oposición debe formularse antes de que se ejecute el acto o antes que haya
producido sus efectos legales: se trata del ius prohibendi..

2º Derecho de cada comunero a servirse para su uso personal de las


cosas comunes, con tal que las emplee según su destino ordinario y
sin perjuicio de la comunidad y del justo uso de los otros partícipes:
art. 2081 Nº 2.

Observamos entonces las siguientes limitaciones en el ejercicio de este derecho


de uso:

 La cosa debe usarse según su destino ordinario.


 El derecho de uso de un comunero, se encuentra limitado por el derecho de
los otros partícipes.

 El uso no puede ir en perjuicio de la comunidad.

Por su parte, cualquiera de los comuneros tiene el derecho a pedir que termine
el goce gratuito que un comunero tenga en los bienes comunes, salvo que
dicho goce tenga por fundamento un título especial.

3º Derecho a obligar a los otros comuneros a que hagan también las


expensas necesarias para la conservación de la cosa proindiviso: art.
2081 Nº3.

Se justifica lo anterior, porque las mejoras necesarias, esto es, las destinadas a
la conservación de la cosa, benefician a todos los comuneros.

Deberán financiarse de consuno en consecuencia; la ley pretende con esta


norma evitar que el comunero diligente deba efectuar por sí solo las expensas
necesarias, y luego tenga que repetir en contra de los restantes comuneros.

La regla no se extiende sí a las mejoras útiles ni menos a las voluptuarias.

4º Derecho a oponerse a las innovaciones que sobre el bien común


pretenden efectuar los otros comuneros: art. 2081 Nº4.

La norma relativa a la sociedad sólo alude a las innovaciones que se pretende


hacer sobre inmuebles. ¿Qué ocurre respecto de los bienes muebles?
Estimamos que el comunero podría protegerse en virtud de las otras facultades
que hemos indicado, especialmente en los números 1 y 2.

e) Administración proindiviso.

Se encuentra prevista en el C. de P.C.

Corresponde a la justicia ordinaria designar un administrador proindiviso


mientras no se ha constituido el juicio de partición o cuando falte el árbitro
partidor, o si el juicio está constituido y no falte el árbitro corresponderá al
último la designación.

Para tal efecto, se citará a los interesados a un comparendo. Por acuerdo


unánime o por mayoría absoluta de los concurrentes que representen a lo
menos la mitad de los derechos en la comunidad, o por resolución del juez,
podrán adoptarse todas o algunas de las siguientes medidas:
 El nombramiento de uno o más administradores, sean comuneros o terceros
extraños;

 La fijación de sus remuneraciones y de sus atribuciones y deberes;

 La determinación del giro que deba darse a los bienes comunes y del límite
de gastos que pueda hacerse en la administración;

 La época en que el administrador deba rendir cuenta a los interesados.

f) Contribución de los comuneros a las cargas y participación en los


beneficios.

Será en proporción a la cuota de cada comunero: arts. 2.309 y 2.310

Si los comuneros no han explicitado el alcance de cada cuota, deberán


reputarse iguales.

El C.C. adopta la misma solución en casos análogos: art. 1098 inciso 3º


(herederos), art. 2367 inciso 1º, (respecto de la fianza). En cuanto a las
deudas, el art. 2306 reitera la idea de que se responde a prorrata de las cuotas
(art. 1354)

g) Deudas contraídas por un comunero.

A consecuencia de no ser la comunidad una persona jurídica, LOS COMUNEROS


NO REPRESENTAN A LA COMUNIDAD NI SE REPRESENTAN RECÍPROCAMENTE.

En consecuencia, LAS DEUDAS CONTRAÍDAS POR UN COMUNERO EN INTERÉS


DE LA COMUNIDAD PESAN SÓLO SOBRE EL COMUNERO QUE LAS CONTRAJO.

Sólo él será responsable frente al acreedor, sin perjuicio de su acción contra los
restantes comuneros para que se le reembolse lo pagado: art. 2307, inciso 1º.

Distinguimos aquí entre la obligación a la deuda (que pesa sobre el comunero


que la contrajo) y la contribución a la deuda (que pesa sobre todos los
comuneros).

h) Deudas contraídas por los comuneros colectivamente.

Se refiere a esta situación el art. 2307 inciso 2º.


Frente al acreedor, los comuneros responderán EN LA FORMA ESTIPULADA
o SOLIDARIAMENTE si expresamente se pactó, o en fin, a falta de
estipulaciones, POR PARTES IGUALES: obligación a la deuda.

Lo anterior es sin perjuicio del derecho de cada uno de los comuneros contra
los otros partícipes, para que se le abone lo que haya pagado de más sobre la
cuota que le corresponda: contribución a la deuda.

i) Responsabilidad de los comuneros: art. 2308

Los comuneros responderán de la CULPA LEVE por los daños que hayan
causado en los bienes y negocios comunes.

Asimismo, cada comunero debe a la comunidad lo que saca de ella, incluso los
intereses corrientes de los dineros comunes que haya empleado en sus
negocios particulares.

j) La cuota del comunero insolvente grava a los demás.

Así lo dispone el art. 2311.

Similar disposición encontramos a propósito de la sociedad: art. 2095, con una


importante diferencia: la norma del art. 2311 solamente alude a las relaciones
existentes entre los propios comuneros, o sea a las prestaciones que
recíprocamente se deban.

k) Derecho del comunero para enajenar su cuota.

Así se desprende de los artículos 1812 y 1320.

La enajenación puede efectuarse aún sin consentimiento de los restantes


comuneros.

Excepcionalmente, conforme al artículo 688, se requiere enajenar un inmueble


hereditario de consuno.

l) Situación de los acreedores del comunero.

Los acreedores pueden perseguir LA CUOTA que al comunero deudor le


corresponda en la cosa proindiviso.

m) Extinción de la comunidad

El art. 2.312 establece las causales.


1º Reunión de las cuotas de todos los comuneros en una sola persona.

2º Por la destrucción de la cosa común;

3º Por la división del haber común.

En este último caso, el art. 2313 establece que la división de las cosas comunes
y los derechos y obligaciones que de ella resultan, se sujetarán a las mismas
reglas que en la partición de la herencia.(arts. 1317 a 1353)

LA LEY COMO FUENTE DE LAS OBLIGACIONES

La ley es en realidad la fuente mediata de todas las obligaciones.

Pero se denominan OBLIGACIONES LEGALES, aquellas que no reconocen como


causa generadora ninguna otra fuente.

Nacen de la sola disposición de la ley. Esta es su antecedente único,


directo, inmediato.

Tienen un carácter EXCEPCIONAL, requieren de texto expreso de la ley. (art.


2284)

Es especialmente en el campo del Derecho de Familia donde encontramos


casos de obligaciones legales, especialmente en las relaciones filiales y
maritales, en el derecho de alimentos, etc.

V. RESPONSABILIDAD CONTRACTUAL
I.- TEORIA GENERAL DEL CONTRATO:

1.- Razón de ser de una doctrina general del contrato.

Hay principios comunes a todos y cada uno de los contratos, en cuanto


cada figura de contrato en concreto, aun teniendo un contenido peculiar,
participa de una común naturaleza y estructura.

Cada contrato resulta de elementos formales constantes, si bien puede ser


distinta la substancia de cada una de las figuras singulares.

Pero además, sirve también para determinar las REGLAS de las cuales
participa un determinado grupo de contratos (por ejemplo, los onerosos).
En un tercer nivel, están las normas que regulan un contrato en
particular.

Estas reglas, determinan el contenido del contrato, y deben combinarse con


las reglas comunes a todos los contratos (primer nivel) y con las reglas
propias de cada uno de los diferentes grupos de contratos (segundo
nivel).

2.- El concepto de contrato.

El contrato es un acto jurídico bilateral o convención que crea derechos y


obligaciones.

Se atribuye a la voluntad de las partes un poder soberano para engendrar


obligaciones.

La voluntad de las partes es por lo tanto, al mismo tiempo:

 Fuente de las obligaciones; y

 Medida de dichas obligaciones, en cuanto ella fija el alcance o extensión de


las mismas.

3.- El concepto de contrato en el Código Civil chileno.

Nuestro Código Civil menciona los contratos como una de las cinco fuentes
clásicas de las obligaciones: “Las obligaciones nacen, ya del concurso real
de las voluntades de dos o más personas, como en los contratos o
convenciones…” (artículo 1437).

El artículo 1438 define a su vez el contrato “o convención”, haciendo


sinónimas ambas expresiones: “Contrato o convención es un acto por el
cual una parte se obliga para con otra a dar, hacer o no hacer alguna
cosa. Cada parte puede ser una o muchas personas.”

Tal confusión es criticada por una parte de la doctrina nacional, puesto que la
convención es el GÉNERO (acuerdo de voluntades destinado a crear, modificar,
transferir o extinguir derechos u obligaciones) y el contrato una ESPECIE de
convención (acuerdo de voluntades destinado a crear derechos y obligaciones),
recordándose que todo contrato es una convención, pero no toda convención
es un contrato.

Así, por ejemplo, la resciliación o mutuo disenso, el pago y la tradición


son actos jurídicos bilaterales o convenciones, PERO NO SON CONTRATOS,
porque extinguen (los tres) y transfieren (la última) derechos y obligaciones,
pero no los crean.

Por su parte, la novación es a la vez convención y contrato, porque


extingue y crea obligaciones, es decir, es al mismo tiempo un modo de
extinguir las obligaciones y un contrato.

La renegociación de un crédito, por ejemplo, es una convención que


modifica obligaciones, pero no implica crear las mismas, pues su fuente
generadora fue el respectivo contrato de mutuo.

