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Índice

Dedicatoria
Prólogo

Enero
Febrero
Marzo
Abril
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Junio
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Agosto
Septiembre
Octubre
Noviembre
Diciembre

Créditos
Aurora, 9-4-1992.
Prólogo
Prólogo
Cada día tiene su afán
(y el de España es inmenso)

Tiene razón Luis Suárez cuando dice que España es una de las cinco
grandes naciones que han construido la Historia Universal, con
Inglaterra, Francia, Alemania e Italia. Eso no quiere decir que las otras
naciones no tengan historia –y bellísima muchas veces– ni hayan
aportado nada al mundo, no. Eso quiere decir, simplemente, que el
concepto de universalidad nace precisamente por la acción de estas
cinco naciones en la Historia: son ellas las que han alumbrado ideas,
descubrimientos e invenciones que han dado al mundo la conciencia de
ser tal y el sentimiento de formar una unidad. Basta pensar en el
descubrimiento de América o en la circunnavegación del globo. Y esto,
por cierto, lo hicieron españoles. Hoy nos miramos y nos vemos
pequeños, como enanos que corretean en un mundo de gigantes. Pero lo
que los españoles llevamos en la mochila, con nuestras proezas y
nuestras miserias, es más bien lo otro. Hay que saberlo. Por eso este
libro.
La Historia se hace día a día y cada día tiene su afán. Ningún día se
parece a otro y, no obstante, todos dejan su huella, como un eco, en los días
posteriores, en todos y cada uno de los días de nuestras vidas. Para
cualquier amante de la Historia es estremecedor pensar que tal día como
hoy, en este día gris de nuestra agenda, marcado por la misma rutina de
siempre, fue sin embargo cuando Colón descubrió América, o cuando los
bárbaros invadieron España, o cuando Isabel II partió al exilio o cuando
Cortés entró en Tenochtitlán. Así nuestras vidas son, en el fondo, como
colores nuevos aplicados sobre una pintura más antigua, y basta rascar un
poco en el lienzo para descubrir que la capa más vieja permanece sobre la
tela, hablándonos y, aún más, revelándonos el secreto de quiénes somos.
Hoy nos llamamos españoles porque antes, tal día como hoy, otros
hicieron España. Hoy hablamos nuestra lengua de un modo determinado
porque antes, tal día como hoy, alguien escribió una Gramática. Hoy
habitamos en nuestra ciudad porque antes, tal día como hoy, alguien la
pobló por primera vez. Todos esos «alguien» no desaparecieron en la nada,
sino que siguen ahí, hablándonos, aun cuando habitualmente no percibamos
su presencia. En el fondo toda existencia, individual o colectiva, es la suma
de otras existencias anteriores. Sobre esa herencia construimos nosotros
nuestra propia trayectoria. Otros vendrán mañana a pisar sobre la misma
huella que nosotros dejamos. El día que perdamos la conciencia de esa
continuidad, habremos extirpado una dimensión fundamental de la
condición humana: la historicidad.
Este almanaque de la Historia de España pretende ser un instrumento
para no perder esa dimensión. Es un recordatorio de quiénes somos y de
dónde venimos. El formato de calendario intenta ofrecer algo más que una
sucesión de efemérides más o menos completas (¡nunca ninguna estará
completa!), algo más que una lista de hechos importantes o de jalones en el
camino. Este calendario imposible, donde el paso de un día a otro nos
mueve tres o cuatro siglos en el tiempo, nos acerca la idea de que la
Historia, de algún modo, siempre está teniendo lugar. La destrucción del
sentido cronológico hace aparecer un sentido diferente, propiamente
transhistórico, donde Churruca convive con la Beltraneja y Cánovas con
don Pelayo. ¿Qué tenía esa gente en común? Algo muy importante:
nosotros, hoy.
La Historia no es una sucesión de ciclos repetitivos, aquellos «ciclos
desconsolados» que deploraba Agustín de Hipona. Es verdad que la libertad
humana construye la Historia. Pero tampoco es una línea que empezó
alguna vez, quizá ya olvidada, y ha de llevarnos a alguna meta desconocida
–preferentemente, bella– por un camino siempre nuevo; porque los
hombres, en el fondo de sí, son siempre lo mismo, e idénticas son sus
pasiones y sus razones. Ni ciclo ni línea, pues. Más bien podemos
imaginarnos el flujo de la Historia como el hilo que gira en torno a un
ovillo: no podemos dejar de ser lo que somos, y por eso siempre damos
vueltas sobre lo mismo, pero, de igual manera, tenemos en nuestras manos
la herramienta de la libertad, de modo que cada giro puede ser
sustancialmente distinto al anterior. El conocimiento de la Historia sirve,
también, para saber qué dirección evitar y cuál otra tomar, y en esa
experiencia se enriquecen los pueblos y los individuos. Esta disquisición
puede parecer banal, pero no es intempestiva cuando vemos cómo tanta y
tan poderosa gente se empeña, todos los días, en hacernos olvidar quiénes
somos.
Por supuesto, la selección de acontecimientos que aquí presentamos es
perfectamente discutible. El criterio general ha sido escoger aquellos
hechos que más han marcado nuestra construcción como realidad histórica
y que más han determinado nuestra existencia presente. Eso, por cierto,
afecta no solo a la España peninsular, sino también a la huella española en
América y Asia. Con toda seguridad se habrán quedado en el tintero mil
hechos y mil personajes que habrían merecido algún desarrollo. En
compensación, todo lo que aquí aparece es trascendental, y no solo las
grandes batallas o los grandes movimientos políticos, sino también los no
menos grandes genios de las artes o el pensamiento. Leerlos con su día y su
año ayuda a situarlos en el tiempo y, sobre todo, a situarnos a nosotros en su
estela.
Retomemos la idea de Suárez: España es una de las cinco naciones que
han construido la Historia Universal. Léase este almanaque como un
dietario posible de la vida de España. De nuestras vidas, al fin y al cabo.
Enero
1
de enero
Nace Rodrigo Borgia, papa Alejandro VI

Tal día como hoy del año 1431 nacía en la localidad valenciana de
Játiva Rodrigo de Borgia (en realidad, Borja), que será papa como
Alejandro VI y tendrá un papel crucial en la Historia de España. Los
Borja eran un viejo linaje aragonés cuyos primeros antecedentes se
rastrean en la conquista de Valencia en el siglo XIII. La familia –un
verdadero vivero de talentos– ascendió hasta llegar al papado de Roma
en la persona de Alonso de Borja, pontífice con el nombre de Calixto
III en 1455. Con Calixto marchó a Roma su sobrino Rodrigo Llançol y
Borja, que italianizó su apellido como Borgia: ese es nuestro hombre.
Protegido por la influencia familiar y aupado en una inteligencia
extraordinaria, Rodrigo supo ascender en la Curia en un tiempo en el que el
papado era una institución mucho más política que religiosa. Ordenado
sacerdote en 1451, cuatro años después ya era obispo y en 1456 fue
nombrado cardenal para enseguida hacerse cargo de la vicecancillería de la
Iglesia. ¿Nepotismo? Por supuesto, pero también una habilidad descomunal
para la diplomacia, la intriga, la administración y el juego a largo plazo en
una Iglesia que actuaba habitualmente como juez y parte en los grandes
conflictos internacionales. De hecho, muerto su tío Calixto, todos los papas
siguientes mantendrán a Rodrigo en su puesto de vicecanciller. En calidad
de tal, amañó la bula para legitimar el matrimonio de Isabel de Castilla y
Fernando de Aragón, un asunto que sería decisivo para la historia posterior.
Rodrigo de Borja llegó al papado en 1492, el año de los prodigios, con
el nombre de Alejandro VI. No era, ciertamente, un hombre santo, pero
pocos en la Curia lo eran. Mientras garantizaba a su numerosa progenie un
buen pasar –se le atribuyen nueve hijos–, Alejandro neutralizaba las
ambiciones francesas sobre Italia, reorganizaba la maltrecha salud de los
estados papales, arbitraba los conflictos de Nápoles –con ventaja para el
lado español– y delimitaba los derechos de España y Portugal en el nuevo
mundo descubierto al otro lado del Atlántico. Nombró al primer vicario
apostólico en América, el catalán Bernardo de Boil, y subrayó la obligación
de evangelizar a los indígenas. Él fue quien concedió a Isabel y Fernando el
título de «Reyes Católicos».
Alejandro VI, Rodrigo Borgia, murió después de un banquete en 1503.
Sus hijos César y Lucrecia serán incapaces de consolidar el poder de los
Borgia en Italia, pero de otro de sus vástagos, Juan, duque de Gandía, saldrá
nada menos que San Francisco de Borja.

Otros hechos
1540: En Cuzco, Perú, el conquistador Pedro de Valdivia parte
hacia Chile.
1820: En Las Cabezas de San Juan, Sevilla, el general Rafael
de Riego, al mando de un ejército que debía acudir a América
para sofocar las insurrecciones independentistas, se subleva
para que el rey Fernando VII acate la Constitución de 1812.
1913: En Madrid, el líder conservador Antonio Maura,
amenazado por la izquierda, criticado por los liberales y
acosado por la oligarquía, renuncia a su escaño y a la jefatura
del partido.
2
de enero
La toma de Granada

Tal día como hoy, 2 de enero de 1492, tras diez años de guerra, las
tropas de los Reyes Católicos entraban en Granada, el último estado
islámico de la península. El rey nazarí, Boabdil, rendía la ciudad y
negociaba con Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, las
condiciones de la capitulación. Pocos días más tarde, el 6 de enero, los
Reyes Católicos harán su entrada triunfal en las calles granadinas.
El Reino nazarí de Granada había sobrevivido a la hecatombe
musulmana de Las Navas de Tolosa, en 1212, por un azaroso cúmulo de
circunstancias: deshecho el poder almohade en Al-Ándalus, las grandes
familias moras se las arreglaron para salvar los muebles a favor de la
orografía, que protegía el espacio granadino, y ante el desinterés de los
reinos cristianos, que en la época atendían más a sus propios problemas. Así
pudo crecer un floreciente reino que abarcaba desde las sierras de Málaga y
Cádiz hasta Almería y desde Sierra Morena hasta el Mediterráneo. Vasallos
de Castilla unas veces y de Aragón otras, y al mismo tiempo en estrecho
contacto con los señoríos musulmanes del norte de África, la oligarquía
nazarí (de Nasr, el nombre del fundador) construyó un auténtico emporio de
riqueza. El siglo XIV fue su momento de apogeo. Después, las guerras de
poder entre los grandes clanes locales empezaron a desgarrar el reino. La
decadencia ya no tendría vuelta atrás.
Para Isabel de Castilla y Fernando de Aragón la toma de Granada será
una obsesión permanente. Después de una larga y compleja combinación de
política y guerra, el reino nazarí había terminado cayendo bajo sus propias
querellas internas. Los últimos compases del conflicto fueron en realidad
una larguísima negociación sobre los términos de la capitulación. Una vez
lograda, la conquista será un acontecimiento de alcance universal. No solo
fue decisiva para la Historia de España. Toda Europa la vivió, en aquel
mismo momento, como una noticia formidable, uno de esos sucesos que
hoy llenarían horas de radio y televisión, portadas y portadas de periódicos.
En Roma se celebraron grandes solemnidades religiosas que culminaron
con una gigantesca procesión de tres días, presidida por el papa. La santa
sede otorgó a los reyes de España el título de reyes de Jerusalén por esta
gesta. En el reino de Nápoles, la victoria cristiana fue conmemorada con
una obra teatral cuyos personajes alegóricos eran la Alegría, el Falso
Profeta Mahoma y la Fe. En Londres, en la abadía de Westminster, el
Canciller de la Corona, ante una enorme multitud convocada por las
campanas, anunció solemnemente la victoria de los cristianos sobre los
musulmanes.
Así desaparecía el último reducto de poder musulmán en España desde
aquel lejano año de 711. La Reconquista había terminado.

Otros hechos
1553: En Lima, virreinato del Perú, abre sus puertas la
Universidad de San Marcos, la primera de América.
1762: Inglaterra declara otra vez la guerra a España.
3
de enero
El general Pavía disuelve la I República

Tal día como hoy, 3 de enero de 1874, la guardia civil irrumpía en las
Cortes y disolvía la I República española. Ha pasado a la leyenda la
figura del general Pavía, capitán general de Castilla la Nueva (Madrid),
entrando a caballo en el Congreso. En realidad Pavía jamás entró a
caballo. Ni siquiera a pie. El militar se limitó a enviar a una dotación de
la Benemérita, lo cual fue suficiente para derribar a un gobierno tan
débil que su presidente, Eduardo Palanca, había tenido que ser llevado
a rastras al parlamento, porque no quería aceptar el cargo.
La I República había nacido en febrero de 1873 tras la renuncia al
trono de Amadeo de Saboya, el rey de lance elegido por los generales que
promovieron la revolución liberal de 1868. Si el gobierno revolucionario
había sido un caos y el reinado de Amadeo una caricatura, la I República
será una casa de locos. Con cuatro presidentes en menos de un año, España
se debatía entonces entre la guerra carlista y la amenaza cantonalista, que
estaba despedazando al país. El capitán general de Madrid, Manuel Pavía
Rodríguez de Alburquerque, gaditano de cuarenta y seis años, un militar de
izquierdas que había hecho carrera a la sombra de Prim, advirtió al poder de
que si los federalistas se hacían con el Gobierno tendría que intervenir,
porque la ruptura de la unidad nacional estaba asegurada. Los federalistas
se hicieron, en efecto, con el control del poder y Pavía, apoyado por todo el
ejército y la mayoría de la población, cumplió su palabra: envió una nota al
presidente de las Cortes, Salmerón, ordenándole que «desalojara el local».
Salmerón se negó y la guardia civil hizo acto de presencia. Los diputados
abandonaron entonces el hemiciclo.
Una vez disueltas las cortes, Pavía mandó llamar al general Serrano y a
Sagasta, jefes de los partidos, y puso el poder en sus manos. Serrano
instauró una república unitaria bajo un gobierno de corte autoritario que aún
duraría otro año. Después, en 1875, vendría la restauración borbónica en la
persona de Alfonso XII. En cuanto al general Pavía, su intervención le
había hecho tan popular que se presentó a diputado por Madrid y obtuvo el
90 por ciento de los votos. Le aguardaba todavía una brillante carrera
política y militar: senador vitalicio en las Cortes de la monarquía
restaurada, capitán general sucesivamente de Cataluña y, nuevamente, de
Castilla la Nueva (donde sofocó el levantamiento republicano de
Villacampa), presidente del Consejo Supremo de Guerra y Marina y
finalmente, en 1892, capitán general. Pavía murió en 1895.

Otros hechos
1831: Se inaugura la Escuela de Tauromaquia de Sevilla, la
única de su género en España y en América, aprobada el año
anterior por Fernando VII. Durará tres años.
1938: La guarnición nacional de Teruel se rinde a las tropas
republicanas en la batalla de Teruel. Será la única capital de
provincia recuperada por el Frente Popular en toda la guerra.
1979: El Gobierno español de Adolfo Suárez firma con la
Santa Sede un nuevo concordato, en sustitución del de 1953.
4
de enero
Muere Benito Pérez Galdós

Tal día como hoy, 4 de enero de 1920, moría en Madrid a los setenta y
seis años de edad Benito Pérez Galdós, uno de los nombres
fundamentales de la literatura española y figura eminente de la novela
del siglo XIX.
Galdós había nacido en 1843 en Las Palmas de Gran Canaria, hijo de
un coronel del ejército que llenó su imaginación infantil con historias de la
Guerra de la Independencia. Enamorado perdidamente de una prima suya,
sus padres decidieron enviarle a estudiar a Madrid, y desde entonces se
afincó en la capital de España. Inició la carrera de Derecho, que no
concluyó, y pronto empezó a escribir en periódicos. En 1870 publicó su
primera novela: La fontana de oro, pero la obra que le consagró fueron los
Episodios nacionales, una larga e intensa crónica de la España del XIX que
comenzó a publicarse en 1876 y seguiría apareciendo hasta 1912. Los
Episodios nacionales son cuarenta y seis novelas históricas repartidas en
cinco series que reconstruyen toda la España decimonónica. Obra irregular
y heterogénea, sin embargo constituye un material de primer orden para
conocer la vida nacional en aquel periodo.
Dotado de una prodigiosa capacidad de observación y de una memoria
visual sobrehumana, Galdós se convirtió en el perfecto retratista de la
España de su tiempo. Sus grandes novelas sociales –Miau, Fortunata y
Jacinta, Marianela, Nazarín– son el dibujo minucioso de un tiempo y un
país. Hombre de ideas izquierdistas, participó en la vida política, pero sin
compromisos. Sagasta le hizo diputado por Puerto Rico en 1886, pero jamás
pisó su circunscripción. Teóricamente era republicano y progresista, pero
sus amigos eran de derechas: Pereda, Pérez de Ayala, Menéndez Pelayo…
Académico de la Española desde 1897, su nombre se barajó para el Nobel
en 1912. Galdós obtuvo muy pronto el reconocimiento del público, pero era
un administrador calamitoso. A sus problemas con su primer editor, que
terminaron en los juzgados, se añadió su carácter esencialmente manirroto.
Terminó empeñándose con todos los usureros de Madrid; los cuales, por
supuesto, jamás cobraron sus deudas. Más de 30.000 madrileños
acompañaron a su cadáver hasta el cementerio madrileño de La Almudena.

Otros hechos
1493: Cristóbal Colón zarpa de La Española (actual República
Dominicana) después de su primer viaje. Está persuadido de
haber llegado a las Indias por occidente.
1857: Se inaugura el ferrocarril Mataró-Arenys de Mar. El
primer ferrocarril se había creado nueve años antes entre
Barcelona y Mataró.
1904: El Gobierno Maura crea el Centro de Ensayos de
Aerostación, bajo la dirección de Leonardo Torres Quevedo. Es
el nacimiento de la aeronáutica en España.
1969: Tratado de Fez: España reconoce la soberanía marroquí
sobre Ifni a cambio de derechos de pesca en aquellas aguas.
1977: Promulgación oficial de la Ley de Reforma Política,
paso clave en la transición desde el régimen de Franco a la
democracia parlamentaria.
5
de enero
Abdicación de Ramiro II de León

Tal día como hoy, 5 de enero del año 951, abdicaba el rey de León
Ramiro II, el último gran monarca de la casa asturiana. Hijo de
Ordoño II y nieto de Alfonso III Magno, Ramiro pertenecía al linaje
que había obrado el milagro de la supervivencia del viejo reino de
Asturias, el solar de la Reconquista, que desde el año 910 había
trasladado su capital –y su nombre– a la vieja ciudad legionaria: el
reino de León.
Ramiro había subido al trono en el año 931 después de un complejo
proceso donde no faltó la sangre. Ocurrió que la corona de Ordoño II no fue
para los hijos del rey, sino para su hermano Fruela II. Pero este murió al año
siguiente (de lepra) y entonces los hijos de Fruela y los de Ordoño tuvieron
que pelear por la corona. Ganaron los Ordóñez, que se repartieron el reino:
León para Alfonso, Galicia para Sancho y Portugal para Ramiro. Ahora
bien, Sancho murió y sus tierras pasaron a Ramiro. Y enseguida Alfonso,
deprimido por la muerte de su esposa, abdicó en nuestro personaje. Para
desdicha de la cristiandad, tanto los hijos de Fruela como el propio Alfonso,
arrepentido de su decisión, no dejarían de conspirar para recuperar lo
perdido. Hubo guerra. Y ganó Ramiro.
Ramiro II tuvo que hacer frente entonces a un enemigo mucho más
poderoso: Abderramán III, el califa cordobés, que envió incesantes ejércitos
contra la frontera cristiana. Ramiro supo ganarse la alianza de navarros y
aragoneses e hizo frente a Abderramán en Simancas, una de las batallas más
importantes de la Edad Media española, donde las armas cristianas
desarbolaron a las musulmanes infligiéndoles una feroz derrota. Aquella
victoria permitió a León llevar la frontera hasta la cuenca del Tajo. Era el
año 939. El resto fue gobernar: Ramiro II levantó un nuevo palacio en
León, reorganizó la administración, creó una red de monasterios para
vertebrar el territorio e incluso domó los afanes independentistas del conde
de Castilla, Fernán González. Un gran rey.
Corría enero de 951 cuando Ramiro II, enfermo de muerte, abdicó.
Murió muy poco después: según las fuentes cristianas, ese mismo mes de
enero; según las fuentes moras, algo más tarde, en junio. Así lo cuenta la
crónica de Sampiro: «Murió de enfermedad propia y descansa en un
sarcófago junto a la iglesia de San Salvador, próximo a la tumba que hizo
construir para su hija, la infanta Elvira. Reinó diecinueve años, dos meses y
veinticinco días». Con Ramiro II desaparecía el último gran monarca del
linaje asturiano. Inteligente, enérgico, piadoso, hábil político, buen
estratega, había llevado la herencia asturleonesa a su cénit. A partir de su
muerte, en aquel invierno de 951, todo cambiaría.

Otros hechos
1543: Fray Bartolomé de Las Casas desembarca en San
Francisco de Campeche, México.
1548: Nace Francisco Suárez, «doctor eximius», cumbre de la
teología y la filosofía.
1744: Nace Gaspar Melchor de Jovellanos, político y escritor,
nombre clave de la Ilustración en España.
1813: Las Cortes de Cádiz declaran abolida la Inquisición en
España y en América.
1936: Muere Ramón María del Valle-Inclán.
6
de enero
Cristóbal Colón funda La Isabela

Tal día como hoy, 6 de enero de 1494, nacía formalmente la ciudad de


La Isabela, primera digna de ese nombre que los españoles levantaron
en el Nuevo Mundo. Fue en la isla de La Española durante el segundo
viaje de Cristóbal Colón.
El primer asentamiento, el Fuerte Navidad, había sido destruido por
los ciguayos del cacique Caonabó. Había que buscar un nuevo
emplazamiento: lejos de Caonabó, para evitar complicaciones, pero cerca
de los yacimientos de oro; cerca del mar, para poder instalar un puerto, y a
la vez cerca de la montaña y la selva, para que no faltara caza; sobre todo,
tenía que estar cerca de las tierras de los indios amigos, los del cacique
Guacanagarí. Durante un mes nuestros exploradores recorrieron la costa
norte de la isla en busca del emplazamiento idóneo. No fue fácil: donde
había grandes ríos y buenos puertos, las tierras eran bajas y pantanosas, con
poca piedra para construir y de mala defensa ante cualquier ataque.
A mediados de diciembre de 1493, los nuestros empezaron a perder la
esperanza. Para colmo de males, una terrible tempestad cubrió los cielos de
La Española. La tormenta, sin embargo, iba a resultar providencial.
Buscando refugio en la costa, los españoles descubren exactamente lo que
están buscando: un buen puerto natural bajo una peña donde perfectamente
podría elevarse una fortaleza; tierra adentro, una ancha llanura de tierras
fértiles colmadas de vegetación; en las proximidades, dos ríos que
procurarían un abastecimiento permanente de agua. Era el sitio adecuado
para levantar una ciudad.
La tripulación desembarcó a toda prisa los pertrechos. Había que
ponerse a trabajar: repartir solares, trazar calles, situar plazas. Se reservó un
sitio para la iglesia. Otro para el hospital. Y otro lugar bien pensado para
guardar las municiones de la armada. Repartidas las tierras, cada cual
empezó a hacerse su casa lo mejor que pudo. Las casas públicas –la iglesia,
el hospital, etc.– se levantaron con piedra y tapias de barro y cantos.
También de piedra se hizo la casa del almirante. Y las otras viviendas se
construyeron con el ingenio de cada cual: madera, paja, barro… Por los
restos arqueológicos sabemos que no fue poca cosa: doscientas viviendas.
En poco más de un mes, los españoles edificaron la primera ciudad
española del Nuevo Mundo. A la ciudad le faltaba un nombre. ¿Cómo
llamarla? La pregunta tenía fácil respuesta. ¿A quién debían todos los allí
presentes su mayor devoción de fieles súbditos de la Corona? A la reina
Isabel de Castilla. Por eso se llamó La Isabela. Su primer alcalde fue
Antonio de Torres, marino y armador, amigo de Colón. Como cabeza del
consejo de gobierno actuará el fraile catalán fray Bernardo de Boil.

Otros hechos
1416: Fernando de Trastámara, Fernando I de Aragón,
abandona el partido de los papas de Aviñón en el cisma que
divide a la Iglesia de Occidente.
1587: Nace Gaspar de Guzmán y Pimentel, conde-duque de
Olivares.
7
de enero
Nace Abderramán III, primer califa
de Al-Ándalus

Tal día como hoy, 7 de enero de 891, nacía en Córdoba Abderramán


III, que llegaría a ser el primer califa independiente de la dinastía
Omeya.
¿De dónde había salido este Abderramán? De una mezcla singular de
sangre árabe y española. Treinta años atrás, en 860, el príncipe Fortún
Garcés de Pamplona había sido llevado a Córdoba en calidad de rehén; con
él viajaba cautiva su hija Oneca. Esta Oneca fue entregada en matrimonio al
entonces príncipe Abdallah. Oneca tuvo un hijo de Abdallah: Muhammad.
Oneca volverá a Pamplona, pero Muhammad se quedará en Córdoba.
Pasará el tiempo y este Muhammad, medio omeya y medio pamplonés, se
casará con otra cautiva cristiana: la concubina Muzayna. De Muzayna nace
Abderramán. Cuando Muhammad muera asesinado en una de las
innumerables intrigas de la corte, Abderramán, nieto de pamplonesa, hijo de
cristiana, será designado como sucesor.
Abderramán III llegará al trono con veintiún años y reinará durante
casi medio siglo. No es difícil hacer su retrato psicológico: criado en un
auténtico lago de sangre, asesinado su padre, ejecutado su tío, había crecido
en un mundo que se desmoronaba. Estudioso y reservado, enérgico e
introvertido, inteligente y duro, Abderramán era muy consciente de la
situación caótica del emirato, desgarrado por luchas territoriales, con los
gobernadores locales convertidos en poder autónomo y, para colmo, un
levantamiento cristiano en el interior, el de Omar ben Hafsún. El nuevo
emir multiplicará las campañas militares con una áspera mezcla de
ferocidad y diplomacia. Sus tropas asolarán Andalucía, Extremadura,
Levante y Toledo, siempre con esa combinación de crueldad y generosidad
que le permitirá ganarse tanto el temor como la sumisión de los antiguos
rebeldes. En 929, sin enemigos vivos en Al-Ándalus, Abderramán se
proclamará califa, poniéndose en pie de igualdad con los califas de
Damasco como enviado de Alá. Córdoba vivirá su mayor esplendor.
Un gran personaje, pues, Abderramán III. Pero también un tipo de una
crueldad sin límites. En cierta ocasión hizo quemar el rostro de una
concubina porque le rechazó un beso. A otra, por idéntico motivo, la hizo
decapitar en el harén; el verdugo se llevó como premio las perlas que
cayeron del collar roto de la desdichada. Es el mismo Abderramán que hizo
decapitar ante la corte a su hijo Abdallah porque había conspirado contra él.
El mismo que, fastidiado por unos esclavos negros, los hizo colgar de las
palas de una noria hasta que murieron ahogados. Y el mismo que
encaprichado de un mozalbete cristiano cautivo, Pelayo, sobrino del obispo
de Tuy, quiso violarle; como Pelayo se negó, Abderramán le mandó matar.
Hoy veneramos a este muchacho como San Pelayo.

Otros hechos
1536: Muere Catalina de Aragón, reina consorte de Inglaterra,
esposa de Enrique VIII, hija de los Reyes Católicos.
1720: Nace José de Gálvez, gran político y jurista, hermano
del héroe Bernardo de Gálvez.
1936: Alcalá-Zamora disuelve las Cortes y convoca elecciones
para el 16 de febrero.
8
de enero
Muere el general Espartero

Tal día como hoy, 8 de enero de 1879, moría a los ochenta y cinco años
de edad el general Baldomero Espartero, príncipe de Vergara, virrey de
Navarra, dos veces presidente del Consejo de ministros, regente del
Reino entre 1840 y 1843 y figura decisiva en el siglo XIX español. Tan
decisiva que en 1868 los sublevados de la revolución autodenominada
«gloriosa» le ofrecieron la corona de España, que el general, ya
anciano, rechazó.
Manchego de Granátula de Calatrava, donde había nacido en 1793,
Espartero será el prototipo de «espadón» de la España decimonónica:
militar de profesión, liberal de convicción, probablemente masón (varias
fuentes lo señalan como iniciado durante su estancia en América) y con
permanentes incursiones en la vida política. Espartero iba para clérigo, pero
bien pronto las circunstancias le apartaron del camino: el levantamiento
contra los franceses en 1808 le metió en la vida militar. De uniforme
conoció las amarguras de aquella guerra; también las convulsiones políticas
de las Cortes de Cádiz. Como tenía estudios universitarios, fue promovido a
oficial. Terminada la guerra contra el francés, en 1814 pasó a las Indias con
grado de teniente para combatir los levantamientos independentistas. Fue
una guerra compleja, marcada por las divisiones políticas entre la propia
oficialidad española: liberales contra absolutistas. En todo caso, allí
Espartero se cubrió de gloria: en 1823 ya era brigadier, empleo intermedio
entre coronel y general.
La guerra con los independentistas de América se perdió, pero España
andaba metida en sus propias guerras: la gran oposición entre liberales y
tradicionales que ocupará todo el siglo XIX y cuyo exponente más
encarnizado fueron las guerras carlistas. Fue en la primera de ellas donde
Espartero, liberal, isabelino, se encumbró como un héroe popular gracias
tanto a sus éxitos en el campo de batalla como a las simpatías que
despertaba entre la opinión liberal, sobre todo en las clases urbanas. Su
éxito venía a coincidir con el desplome de la regencia de María Cristina,
acosada por la agitación liberal. En medio del caos general, la figura de
Espartero aparecía como la del caudillo popular por excelencia. Y para él
fue la regencia, que desempeñó entre 1840 y 1843. Sus frecuentes accesos
de cólera le empujaron a decisiones tan drásticas como la violenta represión
del levantamiento de O’Donnell en 1841 o los bombardeos de Barcelona en
1842 y Sevilla en 1843. Fue desalojado del poder en aquel año y conoció el
exilio, pero su prestigio de caudillo entre las clases populares no menguó, al
revés: cuando la tortilla se dio la vuelta, en 1854, regresó en olor de
multitud para presidir el consejo de ministros una vez más. Fue el llamado
«bienio progresista». Tras esa experiencia, se retiró definitivamente, aunque
su figura siguió siendo un referente para la clase política liberal española.

Otros hechos
1562: Se abre la tercera convocatoria del Concilio de Trento,
dominada por los españoles Domingo de Soto, Diego Laínez y
Melchor Cano, entre otros.
1601: Nace en Belmonte de Zaragoza el filósofo Baltasar
Gracián.
9
de enero
Llega a España el primer cargamento
de oro del Perú

Tal día como hoy, 9 de enero de 1534, llegaba a Sevilla la nao «Santa
María del Campo» con el primer cargamento de oro del Perú. Venía al
mando del conquistador Hernando Pizarro, enviado a España por su
hermano Francisco como testimonio de la victoria sobre los incas.
Aquel cargamento era el «quinto real», es decir, el 20 por ciento de las
ganancias obtenidas en la conquista, que por ley pertenecía a la Corona. Era
un botín fabuloso: 153.000 pesos de oro y 5.048 marcos de plata, además de
numerosos objetos de oro, plata y piedras preciosas. Fue preciso el concurso
de decenas de hombres, veintisiete arcones y catorce bueyes para trasladar
el cargamento hasta la Casa de la Contratación, cabeza del comercio con las
Indias.
Entre 1503 y 1510 ya se habían extraído cinco toneladas de oro de las
minas de Nueva España, es decir, México. En la década siguiente esa cifra
se duplicó. Las cifras de la Casa de la Contratación sobre las entradas de
oro son bien conocidas: casi 800 kilos de oro al año entre 1503 y 1520 (el
oro de las Antillas), gran descenso en los años siguientes por el agotamiento
de los filones, fuerte recuperación a partir de 1531 con 14.466 kilos de oro
hasta 1540, ascenso a 24.957 kilos para el decenio siguiente y un pico de
42.640 kilos para el periodo 1551-1560. A partir de aquel momento la
producción de oro cayó en picado: en los últimos cuarenta años del siglo
XVI entraron «solo» 52.511 kilos de oro. Pero la producción de plata
compensaba con creces el descenso del oro. A cambio, en la América
española entraron los más variopintos productos de Europa, desde el azogue
hasta la ropa de lujo o el vino. Las principales minas de oro del continente
estaban en Carabaya, Antioquia, Chocó, Popayán y Zaruma. En torno a esos
centros se desarrolló una pujante burguesía y crecieron núcleos urbanos
muy desarrollados que aún hoy perviven.
Una nota importante: los registros de la Casa de la Contratación solo
reflejan el valor del metal que entraba en España, porque una parte no
desdeñable permanecía en las Indias, en manos de los propietarios de las
explotaciones. Así se pagaron las catedrales, las universidades, los colegios,
los puertos, los acantonamientos de tropas, las ciudades, los conventos, las
misiones… Las minas no eran propiedad de la Corona: eran propiedades
privadas. La Corona participaba de los beneficios con impuestos de diverso
tipo e, instrumentalmente, con los envíos de azogue, o sea, el mercurio, que
era preciso para extraer el oro. ¿Qué parte de la extracción minera viajaba a
España? Uno, los beneficios privados, que normalmente se reinvertían en
propiedades y bienes; dos, el tributo a la Corona, que pasaba a las arcas
reales. Aquel flujo constante financió el imperio.

Otros hechos
638: Comienza en la España visigoda el VI Concilio de
Toledo, que tratará de proteger a la figura del rey frente a
enemigos y conspiradores.
1570: Llega a Lima la cédula que implanta la Inquisición en
Perú. Sus atribuciones no se extienden a los indios, a los que se
considera «neófitos en la fe».
10
de enero
Se crea la orden del Toisón de Oro

Tal día como hoy, 10 de enero de 1429, se creaba la orden del Toisón
de Oro, que pronto colgará sobre el pecho de los reyes de España. Fue
creada por el duque Felipe III de Borgoña para celebrar su matrimonio
con la princesa portuguesa Isabel de Avis. En España llegará con su
bisnieto, Felipe el Hermoso, que desposó a Juana la Loca, hija de los
Reyes Católicos.
La orden del Toisón de Oro fue concebida como una orden de
caballería, al estilo de la orden inglesa de la Jarretera. Su lema era «Hiere
antes de que se vea la llama», solo podía pertenecer a ella un número
limitado de caballeros de religión católica y su signo distintivo era un
vellocino o vellón de cordero, colgado de un collar de eslabones
entrelazados de pedernales o piedras centelleantes inflamadas de fuego con
esmalte azul y rayos de rojo. ¿Por qué un vellocino de cordero? No se sabe
bien. El vellocino evoca directamente la leyenda mitológica de Jasón y los
argonautas, el vellocino de oro de la tradición griega, pero el cordero es
también la prenda que Gedeón, en la Biblia, ofrece a Dios en sacrificio
como acción de gracias por la victoria.
El grado de Gran Maestre del Toisón de Oro pasó de Felipe el
Hermoso a su hijo Carlos I, el emperador, y desde entonces todos los reyes
de España han ostentado este título. El Toisón de Oro simboliza el
compromiso de defender la religión católica. También es así, hoy en día, en
el caso del rey de España. Con la restauración de la monarquía en 1975, la
corona nombró caballeros del Toisón a un singular número de
personalidades de la vida pública, siempre por su vinculación personal o
política a la monarquía: el marqués de Mondéjar (jefe de la Casa del Rey),
el duque de Alburquerque, Torcuato Fernández Miranda, José María
Pemán, Adolfo Suárez, el socialista Javier Solana (exsecretario general de
la OTAN), el académico García de la Concha… En cuanto a las
personalidades extranjeras, es habitual que la corona invista con el collar a
jefes de Estado de países con los que se ha trabado una relación
especialmente intensa. Sorprendentemente, en 2007 el rey Juan Carlos hizo
caballero del Toisón de Oro al rey de Arabia Saudí Abdulá bin Abdelaziz
Al-Saud, «guardián de los Santos Lugares» (musulmanes).

Otros hechos
1503: Se crea en Sevilla la Casa de la Contratación para
regular el tráfico marítimo y la explotación comercial de las
tierras descubiertas en las Indias.
1514: Se publica la Biblia políglota complutense, la primera
multilingüe (hebreo, griego, latín y arameo), bajo el impulso
del cardenal Cisneros.
1706: Muere Luisa Roldán, «la Roldana», escultora e
imaginera, la primera mujer que inscribe su nombre de forma
autónoma en la Historia del Arte en España.
1877: El gobierno de Cánovas del Castillo establece el servicio
militar obligatorio. Prescribía cuatro años de servicio en filas y
otros cuatro en la reserva.
1880: Nace Manuel Azaña, político y escritor, que será
presidente de la II República española.
11
de enero
Nace Teodosio el Grande,
emperador romano

Tal día como hoy, 11 de enero del año 347, nacía en Coca, en Segovia
(aunque hay quien dice que en Itálica, junto a Sevilla), el emperador
romano Teodosio el Grande, uno de los tres emperadores que Hispania
dio a Roma, con Adriano y Trajano.
Teodosio vino al mundo en una situación extremadamente convulsa: el
Imperio romano se hundía víctima de las guerras internas y de la presión de
los bárbaros en la frontera. El territorio imperial era en realidad una
asamblea mal cosida de gobernaciones locales atravesada por las disputas
entre facciones diversas y por la guerra contra los distintos pueblos
bárbaros, en especial los godos que avanzaban por Europa oriental. Nuestro
hombre, hijo de un militar de fama, combatió en las islas británicas y en el
Danubio. El imperio se dividió en dos mitades: la oriental y la occidental.
Teodosio llegó al trono como reemplazo del emperador oriental. Era el año
378. Catorce años después unirá además a su trono el imperio de occidente,
después de vencer a sus rivales en el campo de batalla. Señala la tradición
que un milagroso viento detuvo las fuerzas de su rival. El hecho es que
Roma volvía a ser una.
Teodosio pactó con los godos, a los que incorporó a sus legiones; no
siempre tuvo éxito, pero al menos hizo que los bárbaros se pelearan entre sí.
A cambio, concedió a sus nuevos aliados amplios territorios donde eran
prácticamente independientes. Junto a todo eso, el 27 de febrero de 380
declaró el cristianismo católico como la única religión imperial legítima.
Fue una decisión trascendental, porque desde entonces Roma será la cabeza
de la cristiandad. El imperio se mantuvo unido hasta su muerte, en el año
395, por causa de un edema vascular. Sus hijos Arcadio y Honorio se
repartirán el imperio. Con ellos la vieja Roma se derrumbará
definitivamente.
Teodosio el Grande tuvo además una hija: Gala Placidia, secuestrada
por los godos, que terminará casándose con el rey godo Ataúlfo y después,
viuda y tras un sinfín de vicisitudes, acabará como emperatriz de Roma. Y
de Teodosio nos queda su disco: un portentoso objeto de plata con un
diámetro de 74 centímetros fabricado para conmemorar el aniversario de su
reinado. Lo encontraron por azar en Almendralejo en 1847.

Otros hechos
1505: Tras la muerte de Isabel la Católica en noviembre de
1504, las Cortes de Toro, en Castilla, declaran reina a Juana la
Loca y reconocen regente a Fernando de Aragón.
1565: El conquistador Legazpi toma posesión para España de
las Islas Carolinas, hoy llamadas «Marshall», en Oceanía.
1875: Alfonso XII llega a Valencia para hacerse cargo del
trono de España tras el hundimiento de la I República y el
pronunciamiento del general Martínez Campos.
1923: Juan de la Cierva prueba con éxito su autogiro en Getafe
y Cuatro Vientos.
1945: Ley fundacional del Instituto de Cultura Hispánica para
estrechar relaciones con Hispanoamérica. Hoy se llama
Agencia Española de Cooperación Internacional para el
Desarrollo.
12
de enero
La matanza de Casas Viejas

Tal día como hoy, 12 de enero de 1933, tuvo lugar la Matanza de


Casas Viejas, durante la II República española, bajo el gobierno de
Manuel Azaña. Fue un episodio más dentro del acoso al que los
anarquistas sometieron al poder republicano, pero iba a tener
consecuencias de enorme alcance.
En enero de 1933 los anarquistas de la CNT habían declarado una
huelga general revolucionaria. La huelga fue fácilmente controlada por el
Gobierno, en manos de los republicanos de izquierdas y del PSOE, pero en
el pueblo gaditano de Casas Viejas unos centenares de campesinos logaron
hacerse fuertes y proclamaron el comunismo libertario. Decididos a todo,
los anarquistas asaltaron el cuartel de la guardia civil matando a dos
guardias. Entonces el Gobierno Azaña envió a la Guardia de Asalto, la
policía republicana, con órdenes de sofocar enérgicamente la revuelta. La
Guardia de Asalto entró en el pueblo a tiros y quemó la choza donde se
habían refugiado el cabecilla, Francisco Cruz Gutiérrez, alias Seisdedos, y
algunos revolucionarios. La represión se saldó con una veintena de muertos,
muchos de ellos fusilados sobre la marcha.
La violencia de la acción gubernamental levantó una enorme
polvareda. La Guardia de Asalto dijo obedecer órdenes directas de Azaña:
«No quiero heridos, los tiros a la barriga», habría dicho el presidente. Varios
capitanes de aquel cuerpo –Gumersindo de la Gándara, Carlos Cordoncillo
y Manuel López Benito– firmaron un acta en la que sostenían que la
violenta represión no se debió a un abuso arbitrario de la Policía, sino a las
órdenes directamente dictadas por el Gobierno. El acta de los guardias puso
ante los tribunales a Azaña y Largo Caballero, entre otros. La acusación no
llegó a prosperar por razones técnicas, pero el daño político fue serio.
Aunque el Gobierno desvió toda la culpa hacia los guardias, la coalición
republicano-socialista sufrió un grave desgaste. Los socialistas, temerosos
de que los anarquistas de la CNT les comieran terreno en el liderazgo
sindical, se apartaron temporalmente de Azaña. Las siguientes elecciones
las ganaría la derecha.
El episodio iba a tener un epílogo aún más truculento en 1936:
comenzada la guerra civil y con Madrid bajo el control de las milicias del
Frente Popular, los capitanes Gumersindo de la Gándara, Cordoncillo y
López Benito fueron detenidos. Sometidos a juicio, los tribunales los
encontraron limpios de responsabilidades políticas. Pero el director general
de Seguridad, Manuel Muñoz, los entregó al Comité Provincial de
Investigación Pública, la cheka del Frente Popular que los asesinó.

Otros hechos
1072: Sancho II de Castilla derrota a su hermano Alfonso VI
de León en la batalla de Golpejera. Sancho se queda con la
corona leonesa.
1230: Jaime I de Aragón conquista la isla de Mallorca frente a
los musulmanes.
1874: Finaliza la insurrección del Cantón de Cartagena
después de seis trágicos meses de experimento «federal».
13
de enero
Comienza la expulsión de los moriscos

Tal día como hoy, 13 de enero de 1610, comenzaba oficialmente la


expulsión de los moriscos de España. El día anterior se había leído el
bando real en Sevilla. En él se ordenaba la salida inmediata de los
musulmanes en territorio de la Corona, aunque en realidad el proceso
había comenzado años atrás.
Los moriscos eran los musulmanes que permanecían en España desde
el final de la Reconquista en 1492. ¿Cuántos eran? Se calcula que unos
300.000 en una población total de siete millones de habitantes. Eran
particularmente numerosos en áreas de Andalucía y de Levante. Durante un
siglo su integración en la Corona no había supuesto gran problema, pero a
finales del XVI se solaparon varios acontecimientos. Por un lado, la Corona
aspiraba a una mayor homogeneidad social y religiosa. Por otro, los
musulmanes se resistían a abandonar sus prácticas. Pero lo que hizo
insoluble el conflicto fue la guerra de España con el Imperio Otomano y
con las repúblicas piratas de las costas de Argelia.
En efecto, la Corona española, campeona de la cristiandad, se hallaba
en guerra continua tanto con el Imperio Otomano, heredero del califato
regular musulmán, como con los piratas berberiscos, que actuaban
intensamente en el Mediterráneo occidental y, además, se hallaban ya en
abierta alianza con el sultán otomano. A partir de la década de 1560
comienza la agitación entre la población morisca española. Pronto se
constata que el oro argelino y turco estaba sufragando las revueltas de los
moriscos en el sur. La guerra de las Alpujarras, en Granada, dio la medida
de la gravedad del asunto. Fue una guerra atroz, entre 1568 y 1571, que iba
a escribir páginas de auténtico horror.
La revuelta fue sofocada y decenas de miles de moriscos pudieron ser
reasentados en otros lugares de España (entre otras cosas, por la presión de
la nobleza terrateniente, que necesitaba esa mano de obra), pero la presencia
de musulmanes en nuestro suelo estaba tocada de muerte. La situación
exterior e interior permanecía idéntica: los moriscos no se integraban y la
guerra con el turco seguía viva, de manera que el temor a una «quinta
columna» musulmana en España era algo más que una hipótesis. En 1609
se llevaron a cabo los primeros procesos de expulsión, que afectaron sobre
todo al Reino de Valencia. Enseguida, en enero de 1610, seguirán los
moriscos andaluces. El 10 de enero se promulgó la orden, que sería leída
públicamente en los días siguientes. A partir de aquel 13 de enero de 1610,
y a lo largo de los seis años posteriores, unos 275.000 musulmanes
abandonaron España con destino al norte de África.

Otros hechos
587: El rey visigodo Recaredo declara su adhesión a la fe
católica, rompiendo con el arrianismo de la minoría
hispanogoda.
1532: Carlos I prohíbe marcar a los indios con hierros
candentes, según era uso en la época.
1712: El Consejo de Castilla aprueba los estatutos del Monte
de Piedad del padre Piquer: es el primer banco de España para
personas necesitadas.
14
de enero
Fernando el Católico autoriza el matrimonio entre
españoles e indias

Tal día como hoy, 14 de enero de 1514, el rey Fernando el Católico


promulgaba una real cédula que autorizaba el matrimonio entre
españoles e indias en el Nuevo Mundo.
Desde 1503 los matrimonios mixtos eran ya una realidad en las Indias:
por indicación de Isabel la Católica, el gobernador Ovando había fomentado
que los conquistadores solteros se casaran con nativas para dar estabilidad a
la colonia en La Española. La nueva medida venía a consolidar los
matrimonios mixtos como forma de organización social en América y, al
cabo, demostraba una vez más que los españoles no veían a las nuevas
tierras de ultramar como campo libre de conquista, sino que iban a
esforzarse por respetar la dignidad de los indígenas, tal y como demostrarán
las sucesivas leyes promulgadas al respecto.
La real cédula de 1514 es probablemente el ejemplo más claro de la
realidad del mestizaje, que distingue a la conquista española de las Indias de
cualquier otro proceso del mismo género. Hay que recordar que las mujeres,
para la mayoría de los pueblos amerindios, eran objeto de cambio. Así de
claro. Raro fue el paraje descubierto cuyos naturales no ofrecieran a los
españoles un buen número de mujeres en prenda de amistad. ¿Y aquellas
mujeres se dejaban? Sí, porque ese era el estatuto de la mujer en las
sociedades indias. Un caso ejemplar es el de la primera gran mujer india
que aparece en la aventura española en América: Malineli Tenepatl, la
Malinche, cristianada como doña Marina. Con ella venían otras veinte
mujeres otorgadas por los caciques de Tabasco a los españoles. Y serán
muchos miles más en México, en Nueva Granada o en Perú. Y no solo
esclavas, sino mujeres de cualquier condición.
Hay que tener en cuenta algo importante: en las poblaciones
amerindias había tres, cuatro y hasta cinco mujeres por cada hombre. Los
indios de Cempoal, una vez se alían con Cortés, regalan a los españoles
ocho hijas de caciques y explican a los conquistadores «que será bien
tomásemos de sus hijas y parientas para hacer generación», como dice
Bernal Díaz del Castillo. Cada vez que se firma la paz con una tribu vemos
el mismo ritual de la entrega de mujeres. Porque en las sociedades indias la
condición de la mujer solía ser la de una mercancía. Pero, una vez casadas y
cristianadas, se convertían en españolas de pleno derecho. Por supuesto, lo
mismo ocurría con sus hijos, hasta el punto de que el mestizaje se convertía
en timbre de orgullo. El Inca Garcilaso, lo expresaba así: «A los hijos de
español y de india, o de indio y española, nos llaman mestizos, por decir
que somos mezclados de ambas naciones; fue impuesto por los primeros
españoles que tuvieron hijos en Indias, y por ser nombre impuesto por
nuestros padres y por su significación, me lo llamo yo a boca llena y me
honro en él».

Otros hechos
1526: Tras la batalla de Pavía, Carlos I, victorioso, firma con
Francisco I de Francia el Tratado de Madrid.
1643: El rey Felipe IV convoca al conde-duque de Olivares y
le destituye. Además de sus fracasos políticos, la clave estuvo
en la conspiración nobiliaria contra el valido.
15
de enero
Luis I, rey de España

Tal día como hoy, 15 de enero de 1724, recibía formalmente la corona


de España Luis I, hijo de Felipe V. El primer Borbón, español enfermo,
había firmado los documentos de abdicación cinco días antes. Luis será
solemnemente coronado el 9 de febrero siguiente. Solo reinará siete
meses.
Luis I de Borbón es, sin duda, el monarca menos conocido de la
España moderna. Y lo es porque duró muy poco: solo doscientos
veintinueve días. Situemos al personaje: Luis era el hijo mayor de Felipe V
de Anjou, el primer Borbón, y de María Luisa de Saboya. Había nacido en
Madrid en 1707. Aún no había cumplido los diecisiete años cuando su
padre, en 1724, decidió abdicar en él. ¿Por qué? Nunca se ha sabido a
ciencia cierta: es posible que Felipe quisiera soltar el trono español para
aspirar a la corona francesa ante la enfermedad de Luis XV, o es posible
que Felipe, enfermo de los nervios, no se considerara capaz de mantener el
cetro. El hecho es que el joven Luis se convirtió en rey, aunque en la
práctica apenas reinó: la política seguía decidiéndose en el palacio de La
Granja, adonde se habían retirado Felipe y su esposa.
La política, en efecto: Felipe V había suprimido el sistema de consejos
que caracterizó al gobierno de los Austrias y lo había sustituido por una
mecánica mucho más centralizada de secretarías de Estado y de Despacho.
Estos, los secretarios, eran los que hacían la política en comunicación
directa y permanente con el monarca. Y todo pasaba por él: los acuerdos
exteriores, la reconstrucción de la Armada, las reformas administrativas…
La corona la llevaba Luis, pero el poder lo tenía Felipe.
Y mientras tanto, ¿Luis qué hacía? Dar fiestas en su palacio de
Madrid, y poco más. Esa regalada vida terminó muy pronto, cuando el
joven rey cayó víctima de una epidemia de viruela. Enfermó gravemente y
pasó sus últimos días en cama, atendido por su solícita esposa, la
jovencísima (quince años), bella y extravagante Luisa Isabel de Orleans,
una extraña muchacha, neurótica y bulímica, que gustaba de pasearse
desnuda y eructar y ventosearse en público. Luis no superó su enfermedad:
murió el 31 de agosto de 1724, con diecisiete años recién cumplidos y sin
descendencia, dejando al borde del lecho a su extraña esposa, que, eso sí, en
el último trance se comportó de forma admirable. Viuda, la joven Luisa
Isabel volvió a Francia, donde fue recluida en un convento por dos años y,
después, en el palacio de Luxemburgo.
Felipe V, pese a sus dolencias, volvió a hacerse con la Corona. La
heredará años más tarde su hijo menor, que reinará como Fernando VI.

Otros hechos
1597: Muere el arquitecto Juan de Herrera, constructor del
palacio de El Escorial.
1798: Goya empieza a pintar los frescos de San Antonio de la
Florida, en Madrid.
1941: Alfonso XIII abdica de sus derechos al trono en su hijo
Juan de Borbón.
16
de enero
Cuando fuimos a la guerra de Irak

Tal día como hoy, 16 de enero de 1991, comenzaba la operación


Tormenta del Desierto, la primera gran operación multinacional contra
el Irak de Sadam Hussein. Era la primera vez que tropas españolas
salían a combatir fuera del territorio nacional desde los tiempos de la
División Azul.
La causa directa de aquella guerra fue la invasión de Kuwait por parte
de Irak. Sadam había sido hasta entonces el aliado preferente de los
norteamericanos frente al Irán de los ayatolás. Sin embargo, la invasión de
Kuwait lo cambió todo. Las Naciones Unidas condenaron al régimen iraquí.
A iniciativa de los Estados Unidos, una coalición de treinta y un países
atacó Irak, cuyo ejército estaba considerado por entonces como el cuarto
más poderoso del mundo. Los norteamericanos corrieron con el mayor peso
de las operaciones militares, con amplia participación de aviones ingleses y
carros franceses. Para dirigir la invasión se designó al general
norteamericano Norman Schwarzkopf.
España, gobernada por el socialista Felipe González, envió una
fragata, la Numancia, junto a dos barcos de apoyo, entre una conmoción
social sin precedentes. Nuestra fuerza iba a operar muy lejos del frente,
pero la hipersensibilidad de la opinión pública hacía pensar que enviábamos
a nuestros jóvenes –todavía existía el servicio militar obligatorio– poco
menos que a una muerte segura. Se hizo célebre la actuación de la cantante
Marta Sánchez a bordo de la fragata para animar a los soldados.
Aquella guerra, que Sadam Hussein calificó como «la madre de todas
las batallas», terminó el 28 de febrero con la rendición de Irak cuando los
blindados franceses se encontraban a solo 150 kilómetros de Bagdad. El
régimen iraquí aceptó las condiciones impuestas por la ONU. La rendición
permitió a Sadam seguir en el poder durante doce años más. La operación
Tormenta del Desierto se saldó con 378 muertos y 1.000 heridos por parte
aliada, y en torno a 30.000 muertos por parte iraquí. España, evidentemente,
no sufrió ninguna baja. De hecho, nuestro barco ni siquiera entró en zona de
combate.
Aquel fue el primer gran ejercicio de liderazgo militar mundial de los
Estados Unidos después del hundimiento de la Unión Soviética. Desde
entonces Norteamérica es la potencia hegemónica en el mundo.

Otros hechos
1556: Carlos I se retira al monasterio de Yuste y cede la
corona a su hijo Felipe II.
1605: Se publica en Madrid la primera edición de El ingenioso
hidalgo don Quijote de La Mancha, de Miguel de Cervantes.
1716: Felipe V firma los decretos de Nueva Planta que
desmantelan el aparato estatal de los Austrias y derogan los
fueros de Cataluña. Antes se habían derogado los de Valencia,
Aragón y Mallorca.
1861: Se abre la comunicación telegráfica submarina entre la
península y las islas Baleares.
17
de enero
Nace Pedro Calderón de la Barca

Tal día como hoy, 17 de enero de 1600, nacía en Madrid Pedro


Calderón de la Barca, figura eminente de la cultura española de los
siglos de oro y de la literatura universal.
Calderón fue sucesivamente soldado, escritor y sacerdote. Su padre
quería que fuera eclesiástico. Bajo ese designio estudió lógica y retórica en
la Universidad de Alcalá, y después derecho canónico y civil en la de
Salamanca. Pero Calderón no se ordenó, sino que se dedicó a la poesía.
Participó en certámenes poéticos con notable éxito. Muerto su padre,
decidió abandonar los estudios eclesiásticos y optó por dedicarse a la
carrera militar.
Empezó a pelear en 1623, al servicio del duque de Frías, en Flandes.
Ese mismo año estrenaba en Madrid su primera comedia: Amor, honor y
poder. Regresó a España en 1625 para dedicarse a su vida de dramaturgo,
pero volvió a empuñar las armas en 1638, al servicio del duque del
Infantado, en el sitio de Fuenterrabía y más tarde, en 1640, durante la
guerra de secesión de Cataluña. Era caballero de Santiago desde 1636. En el
sitio de Lérida resultó herido y le fue concedida una licencia absoluta. De
su vida militar dejó memoria en unos versos que aún hoy son de cita
obligada en la carrera castrense: «Aquí la más principal / hazaña es
obedecer /, y el modo cómo ha de ser / es ni pedir ni rehusar».
Después de una seria crisis personal y profesional, agobiado por mil
contratiempos (entre ellos, el nacimiento de un hijo natural, Pedro José),
Calderón terminó ordenándose sacerdote en 1651. Aún vivirá treinta años
más, gozando generalmente del favor tanto de la corte como del público; de
hecho, terminó sus días como capellán mayor del rey Carlos II. Murió el 25
de mayo de 1681.
Hoy le recordamos sobre todo como el creador del género de los autos
sacramentales, un auténtico teatro metafísico que popularizó las
preocupaciones teológicas: la oposición entre la razón y las pasiones, entre
lo intelectual y lo instintivo, entre el entendimiento y la voluntad. Nada
define mejor el pensamiento de Calderón de la Barca que aquellos versos
suyos de La vida es sueño: «¿Qué es la vida? Un frenesí. / ¿Qué es la vida?
Una ficción, / una sombra, una ilusión, / y el mayor bien es pequeño. / ¡Que
toda la vida es sueño,/ y los sueños sueños son!».
Pedro Calderón de la Barca dejó tras de sí ciento diez comedias y
ochenta autos sacramentales, entremeses y obras de menor fuste. Su glosa
de la religión, el honor y el amor son el retrato más fiel del espíritu de
nuestros siglos de oro.

Otros hechos
1287: Alfonso III de Aragón se lanza a la reconquista de
Menorca.
1966: Dos aviones estadounidenses colisionan en el aire y
cuatro bombas nucleares caen al mar en las costas de
Palomares y Almería.
1996: La banda terrorista ETA secuestra al funcionario de
prisiones Ortega Lara. Su largo y cruel cautiverio marcará
profundamente a la sociedad española.
18
de enero
Pizarro funda Lima

Tal día como hoy, 18 de enero de 1535, Francisco Pizarro fundaba la


Ciudad de los Reyes, que hoy conocemos como Lima y es desde
entonces la capital del Perú.
Pizarro acababa de conquistar el imperio del inca Atahualpa. El
Tahuantinsuyo, que así se llamaba aquella grandiosa construcción política,
era inmenso, pero estaba atravesado por mil querellas intestinas. Pizarro
supo sacar partido no solo de la guerra civil que Atahualpa y Huáscar
libraron entre sí por hacerse con el trono, sino, sobre todo, de los inmensos
rencores que el despotismo inca había sembrado entre las distintas tribus –
huancas, tallanes, etc.– sometidas por los incas. Fueron esos pueblos los que
llevaron en volandas a los españoles. Pero hablemos de la capital.
La capital incaica estaba en Cuzco, muy tierra adentro, y eso era
bastante inconveniente para los planes de Pizarro, que ante todo necesitaba
tener cerca el mar para organizar el tráfico comercial. Por eso pensó en el
viejo asentamiento preincaico del valle del río Rímac, que estaba cerca del
mar, aunque no tanto como para exponerse a ataques piratas, y además
ofrecía suelos fértiles y un clima benigno. Había campos de cultivo. Había
agua potable. Había madera en abundancia. Había, sobre todo, buenos
emplazamientos para construir un puerto. Sobre todo: aquello estaba muy
lejos de las sangrientas pugnas de poder que aún mantenían entre sí las mil
facciones del derrotado imperio del Tahuantinsuyo.
Allí, sobre el río Rimaq, quedó fundada Ciudad de los Reyes, que
enseguida recibirá su nombre indígena de Lima. El propio Pizarro, con
Nicolás de Ribera, Diego de Agüero y Francisco Quintero, trazó los planos
de la ciudad: una Plaza de Armas y, en torno a ella, una cuadrícula regular
de calles y edificaciones. Es uno de los más claros exponentes del
urbanismo colonial español.
En Lima se levantó el Palacio Virreinal, que hoy es el palacio del
Gobierno del Perú, pero que conserva su nombre originario de Casa de
Pizarro. E inmediatamente se procedió a construir la catedral, donde
Francisco Pizarro puso la primera piedra. La ciudad de Lima y su Puerto del
Callao se convertirán en el gran centro del mundo virreinal. Capital oficial
del virreinato del Perú desde 1537, sede de Real Audiencia desde 1543,
Lima será la primera ciudad del continente en contar con una Universidad:
la de San Marcos, fundada por Carlos I a iniciativa de los monjes dominicos
en 1551. Lima fue, en fin, el ombligo de la América española. Entre sus
piedras murió el propio Pizarro, en 1541, asesinado por otros españoles.

Otros hechos
1174: Alfonso II de Aragón se casa con Sancha de Castilla en
uno de los innumerables enlaces entre los distintos reinos
peninsulares durante la Edad Media española.
1924: El dictador Primo de Rivera indulta a los tres
anarquistas que asesinaron al presidente del Gobierno Eduardo
Dato en 1921.
19
de enero
Fernando II es coronado rey de Aragón

Tal día como hoy, 19 de enero de 1479, Fernando II, más tarde
conocido como Fernando el Católico, era coronado rey de Aragón.
Fernando ya estaba casado con Isabel de Castilla, de manera que a
partir de aquel momento las coronas de Castilla y Aragón quedaron
unidas en un lazo que ya no se disolvería jamás.
Fernando llegó a la corona después de la muerte de su padre, Juan II de
Aragón, un político medieval de viejo estilo que vivió ochenta años y pasó
la mayor parte de ellos intrigando frente a los nobles de su propio reino y
los monarcas de los reinos vecinos. De Juan aprendió Fernando la mayor
lección de la política de aquel tiempo: la pugna sin cuartel entre el poder
público de la corona y el poder privado de los nobles. El propio Fernando,
de niño, se vio asediado más de una vez por los grandes señores de Aragón
y Cataluña. Una enseñanza que marcaría su concepción del gobierno.
Fernando fue ante todo un político de enorme categoría que supo
utilizar alternativamente la negociación, la diplomacia y la guerra para
obtener sus fines. Primero se ganó a la recelosa nobleza castellana, que
aceptó nombrarle corregente del Reino junto a Isabel. El propio Fernando
dirigió las operaciones militares que consolidaron a Isabel en el trono.
Después, Fernando e Isabel reorganizaron a fondo el país: modernizaron la
administración, sanearon la hacienda, abolieron numerosas situaciones
injustas derivadas del viejo sistema señorial… Ese trabajo incluyó la
implantación en Castilla de instituciones aragonesas como los consulados
comerciales y los gremios, lo cual multiplicó la potencia de la economía
castellana. Y por supuesto, los reyes se ocuparon de asentar el poder
público de la Corona frente al poder privado de los nobles: tanto Fernando
como Isabel habían experimentado en carne propia la necesidad de hacerlo
a cualquier precio.
La conquista de Granada, que fue una obra simultáneamente
diplomática y militar, puso fin a la Reconquista, y acto seguido Fernando se
concentró en afianzar las posiciones aragonesas en Italia, incorporando el
Reino de Nápoles a las posesiones de la Corona. Los reyes patrocinaron la
aventura americana y se ocuparon de establecer bases seguras en el norte de
África. Así España se convirtió en una potencia determinante en el
escenario internacional. En una última maniobra, se las arregló para
derrotar diplomáticamente a su peligroso yerno, Felipe el Hermoso (muerto
poco después) y conservar bajo un mismo cetro Castilla y Aragón. El
tratadista italiano Maquiavelo mostró a Fernando de Aragón como modelo
de príncipe. Realmente lo fue.

Otros hechos
1762: Aparece el primer número de la Gaceta de Madrid, que
después se llamará Boletín Oficial del Estado.
1887: El marino e inventor Fernando VIllamil entrega a la
Armada española el primer destructor de nuestra flota.
1937: El general Millán-Astray funda Radio Nacional de
España como emisora oficial del bando sublevado durante la
guerra civil española.
20
de enero
Chindasvinto instaura en España
la monarquía hereditaria

Tal día, como hoy, 20 de enero del año 648, el rey visigodo
Chindasvinto instauró en España la monarquía hereditaria, es decir, la
costumbre de que el rey designara sucesor a uno de sus hijos.
Aquello fue una revolución política. Hasta aquel momento, los
visigodos se habían regido por el viejo derecho germánico, según el cual el
rey era elegido por la aristocracia del Reino: la monarquía electiva. Era un
método en principio más democrático, pero, en la práctica, aquello derivaba
en que los candidatos no elegidos entraran en guerra entre sí y contra el rey
electo. La mayor parte de los reyes anteriores habían caído víctimas de
conjuras nobiliarias, y el propio Chindasvinto llegó al trono mediante un
rebelión.
Los godos gobernaban España desde la caída del Imperio romano a
mediados del siglo V. Fueron ellos, los godos, los primeros en dar a
Hispania una entidad política independiente. Los reyes anteriores, como
Leovigildo y Recaredo, habían logrado la unificación jurídica y religiosa de
Hispania. Pero el reino godo de Toledo adolecía de una profunda
inestabilidad; entre otras razones, por la precaria situación de los reyes.
Chindasvinto llegó a la corona con casi ochenta años: un prodigio de
longevidad. Desconocemos los detalles, pero muy explosiva debía de ser la
situación cuando una de sus primeras decisiones fue purgar a fondo a la
nobleza, con asesinatos y confiscaciones de bienes que no ahorraron
tampoco a los príncipes de la Iglesia. También impulsó la creación de un
nuevo texto judicial –de la pluma del gran Braulio de Zaragoza– para poner
orden en el reino. En ese expeditivo programa de reformas entra la cuestión
de la corona: Chindasvinto asoció al trono a su hijo Recesvinto y eso
consolidó el poder real. Recesvinto heredará la corona cuando muera su
padre, con cerca de noventa años, en 653.
La España visigoda ya estaba tocada de muerte precisamente por las
querellas entre las distintas facciones nobiliarias. Esas querellas provocarán
la invasión musulmana del año 711. Dice la tradición que tanto Rodrigo
como Pelayo eran nietos de Chindasvinto. Fue la facción que perdió en una
guerra que, al cabo, terminaría significando la desaparición del reino godo y
la larga noche de la dominación musulmana. Pero el hecho es que, desde
aquella decisión de Chindasvinto, la sucesión en el trono a través de la
herencia se convertiría en norma en los reinos españoles.

Otros hechos
1486: Cristóbal Colón expone ante los reyes Isabel y Fernando
su proyecto de viajar a las Indias por occidente, a través del
Atlántico.
1500: Vicente Yáñez Pinzón es el primer español en cruzar la
línea del equinoccio y toca la costa del Brasil.
1516: El marino Juan Díaz de Solís, descubridor del Río de la
Plata, muere devorado por indígenas guaraníes.
1783: España, Inglaterra, Francia y los nacientes Estados
Unidos firman el Tratado de Versalles que reconoce la
independencia de las colonias británicas de Norteamérica.
21
de enero
Los primeros mártires cristianos
de España

Tal día como hoy, 21 de enero de 259, morían quemados vivos en el


anfiteatro de Tarraco los mártires cristianos Fructuoso, obispo, y
Eulogio y Augurio, diáconos. Otras fuentes dan como fecha el 20 de
enero del año 258. En cualquier caso, son los primeros mártires de los
que hay constancia documental.
El cristianismo había llegado muy pronto a España, desde el siglo I. La
primera mención es una carta de San Pablo fechada en el año 58. La
tradición dice que Pablo desembarcó en Tarragona y allí convirtió a dos
mujeres: Xantipa, que era la esposa del prefecto romano Probo, y su
hermana Polixena. Pero no es la única tradición al respecto. Una de las más
hermosas es la del apóstol Santiago el Mayor, que predicó en Hispania,
recibió la aparición de la Virgen a orillas del Ebro, de vuelta a Jerusalén fue
martirizado y su cadáver, después, recogido por sus discípulos y enterrado
en Compostela. Otra de las tradiciones más conocidas es la de los siete
varones apostólicos enviados por San Pedro. Eran Torcuato, Tesifonte,
Indalecio, Segundo, Eufrasio, Cecilio y Hesiquio. Los siete varones
llegaron a Acci, la actual Guadix, en Granada. De allí fue la primera
conversa: Luparia, noble hispanorromana. Después predicaron en Ávila,
Granada, Almería, Jaén, Murcia…
Durante mucho tiempo se pensó que la difusión del cristianismo vino
ligada a la diáspora judía tras la destrucción del templo de Jerusalén. Hoy
sabemos que, en realidad, los principales agentes de difusión religiosa
fueron las legiones, con sus miles de hombres venidos de todos los
confines. La expansión del cristianismo en España sigue el camino de la
Legio VII Gemina: desde Andalucía hasta Galicia y Zaragoza. El principal
impulso tiene lugar entre los siglos III y IV. Comienzan también las
persecuciones. Aquí entra ese primer martirio del que tenemos constancia:
el de Fructuoso, Eulogio y Augurio en el anfiteatro de Tarragona. Pronto se
les sumarían otros mártires: los niños Justo y Pastor en Alcalá de Henares,
Santa Justa y Santa Rufina en Sevilla, San Vicente en Valencia…
¿Por qué se martirizaba a los cristianos? Los cristianos morían por su
fe, pero Roma los perseguía por razones políticas. El punto clave era este:
reconocer la naturaleza divina del emperador. Los cristianos, dispuestos a
dar al César lo que era del César y a Dios lo que era de Dios, no podían dar
al César lo que era de Dios. La represión fue brutal bajo los emperadores
Valeriano, Galieno, Diocleciano y Maximiano. Es Galerio, ya a partir del
305, quien desata la mayor de las persecuciones. Pero el propio Galerio
enfermó mortalmente y terminó firmando en 311 un «edicto de tolerancia»
que detenía la persecución, autorizaba a los cristianos a reconstruir sus
iglesias y les solicitaba rezar por el bien público y por el emperador. Galerio
murió cinco días después de firmar el edicto.

Otros hechos
1287: Jaime de Aragón conquista Menorca.
1522: Gil González Dávila y Andrés Niño surcan por primera
vez las costas de Nicaragua buscando un paso entre el
Atlántico y el Pacífico.

1812: Las Cortes de Cádiz crean el Consejo de Estado.


22
de enero
El cura Merino aplasta a los franceses
en Dueñas

Tal día como hoy, 22 de enero de 1810, la columna guerrillera del cura
Jerónimo Merino Cob aplastaba a una división francesa en la localidad
palentina de Dueñas.
Jerónimo Merino Cob era un sacerdote de convicciones muy
tradicionales que se había echado al monte cuando los franceses de
Napoleón ocuparon España. No hay que confundirlo con otro «cura
Merino», Martín Merino y Gómez, liberal, que colgó los hábitos y
terminaría apuñalando a Isabel II. Este Merino nuestro, el cura Jerónimo,
había nacido en Villoviado, Burgos, en 1769, en el seno de una familia
campesina: típico cura de pueblo con más de labriego que de teólogo.
Rozaba los cuarenta años cuando los franceses llegaron a Villoviado. Un
regimiento gabacho pasa allí la noche entre saqueos y excesos. Al
amanecer, el oficial francés constata que no tiene mulas para llevar los
instrumentos musicales del Regimiento. Manda prender al cura del pueblo y
carga sobre sus espaldas el bombo, los platillos, las cornetas. Ante los
humillados ojos de los vecinos, el cura es forzado a llevar de esta guisa los
instrumentos hasta Lerma, a 10 kilómetros. Cuando queda libre, el cura
escapa. Vuelve a Villoviado. Rasga su sotana, coge ropas de cazador y se
procura una escopeta. Errante como una fiera, a los pocos días ve a unos
soldados franceses; no duda en disparar y mata a uno. Se echa al monte con
un criado y un sobrino. Pronto se le unen varios mozos del pueblo; después,
otros jóvenes de la comarca. Así el cura se convirtió en guerrillero.
«Dios ha creado al hombre derecho y el hombre ante nadie debería
humillarse», dicen que dijo Merino. El cura entró en contacto con otro gran
guerrillero, el Empecinado, que le ayudó a formar su primer contingente.
Objetivo: castigar las comunicaciones del invasor. Era un asunto vital,
porque por Burgos pasaban dos vías centrales de la logística francesa: la
que conducía hacia el sur, a Madrid, y la que llevaba a Portugal, donde los
de Napoleón peleaban contra los ingleses. La misión estaba clara: erosionar
lo más posible las vías de abastecimiento francesas. Quizás aquel cura no
tenía alma de apóstol, pero pronto demostraría que podía ser un tenaz
cruzado. Después de varias hazañas fabulosas, logró aplastar a aquella
división francesa en Dueñas cayendo sobre ella como una serpiente letal.
Las bajas de los invasores ascienden a 1.500. Y era solo el principio.
Merino terminó la guerra con el empleo de general y volvió a su
pueblo para ejercer de párroco. Poco duraría el retiro, porque enseguida las
guerras civiles que sacudirían España le hicieron hervir la sangre. Merino
volverá al monte con los absolutistas, primero, y con los carlistas después.
Pero esto es otra historia.

Otros hechos
1188: Alfonso IX es ungido rey de León. Será el último
monarca de esa corona.
1921: El gobierno conservador de Dato implanta el seguro
obrero obligatorio para todos los trabajadores. Dato morirá
asesinado por pistoleros anarquistas apenas tres meses después.
1926: Despega de La Rábida el hidroavión Plus Ultra con
destino a Buenos Aires, el primer vuelo entre Europa y
Sudamérica.
23
de enero
Juan José de Austria asume
el gobierno de España

Tal día como hoy, 23 de enero de 1677, se hacía cargo del Gobierno de
España don Juan José de Austria, hijo bastardo del rey Felipe IV.
Juan José de Austria, hoy casi olvidado, fue sin embargo una de las
figuras más sobresalientes de la España del XVII. Nacido en 1629, hijo del
rey Felipe y la actriz María Calderón, la Calderona (también llamada
Marizápalos), Juan José Iba a ser destinado a la carrera religiosa, pero su
brillantez personal y la ausencia de herederos varones hizo aconsejable
iniciarle en las artes de la política y la guerra. Se le dio una esmeradísima
educación en Ocaña, Toledo, con los mejores maestros, y allí demostró el
muchacho no solo una inteligencia despejada y singulares dotes para la
pluma, sino además una vocación irrefrenable por las armas, la caza y la
equitación. Muy evidentes debían de ser sus dotes cuando el rey Felipe le
propuso desde muy pronto para los mayores cometidos.
Desde muy pronto, en efecto, tuvo que hacer frente Juan José a
complejos retos donde siempre demostró una habilidad y una inteligencia
extraordinarias, en medio del inextricable laberinto de problemas que era la
España de aquel tiempo con multitud de frentes abiertos en América, Italia
y Flandes. Tenía solo dieciocho años cuando sofocó la revuelta de Nápoles
en una eficaz mezcla de diplomacia y estrategia militar. Inmediatamente
después pacificó Barcelona –desgarrada entre los partidarios de someterse a
Francia y los leales al rey de España– y terminó con la guerra de Cataluña,
donde fue nombrado virrey. Entonces se le mandó a Flandes, el avispero de
la Corona, donde obtuvo ciertos éxitos ante los franceses, como la victoria
de Valenciennes en 1656. Realmente Juan José parecía un tipo del siglo
anterior. Sufrirá serios reveses en Flandes y, después, en Portugal, pero es
difícil imputarle a él los fracasos.
España ya era una potencia declinante, pero Juan José de Austria era
exactamente el tipo de persona que podía cambiar las cosas. Ese fue
precisamente su drama, porque la reina Mariana, temiendo que Juan José
quitara la corona a su hijo Carlos (el que luego reinará como Carlos II «el
Hechizado»), hará lo imposible para mantener a nuestro protagonista
alejado de la corte. Juan José de Austria intentó incluso un golpe de Estado,
que triunfó, pero él mismo renunció a atacar Madrid.
En 1677, con cuarenta y ocho años, la presión de la aristocracia y los
grandes del Reino le condujo a la dirección del Gobierno. Fueron malos
años: pésimas cosechas, hambre, peste. La muerte se llevó a Juan José
apenas dos años después; probablemente, envenenado. Con él desaparecía
la última oportunidad de la España de los Austrias.

Otros hechos
1641: El Consejo de Ciento de Barcelona, alzado por su
independencia, termina sometiéndose ante el rey Luis XII de
Francia, proclamado conde de Barcelona.
1932: El Gobierno Azaña disuelve la Compañía de Jesús y
expropia sus bienes.
1952: Franco restablece los Mozos de Escuadra de la
Diputación de Barcelona.
24
de enero
Adriano, el emperador del muro

Tal día como hoy, 24 de enero del año 76, nacía en Itálica, Sevilla, el
emperador romano Adriano. Será uno de los tres emperadores
romanos nacidos en Hispania (cuatro si aceptamos la hispanidad de
Marco Aurelio).
La familia de Adriano llevaba dos siglos en España. Mantenía sin
embargo vínculos muy estrechos con la aristocracia romana, y de hecho
Adriano se formará en Roma junto a los futuros rectores del imperio.
Destacó en la literatura griega y en los asuntos jurídicos. Sirvió en tres
legiones como tribuno. Cultivó la astrología. Esta última afición le convirtió
en favorito de la esposa del emperador Trajano –otro hispano–, Pompeia
Plotina. Gracias a esa relación se casó con una sobrina de Trajano y entró
en la familia imperial como hijo adoptivo del emperador.
Cuando Trajano murió, Adriano apareció como el sucesor natural.
Tenía cuarenta y un años y había recorrido todos los cargos posibles en la
carrera política. Ante la influencia hostil de la aristocracia romana, Adriano
optó por apoyarse en las élites de provincias, de las que él mismo formaba
parte. También renunció a emprender nuevas campañas militares y aplicó
todo su esfuerzo a reforzar las defensas del imperio con fortificaciones
como el Muro de Adriano en lo que hoy es Gran Bretaña. Bajo su mandato,
en 125, el territorio imperial alcanzó la mayor extensión de su historia.
Adriano fue un reformador que trató de agilizar la administración del
Imperio. Dio preferencia a los especialistas y a los expertos en detrimento
de los senadores, con lo cual la aristocracia romana vio mermada su
influencia en las cosas del gobierno. Quiso conocer por propia mano las
vicisitudes de sus inmensos territorios y de hecho pasó la mitad de su
mandato fuera de Italia. El emperador Adriano murió en el año 138,
después de veintiún años de reinado, tras una larga y dolorosa enfermedad.
Antonino Pío le sucedería en el trono imperial.

Otros hechos
1256: Nace en León el caballero Alonso Pérez de Guzmán,
Guzmán el Bueno.
1336: Pedro IV el Ceremonioso llega al trono de Aragón tras
la muerte de su padre Alfonso IV el Benigno.
1705: Nace en Andria, Italia, el cantante Farinelli, el más
célebre castrato, que cantaría durante veinticinco años en la
corte española.
1976: El rey Juan Carlos busca un espaldarazo internacional
en Washington y Estados Unidos y España firman un nuevo
Tratado de Amistad y Cooperación.
1977: Pistoleros vinculados a la ultraderecha asesinan a cinco
abogados laboralistas en Atocha. La matanza de Atocha, junto
a los sucesos de Montejurra, deslegitimó al franquismo
sociológico durante la transición.
1977: La banda de ultraizquierda GRAPO secuestra al teniente
general Villaescusa. Mes y medio antes había secuestrado al
jurista, político y empresario Antonio María de Oriol.
25
de enero
El padre Anchieta funda São Paulo

Tal día como hoy, 25 de enero de 1554, el jesuita José de Anchieta


fundaba con otros misioneros la ciudad de São Paulo, en Brasil.
José de Anchieta era un canario de La Laguna, en Tenerife. Su padre
era un noble vasco que se había refugiado en las Canarias después de
participar en una fallida rebelión contra Carlos I; su madre descendía de los
conquistadores castellanos de las islas. Se le envió a estudiar a Coimbra, en
Portugal; allí su intensa vocación religiosa le hizo acercarse a la Compañía
de Jesús. Con diecinueve años fue enviado a América en la tercera
expedición de jesuitas al nuevo mundo.
Por los tratados internacionales con España, a la Corona portuguesa le
correspondía la franja este del subcontinente americano. Allí nacerá Brasil,
así llamado por la abundancia de «palo brasil» en sus bosques. Las misiones
religiosas de Portugal no fueron tan numerosas como las españolas, pero
igualmente contribuyeron a levantar un mundo nuevo al otro lado del
océano. La aventura evangelizadora marcó la vida de Anchieta. Después de
una penosa travesía, en la que el barco llegó a encallar, los misioneros
fueron enviados a las tierras vírgenes de Sierra do Mar. Allí, entre los indios
tupi, se celebró por primera vez una misa tal día como hoy, 25 de enero de
1554. Había nacido la ciudad de São Paulo, San Pablo.
Anchieta pasaría el resto de su vida en Brasil, entregado a la
evangelización de los indios. Eso no le ahorraría participar en guerras como
las que los portugueses y sus aliados indios tuvieron que afrontar contra los
franceses para consolidar sus colonias en Brasil. Pero si el padre Anchieta
pasó a la historia fue sobre todo por su trabajo evangelizador, que incluyó la
redacción de catecismos y gramáticas en las lenguas nativas.
Este jesuita canario murió en Reritiba, en Brasil, en 1597, con sesenta
y tres años de edad. Hoy se le considera el padre de las letras brasileñas y su
figura es venerada en todo el país. Dos ciudades llevan su nombre. El papa
Juan Pablo II le beatificó en 1980.

Otros hechos
1232: Las tropas cristianas, compuestas sobre todo por
Órdenes Militares, reconquistan Trujillo, en Cáceres, de manos
musulmanas.
1516: Muerto Fernando el Católico el 23 de enero, su hija
Juana la Loca hereda la corona de Aragón además de la de
Castilla. Incapacitada por sus desórdenes mentales, Juana no
gobernará: la regencia de Castilla la desempeñó Cisneros y la
de Aragón, el arzobispo Alonso, hijo natural del rey.
1538: El indio cristianado Diego Huallpa descubre vetas de
plata en el cerro de Potosí. El hallazgo traerá consigo una
auténtica revolución económica en el virreinato del Perú.
1955: La ONU invita a España a enviar un observador. El 14
de diciembre nuestro país ingresará formalmente en las
Naciones Unidas. Se consolida así la «normalización»
internacional del régimen de Franco.
1990: Muere el poeta y académico Dámaso Alonso.
26
de enero
El carlista Cabrera toma Morella

Tal día como hoy, 26 de enero de 1838, las tropas carlistas del general
Cabrera tomaban la ciudad de Morella, en Castellón, que convertirían
en su capital. Fue uno de los mayores éxitos militares del carlismo en
las tres guerras civiles que padeció España a lo largo del siglo XIX.
La primera guerra carlista había comenzado en 1833 como un
conflicto sucesorio tras la muerte de Fernando VII. Enseguida el conflicto
sucesorio dio paso a una guerra civil entre los partidarios de la tradición –
los carlistas– y los partidarios del liberalismo, agrupados en torno a la
heredera, la niña Isabel II. La región del Maestrazgo, a caballo entre Aragón
y Valencia, una tierra de pequeños propietarios y campesinos libres, era
mayoritariamente carlista. Allí creció la leyenda del general Ramón
Cabrera, un guerrillero que se había alistado en las filas de la tradición
como simple soldado y que había terminado convirtiéndose en el caudillo
indiscutible de aquella zona.
Los liberales le habían puesto el sobrenombre de «el Tigre del
Maestrazgo» por su ferocidad. Lo habían intentado todo para acabar con él,
incluso fusilaron a su madre, pero con ello solo consiguieron que Cabrera
redoblara sus esfuerzos. Sus batallones de caballería pronto saltaron de su
núcleo del Maestrazgo y participaron en las principales acciones de aquella
guerra en el centro de España, incluida la marcha sobre Madrid. Tuvo la
capital al alcance de la mano y solo una desafortunada maniobra política del
pretendiente carlista evitó que Cabrera entrara en la ciudad.
El 26 de enero de 1838, el «Tigre del Maestrazgo» conquistó la ciudad
de Morella y se hizo fuerte entre sus muros. Ese mismo verano derrotaba
por dos veces a sendas divisiones liberales enviadas contra él. Cabrera
proseguirá la lucha en el Maestrazgo al frente de 25.000 hombres hasta
1840, cuando ya era el único general carlista que se mantenía en combate.
Con su salida hacia Francia concluirá la primera guerra carlista. Aún habría
dos más. En cuanto a Cabrera, exiliado en Inglaterra, terminará
convirtiéndose en un templado conservador de talante liberal.

Otros hechos
1266: Jaime I de Aragón conquista Murcia y entrega la plaza
al reino de Castilla.
1576: Muere en Asunción del Paraguay Juan Ortiz de Zárate,
de Orduña, compañero de Almagro en la conquista del Perú,
pionero de las minas de Potosí y adelantado del Río de la Plata.
1641: El ejército francés aprovecha la insurrección separatista
catalana de los Segadores, derrota a las tropas españolas y
Cataluña se convierte en satélite de Francia.
1695: Nace en Perpiñán el botánico y cirujano militar José
Quer, primer catedrático y fundador del Real Jardín Botánico
de Madrid.
1939: Las tropas de Franco entran en Barcelona en el marco de
la guerra civil española.
1979: El gobierno Suárez autoriza a diez bancos extranjeros a
establecer sucursales en Madrid; hasta ese momento la banca
extranjera no podía operar en España.
27
de enero
Nace la Orden de Calatrava

Tal día como hoy, 27 de enero de 1158, nació la orden militar de


Calatrava, que iba a jugar un papel determinante en la reconquista del
tercio sur de la península.
¿Qué era una orden militar? Una hermandad de guerreros que se regía
por reglas monásticas o, si se prefiere, una hermandad de monjes cuya
misión era la guerra en defensa de la cruz. Las órdenes militares habían
nacido en el contexto de las cruzadas para proteger a los peregrinos
cristianos que acudían a Tierra Santa: son los templarios, los hospitalarios y
los del Santo Sepulcro. En España, el modelo fue importado por el rey
cruzado, Alfonso el Batallador de Aragón, que fundó instituciones de este
tipo en Belchite y Monreal. Después las órdenes aragonesas fueron
absorbidas por los templarios, que en Castilla se hicieron presentes en
puntos muy concretos de la nueva frontera frente al islam: grandes espacios
que, sin embargo, apenas había sido posible repoblar. Por ejemplo, la
fortaleza de Calatrava, pieza esencial del sistema defensivo cristiano. Desde
ella, clavada en medio del camino natural de Córdoba a Toledo, se
controlaba toda la llanura manchega, los pasos a Sierra Morena y el cauce
del Guadiana. Alfonso VII la había conquistado en 1147 y la confió a los
templarios. Pero, diez años después, los almohades habían recuperado
Almería, se habían hecho con el control en Andalucía y empezaban a
amenazar seriamente la frontera. Calatrava corría peligro. Y en el invierno
de 1157 a 1158 los templarios se dirigieron al rey Sancho de Castilla y le
dijeron que ya no estaban en condiciones de defender satisfactoriamente la
plaza: ellos eran pocos, los contingentes almohades eran cada vez más
numerosos y se hacía preciso tomar otras decisiones.
¿Qué hacer? El rey Sancho tomó una decisión. Reunió a los notables
del Reino y les dirigió una insólita propuesta: otorgaría la plaza de
Calatrava a quien quisiera hacerse cargo de su defensa. ¿Pero había alguien
capaz de defender Calatrava con sus propios medios? Sí. El monje
cisterciense Raimundo, abad del monasterio de Fitero, levanta la mano. A
su lado está el también monje Diego Velázquez, guerrero en otro tiempo,
ahora cisterciense. El rey Sancho, obligado por su palabra, donaba a los
monjes de Fitero la plaza de Calatrava. Raimundo, el abad, aporta su
autoridad espiritual; Diego, el viejo soldado, sus conocimientos militares.
Raimundo predica su propia cruzada y recluta voluntades en Aragón y
Navarra. Diego abre bandera sobre el terreno, en la misma Calatrava, y
capta a los caballeros que quieran permanecer allí. En pocas semanas queda
formado el nuevo ejército: más de 20.000 monjes-soldado que
inmediatamente pueblan Calatrava y sus alrededores. Ante semejante
concentración de tropas, los almohades desisten de intentar el asalto.
Calatrava está salvada. Los caballeros se instalarán en Ocaña, donde se
constituyen en orden y eligen a un maestre: don García. Así nació la Orden
de Calatrava.

Otros hechos
1554: Naufraga en Cádiz el conquistador Pedro de Heredia,
fundador de Cartagena de Indias.
1612: Felipe III otorga el primer permiso para celebrar
corridas de toros en cosos cerrados. Es el origen de las plazas
de toros.
28
de enero
Francisco Hernández, el primer
científico de América

Tal día como hoy, 28 de enero de 1578, fallecía en Madrid el médico,


botánico y ornitólogo Francisco Hernández de Toledo, protomédico de
la corte de Felipe II: el primer científico europeo que investigó la
naturaleza de América.
Hernández había nacido en la Puebla de Montalbán, en Toledo, en
1514. Estudió Medicina en Alcalá de Henares y emprendió una carrera
rápida y brillante. Ejerció en Toledo y en Sevilla. Aquí descubre algo que le
fascinará: la obra de Monardes sobre los productos naturales que venían de
América y sus propiedades curativas. Es la gran novedad científica del
momento: los españoles están descubriendo los secretos de la medicina
natural amerindia, sus plantas y fórmulas. La cumbre en la carrera
profesional de Hernández llega en 1560, cuando entra en el Monasterio de
Guadalupe, con los frailes jerónimos, haciendo disecciones anatómicas,
practicando la cirugía y organizando el Jardín Botánico. Alcanza el grado
de magíster. En 1567 es nombrado médico de cámara del rey: entra en la
corte de Felipe II. Y su vida da un vuelco absoluto cuando el rey en persona
le propone una aventura insólita: viajar a la Nueva España, el virreinato más
pujante de las Indias, y retratar la tierra, los minerales, los animales, las
plantas. Una aventura científica sin precedentes.
Hernández viaja por todas partes: la altiplanicie central, el mar del sur,
Oaxaca, Michoacán. Recoge muestras y material botánico, las estudia, las
clasifica, siempre con especial interés por las plantas medicinales. Serán
ocho años de intenso trabajo de campo. Y su método va a ser muy
importante para la ciencia de los próximos siglos, porque es un ejemplo
pionero de ciencia experimental: un sistema de fichas normalizadas sobre
cada especie vegetal o animal y sobre cada mineral, con un cuestionario de
tipo descriptivo, por escrito, acompañado de dibujos. Con este sistema pudo
recabar información por correo desde los lugares más remotos de la Nueva
España. Y después, con toda la información en la mano, el equipo de
Hernández viaja, confronta los datos con la realidad, recoge materiales y los
analiza. Así hubo en aquellos años, por todo el virreinato, una pequeña
legión de sabios buscando hierbas y piedras, estudiando animales,
analizando plantas y frutos.
El resultado del trabajo de Hernández fue espectacular. Veintidós
volúmenes en latín que se convirtieron en la enciclopedia natural más
importante del mundo: describe tres mil especies vegetales, introduce
plantas exóticas como el cacao, el maíz, el tomate, la papaya, el peyote, el
chili, y también plantas que vienen de Filipinas o el área del Índico, como la
canela o el clavo; recoge más de cuatrocientos animales de la fauna
mexicana y treinta y cinco minerales utilizados en medicina. Por la
amplitud de sus informaciones y por lo avanzado de su método, Hernández
se convertirá en la principal referencia de los naturalistas europeos hasta
bien entrado el siglo XVIII.

Otros hechos
1920: Se publica la orden por la que se crea el Tercio de
Extranjeros, la Legión, que nacerá formalmente en septiembre
siguiente.
1930: El general Primo de Rivera presenta al rey Alfonso XIII
su dimisión.
29
de enero
La dimisión de Adolfo Suárez

Tal día como hoy, 29 de enero de 1981, dimitía formalmente el


presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, después de cuatro años y
medio de mandato y en medio de una atroz crisis política.
A la altura de enero de 1981 la situación política objetiva del país era
desastrosa: el terrorismo etarra se había cobrado 93 muertos en 1980 y
llevaba cuatro más en lo que iba de año, el paro había pasado del 3,7 por
ciento en 1975 al 14 por ciento, los salarios habían bajado prácticamente
diez puntos porcentuales en ese periodo, la oposición socialista había
exagerado su hostilidad al Gobierno hasta un punto de confrontación
culminante y el partido que sostenía al ejecutivo, la UCD creada por el
propio Suárez, navegaba a la deriva en plena descomposición interior. Altos
mandos del Ejército –precisamente los más cercanos al rey– plantearon al
monarca la necesidad de una rectificación inmediata. Lo que hizo el rey
Juan Carlos fue citar a los mandos militares y a Suárez y dejar literalmente
solo al presidente. Este, naturalmente, entendió el mensaje. Pocos días
después comunicaba al rey su intención de dimitir y veinticuatro horas
después se lo anunciaba a la nación en un mensaje televisado. Así se ponía
fin al periodo de gobierno de Suárez.
Adolfo Suárez, hombre sin gran preparación intelectual ni técnica,
pero dotado de una arrolladora capacidad de seducción, había llegado a la
cumbre del poder precisamente por el apoyo expreso del rey. Falangista del
«aparato» del régimen de Franco, funcionario del Movimiento Nacional,
escaló rápidamente en su estructura y en 1968, con treinta y seis años, ya
era procurador en Cortes, gobernador civil de Segovia y jefe provincial del
Movimiento. De aquella época data su amistad con Juan Carlos. Enseguida
fue nombrado director general de Radio Televisión Española y en 1975,
poco antes de la muerte de Franco, vicesecretario general del Movimiento.
En junio de 1975, dentro de la apertura política propiciada por el régimen,
creó el partido Unión del Pueblo Español (UDPE), y en diciembre de aquel
año entró como ministro en el primer gobierno del ya rey Juan Carlos. En
junio de 1976 el monarca le nombraba presidente del segundo gobierno de
la corona, ante el asombro general.
A la cabeza del Gobierno, Suárez hizo la transición política que el rey
quería. Legalizó al Partido Comunista y a los sindicatos de izquierda,
impulsó la Constitución de 1978, abrió la vía al poder nacionalista en
Cataluña y el País Vasco y ganó consecutivamente las elecciones generales
de 1977 y 1979. En enero de 1981, sin embargo, todo se había venido abajo.
Suárez no volvería nunca al Gobierno.

