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Relación entre Postestructuralismo y Anarquismo: el

problema del poder en Michel Foucault

José M. Chajtur Z.

Son innegable los grandes aportes que los autores postestructuralistas han hecho,
no sólo a la Filosofía, sino a diferentes disciplinas pertenecientes a las humanidades, que
pusieron en la palestra una aguda crítica a la profundización del estructuralismo en tanto
regente de las investigaciones y teorías de las ciencias humanas. Sin embargo, y a pesar de
la importancia y relevancia que cobra el análisis postestructuralista en nuestro presente,
se hace necesario, a su vez, una crítica que intente establecer su incidencia, sus aciertos y
desaciertos, tal como lo hicieran Lacan o Foucault, entre otros, con el estructuralismo; una
revisión necesaria y justa, tan rigurosa como la que estos últimos hicieron con aquellos.
No es un empresa que sea nueva: se ha hecho con otras corrientes de pensamiento, y ha
sido planteada por autores contemporáneos. Mi intención en este trabajo es adentrarme
en un tema y autor específicos para aportar a esta revisión: la relación que existe entre el
postestructuralismo y el anarquismo, tomando como punto de partida las relaciones de
poder según Michel Foucault. ¿Cuál es el principal problema que tiene la filosofía política
vista desde el postestructuralismo? ¿Cuál es la relación teórica entre postestructuralismo y
anarquismo? ¿Existe un acercamiento entre la teoría foucaltiana de las relaciones de
poder y el anarquismo? Debo aclarar que no es mi intención caer en la problemática
semántica ni de categorización. Es poco conveniente adentrarse en este ámbito debido a
los fines de este trabajo.

Las relaciones de poder en Foucault: de la soberanía moderna a la biopolítica.

Foucault nos plantea las relaciones de poder como un entramado donde todos los
individuos estamos involucrados, querámoslo o no. Esta relación se traslada al ámbito de
construcción de identidad de cada uno de los sujetos, transformándose en una estructura
social bien definida. Estos individuos están determinados por modalidades de
conocimiento, de discursos, de producción y que inciden en la sociedad de acuerdo a su
contexto histórico. Con toda seguridad, Foucault comprende que es dentro de este modo
histórico donde existen las relaciones de poder. El autor se introduce en el el tema del
poder trasgediendo sus ideales clásicos; no puede ser ubicado netamente en la
institucionalidad o directamente dentro del Estado. El poder no es estimado como un
elemento que una persona entrega a un superior; por el contrario, es un vínculo de
coacciones mutuas en una coyuntura determinada: “El poder no se funda en sí mismo y
no se da a partir de sí mismo. Si quieren verlo con mayor simpleza, no habría relaciones
de producción y, sumados a ellas, al costado, por encima, llegados a posteriori para
modificarlas, perturbarlas, hacerlas más consistentes, más estables, más coherentes,
unos mecanismos de poder. No habría, por ejemplo, relaciones de tipo familiar y unos
mecanismos de poder agregados a ellas; no habría relaciones sexuales más, al costado,
por encima, unos mecanismos de poder. Éstos son una parte intrínseca de todas esas
relaciones, son de manera circular su efecto y su causa, aun cuando, desde luego, entre
los diferentes mecanismos de poder que podemos encontrar en las relaciones de
producción, las relaciones familiares, las relaciones sexuales, sea posible constatar
coordinaciones laterales, subordinaciones jerárquicas, isomorfismos, identidades o
analogías técnicas, efectos de arrastre que permiten recorrer de una manera a la vez
lógica, coherente y válida el conjunto de esos mecanismos de poder y aprehenderlos en
lo que pueden tener de específico en un momento dado, durante un período dado, en un
campo determinado.” (“Seguridad, Territorio, Población”. Curso brindado por Foucault
en 1978). El poder, en consecuencia, componiéndose de relaciones, está en todo lugar. El
sujeto está imbuído en ellas, es imposible que sea considerado indistintamente de ellas.
Para Foucault, el poder no solamente castiga, a su vez genera: produce consecuencias de
verdad, de saber, en el sentido de entendimiento. En el momento que Foucault analiza el
poder, determina cuál es su articulación, su connivencia, su correspondencia, los distintos
mecanismos de poder que se usan en los distintos estamentos de la sociedad.