4.- Elementos del contrato.

En estas ideas preliminares en torno al contrato, debemos tener presente


también que el artículo 1444 establece que en todo contrato distinguimos cosas
que son:

De su esencia (comunes y propias),

De su naturaleza y Accidentales.

a) Elementos o cosas que son esenciales.

Son aquellos sin los cuales, el acto jurídico no produce efecto alguno o
degenera en otro acto diferente.

En otras palabras, de faltar, no nace el acto jurídico o muda en otro diferente al


inicialmente propuesto.

Distinguimos dos tipos de elementos esenciales:

1º Elementos de la esencia GENERALES o comunes a todo acto jurídico

2º Elementos de la esencia ESPECIALES o particulares, de determinado acto


jurídico

1º Elementos de la esencia generales o comunes a todo acto jurídico:

Son los requisitos de EXISTENCIA y de VALIDEZ de todo acto jurídico.

2º Elementos de la esencia especiales o particulares, de determinado


acto jurídico: son aquellos que permiten singularizar un determinado acto
jurídico, atendida su naturaleza o estructura. Así, por ejemplo:
 En el contrato de compraventa:

La cosa;
El precio (este último debe pactarse en una suma de dinero; si se pacta que el
precio se pagará parte en una suma de dinero y parte en especies y éstas
últimas valen más que el dinero, el contrato será de permuta y no de
compraventa).

 En el contrato de comodato: gratuidad (si hay precio, estaremos ante un


contrato de arrendamiento).

 En el contrato de sociedad: “animo societario”, obligación de aporte,


participación en las utilidades y contribución a las pérdidas.

 En el usufructo, el plazo.
 En el contrato de transacción: la existencia de un derecho dudoso o
discutido y las concesiones recíprocas de las partes.

b) Elementos o cosas de la naturaleza.

Son aquellos que no siendo esenciales en un acto jurídico, se entienden


pertenecerle, sin necesidad de una cláusula especial. Están señalados en la ley.

En otras palabras, si las partes desean excluir estos elementos, deben pactarlo
en forma expresa.

Ejemplos: saneamiento de la evicción o de los vicios redhibitorios en la


compraventa; facultad de delegación en el mandato; en el mismo contrato, la
remuneración u honorario a que tiene derecho el mandatario; la condición
resolutoria tácita en los contratos bilaterales.

Los elementos de la naturaleza miran al estatuto normal de un acto


jurídico, vale decir, a los derechos y obligaciones “tipo”. A diferencia de los
elementos esenciales, que son de ORDEN PÚBLICO, los elementos de la
naturaleza son de ORDEN PRIVADO y pueden ser modificados o excluidos por
las partes, en una determinada relación jurídica.

c) Elementos o cosas accidentales.

Son aquellas que ni esencial ni naturalmente le pertenecen al acto jurídico,


pero que pueden agregarse en virtud de una cláusula especial que así lo
estipule.

Ejemplo: las modalidades, como el plazo, la condición o el modo.


Los elementos accidentales no son requisitos del acto jurídico, SINO DE SU
EFICACIA, dado que a ellos puede subordinarse la producción de los efectos del
acto jurídico.

5.- Clasificación de los contratos.

Al respecto, debemos considerar:

Aquellas clasificaciones legales, contenidas en el Código Civil, y

Aquellas que ha ido elaborando la doctrina recogiendo la cambiante realidad


social, cultural y económica, cuya dinámica ciertamente excede las fijaciones
que el legislador puede efectuar.

5.1. Clasificaciones del Código Civil chileno.

A) Contratos unilaterales y bilaterales.

a.1) Conceptos.

Se refiere a esta clasificación, el artículo 1439 del Código Civil: “El contrato
es unilateral cuando una de las partes se obliga para con otra que no contrae
obligación alguna; y bilateral, cuando las partes contratantes se obligan
recíprocamente.”

Los contratos se denominan unilaterales o bilaterales según impongan


obligaciones a una sola de las partes o a ambas partes.

No se atiende con esta clasificación al número de voluntades que se requieren


para que se perfeccione el acto jurídico, sino AL NÚMERO DE PARTES
OBLIGADAS, partiendo de la base que ya existe acuerdo de dos o más
voluntades, es decir, ya existe una convención o acto jurídico bilateral, que
crea obligaciones.

NO ES LO MISMO ENTONCES UN ACTO JURÍDICO BILATERAL Y UN


CONTRATO BILATERAL, pero siempre el contrato, como acto jurídico, SERÁ
BILATERAL, aun cuando como contrato pueda a su vez ser unilateral o
bilateral.

En esta clasificación de los contratos tampoco se atiende al número de las


obligaciones que se originan, sino a la circunstancia de que se obligue una
parte o ambas mutuamente.
Contratos unilaterales, entonces, son aquellos en que una de las partes se
obliga para con otra que no contrae obligación alguna.

Se requiere obviamente el consentimiento o acuerdo de voluntades de ambas


partes, pero una asume el papel de deudor y la otra el de acreedor.

Ejemplos de contrato unilateral: donación, comodato, depósito, mutuo, prenda,


hipoteca, fianza.

Contratos bilaterales o sinalagmáticos, por su parte, son aquellos en que


ambas partes se obligan recíprocamente.

El contrato genera obligaciones contrapuestas, de manera que CADA


PARTE ES DEUDORA Y ACREEDORA DE LA OTRA.

Ejemplos: promesa, compraventa, permuta, transacción, arrendamiento,


sociedad, mandato.

a.2) Trascendencia de la clasificación.

La distinción entre contratos unilaterales y bilaterales es la que tiene


consecuencias jurídicas más importantes, habida cuenta que hay importantes
instituciones que sólo operan, o frecuentemente operan, tratándose de
contratos bilaterales:

1º Resolución del contrato por falta de ejecución o cumplimiento:


artículo 1489, CONDICIÓN RESOLUTORIA TÁCITA.

En todo contrato bilateral va envuelta la condición resolutoria de no cumplirse


por una de las partes lo pactado, caso en el cual el acreedor o contratante
diligente (o sea el que por su parte ha cumplido o está llano a cumplir con sus
obligaciones) puede solicitar la resolución del contrato con indemnización de
los perjuicios, si el deudor se encuentra en mora de cumplir.

Según los términos del artículo 1489, la condición resolutoria tácita sería
inoperante en los contratos unilaterales.

No hay acuerdo en la doctrina, sin embargo. Para algunos, sólo tiene cabida en
los contratos bilaterales; para otros, cabe en todo contrato oneroso (que
usualmente será también bilateral).

El Código Civil, en todo caso, contempla la condición resolutoria tácita a


propósito de dos contratos unilaterales: en el comodato (artículo 2177) y en
la prenda (artículo 2396).
En ambas disposiciones, si el comodatario o el acreedor prendario infringen su
obligación (el primero, porque destina la cosa a un uso que no corresponde al
de su naturaleza y el segundo porque sencillamente usa la cosa, facultad de la
que por regla general carece), el comodante o el constituyente de la prenda
podrán exigir la restitución inmediata de la cosa prestada o prendada,
extinguiéndose por ende el contrato.

¿Cualquier incumplimiento, por insignificante que fuere, faculta al contratante


diligente para demandar la resolución del contrato?

Tradicionalmente, se ha respondido que sí: basta –se afirma- cualquier


incumplimiento de las obligaciones que emanan del contrato, para pedir la
resolución Carece de importancia la magnitud de la infracción y la importancia
de la obligación infringida. Excepcionalmente, la ley considera la magnitud de la
infracción:

 en el arrendamiento (arts. 1939, 1972 y 1979);

 en la compraventa (cuando se trata de una cosa que no existía al


momento de la celebración del contrato, artículo 1814; en la evicción parcial,
artículo 1852 inciso final; y tratándose de los vicios redhibitorios, artículo
1868);

 y en el usufructo (artículo 809).

2º En cuanto a los riesgos: sólo en los contratos bilaterales se plantea el


problema de los riesgos (artículos 1550 y 1820), que consiste en determinar si
al extinguirse la obligación de una de las partes por caso fortuito o fuerza
mayor, se extingue también o por el contrario subsiste la obligación de la otra
parte.

Recordemos que en el derecho chileno, la obligación de la otra parte


subsiste, y por lo tanto, en la compraventa, por ejemplo, el comprador podrá
pagar el precio sin recibir nada a cambio, cuando la cosa específica o cuerpo
cierto se destruyó fortuitamente en manos del vendedor, sin mediar condición
suspensiva o estipulación en contrario.

En los contratos unilaterales, tal problema no se plantea, puesto que el caso


fortuito o fuerza mayor extingue las obligaciones de la única parte obligada ,
extinguiéndose por ende la relación contractual.
3º Principio de “la mora purga la mora”: contenido en el artículo 1552, se
aplica sólo en los contratos bilaterales;

“Ninguna de las partes está en mora dejando de cumplir lo pactado, mientras la


otra no cumpla o esté pronta a cumplir sus obligaciones recíprocas.”

Es la llamada “excepción de contrato no cumplido”, conforme a la que el


demandado puede negarse a cumplir la prestación que le corresponde,
mientras el demandante no cumpla o no de principio a la ejecución de la
obligación que el contrato ha puesto de su cargo.

Se justifica lo anterior, pues en los contratos bilaterales las obligaciones


recíprocas de las partes se sirven mutuamente de causa, es decir, de soporte
jurídico.