Otros hechos
1712: En la ciudad holandesa de Utrecht comienzan las
negociaciones de paz que pondrán fin a la Guerra de Sucesión
española.
30
de enero
Pinzón descubre el Amazonas

Tal día como hoy, 30 de enero del año 1500, el navegante Vicente
Yáñez Pinzón tocaba la desembocadura del Amazonas; era el primer
europeo que veía ese río, el más largo y caudaloso del mundo.
Vicente Yáñez Pinzón era un navegante de Palos de la Frontera que
había descubierto América con Colón, al mando de la carabela La Niña.
Vicente era el más joven de los hermanos Pinzón, pero tenía tras de sí una
larga trayectoria como marino, tanto en tiempos de guerra como en tiempos
de paz. Él fue quien insistió a Cristóbal Colón en la necesidad de seguir
navegando cuando su primer viaje a América, y él fue también quien
socorrió a los náufragos de la Santa María, embarrancada en La Española, y
trajo a Colón de vuelta a España. Como todos los Pinzones, Vicente gozaba
de una autoridad natural entre los marinos de la comarca de Palos: sin esos
jefes de hueste, los primeros viajes a las Indias habrían sido imposibles.
A la altura de 1500, y después de un paréntesis en las guerras de Italia,
Vicente Yáñez Pinzón había organizado su propia expedición con cuatro
carabelas. Se le había otorgado el título de gobernador de cuantas tierras
descubriera. Fue el 26 de enero cuando, pasada la línea del trópico, vio
tierra. Tomó posesión de ella. Era Brasil. Cuatro días después, la expedición
descubría la inmensa boca del río Amazonas. Ningún europeo había visto
nunca nada igual.
Vicente Yáñez Pinzón siguió explorando, esta vez por cuenta de los
propios Reyes Católicos. Navegó por Centroamérica y fue nombrado
gobernador de San Juan de Puerto Rico. En España participó en las juntas
de navegantes de la Corona. El objetivo seguía siendo encontrar una ruta
hasta las islas de las especias, en oriente. Su última singladura le llevó al
Yucatán, donde tuvo conocimiento de la civilización azteca; sin embargo, ni
él ni nadie pudo encontrar un paso a oriente que, sencillamente, no existía.
De vuelta a España, se instaló en Triana junto a su segunda esposa, Ana
Núñez de Trujillo. Allí murió en 1514, con poco más de cincuenta años de
edad. Para muchos, fue el más grande navegante de su tiempo.

Otros hechos
1648: Paz de Westfalia que pone fin a la guerra de los Treinta
Años entre España y los Países Bajos.
1766: Se funda la plaza de toros de Acho, en Lima: la más
antigua de América.
1797: Muere Antonio Barceló, héroe de la Armada española.
1806: Muere en San Petersburgo, Rusia, el compositor Vicente
Martínez Soler, cumbre de la música española en el siglo XVIII,
que desarrolló la mayor parte de su obra en Italia, Austria y
Rusia.
1846: Nace en Sevilla María de los Ángeles Guerrero
González, Santa Ángela de la Cruz, fundadora del Instituto de
las Hermanas de la Cruz.
1938: Primer gobierno de Francisco Franco durante la guerra
civil española.
31
de enero
Concepción Arenal, la pionera

Tal día como hoy, 31 de enero de 1820, nacía en El Ferrol la escritora


y filántropa Concepción Arenal, una de las mujeres más sobresalientes
del siglo XIX español.
Concepción Arenal fue una pionera: la primera mujer que entró en la
Universidad Central de Madrid (la actual Complutense), la primera mujer
que obtuvo el título de visitadora de cárceles para asistencia penitenciaria,
también la primera mujer que fue premiada por la Real Academia de
Ciencias Morales y Políticas. Había nacido en el seno de una familia
relativamente acomodada, hija de un militar liberal de buena posición que,
sin embargo, falleció cuando Concepción tenía solo nueve años. A partir de
entonces su vida quedó marcada por una sucesión de tragedias: ella misma
enviudaría después de nueve años de matrimonio con el abogado y escritor
Fernando García Carrasco. Viuda antes de cumplir los cuarenta y con dos
hijos a cargo. Pero la Arenal no era del tipo de personas que se vienen
abajo.
Formada en un catolicismo integral, pero dotada de un temperamento
rebelde, Concepción Arenal combinó su fe con un intensísimo trabajo social
y con una permanente reivindicación del papel de la mujer. Comenzó su
tarea con la sección femenina de las Conferencias de San Vicente de Paúl,
destinadas a ayudar a los pobres, y supo dotar a su acción de una
proyección filantrópica fuera de lo común. Se interesó mucho por las
condiciones de los presos. Suya es la frase: «Odia al delito, compadece al
delincuente». Denunció de manera incesante la injusticia social y la miseria
de aquel mundo del capitalismo naciente. En 1868 fue nombrada inspectora
de las casas de corrección de mujeres (las cárceles femeninas) y más tarde
fundó la Constructora Benéfica, dedicada a construir casas baratas para los
obreros. Asimismo denunció sin tregua la esclavitud y la pena de muerte,
todo ello sin salirse de una visión de la vida profundamente religiosa. En
cierto modo, puede decirse que Concepción Arenal fue también una pionera
del cristianismo social.
Por sus estudios sobre la condición de la mujer, se considera que con
Concepción Arenal nació el feminismo en España. Morirá en Vigo, en
1893, con setenta y tres años.

Otros hechos
1504: Francia renuncia a sus pretensiones en Italia y cede a
España el Reino de Nápoles, viejo predio de la Corona de
Aragón. Permanecerá bajo dominio español dos siglos más.
1542: Alvar Núñez Cabeza de Vaca descubre las cataratas del
Iguazú.
1578: Don Juan de Austria derrota a los holandeses en la
batalla de Gembloux: a pesar de su pasmosa inferioridad
numérica, los tercios desarbolarán el frente enemigo.
1580: Felipe II, hijo de Carlos I de España e Isabel de
Portugal, invoca su linaje para reclamar la corona portuguesa,
vacante tras la muerte de Enrique I de Portugal. Las dos
coronas permanecerán juntas hasta 1640.
Febrero
1
de febrero
La primera exposición de Picasso

Tal día como hoy, 1 de febrero de 1900, se celebraba en la cervecería


barcelonesa Els Quatre Gats la primera exposición en solitario del
pintor malagueño Pablo Picasso, que terminaría siendo aclamado como
cumbre del arte contemporáneo.
Picasso tenía entonces dieciocho años y ya descollaba como uno de los
principales pinceles del modernismo. Els Quatre Gats era el centro de la
vida bohemia y allí Picasso hizo amistad con el círculo modernista catalán,
y en particular con Jaime Savartés, Isidre Nonell y Carlos Casagemas, que
serán sus primeros compañeros de correrías artísticas. Con ellos viajará
enseguida a París, a la exposición universal de 1900, donde mostrará una
obra. A partir de ese momento Picasso vivirá a caballo entre París y
Barcelona antes de instalarse definitivamente en la capital francesa en 1904.
Esta época de Picasso es el llamado «periodo azul», por la tonalidad
predominante en sus cuadros. Muy bien acogido por la crítica parisina, en
sus primeros años franceses Picasso inaugurará el «periodo rosa».
Enseguida conocerá a Guillaume Apollinaire, con quien entrará en el
mundo del surrealismo. El malagueño pronto fue uno de los pintores más
cotizados del arte moderno. En cuanto a la cervecería Els Quatre Gats, cerró
muy pronto, en 1903, pero volvió a ser abierta como restaurante. Hoy
todavía existe, siempre en los bajos de la Casa Martí, en Barcelona, como
huella viva del modernismo artístico: el primer local donde Picasso expuso
en solitario.
Otros hechos
850: Muere en Oviedo Ramiro I, rey de Asturias, después de
ocho años de gobierno. En tiempos de Ramiro pasó de todo:
golpes de estado, olas de criminalidad, vastos movimientos de
repoblación al sur de la cordillera cantábrica, fenómenos de
brujería y hasta una invasión vikinga, la primera que registran
las crónicas en tierras de España. Su dureza en la represión del
crimen le valió el sobrenombre de «la Vara de la Justicia». El
rey legó a la posteridad los monumentos del Monte Naranco y
la tradición jacobea de la batalla de Clavijo.
1810: Sevilla capitula ante los franceses en la Guerra de la
Independencia.
1815: Desembarca en Venezuela el cuerpo expedicionario del
general Pablo Morillo, héroe de la Guerra de la Independencia,
para combatir a los independentistas de Simón Bolívar. Morillo
derrotará reiteradas veces a los insurrectos.
1881: Se publica el primer número del diario barcelonés La
Vanguardia, subtitulado «Órgano del partido constitucional de
la provincia».
1930: El rey Alfonso XIII nombra jefe del Gobierno al general
Dámaso Berenguer tras la destitución del general Primo de
Rivera.
1941: El régimen de Franco nacionaliza las empresas
ferroviarias del país, que quedan agrupadas en una nueva
empresa pública: la RENFE.
2
de febrero
Jaime I el Conquistador

Tal día como hoy, 2 de febrero de 1208, nacía en Montpellier, actual


Francia, el rey de Aragón Jaime I el Conquistador, uno de los nombres
fundamentales en la historia de la Reconquista española frente a los
musulmanes.
Jaime vino al mundo en circunstancias extravagantes: al parecer, su
padre, Pedro II, detestaba a su madre, María de Montpellier, y el niño fue
concebido mediante engaños, haciendo creer al rey que era otra la mujer
que se hallaba en la alcoba. Después el padre murió y Jaime quedó bajo la
custodia de su principal enemigo, Simón de Montfort, que utilizó al niño
como prenda política y lo recluyó en Carcasona. Liberado por orden del
papa, Jaime fue educado por los templarios en el castillo de Monzón.
Jaime fue reconocido rey con solo seis años de edad, proclamado
mayor de edad a los diez y contrajo su primer matrimonio a los trece años.
En su largo reinado de más de sesenta años tuvo que afrontar todo género
de circunstancias, desde conspiraciones nobiliarias –los grandes del Reino
llegaron incluso a hacerle preso– hasta la permanente lucha contra el islam,
tarea esta última que afrontó con inquebrantable resolución de cruzado. El
balance que a su muerte dejará tras de sí es impresionante: conquistó las
islas Baleares, conquistó el Reino de Valencia, conquistó Murcia, potenció
el comercio marítimo con una legislación especial, abrió el campo para la
expansión aragonesa en el Mediterráneo, reorganizó sus reinos con una
importante reforma jurídica… Es sin duda uno de los grandes reyes de la
historia de España.
Con Jaime I terminó realmente la Reconquista para la Corona de
Aragón, que quedaba lista para lanzarse a la gran aventura mediterránea. Lo
último que planeó en vida –y tenía ya más de sesenta años– fue una cruzada
a Tierra Santa; una tempestad frustró la empresa. En el trance de la muerte
pidió que se le amortajara con los hábitos del Císter. Falleció en Alcira,
Valencia, el 27 de julio de 1276.

Otros hechos
1536: Pedro de Mendoza funda en el Río de la Plata el puerto
de Nuestra Señora María del Buen Aire. Es la primera
fundación de Buenos Aires.
1543: Ruy López de Villalobos protagoniza el primer intento
por colonizar las Islas Filipinas. No se conseguirá hasta veinte
años después, con Legazpi.
1592: Muere Ana de Mendoza de la Cerda, princesa de Éboli,
figura señera de las intrigas políticas en la España de Felipe II.
1900: El gobierno conservador de Silvela aprueba la primera
ley sobre accidentes en el trabajo.
1938: El gobierno de Franco adopta como escudo del Estado
el águila de San Juan de los Reyes Católicos. Será el oficial
hasta octubre de 1981.
1984: Manifestaciones masivas contra la reconversión
industrial aprobada por el gobierno socialista de Felipe
González.
3
de febrero
Los ingleses atacan Montevideo

Tal día como hoy, 3 de febrero de 1807, la armada inglesa atacó el


puerto de Montevideo, posesión española en el estuario del Plata, en lo
que hoy es Uruguay. Era el principio de un tenaz acoso contra la
España de ultramar.
¿Por qué atacaban los ingleses? Porque España, en aquel momento, era
aliada de la Francia de Napoleón, y Francia estaba en guerra con Inglaterra.
La batalla de Trafalgar nos había dejado con la escuadra hecha unos zorros
y en América no había ejército colonial propiamente dicho, sino pequeñas
guarniciones compuestas fundamentalmente por personal local. Así los
ingleses aprovecharon para incordiar en un espacio que ambicionaban desde
hacía mucho tiempo.
Al comenzar el siglo XIX hubo varios intentos británicos de apoderarse
del rico estuario del Plata, tanto en Montevideo como en Buenos Aires.
Aquel virreinato era pieza muy codiciada por su control de las rutas
marítimas hacia el Pacífico y de las rutas fluviales hacia el interior del
continente. Un año antes, en 1806, los ingleses habían intentado apoderarse
de Buenos Aires, pero lo impidió la pericia militar de Santiago de Liniers,
el último gran virrey, que protagonizó una hazaña asombrosa cruzando el
Plata en medio de una tempestad pavorosa. Montevideo, por el contrario,
estaba menos protegida. Allí concentró su fuerza la flota inglesa, que
después de un mes de combates y dieciséis días de asedio logró tomar la
ciudad.
El dominio británico sobre Montevideo duró poco: acto seguido los
ingleses ensayaban otra vez tomar Buenos Aires y eran nuevamente
derrotados. Entre las condiciones de esta segunda rendición figuraba el
abandono de Montevideo, de manera que los ingleses se marcharon y la
ciudad volvió a ser española muy pocos meses después. Sin embargo, los
británicos habían aprovechado la situación para tender lazos entre la
población criolla del Plata, en particular a través del contrabando y del
espionaje. Todo eso saldrá a la luz años más tarde, cuando Inglaterra
fomente la independencia de Argentina y Uruguay contra la Corona
española. La descomposición del poder en la Península, después de 1808,
hará el resto. Aquel ataque a Montevideo fue el anuncio de lo que se nos
venía encima.

Otros hechos
1558: Muere en Bruselas, Bélgica, el franciscano Alfonso de
Castro, eminente teólogo y jurista de la Escuela de Salamanca,
consejero de Carlos I y Felipe II.
1689: Nace en Pasajes, Guipúzcoa, Blas de Lezo, marino, que
por su heroísmo se convertiría en una de las grandes leyendas
del ejército español.
1870: El gobierno «revolucionario» de Serrano y Prim, que ha
derrocado a Isabel II, ofrece la corona de España a Tomás
Alberto de Saboya, sobrino del rey de Italia Víctor Manuel II.
Este rechaza la oferta. La corona irá a un hijo del rey: Amadeo.
1926: Un oficial español se convierte en el general más joven
de Europa: Francisco Franco, que tiene en ese momento treinta
y cuatro años.
4
de febrero
La batalla de Tetuán

Tal día como hoy, 4 de febrero de 1860, tenía lugar la batalla de


Tetuán, en Marruecos, entre las tropas españolas de O’Donnell y las
fuerzas del sultán de Marruecos. Ganaron los españoles y con esta
victoria concluyó la primera guerra de África.
¿Por qué hubo una guerra entre Marruecos y España? Hubo
ciertamente causas de política interior española, desde la necesidad de
elevar la moral nacional después de la pérdida del imperio americano, hasta
la conveniencia de buscarle trabajo a un ejército que tenía una excesiva
tendencia a sublevarse (y, por cierto, generalmente bajo el signo de la
izquierda liberal). En todo caso, la causa directa fue el hostigamiento al que
las cabilas marroquíes sometían a las plazas de Ceuta y Melilla, que eran
españolas mucho antes de que existiera algo parecido a un reino de
Marruecos, pero que no por eso dejaban de ser permanentemente
aguijoneadas por el vecino del sur. A la altura de 1859, el general liberal
O’Donnell, jefe del gobierno de Isabel II, firmó un acuerdo con Marruecos
que protegía las plazas de Melilla, Alhucemas y Vélez de la Gomera, pero
dejaba fuera a Ceuta. Para proteger esta última ciudad, el ejército realizó
unas obras de fortificación. Los rifeños atacaron a los operarios. España
protestó ante el sultán y le exigió un castigo para los asaltantes. No hubo
tal. Entonces España, con la aquiescencia británica y francesa, declaró la
guerra. Era octubre de 1859. La iniciativa despertó un enorme entusiasmo
popular. Los reclutamientos de voluntarios fueron masivos, especialmente
en el País Vasco (con muchos veteranos del bando carlista) y en Cataluña,
donde el general Prim movilizó un regimiento específico.
Las operaciones comenzaron en diciembre de aquel año y todo el plan
estratégico consistió, en realidad, en una vasta maniobra de penetración en
sentido norte-sur desde Ceuta a través de tres puntos decisivos: Castillejos,
Tetuán y el valle de Wad-Ras, para aislar Tánger y dirigir luego la fuerza
contra esta última ciudad. Tetuán fue crucial porque allí era donde los
marroquíes pretendían frenar al ejército español. Este era menos numeroso,
pero demostró mejor sentido del movimiento. La batalla se decidió cuando
el jefe marroquí trató de envolver el flanco español y se topó con la
sorpresa de que O’Donnell había previsto esta contingencia, de manera que
la maniobra se volvió contra los propios defensores. La ciudad capitulará
dos días después. La siguiente batalla, la de Wad-Ras, forzará al sultán a
aceptar un tratado que reconocía a España sus posesiones y ampliaba el
espacio ceutí.

Otros hechos
1146: Batalla de Chinchilla, donde el rey moro Zafadola,
vasallo de Castilla y enemigo de los almorávides, terminó
asesinado por caballeros castellanos.
1877: El gobierno conservador de Cánovas inaugura la
construcción de la Cárcel Modelo de Madrid.
1888: El gobierno liberal de Sagasta reprime violentamente
una insurrección anarquista en Zalamea la Real, Huelva. Habrá
veinte muertos.
1985: El Gobierno socialista decide abrir la verja de Gibraltar
para el tránsito de personas, vehículos y mercancías.
5
de febrero
La Cueva de Altamira

Tal día como hoy, 5 de febrero de 1969, se decidía aplicar un especial


sistema de protección para las pinturas rupestres de la Cueva de
Altamira, dado el deterioro producido por la cuantiosa afluencia de
visitantes. Había que salvaguardar a toda costa esta «capilla sixtina del
arte paleolítico». Desde entonces la conservación del conjunto no ha
dejado de ser una permanente preocupación.
El conjunto de pinturas rupestres de Altamira, en Cantabria, junto a
Santillana del Mar, es un verdadero tesoro arqueológico: desde hace 35.000
años, y durante 20.000 años sin apenas interrupción, seres humanos
habitaron allí y en las paredes de piedra dejaron una sobrecogedora muestra
pictórica de su visión del mundo. Los descubridores de las pinturas de
Altamira fueron Marcelino Sanz de Sautuola y su hija María en 1879.
Cuando don Marcelino publicó su investigación, nadie le creyó: la
existencia de hombres primitivos con sentido artístico no sólo alteraba el
relato entonces común sobre la Creación desde el punto de vista religioso,
sino que, sobre todo, contradecía el dogma progresista dominante. Para la
mentalidad progresista de la época, convencida de que todo tiempo pasado
fue oscuro y de que el hombre prehistórico no podía ser capaz de creación
artística, era inconcebible que aquellas pinturas fueran obra paleolítica. La
muy reputada Institución Libre de Enseñanza encargó un informe cuyos
resultados fueron taxativos: Sanz de Sautuola mentía. Incluso, en otros
foros, se le acusó de que las pinturas eran obra suya.
El pobre don Marcelino murió en 1888 sin que se reconociera su
hallazgo. Hubo que esperar a que los franceses descubrieran sus propio arte
rupestre para que Emile Cartailhac publicara su Mea culpa de un escéptico.
Era ya 1902. Y cuando lo dijo el francés, los españoles al fin creyeron. Bien
es cierto que la Institución Libre de Enseñanza no se molestó en pedir
perdón. En 1924, el gobierno de Primo de Rivera declaró la cueva
Monumento Histórico Artístico. Hoy los bisontes de las paredes de
Altamira sonríen al recordar la petulancia de aquellos científicos.

Otros hechos
1518: El navegante veneciano Sebastián Caboto abandona la
bandera inglesa y entra el servicio de España como piloto
mayor de la sevillana Casa de la Contratación.
1810: Las tropas francesas del general Sebastiani someten
Málaga a un bárbaro saqueo.
1876: Acción de Abadiano, en Vizcaya, durante la tercera
guerra carlista: la victoria de las tropas de Alfonso XII deja la
guerra vista para sentencia.
1939: El presidente de la II República, Manuel Azaña, el del
gobierno autónomo vasco, José Antonio Aguirre, y el de la
Generalidad catalana, Luis Companys, huyen a Francia.
1990: Manuel Fraga Iribarne, exministro de Franco,
exministro de la Corona y fundador de Alianza Popular y el
Partido Popular, toma posesión como presidente de la Xunta de
Galicia. Permanecerá quince años en el cargo.
6
de febrero
La muerte de «doña Virtudes»

Tal día como hoy, 6 de febrero de 1929, fallecía la reina de España


María Cristina de Habsburgo-Lorena, esposa de Alfonso XII y madre
de Alfonso XIII, que durante diecisiete años desempeñó la regencia de
la Corona de España.
María Cristina, a la que el pueblo llamaba «doña Virtudes», era una
princesa de la familia imperial austrohúngara, de linajudísimo abolengo,
que en 1879, con veintiún años, se casó con el rey de España Alfonso XII,
que había enviudado recientemente. No fue un matrimonio feliz: tuvieron
dos hijas, pero las infidelidades de Alfonso XII eran no solo permanentes,
sino también notorias. Ahora bien, el rey Alfonso murió en 1885 y María
Cristina, sola y con veintiséis años, se encontró en la obligación de regentar
la Corona de España.
A la muerte de Alfonso XII, María Cristina estaba embarazada: el hijo
iba a ser un niño, Alfonso XIII, y la reina viuda tendría que sostener el trono
hasta que el pequeño llegara a la mayoría de edad. Para afianzar el orden
político, se llegó al acuerdo de que los partidos conservador y liberal, de
Cánovas y Sagasta, se turnaran en el poder. Eso fue el «turnismo» que
caracterizó a la España de entresiglos. Fueron los años del desastre del 98,
de los problemas en Marruecos, del comienzo del terrorismo anarquista y
de la conflictividad social en España; fueron también los años en los que se
implantó el sufragio universal (aunque con limitaciones).
Alfonso XIII llegó a la mayoría de edad en 1902 y pudo reinar.
Entonces María Cristina abandonó toda actividad política y se dedicó a las
obras de caridad y a dar prestigio a la ciudad de San Sebastián, que la
nombró alcaldesa honoraria. De hecho fue María Cristina quien la convirtió
en una ciudad turística de primer orden: inauguró el casino y ordenó la
construcción del palacio de Miramar. «doña Virtudes» murió en el Palacio
Real de Madrid en 1929, con setenta años, y está enterrada en El Escorial.

Otros hechos
1482: Primer auto de fe, en Sevilla, de la Inquisición.
1699: Fallece con seis años el niño José Fernando de Baviera,
príncipe elector de ese reino, que había sido designado por
Carlos II como sucesor en el trono de España. Su muerte
terminará desencadenando la Guerra de Sucesión.
1860: Bajo la dirección de Pedro Antonio de Alarcón se
publica el número uno del primer periódico de Marruecos: El
Eco de Tetuán.
1932: Oleada de protestas contra la decisión del gobierno de
Azaña de retirar los crucifijos de las escuelas públicas.
1939: El Gobierno del Frente Popular, empezando por Azaña y
Negrín, huye a Francia en el marco de la guerra civil española.
1991: Muere en Madrid la escritora y filósofa María Zambrano
a los ochenta y seis años de edad.
7
de febrero
Carlos I jura las leyes de Castilla

Tal día como hoy, 7 de febrero de 1518, el rey Carlos I, nieto de los
Reyes Católicos, juraba las leyes de Castilla. Era el paso previo
imprescindible para su ascenso al trono.
Carlos, criado en Flandes, llegaba a la Corona española tras la muerte
de su padre, Felipe el Hermoso, y la incapacitación de su madre, Juana la
Loca. Hasta entonces había asegurado la regencia del Reino el cardenal
Cisneros. A Carlos no le correspondía solo la herencia de Castilla y León,
sino también la de Aragón, Granada, Navarra, Nápoles y Sicilia. Pero antes
tenía que jurar las leyes de cada uno de esos reinos.
Contra lo que se cree actualmente, los reyes tradicionales no eran
déspotas que hacían su voluntad, sino que estaban obligados a jurar ante las
cortes de sus reinos antes de ceñir la corona. Tal jura no era una mera
formalidad, sino que implicaba el acatamiento a un orden legal preexistente.
Eso fue lo que tuvo que hacer Carlos I para convertirse efectivamente en
rey de Castilla. A partir de ese momento, Carlos cometerá serios errores que
harán difíciles los primeros años de su reinado, en particular por apoyarse
en sus favoritos flamencos y no en la nobleza española, que se vio
desplazada. La introducción de nuevas pautas de gobierno excitará además
el recelo de estamentos tradicionales en Castilla y en Valencia, dando lugar
a las guerras de las Comunidades y las Germanías, respectivamente. El rey
rectificará esos errores muy pronto –no siempre de manera incruenta– y en
1522 ya puede hablarse de un Reino pacificado.
Por otro lado, en esos mismos años Carlos era proclamado rey de
Romanos y emperador, lo cual le convirtió en el hombre más poderoso de
su tiempo. Ya era Carlos I de España y V de Alemania. Desde su trono
abanderará el ideal humanista de la Universitas Christiana, la supremacía
de la autoridad imperial sobre todos los reyes de la Cristiandad, y la defensa
de la religión. La herejía protestante le convirtió en campeón de la Cruz
incluso contra los intereses materiales del papado. Venció a Francia y
contuvo al imperio otomano. En 1550 hizo algo que ningún otro monarca
había hecho jamás: detener sus conquistas –en este caso, en América– hasta
tener la certidumbre de que actuaba conforme a la recta moral, episodio
conocido como la Controversia de Valladolid. En suma, Carlos I fue el
monarca que abrió para España un periodo decisivo de su Historia.

Otros hechos
1461: La oligarquía civil y eclesiástica de Barcelona, opuesta
al poder real de Juan II, se subleva contra el monarca por haber
encarcelado a su hijo Carlos de Viana. La Biga –que así se
llamaba el partido insurrecto– ofrecerá una corona catalana a
Enrique de Castilla, Pedro de Portugal y Renato de Anjou.
Ninguno de ellos la tomó.
1793: En la Francia revolucionaria, la Convención, después de
haber decapitado a Luis XVI, declara la guerra a España.
1822: Fernando VII pide ayuda a la Santa Alianza –coalición
internacional de monarquías absolutas– para desalojar a los
liberales del poder, que ostentaban desde el golpe de Riego dos
años atrás.
8
de febrero
Hernández de Córdoba, el primero
que pisó el Yucatán

Tal día como hoy, 8 de febrero de 1517, zarpaba desde Cuba la


expedición de Francisco Hernández de Córdoba hacia México. Fue la
primera expedición que pisó las tierras del Yucatán.
Francisco Hernández de Córdoba era un conquistador que había
viajado a las Indias en las primeras expediciones y que había logrado
acumular una importante fortuna como hacendado en Cuba. Según cuenta el
cronista Bernal Díaz del Castillo, que participó en los hechos, un centenar
de españoles propuso al gobernador Velázquez viajar hasta Tierra Firme
porque necesitaban «ocupar sus personas» y hasta entonces «no había
hecho cosa alguna que contar fuera». En aquel momento ya nadie creía en
la vieja teoría colombina acerca de un paso entre los dos océanos que
permitiera llegar a las Indias; si tal paso existía, debía de hallarse o muy al
norte o muy al sur, lejos en todo caso de las islas controladas por los
españoles en el Caribe. Pero allí, en aquellas costas que ya se llamaban
«tierra firme», permanecía un mundo a la espera de ser abierto. Hernández
de Córdoba avaló la empresa.
¿Buscaba aventura? ¿Buscaba oro? ¿Buscaba mano de obra para sus
haciendas? Probablemente las tres cosas. El hecho es que en febrero de
1517 partían dos navíos y un bergantín hacia el continente. Tras dos días de
tormenta, perdido el rumbo, los barcos llegaron a una tierra desconocida.
Era la península del Yucatán, cuyo litoral ya había sido cartografiado, pero
donde nadie había puesto aún el pie. Entre otras cosas, allí entraron en
contacto por primera vez los españoles con culturas amerindias avanzadas,
como los mayas, cuyas construcciones dejaron a los nuestros estupefactos.
No fue una expedición amable, aquella: los conquistadores tuvieron
que hacer frente a indios hostiles, varios españoles murieron y el propio
Hernández de Córdoba resultó seriamente herido. De regreso en Cuba,
moriría a causa de sus heridas. Pero se había abierto el camino a México
que dos años después seguiría Hernán Cortés.

Otros hechos
1538: España, la Santa Sede y Venecia constituyen la Liga
Santa para luchar contra el imperio otomano, que controla ya el
Mediterráneo oriental y amenaza con expandirse también hacia
el occidental.
1814: Simón Bolívar ordena el asesinato masivo de 836
prisioneros españoles; la mayoría de ellos eran neutrales en la
guerra de independencia contra España.
1828: Nace en Málaga Antonio Cánovas del Castillo, figura
política determinante en la Restauración a partir de 1874.
1911: Muere a los sesenta y cuatro años en Graus el político
Joaquín Costa, figura mayor del llamado «regeneracionismo».
1934: El gobierno de centro-derecha de Lerroux ordena el
desarme general de la población española. Los socialistas
reaccionarán ocultando sus armas, que reaparecerán en la
revolución de octubre de ese año.
9
de febrero
El vuelo del Plus Ultra

Tal día como hoy, 9 de febrero de 1926, el hidroavión español Plus


Ultra amerizaba en el Río de la Plata, en Buenos Aires, Argentina. Era
la primera vez que un avión lograba atravesar el Atlántico de norte a
sur.
Los tripulantes del Plus Ultra eran el comandante Ramón Franco
(hermano de Francisco Franco), el capitán Julio Ruiz de Alda, el teniente de
navío Juan Manuel Durán y el mecánico Pablo Rada. El hidroavión era un
Dornier D.J Wal, un aparato alemán que se contaba entre los más avanzados
de su tiempo. El proyecto de cruzar el Atlántico nació en la mente de los
aviadores españoles como una emulación del viaje de Cristóbal Colón, solo
que esta vez irían por el aire. El gobierno de Primo de Rivera respaldó la
empresa.
La expedición salió de Palos de la Frontera el 22 de enero de 1926.
Hizo escalas en Las Palmas, Cabo Verde, la isla de Fernando Noronha,
Pernambuco, Río de Janeiro y Montevideo antes de llegar a Buenos Aires,
donde le esperaba una muchedumbre enfervorizada. En total, 10.270
kilómetros en casi sesenta horas de vuelo. Era la primera vez que se cruzaba
por el aire el Atlántico Sur.
La hazaña fue de una enorme importancia para la aviación española.
También tuvo grandes consecuencias técnicas, como la implantación del
radiogoniómetro, que permitía orientarse en vuelo sin visibilidad. Después
la vida no sería grata para los héroes. Durán murió dos años más tarde en un
accidente de aviación. Ruiz de Alda, que fundó la Falange con José
Antonio, murió asesinado por el Frente Popular en 1936. Ramón Franco,
aunque era de ideas izquierdistas, al conocer el asesinato de Ruiz de Alda
cambió de bando y se sumó a las fuerzas de su hermano en la guerra civil,
antes de fallecer igualmente en accidente de aviación en 1938. Y el
mecánico Rada combatió en el bando republicano y terminó exiliado en
Francia; volvió a España en 1969, enfermo, y murió en el sanatorio de la
Armada en la sierra madrileña.
El avión Plus Ultra siguió en activo muchos años, donado por Alfonso
XIII a la República Argentina. Hoy está en el Museo de Luján, Argentina, y
hay una réplica en el museo madrileño de Cuatro Vientos. Con ese aparato
se firmó una de las mayores hazañas de todos los tiempos.

Otros hechos
1522: El conquistador Pedro Valdivia funda Santa María la
Blanca de Valdivia, hoy simplemente Valdivia, una de las
primeras ciudades de Chile.
1588: Muere el gran marino y militar Álvaro de Bazán.
1601: Felipe III se traslada con su corte a Valladolid, que será
su capital durante algunos años.
1962: España solicita por primera vez su ingreso en el
Mercado Común Europeo. Ocho años después obtendrá un
acuerdo económico preferencial.
1978: Entra por primera vez una mujer en la Real Academia
Española: Carmen Conde.
10
de febrero
Hazaña de la División Azul
en Krasni Bor

Tal día como hoy, 10 de febrero de 1943, los carros de combate


soviéticos se estrellaban contra las posiciones de la División Azul en la
batalla de Krasni Bor, en el frente ruso, durante la Segunda Guerra
Mundial. A pesar de la abrumadora superioridad soviética, los
españoles aguantaron la posición y frustraron la ofensiva enemiga.
La División Azul era la unidad de voluntarios que España había
enviado al lado de Alemania cuando Hitler invadió la Unión Soviética. Era,
entre otras cosas, una forma de devolver la ayuda prestada por Alemania al
bando nacional durante nuestra guerra civil. Y era, además, una
manifestación del espíritu de cruzada anticomunista que se extendió por
toda Europa cuando Hitler invadió la URSS y que llevó a las filas alemanas
a más de un millón de europeos de treinta nacionalidades.
La División Azul fue emplazada en el cerco de Leningrado, al noroeste
del país. Un frente estático, pero sacudido por combates permanentes. El
primer jefe de la División fue el general Agustín Muñoz Grandes, relevado
en diciembre de 1942 por Emilio Esteban Infantes. Fue allí, y precisamente
para romper el cerco de Leningrado, donde el 10 de febrero de 1943 la
URSS abrió una gigantesca ofensiva en torno al frente de Krasni Bor,
defendido por 6.000 soldados españoles. Los soviéticos lanzaron un feroz
ataque artillero de más de dos horas y, después, varias pasadas de aviación,
como prólogo al avance de cuatro divisiones con 44.000 hombres y más de
cien carros de combate. Aplastante.
Los rusos esperaban haber acabado con cualquier resistencia, pero no:
la División Azul aguantó y, a pesar de sus numerosísimas bajas, se pegó el
terreno. Fue un infierno de hielo, fuego y barro. Con los carros soviéticos
atrapados en el gélido lodazal, los españoles pudieron incluso lanzar una
contraofensiva y ocupar el río Ishora en espera de refuerzos. El 14 de
febrero los rusos constataron que su gran ofensiva había fracasado. Los
combates aún se prolongarán durante semanas, pero los soviéticos no
conseguirán romper el cerco de Leningrado.
Stalin perdió aquella batalla. La División Azul sufrió más de 2.500
bajas entre muertos y heridos, pero los soviéticos habían perdido la friolera
de 16.000 hombres. Hoy la batalla de Krasni Bor se considera
unánimemente la última gran hazaña del ejército español en una guerra
convencional.

Otros hechos
1519: Hernán Cortés zarpa hacia México.
1805: El rey Carlos IV suprime las corridas de toros.
1929: Comienza la primera Liga Española de Fútbol. El
primer gol lo marcó «Pitus» Prat, del RCD Español de
Barcelona.
1956: El gobierno de Franco decreta el estado de excepción
después de graves incidentes en la universidad madrileña.
1981: El rey Juan Carlos encarga a Leopoldo Calvo-Sotelo la
formación de gobierno.
11
de febrero
Orellana descubre el Amazonas

Tal día como hoy, 11 de febrero de 1542, el extremeño Francisco de


Orellana descubría el río Amazonas y se lanzaba aguas abajo para
navegarlo hasta el final.
Orellana, pariente de los Pizarro, había participado muy intensamente
en la conquista del Perú. A la altura de 1540 Francisco Pizarro encomienda
la gobernación de Quito a su hermano Gonzalo. Misión: conquistar el País
de la Canela, una extensa región del Ecuador oriental cubierta de bosques
de un árbol llamado ishpingo y cuyo fruto se asemeja a la pimienta dulce.
Gonzalo Pizarro pidió el concurso de Orellana, el cual, por supuesto, no lo
dudó. A finales de febrero de 1541 la expedición cruza los Andes. La
crónica de la marcha es de una terrible monotonía: cientos de kilómetros en
tierra vacía de humanidad, súbitamente algún poblado indígena, breves
escaramuzas y, después, otra vez la selva infinita. Y así mes tras mes, por
espacio de casi un año.
Las enfermedades diezman la hueste. Indios y españoles empiezan a
caer. El transporte se convierte en un problema. Gonzalo y Orellana deciden
construir un bergantín para llevar heridos y provisiones a través del dédalo
de aguas de aquellas selvas. La situación es desesperada. Hay que ir a
buscar comida. ¿Pero cómo? ¿Y dónde? Nuestro protagonista y Pizarro
deciden separarse. Orellana irá río abajo a buscar provisiones. Gonzalo
Pizarro caminará por tierra. Pero aquella división de la hueste, en un terreno
desconocido y extremadamente difícil, no podía salir bien. Orellana parte
con cincuenta hombres. Cuando intenta volver río arriba, no puede superar
la corriente. Pizarro, por su parte, espera y espera; cuando ve que Orellana
no regresa, decide dar la vuelta. Orellana envía a tres hombres con un
mensaje para Pizarro. No encontrarán a su destinatario: Gonzalo había
vuelto a Quito con los ochenta supervivientes de su grupo. Orellana decide
entonces construir un nuevo barco: la Victoria. Con él hará lo único que está
en su mano: navegar río abajo. Y que sea lo que Dios quiera.
La crónica del viaje, en la pluma de fray Gaspar de Carvajal, que
estuvo allí, no deja duda sobre la magnitud de la proeza: una loca carrera
aguas abajo por ríos desconocidos entre la hostilidad de indios que les
acosan desde la orilla. Y entre esos indios, unos que, por sus largos
cabellos, los nuestros toman por mujeres guerreras, como las amazonas de
los libros de caballerías. No fue una escaramuza menor: el pobre fray
Gaspar recibió una flecha en el costado y otra en un ojo; salvó la vida por el
grosor de sus hábitos. Finalmente, el 26 de agosto de 1542 la Victoria se
abría a las aguas del Atlántico. Detrás quedaba un fabuloso recorrido de
4.800 kilómetros por tierras enteramente vírgenes. Y un río enorme con un
nombre nuevo: el Río Grande de las Amazonas.

Otros hechos
1606: La corte de Felipe III vuelve de Valladolid a Madrid.
1869: Apertura de cortes constituyentes tras el derrocamiento
de Isabel II.
1873: Se proclama la I República tras la abdicación del rey
Amadeo de Saboya.
12
de febrero
Balmis, el héroe de la guerra
contra la viruela

Tal día como hoy, 12 de febrero de 1819, moría en Madrid el médico


alicantino Francisco Javier Balmis y Berenguer, promotor y
protagonista de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna: la
primera campaña transoceánica de lucha contra la viruela y una de las
gestas más relevantes de la historia de la ciencia en España.
A finales del siglo XVIII la viruela hacía estragos en todas partes. En
Europa el inglés Edward Jenner acababa de descubrir la vacuna –las
primeras vacunaciones en España comienzan muy pronto, en 1798–, pero
hacer pasar el hallazgo a América era extremadamente difícil. El gran José
Celestino Mutis lo intentó en 1782 y con buen resultado, pero con un
alcance necesariamente limitado. Como las epidemias se sucedían con un
saldo atroz en todos los territorios americanos, los virreyes de América
pidieron auxilio al rey Carlos IV. Este reunió a sus médicos de cámara y allí
uno de ellos, el doctor Balmis, propuso exportar el virus de la vacuna
asegurándose de que llegara vivo por un procedimiento singular:
transportarlo inoculado en brazos de niños. Así comenzó la Real
Expedición Filantrópica de la Vacuna. Corría 1803.
Brazos de niños, sí: los del hospicio de La Coruña. La tutora de los
niños aceptó, pero exigió ir con ellos: se llamaba Isabel de Cendala e iba a
convertirse en una auténtica heroína de la enfermería. Junto a Balmis
viajaría otro médico: José Salvany, un joven cirujano militar, catalán de
Cervera. La nave, María Pita, la mandaría un vasco de Zierbena, Vizcaya,
que se llamaba Pedro Joaquín del Barco y España. A bordo, además de los
niños, varios cientos de ejemplares del tratado de vacunación del doctor
Moreau. La trayectoria de la expedición es alucinante: desde San Francisco,
en Norteamérica, hasta Santiago, en Chile, y desde San Juan de Puerto Rico
hasta las Islas Filipinas, pasando por México, Cartagena, Quito y Lima,
aquella gente estuvo tres años vacunando sin cesar.
Mientras Balmis e Isabel de Cendala se dirigían hacia Asia, Salvany se
internaba en las selvas suramericanas. El catalán murió en Cochabamba,
vacunando. Cendala, agotada, se quedó en Nueva España y se instaló en
Puebla. Balmis pudo regresar a España en 1806. La ocupación francesa y la
atroz guerra que siguió dejó aquella proeza en segundo plano, pero,
objetivamente, es el «ejemplo de filantropía más amplio y noble de la
Historia», como dijo el propio Jenner. Con aquella expedición la Corona
española salvó millones de vidas en América.

Otros hechos
1541: El conquistador Pedro de Valdivia funda en Chile
Santiago del Nuevo Extremo.
1577: Juan de Austria firma el Edicto Perpetuo con los
rebeldes flamencos de los Países Bajos y retira los tercios de
sus territorios.
1941: Franco se entrevista con Mussolini en Bordighera, Italia.
Exactamente un año después se entrevistará con el portugués
Salazar.
1974: El presidente del Gobierno, Arias Navarro, anuncia un
programa aperturista que se denominará «espíritu del 12 de
febrero».
13
de febrero
El suicidio de Larra

Tal día como hoy, 13 de febrero de 1837, se suicidaba el periodista y


escritor madrileño Mariano José de Larra, uno de los nombres más
representativos del romanticismo español. Tenía solo veintisiete años.
Hijo de un médico afrancesado que colaboró con los invasores de
Napoleón, Larra había crecido en el exilio, en Burdeos y en París, antes de
volver a España en 1818. Fue un temperamento volcánico: enamorado de la
amante de su padre, estudiante tan brillante como inconstante, a los
dieciocho años se alistó en los Voluntarios Realistas, una milicia
monárquica fuertemente antiliberal. Pero lo que le catapultó a la fama, y
también a muy temprana edad, fue el periodismo satírico: a los diecinueve
años funda el folleto mensual El Duende Satírico del Día y, a partir de ese
momento, vivió siempre de sus artículos de crítica social.
Envuelto en una vida personal agitadísima, con un temprano
matrimonio desgraciado, tres hijos y una amante tempestuosa, Larra
empezó a traducir obras teatrales francesas para ganarse la vida. Volvió al
periodismo satírico con El pobrecito hablador y el seudónimo «Fígaro»,
ahora en una orientación más liberal. Participó en la vida política contra la
desamortización de Mendizábal y en las filas de los moderados, que eran
los monárquicos conservadores. Incluso obtuvo plaza de diputado, pero el
golpe militar liberal de 1836 le dejó sin escaño. Y a partir de entonces todo
comenzó a rodar boca abajo.
Su fracaso político coincidió con la ruptura definitiva con su amante,
Dolores Armijo. Desesperado, Larra se pegó un tiro en la sien. Hoy le
recordamos como uno de los grandes fundadores del periodismo español.
Otros hechos
1017: Muere Sancho García, conde de Castilla, «el de los
Buenos Fueros». Fue uno de los pocos jefes de hueste
españoles que supieron hacer frente al dictador andalusí
Almanzor.
1352: La flota de la Corona de Aragón y sus aliados de
Venecia se enfrentan con la flota genovesa en la batalla de
Constantinopla por el control del Mediterráneo.
1655: Un terrible terremoto destruye gran parte de la capital
del Virreinato del Perú, Lima, y el puerto de El Callao.
1801: Godoy y Lucien Bonaparte firman el Convenio de
Aranjuez, que ponía la flota española al servicio de los
intereses franceses. Ratificado el 18 de marzo siguiente, este
convenio conduciría directamente a la catástrofe de Trafalgar.
1934: La Falange Española de José Antonio Primo de Rivera
se fusiona con las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista de
Ramiro Ledesma y Onésimo Redondo. Nace FE de las JONS.
1998: Trescientos intelectuales y personajes públicos firman
un manifiesto por la democracia en Euskadi donde rechazan
cualquier clase de negociación con la banda terrorista
separatista ETA.
14
de febrero
La batalla del Jarama

Tal día como hoy, 14 de febrero de 1937, llegaba a su punto


culminante la batalla del Jarama, durante la guerra civil española.
La batalla del Jarama tiene que inscribirse en los numerosos combates
por el control de Madrid. El gobierno del Frente Popular había abandonado
Madrid huyendo a Valencia. El bando sublevado se proponía aislar la
capital cortando sus comunicaciones con Valencia y Barcelona. La
maniobra del ejército de Franco, dirigido por el general Orgaz, consistía en
rodear Madrid por el sur en dirección este, hacia Arganda y Alcalá de
Henares. Enfrente, el Ejército Popular de la República, dirigido por el
general Miaja, tratará de detener a los nacionales.
Fue la mayor batalla librada hasta entonces en nuestra guerra, con
abundante participación extranjera: carros alemanes y aviones italianos en
el bando nacional, carros y aviones soviéticos y tres brigadas
internacionales en el bando republicano. Las tropas de Franco lograron
cruzar el Tajuña y el 14 de febrero alcanzaron su máxima penetración en
territorio enemigo. A partir de ahí los republicanos consiguieron detener el
avance y lanzaron una contraofensiva, pero fracasaron. Durante varios días
todos los combates se concentraron en el Cerro Pingarrón, que acabó en
manos de Franco, pero sin poder ir más allá.
Los nacionales no pudieron tomar la carretera de Valencia, pero sí
tenerla a tiro de artillería, lo cual obligó a los republicanos a desviar el
tráfico. Asimismo el Frente Popular tuvo que dejar allí una buena cantidad
de tropas para defender la zona, lo cual mermó su capacidad de maniobra
en otros puntos del frente. La batalla del Jarama terminó el 27 de febrero. El
saldo fue muy cruento: alrededor de 7.000 bajas en el bando nacional y
hasta 10.000 en el bando republicano.

Otros hechos
1503: Segunda cédula real de Isabel la Católica en la que se
instituye la Casa de la Contratación de Sevilla para regular el
tráfico marítimo con las Indias y se definen las funciones de
sus órganos rectores.
1509: Fernando el Católico, ya viudo, ingresa a su hija Juana
la Loca en Santa Clara de Tordesillas. Juana había enviudado a
su vez tres años antes de Felipe el Hermoso.
1542: El conquistador Nuño de Guzmán, en México, funda un
cuarto asentamiento en el territorio que ha llamado Nueva
Galicia. Será la ciudad de Guadalajara.
1751: Nace en Vitoria el economista y escritor liberal Valentín
de Foronda.
1797: La flota británica derrota a los barcos españoles en la
batalla del Cabo de San Vicente.
1827: Nace en Elorrio, Vizcaya, San Valentín de Berriochoa,
misionero dominico, obispo en Vietnam, que morirá mártir en
aquellas tierras en 1861.
1931: El general Berenguer dimite como presidente del
Gobierno, tras la convocatoria de elecciones y en medio de una
fuerte presión oligárquica sobre el rey Alfonso XIII.
15
de febrero
El misterioso hundimiento del Maine

Tal día como hoy, 15 de febrero de 1898, el acorazado norteamericano


Maine estallaba en el puerto de La Habana dejando 256 víctimas. En
una tensísima situación diplomática, los norteamericanos culparon a
España de haber provocado la explosión. A pesar de que las sucesivas
comisiones de investigación no pudieron demostrar nada, Estados
Unidos empleó este trágico hecho como argumento para declarar la
guerra a España.
Los Estados Unidos querían controlar Cuba por sus explotaciones de
fruta y azúcar. Hicieron una oferta de compra. Como España no quiso
vender aquellas islas, comenzaron una campaña de acoso comercial que
pivotó, sobre todo, en las acusaciones de la prensa sensacionalista
norteamericana. Cuando el Maine llegó a La Habana, el clima diplomático
ya era irrespirable. ¿Qué era el Maine? Un acorazado de 6.682 toneladas, 25
cañones de diverso calibre y cuatro tubos lanzatorpedos, con 392 tripulantes
a bordo, al mando del capitán Charles Dwight Sigsbee, y con la poco
amistosa misión de «proteger los intereses de los ciudadanos
norteamericanos en Cuba»; lo cual implicaba la afirmación de que esos
intereses estaban amenazados por… España. Las autoridades españolas,
para limar asperezas, invitaron a la oficialidad del barco americano a una
recepción en La Habana. Pero el 15 de febrero, a las 21.40 horas, una
fortísima explosión sacudió el barco. Pedazos enteros de la estructura de la
proa saltaron por los aires junto a los cuerpos desgarrados. El barco se
hundió en pocos minutos llevándose la vida de 256 hombres.
Hoy no hay duda de que la explosión del Maine se debió a causas
internas. No se vio ninguna columna de agua cuando la explosión, luego no
pudo ser una mina. Además, los pañoles de munición del barco habían
estallado, y eso solo podía haber ocurrido por una explosión interna. Otra
cosa llamativa: nadie encontró peces muertos en el puerto; si la explosión
hubiera sido externa, como decían los yanquis, forzosamente habrían
muerto peces alrededor. Pero aquella explosión era lo que Washington
necesitaba.
En una escalada de tensión multiplicada por la prensa, el Gobierno de
los Estados Unidos lanzó un ultimátum al Gobierno español exigiéndole la
retirada de Cuba bajo amenaza de empezar a movilizar voluntarios. El
Gobierno español se negó. La opinión pública americana pedía a gritos la
guerra. El 25 de abril de ese mismo 1898 los Estados Unidos declaraban la
guerra a nuestro país. Comenzaba así un proceso que terminaría, para
España, con la pérdida de nuestras últimas provincias de Ultramar: Cuba,
las Filipinas, Puerto Rico y Guam, y que para Estados Unidos significó el
comienzo de su expansión internacional.

Otros hechos
1412: Concordia de Alcañiz en las cortes de la Corona de
Aragón para elegir nuevo rey.
1519: Nace el marino asturiano Pedro Menéndez de Avilés,
azote de los corsarios, que reconquistó Florida de manos
francesas y fue gobernador de Florida y Cuba.
1728: El inglés duque de Wharton funda en Madrid la primera
logia masónica de España.
1847: Muere el general José de Palafox, héroe del asedio de
Zaragoza en la Guerra de la Independencia.
16
de febrero
Las elecciones que llevaron
a la guerra civil

Tal día como hoy, 16 de febrero de 1936, la II República española


celebraba la primera vuelta de unas elecciones legislativas que
terminarían conduciendo a una guerra civil.
Aquellas elecciones eran el fruto de una decisión del presidente de la
República, Alcalá-Zamora, que desposeyó de la jefatura del Gobierno a la
derecha de Gil-Robles e hizo formar Gobierno con la esperanza de controlar
unos nuevos comicios que dieran la victoria a una opción moderada. La
izquierda, por su parte, formó un bloque que abarcaba desde los
republicanos de Azaña hasta los comunistas, y donde el mayor peso era
para el Partido Socialista: ese bloque fue el Frente Popular.
No pudo salirle peor la jugada a Alcalá-Zamora. La jornada se
desarrolló en un ambiente de violencia. Numerosas sedes electorales fueron
asaltadas por los partidos de izquierda. Aunque el resultado del primer
escrutinio fue muy ajustado, Alcalá-Zamora se asustó, forzó la dimisión del
Gobierno y colocó al frente a Manuel Azaña. De esta manera el Frente
Popular iba a controlar la segunda vuelta de las elecciones. Los resultados
reales de estas elecciones no se publicarían hasta cuarenta años después. Al
parecer la diferencia de votos entre izquierdas y derechas fue escasísima,
pero la atribución de escaños dio al Frente Popular una mayoría
desproporcionada. Hoy nadie duda del falseamiento masivo de actas,
denunciado por el propio presidente de la República, que terminó otorgando
al Frente Popular una representación parlamentaria muy superior a los votos
realmente obtenidos. Las memorias de Azaña e Indalecio Prieto también
confiesan el reparto arbitrario de actas de diputado por parte de la izquierda.
Fue, en definitiva, un «pucherazo».
Alcalá-Zamora cayó muy pronto víctima de la operación que él mismo
había iniciado: fue apartado de la presidencia, que pasó a manos del propio
Azaña. Mientras tanto, socialistas, comunistas y anarquistas, dueños de las
Cortes, renunciaban a formar parte del Gobierno, pasaban a la ofensiva en
la calle y promovían innumerables actos de violencia, contestados a su vez
por elementos de la derecha. La legalidad republicana tardó muy poco en
hundirse… desde la propia cúspide del poder. La guerra civil ya era
inevitable.

Otros hechos
1209: El papa Inocencio III encomienda al obispo de Toledo,
Jiménez de Rada, predicar una cruzada contra los musulmanes.
Aquello terminará en la crucial batalla de Las Navas de Tolosa
en 1212.
1579: Muere en Tolima, Colombia, el conquistador Gonzalo
Jiménez de Quesada, explorador de Nueva Granada, fundador
de Bogotá y gobernador de El Dorado.
1624: Muere en Toledo el eminente teólogo e historiador Juan
de Mariana, autor de una monumental Historia de España en
treinta libros.
1962: El Gobierno de Franco publica una orden por la que
equipara los derechos laborales de la mujer con los del hombre.
1998: Muere Fernando Abril Martorell, mano derecha de
Adolfo Suárez y hombre decisivo, en la sombra, en la red de
pactos que tejió la transición a la democracia.
17
de febrero
Estado de guerra en Barcelona

Tal día como hoy, 17 de febrero de 1902, se declaraba el estado de


guerra en Barcelona, como consecuencia de la huelga general
revolucionaria desencadenada por los anarquistas de la CNT.
Barcelona era ya uno de los principales polos del desarrollo industrial
en España, estimulado por cuantiosas inversiones de todo el país, por la
decidida protección política del Gobierno español y por la afluencia de
decenas de miles de inmigrantes de toda la península. Ese rápido desarrollo
trajo también consigo problemas sociales agudísimos, con flagrantes casos
de explotación y miseria. Terreno abonado para que el sindicato anarquista
CNT, que en aquel momento controlaba el movimiento obrero en Cataluña,
intentara un golpe de fuerza.
El anarquismo ya había sacudido seriamente a la sociedad española no
solo con huelgas, sino también con atentados salvajes como el del Liceo
barcelonés, que ocasionó 22 muertos y 35 heridos. A partir de 1901, y
siguiendo las instrucciones de la Internacional anarquista, hubo una serie
ininterrumpida de huelgas en toda España. La huelga general revolucionaria
de 1902 en Barcelona fue el momento cumbre de esa estrategia. El objetivo
de los sindicalistas era paralizar el sistema capitalista con huelgas –
evidentemente, violentas– que llevaran a una crisis generalizada. Motivo de
la reivindicación: la jornada de nueve horas; era una medida que ya existía
en diversos sectores, pero sin carácter estatal. En todo caso, la estrategia
anarquista iba mucho más allá de esta reclamación.
El movimiento comenzó el día 14 de febrero en Barcelona con los
paros de metalúrgicos, carreteros y panaderos. El día 17 se extendió a todos
los sectores industriales. De Barcelona pasó a otras localidades. Los
enfrentamientos violentos entre huelguistas y guardia civil se saldaron ese
día con doce muertos y muchos heridos. En aquel momento gobernaba
España el progresista Sagasta, que no dudó en declarar el estado de guerra
para sofocar la revuelta. Más de trescientos dirigentes sindicales fueron
detenidos. La huelga terminaría en fracaso porque a la cita faltó otro
sindicato: la socialista UGT, que jugaba su propio juego.
El principal beneficiario de aquello, en efecto, fue el Partido Socialista,
que crecerá a expensas del anarquismo y en las elecciones de 1905 colocará
tres concejales en Madrid. El terrorismo anarquista seguiría golpeando aún
la vida española durante muchos años más.

Otros hechos
1580: El conquistador Bernal Díaz del Castillo concluye su
Historia verdadera de la conquista de Nueva España,
testimonio de primera mano de la conquista de México.
1720: España acepta el Tratado de Utrecht que, entre otras
cosas, consolida la posición inglesa en Gibraltar.
1799: El rey Carlos IV aprueba el proyecto de telegrafía óptica
del ingeniero militar canario Agustín de Betancourt y Molina.
Es el primero de este tipo en España.
18
de febrero
Navarra proclama rey
a Fernando el Católico

Tal día como hoy, 18 de febrero de 1512, las Cortes de Navarra


proclamaron rey a Fernando el Católico. Así Navarra se unió a la
Corona española.
Navarra era, con Asturias (luego León), la entidad política singular
más antigua de España. Fundado en el siglo IX en torno a Pamplona, el
reino de Navarra había protagonizado innumerables episodios durante la
Reconquista y su sangre se había mezclado profusamente con la de los
demás reinos. A partir de un cierto momento, cayó bajo la órbita francesa y
eso desvió su destino. Navarra era un territorio rico y bien situado, con una
administración ejemplar, sólidas instituciones y un eficaz sistema de
recaudación, pero desde mediados del siglo XV arrastraba una feroz pugna
entre linajes nobiliarios: agramonteses contra beamonteses. ¿Era una guerra
civil? No como se entiende hoy, pero sí lo suficientemente intensa como
para excitar todas las discordias interiores y despertar una aguda crisis que
se manifestó con un tremendo desplome demográfico.
Tanto España como Francia acariciaban la idea de anexionarse
Navarra. No parece que Isabel y Fernando tuvieran intención de invadirla.
Más bien habían intentado diversas maniobras, en particular a través de
enlaces matrimoniales. Todo eso se irá al traste cuando el heredero del
trono, Francisco de Foix, muera con apenas catorce años y su hermana,
Catalina, se case con el noble francés Juan de Albret. Fernando opta
entonces por una política más agresiva, hasta el extremo de obligar a los
reyes de Pamplona a aceptar su tutela militar. Francia, mientras tanto,
reclama sus derechos en razón de los territorios de los Foix. El horizonte
estaba claro: o ganaba Francia o ganaba España.
Fernando el Católico pidió a Navarra que dejara pasar a sus tropas para
prevenir un ataque francés. Juan de Albret contestó que no y, a cambio,
garantizó que ningún ejército francés pasaría por sus tierras para atacar a
España. Pobre garantía cuando, en realidad, la propia posición del de Albret
dependía de Francia. Huestes de Castilla y Aragón empezaron a acantonarse
en torno a Vitoria en el verano de 1512. Con ellas formaban los navarros del
bando beamontés. Los ejércitos de Castilla, mandados por Fadrique Álvarez
de Toledo, duque de Alba, llevaron la iniciativa. El 19 de julio comenzó la
invasión. La campaña consistió en una serie de asedios de ciudades a
medida que las tropas avanzaban. ¿Y qué hacía Juan de Albret? Esperar el
apoyo francés, pero el rey de Francia andaba más preocupado por echar a
los ingleses de Aquitania, de modo que el de Albret, sin apoyos, cogió a sus
fieles y se retiró a sus posesiones del Bearn, al otro lado del Pirineo.
Pamplona se rindió el 25 de julio. En febrero de 1513 Fernando el
Católico juró los fueros de Pamplona y de las demás plazas navarras. El
viejo Reino seguiría manteniendo su identidad, pero dentro de la Corona
española.

Otros hechos
1908: El Gobierno conservador de Maura crea el Instituto
Nacional de Previsión: nace la Seguridad Social.
19
de febrero
La desamortización de Mendizábal

Tal día como hoy, 19 de febrero de 1836, la noticia en España era la


llamada desamortización de Mendizábal, decretada por el Gobierno de
la reina regente María Cristina, viuda de Fernando VII.
Juan Álvarez Mendizábal se llamaba en realidad Álvarez Méndez,
pero vasconizó su segundo apellido. Gaditano nacido en 1790, liberal y
masón, nacido en una rica familia comercial, se enriqueció aún más con
contratas de avituallamiento al ejército y con negocios con Inglaterra y
Francia, siempre mezclando política y dinero. Cabeza del ala izquierda
liberal, ocupó la presidencia del Gobierno en 1835 en una atmósfera de
excepción por las sublevaciones liberales. Aquella desamortización
consistía en expropiar a la Iglesia las tierras y bienes que el Gobierno
consideraba improductivos. Supuestamente, se trataba de permitir a los
campesinos el acceso a la propiedad. Pero en realidad no hubo nada de eso:
los bienes expropiados a la Iglesia fueron agrupados en grandes lotes con
precios altísimos, de manera que solo la gran burguesía pudo comprarlos.
En términos objetivos, fue un desastre. Los campesinos que hasta
entonces trabajaban terrenos comunales y pertenecientes a la Iglesia
quedaron sumidos en la mayor de las pobrezas. Solo la oligarquía sacó
beneficio de la operación, viendo cómo crecían sus latifundios. Eso dio al
régimen monárquico importantes apoyos, pero también le creó problemas
políticos, porque muchos campesinos empobrecidos abrazaron la causa
carlista, tradicional. Mendizábal fue cesado apenas tres meses después de
ejecutar el proyecto.
Una desamortización posterior, la de Madoz, repitió el proceso. Estas
desamortizaciones sirvieron para enjugar la deuda del Estado, pero no
crearon una clase de pequeños propietarios, al revés. Eso sí: la vieja
aristocracia del Antiguo Régimen fue sustituida por la nueva burguesía
liberal, que, ennoblecida, se convertía en dueña de enormes porciones de la
tierra. Fue uno de los mayores cambios sociales del siglo XIX español.
Mendizábal volverá más tarde al gobierno –y a los negocios con
Inglaterra y Francia– y nunca dejará de actuar como financiero del ala más
radical de los liberales, cuyas conspiraciones alentó. Morirá en Madrid en
1853, envuelto en un mar de deudas.

Otros hechos
1430: Muere el dominico Álvaro de Córdoba, creador de la
devoción al Vía Crucis.
1549: Carlos I crea en Valladolid el Archivo General de
Simancas, uno de los más importantes en su genero y, aún hoy,
referencia ineludible para los estudiosos.
1913: El general Alfaro entra sin resistencia en Tetuán, que se
convierte en capital del protectorado español en Marruecos.
1925: Franco, entonces coronel, es designado jefe de la
Legión.
1985: Muere en accidente de aviación en el País Vasco
Gregorio López-Bravo, ministro de Industria y de Asuntos
Exteriores con Franco, diputado por Alianza Popular en 1977,
miembro de la terna de candidatos a la presidencia de la que
salió elegido Adolfo Suárez.
20
de febrero
El destierro de Unamuno

Tal día como hoy, 20 de febrero de 1924, el escritor Miguel de


Unamuno, vicerrector de la Universidad de Salamanca, era desterrado
a la isla de Fuerteventura por sus críticas furibundas al rey Alfonso
XIII y al jefe de gobierno, el dictador Miguel Primo de Rivera.
Unamuno (Bilbao, 1864) ya era entonces una figura señera de la
cultura española. Había ocupado el rectorado de la universidad salmantina,
se había peleado reiteradas veces con el poder, firmaba habitualmente en
periódicos y había publicado sus obras fundamentales: En torno al
casticismo, Vida de don Quijote y Sancho, Andanzas y visiones españolas,
Paz en la guerra, Del sentimiento trágico de la vida, Amor y pedagogía,
Niebla, La tía Tula, Abel Sánchez… Socialista episódico (tres años entre
1894 y 1897), patriota indudable (su polémica con el separatista vasco
Sabino Arana es bien conocida), liberal sui géneris, cristiano atormentado,
Unamuno era fundamentalmente un espíritu libre que deseaba ver resurgir a
su país por encima de la mediocridad que lo aplastaba. Esa fue siempre la
razón de su oposición al poder. Incluidas las injurias al rey que lo llevaron
al destierro.
El destierro majorero de Unamuno no fue exactamente un penal de
trabajos forzados: de sus cartas se deduce que más bien consistió en un
obligatorio enclaustramiento que, por otra parte, le sirvió para escribir un
hermoso epistolario. A los tres meses fue indultado por la Dictadura, pero
Unamuno decidió exiliarse, en París primero y en Hendaya después. En esta
época escribe otras dos obras fundamentales: La agonía del cristianismo y
San Manuel Bueno, mártir. Como siempre, bajo dos preocupaciones
cardinales: la religión y España.
Volvió a la vida pública con el advenimiento de la República en 1931 y
fue diputado por la conjunción republicano-socialista, pero tardó muy poco
en enemistarse con una clase política a la que veía tan incapaz como la
anterior y cubrió de reproches a Manuel Azaña. Acabará respaldando la
sublevación militar del 18 de julio de 1936: «El sagrado deber del
movimiento que gloriosamente encabeza el general Franco –dijo al
periodista francés Tharaud– es salvar la civilización occidental cristiana y la
independencia nacional, ya que España no debe estar al dictado de Rusia ni
de otra potencia extranjera». Por supuesto, no tardará en enfadarse también
con el bando nacional. Murió muy poco después, en Salamanca, el 31 de
diciembre de 1936.

Otros hechos
1524: Carlos I ordena estudiar un paso entre el Atlántico y el
Pacífico (Mar del Norte y Mar del Sur) a través del istmo de
Panamá.
1920: Por Real Decreto se crea el Instituto para
Investigaciones Biológicas en torno al laboratorio de Santiago
Ramón y Cajal. El propio Cajal lo dirigirá hasta su muerte en
1934.
2005: El Gobierno socialista de Zapatero impulsa un
referéndum sobre la Constitución Europea. Solo votará el 42
por ciento del censo, que lo aprobará con un 76 por ciento de
los votos. Franceses y belgas votarán mayoritariamente «no»
en sus respectivos referendos.
21
de febrero
El día que abandonamos la Florida

Tal día como hoy, 21 de febrero de 1819, España firmaba con los
Estados Unidos el tratado Adams-Onís, por el que nuestro país
abandonaba la península de la Florida, en Norteamérica. Se ponía fin
así a tres siglos de presencia española en aquellas tierras.
Florida había sido uno de los primeros lugares de América colonizados
por los españoles: descubierta hacia 1498, Ponce de León tomó posesión en
nombre del rey de España en 1513. Existe la leyenda de que Ponce de León
buscaba la fuente de la eterna juventud. En realidad buscaba el país del
Bimini, uno de los innumerables El Dorado que alimentaban la mitología
amerindia y excitaban la imaginación de los conquistadores. Lo que
encontró Ponce de León fue un verdadero avispero. Aún peor le irá después
a Narváez, que halló allí la muerte.
La Florida de entonces era una región del tamaño de Andalucía
cubierta de selvas y pantanos, y poblada por tribus extraordinariamente
hostiles. Harán falta enormes esfuerzos –y numerosas tragedias– para
plantar allí algo duradero. Los primeros asentamientos estables de colonos
datan de 1544. Después en la región hubo asentamientos franceses e
ingleses, pero la españolidad de la Florida se mantuvo siempre, con un
breve lapso de dominio inglés entre 1763 y 1779. En la recuperación del
territorio brilló de manera particular el general Gálvez, cuyas hazañas, por
otro lado, contribuyeron no poco a la independencia de los Estados Unidos
frente al imperio inglés.
España asentó su dominio en la región mediante tratados con los
pueblos indios; había sido el procedimiento habitual en todas partes. Pero
cuando los Estados Unidos empezaron a expandirse a costa de los
indígenas, a principios del siglo XIX, Florida cayó en su radio de acción. En
1819 tropas norteamericanas invadieron la península y España, recién salida
de la guerra con Francia y metida en mil problemas en Sudamérica, se vio
obligada a negociar. El rey Fernando VII aceptó un tratado humillante,
ratificado por el gobierno liberal en 1821. Firmaron Luis de Onís por parte
española y John Quincy Adams por parte norteamericana. Así dejó la
Florida de ser española.
De todo aquello quedan hoy muchas huellas: no solo los topónimos en
español (León, Libertad, Bahía, Hernando, etc.), sino también la Cruz de
San Andrés roja sobre fondo blanco, la vieja enseña española, como
bandera de la Florida norteamericana.

Otros hechos
1807: El Gobierno Godoy, con la aquiescencia de la Santa
Sede, enajena parte de los bienes eclesiásticos para atenuar la
quiebra de la Hacienda pública.
1817: Nace en Valladolid José de Zorrilla, que modernizará la
figura de don Juan Tenorio.
1910: Alfonso XIII indulta a los condenados por la Semana
Trágica, la insurrección sindical del año anterior. Otros cinco
responsables fueron ejecutados.
1936: El Gobierno del Frente Popular cesa a Franco como jefe
del Estado Mayor y lo envía como comandante militar de
Canarias.
22
de febrero
El enigma de Américo Vespucio

Tal día como hoy, 22 de febrero de 1512, moría en Sevilla el navegante


y cartógrafo Américo Vespucio, italiano al servicio de la Corona
española, a cuyo nombre de pila se debe el nombre de un continente:
América.
Vespucio procedía de una rica familia florentina venida a menos. Llegó
a Sevilla como agente comercial de los Médici, los banqueros italianos. Allí
conoció a Colón y le procuró financiación para sus primeros viajes.
Enseguida sintió él mismo la atracción de la aventura y a partir de 1498
realizo varios viajes al Nuevo Mundo.
Con las naves españolas exploró el Caribe y las costas del Brasil. Se
dice que Venezuela debe su nombre a que Vespucio, al ver los palafitos
sobre los que vivían los indígenas en aquella región, pensó en una pequeña
Venecia. El hecho es que Vespucio adquirió grandes conocimientos como
cartógrafo y navegante. Después de un breve periodo de servicio para la
Corona portuguesa volvió a Sevilla. En 1507, a punto de cumplir los
sesenta años, el rey Fernando el Católico le nombró piloto mayor de
Castilla. Desde ese puesto formará a los pilotos que empezaban a asentar
rutas permanentes entre España y las Indias.
Contra la obsesión de Colón, Américo Vespucio fue de los que
pensaron desde el principio que aquello no era Asia, sino un nuevo
continente. La misma idea tenían los otros navegantes que exploraron
aquellas aguas, como Juan de la Cosa y Vicente Yáñez Pinzón. Juan de la
Cosa, como es sabido, dibujó el primer mapa de las nuevas tierras y en él se
abstuvo de señalar un paso hacia occidente (pudoroso, tapó el lugar del
supuesto paso con una estampa de San Cristóbal). También Vespucio
confeccionó un mapa para los nuevos pilotos –o, al menos, a él se le
atribuye el plano–, mapa en el que las nuevas tierras aparecían ya
perfectamente cartografiadas. Ese mapa llegó a manos del cartógrafo
alemán Martin Waldseemüller, un monje de los Vosgos, y él fue quien
denominó por primera vez como «América», en honor a Vespucio, las
tierras halladas al otro lado del Atlántico.
Nuestro personaje murió en Sevilla tal día como hoy del año 1512.
Nunca supo que, un día, una gran parte del mundo llevaría su nombre.

Otros hechos
970: Muere García Sánchez I de Pamplona, rey de Navarra,
que llegó al trono con seis años y gobernó durante cuarenta y
cinco. Formó con los otros reyes cristianos en la batalla de
Simancas, decisiva victoria sobre Abderramán III.
1530: Carlos I es coronado en Roma emperador del Sacro
Imperio Romano Germánico. Ya es Carlos I de España y V de
Alemania.
1905: Nieva abundantemente en Sevilla. Ola de frío en toda
España.
1938: Gran Bretaña, Alemania e Italia acuerdan la retirada de
voluntarios presentes en la guerra civil española. El mismo día,
los nacionales recuperan Teruel.
1939: Muere en Colliure, Francia, el poeta Antonio Machado.
23
de febrero
El golpe del 23-F

Tal día como hoy, 23 de febrero de 1981, a las 18.20 horas, el teniente
coronel Antonio Tejero entraba pistola en mano, al frente de un grupo
de guardias civiles, en el Congreso de los Diputados. Fue el golpe de
Estado del 23-F.
El Congreso votaba en aquel momento la investidura de Leopoldo
Calvo-Sotelo tras la dimisión de Adolfo Suárez. El ambiente general era de
agudísima crisis. El octubre anterior, distinguidos socialistas se habían
entrevistado con el general Armada. El presidente de la Generalidad,
Tarradellas, proponía al mes siguiente un «golpe de timón». La necesidad
de un cambio radical era evidente. En esa atmósfera se produjo el golpe,
que consistió en el asalto incruento al Congreso, el acuartelamiento de
tropas en todo el país y el despliegue de carros en Valencia, donde mandaba
el general Milans del Bosch.
Quien diga que sabe qué pasó exactamente el 23-F, probablemente
miente. La versión oficial ha sostenido durante años que un sector
ultraderechista del Ejército se levantó para aniquilar a la democracia y el
rey Juan Carlos paró la intentona, pero esta tesis choca con el hecho de que
los máximos jefes militares procesados, Armada y Milans del Bosch, fueran
precisamente los más próximos personalmente a la Corona. También se ha
dicho que el principal motor del golpe fue la ambición personal de Armada,
pero éste, que tenía entonces sesenta y un años –demasiada edad para
jugárselo todo a una carta–, acababa de ser promovido al puesto de segundo
jefe del Estado Mayor del Ejército, antesala evidente de responsabilidades
aún mayores.
A fecha de hoy –2016–, la hipótesis más plausible sobre el 23-F es la
de un golpe «controlado» que se desvió y pudo ser reconducido a tiempo.
El plan habría consistido en crear un «supuesto de inconstitucionalidad
máxima» que permitiera la formación de un gobierno de concentración
nacional, presidido por un militar, y refrendado después por el parlamento.
El «supuesto» en cuestión sería el asalto al Congreso. El Gobierno, el que
llevaba en el bolsillo el general Armada cuando llegó a las Cortes. La
secuencia de hechos sería la siguiente: A las 23.50, Armada llega al
Congreso y enseña a Tejero su lista de gobierno, que incluía socialistas y
comunistas y solo dejaba fuera a los nacionalistas vascos y catalanes. Tejero
le dice que antes de aceptar eso le pega un tiro y luego se mata él. Armada
flaquea. Ese sería el verdadero fracaso del golpe. A las 01.14 del día 24 se
emite por TVE el mensaje del rey asegurando que lo tiene todo bajo
control. Media hora después Milans del Bosch retira sus tropas de las calles.
Y ahí se acabó, en realidad, el golpe. Todo lo demás es literatura.

Otros hechos
1526: Muere en la Puebla de Montalbán, Toledo, Diego Colón,
hijo del descubridor y segundo virrey de las Indias.
1535: Fray Tomás de Berlanga, obispo de Panamá, descubre
las islas Galápagos.
1983: El gobierno socialista de Felipe González expropia
Rumasa, medida de dudosa legalidad que generará polémicas
sin cuento durante los años siguientes.
24
de febrero
La batalla de Pavía

Tal día como hoy, 24 de febrero de 1525, tenía lugar la trascendental


batalla de Pavía entre la España de Carlos I y el reino de Francia.
Ganaron las armas españolas en un choque que aumentó la aureola de
imbatibilidad de nuestros tercios.
El contexto de aquella batalla fue la lucha entre Francia y España por
la hegemonía en Europa. Carlos I de España ya era también emperador de
Alemania. El rey francés Francisco I, viéndose rodeado por su enemigo,
atacó en Italia con el objetivo de conquistar el milanesado, tierra imperial.
La ciudad de Pavía, defendida por el veterano general navarro Antonio de
Leyva, fue el escenario del choque principal.
Alrededor de 30.000 soldados franceses bajo el mando del propio rey
Francisco pusieron sitio a Pavía. Los defensores, en torno a 6.000 hombres,
quedaron pronto sin víveres. Los lansquenetes alemanes que formaban en el
contingente español exigieron su sueldo. Los oficiales tuvieron que
empeñar sus posesiones para pagarles. Los arcabuceros españoles, viendo la
situación de sus oficiales, renunciaron a cobrar su paga. Antonio de Leyva
hizo ver a sus hombres que lo que esperaban –comida y botín– estaba tras
las líneas francesas. Los asediados salieron al campo. En ese momento
llegaron los refuerzos enviados por el emperador: unos 25.000 hombres que
equilibraban el combate. Las dos tenazas atraparon a los franceses sin
remedio. La infantería española y los lansquenetes alemanes barrieron a la
caballería francesa.
Las bajas francesas fueron abrumadoras: alrededor de 15.000 hombres
entre muertos y heridos, casi la mitad del contingente. Las armas imperiales
perdieron solo a 1.500 soldados. En plena refriega, tres españoles apresaron
al rey de Francia: el vasco Juan de Urbieta, el granadino Diego Dávila y el
gallego Alonso Pita da Veiga. Francisco I terminó preso en Madrid, donde
renunció a sus pretensiones sobre Flandes, Borgoña y los territorios
italianos. Terminaban así cuatro años de guerra contra Francia. Dice la
leyenda que, a partir de esta batalla, Carlos I dejó de hablar en su lengua
natal, francés borgoñón, para hacerlo en idioma español. En cuanto a
Francisco I, no tardará en buscar alianzas con el papa para frenar al césar
Carlos.

Otros hechos
1503: Cristóbal Colón levanta un pequeño asentamiento, Santa
María de Belén, en tierra de Panamá. Es el primer
establecimiento en el continente americano. No prosperará.
1545: Nace en Ratisbona, Baviera, Juan de Austria, hijo
natural de Carlos I y de Bárbara Blomberg, que se convertirá en
uno de los más notables héroes de la Historia de España.
1837: Nace en Santiago de Compostela la gran poetisa Rosalía
de Castro.
1895: «Grito de Baire»: comienza la segunda Guerra de la
Independencia de Cuba.
1983: Muere el dulzainero y folclorista Agapito Marazuela,
que resucitó buena parte del folclore castellano.
25
de febrero
El gobierno del milagro económico

Tal día como hoy, 25 de febrero de 1957, formaba Franco su octavo


gobierno, que será uno de los más largos del régimen –más de cinco
años– y protagonizará el espectacular salto económico del país: el
mayor periodo de crecimiento de toda la Historia de España.
La economía española había salido gravemente dañada de la guerra
civil y, sobre todo, de la Segunda Guerra Mundial, por el bloqueo comercial
impuesto a nuestro país. El régimen de Franco se centró en una política de
recuperación autárquica que dio sus frutos, pero mantenía al conjunto de la
economía en unas expectativas muy limitadas. Las cifras generales a
principios de los años cincuenta no eran malas: reducción de la mortalidad
infantil en un 41 por ciento, aumento en doce años de la esperanza de vida
(de los cincuenta en 1935 a los sesenta y dos en 1950, que serán 69,9 años
en 1959), crecimiento sostenido de en torno al 3 por ciento en los años
cuarenta y el 5 por ciento en los cincuenta, desaparición del racionamiento
en 1953, desaparición de las muertes por hambre… El problema estaba en
una economía colapsada, cerrada sobre sí misma, poco ágil y con un coste
enorme para el Estado. La política social falangista había implantado
conquistas como los subsidios familiar y de vejez, el seguro obligatorio de
enfermedad, vacaciones pagadas, etc., además de la enseñanza primaria
obligatoria y gratuita y una vasta promoción de vivienda, pero todo eso
costaba dinero y el país daba de sí lo que daba.
El octavo gobierno de Franco se propuso dar un giro a la situación
adoptando una política económica aperturista y, hasta cierto punto,
liberalizadora. Sus «cerebros» fueron hombres de la familia católica del
régimen: López Rodó y Navarro Rubio, protegidos directamente por el
vicepresidente Carrero Blanco, así como el industrial catalán Pedro Gual. El
contexto internacional era favorable: el régimen de Franco había
restablecido relaciones con Estados Unidos en 1953 e ingresado en la ONU
en 1955, lo cual permitía contar con apoyo exterior. Así emprendió aquel
Gobierno una profunda reforma de la Administración, una reforma del
sistema tributario, un programa de amplios créditos exteriores, una tabla de
medidas para contener la inflación, etc. Ese programa quedó plasmado en el
Plan de Estabilización de 1959, que determinaría toda la política económica
de los años siguientes. Los resultados fueron extraordinarios: la renta per
cápita pasó de 8.000 pesetas en 1951 (la misma cifra que en 1929) a 42.000
pesetas en 1965, el PIB creció de manera sostenida por encima del 6 por
ciento y hasta el 7 por ciento hasta 1974, datos solo superados por Japón. El
país cambió de rostro.
Desde 1975, muchos se han entregado la tarea de explicar que el
famoso «milagro» no fue tal, o que ocurrió a pesar de Franco o que creó
más problemas que otra cosa. Que pregunten a los españoles que lo
vivieron.

Otros hechos
1018: Muerto Ramón Borrell, su hijo Berenguer Ramón I
accede al condado de Barcelona.
1281: Alfonso X el Sabio publica las primeras Ordenanzas
Marítimas de Castilla.
1869: El general Serrano ocupa la jefatura del Poder Ejecutivo
del gobierno provisional revolucionario, tras el derrocamiento
de Isabel II el año anterior.
26
de febrero
La última victoria de Lautaro

Tal día como hoy, 26 de febrero de 1554, conseguía el caudillo


mapuche Lautaro su última victoria frente a los conquistadores
españoles de Chile. Fue en Marihueñu, que hoy se llama Cerro de
Villagrán.
Lautaro era un mapuche que cayó cautivo siendo niño y al que
Valdivia había criado como paje. Con Valdivia aprendió Lautaro las
técnicas militares de los españoles. Cuando supo todo lo que quería, escapó
y volvió con su pueblo. Se puso al frente de una coalición de clanes
mapuches y derrotó a Valdivia en Tucapel. El conquistador se dejó allí la
vida después de horribles torturas y Lautaro declaró la guerra sin cuartel a
los españoles. Los nuestros, al mando ahora de Francisco de Villagra (o
Villagrán), se retiraron al norte del río Biobío. Villagra reunió todo cuanto
pudo, que no era mucho: 300 españoles y un millar de indios auxiliares. El
26 de febrero de 1554 se encontraron las dos fuerzas en Marihueñu. Las
tropas mapuches triplicaban en número a las de Villagra. Lautaro demostró
ser un táctico excelente: cortó la retirada de los españoles y empujó a los
nuestros a una senda sin salida. La carnicería fue brutal. Los mapuches
perdieron dos mil hombres, pero de la tropa española solo se salvaron 66
soldados y unos cientos de indios yanaconas.
Lautaro había reconquistado todo el territorio al sur del Biobío, pero
no pudo avanzar más. Los mapuches tuvieron que afrontar una enorme
hambruna por el arrasamiento de los campos –algo que ambos bandos
habían ejecutado minuciosamente– y, además, empezaron a sentir los
efectos de epidemias como la viruela. Cuando se sintió fuerte, el caudillo
mapuche cruzó el Biobío y penetró en terreno español dispuesto a destruir
Santiago. Con lo que no contaba era con que los indios locales no tenían el
menor interés en hacer la guerra. Lautaro decidió castigar con severidad a
los pueblos que no se le sumaran. «Con severidad» quiere decir que entraba
en los poblados, lo saqueaba todo, raptaba y asesinaba a las mujeres y
quemaba vivos a los hombres. Al jefe de uno de estos poblados lo
quemaron vivo delante de su hijo. El chico huyó. Poco imaginaba Lautaro
que no tardaría en saber de él.
En abril de 1557, un joven indio llegó al campamento de Villagra con
la noticia de que Lautaro estaba en un fortín al sur del río Mataquito. Ese
joven indio era el hijo del cacique asesinado por Lautaro. Villagra no lo
dudó: reunió a 60 jinetes, cinco arcabuceros y 400 indios aliados y marchó
hacia el lugar. Lautaro y los suyos estaban acampados en un cerro,
borrachos después de un saqueo. Al alba del 30 de abril de 1557 los
españoles cayeron en tromba sobre el fortín. Dentro había 800 mapuches.
Los españoles fueron directamente hacia la choza donde dormía Lautaro.
Cuando llegaron, en medio del griterío del combate, este salía de la cabaña.
Un español le partió el pecho de un lanzazo. Lautaro tenía la espada de
Valdivia en la mano.

Otros hechos
1932: El Gobierno Azaña implanta la ley del divorcio.
1948: Franco crea el Consejo del Reino como instrumento de
institucionalización del régimen.
27
de febrero
La Guerra de las Naranjas

Tal día como hoy, 27 de febrero de 1801, España declaraba a Portugal


la guerra: fue la llamada Guerra de las Naranjas.
España había caído en la órbita de influencia de la Francia de
Napoleón. Napoleón quería frenar en seco a Inglaterra. E Inglaterra
mantenía un intensísimo tráfico marítimo, tanto mercantil como militar, con
Portugal. Por eso España, obedeciendo a Napoleón, declaró la guerra a los
portugueses. El rey Carlos IV no estaba muy por la labor, pero el primer
ministro, el ambicioso Godoy, vio una excelente oportunidad para ganar
crédito ante Francia y ante la propia corona.
La guerra fue brevísima: el propio Godoy se puso al frente de un
ejército que penetró por Olivenza y en poco más de dos semanas ocupó
varias plazas portuguesas. Estando frente a Elvas, Godoy, galante, resolvió
enviar a la reina de España, María Luisa, un ramo de naranjas portuguesas
como prueba palpable del éxito español, y de ahí que a esta guerra se le
llame «de las naranjas».
El conflicto terminó formalmente en junio de ese mismo 1801, cuando
España y Portugal firmaron el tratado de Badajoz. España devolvió a
Portugal todas las plazas conquistadas excepto Olivenza, que desde
entonces es tierra española. ¿Por qué? Porque, aprovechando la guerra, los
portugueses de Brasil ocuparon la región española de Misiones Orientales,
en el Uruguay, que desde entonces forma parte del territorio brasileño. Por
lo demás, los portugueses se comprometieron a cerrar sus puertos a los
ingleses, aunque no lo hicieron del todo. Godoy vio confirmada su enorme
influencia en el Gobierno de España. En cuanto a las naranjas de la reina
María Luisa, nadie sabe qué fue de ellas. Probablemente terminarían en el
regio paladar de Su Majestad.

Otros hechos
380: Teodosio I decreta por el Edicto de Salónica que el
cristianismo es la religión oficial del Imperio romano.
1767: Carlos III expulsa a los jesuitas de todos los territorios
de la Corona española.
1782: El escritor y militar José Cadalso, autor de Cartas
Marruecas y Los eruditos a la violeta, coronel de Caballería,
caballero de Santiago, muere en combate en el asedio a
Gibraltar.
1793: Nace Baldomero Espartero, cuya figura ocupará buena
parte del siglo XIX.
1811: «Grito de Asencio»: comienza la guerra de
independencia en el Uruguay.
1843: Una expedición española ocupa la isla de Fernando Poo,
en Guinea Ecuatorial.
1853: Se presenta la primera locomotora. Se llamará
Española.
1928: Muere en Madrid, con seseinta y seis años, el filósofo y
periodista Juan Vázquez de Mella, principal ideólogo del
tradicionalismo, renovador del carlismo, diputado entre 1893 y
1919, que terminó reprobado por el pretendiente Jaime de
Borbón a causa de la germanofilia del escritor durante la
Primera Guerra Mundial.
1937: El Gobierno de Franco restablece como himno nacional
la Marcha de Granaderos.
28
de febrero
El enigma de Juan de la Cosa

Tal día como hoy, 28 de febrero de 1510, moría el navegante y


cartógrafo cántabro Juan de la Cosa, uno de los mejores marinos de
todos los tiempos.
Juan de la Cosa podría pasar a la historia por muchas razones: por
espía, por armador de barcos, por descubridor de América con Colón, por
piloto naval… Sirvió en misiones secretas para los Reyes Católicos, espió
en Portugal para la Corona de Castilla, montó una red de comercio (y, al
parecer, también de información) entre los inquietos marinos de Huelva,
avió la Santa María en el viaje del descubrimiento, navegó las aguas recién
descubiertas hasta conocerlas como la palma de su mano… Pero por lo que
será siempre recordado es por haber dibujado el primer mapamundi donde
aparecían ya las costas de América, desde Florida hasta el Brasil.
Nuestro marino, nacido probablemente en Santoña hacia 1455,
recorrió varias veces el litoral del Caribe. En sus viajes descubrió la
desembocadura del Orinoco, en Brasil, y del Magdalena, en Colombia.
Compuso su mapa en 1500. Al parecer, por encargo directo de la corte. Fue
el primer mapamundi que incluye a América, que aún no se llamaba así.
Una gran obra: casi un metro de ancho por más de 1,80 de largo en pieles
de pergamino. De la Cosa reflejaba correctamente todas las Antillas.
Incluso dibujaba ya Cuba como una isla, aunque Colón estaba convencido
de que era tierra continental. Alrededor de las Antillas, el mapa refleja un
arco continuo de tierra desde el sur, con las costas del norte del Brasil,
Venezuela y Colombia, hasta el norte, que aparece de manera más difusa. El
dibujo sugiere algo inquietante: contra la opinión de Colón y muchos otros,
no había un paso hacia el oeste que condujera a Cipango y el Catay. Esto no
dejaba de ser un problema político, de manera que Juan de la Cosa optó por
una singular solución: tapó el lugar del supuesto paso al oeste con una
imagen de San Cristóbal, evidente alusión a Colón. Aquel mapa sería la
principal referencia cartográfica del Nuevo Mundo durante muchos años.
Su último viaje fue en 1510: era ya un veterano de sesenta años y se
había instalado junto a su familia en La Española, hoy Santo Domingo, para
ejercer el cargo de alguacil mayor en Urabá, en la actual frontera entre
Panamá y Colombia. Allí se vio envuelto en un ataque de los indios caribes,
cuyas flechas envenenadas hacían estragos entre los conquistadores. Juan
de la Cosa cayó en combate. Dicen algunos que los indios devoraron su
cadáver. Sea como fuere, aquel hombre dejaba tras de sí un hallazgo
maravilloso: él fue el primero en poner rostro a América.

Otros hechos
1462: Nace Juana la Beltraneja, hija de Enrique IV de Castilla
y Juana de Portugal, que ambicionará la Corona castellana
frente a Isabel de Castilla.
1465: Juan II de Aragón derrota a los barones catalanes
agrupados en torno al portugués Pedro de Avis en la batalla de
Calaf.
1525: Hernán Cortés ordena la ejecución de Cuauhtémoc,
último emperador azteca.
1876: Termina la tercera guerra carlista con victoria para los
ejércitos de Alfonso XII.
29
de febrero
El truco lunar de Cristóbal Colón

Tal día como hoy, 29 de febrero de 1504, Cristóbal Colón salvó


literalmente el pellejo gracias a un eclipse de luna.
El almirante estaba en Jamaica, en las Antillas. Había llegado allí por
puro azar, después de una calamitosa travesía durante su cuarto viaje. Con
los barcos inservibles, los españoles resolvieron levantar un fortín mientras
mandaban a unos pocos hombres en canoas para buscar ayuda en la cercana
isla de La Española. ¿Cercana? En el mapa, sí, pero ir allí en canoa es otra
historia: los expedicionarios no volvían y la situación de Colón y los suyos
empezó a hacerse desesperada.
Jamaica estaba poblada por indios arahuacos y taínos, no
especialmente hostiles, pero tampoco sumisos. Durante algunas semanas los
españoles pudieron sobrevivir intercambiando comida por diversos objetos.
Pero los indios vieron cómo la moral de los españoles se hundía, cómo
empezaron a menudear los motines, y quisieron sacar partido: redujeron
drásticamente el suministro. Para ese momento la hueste de Colón ya se
había partido en dos, con un grupo en franca rebeldía, y las enfermedades
hacían mella en la salud de toda la hueste. Si ahora los indios les cortaban el
suministro de alimentos, la muerte era segura.
Había que convencer a los nativos de que procuraran más comida,
pero, ¿cómo hacerlo? Fue entonces cuando Colón tuvo una idea. El
almirante sabía que iba a haber un eclipse total de luna: hacía mucho tiempo
que aquellas cosas ya no eran un misterio para los españoles; simplemente,
la Tierra se interpone cada dieciocho años entre la luna y el sol. Colón lo
había leído en el Almanaque Perpetuo de Abraham Zacuto, astrólogo del
último maestre de la Orden de Alcántara, frey Juan de Zúñiga. Pero para los
indígenas era otra cosa: aunque no ignoraran qué era un eclipse de luna,
eran incapaces de predecirlo. Cristóbal Colón sacó provecho de la
circunstancia: si no nos dais comida –dijo a los indígenas–, vuestros dioses
os castigarán. Fue entonces cuando la luna empezó a ocultarse. Mano de
santo: impresionados por el poder de Colón, los nativos reanudaron el
suministro.
La expedición permanecería allí hasta junio, cuando pudo finalmente
ser rescatada. Gracias a la luna, al almanaque de Zacuto y a la afición
lectora de Cristóbal Colón.

Otros hechos
1528: Nace en Valladolid el teólogo dominico Domingo
Báñez, que ayudará a Santa Teresa de Jesús en sus primeros
pasos reformadores.
1932: Muere a los sesenta y seis años el pintor modernista
barcelonés Ramón Casas.
Marzo
1
de marzo
La batalla de Toro: Isabel será reina

Tal día como hoy, 1 de marzo de 1476, se libró en tierras de Zamora la


decisiva batalla de Toro, que confirmó en el trono a Isabel de Castilla,
llamada después Isabel la Católica.
Lo que estaba en juego era la corona castellana. El rey Enrique IV
había muerto en 1474. Dos grandes partidos se disputaban la sucesión: por
un lado, la única hija del rey, Juana, llamada la Beltraneja por suponerla en
realidad hija del caballero Beltrán de la Cueva; el otro partido era el de la
hermanastra del rey, Isabel, casada desde 1469 con el infante Fernando de
Aragón, heredero de la Corona aragonesa. No era solo una disputa
dinástica: con la Beltraneja estaban los grandes nombres de Castilla, que
aspiraban a seguir teniendo la corona bajo su control, y con Isabel formaban
los concejos y la baja nobleza, necesitada precisamente de la protección
regia frente a los grandes señores. Si toda la historia medieval puede
contarse como una pugna entre el poder público de la corona y el poder
privado de los nobles, aquí y ahora, en Castilla, Isabel representaba el
primer partido y Juana el segundo.
Inmediatamente estalló la guerra civil, doblada con otra guerra entre
Portugal, que apoyaba a Juana, y el partido castellano y aragonés de
Fernando e Isabel. Ni que decir tiene que Francia, viendo el paisaje, se
apresuró a apoyar a la Beltraneja para mermar la eventual fusión de Aragón
y Castilla. El ejército portugués penetró en territorio castellano con el
propósito de dirigirse a Burgos. A la altura de Toro, en Zamora, fue
interceptado por las huestes aragonesas y castellanas de Fernando, el esposo
de Isabel. Para los portugueses fue una sorpresa: ignoraban que el partido
de Isabel tuviera tantos defensores. Los lusos, con el mando dividido entre
el rey y el príncipe, no supieron actuar de manera coordinada. El resultado
de la batalla fue poco claro, porque Fernando de Aragón venció a las tropas
del rey portugués, pero el príncipe de Portugal supo sacar partido a las
suyas. Pero entonces fue cuando Fernando puso a trabajar a otro
contingente: el de la propaganda. Por todas partes hizo correr la noticia de
que la victoria había sido para Isabel. Los portugueses se vieron aislados. El
contingente que quedó sitiado en Toro terminó rindiéndose en el mes de
septiembre, ante la evidencia de que nadie le socorrería.
Aquella batalla decidió la guerra dinástica castellana. Juana la
Beltraneja perdió todos sus apoyos y se refugió en Portugal. Sus partidarios
juraron fidelidad a Isabel. Había terminado la guerra civil castellana.