Foucault nos acerca a una forma de comprender la relaciones de poder, de una


manera similar a una actitud a tener en cuenta a la hora de comprenderlas; rehuye de la
típica explicación del poder de la filosofía política moderna (de los planteamientos de
Hobbes o de Locke, por ejemplo) debido a su mutación estructural y se adentra en la
investigación de causas no tradicionales: sexuales, piscoanalíticas, lingüísticas, artísticas,
del inconsciente, etc. Sin embargo, la configuración contemporánea del poder político no
puede ser dejada de lado por la supremacía de la relaciones humanas, interpersonales, sin
dejar de ser el pilar fundamental a la hora de inteligir la sustancia de aquellas. Sin
embargo, es innegable que en nuestra realidad material y en nuestra subjetividad está
presente el factor del poder institucional. Foucault analiza ejemplos y actividades
concretas, modos de configuración discursivos, de determinados objetos de análisis. Es
debido a este análisis que posteriormente el autor plantea el concepto de biopolítica. Para
el francés, la biopolítica se configura como “un conjunto de saberes, técnicas y
tecnologías que convierten las capacidades de los seres humanos en un medio por el cual
el Estado alcanza sus objetivos de sostenibilidad, fortalecimiento y control, como ente
contenedor de la vida en sociedad.” (“Nacimiento de la biopolítica” M. Foucault). El
Estado, entonces, busca constantemente la manera de instrumentalizar la capacidad
humana, con tal de mantener las relaciones sociales en equilibrio. Existe, por ende, una
modificación del escenario respecto a las relación entre quienes ostentan el poder político
y el resto de la sociedad; hay una mutación de la visión moderna de Estado. Se alteran los
términos contractuales característicos de tal manera que la relación soberano-súbdito se
estrecha a favor de uno y en desmedro de otro; se rompe y se degrada, en cierta medida, el
espíritu moderno estatal. Se propone un cambio respecto a la soberanía, que pasará a ser
biopolítica; la vida al servicio de la política no significa solamente mantenerse vivo, sino
que significarán “necesidades fundamentales, esencia concreta del hombre, realización
de sus virtualidades, plenitud de lo posible” (“Agamben frente a Foucault y Arendt” A.
Correia). Lo biológico está al servicio de la política.

Según Agamben, citando a Foucault, la transformación del poder político moderno


hacia lo establecido en la contemporaneidad está en estrecha relación con la muerte. Si
antes las desviaciones sexuales o la locura representaban los indicios de la
instrumentalización mencionadas anteriormente, en nuestra época se da una suerte de
tanatopolítica; la característica principal de la soberanía, es decir, la teoría político-
jurídico para reforzar o disminuir el poder, gira en torno a la necesidad del Estado de
mantener en buenas condiciones la vida y la salud de los súbditos. Se ha invertido la
máxima dejar vivir y hacer morir, por dejar morir y hacer vivir: al igual que “la locura
en la época clásica”, la muerte comienza a esconderse, pasa a ser un elemento que
importa y que avergüenza. El Estado se enfrentará a esta dicotomía bipotencial, que se
expresa, por ejemplo, luego de la muerte del dictador español Franco, representante de la
soberanía moderna. Se pasa a un choque entre ésta y los desafíos de la insipiente
biopolítica: “Para Foucault, sin embargo, los dos poderes que, en el cuerpo del dictador
parecen confundirse, siendo esencialmente heterogéneos y su distinción se establece en
una serie de oposiciones conceptuales (cuerpo individual/población;
disciplina/mecanismos de regulación; hombre-cuerpo/hombre-especie) que en el alba
de la modernidad, definen el paso de un sistema al otro” ( “Homo Sacer III” G.
Agamben). La vida humana y sus relaciones significan un cálculo indispensable de los
estatistas, pasa de ser un elemento neutral: controlar las tazas de natalidad, de
mortalidad, de fecundidad, de longevidad, etc. se configuran como centrales. Se deja de
lado el concepto de sociedad y se erige el de población, obligado por la nueva dinámica se
funcionamiento social.