4º Resolución y revisión del contrato: según lo estudiamos, en la doctrina


comparada y en algunas legislaciones, se admite en los contratos bilaterales LA
RESOLUCIÓN O LA REVISIÓN DE LOS CONTRATOS POR EXCESIVA
ONEROSIDAD SOBREVINIENTE:

Teoría de la imprevisión, estrictamente ligada con los contratos onerosos,


de ordinario opera respecto de los contratos onerosos bilaterales (lo que no
excluye, en algunos casos, que pueda operar en un contrato oneroso
unilateral).

a.3) Contratos sinalagmáticos imperfectos.

En el contrato propiamente bilateral o sinalagmático perfecto, todas las


obligaciones nacen al mismo tiempo: al momento de perfeccionarse el contrato
por la formación del consentimiento, o si se trata de contratos solemnes, al
cumplirse la solemnidad, o si estamos ante contratos reales, con la entrega
de la cosa.

Puede ocurrir sin embargo, que ciertos contratos que nacen como unilaterales,
por circunstancias posteriores a su generación originen obligaciones para
aquella de las partes que inicialmente no contrajo obligación alguna.

Tales son los denominados “contratos sinalagmáticos imperfectos”.

Así ocurre, por ejemplo, en el depósito y en el comodato, contratos


unilaterales, pues sólo generan obligaciones para el depositario y el
comodatario, pero que pueden, a posteriori, generar obligaciones para el
depositante y para el comodante, que consistirán en el reembolso de los
gastos de conservación de la cosa o en indemnizar los perjuicios
ocasionados por la mala calidad de la cosa (artículos 2235, 2191 y 2192).

La doctrina critica sin embargo la denominación de sinalagmáticos o bilaterales


imperfectos, porque da la idea que en definitiva nos encontramos ante
contratos bilaterales, lo que no es exacto.

En efecto, los contratos siguen siendo unilaterales, y tal naturaleza la


debemos buscar al momento de su nacimiento o formación.

EL CONTRATO UNILATERAL NO PIERDE SU NATURALEZA SI POR HECHOS


SOBREVINIENTES QUEDA OBLIGADA LA PARTE QUE INICIALMENTE NO LO
ESTABA.

LAS NUEVAS OBLIGACIONES, EN VERDAD, NO TIENEN SU FUENTE EN EL


CONTRATO, SINO EN LA LEY, siendo independientes de las otras obligaciones
primitivas, y no interdependientes.

Las obligaciones primitivas, entonces, tienen por fuente el contrato, mientras


que en el caso de las sobrevinientes, es la ley.

Por lo demás, las obligaciones para el acreedor son eventuales, responden a un


hecho que hubiera podido no producirse.

No tienen lugar en los contratos sinalagmáticos imperfectos, por tanto, las


instituciones que antes reseñábamos como propias de los contratos bilaterales.

B) Contratos gratuitos y onerosos.

b.1) Conceptos.
El artículo 1440 del Código Civil define unos y otros:

“El contrato es gratuito o de beneficencia cuando sólo tiene por objeto la


utilidad de una de las partes, sufriendo la otra el gravamen; y oneroso, cuando
tiene por objeto la utilidad de ambos contratantes, gravándose cada uno a
beneficio del otro.”

El aspecto fundamental reside en LA UTILIDAD que preste el contrato a las


partes.

Contrato a título oneroso es por tanto aquél en que cada parte paga la
ventaja que obtiene del contrato, es decir, percibe un beneficio a cambio de
una contraprestación actual o futura.
Contrato a título gratuito, en cambio, es aquél en que una de las partes se
procura una ventaja sin que ello le demande un sacrificio, porque no debe
suministrar una contraprestación a cambio del beneficio que recibe.

Como señala López Santa María, lo que permite clasificar a los contratos en
gratuitos y onerosos es un criterio económico, y no un criterio eminentemente
técnico-jurídico, como el que sirve de base a la distinción entre contratos
unilaterales y bilaterales.

De lo que se trata es discernir si el contrato resulta útil o provechoso


para una de las partes o para ambas.

b.2) Trascendencia jurídica de la clasificación de contratos gratuitos y


onerosos.

1º Para determinar el grado de culpa de que responde el deudor


(artículo 1547):

Tratándose de los contratos ONEROSOS, el deudor responde de la CULPA


LEVE, considerando que se obtiene por ambas partes un beneficio mutuo.

En cambio, en los contratos GRATUITOS, debemos distinguir a qué parte


reporta utilidad el contrato;:

Si sólo reporta utilidad al DEUDOR (comodato, por regla general), responde


hasta de la CULPA LEVÍSIMA,

Si sólo reporta utilidad al ACREEDOR (el depósito, por regla general) responde
de la CULPA LATA o GRAVE.

2º En los contratos gratuitos, la persona con quien se contrata es de


relevante importancia: se trata de contratos INTUITU PERSONAE.

En consecuencia, el error en cuanto a la persona, VICIA EL CONSENTIMIENTO


(artículos 1455, 1681 y 1682).

En los contratos onerosos, la identidad de la persona con quien se contrata es


normalmente indiferente, de manera que un error en tal aspecto no tiene
trascendencia jurídica, no vicia el consentimiento.

Excepcionalmente, los contratos onerosos son intuitu personae, como por


ejemplo tratándose de la transacción (artículo 2456) o en el caso del mandato
remunerado o de la sociedad de personas.
3º Los contratos gratuitos imponen ciertos deberes a quienes reciben
los beneficios: así se aprecia en nuestro ordenamiento positivo, en las
donaciones entre vivos, las que son revocables por ingratitud del donatario
(artículos 1428 y siguientes). Ello es una excepción a la irrevocabilidad de las
donaciones entre vivos.

3º La circunstancia de ser gratuito u oneroso el contrato determina


las condiciones en que es atacable por medio de la acción pauliana o
revocatoria:
En efecto, conforme al artículo 2468, para revocar los contratos gratuitos
celebrados por el deudor en perjuicio de los acreedores, basta la mala fe del
primero;

Los contratos onerosos, en cambio, son revocables en la medida que estén de


mala fe el otorgante (el deudor) y el adquirente (el tercero que contrató con el
deudor), es decir, se requiere que ambos conozcan el mal estado de los
negocios del deudor.

C) Contratos conmutativos y aleatorios.

c.1) Conceptos.

Se definen en el artículo 1441 del Código Civil y constituyen una subdivisión


de los contratos onerosos:

“El contrato oneroso es conmutativo, cuando cada una de las partes se obliga a
dar o hacer una cosa que se mira como equivalente a lo que la otra parte debe
dar o hacer a su vez; y si el equivalente consiste en una contingencia incierta
de ganancia o pérdida, se llama aleatorio.”

Lo que básicamente distingue a los contratos conmutativos y aleatorios, es que


sólo en los conmutativos pueden las partes, al perfeccionar el contrato,
apreciar o estimar los resultados económicos que traerá consigo.

En los contratos aleatorios, en cambio, las partes no pueden hacer ningún


cálculo racional en relación a las consecuencias económicas que producirá el
contrato.
El destino del contrato queda supeditado al azar, a la suerte, a la más completa
incertidumbre.

c.2) Ejemplos de contratos conmutativos y aleatorios.

La mayoría de los contratos onerosos son CONMUTATIVOS: arrendamiento,


mutuo con intereses, permuta, compraventa de cosas que existen, etc.
De los contratos ALEATORIOS trata el CC. en los arts. 2258 a 2283 y entre ellos
podemos mencionar, el juego, la apuesta, el seguro, etc.
También se menciona como contrato aleatorio la venta de derechos litigiosos.

Hay contratos que pueden revestir carácter conmutativo o aleatorio, como


ocurre en la compraventa de cosas que no existen, pero se espera que existan
(arts. 1461 y 1813). Si las partes, al celebrar esta clase de contratos, nada
agregan, se entiende que el contrato es conmutativo y condicional, y si la cosa
en definitiva no llega a existir, se entenderá fallida la condición; por el
contrario, si las partes estipulan que se compra la suerte, entonces estaremos
ante un contrato puro y simple, pero aleatorio.

D) Contratos principales y accesorios.

d.1) Conceptos.

El art. 1442 se refiere a esta clase de contratos:

“El contrato es principal cuando subsiste por sí mismo sin necesidad de otra
convención, y accesorio, cuando tiene por objeto asegurar el cumplimiento de
una obligación principal, de manera que no pueda subsistir sin ella.”

d.2) Ejemplos de contratos principales y accesorios.

Son contratos principales, por ejemplo, la promesa, la transacción, la


compraventa, el arrendamiento, la sociedad, el mandato, el mutuo, el
comodato, el depósito, etc.

Son contratos accesorios, por ejemplo, la hipoteca, la prenda, la fianza, la


anticresis.

Se agregan a los anteriores otras figuras que en sí no son contratos, pero que
se incorporan en él, como la solidaridad pasiva y la cláusula penal
(especialmente de un tercero).

Son en general las cauciones (art. 46).

d.3) Importancia de la clasificación.

Esta clasificación tiene importancia, para determinar la extinción de un


contrato, de acuerdo al aforismo “Lo accesorio sigue la suerte de lo principal” .
En tal sentido, el contrato accesorio tiene una vida refleja en relación al
contrato principal (art. 2516, prescripción de acciones; art. 2381 número 3; y
art. 2434).

E) Contratos reales, solemnes y consensuales.

e.1) Conceptos.

Dispone el artículo 1443: “El contrato es real cuando, para que sea perfecto, es
necesaria la tradición de la cosa a que se refiere; es solemne cuando está
sujeto a la observancia de ciertas formalidades especiales, de manera que sin
ellas no produce ningún efecto civil; y es consensual cuando se perfecciona por
el solo consentimiento.”