Otros hechos
710: Rodrigo es coronado rey de la España visigoda tras la
muerte de Witiza. Tendrá que hacer frente a la oposición de
Agila. Habrá guerra civil entre los visigodos.
1493: La carabela Pinta atraca en Bayona, Pontevedra,
procedente de La Española. Ella trae la noticia del
descubrimiento de las Indias.
1712: Se abre la Real Librería, antecedente de la Biblioteca
Nacional, por iniciativa del confesor de Felipe V, Pedro
Robinet, y el jurista Melchor de Macanaz.
2
de marzo
Y desde entonces tenemos DNI

Tal día como hoy, 2 de marzo de 1944, se implantaba en España el


Documento Nacional de Identidad, el DNI, bajo el gobierno de Franco
y siendo ministro de Gobernación, es decir, de Interior, el catedrático y
jurista canario Blas Pérez González.
El DNI nacía como necesidad administrativa para controlar la
identidad de los ciudadanos, como se estaba haciendo ya en todos los países
desarrollados, pero en España se partía de un notable caos administrativo.
En nuestro país no hubo documentos individuales de identidad hasta el siglo
XIX, cuando el rey Fernando VII atribuyó a la policía la misión de expedir
padrones y las correspondientes cédulas de identidad. Estas cédulas incluían
el nombre y los apellidos del ciudadano y de sus padres, pero nada más; por
otro lado, solo se habilitaban cuando alguien tenía que hacer alguna gestión
ante organismos oficiales. Es decir que uno podía perfectamente pasarse
toda su vida sin documento de identidad alguno.
Por sorprendente que parezca, el mismo sistema se prolongó durante el
primer tercio del siglo XX, de manera que hasta la guerra civil había
bastantes pocos españoles con identidad acreditada. Concluida la guerra, el
régimen de Franco acometió aquel retraso administrativo; lo cual, por otro
lado, le vino muy bien para controlar a los españoles. Así nació el DNI, que
en un primer momento incluía no solo los datos de filiación, sino también
una casilla para fijar el estatus económico.
El número 1 fue asignado al Jefe del Estado, Francisco Franco. Los
números 10 al 99 fueron asignados a la Familia Real. Al príncipe don Juan
Carlos, después rey, se le asignó el número 10. El número 13 no tiene
titular. Después, ya en época democrática, al número de DNI se agregó la
letra del NIF, de manera que al control administrativo se añadía el control
fiscal. La primera ciudad cuyos vecinos tuvieron DNI fue Zaragoza. Luego,
Valencia. Hoy ya estamos todos completamente controlados.

Otros hechos
1724: Muere en Plasencia el arquitecto Joaquín de
Churriguera, hijo y hermano de arquitectos barrocos, maestro
mayor de la Catedral Nueva de Salamanca.
1783: Muere en Murcia el escultor Francisco Salzillo, el más
insigne imaginero del Barroco. El Museo Salzillo de su ciudad
natal guarda memoria de su obra.
1912: El gobierno liberal de Canalejas decreta obligatoria la
lectura de don Quijote en las escuelas públicas.
1933: Se presenta el programa de Renovación Española,
primer partido monárquico constituido durante la II República,
bajo la dirección de Goicoechea y Calvo Sotelo.
1967: Muere en Madrid a los noventa y tres años el escritor
José Martínez Ruiz, Azorín, uno de los grandes nombres de la
Generación del 98, académico de la Española desde 1924.
1974: Es ejecutado en garrote vil el anarquista Salvador Puig
Antich, condenado a muerte por el asesinato de un policía.
3
de marzo
Silvela, un regeneracionista
en el Gobierno

Tal día como hoy, 3 de marzo de 1899, la regente María Cristina de


Habsburgo-Lorena encargaba formar gobierno al conservador
Francisco Silvela, probablemente el único político auténticamente
regeneracionista de su época.
Francisco Silvela y de Le Vielleuze, madrileño de 1843, culto jurista
de familia burguesa, había debutado en las Cortes en 1870 y tras la funesta
experiencia de la I República entró en el partido conservador de Cánovas.
Desde 1875 se le confían cargos de relieve en el Ministerio de Gobernación
(hoy Interior). En 1879 ya era ministro. Pero Silvela no estaba de acuerdo
con el corrupto sistema de turnos amañado por la cúpula de los partidos y la
Corona. Formará un grupo disidente de aliento regeneracionista: los
«silvelistas». Cuando Cánovas sea asesinado por un pistolero anarquista,
Silvela se hará cargo del partido conservador. Era 1897. Pero enseguida
vendrá una conmoción monumental: España pierde sus últimas posesiones
ultramarinas a manos de los Estados Unidos.
La repercusión del desastre –que así se llamaría desde entonces, «el
desastre» por antonomasia– será enorme. Es entonces cuando Francisco
Silvela publica en El Tiempo de Madrid, 16 de agosto de 1898, su artículo
«España sin pulso», denuncia implacable de la ruina de España. ¿Qué
propone Silvela? Desmantelar la estructura de vicios públicos y privados
sobre los que se asienta la vida española desde muchos decenios atrás y
construir un Estado digno de ese nombre. En marzo de 1899 se le encarga
formar gobierno, en la peor de las situaciones posibles y con la moral
nacional por los suelos. Durará año y medio. Volverá a presidir el Consejo
de Ministros en diciembre de 1902, pero será solo por unos pocos meses:
cansado y enfermo, abandonó la política antes de cumplir los sesenta años.
Morirá en Madrid en mayo de 1905. Dejaba en la cabeza del
conservadurismo español a dos nombres que él mismo había aupado al
Gobierno: Eduardo Dato y Antonio Maura.
Una de las últimas cosas que hizo Silvela fue llevar a las Cortes una
amplia reforma de la función pública. El objetivo era el de siempre: desde
arriba, sentar la reorganización del Estado desde abajo, desde los
municipios, acabando con el caciquismo. Dato estará en ese afán. También
en la primera legislación de protección social que hubo en España. Maura,
por su parte, creará enseguida el Instituto de Reformas Sociales y el
Instituto Nacional de Previsión. Las grandes reformas sociales de la época
vinieron de la mano de la derecha, no de la izquierda. Naturalmente, Dato
será asesinado por los anarquistas y Maura será tiroteado por los socialistas.
También naturalmente, la Corona hará lo posible por bombardear a Maura.
España es así.

Otros hechos
883: Alfonso III el Magno repuebla la reconquistada Zamora
con mozárabes toledanos.
1522: Las tropas de Carlos I entran en Valencia y aplastan la
revuelta de las Germanías.
1941: Se celebra en Barcelona el I Salón de la Moda Española.
1976: Sucesos de Vitoria: los altercados sindicales en la capital
alavesa se saldan con cinco muertos y 150 heridos con una
violenta actuación policial.
4
de marzo
Agustina de Aragón

Tal día como hoy, 4 de marzo de 1786, nacía en Barcelona Agustina


Raimunda María Saragossa y Domenech, que pasará a la historia como
Agustina de Aragón.
Agustina era una joven de veintidós años cuando llegó a Zaragoza, en
1808, acompañando a su marido, Juan Roca Vilaseca, suboficial de
Artillería. Con Juan y Agustina viaja el hijo de ambos: un niño de cuatro
años. Los españoles habían parado a los franceses en El Bruch y ahora se
sublevaba Zaragoza bajo el mando de Palafox. Un ejército francés acudió a
la capital del Ebro. Lo mandaba Lefebvre. El gabacho planifica un asedio
conforme a las reglas convencionales: bombardeo masivo y asalto posterior.
Los zaragozanos improvisan sus defensas bajo el fuego francés. Es el 14 de
junio de 1808. Tras varios días de intenso ataque, las tropas napoleónicas
cierran el cerco y tratan de penetrar en la ciudad por diversos puntos. Uno
de ellos es El Portillo, defendido por una batería. En ese puesto, como en
todos los de la ciudad, no hay solo hombres; hay también mujeres y niños
que llevan agua, alimentos y municiones. Cuando se acercan los franceses,
ya no queda ningún artillero vivo en la batería: todos han caído. Los
atacantes tienen el campo libre. Pero entonces una de aquellas mujeres,
Agustina, arranca de las manos de un cabo moribundo el botafuego que
dispara el cañón y lo aplica sobre la pieza. La descarga barre literalmente a
los franceses. Desconcertados, los pocos supervivientes huyen a la carrera.
Los franceses ya no entrarán por El Portillo. Palafox condecoró a Agustina
y la nombró subteniente de Artillería. Era el 2 de julio 1808.
Habrá un segundo asedio y las cosas, esta vez, irán mucho peor.
También para Agustina, que cae enferma. Como en la ciudad no había
camas, se le improvisará una sobre el armón de un cañón. La noticia de la
rendición le llega en ese estado. Es hecha prisionera. Y obligada a marchar
con su hijo, aquel pequeño de cuatro años, que morirá enseguida de fatiga y
enfermedades. Cuando los franceses se ven obligados a soltar a sus
prisioneros, nuestra heroína se dirige al rey para que le permita acudir al
lugar donde su marido se encuentra de guarnición. El rey le concede el
sueldo de Alférez, que Agustina disfrutará hasta su muerte. Participa en la
defensa de Teruel. Estará en la defensa de Tortosa. Después se la sitúa en La
Mancha y en la batalla de Vitoria. Y así hasta que acaba la guerra, en 1814.
Un día de verano de ese año recibe una carta del general Palafox: le dice
que el rey desea conocerla. Agustina fue recibida por Fernando VII el 25 de
agosto de 1814.

Otros hechos
1812: Primer sorteo de la Lotería moderna, instituida por las
Cortes de Cádiz. La Primitiva la había establecido Carlos III en
1763.
1864: Nace en La Rambla, Córdoba, el político Alejandro
Lerroux, republicano, que osciló entre el radicalismo
anticlerical y el centrismo moderado. Promotor de la II
República y jefe de gobierno entre 1933 y 1935, terminará
respaldando la sublevación del 18 de julio.
1923: Albert Einstein recibe de Alfonso XIII el título de
académico.
5
de marzo
Qué fue la Confederación Española
de Derechas Autónomas

Tal día como hoy, 5 de marzo de 1933, los partidos de derecha bajo la
II República se coaligaron en la CEDA, la Confederación Española de
Derechas Autónomas.
El inspirador de la idea había sido el jurista, periodista y político Ángel
Herrera Oria (después sacerdote y fundador de la Asociación Católica de
Propagandistas). El objetivo de la CEDA era agrupar a la opinión
conservadora y católica, que había quedado completamente desorientada
tras la proclamación de la República en 1931, para defender sus ideas desde
dentro de las instituciones republicanas. La II República, en efecto, había
nacido muy acusadamente orientada hacia la izquierda, excluyendo a la
derecha social del nuevo régimen. ¿Era posible una derecha dentro de la
República? A partir del periódico El Debate y del partido Acción Popular,
liderado por José María Gil-Robles, diecisiete pequeñas formaciones de
carácter agrario, conservador y regionalista de toda España decidieron unir
sus fuerzas. El resultado fue un enorme partido de masas con más de
700.000 afiliados. Así la II República, tan claramente inclinada hacia la
izquierda desde sus inicios, se encontró con que le había nacido una
poderosa derecha.
La CEDA se presentó a las elecciones de 1933 y se convirtió en la
primera fuerza política del país. No obstante, los socialistas y la izquierda
republicana amenazaron con acciones violentas si la CEDA entraba en el
Gobierno. La antidemocrática coacción de la izquierda surtió efecto en el
presidente de la República, Alcalá-Zamora, y la CEDA se vio obligada a
permanecer como mayoría en el parlamento, pero sin gobernar. Cuando
entraron dos ministros de la CEDA en el gabinete, ya en 1934, la izquierda
encontró ahí el pretexto para desencadenar la violenta revolución de
Asturias. Porque la izquierda consideraba que la República era suya y solo
suya.
Finalmente el presidente Alcalá-Zamora, que quería liderar la derecha
a su modo, maniobró para cambiar el Gobierno y forzó la convocatoria de
elecciones en 1936. La CEDA volvió a ser el partido más votado, pero los
pactos postelectorales y los abundantes fraudes en el recuento dieron la
victoria al Frente Popular. A partir de ahí se entró en una espiral donde la
legalidad, sencillamente, dejó de existir, y con ella murió la democracia, si
es que alguna vez hubo tal. La República, en fin, no dejó gobernar a la
derecha cuando esta ganó democráticamente las elecciones. El resultado fue
un sistema político inviable que terminó en guerra civil.

Otros hechos
1535: Pizarro funda en Perú la ciudad de Trujillo.
1847: Nace la Feria de Abril de Sevilla.
1927: Botadura en Cádiz del buque-escuela de la Armada Juan
Sebastián Elcano.
1942: Nace el político socialista Felipe González.
1954: Un español atraviesa por primera vez la barrera del
sonido: el comandante Demetrio Zorita, a bordo de un Mystère
II francés.
2005: Se registra la mayor ola de frío en veinticinco años.
6
de marzo
El Frente Popular se da un golpe
a sí mismo

Tal día como hoy, 6 de marzo de 1939, se sublevaba en Madrid el


coronel Segismundo Casado, jefe del Ejército Republicano del Centro,
durante la guerra civil. El Frente Popular se alzaba contra sí mismo.
Casado era un militar liberal y masón que en 1936 había abrazado la
causa del Frente Popular. Pronto demostró ser uno de los pocos mandos
militares realmente eficaces con los que contaba el bando republicano.
Organizó las Brigadas Mixtas del Ejército Popular de la República,
participó en las batallas de Madrid, del Jarama, de Brunete y de Aragón, y
mandó sucesivamente los ejércitos de Andalucía y del Centro.
En marzo de 1939, Casado, como otros muchos, constató que la
prolongación de la guerra solo beneficiaba a la Unión Soviética en su
intento de consolidar un régimen comunista en España. Ante la evidencia
de que el jefe del Gobierno republicano, Negrín, se había echado en brazos
de Stalin, Casado se puso de acuerdo con el socialista moderado Besteiro y
con varios jefes militares de la República como el anarquista Cipriano
Mera, y promovió un golpe de estado anticomunista en Madrid. Fue una
pequeña guerra civil dentro de la guerra civil: republicanos, anarquistas y
parte del PSOE contra los comunistas y otra parte del PSOE. Y
literalmente, a tiros.
A esas alturas, tanto el socialista Negrín como los líderes comunistas
ya estaban huyendo de España, abandonando a su suerte a los combatientes
rojos. El bando de Casado triunfó. El periódico El Socialista, órgano del ala
moderada del PSOE, saludó el golpe de Casado como «una victoria que
impedía que la España republicana se convirtiese en una colonia soviética».
Casado y Besteiro, con el Gobierno de la República en sus manos,
intentarán negociar una rendición ventajosa con Franco, pero todo será
inútil: la República ya se había derrumbado y Franco había apostado por
una victoria total.
A Casado se le permitirá exiliarse. No volverá a España hasta 1961.
Fue juzgado por un consejo de guerra y absuelto. Morirá siete años más
tarde en un hospital de Madrid.

Otros hechos
1479: Tratado de Alcázovas entre Castilla y Portugal, que
cierra la guerra naval entre ambos reinos y delimita las
respectivas áreas de influencia en el Atlántico.
1492: Nace en Valencia el humanista Juan Luis VIves.
1531: Muere en León Viejo, actual Nicaragua, Pedrarias
Dávila, uno de los personajes más controvertidos de la historia
de la conquista de América.
1537: Diego Ruiz funda en la costa peruana la villa de El
Callao, que terminará convirtiéndose en el puerto capital del
Pacífico suramericano.
1902: Se funda el Real Madrid Club de Fútbol.
1929: Primera emisión radiofónica de una obra de teatro en
España: Las hogueras de San Juan, de Juan Ignacio Luca de
Tena, desde el Teatro Español de Madrid.
7
de marzo
El baño de Palomares

Tal día como hoy, 7 de marzo de 1966, Manuel Fraga Iribarne, en la


época ministro de Información y Turismo del régimen de Franco,
protagonizaba una de las escenas más conocidas de la Historia reciente
de España al bañarse en aguas de Palomares, en Almería, junto al
embajador norteamericano Angier Biddle Duke.
No era un baño de placer: se trataba de demostrar que no había
contaminación nuclear. Algunas semanas antes, un avión norteamericano
cargado con armas nucleares Mark 28 había chocado contra otro aparato de
abastecimiento en vuelo; ambos cayeron destrozados al mar y las cuatro
bombas termonucleares que transportaban desaparecieron. Inmediatamente
se descubrió dónde estaban los proyectiles. Uno cayó en la sierra; otro, en
un solar del pueblo de Palomares; el tercero, ralentizado por un paracaídas,
fue hallado intacto en la desembocadura del Almanzora y el cuarto cayó en
el mar. El mecanismo de seguridad de las bombas evitó que hubiera
explosiones nucleares, pero el explosivo convencional de los artefactos sí
estalló, rompiéndolos en pedazos y liberando a la atmósfera sustancias
radiactivas.
Aunque el régimen trató de ocultar el suceso, pronto el rumor fue más
fuerte que la censura. Y con el rumor, la alarma. Para colmo, quedaba por
encontrar una bomba, la que cayó en el mar. Los americanos desplegaron
un enorme dispositivo para encontrarla: eran los años de la guerra fría y
había que evitar que los rusos se apoderaran de la bomba. Un pescador de la
vecina localidad de Águilas, Francisco Simó, llamado desde entonces «Paco
el de la Bomba», guio a la Armada yanqui hasta el lugar donde se sumergió
el artefacto.
Quedaba por resolver un problema: semejante incidente no podía
venirle peor a un país que en aquel momento se había lanzado a la carrera
por captar turismo internacional, cual era el caso de España, y por mano
precisamente del propio Fraga. ¿Qué hacer? Demostrar que no había pasado
nada grave. Por eso Manuel Fraga, ministro de Turismo, se bañó en
Palomares ante las cámaras de televisión, regalando a la posteridad un
inolvidable bañador. Aún hoy Palomares es la localidad más radiactiva de
España. Pero don Manuel todavía viviría cuarenta y seis años más, de
manera que no debió de afectarle mucho. El otro bañista, Angier Biddle
Duke, murió en 1995, con ochenta años, atropellado por un vehículo,
después de haber representado a Washington en Dinamarca y Marruecos,
entre otros destinos. Peor les fue a los militares americanos que tuvieron
que retirar los restos caídos tierra adentro: la mitad de ellos contrajo cáncer,
según reveló el New York Times.

Otros hechos
1541: Pedro de Valdivia funda el cabildo de Santiago, la
primera institución de Chile.
1879: Nace en Barcelona el economista y político Juan
Ventosa Calvell, cofundador de la Liga Regionalista catalana
con Cambó, tres veces ministro con Alfonso XIII y, al final,
colaborador del régimen de Franco, que le nombró procurador
en Cortes.
1890: Muere en Madrid el político liberal Claudio Moyano,
promotor en 1857 de la primera gran ley de enseñanza pública
en España.
8
de marzo
La problemática reina Urraca

Tal día como hoy, 8 de marzo de 1126, moría en Saldaña, Palencia, la


reina Urraca de Castilla, una de las figuras más complejas y
atormentadas de la Edad Media española.
Urraca era hija y única heredera de Alfonso VI, el conquistador de
Toledo, rey de Castilla y León. Semejante circunstancia convertía su mano
en la llave del poder. Urraca estuvo casada primeramente con Raimundo de
Borgoña, pero enviudó muy pronto. Había que casarla de nuevo, pero, ¿con
quién? Para evitar conflictos internos, el rey Alfonso había dispuesto que
Urraca se casara con otro Alfonso, el Batallador, rey de Aragón y Navarra.
El enlace uniría bajo un solo cetro a todas las tierras de la España cristiana.
Era un proyecto de extraordinaria ambición, pero la realidad no
tardaría en arruinarlo. Por un lado, tanto en Castilla como en León y en
Galicia surgieron inmediatamente fuertes resistencias nobiliarias; uno de los
partidos, por cierto, encabezado por el amante de la propia Urraca. Por otra
parte, los cónyuges, Urraca y Alfonso, no se soportaban, y de hecho nunca
hicieron vida marital. Una cosa y la otra, más el terrible carácter de nuestra
amiga, van a traer consigo una interminable sucesión de guerras,
separaciones y reconciliaciones que durante veinte largos años marcarían la
existencia de la España medieval.
¿Luchaban aragoneses contra castellanos? No, todo era mucho más
complejo: en torno a las dos figuras regias se alinean todos los que tienen
algo contra otro, de manera que nobles, cortes y ciudades terminan
peleando entre sí. La violencia llegará al paroxismo en Galicia, donde la
propia reina Urraca será golpeada por el populacho y arrojada a un lodazal.
En cuanto a su marido, Alfonso de Aragón, finalmente desistirá, repudiará a
la dama y se concentrará en sus afanes cruzados, que le llevarán a
capitanear asombrosas hazañas frente al poder almorávide. El matrimonio
será anulado formalmente por el papa.
Urraca, con todo, supo defender su corona y, en particular, los
derechos de su hijo, también llamado Alfonso, concebido de su primer
marido Raimundo de Borgoña. Este pequeño Alfonso será Alfonso VII, el
rey emperador. Fue proclamado tal día como hoy, ante el cadáver de su
madre. En cuanto a la unión de Aragón y Castilla, aún tendría que esperar
trescientos cincuenta años.

Otros hechos
1576: El gobernador de Flandes, Luis de Requesens, militar y
diplomático barcelonés, es enterrado en Bruselas, donde había
tratado infructuosamente de llegar a la paz con los rebeldes.
1820: Conminado por el golpe de Riego, Fernando VII jura la
Constitución de 1812 y declara abolida la Inquisición.
1861: El gran violinista Pablo Sarasate ofrece su primer
concierto: en las Tullerías, en París, ante Napoleón III y su
esposa española, Eugenia de Montijo.
1921: Pistoleros anarquistas asesinan en Madrid al presidente
del Gobierno Eduardo Dato.
9
de marzo
El primer gran hospital de América

Tal día como hoy, 9 de marzo de 1565, el caballero sevillano Hernando


de Santillán y Figueroa fundaba en Quito, hoy Ecuador, el primer gran
Hospital de América: el de la Santa Misericordia de Nuestro Señor
Jesucristo, llamado después Hospital de San Juan de Dios, y que iba a
estar en funcionamiento sin interrupción más de cuatrocientos años,
hasta 1974.
Santillán no era un conquistador, sino un intelectual: jurista y hombre
de letras, sirvió en las audiencias de Granada y Valladolid antes de pasar a
América en 1548, con treinta años. Nombrado juez en la audiencia de Lima,
Santillán dedicó todos sus esfuerzos a proteger a los indígenas, evitando su
explotación en las encomiendas, conforme a la legislación de Indias. Fruto
de esa política fue la llamada «tasa de Santillán», que puede ser considerada
como la primera legislación social de la América española.
Aquella «tasa de Santillán» ordenaba, por ejemplo, que los indígenas
debían ser mantenidos por los encomenderos, sanados en caso de
enfermedad y evangelizados; prohibía que los indios trabajaran en
domingos y festivos y, aún más, prohibía igualmente que trabajaran las
mujeres, los hombres menores de dieciocho años y los mayores de
cincuenta. En suma, las ordenanzas ampliaban y perfeccionaban las líneas
marcadas desde las Leyes de Burgos en 1512.
Era 1559 y apenas hacía treinta años que Pizarro había conquistado el
imperio inca. La Corona puso a Santillán al frente de la Real Audiencia de
Quito, donde continuó su labor filantrópica: en 1564 fundó el Hospital de
Santa Catalina y al año siguiente el que hoy conmemoramos, el de la Santa
Misericordia, que daba asistencia a españoles e indios por igual.
Nuevamente enfrentado a los encomenderos, Hernando de Santillán
terminó abrazando la vida eclesiástica. El rey Felipe II le ofreció la
Cancillería de Granada, pero él se había enamorado de América, de manera
que declinó la propuesta. En vez de eso fue nombrado obispo del Plata, una
región por entonces apenas colonizada. No llegó a establecerse allí: murió
en el viaje, en 1575, a los cincuenta y cinco años de edad.

Otros hechos
1190: Nace en Frómista, Palencia, el sacerdote Pedro
González Telmo, San Telmo, confesor del rey Fernando III el
Santo y reevangelizador de las tierras ganadas a los
musulmanes en Córdoba y Sevilla.
1687: Sucede en Santafé de Bogotá el «Tiempo del ruido», un
misterioso fenómeno: quince minutos de estridente fragor
acompañado de un intenso olor de azufre.
1806: Muere en Cádiz a los cuarenta y nueve años el marino
de origen siciliano Federico Gravina, capitán general de la
Armada, gravemente herido en la batalla de Trafalgar.
1809: El guerrillero Juan Clarós, catalán, asalta la Barcelona
ocupada por los franceses.
1938: El Gobierno de Franco promulga el Fuero del Trabajo,
regulación de derechos y deberes laborales que contribuirá a
resolver la cuestión social durante el medio siglo siguiente.
10
de marzo
Gálvez sitia a los ingleses en Pensacola

Tal día como hoy, 10 de marzo de 1781, desembarcaban los primeros


hombres del contingente con el que Bernardo de Gálvez, gobernador de
la Luisiana, acometió la conquista de Pensacola, en Florida, entonces en
manos inglesas.
Gálvez era un joven militar malagueño que había llegado a la Luisiana
con la misión de fundar nuevas colonias y ayudar a los independentistas
alzados contra Inglaterra en las colonias norteamericanas. Consciente de
que la clave estratégica estaba en el control del Misisipi, en 1780 inició una
campaña que le llevó al rango de mariscal de campo con solo treinta y tres
años. Inmediatamente después puso sus ojos en Mobila, en la actual
Alabama, y la conquistó. El camino quedaba abierto para la reconquista de
Florida, lo cual pasaba por tomar Pensacola, el puerto más importante de la
zona. Pero no iba a ser fácil.
Para entrar en Pensacola había que superar una línea inglesa de fuego
cruzado: a un lado, la isla de Santa Rosa, que cierra la bahía, y al otro, un
fuerte inglés. Gálvez tomó la isla, pero el cañoneo enemigo hizo
embarrancar al buque insignia español. El jefe de las fuerzas navales, Calvo
de Irazábal, amedrentado, prohibió a nuestros barcos atravesar la bahía. Y
sin eso, no habría asalto. Las tropas españolas quedaron clavadas en el
terreno. Durante días, Gálvez y Calvo intercambiaron cartas con duras
acusaciones. Pero había algo peor: se avecinaba temporal y, en ese caso, los
barcos tendrían que volver a hacerse a la mar para no estrellarse contra la
costa, frustrando definitivamente el asalto. De modo que Gálvez se lía la
manta a la cabeza y decide lanzarse en solitario. Sube a bordo de su barco,
el Galveztown, e iza la insignia de almirante. Para provocar a Calvo, le
envía a un joven oficial con un curioso presente: una bomba. Y con la
bomba, un mensaje que decía así: «Una bala de a treinta y dos recogida en
el campamento, que conduzco y presento, es de las que reparte el Fuerte de
la entrada. El que tenga honor y valor que me siga. Yo voy por delante con
el Galveztown para quitarle el miedo».
Dicho y hecho: los cuatro barcos que Gálvez tenía a su cargo, con él
mismo al frente, penetraron en la bahía bajo el fuego enemigo. Sin sufrir
apenas daños, los cuatro pasaron la barrera de fuego y llegaron al otro lado.
El resto de la escuadra, picada en su orgullo, siguió al mariscal. Podemos
ahorrarnos los detalles de la batalla. Los ingleses se rindieron, Pensacola
cayó y, con ella, toda la Florida. Las operaciones concluyeron el 9 de mayo
de 1781. Los rebeldes norteamericanos quedaron muy fortalecidos, pues su
frente de combate se redujo, y los ingleses ya no levantarían cabeza. En
1783 se firmaba el Tratado de Versalles, que reconocía la independencia de
los Estados Unidos y confirmaba la posesión española de Florida.

Otros hechos
1126: Alfonso I el Batallador de Aragón, en su cruzada por Al-
Ándalus para redimir mozárabes y llevarlos consigo al norte,
derrota a los almorávides en Puente Genil.
1526: Carlos I se casa con Isabel de Portugal, la princesa más
bella del mundo.
1973: España establece relaciones diplomáticas con la China
comunista.
11
de marzo
Los atentados del 11-M: caso abierto

Tal día como hoy, 11 de marzo de 2004, varias bombas estallaron en


diversos trenes de cercanías en Madrid. Fue el mayor atentado de la
Historia de España.
Muertos: 191. Heridos: 1.858. Traumatizados y víctimas colaterales:
sin determinar. Estas son todas las certidumbres que aún hoy tiene la
sociedad española sobre aquellos atentados que cambiaron la vida del país.
La versión oficial dice que aquel día un grupo de terroristas islamistas se
organizó para perpetrar diez explosiones casi simultáneas en cuatro trenes
en la capital de España, en venganza por la posición del gobierno español
en la guerra de Irak. Los explosivos habrían sido facilitados por una trama
de tráfico ilícito desde la explotación asturiana de Mina Conchita. La
matanza fue reivindicada por un grupo islamista mediante un vídeo. Días
después, los autores del atentado eran localizados por la policía en Leganés.
Al verse atrapados, los terroristas se volaron con explosivos adheridos a sus
cuerpos.
Sin embargo, doce años después son muchos los interrogantes que
permanecen sin respuesta. ¿Quién organizó los atentados? ¿Quién dio la
orden? La precisión y complejidad de los ataques requiere un grado de
organización muy elaborado. En su momento se apuntó al grupo islamista
Al-Qaeda, pero el propio Tribunal Supremo terminaría reconociendo que
Al-Qaeda estaba exenta y en su lugar apuntaba a un grupo yihadista
autónomo. Asimismo, los encausados como «autores intelectuales» fueron
absueltos de ese cargo. Las mismas dudas aparecen cuando se repasan las
conexiones entre los supuestos autores materiales de los atentados, asunto
que nos mete en un verdadero laberinto aún hoy sin solución.
Las preguntas se acumulan. ¿Quién suministró a los terroristas el
Titadine, un material que no estaba en la mina de donde supuestamente se
extrajo el explosivo? ¿Quiénes montaron las bombas? ¿Por qué se empezó a
desguazar los trenes tan solo 48 horas después de la masacre, excepto uno
que quedó varado en un almacén secreto? ¿Por qué no se analizaron los
restos de los focos de explosión? ¿Por qué se destruyeron los escenarios del
crimen sin analizar la composición de las bombas? ¿Por qué los perros no
detectaron explosivos en la furgoneta hallada en Alcalá de Henares, y sin
embargo el vehículo, al llegar a las dependencias policiales de Canillas, sí
guardaba detonadores y Goma 2-ECO? ¿De dónde salió la mochila-bomba
encontrada en la comisaría de Vallecas? ¿Por qué esa mochila contenía
metralla y no así las que estallaron? ¿Por qué se impidió a la policía
científica acceder a los cadáveres de los suicidas de Leganés hasta varios
días después de su muerte? Y muy singularmente: ¿Quién manipuló la
investigación desde el principio? ¿Y por qué?
Todas estas preguntas aparecieron en el juicio por los atentados. Muy
pocas de ellas encontraron respuesta. Por eso el 11-M sigue siendo, en
buena medida, un caso abierto.

Otros hechos
1827: Guerra de los Agraviados: insurrecciones populares
contra Fernando VII en Cataluña, Aragón, Valencia, Andalucía
y el País Vasco que serán el prólogo de la guerra carlista.
12
de marzo
Los mártires de Córdoba

Tal día como hoy, 12 de marzo del año 859, la comunidad cristiana de
Córdoba lloraba el asesinato del mártir Eulogio a manos de las
autoridades musulmanas de la ciudad.
Justo dos años antes los musulmanes habían asesinado a otros dos
mártires, Rodrigo y Salomón. Eran las cuentas de un largo rosario de
cristianos martirizados por su fe. Hasta medio centenar de cristianos
cordobeses morirían mártires en aquellos pocos años.
La Córdoba mora rara vez fue un mundo tolerante. Tras la invasión
musulmana, y durante más de dos siglos, los cristianos eran mayoría en la
ciudad. El poder sarraceno aceptaba su presencia, pero los cristianos
estaban obligados a pagar impuestos especiales y no podían ni reparar sus
templos ni hacer manifestación externa de su fe; por supuesto, abandonar el
islam para convertirse al cristianismo estaba penado con la muerte. Es la
aplicación estricta de la ley islámica en lo que concierne a cristianos y
judíos.
Hacia el año 850, esta situación de opresión dio lugar a distintos gestos
de resistencia: muchos cristianos cordobeses, tanto clérigos como seglares,
optaron por no callar su fe y desafiaron al despotismo musulmán aun a
sabiendas de que eso les conduciría a la muerte. No faltaron obispos
dispuestos a someterse, pero el ejemplo de los mártires pronto se extendió
entre los mozárabes, que era el nombre con el que se designaba a los
cristianos bajo el poder musulmán. Córdoba reprimió con violencia el
movimiento. Desde entonces se fue haciendo cada vez más intenso el goteo
de cristianos andalusíes que emigraban al norte cristiano en busca de
libertad.
Son muchos los nombres que conocemos. El 13 de marzo de 857 son
decapitados los santos Rodrigo y Salomón; el primero, sacerdote, había sido
entregado por su propio hermano, converso al islam. También murieron
mártires: Isaac, exservidor de la corte de Abderramán, ordenado sacerdote;
Sancho, un guerrero cristiano del Pirineo que había acabado como esclavo
en la guardia del sultán; Pedro, sacerdote; Walabonso, diácono; Sabiniano y
Wistremundo; el anciano Jeremías, y Habencio… Eulogio fue encarcelado
en 859. Se le acusaba de haber ocultado a una joven de padres musulmanes,
llamada Leocricia, y que había sido convertida por una monja. La joven fue
inmediatamente sentenciada como apóstata. Eulogio fue llevado ante el
Emir: se le conminó a retractarse, pero los jueces solo consiguieron que
hiciera una encendida defensa del cristianismo. Fue decapitado el 11 de
marzo de 859, a las tres de la tarde.
La persecución se recrudeció con el emir Mohamed, hijo y heredero de
Abderramán II.

Otros hechos
1354: Pedro IV de Aragón funda la Universidad de Huesca.
1535: El capitán gaditano Francisco Pacheco funda la ciudad
de Portoviejo, la primera del actual Ecuador.
1986: El Gobierno socialista de González convoca un
referéndum para la entrada de España en la OTAN. Gana el sí
con un 56,85 por ciento de los votos, frente a un 43,15 por
ciento de noes.
13
de marzo
Carlos I, rey de Castilla

Tal día como hoy, 13 de marzo de 1516, el joven príncipe Carlos de


Austria, hijo de Juana la Loca y Felipe el Hermoso, nieto de los Reyes
Católicos, se hacía proclamar rey de Castilla desde su residencia en
Gante, en Flandes. Era el primer paso del camino hacia el poder.
Fernando el Católico había muerto apenas un mes atrás. En su último
testamento había dispuesto que el joven Carlos –dieciséis años en aquel
momento– ejerciera como gobernador de Castilla y de Aragón en nombre
de su madre, Juana, incapacitada por su enfermedad mental. Era una
situación delicada: la madre reinaría sin gobernar; el hijo gobernaría sin
reinar. Demasiado difícil. De hecho, el 13 de marzo las exequias fúnebres
por el difunto rey Fernando terminaron con gritos de «Vivan los católicos
reyes doña Juana y don Carlos su hijo. Vivo es el rey, vivo es el rey, vivo es
el rey». El rey, evidentemente, era Carlos, aquel mozo que vivía en Flandes.
El joven príncipe tomó la decisión de adoptar el título regio y así lo
comunicó a las cortes de Castilla, Navarra y Aragón. Castilla le reconoció
rey en abril de aquel mismo año 1516, aunque todavía quedaba un largo
camino por delante. Más fácil fue en Navarra, donde los estamentos del
Reino le juraron inmediatamente fidelidad. Pero más difícil fue en Aragón,
donde el caos institucional provocó un sinfín de dilaciones.
Carlos abandonó Flandes y llegó a España a finales de 1517. En los
dos años siguientes fue controlando poco a poco la situación. Hasta febrero
de 1518 no obtuvo el juramento de las cortes castellanas, y fue con una
serie de condiciones muy explícitas: que aprendiera a hablar castellano, que
cesara el nombramiento de extranjeros en el gobierno, que se prohibiera la
salida de metales preciosos y caballos de Castilla y, muy significativamente,
que se acordara un trato más respetuoso a su madre, Juana, recluida en
Tordesillas. Aun así, todavía tendrá que hacer frente a las insurrecciones de
las Comunidades de Castilla y de las Germanías de Valencia, entre otras. En
1519 heredaba además el título de emperador del Sacro Imperio Romano
Germánico. Aquel joven príncipe se había convertido en el hombre más
poderoso de Europa. Las conquistas americanas le harían, además, el más
poderoso del mundo.

Otros hechos
600: Muere San Leandro de Sevilla, hermano y mentor de San
Isidoro, artífice de la conversión al catolicismo de los visigodos
españoles, que eran mayoritariamente arrianos.
1741: En Cartagena de Indias, capital del virreinato de Nueva
Granada, la escasa guarnición española descubre la llegada de
la mayor flota jamás vista hasta entonces: trae bandera inglesa
y se propone conquistar la ciudad. Comienza el sitio de
Cartagena. La guarnición española la manda el vasco Blas de
Lezo.
1869: Nace en La Coruña el filólogo e historiador Ramón
Menéndez Pidal, cumbre del medievalismo español.
1902: Se matricula en Madrid el primer automóvil de España:
pertenece a Pérez de Guzmán, marqués de Bolaños.
14
de marzo
Cisneros pone la primera piedra
de la Complutense

Tal día como hoy, 14 de marzo de 1501, el cardenal Cisneros ponía la


primera piedra de la Universidad de Alcalá de Henares. Había nacido
la Complutense.
Gonzalo Jiménez de Cisneros es uno de los mayores talentos de la
Historia de España. Además de fervoroso hombre de Dios, fue un político
de enorme talla. El cardenal Mendoza le había sacado del convento para
acometer algo que era una urgencia en toda Europa: la reforma de la Iglesia.
Cisneros, designado confesor de la reina, fue nombrado responsable de los
franciscanos, sometió a la Orden a una reforma en profundidad y acto
seguido la extendió a otras órdenes. ¿Qué había que reformar? Casi todo:
aquella Castilla acababa de salir de una guerra civil y los monasterios
estaban abarrotados de gente que buscaba refugio y comida. Era preciso
reorganizarlo todo de arriba abajo, empezando por la propia vida regular de
los conventos. Ahí Cisneros se manifestó como un organizador excepcional.
La tarea reformadora engrandeció su fama.
En 1495, cuando muera el viejo Mendoza y la reina Isabel haya de
pensar en un nuevo arzobispo para Toledo, primado de España, no dudará:
Cisneros era el hombre. En calidad de tal se le encomendará una tarea de
enorme alcance: evangelizar las tierras recién reconquistadas del Reino de
Granada. Lo hará con una vehemencia que más tarde le será reprochada por
los historiadores, pero conviene situarse en la época. Por otro lado,
consiguió su propósito: muchos miles de mudéjares abrazaron la Cruz. Y
entre unas cosas y otras, nuestro personaje afronta también un proyecto que
consideraba decisivo: la fundación de una universidad. Un reino como el
que estaba naciendo necesitaba el motor de la inteligencia, y a tal fin se
aplicó a reorganizar el Studium General de Alcalá de Henares, el mismo
donde él había estudiado. Se encargó de todo: la financiación, los edificios,
el cuadro docente, la biblioteca, el templo, incluso la jubilación de los
profesores. Su propósito: crear una auténtica universidad humanista. El 14
de marzo de 1501 ponía la primera piedra. Había nacido la Universidad
Complutense, el primer campus universitario del mundo.

Otros hechos
1492: Isabel la Católica ordena la conversión de los judíos de
sus reinos al cristianismo, so pena de expulsión.
1754: Nace en Sevilla el torero José Delgado Guerra, «Pepe-
Hillo», uno de los fundadores del arte de torear junto a
Costillares y Pedro Romero. Goya inmortalizará su muerte en
la plaza, en 1801, cogido por un toro.
1936: La policía del Frente Popular detiene a José Antonio
Primo de Rivera, líder de Falange Española, bajo el cargo da
«posesión ilícita de armas». En ese mismo momento, la
socialista UGT patrocinaba la invasión violenta de 3.000 fincas
en Extremadura, sin que el Gobierno hiciera nada por
detenerlas.
1942: El Gobierno de Franco crea la Medalla al Mérito en el
Trabajo.
1944: Regresan a España los miembros de la Legión Azul,
último contingente de la División Azul que permanecía en el
frente oriental.
15
de marzo
El día que murió
Félix Rodríguez de la Fuente

Tal día como hoy, 15 de marzo de 1980, moría en Alaska el naturalista


Félix Rodríguez de la Fuente, al caer a tierra el avión en el que viajaba.
Burgalés de Poza de la Sal, odontólogo de profesión, Rodríguez de la
Fuente fue durante dos decenios uno de los personajes más queridos y
admirados por el público gracias a sus excelentes trabajos de divulgación.
Félix fue el gran pionero de la divulgación científica en la televisión
española. Médico de formación, apasionado por la biología, empezó
estudiando el comportamiento de los halcones y terminó criando manadas
de lobos. Recorrió medio mundo para filmar a los animales en su hábitat,
pero, sobre todo, enseñó a los españoles a amar su naturaleza, la fauna
ibérica, que Félix exploró intensamente.
Lo que le catapultó a la fama fue, precisamente, la cetrería: durante
años se había dedicado a reconstruir el arte de la caza con halcones según
los textos medievales. Cuando apareció por primera vez en TVE, en 1964,
fue en una breve intervención sobre ese asunto. A partir de ahí, la tele se
enamoró de él. La tele y todo lo demás, porque enseguida empezó a escribir
en periódicos reportajes que ilustraba con su propia mano. Pero Rodríguez
de la Fuente no era solo un excelente comunicador; era, además, un
científico atento que a través de la Etología del premio Nobel Konrad
Lorenz supo profundizar en el estudio del comportamiento animal. Para los
españoles, Félix es la voz y el rostro inconfundibles de Planeta azul y El
hombre y la Tierra, programas de los años sesenta y setenta que aún hoy,
medio siglo después, siguen haciendo las delicias de todos los públicos.
Félix encontró la muerte en una de sus últimas aventuras: rodar la gran
carrera de perros esquimales en Alaska. La avioneta en la que viajaba
perdió un patín y se precipitó al suelo. Con él murieron dos grandes
profesionales de la televisión: Teodoro Roa y Alberto Mariano Huéscar.
Hoy recordamos a Félix Rodríguez de la Fuente como el hombre que
enseñó a varias generaciones de españoles a amar nuestra naturaleza.

Otros hechos
1493: Cristóbal Colón regresa al puerto de Palos después de su
primer viaje de descubrimiento.
1497: Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, libera
a Roma del asedio de Menaldo Guerri, corsario vizcaíno al
servicio de Francia, y desfila triunfal por las calles de la ciudad
con el tal Guerri enjaulado. El papa Alejandro VI concede al
Gran Capitán la Rosa de Oro, máxima distinción pontificia.
1922: Primer congreso del Partido Comunista de España,
escindido del PSOE el año anterior. Elegirá primer secretario
general a Antonio García Quejido, tipógrafo, que había sido el
primer presidente del sindicato socialista UGT.
1936: Nace en Barcelona Francisco Ibáñez, creador de
Mortadelo y Filemón.
16
de marzo
Los gobiernos de Narváez

Tal día como hoy, 16 de marzo de 1846, ocupaba por segunda vez la
presidencia del Gobierno el general Narváez, figura dominante de la
política española durante la llamada «década moderada»: 1843-1854.
Después de la muerte de Fernando VII, en 1830, el panorama político
estaba dividido en dos grandes fuerzas: una, los liberales,
constitucionalistas, agrupados en torno a la figura de la aún niña Isabel II; la
otra, los carlistas, tradicionalistas, que sostenían al infante Carlos María
Isidro como legítimo rey. Los liberales, a su vez, se dividían en dos: los
Doceañistas, más moderados, partidarios de restablecer la Constitución de
1812, y los «exaltados» Veinteañistas, inspirados en el golpe de Riego de
1820, que formaron el partido progresista. La figura mayor de los
«exaltados» fue Espartero; la de los moderados, Narváez.
Ramón María Narváez y Campos, nacido en 1800, granadino de Loja,
segundón de una familia noble (los condes de Cañada Alta), ingresó en la
carrera militar en 1815 dentro de la muy prestigiosa Guardia Valona,
cuando ya la guerra contra el francés había terminado. Liberal en el golpe
de Riego, combatió contra la sublevación absolutista de 1822 y contra la
hueste francesa de los Cien Mil Hijos de San Luis (1823) que vino en
socorro de Fernando VII. En la subsiguiente guerra carlista, a partir de
1834, protagonizó numerosas victorias, ascendió rápidamente y en 1838 ya
era mariscal de campo, diputado y figura política de referencia. Los
esparteristas maniobran contra él, se exilia y vuelve en 1843 para dirigir una
asonada contra Espartero que se resuelve en el campo de batalla. Al año
siguiente, cuando Isabel II alcance la mayoría de edad, será nombrado por
primera vez jefe del gobierno.
Desde ese momento, Narváez mandará sin discusión, ocupe o no la
presidencia del consejo de ministros. De su mano se redacta la Constitución
de 1845 (vigente hasta 1869), se reforma la Hacienda pública, se crea la
Guardia Civil, el Estado asume la enseñanza pública, cesa el catastrófico
proceso de desamortizaciones, se centraliza la administración, se implanta
el sufragio censitario y se reprimen los mil motines, militares o civiles, que
sacudieron al país. Para entonces ya había surgido un nuevo «espadón»:
O’Donnell, subordinado primero y después sucesor de Espartero. Narváez
volverá al Gobierno en la década de los 60, pero será para estrellarse contra
la realidad: cualquier intento reformista quedará embarrado en la imparable
cadena de acciones subversivas.
Narváez murió en el cargo el 23 de abril de 1868. Inmediatamente se
resquebrajará el partido moderado y vendrá el golpe militar de la
«revolución de 1868». En realidad Narváez era el único muro que protegía
aún a la monarquía.

Otros hechos
1521: Magallanes llega a las Filipinas en su viaje de
circunnavegación del globo.
1812: Tercer asedio de Badajoz durante la Guerra de la
Independencia. Las tropas anglo-portuguesas consiguen
derrotar a los franceses y liberan la ciudad.
1943: Se abre la primera legislatura de las Cortes franquistas.
17
de marzo
El motín de Aranjuez

Tal día como hoy, 17 de marzo de 1808, estallaba el Motín de


Aranjuez, que iba a ser decisivo para el comienzo de la Guerra de la
Independencia contra los franceses de Napoleón.
En aquel momento las tropas de Napoleón habían entrado ya en
España, supuestamente como aliadas de nuestro país, pero en realidad para
dar a Francia el control de la península Ibérica. Carlos IV, el rey, andaba a
la gresca con su hijo Fernando, el heredero. En medio estaba el primer
ministro Godoy, hombre fuerte del país, pero cuyo poder se cuarteaba por la
influencia francesa. Carlos IV, presionado, acude a Bayona para
entrevistarse con Napoleón; va a cederle la corona de España. Su hijo
Fernando, que ambiciona el trono, maniobra con rapidez.
En medio de una crisis política y social explosiva, lo que queda de
familia real, incluido el príncipe Fernando, se refugia en el palacio de
Aranjuez. Allí se ha recluido también Godoy. En la noche del 16 de marzo,
los partidarios de Fernando empieza a agitar al pueblo. El motín estalla al
día siguiente. Una muchedumbre exasperada se dirige hacia el Palacio real
de Aranjuez. En cabeza van, camuflados, aristócratas del partido
fernandino, pero la situación pronto se les va de las manos: el pueblo
entiende poco de querellas dinásticas; lo que el pueblo quiere es matar a
Godoy.
La multitud asalta el palacio. Destroza y quema todo lo que encuentra
a su paso. El motín dura casi dos días. El 19 por la mañana, encuentran a
Godoy escondido entre unas esteras. La multitud apresa al valido y lo
traslada al cuartel de Guardias de Corps bajo una lluvia de golpes y de
insultos. Si no mataron a Godoy fue porque el príncipe Fernando, dueño de
la situación, intervino para protegerle.
Muy pocas horas después, al mediodía de ese 19 de marzo, Carlos IV
abdica y cede la corona a su hijo. Ya es rey Fernando VII. Pero poco durará
en el trono, porque el mariscal Murat toma Madrid y lo llena de soldados
franceses, mientras el propio Fernando es llevado a Bayona, con el
emperador. Nunca la Corona española había caído tan bajo. Se estaba
dibujando el decorado para el 2 de Mayo, que daría inicio a la Guerra de la
Independencia.

Otros hechos
1452: Batalla de Los Alporchones: las huestes castellanas de
Alonso Fajardo el Bravo derrotan a las tropas nazaríes de
Malik ibn al-Abbas cerca de Lorca, en Murcia.
1768: Nace en Cartagena Isidoro Máiquez, el mejor actor de
su tiempo, renovador de la escena española y autor de un
reglamento que reformó la vida teatral.
1938: El Gobierno francés abre la frontera para permitir el
paso de armas soviéticas al bando del Frente Popular durante la
guerra civil española.
1991: Muere en Madrid Pilar Primo de Rivera, hermana de
José Antonio, fundadora de la Sección Femenina, que vertebró
el papel social de la mujer durante la dictadura de Franco.
18
de marzo
La batalla de Guadalajara

Tal día como hoy, 18 de marzo de 1937, los italianos del Cuerpo de
Tropas Voluntarias (CTV), que combatían en el bando nacional
durante la guerra civil española, se retiraban tras su fallida ofensiva de
Guadalajara. La victoria cayó del lado del Frente Popular.
Se lo había dicho Franco al general Roatta, jefe del CTV: que el
paisaje bélico español no estaba hecho para la «guerra relámpago» (guerra
celere, la llamaban los italianos), porque ni el terreno era el adecuado, ni se
podía avanzar sin ocupar a conciencia el territorio ni, sobre todo, era
posible garantizar las enormes necesidades logísticas –combustible,
avituallamiento, etc.– que ese tipo de guerra exigía. Pero los italianos se
exasperaban por el pesado avance del ejército de Franco, Roatta necesitaba
una gran victoria y Franco le dejó hacer. Así, el 8 de marzo de 1937 el CTV
italiano (35.000 hombres, 90 carros, 2.000 camiones, 200 cañones, 50
aviones de caza) se lanzaba desde sus posiciones de Sigüenza en dirección
suroeste para caer sobre Brihuega y Guadalajara, desmantelar el frente
republicano, llegar a Alcalá de Henares y aislar Madrid. Las tropas
españolas –la División Soria de Moscardó– limitarían su acción a la
ocupación posterior del territorio. Sobre el papel, era un buen plan. Pero el
terreno rara vez obedece al papel.
El ataque italiano fue tan vertiginoso como Roatta deseaba… hasta que
empezó a llover. Más aún: a nevar. Y cuando cesaba la lluvia o la nieve,
bajaba la niebla. Los movimientos de la guerra celere resultaron bastante
poco acelerados. El barro impidió a los carros italianos desplegarse fuera de
las carreteras, organizando un colapso impresionante. Por la misma causa,
los avituallamientos tardaban una eternidad en llegar a la vanguardia. La
aviación que debía proteger el ataque, varada en los aeródromos por el mal
tiempo, no sirvió de nada. La lentitud en el ataque permitió a las fuerzas del
Frente Popular (el IV Cuerpo de Ejército, de Jurado) retroceder con orden,
reorganizarse y establecer un frente con dos divisiones, dos brigadas
internacionales, 70 carros soviéticos –de mejor calidad que los italianos– y,
sobre todo, aviación: los 120 aparatos disponibles del Frente Popular
estaban en aeródromos bien pavimentados, de manera que pudieron operar
sin problemas, al contrario que sus rivales italianos. El 18 de marzo los
republicanos avanzaron sobre Brihuega. Los italianos tuvieron que retirarse
con un número elevadísimo de pérdidas en hombres y material. Franco
tenía razón.
La batalla de Guadalajara, además del euforizante efecto en las líneas
republicanas, sirvió para que a partir de aquel momento el Estado Mayor de
Franco centralizara todas las iniciativas estratégicas. Los italianos nunca
más volverían a tomar una decisión.

Otros hechos
1861: A petición del presidente Pedro Santana, la República
Dominicana decide volver a formar parte de la Corona
española para protegerse frente a su vecino Haití.
1910: El Gobierno Canalejas crea el Centro de Estudios
Históricos. A partir de 1939 se integrará en el Consejo Superior
de Investigaciones Científicas (CSIC).
1919: Se crea el Valencia Club de Fútbol.
19
de marzo
Viva «la Pepa»

Tal día como hoy, 19 de marzo de 1812, España dejó de ser una
monarquía absoluta para convertirse en una monarquía constitucional.
Al menos, teóricamente.
El 19 de marzo las Cortes del Reino, reunidas en Cádiz, habían
proclamado una Constitución de corte liberal, «la Pepa», así llamada por
haberse promulgado el día de San José. Era la primera constitución
española, nacida en plena guerra contra la Francia de Napoleón.
Hay que decir que las Cortes que aprobaron aquella primera
Constitución no eran exactamente intachables. Para empezar, en principio
no eran cortes constituyentes, sino que se atribuyeron esa función. Después,
solo la mitad de los diputados eran titulares: el resto, que no pudo acudir
por la situación de guerra, se rellenó con suplentes, elegidos
discrecionalmente por la minoría liberal. Los debates comenzaron el 25 de
agosto de 1811 y terminaron a finales de enero de 1812. Para entonces, unas
cortes que se habían convocado en el más estricto espíritu del Antiguo
Régimen se habían transformado en asamblea constituyente liberal.
La Pepa proclamaba como forma de gobierno la monarquía
hereditaria, pero constitucional: el Rey tenía que jurar y acatar la
Constitución. Señalaba la religión católica como confesión oficial del país.
Consignaba la separación de poderes: legislativo, ejecutivo, judicial… En
cuanto a la representación, los diputados no representaban a territorios
concretos, sino al conjunto de la nación. La Pepa establecía el sufragio
universal, pero con limitaciones: solo podían votar los mayores de
veinticinco años, que elegían a unos compromisarios que a su vez, si tenían
renta suficiente, elegían a otros, y estos a otros, y estos por último a los
diputados. También se proclamaban los derechos a la educación, a la
libertad de imprenta, a la inviolabilidad del domicilio, a la libertad y a la
propiedad, y se prohibía el tormento. Muchas de las aspiraciones de la
América española encontraron acogida en las Cortes de Cádiz. En España
quedaban abolidas la Mesta, la Inquisición, los gremios, los señoríos
jurisdiccionales, los mayorazgos… Era la liquidación de la base
socioeconómica del Antiguo Régimen.
Pese a todo, la Constitución de Cádiz no tuvo una vida ejemplar.
Primero, la situación de guerra hizo inviable aplicar sus preceptos. Después,
cuando la guerra acabó, una parte significativa de los diputados
conservadores escribió una carta al rey –el Manifiesto de los Persas– en la
que reclamaba leyes distintas. Fernando VII, que inicialmente había
aceptado la Constitución, prefirió volver al absolutismo. Y así la añoranza
de la Pepa será permanente clave de reivindicación de los liberales
españoles.

Otros hechos
914: Muere el rey de León García I, probablemente a causa de
heridas en combate.
1601: Nace en Granada el pintor y escultor Alonso Cano,
maestro del Barroco.
1945: Don Juan de Borbón, heredero de Alfonso XIII, hace
público el Manifiesto de Lausana, donde rompe con el
Gobierno de Franco.
20
de marzo
Alfonso II el Casto

Tal día como hoy, 20 de marzo de 842, moría con ochenta y dos años
en su palacio de Oviedo el rey de Asturias Alfonso II el Casto, un
personaje absolutamente crucial en la Historia de España.
Lo que da a la figura de Alfonso II el Casto esa dimensión tan crucial
es que, hasta él, no puede decirse que exista nada semejante a una idea de
Reconquista. Asturias siempre hizo frente a los musulmanes, pero su
rebelión no implicaba aún el designio de recuperar la «España perdida». A
partir de Alfonso II, sin embargo, esa idea se hace manifiesta. Y no era solo
una idea: Alfonso se aplica a materializarla en actos.
Alfonso II construyó en Oviedo su capital. Ordenó levantar un
conjunto arquitectónico como nadie había visto hasta entonces en Asturias:
una catedral –la del Salvador– con iglesia adjunta –la de Santa María– y
panteón regio; a su lado, otra iglesia –la de San Tirso– más un cementerio y
una zona residencial para el alto clero; además, el palacio real y diversas
edificaciones para alojar al gobierno del Reino; para abastecer al conjunto,
un acueducto, y además, un hospital y una muralla. Dispuso igualmente que
se levantara una capilla para albergar las reliquias que habían llegado a
Asturias desde Toledo tras la invasión musulmana. Era un símbolo: una
forma gráfica de hacer ver que Toledo, ahora, estaba en Oviedo. Cuando
apareció el sepulcro de Santiago apóstol, siempre bajo su reinado, aquello
fue ya una evidencia para todo el mundo. En el terreno práctico, aquella
transferencia de legitimidad tuvo un instrumento decisivo: la restauración
del «orden gótico», es decir, la reorganización de la vida del Reino
conforme a las normas de la vieja monarquía visigoda de Toledo. Con esos
títulos, Alfonso entabló lazos con Carlomagno.
En el terreno bélico, el rey Casto supo responder a la nueva política
ofensiva del emirato cordobés: ganó unas veces y perdió otras, pero, al
final, las fronteras del Reino se habían extendido muy al sur, con capítulos
tan impresionantes como la conquista de Lisboa. Desde las costas de
Galicia hasta los montes de Guipuzcoa, el Reino de Asturias aparecía como
una construcción política consolidada. Al mismo tiempo se intensificará la
repoblación cristiana más allá de la cordillera cantábrica y con apoyo
expreso del rey. La frontera de Castilla nace precisamente en esta época.
Rey guerrero, rey político, rey diplomático, rey constructor… Alfonso
ciñó la corona durante más de medio siglo. Murió en 842, con ochenta y
dos años. Sin familia directa ni descendencia. Por eso se le llamó «el
Casto»: por su renuncia al matrimonio. Aunque en otro tiempo su
sobrenombre no fue «el Casto», sino «el Magno», por el alcance político de
sus victorias militares. El legado de Alfonso es sencillamente sensacional.

Otros hechos
1179: Tratado de Cazola: Alfonso VIII de Castilla y Alfonso II
de Aragón se reparten las zonas de reconquista en el resto de la
península.
1915: El científico catalán José Comas I Solá descubre el
asteroide 804 y lo bautiza como «Hispania».
21
de marzo
La Santa Hermandad

Tal día como hoy, 21 de marzo de 1476, reinando Isabel y Fernando,


nacía en España la primera policía moderna de Europa: la Santa
Hermandad.
Castilla sufría por entonces un grave problema de inseguridad: en
plena quiebra política, las huellas de la guerra civil por el trono pervivían en
forma de bandas criminales, con frecuencia encabezadas por nobles, que
asolaban pueblos y caminos. El poder carecía de instrumentos para frenar
aquello. Había que inventar una fuerza de seguridad capaz de actuar en todo
el territorio del Reino. Eso sería la Santa Hermandad.
En su nacimiento fue crucial la participación de dos notables
personajes de la corte castellana: el asturiano Alonso de Quintanilla y el
burgalés Juan de Ortega. Ambos consiguieron el apoyo de las ciudades más
importantes de Castilla y convocaron a sus representantes en Dueñas, en
Palencia. El dato es importante: los protagonistas de aquella iniciativa ya no
eran los nobles, sino las ciudades, principales víctimas de la inseguridad.
Muchas de ellas tenían ya hermandades que velaban por la seguridad en sus
territorios; ahora se trataba de unirlas a todas y darles un reglamento
común. De allí salió un proyecto que enseguida fue llevado ante los Reyes
Católicos, Isabel y Fernando, en las cortes reunidas en Madrigal. Los reyes
aceptaron la propuesta. El 19 de abril de 1476 se publicará el Ordenamiento
de Madrigal, su carta fundacional.
La Santa Hermandad se configuraba como jurisdicción superior a la
hora de perseguir a los delincuentes: todas las autoridades quedaban
obligadas a entregar a los presos que reclamase. Eso la convertía en la
primera policía moderna del mundo, porque sus atribuciones pasaban por
encima del control territorial de los grandes señores. El Ordenamiento se
esforzaba también por preservar la objetividad de la justicia y las garantías
para el acusado. La Santa Hermandad nacía con un plazo limitado de
vigencia: dos años, hasta que el problema de la inseguridad hubiera
quedado resuelto. Pero su eficacia fue tan notable que su vida se prolongó
durante mucho tiempo. Incluso procuró 10.000 soldados para la guerra de
Granada. Siglos más tarde, la Santa Hermandad servirá de modelo para otro
cuerpo policial inequívocamente español: la guardia civil.

Otros hechos
1344: Después de la batalla del río Palmones, la coalición
cristiana que cerca Algeciras (castellanos, aragoneses y
genoveses) se impone definitivamente a la alianza musulmana
de nazaríes y benimerines que la defiende. Algeciras volverá a
sufrir la ocupación musulmana, pero será para destruir
completamente la ciudad.
1534: El conquistador granadino Pedro de Mendoza es
nombrado primer adelantado del Río de la Plata.
1626: Nace en Tenerife Pedro de San José de Betancur,
terciario franciscano y misionero, fundador de la Orden de los
Betlemitas. Fue canonizado por Juan Pablo II en 2002 en la
ciudad de Guatemala. Es el primer santo canario y el primero
también de Centroamérica.
1905: Nace en Barcelona el filólogo Joan Corominas.
22
de marzo
Así llegó a la corona el primer Trastámara

Tal día como hoy, 22 de marzo de 1369, moría el rey de Castilla Pedro
I el Cruel a manos de su hermanastro Enrique de Trastámara. Enrique
se convertiría en rey de Castilla, el primero de una nueva dinastía.
Duelo mortal entre hermanos, en efecto. Por parte de padre. Ambos
eran hijos de Alfonso XI de Castilla y León. El primero, Pedro, hijo
legítimo de la reina María de Portugal; el segundo, Enrique, hijo de la
amante del rey, Leonor de Guzmán. Leonor se ocupó de conseguir para sus
hijos numerosas rentas y beneficios, hasta el punto de que se convirtieron
en uno de los linajes más poderosos del Reino: los Trastámara (porque sus
posesiones estaban tras el río Tambre). Cuando murió el rey Alfonso en
1350, su heredero legítimo, Pedro, emprendió una larga guerra con sus
hermanastros Trastámara. Cuestiones de familia.
Las querellas entre ambas líneas llenarán Castilla de sangre durante
años, y para añadir mayor confusión se mezclarán con la guerra que
sostenían Francia e Inglaterra: la Guerra de los Cien Años. Finalmente, y
después de innumerables vicisitudes, las huestes de Enrique de Trastámara
coparon a Pedro I el Cruel en el castillo de Montiel. Un mercenario bretón
al servicio del Trastámara, Bertrand Duguesclin, tendió una trampa a Pedro:
le hizo creer que le ayudaba a huir, pero en realidad le condujo a la tienda
de su hermanastro Enrique. Enrique y Pedro llegaron a las manos y
entablaron combate personal. Cuando parecía que Pedro Iba a vencer a
Enrique, Duguesclin intervino para cambiar la suerte del combate. Enrique
hirió de muerte a Pedro. Dice la tradición que el bretón pronunció entonces
una frase que se haría célebre: «Ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi
señor».
Enrique de Trastámara consolidó sobre sus sienes la corona de Castilla
como Enrique II. Con él comenzaba la dinastía Trastámara. Un siglo
después dos monarcas de ese linaje unificarían los reinos españoles: Isabel
de Castilla y Fernando de Aragón.

Otros hechos
1506: En una jugada política para defender sus intereses,
Fernando el Católico, viudo, se casa con Germana de Foix,
sobrina del rey francés Luis XII.
1763: Se crea el Cuerpo de Artillería de la Armada.
1814: Fernando VII regresa a España tras la derrota del
francés.
1918: El líder conservador Antonio Maura forma un gobierno
de concentración.
1932: El Gobierno Azaña detiene al sindicalista Ramón
Casanellas, uno de los asesinos del presidente Dato y, en aquel
momento, agente soviético. Lejos de encarcelarlo, el Gobierno
se limitó a expulsarle de España. Ni siquiera se marchó.
1953: Se crea la Filmoteca Nacional.
1993: Estalla el escándalo Filesa sobre financiación ilegal del
PSOE.
2006: Tras sus negociaciones con el Gobierno Zapatero, la
banda terrorista ETA anuncia un alto el fuego permanente.
23
de marzo
La muerte de Largo Caballero

Tal día como hoy, 23 de marzo de 1946, moría en París el político


socialista Francisco Largo Caballero, líder del PSOE y de la UGT
durante los años de la II República y la guerra civil.
Largo Caballero, madrileño, de profesión obrero estuquista, fue
compañero de Pablo Iglesias en los años fundacionales del PSOE y pronto
cobró relevancia como líder sindical. Inicialmente era un socialista de
posiciones moderadas. Fue el principal defensor de la colaboración con la
dictadura militar de Primo de Rivera en 1923; incluso ocupó la secretaría de
Estado de Trabajo con el dictador. Sin embargo, en los años treinta giró
hacia posiciones revolucionarias y antidemocráticas.
Largo Caballero fue el principal culpable de que el PSOE se
radicalizara durante la II República. No era ya ningún jovencito: tenía
sesenta y cinco años, pero, seducido por el experimento revolucionario de la
Unión Soviética, concibió la absurda idea de ser «el Lenin español». Suya
fue toda la responsabilidad en el golpe antidemocrático de la revolución de
1934 y en la deriva revolucionaria del PSOE tras las elecciones de 1936.
Cuando el golpe militar del 18 de julio, Largo fue el primero en exigir que
se armara a las milicias de los partidos y sindicatos de izquierda, dando
lugar a una feroz represión en la retaguardia roja.
Se vio elevado a la presidencia del gobierno en septiembre de 1936 y
desde esa posición intentó en vano poner orden en la España controlada por
el Frente Popular. Fueron los meses atroces de Paracuellos y las matanzas
masivas de derechistas, mientras se sucedían las derrotas bélicas. Pese a la
apariencia de gobierno estable, la realidad era la de un país controlado por
los comités revolucionarios y sumido en el caos. La situación era tan grave
que el propio Stalin le pidió moderación, a lo que él contestó con una
jactanciosa carta. Finalmente los comunistas maniobraron para quitarle de
en medio. En mayo de 1937 Largo Caballero fue reemplazado por el
también socialista Negrín.
Desposeído de toda relevancia política, terminó exiliándose en Francia
antes incluso del fin de la guerra. Cuando los alemanes invadieron Francia
en 1940, Largo Caballero fue detenido e internado en un campo de
concentración. Los soviéticos le sacaron de allí en 1945. Volvió a París,
pero no viviría mucho más: moría el 23 de marzo de 1946, tal día como
hoy, con setenta y seis años de edad.

Otros hechos
1613: Muere en Madrid el militar e inventor Jerónimo de
Ayanz, creador de la primera patente de una máquina de vapor
para usos industriales.
1768: Estalla en el Madrid de Carlos III el Motín de
Esquilache, una insurrección popular contra la carestía de la
vida.
1808: El mariscal Murat entra en Madrid en nombre de
Napoleón Bonaparte.
1887: Nace en Madrid el pintor cubista Juan Gris.
2014: Muere en Madrid el expresidente del Gobierno Adolfo
Suárez.
24
de marzo
La revuelta del Arrabal de Córdoba

Tal día como hoy, 24 de marzo de 818, estallaba la revuelta del


arrabal de Córdoba, aplastada a sangre y fuego por el emir Alhakán.
El emir Alhakán era un tipo despótico y arbitrario, además de impío:
sus súbditos no le soportaban. Por otro lado, en la España andalusí aún eran
frecuentes las insurrecciones de las antiguas familias locales, lo mismo en
Mérida que en Toledo o en la propia Córdoba. El Arrabal de Córdoba era el
retrato perfecto de aquella efervescencia. A lo largo del medio siglo anterior
habían ido llegando allí incesantes oleadas de nuevos vecinos,
especialmente árabes y bereberes. Al principio, Córdoba se desplegaba
sobre la orilla norte del Guadalquivir. Cuando se reconstruyó el puente que
cruza el río, la ciudad se extendió rápidamente al otro lado. Allí creció el
Arrabal: un espacio superpoblado donde convivían numerosos grupos muy
pobres, sobre todo hispanomusulmanes, junto a una parte de la aristocracia
palaciega. Los pobres veían en los aristócratas una tabla de salvación,
alguien a quien exponer sus quejas. En cuanto a los aristócratas
descontentos, veían en las clases populares una fuerza sobe la que apoyarse
para ascender. La combinación era explosiva.
Hubo una primera revuelta en 806. La segunda, la de 818, fue
terrorífica, y no lo será menos la represión ordenada por Alhakán. Dicen las
fuentes musulmanas que lo que prendió la mecha fue el asesinato de un
niño. El protagonista del crimen fue un guerrero mameluco del emir. El
mameluco llevó su espada a un bruñidor, un niño, para que la limpiara. El
niño devolvió la pieza más tarde de lo convenido. El mameluco, irritado,
tomó la espada y golpeó al niño con ella hasta matarlo. La conmoción fue
inmediata. Una muchedumbre llenó las calles del Arrabal. Las gentes se
armaron y tomaron camino hacia el Alcázar, el palacio del emir Alhakán.
Alhakán apareció en ese momento. Volvía de una jornada de caza y se
encontró con aquella multitud que, amenazante, exigía su destitución.
Expeditivo, el emir, que ya estaba harto del Arrabal y sus gentes, ordenó a
su guardia que marchara hacia el Arrabal y lo incendiara. Dicho y hecho:
todo el barrio comenzó a arder. La muchedumbre, al ver sus casas
devoradas por el fuego, corrió hacia el Arrabal. Allí estaban aguardando los
hombres del emir, que apresaron a los rebeldes y mataron a muchos de
ellos. Dicen las crónicas que más de trescientos prisioneros fueron
crucificados cabeza abajo por orden del emir. El resto sufrió destierro. El
suelo del Arrabal fue arrasado. Miles de familias tuvieron que abandonar
Córdoba. Recalarán en los lugares más insospechados, desde Creta hasta
Alejandría.

Otros hechos
1526: Antonio de Acuña, obispo, líder comunero, encarcelado
desde 1521 en el castillo de Simancas, es ejecutado a garrote
vil por haber asesinado al alcaide en un intento de fuga.
1579: Muere en Almazán el religioso mercedario Tirso de
Molina, gran dramaturgo del Barroco, creador del mito de don
Juan.
25
de marzo
La ciudad más austral del mundo

Tal día como hoy, 25 de marzo de 1584, Pedro Sarmiento fundaba la


colonia de Rey Don Felipe en el estrecho de Magallanes, en el extremo
sur de América. Una heroica catástrofe.
España necesitaba poblar el extremo del sur de América, el Estrecho
de Magallanes, para prevenir los ataques corsarios ingleses, que ya habían
caído a traición sobre las costas del Perú. Fortificando el Estrecho –ese era
el plan– quedaría taponada la ruta. Para llevar a cabo el proyecto se escogió
al mismo que lo había propuesto: Pedro Sarmiento de Gamboa, curtido
marinero de Pontevedra. Sarmiento era un típico soldado-poeta del
Renacimiento: perfecto latinista, con amplios conocimientos de
matemáticas, astronomía, náutica y geografía. Desde los diecisiete años
había peleado en los tercios de Carlos V. En 1557 partió hacia Perú. Estará
en la expedición de Mendaña por Oceanía, donde descubre las islas
Salomón. Tras el paso de Drake por el puerto de El Callao, en 1579, recibe
la orden de perseguir al corsario. No lo encuentra, pero recala en el
Estrecho de Magallanes, lo rebautiza como Estrecho de la Madre de Dios y
toma posesión en nombre del Rey de España. Allí concibe su idea, que
Felipe II aprueba: crear dos ciudades en aquel desierto glacial.
El Estrecho de Magallanes es una estepa fría de vegetación
paupérrima. La temperatura media en verano es de diez grados. En
invierno, los vientos, muy fríos, superan los 150 kilómetros por hora y las
temperaturas descienden hasta los doce grados bajo cero. Establecerse de
manera fija en aquellas tierras, a finales del siglo XVI, era una aventura
imposible. Pero eso es exactamente lo que se propusieron los españoles.
Sarmiento zarpa de Sanlúcar de Barrameda al frente de veinticuatro navíos
y 2.500 hombres, incluidos mujeres y niños, familias completas que se
convertirán en colonos. Después de una travesía durísima que diezma a la
flota, con penalidades sin cuento, la expedición –o lo que queda de ella–
logra entrar en el estrecho. Es febrero de 1584. En un valle aparentemente
bien regado, decide fundar un pueblo: Nombre de Jesús. Sarmiento
organizó bien las cosas, pero el lugar era mucho menos grato de lo que
parecía. Una noche, parte de la marinería desertó llevándose tres naves. A
los colonos solo les quedaba una. Sarmiento, tenaz, la utilizó para ampliar
su expedición: navegó unas leguas, penetró tierra adentro y fundó un nuevo
establecimiento, Rey Don Felipe. Ya era la segunda ciudad, la más austral
del mundo.
Nada saldría bien. Sarmiento será arrastrado por una tempestad y la
colonia se quedará sin jefe y sin barcos. El frío y el hambre harán lo demás.
«Puerto del hambre» llamarán los ingleses al paraje cuando lo descubran.
Una heroica catástrofe, en efecto, la expedición de Sarmiento.

Otros hechos
1523: Primera piedra de la catedral de Granada.
1555: En la actual Venezuela, el capitán Vicente Díaz se
establece en el sitio de Valencia, dando nacimiento a la ciudad.
1789: Carlos IV nombra a Goya pintor de cámara.
1793: Carlos IV declara la guerra a la Francia revolucionaria.
26
de marzo
Y llegaron los almorávides

Tal día como hoy, 26 de marzo de 1091, los almorávides tomaban


Córdoba e inauguraban una época nueva en la Historia de Al-Ándalus
y en la crónica de la Reconquista.
Los almorávides no formaban parte de eso que se llama «España
musulmana». Se trataba de una secta religiosa y guerrera musulmana,
nacida en el Sáhara occidental, que con una interpretación fundamentalista
del islam había logrado extender su influencia por todo el actual Marruecos.
Un grupo yihadista, en suma.
Primero unieron a las tribus nómadas bereberes. Después consiguieron
controlar las caravanas de oro y esclavos. Durante decenios combatieron
contra todo lo que tenían alrededor hasta construir un vasto imperio.
Finalmente se hicieron con el poder en el Magreb. Su siguiente objetivo
sería la rica y débil España musulmana, sospechosa de haberse relajado en
su aplicación de la ortodoxia islámica y, sobre todo, llena de recursos que
los almorávides ambicionaban.
En aquel momento, mediados del siglo XI, Al-Ándalus estaba dividido
en pequeños reinos independientes, los reinos de taifas, que sobrevivían
como tributarios de Castilla y Aragón, los reinos cristianos españoles. ¿Por
qué pagaban tributo las taifas a los cristianos? Fundamentalmente, para que
les protegieran de las taifas vecinas. Es la época del Cid Campeador. La
España cristiana era económicamente más pobre, pero mucho más fuerte
militarmente que sus rivales islámicos. Pero algunos de estos reyes moros
de taifas, temerosos del poder que estaba alcanzando la cristiandad española
(y hartos de pagarles impuestos), llamaron en su socorro a los almorávides
del sur del estrecho de Gibraltar. Así empezó todo.
Quizá los reyes de taifas pensaron que el poderoso aliado del sur les
ayudaría a vencer a la Cruz. Nada de eso: el principal propósito de los
almorávides no será derrotar a los cristianos, sino apoderarse del islam
peninsular y sus riquezas. En septiembre de 1090 conquistaron Granada.
Después, Tarifa y Sevilla. En la primavera de 1091, Córdoba. En pocos
meses los reinos de taifas desaparecieron. La mayor parte de aquellos reyes
terminó de muy mala manera. Al-Ándalus, la España mora, pasó a ser una
provincia del imperio fundamentalista almorávide. Los almorávides
dominarán Al-Ándalus hasta que otro movimiento semejante venga a
desplazarles: los almohades, que les derrocarán medio siglo después. Y por
los mismos motivos que causaron la debacle de los reinos de taifas.

Otros hechos
631: Golpe de estado en la España goda: el duque Sisenando
depone al rey Suintila.
717: Fecha tradicionalmente aceptada de la proclamación de
Pelayo como rey en Asturias.
1929: El avión Jesús del Gran Poder cubre sin escalas el
trayecto Sevilla-Bahía, en Brasil. A los mandos, los capitanes
Ignacio Jiménez Martínez y Francisco Iglesias Brage.
27
de marzo
La recuperación de Menorca

Tal día como hoy, 27 de marzo de 1802, la isla de Menorca, en las


Baleares, volvía a ser española después de casi un siglo de disputas por
su soberanía.
Menorca había sido invadida por Gran Bretaña en 1708 durante la
Guerra de Sucesión, como Gibraltar, y permaneció en manos inglesas hasta
1756, cuando fue conquistada por Francia. El valor estratégico de la isla
como plaza fuerte en el Mediterráneo occidental la había convertido en
objeto codiciado por todas las potencias del momento.
Inglaterra aprovechó sus años de dominio para convertir Menorca en
una pujante base de contrabando, además de baluarte fundamental para sus
fuerzas navales. Tras el breve periodo de dominio francés, la isla volvió a
ser ocupada por Inglaterra en 1763, pero la flota española la recuperó en
1782. No fue el último episodio, porque Inglaterra aprovechó las guerras
contra la Francia revolucionaria, en 1798, para invadir una vez más
Menorca. Aclaremos el paisaje: primero, las naciones monárquicas
declararon la guerra la Francia republicana; después cayeron los jacobinos,
llegó el Directorio y Francia trató de recuperar los pactos internacionales de
los Borbones, como el que mantenían con sus primos españoles. La llegada
de Napoleón en 1799 acentuó esa política, y así España volvió a la alianza
francesa porque, ante todo, el enemigo en América era el inglés.
Todas esas guerras terminaron provisionalmente con la Paz de Amiens
en 1802, que firmaron Inglaterra, Francia, España y la República Bátava
(un territorio holandés satélite de los franceses). Entre sus cláusulas
figuraba la devolución de Menorca a España (a cambio, cedíamos la isla
caribeña de Trinidad, alevosamente ocupada por los ingleses). El
diplomático español que firmó el acuerdo fue José Nicolás de Azara,
aragonés de Barbuñales, embajador de España en el París de Napoleón y
uno de los más reputados coleccionistas de arte de aquel tiempo. La paz
duró muy poco: en abril de 1803 Francia e Inglaterra ya estaban
nuevamente en guerra (y España se vería trágicamente inmersa en el
conflicto). Pero desde la firma del Tratado de Amiens, en aquel mes de
marzo de 1802, nunca más se puso en cuestión la soberanía española sobre
Menorca.

Otros hechos
1172: Muere en Murcia el caudillo hispano-musulmán
Muhammad ibn Mardanis, el «Rey Lobo», emir de Murcia,
Valencia y Almería, aliado del Reino de Aragón y figura señera
de los segundos reinos de taifas.
1851: Nace en Alicante el compositor Ruperto Chapí, maestro
de la zarzuela.
1892: La Unión Catalanista aprueba en Manresa las Bases para
la Constitución de la Región Catalana, acta formal de
nacimiento del catalanismo político.
1960: Muere en Madrid a los setenta y dos años el
endocrinólogo y escritor Gregorio Marañón, promotor
(arrepentido) de la II República, ensayista de gran influencia y
miembro de las Academias Española, de la Historia, de Bellas
Artes, de Medicina y de Ciencias Exactas.
1977: Trágico accidente de aviación en el aeropuerto tinerfeño
de Los Rodeos: dos aviones chocan y mueren 583 personas.
28
de marzo
Franco gana la guerra civil

Tal día como hoy, 28 de marzo de 1939, el Ejército Popular de la


República se rendía en Madrid a las fuerzas del general Franco. El 1 de
abril siguiente se publicaba el parte que ponía fin oficial a la guerra
civil española.
Las tropas franquistas entraron en Madrid sin disparar un tiro. En las
semanas anteriores la capital de España había sido escenario de cruentos
enfrentamientos dentro del propio Frente Popular entre los partidarios de
intentar una rendición honrosa, sobre todo socialistas y anarquistas, y los
partidarios de aguantar hasta enlazar la guerra española con la guerra
mundial, que eran sobre todo los comunistas.
En realidad era una quimera: Madrid no podía aguantar porque todo el
edificio de la España roja se había venido ya abajo. Los líderes comunistas
habían abandonado el país con destino a Rusia, dejando a los milicianos de
base entregados a su suerte. La capital del Frente Popular ya no estaba ni en
Valencia ni en Barcelona, sino en los automóviles fugitivos de los ministros
republicanos, que en ese mismo instante peleaban por hacerse con el tesoro
expoliado durante la guerra. Así terminaba la epopeya del Madrid rojo,
cercado por las tropas de Franco desde el otoño de 1936 y que había
resistido con éxito varias ofensivas. Ahora ya no quedaba nadie para
resistir.
El único político de relieve que permanecía en la capital era el
socialista Julián Besteiro, firme partidario de la paz desde bastante tiempo
atrás. Besteiro, enfermo de tuberculosis, había renunciado a la huida. Fue
detenido en el Ministerio de Hacienda. Para los madrileños perseguidos
durante la dominación roja llegaba la hora de la liberación. Para los
simpatizantes del Frente Popular, la hora amarga de la represión. Y para la
inmensa mayoría de la población, el alivio de ver que la guerra civil estaba
vista para sentencia. El día 29 de marzo caían sin resistencia Cuenca,
Albacete, Ciudad Real, Jaén, Almería y Murcia. Al día siguiente, Valencia y
Alicante. Por último, el 31 de marzo, Cartagena.
El 1 de abril el Cuartel General de Franco en Burgos emitía el parte
final: «En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo, han alcanzado
las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha
terminado».

Otros hechos
1480: Los Reyes Católicos autorizan a los campesinos a
trasladarse libremente con todos sus bienes. Es un golpe de
muerte a los restos feudales que quedaban en España.
1503: Batalla de Ceriñola, en Nápoles: las tropas del Gran
Capitán vencen a los franceses.
1515: Nace en Ávila Santa Teresa de Jesús, fundadora de las
Carmelitas Descalzas y escritora mística de enorme
trascendencia tanto en lo literario como en lo religioso.
1556: Felipe II es proclamado rey de España en Valladolid.
1776: Juan Bautista de Anza funda en California los
«presidios» de San Francisco.
1844: Decreto de Isabel II que crea la Guardia Civil.
1872: Nace en Pamplona el militar José Sanjurjo.
29
de marzo
La Pragmática Sanción y la sucesión
a la Corona

Tal día como hoy, 29 de marzo de 1830, el rey de España Fernando


VII promulgaba la ley llamada Pragmática Sanción, que devolvía a las
mujeres el derecho a ceñir la corona de España. No lo hizo por
convicción feminista, sino para garantizar al trono a sus descendientes,
pues Fernando VII no tenía hijos varones.
En España, tradicionalmente, las mujeres podían reinar si no había
heredero varón; esto era así desde los tiempos de Alfonso X el Sabio. Pero
la ley cambió con la llegada de los borbones, en 1701, que resucitaron la
vieja Ley Sálica (de los francos «salios» de Clodoveo I), a saber, que las
mujeres no pudieran heredar la corona. Con aquella ley los borbones
pretendían que la vieja dinastía, los Austrias, no pudiera reivindicar el trono
español por línea femenina. Ahora bien, según esta ley borbónica, el
heredero de Fernando VII debía haber sido su hermano Carlos María Isidro.
Un buen candidato, hombre de firmes convicciones y con buen nivel
político, pero de ideas tradicionalistas, cosa que los liberales españoles no
podían consentir.
En 1829 Fernando VII enviudó. Volvió a casarse y enseguida anunció
una heredera: la pequeña Isabel. Entonces la corte y los liberales se
pusieron de acuerdo para presionar al rey y cambiar la ley vigente: así nació
la Pragmática Sanción, cuyo objetivo real, para Fernando VII, era
asegurarse de que su descendencia heredara la corona, pero, para los
liberales, no se trataba tanto de dar la corona a la pequeña Isabel como
apartar a Carlos María Isidro de la línea sucesoria. No acabará aquí la cosa:
poco más tarde los tradicionalistas lograrán que Fernando VII derogue la
Pragmática Sanción, pero una nueva pinza de los liberales volverá a
implantarla.
Fernando VII morirá en 1833. El tejemaneje jurídico que dejó tras de
sí hará inevitable la guerra entre los partidarios de Carlos, los
tradicionalistas, y los de Isabel, los liberales. Lo que estaba en cuestión no
era, evidentemente, el sexo del heredero, sino la conformación de la
monarquía y, aún más, la idea de España. Comenzaban las guerras carlistas,
que se extenderán durante todo el siglo XIX.

Otros hechos
1540: En la ciudad de Lima, Perú, fundada cinco años atrás
por Pizarro, se celebra la primera corrida de toros.
1675: Muere en Granada Sor Juana Inés de la Cruz, escritora
mística.
1788: Nace en Madrid el infante don Carlos María Isidro de
Borbón, segundo hijo de Carlos IV, que a partir de 1833
peleará por el trono. Sus partidarios se llamarán «carlistas».
1935: Sucesos de Aznalcóllar: militantes de izquierda asesinan
a un falangista que vendía su periódico, Arriba, en el pueblo
sevillano de Aznalcóllar. En la refriega murió uno de los
atacantes. La policía detuvo solo a los falangistas, que fueron
llevados a juicio. En el tribunal los defendió José Antonio
Primo de Rivera.
30
de marzo
Maimónides, víctima del
fundamentalismo islámico

Tal día como hoy, 30 de marzo de 1135, nacía en Córdoba el médico y


teólogo judío Maimónides, de verdadero nombre Moisés ben Maimón,
venido al mundo en el seno de una importante familia de la comunidad
hebrea cordobesa.
Maimónides comenzó muy pronto a estudiar la biblia y el talmud, los
grandes libros judíos, y bebió de las enseñanzas de Averroes, el gran
filósofo musulmán de Córdoba. Esa vida, sin embargo, duró poco: a la
altura de 1148, al compás de la expansión almohade, una violenta ola de
fundamentalismo se extendió por Al-Ándalus. La familia de Maimónides se
vio obligada a fingir su conversión al islam y emigrar a Almería.
En realidad toda la historia de la España mora puede escribirse como
una sucesión de olas de fundamentalismo y, entre ellas, breves periodos de
tolerancia. Maimónides había nacido en uno de esos periodos: el poder de la
secta africana almorávide, dueña de Al-Ándalus, perdía vigor y se relajaba.
Pero enseguida vendría otra secta africana, aquella de los almohades, para
imponer de nuevo el fanatismo. Los almohades habían desembarcado en la
península en 1145. Querían devolver la «pureza» al islam, de manera que
declararon la yihad tanto a los cristianos como a los musulmanes andalusíes
que no aceptaran su hegemonía.
Maimónides, fugitivo acogió en su casa de Almería a Averroes,
igualmente perseguido por los musulmanes almohades. Finalmente, se
exilió. Marchó a Palestina y a Egipto, donde se ganó la vida como médico
personal del gran visir Saladino. Allí granjeó el reconocimiento general por
su talento como científico y como filósofo. A su pluma se deben grandes
tratados médicos como Tratado sobre los venenos y sus antídotos, Guía de
la buena salud y Explicación de las alteraciones. En el plano filosófico, su
obra más representativa es Guía de perplejos (1190), que entre otras cosas
intenta conciliar fe y razón desde un punto de vista muy aristotélico.
Este judío cordobés, víctima de la intolerancia islámica, murió en El
Cairo en 1204. La tradición sitúa su tumba en la zona central de Tiberíades,
en el actual Israel. Hoy se le considera uno de los grandes genios de la
Europa medieval.

Otros hechos
1544: El dominico Bartolomé de las Casas, polémico pero
siempre escuchado en la corte, es consagrado obispo de
Chiapas, México.
1615: Autorización real para que Cervantes dé a la imprenta la
segunda parte del Quijote.
1746: Nace en Fuendetodos, Zaragoza, el pintor Francisco de
Goya.
1781: Muere en la horca el bandolero sevillano Diego
Corrientes, de quien se decía que robaba a los ricos y repartía
entre los pobres.
1980: La banda terrorista ETA mata a un niño de trece años en
Azcoitia, uno más de sus innumerables crímenes. Ese año
matará a 93 personas.
1985: El Partido Comunista de España destituye a su líder
histórico Santiago Carrillo.
31
de marzo
La expulsión de los judíos

Tal día como hoy, 31 de marzo de 1492, los Reyes Católicos dictaban
la expulsión de los judíos que no se hubieran convertido al cristianismo.
Se les permitió vender sus bienes antes de marchar.
Aquella expulsión no fue la primera ni la más cruel de cuantas se
produjeron en Europa. Francia expulsó a sus judíos en 1182 y confiscó
todos sus bienes. Inglaterra dispuso lo mismo en 1290. La monarquía
francesa dictó otras cuatro expulsiones más a lo largo del siglo XIV. También
los principados alemanes, Austria algo más tarde (1421) y después los
principales ducados italianos (Parma, Milán, etc.). Una parte no desdeñable
de los judíos expulsados de Europa vino a instalarse en España. Lo hizo en
las aljamas de la España cristiana, porque en la andalusí, desde la expulsión
dictada por los almohades en el siglo XII, la vida de los judíos no era fácil.
Solo tras la caída de aquella secta fundamentalista florecieron de nuevo las
juderías en Al-Ándalus.
Numerosos judíos españoles se habían convertido al cristianismo en
los años anteriores. Las persecuciones de finales del siglo XIV –un auténtico
motín popular– movieron a muchos a abrazar la cruz, no siempre de forma
sincera. A partir de ese momento, la población judía se dividió en cuatro
grupos: unos, los sinceros, seguían manteniendo su fe, protegidos por la
corona; otros, los llamados «judaizantes», se convirtieron al cristianismo,
pero mantenían costumbres y cultos judíos; un tercer grupo se cristianó por
fe auténtica, y en la Iglesia de aquellos años abundan los ejemplos, y un
cuarto grupo, en fin, se convirtió por puro interés económico y de ascenso
social.
Los Reyes Católicos, en su proyecto político, aspiraban a una sociedad
unificada. La unidad en la fe católica era el objetivo. Para ello tenía que
lograrse la integración plena de los judíos conversos, pero esta se veía
dificultada porque gran parte del pueblo los consideraba sospechosos. ¿Por
qué? Por su proximidad a los judíos observantes. De manera que había que
deshacerse de estos si se aspiraba a una integración total de los conversos.
Por otro lado, las sospechas populares se traducían en un estado permanente
de tensión civil. Dado que la conversión de aquellos judíos observantes ya
era un objetivo inalcanzable, ¿qué hacer? La expulsión parecía la única
opción posible. Y eso fue lo que finalmente se hizo.
La medida mereció el aplauso unánime de las cortes europeas. La
Universidad de la Sorbona felicitó formalmente a los Reyes Católicos. ¿Por
qué? Porque en la mentalidad de la época, cuando el ideal político era la
construcción de entidades homogéneas en torno a la unidad religiosa, la
presencia de comunidades no cristianas parecía algo inconcebible. Hoy
puede resultar difícil entenderlo. Entonces era al revés.

Otros hechos
1578: Juan de Escobedo, secretario de Juan de Austria, es
asesinado en Madrid por instigación de Antonio Pérez.
1591: Nace en Córdoba el óptico Benito Daza Valdés, notario
de la Santa Inquisición, precursor de la oftalmología moderna y
autor del primer tratado de optometría en español.
1621: Muere en Madrid el rey Felipe III. Le sucederá su hijo,
Felipe IV.
Abril
1
de abril
La revuelta de los comuneros de Castilla

Tal día como hoy, 1 de abril de 1520, los procuradores de León,


Valladolid, Murcia, Zamora y Madrid en las cortes de Castilla
rehusaron votar el tributo que pedía Carlos I para pagar su coronación
imperial en Alemania. Había estallado la revuelta de las comunidades.
La Guerra de las Comunidades, auténtico bautismo de fuego político
de Carlos I, fue un fenómeno complejísimo donde se mezclaron el recelo de
los nobles castellanos hacia los aristócratas extranjeros que traía el nuevo
rey, los intereses de las ciudades de Castilla frente a los propósitos
homogeneizadores de la corona y frente a los propios nobles castellanos, la
protesta por unas subidas de impuestos que nadie entendía, el localismo de
quienes preferían a una reina autóctona como Juana la Loca antes que a un
forastero como su hijo Carlos, el temor a que la candidatura imperial de
Carlos convirtiera a Castilla en un mero satélite, el malestar social por las
malas cosechas, la falta de representatividad de las cortes y, en fin, otros
muchos factores de crisis que fueron a explotar todos juntos en aquella
primavera de 1520. Tampoco faltó el elemento eclesiástico, porque fueron
precisamente los clérigos de Salamanca los que aportaron la palabra
«comunidades»: «Si el rey no tuviera en cuenta a sus súbditos –escribían
los monjes salmantinos–, las comunidades deberían defender los intereses
del reino». Y eso fue lo que pasó.
Aquellas cortes, reunidas en Santiago, fueron un auténtico polvorín. El
rey las suspendió para convocarlas de nuevo en La Coruña, pero la
situación ya era irreversible. El 16 de abril el pueblo se amotinó en Toledo.
El rey se marchó a Alemania dejando como regente a Adriano de Utrecht y
amañando la votación del nuevo tributo en las cortes, y aquello fue la gota
que colmó el vaso: en Segovia se levantaron los ciudadanos, ahorcaron a
dos alguaciles y mataron al procurador que, en nombre de la ciudad, había
avalado el impuesto. Eso fue el 30 de mayo. De inmediato la llama se
extiende a Zamora, Guadalajara, Burgos, Ávila… Toledo decide reunir
cortes, las ciudades forman milicias, Adriano de Utrecht echa mano de los
grandes remedios y se encuentra con que, frente a su ejército, las milicias de
las ciudades han formado otro de dimensiones nada desdeñables. Fue la
guerra.
La revuelta durará un año. Adriano de Utrecht, cardenal al fin y al
cabo, cambiará de táctica y aplicará una refinada estrategia de seducción de
nobles y ciudades. El bando comunero terminó deshecho por rivalidades
internas. Los principales cabecillas, que fueron Juan de Padilla, Juan Bravo
y Francisco Maldonado, terminarán ajusticiados después de sufrir una
terrible derrota en la decisiva batalla de Villalar, el 23 de abril de 1521.
Toledo y Madrid fueron las últimas ciudades en rendirse. Carlos I dictará un
perdón general en 1522, pero para entonces ya habrán rodado muchas
cabezas.