El sujeto: resistencia, liberación. Relación con el Anarquismo Clásico

Foucault caracteriza al sujeto luego del estudio de la dinámica relacional con sus
pares. Él ha dejado muy en claro que su estudio no es sobre el poder sino sobre como los
sujetos se transforman a sí mismos. “Por ejemplo, he elegido el dominio de la sexualidad:
como los hombres han aprendido a reconocerse a sí mismos como sujetos de la
“sexualidad”. […] Es cierto que me he visto un tanto implicado en el tema del poder, y
podría inferirse fácilmente que en tanto el sujeto se encuentra en relaciones de
producción y significación, se encontraría igualmente en relaciones de poder, las cuales
son a su vez sumamente complejas.” (“Sujeto y Poder” M. Foucault). Según lo expuesto, el
individuo no puede ser desligado del poder. Sin embargo, la manera que podemos estar
relacionados potencialmente en la sociedad contemporánea, planteada desde el Estado
como regidor y legislador cívico, significa someterse a un moldeamiento específico, de
modo que su actuar le sirva a él (la evolución del Estado moderno). Surge la necesidad de
cambiar los paradigmas de las relaciones de poder, donde el sujeto es actor fundamental, y
la clave de aquel cambio está precisamente en estudiar al sujeto y no al poder ni sus
teorías: “Con el propósito de entender de que se tratan las relaciones de poder, tal vez
deberíamos investigar las formas de resistencia y los intentos hechos para disociar estas
relaciones.” (Ibídem). Es desde el propio sujeto y de sus relaciones interpersonales donde
podemos encontrar la clave para entender las relaciones de poder. Según Foucault, la
resistencia a este moldeamiento se da en grupos específicos, teniendo ciertos patrones
antiautoritarios transversales comunes que intentan descomponer aquellas relaciones. Es
en este punto donde se produce un entrecruzamiento con el anarquismo. De todas
maneras no es el único planteamiento que se acerca a la teoría anarquista, pues podemos
encontrar otros aspectos símiles en la teoría foucaultiana. Por ejemplo, Bakunin plantea
que “Todos poseen un instinto natural hacia el poder que tiene su origen en la ley básica
de la vida, donde todo individuo se ve forzado a mantener una lucha incesante para
asegurar su existencia o afirmar sus derechos.” (“Escritos de Filosofía Política” M.
Bakunin). No se aleja mucho de la idea moderna de poder; sin embargo, avanzando en su
desarrollo político, propone que el actuar del poder es negativo y nocivo para la sociedad.
Al igual que Foucault, cree que las relaciones de poder son determinados por factores y
contextos históricos, por ciertas condiciones sociales que son profundizadas de manera
negativa para el desarrollo del individuo si existe uso de poder por unos frentes a otros,
realzando y descalificando su carácter dominador. La dictadura científica está
estrechamente enlazada con la biopolítica; sometimiento y obediencia a leyes y derechos
generados por el Estado, instrumentalizando las relaciones humanas.

Crítica al postestructuralismo.