Esta clasificación –que en rigor, debió ser la primera de todas, pues


cronológicamente, es la que opera antes que todas las demás-, DICE
RELACIÓN CON EL MOMENTO EN QUE NACE EL CONTRATO, concretamente
con los requisitos que hay que cumplir para que ello acontezca.

Naturalmente que en todo contrato es requisito de existencia la voluntad, que


se denomina “consentimiento” en los actos jurídicos bilaterales; pero el
consentimiento debe expresarse en diferentes formas según el tipo de contrato
de que se trate.

Se denomina consensuales a los contratos para cuya formación basta el


consentimiento de las partes, la declaración de voluntad del aceptante, sin que
sea preciso cumplir con formalidades o más bien solemnidades, ni tampoco
entregar la cosa materia del contrato.

En los contratos solemnes, es necesario que el consentimiento se manifieste


cumpliendo con la formalidad objetiva que la ley preestablece.

Finalmente, en los contratos reales, el consentimiento se expresa con la


entrega de la cosa.

e.2) Los contratos consensuales, regla general.

En nuestro Código, imbuido por el dogma de la autonomía de la voluntad, EN


TEORÍA EL CONTRATO CONSENSUAL ES LA REGLA GENERAL.

e.3) Los contratos solemnes.


* Característica fundamental: son solemnes los contratos en que se
requiere cumplir con una solemnidad objetiva, exigida por el legislador en
atención a la naturaleza o especie del acto o contrato .

El incumplimiento de las solemnidades propiamente tales, trae consigo, en


algunos casos, la inexistencia del acto (artículos 18 y 1701), y en otros, la
nulidad absoluta del contrato (art. 1682)67; una u otra será entonces la
sanción, cuando el contrato es solemne.

La omisión de las formalidades habilitantes, originará la nulidad relativa del


acto jurídico.

La omisión de las formalidades de publicidad, traerá consigo la inoponibilidad


del acto jurídico ante los terceros, si se trata de aquellas denominadas
“sustanciales”; o la respectiva indemnización de perjuicios, si se trata de las
llamadas “de simple noticia”.

La omisión de las formalidades de prueba, supone la inadmisibilidad de un


determinado medio de prueba, para acreditar el contrato.

e.4) Los contratos reales.

* Característica fundamental: son contratos reales aquellos para cuya


formación o nacimiento se exige la entrega o tradición de la cosa materia del
contrato.

No debemos confundir la entrega como fase del nacimiento del contrato con
la entrega de la cosa como fase de cumplimiento o ejecución del contrato.

Por ejemplo, en la compraventa de cosa mueble, el contrato se perfecciona por


el solo acuerdo de voluntades, es consensual, siendo la entrega de la cosa
vendida y el pago del precio actos posteriores, propios de la ejecución del
contrato. Su omisión no afecta la existencia del contrato, sin perjuicio de las
acciones de las partes para exigir, a su arbitrio, el cumplimiento de las
obligaciones respectivas o la resolución del contrato.

En los contratos reales, en cambio, si no hay entrega, no hay contrato: la


entrega es un supuesto para que nazca el contrato, y no una obligación del
contrato. En los contratos reales, la entrega opera antes del contrato y como
presupuesto fáctico del mismo.

* Casos de contratos reales: en el contrato real, quien entrega la cosa, se


torna acreedor de una obligación restitutoria, y quien la recibe es el deudor.
Por ejemplo, comodato, depósito, prenda civil, mutuo y anticresis.  
Finalmente, cabe destacar que, en principio, los contratos reales son
unilaterales.

7.2. Clasificaciones doctrinarias de los contratos.

A) Contratos nominados o típicos y contratos innominados o atípicos.

a.1) Concepto.

Los primeros son aquellos que han sido expresamente reglamentados por el
legislador en Códigos o en leyes especiales y los segundos los que no lo han
sido.

a.2) Fuente de los contratos atípicos.

Los contratos atípicos no están configurados por la ley y van surgiendo como
creación de los particulares, fruto de la autonomía de la voluntad y del aforismo
“en el Derecho Privado sólo no puede hacerse aquello que la ley expresamente
prohíbe”.

En definitiva, las partes van moldeando figuras contractuales en función de sus


intereses.

La libertad contractual viene a ser así una directa consecuencia de la


autonomía de la voluntad.

B) Contratos de ejecución instantánea, de ejecución diferida, de


tracto sucesivo y de duración indefinida.

b.1) Conceptos.

Reciben tal clasificación los actos y contratos, atendiendo a su permanencia en


el tiempo.

Los contratos de ejecución instantánea o de una sola ejecución, son


aquellos en los cuales las obligaciones se cumplen apenas se celebra el
contrato que las generó.

Producen sus efectos inmediatamente de celebrados, de manera que realizada


la prestación debida, desaparece el vínculo contractual, las obligaciones
recíprocas. En otras palabras, el contrato nace y se extingue de inmediato,
quedando las partes liberadas.

Los contratos de ejecución diferida, son aquellos cuyos efectos se cumplen


de una sola vez o se van cumpliendo progresivamente, pero en ambos casos,
en el plazo estipulado por las partes o el que corresponda a la naturaleza de la
obligación.

Los contratos de tracto sucesivo o de ejecución sucesiva, son aquellos


que en el período de tiempo establecido por la ley o acordado por las partes,
van renovando sus efectos.

Su cumplimiento va escalonándose en el tiempo, durante un lapso prolongado.


En estos contratos, la relación jurídica que vincula a las partes, tiene
permanencia.

Ejemplos: contratos de arrendamiento, de sociedad y de trabajo. Estos


contratos suelen llevar una cláusula en cuya virtud sus efectos se van
renovando por períodos similares, salvo voluntad contraria de las partes.
Cuando se verifica la renovación, se habla de “tácita reconducción”.

Los contratos de duración indefinida son aquellos que nacen sin que las
partes fijen un plazo expreso o tácito de vigencia de los mismos, teniendo éstas
la pretensión de que se prolonguen en el tiempo, por períodos extensos:

Es el caso de sociedades que se pactan a duración indefinida (como es sabido,


algunas son más que centenarias), o de arrendamientos pactados en la misma
forma.

La duración indefinida no implica, en modo alguno, perpetuidad, como se


aprecia en el caso del último contrato, en el que cualquiera de las partes podría
poner término al contrato, mediante el desahucio.

C) Contratos individuales y contratos colectivos.

c.1) Conceptos.

Contratos individuales son aquellos que requieren el consentimiento


unánime de las partes a quienes vincularán.

El contrato individual solamente crea derechos y obligaciones para los que


consintieron en él. Es el tipo normal de contrato y el único que tuvieron en
vista Andrés Bello y los demás redactores del Código Civil.
Contratos colectivos son aquellos que crean obligaciones para personas que
no concurrieron a su celebración, que no consintieron o que incluso se
opusieron a la conclusión del contrato.

Representan por ende una excepción al principio del efecto relativo de los
contratos, dado que en este caso la convención no afecta exclusivamente a
quienes la celebraron o grupo de individuos que no necesariamente han
concurrido a su celebración, por el hecho de pertenecer a dicha colectividad o
grupo.

c.2) Ejemplos de contratos colectivos.

* En materia laboral, los contratos colectivos de trabajo; regirán a todos


los trabajadores, aún a quienes se opusieron a su celebración, y también a los
que se incorporen con posterioridad a la empresa; como señala Messineo, el
contrato colectivo es una verdadera y propia fuente de normas jurídicas,
cuando se refiere y disciplina la materia de las relaciones de trabajo.

* Convenios judiciales preventivos, en el procedimiento de quiebra:


acordados con el quórum exigido por la ley, serán obligatorios para todos los
acreedores;

* En general, los acuerdos adoptados por los propietarios de las


unidades, en el marco de la Ley número 19.537 de Copropiedad Inmobiliaria.

D) Contratos libremente discutidos y contratos de adhesión.

Conceptos.

Lo que caracteriza a la relación jurídica de Derecho Privado, es que consiste en


una relación de coordinación, a diferencia de la relación de Derecho Público,
que se caracteriza como una relación jurídica de subordinación. El contrato
libremente discutido o paritario es aquél fruto de la negociación, deliberación
de las partes en cuanto a su contenido, en un mismo plano de igualdad y
libertad.

El CONTRATO DE ADHESIÓN es aquel cuyas cláusulas son redactadas


por una sola de las partes, limitándose la otra a aceptarlas en bloque,
adhiriéndose a ellas.

Nuestro Código Civil no reglamenta los contratos de adhesión, pero cada día
han ido cobrando mayor fuerza. Por ejemplo: los contratos suscritos con
Isapres, Administradoras de Fondos de Pensiones, compañías de seguros, de
cuenta corriente bancaria, de líneas de crédito bancarias o abiertas en casas
comerciales, etc.

Operan en el ámbito del suministro de servicios básicos, como los relativos a


energía eléctrica, agua potable, gas, etc. Responden estos contratos a la
masificación de dichas relaciones jurídicas, a la exigencia de una rápida
conclusión y a la necesidad de unificar relaciones semejantes. Constituyen los
contratos de adhesión una realidad insoslayable en el mundo de los negocios.

E) Contratos preparatorios y contratos definitivos.

Conceptos.

Contrato preparatorio o preliminar es aquel mediante el cual las partes


estipulan que en el futuro celebrarán otro contrato, que por ahora no pueden
concluir o que está sujeto a incertidumbre, siendo dudosa su factibilidad.

Contrato definitivo es aquel que se celebra cumpliendo con la obligación


generada por el contrato preparatorio.