Otros hechos
1924: Reforma municipal de Primo de Rivera: todos los
Ayuntamientos de España se constituyen según el nuevo
estatuto de régimen local.
1956: España acuerda con Marruecos la transferencia al reino
alauí del viejo protectorado, el territorio del Marruecos
español.
1959: Se inaugura en la sierra de Madrid la monumental
basílica del Valle de los Caídos.
2
de abril
Carlos III expulsa a los jesuitas

Tal día como hoy, 2 de abril de 1767, las tropas del rey de España,
Carlos III, rodeaban las casas de la Compañía de Jesús en el reino y
procedían a la expulsión de los jesuitas, la orden fundada por San
Ignacio de Loyola.
Los jesuitas ya habían sido expulsados de Portugal en 1759 y de
Francia en 1764. En España, fueron acusados de estar detrás de los tumultos
populares contra el Gobierno, materializados en el motín de Esquilache de
1766. Pero, en realidad, la causa de todo era puramente política: la
Compañía de Jesús, que por definición solo obedecía al papa de Roma, se
había convertido en un engorro para unos estados que caminaban hacia una
creciente separación de la Iglesia en nombre del poder absoluto de la
Corona. Los estados europeos habían entrado en conflicto con el papa. Los
jesuitas estaban con el papa, luego se convertían en enemigos del Estado.
Por eso se les expulsó. El rey encargó una investigación al fiscal del
Consejo de Castilla, Pedro Rodríguez de Campomanes, que ejecutó una
instrucción donde ya se conocía el resultado de antemano. Durante meses se
preparó la decisión en el mayor de los secretos. Y se llevó a cabo de la
manera más expeditiva.
Se calcula que, en total, fueron expulsados 2.641 jesuitas en España y
otros 2.630 en las Indias. El balance de la expulsión, en España y sus
territorios de ultramar, fue positivo para el poder político del monarca, pero
negativo para todo lo demás. En España más de un centenar de colegios se
quedó sin profesores. En nuestras universidades desaparecieron los estudios
de Teología de los discípulos de Francisco Suárez, que era la corriente
dominante por entonces. Numerosos humanistas y científicos tuvieron que
abandonar el territorio del imperio español. En la América española los
daños fueron aún mayores, porque todos los establecimientos indígenas
regentados por jesuitas quedaron en la práctica desmantelados: perdieron su
rentabilidad económica y, aún peor, los indígenas se vieron desprotegidos.
Los jesuitas no volverán a España hasta 1815 por orden de Fernando
VII, nieto de Carlos III.

Otros hechos
801: El emperador carolingio Ludovico Pío reconquista
Barcelona a los musulmanes.
1412: Muere en Madrid el embajador de Castilla Ruy
González de Clavijo, que viajó hasta la lejana Samarcanda para
ofrecer un pacto a Tamerlán, emperador timúrida.
1602: Nace en Ágreda, Soria, sor María Jesús de Ágreda,
escritora mística de enorme influencia, consejera política de
Felipe IV.
1939: Estados Unidos reconoce al Gobierno de Franco. Antes
lo habían hecho Francia e Inglaterra.
1968: España ingresa en la Organización Europea de
Investigaciones Espaciales.
1976: José María Gil-Robles, el líder de la CEDA durante la II
República, vuelve a la política de la mano de la Federación
Popular Democrática. Será un fracaso.
3
de abril
Se implanta la jornada laboral
de ocho horas

Tal día como hoy, 3 de abril de 1919, el Gobierno liberal del conde de
Romanones publicaba un decreto por el cual se establecía la jornada
laboral de ocho horas al día. Por lo menos, sobre el papel.
Hasta entonces las jornadas laborales carecían de regulación eficiente
y, en general, su duración dependía de la buena voluntad del patrón. Unos
años antes, en 1904, en España se había implantado el descanso dominical
por orden del gobierno conservador de Azcárraga. Ahora sería el gobierno
liberal de Romanones el que aprobaría la jornada de ocho horas después de
los disturbios en la empresa eléctrica de Barcelona La Canadiense, un
conflicto en el que el Gobierno se puso del lado de los trabajadores. El
decreto en cuestión fue preparado por el ministro de Gobernación Amalio
Gimeno, un médico y científico cartagenero, senador vitalicio por la
Universidad de Valencia, que había cobrado gran fama al introducir la
vacuna contra el cólera.
La legislación laboral española durante todos esos años, incluidos los
de la II República, se orientó fundamentalmente hacia la reparación: se
trataba de proteger al trabajador en caso de accidente, enfermedad, etc. La
primera legislación preventiva no llegó hasta 1940, con las leyes
franquistas. También de época de Franco, 1942, data la primera
reglamentación completa sobre jornadas laborales, horarios, condiciones de
higiene, etc. La mayor parte de esas reglamentaciones –gemelas, por otra
parte, de las que se empezaban a aplicar en otros países de Europa–
permanecería en los años posteriores, retocada en época democrática con
nombres nuevos, pero sin variar lo sustancial.
La jornada de ocho horas se considera un paso decisivo en la
consolidación de los derechos de los trabajadores en España.

Otros hechos
1493: Los Reyes Católicos reciben en Barcelona a Cristóbal
Colón, recién llegado de su viaje de descubrimiento a las
Indias.
1559: Felipe II de España, Enrique II de Francia e Isabel I de
Inglaterra firman la paz de Cateau-Cambrésis, que en líneas
generales consolida la hegemonía de España en Europa.
1682: Muere en Sevilla el pintor Bartolomé Esteban Murillo,
maestro de la escuela sevillana del Barroco.
1909: Muere en Puerto Real, Cádiz, a los setenta años, el
almirante Pascual Cervera y Topete, jefe de la escuadra de
Cuba en el desastre de 1898 y principal responsable de la
derrota.
1948: Estados Unidos presenta el Plan Marshall para
reconstruir la Europa de posguerra sobre la base de préstamos
para comprar material norteamericano. El presidente Truman
veta expresamente a España.
2012: Muere el dibujante Antonio Mingote, referente del
humor gráfico durante más de medio siglo, escritor y guionista,
académico de la Española, ennoblecido en 2011 como marqués
de Daroca.
4
de abril
Alfonso X el Sabio

Tal día como hoy, 4 de abril de 1284, moría en Sevilla el rey de


Castilla y de León Alfonso X el Sabio, sin duda uno de los monarcas
más sugestivos de la Edad Media española.
Hijo de Fernando III el Santo y de la princesa alemana Beatriz de
Suabia, de Alfonso se ha dicho siempre que fue un excelente príncipe y un
mal rey. Como infante heredero de la Corona, en efecto, su currículum es
impresionante. Dirige las operaciones de la conquista de Murcia entre 1243
y 1245, y en la circunstancia combina magistralmente la acción militar con
la diplomacia. Es también él, el heredero, quien firma con Jaime I de
Aragón el tratado que delimita la frontera murciana entre los dos reinos.
Tan manifiesto debía de ser su talento que el rey Jaime no dudó en prometer
a su hija Violante, de apenas diez años de edad, con el infante castellano.
Enseguida le encontraremos en la conquista de Sevilla, donde dirige varias
operaciones bélicas y, tras la victoria, permanece en la ciudad organizando
el reparto de tierras. Quien así actuaba no era solo un heredero; ya era un
rey de hecho. Lo será de derecho muy poco después: el 1 de junio de 1252.
Como rey, sin embargo, introdujo a Castilla en un ambicioso programa de
cambios y reformas que desbordaron las posibilidades reales del país. Ello
se debió en buena medida a las aspiraciones imperiales de Alfonso, pues
como hijo de princesa alemana podía optar a la corona del Sacro Imperio
Romano Germánico. Pero los electores pusieron tantos obstáculos que el
imperio resultó una imposible quimera.
En todo caso, Alfonso X dejó tras de sí una estela brillantísima. Ante
todo, una formidable revolución jurídica: con la vista puesta en la
unificación jurídica del Reino, ordenó redactar el Fuero Real, que debía
aplicarse en las ciudades, y acto seguido el Espejo de las Leyes, conocido
como El Espéculo, con el propósito de servir de código general y único para
todos los territorios de la Corona. ¿Cabía mayor ambición? Sí: alumbrar un
cuerpo legal válido para toda la cristiandad europea. Y nada menos que eso
pretenderá Alfonso con la redacción de las Siete partidas. Más logros: un
enorme impulso a la economía ganadera con la creación de la Mesta de
Pastores, una reforma a fondo de la repoblación de tierras ganadas a los
musulmanes y también una notabilísima actividad cultural, tanto con sus
propias obras, escritas sobre todo en galaico-portugués, como con su
impulso personal a la mal llamada «escuela de traductores de Toledo».
Sus últimos años fueron muy amargos: enfrentado a su hijo Sancho por
la sucesión en el trono, se vio desposeído de la corona y entró en guerra con
su heredero natural. Murió con sesenta y tres años, enfermo y abatido,
dejando el Reino en una difícil tesitura.

Otros hechos
636: Muere en Sevilla el erudito y religioso hispanogodo San
Isidoro, figura central visigoda y primer historiador de España.
1541: San Ignacio de Loyola es elegido primer general de la
Compañía de Jesús.
1609: Felipe III expulsa a los moriscos de Castilla y Aragón.
1640: Nace en Calanda, Teruel, el músico Gaspar Sanz,
maestro de la guitarra barroca.
5
de abril
Las elecciones municipales
que acabaron en República

Tal día como hoy, 5 de abril de 1931, se celebró en España la primera


vuelta de las elecciones municipales convocadas por el Gobierno de
Alfonso XIII. Ganaron los monárquicos frente a los republicanos, y
también lo hicieron en la segunda vuelta, pero aquello desembocó en la
proclamación de la II República.
El rey Alfonso XIII, extraordinariamente presionado por una parte de
la opinión pública y, sobre todo, por su propio círculo, se había deshecho
del general Primo de Rivera en 1930. El monarca estaba convencido de que
podría recuperar crédito con un programa de carácter liberal y pactista:
llegar a acuerdos con los republicanos, volver a la Constitución de 1876,
convocar elecciones municipales, primero, y generales después, para
relegitimarse, y apadrinar la redacción de una nueva Constitución. Aquellas
elecciones municipales de abril de 1931 eran una pieza clave del plan.
En aquella época no había partidos cerrados como ahora. Los partidos
eran mucho más pequeños y, además, muchos candidatos se presentaban en
su propio nombre. Había monárquicos, republicanos, socialistas,
tradicionalistas, independientes… Pero, en general, en la opinión pública
había dos corrientes fundamentales: monárquicos y republicanos. La
victoria monárquica fue muy clara. En la primera vuelta, aquel 5 de abril, se
votó en los ayuntamientos de candidatura única, o sea, donde solo se
presentaba uno. Los monárquicos sacaron más de 14.000 concejales frente a
solo 1.832 de los republicanos. El hecho de que se tratara de municipios con
una sola candidatura restaba representatividad a los resultados, pero la
segunda vuelta, el 12 de abril, en todos los demás municipios, también fue
favorable a los monárquicos: 22.150 concejales frente a 5.875 republicanos
y socialistas.
Hay que decir que en aquellas elecciones pasó de todo. Se sabe, por
ejemplo, que en Madrid el candidato socialista, Saborit, hizo votar a miles
de difuntos. Y luego la República falsificó los datos, de manera que los
historiadores siguen sin ponerse de acuerdo sobre los resultados reales. La
cifra más aproximada a la realidad parece ser esta: contando todos los
municipios en ambas vueltas, los monárquicos obtuvieron 40.275
concejales, frente a 26.563 de los republicanos y socialistas. En las capitales
de provincia, sin embargo, la mayoría fue para los republicanos: 953
concejales frente a 602 de los monárquicos. Alfonso XIII había logrado su
propósito. Pero todo le saldría al revés.

Otros hechos
713: El conde Teodomiro de Aurariola (Orihuela) pacta
sumisión a los invasores musulmanes. Teodomiro se islamizará
como Tudmir y conservará su poder.
891: En Aguilar de la Frontera, Córdoba, el emir Abdalá vence
a las huestes de Omar ben Hafsún, converso al cristianismo.
1648: Juan José de Austria aplasta definitivamente la revuelta
de Nápoles.
1926: Parte de Cuatro Vientos (Madrid) la Escuadrilla Elcano,
que se propone cubrir el vuelo España-Filipinas. Culminará su
hazaña el 11 de mayo siguiente.
6
de abril
Batalla de las Salinas:
guerra civil entre los españoles del Perú

Tal día como hoy, 6 de abril de 1538, se libró la batalla de las Salinas
entre los partidarios de Pizarro y los de Almagro. Fue la primera
guerra civil entre los españoles del Perú.
Pizarro y Almagro, socios en la conquista del Perú, habían quedado en
muy mala relación después de que la Corona trazara las líneas de
jurisdicción de cada cual. En aquel momento, 1538, Almagro estaba en
Cuzco, donde había detenido a Hernando, el hermano de Francisco Pizarro.
La corona atribuía Cuzco a Pizarro, pero este quiso llegar a un
entendimiento: propuso a Almagro firmar una tregua y solicitar al rey
Carlos que enviara a una autoridad para tomar una decisión definitiva;
mientras tanto, Almagro podría seguir como gobernador del Cuzco. A
cambio, solicitaba la liberación de Hernando. Almagro no podía sino
aceptar. Ahora bien, Hernando, una vez libre y en las filas de su hermano,
formó tropa y marchó sobre Cuzco. ¿Fue un ardid de Francisco Pizarro, que
engañó así a Almagro, o fue cosa del colérico Hernando, dispuesto a vengar
su cautiverio? Imposible saberlo. El hecho, en cualquier caso, es que ya no
había vuelta atrás: empezó la guerra.
Hernando ascendió desde Lima hacia la sierra. Almagro lo supo y se
aprestó al combate. El manchego –sesenta y dos años ya– estaba tan
enfermo que no pudo dirigir a las tropas; lo hizo en su lugar el fiel Rodrigo
Orgóñez, nombrado mariscal para la ocasión. Tampoco Pizarro, rondando
los sesenta, estaba en condiciones de dirigir la campaña: sus hermanos
Hernando y Gonzalo lo harían por él. El choque fue en las viejas salinas de
Cachipampa, pocos kilómetros al sur de Cuzco. El episodio pasará a la
historia como la batalla de las Salinas. Con Almagro acudieron 500
hombres, casi la mitad de caballería. Hernando alineaba 700, la mayor parte
de infantería. El cauce de un riachuelo sirvió de campo de batalla. Ganaron
los pizarristas. Almagro, que asistió al campo en una litera, hundido por la
enfermedad, se replegó a Cuzco y se encerró en un torreón del
Sacsayhuamán, la fortaleza que protegía su capital. No le sirvió de mucho:
los pizarristas llegaron y le tomaron preso.
Aquello debería haber sido el final, pero solo fue el principio de más y
mayores desastres. Hernando Pizarro, enloquecido de soberbia, ordenó
juzgar a Almagro para que se le condenara a muerte. Nadie en Cuzco quería
semejante barbaridad, de modo que al atrabiliario Hernando no se le ocurrió
mejor cosa que disponer que se le estrangulara en su celda. Así, viejo y
enfermo, ahorcado en una mazmorra, murió Almagro. Acto seguido,
Hernando escenificó la decapitación del cadáver en la plaza central de
Cuzco. Francisco Pizarro llegó poco después y, según todos los testimonios,
lloró de ira al conocer la noticia. Bien sabía que esto no era sino el anuncio
de nuevas calamidades.

Otros hechos
1243: El estudio General de Salamanca ve confirmados sus
privilegios por orden de Fernando III de Castilla y León. Nace
la Universidad de Salamanca.
1510: Un mozárabe malagueño de nombre desconocido
inventa el grabado en hueco.
1732: Nace en Cádiz el sacerdote y eminente científico José
Celestino Mutis.
7
de abril
El viaje a las Indias
de San Francisco Javier

Tal día como hoy, 7 de abril de 1541, el misionero jesuita Francisco de


Jaso y Azpilicueta partía en viaje hacia las Indias. Ese día San
Francisco Javier cumplía treinta y cinco años.
Francisco de Jaso se llamaba Javier por el castillo donde nació. Hijo de
un noble del partido agramontés (los perdedores de la guerra civil navarra),
acabó estudiando en París y allí conoció a Ignacio de Loyola… que había
combatido en el bando contrario. Pero los tiempos cambian, los hombres
también, y en aquel momento en la mente de Ignacio y de Francisco no
había sino la voluntad de servir a Dios y al papa. Nació la Compañía de
Jesús y el de Loyola retuvo junto a sí al de Javier como secretario en Roma.
Allí estaban cuando, en 1540, se les presentó el embajador portugués
Mascareñas, que pedía misioneros para ir a la India. Portugal había
establecido numerosas factorías desde África hasta el mar de China. Ese
será el destino de Javier: misionero en el imperio marítimo portugués.
Nuestro hombre zarpó aquel 7 de abril. No llegará a Goa, en la India,
hasta el 6 de mayo de 1542. Más de un año de navegación doblando África
por el sur entre grandes marejadas, intenso calor, terribles calmas y
enfermedades a bordo. Goa era una brillante ciudad hindú capturada por los
árabes y, después, conquistada para la Corona portuguesa: 225.000
habitantes y más de un centenar de iglesias y conventos. Cinco años estará
allí San Francisco Javier. Reorganiza la catequesis y el sistema de
evangelización. Traduce los textos sagrados a las lenguas vernáculas. Goa
se convertirá en la base de operaciones de todas las misiones en Asia.
El misionero catequiza, bautiza, confiesa. No siempre sin oposición.
En Ceilán, el rey manda degollar a seiscientos cristianos; Javier pasará allí
un año, predicando. En el cabo Comorín, una partida de soldados
cabalgando elefantes arrasa varios pueblos cristianos; Javier les hace frente
en solitario, armado con un crucifijo, y los hace retroceder. La vida del
misionero está llena de episodios de este género. En 1548 recibe la noticia
de que un rey del Japón desea convertirse. Resuelve acudir a la llamada.
Aprende el japonés. Cuenta con la simpatía del señor feudal del lugar,
Shimazu Takahisha, pero también con la hostilidad de los bonzos. Tras dos
años de misión, Javier concluye que la cultura japonesa depende de la
china, y que si logra sembrar el Evangelio en China, entonces el Japón lo
abrazará. Hay que misionar en China. Pero nunca llegaría: el 3 de diciembre
de 1522, el gran apóstol español de Asia moría, víctima de fiebres, en la isla
de Sanshoan.

Otros hechos
1548: El gobrnador Pedro de la Gasca, clérigo, jurista,
diplomático y militar, sofoca la rebelión de los encomenderos
en Perú y restablece la autoridad del rey.
1614: Muere en Toledo el pintor Doménico Theotocópuli, El
Greco.
1823: El ejército francés del Duque de Angulema, los Cien
Mil Hijos de San Luis, entra en España para ayudar a Fernando
VII a aplastar las sublevaciones liberales.
8
de abril
Ponce de León toma posesión
de la Florida

Tal día como hoy, 8 de abril de 1513, el conquistador Juan Ponce de


León tomaba posesión de la Florida en nombre del reino de España.
Juan Ponce de León era un vallisoletano que en este momento rondaba
el medio siglo y que llevaba ya veinte años en América, adonde había
llegado con alguno de los primeros viajes de Colón. Participó en las guerras
de La Española y, después, conquistó Puerto Rico, pero tuvo que abandonar
la isla porque Diego Colón, el heredero del almirante, la reclamó para sí.
Ponce se fue de Puerto Rico, pero no con las manos vacías: la Corona le
otorgó el derecho a explorar las tierras al norte de las Lucayas, que es como
entonces se llamaban las Bahamas, ese rosario de islotes que se despliega
desde La Española hasta la Florida. A ese misterioso mundo los indios lo
llamaban Bimini y aseguraban que era rico en oro.
Ponce de León no lo dudó: el Bimini sería suyo. Con la alianza del
tesorero Pasamonte –el hombre del rey Fernando en La Española– y los
correspondientes permisos de la Corona, a finales de 1512 comenzó a
preparar su viaje. Hacia el 27 de marzo, Domingo de Resurrección, los
hombres de Ponce de León avistaron algo que parecía una isla mucho
mayor que las demás. Los barcos trataron de acercarse, pero las corrientes
les alejaban del objetivo. Siguieron bordeando la supuesta isla y,
efectivamente, su tamaño era considerable. Era ya el 2 de abril cuando
Ponce decidió acercarse a tierra con un bote y unos pocos hombres.
Alcanzó la playa. Cruzó un paisaje de dunas. Ganó una elevación natural
del terreno. Desde allí vio cómo se extendía a sus pies una vastísima llanura
boscosa. Si se trataba de una isla, ciertamente era inmensa. La Florida es
una gran planicie boscosa, mayor que Andalucía, donde los pantanos y los
ríos ocupan más de un 20 por ciento del territorio. Aún hoy se discute en
qué punto exacto desembarcó Ponce de León, si en la playa de Melbourne,
cerca de cabo Cañaveral, o en la playa de Ponte Vedra, cerca de
Jacksonville; en cualquier caso, fue en la costa este. Finalmente, el 8 de
abril, después de una semana de exploraciones, Juan Ponce de León tomó
solemnemente posesión de aquellas tierras. Las llamó Florida porque el
calendario marcaba, precisamente, la Pascua Florida, y el nombre se
adecuaba muy bien a aquella vegetación en flor.
El resto de la vida de Ponce de León fue una continua lucha contra los
indígenas de la región. Finalmente, en 1521, en el curso de una expedición,
resultó herido por una flecha indígena envenenada. Hubo que abandonar la
colonia. Evacuado a La Habana, el descubridor murió pocas semanas
después.

Otros hechos
1546: El Concilio de Trento aprueba la Vulgata como versión
oficial de la Biblia.
1605: Nace en Valladolid Felipe IV de España (y III de
Portugal).
1701: Las cortes de Castilla proclaman rey a Felipe V.
Enseguida el nuevo monarca jurará los fueros de Aragón y las
constituciones catalanas.
1957: Muere en Madrid el cardenal Pedro Segura, que «solo
inclinó su frente ante el papa».
9
de abril
La legalización del Partido Comunista
de España

Tal día como hoy, 9 de abril de 1977, el gobierno de Adolfo Suárez


legalizaba al Partido Comunista de España, proscrito desde 1939.
El PCE había sido durante la dictadura de Franco el único partido de
oposición efectiva al régimen. Aunque ilegal y en el exilio, sus agentes en
España permanecían muy activos. En el verano de 1974, el todavía príncipe
Juan Carlos Intentó un primer acercamiento. Muy poco después los
comunistas italianos y españoles moderaban su discurso revolucionario e
inventaban el «eurocomunismo», pero la posición del líder del PCE,
Santiago Carrillo, seguía siendo inequívocamente rupturista y republicana.
El estado de salud de Franco declinaba sin remedio y Carrillo estaba
convencido de que tenía el poder al alcance de la mano. Pero, en plena
agonía del caudillo, Juan Carlos envió un emisario a la Rumanía de
Ceaucescu, donde Carrillo vivía, con un mensaje para el líder comunista: el
rey tenía intención de legalizar al PCE en cuanto subiera al trono y esperaba
que Carrillo confiara en él. Carrillo fue receptivo.
El 18 de noviembre de 1976 las cortes de Franco –aún son las del
dictador– aprueban la Ley de Reforma Política, sometida a referéndum en
el mes de diciembre siguiente y aprobada con amplio respaldo del censo.
Serio revés para el PCE, que no quería reforma alguna, sino ruptura. Fue un
invierno terrible, aquel. Los ultracomunistas del GRAPO habían prodigado
los atentados mortales. En el lado contrario, pistoleros de extrema derecha
asesinaban a cinco abogados laboralistas en la «matanza de Atocha». El
PCE calibró con rapidez la altura de la prueba: era el momento de tomar las
calles y demostrar la propia fuerza; pero, al mismo tiempo, cualquier
desbordamiento, cualquier violencia, devolvería al PCE ya no a la
ilegalidad –ilegal lo era todavía–, sino directamente a las cárceles. Carrillo
pidió y obtuvo permiso para organizar un entierro masivo y silencioso. La
ceremonia impresionó a todo el mundo, y especialmente a quien tenía en su
mano la legalización del PCE: Adolfo Suárez.
Carrillo y Suárez se encontraron el 27 de febrero de 1976. Suárez
ofreció la legalización inmediata del PCE. Carrillo, por su parte, ofreció
aceptar la corona de don Juan Carlos y la bandera rojigualda. El 9 de abril,
en plena Semana Santa, el Gobierno de un exsecretario general del
Movimiento Nacional legalizaba al Partido Comunista. Santiago Carrillo
ingresaba de nuevo en la vida pública. Para su desdicha, en las elecciones
siguientes, las de 1977, fracasará: el PCE esperaba en torno al 30 por ciento
de los votos, pero la izquierda votó al PSOE renovado de Felipe González y
dejó a Carrillo por debajo del 10 por ciento.

Otros hechos
1609: España y los Países Bajos firman la tregua de Amberes,
llamada Tregua de los Doce Años, que marca un paréntesis en
la guerra de Flandes.
1904: Muere en París Isabel II, reina entre 1833 y 1868,
exiliada desde esa fecha.
1911: Nace en Burgos el monje trapense Rafael Arnáiz, el
hermano Rafael, uno de los grandes místicos del siglo XX.
10
de abril
La Noche del Matadero

Tal día como hoy, 10 de abril de 1865, tenían lugar los incidentes que
pasaron a la historia como Noche de San Daniel o Noche del Matadero:
una protesta estudiantil que sirvió para que estallaran, de forma
cruenta, todas las contradicciones acumuladas durante el reinado de
Isabel II.
En aquel momento gobernaba el general Narváez, cabeza de los
liberales «moderados», en un último intento de Isabel II por poner orden en
un régimen que se descomponía. La presión del partido progresista (el de
los liberales «exaltados») y del partido democrático (una escisión
izquierdista de este último) apenas podía ser contenida por una monarquía
que zozobraba. En el lado opuesto se hallaban los llamados «neocatólicos»,
conservadores, de gran influencia pero alejados del poder. El hecho
concreto que disparó la tensión fue el anuncio del Gobierno de que, para
enjugar la grave deuda del país, la Corona sacaría a subasta todos los bienes
del patrimonio nacional y la reina solo se reservaría para sí misma el 25 por
ciento. De inmediato se objetó que el patrimonio nacional no era de la reina,
sino del Estado, de manera que, al cabo, la reina iba a quedarse con unos
bienes que no le correspondían. El portavoz de la protesta fue Emilio
Castelar, catedrático de Historia en la Universidad Central de Madrid, que
publicó un artículo, «El rasgo», ironizando sobre la medida y atacando a la
Corona. El Gobierno exigió el cese de Castelar; el rector de la Universidad
se negó y fue depuesto. Era el 7 de abril. Tan tensa era la situación que el
ministro de la Gobernación, Luis González Bravo, decretó el estado de
guerra en previsión de incidentes.
Los incidentes se produjeron, por supuesto. Un grupo de estudiantes de
Madrid, encabezados por el marqués de Florida, anunció que iba a
homenajear al rector con una serenata callejera. La serenata se convirtió en
algo mucho menos melódico. Centenares de simpatizantes de los partidos
democrático y progresista acudieron a la Puerta del Sol. Allí encontraron a
un destacamento de la guardia civil flanqueado por unidades de infantería y
de caballería. Nadie sabe exactamente cómo ocurrió, pero empezaron a
sonar tiros, la fuerza armada disparó sobre la muchedumbre y la algarada se
saldó con catorce muertos y casi doscientos heridos. El Gobierno Narváez
entró en crisis y la reina llamó a otro general, O’Donnell, de la Unión
Liberal (progresista pero templado), aunque sirvió de bien poco: en junio de
1866 estallaba el motín del cuartel de Artillería de San Gil y esta vez ya se
pedía el destronamiento de la reina. La monarquía de Isabel II agonizaba.

Otros hechos
1267: Nace en Valencia Jaime II el Justo, rey de Aragón entre
1291 y 1327.
1814: Batalla de Toulouse, la última de la Guerra de la
Independencia: participan 13.000 soldados españoles a las
órdenes de La Bárcena y Morillo.
1838: Nace en Alhama la Seca, Almería, el escritor y político
Nicolás Salmerón, que será presidente de la I República.
1899: En Sevilla se experimenta el primer ensayo español del
telégrafo sin hilos.
11
de abril
La tierra tembló en la batalla de Atarfe

Tal día como hoy, 11 de abril de 1431, las huestes castellanas de Juan
II y Álvaro de Luna atacaban a los moros en Granada. Y entonces la
tierra tembló. Hasta dos veces tembló. Y tanto tembló que derrumbó
parte de los muros de la Alhambra.
Desde muchos años atrás el reino moro de Granada vivía inmerso en
atroces luchas intestinas y sojuzgado por los tributos que debía pagar a
Castilla. Los castellanos, por su parte, apretaban la soga con los tributos y al
mismo tiempo estimulaban las pugnas interiores, en una estrategia que
lentamente llevaba al sultanato nazarí al colapso. En aquel momento,
primavera de 1431, Juan II de Castilla, que había avivado la guerra entre los
clanes granadinos, marchaba sobre la frontera. Era un gran ejército: la
hueste del rey con efectivos de Palencia, Medina del Campo y Ciudad Real,
más las tropas que traía desde Córdoba el condestable del reino, Álvaro de
Luna, y columnas de almogávares llegados desde Écija. El enorme
contingente marchó con un destino preciso: Íllora, en la frontera norte del
Reino de Granada. Y en ese momento, un fuerte terremoto sacudió toda la
región. El centro del sismo estuvo en la localidad de Atarfe, que quedó
enteramente destruida.
La cosa no acabó ahí, porque las huestes castellanas recibieron
entonces la noticia de que el nuevo sultán nazarí, Mohamed IX, había
asesinado a su predecesor, Mohamed VIII, y los partidarios de este,
temiendo por sus propias vidas, ofrecían al rey cristiano su ayuda para
entrar en Granada. Juan II no lo dudó. Con los pasos del norte abiertos por
la inhibición cómplice de los disidentes de Granada, los castellanos se
plantaron en la vega de la capital. El rey Juan instaló su campamento en el
pago de Marachuchit, entre Atarfe y Pinos. Mohamed IX, viendo lo que se
le venía encima, hizo salir al grueso de sus tropas y cercó a la vanguardia
castellana. Era el 1 de julio de 1431. Todas las huestes de Castilla acudieron
al campo, cercando a su vez a los moros. Estos intentaron un repliegue
general, pero ya era demasiado tarde: sin dirección ni comunicación, el
repliegue musulmán se convirtió en fuga, y la fuga en desbandada. Cuenta
la tradición que en el devastado campo solo quedó una higuera. Por eso a
aquella batalla se la llamó «de La Higueruela». Y entonces la tierra volvió a
temblar. Fernán Pérez de Guzmán, cronista de Juan II, lo explicó así: «En
este tiempo tremió mucho la tierra en el real e más en la ciudad de Granada,
e mucho más en el Alhambra, donde derribó algunos pedazos de la cerca
della». Lienzos enteros de la muralla granadina cayeron deshechos en
escombros. La población quedó aterrorizada.
Mohammed IX salió por piernas. Al trono de Granada subía el aliado
de Castilla, que reinaría como Yusuf IV. Para los cristianos debió de ser un
alivio marcharse de allí.

Otros hechos
883: Fin de la Crónica Profética, parte de las crónicas
asturianas de Alfonso III, que predice la victoria de los
cristianos sobre los musulmanes.
1713: Firma del primero de los Tratados de Utrecht, que
cierran la Guerra de Sucesión española.
1899: España entrega Puerto Rico a los Estados Unidos.
12
de abril
Garcilaso de la Vega:
el primer mestizo del Nuevo Mundo

Tal día como hoy, 12 de abril de 1539, nacía en Cuzco, Perú, el


escritor Gómez Suárez de Figueroa, el Inca Garcilaso de la Vega: el
primer mestizo biológico y espiritual de América.
Garcilaso es, en efecto, el primer gran nombre mestizo que inscribe su
firma en la cultura española. Sus padres eran el capitán Sebastián Garcilaso
de la Vega y Vargas, de Badajoz, y la princesa Chimpu Ocllo, cristianada
como Isabel, nieta del inca Tucap Yupanqui. Al hijo se le llamó Gómez
Suárez Figueroa porque, en la España de la época, era costumbre de la
nobleza poner al niño el patronímico completo de la persona en cuyo honor
se le había impuesto el nombre. El linaje del capitán Sebastián se remontaba
al I conde de Feria, Gómez Suárez de Figueroa (1408-1461), casado con
Elvira Laso de Mendoza, señora de la Vega. Así cayeron en nuestro
personaje nombres y apodo.
Sebastián, el padre, formaba parte de la hueste de Alvarado. Estuvo en
las conquistas de México y Guatemala. Viajó al Perú con Alvarado y allí se
quedó. Entró en la hueste de Pizarro y combatió en Cochabamba y en
Pocona. Conoció a Isabel en Cuzco en 1538. Nunca se casaron: cuando
Sebastián fue propuesto para cargos de altura, repudió a Isabel y se casó con
una dama española, aunque nunca dejó de proteger a su hijo. Isabel terminó
casándose con un comerciante, Juan del Pedroche, y así el niño Garcilaso se
crio como un caballero español y, al mismo tiempo, en el entorno nativo de
su madre. En 1559 murió el capitán y el joven Garcilaso se encontró con
que su padre le había legado una pequeña fortuna. Con ese capital viajó a
España y aquí le cambió la vida.
Garcilaso optó por hacer el cursus honorum de cualquier caballero del
Renacimiento: militar primero (aquí cambió su nombre de Gómez por el de
Garcilaso), ascendido a capitán en la guerra contra los moriscos, y religioso
después, tomando las órdenes menores. Entre sus propios méritos y las
herencias de su linajuda parentela, se encontró con una situación más que
desahogada, se instaló en Córdoba y se dedicó a escribir. Nace así una obra
extensísima y de calidad superlativa, que abarca desde la poesía
renacentista hasta la historia de la conquista de América. Morirá en
Córdoba en 1616, con setenta y siete años. En sus escritos hay unas líneas
que resumen muy bien lo que el Inca Garcilaso significa para la cultura
española: «A los hijos de español y de india, o de indio y española, nos
llaman mestizos, por decir que somos mezclados de ambas naciones; fue
impuesto por los primeros españoles que tuvieron hijos en Indias, y por ser
nombre impuesto por nuestros padres y por su significación, me lo llamo yo
a boca llena y me honro en él».

Otros hechos
1555: Muere Juana I de Castilla, la Loca, hija de los Reyes
Católicos.
1814: Un grupo de notables tradicionalistas entrega a
Fernando VII el llamado Manifiesto de los Persas, pidiendo al
rey que derogue la Constitución de 1812. Lo hará.
1904: Antonio Maura, conservador, presidente del Gobierno,
es apuñalado por un anarquista. Sufrirá heridas leves.
1962: Las cortes de Franco nacionalizan el Banco de España.
13
de abril
La muerte del santo godo Hermenegildo

Tal día como hoy, 13 de abril de 585, moría decapitado en Tarragona


el príncipe visigodo Hermenegildo, alzado en rebeldía contra su padre,
el rey Leovigildo. Hermenegildo defendía el catolicismo romano frente
al arrianismo mayoritario en la corte goda. Por su defensa de la fe,
tradicionalmente aceptada, Hermenegildo será canonizado en 1585.
El episodio de la rebeldía de Hermenegildo se inscribe en las luchas
internas de la élite visigoda que regía España desde el hundimiento del
Imperio romano, cuando nuestro país formó por vez primera una entidad
política independiente. El reino godo estaba quebrado por diferentes
divisiones: una, la que separaba a los hispanogodos de los
hispanorromanos, que eran la mayoría de la población; otra, la que oponía a
los católicos y a los arrianos, aquella herejía según la cual Jesús era hijo de
Dios, pero no Dios mismo. La cuestión religiosa, a su vez, envolvía otros
conflictos de carácter político y territorial.
Lo que le faltaba a la España goda para ser un reino cohesionado era
unir a las dos comunidades: la goda y la hispanorromana. Tal será
precisamente el proceso que va a promover el rey Leovigildo, entre 572 y
586, que instala su capital en Toledo, pacifica la península y, sobre todo,
promulga la primera ley sobre matrimonios mixtos. Esto fue una
revolución, porque hasta entonces ambas comunidades seguían
jurídicamente separadas. Con la ley de Leovigildo comenzaba la fusión.
Pero aún quedaba el problema religioso: la división entre católicos y
arrianos. Y este es el asunto que creará un conflicto feroz entre Leovigildo,
arriano, y uno de sus hijos, Hermenegildo, convertido al catolicismo.
Hermenegildo se convirtió por influencia de San Leandro de Sevilla.
La circunstancia tal vez no hubiera pesado tanto de no ser porque, en aquel
momento, Leovigildo se las tenía tiesas con los bizantinos, católicos, que
ocupaban parte del sureste español. Así la conversión de Hermenegildo se
convirtió en bandera para las viejas ciudades hispanas, católicas, opuestas al
poder godo (Mérida, Badajoz, Cáceres), y al mismo tiempo en piedra de
conflicto con Bizancio. La rebelión comenzó en 851 y duró tres años.
Hermenegildo terminará sitiado cerca de Sevilla y será hecho preso. Dice la
tradición que se le ofreció el perdón a cambio de la apostasía, pero
Hermenegildo se negó. Fue decapitado por su carcelero, que se llamaba
Sisberto.
A Leovigildo le sucederá su otro hijo, Recaredo. Este dará el paso
decisivo cuando, años más tarde, se convierta al catolicismo. Fue el 6 de
mayo de 589.

Otros hechos
1546: Nace en Fontainebleau Isabel de Valois, que será tercera
esposa de Felipe II y reina de España entre 1559 y 1568.
1684: Muere en Madrid el erudito sevillano Nicolás Antonio,
pionero de la bibliografía en España, que llegó a recopilar
30.000 volúmenes de autores españoles.
1913: El anarquista Sancho Alegre atenta a pistola contra el
rey Alfonso XII. Falló.
14
de abril
La proclamación de la II República

Tal día como hoy, 14 de abril de 1931, se proclamaba la II República.


Después de las elecciones municipales del 5 y el 12 de abril, los
republicanos guardaban ciertas esperanzas: la victoria había sido para los
monárquicos, pero los republicanos habían ganado en las capitales de
provincia y eso les abría expectativas para las próximas elecciones
generales. Ninguno de ellos pensaba que pudiera hacerse con el poder al día
siguiente. A partir de aquí, sin embargo, va a desatarse una febril actividad
entre bastidores, detrás de las cortinas.
Hay tres fuerzas que empiezan a actuar a la vez. Por un lado, una parte
de los republicanos decide agitar la calle: en el Ateneo de Madrid –centro
de operaciones de la masonería– y en la Casa del Pueblo socialista en la
capital se forman manifestaciones que se dirigen hacia el Palacio de
Oriente, residencia del rey, y la Puerta del Sol, portando pancartas y
aireando un supuesto telegrama –en realidad, una intoxicación– en el que el
rey renuncia a la corona. La segunda fuerza que empieza a actuar es la de
los propios monárquicos en rendición: el conde de Romanones, ministro de
Estado, y el general Sanjurjo, director de la Guardia Civil, se acercan a los
republicanos y presionan para que el rey abandone. Y la tercera fuerza es la
decisiva: Miguel Maura, una de las cabezas del movimiento republicano,
que empieza a maniobrar a toda velocidad.
En la casa del doctor Marañón, Maura y Alcalá-Zamora se entrevistan
con el conde de Romanones. Este les dice que el rey está convencido de que
el país va a una guerra civil y que sopesa dejar el poder. La Corona está
dispuesta a que haya cuanto antes elecciones constituyentes. Maura corre a
ver a sus compañeros del comité revolucionario. Sin perder un minuto, se
dirige al Ministerio de la Gobernación, en la Puerta del Sol, donde ya está la
muchedumbre movilizada por el Ateneo y el PSOE. La mayoría de los
líderes republicanos no se creen lo que están viendo. Azaña teme que en
cualquier momento llegue la guardia civil y los meta a todos en la cárcel. Y
la guardia civil llega, sí, en la persona de su jefe, el general Sanjurjo, pero
no para detener al comité revolucionario, sino para ponerse a las órdenes
del nuevo Gobierno. Los republicanos han ganado. Ese mismo día, Alfonso
XIII se marcha. El 14 de abril, los socialistas Besteiro y Saborit proclaman
por su cuenta la República desde los balcones del Ayuntamiento de Madrid.

Otros hechos
1126: Nace en Córdoba el filósofo andalusí Averroes.
1573: Parte la expedición de Juan de Garay, desde Asunción,
hacia el estuario del Plata.
1578: Nace en Madrid Felipe III, que reinará en España y
Portugal entre 1598 y 1621.
1892: Nace en Sevilla el torero Juan Belmonte, fundador del
toreo moderno.
15
de abril
El nacimiento del Partido Comunista

Tal día como hoy, 15 de abril de 1920, nacía el Partido Comunista


Español, primer grupo comunista de la historia de España y germen
del futuro PCE.
El comunismo español nació fruto de las escisiones del partido
socialista. Ocurrió que, en 1919, el PSOE decidió aplazar su ingreso en la
III Internacional. Recordemos: la I Internacional fue la de Carlos Marx, en
1864; la II fue la de Engels, en 1889, de carácter socialista; esta II
Internacional se rompe en 1914, con el estallido de la guerra mundial, y los
partidos revolucionarios, ya bajo liderazgo soviético, proclaman en 1919 la
III Internacional, de carácter comunista, que por eso se llama Komintern. El
PSOE no se adhirió a la III, sino que permaneció en la II, junto a los
socialdemócratas y los laboristas. En consecuencia, los sectores más
radicales, y en especial las Juventudes, se marchan y fundan el 15 de abril
de 1920 el Partido Comunista Español. En él figuraba ya Dolores Ibárruri.
Un año después el PSOE vuelve a rechazar el ingreso en la Komintern y
sufre una nueva escisión: la del Partido Comunista Obrero Español. Tanto el
PCE como el PCOE ingresan en la III Internacional. Por presión de la
Komintern, en 1922 se fusionan y así nace el Partido Comunista de España.
Su primer secretario general fue Óscar Pérez Solís.
El PCE llevó una vida muy menesterosa: ultraminoritario, sin el apoyo
de un sindicato como el que respaldaba al PSOE, perseguido por la
dictadura de Primo de Rivera (con la connivencia del PSOE), no llegaba en
1931 al millar de militantes. Los años republicanos, sin embargo, le darán la
posibilidad de crecer. En su congreso de 1932 aparecen ya algunos nombres
decisivos: junto a Dolores Ibárruri están Vicente Uribe, Antonio Mije, José
Díaz, Pedro Checa. En las elecciones de 1933 obtiene su primer diputado:
Cayetano Bolívar. En la revolución del 34 su participación fue menor. Serán
las elecciones de 1936, dentro de la estrategia de Frente Popular
preconizada por la Komintern, las que le permitan aumentar su influencia:
pasó a 17 diputados en las cortes y llegará a los 100.000 afiliados. En abril
se fusionan las juventudes del PCE con las del PSOE de la mano de
Santiago Carrillo, y esas juventudes, en plena guerra civil, se pasan en
bloque al comunismo. La guerra convertirá al PCE en clave de la ayuda
soviética y en la formación más influyente del Frente Popular.
Curiosamente, en la guerra los comunistas encontrarían enfrente a su
fundador: Pérez Solís, que había llegado a ser miembro ejecutivo de la
Komintern en 1925, abandonó el comunismo en 1928 y se dedicó a trabajar
en la CAMPSA de Valladolid. Luego, durante la República, se afilió a
Falange. Cuando se produjo el alzamiento de 1936, se unió a la sublevación
y tomó parte en la defensa de Oviedo. Morirá en 1952, mientras sus
compañeros purgaban su derrota en el Moscú de Stalin.

Otros hechos
1581: Las cortes de Tomar reconocen a Felipe II como rey de
Portugal.
1717: Se crea la Real Academia de Caballeros
Guardiamarinas, precedente de la Escuela Naval.
1924: Miguel Primo de Rivera crea el partido Unión Patriótica
para vertebrar su régimen.
16
de abril
Toribio de Benavente, el primer
historiador de México

Tal día como hoy, 16 de abril de 1531, el misionero franciscano fray


Toribio de Benavente fundaba la ciudad de Puebla, en el México recién
conquistado por los españoles.
Fray Toribio, natural de Benavente, en Zamora, donde había nacido en
1482, fue uno de los más importantes misioneros españoles en América.
Cuando llegó, iba tan pobremente vestido que los indígenas le llamaron
«Motolinía», que en su lengua quiere decir «pobrecito». Pero esos mismos
indígenas se quedaron sorprendidos al ver cómo los capitanes españoles, tan
arrogantes, sin embargo se agachaban a besar el hábito de fray Toribio allá
por donde pasaba.
Nuestro fraile aprendió náhuatl, la lengua autóctona, y en ella predicó
a los nativos. Escribió una Historia de los indios de la Nueva España que es
una de las principales fuentes de conocimiento sobre el México
precolombino. Fray Toribio de Benavente fue testigo de los horrendos
sacrificios humanos de los mexicas, que describió con detalle en sus
escritos, pero jamás menospreció por ello a los indígenas, al contrario:
pensaba que aquel horror no era culpa de los indios, sino de sus dioses, y
que justamente por eso era preciso evangelizar a aquellos pueblos. De
hecho, fray Toribio, al mismo tiempo que preconizaba la obligación de
evangelizar a los nativos quisieran o no, fue uno de los más firmes
defensores de los derechos de los indios ante cualquier intento de
explotación. Protagonizó fuertes polémicas con fray Bartolomé de las Casas
a cuenta del procedimiento para predicar la Cruz, aunque parece que tales
polémicas, en realidad, encerraban disputas de orden personal y hasta
político.
El misionero ocupó puestos muy importantes en la Iglesia local, fundó
ciudades como Puebla y finalmente, cuando se sintió anciano, se borró del
mapa. Se retiró al convento de San Francisco en la Ciudad de México y allí
aguardó la muerte, que le llegó con más de noventa años. Hoy fray Toribio
de Benavente es recordado como uno de los principales nombres en la
evangelización de América.

Otros hechos
1519: Carlos I es proclamado rey por las cortes catalanas.
1568: Insurrección de los moriscos en Granada.
1689: Luis XIV de Francia declara la guerra a España en el
marco de la Guerra de los Nueve Años por la supremacía
continental.
1828: Muere en Burdeos, Francia, el pintor Francisco de Goya
y Lucientes, cuya obra se considera convencionalmente como
el principio de la pintura contemporánea.
1938: En el marco de la guerra civil española, los ejércitos de
Franco llegan al Mediterráneo en Vinaroz y cortan en dos el
territorio aún controlado por el Frente Popular.
1945: Franco nacionaliza la Telefónica, que era propiedad de
la norteamericana ITT.
2004: Después de los atentados del 11-M y de las elecciones
subsiguientes, es investido presidente el socialista Rodríguez
Zapatero, que desmantelará los pactos de la transición.
17
de abril
La muerte que decidió
la Guerra de Sucesión

Tal día como hoy, 17 de abril de 1711, la guerra de sucesión que se


libraba en España conocía un brusco giro: el emperador del Sacro
Imperio Romano Germánico, José I, moría con solo treinta y dos años.
Todos los derechos dinásticos pasaban a su hermano el archiduque
Carlos de Austria, que en aquel momento peleaba contra Felipe de
Borbón por la Corona española. Carlos, viéndose emperador, perdió
interés por el cetro de España.
El trono de España era objeto de litigio desde 1700, cuando murió
Carlos II el Hechizado, el último rey de la dinastía Austria. Francia e
Inglaterra se apresuraron a repartirse los despojos. Tanto las potencias
extranjeras como los propios reinos españoles se dividieron en torno a dos
sobrinos del difunto rey: Felipe de Anjou o Borbón, por un lado, y el
archiduque Carlos de Austria por el otro. El Hechizado había testado
sucesivamente por uno y por otro, de manera que, sobre el papel, ambos
pretendientes tenían sobrados argumentos para litigar. Como quiera que la
Corona española era aún decisiva en el equilibrio internacional de poder, el
litigio movilizó a todas las grandes potencias de la época: Francia por un
lado y, enfrente, Inglaterra y Holanda apoyando al candidato austriaco para
que nuestro trono no cayera del lado del francés.
La guerra se extendió a toda Europa y en España se convirtió en una
larga guerra civil. A la altura de 1710 el frente militar era favorable a las
armas borbónicas, pero el conflicto estaba lejos de su final. Sin embargo, la
muerte del emperador de Austria lo cambió todo. El archiduque Carlos Veía
abierto el camino al trono imperial y España se convertía en un asunto
secundario. Bien lo sufrirían ciudades como Barcelona, que habían apoyado
a Felipe, primero, para pasarse a Carlos después, y ahora se quedaban
literalmente colgadas del vacío.
¿Y qué pasaría en España? Pues pasó que Francia e Inglaterra,
agotadas por aquella guerra, se pusieron de acuerdo en que el trono fuera
para Felipe de Anjou, coronado como Felipe V. La vieja Corona española
perdió los Países Bajos, Milán, Nápoles, Sicilia, Cerdeña, Menorca,
Gibraltar y Terranova, entre otros territorios. Y desde entonces reina en
España la casa de Borbón.

Otros hechos
1492: Cristóbal Colón firma con los Reyes Católicos las
Capitulaciones de Santa Fe, el contrato que regirá el viaje del
descubrimiento de América.
1535: Se nombra por primera vez un virrey para los territorios
de las Indias: será Antonio de Mendoza y Pachecho, virrey de
Nueva España, en el actual México.
1610: Felipe III ordena la expulsión de los moriscos del Reino
de Aragón.
1797: La guarnición española de Puerto Rico, al mando del
brigadier Ramón de Castro, rechaza el intento inglés de invadir
la isla y obliga a los británicos a retirarse.
18
de abril
Las cortes de León,
las primeras de Europa

Tal día como hoy, 18 de abril de 1188, se abrían en el claustro de San


Isidoro, en León, las cortes del reino leonés bajo el cetro de Alfonso IX.
Fue la primera convocatoria de cortes en Europa con representación de
todos los estamentos sociales.
Pongámonos en situación: ante la mala situación del Reino, un
monarca que acaba de llegar al trono con diecisiete años se ve forzado a
tomar medidas excepcionales. Tanto que convoca a la Curia regia y, por
primera vez, en ella no estarán solo los magnates eclesiásticos y los nobles,
sino también los representantes de las ciudades: León, Oviedo, Salamanca,
Ciudad Rodrigo, Zamora, Astorga, Toro, Benavente, Ledesma… Alfonso
IX no convocó a los representantes de las ciudades porque fuera un
demócrata, evidentemente. Lo hizo porque su apoyo le resultaba
imprescindible para sacar a flote el Reino. Con enemigos en todos los
puntos cardinales, el rey necesitaba dinero para costear su defensa. Las
aportaciones de la nobleza, encastillada en sus privilegios, no eran
suficientes. Pero las ciudades mantenían una vida económica próspera y
pujante que apenas tributaba al tesoro real, porque las villas, por sus fueros,
gozaban de exenciones importantes. Si alguien podía echar una mano al
tesoro real, esas eran las ciudades.
Naturalmente, esa ayuda no iba a ser gratuita: el rey ofrecería a cambio
contrapartidas importantes. ¿En qué terrenos? Sobre todo, en la
administración de justicia y en la protección contra los abusos de los
poderosos. De aquellas primeras cortes deriva, por ejemplo, el derecho de
todos los súbditos a pedir justicia directamente al rey, sin pasar por la
intermediación de los señores feudales. Además se trató sobre asuntos como
la inviolabilidad del domicilio –un viejo tema del derecho tradicional
europeo– y la obligación de convocar cortes para declarar la guerra y la paz.
Hay quien ha llamado a estas medidas «Carta Magna Leonesa», lo cual es
tal vez un poco exagerado. Pero el hecho es que las medidas aprobadas en
el claustro de San Isidoro en 1188, que ratificaban y ampliaban el fuero de
León de 1020, se convirtieron en guía para todas las leyes posteriores.
Así nacieron las primeras cortes democráticas. Algunos autores
aventuran que las de Castilla pudieron reunirse aún antes, hacia 1160. Es
difícil saberlo porque aquellas cortes no eran una asamblea estable y fija,
sino que se reunían con periodicidad discontinua para disolverse tras haber
realizado su tarea. El hecho es que este sistema parlamentario se extendió
muy rápidamente por toda la España cristiana a lo largo de los siglos XIII y
XIV, y siempre con el nombre de «cortes». Después de León y Castilla, lo
encontraremos en Portugal, Aragón, Navarra, Cataluña y Valencia, y en las
juntas de las villas vascas.

Otros hechos
1521: En el segundo día del proceso que se instruye contra él
en Worms, Martín Lutero desafía al emperador Carlos I de
España y V de Alemania. La reforma protestante se convierte
en un problema político.
1891: Comienza la campaña de pacificación del general
Weyler en Mindanao, en el marco de la guerra de Filipinas.
19
de abril
FET de las JONS: la gran unificación

Tal día como hoy, 19 de abril de 1937, en el marco de la guerra civil


española, el general Francisco Franco unificaba las fuerzas políticas del
bando sublevado en un partido único: Falange Española
Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista, que
sería el partido oficial del régimen durante muchos años.
El nuevo movimiento venía a reunir las fuerzas de Falange Española
de las JONS, descabezadas desde el asesinato de José Antonio Primo de
Rivera por el Frente Popular, y las de la Comunión Tradicionalista, es decir,
los carlistas, los requetés. El cerebro de aquella operación fue Ramón
Serrano Súñer, cuñado del propio Franco, que no era ni requeté ni
falangista, sino democristiano de la CEDA. El hecho es que a la camisa azul
de Falange se unió la boina roja del requeté. Y no tanto por afinidades
doctrinales como por que la unificación era una exigencia de la guerra:
había que evitar discordias y peleas como las que estaban desgarrando al
bando contrario, el del Frente Popular, deshecho por las pugnas entre
socialistas, comunistas y anarquistas.
En realidad ni los líderes de Falange ni los del tradicionalismo eran
partidarios de la unificación, porque muchas cosas separaban a los dos
movimientos, pero la necesidad de ganar la guerra facilitó el camino. El
líder de Falange Manuel Hedilla terminó detenido y desterrado. Igualmente
fue desterrado el líder de los carlistas, Manuel Fal Conde. Pero otros líderes
partidarios del pacto tomaron su lugar. Falange Española Tradicionalista de
las JONS sería la base política del régimen de Franco durante muchos años,
pilar del llamado Movimiento Nacional, aunque en realidad nunca tuvo las
atribuciones políticas de un partido único al estilo fascista. De su burocracia
salieron las figuras que a partir de 1975 pilotaron la transición: Torcuato
Fernández-Miranda, Herrero Tejedor, Suárez, Martín Villa, Rosón,
Cisneros, etc. FET de las JONS desapareció formalmente en 1977, dejando
tras de sí un paisaje desolador, con el falangismo y el tradicionalismo
reducidos a su mínima expresión.

Otros hechos
1013: Tras su derrota ante los cristianos, el califato de
Córdoba se hunde. Tropas bereberes entran también en la
ciudad y la saquean durante varios días.
1587: El corsario británico Francis Drake ataca el puerto de
Cádiz.
1660: Se bautiza en Brihuega, Guadalajara, el músico
Sebastián Durón, el mejor autor de música escénica de su
época, aunque muchos le criticaron por «italianizante».
1880: Práxedes Mateo Sagasta funda el Partido Liberal-
Fusionista, que con los conservadores de Cánovas será uno de
los pilares del sistema de la Restauración.
1898: Ultimátum de Estados Unidos a España para que
abandone la isla de Cuba.
1958: Elección de procuradores a las cortes franquistas.
1983: Muere en Madrid el jurista Federico de Castro y Bravo,
el más influyente del siglo XX, juez en el Tribunal Internacional
de Justicia de la ONU.
20
de abril
La hazaña de Blas de Lezo
en Cartagena de Indias

Tal día como hoy, 20 de abril de 1741, el militar guipuzcoano Blas de


Lezo frustraba definitivamente el ataque de la flota británica a
Cartagena de Indias, en la actual Colombia. Fue una de las mayores
victorias militares españolas de todos los tiempos.
Los británicos pretendían desmantelar el imperio español. Cartagena
de Indias era una plaza vital porque por allí pasaba la mayor parte del
tráfico comercial americano. Inglaterra movilizó para la operación una flota
imponente: la mayor fuerza jamás reunida hasta el desembarco de
Normandía. Su jefe: el almirante Vernon. Frente a él, Cartagena era una
plaza defendida por muy pocos hombres. La superioridad británica era de
ocho a uno. Tan seguro estaba Vernon de su victoria, que incluso encargó
por anticipado una colección de monedas conmemorativas. Pero enfrente
había un genio militar excepcional: el guipuzcoano Blas de Lezo, al que
llamaban «medio hombre» porque a lo largo de su carrera militar se había
ido dejando por el camino un brazo, un ojo y una pierna.
Lezo era un marino de amplia experiencia y, sobre todo, un táctico de
enorme ingenio. A fuerza de modificar las cureñas de los cañones, las
entradas de los puertos y las trincheras de la defensa, se las arregló para
convertir el desembarco inglés en un auténtico infierno. El británico Vernon
esperaba una campaña rápida y se encontró con un penosísimo avance
durante el que se le acumulaban las bajas. La última jugada de Blas de Lezo
fue magistral: ordenó cavar fosos a los pies de las murallas de la ciudad, de
manera que, cuando los ingleses sacaron sus escaleras de asalto,
comprobaron con horror que no eran bastante altas. Mientras tanto, los
cadáveres ingleses seguían acumulándose en el campo, el calor tropical los
descomponía y las enfermedades –cosa que Lezo había previsto–
empezaban a diezmar a los británicos. Para el último ataque inglés, Lezo
guardó en reserva un pequeño destacamento de marineros. Estos se
lanzaron sobre los sorprendidos asaltantes. Los ingleses, desmoralizados y
enfermos, se dieron a la fuga. Huyeron y no pararon hasta reembarcar,
poniendo fin a su desdichada aventura.
El 8 de mayo de 1741 comenzaba la retirada británica. Las bajas
inglesas fueron brutales: 3.500 muertos en combate, 2.500 muertos por
enfermedades, 7.500 heridos. En cuanto a los barcos, el desastre fue
mayúsculo: los ingleses perdieron 50 barcos, además de 1.500 cañones
capturados o destruidos por los españoles. Proporcionalmente, cada barco y
soldado español hizo frente y derrotó a 10 ingleses. Los británicos se
apresuraron a recoger las monedas conmemorativas de la abortada victoria
de Vernon, para ocultar su vergüenza. El jactancioso almirante inglés huyó
gritando «¡Dios te maldiga, Lezo!». Cartagena de Indias estaba salvada. Y
fue aquel guipuzcoano, Blas de Lezo, quien salvó el imperio.

Otros hechos
1693: Muere en Madrid el pintor Claudio Coello, gran nombre
del Barroco.
1763: Se inaugura en Sevilla la plaza de toros de la Real
Maestranza.
1859: Zarpa la expedición franco-española a la Cochinchina.
21
de abril
Fernando el Católico acaba
con los «malos usos»

Tal día como hoy, 21 de abril de 1486, Fernando II de Aragón firmaba


la sentencia arbitral de Guadalupe, que ponía fin a la situación de los
«payeses de remensa» en Cataluña.
Aquella sentencia, llamada así porque se dictó en el monasterio
extremeño de Santa María de Guadalupe, era el acto final de un largo
proceso que se había iniciado medio siglo atrás. La cuestión social en la
Corona de Aragón, y de forma singular en Cataluña, hervía desde finales
del siglo anterior. Cataluña era el territorio más feudalizado de toda la
península; allí los señores de la tierra disponían de un poder sobre sus
campesinos mucho mayor que en cualquier otra parte de España. A lo largo
del siglo XIV, la crisis general había llevado a los señores a acentuar las
cargas sobre los campesinos, en particular obligándoles a permanecer
atados a sus campos, a sus «mansos»; eso eran los «remensas» o «payeses
de remensa». Tal situación había dado lugar a los llamados «malos usos», es
decir, comportamientos abusivos de los señores, denunciados sin cesar en
las cortes del Reino.
Ya el rey Alfonso V de Aragón, abuelo de Fernando, había dictado en
su día normas muy estrictas contra los «malos usos»: a la Corona le
interesaba, y mucho, contar con el apoyo del pueblo frente a una nobleza
excesivamente levantisca. La decisión más importante del rey en este
sentido fue la creación de un «síndico de remensas», es decir, un gremio de
campesinos. Era el año 1448. Por fin los remensas podrían defender por sí
mismos sus derechos. Fue una novedad trascendental, porque modificó de
un plumazo la relación de fuerzas dentro de la Corona. Por supuesto,
semejante innovación también despertó de inmediato las protestas de los
magnates. La Generalidad, controlada por la oligarquía catalana, forzó la
anulación de aquella medida. Hubo guerra. Y no una, sino varias. De hecho,
la guerra civil de 1462-1472 en la Corona de Aragón, cuyo pretexto fue la
defensa de los derechos de Carlos de Viana, tuvo mucho de rebelión
nobiliaria contra una situación en la que los señores perdían poder a ojos
vistas.
Hacia 1480, ya con Fernando en el trono aragonés, vuelve a despertar
el problema en una atmósfera de grave crisis económica. El rey se las
arregló para que tanto los señores como los remensas aceptaran el arbitraje
imparcial de la Corona. Así se llegó a la sentencia de Guadalupe, que abolió
los derechos abusivos de los señores y amplió el margen de libertad de los
campesinos. El mundo feudal agonizaba.

Otros hechos
1211: Consagración de la catedral (reconstruida) de Santiago
de Compostela.
1483: Los castellanos prenden al rey nazarí de Granada,
Boabdil, en la batalla de Lucena.
1492: Fecha supuesta del nacimiento en Medina del Campo,
Valladolid, del conquistador Bernal Díaz del Castillo, autor de
la Historia verdadera de la conquista de Nueva España.
1503: Las tropas españolas, al mando de Fernando de
Andrade, derrotan a las francesas en Seminara, en la guerra de
Nápoles.
22
de abril
España y Portugal se reparten el mundo

Tal día como hoy, 22 de abril de 1529, el imperio español y el imperio


portugués se repartían el globo terráqueo en el tratado de Zaragoza, a
partir de una línea imaginaria 297 leguas y media al este de las
Molucas.
La línea de Zaragoza era la prolongación geométrica de la marcada en
Tordesillas, pero al otro lado del globo. En 1494 el Tratado de Tordesillas
había trazado una línea de polo a polo, 370 leguas al oeste de Cabo Verde,
repartiendo derechos de conquista en el Atlántico y en el Nuevo Mundo;
jurisdicción española al oeste de la línea, jurisdicción portuguesa al este. En
América, ese meridiano cruzaba el saliente nororiental de Sudamérica, y
por eso Brasil fue para Portugal. Ahora bien, la Tierra es redonda; por tanto,
esa misma línea, proyectada de norte a sur en el otro hemisferio, debía
servir para delimitar jurisdicciones en el otro mar, en el Pacífico. Esto no se
le había ocurrido a nadie en 1494 porque ni siquiera se había planteado la
necesidad, pero el viaje de Magallanes y Elcano hizo que el nuevo océano
entrara en el mapa.
Y bien: ¿Por dónde pasaba esa línea aquí, en el otro océano, en la otra
cara del mundo? Hoy sabemos que la línea de marras coincide más o menos
con el meridiano 140 este, que pasa entre Japón y el continente asiático y
desciende hasta seccionar el extremo noroeste de Papúa y, después, partir
Australia en dos. Ahora bien, a principios del siglo XVI nadie tenía claro
esto (de hecho, ni siquiera se conocía la existencia de Australia). Tampoco
había manera de medir la longitud geográfica; los navegantes se guiaban
por la latitud. Por consiguiente, se abrió una justificada polémica sobre a
quién correspondía el derecho a navegar por las islas Molucas.
España defendía su jurisdicción no solo sobre las Molucas, sino
también sobre la península de Malaca, al sur de Malasia, que los
portugueses habían conquistado en 1511. Los portugueses, como es fácil
imaginar, no estaban en absoluto de acuerdo. Comenzó así una larga carrera
negociadora que pasó por la creación de una nueva Casa de la Contratación,
distinta de la de Sevilla, para ocuparse concretamente de las islas de las
Especias, así como por la expedición transoceánica de García Jofre de
Loaisa y varias reuniones bilaterales de expertos en Elvas y Badajoz. Nunca
hubo acuerdo, pero en 1526 Carlos I se casaba con Isabel de Portugal y el
panorama político cambiaba. Los nuevos lazos entre las dos coronas, más la
necesidad de Carlos de centrarse en los asuntos europeos, dejaron las
Molucas en manos de Portugal, no sin pagar una buena cantidad por ello.
Eso fue lo que se firmó en Zaragoza, donde España y Portugal se
repartieron literalmente el mundo.

Otros hechos
1519: Hernán Cortés desembarca en el actual puerto de
Veracruz.
1810: Astorga se rinde ante los franceses después de un mes
de asedio.
1855: Por decreto de Isabel II se crea la primera red
electrotelegráfica de España.
1931: Se abre en Madrid el aeropuerto de Barajas, el primero
del país.
23
de abril
El entierro de Miguel de Cervantes

Tal día como hoy, 23 de abril de 1616, era enterrado en el convento de


las Trinitarias Descalzas, en Madrid, Miguel de Cervantes Saavedra, el
autor de El Quijote.
Nuestro hombre habría nacido en el día del arcángel San Miguel (29
de septiembre) de 1547 y fue bautizado en Alcalá de Henares diez días
después, hijo de Rodrigo de Cervantes, cirujano, y Leonor de Cortinas. Se
supone que cursó estudios con los jesuitas. A los diecinueve años está en
Madrid, en el Estudio de la Villa, recibiendo clases del gran Juan López de
Hoyos. Miguel descubre el teatro, que le fascina. Pero esa vida durará poco,
porque enseguida nuestro hombre cambia de piel: se hará soldado.
Es 1571 y don Miguel sienta plaza en el Tercio de Mar, la primera
infantería de Marina. Sirve en el tercio de Miguel de Moncada. Y la ocasión
no puede ser más trascendental: la batalla de Lepanto, donde los barcos
españoles e italianos salvarán a la cristiandad. Cervantes combatió a bordo
de la Marquesa y resultó herido. Allí perdió el movimiento de una mano.
Pero aquello no puso fin a su carrera militar: estará en la expedición de
Navarino y en las batallas de Corfú, Bizerta y Túnez, entre 1572 y 1573.
Más tarde recorrerá Sicilia, Cerdeña, Génova, la Lombardía y Nápoles. Y
fue al volver de Nápoles cuando le ocurrió lo peor: cayó preso de los moros.
Acabó en Argel, plaza en poder de los turcos, donde se puso precio a su
cabeza: 500 escudos de oro, una fortuna. Después de cinco años de
cautiverio, unos padres trinitarios lograrán reunir el dinero.
El Cervantes que volvía a España era un héroe, pero su vida a partir de
este momento es una sucesión de sinsabores. En todo caso, es entonces
cuando comienza a tomarse en serio la literatura. En 1585 publica La
Galatea, una novela pastoril. Hacia 1590 comienza a escribir su serie de
novelas cortas. Y pronto aparece en su mente la figura de don Quijote.
Vapuleado por la vida, siempre cerca de la corte, pero siempre en lugar
subalterno, se instala en Valladolid. En 1605 aparece El ingenioso hidalgo
don Quijote de la Mancha, primera parte de una obra que cambiará la
cultura universal. En 1613 publica en el volumen Novelas ejemplares todas
las novelas cortas que había escrito con anterioridad. Dos años después
aparecen la segunda parte del Quijote y sus Ocho comedias y ocho
entremeses nuevos nunca representados, entre los que están sus recuerdos
del cautiverio: Los baños de Argel. El mecenazgo del conde de Lemos le
garantizó cierta seguridad. A él dedica Cervantes su última novela: Persiles
y Segismunda. Lo último que escribió fue esa dedicatoria: «Puesto ya el pie
en el estribo, / con las ansias de la muerte, / gran señor, esta te escribo…».
Era el 19 de abril de 1616. Moría tres días después. Solo un viejo soldado
más que se extinguía. Pero aquel soldado había dejado tras de sí una
herencia incomparable.

Otros hechos
1229: Fernando III el Santo reconquista Cáceres.
1521: Batalla de Villalar, donde las tropas de Carlos I derrotan
a los comuneros.
1521: El navegante Magallanes es asesinado por los nativos de
Cebú, en Filipinas.
1563: Se pone la primera piedra del monasterio de San
Lorenzo de El Escorial.
24
de abril
Copla a la muerte de Jorge Manrique

Tal día como hoy, 24 de abril de 1479, moría el poeta y guerrero


castellano Jorge Manrique, que pasó a la posteridad por sus famosas
Coplas a la muerte de su padre.
Manrique pertenecía a una de las grandes familias castellanas: duques
de Nájera, condes de Treviño, marqueses de Aguilar de Campóo: una de las
grandes familias del momento. Habían dorado sus blasones en la guerra
contra el moro y después abrazaron el partido de Isabel y Fernando en la
guerra civil castellana. Nadie sabe bien si Jorge nació en Paredes de Nava,
Palencia, cabeza del condado de su padre, o en Segura de la Sierra, Jaén,
donde la familia tenía su mayor encomienda. Sobre lo que no hay duda es
sobre su linaje: hijo de Rodrigo Manrique, con rango de maestre de la
Orden de Santiago, y de la dama Mencía de Figueroa Laso de la Vega, del
doradísimo linaje de los Suárez Figueroa y los Hurtado de Mendoza. Jorge,
por cierto, era sobrino de otro gran poeta guerrero: Gómez Manrique.
El clan de los Manrique combatió en el castillo de Montizón, en Baza,
en Uclés… La guerra civil por el trono desgarraba Castilla. Isabel y
Fernando les habían confiado la tenencia de Ciudad Real. Era 1476. Allí le
llegó la muerte al viejo Rodrigo, el padre de Jorge, y no en combate, sino
por un cáncer que le desfiguró el rostro. Fue el episodio que le inspiró sus
célebres Coplas: «Recuerde el alma dormida, / avive el seso e despierte /
contemplando / cómo se passa la vida, / cómo se viene la muerte / tan
callando».
El propio Jorge conocerá muy pronto los sinsabores de la muerte: fue
una escaramuza en el castillo de Garcimuñoz, en Cuenca. Era la primavera
de 1479. Ese mismo año, Portugal reconocía a Isabel y Fernando, nadie
discutía ya a Isabel como reina de Castilla, los vascos –acérrimos
partidarios de Isabel– frenaban un intento de invasión francés en
Fuenterrabía y Fernando era coronado rey de Aragón. Una nueva España
nacía, pero Jorge Manrique no vivió para verlo.
El poeta y guerrero moría antes de cumplir los cuarenta años. Su obra
permanece como uno de los monumentos de la literatura española.

Otros hechos
1360: Primera batalla de Nájera entre Pedro I de Castilla y
Enrique de Trastámara, dentro de las guerras dinásticas
castellanas.
1521: Mueren decapitados los líderes de la revuelta comunera:
Padilla, Bravo y Maldonado.
1547: Carlos I de España y V de Alemania derrota a la
coalición protestante de Esmalcalda en la batalla de Mühlberg,
a orillas del Elba.
1779: Comienza el Gran Asedio de Gibraltar por parte de
España, que durará cuatro años.
1980: El nacionalista catalán Jordi Pujol es elegido presidente
de la Generalidad de Cataluña: con la aquiescencia de los
poderes del Estado, emprenderá un largo mandato
caracterizado por la corrupción económica y el separatismo
político.
25
de abril
La batalla de Almansa

Tal día como hoy, 25 de abril de 1707, tenía lugar en tierras de


Albacete la batalla de Almansa, que decidió la guerra de sucesión
española entre Felipe de Borbón, duque de Anjou, y el Archiduque
Carlos de Austria, los dos principales candidatos para quedarse con la
Corona española tras la muerte sin descendencia del rey Carlos II, el
Hechizado.
En aquel momento, 1707, el partido de Felipe ya había cobrado ventaja
sobre su oponente, que había tenido que retirarse a los territorios de la
Corona de Aragón. Aquella guerra tomó la apariencia en España de una
guerra civil, pero en realidad fue una guerra internacional. En Almansa se
alinearon con Felipe de Anjou los ejércitos de Francia, y en el bando
contrario, el del archiduque, formaron tropas inglesas, holandesas y
portuguesas. Los borbónicos presentaban una clara superioridad numérica y
su jefe, el duque de Berwick, supo aprovecharla.
El jefe de los franceses, el duque de Berwick, era francés de
nacimiento, pero se llamaba James Fitz-James, era hijo ilegítimo del rey
Jacobo II de Inglaterra, prestó servicio bajo las banderas inglesas y no pasó
a Francia hasta que la guerra entre católicos y protestantes llevó a estos
últimos al trono de Londres y obligó a su padre a exiliarse. Por su parte, el
general más significado del bando contrario en nuestra guerra de sucesión,
el conde de Galway y marqués de Ruvigny, era Henri de Massue, un francés
protestante que, exactamente por los mismos motivos religiosos que su
rival, había acabado mandando tropas inglesas. Estos jefes de guerra no
combatían por su nación, sino por su religión y su rey, que en la época eran
los fundamentos de la comunidad política. Tampoco las tropas españolas
pelearon entre sí por cuestiones territoriales, ideológicas o, mucho menos,
nacionales, sino por la fidelidad al monarca escogido. ¿Y qué ponía aquí
España? Unas pocas tropas en ambos bandos, aunque con presencia muy
mayoritaria en el borbónico, y la corona que estaba en juego.
La batalla de Almansa permitió a los partidarios de Felipe de Anjou
penetrar en el Reino de Valencia, territorio fiel al archiduque Carlos. Pronto
el Borbón abolirá los fueros valencianos, como había hecho con los
aragoneses. Desde entonces se conserva en Valencia un refrán popular:
«Cuando el mal viene de Almansa, a todos nos alcanza».

Otros hechos
693: Comienza en la España goda el XVI Concilio de Toledo,
bajo el rey Égica, que reforzó al poder real frente a cualquier
rebelión.
1532: Por cédula de Carlos I, la villa mexicana de Oaxaca
adquiere la condición de ciudad.
1607: Una flota holandesa ataca a los barcos españoles
estacionados frente a Gibraltar.
1849: El general Ramón Cabrera, jefe militar del carlismo,
abandona España camino del exilio. Es el final formal de la
segunda guerra carlista.
1852: Nace en Zamora el escritor Leopoldo Alas, llamado
Clarín.
1898: Estados Unidos declara formalmente la guerra a España.
26
de abril
El bombardeo de Guernica

Tal día como hoy, 26 de abril de 1937, tuvo lugar el bombardeo de


Guernica, uno de los hechos más famosos y también más tergiversados
de la guerra civil española.
El episodio se inscribe en la ofensiva de las tropas franquistas sobre el
frente norte. En abril de 1937, el mando de la Legión Cóndor alemana, que
combatía con el bando nacional, tomó una decisión militar equivocada. Sin
autorización del mando franquista, aviones alemanes e italianos
bombardearon la villa vasca de Guernica. Pretendían destruir el puente de la
ciudad para cortar la retirada republicana, pero no lograron su propósito.
Sin embargo, el bombardeo tendría unas consecuencias imprevisibles.
Con parte de la ciudad incendiada, se llamó a los bomberos de Bilbao,
pero estos, aunque estaban solo a 30 kilómetros, tardaron más de tres horas
en llegar. En ese lapso, el fuego se extendió por toda la ciudad. La
destrucción fue atroz, aunque las víctimas fueron comparativamente
escasas: 126 personas según el estudio más reciente, lejos de las 3.000 que
contó la propaganda. La mayor parte de la población ya se había puesto a
salvo. Pero las crónicas de los corresponsales extranjeros, copiándose unos
a otros, amplificaron el suceso hasta convertirlo en una hecatombe.
El suceso saltó todas las fronteras y llegó a un artista que esperaba
inspiración: Pablo Picasso, que había cobrado del Frente Popular 150.000
francos franceses para hacer un mural en la exposición internacional de
París y aún no había empezado su obra. El bombardeo de Guernica dio a
Picasso la inspiración que necesitaba. Así se construyó el mito de Guernica.
En la guerra civil española hubo más bombardeos sobre población
civil, y eso en los dos bandos. Muchos de ellos fueron bastante más
mortíferos que el de Guernica. Ninguno de ellos, sin embargo, tan célebre
como el de la villa vasca. Por eso se dice que la primera víctima de la
guerra siempre es la verdad.

Otros hechos
1196: Muere en Perpiñán Alfonso II el Casto, rey de Aragón,
que consolidó las posiciones de su corona en Occitania, en el
sur de Francia.
1295: Muere en Toledo Sancho IV el Bravo, rey de Castilla.
1743: Los ingleses atacan la fortaleza de Puerto Cabello, en
Venezuela. Después de un mes de asedio y 900 bombas, el
gobernador Gabriel de Zuloaga vencerá a los británicos.
1860: Paz de Tetuán, que pone fin a la primera guerra entre
España y Marruecos.
1898: Nace en Sevilla el poeta Vicente Aleixandre, exponente
de la Generación del 27, que será premio Nobel de Literatura
en 1977.
1899: El Gobierno Silvela suprime el Ministerio de Ultramar,
por falta de competencias.
1903: Se funda el club de fútbol Atlético de Madrid.
27
de abril
La conquista de las Filipinas

Tal día como hoy, 27 de abril de 1565, el conquistador guipuzcoano


Miguel López de Legazpi, un veterano de más de sesenta años, fundaba
en las islas Filipinas la ciudad de Cebú, el primer asentamiento español
en el archipiélago oriental.
Legazpi no era un conquistador; no, al menos, hasta entonces. Era un
escribano, uno de esos funcionarios reales que vertebraban el imperio con
su proba y oscura tenacidad. Pero era muy respetado en Nueva España,
llevaba a las espaldas una larga vida de servicio a la Corona y, además,
estaba libre de cargas familiares, todo lo cual le convertía en el hombre
idóneo para la aventura. Eso y, además, la viva recomendación de fray
Andrés de Urdaneta, el verdadero cerebro de la aventura española en el
Pacífico.
Aquel mes de abril La Capitana, el barco de Legazpi, había fondeado
frente a la isla de Cebú, en el centro del archipiélago filipino. Una canoa se
acercó. Llevaba a bordo a dos jefes nativos cubiertos de adornos y plumas,
escoltados por guerreros fuertemente armados. Eran el rajá Tupas, rey de
Cebú, y su aliado el Tamuñán. Gente inquietante, los dos nativos: Tupas era
hijo del mismo jefe indígena que unos años antes había matado a treinta
hombres de Magallanes en un banquete trampa; ahora el propio Tupas había
intentado combatir con Legazpi. El vasco, templado, propuso la paz dos
veces; a la tercera, recurrió a la artillería de sus barcos.
Ahora Tupas estaba vencido, pero Legazpi no quiso humillarle sino
que, una vez más, le propuso un acuerdo pacífico. Los nativos subieron a la
nao La Capitana. Firmarían el pacto. Y se haría conforme a los usos
locales. Sobre una mesa se colocaron tres tazas. Los tres hombres, frente a
frente –Legazpi, Tupas, Tamuñán–, sacaron sus dagas y, lentamente, se
dibujaron un corte en el pecho hasta que brotó la sangre. Era importante no
manifestar dolor. Serenamente, cada cual vertió en la taza la sangre propia.
Después, la sangre de los tres, junta, se mezcló con un chorro de vino. El
vino se escanció sobre las tazas. Los tres hombres bebieron la mezcla.
Así se firmó el pacto de sangre. Y así nació el dominio español en
aquellas islas, pronto bautizadas como Filipinas en honor al rey Felipe II.
En las posesiones de España ya no se ponía el sol. Las islas Filipinas
permanecerían bajo la Corona hasta 1898. Desde sus costas, el sacerdote y
navegante Urdaneta descubrió el camino para volver a América. En su
estela nacería la ruta del galeón de Manila, origen de la primera ruta estable
a través del océano Pacífico.

Otros hechos
711: Un contingente musulmán desembarca en Tarifa, Cádiz,
desde el norte de África. No vienen a invadir: son el socorro de
uno de los bandos en la guerra civil que libran los visigodos.
Pero pronto las cosas darán un giro inesperado.
1931: El Gobierno de la II República cambia la bandera de
España y adopta un nuevo diseño con una tercera franja
morada.
28
de abril
La primera gran victoria
del Gran Capitán

Tal día como hoy, 28 de abril de 1503, las tropas españolas derrotaban
a las francesas en la batalla de Ceriñola, en el reino de Nápoles. El
artífice de la victoria fue Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran
Capitán.
Fernández de Córdoba es sin duda uno de los mayores genios militares
de todos los tiempos. Aristócrata andaluz nacido en 1453, desde muy
temprano había entrado al servicio de Isabel de Castilla, la reina católica, en
calidad de paje. Empezó a combatir muy joven, antes de los veinte años, en
la guerra de sucesión castellana, y después en las batallas previas a la toma
de Granada. Ascendió rápidamente por méritos de guerra y en 1492, cuando
la reconquista de Granada, se le encomendó la tarea de acordar las últimas
negociaciones con los musulmanes. Pero su mayor gloria le llegaría en
Italia, en las campañas que España tuvo que librar contra Francia.
La apuesta era decisiva. España, por herencia de la Corona de Aragón,
tenía derechos sobre el reino de Nápoles, que abarcaba aproximadamente
todo el tercio sur de la península italiana más la isla de Sicilia. Francia,
temiendo que España le cerrara las salidas al Mediterráneo, trató de hacerse
con la pieza. Por eso Fernando el Católico tuvo que mandar allí sus tropas.
Y en Nápoles fue donde el Gran Capitán reformó a fondo la infantería
española hasta convertirla en la base de los famosos tercios. Adiestró a sus
hombres, que le idolatraban, en una rigurosa disciplina y les inculcó el
orgullo de cuerpo, la dignidad personal, el sentido del honor nacional y el
interés religioso. Hizo de la infantería española aquel ejército formidable
del que los franceses dijeron, después de haber luchado contra él, que «no
habían combatido con hombres sino con diablos».
La batalla de Ceriñola fue una lección magistral de táctica: después de
una marcha de velocidad atroz, el Gran Capitán llegó a tiempo de fortificar
a conciencia la ciudad, de manera que su defensa le otorgaba una enorme
ventaja, aun cuando sus fuerzas eran inferiores a las del enemigo. La batalla
no duró más de una hora, y fue suficiente para que los franceses perdieran a
la mitad de sus hombres (4.000 bajas en total), por apenas un centenar de
bajas españolas. Comenzaba la leyenda de los tercios españoles y también
la leyenda, gemela, de Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán,
que no quedaría empañada por las envidias ajenas.

Otros hechos
1611: Se funda en Manila, Filipinas, la Universidad de Santo
Tomás, la primera de Asia.
1770: Nace en Málaga la actriz Rita Alfonso García, Rita
Luna, reina de la escena entre los siglos XVIII y XIX, en rivalidad
con Rosario Fernández, la Tirana.
1832: Por razones humanitarias, se sustituye la horca por el
garrote vil como instrumento de ejecución de los condenados a
muerte.
1977: Legalización de los sindicatos UGT, CC.OO. y USO.
29
de abril
La conquista de Gran Canaria

Tal día como hoy, 29 de abril de 1483, tropas castellanas conquistaban


la isla de Gran Canaria, paso crucial en la incorporación del
archipiélago a nuestra comunidad histórica.
La historia de España no se puede escribir sin las Canarias. Aún no se
habían unido Castilla y Aragón, aún no había terminado la Reconquista, aún
no se había incorporado Navarra, y las islas Canarias ya iban siendo parte
de España. Fue a lo largo del siglo XV. En 1402, dos caballeros normandos
bien situados en la corte castellana obtienen el derecho de conquistar las
islas. Son Jean de Bethencourt y Gadifer de la Salle. No va a ser un camino
de rosas: los normandos se pelean, los aborígenes guanches no siempre son
pacíficos, los conquistadores discuten sobre si practicar o no el
esclavismo… Finalmente Gadifer se va y Bethencourt queda como único
dueño. Dominado Lanzarote, conquista Fuerteventura y después Hierro, que
repuebla con colonos normandos y castellanos. Luego cederá sus derechos a
un pariente, que a su vez los vende en 1418 al conde de Niebla. Las islas
cambian de manos sucesivas veces. Una familia, los Peraza, se hará con
ellas, tanto las conquistadas como las aún por conquistar. Incorporan La
Gomera previo pacto con los aborígenes. Serán los Peraza quienes en 1477
cedan a la Corona los derechos sobre las demás islas. Así Isabel y Fernando
tomaron en sus manos la colonización.
El primer objetivo de la corona fue precisamente Gran Canaria. En
junio de 1478 desembarca allí una expedición mandada por el aragonés
Juan Rejón. Pronto surgen los problemas: no tanto por la resistencia de
núcleos aborígenes como por las desavenencias entre los conquistadores,
que no ahorrarán alguna cabeza. La corona pone orden enviando a un nuevo
jefe: Pedro de Vera, que cuenta con refuerzos enviados desde Gomera –
entre ellos, numerosos nativos–. En Gran Canaria ocurrirá algo importante:
Alonso Fernández de Lugo, que combate a las órdenes de Pedro de Vera,
captura al caudillo guanche Tenesor Semidán. Tenesor es enviado a Castilla
y bautizado como Fernando Guanarteme. Los propios reyes apadrinan al
neófito. Devuelto a las islas como rey vasallo de la Corona española,
Fernando se convertirá en uno de los principales aliados de Castilla. La
resistencia de los guanches termina reducida a las montañas del interior.
Allí son copados por los castellanos. Fernando Guanarteme media en la
rendición. Los líderes guanches, para no entregarse a los vencedores, se
arrojan al vacío. Eso ocurrió el 29 de abril de 1483.
En los diez años siguientes se extenderá el dominio castellano a La
Palma y a Tenerife. Así las Canarias entraron a formar parte de la Historia
de España.

Otros hechos
1729: Felipe V declara institución oficial a los Mozos de
Escuadra, creados ocho años antes para sofocar los últimos
focos de insurrección austracista en Cataluña.
1927: Se inaugura la línea aérea Madrid-Lisboa-Sevilla.
1935: Nace la Vuelta Ciclista a España, patrocinada por el
diario Informaciones.
1994: Se da a la fuga el exdirector general de la Guardia Civil,
el socialista Luis Roldán, en uno de los casos de corrupción
más sonados de nuestra historia reciente.
30
de abril
Los trece puntos de Negrín

Tal día como hoy, 30 de abril de 1938, durante la guerra civil


española, el presidente del gobierno del Frente Popular, el socialista
Juan Negrín, daba a conocer públicamente sus «trece puntos»,
presentados formalmente como una propuesta para la paz.
Los Trece Puntos de Negrín proponían, entre otras cosas, cesar las
hostilidades, convocar un plebiscito para elegir la forma de Gobierno y
proteger la propiedad privada. Pero en realidad era una jugada estratégica
para ganar apoyos internacionales y retrasar lo más posible la derrota. En
aquel momento la situación del Frente Popular era calamitosa: la España
republicana se había convertido en feudo de los comunistas, que
controlaban todos los resortes de la vida pública y habían implantado una
férrea dictadura de terror a través del SIM, el Servicio de Información
Militar, marginando a los socialistas y persiguiendo a los anarquistas. El
propio Negrín se mantenía en el cargo por voluntad de los comunistas.
En el plano militar la situación aún era peor: los sublevados, el bando
«nacional», habían controlado ya todo el norte de la península, habían
vencido en Teruel y habían llegado al Mediterráneo, cortando la España
republicana en dos. Y en el plano internacional, el paisaje no era más
esperanzador: Inglaterra y Francia desconfiaban de aquella República
sovietizada y buscaban retrasar el ya inevitable conflicto con Alemania,
mientras el soviético Stalin, por su parte, empezaba a considerar su
presencia en España como un asunto secundario y menor.
Fue todo eso lo que llevó a Negrín a publicar aquellos trece puntos,
que bajo su apariencia de propuesta para la paz pretendían, en realidad,
ganarse el apoyo de Francia e Inglaterra para alargar la guerra civil y
enlazarla con la guerra europea que ya se adivinaba en el horizonte. La
jugada de Negrín fracasó. Las potencias europeas andaban en otras cosas. Y
Franco no iba a renunciar a una victoria que ya tenía en la mano. La guerra
aún se alargaría casi un año más, pero el Frente Popular estaba condenado.

Otros hechos
642: Es coronado en Toledo el rey godo Chindasvinto.
984: El caudillo andalusí Almanzor, dictador de Córdoba,
ocupa León y asesina a todos sus habitantes.
1508: El gobernador de La Española, Nicolás de Ovando,
recibe de Fernando el Católico la orden de construir iglesias en
el Nuevo Mundo.
1532: Pizarro funda en el Perú la aldea y puerto de Payta, el
más antiguo de ese país.
1586: Nace en Lima la religiosa Isabel Flores de Oliva, Santa
Rosa de Lima, primera persona nacida en América que es
canonizada.
1726: La Real Academia Española, fundada en 1713, presenta
al rey Felipe V su primera producción: el primer tomo del
Diccionario de autoridades.
1883: Nace en Oviedo el líder socialista Indalecio Prieto.
1909: El gobierno conservador de Maura reconoce el derecho
de huelga.
Mayo
1
de mayo
El día que perdimos las Filipinas

Tal día como hoy, 1 de mayo de 1898, la flota española era destruida
por los norteamericanos en la batalla de Cavite, frente a Manila. Fue el
principio de la derrota española en las islas Filipinas.
Los Estados Unidos buscaban expandir sus mercados hacia el Caribe y
el Pacífico. Cuba era uno de sus objetivos y las Filipinas, puerta al mar del
Sur de la China y al estrecho de Malaca, era inevitablemente otro. En
coordinación con el incidente del Maine en La Habana, la flota americana
del almirante Dewey marchó a Hong Kong dispuesta a entrar en combate.
Las Filipinas, territorio español desde mediados del siglo XVI, vivían una
seria crisis. Allí, como en América un siglo antes, había surgido una
burguesía criolla y mestiza que aspiraba a un mayor protagonismo. La
reacción del Gobierno español fue muy obtusa: entre la incomprensión y la
represión, dio alas a los revolucionarios con la ejecución de José Rizal en
1896. Un nuevo gobernador, Fernando Primo de Rivera, buscó una solución
negociada y, al tiempo que prometía reformas, inundaba de dinero a los
revolucionarios, que aceptaron la transacción. Pero entonces aparecieron los
americanos.
La flota de Dewey marchó sobre Filipinas. Sobradamente sabía que las
defensas españolas eran exiguas: en torno a 17.000 hombres, de los que dos
tercios eran nativos. La protección naval de las islas corría a cargo del
almirante Patricio Montojo y Pasarón, que había concebido una defensa
bien planeada sobre la base de cañones de costa y minas, centrada en la
bahía de Subic, lejos de Manila; aquel plan, por desgracia, llegó tarde.
Dewey se plantó allí con una fuerza muy superior en blindaje y artillería.
Montojo sabía que estaba en inferioridad. En vez de encerrarse en Manila y
dejar hablar a la artillería de costa, por ahorrar vidas civiles prefirió alejarse
y dio combate en alta mar. Fue una jugada suicida: los barcos yanquis
disparaban sobre los españoles sin que estos, con cañones de menor
alcance, pudieran contestar, mientras las baterías costeras, demasiado lejos
de la escena, asistían impotentes al drama. Después de dos horas de
combate, los americanos se retiraron. Montojo, vistos los daños de sus
barcos, ordenó vararlos en la bahía si volvía el enemigo. Y este, disipado el
humo del combate, volvió, en efecto, para disparar a placer sobre los barcos
inmovilizados. Montojo, mientras tanto, se había marchado a Manila. Más
tarde se le reprochará como abandono de puesto.
En aquella batalla de Cavite comenzó todo. El hundimiento de la
escuadra española y el dinero americano dieron nuevos bríos a la
revolución. La primera república filipina se proclamará precisamente en
Cavite. Poco podían imaginar los nativos que los yanquis iban a resultar un
patrón mucho más peligroso que los españoles.

Otros hechos
1243: Alfonso X, aún infante, reconquista la ciudad de Murcia.
1287: Roger de Lauria, almirante de la Corona de Aragón,
toma Augusta a los napolitanos.
1852: Nace en Petilla de Aragón Santiago Ramón y Cajal,
premio Nobel de Medicina en 1906.
2
de mayo
El pueblo se levanta contra los franceses

Tal día como hoy, 2 de mayo de 1808, el pueblo de Madrid se levantó


contra las tropas francesas que ocupaban el país. Hubo otros
levantamientos en otros lugares de España, pero este marcó el principio
de la Guerra de la Independencia contra la ocupación napoleónica.
Todo empezó cuando el jefe francés en Madrid, el mariscal Murat,
solicitó el traslado de dos hijos del rey: la reina de Etruria y el infante
Fernando de Paula, que estaban en el palacio real en Madrid. El pueblo, ya
soliviantado, interpretó que aquella salida de los infantes significaba
descabezar por completo a la corona, pues tanto Carlos IV como su hijo
Fernando se hallaban fuera (en Francia, arrastrándose ante Napoleón). Al
ver los carruajes destinados a los infantes, el pueblo estalla en una pura
reacción sentimental: «¡Que nos los llevan, que nos los llevan!», e invade
los patios de palacio. Murat, dispuesto a aplastar cualquier alboroto, manda
allá un batallón de granaderos que dispara contra la multitud. Pero el gentío
no se retira, sino que comienza a pelear.
En muy pocas horas la lucha se extiende a todo Madrid. Navajas y
cuchillos contra sables y cañones. Los madrileños intentan cerrar las puertas
de la ciudad para que no entre el grueso de las tropas francesas, pero Murat
ya ha introducido en las calles de la capital a 30.000 soldados. A partir de
ese momento, por toda la ciudad se repite lo mismo: los franceses cargan, la
multitud se desangra, pero los madrileños vuelven a atacar para vengar a
sus muertos. Ya no hay quien detenga la fuerza de la guerra. La multitud
acude al parque de Artillería de Monteleón en busca de armas. Los
oficiales, desobedeciendo las órdenes del rey, se levantan también. Allí
escribirán su página épica Daoiz y Velarde.
Mientras tanto, dos importantes personalidades del antiguo régimen,
Pérez Villamil y Esteban Fernández de León, enterados de lo que ha
sucedido, evalúan qué hacer. Resuelven promover un bando municipal que
firmarán los alcaldes de Móstoles, Andrés Torrejón y Simón Hernández.
Aquel bando decía así: «Los franceses apostados en las cercanías de Madrid
y dentro de la Corte, han tomado la defensa, sobre este pueblo capital y las
tropas españolas; de manera que en Madrid está corriendo a esta hora
mucha sangre. Como españoles es necesario que muramos por el rey y por
la patria, armándonos contra unos pérfidos que so color de amistad y
alianza nos quieren imponer un pesado yugo, después de haberse apoderado
de la augusta persona del rey; procedamos pues, a tomar las activas
providencias para escarmentar tanta perfidia…».
Un jinete de postas, Pedro Serrano, se encargó de llevar el bando por
todas partes a uña de caballo. El documento llegó al ejército español en
Extremadura. Así comenzó la guerra.

Otros hechos
1866: Combate naval en el puerto de El Callao, Perú: la
escuadra de Méndez Núñez bombardea las defensas peruanas.
1879: Se funda el Partido Socialista Obrero Español.
3
de mayo
Los fusilamientos del 3 de mayo

Tal día como hoy, 3 de mayo de 1808, las tropas francesas de


Napoleón ejecutaban en Madrid a los patriotas alzados el Dos de Mayo
en la capital de España.
La sublevación madrileña había fracasado. El jefe francés en Madrid,
el mariscal Murat, decidió dar un escarmiento, ponerlo todo bajo su control
y demostrar que en Madrid solo mandaba él. «La sangre francesa
derramada clama venganza», declaró Murat. Madrid quedó bajo estado de
excepción. Centenares de civiles fueron detenidos. La represión comenzó
en la misma noche del 2 de mayo, ocupó toda la madrugada del día 3 y duró
hasta el mediodía.
Goya inmortalizó aquellos hechos en su célebre cuadro Los
fusilamientos. Cayeron patriotas que habían participado en el levantamiento
popular, pero también muchos otros que habían sido detenidos con
cualquier pretexto. Los fusilamientos se ejecutaron, primero, en la fuente de
la Puerta del Sol y en la iglesia del Buen Suceso, después en San Ginés y en
la montaña del Príncipe Pío. La mayor parte de los caídos murió en el
Prado, donde hoy se levanta el monumento del Campo de la Lealtad. La
cifra de víctimas de la represión francesa en aquella jornada se calcula en
torno al millar.
La «Oda al Dos de Mayo» de Bernardo López se cierra con unos
versos que constituyen un excelente epitafio para aquellos héroes:
«Mártires de la lealtad / que del honor al arrullo / fuisteis de la patria
orgullo / y honra de la humanidad… / en la tumba descansad, / que el
valiente pueblo ibero / jura con rostro altanero / que hasta que España
sucumba, / no pisará vuestra tumba/ la planta del extranjero».
La represión de Murat acalló la resistencia en Madrid, pero será para
prender la mecha en el resto de España. Contra las previsiones de
Napoleón, que ignoraba el funcionamiento real del poder en España, las
juntas provinciales, una tras otra, declararon la guerra a los franceses, y
varias ciudades –Zaragoza, Valencia, etc.– hacían frente con éxito a las
tropas de ocupación. A Bonaparte le surgía un problema que terminaría
convirtiéndose en una verdadera pesadilla.