“Toda relación humana está influenciada directamente por ambos elementos


(obediencia y sometimiento), lo que genera una sociedad llena de ruidos y de artilugios.
La vía de escape a la moral impositiva de Dios y el Estado, es a través de la relación y
acuerdo entre hombres hacia la emancipación de la sociedad entendida como
construcción artificial, y encontrar a través de la construcción colectiva la anhelada
libertad, que se nos ha quitado. Para ser libres, entonces, las relaciones interpersonales
y cohesión tanto en lo metódico como en lo práctico que conlleven a una subsumisión de
lo personal hacia lo colectivo, deben tener un carácter emancipador: para alcanzar la
libertad individual, es menester aunar fuerzas, encontrarnos. No somos libres, no nos es
natural la libertad, pues no la tenemos, se ha suprimido nuestro derecho; lo que produce
esa supresión es una “libertad falsa”, y rebeldía en quienes pueden vislumbrar la
influencia impositiva de las instituciones humanas en cualquier época.” (“Del derecho
natural a la organización colectiva. Progresión de Spinoza a Bakunin” J. Chajtur). A
diferencia del anarquismo, el postestructuralismo no entrega soluciones concretas de
emancipación ni de liberación de la opresión ejercida por el Estado, o por la institución
que haga suya la relación humana para beneficio de quien ostenta el poder. No intenta
definir un sujeto oprimido, sino que da la libertad suficiente para la determinación de un
sujeto, de modo tal que no exista un anquilosamiento del mismo, pero que continúa
estableciendo una crítica solamente teórica, sin siquiera tocar la práctica; no se hace cargo
más que del análisis, que siendo profundo y certero, no se esmera en proponer soluciones
concretas y materiales respecto de la problemática que está criticando. El
postestructuralista podría descansar, tal como Foucault, en que quien analiza debe
mantenerse como un oprimido más, como uno más en las luchas sociales. Aunque podría
catalogarlo de nihilista, se debe hacer prevaler que existe una necesidad imperiosa de
darle sentido político práctico al análisis postestructuralista. ¿Es el anarquismo clásico o
contemporáneo quien debe llenar ese vacío? A todas luces, el anarquismo puede
entregarle el contexto, de modo tal de dotarlo de sustentabilidad práctica en la política
contemporánea, sin caer en una suerte de fundamentalismo anarquista; herramientas
prácticas para la consecución de objetivos comunes: a modo de ejemplo, la arqueología
foucaultiana puede ser el vehículo de investigaciones en pos de herramientas que
propendan las transformaciones sociales. Es comprensible que los postestructuralistas
como Foucault no adscribieran a un ideología, tomando en cuenta de que el anarquismo
tradicional tiende a categorizar prototipos de normativas generales, que combate en pos
de conseguir sus objetivos; este error del anarquismo clásico deviene en un reacomodo de
la teoría anarquista contemporánea, que procede a fomentar ciertas prácticas libertarias
transversales que apunten hacia la acumulación de fuerza social, con la intención de
generar una subjetividad negativa respecto al funcionamiento actual de las relaciones
actuales de poder, pero no del poder en sí mismo. El poder puede crear, pero también
puede dominar, y es allí la similitud del anarquismo actual con lo que representan las
relaciones de poder en Foucault: la capacidad de crear (potentia) debe estar por sobre la
capacidad de estar por sobre el otro (potestas). De allí que la corriente anarcocomunista
plantee la conformación del poder popular, donde la superación del estado actual de la
sociedad (adscriben a la lucha de clases marxista) donde la autonomía de los oprimidos en
sus relaciones de poder los llevaría a configurar nuevas formas de organización social. Los
planteamiento contemporáneos nos indican que en el mismo seno de la práctica política
se debe amasar las propuestas políticas que signifiquen mover los horizontes de lo posible,
poniendo en evidencia la biopolítica, sus mecanismos y sus aspectos nocivos. La teoría
postestructuralista tiene un espíritu anarquista: debemos definirnos como sujetos
nosotros mismos sin dejar que otros nos definan como tales. Más allá de establecer la
posibilidad de que esto sea realidad, la compatibilidad entre postestructuralismo y el
anarquismo contemporáneo es manifiesta, más aún, puede potenciar las luchas sociales y
ser un insumo importante para la práctica y la política antiautoritaria.
BIBLIOGRAFIA

– “Arqueología del Saber“ Michel Foucault, Siglo XXI Editores, México, 1970
– “Nacimiento de la biopolítica” Michel Foucault, Fondo de Cultura Económica de
Argentina, 2007.
– “Seguridad, Territorio, Población” Michel Foucault, Fondo de Cultura
Económica de Argentina, 2006
– “Historia de la locura en la época clásica” Michel Foucalt, Fondo de la Cultura
Económica de Argentina, 2006
– “Las palabras y las cosas” Michel Foucault, Siglo XXI Editores, México, 1970
– “El sujeto y el poder” Michel Foucualt, Biblioteca Digital
http://www.philosophia.cl, Escuela de Filosofía Universidad ARCIS
– “Lo que queda de Auschwitz. El archivo y el testigo. Homo Sacer III”
Giorgio Agamben, Editorial Pre-Textos, España, 2005
– “Escritos de Filosofía Política” Mijail Bakunin, Alianza Editorial, 1990
– “La voluntad del pueblo” Eduardo Colombo, Editorial Utopía Libertaria
(Argentina), 2006
– “Postestructuralismo y Anarquismo” Todd May, Traducción de Pablo Serrano,
Revista “Ekintza Zuzena” N° 20(España) , 1996 http://www.contranatura.com
– “El concepto de poder en Michel Foucault” Francisco Ávila-Fuenmayor, Revista
de Filosofía “A parte rei” N° 56 (España) , 2007 http://serbal.pntic.mec.es/AParteRei

– “¿La política occidental es co-originariamente biopolítica? Agamben frente


a Foucault y Arendt” Adriano Correia, Revista “Observaciones Filosósficas”
(España) N° 8, 2009 http://www.observacionesfilosofica.net

– “ Del derecho natural a la organización colectiva. Progresión de


Spinoza a Bakunin” José M. Chajtur
http://www.scribd.com/doc/92349097/Del-Derecho-Natural-a-la-Organizacion-
Colectiva-JMCZ

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