Tal obligación es de hacer, y consiste en suscribir, dentro de un plazo o si se


cumple una condición, el futuro contrato.

F) Contratos “intuitu personae” y contratos impersonales.

Como destaca Messineo, algunos contratos se califican y forman un grupo


aparte por el hecho de que la persona de uno de los dos contratantes y a veces
de ambos es elemento esencial, en el sentido de que un interés cualquiera ha
inducido a uno de los contratantes a escoger una persona determinada porque
está dotada de cualidades o aptitudes particulares, o de una especial pericia
técnica, etc. Tal es el contrato intuitu personae (alocución latina que significa
“en atención a la persona”).

Esta figura de contrato se vincula con la de la obligación de hacer no fungible,


considerando que el contrato, usualmente, origina una obligación de ese tipo.
Es decir, esta figura se presenta especialmente en el caso que esté en juego
una colaboración (casi siempre de carácter continuado) entre los contratantes,
en la que el elemento de la confianza personal adquiere una importancia
especial.

Los casos principales corresponden, en el ámbito patrimonial, al contrato de


mandato, de comodato, de arrendamiento de servicios, de transacción, de
depósito, de donación, de sociedad (la de personas, que regula el Código Civil,
no la de capitales), el contrato de trabajo, etc., y en el ámbito extrapatrimonial,
ciertamente el contrato de matrimonio.
Las consecuencias más importantes de los contratos “intuitu personae” son las
siguientes:

 La esencialidad del error en la persona del otro contratante, que dará


derecho a solicitar la rescisión del contrato;
 
 La pretensión del otro contratante a que el contrato sea ejecutado
personalmente por la contraparte y no por otros, con el consiguiente derecho
de rehusarse a recibir la prestación si ésta fuese obra de otra persona;

 La intransmisibilidad del contrato al heredero del sujeto a quien incumbe la


prestación;

 La imposibilidad de ceder los derechos y las obligaciones que origina el


contrato.

G) Contratos de familia y contratos puramente patrimoniales.

Los contratos de familia se refieren a la situación de una persona dentro de su


familia y a sus relaciones con los restantes integrantes de la misma.

Son contratos de esta índole, por ejemplo, el contrato de matrimonio; el pacto


mediante el cual los padres que viven separados, convienen que el cuidado
personal del hijo menor corresponde al padre (artículo 225, inciso 2º del
Código Civil); etc.

Algunos de los contratos de familia, ciertamente, tiene también efectos


patrimoniales –como ocurre, por lo demás, con el propio contrato de
matrimonio-, pero seguirán siendo contratos de familia, en cuanto a que junto
a ellos contienen elementos extrapatrimoniales, que generan deberes jurídicos
no avaluables en dinero, como ocurre con el respeto mutuo, el deber de
fidelidad, convivencia, cohabitación, etc.

Los contratos puramente patrimoniales son aquellos destinados a crear,


modificar, transferir o extinguir un derecho patrimonial o avaluable en dinero.
En este caso, la totalidad del contrato regula aspectos patrimoniales.

Tal es el caso de todos los contratos regulados en el Código Civil, salvo el


matrimonio.

Responsabilidad Contractual
La indemnización de perjuicios.

a) Generalidades y concepto.

Como estudiamos en el curso de Obligaciones, ante el incumplimiento de las


obligaciones contractuales contraídas por el deudor, el acreedor puede:

Solicitar el cumplimiento forzado de la obligación y


Demandar que se le indemnicen los perjuicios que el incumplimiento le acarrea.

El segundo caso se justifica ya que el deudor no cumple su obligación o cumple


imperfecta o tardíamente, por lo tanto, el acreedor es lesionado en su
patrimonio, se ve privado de las ventajas que le habría reportado el
cumplimiento efectivo, íntegro y oportuno de la obligación.

En todos estos casos, la lesión que ha sufrido el patrimonio del acreedor debe
ser reparada, y ello se alcanza mediante la indemnización de perjuicios.

Puede definirse como el derecho que tiene el acreedor para exigir del deudor el
pago de una cantidad de dinero equivalente a la ventaja o beneficio que le
habría procurado el cumplimiento íntegro y oportuno de la obligación.

Por ello, se habla de cumplimiento por equivalencia, en oposición al


cumplimiento por naturaleza, que corresponde a lo originalmente pactado.

b) Clases de indemnización.

La indemnización de perjuicios, de acuerdo al artículo 1556, procede en tres


casos:

1.- Cuando el deudor no cumple su obligación;


2.- Cuando la cumple imperfectamente; y
3.- Cuando ha retardado su cumplimiento.

Se desprende de lo anterior que la indemnización de perjuicios se divide en dos


clases: COMPENSATORIA y MORATORIA.

Es COMPENSATORIA en los dos primeros casos; es MORATORIA en el último.

c) Requisitos de la indemnización de perjuicios.

Sea la indemnización compensatoria o moratoria, para que el acreedor


tenga derecho a exigirla deben concurrir los siguientes requisitos, según
Alessandri:
c.1) Que haya infracción de la obligación.

c.2) Que el incumplimiento de la obligación sea imputable al deudor.

c.3) Que el deudor se encuentre en mora.

c.4) Que la infracción de la obligación origine un perjuicio al acreedor.

c.5) Que exista una relación de causalidad entre el incumplimiento y los


perjuicios.

c.6) Que no concurra una causal de exención de responsabilidad.

RELACIONES DE LAS RESPONSABILIDADES CONTRACTUAL Y


EXTRACONTRACTUAL.

Tradicionalmente se hace una distinción tajante entre la responsabilidad


contractual y la extracontractual, así se verán los principales aspectos de esta
separación, como asimismo los problemas que esta separación trae.

Diferencias entre ambas responsabilidades.

En cuanto a su generación
RC: Supone la existencia de un vínculo jurídico previo, de una obligación que
no se cumple o se cumple tardíamente
RE: Es la ley la que fija cuándo nace la obligación de indemnizar, la única
facultad de las partes es componer como estimen conveniente el daño,
derogando las normas legales que la determinan.

La capacidad
RC: Se rige por las reglas generales de la capacidad
RE: Sólo son incapaces de delito o cuasidelito los dementes, los menores de 7
años y los mayores de esa edad pero menores de 16 cuando hayan obrado sin
discernimiento.

Dolo
RC: Es un agravante de la responsabilidad
RE: No produce otros efectos distintos a los de la culpa.

Culpa
RC: Se presume y está graduada (importante: Art 44 Código Civil)
RE: Debe probarse y no admite gradaciones
Perjuicios indemnizables.
RC: Es mas restringida, tanto la facultad de los jueces como la posibilidad de
indemnizar daño moral.
RE: Es más completa, la facultad de los jueces es más amplia y se responde
por el daño moral

Mora
RC: Para que se deban perjuicios se requiere mora del deudor.
RE: La obligación de indemnizar nace cuando se produce el ilícito dañosos

Pluralidad de deudores.
RC: La obligación de indemnizar es por regla general simplemente conjunta.
RE: Los autores del hecho ilícito responden solidariamente.

Prescripción.
RC: Es de largo tiempo, 5 años desde que se hizo exigible.
RE: Corto tiempo: 4 años desde la perpetración del hecho ilícito.

Determinación de cuándo se aplica una y otra responsabilidad.

En este punto analizaremos la regla general y algunos casos especiales.

La regla general de responsabilidad es la contractual.

Dado que el legislador no ha señalado qué responsabilidad se aplica en el caso


de infracción de obligaciones que no sean ni contractuales ni provenientes de
un delito o cuasidelito, es necesario analizar y para eso podemos ver que el
título 12 donde se regula la responsabilidad contractual se denomina:

“Del efecto de las obligaciones” EXPRESIÓN QUE INVOLUCRA A TODAS LAS


OBLIGACIONES salvo las que después se exceptúan por tener una regulación
especial, como la resp. extracontractual.

Principios de la contratación:

1.-) La autonomía de la voluntad:


El principio de la autonomía de la voluntad se formula en el marco de la
doctrina según la cual, toda obligación reposa esencialmente sobre la voluntad
de las partes.

Esta es la fuente y medida de los derechos y obligaciones que el contrato


produce.
Decir que la voluntad es autónoma significa que ella es libre para crear los
derechos y obligaciones que le plazcan.

La voluntad se basta a sí misma.

La doctrina de la autonomía de la voluntad sirve de telón de fondo a la mayoría


de los principios fundamentales de la contratación.

Ejemplo de lo anterior es el art. 1545, que coloca las voluntades


privadas de las partes en el mismo plano que la ley.

Cinco son los grandes principios fundamentales de la contratación:

1º Principio del consensualismo (formación del contrato)

2º Principio de la libertad contractual. (formación del contrato)

3º Principio de la fuerza obligatoria de los contratos. (efectos del


contrato)

4º Principio del efecto relativo de los contratos. (efectos del


contrato)

5º Principio de la buena fe.

Los cuatro primeros aparecen como subprincipios o derivaciones de la


autonomía de la voluntad, mientras que el último, que ha ido cobrando mayor
fuerza en los últimos años, es independiente de ella.

Principio del consensualismo

Para ser consecuente con el dogma de la autonomía de la voluntad, ha debido


afirmarse la vigencia del principio del consensualismo contractual.

Los contratos quedarían perfectos por la sola manifestación de las voluntades


internas de las partes, ya que cualquiera exigencia de formalidades externas,
vendría a contradecir la premisa según la cual la voluntad todopoderosa y
autosuficiente es la fuente y medida de los derechos y de las obligaciones
contractuales.

El principio de la libertad contractual

Concepto.
La libertad contractual comprende la libertad de CONCLUSION y la libertad de
CONFIGURACION INTERNA de los contratos.