Otros hechos
1240: Fernando III el Santo reconquista Écija, en Sevilla.
1283: El almirante de Aragón Roger de Lauria derrota a los
franceses en Malta.
1428: Nace en Guadalajara Pedro González de Mendoza, que
será cardenal primado de España y personaje decisivo en la
España de finales del siglo XV.
1493: Breve «Inter caetera» del papa Alejandro VI que
reconoce a los reyes de España el derecho sobre las tierras
descubiertas por Colón e impone la evangelización de los
nativos.
1523: Cristóbal de Olid toma posesión de la actual Honduras
en nombre del rey de España.
1938: En plena guerra civil, el gobierno de Franco restablece
en su territorio a la Compañía de Jesús, expulsada por la II
República.
4
de mayo
El Vaticano reconoce a Franco

Tal día como hoy, 4 de mayo de 1938, durante la guerra civil española,
el Vaticano reconocía al Gobierno de Franco como único legítimo en
España, privando así al Frente Popular de reconocimiento diplomático
en Roma.
Era esta una decisión largamente esperada por el bando sublevado,
máxime después de las matanzas de religiosos perpetradas por el Gobierno
del Frente Popular. Aunque inicialmente el alzamiento del 18 de julio no
presentaba formalmente reivindicaciones de carácter religioso, la fuerte
represión de las izquierdas contra los católicos había dado a la sublevación
un aire de cruzada. La persecución religiosa en la España del Frente Popular
estaba siendo atroz: el número de religiosos asesinados en la retaguardia
republicana ascendió a 6.832, de los cuales 4.184 eran sacerdotes, 2.365
frailes y 283 monjas, la mayor parte de ellos ejecutados tras torturas
atroces. A esa cifra hay que sumar los seglares asesinados por ser católicos,
circunstancia que se daba en la mayoría de las 60.000 víctimas del terror
rojo.
En esa atmósfera, los obispos españoles habían publicado el 1 de julio
de 1937 una carta colectiva en la que condenaban la represión, apoyaban al
bando de Franco y conferían a la sublevación el rango de cruzada. La
guerra civil cobró una inequívoca dimensión religiosa. El Vaticano, sin
embargo, tardó en aplicar las oportunas consecuencias diplomáticas. Solo
en mayo de 1938, cuando Francia e Inglaterra dieron la espalda al Frente
Popular, se dio el paso.
El reconocimiento diplomático del Vaticano fue una gran victoria
política para la España de Franco. Los primeros países que reconocieron al
bando nacional como Gobierno legítimo de España habían sido Alemania,
Italia y Portugal. Francia y Gran Bretaña reconocerán igualmente al
Gobierno de Franco en febrero de 1939, antes de acabar la guerra civil
(aunque ya antes habían establecido lazos de comunicación). Y el régimen
de Franco, por su parte, convertirá el catolicismo en una de sus principales
señas de identidad. Lo seguiría siendo incluso cuando la Iglesia se apartó
del caudillo.

Otros hechos
1455: Expedición de Enrique IV de Castilla contra el Reino
musulmán de Granada en tierras de Málaga.
1502: Cristóbal Colón emprende su cuatro y último viaje a las
Indias.
1814: Fernando VII declara formalmente nulas la Constitución
de 1812 y todas las medidas adoptadas por las Cortes de Cádiz.
1875: Nace en Vitoria el escritor y pensador Ramiro de
Maeztu, uno de los nombres más representativos del
pensamiento conservador en el siglo XX.
1968: España cierra la verja fronteriza con Gibraltar.
1996: Es elegido presidente del Gobierno José María Aznar,
del Partido Popular, que había ganado las elecciones del 3 de
marzo anterior. Reelegido en 2000, gobernará ocho años.
5
de mayo
La hazaña de María Pita

Tal día como hoy, 5 de mayo de 1589, los ingleses desistían en su


intento de apoderarse de La Coruña. Entre los héroes que rechazaron
al invasor destacó una mujer: María Pita.
Dos años atrás, España había sufrido el revés de la Armada Invencible.
Los ingleses, seguros de que nuestra flota había quedado noqueada,
ejecutaban ahora su venganza con la llamada «Contraarmada» y un plan
muy ambicioso: saqueo de las ciudades del norte, ataque a Lisboa para
apoyar a los enemigos de Felipe II (rey de Portugal en aquel momento) y
establecimiento en las Azores para controlar el tráfico de Indias. Nada
menos. Movilizaron 146 barcos, 4.000 marineros, 20.000 soldados y 1.500
oficiales. Holanda puso hombres y dinero. Al frente, Francis Drake, el
corsario, y el general John Norreys. Pronto la arrogancia inglesa se
estrellaría contra la realidad. Primero, las tempestades. Después, el miedo,
que les hizo rehusar el ataque a San Sebastián. Más tarde, la sorpresa:
Santander estaba lleno de galeones españoles que completaban allí
reparaciones, porque nuestras bajas en el desastre de la Invencible habían
sido muy inferiores a lo que pensaban. Drake se dirige entonces contra La
Coruña, una ciudad sin otra defensa que una pequeña guarnición en las
murallas medievales. Y allí, después de tempestades, miedos y sorpresas, se
va a encontrar con algo aún más temible: una mujer decidida.
María Mayor Fernández de la Cámara Pita. Así se llamaba. Carnicera.
En este momento rondaba los treinta años y tenía una hija de corta edad. No
llevaba una vida fácil. Su primer marido, Xoan de Rois, carnicero, había
muerto. Entonces se casó con el también carnicero Gregorio de
Rocamonde. Cuando aparecieron los ingleses, toda la ciudad se aprestó a la
defensa, incluidos mujeres y niños. Entre las mujeres, María. Un alférez
inglés logra subir a lo alto de la muralla. El marido de María, Gregorio, cae
muerto. Y María, fiera, se lanza contra el inglés y lo mata. Los invasores se
quedan paralizados. La mayoría eran soldados bisoños: habían acudido
atraídos por el botín, no para morir a manos de una turbamulta de mujeres y
paisanos furiosos. Así que, intimidados, ponen pies en polvorosa.
Lo de Drake no pudo acabar peor. Después del varapalo de La Coruña
llegó a Portugal y se encontró con que nadie se levantaba contra el rey
Felipe. Frustrado, volvió a Inglaterra y el retorno fue aún más agrio:
tormentas y enfermedades diezmaron a la «Contraarmada». De sus 20.000
hombres solo quedaban 2.000 aptos para el combate. En cuanto a María, fue
recompensada por su valor: recibida por el rey, obtuvo plaza de soldado en
La Coruña, licencia para exportar mulas y una pensión que equivalía al
sueldo de un alférez más cinco escudos mensuales. Morirá en Cambre en
1643, a los ochenta y tres años de edad.

Otros hechos
1518: Juan de Grijalva descubre la península del Yucatán.
1545: Carlos I crea el Archivo General de Simancas, en
Valladolid.
1808: Abdicaciones de Bayona: Carlos IV y Fernando VII
ceden la corona a Napoleón.
1890: El Gobierno liberal de Sagasta promulga la ley del
sufragio universal.
6
de mayo
Cuando Stalin asomó los bigotes
en Cataluña

Tal día como hoy, 6 de mayo de 1937, el Partido Comunista ganaba en


Barcelona su particular guerra civil contra anarquistas y trotskistas.
Fueron los «sucesos de mayo».
Dentro del Frente Popular, y en particular en Cataluña, había una
guerra soterrada que estalló en toda su crudeza en mayo de 1937: los
revolucionarios de las anarquistas CNT y FAI, más el Partido Obrero de
Unificación Marxista, el POUM, contra los estalinistas del PSUC y la UGT,
ambos bajo la órbita del Partido Comunista y la Komintern. Los comunistas
veían que la deriva revolucionaria les estaba llevando a perder la guerra y
decidieron controlar ellos mismos los acontecimientos. En Cataluña, donde
había varias revoluciones al mismo tiempo, lograron la disolución del
caótico Comité de Milicias y, en un segundo movimiento, se apoderaron de
los órganos de orden público. El siguiente paso era, inevitablemente,
«purgar» a los anarquistas y a los trotskistas del POUM.
El 3 de mayo de 1937, el director comunista de orden público de la
Generalidad ordena a la guardia de asalto tomar el edificio de Telefónica,
centro de poder de la CNT. Los anarquistas contestan instalando una
ametralladora en el último piso. Ante la situación de guerra abierta en
Barcelona, los comités de barrio anarquistas se lanzan a la calle. La ciudad
se cubre de barricadas. Los anarquistas cuentan inmediatamente con el
respaldo del POUM. La Generalidad pide refuerzos a Madrid, pero Largo
Caballero no interviene. De repente aparece en liza un grupo anarquista
disidente llamado «los Amigos de Durruti» que ha abandonado el frente en
protesta por la militarización de las milicias. Los dirigentes de la FAI y de
la CNT descalifican al nuevo grupo, pero su discurso exasperado prende
con facilidad en unas masas anarquistas descontentas. Y el POUM está con
ellos.
Cuando los anarquistas vieron que la dirección de la CNT no les
respaldaba, empezaron a ceder. Ello no será óbice para que durante los días
siguientes Barcelona se convierta en una ensalada de tiros. Varias unidades
anarquistas del frente de Aragón se dirigen contra la ciudad, pero son
rechazadas por la propia aviación republicana. Cuando Largo Caballero se
decida a intervenir, no será para apoyar a la Generalidad, sino para colocar
en Barcelona más de 12.000 hombres entre guardias de asalto y carabineros.
Así sofocará simultáneamente la rebelión anarquista y la separatista. Según
la dirigente anarquista Federica Montseny, el número total de muertos
durante los «sucesos de mayo» ascendió a 400, más un millar de heridos. La
cifra que dio la prensa es mayor: 500 muertos. El resultado de la batalla será
inequívoco: el PCE encontrará vía libre, el POUM quedará físicamente
aniquilado y el poder de la CNT se reducirá al mínimo. Los comunistas
ocupan todos los puestos de poder. Stalin gana.

Otros hechos
1527: Tropas de Carlos I saquean Roma por la alianza del
papa con Francia.
1707: Se crea la Real Guardia de Alabarderos, origen de la
Guardia Real.
1809: Nace en el Valle de la Serena, Badajoz, el pensador y
político Juan Donoso Cortés.
7
de mayo
Jaime II pone la primera piedra
de la catedral de Barcelona

Tal día como hoy, 7 de mayo de 1298, se ponía la primera piedra de la


catedral gótica de Barcelona, reinando Jaime II de Aragón.
La catedral iba a elevarse sobre la antigua catedral románica,
construida a su vez sobre la vieja iglesia visigoda, que por su parte había
sido construida sobre una antigua basílica de tiempos romanos.
El rey Jaime II, nacido en Valencia, fue uno de los grandes monarcas
de la Corona de Aragón: hombre con temperamento de cruzado, en aquel
momento estaba disputándose con Castilla la frontera de Murcia, pero en
cuanto concluyó este conflicto se alió a los propios castellanos para lanzarse
sobre las posesiones musulmanas en el norte de África. No en vano
ostentaba los títulos de portaestandarte, almirante y capitán general de la
Santa Iglesia Católica.
Jaime II fue también el rey que dirigió la gran expansión mediterránea
de Aragón: conquistando Córcega y Cerdeña, interviniendo en Sicilia
(había heredado el reino en 1285 de su madre, Constanza) y patrocinando la
portentosa aventura de los almogávares en Grecia. Pasó a la historia como
«el Justo», entre otras razones porque fue él quien suprimió el tormento
como método judicial en Aragón. A su muerte en 1327, Jaime II de Aragón
dejaba a sus herederos un reino convertido en una auténtica potencia
europea. Le sucederá su hijo Alfonso IV.
Mientras tanto, la nueva catedral gótica de Barcelona iba creciendo sin
interrumpir en ningún momento el culto. El ábside, las capillas reales y la
cripta del presbiterio quedaron concluidos en 1338. Aún haría falta otro
siglo para terminar la catedral gótica de la Santa Cruz y de Santa Eulalia, la
catedral de Barcelona: una de las grandes joyas del gótico español. En su
interior se halla la cripta con los restos de Santa Eulalia, patrona de la
ciudad, y el Cristo de Lepanto, que los españoles llevaron en aquella
decisiva batalla.

Otros hechos
1662: Don Juan José de Austria penetra en Portugal y obtiene
una victoria importante en Jurumenha. El apoyo francés e
inglés a los portugueses frustrará cualquier otro éxito.
1704: En el marco de la Guerra de Sucesión, Portugal
reconoce al archiduque Carlos de Austria como legítimo
heredero de la Corona española.
1891: Primera piedra del edificio que albergará la Real
Academia Española, en Madrid.
1893: La reina María Cristina, regente de España, inaugura el
edificio de la Bolsa de Madrid.
1926: Guerra de Marruecos: Comienza la ofensiva
francoespañola contra el caudillo rifeño Abd el-Krim.
8
de mayo
Y Madrid fue capital de España

Tal día como hoy, 8 de mayo de 1561, el rey Felipe II trasladaba la


capital de España desde Valladolid hasta Madrid.
Valladolid había sido cabeza de la corte castellana desde principios del
siglo XIII, aunque no era capital permanente, pues había otras como Toledo
que igualmente ejercían como sede de la corte real. El traslado a Madrid
supuso que por primera vez una ciudad quedaba designada como capital
permanente del Reino. ¿Y por qué Felipe II escogió Madrid? Por política y
por amor.
Por amor, porque su esposa, la reina, Isabel de Valois, se aburría
enormemente en los muros del alcázar de Toledo. Y por política, porque
tanto Valladolid como Toledo eran ciudades complicadas: Valladolid,
porque en su día había apoyado la revuelta comunera, y Toledo, porque la
influencia del arzobispo interfería en las cosas de la corte. Madrid, por el
contrario, ofrecía al rey la ventaja de crear una corte a su propia medida y,
además, en un clima más grato y en mejor entorno natural y geográfico. No
dejaba de ser un villorrio de segundo orden en comparación con sus
linajudas antecesoras, pero eso obraba a favor de los propósitos del
monarca. El viejo alcázar de la villa se reformó a conciencia (lo hicieron los
arquitectos Gaspar de la Vega y Juan Bautista de Toledo) y ejercería de
palacio real hasta su incendio en 1734.
En cuanto a Valladolid, la mala fortuna quiso que en el mes de
septiembre de aquel mismo año un incendio arrasara la ciudad. El siniestro
comenzó en la casa del platero Juan de Granada y el fuerte viento lo
extendió por toda la villa: durante cincuenta horas, el fuego destruyó medio
millar de viviendas. Eso sí, la posterior restauración, amparada por Felipe
II, convirtió a la ciudad en vivero de los nuevos estilos herreriano y barroco.
Más tarde la capitalidad volvería de Madrid a Valladolid
temporalmente, bajo los auspicios del duque de Lerma, pero sería por solo
cinco años. Porque Madrid ya era la capital de España. En cuanto a Felipe
II, más adelante decidirá trasladarse a otro palacio más acorde con su propio
espíritu: el palacio-monasterio de San Lorenzo del Escorial.

Otros hechos
589: En el III Concilio de Toledo, los visigodos españoles
abandonan el arrianismo y se convierten al catolicismo
empezando por su rey, Recaredo.
1063: El rey Ramiro I, primer monarca de Aragón, muere
asesinado por un traidor ante los muros de Graus.
1254: Alfonso X el Sabio otorga la carta fundacional de la
Universidad de Salamanca.
1456: Enrique IV de Castilla reconquista Estepona (Málaga) a
los musulmanes.
1527: La expedición de Caboto descubre el río Paraná.
1541: El conquistador Hernando de Soto llega al río Misisipi,
bautizado como Río del Espíritu Santo.
1701: Las cortes reconocen como rey de España a Felipe V.
9
de mayo
Ortega y Gasset y su circunstancia

Tal día como hoy, 9 de mayo de 1883, nacía en Madrid el filósofo José
Ortega y Gasset, una de las figuras centrales de la cultura española del
siglo XX.
Formado en los difíciles años del Desastre del 98, criado en los
ambientes de la alta burguesía liberal, Ortega desarrolló un pensamiento
propio con claras influencias europeas más que españolas. Su filosofía se
sustancia en el denominado raciovitalismo, es decir, la tesis de que el
hombre ha de ser entendido como una combinación de ejercicio de la razón
y de fuerza vital. Todo ello en un contexto histórico que no determina, pero
sí encauza la acción humana: «Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo
a ella no me salvo yo».
Obras como La rebelión de las masas le consagraron como uno de los
intérpretes más agudos del siglo, aunque, como la mayoría de sus
contemporáneos en España, no fue capaz de interpretar la crisis nacional en
el contexto de la crisis general europea del principio del siglo XX. Desde los
años veinte Ortega y Gasset ejerció una enorme influencia en el campo
cultural y político a través de sus artículos en prensa, hasta el punto de que
se le puede considerar como el filósofo por antonomasia de esta época. En
1923 fundó la Revista de Occidente, una de las mayores empresas
intelectuales de siglo. Su pensamiento no está exento de puntos débiles. Sus
interpretaciones sobre la Historia de España son con frecuencia arbitrarias o
erróneas. Asimismo, su contribución a la vida política, como abanderado de
la II República, fue bastante desdichada: promovió con entusiasmo el
régimen republicano, pero enseguida empezó a criticarlo –con razón– y
terminó huyendo del Madrid rojo en 1936 y defendiendo la sublevación
militar. Lo mismo hicieron, por cierto, los otros «padres» del manifiesto
republicano, Marañón y Pérez de Ayala.
Exiliado en Europa y en Hispanoamérica durante la guerra, Ortega
volvió a España en 1946. El régimen de Franco no le permitió recuperar su
cátedra en la Universidad de Madrid, pero le pagó los sueldos atrasados y le
dejó crear un Instituto de Humanidades donde el filósofo enseñó hasta el fin
de sus días. Ortega y Gasset murió en Madrid en 1955, con setenta y dos
años de edad.

Otros hechos
1013: En el marasmo del hundimiento del califato andalusí,
tropas bereberes saquean Medina Azahara, la ciudad palatina
de Córdoba.
1540: El navegante Hernando de Alarcón zarpa de Acapulco
para explorar las costas de California. Desaparecerá en algún
lugar del río Colorado.
1781: Bernardo de Gálvez vence en Pensacola y expulsa a los
ingleses de Florida.
1929: Se inaugura la Exposición Iberoamericana de Sevilla,
primera en su género.
1950: El gobierno de Franco crea la compañía automovilística
española SEAT.
1976: Sucesos de Montejurra: dos militantes carlistas son
asesinados. La participación de los servicios del Ministerio del
Interior nunca quedó definitivamente aclarada.
10
de mayo
Azaña, presidente

Tal día como hoy, 10 de mayo de 1936, Manuel Azaña era designado
presidente de la II República española en una operación que el anterior
presidente, Alcalá-Zamora, denunció como un auténtico golpe de
Estado. Realmente lo fue.
Azaña, cabeza del Frente Popular, era presidente del Gobierno desde
las irregulares elecciones de febrero de 1936. Teóricamente tenía el poder
en sus manos, pero en la práctica el poder estaba en la calle, donde las
milicias de la izquierda –el PSOE, la UGT, los comunistas, los anarquistas–
se habían lanzado a una tenaz estrategia de violencia revolucionaria. En tal
tesitura, las personalidades más templadas del Frente Popular temieron que
la situación se les fuera de las manos. Así Azaña y el socialista Indalecio
Prieto se propusieron pactar una solución «moderada», con Azaña en la
presidencia de la República y Prieto en la del Gobierno.
La operación no era legal, pues el presidente electo era Alcalá-Zamora,
pero se hizo. Los conspiradores recurrieron a un efugio jurídico traído por
los pelos: un presidente no podía disolver las cortes dos veces sin permiso
de la Cámara. En realidad Alcalá no había ordenado más que una
disolución, porque la primera, la de 1933, era la de las cortes
constituyentes, pero eso importó poco. Las izquierdas lograron su objetivo.
Alcalá fue depuesto y Azaña tomó su lugar. Sin embargo, la jugada salió
mal: el ala «bolchevique» del PSOE, agrupada en torno a Largo Caballero,
no aceptó al también socialista Prieto como jefe del Gobierno. ¿Por qué?
Porque Largo Caballero, que desde enero de 1934 venía predicando un
régimen al estilo soviético, prefería un Gobierno republicano débil, sobre el
cual pudiera ejercer la presión de su fuerza política y sindical. Y así Azaña
fue, en efecto, a la cúspide del Estado, más ornamental que ejecutiva, pero
la jefatura del Gobierno quedó para un personaje menor, Casares,
amedrentado por la violencia callejera de la izquierda.
Con aquel movimiento, la II República quedó vista para sentencia. Ni
el gobierno ni, por supuesto, Manuel Azaña fueron capaces de detener la
violencia de la izquierda ni la reacción conspirativa de la derecha. No
tardaría en estallar la guerra civil.

Otros hechos
1497: Primer viaje a las Indias de Américo Vespucio.
1569: Muere en Montilla, Córdoba, el sacerdote San Juan de
Ávila, escritor ascético y doctor de la Iglesia.
1713: Felipe V implanta en España la Ley Sálica, que veta a
las mujeres el acceso al trono.
1840: Se funda en Barcelona la Sociedad de Tejedores,
considerada como el primer sindicato moderno de nuestro país.
1841: Las cortes nombran al general Espartero regente de
España.
1930: Muere en Córdoba el pintor Julio Romero de Torres,
reputadísimo artista durante el primer tercio del siglo XX.
1973: Se constituye en Mauritania el Frente Polisario para la
independencia del Sáhara occidental, territorio español.
Terminarán sometidos a Maruecos.
11
de mayo
El último viaje de Cristóbal Colón

Tal día como hoy, 11 de mayo de 1502, Cristóbal Colón emprendía


desde Sanlúcar de Barrameda su cuarto y último viaje a las Indias.
El almirante había descubierto las nuevas tierras diez años atrás. Ahora
Colón pasaba de los cincuenta años y su salud estaba bastante quebrantada,
pero seguía absorbido por la gran aventura atlántica. Los Reyes Católicos le
permitieron hacer ese viaje, con solo dos condiciones: una, no hacer
esclavos; la otra, no tocar tierra en la isla de La Española, pues aún
permanecían las huellas del conflicto suscitado en los años anteriores por
los enfrentamientos del descubridor con los gobernadores enviados por la
corona.
Colón llegó a Santo Domingo después de mes y medio de navegación.
En aquel viaje exploró las tierras de América central: Honduras, Nicaragua,
Costa Rica, Panamá… El almirante seguía buscando un paso hacia oriente,
obsesionado con llegar a las Indias (China, Japón, etc.). No lo encontró,
evidentemente. La expedición terminó anclada frente a las costas de
Jamaica. Las dificultades se sucedieron sin pausa: temporales, hambre,
motines… Los barcos quedaron afectados por la broma, un parásito que
corroe la madera. Varados en la isla, sin víveres, con la autoridad del
almirante por los suelos y la tripulación dividida en dos bandos, Colón aún
tuvo un postrer toque de genio: cuando los nativos amenazaron con cortar el
suministro de vituallas, el navegante, sabedor de que en breve habría un
eclipse de luna, amenazó a los indígenas de Jamaica con que los dioses
borrarían la luna si no le proporcionaban alimentos. Fue el 29 de febrero de
1504.
Los hombres que mandó Colón a La Española para buscar ayuda
encontraron mil dificultades: nadie en la isla quería cerca al navegante, que
en su etapa de gobierno había creado más problemas que otra cosa. El
socorro tardará un año en llegar. Finalmente Colón logró regresar a España
en noviembre de 1504.
La reina Isabel la Católica moría en ese mismo mes de noviembre. Una
época terminaba. El propio Colón moría poco después, en mayo de 1506,
envuelto en pleitos con la Corona. Pero aquel cuarto y último viaje había
abierto a los navegantes españoles la ruta hacia la América central.

Otros hechos
1570: Muere en Toledo el arquitecto Alonso de Covarrubias,
nombre señero del Renacimiento.
1780: Muere en Madrid el dramaturgo y poeta Nicolás
Fernández de Moratín, padre del también dramaturgo Leandro.
1904: Nace en Figueras, Gerona, Salvador Dalí, padre del
surrealismo.
1916: Nace en Padrón, La Coruña, el escritor Camilo José
Cela, premio Nobel en 1989.
1931: Elementos de izquierda «incontrolados» queman
iglesias y conventos en Madrid y otros puntos de España, ante
la pasividad del Gobierno Azaña.
12
de mayo
La quema de conventos de 1931

Tal día como hoy, 12 de mayo de 1931, se extendía a toda España la


quema de conventos y edificios religiosos iniciada por los republicanos
más radicales en Madrid el día anterior. No había pasado un mes desde
la proclamación de la República.
El Gobierno Azaña había conocido el 10 de mayo la intención de los
exaltados de quemar templos. Azaña, por toda respuesta, comentó que sería
un caso de «justicia inmanente» y otros ministros interpretaron la amenaza
como «tributo» que la iglesia paga «al pueblo soberano». El ministro Maura
propuso sacar a la guardia civil para frustrar los incendios, pero Azaña
pronunció su tristemente célebre: «Todos los conventos de Madrid no valen
la vida de un republicano». Así el Gobierno no moverá un dedo para
impedir los ataques.
Una comisión de los incendiarios llegó a Presidencia. El ministro
radical-socialista Marcelino Domingo se dirigió afectuosamente al jefe de
los pirómanos: era Pablo Rada, compañero de Ramón Franco en el Plus
Ultra y, como él, jacobino y exaltado. El alcalde de Madrid, Pedro Rico, de
la órbita de Azaña, emitió un bando tras los incidentes donde trataba de
reconducir a los incendiarios en los siguientes términos: «[Que] meditéis
sobre si la nobleza ingenua de vuestra exaltación […] no podrá producir
gran regocijo a los elementos partidarios del extinguido régimen
monárquico». Era la época en la que Política, el periódico de Azaña,
denunciaba «la sordidez de los obispos». No hubo represión gubernamental
por estos hechos. Al revés, el Gobierno aprovechó la situación para plantear
–así lo hizo Azaña– la expulsión de los jesuitas. Mientras esa medida llega,
el Gobierno expulsará al obispo de Vitoria, Mateo Múgica, el 18 de mayo, y
el 13 de junio al cardenal Segura. Y Largo Caballero, como de costumbre,
pedirá que se arme al «pueblo».
La «noble e ingenua exaltación» de los republicanos en 1931 se
extendió de Madrid a Levante y Andalucía. Ardió un centenar de iglesias y
edificios, incluidos centros de enseñanza: la escuela de Artes y Oficios, el
Colegio (obrero) de los Padres de la Doctrina Cristiana en Cuatro Caminos,
escuelas de salesianos. Fueron quemadas las bibliotecas de la casa profesa
de los Jesuitas (80.000 volúmenes, con ediciones príncipe del Siglo de Oro)
y la del Instituto Católico de Artes e Industrias (20.000 volúmenes y
archivos científicos). Perecieron numerosas obras de arte: Zurbarán, Valdés
Leal, Pacheco, Van Dyck, Coello, Mena, Montañés, Alonso Cano, templos
monumentales. Fueron arrasadas las sedes de siete periódicos derechistas en
Levante y Andalucía. Hubo tres muertos. Los atentados contra iglesias y
centros religiosos seguirán, de manera esporádica, durante toda la
República.

Otros hechos
1109: Muere el religioso e ingeniero Domingo García, Santo
Domingo de la Calzada.
1551: Se funda en Lima la Universidad de San Marcos, la
primera de América.
1767: Nace en Badajoz el polémico militar y político Manuel
Godoy, que será «hombre fuerte» de la monarquía de Carlos IV
entre 1792 y 1808.
13
de mayo
La guerra morisca y la paz
de las Alpujarras

Tal día como hoy, 13 de mayo de 1570, la Paz de las Alpujarras ponía
fin a la crudelísima guerra morisca, la sublevación de los musulmanes
bajo el reinado de Felipe II.
La Reconquista había dejado gran cantidad de mudéjares conversos en
el sur y el este del país: unos 275.000 para una población española de en
torno a siete millones. Teóricamente se habían convertido al cristianismo,
pero conservaban todos los rasgos de la cultura árabe: vestimentas, ritos,
escritura, lengua y, en muchos casos, también la religión. El poder les había
dejado en paz porque trabajaban en el campo, eran la base del sistema
señorial en el sur y ellos mismos, los moriscos, tributaban periódicamente a
la Corona sustanciosos donativos. Así, a lo largo del siglo XVI, los moriscos
conformarán una comunidad étnica singular, formalmente cristiana, pero de
cultura musulmana y separada del resto del país.
En época de Felipe II, la cuestión morisca se convirtió en un problema
político: el poder otomano se extendía al Mediterráneo occidental, los
piratas berberiscos asolaban las costas y el rey temía que los musulmanes
intentaran una nueva invasión. ¿En quién podrían apoyarse los invasores?
En los moriscos, claro. Y había razones para la desconfianza. Las
Alpujarras de Granada, zona mayoritariamente morisca, eran ya un
permanente escenario de conflicto. Todo empezó con bandas de salteadores
que atacaban las posesiones de los cristianos viejos y asesinaban a los
colonos. Felipe II, en respuesta, decidió prohibir las manifestaciones
externas de la cultura musulmana: la lengua árabe, los atuendos, las
ceremonias… Así comenzó la rebelión de las Alpujarras.
Fue un auténtico levantamiento político y militar. Los moriscos
eligieron rey: Fernando de Córdoba y Válor, descendiente de la familia
califal, que recuperó su nombre árabe de Abén Omeya (Abén Humeya le
llaman las crónicas). La sublevación tuvo apoyo económico desde Argelia y
ayuda berebere y turca. Corrió como la pólvora por todas las zonas de
mayoría musulmana. En 1569 los sublevados eran 4.000; al año siguiente
ya eran 25.000. A Felipe II le sorprendió con todos sus ejércitos en Flandes.
La población cristiana, indefensa, fue masacrada en terribles condiciones.
La misma crueldad, por cierto, emplearon los moriscos contra sí mismos: su
líder, Abén Omeya, murió apuñalado por sus propios hombres. Le sustituirá
su primo, Abén Abú, que correrá idéntica suerte.
Para entonces los españoles ya habían podido reunir un fuerte
contingente de tercios traídos de Flandes y Levante capitaneados nada
menos que por don Juan de Austria, el hermanastro del rey, que fue
implacable: pasó a la ofensiva, tomó ciudades, trató al enemigo con enorme
violencia. Consiguió su propósito, que era descorazonar a los moriscos,
desacreditar a sus jefes y forzarles a pactar una paz. Es mayo de 1570
cuando El Habaqui, el principal líder rebelde, se rinde. La presencia
morisca no duraría mucho más.

Otros hechos
1938: El Gobierno de Franco, dentro de la política social
falangista, crea la Magistratura de Trabajo para regular las
relaciones laborales.
14
de mayo
Fray Hernando de Talavera,
confesor de reyes

Tal día como hoy, 14 de mayo de 1507, moría en Granada el monje


jerónimo fray Hernando de Talavera, confesor de Isabel la Católica,
arzobispo de Granada y personalidad crucial en la consolidación de la
monarquía unificada de los Reyes Católicos.
Fray Hernando de Talavera era uno de los mayores talentos
humanísticos de su tiempo. Hijo de familia conversa (judía), originario de
Toledo, había nacido hacia 1428 y estudió Teología en la Universidad de
Salamanca. En esa casa, la más notable de España, enseñó Filosofía Moral
antes de ingresar en la orden jerónima. En 1470, con poco más de cuarenta
años, se le nombró prior del monasterio de Prado, en Valladolid. En el
cenobio estaría dieciséis años, pero la vida monacal no le apartó del mundo:
desde 1474 ejerció de confesor de Isabel de Castilla, que aún no era
formalmente reina, y al lado de esta mujer se mantuvo durante los años
siguientes.
La confianza de Isabel (y Fernando) en fray Hernando de Talavera será
absoluta: le encomendarán tareas como verificar los votos de Juana la
Beltraneja para neutralizar cualquier aspiración a la Corona, reducir las
rentas de la nobleza y reunir fondos para la guerra de Granada. También
jugó un papel decisivo en el primer viaje de Cristóbal Colón; a él, a
Talavera, se dirigió el fraile Antonio de Marchena para presentar en la corte
los proyectos del navegante. En aquel momento fray Hernando acababa de
dejar la diócesis de Salamanca para hacerse cargo de la de Ávila; puestos de
responsabilidad eclesiástica que en realidad eran complementos de su
función más importante: consejero áulico de los reyes. Fue el de Talavera
en persona quien abrió a Colón las puertas de la corte.
Después de la conquista de Granada, cuyos oficios celebró
personalmente, se le encomendó la evangelización de la población
musulmana como primer arzobispo de la nueva diócesis. Destacó por su
suavidad en el cometido, vetó que la Inquisición se instalara en Granada,
aprendió árabe e incluso promovió el primer diccionario español-arábigo: el
Vocabulista arábigo en letra castellana de fray Pedro de Alcalá, aparecido
en 1505. La política de mano blanda de Talavera, por desgracia, surtió poco
efecto, de manera que finalmente el cardenal Cisneros optó por una
estrategia ostensiblemente más expeditiva. Los últimos años de fray
Hernando fueron amargos: el inquisidor de Córdoba, Rodríguez de Lucero,
dio en encausar a los familiares del jerónimo por judaizantes. Hay que decir
que Cisneros y hasta el papa se pusieron de parte de fray Hernando. El
escándalo acabó con la carrera de Lucero.

Otros hechos
1163: El caudillo almohade Yusuf I sube al trono califal.
Pondrá capital en Sevilla.
1514: Se crea el cargo de Correo Mayor de las Indias, que
Fernando el Católico otorga al jurisconsulto Lorenzo Galíndez
de Carvajal.
1761: Carlos III aprueba las ordenanzas para el empedrado y
limpieza de Madrid.
1977: Juan de Borbón, hijo de Alfonso XIII y padre de Juan
Carlos I, renuncia a sus derechos dinásticos en beneficio de este
último.
15
de mayo
El primer virrey del Perú

Tal día como hoy, 15 de mayo de 1544, entraba el Lima el primer


virrey del Perú, Blasco Núñez de Vela. Le saludó una sublevación de
conquistadores que dio lugar a la Guerra de los Encomenderos.
Después de las riñas entre Pizarro y Almagro, las batallas entre sus
seguidores y los asesinatos de ambos, la situación en el Perú recién
conquistado era explosiva: bastaba una chispa para hacerla estallar. En esas
llegó allí la noticia de que el rey (Carlos I) había aprobado unas Leyes
Nuevas que abolían las encomiendas, es decir, las explotaciones agrarias o
mineras a cargo de españoles con mano de obra india, y con las leyes
venían otras dos novedades: el Perú se convertía en virreinato y el virrey era
don Blasco Núñez de Vela, un curtido veterano que había sido jefe de
hueste contra los berberiscos, inspector de galeras, perseguidor tenaz de
piratas y capitán general de la Armada. Casi nada.
El nuevo virrey se dirigió a Lima. Por el camino fue aboliendo
encomiendas y liberando indios, con la consiguiente indignación de los
lugareños. Lo hizo manu militari, lo cual le granjeó la inmediata
animadversión de los colonos. El 15 de mayo de 1544 entra en la capital
con gran pompa y boato. Al día siguiente pregona su intención de aplicar de
inmediato las Leyes Nuevas. Una noche, se detiene en su camino y entra a
cenar en una casa de postín. Según entra en el salón, descubre una pintada
en la pared: «A quien viniere a echarme de mi casa y hacienda, procuraré
yo echarle del mundo». El dueño de la casa se llamaba Antonio del Solar.
El virrey no parará hasta encarcelarle. Incluso le quiso dar garrote, y lo
habría hecho de no ser por las súplicas obispo de Lima, Jerónimo de
Loayza.
Ante la determinación del virrey, los encomenderos se organizaron. Lo
hicieron en torno a su líder natural: Gonzalo Pizarro, el único hermano del
conquistador que quedaba en el Perú. En Cuzco se nombró a Gonzalo
procurador general ante el rey. Gonzalo, desafiante, proclamó que no
reconocía al virrey y, en nombre del rey –eso sí–, marchó hacia Lima. La
disidencia llegó a todas partes. Incluso a funcionarios reales que deberían
haber estado al lado de Blasco Núñez. El virrey se enteró y reaccionó por
las bravas; incluso llegó a matar personalmente a un funcionario renuente.
Los oidores de la Audiencia, amedrentados por la situación, resolvieron
procesar al propio virrey. Blasco Núñez de Vela se vio juzgado, apresado y,
finalmente, sacado de Lima por una portezuela y embarcado hacia Panamá.
No era el final: Blasco volverá, dará la batalla contra los
encomenderos y perecerá en ella. Esa guerra aún hará correr más sangre.

Otros hechos
1303: Alonso Pérez de Guzmán, Guzmán el Bueno, funda
Chiclana de la Frontera.
1648: Felipe IV firma la Paz de Münster, que reconoce la
independencia de los Países Bajos.
1702: Inglaterra declara la guerra a Francia y España. Es la
Guerra de Sucesión.
16
de mayo
El hundimiento de Largo Caballero

Tal día como hoy, 16 de mayo de 1937, el Frente Popular vivía una
nueva convulsión durante la guerra civil española. El gobierno del
socialista Francisco Largo Caballero, acosado por los comunistas, por
la Unión Soviética y por otro sector del PSOE, terminaba cayendo y
renunciaba al poder.
Francisco Largo Caballero gobernaba en coalición con los comunistas,
los anarquistas, los republicanos y los separatistas desde septiembre de
1936. Era el hombre idóneo para encabezar un frente revolucionario:
aunque su trayectoria había sido siempre la de un moderado (incluso había
formado parte de la administración del dictador Primo de Rivera), desde
1932 Largo Caballero venía proponiendo una línea abiertamente
bolchevique orientada a instaurar la dictadura del proletariado. Agasajado
como el «Lenin español», aquel hombre de sesenta y cinco años promovió
el golpe contra la República de la revolución de 1934 y, después, no dejó de
invocar la insurrección armada y la guerra civil. Su periódico, Claridad,
será el portavoz de esa propuesta revolucionaria.
El Gobierno que formó en septiembre de 1936 se había propuesto
organizar el esfuerzo de guerra sin dejar por ello de hacer la revolución. Tan
radical fue su ejecutoria que el propio Stalin le recomendó moderación en
una célebre carta. La consecuencia de esa política había sido un caos
notable en la retaguardia, sacudida además por una fuerte represión, y una
imparable sucesión de derrotas en el frente. Largo había conseguido, sí,
crear un ejército: el Ejército Popular de la República, altamente politizado,
pero su eficacia militar era escasa. Para colmo, la Unión Soviética de Stalin
había aprovechado su enorme influencia en la España republicana para
ejecutar sus propias purgas, especialmente en Cataluña, contra los
anarquistas y los supuestos «trotskistas». Largo Caballero reaccionó con
una exhibición de poder mandando al ejército a Cataluña en mayo de 1937,
pero su mandato estaba visto para sentencia.
En aquel mismo mes de mayo, los soviéticos actuaban cerca del PSOE
para dar un giro a la situación. Propusieron un nuevo jefe de Gobierno: el
también socialista Juan Negrín. Largo Caballero se rindió a la evidencia el
16 de mayo: estaba vencido. Al día siguiente, 17, presentaba su dimisión y
Negrín era formalmente nombrado jefe del Gobierno de la España del
Frente Popular.

Otros hechos
1540: Nace en Torrehermosa, Zaragoza, San Pascual Bailón
Yubero.
1584: Santiago de Vera asume las funciones de gobernador de
las Islas Filipinas: disuadirá al rey Felipe II de su propósito de
abandonar la colonia por su excesivo coste.
1764: Se inaugura la Academia de Artillería en su
emplazamiento originario del Alcázar de Segovia. Es la
academia militar más antigua del mundo que permanece en
activo.
1811: Las tropas combinadas británicas, españolas y
portuguesas derrotan a los franceses en La Albuera, cerca de
Badajoz, en el marco de la Guerra de la Independencia.
17
de mayo
La «normalización internacional»
de Franco

Tal día como hoy, 17 de mayo de 1958, España ingresaba en el Fondo


Monetario Internacional y en el Banco de Reconstrucción y Fomento.
Después de largos años de aislamiento tras la Segunda Guerra
Mundial, aquello significaba un importantísimo reconocimiento
internacional para la España de Franco.
En 1945, al acabar la guerra, la presión soviética y de la izquierda
mundial había condenado a España al ostracismo: se veía a Franco como a
un colaborador de la Alemania nazi, a pesar de que su política de
neutralidad había beneficiado abundantemente a los aliados. España quedó
fuera del plan de reconstrucción denominado Plan Marshall y varios estados
pusieron severas restricciones al comercio con nuestro país. Fueron años
muy duros de escasez en España. Solo países como Argentina se
mantuvieron a nuestro lado. Sin embargo, el escenario internacional giraba
a favor de Franco: el conflicto entre los Estados Unidos y la Unión
Soviética obligaba a los americanos a buscar aliados, y la situación
estratégica de España era vital para ese nuevo marco de «guerra fría» entre
occidente y el comunismo.
En 1950 la ONU permitió que hubiera embajadores extranjeros en
España. El norteamericano fue de los primeros. En 1953 se firmó el primer
pacto político entre España y los Estados Unidos. Dos años después España
ingresaba en la ONU. La entrada en el Fondo Monetario Internacional y en
el Banco Mundial, tal día como hoy de 1958, permitió a España contar con
abundante financiación externa. Era lo que hacía falta para obtener la
acumulación de capital necesaria para la reconstrucción. El presidente
americano Eisenhower visitó a Franco en Madrid al año siguiente. El
aislamiento de la España de Franco quedaba roto y nuestro país tenía ya los
medios para dar un gran salto adelante: será el llamado «milagro económico
español», el avance económico más importante de toda nuestra historia.

Otros hechos
1509: Tropas españolas al mando del cardenal Cisneros, bajo
la dirección militar de Pedro Navarro, conquistan la ciudad
argelina de Orán.
1520: Carlos I reconoce a Diego Colón, hijo del descubridor,
los títulos de almirante y virrey de las Indias.
1845: Nace en Folgarolas, Barcelona, el sacerdote y poeta
Jacinto Verdaguer, maestro de la poesía en catalán.
1902: Alfonso XIII alcanza la mayoría de edad, jura la
Constitución y da comienzo a su reinado. Termina la regencia
de su madre, María Cristina.
1933: El Gobierno Azaña aprueba la ley de confesiones y
congregaciones religiosas, que ordena el cierre de todos los
centros de enseñanza católicos.
1935: El Gobierno Lerroux nombra a Francisco Franco jefe
del Estado Mayor del Ejército.
1958: Franco promulga ante las Cortes la Ley de Principios
del Movimiento Nacional, que establece los pilares básicos del
régimen.
18
de mayo
El último califa de Córdoba

Tal día como hoy, 19 de mayo de 1013, era asesinado por sus enemigos
bereberes el soberano de Córdoba Hisham II, realmente el último califa
digno de ese nombre en el califato andalusí.
Hisham era hijo de Alhakén II, el último gran soberano. Para su
desdicha, Alhakén murió en 976 y dejó al heredero con solo once años. La
circunstancia fue rápidamente aprovechada por los que ambicionaban el
poder. En todo el mundo musulmán (también en Oriente) se estaba
produciendo un fenómeno de gran importancia, y es que los califas, cuyo
poder era simultáneamente religioso y político, perdían progresivamente
atribuciones políticas en provecho de clanes o grupos más ambiciosos. En
Córdoba ocurrió lo mismo. Los que segaron la hierba bajo los pies de
Hisham fueron su madre, la vascona Subh, y un funcionario sin escrúpulos
llamado Almanzor. El califa, aquí como en oriente, quedó reducido a una
mera figura decorativa de carácter religioso. En otros términos, un pelele.
Un pelele en manos de Almanzor: eso es lo que fue el pobre Hisham
toda su vida. Mientras Almanzor, que llegó a intitularse rey, construía un
enorme poder sobre ríos de sangre y con inmensos ejércitos de mercenarios
bereberes, Hisham se dedicaba a disfrutar de la vida. Pero Almanzor murió,
sus descendientes no pudieron conservar un edificio que pesaba demasiado
y todas las fuerzas que el viejo dictador había tenido en un puño se
dispersaron, sembrando el caos por doquier. Por una parte estaban los
enormes contingentes bereberes traídos por Almanzor, que ahora actuaban
por libre; por otra, los sectores legitimistas, fieles al linaje califal, cada vez
menos poderosos; además, los eslavos, es decir, los guerreros profesionales
de origen cristiano que, cautivos, habían acabado en la hueste andalusí.
Ante la descomposición acelerada del paisaje, los cristianos españoles
meten la cuchara: tanto Castilla como Navarra y el condado de Barcelona
llegarán a saquear Córdoba.
En uno de esos vaivenes, Hisham acabó en la cárcel. Fue en febrero de
1009. Se proclamó califa a Muhammad II. En el viejo califato, desgarrado
en varias direcciones, todos peleaban contra todos. En julio de 1010 hubo
un nuevo giro, Muhammad fue asesinado por una facción rival y Hisham
volvió al trono. Durará menos de tres años, porque los bereberes derrocarán
a nuestro personaje para poner a su propio califa, Suleimán (que,
naturalmente, murió asesinado al poco tiempo). El cuerpo de Hisham II
nunca se encontró. Verosímilmente fue asesinado por los bereberes el 19 de
mayo de 1013, después de perder el poder. Otras fuentes dicen que
desapareció y se quitó de en medio. Tenía razones.

Otros hechos
1680: Se publica la recopilación de las Leyes de Indias: nueve
libros y más de 6.000 textos, exponente de la labor legislativa
española en América.
1781: Muere ejecutado en Cuzco José Gabriel Condorcanqui
Noguera, marqués de Oropesa, que se sublevó contra los
españoles con el seudónimo de Túpac Amaru II.
1845: El pretendiente carlista Carlos María Isidro abdica en su
hijo Carlos Luis.
19
de mayo
La derrota de Rocroi

Tal día como hoy, 18 de mayo de 1643, los tercios españoles sufrían
por primera vez una severa derrota: fue en la batalla de Rocroi, en las
Ardenas, en Francia.
España se encontraba en guerra con Francia, como tantas otras veces.
La acción española sobre Rocroi tenía por objeto aliviar la presión en las
fronteras nacionales. Mandaba la fuerza francesa Luis de Borbón-Condé,
duque de Enghien. El ejército español estaba compuesto por tercios
propiamente españoles y, además, contingentes italianos, alemanes y
valones. Ambos contendientes partían en condiciones muy semejantes, con
una fuerza de en torno a 24.000 hombres, y el desarrollo de la batalla fue
muy igualado. Pero cuando las cargas de la caballería francesa provocaron
la huida de los tercios italianos, los españoles quedaron solos frente al
enemigo. Aun así, los nuestros aguantaron formando una auténtica muralla
humana.
Las embestidas francesas se estrellaron una y otra vez contra los
tercios españoles. Los franceses lograron recuperar varios cañones, lo cual
desequilibró la balanza. Pero los españoles, a pesar de sus bajas, seguían sin
rendirse, pegados al terreno. Finalmente el duque de Enghien, temiendo la
llegada de refuerzos, ofreció a los españoles una rendición honrosa en
términos que era imposible rechazar: salir del campo en formación,
conservando las armas y con las banderas desplegadas, y dejando marchar a
la tropa hasta España sin que nadie les molestara. Así ocurrió, y los
supervivientes de Rocroi –en torno a la mitad de la fuerza– regresaron a
tierra española.
Es fama que, después de la batalla, un oficial francés preguntó a otro
español cuántos de los nuestros habían combatido, y que el español
contestó: «Contad los muertos». En realidad esto es más leyenda que otra
cosa. Las bajas del enemigo fueron muy semejantes a las del ejército
imperial. Pero sí es verdad que el mayor número de bajas se produjo en los
tercios españoles, por la sencilla razón de que los nuestros fueron los que
aguantaron hasta el final sobre el campo de batalla, mientras que nuestros
aliados huyeron antes. Francia se apresuró a explotar propagandísticamente
la victoria. Y el poder del imperio español recibía un duro golpe
psicológico.

Otros hechos
1445: Batalla de Olmedo en el contexto de las guerras civiles
castellanas: las tropas de Juan II y Álvaro de Luna derrotan a la
liga nobiliaria del infante Enrique de Aragón.
1478: La Corona de Aragón reprime un levantamiento sardo
en la batalla de Macomer, que pone fin a la revuelta de
Cerdeña.
1520: Carlos I concede a fray Bartolomé de las Casas permiso
para poblar Cumaná, en la actual Venezuela.
1579: Las provincias católicas de Flandes firman la Paz de
Arrás con Felipe II.
1912: Muere en Santander el erudito Marcelino Menéndez
Pelayo, nombre esencial de la cultura española en el siglo XX.
20
de mayo
La matanza del templo de Tenochtitlán

Tal día como hoy, 20 de mayo de 1520, la hueste de Pedro de Alvarado


perpetraba en el templo mayor de Tenochtitlán, la capital azteca, la
matanza de Toxcatl, que señalaría un punto sin retorno en la conquista
del imperio mexica.
En aquel momento los españoles ya no eran tanto conquistadores como
huéspedes. Hernán Cortés había logrado un delicado equilibrio que incluía
el vasallaje del emperador Moctezuma ante el rey de España, aún con la
oposición de notables aristócratas mexicas. Pero Cortés supo que el
gobernador de Cuba, Velázquez, le había declarado rebelde y mandaba un
ejército contra él. No le quedó otra opción que salir a dar la batalla. Dejó en
Tenochtitlán una pequeña hueste con Pedro de Alvarado al frente y partió
en busca del enemigo. Y aquí llegó la tragedia.
El 20 de mayo de 1520 los aztecas celebran el rito religioso de Toxcatl
en el templo mayor, una ceremonia en honor de los dioses Huitzilopochtli y
Tezcatlipoca destinada a conjurar el retorno de Quetzalcoatl y prolongar el
dominio mexica. Los nativos piden permiso a Alvarado, alejan del templo
mayor las imágenes de Cristo y de la Virgen llevadas por los españoles e
inician su liturgia. A partir de este momento, todo es confusión. Los
cronistas españoles aseguran que todo era una trampa para matar a
Alvarado; las fuentes indígenas dicen que era una celebración pacífica. El
hecho es que los nuestros, convencidos de que la aristocracia azteca va a
por ellos, deciden adelantarse, entran a saco en el templo y matan a los
cabecillas de la supuesta rebelión. Quizás el exceso de la matanza se
entienda mejor si señalamos que el rito de Toxcatl incluía sacrificios
humanos. Y Alvarado, por otra parte, nunca destacó por ser hombre dado a
los razonamientos complejos. Fue una matanza, sí. No se sabe cuánta gente
murió, pero debió de ser mucha, porque la fiesta de Toxcatl era una
ceremonia muy importante y el templo estaría lleno. Acto seguido, y para
prevenir represalias, Alvarado se llevó como rehén nada menos que al
propio Moctezuma. Era una declaración de guerra.
Cuando Cortés regresó a Tenochtitlán, la situación era insostenible.
Liberó a un hermano de Moctezuma, Cuitláhuac, para que apaciguara a los
aztecas, pero se sumó a la rebelión. Intentó entonces un último ardid
haciendo salir al propio Moctezuma al balcón del palacio, pero, en el
tumulto, una piedra lanzada por los indios mató al emperador. Los aztecas
se levantaron en masa y sitiaron a los españoles en el palacio. No quedaba
otra opción que la huida. Será en la medianoche del 30 de junio y pasará la
Historia como la Noche Triste.

Otros hechos
1485: Los castellanos reconquistan Ronda, clave del reino
nazarí de Granada.
1591: El conquistador Juan Ramírez de Velasco funda La
Rioja en la actual Argentina.
1741: La flota inglesa de Vernon se retira, vencida, de
Cartagena de Indias.
1973: El Frente Polisario se lanza a la lucha armada en la
provincia española del Sáhara Occidental.
21
de mayo
Felipe II, el «rey prudente»

Tal día como hoy, 21 de mayo de 1527, nacía en Valladolid el rey de


España Felipe II, que iba a ser uno de los monarcas más poderosos de
todos los tiempos.
Felipe era el hijo primogénito del emperador Carlos I de España y V
de Alemania y de la emperatriz Isabel de Portugal. Desde su mismo
nacimiento fue educado para asumir el trono de un país que ya era la
primera potencia mundial. La leyenda negra ha cubierto a Felipe II con un
manto siniestro de oscurantismo y violencia. En realidad no fue nada de
eso. Felipe II fue un rey prudente, a veces hasta el exceso, que se tentó
mucho la ropa antes de lanzarse a cualquier guerra y que, por otro lado,
multiplicó las iniciativas legislativas en favor de su pueblo. A Felipe II se
deben, por ejemplo, las fundaciones de hospitales y asilos para huérfanos e
indios en América. Y suya fue también la iniciativa de compilar la que en
su momento fue la primera biblioteca del mundo: la del palacio-monasterio
de El Escorial, ciclópeo monumento.
Le tocó pelear contra Francia, contra Inglaterra, contra los Países
Bajos y contra el Imperio Otomano, aparte de las luchas de conquista en
América y Asia, y las continuas algaradas contra los piratas berberiscos. Es
decir, contra todo el mundo a la vez. Sus matrimonios se explican por la
necesidad de trabar alianzas que aclararan un poco el paisaje. Así, se casó
con la infanta Manuela de Portugal, fallecida dos años después; con la reina
María de Inglaterra, fallecida cuatro años después; con la francesa Isabel de
Valois, fallecida nueve años después; de su última esposa, Ana de Austria,
nacería su heredero, Felipe III, porque sus anteriores matrimonios o fueron
estériles (como con María), o solo tuvo hijas (como con Isabel) o su hijo
resultó un demente, como aquel desdichado Carlos que concibió con
Manuela y cuya triste peripecia hundió al rey en la melancolía.
El «rey prudente» reformó la administración y la hacienda, impulsó
una nueva red de caminos, mandó construir presas para abastecer de agua a
regiones secas… La obra de gobierno de sus treinta y dos años de reinado,
controlada por él en primera persona, es crucial para nuestra historia. La
España de Felipe II iba a constituir el primer imperio global, con bases en
todos los continentes continuamente conectadas entre sí por una intensa red
de comunicaciones navales. Morirá anciano y enfermo, con setenta y un
años, dejando tras de sí un imperio en el que no se ponía el sol.

Otros hechos
822: Abderramán II es designado emir de Córdoba en un
ambiente de guerra por el trono. Gobernará con acierto, pero
con él empezarán las persecuciones de mozárabes.
1496: El papa Alejandro VI nombra a Cisneros obispo de
Toledo. En calidad de tal emprenderá una profunda reforma de
las órdenes religiosas.
1542: Muere a orillas del Misisipi el conquistador Hernando
de Soto.
1664: Nace en Fiorenzuola d’Arda el cardenal Giulio
Alberoni, principal consejero de Felipe V en los primeros años
de su reinado.
22
de mayo
El vuelo oceánico de Pombo

Tal día como hoy, 22 de mayo de 1935, llegaba a su momento


culminante la aventura del piloto español Juan Ignacio Pombo, el
primer aviador que cruzó el Atlántico sur sin escalas.
Pombo, natural de Santander, era hijo de otro aviador, Juan Pombo
Ibarra, el primero que cubrió el trayecto Santander-Madrid. La aviación
española de la época había escrito ya grandes hazañas, como el vuelo del
Plus Ultra en 1926 o el viaje trasatlántico de Barberán y Collar –de fatídico
final– en 1933. El proyecto de Pombo era extraordinario: un vuelo desde
España hasta México tocando África y varios países americanos. El
Gobierno Lerroux apoyó su aventura con 25.000 pesetas; la Diputación de
Santander puso el resto.
El 12 de mayo de 1935 despegaba Pombo de Santander en un aparato
británico de 130 caballos de potencia. ¿Qué avión era? Una avioneta
deportiva: una British Aircraft Tagle.2, monoplano de ala baja cantilever,
construida en madera contrachapada y dotada de un motor Gipsy Major.
Pombo le hizo las mejoras necesarias, empezando por un depósito de 694
litros de capacidad, que le daba una autonomía teórica de 3.800 kilómetros.
El avión se llamaba precisamente Santander. Pasó por Madrid, Sevilla, Ifni
y Senegal. Llegó el momento de cruzar el Atlántico desde África hasta
América. Eligió para ello la ruta entre Banjul, en Gambia, y Natal, en
Brasil. No llevaba paracaídas ni radio, y debía navegar a la estima puesto
que tampoco tenía radiogoniómetro ni sistemas astronómicos de
navegación.
Despegó de África el 20 de mayo. Después de dieciséis horas y
cuarenta y siete minutos y tras sufrir lluvias, tormentas y vientos
impetuosos, Pombo llegaba a Natal. Había recorrido 3.160 kilómetros.
Nunca antes había hecho nadie nada parecido. Después continuaría viaje
hasta Colombia, Venezuela, Panamá y México, donde Juan Ignacio Pombo
fue aclamado como un héroe. Había recorrido 15.970 kilómetros en 76
horas de vuelo. Una hazaña impresionante.
La política cortó la carrera de Pombo: represaliado por sus ideas
políticas (derechistas), en agosto de 1936 se presenta en el cuartel general
de los sublevados en Salamanca. En noviembre se le promovió a alférez y
combatió con una escuadrilla en los frentes del norte y de la sierra: treinta
servicios de guerra y 270 horas de vuelo. Terminaba diciembre de 1937
cuando una escoliosis dorsal le apartó del servicio en vuelo. Pasará
entonces a dirigir aeródromos. En 1943 decidió marchar a México, donde
residirá treinta años antes de volver a Santander, ciudad en la que murió el 5
de diciembre de 1985.

Otros hechos
1526: El papa Clemente VII promueve una alianza
antiespañola con Francia, Milán, Florencia y Venecia. Será
derrotado por Carlos I.
1766: Nace en Cádiz el militar Rafael Menacho, héroe de
Bailén y de Badajoz.
2004: El todavía príncipe Felipe –que reinará como Felipe VI–
se casa con Letizia Ortiz.
23
de mayo
Y el caballo llegó a América

Tal día como hoy, 23 de mayo de 1493, comenzaba la historia del


caballo en América. Los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Fernando
de Aragón, firmaban la cédula que autorizaba la exportación de
caballos al Nuevo Mundo.
Europa ha construido su civilización a caballo. Para un europeo, y más
en el siglo XV, la vida sin caballos era incomprensible. Pero en América no
había caballos. Por eso se pidió a los reyes que autorizaran el envío. Aquel
primer contingente quedó constituido por veinte caballos y cinco yeguas del
Reino de Granada. Así entró el caballo en el nuevo continente.
Aquellos caballos españoles, de raza ibérica, eran un compuesto
genético de caballos del Valle del Guadalquivir, rocines y jacas de trabajo
del norte de la península y caballos berberiscos del norte de África. El
resultado era un animal fuerte y valiente, resistente y apto lo mismo para el
trabajo que para el combate. De hecho, los caballos fueron decisivos para la
conquista de América tanto en la guerra como en el transporte.
Con el tiempo, algunos de estos animales pioneros se escaparon de las
haciendas y misiones, o fueron capturados por los indios, constituyendo
manadas que se desarrollaron de manera salvaje en las grandes praderas
tanto del sur, en la Pampa argentina, como en el norte, donde los indios los
domesticaron. Así nacieron las razas autóctonas americanas. Los caballos
de los pieles rojas eran hijos de los caballos españoles. La cultura del cow-
boy y del gaucho, del ganadero de grandes espacios, es igualmente una
herencia directa de la colonización española. El caballo terminaría
convirtiéndose en animal emblemático de América. Y todo eso salió de
aquella cédula firmada por los Reyes Católicos en 1493, tal día como hoy.

Otros hechos
1158: Tratado de Sahagún entre Sancho III de Castilla y su
hermano Fernando II de León.
1606: Nace en Madrid el erudito Juan Caramuel Lobkowitz,
monje cisterciense, filósofo, matemático, lingüista y lógico,
probablemente el cerebro más portentoso de su tiempo.
1735: Se funda en Madrid la Real Academia de la Historia.
1811: Nace en Málaga el político y empresario José de
Salamanca y Mayol, primer marqués de Salamanca, audaz
hombre de negocios y promotor, entre otras muchas cosas, del
barrio que hoy lleva su nombre en Madrid.
1823: Los Cien Mil Hijos de San Luis entran en Madrid sin
hallar resistencia. Fernando VII restablecerá el absolutismo.
1855: Nace en Chiclana de la Frontera, Cádiz, el militar
Enrique de las Morenas, uno de los «últimos de Filipinas», que
morirá en el sitio de Baler.
24
de mayo
La Constitución más longeva

Tal día como hoy, 24 de mayo, se promulgaba la Constitución


española de 1876, llamada a ser la más longeva de cuantas ha conocido
nuestro país.
España acababa de vivir los convulsos años de la revolución
democrática de 1868, la monarquía postiza de Amadeo de Saboya y la
fracasada I República de 1874. Un pronunciamiento militar, el del general
Martínez Campos, había restaurado la monarquía en la persona del joven
Alfonso XII. Las principales fuerzas políticas lo apoyaron.
Ahora el objetivo era volver a construir un orden político. Un
Gobierno presidido por el conservador Antonio Cánovas del Castillo
asumió la tarea de redactar una Constitución de carácter liberal que
garantizara las libertades fundamentales y asentara el poder ejecutivo de la
Corona. Eso fue la Constitución de 1876. España quedó definida como
monarquía constitucional, con el poder ejecutivo en manos de la Corona, un
poder legislativo compartido por las cortes y el rey y un poder judicial
independiente. El estado se organizaba según el modelo centralista
borbónico y se reconocía a la religión católica como la oficial del país, pero
con libertad de culto.
El punto débil de esta Constitución estaba en la fragilidad del poder
ejecutivo, sobre todo a partir del momento en que la Corona, ya con
Alfonso XIII, interfirió permanentemente en las tareas de Gobierno. Con
todo, la Constitución de 1876 garantizaría un largo periodo de estabilidad
política. No solo por sus virtudes, sino porque había un consenso básico
entre los podres del estado –tanto institucionales como fácticos– para
conservarla así. De hecho, cuando Miguel Primo de Rivera ensayó algún
retoque vio cómo todo el mundo se le echaba encima, empezando por el
rey. El dictador suspendió la Constitución con la aquiescencia del rey, pero
no se le permitió redactar otra.
La Constitución sobrevivió hasta la formación del comité
revolucionario de 1931, que proclamó la II República. La de 1876, la
Constitución de Cánovas, ha sido la de más larga duración de nuestra
historia. De momento.

Otros hechos
1821: Nace en San Andrés Tuxtla, Nueva España, hoy
México, el marino Juan Bautista Topete, varias veces ministro,
héroe de la guerra del Pacífico y vicealmirante de la Armada.
1872: Convenio de Amorebieta, iniciativa del general Serrano,
que pone fin a la insurrección carlista en Vizcaya. Sin embargo,
las cortes no respaldarán a Serrano por considerar sus
condiciones demasiado generosas: la tercera carlistada durará
hasta 1876.
1877: Muere en Wentworth, Gran Bretaña, a los setenta años
de edad, Ramón Cabrera, el Tigre del Maestrazgo, mítico jefe
militar de la primera y la segunda guerras carlistas.
1928: Se inaugura el servicio telefónico entre España y el
Reino Unido.
1999: Muere en Bilbao el político socialista Ramón Rubial,
presidente del PSOE desde 1979 hasta su muerte.
25
de mayo
La reconquista de Toledo

Tal día como hoy, 25 de mayo de 1085, el rey de Castilla y León


Alfonso VI hacía su entrada triunfal en Toledo, conquistada a los
musulmanes. Trescientos años después de la invasión musulmana, la
vieja ciudad del Tajo volvía a ser cristiana.
Toledo había sido la capital de la España goda y después de la invasión
musulmana conservó siempre un estatuto de primera importancia.
Gobernada por los patricios locales más que por los enviados de Córdoba,
las insurrecciones toledanas serán continuas; una de ellas causó la atroz
matanza de la Jornada del Foso. A los invasores les costará mucho sojuzgar
a la vieja capital.
Cuando se descompuso el califato, a principios del siglo XI, surgió en
torno a Toledo un reino taifa, es decir, una unidad política propia. La taifa
de la capital del Tajo llegó a ejercer su influencia sobre una amplia región
que ocupaba casi toda la actual Castilla-La Mancha. Pero la presión
cristiana en el norte no cedía y los sucesivos reyes de Castilla y León veían
la reconquista de Toledo como uno de sus objetivos primordiales. Con
Alfonso VI llegó la oportunidad.
El rey Alfonso, que conocía bien al rey moro toledano Al-Qadir, tejió
una intrincada red política en la que el moro acabaría cayendo. Con los
reinos musulmanes de taifas enfrentados entre sí, Castilla se convirtió al
mismo tiempo en una amenaza y en la única protección posible para el
Toledo moro. La ciudad se rindió sin lucha: todo el mundo sabía que
aceptar el dominio castellano era la única vía para no caer bajo el control de
los musulmanes de Sevilla o de cualquier otro poder. El 6 de mayo la
ciudad bajaba los brazos y dos semanas después entraba Alfonso VI en ella.
La noticia de la reconquista de Toledo se extendió por toda Europa
como un triunfo histórico de la cristiandad sobre el islam. Toledo se
convertiría inmediatamente en la capital de Castilla. Y bajo el impulso de
los clérigos cristianos sería también una capital cultural de primer orden, a
partir de las iniciativas de traducción del latín, el hebreo y el árabe de la
conocida como Escuela de Traductores de Toledo.

Otros hechos
1521: Carlos I de España y V de Alemania, emperador,
promulga el edicto de Worms, que declara proscrito a Martín
Lutero y prohíbe sus escritos.
1552: Muere en Toledo el clérigo Blas Ortiz, humanista,
jurista e inquisidor.
1734: Los ejércitos borbónicos vencen a los austriacos en
Bitonto y reconquistan el Reino de Nápoles. Ceñirá la corona
Carlos VII (el futuro Carlos III de España).
1808: La Junta de Asturias se declara soberana en nombre de
la Corona y declara la guerra al ejército de Napoleón.
1899: Muere en San Pedro del Pinatar, Murcia, el historiador y
político Emilio Castelar, último presidente de la I República,
cargo que ocupó cuatro meses.
26
de mayo
El primer emperador de España

Tal día como hoy, 26 de mayo de 1135, Alfonso VII, rey de León, se
hacía coronar «emperador de toda España». No era el primer rey
español que reivindicaba ese título, pero sí el único que fue reconocido
como tal por buena parte de los otros monarcas.
Desde los tiempos de Alfonso III el Magno, León, heredera del Reino
de Asturias, se había atribuido el rango de corona primogénita de la
cristiandad española. Entrado ya el siglo XII, con el poder musulmán
quebrado por la guerra entre almorávides y almohades, los reinos cristianos
estaban en condiciones de imponer su hegemonía, pero las querellas
internas producían una situación de perpetuo conflicto. No era posible
unificar a toda la cristiandad, pero sí hacer un gesto que subrayara la
autoridad moral de la corona primogénita. Eso significaba el título de
«emperador», enarbolado de forma meramente honorífica por todos los
reyes de León y también por Alfonso I de Aragón, pero sin más alcance que
sus propios territorios. Con más fundamento Sancho III de Navarra se había
intitulado «rey de toda España», aunque no emperador. ¿Era posible que el
rango de «emperador» fuera algo más que una inscripción en las monedas?
Alfonso VII de León pensaba que sí.
Alfonso VII, nacido en 1105 y coronado en 1126, había heredado León
de su madre, la reina Urraca, y obtenido Castilla por la retirada de su
padrastro, Alfonso I de Aragón. También había sometido a Navarra, que le
tributaba vasallaje, y su influencia se extendía hasta los condados del sur de
Francia y varios territorios musulmanes. Un poder realmente impresionante.
En virtud de ese poder decidió reactivar la idea imperial. Fue en León, el 26
de mayo de 1135. Todos los poderes de la España cristiana, con excepción
de Aragón y Portugal, acuden a la ceremonia. Está su cuñado Ramón
Berenguer IV. Está García Ramírez de Pamplona, que acaba de prestar
vasallaje personal a Alfonso en Nájera. Está Armengol de Urgel. Están,
además, los condes de los territorios franceses bajo influencia catalana y
aragonesa: Tolosa, Montpellier, Foix… También está el conde de Pallars. Y
está un moro: Zafadola, el reyezuelo de Rueda de Jalón, aliado del monarca
leonés.
Ante tan notable concurrencia, Alfonso VII es coronado como
Imperator totius Hispaniae. Acto seguido, todos ellos se dirigen a
Zaragoza, donde Alfonso otorga al navarro García Ramírez la tenencia de la
ciudad. Enseguida hay más adhesiones: los señores de Álava y Guipúzcoa
se declaran vasallos del emperador. Así la España cristiana quedaba soldada
en una unidad política entendida como un bloque de fe y de intereses. Y el
gozne de unión era la persona del Imperator totius Hispaniae, Alfonso VII.

Otros hechos
1504: Gonzalo Fernández de Córdoba apresa a César Borgia
en Italia y lo envía a España.
1573: La Armada española derrota a los Mendigos del Mar
holandeses en la batalla de Haarlemmermeer.
1642: Las tropas españolas de Francisco de Melo vencen a los
franceses en Honnecourt.
1808: Sevilla, Santander y Gijón se levantan contra la
ocupación napoleónica.
27
de mayo
Romero Landa, el hombre
que creó los barcos del XVIII

Tal día como hoy, 27 de mayo de 1735, nacía en Galaroza, Huelva, el


ingeniero naval y teniente general de la Armada José Joaquín Romero
y Fernández de Landa, el primer ingeniero naval de la Real Armada
Española.
Romero Landa, hijo de militar, ingresó con diecisiete años en un
regimiento de dragones (caballería) y dos años después sentó plaza en la
Escuela de Guardiamarinas. Con veintidós años era alférez de fragata y
participó en numerosas singladuras, particularmente en la lucha contra los
corsarios en el Mediterráneo. La corona estaba intentando reformar a fondo
la Armada para dotarla de buques más modernos. La ocasión apareció
cuando el secretario de Estado Grimaldi, que había sido embajador en París,
pidió al ministro francés Choiseul un constructor naval: después de todo,
Francia y España mantenían inmejorables relaciones por los pactos de
familia de los Borbones y ambos países compartían intereses frente a
Inglaterra. Ese constructor naval fue Francisco Gautier, que llegó a España
en 1765. Durante diecisiete años trabajará para la Corona. ¿Y a quién le
pondrán como adjunto y aprendiz? A un alférez de navío llamado Romero
Landa.
Romero se instaló con Gautier en el astillero de Guarnizo, en
Cantabria, y allí lo aprendió todo. En 1770 se creó el Cuerpo de Ingenieros
de Marina y Romero Landa fue el número dos, después de su maestro.
Entretanto se cruza en su vida el marino navarro Fernández de Castejón,
uno de los grandes nombres de la Armada española de aquel tiempo, y
Romero colabora con él, para irritación de Gautier. Son años de intensísima
actividad naval y Romero Landa está en el vértice de la pirámide. Los
astilleros se multiplican, los barcos también, e incluso las escuelas de
guardiamarinas con nuevos centros en Cartagena y Ferrol. Cuando
Fernández de Castejón sea nombrado secretario de Estado de Marina, la
figura de Romero Landa crecerá aún más. Gautier, el viejo maestro, dimite
en 1782 y vuelve a Francia. Romero Landa asciende a ingeniero general de
la Armada.
El balance creativo de Romero Landa es impresionante: en diez años,
entre 1784 y 1794, diseñó y supervisó la construcción de veinticinco barcos
de guerra. A su mano se deben ocho navíos de 112 cañones, ocho navíos de
74 cañones, tres navíos de 64 cañones y seis fragatas, construidos en los
astilleros de Ferrol, La Habana, Cartagena, Cádiz y Mahón. Muchos de
ellos combatirán en San Vicente y en Trafalgar, y algunos prolongarán su
vida hasta muy entrado el siglo XVIII. Nuestro hombre, que terminó su
carrera como teniente general de la Armada, morirá en Madrid en 1807. No
se le ahorró la amargura de Trafalgar, pero sí la humillación de la invasión
napoleónica.

Otros hechos
866: Muere Ordoño rey de Asturias. Le sucederá su hijo
I,
Alfonso III, que extenderá la reconquista hasta la línea del
Duero.
1517: Frailes dominicos y franciscanos de América envían a
los reyes de España la Carta Latina en defensa de los indígenas.
28
de mayo
La bandera de España

Tal día como hoy, 28 de mayo de 1785, el rey de España Carlos III
aprobaba los nuevos pabellones navales de nuestro país. De aquel
diseño nació directamente la bandera rojigualda, que pocos años
después se convertiría en bandera oficial de España.
Hasta aquel momento, y desde principios del siglo XVI, la enseña
tradicional española había sido la bandera blanca con la Cruz de San
Andrés en rojo, un distintivo traído a nuestro país por Felipe el Hermoso y
el emperador Carlos. Bajo esa bandera, con la Cruz de San Andrés, también
llamada de Borgoña, combatieron los tercios españoles en Europa y se
conquistó América. Pero aquella bandera tenía un serio inconveniente
práctico: en la mar era difícil distinguirla de las de otros países. La bandera
inglesa era también una cruz roja, la de San Jorge, sobre fondo blanco. La
bandera francesa era asimismo de fondo blanco, con escudo azul. A bordo
de un barco era difícil distinguir unas de otras. Los ingleses buscaron un
diseño con más colores y de ahí nació la actual bandera británica. Los
españoles hicieron lo propio. El rey Carlos III convocó un concurso de
ideas. El secretario de Estado y Marina, Antonio Valdés, echó mano de los
colores tradicionales de los reinos españoles y aportó aquella combinación
de rojo y oro viejo, es decir, gualda. Desde entonces aquella enseña ondeó
en los barcos españoles.
La bandera rojigualda no solo recuperaba los colores de Castilla,
Aragón y Navarra, sino que además presentaba numerosas ventajas
prácticas por su visibilidad. Pronto la bandera rojigualda se extendió
también a tierra. Parece ser que durante las batallas de la Guerra de la
Convención, contra la Francia revolucionaria, la rojigualda ya ondeaba en
los campamentos. En todo caso, la primera vez que apareció formalmente
en combate terrestre fue durante el sitio de Gerona, enarbolada por los
voluntarios catalanes. En 1843 se generalizó a todas las unidades militares
y, por extensión, a todo el país. Desde entonces es la bandera de España,
incluida la I República. Como es sabido, durante la época de la II
República, en 1931, la bandera fue sustituida por otra que incorporaba una
franja inferior morada. La innovación quería ser un homenaje a la Castilla
comunera, que los liberales del XIX representaron en el supuesto pendón
castellano, pero en realidad se trataba de un error: el pendón castellano
nunca fue morado, sino siempre carmesí. Ocurre que el modelo que sirvió
de inspiración a los círculos liberales era un ejemplar desteñido. De manera
que, incluso aquí, la bandera debió haber sido rojigualda.

Otros hechos
722: Según una tradición apócrifa, fecha de la batalla de
Covadonga, donde los asturianos de don Pelayo rechazaron a
los invasores musulmanes. Es la batalla fundacional del Reino
de Asturias y por ende de la Reconquista.
1486: Gonzalo Fernández de Córdoba reconquista Loja a los
musulmanes.
1767: En el contexto de la guerra contra los piratas
berberiscos, el rey de España firma con el de Marruecos un
tratado de paz que establece la libre navegación por el estrecho.
29
de mayo
Hubo españoles en la caída
de Constantinopla

Tal día como hoy, 29 de mayo de 1453, caía bajo la presión turca
Constantinopla, la capital del Imperio bizantino, heredero del Imperio
romano de oriente. Y hubo españoles defendiendo las murallas.
La caída de Constantinopla es un acontecimiento decisivo en la
historia universal y así se vivió en su tiempo. Se ponía fin al último vestigio
directo de la latinidad. En su lugar emergía un nuevo poder en Europa
oriental: el islam encarnado en el imperio otomano. El equilibrio de poder
en el viejo mundo quedaba alterado para siempre.
¿Y a España qué le iba en esto? Mucho. Para empezar, porque en aquel
episodio hubo españoles peleando al lado de los cristianos de Bizancio. Allí
estuvo Francisco de Toledo, un caballero castellano que quiso compartir
con el último emperador cristiano de oriente su destino fatal. Francisco de
Toledo había llegado a Constantinopla haciéndose pasar por pariente del
emperador Constantino. Después de muchas vicisitudes, el emperador le
acogió junto a sí. Pero no era el único español presente en aquel
acontecimiento trascendental. Aragón mantenía desde siglos atrás
relaciones muy intensas con el otro extremo del Mediterráneo. Una flota
aragonesa quiso también estar en aquella jornada: la mandaba el almirante
Pere Juliá y defendió el palacio cuando todo estaba perdido.
Tanto los marinos de Aragón como el caballero Francisco de Toledo
murieron en el empeño. Los aragoneses, defendiendo su castillo hasta el
último hombre. El castellano, batiéndose junto al emperador, codo con
codo, en la última línea de resistencia. Constantinopla cayó finalmente en
manos del turco. El vencedor, el cruel sultán Mehmed II, ordenó ejecutar a
todos los cristianos, incluido el cónsul de la Corona de Aragón en la ciudad,
Joan de la Vía, y toda su familia. La caída de Constantinopla abrió una
nueva etapa en la Historia. El poder turco en el Mediterráneo oriental será
incontestable hasta que España, otra vez, le ponga freno en la batalla de
Lepanto.

Otros hechos
931: Muere Jimeno Garcés, de la dinastía Jimena, que aseguró
la regencia del Reino de Pamplona durante seis años.
1379: Muere en Santo Domingo de la Calzada, con menos de
cincuenta años, el rey de Castilla Enrique II, primero de la Casa
de Trastámara.
1486: El caballero castellano Hernán Pérez del Pulgar
reconquista Salar, en Granada.
1860: Nace en Camprodón, Gerona, el pianista y compositor
Isaac Albéniz, uno de los grandes nombres de la música clásica
española.
1958: Muere el poeta Juan Ramón Jiménez, premio Nobel de
Literatura en 1956.
1991: La banda separatista ETA, en su intento de
desestabilizar mediante el terror la democracia española, atenta
contra el cuartel de la guardia civil en Vich, Barcelona. Matará
a diez personas, la mitad de ellos niños, y dejará 44 heridos, la
mayoría paisanos.
30
de mayo
La desdichada batalla de Uclés

Tal día como hoy, 30 de mayo del año 1108, las armas castellanas
libraban contra los almorávides la trascendental batalla de Uclés, en
Cuenca, que selló el destino de la cristiandad española durante el
siguiente medio siglo.
Hasta Uclés, en efecto, habían llegado los almorávides, la nueva secta
religioso-guerrera que se había hecho con el poder en el norte de África.
Los almorávides invadieron la península atacando a los reinos de taifas
musulmanes y apoderándose de Al-Ándalus. Les quedaba la región
valenciana, todavía musulmana, pero aliada de Castilla. Uclés era la llave
que abría el camino a Valencia y a Zaragoza. El rey Alfonso VI de Castilla,
consciente del peligro, envió a toda prisa al grueso de su ejército. Lo
encabezaba su propio hijo y heredero, el infante Sancho, acompañado por
Álvar Fáñez, el viejo lugarteniente del Cid. Un desertor del ejército
castellano, al parecer un joven de origen musulmán, ofreció a los
almorávides valiosas informaciones sobre el número y posición de las
armas castellanas. La batalla fue crudelísima. El infante Sancho, el
heredero, resultó herido. Para proteger su fuga, siete condes de Castilla
echaron pie a tierra y empeñaron sus vidas en el intento. El joven Sancho,
con una reducida escolta, galopa hacia el castillo de Belinchón. Y en el
campo quedan, cortando el camino, los siete condes que intentarán detener
a los almorávides.
¿Quiénes eran estos siete condes? Conocemos los nombres de seis de
ellos. Martín Flaínez y su hijo Gómez Martínez (los Flaínez eran un linaje
importantísimo en la ciudad de León). Los hermanos Diego y Lope
Sánchez, con su tío el magnate Lope Jiménez. Además, otro conde llamado
Fernando Díaz. En cuanto a la identidad del séptimo, hay dos versiones:
una dice que era el conde de Nájera, que había logrado salir vivo de la
batalla y que ahora, malherido, prefirió entregar la vida allí; otra da por
imposible conocer el nombre del héroe. El hecho es que los siete condes y
sus hombres murieron en el empeño. Los musulmanes, con su nulo sentido
para la caballerosidad, bautizaron al lugar como Siete Puercos. Solo años
más tarde, cuando Uclés sea recuperada, se cambiará su nombre por Siete
Condes. La denominación derivará a Sicuendes, donde hubo un poblado a
mitad de camino entre Tribaldos y Villarrubio.
Hoy allí no queda nada. Tampoco nada recuerda sobre el terreno la
gesta de los Siete Condes, salvo el papel de los libros. Al menos, eso sí, el
infante Sancho había logrado escapar. Pero no sirvió de nada: el propio
heredero era después asesinado por los invasores. Castilla se quedaba sin
heredero. El rey Alfonso, afectadísimo por la pérdida de su hijo y por la
derrota, fallecería un año después. La Reconquista quedó paralizada.
Vinieron años turbios para los reinos españoles.

Otros hechos
1580: Nace en Nápoles el marino Fadrique Álvarez de Toledo
y Mendoza, que derrotará reiteradas veces a holandeses,
ingleses y franceses en batallas navales.
1982: Bajo el gobierno socialista de Felipe González, España
entra en la OTAN.
31
de mayo
El atentado contra Alfonso XIII

Tal día como hoy, 31 de mayo de 1906, el anarquista Mateo Morral


atentaba en Madrid contra el rey Alfonso XIII, arrojando una bomba
al paso del cortejo nupcial de Alfonso y su esposa, la reina Victoria
Eugenia de Battenberg, nieta de la reina Victoria de Inglaterra.
El atentado causó una formidable conmoción, y no fue para menos.
Los reyes salieron ilesos, pero la bomba mató a treinta personas y otras
muchas quedaron heridas. Mateo Morral era un anarquista de origen
catalán, hijo de una acomodada familia de comerciantes textiles, que había
sido iniciado en esta ideología por Nicolás Estévanez y Francisco Ferrer
Guardia. Fue Estévanez quien entregó la bomba a Morral: un artefacto de
tipo Orsini, que explota al impactar. ¿Y quién era Estévanez? Un militar
revolucionario que había participado en el golpe de 1868 y en la
proclamación de la I República, ministro durante el breve periodo
republicano, y que partió al exilio con la restauración de la monarquía. El
hecho es que, pertrechado con el ingenio, Morral acudió al cortejo popular
que saludaba a los recién casados reyes. Camufló la bomba en un ramo de
flores. Desde una pensión de la calle Mayor, la arrojó al paso del carruaje
donde viajaban Alfonso XIII y Victoria Eugenia. La bomba chocó contra un
tendido eléctrico, se desvió y fue a caer sobre la multitud. La matanza fue
enorme.
El asesino consiguió huir. Fue localizado en Torrejón de Ardoz. Allí un
guardia le detuvo. Morral asesinó al guardia y después se suicidó de un tiro.
En el juicio por aquellos crímenes comparecieron varios anarquistas, entre
ellos Ferrer Guardia, y fueron condenados, pero se les indultó poco
después. Ferrer, no obstante, será ejecutado tres años más tarde como
instigador de los sucesos conocidos como Semana Trágica de Barcelona. En
cuanto a Estévanez, que ya era un anciano, falleció en su exilio de París. La
violencia anarquista se había convertido en un azote para el sistema de la
Restauración. A manos de anarquistas van a morir los presidentes Cánovas,
Canalejas y Dato, y otros como Maura escaparon por poco.
Durante la II República, los concejales republicanos de Madrid
quitaron a la calle Mayor su nombre para rebautizarla como calle de Mateo
Morral, lo cual era toda una declaración de intenciones. Al finalizar la
guerra civil volvió a llamarse calle Mayor.

Otros hechos
1410: Muere el rey de Aragón Martín I el Humano sin
descendencia viva. El consiguiente conflicto sucesorio llevará a
la Corona a la casa de Trastámara, que ya reinaba en castilla.
1565: El conquistador Diego de Villarroel funda la ciudad de
San Miguel de Tucumán, en la actual Argentina.
1611: Felipe III ordena la expulsión de los moriscos que aún
quedaban en Granada.
1774: Nace en Santiz, Salamanca, Julián Sánchez el Charro,
militar que organizará su propia unidad guerrillera durante la
Guerra de la Independencia.
1975: España firma la constitución de la Agencia Espacial
Europea.
Junio
1
de junio
La fundación de Cartagena de Indias

Tal día como hoy, 1 de junio de 1533, el conquistador español Pedro


de Heredia fundaba en Colombia la ciudad de Cartagena de Indias, así
llamada como homenaje a la Cartagena murciana, de donde procedía
la mayor parte de esta hueste conquistadora.
El tal Heredia era un tipo muy problemático, siempre envuelto en
pendencias, pero de una energía inagotable. De él se cuenta que perdió la
nariz en un duelo; un cirujano madrileño se la recompuso por el singular
procedimiento de abrirle el bíceps izquierdo y hacerle hundir en él lo que le
quedaba de apéndice nasal; al cabo de dos meses de «tratamiento», unas
carnes habían añadido lo que les faltaba a las otras. Será verdad o mentira,
pero tal es la leyenda que acompañó a Heredia.
El conquistador pasó a América muy temprano y, tras varios años en la
isla de La Española, obtuvo autorización para explorar la actual Colombia,
que entonces se llamaba Nueva Andalucía. En Sevilla alistó un galeón, una
carabela y un patache, así como a ciento cincuenta hombres. La hueste
aumentó al hacer escala en Puerto Rico. Cuando desembarcó en la bahía de
Calamar llevaba consigo una auténtica multitud para poblar la región:
trescientos soldados y numerosas mujeres, indias y negros. Tras algunos
encuentros con los indios, a veces hostiles y a veces no, Heredia nombró al
cabildo de la ciudad, repartió los solares y firmó pactos de amistad con los
caciques de las islas próximas. Esos pactos, como era habitual durante la
Conquista, le obligaban a ayudar a unos caciques contra otros, de manera
que a las guerras que libraban los nativos entre sí se sumaron las que el
propio Heredia traía, que no fueron pocas.
Desde aquella base de Cartagena de Indias, Heredia y sus cartageneros
emprendieron una expedición hacia el interior en busca de oro. Lo
encontraron: la expedición regresó con un botín de un millón y medio de
ducados en oro. Cada soldado recibió seis mil ducados, mucho más que lo
que obtuvieron los que habían conquistado México y Perú. Hoy Cartagena
de Indias es una ciudad de cerca de un millón de habitantes que figura a la
cabeza de la oferta turística colombiana. En cuanto a Heredia, aún vivirá
veinte años más, siempre metido en pendencias, algunas de muy mal cariz.
Murió en un naufragio en España, frente a las costas de Cádiz.

Otros hechos
1068: Muere en el monasterio de Oña, en el norte de Burgos,
San Íñigo, consejero de Sancho III el Mayor de Navarra.
1252: Alfonso X es proclamado rey de Castilla.
1778: La expedición malagueña de Francisco Bouligny zarpa
hacia Luisisna. Allí fundarán la ciudad de Nueva Iberia.
1851: Nace en Cartagena el militar y científico Isaac Peral,
inventor del primer submarino torpedero.
1952: Se suprimen las cartillas de racionamiento, al mismo
tiempo que en Gran Bretaña.
2
de junio
¿Y la batalla de Covadonga?

Tal día como hoy, 2 de junio de 722, pudo librarse la batalla de


Covadonga, el origen de la Reconquista. O quizá el 28 de mayo, según
cierta tradición apócrifa. O una semana antes. O a mediados de junio.
No podemos saberlo porque la Historia solo nos ha legado una vaga
alusión a la primavera. La batalla, sin embargo, existió. Y de ella
venimos todos.
La historia es bien conocida. Los musulmanes entran en España en 711
para ayudar a uno de los bandos en la guerra civil visigoda. Ven que el país
está deshecho y deciden quedarse: traen más hombres, sus aliados godos
pasan de patronos a empleados y, a base de sangre en unos sitios y pactos
en otros, se hacen con el poder en la península. Toda la vieja España goda
parece dominada, pero entonces surge un foco rebelde: en Asturias, un
espatario del rey Rodrigo llamado Pelayo encabeza una sublevación. Solo
es un altercado local, pero la mecha prende y los rebeldes desafían al
gobernador moro de Gijón, Munuza. Mil leyendas trenzan los
acontecimientos, pero quedémonos con lo esencial: los rebeldes, acosados
por las tropas sarracenas, buscan refugio en una cueva dedicada a la Virgen:
Covadonga.
Los rebeldes cristianos, pocos y mal armados, pero fuertes en un
terreno que conocían, fueron atacados por los musulmanes. Estos, tal vez,
habrían podido obtener la victoria si se hubieran limitado a un asedio para
matar de hambre a los rebeldes. Pero llevados probablemente del desprecio
que sentían hacia aquellos «asnos salvajes» (así los llaman las crónicas
moras), cometieron el error de atacar. Un error, sí, porque mover ejércitos
por un paraje como aquel, montañoso, y para ellos desconocido, era
arriesgarse al colapso. Dice la leyenda que las flechas moras, al llegar hasta
donde estaban los cristianos, daban la vuelta y volvían sobre los moros;
puede perfectamente ser verdad: cuando se lanza una flecha hacia arriba,
esta vuelve a caer por pura ley de la gravedad. Y todo indica que un ejército
así desconcertado, atacado desde lo alto por piedras y flechas, incapaz de
responder y de moverse, muy bien pudo ser desarbolado por una carga de
pocos hombres decididos y que actuaran sobre un solo punto, como dice la
tradición que hizo Pelayo. Sorprendidos, los moros trataron de retroceder
hacia terreno llano, en la campa de Cangas. Inútilmente.
La gran derrota musulmana, sin embargo, llegó después. Con sus filas
desordenadas, los moros trataron de replegarse como pudieron por los
macizos de los Picos de Europa, que desconocían, exponiéndose a todo
género de emboscadas. Allí fue la hecatombe. Atrapados en una montaña
sin salida, anegados por los ríos desbordados, acosados en todos los flancos
por los rebeldes montañeses, que desde lo alto de las laderas desprendían
grandes rocas sobre la tropa mora, el orgulloso cuerpo expedicionario
musulmán terminó aniquilado. Muy poco después, el gobernador moro del
norte, Munuza, abandonaba Gijón; dice la tradición que fue derrotado y
muerto en su fuga. Y en Asturias gobernó Pelayo.

Otros hechos
1625: Las tropas españolas de Spínola logran la rendición de
Breda, en Flandes. Tres días después se entregaría la ciudad. Es
la escena que inmortalizó Velázquez.
1782: Se funda en Madrid el Banco de San Carlos, origen del
Banco de España.
3
de junio
La universidad de México
inaugura sus clases

Tal día como hoy, 3 de junio de 1553, inauguraba sus clases la Real
Universidad de México, una de las primeras obras españolas en
América.
La Real Universidad de México se inauguró en realidad varias veces.
Primero fue la cédula oficial de creación bajo la firma del rey Carlos I, en
1551. Después, dos años más tarde, en enero de 1553, la inauguración
formal del instituto, y al fin, en junio de ese año, la inauguración efectiva,
que fue cuando los primeros alumnos entraron en las aulas. Lo más notable
es que para aquella fecha los nuestros apenas habían asentado su dominio
sobre el territorio de la Nueva España: Tenochtitlán había caído en 1521 y
solo controlar el Yucatán, por ejemplo, iba a llevar veinte años. Pero el
designio español en las Indias era levantar allí un mundo de no menor rango
que el de la península. En Santo Domingo había universidad desde 1538 y
en Lima desde muy pocos meses antes que la mexicana. Es que las Indias
no eran colonias. Y México era Nueva España, nada menos.
La iniciativa corrió a cargo del arzobispo fray Juan de Zumárraga y el
virrey Antonio de Mendoza. Zumárraga se proponía «educar a los recién
convertidos», aunque en realidad los alumnos de esta universidad no serían
tanto los indios como los criollos y los mestizos, hijos de los españoles de la
primera hora. Como modelo de organización escogió a la Universidad de
Bolonia, y su programa docente se inspiró en la Universidad de París. Sus
estatutos fueron los mismos que los de Salamanca.
Durante muchos años, los mejores religiosos, profesionales y
académicos de la teología, derecho y medicina de América –y de buena
parte de Europa– saldrán de esta universidad. A principios del siglo XIX
Alexander von Humboldt se maravillaba de que el nivel científico en Nueva
España fuera semejante al de Alemania. Hoy la Universidad Autónoma de
México se reconoce en su tradición.

Otros hechos
1453: El caballero Álvaro de Luna, valido de Juan II de
Castilla, que había sido el hombre más poderoso del Reino, es
decapitado bajo el cargo de haber asesinado al contador mayor.
1523: Muere ejecutado en Mallorca Joanot Colom, caudillo de
las Germanías de la isla, sublevado contra el rey Carlos I.
1568: Muere en Ciudad de México el sacerdote y navegante
Andrés de Urdaneta, al que se debe, entre otras muchas cosas,
el hallazgo de la ruta para volver desde Asia a América.
1769: El eminente astrónomo y marino Vicente Tofiño (1732-
1795), director de la Academia de Guardiamarinas de Cádiz,
logra observar el paso de Venus por el Sol.
1863: Un terremoto destruye la catedral de Manila. Entre las
víctimas que se hallaban en el interior figuran los miembros del
cabildo de la ciudad.
1905: El rey Alfonso XIII sale ileso de un atentado en París: el
autor es Mateo Morral, el mismo que volverá a intentarlo en
1906, en Madrid, causando una matanza.
4
de junio
La muerte del general Mola

Tal día como hoy, 4 de junio de 1937, el bando nacional de nuestra


guerra civil enterraba al general Emilio Mola Vida, primer director de
la sublevación militar.
El general Mola había muerto la víspera en accidente de aviación.
Después de un vuelo de observación por el frente norte, el avión que le
transportaba entró en una zona de temporal y capotó; cayó a tierra y
murieron todos sus ocupantes.
Mola era un brillante militar que había hecho lo esencial de su carrera
en la guerra de Marruecos. General en 1927, con cuarenta años, en los
últimos meses de la monarquía fue director general de Seguridad, lo cual no
le perdonarían las izquierdas. En 1932, aprovechando el golpe del general
Sanjurjo, el gobierno republicano de Azaña inventó que Mola estaba
implicado en la intentona y le expulsó del ejército, lo cual le dejó en una
situación personal dificilísima. Tuvo que dedicarse a fabricar juguetes para
sobrevivir, porque, hombre cabal como era, no se había enriquecido en
ninguno de sus anteriores destinos.
A partir de este momento Mola albergará una hostilidad sin límites
hacia Azaña. El general fue amnistiado en 1934, con el gobierno de
Lerroux, y volvió al ejército, en el Estado Mayor primero y en el
protectorado marroquí después. Dos años más tarde, el gobierno del Frente
Popular le apartó a Pamplona creyendo que así podría neutralizarle. Pero
Mola se convirtió en director de las conspiraciones militares contra el
Frente Popular («El Director» era precisamente su sobrenombre), y por él
pasaron todas las decisiones que llevaron a la sublevación del 18 de julio de
1936. Mola había planteado la acción como un alzamiento militar
republicano con ocupación de las principales capitales del país: los fracasos
de Fanjul y Goded en Madrid y Barcelona torcieron las previsiones.
Se ha especulado mucho sobre si el accidente que le costó la vida fue
un sabotaje. En realidad nada demuestra tal cosa. Mola estuvo entre los
primeros que auparon a Franco al mando único del bando nacional. Su
muerte se debió, lisa y llanamente, a un accidente en condiciones
climatológicas adversas. El hecho es que, muerto primero Sanjurjo, y
después Mola, Franco quedaba como único líder indiscutible de los
sublevados.

Otros hechos
1094: Sube al trono de Aragón Pedro I, que reinará diez años.
1507: Fernando el Católico, que estaba en Nápoles, viaja a
España para asumir la regencia de Castilla.
1536: El conquistador Diego de Almagro, después de una
travesía atroz, llega a Chile.
1742: Nace en Zaragoza el erudito Melchor de Azagra, de
verdadero nombre Jordán de Asso, diplomático, naturalista,
jurista e historiador.
1923: Pistoleros anarquistas asesinan al cardenal Juan
Soldevila, arzobispo de Zaragoza, por su apoyo al sindicalismo
católico.
5
de junio
Así empezó la Guerra de Flandes

Tal día como hoy, 5 de junio de 1568, el duque de Alba ordenaba


decapitar a los condes Egmont y Horn, líderes de la rebelión de Flandes
contra la Corona española.
Flandes formaba parte de las posesiones de la Corona española por
herencia de Carlos I. Su hijo, Felipe II, se propuso afianzar su control sobre
el país designando directamente a sus gobernadores e implantando el
tribunal de la Inquisición, cuestión esta decisiva, porque en la región se
había extendido el protestantismo. A partir de aquí las cuestiones políticas y
las religiosas se mezclaron de forma inseparable.
En 1566 los calvinistas holandeses emprendieron una violenta
campaña contra las imágenes católicas, destruyendo millares de ellas en
iglesias de todo el país. La ola fue aprovechada por los poderes locales para
reclamar más competencias: ellos –dijeron– acabarían con la rebelión. Pero
no solo no acabaron con ella, sino que la situación empeoró. Para restaurar
el orden, Felipe II envió al duque de Alba. Este, expeditivo, descubrió que
detrás de los tumultos se hallaba el príncipe de Orange y, con ellos, los
condes Egmont y Horn.
Ambos habían sido leales a la Corona española. Horn, nombrado
almirante de Flandes y caballero del Toisón de Oro, había estado cuatro
años en la corte de España. Egmont, primo segundo del rey Felipe,
caballero asimismo del Toisón de Oro, se había formado como militar en
España y había combatido en San Quintín y Gravelinas. El duque de Alba
reprimió los trastornos sin miramientos. Guillermo de Orange huyó, pero
Egmont y Horn fueron apresados. El de Orange, sintiéndose fuerte, declaró
la guerra a España, se puso al frente de un numeroso ejército protestante y
amparó los ataques corsarios contra la flota española. En represalia, el
duque de Alba ordenó juzgar a Egmont y Horn, acusados de traición.
Ambos fueron decapitados. Así comenzaba la guerra de los ochenta años, la
guerra de Flandes.

Otros hechos
1284: El almirante de Aragón Roger de Lauria derrota a la
escuadra francesa en la batalla del Golfo de Nápoles.
1465: «Farsa de Ávila»: un grupo de nobles acusa de tiranía a
Enrique IV de Castilla y proclama rey a su hermanastro, el
infante Alfonso, hermano de Isabel.
1486: Fernando el Católico reconquista Íllora, en Granada.
1599: Nace en Sevilla el pintor Diego Velázquez, nombre
eminente de la cultura española y maestro de la pintura
universal.
1785: Nace en Torredonjimeno, Jaén, el militar Miguel Gómez
Damas, héroe de la Guerra de la Independencia y después,
como jefe militar carlista, líder de la expedición que entre junio
y diciembre de 1836 recorrió España.
1898: Nace en Fuente Vaqueros, Granada, el poeta Federico
García Lorca.
1962: Diversos sectores de oposición a Franco se reúnen en
Múnich, Alemania. El episodio pasará a la historia como «el
contubernio de Múnich».
6
de junio
Persecución a los judíos en Sevilla

Tal día como hoy, 6 de junio de 1391, Sevilla sufría las consecuencias
de la persecución contra los judíos, que literalmente envolvió en fuego
la judería de la ciudad. Fue uno de los episodios más negros de la Baja
Edad Media española.
Las persecuciones contra los judíos habían sido una constante en toda
Europa durante el siglo XIV: Inglaterra empezó a expulsar a sus judíos en
1290, Francia lo hizo a partir de 1320, Alemania en 1348, Bélgica en 1370.
Esas persecuciones incluyeron grandes matanzas como la de Francia en
1380. ¿Por qué se perseguía a los judíos? Por razones de carácter
económico y social envueltas en argumentos religiosos.
Los judíos eran los únicos que podían practicar el préstamo de dinero,
pues para los cristianos la usura era pecado. Eso enriqueció a muchas
comunidades. Pero tal riqueza, en tiempos de peste y miseria generalizadas,
terminó siendo una maldición. El odio popular, atizado desde el poder,
convirtió a los judíos en chivo expiatorio.
La Iglesia protegió a los judíos en Francia y España: había que
predicar, no matar, decía la Iglesia. Pero no faltaron clérigos que se
sumaron a la ola asesina. En Sevilla, el diácono principal de Écija, Ferrán
Martínez, comenzó a predicar contra los judíos. Tanto la Corona como el
arzobispado de Sevilla se lo prohibieron, pero Martínez siguió adelante. En
cuanto tuvo oportunidad, Ferrán Martínez cursó órdenes a todas las
parroquias de su diócesis para que destruyeran las sinagogas y se incautaran
de todo el material litúrgico de los judíos. Era abrir la puerta a la violencia y
al saqueo.
La chispa de Sevilla se extendió al resto del país. Fueron incendiadas
las aljamas o juderías de Sevilla, Córdoba, Burgos, Toledo, Logroño,
Barcelona, Valencia… La Corona de Castilla ordenó prender a Ferrán
Martínez por «alborotador del pueblo» e impuso una durísima multa a los
sevillanos, que por su altísimo importe tardarían diez años en pagar. Pero la
aljama de Sevilla, que llegó a contar con cinco mil vecinos, quedó
prácticamente vacía.

Otros hechos
1217: Muere en Palencia con trece años el rey Enrique I de
Castilla, hijo de Alfonso VIII. Recogerá la corona su hermana
Berenguela, que la pondrá a su vez en las sienes de su propio
hijo, Fernando III.
1554: Carlos I reconoce como hijo suyo a Juan de Austria.
1808: Empieza la batalla del Bruc, en Barcelona, dentro de la
Guerra de la Independencia contra los franceses.
1891: Nace en Sevilla el torero Ignacio Sánchez Mejías, figura
emblemática de la Generación del 27.
1964: En el pueblo burgalés de Valdeajos de Lora se encuentra
petróleo. Las expectativas quedarán pronto frustradas.
7
de junio
La Guerra de los Segadores

Tal día como hoy, 7 de junio de 1640, comenzaba la Guerra de los


Segadores, una insurrección de la burguesía y el campesinado catalanes
contra la Corona de España que terminó de la peor manera posible:
con invasión francesa.
Ocurrió que a la altura de 1640, reinando en España Felipe IV, nuestro
país entró en guerra con Francia. El gobierno español decidió atacar Francia
por la frontera catalana. Esto obligó a los campesinos a alojar a los soldados
de los tercios, con el consiguiente coste. Tan molestos huéspedes llegaron
además en una situación de profundo malestar entre el campesinado. Las
instituciones catalanas se oponían a esa medida y azuzaron el odio de la
población contra los soldados.
La situación estalló en junio de 1640, cuando los segadores se
sublevaron y entraron en Barcelona a sangre y fuego. El movimiento tenía
más de protesta social que de reivindicación política, pero los patricios de
Barcelona no lo vieron o no lo quisieron ver. El hecho es que un clérigo
catalán, Pau Claris, presidente de la Generalidad, aprovechó el tumulto para
proclamar una República independiente, lo cual ponía a los territorios
catalanes formalmente fuera de la Corona española. ¿Cabía más desdicha?
Sí: Claris fue incapaz de controlar a sus propios insurrectos. Los segadores
quemaron todo lo que encontraron a su paso y terminaron asesinando
alevosamente al virrey, un caballero catalán llamado Dalmau de Queralt. No
fue el único.
La oligarquía catalana, aterrada, pidió auxilio a Francia, que tardó muy
poco en invadir Cataluña. Así los catalanes terminaron cayendo en lo
mismo que habían intentado evitar: se vieron obligados a mantener a un
ejército que consideraban ajeno. Y aún peor, porque Francia explotó
Cataluña a conciencia: esquilmó sus campos y sus vías comerciales, y anuló
sus leyes tradicionales. Pau Claris murió enseguida, en 1641.
Todo terminó con la recuperación de Barcelona en 1652 por Juan José
de Austria, jefe de los ejércitos reales, pero, por el camino, España perdió la
Cataluña del otro lado de los Pirineos, que pasó a ser francesa.
Inmediatamente el rey de Francia prohibió allí la lengua catalana y derogó
los fueros. Siglos más tarde, sorprendentemente, los nacionalistas catalanes
hicieron de «Los segadores» su himno.

Otros hechos
1494: Tratado de Tordesillas entre España y Portugal para
delimitar zonas de actuación en el Atlántico tras el
descubrimiento de Colón.
1808: Las tropas de Napoleón saquean Córdoba en una
sanguinaria orgía de asesinatos, robos y violaciones. Fue el
saqueo más bárbaro de la Guerra de la Independencia.
1968: Primer asesinato de la banda separatista ETA: dos
pistoleros asesinan por la espalda al guardia civil de veinticinco
años José Pardines. Uno de los criminales será abatido después
por la policía.
8
de junio
Evita llega a España

Tal día como hoy, 8 de junio de 1947, llegaba a Madrid Eva Duarte,
Evita, la esposa del presidente argentino Perón. No hubo español que
no se enterara.
Aquella visita tuvo un alcance político enorme, porque Argentina fue
el único país que asistió a España cuando el resto del mundo nos cerró las
vías comerciales. Al acabar la Segunda Guerra Mundial, la ONU, por
presión soviética, cerró la puerta a España y prohibió el emplazamiento de
embajadas en nuestro país. Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia
secundaron la idea, y apartaron a España del Plan Marshall. Aquello era
tanto como condenar a España al hambre y a la miseria.
En semejante tesitura, el Gobierno argentino del general Perón
concedió a España un préstamo de 350 millones de pesos por tres años y a
muy bajo interés. Pero había más: la Argentina se comprometía a vendernos
a excelentes precios 400.000 toneladas de trigo y 120.000 de maíz en 1947,
y otras 300.000 toneladas de trigo y 100.000 de maíz en 1948. Junto a ello,
carne congelada, legumbres, aceite y otros comestibles.
Para poner el broche de oro a estos acuerdos llegó a España la esposa
de Perón, Evita, una hermosa mujer de veintisiete años, actriz de profesión,
que fue recibida con enormes demostraciones de agradecimiento. Franco le
impuso la Gran Cruz de Isabel la Católica. En su honor se celebró una
comida de gala en la que actuaron diversos artistas de la época. El gobierno
de Franco obsequió a Eva Perón con una colección de 53 trajes regionales
confeccionados especialmente a su medida. Al recibirlos, Evita declaró:
«Estos trajes fueron obsequiados por el pueblo español a la mujer que, en
este momento, representa al pueblo argentino. En esa convicción acepté tan
magnífico homenaje y deseo que del mismo participen todos mis
conciudadanos».
Evita estuvo dieciocho días en España. Después continuó su gira
europea. Y el hambre en España se alivió.

Otros hechos
1288: Lope de Haro, señor de Vizcaya, muere en Alfaro
cuando intentaba asesinar al rey Sancho el IV de Castilla,
cuñado suyo.
1492: Los Reyes Católicos conceden permiso a Alonso
Fernández de Lugo para conquistar la isla de La Palma, en las
Canarias.
1595: Corsarios ingleses atacan y queman la pequeña villa de
Caracas.
1805: Nace en Oyón, Álava, el influyente político Salustiano
Olózaga, liberal y masón, diputado durante cuarenta años,
nombre clave del XIX español.
1861: Nace en Cangas de Onís el pensador y político Juan
Vázquez de Mella, figura eminente del tradicionalismo.
1973: El general Franco nombra al almirante Luis Carrero
Blanco presidente del Gobierno. Morirá asesinado por ETA
seis meses después.
9
de junio
Los primeros gobernadores de América

Tal día como hoy, 9 de junio de 1508, el rey de Aragón y regente de


Castilla, Fernando el Católico, otorgaba a Diego de Nicuesa los
derechos sobre la conquista de Veragua, es decir, la porción del
continente americano comprendida entre el golfo de Urabá, en
Colombia, hasta las tierras de lo que hoy es Panamá. La concesión
llevaba aparejada el título de gobernador. Era la primera vez que
España se proponía colonizar tierra continental.
En este momento se sabía muy poco aún de las tierras americanas.
Para empezar, todo el mundo las llamaba aún las Indias, y además se seguía
pensando que, de un modo u otro, aquel rosario de islas descubiertas debía
conducir a la China y la India, como sostuvo hasta su muerte Cristóbal
Colón. Lo que resolvió Fernando el Católico fue atender varios objetivos a
la vez: concedió a Diego Colón, hijo de Cristóbal, el gobierno de la isla de
La Española, la primera base en América, al mismo tiempo que enviaba a
Pinzón y Solís a explorar las costas del Caribe hacia oriente, por ver si
aparecía el ansiado paso marítimo a Japón. Y mientras tanto, encomendaba
la colonización de los territorios descubiertos –tierra firme, se los llamaba,
aun sin tener la seguridad de que se tratara de tierra continental– a dos
nombres importantes del descubrimiento como eran Alonso de Ojeda, héroe
de La Española, y Nicuesa, notable caballero de la corte y, además, muy
rico, circunstancia esta última que no era baladí, porque las expediciones de
las Indias funcionaban como empresas privadas y el conquistador corría con
todos los gastos.
El punto clave fue Urabá. De ahí hacia el norte y el oeste –o sea, hacia
Panamá– se extendería Veragua, territorio de Nicuesa. Hacia el sur y el este
se extendería Nueva Andalucía, demarcación concedida a Ojeda. Hay que
decir que tanto Ojeda como Nicuesa fracasaron en su empeño. Pero entre
catástrofes y naufragios, por aquellas tierras apareció un polizón que acabó
haciéndose con el mando. Se llamaba Vasco Núñez de Balboa y en pocos
años descubriría el océano Pacífico.
En cuanto a Nicuesa, al parecer murió ahogado en aguas del Caribe
cuando viajaba a La Española para reclamar sus derechos.

Otros hechos
1354: Burgos empieza a funcionar como concejo con el
nombramiento por el rey, Alfonso XI de Castilla, de dieciséis
caballeros villanos que regirán el municipio.
1803: Nace en Fregenal de la Sierra, Badajoz, el jurista y
político Juan Bravo Murillo, figura destacada del liberalismo
moderado, varias veces ministro y presidente del Consejo entre
1851 y 1852.
1976: Ley de Asociaciones, en el contexto de la transición
democrática, que autoriza la formación de partidos políticos.
1977: Torcuato Fernández Miranda, secretario general del
Movimiento Nacional con Franco, presidente de las Cortes y
del Consejo del Reino con la monarquía, arquitecto
institucional de la transición, presenta su dimisión al rey.
10
de junio
La otra batalla del Puerto de Cavite

Tal día como hoy, 10 de junio de 1647, la guarnición española de


Cavite, en las islas Filipinas, derrotó a la flota holandesa, que pretendía
apoderarse de la plaza. Cavite sería escenario de la derrota española en
1898, pero, esta vez, ganamos.
España había conquistado las Filipinas a mediados del siglo XVI y
desde 1565 organizaba un intenso tráfico comercial entre Asia y México:
era la ruta del Galeón de Manila, que inauguró los grandes viajes
comerciales a través del Pacífico y durante casi trescientos años tuvo
prácticamente el monopolio del tráfico mercante en esta ruta. La base de
este comercio era Manila, y por eso la capital filipina se convirtió desde
muy pronto en objetivo preferente de los corsarios y piratas chinos y
holandeses, deseosos de torpedear la prosperidad del Galeón. En el contexto
de la guerra de los ochenta años, los holandeses (Provincias Unidas de los
Países Bajos, se llamaba entonces) intentaron reiteradas veces minar las
bases españolas. El ataque de junio de 1647 ha de inscribirse en ese
objetivo.
La batalla tuvo por escenario el puerto de Cavite, en la bahía de
Manila. Un lugar de gran importancia estratégica porque aquel era el
fondeadero principal de todos los barcos españoles, tanto mercantes como
de guerra. Hasta Manila llegaban las naves que comerciaban en China y
Japón, y desde allí partían luego hacia México y Lima. Con todo, las
defensas españolas no eran particularmente numerosas: un par de galeones,
algunos otros barcos de menor entidad y, eso sí, una concienzuda protección
artillera en toda el área.
El 10 de junio, doce barcos holandeses pusieron sitio a la bahía. Era
una gran flota, la mayor vista hasta entonces por aquellas aguas. Los
holandeses concentraron el fuego en el fuerte de Porta Vaga, que cubría la
entrada al puerto. Lograron destruirlo, pero en la maniobra quedaron
expuestos al fuego español. Un certero proyectil mandó a pique el barco
insignia holandés mientras una nube de bombas hacía estragos en el resto
de la flota enemiga. Finalmente, los holandeses tuvieron que retirarse sin
lograr su objetivo. Las Filipinas seguirían siendo españolas.

Otros hechos
15 a.C.: Las legiones romanas fundan la ciudad de León en
tiempo de César Augusto.
1539: El conquistador Hernando de Soto desembarca en
Tampa, Florida.
1557: La Corona española declara su primera suspensión de
pagos.
1762: Nace en Sevilla María Teresa de Silva, XIII duquesa de
Alba, mecenas de Goya.
1770: El virrey del Plata, Pedro Antonio de Cevallos, ordena
desalojar a los ingleses de las islas Malvinas.
1926: Muere en Barcelona el arquitecto Antonio Gaudí,
máximo exponente del modernismo.
1933: Los pilotos Mariano Barberán y Joaquín Collar
despegan de Sevilla a bordo del avión Cuatro Vientos para
cruzar el Atlántico sin escalas.
11
de junio
Juan de Garay funda Buenos Aires

Tal día como hoy, 11 de junio de 1580, el explorador Juan de Garay


fundaba la ciudad de Buenos Aires, actual capital de la Argentina.
Garay ya era entonces un veterano de cincuenta y dos años que había
formado en las filas del gobernador Pedro de la Gasca durante los años de
la Revuelta de los Encomenderos», y había explorado en Perú, en Chile y
en las tierras vírgenes de Bolivia y Paraguay. Era un líder nato, un tipo
enérgico e inteligente, y por eso se le encargó fundar una ciudad en el
estuario del Plata, donde las anteriores fundaciones españolas habían
terminado fracasando. De hecho, la primera vez que se fundó Buenos Aires
concluyó en desastre. Pero ahora todo iba a ser diferente.
Garay organiza una expedición con 200 familias de indios guaraníes,
76 familias de colonos españoles y 39 soldados. Una carabela y dos
bergantines los transportan río Paraná abajo. Al llegar al estuario, Garay se
detiene. Allí fundará por segunda vez Buenos Aires. Esta nueva fundación,
un poco al sur de la primera, será la definitiva. Garay planta el rollo de la
Justicia y proclama solemnemente el nacimiento de la nueva ciudad:
Hoy sábado día de San Bernabé, once días del mes de junio del año del nacimiento de
Nuestro Redentor Jesucristo de mil y quinientos y ochenta años, estando en este puerto de
Santa María de Buenos Aires, que es en las provincias del Río de la Plata intitulada nuevamente
la Nueva Vizcaya, hago y fundo en dicho asiento y puerto una ciudad. La iglesia de la cual
pongo su advocación de la Santísima Trinidad, y la dicha ciudad mando que se intitule la
Ciudad de la Trinidad.

Garay morirá tres años más tarde, víctima de un ataque indio, pero la
ciudad, Buenos Aires, permanecerá hasta nuestros días como una de las
grandes metrópolis de América.
Otros hechos
1485: Los Reyes Católicos reconquistan Marbella, en Málaga.
1509: Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos, contrae
matrimonio con Enrique VIII de Inglaterra.
1737: Nace en Jaén el marino y explorador Francisco de
Biedma y Narváez, que exploró la costa patagónica y fundó las
ciudades de Viedma y Carmen de Patagones.
1838: Nace en Reus el pintor Mariano Fortuny, gran nombre
del arte en el siglo XIX.
1873: Francisco Pi y Margall es designado presidente de la I
República y proclama la «república federal».
1900: Nace en Oviedo Carmen Polo Martínez-Valdés, esposa
de Francisco Franco.
1928: Nace en Madrid Fabiola de Mora y Aragón, que será
reina consorte de los belgas entre 1960 y 1993.
1933: Los aviadores Barberán y Collar llegan a Camagüey
procedentes de Sevilla: registran la plusmarca mundial de
vuelo transoceánico sin escalas.
12
de junio
La independencia de las islas Filipinas

Tal día como hoy, 12 de junio de 1898, el caudillo nacionalista filipino


Emilio Aguinaldo proclamaba la independencia de las islas Filipinas,
hasta entonces bajo soberanía española. Se rompía así un jirón del
viejo mundo.
El movimiento rebelde filipino había alcanzado gran amplitud tres
años antes. Aguinaldo se hizo con el control del mismo ordenando la
ejecución de su principal rival, Antonio Bonifacio. El ejército español
desarticuló el movimiento y capturó a Aguinaldo, pero la Corona fue
generosa con él: se limitó a exiliarle. A los pocos meses, sin embargo,
Aguinaldo conspiraba con los Estados Unidos para expulsar a España de las
Filipinas. En 1898, aprovechando la guerra hispano-norteamericana en
Cuba, Aguinaldo volvió a las islas y, con apoyo militar norteamericano,
logró derrotar a la escasas tropas españolas del archipiélago, con excepción
del destacamento de Baler, el de los «últimos de Filipinas».
El 12 de junio se proclamaba la independencia de Filipinas y
Aguinaldo era elegido primer presidente. Para asegurar su poder mandó
matar a otro rival político, el general Luna. Pero poco le duraría la gloria a
Aguinaldo, porque enseguida los Estados Unidos se cobraron la ayuda que
le habían prestado: en marzo de 1901 los americanos le apresaban y le
obligaban a aceptar el dominio yanqui. La dominación norteamericana será
extremadamente violenta: el presidente Willian McKinley pretextó un
supuesto ataque de rebeldes a Manila y declaró la guerra a la recién nacida
república. Los yanquis entraron a saco: arrasaron aldeas, quemaron iglesias,
profanaron cementerios, ejecutaron masivamente a los civiles (con
particular atención a los que hablaban español) y perpetraron, en suma, un
auténtico genocidio. Se calcula que el número de víctimas alcanzó el millón
de personas; la población total de Filipinas en aquel momento era de nueve
millones.
Aguinaldo aún volverá a la vida pública mucho más tarde, durante la
Segunda Guerra Mundial, defendiendo a los ocupantes japoneses contra los
norteamericanos. Filipinas recuperará su independencia, al menos
formalmente, en 1946. Aguinaldo murió en 1964, con noventa y cuatro
años.

Otros hechos
1295: Jaime II de Aragón es coronado rey de Córcega y
Cerdeña por el papa Bonifacio VIII.
1479: Muere envenenado el sacerdote agustino Juan González
del Castrillo, San Juan de Sahagún, patrón de Sahagún y
Salamanca.
1703: Nace en Baviera el explorador y misionero jesuita
Jacobo Sedelmayer, que durante más de treinta años descubrirá
territorios y fundará misiones en Nueva España.
1901: Cuba se convierte en «protectorado» de los Estados
Unidos.
1985: España firma el Tratado de Adhesión a la Comunidad
Económica Europea.
1993: Muere en Madrid el jurista, político y pensador Jesús
Fueyo Álvarez, director del Instituto de Estudios Políticos y
procurador en cortes.
13
de junio
La huida de Pepe Botella

Tal día como hoy, 13 de junio de 1813, el rey títere de Napoleón en


España, José Bonaparte, hermano mayor del emperador, huía de
nuestro país ante el avance de las tropas aliadas.
José Bonaparte, al que el pueblo llamó «Pepe Botella», usurpó el trono
ante la debilidad del rey Carlos IV y de su heredero Fernando VII, pero
nunca se ganó el respeto ni, menos aún, el amor de los españoles. Instaló en
España un gobierno de tipo masónico que los patriotas identificaron con la
opresión. Las mejoras que introdujo en el trazado urbano de la capital, y
que le valieron el sobrenombre de Pepe Plazuelas, no hicieron que el pueblo
variara de opinión sobre él. Cuando las tropas napoleónicas empezaron a
retroceder en la península, José preparó su fuga haciendo acopio de una
enorme cantidad de bienes: oro, joyas, obras de arte, etc., robadas en
nuestro país.
En la primavera de 1813 los ejércitos ingleses, portugueses y españoles
atacaron desde el oeste hacia el norte peninsular. Los franceses, temiendo
que se les cortara la retirada hacia su país, se replegaron apresuradamente.
Las tropas de Napoleón dieron la batalla en Vitoria, pero el rey José no iba
a luchar: preparó su huida. Consigo llevaba una fortuna evaluada en más de
150 millones de los actuales euros: las joyas de la Corona española, oro,
plata y obras de arte de Velázquez, Rafael, Tiziano, Murillo, Rubens…
Pepe Botella pudo huir, pero la mayor parte de su equipaje, todo lo que
había robado, fue capturado por los ingleses. De aquel tesoro, Fernando VII
donó a los ingleses ochenta y tres cuadros como recompensa. Hoy se
exhiben en el Museo Wellington de Londres. Aun así, José Bonaparte pudo
llevar consigo riquezas suficientes para emigrar a los Estados Unidos y
construirse una suntuosa mansión en Filadelfia. Allí se dedicó a robustecer
a la masonería norteamericana. Murió treinta años después, en 1844. Y por
cierto: parece comprobado que era abstemio.

Otros hechos
853: Muere mártir a manos de Mohamed I el monje San
Fandila.
964: Fecha comúnmente aceptada de las Glosas Emilianenses,
primer testimonio escrito del castellano.
1348: Muere el infante don Juan Manuel, sobrino de Alfonso
X de Castilla, político, militar y literato, uno de los hombres
más poderosos de su tiempo, autor de «El conde Lucanor».
1486: Fernando el Católico reconquista Moclín, en Granada.
1580: Se crea en Bogotá, hoy Colombia, la Universidad de
Santo Tomás, la más antigua de la actual Colombia.
1589: Después de su revés en La Coruña, el corsario inglés
Francis Drake intenta sublevar a Portugal contra la Corona
española y fracasa.
1817: Nace en Almería el lutier Antonio de Torres Jurado,
considerado como el padre de la guitarra clásica moderna.
14
de junio
El tercer asedio de Gerona

Tal día como hoy, 14 de junio de 1809, comenzaba el tercer asedio de


Gerona por las tropas napoleónicas durante la Guerra de la
Independencia.
La ciudad de Gerona estaba resistiendo desde un año atrás, cuando se
levantó contra los franceses que ocupaban España. El primer asedio de los
napoleónicos, en junio de 1808, fue un éxito para los españoles. El segundo,
un mes después, obligó nuevamente a los franceses a retirarse. En mayo de
1809 Napoleón decide rendir la ciudad a cualquier precio y envía un
poderoso ejército de 18.000 hombres. Pero entretanto ha llegado a Gerona
alguien muy importante: el general Álvarez de Castro, granadino, un militar
experto, de sesenta años; un hombre que se había negado a entregar a los
franceses el castillo de Montjuich, que se había lanzado al combate y que
llegaba a Gerona con el propósito de apurar la resistencia.
El general Álvarez de Castro hace publicar un bando resolutivo: se
resistirá hasta la muerte. Y quien piense en pasarse al enemigo, será
ejecutado sin piedad. Así decía el bando de Álvarez de Castro:
«Gerundenses: los enemigos propalan querer por tercera vez probar
vuestros esfuerzos. Propalan además tener ganada esta ciudad por traición.
Pero yo, que conozco por experiencia vuestro patriotismo, vuestro valor y la
fidelidad que tenéis a Fernando VII, estoy sin el menor recelo, asegurado
que me acompañáis en la resolución firme que tengo hecha de defender la
plaza hasta la última gota de mi sangre. Sí, gerundenses: toda la nación está
prendada de vuestros procederes, y yo el más feliz de estar entre vosotros.
Sin embargo, para atajar cualquiera maquinación que pudiera haber
intentado el enemigo con introducir en la plaza algún perverso […]
impongo pena de la vida ejecutada inmediatamente a cualquiera persona
que tuviese la vileza de proferir la voz de rendición o capitulación».
En mayo los franceses se despliegan por los alrededores. Entra el mes
de junio cuando plantan sus baterías frente a Gerona. A pesar de la
inferioridad numérica y de las dificultades para defender la plaza, Gerona
resistirá durante meses. Los franceses tuvieron que lanzar más de 60.000
balas de cañón para doblegar la resistencia gerundense. Finalmente, sin
apenas hombres, rota por el hambre y las enfermedades, con el propio
Álvarez de Castro enfermo, Gerona capituló el 10 de diciembre. Fue un
episodio épico de la Guerra de la Independencia. Y allí, en los muros de la
catalana Gerona, ondeó la bandera rojigualda como enseña nacional
española.

Otros hechos
1658: Batalla de las Dunas, donde la defensa española de
Dunquerque es derrotada por la coalición entre Francia,
Inglaterra y Holanda, que doblaba en número a los defensores.
1808: La flota española al mando de Ruiz de Apodaca rinde a
la escuadra francesa estacionada en Cádiz.
1864: Isabel II inaugura la Fábrica Nacional de Moneda y
Timbre.
15
de junio
El Cid conquista Valencia

Tal día como hoy, 15 de junio del año 1094, el Cid Campeador
conquistaba a los musulmanes la ciudad de Valencia.
Rodrigo Díaz de Vivar, que así se llamaba el Cid, se había construido
un pequeño reino en el levante español sobre las plazas de Tortosa,
Alpuente y Albarracín. Cuando los almorávides amenazaron con intervenir
en Valencia, el Cid resolvió apoderarse de la ciudad y hacerse fuerte allí. En
su día el rey de Castilla, Alfonso VI, le había otorgado derecho de señorío
sobre cuantas tierras conquistase. Ese derecho seguía en vigor y el Cid
decidió aplicarlo.
Dicen las crónicas que el asedio fue extremadamente duro. Comenzó
hacia septiembre de 1093 y se prolongará durante casi un año. A lo largo de
esos meses, el Cid fue acercando sus campamentos a las murallas de la
ciudad. Primero, en el Puig. Después, Mestalla. Finalmente, La Roqueta.
Como en todo asedio, el arma principal fue el hambre. Las huestes del
Campeador arrasaron las huertas cercanas. Los cristianos de la ciudad –los
que pudieron salir, porque otros fueron asesinados en el interior– huyeron a
instalarse en los arrabales. Cuando el hambre apretó, los sitiados se
comieron a los mulos; cuando se acabaron los mulos, a los gatos; cuando se
acabaron los gatos, a los cadáveres de los propios sitiados. Todos los
asedios eran así.
Los socorros que los moros de Valencia habían pedido a los
almorávides no faltaron a la cita, pero el Cid los rechazó. Cuando llegaron
las columnas de refuerzo Sáharauis, se encontraron con que no pudieron
pasar de Almusafes, a 23 kilómetros de la capital. Probablemente los
almorávides minusvaloraron la capacidad militar del Cid. La ciudad sitiada
se encontró sola frente a las huestes cristianas. En junio de 1094, los moros
de Valencia no pudieron aguantar más: sin víveres, sin agua, golpeados por
las enfermedades y sin refuerzos a la vista, se rindieron. El Cid Campeador
entró triunfal, recibido con euforia por los cristianos de la ciudad. Para ellos
se abría una vida nueva.
Los almorávides intentarán recuperar Valencia dos veces más, y
siempre serán rechazados por el Cid. Solo tras la muerte de Rodrigo Díaz
de Vivar conseguirán su propósito. Con razón el Cid ha pasado tanto a la
historia como a la leyenda.

Otros hechos
1300: El señor de Vizcaya Diego López V de Haro funda la
villa de Bilbao.
1808: Comienza el primer sitio de Zaragoza durante la Guerra
de la Independencia.
1961: Muere en Madrid el ingeniero Eduardo Torroja, mago
del hormigón, que dejó su huella en decenas de edificios en
España y en todo el mundo.
1977: Primeras elecciones legislativas tras la muerte de
Franco. Ganará la Unión del Centro Democrático del
presidente Adolfo Suárez, exsecretario general del Movimiento
Nacional.
16
de junio
España apoya la independencia
de los Estados Unidos

Tal día como hoy, 16 de junio de 1779, España declaraba la guerra a


Gran Bretaña, que en ese momento trataba de aplastar a sus colonos
rebeldes de Norteamérica. Así España entró en la Guerra de la
Independencia norteamericana.
Los colonos norteamericanos se habían sublevado en 1773. La tensión
creció hasta hacer inevitable la guerra. Francia apoyó a los rebeldes.
España, aliada en aquel momento de Francia y enemistada con Gran
Bretaña desde la Guerra de los Siete Años, optó por secundar también a los
colonos. Desde el Tratado de París de 1763 España controlaba la vieja
Luisiana francesa, es decir, todos los territorios norteamericanos al oeste del
Misisipi, además de los establecimientos propiamente españoles del
virreinato de Nueva España, que se extendían hasta California. El conflicto
con Inglaterra era permanente. Los ingleses habían arrasado años atrás la
bahía de Honduras con enorme violencia. Ahora llegaba el momento del
desquite español.
La participación española en la Guerra de la Independencia
norteamericana tiene sobre todo un nombre: Bernardo de Gálvez,
gobernador militar de la Luisiana española, es decir, las últimas colonias de
nuestro país en territorio norteamericano. Gálvez negoció directamente con
los líderes rebeldes: Jefferson, Pollock, Henry… De acuerdo con ellos,
bloqueó el puerto de Nueva Orleans, cerró el paso a los convoyes británicos
y, al contrario, facilitó la circulación de los contingentes rebeldes por el sur
del país, lo cual permitió a las tropas de George Washington recibir armas y
suministros con regularidad. Aún más, Gálvez dirigió personalmente
brillantes operaciones bélicas contra los ingleses en toda la Luisiana y hasta
Florida. Las acciones de Mobila y Pensacola desarbolaron el poderío militar
británico en el sur y de hecho significaron la reconquista de Florida para las
armas españolas.
La Corona española recompensó a Gálvez con los títulos de mariscal
de campo y gobernador de la Florida. Los norteamericanos fueron
perfectamente conscientes del vital papel que habían jugado las tropas de
Gálvez para conseguir su independencia, hasta el punto de que el general
desfiló a la derecha de George Washington en la primera parada ceremonial
del 4 de julio. De resultas de aquella guerra, España recuperará Menorca y
la Florida, así como otras plazas en el golfo de México. Fue una victoria
importante para aliviar la presión inglesa sobre los territorios españoles en
América. No recuperaremos, sin embargo, Gibraltar.

Otros hechos
1205: Ante la expansión almohade, Pedro II de Aragón pide
ayuda a las órdenes militares para frenar a los musulmanes. La
respuesta cristiana culminará en la batalla de Las Navas de
Tolosa siete años después.
1456: Enrique IV de Castilla reconquista Estepona, en Málaga,
y concede a la ciudad Carta de Privilegio.
1779: Nuevo asedio español sobre Gibraltar.
17
de junio
El asombroso barco de palas
de Blasco de Garay

Tal día como hoy, 17 de junio de 1553, el marino Blasco de Garay


probaba en Barcelona su ingenio más asombroso: un barco que
funcionaba con palas. Y funcionó.
«Un pobre hidalgo dedicado al estudio de las ciencias», que así se
definía Blasco de Garay a sí mismo, remitió al rey Carlos en Toledo una
llamativa lista de inventos: un ingenio para mover los barcos en tiempo de
calma sin el auxilio de remos, otro para sacar efectos y barcos idos a pique
con ayuda de solo dos hombres, un tercero para permanecer dentro del
agua, otro para mantener luz dentro del agua, un instrumento para ver los
objetos a poca profundidad en aguas turbias, un destilador para hacer
potable el agua del mar, un sistema para «hacer agua sin agua», un
mecanismo para fabricar un molino a bordo… Carlos I se fijó de manera
especial en la primera propuesta: «un ingenio para mover los barcos en
tiempo de calma sin el auxilio de remos». ¿Cómo era eso posible? Si la
Armada imperial tuviera un artefacto así, ganaría una enorme ventaja
estratégica. El 22 de marzo de 1539 el emperador prometía al tal Blasco de
Garay una recompensa si lograba hacer tal cosa. Dio instrucciones para que
se proveyera al ingeniero de carpinteros y herreros con los materiales
adecuados. Se fijó un lugar: el puerto de Málaga. Y empezó el trabajo.
Blasco de Garay había nacido en Barcelona en 1500, tercer hijo varón
de una familia hidalga, pero humilde. Se enroló en la marina a los dieciséis
años. Empezó desde abajo y ascendió a base de trabajo y estudio.
Inteligente y bien dispuesto, pronto dominó los secretos de la navegación.
También demostró coraje frente a la mar y al enemigo. A los treinta años ya
era capitán. Después de mucho trabajo y varias pruebas, y siempre con el
apoyo económico del rey emperador (continuo, pero frecuentemente
cicatero), Blasco de Garay estuvo en condiciones de hacer un ensayo
general. Fue en el puerto de Barcelona. El inventor había adaptado una nao
de carga de unos doscientos toneles llamada La Trinidad. Sobre el puente
de mando, su capitán, Pedro de Scarsa. En el muelle, observando, los más
altos dignatarios del Reino. La Trinidad zarpó. Las ruedas comenzaron a
girar. Las palas hendían el agua con fuerza y constancia. Efectivamente, era
posible mover un barco de gran tamaño sin velas ni remos.
El invento consistía en una estructura de molino encastrada en la
cubierta y adosada en los costados de la nave. No era un ingenio de vapor:
las palas de Blasco se movían por brazos humanos. Sus ventajas: los barcos,
en efecto, podían moverse en cualquier situación. Sus inconvenientes: el
peso de la maquinaria requería una estructura mucho más fuerte que la de
los barcos de la época. Por eso el invento quedó en proyecto hasta que fue
posible armar naves con materiales más resistentes. Eso será ya en el siglo
XIX. Y para entonces las palas de Blasco de Garay ya no necesitarán brazos
humanos, sino que las moverá el vapor.

Otros hechos
1781: Nace en Idocín, Navarra, el militar Francisco Espoz y
Mina.
1847: Nace en Santoña, Santander, el pensador
regeneracionista Ricardo Macías Picabea.
1931: Se inaugura oficialmente la plaza de toros Monumental
de Las Ventas, en Madrid.
18
de junio
La batalla de Cutanda

Tal día como hoy, 18 de junio de 1120, el Reino de Aragón extendía


sus fronteras hasta Guadalajara después de que el rey Alfonso I el
Batallador venciera a los moros en la batalla de Cutanda.
Alfonso el Batallador era un rey cruzado que había hecho de la lucha
contra los musulmanes el eje de su existencia, particularmente desde que la
anulación de su matrimonio con la reina Urraca de Castilla le liberara de
otras preocupaciones. La España musulmana estaba siendo ocupada en ese
momento por la secta fundamentalista de los almorávides, que había
doblegado a los reinos moros de taifas y amenazaba también a la España
cristiana. En junio de 1120, un ejército almorávide penetró en Teruel con
dirección a Zaragoza. El rey Alfonso reunió tropas de Aragón, Navarra y La
Rioja, en su mayor parte campesinos armados, y salió al encuentro de los
invasores en el castillo de Cutanda, no lejos de Calamocha, a mitad de
camino entre Zaragoza y Teruel.
El rey de Aragón conocía bien los usos bélicos de su enemigo. Colocó
a sus tropas de tal manera que, con el terreno a favor, los musulmanes no
tuvieron oportunidad. La victoria cristiana fue total. Eso fue en Cutanda el
17 de junio. Acto seguido, y sin esperar ni un minuto, el rey de Aragón
envió a sus huestes a ocupar las plazas enemigas de Daroca, Calamocha,
Monreal del Campo, Ariza y Sigüenza, entre otras. Aragón conocía así su
mayor expansión territorial hasta la fecha. En buena medida la victoria de
Cutanda permitió a Aragón convertirse en lo que enseguida iba a ser: uno
de los reinos más poderosos de Europa que pronto, con la incorporación por
matrimonio de los condados catalanes, adquiriría su definitiva fisonomía.
Alfonso el Batallador aún libraría muchos más combates. Entre otras
cosas, suya fue la idea de crear la primera orden militar española: la
Cofradía de Belchite. Para engrandecer su leyenda, al Batallador se le debe
una prodigiosa expedición a tierra de moros para redimir a los mozárabes
de Granada. Y en el habla popular quedó una frase hecha: «Peor fue la de
Cutanda».

Otros hechos
1483: Los Reyes Católicos, en su avance hacia Granada,
fundan a orillas del Atlántico la villa de Puerto Real, en Cádiz,
así llamada porque será puerto privativo de la Corona, fuera del
control de los nobles.
1538: Carlos I firma con Francisco I de Francia la tregua de
Niza, que prevé un cese de la guerra por diez años. Francisco I
la romperá cuatro años después.
1649: Muere en Sevilla el escultor Juan Martínez Montañés,
maestro de la escuela de imaginería sevillana.
1790: Atentado contra el conde de Floridablanca, secretario de
Estado de Carlos IV. El conde solo sufrió heridas leves.
19
de junio
Franco toma Bilbao

Tal día como hoy, 19 de junio de 1937, las tropas del general Franco
tomaban la ciudad de Bilbao durante la guerra civil española. Fue una
victoria decisiva para el posterior desarrollo de la contienda.
En el inicio de la guerra, el socialista Indalecio Prieto había augurado
la victoria inapelable del Frente Popular en razón de su control sobre las
zonas industriales, entre otros argumentos. Era verdad que los grandes
centros fabriles de España se hallaban en zona frentepopulista. Ejemplo:
Bilbao, polo industrial de primera importancia. Quien allí gobernaba no
eran los socialistas ni los comunistas, sino los nacionalistas vascos. Las
tropas a las que estos se enfrentaban eran igualmente de la tierra: ante todo,
los voluntarios requetés, carlistas, de origen fundamentalmente navarro y
vasco en aquel frente.
El Bilbao republicano confiaba en la solidez de su estructura
defensiva, el llamado «cinturón de hierro», pero la presión de los nacionales
y la colaboración de los propios constructores del cinturón, que pasaron
información al bando nacional (entre ellos, Alejandro Goicoechea, el
ingeniero del tren Talgo), permitieron vencer esa defensa. Cuando las tropas
de Franco se acercaron a la ciudad, los socialistas y los comunistas pidieron
incendiar Bilbao y destruir toda su industria. Los nacionalistas vascos se
negaron. Bilbao quedó intacta y la industria siderometalúrgica pasó
directamente a manos de Franco.
Con aquella conquista, el sector norte del Frente Popular se hundía y
las fuerzas nacionales adquirían unos recursos mineros e industriales de
primera importancia. Los nacionalistas vascos terminarán pactando la
rendición con los italianos en Santoña. Un número nada desdeñable de
combatientes del ejército nacionalista vasco pasará a las tropas de Franco en
los meses siguientes. Franco nombró al primer alcalde de la villa: el joven
falangista José María de Areilza, que muchos años después llegaría a ser
ministro de Exteriores con el rey Juan Carlos I.

Otros hechos
1613: Los jesuitas fundan en Córdoba, hoy Argentina, la
Universidad de Córdoba, primera de aquel país.
1707: Felipe V ordena quemar Játiva (Valencia) en represalia
por el apoyo de esta ciudad al archiduque Carlos durante la
Guerra de Sucesión.
1770: Muere en Salamanca el erudito Diego de Torres
Villarroel, sacerdote, médico, matemático, dramaturgo y
catedrático de la Universidad de Salamanca.
1987: La banda separatista vasca ETA perpetra en Barcelona
el atentado más sangriento de su historia: una bomba en el
supermercado Hipercor. Mató a 21 personas y dejó medio
centenar de heridos. Corre la especie de que la policía,
advertida, no desalojó el local. Lo cierto es que la policía no
desalojó el local porque la dirección del centro, que ya había
recibido antes avisos falsos, creyó estar ante una falsa alarma.
2014: Tras la abdicación de su padre, Juan Carlos I, Felipe VI
es proclamado rey.
20
de junio
Guerra en la Italia española

Tal día como hoy, 20 de junio de 1719, las tropas españolas del rey
Felipe V derrotaban al ejército austriaco en la batalla de Francavilla,
durante las guerras por la posesión de Italia. Porque buena parte de
Italia, en aquel tiempo y desde siglos atrás, era tierra española.
Tras la Guerra de Sucesión en España, Inglaterra y Austria quisieron
disputar a España sus posesiones en Italia, especialmente en Sicilia y
Nápoles. Esta parte de Italia estaba vinculada a la Corona española desde
cuatrocientos años atrás, cuando formaba parte de la Corona de Aragón. Es
fama que los soldados de los tercios veían como un privilegio ser
destinados a Italia. Pero el cambio de poder en Europa, a partir del siglo
XVIII, hizo peligrar la soberanía sobre aquellas tierras. El Tratado de Utrecht,
después de la Guerra de Sucesión, dibujaba un enredado laberinto dinástico
que ponía Nápoles bajo el control de los austriacos. Felipe V recuperó
Sicilia y Cerdeña, pero el episodio hizo que se formara contra España una
terrible coalición: Inglaterra, Francia, Holanda y el imperio austriaco, todos
juntos. Para recobrar el dominio de Nápoles y Sicilia, España envió una
flota al mando de Antonio Gaztañeta, pero fue un auténtico desastre: la
escuadra se topó con una flota inglesa mucho mejor armada y Gaztañeta
perdió la mitad de sus barcos. Y la coalición, la cuádruple alianza, nos
declaró la guerra.
En junio de 1719, un poderoso ejército austriaco de 24.000 hombres,
apoyado por la armada británica, desembarcó en Sicilia y atacó a las tropas
españolas. Estas se hicieron fuertes en la localidad de Francavilla, junto a
un monasterio capuchino. El jefe español, Juan Francisco de Bette, de
origen flamenco, marqués de Lede, reunió a todas sus fuerzas. Los
austriacos intentaron por tres veces romper la defensa española, pero en las
tres ocasiones fracasaron. Las bajas austriacas fueron brutales: una cuarta
parte de sus tropas. Las pérdidas españolas apenas llegaron al tres por
ciento. Francavilla fue una gran victoria donde la infantería española
demostró que seguía siendo temible.
Pese a Francavilla, esta guerra no terminará bien: demasiados
enemigos al mismo tiempo. Las hostilidades se prolongarán hasta 1720, con
el Tratado de La Haya, donde España cedió la soberanía de Sicilia a la casa
de Saboya, que a su vez la cambió por Cerdeña a los austriacos. Pero tal
situación duraría poco, porque los Borbones españoles recuperaron la isla
de nuevo en 1734. Ahí permanecerán hasta la revolución italiana de 1860.

Otros hechos
236 a.C.: Nace en Roma Publio Cornelio Escipión el
Africano, que derrotó a los cartagineses en Hispania y aseguró
el control romano sobre la península.
1567: El duque de Alba parte desde el Milanesado, rumbo a
Flandes, al frente de 8.000 soldados de los tercios. Así abrirá el
llamado «Camino español».
1937: Agentes soviéticos asesinan al líder del comunista
POUM, Andrés Nin, en la cárcel de Alcalá de Henares, después
de atroces torturas.
21
de junio
Vitoria: la última derrota de Napoleón
en España

Tal día como hoy, 21 de junio de 1813, tenía lugar la batalla de


Vitoria, que significó el final de la Guerra de la Independencia española
contra los franceses. A partir de aquel momento, las tropas
napoleónicas ya solo pudieron pensar en la retirada.
La posición de las tropas de Napoleón en España se había hecho muy
precaria en el año anterior, por la presión de los ejércitos ingleses y
portugueses al mando del general Wellington y por la amenaza permanente
de las partidas guerrilleras españolas, organizadas ya en auténticos ejércitos
dignos de ese nombre. En junio de 1813 Wellington atacó desde el oeste
con tropas españolas, inglesas y portuguesas en dirección a Burgos y
Vitoria, con el objetivo de cortar la línea de enlace de los franceses con su
país. El rey que Napoleón había puesto en España, José I Bonaparte, Pepe
Botella, huyó al verlo todo perdido. Dejó a sus tropas solas ante una
ofensiva que no pudieron resistir.
Desde el punto de vista estrictamente militar, esta guerra fue
ostensiblemente más áspera que la que se libró en el resto de Europa: la
ocupación francesa fue frecuentemente criminal y la reacción popular
estuvo en consonancia; para colmo, el comportamiento de los ingleses en
nuestro suelo no fue muy distinto del de los franceses. Pese a esta aspereza,
la clave de la victoria en Vitoria fue un inteligente movimiento táctico que
consistió en ir sumando tropas a medida que se avanzaba hacia el este y,
sobre todo, mover al mismo compás las líneas de suministros, de manera
que el bloque aliado se garantizó en todo momento la superioridad sobre los
franceses. La catástrofe francesa en Vitoria fue mayúscula. El ejército
napoleónico perdió a una cuarta parte de sus hombres y la totalidad de sus
cañones. Si la larga guerra de guerrillas ya había machacado mucho a los de
Napoleón, lo de Vitoria fue la puntilla. Las bajas de los aliados, por el
contrario, apenas superaron el 5 por ciento.
Fue una batalla crucial, esta de Vitoria, porque provocó la salida de los
de Napoleón de España. El último choque, en San Marcial, el 31 de agosto,
ya fue tarea propiamente española: la victoria del Ejército de Galicia al
mando del general Freire sobre los franceses que intentaban sostener San
Sebastián. España era así el primer país que vencía al todopoderoso
emperador francés. La victoria angloespañola en Vitoria fue tan rotunda que
Beethoven escribió una pieza para celebrarla. Hoy la tarareamos todos con
la letra «es un muchacho excelente».

Otros hechos
1483: Los Reyes Católicos sitian Granada e instalan su
campamento en Santa Fe.
1586: Muere en Roma el canónigo agustino Martín de
Azpilicueta, filósofo y teólogo, catedrático en Salamanca y
Coimbra, consejero de reyes y papas, miembro de la Escuela de
Salamanca. Formuló por primera vez la teoría cuantitativa del
dinero.
1773: Muere en Madrid el marino, ingeniero y científico Jorge
Juan y Santacilia, que protagonizó la reforma naval española y
midió el meridiano terrestre.
1882: Nace en Tarrós, Lérida, el político separatista catalán
Lluís Companys, presidente de la Generalidad de Cataluña
entre 1934 y 1940.
22
de junio
Guerra naval en la Edad Media

Tal día como hoy, 22 de junio de 1372, la flota castellana derrotaba a


la armada inglesa en La Rochela, en la costa atlántica francesa.
El episodio se inscribe en la Guerra de los Cien Años entre Francia e
Inglaterra, donde Castilla, ahora con Enrique de Trastámara como rey, se
puso del lado francés. La Rochela se había convertido en la base principal
de la armada de Inglaterra. El rey de Castilla envió allá una veintena de
barcos entre galeras y naos, al mando del almirante genovés Ambrosio
Bocanegra, secundado por los capitanes Fernán Ruiz Cabeza de Vaca,
Fernando de Peón y Ruy Díaz de Rojas. El rey de Inglaterra, Eduardo III, se
apresuró a reforzar la defensa con más de cuarenta naves. Fue una de las
grandes batallas navales de su tiempo y se resolvió a fuerza de astucia.
El 21 de junio los barcos castellanos avistaron a los ingleses. Hubo un
cruce de fuego sin consecuencias. Bocanegra leyó la situación táctica y
decidió retirarse. Los ingleses, eufóricos, vocearon la cobardía castellana.
Pero el genovés sabía lo que hacía. Las naos inglesas eran más pesadas y de
mayor calado que las galeras castellanas. En la bajamar, los barcos ingleses
quedarían varados, mientras que los castellanos podrían moverse con
libertad y dar la vuelta a su inferioridad numérica. Eso era lo que Bocanegra
esperaba: la bajamar. Cuando esta llegó, al día siguiente, la armada
castellana se lanzó al ataque. El jefe inglés, Pembroke, no había previsto ese
detalle elemental.
Fue una escabechina: las bombardas castellanas destrozaron a los
inmóviles barcos ingleses, que en ese preciso instante descubrieron su
trágico error. Todos los barcos ingleses fueron quemados, hundidos o
apresados. Pembroke cayó preso junto a medio millar de caballeros y 8.000
soldados. La victoria castellana fue inapelable. Ambrosio Bocanegra, el
almirante castellano, tuvo un gesto de generosidad poco frecuente en aquel
tiempo: perdonó la vida a los cautivos. En cuanto a Castilla, la clara
superioridad naval exhibida en aquel combate le permitió asentarse como
potencia indiscutible del Atlántico. En los años siguientes los barcos
castellanos atacarán reiteradas veces las costas inglesas e incluso llegarán
Támesis arriba a pocos kilómetros de Londres, como hizo el almirante
Fernán Sánchez de Tovar. Los puertos cántabros volvieron a florecer con el
comercio de lanas hacia Flandes.

Otros hechos
1559: Felipe II se casa con Isabel de Valois, hija del rey
Enrique II de Francia.
1580: Muere en Granada el militar y poeta renacentista Diego
Hernando de Acuña.
1865: Muere en Madrid el escritor y político Ángel Saavedra,
duque de Rivas, autor de Don Álvaro o la fuerza del sino,
referencia del romanticismo.
1930: Nace en Madrid el político Francisco Fernández
Ordóñez, presidente del INI con Franco, ministro de Justicia
con UCD y de Exteriores con el PSOE. Dejó en herencia el
IRPF, la ley del divorcio, el ingreso en la OTAN y la firma del
Tratado de Maastricht.
23
de junio
La represión de la usura

Tal día como hoy, 23 de junio de 1908, el Gobierno español aprobaba


la Ley de Represión de la Usura, para poner coto a los abusivos
intereses que cobraban los prestamistas.
El presidente del Gobierno era en aquel momento el conservador
Antonio Maura, que había emprendido una audaz política de reformas de
fondo dentro de lo que él mismo llamó «revolución desde arriba». Fue
particularmente importante la creación del Instituto Nacional de Previsión,
precedente de la actual Seguridad. Pese a ello la izquierda redobló la
ofensiva contra Maura –que ya había sufrido un atentado a manos de un
anarquista–, haciendo que finalmente el rey Alfonso XIII le cesara en 1909.
La Ley de Represión de la Usura formaba parte de ese paquete
reformador. Su artículo 1 decía así: «Será nulo todo contrato de préstamo en
que se estipule un interés notablemente superior al normal del dinero y
manifiestamente desproporcionado con las circunstancias del caso o en
condiciones tales que resulte aquel leonino, habiendo motivos para estimar
que ha sido aceptado por el prestatario a causa de su situación angustiosa,
de su inexperiencia o de lo limitado de sus facultades mentales».
La filosofía de la ley bebía en la doctrina social católica, según la cual
tiene que haber un precio justo y razonable a la hora de fijar los intereses y
no es legítimo fijar estos exclusivamente en función de la oferta y la
demanda. Y el principal cerebro del proyecto fue un republicano: el jurista
Gumersindo de Azcárate, leonés de Villimer, nacido en 1840 y vinculado a
los movimientos fundacionales de la Institución Libre de Enseñanza. A
pesar de sus convicciones republicanas –fue diputado por este grupo hasta
su muerte–, Azcárate ocupó cargos de gran relieve en la España de la
monarquía restaurada: miembro del Consejo de Instrucción Pública,
presidente del Instituto de Reforma Social y académico de la Historia.
Azcárate falleció en 1917. Maura, por su parte, aún tendría por delante
una carrera importante (y más atentados de la izquierda, esta vez un
socialista). Y en cuanto a la Ley de Represión de la Usura, su filosofía sigue
vigente hasta hoy. ¿O no?

Otros hechos
1222: Muere la princesa Constanza de Aragón, reina consorte
de Hungría entre 1196 y 1204, de Sicilia desde 1209 y
emperatriz consorte del Sacro Imperio Romano Germánico
desde 1212.
1287: La escuadra aragonesa de Roger de Lauria derrota a la
Casa de Anjou en Nápoles, en la Batalla de los Condes.
1532: Los reyes de Francia e Inglaterra, Francisco I y Enrique
VIII, firman un pacto secreto contra la España de Carlos I.
1924: Concluye el juicio a los generales Berenguer y Navarro
por el Desastre de Annual.
24
de junio
España derrota a los holandeses
en Macao

Tal día como hoy, 24 de junio de 1622, una pequeña guarnición


española y portuguesa que defendía la plaza de Macao, en el sureste de
China, derrotó a una flota holandesa que pretendía apoderarse del
lugar.
El suceso ocurrió en un momento en el que España y Portugal estaban
unidos por una misma corona. La unión hizo que las posesiones orientales
de los dos países ibéricos conformaran un auténtico emporio de riqueza. No
hubo una unificación administrativa de tipo moderno, es decir, que cada
país mantuvo sus propias estructuras, lo cual incluía la exclusividad sobre
las rutas marítimas, pero la desaparición de conflictos permitió una
actividad comercial más intensa. Los productos de oriente llegaban desde
plazas portuguesas como Macao hasta las Filipinas, tierra española, y desde
allí viajaban a la América hispana a bordo del Galeón de Manila. La
piratería no hizo mucho daño al Galeón de Manila: en doscientos cincuenta
años, solo cuatro barcos cayeron en manos de los ladrones del mar. Mucho
más peligrosa fue la ambición holandesa por arrancar a España y a Portugal
sus bases comerciales en el Pacífico. Los holandeses mandaron auténticas
flotas para tratar de echar a los ibéricos a viva fuerza. Y eso es lo que pasó
en Macao en 1622.
Una flota holandesa de tres barcos y 1.300 hombres intentó apoderarse
de Macao, defendida por una guarnición portuguesa de unos 300 hombres
reforzados por dos compañías españolas. Pese a su superioridad, los
holandeses tuvieron que retirarse. Un cronista nos dejó el siguiente
testimonio: «Se aprestó el invasor holandés al desembarco. Pero aquellos
portugueses, y unos cuantos españoles que estuvieron junto a ellos, obraron
maravillas aquel día. La artillería, servida por los padres jesuitas, frenó en
seco el avance holandés. Y acto seguido los defensores, aun siendo muy
inferiores en número, salieron de sus defensas, invocando a la Virgen María
y a Santiago Apóstol rompieron el asedio y se abalanzaron contra los
atacantes, obligando a huir a los herejes, que corrieron a refugiarse en sus
barcos. Así se salvó Macao aquel 24 de junio de 1622. Y no puede uno sino
admirar el decidido espíritu de tan pocos contra tantos…».
Portugal y España se separaron, pero Macao siguió siendo portuguesa
durante dos siglos más. España, por su parte, mantuvo su bandera en
Filipinas hasta 1898. Y en cuanto a los jesuitas, para la posteridad quedó
aquel ejemplo de maestría artillera.

Otros hechos
1128: Alfonso Enríquez, hijo de Enrique de Borgoña y de
Teresa de León, nieto del rey leonés Alfonso VI, vence a los
partidarios de su madre en la batalla de San Mamede, lo cual
deja en sus manos el condado de Portugal y, de hecho, su
independencia.
1542: Nace en Fontiveros, Ávila, el místico San Juan de la
Cruz, cofundador de los Carmelitas Descalzos.
1571: El conquistador Miguel López de Legazpi funda Manila,
en las Filipinas.
25
de junio
Nace Antonio Gaudí

Tal día como hoy, 25 de junio de 1852, nacía en Reus el arquitecto


Antonio Gaudí, uno de los grandes genios de la cultura española
contemporánea.
Antonio Gaudí es el principal exponente del modernismo en la
arquitectura. El mecenazgo del industrial Güell le dio la oportunidad de
innovar al mismo tiempo en formas estéticas y en soluciones técnicas. Y
junto a todo eso, Gaudí desarrollaba un estilo genuinamente personal donde
la inspiración fundamental venía de la naturaleza: montañas, cuevas, formas
orgánicas que el arquitecto trasplantó a los edificios y a sus
ornamentaciones.
La obra más universalmente conocida de Antonio Gaudí es el templo
de la Sagrada Familia en Barcelona, al que dedicó toda su vida. Cuando
murió, ya en 1926, con setenta y cuatro años, de la Sagrada Familia solo se
había construido la fachada del Nacimiento y una torre. Después, la obra
del arquitecto cayó en el olvido. En 1936, las milicias comunistas saquearon
el despacho que había dejado en el templo y quemaron todos sus papeles.
Fue bajo el régimen de Franco cuando se redescubrió a Gaudí. Pintores
como Salvador Dalí y arquitectos como Josep María Sert sacaron del olvido
al genio. Pronto su fama se extendió por todo el mundo.
Hoy sus obras han sido declaradas por la Unesco Patrimonio de la
Humanidad. Al mismo tiempo, la dimensión religiosa de su obra y de su
vida se ponían de manifiesto hasta el punto de iniciar un proceso de
beatificación en el Vaticano. Hoy Gaudí es oficialmente «siervo de Dios»,
que es el primer paso hacia la beatificación. Y su obra permanece como una
de las creaciones más originales de la cultura española del siglo XX.

Otros hechos
1319: Desastre de la Vega de Granada, en la batalla de Sierra
Elvira: las tropas castellanas son sorprendidas en su retirada
por las huestes nazaríes y quedan empantanadas en el río Genil.
En el combate morirán los infantes Pedro y Juan de Castilla.
1412: Los compromisarios de las cortes de la Corona de
Aragón en Caspe eligen rey a Fernando de Antequera. Así la
casa de Trastámara, que ya reina en Castilla, lo hará también en
Aragón. De una y otra rama descenderán Isabel y Fernando, los
Reyes Católicos.
1806: Primer ataque británico a Buenos Aires, capital del
virreinato del Plata. Serán expulsados por Santiago de Liniers
mes y medio después.
1870: Isabel II, derrocada por la revolución de 1868 y exiliada
en París, abdica del trono a favor de su hijo, el futuro Alfonso
XII.
1873: Batalla de Monte Muro o Abárzuza en la tercera guerra
carlista: las fuerzas carlistas de Dorregaray, en inferioridad de
uno a tres, aplastan al ejército de la I República mandado por
Gutiérrez de la Concha, que muere en combate.
26
de junio
El día que mataron a Francisco Pizarro

Tal día como hoy, 26 de junio de 1541, moría asesinado Francisco


Pizarro, el conquistador del Perú.
Pizarro era un extremeño de Trujillo que pasó a América en busca de
fortuna. Había tenido una infancia durísima, de pobreza y marginación, de
la que solo pudo salir marchando a las guerras de Italia. Allí adquirió la
experiencia guerrera que le permitiría triunfar después en el Nuevo Mundo.
Pasó veinte años de su vida abriendo selvas inexploradas en Colombia y
Panamá. Estuvo con Núñez de Balboa cuando descubrió el Pacífico. Era ya
un veterano de cuarenta y cinco años cuando, en 1524, concibió su más loco
sueño: la conquista de un país del que los indios decían que estaba lleno de
oro y al que llamaban Birú. Encontrará como socio a otro veterano de la
conquista: Almagro.
El Birú o Perú resultó ser el enorme imperio de los incas. Cuando
Pizarro llegó a aquellas tierras, los incas se hallaban enzarzados en una
feroz guerra civil entre los caudillos Atahualpa y Huáscar. Pizarro supo
sacar ventaja de la situación. Con el apoyo de innumerables pueblos
indígenas hartos de la opresión inca –tallanes, huancas, etc.–, la hueste de
Pizarro, de apenas doscientos hombres, conquistó un imperio. Era 1533. El
Tahuantinsuyo, que así se llamaba el imperio incaico, cayó bajo el peso de
su propia estructura.
Pero Pizarro, que había sido un genio como conquistador, será un
desastre como organizador. Primero, el reparto del botín del Inca beneficia a
la hueste de Pizarro en perjuicio de la de Almagro, el otro socio. Después,
el reparto de tierras genera mil conflictos entre los españoles. Almagro
queda disconforme. Una y otra vez se pide a la Corona que trace las líneas
de demarcación de territorios, pero una y otra vez los límites serán
discutibles, por la sencilla razón de que no había instrumentos para medir
correctamente el espacio físico. Los partidarios de Pizarro matarán a
Almagro en Cuzco. Dicen las crónicas que Pizarro lloró de rabia al
enterarse. El hecho es que los de la hueste de Almagro, que ya se sentían
perjudicados por el desigual reparto del botín de Cuzco, ahora almacenarán
un rencor inextinguible contra los pizarristas. Años más tarde, en 1541, un
hijo de Almagro, Diego el Mozo, organizará el asesinato de Pizarro. El
conquistador murió en su palacio de Lima, de una estocada en el cuello.
Tenía sesenta y tres años. Triste final. Pero lo que dejaba tras de sí era
simplemente portentoso.

Otros hechos
1300: El rey nazarí de Granada, Muhammad II, pactando
alternativamente con los castellanos y con los benimerines del
norte de África, ocupa Alcaudete, en Jaén.
1431: Las tropas de Juan II de Castilla, al mano del
condestable Álvaro de Luna, parten en campaña contra el reino
nazarí de Granada.
1580: Nace en Villalpando, Zamora, el eclesiástico Gaspar de
Borja y Velasco, cardenal primado de España, virrey de
Nápoles y embajador ante la Santa Sede.
1975: Muere San Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del
Opus Dei.
27
de junio
Los ingleses atacan Buenos Aires

Tal día como hoy, 27 de junio de 1806, los ingleses atacaban la ciudad
española de Buenos Aires, en la Argentina, entonces tierra de la
Corona de España.
Nuestro país, todavía aliado de la Francia de Napoleón, se hallaba en
guerra con Inglaterra por aquel juego de alianzas. Después de la catástrofe
de Trafalgar, la Armada española no estaba en condiciones de asegurar sus
bases ultramarinas. Los ingleses lo sabían. Así mandaron una poderosa flota
al mando del comodoro Home Popham. El virrey español, Sobremonte,
reacciona torpemente y los ingleses, después de un breve ataque,
desembarcan y tomarán Buenos Aires con escasa oposición. Pero otro
militar español, Santiago de Liniers, destacado en la cercana Montevideo,
organizará el contraataque.
Santiago de Liniers (Jaques, en realidad) era un francés de Niort, en la
Vendée histórica, que años atrás había pasado al servicio del rey de España,
según permitían los pactos de familia entre los Borbones. Aunque ya era
oficial de Caballería, quiso empezar desde abajo e ingresó en la compañía
de caballeros guardiamarinas. Era 1775. A partir de ahí cubrió una carrera
excelente que le llevó a mandar la escuadrilla española en Montevideo en
1796. Llegó a encabezar la estación naval de Buenos Aires, pero,
desplazado por otros oficiales españoles, acabó en la ensenada de Barragán,
un destino menor. Y en él estaba cuando llegaron los ingleses.
Liniers acude de incógnito a Buenos Aires y comprueba que hay un
grupo de patriotas dispuesto a resistir con un auténtico ejército secreto.
Vuelve a Montevideo y obtiene del gobernador armas, munición, hombres y
embarcaciones. Con esos pertrechos va a ejecutar una de las operaciones
más audaces de la historia. Primero había que burlar la vigilancia de la flota
británica. Lo hará de forma temeraria: aprovechando un largo y áspero
temporal que inmovilizó a los barcos enemigos, Liniers cruza el Plata entre
el bravo oleaje, desembarca en la otra orilla y, siempre bajo la tormenta, se
dirige a Buenos Aires. Será ya el 12 de agosto de 1806. A los ingleses los
coge por sorpresa. Sorpresa que aumenta cuando en las calles de la ciudad
aparecen, de repente, los hombres del ejército secreto de los patriotas.
Los ingleses tuvieron que abandonar Argentina. Más veces intentarán
conquistar Buenos Aires, pero la victoria será siempre española hasta la
independencia del país.

Otros hechos
1212: En su campaña para frenar a los almohades, Alfonso
VIII de Castilla, tras la reconquista de Calatrava, prohíbe a los
cruzados venidos de Europa saquear las ciudades. La
prohibición provocará el abandono de casi todos los
contingentes extranjeros.
1236: Fernando III de Castilla reconquista Córdoba a los
musulmanes.
1870: Nace en Vevey, Suiza, Jaime de Borbón y Borbón-
Parma, pretendiente carlista al trono entre 1909 y 1931.
1957: Sale a la venta el utilitario Seat 600, símbolo del
desarrollo económico del país.
28
de junio
España ingresa en
la Sociedad de Naciones

Tal día como hoy, 28 de junio de 1919, España ingresaba en la


Sociedad de Naciones, el organismo internacional creado por los
aliados después de la Primera Guerra Mundial a iniciativa del
presidente norteamericano Woodrow Wilson.
Teóricamente la Sociedad de Naciones tenía por objeto superar las
consecuencias de la guerra, que habían sido devastadoras tanto en vidas
humanas como en coste económico. Sin embargo, el mismo Tratado de
Versalles que creaba la Sociedad de Naciones imponía también a los
perdedores de la guerra, y en particular a Alemania, un castigo tan severo
que terminó conduciendo a una guerra aún peor. En realidad el objetivo de
la nueva institución era hacer visible la idea norteamericana de un espacio
transnacional abierto al comercio, de mares libres para la navegación y sin
la enojosa presencia de los viejos imperios, que tal era el anhelo de Wilson.
Las potencias europeas, sin embargo, estaban en otro concepto mucho más
vinculado al viejo modelo del concierto de naciones. Y, en la época, los
Estados Unidos aún no estaban en condiciones de imponer su visión de las
cosas.
España había sido neutral durante la Primera Guerra Mundial. Las
apuestas internacionales de nuestro país se orientaban a no llevarse
demasiado mal con nadie y a preservar un cierto aislamiento. Nuestra
política exterior se estaba centrando sobre todo en el norte de África, donde
el país trataba de asentar su dominio en Marruecos. El ingreso en la
Sociedad de Naciones no representó ninguna ventaja, pero tampoco
ninguna desventaja. Más bien fue un logro de venta interna: Romanones,
que fue el fautor de la incorporación, pudo vender que España era el único
país neutral que había obtenido un puesto en el consejo rector de la
institución. Después España se marchó y no volverá hasta 1926 bajo la
dictadura de Primo de Rivera. En todo caso, la propia Sociedad fracasaba
muy poco después por la deserción de los Estados Unidos y por la exclusión
de Alemania, Turquía y la Unión Soviética.
Después, la política exterior española se preocupó más por estrechar
lazos con Londres y, especialmente, París. Y en Europa se iba dibujando el
decorado para una nueva guerra que sería todavía más terrible que la
anterior.

Otros hechos
1519: Carlos I de España es elegido emperador del Sacro
Imperio Romano Germánico.
1579: Antonio Pérez, secretario de Felipe II, es encarcelado
por traición.
1808: En la Guerra de la Independencia, la ciudad de Valencia
rechaza a los invasores franceses.
1854: Pronunciamiento del general O’Donnell en Vicálvaro, la
Vicalvarada, que significará el final de la Década Moderada y
la inauguración del Bienio Progresista.
1927: Comienza a operar la línea aérea Iberia bajo la dictadura
de Primo de Rivera.
1931: Elecciones constituyentes de la II República, con
victoria del PSOE de Besteiro y los radicales de Lerroux.
Azaña y Alcalá-Zamora apenas superan el 5 por ciento de los
votos.
29
de junio
El misterio de Ramón Llull

Tal día como hoy, 29 de junio de 1315, moría el gran sabio mallorquín
Ramón Llull, Raimundo Lulio, una de las grandes figuras de la cultura
medieval.
Criado en una familia de caballeros, todo le predestinaba a ser un gran
señor medieval. Pero acabaría siendo otra cosa porque le ocurrió algo
impresionante: una noche vio a Cristo crucificado. La visión se repitió hasta
cinco noches consecutivas. Ramón vendió todos sus bienes. Peregrinó a
Santiago. Vivió ermitaño en una cueva. Llegó a la conclusión de que Dios
le llamaba para predicar la Cruz a los musulmanes.
Llull se dedicó a estudiar árabe, y también gramática, filosofía,
teología… Comienza a escribir, y lo hace en árabe: la Lógica, el Libro de la
contemplación, el Diálogo del gentil con los tres sabios… De este dominio
de la lengua árabe procede su apodo de «Arabicus Christianus». Pero no
bastaba con hablar el árabe: también había que explicar la fe con razones
que un cristiano, un musulmán, un judío y un pagano pudieran compartir
para sentar criterios de verdad. Esta iba a ser la gran apuesta cultural de la
Europa del medioevo.
A la altura de 1274, y bajo el mecenazgo de su amigo Jaime II de
Mallorca, Ramón concibe su primer gran proyecto: un sistema lógico capaz
de dictaminar lo verdadero y lo falso. Se trataba de una máquina donde las
proposiciones teológicas se organizaban en formas geométricas –círculos,
cuadrados, triángulos, etc.– que, accionadas por una palanca, arrojaban
respuestas afirmativas o negativas. A esto lo llamó Ars Generalis Ultima o
Ars Magna. Gracias a ese artefacto, Llull es hoy el santo patrón de los
informáticos españoles.
Ramón ingresó en la orden tercera franciscana. Firme en su decisión
de llevar la Cruz a judíos y sarracenos, obtiene de Jaime II de Mallorca la
autorización para predicar en las sinagogas y mezquitas del Reino.
Enseguida vuelve a proponer en Roma la recuperación de Tierra Santa. Pero
Llull no esperó a la cruzada para partir él mismo en misión. Predicará en
Túnez, Chipre, Asia Menor, Jerusalén. Parece que fue en Túnez donde los
sarracenos, furiosos, le apedrearon hasta matarle. Lo que dejaba tras de sí
aquel hombre era asombroso: trescientas obras en árabe, romance (catalán)
y latín sobre filosofía, gramática, mística, pedagogía, ética caballeresca y
hasta novelas. Un genio excepcional.

Otros hechos
1136: Nace en Huesca la infanta Petronila, hija del rey Ramiro
II de Aragón. El matrimonio de Petronila con el conde de
Barcelona Ramón Berenguer IV incorporará los condados
catalanes a la Corona de Aragón.
1540: Nace en Cifuentes, Guadalajara, Ana de Mendoza de la
Cerda, princesa de Éboli, que jugará un papel destacadísimo en
las intrigas políticas en tiempos de Felipe II.
1707: Felipe V dicta los Decretos de Nueva Planta, que
suponen la derogación de los fueros históricos de Aragón y de
Valencia.
1776: El franciscano mallorquín Francisco Palou funda la
misión de San Francisco de Asís en California. Es la actual
ciudad norteamericana de San Francisco.
30
de junio
Comienza el sitio de Baler:
los últimos de Filipinas

Tal día como hoy, 30 de junio de 1898, comenzaba en Filipinas el sitio


de Baler, uno de los episodios militares más impresionantes de la
Historia de España. Allí nació la leyenda de «los últimos de Filipinas».
En aquel año de 1898 los norteamericanos habían empezado a ejercer
de gran potencia y su primera víctima estaba siendo España: los yanquis
sabían de nuestra debilidad y alentaron los movimientos independentistas
en Filipinas y Cuba, últimos restos del viejo imperio español. En el caso de
Filipinas los trastornos habían sido menos graves que en Cuba, pero el
archipiélago ardía en efervescencia revolucionaria. Es allí, en una remota
aldea del distrito del Príncipe llamada Baler, donde iba a comenzar nuestra
historia.
Desde agosto de 1897, el pacífico poblado había sido escenario de
enfrentamientos entre los rebeldes tagalos, escondidos en la selva, y las
tropas españolas enviadas de refuerzo. Hacia febrero de 1898 se instalan en
Baler 50 hombres al mando de los tenientes Juan Alonso Zayas y Saturnino
Martín Cerezo, bajo la autoridad del nuevo gobernador de la plaza, el
capitán Enrique de las Morenas. La presencia del destacamento permite
reponer el orden. Pero en ese momento, cuando parece que la paz ha vuelto
a Baler, los yanquis declaran la guerra a España.
El 30 de junio, los tagalos –los nativos filipinos– lanzan un ataque
contra la posición española. De las Morenas y sus hombres ya no tendrán
otro objetivo que resistir a todo trance. Los nuestros, aislados de todo
contacto con el exterior, no saben que las Filipinas están cayendo bajo
control norteamericano. Tampoco se enterarán de que España ha perdido la
guerra. Día tras día, mes tras mes, los españoles aguantan los continuos
ataques de los tagalos. Cuando se les acaben los víveres comerán hierba,
ratas, caracoles, pájaros. Los hombres van cayendo, pero su voluntad de
resistencia es inquebrantable. Finalmente, un emisario español llegó a la
posición con pruebas formales de que la guerra había terminado. Solo
entonces entregaron la plaza.
Tras 337 días de asedio, los treinta y tres supervivientes abandonaban
la aldea enarbolando la rojigualda entre un pasillo de filipinos que les
presentaban armas. Esa fue la hazaña de los héroes de Baler.

Otros hechos
636: El rey godo Chintila convoca el V Concilio de Toledo.
713: Tras un año de asedio, los invasores árabes de Musa
toman Mérida.
1483: Fernando el Católico reconquista Tájara, en Granada.
1520: La Noche triste de Hernán Cortés: los aztecas expulsan
a los españoles de Tenochtitlán en medio de feroces combates.
1628: Nace en Muniesa, Teruel, el teólogo y escritor místico
Miguel de Molinos, creador del «quietismo» como vía
contemplativa de acceso a Dios.
Julio
1
de julio
María de Molina,
reina madre y reina abuela

Tal día como hoy, 1 de julio de 1321, moría en Valladolid a los


cincuenta y siete años de edad María Alfonso de Meneses, señora de
Molina, reina consorte de Castilla entre 1284 y 1295, que tuvo que
sostener la corona de su hijo, primero, y de su nieto después en
condiciones extremadamente hostiles. Un personaje capital de nuestra
Edad Media.
María de Molina se había casado con Sancho IV, el hijo de Alfonso X
el Sabio, en 1282. Sancho ya estaba legalmente casado con una dama
catalana: Guillerma de Montcada. Aunque este enlace era solo papel y
nunca se había consumado, era un matrimonio. Por tanto, los esponsales de
María y Sancho eran nulos. El papa dictó sentencia. Los novios fueron
excomulgados. A partir de ese momento, María y Sancho tendrán que
luchar por obtener la dispensa papal y la Corona. Cuando muera Alfonso X,
en 1284, Sancho y María serán reyes, pero afrontarán tremendos
obstáculos: intrigas nobiliarias, las aspiraciones de los infantes De la Cerda
(nietos de Alfonso X), la amenaza musulmana… Sancho y María logran
imponerse, pero el rey va a morir en 1295, con treinta y siete años, y deja
un heredero de solo diez: Fernando. Al frente del Reino queda, sola en la
tormenta, ella: María de Molina, una mujer cuyo matrimonio había sido
declarado nulo y cuya descendencia, por tanto, era ilegítima. Difícil papel.
Su única preocupación será salvar la corona de su hijo, el pequeño
Fernando, pero alrededor se van a disparar todas las ambiciones. Castilla
arde.
María de Molina sabrá asegurarse el respaldo de las grandes villas del
Reino: Valladolid, Burgos, etc. De ellas obtendrá milicias para enfrentarse a
los grandes linajes nobiliarios y dinero para que Roma, con un papa nuevo,
anule el primer matrimonio del difunto Sancho. Así María logró el
reconocimiento papal para su matrimonio y, con él, la legitimación de la
corona de su hijo Fernando. A la altura de 1303 parecía que la pesadilla
había terminado. Pero no. En 1312 moría el rey Fernando, veintiséis años.
Dejaba un heredero, Alfonso, de un año de edad. Y la reina madre, ahora
«reina abuela», se veía una vez más obligada a defender la continuidad de
la Corona. María se propuso ante todo quedarse con la custodia del niño. Lo
consiguió, pero eso no evitó que Castilla volviera a desgarrarse. Cuando en
la Vega de Granada mueran los infantes Pedro y Juan, tío y abuelo del
pequeño Alfonso y cotutores del heredero, las ambiciones de las grandes
casas se desatarán. Lo último que hizo María fue tomar juramento a los
caballeros de Valladolid de defender con su vida al pequeño rey Alfonso. Y
hecho eso, expiró el 1 de julio de 1321.
Sin María en el escenario, todo se vendrá abajo. Años de pesadilla:
entre los nobles en el norte y los moros en el sur, no hubo rincón del reino
que no conociera el saqueo. Y así seguirán las cosas hasta 1325, cuando
Alfonso, con quince años, sea declarado mayor de edad. Será Alfonso XI el
Justiciero. Fue la venganza póstuma de María de Molina.

Otros hechos
612: El rey godo Sisebuto dicta leyes contra los judíos.
1976: Dimite Carlos Arias Navarro, último presidente del
Gobierno nombrado por Franco.
2
de julio
La gramática de Nebrija,
la primera moderna del mundo

Tal día como hoy, 2 de julio de 1522, fallecía en Alcalá de Henares el


sabio sevillano Antonio de Nebrija, creador de la primera gramática
moderna de la Historia: la gramática castellana.
En agosto de 1492, varios meses después de que las banderas de
Castilla y Aragón reconquistaran Granada y pocas semanas antes de que
Colón partiera hacia las Indias, la reina Isabel la Católica acudió a
Salamanca para despachar ciertos asuntos de la corona. Alguien le hizo
llegar un libro de título insólito: Gramática de la lengua castellana. Era una
revolución, porque hasta entonces todas las gramáticas eran del latín y a
nadie se le había ocurrido hacer lo mismo con una lengua moderna. La
reina abrió el libro. Comprobó que estaba expresamente dedicado a ella.
Quedó muy sorprendida e hizo llamar al autor.
Ese era Antonio de Nebrija, profesor de Gramática y Retórica en la
Universidad de Salamanca, formado en el prestigioso Colegio de Bolonia,
en Italia, y protegido del arzobispo de Sevilla, Fonseca. Isabel la Católica le
preguntó: ¿Para qué quiero yo un trabajo como este, si ya conozco la
lengua? E iba Nebrija a contestar cuando tomó la palabra el obispo de
Ávila, allí presente, y dijo: «Vuestra Alteza ha metido bajo su yugo a
muchos pueblos bárbaros y naciones de peregrinas lenguas. Ahora estos
tienen que recibir las leyes que el vencedor pone al vencido, pero no podrá
ser si no conocen la lengua. Para eso sirve la Gramática».
Nebrija lo expresó con una fórmula que hizo fortuna: «La lengua es el
instrumento del imperio». Ninguno de los presentes en aquella reunión
podía imaginar el imperio que en verdad iba a caer sobre la Corona pocos
meses después. Porque faltaba poco para que Cristóbal Colón llegara a lo
que resultó ser un continente nuevo. Así la Gramática de Nebrija se
convirtió en una herramienta preciosa: la primera regla escrita de una
lengua que hoy hablan cerca de 500 millones de personas, la primera
gramática moderna del mundo.

Otros hechos
1489: Los Reyes Católicos reconquistan Motril.
1502: Un terrible huracán azota La Española, la primera base
de nuestro país en América; la ciudad de Santo Domingo queda
destruida.
1520: Batalla de Calacoaya: después de la Noche Triste,
Cortés ayuda a los nativos de Teocalhueyacan a aplastar a los
nahuas de Calacoaya, aliados de Tenochtitlán. Así empieza
Cortés a recomponer sus fuerzas.
1600: Batalla de Nieuwpoort (o primera batalla de las Dunas):
las tropas holandesas derrotan a los tercios españoles.
1751: El rey Fernando VI promulga un decreto contra la
masonería.
1982: Se crea la Gran Logia Española, dependiente de la
francesa, que agrupa a casi todas las obediencias masónicas de
nuestro país.
3
de julio
El día que España ordenó detener
todas sus conquistas

Tal día como hoy, 3 de julio de 1549, Carlos I ordenó al Consejo de


Indias detener todas las conquistas hasta tener la certidumbre de que
estaba actuando conforme a la recta moral. Nunca ninguna potencia
había hecho nada parecido.
¿Teníamos derecho moral a conquistar las Indias? Ningún imperio
anterior se había planteado nada semejante, pero en España la pregunta no
era nueva: se venía formulando desde el principio, en particular por la
presión de los misioneros. Las sucesivas leyes de Indias tenían por objeto
garantizar el buen trato a los nativos. Evidentemente, esas leyes unas veces
se cumplieron y otras no. El hecho es que Carlos I, influido por las
reflexiones de Francisco de Vitoria, quiso tener la seguridad de que su
poder era irreprochable. Por eso ordenó detener las conquistas en América
hasta que una junta de sabios dictaminara sobre la forma más justa de
llevarlas a cabo. Esa junta se reunirá en Valladolid. Aquí se va a entablar
uno de los debates intelectuales más trascendentales de todos los tiempos.
De la polémica surgirá algo inédito: la idea moderna de los derechos
humanos.
Teólogos y juristas, en efecto, comienzan a llegar a la capital del reino.
Están los mejores espíritus del Imperio: Domingo de Soto, Bartolomé de
Carranza, Melchor Cano, y también Pedro de la Gasca, el primer
pacificador del Perú, junto a los jurisconsultos del Consejo de Indias.
Francisco de Vitoria ha muerto cuatro años antes, pero muchos de sus
argumentos los recogerá Bartolomé de las Casas, que va a defender que la
guerra de conquista es injusta. Y enfrente estará Juan Ginés de Sepúlveda,
que va a afirmar lo contrario. La Junta tuvo dos fases: en el verano de 1550
y en la primavera de 1551. El tribunal votó y empató. No hubo sentencia
oficial, pero sí varios informes vinculantes. España no abandonó las Indias.
Aquí se tuvo en cuenta lo que ya había dicho Vitoria: «Después de que se
han convertido allí muchos bárbaros, ni sería conveniente ni lícito al
príncipe abandonar la administración de aquellas provincias». Se mantuvo
el dominio español como Sepúlveda reclamaba. Pero se reconoció que los
indios eran personas con derechos propios (hoy nos parece obvio, pero
entonces no lo era) y se suspendió la penetración en el continente hasta
1556, cuando se ampliaron los asentamientos en el Perú, y con
instrucciones específicas para evitar daño a los indios. Ya no se hablaba de
conquista, sino de pacificación.
A partir de la Controversia de Valladolid amanecieron los derechos
humanos. Fue la primera vez que los reyes y los teólogos se plantearon que
los hombres tienen derechos fundamentales por el mero hecho de ser
hombres, derechos anteriores a cualquier ley positiva. Nunca antes un
pueblo se había preguntado con tal profundidad dónde acaban los derechos
propios, los derechos del vencedor, y dónde empiezan los derechos ajenos,
los del vencido. Nunca el poder se había sometido de tal manera a la
filosofía moral.

Otros hechos
1808: Napoleón cede los territorios de España e Indias a su
hermano José.
1898: Los norteamericanos hunden la escuadra de Cervera en
Santiago de Cuba.
4
de julio
Pedro de Alvarado,
fundador de Guatemala

Tal día como hoy, 4 de julio de 1541, moría el conquistador español


Pedro de Alvarado, fundador de la ciudad de Guatemala, entre otras
muchas cosas.
Alvarado era un extremeño de Badajoz que en 1509, con veinticinco
años, desembarcó en La Española con todos sus hermanos como parte del
séquito de Diego Colón, el hijo del descubridor. Desde entonces pasaría
toda su vida en América. Participó en la conquista de Cuba en 1510 –era
sobrino del gobernador Velázquez– y en la exploración del Yucatán en
1518. Al año siguiente se alistó en la hueste de Hernán Cortés que iba a
conquistar México. Los indios le llamaban Tonatiuh, que significa «el sol»,
porque era muy rubio. En la campaña contra los aztecas demostró sus
virtudes, pero también sus defectos: él fue el principal responsable de la
matanza del templo mayor, a consecuencia de la cual los españoles tuvieron
que huir de Tenochtitlán en la llamada Noche Triste.
Sus mayores glorias las alcanzaría años más tarde, en 1524, cuando
por encargo de Cortés exploró y conquistó Guatemala, El Salvador y
Honduras, por el habitual procedimiento de entrar en las guerras locales:
hay que repetir que la conquista española de las Indias no fue una guerra de
españoles contra indios, sino, mucho más frecuentemente, una guerra de
españoles aliados a unos indios contra otros pueblos nativos. Así fue
también en el caso de Mesoamérica, donde Alvarado se alió a los
cakchiqueles en guerra contra los quichés. En 1524 fundó la ciudad de
Santiago de los Caballeros, capital del país hasta que la arrasó un volcán. El
emperador Carlos V le nombró gobernador, capitán general y adelantado de
Guatemala, lo cual no le impidió entrar en frecuentes conflictos tanto con la
justicia como con otros conquistadores. Intentó participar en la conquista
del Perú, pero falló en Quito, mantuvo una dura negociación con Almagro y
tuvo que volver a Guatemala: le dieron una enorme cantidad de oro por
marcharse de allí, pero se quedó sin conquista.
Después, aburrido de su vida sedentaria como gobernador, encabezó
un proyecto de expedición a través del Pacífico hacia las islas Molucas. Era
un veterano de más de cincuenta y cinco años, pero la sangre le hervía.
Justo antes de esta expedición tuvo que sofocar un levantamiento indígena
en Jalisco, la llamada Guerra del Mixtón. Allí fue arrollado por el caballo
de un compañero inexperto que huía del contraataque indio. Murió a
consecuencia de sus heridas pocos días después, el 4 de julio de 1541, tal
día como hoy, sin poder afrontar su soñada expedición a las islas de las
Especias.

Otros hechos
1574: El capitán Luis de Vargas funda la ciudad de Tarija, en
la actual Bolivia, en honor al conquistador Bernardo de Tarija.
1577: Muere en Burgos el escultor Rodrigo de la Haya, autor
del retablo mayor de la catedral burgalesa.
1580: Muere en Granada el compositor Santos de Aliseda,
maestro de capilla de la catedral.
1816: Nace en Calaf, Barcelona, el economista y político
Laureano Figuerola, ministro de Hacienda en 1868, que
implantó la peseta como unidad monetaria nacional.
5
de julio
El descubrimiento de La Olmeda

Tal día como hoy, 5 de julio de 1968, aparecía en la provincia de


Palencia la villa romana de La Olmeda, uno de los mayores yacimientos
romanos de toda Europa.
El hallazgo fue casual. Desde antiguo se habían encontrado restos
romanos en la zona de Pedrosa de la Vega, en Palencia, pero fue en el
verano de 1968 cuando se encontró el tesoro. El propietario del terreno,
Javier Cortes Álvarez de Miranda, ingeniero agrónomo, estaba realizando
unos trabajos de acondicionamiento en una tierra de labor cuando sus
máquinas sacaron a la luz una serie de construcciones. Cortes, arqueólogo
aficionado, decidió parar las obras y seguir investigando. Así halló un
amplio suelo pavimentado de mosaico. El Ministerio de Educación,
entonces en manos de Villar Palasí, bajo el régimen de Franco, autorizó las
excavaciones. Y lo que apareció fue asombroso: una gran villa con grandes
termas, rodeada de edificios más pequeños y con numerosos mosaicos.
Los restos de La Olmeda son extraordinariamente importantes porque
permiten reconstruir con mucho detalle dos fases distintas de la vida
hispanorromana: una primera entre los siglos I y III y otra, posterior, entre
los siglos IV y V, cuando la villa fue reedificada sobre otro solar distinto para
ser finalmente destruida y abandonada en el VI. Es decir que a través de
estos restos podemos seguir tanto el esplendor altoimperial como la gran
crisis del siglo III, la recuperación socioeconómica en el Bajo Imperio y las
invasiones bárbaras antes del hundimiento de Roma. Junto a la gran villa se
hallaron tres necrópolis con aproximadamente 700 restos humanos. Los
ajuares de las tumbas proporcionan muchísima información sobre este
periodo de la Historia. Pero hay más, porque algunos de estos
enterramientos datan del siglo VI antes de Cristo. ¿Qué había en La Olmeda
antes de que llegaran los romanos?
Javier Cortes dedicó el resto de su vida a investigar el yacimiento.
Cuando vio que el tamaño del hallazgo superaba sus posibilidades, creó una
fundación. Hoy la villa de La Olmeda es un enorme museo abierto al
público y, por su extensión y buen estado de conservación, constituye uno
de los sitios arqueológicos romanos más importantes de Europa. Don Javier
Cortes Álvarez de Miranda murió en 2009, con ochenta años. La Villa
romana de La Olmeda, en Pedrosa de la Vega, Palencia, ha sido visitada ya
por más de 250.000 personas.