En base a la libertad de conclusión, las partes son libres para contratar o no


contratar, y en caso afirmativo, para escoger con quien contratar.

En base a la libertad de configuración interna, las partes pueden fijar las


cláusulas o contenido del contrato como mejor les parezca.

El principio de la fuerza obligatoria de los contratos. Ley y contrato.

a) Relación entre el contrato y la ley.

El principio de la fuerza obligatoria de los contratos se expresa en el aforismo


“pacta sunt servanda”: los pactos deben observarse, deben cumplirse
estrictamente. Está consagrado enfáticamente en el art. 1545:

Todo contrato legalmente celebrado es una ley para los contratantes,


y no puede ser invalidado sino por su consentimiento mutuo o por
causas legales.

Para subrayar la obligatoriedad del contrato se alude a la metáfora tradicional


de compararlo con la ley, aunque las diferencias entre aquél y ésta son
numerosas. Entre las más importantes:

● El contrato reglamenta una situación jurídica particular y en principio sólo


produce efectos entre las partes. La ley en cambio contiene un mandato,
prohibición o permiso de carácter general y abstracto, que alcanza a todos
cuantos se encuentren en los supuestos de hecho previstos en la norma.

● El procedimiento de formación de las leyes, con participación de dos poderes


públicos, en nada se parece a la formación de los contratos.

● El contrato a menudo tiene vida efímera, pues está destinado a extinguirse


apenas se cumplan las obligaciones por él generadas. La ley, de ordinario,
permanece en el tiempo.

● Si una ley puede derogar expresa o tácitamente a otra ley, no siempre un


contrato se deja sin efecto mediante otra convención en sentido inverso, ya
que existen contratos, como el de matrimonio, en que es improcedente el
mutuo disenso o resciliación; o en otros en que basta un acto unilateral para
ponerle término, como el desahucio en el contrato de arrendamiento, o la
revocación o renuncia en el mandato.
● La interpretación de las leyes no se efectúa de igual modo que la
interpretación de los contratos. A las primeras, se les aplican los arts. 19 a 24;
a los segundos, los arts. 1560 a 1566.

b) Consecuencias del principio de la fuerza obligatoria del contrato.

Colin y Capitant señalan dos consecuencias fundamentales del principio:

1. Desde el momento en que un contrato no contiene nada contrario a las


leyes, ni al orden público ni a las buenas costumbres, las partes están
obligadas a respetarlo, a observarlo, como están obligadas a observar la ley . El
acuerdo que se ha formado entre ellas las obliga como la ley obliga a los
individuos. Dos aspectos derivan de esta primera consecuencia:

● Los contratos sólo pueden ser revocados por el consentimiento mutuo de los
contratantes (distractus o resciliación) o por las causas que la ley autoriza. Sólo
de manera excepcional, el contrato podrá terminar por la voluntad de una sola
de las partes;

● Los contratos deben ser cumplidos de buena fe. Las partes deben, en el
cumplimiento de la convención, portarse honestamente, lealmente.

2. Por otra parte, el respeto a esta ley creada por la voluntad de los interesados
se impone a los jueces encargados de interpretarla.

Estos últimos no pueden modificar los términos de la convención ni cambiar sus


elementos, como no podrían cambiar el texto de la ley, cuyo cumplimiento
tienen por misión asegurar.

El principio del efecto relativo de los contratos.

a) Concepto.
Los contratos sólo generan derechos y obligaciones para las partes
contratantes que concurren a su celebración, sin beneficiar ni perjudicar a los
terceros.

Para estos últimos los contratos ajenos son indiferentes. No les empecen, no
los hacen ni deudores ni acreedores.

Este principio es otra consecuencia lógica y necesaria del dogma de la


autonomía de la voluntad.

El principio de la buena fe contractual.


Mencionar la buena fe es evocar la idea de rectitud, de corrección, de lealtad.

En términos generales, alude a una persuasión subjetiva, interna, de


carácter ético, de estar actuando o haber actuado correctamente.

Proyectada al Derecho Civil, asume dos direcciones:

La buena fe subjetiva, conserva la fisonomía psicológica a que aludíamos.

La buena fe objetiva, que es la que mayormente interesa en materia de


contratos, pierde tal fisonomía.

Estamos ante un principio general del derecho de la mayor trascendencia.

a) La buena fe subjetiva.

Es la convicción interna o psicológica de encontrarse el sujeto en una


situación jurídica regular, aunque objetivamente no sea así, aunque
haya error.

El caso más importante en que se ha puesto de relieve la dimensión subjetiva


de la buena fe, es el de la posesión de buena fe de una cosa ajena: art. 706,
inciso 1º:

“La buena fe es la conciencia de haberse adquirido el dominio de la


cosa por medios legítimos, exentos de fraude y de todo otro vicio.”

Por ejemplo: El ordenamiento jurídico ampara al poseedor de buena


fe que erróneamente, creyó adquirir el dominio de su antecesor: se le
permite en definitiva llegar a ser dueño mediante la prescripción adquisitiva
ordinaria.

b) La buena fe objetiva.

A ella se remite el art. 1546, cuando establece Que los contratos deben
ejecutarse de buena fe.

En el ámbito contractual, no todo puede estar previsto por la ley.

Un “estándar” es una regla que en lugar de formular una solución rígida,


recurre a un parámetro flexible cuyo manejo y concreción, en cada caso, queda
entregado al criterio, prudencia y sabiduría del juez de la causa. Se trata de
conceptos susceptibles de asumir un contenido empíricamente variable pero
que, no obstante, tienen una unidad de significado básica e inamovible, que el
sentenciador debe acatar. Uno de dichos estándares legales es la buena fe
objetivamente considerada: como “el buen padre de familia” , “las buenas
costumbres”, “el orden público”, “la información esencial”, etc.

El principio de la buena fe objetiva impone a los contratantes el deber de


comportarse correcta y lealmente en sus relaciones mutuas, desde el inicio de
sus tratos preliminares hasta incluso después de la terminación del contrato.

La buena fe equivale a la obligación de cooperación, a la lealtad a la palabra


dada, y la exclusión del dolo y del uso abusivo de los derechos subjetivos.

Interpretación de los contratos:

La labor de interpretación de los contratos está dada por:

Las mismas partes intervinientes,

Los abogados que las asistan,

De los propios jueces que puedan ser consultados y concurran al conocimiento


de una controversia donde se encuentra en discusión un determinado contrato.

El autor Jorge López Santa María señala que respecto a la interpretación de los
contratos existen dos sistemas de interpretación, el sistema subjetivo y el
sistema objetivo.

El sistema subjetivo, vigente en cuanto a las reglas de interpretación de


los contratos en Chile, se caracteriza por entender lo que busca establecer
el intérprete de un contrato es la voluntad psicológica de las partes.

El sistema objetivo, en cambio, pone de lado la intensión que tuvieron o


habrían tenido las partes al momento de contratar, y al momento de fijar sus
efectos se pretende desentrañar qué es lo más útil o lo que la justicia indica
como lo más adecuado.

1.- Sistema Subjetivo

Para el sistema subjetivo, el trabajo del intérprete consiste en buscar y


establecer cuál fue la voluntad de los respectivos contratantes al celebrar el
contrato que luego se trata de interpretar.
Ahora bien, la búsqueda de la intención de los contratantes es la intención
común, no la de cada uno de ellos. La intención común es la zona en que
concuerdan el querer de las partes.

Como concuerda la doctrina chilena, la francesa, la española y todos aquellos


que siguen normas similares, el término “intención” ha sido utilizado en su
genuino sentido.

Se habla de penetrar el alma de los contratantes, de descubrir el verdadero


pensamiento íntimo que unió a los contratantes.

Como resulta evidente, esta investigación psicológica es muy difícil.

En términos prácticos, el juez termina reemplazando lo que fue la voluntad real


de los contratantes por una especie de voluntad virtual. La reconstrucción a
posteriori de la voluntad psicológica es prácticamente imposible. (Voluntad
virtual - voluntad común probable o presunta)

El intérprete en ningún caso debe detenerse exclusivamente en el sentido


literal de las declaraciones. Existe una clara preeminencia de la voluntad
interna sobre la declaración.

Para tales efectos, el intérprete debe echar mano a todos los elementos,
factores, circunstancias que concurran en la celebración del contrato, incluso
las anteriores o posteriores a la celebración del contrato.

Por ejemplo, a la forma en que las partes han dado ejecución o cumplimiento
del contrato.

Ello explica la primera regla de interpretación de los contratos en el Derecho


Chileno:

Artículo 1560 del Código Civil: “Conocida claramente la intención de los


contratantes, debe estarse a ella más allá que a lo literal de las palabras”.

Esta primera regla de interpretación se trataría de más bien un principio rector


al cual se subordinan las restantes reglas de interpretación que consagran el
Título XIII del Libro IV del Código Civil. (1561 a 1566)

Un problema clásico en materia de interpretación contractual es si puede el


intérprete ir más allá de la declaración contractual cuando ella es clara y
precisa.
Respondiendo a esta inquietud:

Se interpretan los contratos cuando son obscuros,


También se interpretan los denominados contratos claros.

Actualmente se impone la doctrina según la cual todo contrato, claro u oscuro,


debe y puede ser interpretado. Ello por cuanto bajo términos aparentemente
claros y precisos, puede ocultarse una voluntad diversa a lo que aparece de su
tenor literal por lo que no resulta razonable impedir, a priori, la labor
interpretativa.

Que los términos sean claros no significa necesariamente que la voluntad lo


sea.

Pensemos por ejemplo en la situación de los contratos simulados. Ellos por


regla general, son simples, precisos y claros en sus cláusulas, pero esconden
una realidad, una voluntad diversa que el juez no podrá dilucidar si estuviera
limitado o impedido de interpretar.

Además, para poder determinar si un contrato es claro u oscuro, forzoso


resulta hacer una labor interpretativa. Es decir, cuando llega a descubrir si el
contrato es claro o es oscuro, ya ha hecho su labor interpretativa. El contrato
está ya interpretado.

Reglas de interpretación de los Contratos del Código Civil:

Están constituidas por el conjunto de normas y principios que sirven de base al


razonamiento del intérprete y que le ayudan en la búsqueda de la intención
común.

Estas reglas de interpretación no pretenden ser exhaustivas, pues cada caso es


distinto y pueden darse una multiplicidad de situaciones.

Pero debemos distinguir lo que son las reglas de interpretación, de los


casos de interpretación.

Las reglas imponen un modo de operar.

Los casos de interpretación legal, en cambio, constituyen interpretaciones


abstractas y por anticipado efectuadas por el legislador para determinadas
hipótesis de hecho, que, en caso de que se presente en la especie, deberán ser
aplicadas por el juez.

Supuestamente corresponden a la voluntad virtual de las partes.

Tiene la ventaja de facilitar la tarea del juez en cuanto constituye un trabajo


preventivo, pero tiene el inconveniente propio de la aplicación de una solución
genérica a un caso particular, que tiene sus propios matices.

Ejemplos de estos casos hay muchos:

1.- Casos en que el legislador explica el sentido de una cláusula dudosa cuando
las partes no lo han hecho. (Art. 567 a 575; 1242 a 1244; 1829; 1879 del
Código Civil, etc.)

2.- Casos en que las partes al celebrar un contrato omiten pronunciarse sobre
un aspecto particular. La ley suple el silencio mediante lo que conocemos como
cláusulas supletorias de la voluntad de las partes o que pertenecen a la
naturaleza de un contrato y que constituyen una interpretación legal de la
voluntad de las partes.

Las reglas de interpretación de los contratos están contenidas en los artículos


1561 y siguientes del Código Civil.

No nombramos el 1560, porque en verdad más que una regla es el principio


rector a las reglas que le siguen.

No existe un orden de preferencia entre estas reglas, y la aplicación de una


antes que la otra depende en gran medida de las circunstancias propias de
cada convención.

Podemos distinguir:

a. Reglas de interpretación relativas a los elementos intrínsecos del contrato.

b. Reglas de interpretación relativas a los elementos extrínsecos del contrato.

c. Reglas subsidiarias de interpretación contractual.

d. Otras reglas de interpretación contractual

a) Reglas de interpretación relativas a los elementos intrínsecos del


contrato.
Esto significa interpretar el contrato únicamente teniendo presente los
elementos que se encuentran incorporados a él.

Se interpreta el texto en si mismo.

Regla de la armonía de las cláusulas (Art. 1564 inc. 1º)


Regla de la utilidad de las cláusulas (Art. 1562)
Regla del sentido natural (Art. 1563)

Regla de la armonía de las cláusulas:


Art. 1564 inc. 1°.

“Las Cláusulas de un contrato se interpretarán unas por otras, dándose a cada


una de el sentido que mejor convenga al contrato en su totalidad”.

Esto es aplicación del sentido común.

El precepto se basa en la idea lógica de que el contrato, el acto jurídico en


general, es un todo orgánico y coherente. Por lo tanto, debe existir una
necesaria correlación y armonía entre sus disposiciones, ya que todas ellas
deben ser concurrentes a la finalidad general del acto o contrato.

Equivale al elemento lógico de la interpretación de la ley (cada una de sus


cláusulas no deben interpretarse en forma aislada).

Obviamente las cláusulas de un contrato se encuentran subordinadas entre sí,


de manera que deben resultar armoniosas. Una forma de interpretar el sentido
de una cláusula es precisamente revisando el resto, pero puede suceder que
precisamente por esta técnica se descubran cláusulas contradictorias. En tal
caso, el intérprete deberá echar mano a otras reglas para preferir el sentido
que más se adecue al contrato.

Regla de la utilidad de las cláusulas.


Art. 1562.

“El sentido en que una cláusula puede producir algún efecto, deberá preferirse
a aquel en que no sea capaz de producir efecto alguno.”

Si las partes han introducido una determinada cláusula en un contrato, resulta


lógico y de sentido común suponer que han querido darle alguna eficacia, es
decir, que produzca algún efecto.

Es por esto que, en el caso que una cláusula pueda interpretarse en dos
sentidos: debe preferirse la interpretación conforme a la cual la cláusula
produce efectos, porque si las partes introdujeron la cláusula fue precisamente
para produzca algún efecto.

Regla del sentido natural:


Art. 1563 inc. 1°:

“En aquellos casos en que no apareciere voluntad contraria deberá estarse a la


interpretación que mejor cuadre con la naturaleza del contrato.”

Cuando en un contrato los términos son susceptibles de dos sentidos, debe


entenderse en el sentido más conveniente a la naturaleza del contrato. Esta
interpretación es aplicable cuando no parece voluntad contraria de las partes,
es decir, en el caso que las partes contratantes no manifiesten en el contrato
voluntad alguna de interpretarlo en sentido diverso.

Por ejemplo, se pacta una renta de arrendamiento de un predio urbano y no se


indica la periodicidad de la misma. Conforme a la naturaleza de este contrato
debe entenderse mensual.

b) Reglas de interpretación relativas a los elementos extrínsecos del


contrato:

Son las circunstancias que rodean la celebración del contrato; el contexto de su


celebración y desenvolvimiento.

Estos elementos son las circunstancias de la especie, esto es, las circunstancias
de hecho que rodean al contrato, anteriores, coetáneas, e incluso posteriores a
su celebración.

Regla de la aplicación restringida: Art. 1561.


Regla de la extensión de la declaración. Art. 1565.
Regla de los otros contratos de las partes sobre la misma materia. Art.
1564 inc. 2°
Regla de la interpretación auténtica. Art. 1564 inc. 3°.

Regla de la aplicación restringida:


Art. 1561.

“Por generales que sean los términos de un contrato, sólo se aplicarán a la


materia sobre que se ha contratado.”

El art. 2462 ubicado al tratar del contrato de transacción, es una clara


aplicación de este principio, según el cual, por generales que sean los términos
del contrato sólo se aplicaran a la materia sobre la cual se ha contratado.
“Si la transacción recae sobre uno o más objetos específicos, la renuncia
general de todo derecho, acción o pretensión deberá sólo entenderse de los
derechos, acciones o pretensiones relativas al objeto u objetos sobre que se
transige”.

Nota: Art. 2446: “La transacción es un contrato en el que las partes terminan
expresamente un litigio pendiente, o precaven un litigio eventual.
No es transacción el acto que sólo consiste en la renuncia de un derecho que
no se disputa”.

La aplicación de esta regla se refleja a su vez en el caso típico de los finiquitos


laborales o de aquellas transacciones en que las partes se otorgan completo y
total finiquito declarando que nada se adeudan en cuando al tema que
transigen, pero obviamente esta declaración genérica no abarca otras
relaciones o convenciones que no sean materia de ese contrato.

Regla de la extensión de la declaración.


Art. 1565.

“Cuando en un contrato se ha expresado un caso para explicar la obligación, no


se entenderá por sólo eso haberse querido restringir la convención a ese caso,
excluyendo los otros a que naturalmente se extienda.”

Esta es la regla contraria a la anterior (Regla de la aplicación restringida).

Por ejemplo, si en un arriendo se impone al arrendatario el pago de todos los


consumos domiciliarios y se nombran la luz, el agua y el teléfono, no por ello
debe entenderse que no debe pagar el gas.

Regla de los otros contratos de las partes sobre la misma materia.


Art. 1564 inc. 2°

“Podrán también interpretarse por las de otro contrato entre las mismas partes
y sobre la misma materia”.

Este elemento equivale al elemento sistemático en la interpretación de la ley


consagrado en el art. 22 del CC inciso 2º en virtud de la cual “Los pasajes
obscuros de una ley pueden ser ilustrados por medio de otras leyes,
particularmente si versan sobre el mismo asunto.”

Se exigen en este caso dos requisitos copulativos:

a) Que el otro contrato sea celebrado entre las mismas partes


b) Que verse sobre la misma materia.

El inc. 2º del art. 1564 señala que “podrán” también interpretarse, expresión
que indica un carácter facultativo para el juez para aplicar esta disposición. El
juez apreciará discrecionalmente si el contrato invocado puede servir de base
para interpretar el contrato discutido

Regla de la interpretación auténtica.


Art. 1564 inc. 3°.

Las cláusulas de un contrato se interpretarán


“por la aplicación práctica que hayan hecho de ellas las partes, o una de las
partes con aprobación de la otra”.

Se llama interpretación auténtica porque es la que realizan las partes (allí se


encuentra la voluntad de las partes contratantes en lo relativo a la ejecución
del contrato).

Consiste en interpretar el contrato conforme a la aplicación práctica que


hicieron las partes del mismo. Para muchos es la reina de todas las reglas de
interpretación y tiene para nuestros tribunales mucha importancia sobre todo
en los contratos que imponen obligaciones de dar o de hacer. Cómo han
ejecutado las partes las prestaciones.

c) Reglas subsidiarias de interpretación contractual.

Regla de las cláusulas de uso común. Art. 1563 inc. 2°.

Regla de la última alternativa: Art. 1566 inc. 1°.