Otros hechos
1601: Los tercios de Flandes al mando de Spínola comienzan
el sitio de Ostende, defendido por holandeses e ingleses.
Durará tres años y terminará con victoria española.
1807: Santiago de Liniers derrota por segunda vez a los
ingleses en Buenos Aires.
1879: Nace en La Coruña el militar José Millán-Astray
Terreros, fundador y primer jefe de la Legión.
1937: Comienza la batalla de Brunete, uno de los choques
decisivos de la guerra civil española.
6
de julio
Almanzor arrasa Barcelona

Tal día como hoy, 6 de julio de 985, el dictador andalusí Almanzor,


caudillo de Córdoba, arrasaba la ciudad de Barcelona en una tormenta
de sangre y fuego.
Almanzor había instaurado en Córdoba una dictadura militar sobre la
base de un inmenso ejército reclutado con mercenarios bereberes. Nadie en
Córdoba ni en la cristiandad podía hacer frente a semejante maquinaria de
guerra. Y así Almanzor, del mismo modo que se impuso en la capital
andalusí sobre un lago de sangre, se lanzó sobre la España cristiana en
feroces campañas donde no dejaba nada vivo a su paso. En los años
precedentes ya había golpeado en León y en Navarra. El conde de
Barcelona, dependiente del imperio carolingio, se había esforzado por llegar
a acuerdos comerciales con Almanzor. Pero el dictador andalusí necesitaba
permanentes campañas militares para sufragar el coste de su inmenso
ejército y Barcelona ofrecía un rico botín.
Estaba acabando el mes de junio de 985 cuando Almanzor llegaba a
las inmediaciones de su objetivo. Las huestes del dictador de Córdoba no
solo asediaron las murallas de Barcelona por tierra, sino que, al mismo
tiempo, una potente flota sarracena bloqueó el puerto de la ciudad condal.
Cuenta la crónica mora que Almanzor «la asedió e instaló los almajaneques,
que arrojaban cabezas de cristianos en lugar de piedras. Se estuvieron
lanzando diariamente mil cabezas hasta que, finalmente, fue conquistada».
Una semana después, en efecto, Barcelona cae.
Las huestes de Almanzor lo arrasaron todo a su paso. Los arqueólogos
todavía hoy encuentran, en la Barcelona antigua, la capa que los restos del
incendio dejó sobre la ciudad. Las fuentes locales no ahorran detalles:
«Devastaron toda la tierra, tomaron y despoblaron Barcelona, incendiaron
la ciudad y consumieron todo lo que en ella se había congregado, se
llevaron lo que escapó a los ladrones; quemaron en parte los documentos,
cartas y libros, y en parte se los llevaron; mataron o hicieron prisioneros a
todos los habitantes de la ciudad, así como a los que entraron en ella por
mandato del conde para custodiarla y defenderla; redujeron a cautiverio a
los que quedaron con vida y se los llevaron a Córdoba, y desde allí fueron
dispersados por todas las provincias».
Almanzor regresó a Córdoba victorioso y cargado de botín y esclavos.
El dictador aún gobernaría Al-Ándalus durante quince años más. Eso sí:
después de su muerte todo el califato se vino abajo, entre otras cosas por las
ambiciones de aquellos inmensos ejércitos que había construido. Y los
barceloneses saquearían Córdoba algunos años más tarde.

Otros hechos
1573: El conquistador Jerónimo Luis de Cabrera funda
Córdoba, en la actual Argentina.
1840: El general carlista Cabrera cruza la frontera francesa al
frente de sus hombres. Concluye así la primera guerra carlista.
1864: Nace la Cruz Roja Española promovida por la Orden
Hospitalaria de San Juan.
7
de julio
La batalla de Brunete

Tal día como hoy, 7 de julio de 1937, el presidente del Gobierno del
Frente Popular, Negrín, proponía una reunión extraordinaria del
Consejo de Ministros para celebrar el éxito de la ofensiva republicana
sobre Brunete. Azaña le disuadió. E hizo bien, porque la batalla de
Brunete, a pesar de la euforia inicial terminó decantándose del lado
nacional.
Negrín necesitaba una victoria; de ahí su precipitación. Acababa de
llegar al cargo en mayo anterior, de la mano de los comunistas, para
reemplazar al defenestrado Largo Caballero, y tenía que demostrar a sus
mentores soviéticos que la República podía ganar batallas. De momento
había perdido Bilbao y fracasado en su intento de reconquistar Segovia. Los
nacionales, por el contrario, ocupaban implacablemente el norte, tenían
Santander al alcance de la mano y comenzaban el cerco de la zona de
Asturias aún bajo control frentepopulista. Nadie ignoraba la trascendencia
de esas operaciones, que podían dar a Franco el control de las zonas fabriles
más importantes del país. Los nacionales necesitaban esos recursos
industriales para continuar la guerra. Habían fallado ante Madrid en
noviembre del 36 y después en las batallas del Jarama y de Guadalajara en
febrero y marzo del 37. Ahora el cerco nacional sobre Madrid era en
realidad una línea discontinua de puestos. Para Negrín, la ocasión parecía
clara: atacar a las tropas sublevadas en Madrid permitiría aliviar la presión
sobre el norte y, de paso, debilitar a los sitiadores en la capital. Ese era el
objetivo de la ofensiva sobre Brunete.
En la madrugada del 6 de julio comenzó la ofensiva: una, la principal,
hacia Brunete y Móstoles, abriendo cuña entre Navalagamella y Villanueva
del Pardillo, y otra, secundaria, entre Usera y Villaverde. El Frente Popular
movilizó una fuerza impresionante: 85.000 soldados, 220 piezas de
artillería, 170 carros y 300 aviones. Los primeros días fueron de euforia: las
defensas nacionales cedieron, la superioridad numérica se impuso y en el
norte, en efecto, Franco tuvo que detener su avance para enviar tropas de
socorro a Madrid. Pero a medida que esas tropas fueron llegando y la
aviación entró en combate, la situación se estabilizó, el avance republicano
se detuvo y, aún peor, el ejército del Frente Popular empezó a retirarse con
tremendas bajas. El 18 de julio empezó la contraofensiva nacional, y
después de una semana Brunete volvía a sus manos. El Ejército Popular de
la República perdió en torno a 25.000 hombres entre muertos y heridos,
además de un centenar de aviones, por 17.000 bajas del bando nacional.
Una batalla muy sangrienta en la que el Frente Popular llevó la peor parte.
El cerco sobre Madrid quedó como estaba. Y Franco pudo consumar su
ofensiva sobre Cantabria y Asturias.

Otros hechos
1486: Los Reyes Católicos expiden en Córdoba el Cuaderno
de las Leyes Nuevas de la Santa Hermandad.
1801: Las escuadras francesa y española destruyen a la
británica en la bahía de Algeciras.
1854: Los militares progresistas al mando de O’Donnell
sublevados contra Isabel II dan a conocer el Manifiesto de
Manzanares, de mano de Cánovas del Castillo.
8
de julio
Napoleón Impone una Constitución
a España

Tal día como hoy, 8 de julio de 1808, el emperador Napoleón


Bonaparte promulgaba una Constitución para la España ocupada por
el ejército francés. En realidad, nunca llegó a entrar en vigor.
Las tropas de Napoleón habían penetrado en España con la anuencia
de la propia corona, teóricamente para controlar Portugal, y a cambio de
determinadas prerrogativas sobre el país vecino. Pero la guerra a muerte
entre el rey Carlos IV de Borbón y su hijo Fernando (que será VII) dio a
Bonaparte la oportunidad de controlar completamente el país. La familia
real española, confinada en Bayona, dio la medida de sí misma: Carlos IV
se vio forzado a abdicar en su hijo y este, a su vez, de nuevo en su padre,
que abdicó nuevamente en Napoleón, el cual dio la corona de España a su
hermano José Bonaparte, Pepe Botella. Nunca había caído tan bajo la
monarquía española.
La Carta Magna ideada por Napoleón para la España sometida –en
realidad, una carta otorgada, pues no hubo asamblea constituyente– tenía
por objeto implantar una monarquía de tipo constitucional con amplias
prerrogativas para el rey y de carácter estrictamente confesional (católico),
aunque con derechos ciudadanos y un poder judicial independiente. No
faltaron diputados españoles –91 liberales, concretamente– dispuestos a
prestarse al juego y sancionar el texto. Que no era un mal texto para la
época, pero, evidentemente, venía lastrado por el nada desdeñable hecho de
ser impuesto por las armas sobre una población sometida. Se lo había dicho
Jovellanos en una célebre carta al hispanofrancés Cabarrús, faro de muchos
liberales de aquel tiempo: «España no lidia por los Borbones ni por
Fernando; lidia por sus propios derechos originales, sagrados,
imprescriptibles, superiores e independientes a toda familia o dinastía.
España lidia por su religión, por su Constitución, por sus leyes, sus
costumbres, sus usos; en una palabra: por su libertad, que es la hipoteca de
tantos y tan sagrados derechos».
En aquel mismo mes de julio la mayor parte de España se hallaba ya
en franca revuelta contra Napoleón: Madrid se había levantado el 2 de
mayo, Valencia había rechazado un primer asedio napoleónico, los
catalanes habían derrotado a los franceses en el Bruch, Zaragoza hacía
frente a su primer sitio por las tropas francesas y pronto tendría lugar la
batalla de Bailén. La Constitución de Bayona, en definitiva, no fue más que
una añagaza política para tratar de seducir a un pueblo que, sin embargo,
prefirió pelear por su libertad antes que aceptar la que le imponía un
emperador extranjero.

Otros hechos
1325: El sultán de Granada, Ismail I, es asesinado por orden de
su primo Muhammad.
1538: Muere el conquistador Diego de Almagro, socio de
Francisco Pizarro en la empresa del Perú, descubridor de Chile,
asesinado por orden de Gonzalo Pizarro.
1545: Nace el infante Carlos, hijo de Felipe II, perpetua fuente
de problemas para su padre.
1984: Muere en Ávila a los noventa y un años el eminente
historiador Claudio Sánchez Albornoz.
9
de julio
La muerte del primer Borbón español

Tal día como hoy, 9 de julio de 1746, moría el rey Felipe V, el primer
Borbón español, que inauguró en nuestro país la dinastía todavía
reinante.
Felipe era francés: había nacido en el palacio de Versalles, hijo del
heredero Luis y nieto del célebre Luis XIV, el Rey Sol, y de la infanta de
España María Teresa de Austria. El linaje de su abuela española iba a ser
determinante en su vida, porque le permitió optar a la Corona cuando
nuestro rey, Carlos II el Hechizado, el último Austria, tío-abuelo de Felipe,
murió sin descendencia.
Felipe heredó la Corona en 1700, y con ello estalló una guerra, la
Guerra de Sucesión, que duraría hasta 1714. Casado con una Saboya
primero y con una Farnesio después, su órbita dinástica se proyectará
siempre en el ámbito mediterráneo. ¿Cómo era Felipe de Borbón? Un
contemporáneo, el duque de Saint-Simon, le retrató así: «Felipe V, rey de
España, posee un gran sentido de la rectitud, un gran fondo de equidad, es
muy religioso, tiene un gran miedo al diablo, carece de vicios y no los
permite en los que le rodean». El nuevo rey padecía serios problemas
psíquicos –parece que eso fue lo que provocó su abdicación temporal en su
desdichado hijo Luis–, pero, pese a sus ocasionales episodios de demencia,
supo escoger bien a sus ministros, lo cual permitió que el país se recuperara
con rapidez. Especialmente importantes fueron Julio Alberoni y José
Patiño, secretarios de Estado del rey durante largos años.
Felipe V reformó a la francesa el sistema político español, centralizó
las labores administrativas y de gobierno, impulsó las reales academias,
reformó la Marina –algo fundamental para mantener y defender el comercio
con las provincias americanas– y reorganizó la hacienda pública. En
política exterior, el pacto de familia con los Borbones franceses cerró este
frente y permitió orientar todo el esfuerzo hacia el sempiterno conflicto con
Inglaterra. El balance general de su obra de gobierno fue bueno: dejó un
reino más fuerte que el que recibió. Y en España se consolidaba una
dinastía nueva, los Borbones, cuya presencia en el trono dura hasta hoy. Le
heredó su hijo Fernando VI, el único hijo varón que le quedaba vivo al
difunto.

Otros hechos
1549: Muere en Potosí, Bolivia, el conquistador Diego
Centeno, que participó en la conquista del Perú y fue célebre
por su lealtad a la Corona y por el aprecio de los indios.
1848: Muere en Barcelona el sacerdote Jaime Balmes, filósofo
y teólogo, uno de los nombres esenciales del pensamiento
conservador en el siglo XIX.
1887: Nace en Placetas, Cuba, el militar Emilio Mola Vidal.
1899: Nace en Requena, Valencia, el político falangista Cirilo
Cánovas, ministro de Agricultura entre 1957 y 1965 y
promotor de la reforma agraria del franquismo.
1928: Nace en Toledo el ciclista Federico Martín Bahamontes,
primer español que ganó un Tour de Francia, el de 1959.
10
de julio
Se apaga la estrella del Cid Campeador

Tal día como hoy, 10 de julio de 1099, moría en Valencia Rodrigo Díaz
de Vivar, el Cid Campeador, sin duda el héroe más característico de la
Historia de España y en particular de nuestra Edad Media.
El Cid nació hacia 1043 en la aldea burgalesa de Vivar, hijo de Diego
Laínez y Teresa Rodríguez, de la nobleza castellana. Quedó huérfano de
padre y se crio en la corte del rey Fernando I el Grande, en el séquito del
príncipe Sancho. Fue armado caballero hacia 1060 por el propio Sancho, y
junto a él guerreó en diversos combates. Cuando Sancho fue coronado, en
1065, Rodrigo fue nombrado alférez del rey, jefe de la milicia real.
Alcanzará enorme fama cuando resuelva él solo una guerra en un combate
singular contra el alférez de Navarra. Ahí recibió el título de maestro del
campo de batalla: Campi Doctor, «Campeador».
Las cosas se torcieron cuando Sancho, su rey, fue asesinado durante el
cerco de Zamora, en 1072. Las relaciones entre el nuevo rey Alfonso VI y
Rodrigo nunca serán buenas. Las envidias de la corte alimentaron la
hostilidad. El hecho es que a finales de 1080 nuestro hombre fue desterrado.
Rodrigo cruza la frontera. En 1081 entra al servicio del rey de la taifa mora
de Zaragoza, Al-Mutamín, aliado de Castilla frente a su hermano Mundir,
gobernador moro de Lérida, aliado a su vez del rey de Aragón y del conde
de Barcelona. Rodrigo vence a la coalición en Almenar y a partir de ese
momento es aclamado como «sidi», señor, por los moros de Zaragoza. Ya
es el Sidi Campi Doctor, el Cid Campeador.
Como tal seguirá venciendo en numerosas batallas en la zona
levantina, hasta que en 1086 ocurre algo trascendental: la invasión
almorávide. Alfonso VI ha tomado Toledo y los reyes taifas del sur,
temerosos, llaman en su socorro a los almorávides de África. Alfonso se
reconcilia con el Cid. Le encomienda la defensa de la zona de Levante y le
otorga diversos dominios. El Cid somete a las taifas de su zona y protege
Valencia. Aquí escribirá el Cid sus mayores hazañas, hasta el punto de
construir un señorío propio en una amplia región de Levante. Rodrigo toma
Valencia el 15 de junio de 1094. Allí se proclama príncipe, bajo la autoridad
de la corona de Castilla. Morirá cinco años más tarde, en 1099, tal día como
hoy, enfermo y minado por las heridas de una existencia en guerra perpetua.

Otros hechos
901: El omeya Ibn al Qitt, autoproclamado «mahdi» (elegido),
marcha sobre Zamora y es aniquilado por las tropas de Alfonso
III de León.
1488: Rodrigo Ponce de León, duque de Cádiz, reconquista sin
lucha Vera, en Almería.
1555: El pirata protestante francés Jacques de Sores ataca e
incendia La Habana. A partir de ese día la Corona fortificará
una ciudad que hasta entonces carecía de protección.
1584: En el contexto de la Guerra de Flandes, el súbdito de
Felipe II Balthasar Gérard, natural del Franco-Condado (hoy
Francia), asesina al príncipe holandés Guillermo de Orange,
encarnizado enemigo de España.
11
de julio
Luis de Góngora,
mal clérigo y gran poeta

Tal día como hoy, 11 de julio de 1561, nacía en Córdoba Luis de


Góngora y Argote, una de las cumbres de la literatura española de
todos los tiempos y nombre esencial de nuestros siglos de oro.
Hijo de buena familia –su padre era juez y su madre una dama de la
nobleza–, Góngora fue destinado a los estudios y a la Iglesia, pero su
carácter le inclinó hacia todo lo contrario: libertino, pendenciero, fue varias
veces amonestado por sus superiores y de hecho tardó treinta años en ser
ordenado sacerdote. Por otro lado, las órdenes menores le bastaban para
recibir ciertas rentas eclesiásticas familiares, de manera que él tampoco
pondrá mucho empeño en limpiar su vocación. Empezó a escribir
relativamente tarde, pasados ya los veinte años, y lo hizo en el típico estilo
barroco español de temas ligeros y metros cortos –canciones, letrillas, etc.–
que le granjearon un inmediato reconocimiento, pero también muchos
enemigos, porque, pendenciero como era, no dejó de criticar acerbamente a
sus colegas de oficio poético. Son proverbiales sus enfrentamientos con
Quevedo, por ejemplo. Es interesante subrayar que, al contrario que otros
grandes nombres de los siglos de oro, Góngora apenas publicó en vida, pero
sus poemas circulaban de mano en mano en copias artesanales o en letrillas
que la gente recitaba en la calle.
Hacia 1610 su obra experimentó un gran cambio: su estilo ligero y
claro se hace oscuro y conceptista, y así nace un estilo propio, el
culteranismo, que iba a marcar una veta singular en nuestra literatura.
Seducido por su poesía, el rey Felipe III hizo a Góngora capellán real.
Como clérigo distaba de ser modélico: amante del lujo, los naipes y los
toros, tampoco dejó de intrigar para conseguir cargos y prebendas en la
corte para sus familiares. Eso, sin embargo, le arruinó. Su salud también
empezó a resentirse. Hacia 1625, cerca de los sesenta y cinco años, perdió
la memoria. Murió dos años más tarde por una apoplejía. Góngora dejaba
tras de sí una obra decisiva para la cultura española.

Otros hechos
1594: Muere mártir en Sinaloa, hoy México, el misionero
jesuita Gonzalo de Tapia, fundador de la primera misión
permanente de los jesuitas en el virreinato de Nueva España,
asesinado por indios de Taborapa.
1775: Nace en Sevilla el sacerdote y escritor José María
Blanco White, que se convertirá al protestantismo en
Inglaterra.
1889: Nace en Zaragoza el jurista José Castán Tobeñas, uno de
los nombres más influyentes en el Derecho español del siglo
XX, procurador en Cortes entre 1945 y 1968.
1920: Muere en Madrid a los noventa y cuatro años Eugenia
de Montijo, esposa de Napoelón III, emperatriz consorte de los
franceses entre 1853 y 1871.
2002: Gendarmes marroquíes invaden la Isla de Perejil,
territorio español. Seis días después será recuperada por
soldados españoles.
2010: La selección española gana por primera vez un Mundial
de fútbol.
12
de julio
La primera cátedra de Derecho
en México

Tal día como hoy, 12 de julio de 1553, los españoles creaban la


primera cátedra de Derecho en la Universidad de México.
La universidad mexicana, con el título de Real y Pontificia, había sido
creada dos años antes. Era la tercera universidad americana después de la de
Santo Domingo, creada en 1538, y la de San Marcos de Lima, en 1551.
Después vendrían la de la Plata, la de Bogotá y la de Quito. Es muy
importante recordar que estos territorios habían sido conquistados muy
pocos años antes. México, concretamente, en 1521. Es decir que en el
espacio de apenas una generación la Corona española ya empezó a crear
universidades el estilo europeo en las tierras conquistadas.
Esto no se entiende si no tenemos en cuenta que las Indias, en realidad,
no fueron colonias, sino que España organizó en América una nueva España
con sus catedrales, sus hospitales, sus palacios, sus calzadas y, por supuesto,
sus universidades. Nunca ninguna otra potencia había hecho nada igual. Los
conquistadores se mezclaron con las élites indias y así apareció una nueva
clase dirigente específicamente americana. Los alumnos de estas
universidades eran hijos y nietos de españoles, sí, pero también de la
aristocracia india local que se había mestizado con los conquistadores.
Nombres como Sor Juana Inés de la Cruz, el Inca Garcilaso o el padre
Blas Valera son testimonio vivo de aquella nueva realidad étnica. Sobre
esas universidades españolas en América se construyó el alma de
Hispanoamérica.
Otros hechos
1468: Nace en Fermoselle, Zamora, el poeta y músico Juan del
Enzina, pionero de la escuela polifónica castellana e iniciador
del teatro español.
1545: Muere de parto María Manuela de Portugal, primera
esposa de Felipe II, madre del infante don Carlos.
1707: Nace en Trucíos, Vizcaya, el sacerdote y lingüista
Esteban Terreros, gran nombre de la filología española de la
Ilustración, autor de un Diccionario castellano con las voces de
las ciencias y las artes en cuatro volúmenes.
1751: Nace en Barcelona el médico Francisco Salvá, primer
nombre de la Ilustración en Cataluña, pionero de la telegrafía
eléctrica y de la Meteorología.
1767: Nace en Albelda, Huesca, el militar Antonio de
Sangenís, ingeniero de fortificaciones, caído en 1809 durante
los sitios de Zaragoza.
1873: En Cartagena, Murcia, elementos federalistas proclaman
el Cantón de Cartagena durante la I República. Será el más
combativo de todos cuantos se proclamen en España.
Permanecerá insurrecto seis meses, ya con la monarquía
restaurada.
1936: Pistoleros de extrema derecha asesinan al policía de
extrema izquierda José del Castillo, que tres meses antes había
reprimido a tiros una manifestación antirrepublicana.
13
de julio
La policía del Frente Popular
asesina a Calvo Sotelo

Tal día como hoy, 13 de julio de 1936, era asesinado por policías
socialistas el líder derechista José Calvo Sotelo, bajo el gobierno del
Frente Popular. Tenía cuarenta y tres años.
Gallego de Tuy, Calvo Sotelo era uno de los personajes más brillantes
de su generación: antes de los veinticinco años ya era licenciado en
Derecho con matrícula de honor, doctor con premio extraordinario y
abogado del Estado con el número uno de su promoción y la puntuación
más alta de su historia. Ingresó igualmente joven en política como
secretario del conservador Antonio Maura. Elegido diputado, fustigó sin
contemplaciones el caciquismo y defendió políticas de reforma social.
Cuando llegó la dictadura de Primo de Rivera, Calvo Sotelo entró en los
gobiernos del dictador y reformó la administración civil y después, como
ministro de Hacienda, el sistema financiero español.
Calvo Sotelo era monárquico, católico y conservador, y había sido
ministro de la Corona, de manera que, pese a haber sido elegido diputado,
no le cupo otra salida que el exilio cuando en España se proclamó la II
República. No pudo volver al país hasta 1934. Retornó a la política en el
ámbito de Renovación Española, el partido monárquico y conservador, pero
como independiente. Las fraudulentas elecciones de 1936 le convirtieron en
la cabeza visible de la oposición derechista al Frente Popular. Desde su
escaño Calvo Sotelo denunció sin cesar los excesos revolucionarios y las
violencias de las izquierdas. También sugirió que, si seguía el caos en las
calles, el ejército tendría que levantarse. Los socialistas le amenazaron de
muerte en el propio parlamento. Todo eso le convirtió en objetivo para las
milicias de la izquierda, que solo esperaban un pretexto para asesinarle. Ese
pretexto llegó en el mes de julio, cuando fue asesinado un instructor de las
milicias socialistas, el teniente Castillo. El 13 de julio de 1936, un grupo de
guardias de asalto del cuartel madrileño de Pontejos, todos ellos de
obediencia socialista y vinculados a la escolta personal de Indalecio Prieto,
urdieron el plan. Encabezaría el grupo un guardia civil, Condés.
El comando policial se presentó en su casa, le hizo salir detenido, le
subió a un furgón y allí mismo el pistolero socialista Luis Cuenca le
descerrajó un tiro en la cabeza. Después abandonaron el cadáver en el
cementerio. El asesinato de Calvo Sotelo tuvo inmediatas consecuencias.
Los militares que dudaban de actuar contra el Frente Popular, como el
propio general Franco, terminaron convenciéndose de que no quedaba sino
la sublevación. Así los asesinos de Calvo Sotelo empujaron directamente al
país a la guerra civil.

Otros hechos
1380: Muere el caballero bretón Bertrand Du Guesclin, que
inclinó decisivamente la balanza en la guerra civil castellana
apoyando a Enrique de Trastámara.
1558: Los tercios españoles, con la caballería flamenca y la
marina inglesa, vencen al ejército francés en Gravelinas.
1997: La banda separatista ETA asesina al concejal del PP en
Ermua Miguel Ángel Blanco, secuestrado tres días atrás. El
cobarde crimen levantó una enorme ola de indignación civil.
14
de julio
La derrota de Medina de Rioseco

Tal día como hoy, 14 de julio de 1808, los ejércitos españoles sufrían
una dura derrota a manos de los franceses en Medina de Rioseco,
Valladolid, durante la Guerra de la Independencia.
En aquel momento la situación del país era de absoluto caos, con la
mayor parte del ejército regular desorientado por las contradictorias órdenes
de la Corona, que había dispuesto colaborar con los franceses. Carlos IV y
su hijo Fernando VII habían puesto el trono en manos de Napoleón, que a
su vez lo había entregado a su hermano José. Después del levantamiento de
Madrid, secundado por numerosas Juntas provinciales, empezaron a
producirse movimientos de tropas, pero sin una estrategia común. Los
franceses, en respuesta, atendieron sobre todo a asegurar la comunicación
de Burgos con Madrid: el camino por el que habían de pasar las tropas
napoleónicas para poner en el trono a José Bonaparte.
En ese contexto, dos contingentes españoles, mandados
respectivamente por los generales García de la Cuesta y Blake, trataron de
tomar Valladolid. Enfrente estaba el mariscal Bessieres, un veterano de
Egipto, Marengo, Austerlitz y Jena. Bessieres pidió informes sobre los
ejércitos españoles y supo que estaban formados en su mayoría por milicias
locales reclutadas a toda prisa. Estudió los movimientos de García de la
Cuesta y Blake y constató que cada cual dibujaba maniobras distintas sin
atisbos de coordinación. Viendo la presa fácil, atacó. Primero desarboló a
las tropas de Blake y después envolvió a las de García de la Cuesta. Pese a
su inferioridad numérica (14.000 hombres contra 20.000), los franceses
ganaron.
Lo peor vino después. El francés ordenó ejecutar a todos los
prisioneros –varios millares– y saqueó hasta la desolación el pueblo de
Medina de Rioseco. Para Napoleón, el camino a Madrid quedaba de nuevo
abierto. Pero se engañaba: enseguida vendrían las derrotas francesas en El
Bruch, Gerona y Bailén.

Otros hechos
1520: Hernán Cortés derrota a los aztecas en Otumba.
1717: Nace en Ciempozuelos, Madrid, el arquitecto Ventura
Rodríguez.
1733: Nace en Alloza, Teruel, el biólogo Joaquín Fernando
Garay, que introdujo en España el cultivo de la patata.
1747: Nace en Ocaña, Toledo, el sacerdote Juan Escóiquiz,
erudito políglota y cortesano intrigante, de gran influencia
sobre Fernando VII.
1771: Los franciscanos mallorquines Junípero Serra y
Buenaventura Sitjar fundan la misión de San Antonio de Padua
en California, hoy Estados Unidos.
1894: El nacionalista vasco Sabino Arana funda el primer
batzoki en Bilbao.
1906: El líder filipino Macario Sakay, que se había alzado
contra los españoles con ayuda norteamericana, se entrega a los
Estados Unidos. Washington le ahorcará dos meses después
junto a otros caudillos guerrilleros.
15
de julio
Muere Rosalía de Castro

Tal día como hoy, 15 de julio de 1885, moría en Padrón, La Coruña, la


escritora gallega Rosalía de Castro, con cuarenta y ocho años, víctima
de un cáncer de útero.
Rosalía de Castro dejaba tras de sí una obra imponente tanto en verso
como en prosa, y lo mismo en gallego que en castellano. Empezó a escribir
versos a los doce años y apenas cinco años después ya obtenía
reconocimiento por su primer libro: La Flor. Flagelada por un origen
escandaloso –era hija natural de un sacerdote y una dama– y una salud
quebradiza, Rosalía desarrolló una visión muy sombría de la existencia
humana, coherente por otro lado con la época estética que vivió. Títulos
como Cantares, Follas Novas y En las Orillas del Sar la consagran como
una de las grandes referencias literarias de nuestro siglo XIX.
Casada con el escritor coruñés Manuel Murguía, principal exponente
del resurgimiento cultural gallego en el XIX, la vida de Rosalía fue de
permanente nomadeo entre Galicia, Madrid y Simancas, donde su marido
fue nombrado director del Archivo General después de la revolución de
1868. Castigada con una ininterrumpida serie de problemas de salud, en
1871 se trasladó a Galicia y no volvió a salir de allí.
Los últimos momentos de Rosalía de Castro fueron detalladamente
descritos por el escritor Augusto González Besada: «Recibió con fervor los
Santos Sacramentos, recitando en voz baja sus predilectas oraciones.
Encargó a sus hijos quemasen los trabajos literarios que, ordenados y
reunidos por ella misma, dejaba sin publicar. Dispuso se la enterrara en el
cementerio de Adina, y pidiendo un ramo de pensamientos, la flor de su
predilección, no bien se lo acercó a los labios sufrió un ahogo que fue
comienzo de su agonía. Delirante, y nublada la vista, dijo a su hija
Alejandra: “Abre esa ventana que quiero ver el mar”, y cerrando sus ojos
para siempre, expiró».
Es curioso, pero desde Padrón, donde agonizaba Rosalía, no se puede
ver el mar. ¿Qué estaba viendo Rosalía de Castro en el suspiro final?

Otros hechos
1570: En Tazacorte, en la isla canaria de La Palma, el pirata
protestante francés Jacques de Sores, que acaba de ser
derrotado en su intento de saquear el puerto de Santa Cruz,
manda asesinar cruelmente a cuarenta misioneros jesuitas que
marchaban a Brasil.
1656: Batalla de Valenciennes: Juan José de Austria y Luis de
Condé derrotan a los ejércitos franceses de Turena.
1738: Se funda en Madrid la Real Academia de Medicina.
1834: Isabel II declara abolido el tribunal de la Santa
Inquisición. En realidad había dejado de funcionar en 1820.
1835: Batalla de Mendigorría en la primera guerra carlista: los
liberales vencen a los carlistas que se retiraban de Bilbao.
1898: Capitula la ciudad de Santiago de Cuba ante los
norteamericanos.
16
de julio
La batalla de las Navas de Tolosa

Tal día como hoy, 16 de julio de 1212, tuvo lugar en la provincia de


Jaén la batalla de las Navas de Tolosa, uno de los episodios más
decisivos de la Historia de España, que desmanteló el último gran
intento de invasión musulmana en Europa occidental.
El imperio almohade, con sede en Marruecos, había ocupado la España
andalusí derrotando a los viejos amos almorávides –también africanos– y a
los reinos de taifas surgidos de su descomposición. Ahora se proponía
extender su dominio hacia el resto de la península, reconquistado ya por los
cristianos, e incluso hasta Roma. El emir almohade al-Nasir, llamado
Miramamolín en las crónicas cristianas, lanzó un innumerable ejército sobre
la sierra de Despeñaperros. En Alarcos las tropas cristianas fueron
desarboladas por la ola almohade. El rey de Castilla Alfonso VIII, viendo el
peligro, pidió a Roma que otorgara a su esfuerzo bélico la condición de
«cruzada», lo cual comprometería a toda la cristiandad en el empeño. El
papa Inocencio III aceptó. La cruzada se predicó por toda Europa. Así en
las jornadas previas a la batalla comparecieron juntos el rey de Castilla, el
rey de Aragón, el rey de Navarra y, además, caballeros de León y de
Portugal, junto a guerreros venidos del resto del continente. Para desdicha
de los nuestros, los europeos, en su gran mayoría, volvieron grupas antes de
la batalla. Los españoles quedaron en franca inferioridad. Pero solo cabía
seguir adelante.
Los ejércitos cristianos españoles lograron pasar Despeñaperros y
plantearon la batalla en el campo del enemigo, el sitio de Las Navas de
Tolosa. Por las dimensiones del choque, aquella fue la mayor batalla librada
hasta entonces. Los musulmanes habían acumulado en torno a 100.000
hombres en el campo. Los cristianos contaban con unos 70.000 hombres. A
pesar de su inferioridad numérica, las fuerzas cristianas rompieron las líneas
enemigas y derrotaron a los almohades. El emir al-Nasir tuvo que huir del
campo a lomos de un burro.
Fue una victoria crucial. El poder de los almohades en Al-Ándalus y el
Magreb sufrió un duro golpe. Cualquier intento musulmán por recuperar el
terreno perdido en España quedaba definitivamente desarbolado. Los pasos
de Castilla hacia Andalucía quedaron en manos cristianas. Aquella victoria
abrió la puerta a una vertiginosa sucesión de éxitos que en el medio siglo
posterior llevaría la Reconquista hasta Córdoba, Sevilla, Cádiz y Murcia. Y
el resto de Europa veía, aliviada, que no habría invasión musulmana por el
frente occidental.

Otros hechos
1647: Muere asesinado en un tumulto en Nápoles el pescador
y caudillo popular Masaniello, líder de la revuelta contra el
virreinato español.
1769: Fray Junípero Serra funda la misión de San Diego, en
California, hoy Estados Unidos.
1849: El sacerdote Antonio María Claret funda en Vich la
congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón
de María, los claretianos.
17
de julio
Tropas españolas recuperan Perejil

Tal día como hoy, 17 de julio de 2002, tropas españolas recuperaban el


islote de Perejil, plaza de soberanía española frente a la costa marroquí.
Marruecos había ocupado ese islote en un acto de provocación sin
precedentes: el 11 de julio, un grupo de doce gendarmes marroquíes había
desembarcado en Perejil e izado la bandera de su país. Lo grave no era,
evidentemente, la amenaza que pudiera representar tan exigua fuerza
armada, sino el mero hecho de la ocupación, claramente destinado a
provocar un incidente diplomático. El entonces presidente Aznar telefoneó
a su homólogo marroquí para protestar por la agresión: «Lo que habéis
hecho nos parece un acto de fuerza intolerable. Exijo una explicación y la
retirada». Rabat justificó la ocupación del islote alegando que era una
acción «contra la inmigración clandestina y el terrorismo», pero el
argumento no engañaba a nadie.
España reclamó en los foros diplomáticos la retirada del ejército
marroquí. Marruecos, que en aquellos días celebraba la boda de su rey,
Mohamed VI, se negó. Aún más, sustituyó a los gendarmes de la isla por
infantes de marina. Agotada la vía diplomática, el Gobierno Aznar cursó
aviso a los Estados Unidos y dio la orden de actuar por la vía militar. A las
seis horas y veintisiete minutos del 17 de julio, un comando integrado por
miembros del Grupo de Operaciones Especiales e infantes de Marina saltó
sobre el islote en una espectacular operación aeronaval. El operativo se
llamó «Romeo-Sierra».
No hubo enfrentamiento armado ni resistencia alguna. Los seis
militares marroquíes que allí quedaban fueron detenidos de inmediato y
evacuados a Ceuta. «La isla está bajo bandera española y controlada»,
concluyeron desde el buque Castilla, donde estaba instalado el mando de
operaciones. «Misión cumplida, presidente», informó el ministro de
Defensa, Federico Trillo, a Aznar a las 07.59. «En Perejil ondea la bandera
española», añadió con solemnidad.
Era la primera misión de combate del ejército español en suelo
nacional en veintiocho años, desde el conflicto del Sáhara. Ocho años
después, el socialista Zapatero condecoraría al jefe de los gendarmes
marroquíes que invadieron Perejil. Pero en la memoria de la sociedad
española no hay duda sobre quién tenía razón. Y España tenía razón.

Otros hechos
1242: Alfonso X reconquista Orihuela para Castilla (otras
fuentes lo fechan en 1243).
1512: Anticipándose a la acción de Francia, Fernando el
Católico ordena a sus tropas avanzar sobre Navarra, donde
agramonteses y beamonteses libran una larga guerra entre sí.
1566: Muere en Madrid fray Bartolomé de las Casas,
encomendero primero y sacerdote después, que alcanzó fama
por sus denuncias, no siempre veraces, sobre el maltrato a los
indios en América.
1942: Franco promulga la Ley Constitutiva de las Cortes
dentro del proceso de institucionalización del nuevo régimen.
18
de julio
Sublevación contra el Frente Popular

Tal día como hoy, 18 de julio de 1936, se extendía por toda España la
sublevación militar y civil contra el gobierno del Frente Popular
durante la II República.
El alzamiento comenzó como una insurrección local en Melilla en la
tarde del 17. En la mañana del 18 ya se habían sublevado guarniciones en
Sevilla, Canarias, Pamplona, Burgos y Vitoria. En el lado gubernamental,
los sindicatos UGT y CNT declaraban la huelga general mientras el PSOE y
el PCE forzaban la entrega de armas a sus milicianos. La sublevación había
sido inicialmente concebida como un golpe de Estado de consecuencias
limitadas, con el objetivo de desalojar del poder al Frente Popular y frenar
la espiral de caos y violencia que se había adueñado de España. El asesinato
del líder derechista Calvo Sotelo a manos de policías socialistas precipitó la
sublevación. Su director y «cerebro», el general Mola, pensaba en un golpe
al antiguo estilo. Incluso próceres republicanos como Miguel Maura podían
avalar la idea. Las izquierdas, por su parte, pensaban en una mera asonada
de militares golpistas y oligarcas monárquicos que sería fácil descabezar.
Pero todos se equivocaban.
El general Mola se equivocaba porque el control del Frente Popular
sobre el Estado y sobre el ejército era mucho mayor de lo que él pensaba,
de manera que el golpe fracasó en lugares tan importantes como Madrid,
Barcelona y Valencia. Pero las izquierdas también se equivocaban porque
aquello no era un simple complot militar, sino una auténtica insurrección
que de inmediato gozó de amplio respaldo popular en buena parte del país,
con afluencia masiva de voluntarios a las filas rebeldes.
La consecuencia inmediata de la sublevación del 18 de julio fue que
los republicanos perdieron el control real del Gobierno, que pasó a manos
de socialistas y anarquistas, los cuales se apresuraron a declarar la
revolución sobre la base de sus propias milicias. En cuanto al bando
sublevado, quedaba obligado a improvisar un gobierno de tipo militar sobre
las zonas donde el golpe había triunfado. Así estalló una guerra civil que
duraría hasta el 1 de abril de 1939. Los sublevados se harían finalmente con
la victoria.

Otros hechos
1195: Batalla de Alarcos: Alfonso VIII de Castilla es
derrotado por los almohades.
1837: Es detenido cerca de Olmedo, Valladolid, el famoso
bandolero Luis Candelas, ladrón y masón, amigo de Salustiano
Olózaga y de las fortunas ajenas, personaje muy popular del
siglo XIX. Será ajusticiado cuatro meses más tarde.
1873: El «progresista» Nicolás Salmerón es elegido presidente
de la I República.
1898: Las islas Filipinas se independizan formalmente de
España.
1957: Se inaugura oficialmente la basílica y monasterio del
Valle de los Caídos.
1976: La banda terrorista de ultraizquierda GRAPO reivindica
la colocación de 28 bombas.
19
de julio
La batalla de Bailén

Tal día como hoy, 19 de julio de 1808, el ejército español derrotaba a


las tropas de Napoleón en la batalla de Bailén, en la provincia de Jaén.
Era la primera derrota de las tropas napoleónicas desde que Francia
comenzó su expansión imperial.
En España, Napoleón había ocupado el país forzando la abdicación
sucesiva de los reyes Carlos IV y Fernando VII. Pero el levantamiento del
pueblo de Madrid el 2 de mayo de 1808 modificó el paisaje: las juntas
locales y provinciales recogieron la soberanía y declararon la guerra al
francés con el apoyo de Inglaterra. Aquella primavera los ejércitos de
Napoleón acosaron Cádiz y saquearon Córdoba; después, ante el estado de
insurrección general que se vivía en el país, y temeroso de que sus líneas de
comunicación con Madrid quedaran cortadas, el general francés Dupont
ordenó replegarse en torno a los pasos de Despeñaperros. Al mismo tiempo,
las tropas españolas, al mando de los generales Castaños y Reding,
intentaban aislar a la vanguardia francesa.
Fue así como, al caer la tarde del 18 de julio, españoles y franceses se
encontraron en Bailén: los españoles salían de la ciudad en el mismo
momento en que los franceses trataban de entrar. Se entabló una batalla que
duraría toda la jornada del 19 de julio. Las fuerzas estaban muy igualadas:
en torno a 30.000 hombres por cada lado, con 25 piezas de artillería cada
uno. Pero los españoles contaban con una ventaja que sería crucial: la
colaboración del pueblo de Bailén, que durante toda la batalla no cesó de
acarrear agua a las líneas. Y es que, en unas condiciones climáticas
tremendas, con un calor asfixiante, disponer de agua fue decisivo para
refrigerar los cañones. Las piezas francesas, sin refrigeración, quedaron
inutilizadas por las altas temperaturas después de unas cuantas horas de
batalla.
Finalmente el general Dupont se rindió al general Castaños. España
demostraba que los ejércitos de Napoleón no eran invencibles. Y el
emperador francés se vería obligado a intervenir personalmente en nuestro
país con un inmenso ejército de 250.000 hombres. La Guerra de la
Independencia se prolongaría hasta finales de 1813. Napoleón, en su exilio,
lamentaría amargamente haber intervenido en España: «Esta maldita guerra
de España fue la causa primera de todas las desgracias de Francia. Todas las
circunstancias de mis desastres se relacionan con este nudo fatal: destruyó
mi autoridad moral en Europa, complicó mis dificultades, abrió una escuela
a los soldados ingleses… esta maldita guerra de España me ha perdido».

Otros hechos
1068: Juicio de Dios en Llantada, Palencia: Sancho II de
Castilla se enfrenta a su hermano Alfonso VI de León.
1849: El Gobierno Narváez implanta por ley el sistema
métrico decimal en todas las transacciones comerciales.
1974: Franco es hospitalizado. Asume sus funciones el
príncipe don Juan Carlos.
20
de julio
La primera piedra de la catedral
de Burgos

Tal día como hoy, 20 de julio de 1221, el rey de Castilla y León


Fernando III el Santo ponía la primera piedra de la catedral de Burgos,
una de las grandes joyas del patrimonio cultural español.
En el actual emplazamiento de la catedral había desde el siglo XI una
iglesia románica dedicada a Santa María, pero el templo enseguida quedó
pequeño para las necesidades de una ciudad en continuo crecimiento y con
funciones de capital del Reino. Fernando III, una vez hubo afianzado su
poder frente a los clanes nobiliarios hostiles, promovió la construcción de la
catedral de la mano del obispo de la diócesis, Mauricio. Fue este obispo
Mauricio quien contrató al maestro que levantaría el templo: el canónigo
francés Johan de Champagne. A Johan le sucedería el maestro Enrique,
también francés, y después el español Johan Pérez.
Lo esencial de la catedral se construyó con bastante rapidez: fue
posible celebrar culto divino desde 1230, en 1238 ya estaban acabados la
cabecera, el crucero y las naves, y en 1260 se procedió a la consagración
oficial del templo. Pero la catedral de Burgos seguiría creciendo en los
siglos siguientes con nuevas capillas hasta convertirse en uno de los grandes
referentes del arte gótico europeo.
La catedral de Burgos fue declarada monumento nacional en 1885 y
patrimonio mundial de la humanidad por la Unesco en 1984. Es la única
catedral española que tiene esta distinción de la Unesco de forma
independiente, sin estar unida al centro histórico de una ciudad. Y es el
templo castellano de mayor rango, porque, además de catedral, es basílica.
Un verdadero tesoro del arte español que nació tal día como hoy del año
1221, de la mano del obispo Mauricio y el rey Fernando III el Santo.

Otros hechos
1500: Muere el heredero de los Reyes Católicos, el infante
Miguel, con solo dos años. Queda como única heredera Juana
la Loca.
1754: Presiones diplomáticas inglesas llevan al rey Fernando
VI a destituir a su primer ministro, el marqués de la Ensenada,
que preparaba secretamente una alianza militar con Francia
para combatir a Inglaterra.
1808: Llega a Madrid, en medio de un silencio estruendoso, el
rey impuesto por Napoleón, José Bonaparte.
1936: El general José Sanjurjo, que iba a encabezar el
alzamiento contra el Frente Popular, muere en accidente de
aviación en Lisboa.
1936: Matanza del Cuartel de la Montaña durante la guerra
civil: después de un largo cañoneo y cuando los sublevados se
han rendido, los milicianos del Frente Popular penetran en el
cuartel y asesinan a más de medio millar de prisioneros.
1984: Estalla el escándalo de Banca Catalana, que afecta
directamente al presidente de la Generalidad, Jordi Pujol.
Gobierno y tribunales echarán tierra encima.
21
de julio
La leyenda del rey impotente

Tal día como hoy, 21 de julio de 1454, era coronado rey de Castilla
Enrique IV, que pasaría a la historia como el Impotente.
Enrique era hijo de Juan II, un rey que tuvo que lidiar con las feroces
guerras entre los bandos nobiliarios castellanos. El sucesor no iba a conocer
mejor suerte. Cuando llegó al trono tenía ya veintinueve años y una larga
experiencia en la turbulenta política de la época. Ahora le tocaba a él dirigir
el teatro y lo primero que hizo fue cerrar frentes. Firmó paces con Aragón,
cerró un acuerdo con Portugal, otro con Francia, perdonó a los revoltosos
de los años anteriores, reformó la Hacienda real, cambió al equipo de
gobierno –que ahora pivotaría sobre Juan Pacheco y el hermano de este,
Pedro Girón, maestre de Calatrava–, convocó cortes y trató de encauzar
toda la energía del Reino hacia la lucha contra los moros de Granada; sin
éxito, por cierto.
De todas esas medidas adoptadas por el nuevo rey, hubo dos que iban a
tener consecuencias imprevisibles. Una, el cambio del equipo de gobierno
en la corte, donde entró un personaje trascendental: Beltrán de la Cueva. La
otra, la alianza con Portugal, que incluía el matrimonio del rey con la
infanta Juana, hermana del rey portugués. Enrique ya estaba casado: con la
infanta Blanca de Navarra. Para llevar adelante la operación portuguesa
hubo que anular el matrimonio navarro. Y la forma escogida para justificar
tal cosa resultó francamente extravagante: un hechizo –se arguyó– había
dejado al rey sexualmente impotente. Pero solo con Blanca, no con otras
mujeres. Aquí empieza la leyenda que terminaría otorgando a este rey el
apelativo de Enrique el Impotente.
A todo esto, el difunto rey Juan había dejado otra descendencia.
Además del nuevo rey Enrique, fruto de su primer matrimonio, había tenido
otros hijos con Isabel de Portugal, de la familia real del país vecino. De aquí
nacieron dos mozalbetes que ahora quedaban marginados del trono: Isabel y
Alfonso. Y ojo a esta pequeña Isabel de Castilla, porque terminará siendo la
reina Isabel la Católica.

Otros hechos
1384: Pedro IV de Aragón derrota en la batalla de Épila a los
aristócratas aragoneses sublevados contra la Corona.
1512: Las tropas de Fernando el Católico entran en Pamplona,
dentro de la guerra de Navarra. En agosto las cortes navarras
votarán rey a Fernando.
1535: La expedición de Carlos I contra los piratas berberiscos
toma Túnez.
1568: Batalla de Jemmingen: los tercios del duque de Alba
aniquilan a los holandeses de Guillermo de Orange.
1825: Nace en Torrecilla en Cameros, La Rioja, el político
Práxedes Mateo Sagasta, cabeza del partido progresista durante
la Restauración.
1876: El gobierno de Alfonso XII, presidido por Cánovas,
deroga el régimen foral de las provincias vascongadas.
1969: Franco presenta ante el Consejo del Reino la
designación del príncipe don Juan Carlos de Borbón como
sucesor al trono.
22
de julio
El descalabro de la Armada Invencible

Tal día como hoy, 22 de julio de 1588, las tormentas del mar del Norte
acababan con la «grande y felicísima Armada», la flota que Felipe II
había alineado para invadir Inglaterra. El episodio pasaría a la historia
como el desastre de la Armada Invencible.
En aquel momento Isabel I de Inglaterra había recrudecido sus
persecuciones contra los católicos y apoyaba sin recato a los rebeldes
calvinistas de Flandes. La Corona española planeó devolver el golpe
atacando directamente el territorio inglés. La flota, dirigida por el invicto
Álvaro de Bazán, acudiría a Flandes, embarcaría a los tercios de Alejandro
Farnesio y los escoltaría hasta las costas inglesas, donde se ejecutaría el
desembarco. Ese era el plan. Todo, sin embargo, se torció. Primero falleció
Bazán antes incluso de zarpar. Después, las condiciones climáticas
retrasarán la navegación más de dos meses.
¿Cuántos barcos españoles hubo en aquella aventura? En total, 137
naves, que incluían 19 galeones –la mejor nave de guerra de la época– y 40
mercantes armados. No era la poderosísima flota que nos ha transmitido la
leyenda. Los ingleses, por su parte, distaban de ser una potencia menor: sus
barcos, muy numerosos, disponían de una artillería más perfeccionada. Los
barcos españoles e ingleses comenzaron a cañonearse a lo largo del canal de
La Mancha. Nuestra flota pasó, pero, al llegar a Calais, los tercios de
Farnesio no habían llegado todavía. Los ingleses empezaron a acumular
barcos: hasta 226. Como la Armada seguía en el puerto, los ingleses
decidieron atacar. Este fue, en realidad, el único encuentro naval entre las
dos flotas en toda esta aventura. No hubo un ganador: a los españoles se les
acabaron los víveres y a los ingleses, las municiones. Pero entonces ocurrió
lo peor.
Una fortísima tempestad cubrió el cielo. Los ingleses se marcharon.
Los barcos españoles quedaron literalmente desperdigados por la mar. Ahí
acabó la campaña militar, pero fue cuando comenzó la tragedia. Como no
podían volver a España por el canal de La Mancha, cerrado por el enemigo,
intentaron una ruta por el mar del Norte, bordeando Escocia e Irlanda. Este
fue realmente el desastre. La mayor parte de las pérdidas de la Armada
tuvieron lugar aquí, encallando contra las costas escocesas e irlandesas. La
mitad de los barcos naufragó. Muchos de los hombres que llegaron a la
orilla fueron asesinados por los lugareños. El total de bajas alcanzó la cifra
de 10.000.

Otros hechos
1805: La flota inglesa se enfrena a la armada francoespañola
en la batalla del cabo Finisterre, sin ganador claro.
1921: Comienza el Desastre de Annual, la derrota más grave
sufrida por el ejército español en la guerra de Marruecos.
1931: Los anarquistas proclaman una huelga revolucionaria en
Sevilla y el gobierno Azaña declara el estado de guerra.
1947: El exjefe de gobierno republicano Alejandro Lerroux
vuelve a España.
23
de julio
La batalla de los Arapiles

Tal día como hoy, 23 de julio de 1812, tenía lugar en Salamanca la


decisiva batalla de los Arapiles, durante nuestra Guerra de la
Independencia contra los franceses de Napoleón.
El peso fundamental de la batalla corrió a cargo de los ejércitos
ingleses que en aquel momento maniobraban desde Portugal contra el
francés. Los ejércitos napoleónicos habían aliviado la presión sobre España
porque Napoleón, que estaba preparando la invasión de Rusia, había
comenzado a retirar grandes contingentes de tropas. El general inglés
Wellington, al conocer estos datos, cruzó la frontera portuguesa y ordenó un
amplio movimiento con el objetivo de tomar Madrid desde el norte.
Mientras los guerrilleros españoles hostigaban a los franceses en
Andalucía y el Cantábrico, el ejército de Wellington, formado por unos
50.000 hombres entre ingleses, españoles y portugueses, coparía a los
franceses en Salamanca y después se dirigiría contra la capital. Las tropas
francesas maniobraron cuanto pudieron, pero el día de la batalla se impuso
la superioridad táctica de Wellington. El combate se libró entre dos cerros al
sur de Salamanca, el Arapil Grande y el Arapil Chico, y por eso se llama de
los Arapiles. El ejército aliado consiguió hacer huir a los franceses con una
bajas elevadas, cercanas al 25 por ciento entre caídos y prisioneros.
Los de Napoleón pudieron reorganizarse detrás del Tormes, pero
aquella victoria permitió a Wellington entrar en Madrid, donde fue recibido
como un libertador. La Guerra de la Independencia, no obstante, aún
tardaría año y medio más en terminar.
Otros hechos
1508: En la guerra contra los piratas berberiscos, el marino y
militar Pedro Navarro toma el peñón de Vélez de la Gomera.
1876: Nace en Sevilla el ingeniero Rafael Benjumea, conde de
Guadalhorce, uno de los principales diseñadores de la red de
pantanos de España.
1878: Muere en Madrid el sacerdote y musicólogo Hilarión
Eslava, compositor de ópera, director del Conservatorio de
Madrid y autor de un método de solfeo que permanecerá
durante más de un siglo como instrumento de enseñanza
musical.
1886: Nace en La Coruña el historiador y diplomático
Salvador de Madariaga.
1921: En el transcurso del Desastre de Annual, el regimiento
de caballería Alcántara carga una y otra vez contra el enemigo
sobre el río Igán para permitir la retirada del grueso del
ejército. De sus 461 efectivos solo sobrevivirán 60.
1936: Las milicias republicanas sitian el Alcázar de Toledo,
donde resiste el coronel Moscardó. Chantajeado con la
rendición a cambio de la vida de su hijo Luis, el militar se
niega. El joven será asesinado por milicianos anarquistas un
mes más tarde.
1936: Muere en el frente de Somosierra el capitán de la
guardia civil Fernando Condés, jefe del comando que secuestró
y asesinó a José Calvo Sotelo.
24
de julio
Onésimo Redondo muere en el frente

Tal día como hoy, 24 de julio de 1936, moría en el frente de Segovia el


líder falangista Onésimo Redondo durante la guerra civil española.
Onésimo Redondo era un joven líder agrario, profundamente católico,
profesional del Derecho, que había estudiado en Alemania en los años
veinte y allí se había convencido de la debilidad del parlamentarismo.
Cuando volvió a España, en 1928, se puso al frente del sindicato agrario de
la remolacha de Castilla, inicialmente vinculado al entorno de Acción
Católica, pero del que se separó por el carácter conservador de este grupo.
Onésimo Redondo fue girando hacia posiciones cada vez más
revolucionarias y nacionalistas, al estilo fascista, pero sin abandonar su
catolicismo.
En 1931, cuando se proclamó la II República, fundó un pequeño
partido de corte nacional-revolucionario, anticapitalista y anticomunista,
que se llamó Juntas Castellanas de Actuación Hispánica. Participó en la
asonada de Sanjurjo contra el Gobierno republicano y tuvo que exiliarse en
Portugal. Pronto conoció a otro líder fascista, Ramiro Ledesma Ramos,
líder del grupo La Conquista del Estado, y ambos unieron sus respectivas
formaciones en las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista, las JONS, que
a su vez se unieron a la Falange Española de José Antonio Primo de Rivera
en 1934. Ramiro y José Antonio se separaron poco más tarde, pero
Onésimo permaneció junto al líder de Falange.
El Frente Popular le detuvo en marzo de 1936 y le encerró en prisión,
pero fue liberado al producirse la sublevación del 18 de julio. Marchó junto
a otros compañeros al frente del Alto del León, donde combatió, y en el
cercano pueblo de Labajos fue acribillado por una patrulla enemiga. Tenía
treinta y un años. El régimen de Franco convirtió a Onésimo Redondo en
uno de los llamados «mártires de la cruzada». Sin embargo, su herencia más
visible fue la obra de su esposa, Mercedes Sanz-Bachiller, creadora del
Auxilio Social durante la guerra, que introdujo a la mujer en la vida política
a través del Servicio Social y regentó durante años el Instituto Nacional de
Previsión, germen de la Seguridad Social en España.

Otros hechos
1064: El rey Fernando I de León reconquista Coímbra (hoy
Portugal) a los musulmanes.
1568: Muere en cautiverio el príncipe don Carlos, primogénito
de Felipe II, enfermo física y mentalmente. La leyenda negra
antiespañola hará de el un héroe romántico cuando, en realidad,
solo era un pobre perturbado fruto de la abusiva endogamia de
la familia real.
1871: Accede a la presidencia del Consejo de Ministros, bajo
el reinado de Amadeo I, el gran maestre del Gran Oriente de
España, Manuel Ruiz Zorrilla.
1942: Muere fusilado, condenado a muerte, el anarquista Joan
Peiró, ministro de Industria en el gabinete de Largo Caballero.
En su juicio numerosas personalidades del bando ganador de la
guerra civil hablaron en su favor.
1979: El Congreso aprueba la creación del Tribunal
Constitucional, controlado por el propio Congreso.
25
de julio
Y entonces nos nació Portugal

Tal día como hoy, 25 de julio de 1139, nacía formalmente el reino de


Portugal, que hasta ese momento había sido un condado dentro del
Reino español de León.
El Portugal de aquel momento comprendía las tierras entre el Miño y
el Tajo. El toponímico proviene de Portus Cale, establecimiento romano a
orillas del Duero, cerca del actual Oporto. En su momento este territorio
había sido concedido por el rey Alfonso VI de León como dote para su hija
bastarda Teresa, casada con el noble Enrique de Borgoña, en el año 1095.
Alfonso VI buscaba así constituir una sólida marca fronteriza frente a la
amenaza musulmana. Ahora bien, Teresa enviudó, murió también el viejo
rey Alfonso, y la viuda quiso afirmar su posición gobernando de la manera
más autónoma posible. Había en aquel momento dos grandes fuerzas en
Portugal: unos, que podríamos llamar el partido gallego, mantenían
relaciones especialmente cordiales con el arzobispado de Santiago de
Compostela, al norte del Miño; otros, por el contrario, sostenían a la
diócesis de Braga en busca de una mayor independencia respecto al reino
leonés. Este último partido, viendo que la política de Teresa era progallega,
dio en apoyar al hijo de la condesa, llamado Alfonso Enríquez. Alfonso se
levantó contra su madre, a la que derrotó en la batalla de San Mamede. Eso
convirtió al joven heredero en el único poder del condado, y nadie ignoraba
que su ambición era constituir un reino propio, objetivo en el que le
respaldaba la mayoría de la nobleza y de la iglesia locales.
La oportunidad llegó en julio de 1139, cuando un poderoso
contingente almorávide avanzó hacia el norte. Alfonso Enríquez presentó
batalla y derrotó a los musulmanes en la batalla de Ourique. Sus caballeros
le aclamaron como rey en el mismo campo de batalla. Desde ese momento
se convirtió en rey de Portugal. La corona de León, que se veía a sí misma
como corona imperial y, por tanto, soberana de reyes distintos, le reconoció
en 1143. Desde ese día Portugal se convirtió en reino independiente.

Otros hechos
1510: Una escuadra al mando de Pedro Navarro toma Trípoli,
en Libia.
1525: Parte de La Coruña la expedición pionera de García
Jofre de Loaísa, que se propone llegar a las islas Molucas y
reivindicarlas para la Corona española.
1536: El conquistador Sebastián de Belalcázar funda la ciudad
de Cali, hoy Colombia.
1547: El conquistador Francisco de Orellana funda la ciudad
de Guayaquil, hoy Ecuador.
1567: El conquistador Diego de Losada funda la ciudad de
Caracas, hoy Venezuela.
1581: Felipe II entra en Lisboa y es proclamado rey de
Portugal.
1582: La escuadra de Álvaro de Bazán derrota en la isla
Terceira a la flota francesa.
1797: Después de atacar Cádiz sin éxito, el almirante inglés
Nelson prueba fortuna en Santa Cruz de Tenerife: será
igualmente rechazado y perderá un brazo en la batalla.
26
de julio
La batalla de Guadalete

Tal día como hoy, 26 de julio de 711, tenía lugar la trascendental


batalla de Guadalete, que abrió la puerta a la invasión musulmana de
España. La fecha, todo sea dicho, no está exenta de polémica: la
historiografía tradicional fija la batalla entre el 19 y el 26 de julio de
711. Sea cuando fuere, aquel día cambió todo.
En la España de aquel momento reinaba la minoría de origen visigodo.
Esta minoría había entrado en guerra civil: una facción, la de Agila, hijo del
difunto rey Witiza, aglutinaba a los partidarios de la herejía arriana; la otra
facción, encabezada por el noble don Rodrigo, agrupaba a los partidarios
del catolicismo romano. A esa división se añadían intereses de grupo y
territorio muy concretos. Añádase un paisaje de grave crisis social por la
peste y la carestía. En un contexto tan crítico, uno de los bandos, el de
Agila, llamó en su socorro a fuerzas mercenarias: las huestes musulmanas
que en ese mismo momento se estaban apoderando del norte de África. Así
en la primavera del año 711 un contingente de unos 9.000 musulmanes al
mando de Tarik, gobernador de Tánger, desembarcó en Algeciras. Los
invasores recibieron inmediatamente refuerzos y marcharon contra el
ejército hispanogodo del conde don Rodrigo.
En torno al 20 de julio de 711 comenzó la batalla decisiva junto al río
Guadalete. Después de varios días de combates, el bando de Rodrigo resultó
vencido por los musulmanes y las tropas de Agila. Normalmente los
musulmanes, concluido el trabajo para el que fueron contratados, deberían
haber vuelto al otro lado del Estrecho, pero no fue eso lo que ocurrió.
Meses después de Guadalete, el gobernador de Túnez, Musa, cruzó a su vez
el estrecho de Gibraltar con nuevas tropas. Con el viejo orden godo
quebrado por la guerra civil, todo el sistema político se vino abajo. Los
musulmanes pactarán con los dueños de la tierra: respetarán su poder
económico si se convierten al islam y acatan la autoridad política de los
musulmanes. La mayoría de los nobles aceptará el trato. En apenas cinco
años, los musulmanes se apoderarán de casi toda la península Ibérica. En
cuanto al rey don Rodrigo, cuenta la tradición que su caballo apareció
muerto a orillas del Guadalete, aunque el cadáver del propio rey nunca fue
hallado. Los últimos rebeldes se dirigirán al norte, a Asturias, donde
organizarán la resistencia. Comenzaba así la Reconquista.

Otros hechos
1527: El conquistador zaragozano Juan Martín de Ampués
funda Coro, hoy Venezuela.
1533: Pizarro ordena la ejecución del inca Atahualpa por haber
mandado asesinar a su hermano Huáscar.
1875: Nace en Sevilla el poeta Antonio Machado.
1909: Los sindicalistas desatan en Barcelona la Semana
Trágica.
1938: Cien mil hombres del Ejército Popular de la República
han cruzado el Ebro el día anterior y desbordan las defensas del
Ejército Nacional. La batalla del Ebro acaba de comenzar.
27
de julio
La intervención extranjera
en la guerra civil

Tal día como hoy, 27 de julio de 1936, llegaban a España los primeros
aviones italianos enviados por Mussolini para socorrer al bando alzado
durante nuestra guerra civil. Fue la primera ayuda internacional para
los contendientes, aunque, en el otro bando, tanto Francia como la
Unión Soviética ya habían expresado su intención de apoyar al Frente
Popular.
La Italia de Mussolini mantenía contactos con las fuerzas monárquicas
españolas desde un par de años atrás. Cuando se supo que Francia enviaría
aviones al Frente Popular, las gestiones se aceleraron. Alfonso XIII,
exiliado en Roma, presionó para que desaparecieran las últimas resistencias.
Franco, por su parte, usó un poderoso argumento ante los italianos: si
Mussolini no se empleaba a fondo, Alemania ocuparía su lugar. Mussolini
no quería perder influencia en el Mediterráneo, de manera que se decidió de
inmediato. En aquel primer envío llegaban doce aviones de caza así como
distintas piezas de artillería, municiones y un barco mercante. Italia era en
aquel momento el primer fabricante de aviones de caza del mundo. Con este
refuerzo, el bando sublevado dispuso de fuerza aérea, cosa fundamental,
pues la mayor parte de los aviones españoles había quedado en manos
republicanas. En total, la participación italiana en el bando de Franco
sumará cerca de 50.000 hombres y 758 aeronaves al mando del general
Roatta. Después, en noviembre, llegaría la ayuda alemana de la Legión
Cóndor, con aproximadamente 15.000 hombres y unos 600 aviones, además
de unos 200 carros de combate.
Aquel envío fue solo el primero: en el otro lado, enseguida los
soviéticos mandarán grandes cantidades de material al Frente Popular. La
Unión Soviética suministró a España, en total, 806 aviones de combate, 362
tanques, 1.555 piezas de artillería, 15.000 fusiles ametralladores, medio
millón de fusiles, 862 millones de cartuchos y muchas otras armas y
material. En cuanto al contingente humano que acompañó a todo ese
material, las últimas cifras aportadas superan los 2.000 especialistas
militares: 772 aviadores, 351 carristas, 77 consultores e instructores de
infantería, 77 oficiales de marina, 100 artilleros, 222 consultores militares e
instructores, 156 enlaces, 130 obreros e ingenieros de fábricas de aviones,
204 intérpretes y otros especialistas de profesiones de retaguardia. Al frente
de este despliegue figuraría un nombre muy importante del Ejército Rojo: el
general Goriev. Después llegarían los voluntarios de la Internacional
Comunista: las Brigadas Internacionales, por donde pasarían más de 60.000
hombres. Así nuestra guerra civil se convirtió en el campo de pruebas de la
Segunda Guerra Mundial.

Otros hechos
1549: San Francisco Javier llega a las costas de Japón.
1806: Nace en Pajares de Adaja, Ávila, el eminente médico
Francisco Méndez Álvaro, que destacó como higienista y en
sus campañas de prevención de epidemias.
1909: España sufre en el Rif la derrota del Barranco del Lobo.
1923: Nace la Revista de Occidente, fundada por José Ortega y
Gasset.
28
de julio
El patronato perpetuo sobre
las iglesias de América

Tal día como hoy, 28 de julio de 1508, una bula del papa Julio II
concedía a los reyes de España el patronato perpetuo sobre las iglesias
de América. Era la recompensa al declarado propósito evangelizador
de los españoles en lo que entonces se llamaba las Indias.
La aventura de Cristóbal Colón había empezado dieciséis años atrás
como una búsqueda de nuevas rutas comerciales hacia oriente, pero muy
pronto aquel objetivo se vio superado por el proyecto de convertir al
cristianismo a las poblaciones de aquel mundo nuevo. Isabel de Castilla y
Fernando de Aragón recibieron de Roma el título de Reyes Católicos
precisamente por su celo evangelizador. Después, el testamento de la reina
Isabel dejó bien claro que la dimensión religiosa era inseparable de la
conquista y colonización del Nuevo Mundo.
La creación de catedrales, universidades, obispados y misiones fue una
constante desde el primer momento. Era la primera vez que se construía un
imperio bajo el expreso designio de la Cruz. Y por eso el papa Julio II dio a
la Corona española el patronato de cuantas nuevas fundaciones nacieran en
las Indias. Muy pocos años después, la labor vigilante de los misioneros
empezará a denunciar los abusos sobre los indígenas. Circunstancias que
hasta entonces formaban parte del proceso natural de cualquier conquista
(la esclavitud, por ejemplo), a partir de ahora empezaban a ser censurables.
Las Leyes de Indias crearon por primera vez un repertorio de derechos para
los vencidos. Y eso fue posible precisamente por el aliento religioso de
aquel episodio trascendental. El patronato español sobre las iglesias
americanas durará más de trescientos años. Después, las emancipaciones de
las naciones hispanoamericanas, primero, y más tarde la pérdida de la
dimensión religiosa por parte de la propia Corona, harán que quede como
un simple recuerdo.

Otros hechos
1165: Nace en Murcia el filósofo sufí musulmán Ibn Arabi.
1369: El sultán Muhamad V de Granada sitia Algeciras,
defendida por los castellanos.
1527: Muere en Santiago de Cuba el conquistador Rodrigo de
Bastidas, explorador del Atlántico colombiano y fundador de la
ciudad de Santa Marta.
1631: Muere en Madrid el dramaturgo valenciano Guillén de
Castro, ejemplo eminente de la «comedia nueva» desarrollada a
partir de Lope de Vega.
1809: Las tropas angloespañolas de Wellington y Cuesta
vencen a los franceses en la batalla de Talavera, durante la
Guerra de la Independencia.
1821: El general español nativo de la actual Argentina, José de
San Martín, que había combatido en Bailén, proclama en Lima
la independencia del Perú.
1879: Nace en Alicante el escritor Gabriel Miró, nombre
relevante del novecentismo.
1968: Muere en Madrid el sacerdote y periodista Ángel
Herrera Oria, fundador de la Asociación Católica de
Propagandistas.
29
de julio
Hedilla o el descabezamiento
de la Falange

Tal día como hoy, 29 de julio de 1937, el Gobierno de Franco


conmutaba la pena de muerte del líder falangista Manuel Hedilla, que
finalmente quedaba en una sentencia de cárcel, primero, y destierro
después.
Manuel Hedilla se había hecho cargo de la jefatura de Falange
Española de las JONS en el verano de 1936, después de que, en la
primavera anterior, el gobierno del Frente Popular desmantelara al partido y
metiera en la cárcel a José Antonio Primo de Rivera. Hedilla era un obrero,
maquinista naval, que se había adherido a la Falange desde los primeros
tiempos, en 1934. José Antonio le elevó a consejero nacional y en el verano
de 1936, ya iniciada la guerra, fue pieza esencial en la formación de las
milicias falangistas que combatirían con el bando nacional de la guerra
civil. La Falange había sido hasta entonces un grupo muy minoritario. La
guerra, sin embargo, iba a convertirla enseguida en el partido de referencia
de los sublevados.
Ahora bien, Hedilla, de ideas sindicalistas y revolucionarias, encajaba
muy poco con el carácter mucho más conservador del entorno de Franco.
Cuando este decidió unificar la Falange con el Requeté, se produjeron
graves enfrentamientos que terminaron con Hedilla en la cárcel. La
Comunión Tradicionalista, el Requeté, los carlistas, defendían una
monarquía confesional que casaba muy mal con el programa republicano y
socializante de la Falange. La misma oposición, por cierto, despertará la
idea de la unificación en numerosos sectores carlistas. El hecho es que
Franco ofreció a Hedilla la jefatura del nuevo partido, FET de las JONS, y
él se negó.
Detenido y juzgado por conspiración, bajo la presión de otros jefes
falangistas que sí eran partidarios de la unificación, Manuel Hedilla vio
cómo le caían encima dos penas de muerte. Ninguna se ejecutó. Permaneció
en prisión hasta 1943 y, después, confinado en Mallorca tres años más. No
volvió a ocupar cargo político alguno. Morirá en Madrid en 1970. Sus
seguidores formarán más tarde la Falange denominada Auténtica.

Otros hechos
1000: Las huestes de Navarra, León y Castilla plantan cara al
dictador andalusí Almanzor en Peña Cervera, Burgos. La
batalla terminó con victoria musulmana, pero con grandes
pérdidas de las que Almanzor ya no se recuperaría.
1520: La revuelta comunera de Castilla se constituye en Santa
Junta.
1617: Los Austrias españoles firman con la Casa de
Habsburgo el tratado de Oñate para facilitar el envío de tropas
desde Italia a Flandes.
1804: Epidemia de fiebre amarilla en Málaga. Se llevará la
vida de 11.464 personas.
1837: Primera ley de desamortización de Mendizábal.
1886: Botadura oficial del torpedero Destructor, ideado y
capitaneado por Fernando VIllamil. Es el primero de la
historia.
30
de julio
La expedición Malaspina

Tal día como hoy, 30 de julio de 1789, zarpaba de Cádiz la expedición


Malaspina, que iba a ser una de las mayores contribuciones españolas a
los conocimientos científicos de la época.
Alejandro Malaspina era un marino español de origen italiano que se
había destacado por sus servicios a la Corona. Era también un hombre muy
de su tiempo: no solo un soldado y un navegante, sino también un hombre
de ciencia. En calidad de ambas cosas, Malaspina se dirige a Carlos III para
proponerle un proyecto excepcional: un viaje al mismo tiempo científico y
político, como los de Cook y La Perouse. El 14 de octubre de 1788, Carlos
III da su conformidad: para un país cuyas posesiones se veían cada vez más
amenazadas, cual era nuestro caso, esa expedición sería una forma de hacer
patente la presencia de la Corona. Malaspina no va solo a levantar mapas y
recoger plantas; viaja, también, para palpar el estado de las cosas en los
virreinatos. Con Malaspina irá otro marino de gran relieve: José
Bustamante. Llevarán dos corbetas: la Atrevida y la Descubierta.
La expedición duró desde aquel final de julio de 1789 hasta su retorno
a puerto en marzo de 1794. Para entonces el mundo había basculado sobre
sí mismo entre fragores de revolución. Pero el trabajo de los
expedicionarios fue fundamental: cartas hidrográficas y náuticas de
América y las Filipinas, trabajos sobre el magnetismo terrestre y la
gravedad, estudios sobre la producción minera, innumerables pliegos de
herbario –unas 14.000 plantas–, estudios fisiológicos de más de 500
especies, gran cantidad de minerales y animales, cerca de un millar de
imágenes de tipos étnicos, paisajes, flora, tradiciones… Una auténtica
«física de la monarquía», como se dijo en su momento.
Por desgracia, la monarquía española ya no era ni sombra de lo que
fue. Malaspina cayó en desgracia, conspiró contra Godoy, le delataron y
acabó en la cárcel. De ella le sacará en 1802 Napoleón, a petición de los
amigos italianos del navegante. Morirá en Italia, en la Toscana, en 1089.

Otros hechos
498 a.C.: Pompeyo y Julio César se baten en la batalla de
Ilerda (Lérida). Ganará César.
1017: Alfonso V ordena la recopilación del Fuero de León,
primera compilación de fueros de la historia de España.
1086: El almorávide Yusuf ibn Tasufín cruza el estrecho de
Gibraltar al frente de sus ejércitos e invade la España andalusí.
1523: Muere en Azpeitia, Guipuzcoa, el músico Juan de
Anchieta, sacerdote y compositor, maestro de la polifonía tanto
religiosa como profana.
1808: Enterado de la derrota francesa en Bailén, José
Bonaparte abandona precipitadamente Madrid.
1910: El gobierno liberal de Canalejas rompe relaciones con el
Vaticano a causa de la Ley de Candado que limitaba la libertad
de las órdenes religiosas.
1989: Muere en Madrid el empresario Ramón Areces, creador
de El Corte Inglés.
31
de julio
El último virrey

Tal día como hoy, 31 de julio de 1821, fallecía en Madrid José


Fernando de Abascal y Sousa, virrey del Perú y uno de los personajes
más interesantes de la historia española en América.
Abascal, militar de profesión y noble de cuna, había nacido en Oviedo
en 1743. Tuvo una carrera militar notable con acciones destacadas en Argel
y en Sacramento, y a partir de 1796 empezó a ocupar puestos de gobierno:
Cuba primero, Costa Rica después y, finalmente, Perú, para cuyo virreinato
fue designado en 1804, aunque no pudo hacerse cargo de la magistratura
hasta dos años después, pues el barco en el que viajaba cayó preso de los
ingleses.
Lo que Abascal hizo en el Perú puede considerarse como una política
ilustrada en sentido estricto: creó numerosas escuelas-taller, fundó la Real
Escuela de Pintura de Lima, difundió la vacunación contra la viruela, hizo
construir cementerios fuera de las ciudades para evitar enfermedades
contagiosas, promovió la creación del Colegio de Medicina y del Jardín
Botánico para la formación de médicos y especialistas, impulsó la
constitución de colegios para la élite criolla… Al mismo tiempo, Abascal,
militar como era, tomó acertadísimas medidas de defensa contra las
insurrecciones independentistas, hasta el punto de que el Perú se convirtió
en el último reducto de los realistas durante las guerras de emancipación, y
no cayó por insurgencia interna, sino por la acción de otros ejércitos
venidos de distintos lugares de la vieja América española.
Después de diez años de gobierno, lidiando con momentos tan difíciles
como la Guerra de la Independencia en España, las rebeliones nacionalistas
en Argentina y Chile, el periodo constitucional de Cádiz –donde había
representantes peruanos– y el posterior retorno al absolutismo, el
expediente que Abascal dejaba tras de sí era irreprochable.
Abascal volvió a España en 1816 con el título de marqués de la
Concordia Española del Perú, que reflejaba muy bien cuál había sido su
trayectoria.

Otros hechos
844: Primer ataque vikingo a nuestras costas. La expedición
normanda ataca Coruña –una minúscula aldea– y saquea la
región, pero es derrotada por las huestes de Ramiro I. Después
saqueará Lisboa, Cádiz y Sevilla, antes de perecer a manos del
emir Abderramán II.
1556: Muere en Roma San Ignacio de Loyola, fundador de la
Compañía de Jesús.
1762: Muere en La Habana, Cuba, el marino Luis VIcente de
Velasco, heroico defensor de la isla frente a los ingleses.
1959: Nace en el País Vasco la organización terrorista ETA
como escisión de las juventudes del PNV.
1971: Fallece en Barcelona el sindicalista Gerardo Salvador
Merino, falangista de primera hora y delegado nacional de
sindicatos en 1940, defenestrado por el régimen de Franco.
Agosto
1
de agosto
La batalla de Simancas

Tal día como hoy, 1 de agosto de 939, se libraba en los campos de


Valladolid la batalla de Simancas, donde las armas de Ramiro II, rey de
León, derrotaron a los ejércitos del califa Abderramán III. La victoria
cristiana permitió bajar la frontera hasta la línea del Tormes.
La batalla duró cuatro largos días. Abderramán III había reunido un
formidable ejército –unos 100.000 hombres, dicen las fuentes– con el
propósito de eliminar la presencia cristiana de Zamora, ciudad que se había
convertido en un peligroso puesto avanzado de la cristiandad sobre la línea
del Duero. El califa bautizó aquella operación como Campaña del Supremo
Poder. El único obstáculo que se interponía entre Abderramán y su objetivo
era precisamente la pequeña fortaleza de Simancas. El rey Ramiro lo sabía
y concentró allí todo lo que tenía: guerreros de León, de Galicia, de
Asturias, y notables refuerzos venidos de Castilla, Navarra y Aragón. Para
que no faltara de nada, pocos días antes de comenzar la batalla hubo un
eclipse de sol, dato este en el que coinciden las crónicas moras y cristianas.
Y en plena refriega apareció entre las filas cristianas un misterioso jinete:
San Millán.
De la batalla en sí se sabe muy poco. Existe la hipótesis de que los
musulmanes, pese a su superioridad numérica, sufrieron las consecuencias
de la falta de entendimiento entre sus jefes, lo cual entorpeció sus
movimientos en el campo. El hecho es que, después de cinco días de
combates, el califa decidió abandonar la plaza. Y en mala hora lo hizo,
porque los cristianos persiguieron a los moros hasta coparles en los
barrancos de Alhándega (probablemente Albendiego, en Guadalajara), y allí
quedó destrozado el ejército musulmán. De vuelta en Córdoba, Abderramán
ordenará ejecutar a todos sus generales.
La batalla de Simancas fue muy importante porque era la primera vez
que las armas cristianas infligían una derrota tan severa a los ejércitos de
Córdoba en campo abierto. Además, demostró que era posible una
coordinación política de las huestes de los distintos reinos cristianos. Con el
paisaje libre, el reino de León avanzó sus líneas de repoblación al sur del
Duero. Empezaba una fase nueva de la Reconquista.

Otros hechos
1137: El rey de Aragón, Ramiro II el Monje, promete a su hija
Petronila en matrimonio con el conde de Barcelona, Ramón
Berenguer IV. De la unión nacerá la Corona de Aragón.
1443: Alfonso V de Aragón el Magnánimo, instalado
definitivamente en sus reinos de Italia, conquista el condado de
Fano, el punto más septentrional de sus dominios.
1524: Se funda el Consejo de Indias.
1776: Carlos III crea el Virreinato del Río de la Plata sobre
territorios de las actuales Argentina, Uruguay, Paraguay y
Bolivia. Hasta la fecha dependían del Virreinato del Perú.
1911: Comienza a funcionar la transferencia de dinero por giro
postal.
1917: Muere en Castelltersol, Barcelona, el fundador del
nacionalismo político catalán, Enric Prat de la Riba.
1942: Se publica el primer libro en catalán bajo gobierno de
Franco: Rosa mística, del sacerdote Camil Geis.
2
de agosto
La primera corrida de toros en Pamplona

Tal día como hoy, 2 de agosto de 1385, se celebraba en Pamplona,


Navarra, la primera corrida de toros registrada como tal. Y en las
fiestas de San Fermín.
En realidad la corrida tal y como la conocemos es algo relativamente
reciente, pues el toreo a pie no empieza a generalizarse hasta bien entrado el
XVIII y es en la segunda mitad del XIX cuando la tauromaquia adquiere su
aspecto actual. Ahora bien, las fiestas con toros, ya sea alanceados en
campo abierto o conducidos a la carrera, son tan antiguas como la cultura
mediterránea. En la Historia de España hay huellas de tauromaquia desde el
siglo VIII, y consta que en otros momentos de la Edad Media, por ejemplo
con Alfonso X, la Corona legisló acerca de esta práctica.
Hay documentación sobre corridas de toros en Cuéllar, Segovia, en
torno a 1215. La tal documentación consiste en que quedaba prohibido a los
clérigos participar en los festejos. En cuanto a las regulaciones de Alfonso
X, se centraban en prohibir que la fiesta se celebrara por dinero, con
profesionales pagados para entretener a la gente matando toros. La razón de
tal veto era, muy verosímilmente, el problema de orden público que podía
ocasionar una tropa nómada que anduviera de pueblo en pueblo suscitando
apuestas. Porque la fiesta en sí se celebraba con entera normalidad en todas
partes dentro de las fechas regladas por el calendario oficial.
¿Qué es lo que pasó, pues, en Pamplona aquel año de 1385? Lo que
ocurrió fue que los burgos de San Cernín y San Nicolás, dos de los núcleos
de la vieja capital navarra (el otro era la Navarrería), tradicionalmente
enfrentados a muerte, decidieron de consuno celebrar la fiesta de San
Fermín todos los años y, además, hacerlo con una feria ganadera que incluía
el correspondiente encierro. La corrida de toros se llama así, precisamente,
porque al toro se le hace correr. Y aunque nadie sabe si aquel encierro de
1386 se hizo a pie o a caballo, lo que sí consta es que desde entonces, todos
los años, ha habido toros en Pamplona por San Fermín. A finales del siglo
XVI se decidió unificar todas las ferias de la ciudad en la fecha del 7 de
julio. Y hasta hoy.

Otros hechos
1483: El sacerdote judeoconverso fray Tomás de Torquemada
es designado por el papa Sixto IV inquisidor general de Castilla
y León. Pronto lo será de toda España.
1602: En aguas del Pisuerga, el caballero navarro Jerónimo de
Ayanz exhibe ante el rey Felipe III su nuevo invento: un traje
de buzo que permite caminar sumergido bajo el agua.
1821: Nace en Villamayor de Gállego, Zaragoza, el astrólogo
Mariano Castillo y Ocsiero, celebérrimo por su Calendario
zaragozano que se publica sin interrupción desde 1840.
1886: Nace en Guadalajara el ingeniero, piloto y fotógrafo
José Ortiz Echagüe, fundador de la aeronáutica CASA y uno de
los mejores fotógrafos de todos los tiempos.
1975: Primera víctima mortal de la banda terrorista de
ultraizquierda GRAPO: el guardia civil Casimiro Sánchez. El
GRAPO llegará a matar a más de 80 personas.
3
de agosto
Y los ingleses robaron Gibraltar

Tal día como hoy, 3 de agosto de 1704, la flota inglesa comenzó a


bombardear la plaza española de Gibraltar en el marco de nuestra
Guerra de Sucesión.
La flota al mando del almirante Rooke no era una fuerza hostil: estaba
allí como aliada de uno de los bandos –el austracista– en la guerra por la
sucesión del trono tras la muerte de Carlos II de Austria. El bombardeo y
toma del Peñón no era, pues, una conquista por una potencia extranjera,
sino que tenía por objeto atacar las plazas controladas por el otro candidato
al trono español, que era Felipe de Anjou. La guarnición que defendía la
Roca, muy inferior en número a los atacantes, decidió rendirse tras cinco
horas de cañoneo. No se rindió a los ingleses, sino al archiduque Carlos, rey
de España.
Pero es entonces cuando los ingleses hacen algo que, en rigor, solo se
puede considerar como un acto de piratería. El almirante Rooke,
desobedeciendo las órdenes de su jefe, que es el príncipe de Hesse
Darmstadt, y aparentemente sin instrucciones directas de Londres, decide
cambiar las tornas y tomar el Peñón para la reina Ana de Inglaterra. Las
tropas que habían tomado Gibraltar se entregan al asesinato, la violación y
el saqueo. El santuario de Nuestra Señora de Europa fue ultrajado; las
imágenes sagradas, decapitadas. Los civiles, antes que someterse a los
ingleses, prefirieron abandonar la ciudad; se refugiaron en la ermita de San
Roque, y así nació la ciudad que ahora lleva su nombre. Allí se conservan
las llaves de la vieja fortaleza gibraltareña.
El flagrante acto de piratería fue aceptado por el ya rey de España,
Felipe V de Borbón, en el Tratado de Utrecht. La ONU definió en 1964 el
estatuto de Gibraltar como colonia, lo cual debería haber implicado ya su
devolución a España. Porque el Peñón es suelo español… robado por un
almirante inglés que traicionó la confianza de un pretendiente del trono de
España. Pero el propio gobierno español, con la apertura de la verja
primero, en tiempos de Felipe González, y después con los pactos políticos
con los gobernantes de la colonia, vinieron a consagrar el estrambótico
estatuto de la última colonia en suelo europeo. Fenómeno al que quizá no
sea ajeno el carácter de gigantesco lavadero de dinero que el Peñón tomaría
después.

Otros hechos
1492: Cristóbal Colón zarpa del puerto de Palos en su primer
viaje de descubrimiento.
1529: Paz de Cambray: Francia renuncia a los territorios
italianos, Flandes y el Artois en beneficio de Carlos I de
España.
1804: El naturalista y geógrafo alemán Alexander von
Humboldt regresa a Europa después de su expedición por la
América española: durante cinco años estudió flora y fauna,
buscó tesoros y se quedó admirado del nivel científico de la
Nueva España.
1823: Nace en Madrid el músico Francisco Asenjo Barbieri,
padre de la zarzuela.
1864: Se crea la Orden del Mérito Militar, la más importante
de las condecoraciones militares españolas.
4
de agosto
Juan Sebastián Elcano muere en la mar

Tal día como hoy, 4 de agosto de 1526, moría a bordo de la nave


Espíritu Santo el marino español –vasco de Guetaria– Juan Sebastián
Elcano, el primer hombre que dio la vuelta al mundo.
Elcano había participado en la expedición de Magallanes en busca de
un paso al Pacífico desde América. Solo volvieron él y diecisiete hombres
más después de recorrer 14.000 leguas. Fue una auténtica hazaña. El
emperador Carlos le llenó de honores: le concedió una renta anual de 500
ducados de oro y un escudo de armas cuya cimera, un globo terráqueo,
llevará la leyenda Primus circundetisti me («El primero que me dio la
vuelta»). El emperador recibió personalmente a todos los supervivientes y,
además, se preocupó de que fueran liberados los marineros que, por el
camino, habían quedado apresados por los portugueses. Esta vez la aventura
terminó bien. Y para la Historia quedó la proeza: se había dado por primera
vez la vuelta al planeta.
Juan Sebastián Elcano podía haberse retirado con la renta obtenida, y
de hecho así lo hizo durante algunos años, pero en un determinado
momento la sangre marinera se le sublevó. A partir de la ruta que hicieron
Elcano y Magallanes, el rey había concebido la idea de plantar bases
españolas en las Molucas, en el otro lado del mundo, para controlar la ruta
oriental de las especias. La competencia con Portugal era cada vez más
intensa. En realidad se trataba de una carrera por los recursos. Y ese sería el
nuevo horizonte de Elcano.
Hay un viejo dicho latino, que Plutarco atribuye a Pompeyo y que la
Liga Hanseática adoptó como lema: Navigare necesse est, vivere non est
necesse (Navegar es necesario, vivir no es necesario). Así, como marino,
vivió, es decir, navegó Juan Sebastián Elcano. Su último viaje, en la
expedición de García Jofre de Loaisa, es casi legendario. El barco que
mandaba Elcano se llamaba Espíritu Santo. Iba, efectivamente, a conquistar
las Molucas o lo que hiciera falta. Elcano murió a bordo del Espíritu Santo.
Con él navegaba un célebre veterano: Rodrigo de Triana, el primer hombre
que vio América.

Otros hechos
1578: Muere combatiendo en Alcazarquivir, hoy Marruecos, el
rey Sebastián de Portugal. Su muerte abrirá el trono a su
sobrino Felipe II de España.
1881: Sevilla alcanza la temperatura más alta jamás registrada
en el continente europeo: 50º.
1897: Se descubre en el yacimiento de La Alcudia la Dama de
Elche, tesoro del arte íbero.
1958: España ingresa en el Banco Mundial y en el Fondo
Monetario Internacional.
1960: El III Congreso de Academias de la Lengua Española,
reunido en Bogotá, rechaza la expresión «América Latina» por
considerarla incorrecta.
1976: Se decreta la amnistía para delitos políticos cometidos
durante el régimen de Franco. En realidad se aplica solo a los
condenados después del indulto decretado por Franco en 1966.
5
de agosto
La primera escalada al Naranco

Tal día como hoy, 5 de agosto de 1904, se coronaba por primera vez el
pico llamado Naranjo de Bulnes, en Asturias. Los autores de la proeza
fueron los montañeros Pedro Pidal y Gregorio Pérez.
La ascensión de cumbres tiene ilustres precedentes en la Historia de
España. Del rey Pedro III de Aragón se cuenta que subió a la cima del
Canigó y allí encontró una laguna en cuyo interior dormía un dragón.
Menos fantasiosa –por documentada– es la hazaña de Diego de Ordás,
capitán de Hernán Cortés, que durante la conquista de México escaló el
volcán Popocatépetl (5.452 metros): es la primera marca alpinista registrada
por un español. Con todo, el alpinismo como actividad deportiva no se
desarrolla hasta finales del siglo XIX, como en el resto de Europa. Y aquí es
donde entra la hazaña de Pidal y Pérez.
A principios del siglo XX la mayor parte de los picos españoles ya
habían sido escalados alguna vez, pero lo inédito era la escalada de
dificultad, es decir, buscar no la cumbre más alta, sino la más difícil. Eso es
lo que hicieron Pedro Pidal, marqués de Villaviciosa de Asturias, político y
jurista, gran tirador y cazador de osos, y Gregorio Pérez, pastor, alias el
Cainejo. Subieron al Naranco, en los Picos de Europa, por la cara norte, y
bajaron por el mismo lugar. El Cainejo lo hizo descalzo.
El pastor Gregorio murió pronto, pero Pidal iba a tener después un
lugar destacadísimo en las primeras legislaciones medioambientales
españolas. A su impulso, entre el de otros, se debe la creación de los
parques nacionales de Covadonga y de Ordesa. Cuando murió, ya en 1941,
sus restos fueron llevados por un grupo de montañeros al Mirador de
Ordiales, en los Picos de Europa.

Otros hechos
1351: Alfonso XI reconquista Alcalá la Real, en Jaén.
1496: Bartolomé Colón, hermano del descubridor, funda en La
Española la ciudad de Santo Domingo, primera ciudad estable
en el continente americano.
1663: Nace en Valverde del Camino, Huelva, el militar y
político Rodrigo Caballero y Llanes, que concibió la actual
Plaza Mayor de Salamanca.
1800: Nace en Loja, Granada, Ramón María Narváez, que será
cabeza del ala moderada liberal y varias veces jefe de Gobierno
durante el reinado de Isabel II.
1886: Nace en Alicante el compositor Óscar Esplá.
1914: España se declara neutral en la Primera Guerra Mundial.
1933: El Gobierno Azaña promulga la Ley de Vagos y
Maleantes.
1936: Convoy de la Victoria: las tropas de Franco logran
cruzar el estrecho de Gibraltar desde Marruecos pese al control
naval del Frente Popular.
1936: Juan de Borbón, hijo de Alfonso XIII y padre de Juan
Carlos I, intenta enrolarse bajo identidad falsa en las tropas de
Franco. Mola le fuerza a abandonar las filas.
1968: El Gobierno de Franco decreta el estado de excepción
en Guipúzcoa por tres meses.
6
de agosto
Martirio masivo de monjes cristianos
en Burgos

Tal día como hoy, 6 de agosto del año 953, doscientos monjes del
monasterio de San Pedro de Cardeña, en Burgos, fueron martirizados y
asesinados por las huestes musulmanas de Abderramán III.
A la altura de 951 la España cristiana se veía sacudida por las disputas
entre los distintos reinos. En ese año subió al trono de León Ordoño III, que
inmediatamente entró en guerra contra su hermano Sancho, el cual aspiraba
a su vez al trono con el auxilio del rey de Navarra, García, y el conde de
Castilla Fernán González. Los musulmanes de Córdoba, enterados de estas
refriegas y de que la frontera quedaba desguarnecida, aprovecharon para
atacar. Hubo aceifas musulmanas contra la frontera castellana en 951, en
952 y en 953. En cada ocasión hicieron grandes estragos, pero ni siquiera
eso llevó a los cristianos a tratar de entenderse para hacer frente al enemigo
común.
En el verano de 953, el gobernador moro de Badajoz, Ahmed ben-
Yala, y el general Galib, gobernador de Medinaceli, planificaron un ataque
simultáneo por tierras de León y Castilla. Cuando el conde Fernán
González quiso reaccionar ya era demasiado tarde. Las tropas de Galib
asolaron toda la frontera en busca de botín. El monasterio de San Pedro de
Cardeña era famoso por la riqueza de las donaciones que recibía. Los moros
de Galib lo saquearon y martirizaron a los doscientos monjes que allí
vivían.
Cuenta la tradición local que durante siglos, cada 6 de agosto,
aniversario del martirio, la tierra del claustro donde fueron sepultados los
mártires se ha teñido de rojo. Numerosas fuentes confirman el prodigio
hasta el siglo XVII. Los doscientos monjes de San Pedro de Cardeña fueron
canonizados en 1603.