Regla de la interpretación en contra del redactor. Art. 1566 inc. 2°

Regla de las cláusulas de uso común.


Art. 1563 inc. 2°.

“Las cláusulas de uso común se presumen aunque no se expresen”

Esta es una referencia a la costumbre como forma de interpretar los contratos.


Art. 1546 en relación al 1563 (costumbre según ley).

Art. 1546: “Los contados deben ejecutarse de buena fe, y por consiguiente
obligan no sólo a lo que en ellos se expresa, sino a todas las cosas que emanan
precisamente de la naturaleza de la obligación, o por la ley o la costumbre
pertenecen a ella”.
“Las cláusulas de uso común”, se refiere a las cláusulas que es costumbre
insertar en el contrato.

Según Luís Claro Solar, más que una regla de interpretación, es una aplicación
del principio consagrado en el artículo 1546 que hace obligatorias a los
contratantes todas las cosas que emanan precisamente de la naturaleza del
contrato, o que por la ley o la costumbre le pertenecen.

“Las cláusulas de uso común se presumen aunque no se expresen”.

Por ejemplo, constituye una cláusula de uso común en todos los contratos
de mutuo bancario, que, en caso de que el mutuario no contrate el seguro de
desgravamen, se confiere al banco mutuante un mandato irrevocable para
hacerlo por cuenta del mutuario.

Aún más, constituye una costumbre mercantil que el propio banco sea quien
gestione previamente las contratación de las primas, sin esperar que el
mutuario caiga en supuestos de incumplimiento de esa obligación.

Y la costumbre, conforme lo dispone el artículo 1546 del Código Civil, principio


rector de la buena fe objetiva, también forma parte de la ley del contrato.

Regla de la última alternativa:


Art. 1566 inc. 1°.

“No pudiendo aplicarse ninguna de las reglas precedentes de interpretación, se


interpretarán las cláusulas ambiguas a favor del deudor.”

Esta norma debe aplicarse en último término, es decir, como recurso final.

Refiriéndose Alessandri al art. 1566, 1º, señala que su fundamento descansa


en que aquél que ha querido obligarse, ha querido obligarse a lo menos.

Esto no es sólo expresión de la equidad, sino además tiene fundamento en la


regla del Art. 1698 según la cual si persiste la duda respecto de una cláusula es
porque el acreedor no ha podido acreditar la existencia de la obligación y sus
términos de manera fehaciente, por lo que debe favorecer al deudor.

Nota: Art. 1698: “Incumbe probar las obligaciones o su extinción al que alega
aquellas o ésta.
Las pruebas consisten en instrumentos públicos o privados, testigos,
presunciones, confesión de parte, juramento deferido, e inspección personal
del juez”
Regla de la interpretación en contra del redactor
Art. 1566 inc. 2°

“Pero las cláusulas ambiguas que hayan sido extendidas o dictadas por una de
las partes, sea acreedora o deudora, se interpretaran contra ella, siempre
que la ambigüedad provenga de la falta de una explicación que haya debido
darse por ella.”

Conforme al art. 1566, 2º, quien dicta o redacta el contrato, sea deudor o
acreedor, debe responder por la ambigüedad resultante.

La jurisprudencia nacional ha aplicado directamente esta norma, en particular


respecto de contratos de adhesión.

Refiriéndose Alessandri al art. 1566, inciso 2º, afirma que busca impedir que la
parte que redactó el contrato o la cláusula en discusión, saque provecho de su
negligencia y aun de su malicia. Como anotó Bello al respecto, “En caso de
duda, se tiene menos consideración a aquel de los contratantes que pudo
explicarse con más claridad, y omitió hacerlo”.

Nota: Contrato de adhesión: es aquel en que una de las partes impone a la


otra los términos del contrato y la otra parte es libre para celebrarlo o no. Si no
consiente, no hay contrato, y si consiente surge el contrato y adhiere a los
términos impuestos por la otra parte.

El contrato de adhesión se encuentra definido en la ley de protección al


consumidor, ley Nº 19496. Para los efectos de esta ley, que tiene por objeto
regular las relaciones entre proveedores y consumidores, se entiende por
contrato de adhesión “aquel cuyas cláusulas han sido propuestas
unilateralmente por el proveedor, sin que el consumidor, para celebrarlo pueda
alterar su contenido”.

Hay dos reglas de interpretación que son propias del los contratos de adhesión:

La regla de interpretación contra el redactor, que consagra el art. 1566 inciso


2º del CC.
La regla de preferencia de la cláusula manuscrita por sobre la cláusula impresa.

d) Reglas no legales de interpretación contractual


Son muchas y en general corresponden a aforismos jurídicos,
por ejemplo:
Quien puede lo más puede lo menos.
Argumento a contrario.
Entre otros.

Recordemos aquí la regla según la cual la cláusula manuscrita prima por sobre
la cláusula pre impresa. Esta última regla está expresamente contemplada en el
artículo 17 inc. 2° de la Ley de Protección al Consumidor.

Artículo 17.- “Los contratos de adhesión relativos a las actividades regidas por
la presente ley deberá estar escritos de modo claramente legible, con un
tamaño de letra no inferior a 2,5 milímetros y en idioma castellano, salvo
aquellas palabras de otro idioma que el uso haya incorporado al léxico. Las
cláusulas que no cumplan con dichos requisitos no producirán efecto alguno
respecto del consumidor.
Sin perjuicio de lo dispuesto en el inciso anterior, en los contratos impresos en
formularios prevalecerán las cláusulas que se agreguen por sobre las del
formulario cuando sean incompatibles entre sí”.

2. – Sistema Objetivo.

Frente al sistema individualista y subjetivista está el sistema objetivo de


interpretación; que en verdad prescinde la voluntad interna de las partes y
establece que debe fijarse el alcance de las cláusulas discutidas de acuerdo al
sentido normal que le atribuiría cualquier hombre razonable.

Este es el sistema que acoge el Derecho Alemán, que pasa del sistema
subjetivo al objetivo.

Interpretar objetivamente no significa abocarse únicamente a la literalidad de la


declaración contractual.

El Código Civil alemán habla de buscar la verdad real. Con ello, rechaza la
voluntad interna y rechaza la interpretación literal de la formula contractual.

El intérprete no debe quedarse en el texto contractual; debe investigar más allá


con las circunstancias objetivas que concurren a la formación del contrato.

Así, pues, existen algunos puntos comunes de ambos sistemas de


interpretación.

En ambos se le dice al intérprete que no debe contentarse con el mero tenor


literal.
En cambio, en el sistema subjetivo el juez debe atender todas las
circunstancias objetivas y subjetivas que le permitan penetrar la psiquis de las
partes. Debe considerar el estado anímico de las partes, sus sentimientos, su
carácter o modo de ser, etc. Muchas veces de apreciación demasiado subjetiva.

En el sistema de interpretación objetivo, el intérprete sólo debe atender


aquellas circunstancias de carácter objetivo y que son ostensibles y perceptibles
por cualquier hombre.

Entre ellas, están las circunstancias relativas al objeto de la convención; al


lugar de la convención y a las finalidades perseguidas por las partes.

Este último aspecto es especialmente relevante si uno considera que


normalmente los contratantes no están tan atentos o preocupados por los
efectos jurídicos que nacen del contrato, sino por resultados concretos que
pretenden alcanzar con él, para la satisfacción de una necesidad.

El patrón del hombre medio razonable como criterio de interpretación


objetiva, significa que el intérprete debe atribuir a la declaración el sentido
normal que le otorgaría la generalidad de los hombres razonando con las
tradiciones comunes del espíritu y que descansan en la cultura nacional. El juez
debiera conocer esto por su propia experiencia de vida.

La pregunta que entonces debe hacerse el juez, una vez que ha atendido a
todas las circunstancias objetivas del negocio, es ¿cómo las personas racionales
habrían entendido normalmente la declaración de voluntad?

Evidentemente, el criterio del hombre medio razonable variará de cultura en


cultura. El hombre medio razonable debe estar imbuido de los usos sociales, el
lenguaje, las circunstancias de tiempo, territorio y grupo a que los usos se
aplican. No es lo mismo interpretar un contrato entre dos campesinos de
Chiguayante y dos empresario o industriales en Santiago .

LA CALIFICACIÓN DEL CONTRATO.

La calificación de un contrato consiste en establecer su naturaleza jurídica ,


encuadrándolo en alguno de los tipos que regula la ley o en otro que resulta
ser expresión de la libertad contractual de las partes. (Contratos nominados e
innominados)

La designación que las partes hayan empleado es absolutamente indiferente.

Las cosas son por lo que son y no por su nombre.


Así lo han fallado reiteradamente nuestros tribunales de justicia.

No siempre la tarea del juez es la de calificar. A veces únicamente debe


interpretar una determinada cláusula contractual accesoria o complementaria a
un contrato tipo (compraventa, arrendamiento). Sin embargo, cuando debe
hacer ambas tareas, lo lógico es que primero interprete para descubrir la
voluntad real y luego califique.

La importancia de la calificación radica en la circunstancia de que por ella se


determina toda la legislación supletoria aplicable al contrato, en aquello que no
fue previsto por los contratantes.

FIN

Bibliografía:

Alessandri Rodríguez Arturo; “De los contratos”

Abeliuk Manasevich, René, “Las obligaciones” Tomos I y II

Diez Schwerter, José Luís, “El daño extracontractual”

Rodríguez Grez, Pablo, “La responsabilidad contractual”

Barros Bourie, Enrique, “Tratado de responsabilidad extracontractual”

Apuntes del profesor Juan Andrés Orrego.

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