Otros hechos
1162: Muere en San Dalmacio de Génova el conde de
Barcelona Ramón Berenguer IV, cuyo matrimonio con la reina
Petronila de Aragón dio lugar a la Corona de Aragón.
1221: Muere en Bolonia el religioso Santo Domingo de
Guzmán, profesor en el Estudio General de Palencia, fundador
de la Orden de Predicadores, llamados también dominicos.
1538: El conquistador Gonzalo Jiménez de Quesada funda la
ciudad de Santa Fe de Bogotá, actual capital de Colombia.
1756: Nace en la Seo de Urgel el marino militar y cartógrafo
Salvador Fidalgo, que explorará las costas de Alaska y el
Pacífico canadiense.
1811: Las Cortes de Cádiz decretan la abolición de los
señoríos jurisdiccionales, que permitían a los señores cobrar los
impuestos y otros derechos de un territorio concreto.
1936: Muere asesinado por milicianos del Frente Popular el
jurista Marcelino Valentín Gamazo, fiscal general de la II
República, ponente de la causa contra Largo Caballero por la
revolución de octubre de 1934. Fue asesinado junto a tres de
sus hijos.
7
de agosto
La batalla de Boyacá

Tal día como hoy, 7 de agosto de 1819, se libraba en la actual


Colombia la batalla de Boyacá, donde las tropas independentistas de
Simón Bolívar derrotaron a las «realistas» del brigadier José María
Barreiro. La victoria abrió a Bolívar la puerta de Bogotá y fue decisiva
para la independencia de la Gran Colombia, es decir, Venezuela,
Colombia y Ecuador.
Las Indias no eran colonias, territorios controlados militarmente desde
la metrópoli sobre una población extranjera. Los virreinatos formaban parte
de la estructura institucional de la monarquía y tenían su propia
representación en las Cortes. Por eso en América no había tropas coloniales
de ocupación, sino que la fuerza armada se limitaba al personal autóctono,
solo con ocasionales envíos de refuerzos desde la península. En el último
tercio del siglo XVIII se solaparon diversos procesos que terminarían
anudándose de forma dramática: la consolidación de una pujante burguesía
criolla que reclamaba más presencia en la vida pública; las insurrecciones
populares, especialmente virulentas a partir de la revolución de Haití; el
efecto de las ideas revolucionarias, movidas por los grupos masónicos; las
maniobras de británicos y norteamericanos, interesados en socavar el poder
de España; la torpeza del poder en Madrid, incapaz de leer lo que estaba
sucediendo.
Todo eso estalló a la vez cuando Napoleón Invadió España: con la
corona en almoneda y el país en guerra, los virreinatos se sublevan primero
contra el francés y enseguida proclaman su propia independencia. No fue
una guerra de jóvenes naciones oprimidas contra un viejo imperio invasor:
fue más bien una guerra civil entre los partidarios de la independencia y los
partidarios de la Corona (los «realistas»). Con frecuencia las clases
populares elegirán el bando realista. Tan cruenta fue la lucha que Bolívar
declarará la «guerra a muerte» contra los realistas, y la aplicó al pie de la
letra. España tardará mucho tiempo en mandar tropas: la expedición de
Morillo en 1815, y apenas constará de 10.000 hombres. Los diplomáticos
de Fernando VII intentarán que el Congreso de Viena apoye a España, pero
se encontrarán con un enorme vacío: a nadie le interesaba que ese viejo país
mantuviera su imperio.
En ese contexto tuvo lugar la batalla de Boyacá, decisiva porque
Bolívar pudo llegar a Bogotá y de esta manera unificar los territorios
controlados por los independentistas. Como batalla fue, en realidad, una
simple refriega con fuerzas muy limitadas –menos de tres mil hombres en
cada bando–, lo cual no fue óbice para que Bolívar ordenara asesinar a toda
la oficialidad española que se había rendido. Con acciones de este tipo, más
el caos político que enseguida se adueñó de España con el llamado Trienio
Liberal (1820-1823), el desmembramiento de la vieja América española se
hizo ya irreversible.

Otros hechos
1533: Nace Alonso de Ercilla, soldado y poeta, autor de La
Araucana.
1923: Nace Licinio de la Fuente, ministro de Trabajo entre
1969 y 1975, que amplió la cobertura de la Seguridad Social.
1984: Muere en Madrid Marcial Lafuente Estefanía, el más
popular de los escritores españoles de la segunda mitad del
siglo XX.
8
de agosto
Un pistolero anarquista asesina
a Cánovas del Castillo

Tal día como hoy, 8 de agosto de 1897, el pistolero anarquista


Angiolillo, de origen italiano, asesinaba en Mondragón al político
conservador Antonio Cánovas del Castillo, artífice de la Restauración
monárquica.
Cánovas lo había sido todo en la política española: ministro de
Gobernación con Isabel II en 1864 (y aún no tenía cuarenta años), de
Ultramar entre 1865-1866 bajo la presidencia del liberal centrista
O’Donnell, presidente del Congreso veinte años más tarde y seis veces
presidente del Gobierno desde 1875 hasta el momento de su muerte. Pero
Cánovas fue, sobre todo, el inspirador intelectual de la restauración
monárquica en la persona de Alfonso XII y del sistema de turnos de
partidos –conservador y progresista–, además de promotor de la
Constitución de 1876, que estaría vigente hasta 1931. Pactó con todos con
un solo objetivo: mantener un sistema político estable. Y lo consiguió.
En agosto de 1897, Cánovas, próximo ya a los setenta años, estaba
veraneando en el balneario de Santa Águeda en Modragón. Fue allí donde
le descerrajaron tres tiros mientras leía la prensa. Aunque el asunto nunca
llegó a aclararse del todo –y hay abundante bibliografía al respecto–, parece
que Angiolillo mató a Cánovas en venganza por la ejecución de cinco
anarquistas en el mes de mayo anterior. Hay que precisar que estos cinco
fueron los únicos ejecutados de un total de 28 peticiones de condena a
muerte por el brutal atentado de la procesión del Corpus de Barcelona en
junio de 1896, donde murieron doce personas, entre ellas cuatro niños.
Atentado que se sumaba al del Liceo de Barcelona, donde los anarquistas
mataron a otras veintidós personas. El pistolerismo anarquista –y su pronta
respuesta con otro pistolerismo patronal– marcarían la vida social española
durante muchos años. En Europa se recibió la noticia con tintes de alarma:
se temía una vasta conspiración anarquista internacional.
Michele Angiolillo Lombardi, de veintiséis años, fue inmediatamente
detenido y juzgado. Se le condenó a muerte por garrote vil, pena que se
ejecutó en la cárcel de Vergara el 20 de agosto.

Otros hechos
1235: El arzobispo de Tarragona reconquista Ibiza a los
musulmanes.
1588: Muere en Madrid el pintor Alonso Sánchez Coello,
destacado pincel del Renacimiento, pintor de cámara de Felipe
II.
1774: El marino Juan Pérez descubre en la costas del Canadá
la isla de Quadra, hoy Vancouver.
1895: Nace en Pedrosa de Río Urbel, Burgos, el sacerdote fray
Justo Pérez de Urbel, eminente medievalista y procurador en
Cortes entre 1943 y 1967.
1945: José Ortega y Gasset vuelve a España.
9
de agosto
El Desastre de Annual

Tal día como hoy, 9 de agosto de 1921, culminaba con la matanza de


Monte Arruit el Desastre de Annual, que supuso un punto de inflexión
tanto en la guerra de Marruecos como en la política española.
Lo que llamamos «guerra de Marruecos» en el siglo XX no era una
guerra de España contra el reino de Marruecos, sino contra las cabilas o
tribus bereberes del Rif, los pueblos locales de la zona que España
administraba como protectorado. Los rifeños no aceptaban bien ni la
soberanía del sultán marroquí ni, aún menos, la hegemonía española. En
general, la política española consistió en comprar la sumisión de las cabilas,
pero el procedimiento no siempre era fiable. A finales de la década de 1910,
un poderoso sentimiento nacionalista unió a las tradicionalmente
enfrentadas cabilas bereberes. Su principal líder se llamaba Abd el-Krim y
era un exfuncionario colonial formado en la Universidad de Salamanca.
Lo que ocurrió en torno al campamento de Annual merece figurar en
una antología de grandes errores militares. Al principio del verano de 1921,
el comandante militar de la zona, el general Silvestre, guiado por
informaciones falsas, creyó haber comprado la voluntad de una de las
cabilas y ordenó un despliegue general desde Melilla hacia el oeste. El tal
despliegue constaba de una serie de pequeños puntos fortificados poco
guarnecidos y peor abastecidos, una red más policial que militar. Las
cabilas supuestamente sumisas mostraron entonces su verdadero rostro y
atacaron a los españoles. Silvestre se vio ante una insurrección general que
se extendió incluso a los abundantes soldados marroquíes que formaban en
las filas españolas. Las tropas que sobrevivieron marcharon a refugiarse al
campamento de Annual, pero enseguida los rifeños, en ingente número,
cercaron el sitio. Silvestre vacila y el resultado es el peor posible: una
retirada caótica y en desorden que deja a los fugitivos a merced de las balas
rifeñas. Es el 22 de julio. Los insurrectos, mientras tanto, matan a diestro y
siniestro. Algunas unidades, como el regimiento Alcántara de Caballería,
logran proteger la retirada, pero a costa de un sacrificio inmenso. Una parte
importante de la tropa fugitiva se hace fuerte en Monte Arruit, pero,
desasistida, el 9 de agosto recibe autorización para rendirse. Pactan los
términos con el enemigo y entregan las armas a cambio de sus vidas. Los
rifeños no respetarán el pacto y entrarán a degüello. En conjunto, en el
Desastre de Annual perecerán más de 8.000 españoles, muchos de ellos
asesinados a sangre fría una vez cautivos.

Otros hechos
865: El emir Mohamed I derrota a las huestes castellanas en la
Hoz de la Morcuera.
1484: Nace en Atienza, Guadalajara, Luisa (o Lucía) de
Medrano, poetisa y filóloga.
1672: Muere en Zaragoza el sacerdote y músico Jusepe
Ximénez, gran organista barroco.
1863: Nace en Madrid el político Álvaro Figueroa, conde de
Romanones.
1880: Nace en Oviedo el escritor y periodista Ramón Pérez de
Ayala.
1936: Milicianos anarquistas perpetran la matanza de
Barbastro.
10
de agosto
La batalla de San Quintín

Tal día como hoy, 10 de agosto de 1557, se libró la batalla de San


Quintín, en la Alta Picardía francesa, donde las tropas de Felipe II,
recién llegado al trono, derrotaron al ejército francés. San Quintín
inauguró el reinado de Felipe II y consagró el dominio español en
Europa.
El problema había empezado muy lejos de allí. El contexto de San
Quintín era el largo conflicto entre Francia y España por el control de Italia.
El emperador Carlos I había derrotado a Francisco I de Francia sucesivas
veces, hasta lograr la paz. Pero el hijo de Francisco, Enrique II, no estaba
tan bien dispuesto. Por su parte, el papa Paulo IV, antiespañol furibundo,
quería echar a los españoles de Italia e instó a Francia a formar alianza
contra España y romper el equilibrio en Europa.
Los franceses golpean primero e invaden Italia, pero el Duque de Alba,
que manda allí a los españoles, logra rechazar al enemigo y no solo eso,
sino que además aísla al papa. Entonces Felipe II pasa a la ofensiva. Son
42.000 hombres los que traspasan la frontera desde Flandes en julio de
1557. El propio Felipe –que, por cierto, nunca más volverá a ponerse una
armadura– instala su cuartel general en Cambrai. Allí están los tercios
españoles, pero hay también cuantiosos contingentes flamencos,
borgoñones y, sobre todo, los lansquenetes alemanes. Manda el ejército
imperial el joven duque de Saboya, Manuel Filiberto «Testa di ferro». Los
franceses conocen la noticia y movilizan un fuerte ejército de socorro. Lo
manda nada menos que el condestable Anne de Montmorency.
En realidad todo fue un error de Montmorency o un alarde de ingenio
de Manuel Filiberto, según se mire. El francés, fiado en su superioridad,
creyó que los españoles se habían metido en una ratonera al sitiar la plaza
de San Quintín, posición que les encajonaba entre un bosque y un río. Pero
Manuel Filiberto había tomado la precaución de desplegar arcabuceros al
otro lado del río, de manera que, cuando llegaron los franceses, se
encontraron con un infierno de fuego y una carga de caballería. Para los
franceses, San Quintín fue una catástrofe: murieron unos 9.000 hombres y
cayeron presos 8.000 más; ente los presos, cerca de un millar de nobles,
pieza muy codiciada por los rescates que sus familias pagaban. Las bajas de
las tropas imperiales, por el contrario, no llegaron a las 2.000. Hoy la
batalla de San Quintín no se estudia en las escuelas francesas.

Otros hechos
1759: Carlos III, hasta entonces rey de Nápoles y Sicilia, es
proclamado rey de España.
1932: El general Sanjurjo, que había sido director de la
guardia civil y Alto Comisario de Marruecos bajo la II
República, se subleva contra el gobierno republicano.
1937: Carta colectiva de los obispos españoles en apoyo al
alzamiento del 18 de julio. Para esas fechas más de 6.000
clérigos habían muerto asesinados por el Frente Popular.
1963: El gobierno aprueba un proyecto de autonomía para la
colonia española de Guinea Ecuatorial.
11
de agosto
Muere Almanzor
«y sepultado está en el infierno»

Tal día como hoy, 11 de agosto de 1002, moría el dictador andalusí


Almanzor, que había gobernado con mano de hierro el califato de
Córdoba desde su ascenso a visir en el año 976. Nacido hacia 938 en
una familia relativamente modesta, a fuerza de astucia y voluntad de
poder Almanzor escaló puestos hasta ser dueño de los dineros de la
familia califal en 967, jefe de la policía en 970, visir en 976, hayib o
primer ministro en 978, y en seguida jefe de los ejércitos, jefe del
gobierno, jefe de la administración, amo incuestionable del califato
desde 994… En su camino dejó muchos cadáveres. No solo los de los
cristianos que aniquiló en sus numerosísimas campañas contra el norte,
sino también los de sus rivales en las luchas por el poder.
Ahora, a la altura del año 1002, Almanzor podía mirar atrás con
satisfacción. El califato, es verdad, ya había dejado de ser lo que fue: por
ejemplo, el esplendor cultural que caracterizó a la etapa de Alhakán II había
quedado ahogado por el fundamentalismo que Almanzor abanderaba
(Almanzor mandó quemar la valiosa biblioteca de Alhakán). Pero, a
cambio, el Estado ofrecía un aspecto mucho más sólido, sus ejércitos –
aumentados de manera exponencial– eran invencibles y la economía ofrecía
recursos inagotables. Y eso era obra de Almanzor. Él mismo terminó
otorgándose el título de rey.
En la primavera de 1002 emprendió una campaña contra tierras
cristianas. Penetró en La Rioja. Avanzó hasta Salas de los Infantes, en
Burgos. Destruyó el monasterio de San Millán de Suso, que ya era un
centro espiritual muy importante. Pero esta campaña sería la última. Sin
completar sus objetivos, Almanzor se sintió enfermo. Dicen que quizá por
una artritis gotosa. Fue trasladado a toda prisa a Medinaceli. Incapaz ya de
montar a caballo, se le transportó en litera durante dos semanas. Finalmente
expiraba entre el 10 y el 11 de agosto del año 1002. Así concluía una etapa
atroz de la Historia de España.
Dice el Cronicón Burgense: «Murió Almanzor y sepultado está en el
infierno». La Crónica Silense no es más generosa: «Pero, al fin –dice el
cronista–, la divina piedad se compadeció de tanta ruina y permitió alzar
cabeza a los cristianos, pues Almanzor fue muerto en la gran ciudad de
Medinaceli, y el demonio que había habitado dentro de él en vida se lo llevó
a los infiernos». A su muerte, el califato estallaría en mil pedazos.

Otros hechos
1114: Ramón Berenguer III reconquista Ibiza a los
musulmanes.
1718: Naves británicas atacan a una escuadra española, sin
previa declaración de guerra, en el cabo Passaro, en Sicilia.
1924: Levantamiento general de las cabilas rifeñas en el
protectorado español de Marruecos.
1936: Milicianos falangistas fusilan a Blas Infante, inventor
del nacionalismo andaluz, converso al islam con el nombre de
Ahmad.
1938: Juan Negrín, jefe del Gobierno del Frente Popular,
nacionaliza todas las empresas.
12
de agosto
Los franceses abandonan Madrid

Tal día como hoy, 12 de agosto de 1812, las tropas francesas


abandonaban Madrid durante la Guerra de la Independencia. Ya no
volverán. La ocupación de la capital de España había durado poco más
de cuatro años.
El abandono de Madrid fue consecuencia directa de la batalla de los
Arapiles, librada en Salamanca el mes anterior, y cuyo mérito hay que
atribuir al inglés Wellington. Este sabía que Napoleón estaba retirando
tropas de España para desplazarlas al frente ruso. Así las cosas, planeó una
ambiciosa ofensiva para penetrar en el centro peninsular desde Portugal,
siguiendo el valle del Duero, y envolver Madrid desde el norte. El peso de
la operación principal correspondería al ejército anglo-portugués de
Wellington, con una escasa presencia española. Simultáneamente, en una
típica maniobra de diversión, las guerrillas y el ejército español tendrían
que hostigar a los franceses en Andalucía y en el Cantábrico, con el
objetivo de que no pudieran trasladar tropas al escenario central. La batalla
de los Arapiles fue un éxito y Madrid quedó desguarnecido ante el avance
inglés. José Bonaparte, «Pepe Botella», abandonó la capital, no sin robar
previamente cuantiosos tesoros nacionales. El propio Wellington pudo
entrar en la ciudad aclamado como un libertador.
Después las cosas se torcieron un tanto. Wellington intentó copar a los
franceses en Burgos y se vio derrotado, quedando obligado a retirarse a sus
posiciones de partida. Con todo, la dureza del frente español obligó a
Napoleón a enviar más tropas, lo cual, con la ofensiva rusa en marcha,
terminó llevando al ejército imperial al colapso. Con razón Napoleón dirá
más tarde que todos sus problemas empezaron en España.
En cuanto a Madrid, conocerá meses terribles. La Junta Suprema, el
consejo de Regencia y las Cortes permanecían en Cádiz (no volverán a la
Villa y Corte hasta finales de 1813), y la capital, privada de suministros,
atravesará por una hambruna atroz de la que no se recuperará hasta ya
entrado el otoño de 1812. Mesonero Romanos dejará amplio testimonio de
este dificilísimo periodo; incluso conservará hasta el final de sus días un
mendrugo de pan como recuerdo.

Otros hechos
1227: El pastor Juan Alonso Rivas descubre en el Cerro de la
Cabeza, en la sierra de Andújar, la imagen de la Virgen de la
Cabeza. Será destruida por milicianos de izquierda durante la
guerra civil.
1546: Muere en Salamanca el religioso Francisco de Vitoria,
filósofo, jurista y teólogo de decisiva influencia, cabeza de la
denominada Escuela de Salamanca.
1566: Nace en Valsaín, Segovia, la infanta Isabel Clara
Eugenia, hija de Felipe II e Isabel de Valois, que gobernará los
Países Bajos y Borgoña entre 1598 y 1633.
1888: Se crea en Barcelona el sindicato socialista Unión
General de Trabajadores (UGT).
1955: Primer vuelo del reactor de fabricación nacional Saeta.
13
de agosto
Hernán Cortés toma Tenochtitlán

Tal día como hoy, 13 de agosto de 1521, el conquistador extremeño


Hernán Cortés rendía la ciudad de Tenochtitlán, capital del imperio
azteca (o mexica), culminando así la conquista de México.
Hernán Cortés había emprendido su campaña dos años antes. Lo que
en principio iba a ser un mero reconocimiento de las costas del Yucatán,
terminó convirtiéndose en una conquista en toda regla, contraviniendo las
órdenes del gobernador de Cuba, Velázquez, que en vano intentó detener a
Cortés. En su periplo por las tierras mexicanas, Cortés descubrió que
numerosos pueblos de la región –totonacas, tlaxcaltecas, etc.– profesaban
un odio sordo a los aztecas, cuya hegemonía les resultaba insoportable por
los pesados tributos que les imponían y por su hábito de capturar presos
para sacrificarlos a sus dioses. Los españoles, que nunca llegaron a ser más
de quinientos, utilizarán eso en su favor. La conquista de México no fue
solo española: fue obra también de un alto número de pueblos sometidos
que esperaban a un libertador. Hernán Cortés supo jugar ese papel.
Inicialmente las intenciones de Cortés eran lograr un sometimiento
voluntario del emperador mexica, Moctezuma, muy influido por las
profecías que hablaban del retorno de los enviados «blancos y con barbas»
del dios Quetzalcoatl. Pero un importante sector de la nobleza y de los
sacerdotes aztecas se mostraban mucho menos sugestionables. Cuando
Cortés tuvo que abandonar temporalmente Tenochtitlán dejando al mando a
Pedro de Alvarado, este cometió el grave error de reprimir a sangre y fuego
una supuesta conjura. Los españoles tuvieron que abandonar la capital
azteca sufriendo grandes bajas no solo en sus propias filas, sino de forma
muy particular entre el contingente tlaxcalteca que acompañaba a los
nuestros y que se contaba por millares. Fue la Noche Triste. Cortés logró
rehacerse y derrotar a los aztecas en la batalla de Otumba, tras la cual
recuperó la confianza de sus aliados indígenas y planificó con calma la
conquista de Tenochtitlán.
La batalla final, fue, en realidad, una lucha a muerte entre indígenas
donde los tlaxcaltecas y los totonacas ajustaron sus cuentas con los aztecas.
Pero quien obtuvo la victoria política fue Hernán Cortés, que el 13 de
agosto, tras varios días de combate, recibía la rendición del líder mexica
Cuauhtemoc. El imperio azteca se transformaba en la Nueva España. Fue la
mayor conquista lograda hasta entonces en América.

Otros hechos
1917: La UGT y el PSOE, apoyados localmente por los
anarquistas de la CNT, declaran huelga general revolucionaria.
1924: El líder rifeño Abd el-Krim, que ha proclamado la
República del Rif, lanza una nueva ofensiva contra españoles y
franceses en el norte de Marruecos.
1963: El gobierno de Franco condena a muerte a los
anarquistas Francisco Granados y Joaquín Delgado por el
atentado del 29 de julio en la Dirección General de Seguridad,
que causó heridas muy graves a una veintena de paisanos. La
sentencia se ejecutará el 18.
14
de agosto
Badajoz: la matanza que no existió

Tal día como hoy, 14 de agosto de 1936, los legionarios del coronel
Yagüe y los regulares del coronel Serrano Montaner tomaban la ciudad
de Badajoz, en los primeros meses de la guerra civil española. La
propaganda de guerra del Frente Popular les acusará de haber
perpetrado una espantosa matanza. Las investigaciones más recientes,
sin embargo, demostrarían que esa matanza nunca existió.
El mapa de la sublevación había dejado la zona rebelde partida en dos:
al sur, Cádiz, Sevilla y las plazas africanas; al norte, Castilla, Galicia,
Navarra y la mitad de Aragón. Para los nacionales era prioritario enlazar las
dos zonas, y ese fue el propósito de la ofensiva sobre Badajoz, una ciudad
controlada por el Frente Popular y donde las milicias socialistas y
anarquistas se habían entregado a una dura represión. Las fuerzas de Yagüe
no superaban los 3.000 hombres; los defensores de la ciudad eran unos
6.000 bajo el mando del coronel Puigdendolas. La superior cualificación
militar de los nacionales se impuso: tras duros combates en la Puerta de la
Trinidad y en la Puerta de Carros, los nacionales desbordaban a los
milicianos. En términos cuantitativos, los sublevados perdieron a 44
muertos y 141 heridos, por 750 muertos y más de 3.000 heridos en el bando
rival.
Después de tomar la ciudad, y cuando la columna de Yagüe ya había
marchado hacia el norte, surgió la noticia de que los nacionales habían
perpetrado en la plaza de toros local una brutal matanza cuyas víctimas
oscilaban entre 2.000 y 4.000 personas según las fuentes. El argumento
inmediatamente fue propalado por la propaganda republicana, pero
investigaciones recientes (la de Francisco Pilo, Moisés Domínguez y
Fernando de la Iglesia) demuestran sin ningún género de duda que todo fue
una falsificación: la plaza de toros estaba ya destruida, nunca hubo fotos de
los cadáveres –en una ciudad llena de fotógrafos de guerra– ni constan los
nombres de los supuestos 4.000. En realidad la represión sobre los mandos
del Frente Popular se cifró en 200 personas. La de Badajoz fue la matanza
que nunca existió.

Otros hechos
1084: El caballero castellano Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid
Campeador, con tropas del rey taifa de Zaragoza Al-Murtamán,
derrota en la batalla de Morella a las huestes del rey taifa de
Lérida, Al-Mundir, y el rey Sancho Ramírez de Aragón.
1385: Batalla de Aljubarrota: Los portugueses de Juan de
Avís, con refuerzos ingleses, vencen a los castellanos de Juan I,
con refuerzos franceses. El de Castilla abandonará sus derechos
sobre la Corona portuguesa.
1566: En Flandes, las turbas, animadas por líderes
protestantes, comienzan a destruir imágenes religiosas
católicas: es la «furia iconoclasta».
1898: La guarnición española de Manila, en Filipinas, se rinde
ante las tropas norteamericanas.
1931: El socialista Julián Besteiro es elegido presidente de las
Cortes de la II República. Tratará en vano de detener la deriva
bolchevizante del PSOE.
15
de agosto
Carlomagno, descalabrado
en Roncesvalles

Tal día como hoy, 15 de agosto de 778, fija la tradición la batalla de


Roncesvalles, en las proximidades de Valcarlos, en Navarra, donde los
ejércitos de Carlomagno fueron derrotados por los vascones.
Carlomagno, emperador de los francos y el soberano más poderoso de
la Europa de su tiempo, trataba de asentar en los Pirineos una frontera ante
la expansión musulmana en España. Esa frontera será la Marca Hispánica.
En el contexto de ese proyecto, determinadas convulsiones políticas en
Zaragoza le hicieron ver la posibilidad de asentar en la capital del Ebro una
alianza ventajosa. Las tierras del valle del Ebro estaban regidas por una
poderosa familia local, los Casio, que se habían islamizado como Banu Qasi
y mantenían buenas relaciones tanto con Córdoba como con los primitivos
señoríos de Navarra. Carlomagno marchó sobre Zaragoza llamado por una
de las facciones en lucha, pero, al llegar, las alianzas habían cambiado y se
vio obligado a regresar a Francia. Fue en el camino de regreso, al cruzar el
paso de Roncesvalles, donde ocurrió la tragedia.
Cuenta la historia que la retaguardia del ejército de Carlomagno, varios
miles de hombres, se vio súbitamente asaltada por enemigos que desde los
riscos cercanos lanzaban piedras y dardos. Aunque aún hoy se discute
quiénes eran los atacantes, todo apunta a que se trataba de vascones aliados
con los Banu Qasi, hispanos islamizados. Sin espacio para moverse, la tropa
carolingia terminó encerrada en aquella trampa natural. Los muertos se
contaron por miles. La tradición señalará después que en la batalla murieron
los mejores caballeros de Francia y, entre ellos, el propio sobrino de
Carlomagno, Roldán. La Canción de Roldán inmortalizará el episodio en la
literatura europea, si bien vistiéndolo con detalles completamente ficticios.
Pese a la derrota de Roncesvalles, Carlomagno logrará asentar la
Marca Hispánica, de la que nacerían los condados catalanes y el condado de
Aragón. La propia Navarra se configurará, muy poco después, como Reino
de Pamplona.

Otros hechos
1097: Las huestes castellanas de Alfonso VI son derrotadas en
Consuegra por los ejércitos almorávides de Yusuf ibn Tasufin.
Aquí perecerá Diego, el hijo del Cid.
1488: Nace en Córdoba Hernando Colón, hijo de Cristóbal y
Beatriz Enríquez de Arana, navegante y cosmógrafo.
1519: El conquistador Pedrarias Dávila funda la ciudad de
Nuestra Señora de la Asunción de Panamá, hoy Panamá.
1534: Los conquistadores Belalcázar y Almagro fundan la
ciudad de Santiago de Quito, hoy Guayaquil, Ecuador.
1537: El conquistador burgalés Juan de Salazar funda
Asunción del Paraguay.
1540: El conquistador Garci Manuel de Carbajal, de la hueste
de Pizarro, funda la ciudad de Arequipa, en el Perú.
1907: Nace en Cartagena la poetisa Carmen Conde, primera
mujer académica de la RAE.
16
de agosto
Los almogávares en el monte Tauro

Tal día como hoy, 16 de agosto de 1304, el caudillo almogávar Roger


de Flor contaba el número de las bajas que su tropa había infligido a
los turcos en los montes Tauro el día anterior: 6.000 jinetes y 12.000
infantes otomanos, más de la mitad del contingente enemigo, habían
perecido a manos de los guerreros de la Corona de Aragón en las
Puertas Cilicias, en la actual Turquía.
Todo había empezado dos años antes, cuando, el emperador de
Bizancio, Andrónico II, pidió ayuda ante la amenaza turca, pues los
ejércitos otomanos se hallaban a muy pocas jornadas de Constantinopla. La
ocasión era propicia para la Corona de Aragón, que acababa de recuperar
Sicilia precisamente con aquella tropa, los almogávares. Los almogávares
eran un cuerpo informal de soldados que había nacido al calor de las luchas
de la Reconquista, lo mismo en Castilla que en Aragón: soldados de
frontera, que vivían sobre el campo y se sustentaban con el botín. Los de
Aragón, cuando no hubo más reconquista que hacer en la península,
pasaron a Italia bajo el mando de un caballero alemán, Roger de Flor. Allí
dieron un trono a su rey. Ahora el Bizancio amenazado sería su nuevo
destino.
La flota aragonesa salió de Mesina. Viajaban 4.000 almogávares,
muchos de ellos con sus familias, además de 1.500 soldados de marinería.
Su paso fue un reguero de guerra, incluso en la propia Constantinopla,
donde los almogávares no tardaron en entrar en conflicto con los genoveses
que, al igual que ellos, auxiliaban al emperador bizantino. La Gran
Compañía Catalana de Almogávares, que así se llamaba, embarcó
enseguida hacia tierras turcas. Su número era muy inferior al del enemigo
otomano, pero los almogávares no combatían solo con el número, sino
también con la sorpresa, la ferocidad y su destreza casi suicida en el cuerpo
a cuerpo. En su primer choque, en Cízico, Roger de Flor ordenó atacar de
noche el campamento turco, que quedó aniquilado. La batalla decisiva será
al año siguiente, al pie de los montes Tauro, en la Anatolia interior. Para
reforzar a Roger ha llegado desde Sicilia Berenguer de Rocafort con 1.200
almogávares más. De nuevo la fuerza turca es muy superior, pero volverá a
ser derrotada tras una batalla larguísima, de día y de noche. «Feren tal
carnissería que era meravella», dice Ramón Muntaner, uno de los
integrantes de la expedición, en su Crónica de los almogávares.
La Compañía regresó a Constantinopla. Fue recibida con honores por
el emperador Andrónico, que elevó a Roger de Flor a la condición de césar.
Al mismo tiempo, llegaba a Bizancio otro caudillo, Berenguer de Entenza,
con 1.500 almogávares más. Estaba terminando el invierno de 1305 y la
epopeya de los almogávares en Grecia, tan prodigiosa como sanguinaria, no
había hecho más que comenzar.

Otros hechos
1808: Los defensores de Gerona rechazan al invasor francés en
el primer asedio.
1866: A iniciativa del general Prim, progresistas y demócratas
firman en la ciudad belga de Ostende un pacto por el que se
comprometen a derribar la monarquía de Isabel II.
17
de agosto
El día que reconquistamos Gibraltar

Tal día como hoy, 17 de agosto de 1462, las huestes cristianas de


Castilla reconquistaban Gibraltar de manos de los moros.
El Peñón de Gibraltar era una plaza muy codiciada por los
musulmanes de África porque permitía mantener una cabeza de puente
permanente en la península. En siglo y medio había pasado sucesivamente
de manos moras a cristianas y viceversa. En el verano de 1462, el alcalde de
Tarifa, don Alonso de Arcos, recibió la visita de un musulmán de Gibraltar
llamado Alí el Curro que le contó algo sorprendente: la guarnición del
Peñón había quedado reducida a unos pocos hombres por las guerras civiles
dentro del reino moro de Granada. Era, por tanto, el momento de golpear.
Don Alonso de Arcos no se lo pensó. Alineó a toda la hueste que tenía
en los alrededores: ochenta caballeros y doscientos peones (o sea, gentes de
a pie). Llegó hasta las proximidades de Gibraltar. Prudente, quiso obtener
informaciones suplementarias. La Providencia se las dio bajo la forma de
dos espías moros que habían salido para vigilar los movimientos cristianos
y terminaron atrapados por la hueste del alcalde. Los espías confirmaron la
noticia de Alí. Don Alonso cursó mensajes a sus superiores jerárquicos, el
conde de Arcos y el duque de Medina Sidonia, que eran respectivamente
Juan Ponce de León y Juan Alonso Pérez de Guzmán y que, por cierto, se
llevaban a matar entre sí. Los moros de Gibraltar, al ver a la hueste del
alcalde don Alonso de Arcos, ofrecieron la capitulación en las condiciones
habituales: rendición de la plaza y salida de las tropas a cambio de que se
respetara la vida de los habitantes.
Don Alonso habría aceptado de buena gana, pero he aquí que el
conflicto entre los Ponce de León y los Pérez de Guzmán emponzoñó el
paisaje, porque ambos linajes se atribuían el derecho sobre la plaza. Una
cosa muy española, en fin. Parece ser que mientras los Arcos y los Medina-
Sidonia discutían sobre quién iba a quedarse con el pastel, don Alonso
resolvió no esperar más, envió mensajeros a la plaza y obtuvo la
capitulación de la guarnición mora. La rendición se consumó el 20 de
agosto de 1462, viernes, día de San Bernardo, y desde entonces este santo
es el patrón de la Roca.

Otros hechos
1796: Nace en Malpica de Bergantiños, La Coruña, el militar
Manuel Varela Limia, general del cuerpo de Ingenieros,
impulsor de la red nacional de telegrafía óptica.
1812: Nace en Albacete el escritor y político Mariano Roca de
Togores, varias veces ministro en los gabinetes liberales
moderados y literato romántico.
1872: Nace en Vigán, Filipinas, el dibujante Joaquín Xaudaró,
uno de los nombres más populares de la prensa del primer
tercio de siglo, pionero del dibujo animado.
1930: Las fuerzas republicanas sellan un pacto en San
Sebastián para derrocar la monarquía de Alfonso XIII. En el
pacto no estarán los socialistas, los comunistas ni los
anarquistas.
18
de agosto
El Camino Español

Tal día como hoy, 18 de agosto de 1567, las tropas del duque de Alba
llegaban a la vista de Bruselas. Habían partido de Milán dos meses
atrás. Quedaba así abierto el Camino Español, la principal ruta
logística de los tercios.
Las posesiones de los monarcas españoles en el centro de Europa
abarcaban un mosaico discontinuo de territorios que iban desde Sicilia, en
el sur, hasta Holanda, en el norte. Era la herencia de los Habsburgo, que
incluía, de sur a norte, Nápoles y Cerdeña, el Milanesado, el Franco
Condado, Luxemburgo y Flandes. Desde Nápoles hasta Bruselas, 1.682
kilómetros. Cubrir tal distancia, con los medios y vías del siglo XVI, era
poco menos que imposible para un ejército con sus pertrechos. Para
asegurar sus posiciones militares en el norte, la Corona recurría
habitualmente a los barcos: la armada castellana era la más fuerte de Europa
y las rutas hacia esos mares estaban abiertas para nuestros barcos desde la
Baja Edad Media, cuando comenzó el tráfico comercial de lanas y paños.
Ahora bien, la ruta marítima tocaba las costas francesas, y Francia estaba
habitualmente en guerra con España. Quedaba el auxilio de los ingleses,
pero he aquí que al trono inglés llegó en 1558 la protestante Isabel I, que
tardó muy poco en apoyar a los rebeldes calvinistas de los Países Bajos e
incluso declararnos la guerra. Los caminos del mar se volvieron de lo más
peligroso.
Como la ruta naval quedó bloqueada, a España se le planteó un
problema logístico de gran magnitud: ¿Cómo hacer llegar a Flandes tropas
de refuerzo desde Italia? La única opción era el camino terrestre, pero la
ruta era disuasoria: los Alpes, el Jura, la Selva Negra, los Vosgos… Hoy es
una región abundantemente urbanizada, pero en el siglo XVI era bosque
virgen o sierra impenetrable. Por otra parte, aquellos ejércitos no eran una
tropa ligera: la hueste incluía miles de hombres con su impedimenta, carros,
artillería, mujeres, víveres para avituallarse por el camino e incluso ganado
vivo. Y sin embargo, no había otro camino que aquel. El primero en
intentarlo fue Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, el duque de Alba.
Tenía que llevar 10.000 hombres desde Italia hasta Flandes. Salió de Milán,
donde se había reunido la tropa. Cruzó los Alpes por Saboya. Atravesó
después los bosques del Franco Condado para llegar a Lorena y enseguida
Luxemburgo. El territorio amigo del obispado de Lieja cubría el último
tramo hasta Flandes. De Milán a Bruselas, más de 1.000 kilómetros a una
media de 23 kilómetros diarios. Fue una hazaña logística sin precedentes.
El Camino Español siguió abierto por muchos años. Cuando Saboya
cambie de alianzas, la ruta se desviará al este por el Tirol y Alsacia. En
total, entre 1567 y 1620 los ejércitos españoles llevarán más de 123.000
hombres desde Italia hasta Flandes. Impresionante.

Otros hechos
1492: Se publica la primera edición de la Gramática española
de Nebrija.
1776: Nace en Ribadesella, Asturias, el político Agustín
Argüelles, masón y liberal, preceptor de Isabel II durante su
minoría de edad y diputado de la facción de Espartero.
1850: Se crea el Archivo Histórico Nacional.
19
de agosto
El último conde español de la Provenza

Tal día como hoy, 19 de agosto de 1245, moría Ramón Berenguer V,


conde de Provenza. Con su muerte, la Provenza dejaba de pertenecer a
la casa de Aragón y pasaba a la casa francesa de Anjou.
La Provenza era un condado independiente, en el sur de la actual
Francia, procedente de la descomposición del imperio carolingio. En 1112
la condesa Dulce de Provenza casó con el conde de Barcelona Ramón
Berenguer III, y a partir de ese momento los derechos dinásticos sobre el
territorio, aún sin entrar a formar parte del condado catalán, quedaron en la
casa barcelonesa. Medio siglo después, Alfonso II de Aragón, llamado el
Casto, recibía los derechos dinásticos, no sin combates con el vecino
condado de Tolosa. Alfonso Inauguró una política occitana que se
prolongaría todavía durante un siglo más, periodo en el que la Corona de
Aragón fue determinante en los asuntos del sur de Francia. En ese tiempo,
todos los condes de Provenza pertenecieron a la casa real aragonesa.
Ramón Berenguer V de Provenza era hijo del conde Alfonso II –hijo a
su vez del mentado rey Alfonso II de Aragón– y de la dama Garsenda de
Forcalquier. Se crio en el castillo de Monzón junto a su primo, el futuro rey
Jaime I, bajo la vigilancia del maestre templario Guillermo de Montredon.
Desde los nueve años ostentaba la dignidad de conde de Provenza, pero
hasta 1219 no se hizo cargo efectivo del gobierno. La política de Ramón
Berenguer fue de cuño centralista: para evitar la tendencia a la
descomposición feudal del país, anuló los estatutos y privilegios de las
ciudades libres –Tarascón, Niza, Aviñón, Grasse– buscando una mayor
homogeneidad institucional. Encontró un perfecto pretexto en las campañas
militares de Luis VIII de Francia, el flagelo de los cátaros: los ejércitos del
rey francés amenazaban a las ciudades de Provenza y Ramón se ofreció a
defenderlas… obteniendo a cambio mayor poder. En un paso más,
conquistó Marsella al conde de Tolosa, con lo cual Provenza se convertía en
una verdadera potencia mediterránea.
No tuvo tiempo de mucho más. Dos años después de la victoria
marsellesa, cuando contaba cincuenta años, Ramón Berenguer V moría tal
día como hoy, dejando el condado en manos de su hija Beatriz, casada con
el francés Carlos de Anjou. La casa de Provenza dejaba así de ser española.
Y ya nunca volvería a serlo, aunque la casa de Aragón seguiría teniendo
voz en el sur de la actual Francia hasta bien entrado el siglo XIV.

Otros hechos
1398: Nace en Carrión de los Condes, Palencia, el aristócrata
Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana, militar y
poeta, pluma eminente del prerrenacimiento español.
1869: Nace en La Riba, Tarragona, el sacerdote Isidro Gomá,
cardenal primado de España desde 1933, principal impulsor de
la Carta Colectiva de los obispos en apoyo al 18 de julio.
1936: Pese a los intentos de los falangistas locales por salvarle,
el poeta Federico García Lorca, denunciado por un exdiputado
por la CEDA, muere fusilado por el bando sublevado durante la
guerra civil.
20
de agosto
Los españoles fundan Tucson, Arizona

Tal día como hoy, 20 de agosto de 1775, soldados españoles levantaban


el Presidio Real de San Agustín del Tucsón, la actual ciudad de Tucson,
en el estado norteamericano de Arizona.
En aquel tiempo, lo que hoy es Arizona formaba parte de los territorios
de la Nueva España, el gran virreinato que, con centro en México, se
extendía desde las llanuras de Norteamérica hasta el istmo de Panamá.
Hacia 1767, el virrey Carlos Francisco de Croix encargó al capitán Hugo
O’Connor que asegurara el control militar del norte del territorio. Croix era
un flamenco católico de Lille; O’Connor, un irlandés católico de Dublín y
caballero de la Orden de Calatrava. El uno y el otro servían a la Corona
española porque esta era la monarquía católica por antonomasia. Otros
muchos europeos de Francia, Italia e Inglaterra estaban en la misma
situación. La España de la época era cualquier cosa menos nacionalista.
O’Connor fue nombrado gobernador de Texas y marchó desde San
Ignacio de Tubac, que era entonces el punto más septentrional de la Nueva
España. Se internó en el territorio de Arizona. Allí trabó contacto con los
indios pima, que le llamaban «el capitán rojo» por el color –tan irlandés– de
su cabello. Precisamente de los indios pima viene el nombre de la fortaleza
que empezó a elevar en la margen derecha del río Santa Cruz, cerca de un
poblado nativo: los indios llamaban a aquel territorio «Chuck-son», y de ahí
Tucsón. El presidio, que así se denominaba en la época a este tipo de
asentamientos, era un fuerte concebido como baluarte militar. La misión de
O’Connor y los suyos duró tres años, pero los trabajos aún se prolongarían
cinco años más. Hoy las ruinas del viejo fuerte de O’Connor son el centro
histórico de la ciudad de Tucson.
Hugo O’Connor solicitó y obtuvo del rey Carlos III el cargo de
gobernador del Yucatán. Lo disfrutaría muy poco: cansado y enfermo,
fallecía en 1779 después de una vida dedicada al servicio de la Corona. Aún
no había cumplido cincuenta años. En cuanto a Tucson, seguiría siendo
española hasta la independencia de México. Después este país se la
vendería a los Estados Unidos, ya en 1853. Hoy es una ciudad de más de
medio millón de habitantes, la segunda de su estado.

Otros hechos
1487: Las tropas de los Reyes Católicos reconquistan la
fortaleza de Gibralfaro, en Málaga.
1517: Nace en Ornans, Franco Condado, el sacerdote y
estadista Antonio Perrenot de Granvela, consejero de Carlos I y
Felipe II, presidente de los consejos de Flandes e Italia,
cardenal de la Iglesia católica.
1821: Nace en Gijón la poetisa y periodista Robustiana
Armiño, primera mujer española que ejerció el periodismo en
solitario y fundadora del semanario La Familia, de orientación
carlista.
21
de agosto
Más vale honra sin barcos

Tal día como hoy, 21 de agosto de 1869, fallecía en Pontevedra el


marino Casto Méndez Núñez, el primer hombre que dio la vuelta al
mundo en un acorazado, cazador de piratas en Filipinas y autor de una
frase histórica: «Más vale honra sin barcos que barcos sin honra».
Méndez Núñez había nacido en Vigo el 1 de julio de 1824. Tuvo una
carrera vertiginosa. En 1862, antes de cumplir los cuarenta, ya era capitán
de navío. Y en ese puesto estaba cuando estalló la guerra hispano-
sudamericana. Ocurrió que a la altura de 1863 había llegado al Perú una
expedición naval, la del contralmirante Luis Hernández Pinzón, en un clima
político muy enrarecido por el asesinato de un español a manos de
agricultores peruanos y por la negativa de Lima a pagar las deudas
contraídas con nuestro país. En esa atmósfera, la escuadra de Pinzón se
dirige a las islas Chincha –gran centro de producción de guano–, las toma y
bloquea el puerto de Lima. Hay más: en Perú estalla un golpe de estado que
deriva en guerra civil y el nuevo Gobierno nos declara la guerra. España
refuerza su escuadra con tres barcos más y sustituye a Pinzón por el
vicealmirante Pareja. Los chilenos lo ven y, aunque la cosa no va con ellos,
se sienten amenazados, así que se suman, como Ecuador y Bolivia.
Británicos y norteamericanos, enterados, mandan sendas escuadras para
hostigar a los barcos españoles. Corría diciembre de 1865. Así comenzó
aquella guerra.
Méndez Núñez llegó al escenario a bordo de la fragata Numancia, el
mejor barco de guerra español. El jefe de la escuadra, Pareja, acababa de
suicidarse después de un grave error que nos costó una goleta frente a
Valparaíso. Méndez Núñez se situó frente al puerto de Valparaíso, instó a
los chilenos a devolver la goleta y amenazó con bombardear la ciudad.
Ingleses y yanquis amenazan a su vez con intervenir. Madrid inquiere a
Méndez Núñez sobre la situación y este contesta: «Si desgraciadamente no
consiguiese una paz honrosa para España, cumpliré las órdenes de VE
destruyendo la ciudad de Valparaíso, aunque sea necesario para ello
combatir antes con las escuadras inglesa y americana, allí reunidas, y la de
Su Majestad se hundirá en estas aguas antes de volver a España deshonrada,
cumpliendo así lo que su Majestad, su Gobierno y el País desean, esto es:
primero honra sin Marina, que Marina sin honra». De aquí viene el célebre
«más vale honra sin barcos». Méndez Núñez, por otro lado, sabía que su
barco era mejor que los del enemigo. Por honra y por barcos, después de
dar un plazo para desalojar a la población civil bombardeó Valparaíso. Los
anglosajones se abstuvieron de intervenir. Acto seguido repitió la operación
en el puerto de El Callao, en el Perú. Y destrozado El Callao, los españoles
se marcharon. Méndez Núñez resultó herido. Volvió a España por el
Atlántico, completando así la vuelta al mundo: nunca hasta entonces un
acorazado de guerra había circunnavegado el globo.

Otros hechos
1415: La armada de Juan I de Portugal reconquista Ceuta.
1520: Las tropas realistas incendian la ciudad de Medina del
Campo, en Valladolid, durante la Guerra de las Comunidades
de Castilla. La guerra se extenderá por todo el Reino.
22
de agosto
Los crímenes de la Cárcel Modelo

Tal día como hoy, 22 de agosto de 1936, milicianos del Frente Popular
asesinaban al político republicano Melquiades Álvarez junto a otros
exministros de la II República y personalidades como Julio Ruiz de
Alda, falangista, héroe del Plus Ultra.
El mismo día de la sublevación del 18 de julio, el gobierno de la II
República, bajo presión socialista, armó a las milicias de los partidos y
sindicatos del Frente Popular. Cada grupo inició por su cuenta una feroz
represión política sobre elementos de la derecha y católicos. Los anarquistas
de la CNT se hicieron fuertes en la Cárcel Modelo de Madrid, y allí
instalaron una parodia de tribunal que se aplicó a ejecutar fusilamientos
sumarios. Los enemigos del régimen eran cazados en sus domicilios y
trasladados a la prisión.
El día 22 de agosto, y en parte como producto de la propaganda
republicana sobre la supuesta matanza de Teruel, los anarquistas decidieron
vengarse efectuando otra matanza masiva. «La Cárcel Modelo es un nido de
fascistas y el Pueblo tiene el derecho a entrar en todas partes y en la Cárcel
Modelo con mayor razón», proclamaba el diario socialista Claridad,
portavoz de Largo Caballero, que enseguida iba a ser nombrado jefe de
Gobierno. Como por casualidad, de inmediato se declaró un incendio
«fortuito» en la prisión que provocó la fuga de numerosos presos comunes
y la entrada de milicianos anarquistas que asaltaron el edificio desde el
exterior. Los elegidos como víctimas expiatorias eran personalidades de
fuste: Melquiades Álvarez, anciano político republicano moderado que, por
cierto, fue el primer mentor de Azaña; los exministros republicanos de
derecha Rico, Álvarez Valdés y Martínez de Velasco; el piloto Julio Ruiz de
Alda, héroe del vuelo del Plus Ultra y cofundador de la Falange; el capitán
Fernando Primo de Rivera, hermano del líder falangista José Antonio; el
general Osvaldo Capaz, que había tomado posesión de Ifni para el gobierno
de la República en 1934. Primero empezaron los disparos de «elementos
incontrolados» desde las azoteas sobre el patio de la cárcel. Después
llegaron los ametrallamientos. Nadie sabe cuántas víctimas hubo allí:
alrededor de cuarenta fueron ejecutados directamente por los anarquistas
después de una parodia de juicio, pero otros muchos murieron en el tiroteo.
La masacre causó indignación en el cuerpo diplomático acreditado en
Madrid, que dio a conocer la noticia en el extranjero. Si el Gobierno del
Frente Popular pretendía aún mantener cierta apariencia de legalidad, en la
Cárcel Modelo la perdió. El socialista Indalecio Prieto dijo que con esta
matanza ya habían perdido la guerra.

Otros hechos
1526: Los navegantes Toribio Alonso de Salazar y Diego
Saavedra descubren las islas Carolinas, en la Micronesia.
1717: Felipe V, por presión de su esposa, Isabel de Farnesio,
ordena invadir Cerdeña.
1857: Nace en Málaga el militar Juan Picasso González,
representante de España ante la Sociedad de Naciones e
instructor de la investigación por el Desastre de Annual.
23
de agosto
La detención del arzobispo Carranza

Tal día como hoy, 23 de agosto de 1559, era detenido y llevado ante la
Santa Inquisición el arzobispo de Toledo Bartolomé de Carranza, uno
de los grandes teólogos del XVI español. Se le acusaba de connivencia
con los focos luteranos de nuestro país.
Carranza, navarro de Miranda de Arga, era un personaje de gran
relieve político y religioso. Ingresó en los dominicos con dieciséis años y
sus excepcionales facultades intelectuales despertaron el asombro de sus
profesores, que le encauzaron hacia las mayores dignidades: catedrático de
Teología en el colegio de San Gregorio de Valladolid, consultor de la
Inquisición, examinador de predicadores de su orden… Su fama llegó a
oídos del emperador Carlos, que le designó para asistir a las sesiones del
Concilio de Trento: estaba en juego la reforma católica para hacer frente al
luteranismo (la llamada «contrarreforma») y Carranza aportó cruciales
precisiones doctrinales. Carlos le nombrará confesor de su hijo, el futuro
Felipe II; será consejero imperial en Flandes, vicario de su orden en
Inglaterra –amenazada entonces por el anglicanismo– y ponente en la
famosa controversia de Valladolid sobre el derecho moral de la conquista de
América. En 1558 se hizo cargo del arzobispado de Toledo, primado de
España.
¿Por qué la Inquisición fue a fijarse en un personaje de este perfil?
Durante las investigaciones sobre los focos protestantes en Castilla, muchos
interrogados habían facilitado el nombre de Carranza. Lo más probable es
que todo se tratara de un efugio para contaminar el proceso y, de paso,
salpicar nada menos que al primado de España, pero España, en guerra
contra los principados protestantes de Alemania, vivía una auténtica histeria
colectiva sobre este asunto. El hecho es que la Inquisición, formalista,
procedió a detener al prelado el 23 de agosto de 1559 y le condujo a
Valladolid, donde dio inicio su proceso.
El proceso al obispo Carranza durará nada menos que ocho años. Su
abogado fue Martín de Azpilicueta, uno de los grandes talentos de su
tiempo. La causa terminó en Roma, donde aún se demoró más la sentencia.
Contra todo pronóstico, el papa Gregorio XIII le declaró sospechoso de
herejía en 1576 y le exigió una abjuración de ciertas tesis que, sin embargo,
habían sido previamente aprobadas por el Concilio de Trento. Finalmente se
le absolvió, para vergüenza del propio papa, poco antes de morir. Falleció
en Roma, en el convento de Santa Maria sopra Minerva.

Otros hechos
1591: Muere en Madrigal de las Altas Torres, Ávila, el
religioso agustino fray Luis de León, humanista y poeta
renacentista, denunciado ante la Inquisición por envidias
profesionales y finalmente absuelto, y cuya obra ascética tendrá
gran influencia.
1905: Nace en Burgos el arqueólogo Julio Martínez Santa
Olalla, falangista, creador de la Comisaría General de
Excavaciones Arqueológicas (1939) y del Instituto
Arqueológico de Madrid, que acentuó la herencia celta en la
formación del sustrato cultural español.
24
de agosto
Los nacionalistas vascos se entregan
a Mussolini

Tal día como hoy, 24 de agosto de 1937, durante la guerra civil


española, los nacionalistas vacos firmaban el Pacto de Santoña con las
fuerzas italianas que combatían bajo el mando de Franco. La
consecuencia inmediata fue la conquista de Santander y, pocas semanas
después, Asturias por los sublevados.
Cuando estalló la guerra civil, los nacionalistas vascos del PNV se
hallaron divididos. En Álava y Navarra estuvieron con el alzamiento; en
Vizcaya, con la república; en Guipúzcoa, indecisos. Hasta bien entrado el
mes de agosto de 1936 no hubo un compromiso del PNV a favor del Frente
Popular; a cambio, el Gobierno concedió a los nacionalistas un estatuto de
autonomía bajo su propio mando. El lehendakari Aguirre organizó un
ejército con elementos nacionalistas que teóricamente formaban junto a las
milicias socialistas y anarquistas, pero en un marasmo de conflicto internos
sin fin. Nada unía a los nacionalistas vascos, conservadores y católicos, y a
los revolucionarios socialistas del Frente Popular; nada salvo la
coincidencia en destruir a la España tradicional.
Consta que desde la primavera de 1937 hubo conversaciones entre los
líderes nacionalistas vascos y el bando sublevado para llegar a algún tipo de
acuerdo. El presidente del Bizkai Buru Batzar, Juan de Ajuriaguerra, había
llevado las negociaciones con la mediación de la Santa Sede. Por las
mismas fechas, el ministro nacionalista vasco presente en el gobierno del
Frente Popular, Irujo, denunciaba sin tregua las matanzas de religiosos
perpetradas por socialistas y anarquistas. Cuando cayó el «cinturón de
hierro» de Bilbao –con mucha ayuda interior– y Franco tomó la ciudad, los
batallones de gudaris nacionalistas se desplazaron hacia el oeste, a
Santander. Allí se verificaron las conversaciones que conducirían a la
rendición del PNV.
El pacto contemplaba una evacuación masiva de soldados
nacionalistas en barcos ingleses. Franco desautorizó a los italianos para
semejante operación. Se calcula que unos 20.000 gudaris entregaron las
armas. La mitad de ellos quedaron en batallones de trabajo o en prisión; de
la otra mitad, la mayoría se pasó a las brigadas navarras del bando de
Franco. El Gobierno del Frente Popular ocultó el pacto de Santoña por
razones propagandísticas.

Otros hechos
1135: Tratado de Aragón: Alfonso VII de León entrega
Zaragoza a García Ramírez de Pamplona a cambio de
juramento de vasallaje.
1238: Fernando III el Santo reconquista Montoro, en Córdoba.
1562: Santa Teresa de Jesús funda el convento de San José de
Ávila, que inaugura la reforma del Carmelo.
1704: Se libra la batalla naval de Málaga, la más dura de la
Guerra de Sucesión en la mar, que terminó sin un vencedor
claro.
1837: Batalla de Villar de los Navarros, en Zaragoza, durante
la primera guerra carlista: los carlistas infligieron a los liberales
su mayor derrota en toda la guerra.
1904: Nace en Logroño el eminente oftalmólogo Ramón
Castroviejo.
25
de agosto
Felipe II de España, rey de Portugal

Tal día como hoy, 25 de agosto de 1580, tenía lugar la decisiva batalla
de Alcántara, donde las tropas españolas de Felipe II, mandadas por el
duque de Alba, derrotaron a las portuguesas del Prior de Crato. Felipe
fue reconocido rey de Portugal.
Cuando murió el rey portugués Don Sebastián en África, en la batalla
de Alcazarquivir, el trono quedó vacío, pues el monarca no tenía hijos. Era
1578. Ocupó la regencia su tío abuelo el cardenal Enrique, que tampoco
tenía herederos. Enrique murió enseguida, en 1580, lo cual creó un serio
problema sucesorio en la Corona portuguesa. De todos los descendientes de
la casa real lusa, quien mejores títulos tenía era el rey de España, Felipe II,
hijo de la portuguesa Isabel de Avis. Esta opción despertó muchas simpatías
en Portugal, pero también numerosos recelos en una ancha parte de la
nobleza y de las ciudades, que temían perder su independencia. Esos
sectores movieron la designación como rey de Antonio, prior de Crato,
nieto del rey Manuel (también Felipe II lo era), cuya posición en la línea
sucesoria era muy débil por ser hijo ilegítimo, pero que, a cambio, gozaba
de muchas simpatías entre el pueblo. Lo más importante: Felipe II estaba
convencido de que Antonio pactaría con Inglaterra, enemiga de España. Y
el rey intervino.
Las tropas dirigidas por el duque de Alba, Fernando Álvarez de
Toledo, entraron desde Badajoz y se dirigieron hacia el norte. Sometieron
sin esfuerzo ciudad tras ciudad y en Setúbal embarcaron en la flota que
Álvaro de Bazán había preparado al efecto. Desembarcaron en Cascais y se
dirigieron a Lisboa. En el cauce del río Alcántara se desarrolló la batalla.
Las tropas portuguesas eran más numerosas: unos 28.000 hombres y 30
cañones, frente a los 20.000 hombres y 22 cañones de los españoles, pero a
los tercios de entonces no había quien les tosiera y el ejército de Antonio,
por el contrario, estaba mayoritariamente formado por reclutas de leva y
milicias urbanas. La batalla duró poco. Cuando los españoles cruzaron el
río, el frente portugués se deshizo y Antonio huyó.
Felipe II fue proclamado rey de Portugal (como Felipe I) en las cortes
de Tomar en marzo de 1581. El de Crato no desistirá en sus ambiciones e
incluso llegará a convencer a los ingleses para que intervengan en su favor,
pero será inútil. Portugal formará parte de la monarquía hispánica hasta
1640.

Otros hechos
1737: El célebre cantante castrati Farinelli, estrella de los
escenarios en la época, canta por primera vez ante el rey de
España, Felipe V.
1780: Nace en San Juan de Pasto, hoy Colombia, el caudillo
mestizo proespañol Juan Agustín Agualongo, encarnizado
enemigo de Bolívar.
1948: Para consternación de la oposición monárquica al
régimen, Franco recibe a don Juan de Borbón a bordo del yate
Azor: allí acuerdan que los hijos de don Juan se eduquen en
España.
26
de agosto
El descubridor del misterio de El Argar

Tal día como hoy, 26 de agosto de 1860, nacía en Flandes, Bélgica, el


arqueólogo Luis Siret, que aportaría a la cultura española una de sus
joyas más preciadas: los riquísimos yacimientos arqueológicos del
sureste, que abarcan desde el paleolítico hasta la ocupación púnica. ¿No
ha oído usted hablar de El Argar y Los Millares? Pues por ejemplo.
Siret llegó a España de una manera un tanto fortuita: su hermano
Enrique, ingeniero de minas, estaba trabajando en la explotación de galena
argentífera de sierra Almagrera y había empezado a encontrar cosas
sorprendentes. Luis era también ingeniero de minas y acudió a la llamada
de su hermano. Era 1881. Ambos empezaron a trabajar con un excavador,
Pedro Flores, y así empezó a aflorar un auténtico tesoro bajo sus pies.
Aquella tierra guardaba el secreto de miles de años de historia. Los
yacimientos localizados por los hermanos Siret son numerosísimos, desde
Fuente Álamo hasta Mojácar y desde Tres Cabezos hasta Zájara pasando,
por supuesto, por El Argar y Los Millares. ¿Qué había allí? De todo: hachas
de sílex, objetos de bronce, pinturas rupestres, joyas de plata, huevos de
avestruz adornados con mano maestra, enterramientos con ajuares… Una
riquísima civilización que se había sucedido durante siglos y siglos. Los
hermanos Siret publicaron las primeras conclusiones de su estudio en 1887:
«Las primeras edades del metal en el sureste de España». Dos volúmenes
con la descripción de ocho mil objetos. La primera edición en español
apareció tres años después en Barcelona. En términos historiográficos, fue
una revolución. Estos hallazgos, junto a otros en provincias cercanas,
permitían reconstruir un mundo perdido.
Enrique Volvió a Bélgica, pero Luis se quedó aquí, fundó la Sociedad
Minera de Almagrera y siguió excavando con Pedro Flores. Todo lo que
encontraban era, sencillamente, fascinante. En la Exposición Universal de
Barcelona, en 1929, se presentó una pequeña muestra de lo encontrado.
Hoy pueden verse partes de la colección Siret en el Museo Arqueológico
Nacional y en el de Almería. Siret permanecería en España el resto de su
vida. Murió en Las Herrerías, aldea de Cuevas de Almanzora, Almería,
sobre el mismo suelo que tanto excavó, en junio de 1934.

Otros hechos
1542: La expedición de Orellana llega a la desembocadura del
Amazonas después de un viaje de casi seis meses río abajo.
1562: Nace en Barbastro, Huesca, el poeta Bartolomé
Leonardo de Argensola.
1727: Bautizan en Mataró, Barcelona, al que será gran flautista
Luis de Misón, padre del género tonadillesco.
1810: Los independentistas argentinos Castelli y French
fusilan al exvirrey Santiago de Liniers, que había salvado por
dos veces a Buenos Aires de las invasiones inglesas, y a Juan
Antonio Gutiérrez de la Concha, gobernador de Córdoba de la
Nueva Andalucía.
1896: En la provincia de Cavite, en Filipinas, insurrectos
tagalos se levantan contra la dominación española.
27
de agosto
Tesoro de Guarrázar:
la memoria de los visigodos

Tal día como hoy, 27 de agosto de 1858, aparecía en la localidad de


Guadamur, Toledo, el Tesoro de Guarrázar, el mayor conjunto de
orfebrería visigoda hallado en Europa. Era la memoria perdida de la
España goda.
El hallazgo fue completamente casual. En aquel año 1858 hubo unas
lluvias torrenciales que desmoronaron buena parte del emplazamiento del
monasterio de Santa María de Sorbaces, concretamente en el sitio
denominado huerta de Guarrázar. Junto al sepulcro de un presbítero llamado
Crispinus apareció una caja de hormigón. Lo que había en su interior era
increíble: abundantes piezas de oro y plata, piedras preciosas, coronas
votivas, cruces de maravillosa factura. Los descubridores, paisanos de la
localidad, no se lo pensaron dos veces: llevaron el tesoro a un platero de
Toledo para que lo fundiera. El platero, hombre algo más avisado, solo
fundió la mitad. La otra mitad la compró un militar francés que se la llevó a
París y la vendió al Museo de Cluny. Por fortuna, aquella caja solo era el
principio: pronto aparecieron más y más cajas, más y más piezas, todas
ellas con ese fantástico contenido. La reina Isabel II adquirió las piezas para
la Armería Real. Eran el testimonio de dos siglos durante los cuales España
se convirtió por vez primera en entidad política singular.
¿Qué era aquella maravilla? Era parte del tesoro de los reyes godos. La
aristocracia visigoda que regía la vieja Hispania romana se hallaba en
guerra entre sí y el Reino estaba manga por hombro. Cuando la invasión
musulmana de 711, la corte regia permanecía afincada en Toledo. Ante el
avance islámico, alguien debió de pensar que era una buena idea esconder
aquí las joyas que aún no habían sido rapiñadas. Los cronistas de la época
cuentan con todo lujo de detalles cómo los moros se apoderaron de
inmensos tesoros que ordenaron fundir para quedarse con el oro y la plata.
Este tesoro de Guarrázar se salvó. El último conocedor del secreto murió
sin revelar dónde se había ocultado. Por eso sobrevivió más de mil años
escondido bajo tierra. Así los españoles pudimos recuperar un testimonio
fabuloso de la España goda. Hoy muchas de sus piezas están expuestas en
el Museo Arqueológico Nacional.

Otros hechos
1545: Nace en Roma el militar Alejandro Farnesio, «el Rayo
de la Guerra», que se distinguirá como capitán general de los
tercios en Flandes y en Francia.
1635: Muere en Madrid el escritor Lope de Vega, poeta y
dramaturgo, renovador de la escena barroca española y uno de
los autores más prolíficos de la literatura universal.
1664: Muere en Madrid el pintor Francisco de Zurbarán, el
pintor de la Contrarreforma por antonomasia.
1938: El Gobierno de Franco reconstituye el Tribunal
Supremo en la España sublevada con 13 de los 20 magistrados
de su plantilla.
1953: El ministro de Exteriores, Martín Artajo, y el embajador
ante la Santa Sede, Castiella, firman con el secretario de Estado
Tardini el Concordato entre España y el Vaticano.
28
de agosto
Pedrayes: un genio de las matemáticas

Tal día como hoy, 28 de agosto de 1744, nacía en Lastres, Oviedo, el


matemático Agustín de Pedrayes, uno de los talentos más agudos de la
historia de la ciencia en España.
Pedrayes era hijo de un médico de provincias. Empezó a estudiar en la
localidad de Colunga. Pero tenía un tío benedictino, Bernardo Foyo,
profesor en la universidad de Santiago de Compostela, que descubrió el
talento del muchacho y le llevó a la ciudad jacobea. Allí Agustín se graduó
como bachiller en teología y en leyes, y además empezó a estudiar
matemáticas con el propio tío Bernardo, que era profesor de esta disciplina.
El genio de Agustín Pedrayes era tan patente que enseguida le llamaron de
la corte: en 1769, con solo veinticinco años, fue nombrado profesor de
Matemáticas de la Real Casa de Caballeros Pajes de Su Majestad, el colegio
donde se educaba la élite de la nobleza española. Aquí enseñaría durante
catorce años, y en este periodo alumbró una de sus mayores obras: el Nuevo
y universal método de cuadraturas determinadas.
Pedrayes fue amigo de Jovellanos, con el que colaboró en el Instituto
de Gijón. Muy bien considerado en los ambientes académicos, incluso se
llegó a convocar un premio para quien fuera capaz de resolver una ecuación
diferencial de dieciséis términos planteada por el propio Pedrayes. Las
academias de París, Berlín y San Peterburgo aceptaron el desafío, que
quedó sin resolver. El matemático asturiano fue también uno de los
enviados españoles a París cuando se acordó instaurar el sistema métrico
decimal: a Pedrayes se debe un instrumento de comparación,
extremadamente preciso, que permitía comparar las unidades de medida
españolas entre sí y con el metro.
Cuando los franceses invadieron España, en 1808, José Bonaparte
intentó atraerse a Pedrayes a su causa. El matemático, patriota, se negó y
huyó a Cádiz. Cuando logró volver a Madrid descubrió con horror que los
franceses habían destruido su documentacion. Lo último que hizo en vida
fue donar su biblioteca al rey de España. Murió en Madrid en 1815, con
setenta y un años. El famoso problema de la ecuación diferencial quedó sin
resolver.

Otros hechos
1565: La escuadra de Pedro Menéndez de Avilés desembarca
en Florida para combatir a los piratas hugonotes franceses.
Construirá el fuerte, luego ciudad, de San Agustín.
1673: Andrés Dávalos, príncipe de Montesacro, ocupa el
Peñón de Alhucemas.
1680: Muere en la abadía de Montserrat, Barcelona, el
religioso y músico Juan Cererols Fornells, autor a caballo entre
el Renacimiento y el Barroco.
1875: Nace en Madrid el sacerdote y físico José Agustín Pérez
del Pulgar, jesuita, investigador del electromagnetismo y
fundador de la escuela de Ingeniería ICAI (Instituto Católico de
Artes e Industrias).
1911: Nace en Herrera de Pisuerga, Valladolid, el político
falangista José Antonio Girón de Velasco, ministro de Trabajo
entre 1941 y 1957, creador de las universidades laborales y del
sistema de la Seguridad Social.
29
de agosto
1936: el retorno de la bandera bicolor

Tal día como hoy, 29 de agosto de 1936, el general Cabanellas, como


jefe de la Junta de Burgos, cabeza política del bando sublevado en la
guerra civil española, restablecía la bandera bicolor, roja y gualda,
como enseña nacional de España.
La bandera oficial de España en aquel momento era la tricolor
impuesta por la II República en 1931: roja, amarilla y morada, donde este
último color pretendía representar a las comunidades de Castilla. Era un
error histórico, porque en realidad la bandera de los comuneros, el pendón
de Castilla, era carmesí, no morado; lo que ocurre es que las enseñas de
referencia habían desteñido por el paso del tiempo y por eso muchos
pensaban que aquel era su color original. De hecho, numerosos grupos de
carácter liberal radical reivindicaron el «pendón morado» a lo largo del
siglo XIX como representativo de Castilla, inmunes al error. Sea como fuere,
el hecho es que la tricolor se impuso en la II República. Las unidades de las
tropas alzadas el 18 de julio, cuando se sublevaron, lo hicieron bajo la
bandera republicana. Más aún: todos los datos indican que el propósito
inicial de los líderes del movimiento era mantener las instituciones
republicanas.
Ahora bien, el curso de los acontecimientos cambió las cosas en muy
pocos días. El Frente Popular se había hecho enteramente con el control de
la República. Los republicanos que apostaban por un gobierno dictatorial de
concentración para salvar la situación, como Miguel Maura, habían sido
anulados. Los voluntarios que se sumaban al bando nacional repudiaban la
bandera tricolor como enseña del enemigo. Cada vez eran más fuertes las
presiones de los monárquicos para retornar a la enseña bicolor, que databa
de finales del siglo XVIII y había permanecido inamovible por encima de los
cambios de régimen. Por otro lado, era conveniente adoptar otra enseña que
permitiera identificar bien a los contingentes en el campo de batalla. Así el
general Miguel Cabanellas Ferrer, republicano, liberal y masón, pero
sublevado contra el Frente Popular, decidió dar el paso.
La bandera bicolor fue instituida como enseña para la Armada en
tiempos de Carlos III. Hasta entonces la bandera española había sido la
blanca con la cruz de San Andrés en rojo. La rojigualda se convirtió en
enseña popular durante la Guerra de la Independencia contra los franceses y
terminó siendo implantada oficialmente por Isabel II a mediados del XIX. La
tricolor republicana solo fue un paréntesis. Y lo cerró, precisamente, un
republicano.

Otros hechos
1350: Batalla de Winchelsea, donde la escuadra inglesa del rey
Eduardo III, con 50 naves, ataca a una flota de 24 barcos
castellanos, en el marco de la Guerra de los Cien Años. La
victoria fue para los ingleses, pero con tremendas pérdidas
humanas.
1821: Nace en Elda, Alicante, el escritor Juan Rico y Amat,
dramaturgo, periodista, político y jurista, uno de los nombres
más populares del romanticismo español.
1873: Nace en Guecho, Vizcaya, la filóloga María Goyri,
esposa de Ramón Menéndez Pidal y autoridad de referencia en
el estudio del romancero español.
30
de agosto
Los almogávares desembarcan en Trápani

Tal día como hoy, 30 de agosto de 1282, los almogávares de la Corona


de Aragón desembarcaban en Trápani, Sicilia, llamados por los propios
sicilianos para poner fin a la dominación francesa sobre la isla.
Los almogávares eran unas tropas de choque propias de los últimos
periodos de la Reconquista. Había almogávares tanto en Castilla como en
Aragón, pero fueron los aragoneses los que más fama cobrarían por su
aventura mediterránea. Casi todos ellos eran pastores del Pirineo y de las
sierras del sistema ibérico, encuadrados en pequeñas unidades de doce
hombres mandadas por oficiales de la Corona. El nombre que recibían,
«almogávar», parece de origen árabe, pero no hay certeza sobre su
significado; se supone que puede venir de «al-mugavar», que habría que
traducir como «los que provocan confusión». Y el hecho es que la
provocaban, porque desde principios del siglo XIII se sabe de sus hazañas
tras las líneas musulmanas: incursiones rápidas y breves, de uno o dos días,
que sembraban el caos y el terror entre los moros. Cuando se quedaron sin
guerra en la península, la Corona los mandó a Sicilia. Esta será su primera
gran aventura fuera de España. Después llegarán Turquía y Grecia, pero, de
momento, aún estamos en Italia.
La Corona de Aragón podía aspirar al dominio de Sicilia por el
matrimonio de Pedro III con Constanza Hohenstaufen. Pero había un
problema no pequeño que era la alianza del papa y Francia; como el papa
no se fiaba de los Hohenstaufen –después de todo, familia imperial–, se
aseguró de que Sicilia quedara en manos francesas. Ahora bien, el pueblo
siciliano no quería a los franceses. Esa situación llevó a unos sucesos
terribles el 30 de marzo de 1282, que pasarían a la historia como las
Vísperas Sicilianas: en Palermo, en el momento en que las campanas de las
iglesias llamaban a vísperas, el pueblo se levantó y masacró a la guarnición
francesa. La sublevación se extendió por toda la isla. Los sicilianos
llamaron en su socorro a Pedro de Aragón. Este envió a su flota, mandada
por el gran almirante Roger de Lauria, y también tropas de tierra: los
almogávares. Durante varios años, los almogávares se dedicarán a perseguir
franceses por el reino de Nápoles. En las correrías de nuestros aragoneses
destacará un caudillo de origen alemán: Roger de Flor. Comenzaba una
portentosa aventura que terminará en Bizancio. Pero eso aparece en otras
jornadas de este almanaque.

Otros hechos
1334: Nace en Burgos Pedro I el Cruel (llamado por otros el
Justiciero), rey de Castilla cuyo periodo estará marcado por
permanentes guerras internas.
1620: Muere en Toledo, acuchillado en una disputa doméstica,
el poeta Baltasar Elisio de Medinilla, autor de tono religioso,
amigo e inspirador de Lope de Vega.
1791: Nace en Lerma, Burgos, el militar y político Ramón de
Santillán, que pasó de guerrillero con el cura Merino a ministro
de Hacienda en los gobiernos liberales.
1818: Muere en Madrid el eminente botánico Casimiro Gómez
Ortega, primer catedrático del Real Jardín Botánico y estudioso
de la flora de América.
31
de agosto
El abrazo de Vergara

Tal día como hoy, 31 de agosto de 1839, se sellaba oficialmente el


«abrazo de Vergara», el pacto entre los generales Maroto, carlista, y
Espartero, isabelino, que virtualmente ponía fin a la primera guerra
carlista después de seis años de hostilidades. La resistencia del general
Cabrera en Levante aún prolongará el conflicto un año más, pero lo de
Vergara selló su suerte.
La primera guerra carlista había comenzado en 1833, a la muerte de
Fernando VII, cuando los partidarios del infante Carlos María Isidro,
hermano del difunto rey y heredero del trono según la Ley Sálica, se
alzaron contra los partidarios de que la corona fuera a la niña Isabel, una
pequeña de tres años de edad, que era la candidata idónea para los sectores
liberales y que había sido la designada por Fernando después de varias
decisiones contradictorias. Mucho más que una guerra dinástica, aquella
guerra enfrentó a la España tradicional, sustentada en el campesinado libre
y en buena parte de la Iglesia, contra la España liberal, apoyada sobre todo
por la burguesía urbana y las estructuras políticas de la monarquía.
Los frentes de guerra fueron particularmente activos en Navarra, el
País Vasco, Valencia y Cataluña, lugares donde el carlismo prendió con más
fuerza, levantando la bandera de la religión y los fueros tradicionales. Sin
embargo, el bando del pretendiente se resintió de una absoluta carencia de
organización política y militar, incapaz de crear un estado digno de ese
nombre. A la altura del verano de 1839, con el principal talento militar del
carlismo, el general Zumalacárregui, muerto en combate, el bando del
pretendiente se hallaba en pleno marasmo. La victoria liberal en Luchana
sembró en muchos mandos carlistas la idea de que todo estaba perdido.
El Gobierno de la reina regente María Cristina, madre de la infanta
Isabel, aprovechó la circunstancia y encargó al general de las tropas
isabelinas del norte, Baldomero Espartero, un acercamiento a los disidentes
del bando rival. Un embajador inglés, John Hay, sirvió de enlace entre
Espartero y el general carlista Maroto. Ambos sellaron el pacto: entrega de
las armas y jura de la Constitución y, a cambio, reconocimiento de grados,
sueldos y servicios. El abrazo de los dos generales en las campas de Vergara
rubricó el acuerdo.

Otros hechos
1158: Muere en Toledo el rey de Castilla Sancho III el
Deseado después de solo un año de reinado. Dejaba un
heredero de tres años: Alfonso. El vacío de poder dará lugar a
una dura pugna entre dos linajes nobiliarios rivales: los Lara y
los Castro.
1217: La reina Berenguela de Castilla cede el trono a su hijo
Fernando III, que reunirá en su persona las coronas de Castilla
y de León.
1813: En el curso de la Guerra de la Independencia, las tropas
angloportuguesas que venían a socorrer San Sebastián terminan
saqueando e incendiando la ciudad.
1823: Batalla de Trocadero en la bahía de Cádiz: los Cien Mil
Hijos de San Luis del duque de Angulema derrotan a los
liberales y restauran el absolutismo con Fernando VII.
Septiembre
1
de septiembre
La batalla de Atapuerca: duelo fratricida

Tal día como hoy, 1 de septiembre de 1054, tenía lugar en la sierra


burgalesa la batalla de Atapuerca entre dos reyes hermanos: Fernando
de León y García de Navarra. Ganó el leonés. Aquella batalla puso fin
a la hegemonía navarra sobre la cristiandad española.
Toda esta historia empieza en realidad con Sancho Garcés III de
Navarra, el Mayor, que había sabido convertirse en la figura dominante de
la cristiandad española con una sabia mezcla de espada y anillos de boda. A
la muerte de Sancho, su hijo Fernando gobernaba parte del condado de
Castilla y el condado de Cea, en León, y su otro hijo, García, iba a heredar
Navarra más el noreste de Castilla. En cuanto al reino de León, quedaba
vinculado a la familia por doble vía matrimonial: el rey leonés, Bermudo,
era yerno de Sancho, y una hermana de Bermudo estaba a su vez casada con
Fernando. Complejo, pero así funcionaban las cosas entonces. Y
funcionaron bien. Pero Sancho murió, llegó el momento de cobrar la
herencia y las cañas se volvieron lanzas. Bermudo, el leonés, se enfrenta
con Fernando, el de Cea. En la batalla de Tamarón muere accidentalmente
Bermudo (se cayó del caballo) y el reino va a parar a Fernando, que,
recordemos, está casado con una hermana de Bermudo. Se abre entonces el
problema castellano. Porque la mitad nororiental del condado de Castilla
está gobernada por Navarra, pero es súbdita de León. Crece así la tensión
entre los dos reinos cristianos, reyes hermanos. García quería «navarrizar»
su parte de Castilla; Fernando quería recuperarla. Después de una cadena de
escaramuzas más políticas que militares, la escalada alcanzó un punto
irreversible. Y García, el de Navarra, invadió Castilla.
García instaló su campamento en el valle de Atapuerca, a la vera de la
ruta que lleva desde Nájera hasta Burgos, siguiendo el Camino de Santiago.
Un ancho llano muy apto para mover ejércitos con comodidad y sin riesgo.
La posición de García era buena, pero Fernando Intentará obtener una
posición mejor ocupando posiciones más elevadas para atacar cuesta abajo,
duplicando así la potencia de la ofensiva. Durante la noche, los guerreros de
Castilla y de León suben a los cerros que se extienden frente al despliegue
navarro y se afirman en las cumbres. Al alba, las huestes de Fernando se
lanzan contra los navarros. Fernando no ha querido dar tiempo a que su
rival reaccione. Obligados a atender distintos puntos de ataque a la vez, los
navarros pierden toda capacidad de maniobra. La flor de los guerreros
leoneses pugna por atrapar a García, el jefe enemigo. «Cogedlo vivo»,
dicen que dijo Fernando a sus caballeros, al parecer por ruego de su esposa,
la reina Sancha de León. Pero no fue así. Con el frente navarro roto, los
guerreros del rey de León llegan hasta García y le dan muerte. El hijo del
difunto, Sancho, fue proclamado rey en el mismo sitio de Atapuerca: tenía
solo catorce años. Pamplona, vencida, tuvo que aceptar la superioridad
leonesa.

Otros hechos
672: Muere el rey visigodo Recesvinto. Le sucederá Wamba.
1804: Nace en Granada la heroína liberal Mariana Pineda,
ejecutada en 1831.
2
de septiembre
Alfonso el Batallador parte
hacia Granada

Tal día como hoy, 2 de septiembre de 1125, el rey de Aragón y


Pamplona Alfonso I el Batallador partía en cruzada hacia el Reino de
Granada para liberar a los mozárabes que le habían pedido auxilio.
Fue una de las aventuras más portentosas de la Reconquista.
Los mozárabes, la población cristiana bajo dominio musulmán, estaba
sufriendo en aquel momento una intensa represión por la intolerancia
almorávide. Tan desesperada era su situación que los mozárabes de Granada
escribieron al rey de Aragón y Pamplona, Alfonso el Batallador, la primera
espada de la cristiandad. La propuesta era sugestiva: llegar hasta Granada,
derrotar a los almorávides, desmantelar el poder musulmán en la región y
emplazar en su lugar un principado cristiano; un principado donde los
musulmanes podrían seguir viviendo conforme a sus creencias, como en la
Zaragoza conquistada por el propio Alfonso, pero cuyo territorio ya no
estaría en el haber de la media luna, sino en el de la Cruz. Los mozárabes
granadinos –decían los peticionarios– movilizarían a sus propias fuerzas
para hacer posible la conquista.
El rey planificó cuidadosamente la expedición. Llamó a sus gentes: de
Navarra, de La Rioja, de todo el territorio aragonés, pero también a sus
habituales compañeros del sur de Francia. Alineó a casi cinco mil
caballeros y unos quince mil infantes. A todos les hizo jurar por el
Evangelio. Entre otras cosas, los soldados de Alfonso juraron que nadie
abandonaría a su compañero. Y el 2 de septiembre de 1125 el enorme
contingente cruzado partió hacia la mayor aventura jamás emprendida por
el Reino de Aragón.
El Batallador, que todo lo hacía a lo grande, no marchó directamente
sobre Granada, sino que dio un largo rodeo redimiendo mozárabes por
territorios de Valencia, Alicante, Murcia y Almería. Finalmente, el 7 de
enero de 1126 Alfonso el Batallador está delante de Granada. Allí se
encontrará con que los granadinos habían exagerado mucho sus propias
capacidades. Nadie ayuda al rey, pero Alfonso no cede: aun aislado en
territorio moro, se enfrenta a cuantas mesnadas le salen al paso y las derrota
sin ambages. Como signo de su victoria, llega al Mediterráneo en Vélez-
Málaga y pisa las aguas. Y completado el trabajo, el ejército de Aragón, con
un séquito interminable de paisanos redimidos en tierra enemiga, pone
rumbo de nuevo al norte. Llegó a casa en junio de 1126.
El rey cruzado volverá de esta expedición con un amplio contingente
de cristianos andalusíes –diez mil, dicen las crónicas– que repoblarán de
inmediato las tierras recién conquistadas en Zaragoza. Fue la expedición
más asombrosa de toda la Reconquista.

Otros hechos
974: El conde de Castilla García Fernández, hijo de Fernán
González, ataca las posiciones musulmanas en Soria y
Guadalajara.
1891: Nace en Barcelona el editor Santiago Salvat Espasa,
cuyos apellidos lo dicen todo.
3
de septiembre
La ultraizquierda se apodera
de la II República

Tal día como hoy, 3 de septiembre de 1936, la ultraizquierda se


apoderaba definitivamente de la II República española. El gabinete
Giral dimitía y dejaba así libre el camino para que socialistas,
comunistas y anarquistas ocuparan el Gobierno.
De hecho, ya era la ultraizquierda la que se había adueñado del poder
desde el comienzo de la guerra civil. Hay que recordar que el Frente
Popular era una coalición muy variopinta: junto a republicanos radicales,
pero formalmente demócratas, convivían los separatistas y los partidos y
sindicatos de la izquierda, cada vez más estalinistas y totalitarios. Tras las
fraudulentas elecciones de febrero de 1936, el ejercicio formal del Gobierno
fue para los republicanos, pero quien llevaba la voz cantante en el
parlamento y en la calle eran los socialistas, los comunistas y los
anarquistas, que impusieron una atmósfera de violencia permanente.
Cuando estalló el golpe militar del 18 de julio, la ultraizquierda exigió
que el gobierno armara a las milicias de la ultraizquierda. Eso hizo
inevitable la guerra. Quien tomó aquella decisión fue precisamente Giral,
recién llegado a la cabeza del Gobierno. Fue un suicidio: con las armas en
la mano, las milicias socialistas, comunistas y anarquistas impusieron por
todas partes comités revolucionarios que dictaban su propia ley al margen
del ejecutivo. Las memorias de los propios responsables republicanos son
suficientemente ilustrativas al respecto. Una vez comenzada la guerra, y
ante la sucesión de derrotas, el Frente Popular optó por una política de
hechos consumados: solo la ultraizquierda podía organizar el caos
provocado por la propia ultraizquierda. De paso, eso serviría para estrechar
las relaciones con la Unión Soviética, la única potencia extranjera que
mantenía explícitamente su apoyo al Frente Popular.
El hombre escogido para encabezar ese gobierno sería Francisco Largo
Caballero, líder del ala bolchevique del Partido Socialista. Con él entraron
por primera vez anarquistas y comunistas en el Gobierno de España. Largo
Caballero consiguió organizar el caos republicano, pero su política sería tan
radical que el propio Stalin tuvo que llamarle al orden por sus excesos.
Curiosamente, Largo Caballero terminó cayendo ocho meses después
víctima de los comunistas. Para entonces el Frente Popular ya era
inequívocamente un partido totalitario. Pronto un retrato de Stalin adornó el
arco central de la madrileña Puerta de Alcalá.

Otros hechos
1412: Fernando de Antequera jura en Zaragoza como nuevo
rey de Aragón.
1539: El papa Paulo III aprueba los estatutos de la Compañía
de Jesús.
1914: Nace en La Línea de la Concepción, Cádiz, el médico y
político Narciso Perales, falangista de primera hora, disidente
de la Falange oficial del franquismo.
1971: Llega a Madrid el cadáver de Evita, esposa del
expresidente argentino Juan Domingo Perón, exiliado en
España.
4
de septiembre
Fray Junípero Serra funda Los Ángeles

Tal día como hoy, 4 de septiembre de 1781, el sacerdote español fray


Junípero Serra fundaba la ciudad de Los Ángeles, en lo que hoy son los
Estados Unidos de América y entonces era el norte del virreinato de
Nueva España.
Fray Junípero Serra era un franciscano mallorquín nacido en 1713, de
familia muy humilde, pero con grandes dotes intelectuales y espirituales.
Abrazó los hábitos con dieciséis años y muy pronto se convirtió en profesor
de Filosofía y Teología en Palma de Mallorca. En 1749, con treinta y seis
años, su vida cambia: marcha misionero a Nueva España, el actual México,
y en la sierra de Querétaro pasará nueve años evangelizando a los indígenas
y enseñándoles nociones de agricultura y ganadería. Cuando el rey Carlos
III expulsó a los jesuitas de su Reino, las tierras de las Californias quedaron
sin misioneros. Se dispuso que los franciscanos les reemplazaran, y allí
acudió fray Junípero, con más de cincuenta años.
La primera misión en las nuevas tierras fue San Diego. Los misioneros
levantaron una capilla, unas cabañas para los frailes y un pequeño fuerte
protector contra posibles ataques; acogían a los indígenas que se acercaban
movidos por la curiosidad y, una vez ganada su confianza, les invitaban a
establecerse en las proximidades de la misión. Así se fundaron, una detrás
de otra, hasta nueve misiones que hoy son otras tantas ciudades: San Diego,
San Francisco, Sacramento y… Los Ángeles, que llegaría a convertirse en
una de las mayores metrópolis del mundo.
Fray Junípero murió pocos años después, en 1784, en la misión de
Monterrey. Lo que dejaba a sus espaldas era portentoso: un mundo mestizo
de indios y españoles en torno a granjas y haciendas con capacidad para
autoabastecerse… y en todas ellas, la cruz de los cristianos. Hoy fray
Junípero es el único español que tiene una estatua en el Capitolio de
Washington.

Otros hechos
1269: Jaime I el Conquistador, rey de Aragón, con más de
sesenta años en aquel momento, zarpa de Barcelona con
destino a Tierra Santa para luchas en las cruzadas. Una
tormenta dispersará a la escuadra, que acabará desembarcando
en Montpellier.
1479: Tratado de Alcázovas-Toledo: Portugal y Castilla y
Aragón firman la paz, reparten áreas de influencia en el
Atlántico y sellan el destino de Castilla al reconocer como
reina a Isabel, obligando a Juana la Beltraneja a renunciar a
cualquier aspiración al trono.
1535: El pirata berberisco Jeireddín Barbarroja, corsario al
servicio del Imperio Otomano, ataca y saquea ferozmente la
ciudad de Mahón, en las Baleares.
1919: Nace en Tomelloso, Ciudad Real, el escritor Francisco
García Pavón, que alcanzó gran popularidad por las novelas
policiacas de su personaje Plinio, llevadas a la TV.
1939: Franco declara la neutralidad de España tras la invasión
alemana y soviética de Polonia.
5
de septiembre
La nao Victoria llega
a Sanlúcar de Barrameda

Tal día como hoy, 5 de septiembre de 1522, se avistaba en el puerto de


Sanlúcar de Barrameda, en Cádiz, la llegada de un barco: era la nao
Victoria, que acababa de dar por primera vez la vuelta al mundo.
Tres años antes, el 10 de septiembre de 1519, habían zarpado cinco
barcos; solo volvía este. En ellos viajaban 265 hombres; solo volvían
dieciocho. Estaban enfermos y flacos, vestidos con harapos. Más parecían
náufragos que héroes. Y sin embargo, estos dieciocho acababan de rubricar
una hazaña extraordinaria: son los primeros hombres que han rodeado por
completo la esfera terrestre. Los capitaneaba el marino vasco Juan
Sebastián de Elcano, de Guetaria. Con él venían otros cuyos nombres rara
vez se menciona, pero es de justicia hacerlo aquí. Eran Francisco Albo, de
Axila, piloto. Miguel de Rodas, piloto. Juan de Acurio, de Bermeo, piloto.
El italiano Antonio Lombardo, llamado Pigafetta, que escribiría la historia
de la expedición. Martín de Yudícibus, de Génova, marinero. Hernando de
Bustamante, de Alcántara, marinero y barbero. Nicolás el Griego, de
Nápoles. Miguel Sánchez, de Rodas. Antonio Hernández Colmenero, de
Huelva. Francisco Rodrigues, portugués de Sevilla. Juan Rodríguez, de
Huelva. Diego Carmena, marinero. Hans de Aquisgrán, cañonero. Juan de
Arratia, de Bilbao, grumete. Vasco Gómez Gallego, el Portugués, de
Bayona, grumete. Juan de Santandrés, de Cueto, grumete. Juan de Zubileta,
de Baracaldo, paje.
Toda esa gente, de todas las tierras del imperio español, había zarpado
al mando del portugués Magallanes para buscar un paso más allá de
América. Lo habían encontrado, pero no sin grandes penalidades. Los
expedicionarios exploraron la Patagonia y cruzaron por primera vez el
Pacífico hacia occidente. El propio Magallanes había muerto en las
Filipinas, víctima de un ataque indígena. Elcano había tomado el mando y,
después de cruzar el océano Índico, había logrado pasar al Atlántico y
ascender por la costa africana. Aún deberían arrastrar hambre, cárcel y mil
fatalidades, pero el 6 de septiembre la nao Victoria atracaba en el puerto de
Sanlúcar. Era una hazaña sin precedentes en la Historia. Y los barcos
españoles demostraban que, en efecto, la tierra es redonda.

Otros hechos
1229: Jaime I afronta la conquista de Mallorca: desde los
puertos de Tarragona, Salou y Cambrils zarpa una escuadra de
155 naves con 1.500 caballeros y 15.000 soldados.
1567: El duque de Alba instituye en Bruselas el Tribunal de
los Tumultos para juzgar a los responsables de la «furia
iconoclasta» del año anterior.
1775: Nace en Castrillo de Duero, Valladolid, el guerrillero
Juan Martín Díaz, el Empecinado, labrador que culminaría la
Guerra de la Independencia como mariscal de campo y
terminaría sus días ahorcado por orden de Fernando VII.
1909: El ingeniero valenciano Juan Olivert Serra realiza en
Paterna el primer vuelo motorizado en aeroplano que registra la
historia aeronáutica española.
6
de septiembre
La batalla de Belchite

Tal día como hoy, 6 de septiembre de 1937, terminaba la batalla de


Belchite durante la guerra civil española. Una durísima batalla que fue
una victoria táctica para el Frente Popular, pero una victoria
estratégica para el bando nacional.
En aquel momento los ejércitos de Franco estaban a punto de
conquistar el norte de la península, desde Bilbao, tomado en el mes de
junio, hasta Asturias. Para obligar a Franco a retirar tropas de allí y así
aliviar la presión sobre el norte, el Frente Popular diseñó dos ofensivas
sucesivas. Primero en Madrid, y fue la batalla de Brunete. Enseguida en
Zaragoza, y esta será la batalla de Belchite. El objetivo republicano era
tomar Zaragoza, y para ello movilizó tres divisiones comunistas y
anarquistas, brigadas internacionales incluidas; más de 80.000 hombres que
triplicaban en número al enemigo.
La ofensiva comenzó el 24 de agosto y fue arrolladora, pero un
reducido número de nacionales, en torno a 7.000 hombres, logró hacerse
fuerte en el pueblo de Belchite, a retaguardia de la ofensiva roja. Los
republicanos dedicaron entonces todos sus esfuerzos a tomar ese pueblo,
pensando que cedería. Sin embargo, no cedió. Durante varios días, cerca de
25.000 soldados republicanos acogotaron a los 7.000 nacionales. Aquella
resistencia fue decisiva para que el resto del frente recibiera refuerzos. Las
divisiones comunistas y anarquistas que amenazaban Zaragoza tuvieron que
detenerse.
Belchite terminó cayendo el 6 de septiembre. Los republicanos
tomaron el pueblo, pero había sido una victoria pírrica: el esfuerzo había
obligado a desviarse del objetivo principal, la capital del Ebro, y el terreno
conquistado carecía de valor. Para mayores males, la resistencia de Belchite
había permitido a los nacionales continuar con su ofensiva en el norte sin
retirar tropas. El día 7 se daba por terminada la ofensiva. El ministro de
Guerra del Frente Popular, el socialista Indalecio Prieto, abroncó a sus
mandos militares: «Tantas fuerzas para tomar cuatro o cinco pueblos no
satisfacen ni al ministerio ni a nadie». El pueblo de Belchite quedó
completamente destrozado. Hoy sobreviven sus estremecedoras ruinas. En
sus alrededores se construirá un nuevo pueblo, llamado Pueblo Nuevo de
Belchite, ya en 1954.

Otros hechos
1499: Alonso de Ojeda y Américo Vespucio llegan a la isla de
Bonaire, frente a las costas de Venezuela.
1564: El caballero García de Toledo conquista a los piratas
berberiscos el peñón de Vélez de la Gomera.
1593: El misionero jesuita Gregorio Céspedes es el primer
europeo que pisa Corea.
1634: Batalla de Nördlingen, en Baviera: las tropas imperiales
dirigidas por el cardenal-infante don Fernando de Austria
derrotan a las armas protestantes de Suecia y Sajonia.
1839: Muere a manos de sus propios hombres el general
carlista González Moreno.
1926: Primo de Rivera disuelve el arma de Artillería por
indisciplina.
7
de septiembre
Muere Narciso Monturiol,
inventor del submarino

Tal día como hoy, 7 de septiembre, los españoles conocían la noticia de


la muerte de Narciso Monturiol, el inventor del primer submarino.
Monturiol había muerto el día anterior en la barriada barcelonesa de
San Martín de Provensals, totalmente arruinado y olvidado por todos.
Muchos se preguntarían quién era ese sujeto del que hablaban algunos
–solo algunos– periódicos. Sin embargo, aquel catalán de Figueras
había sido uno de los mayores talentos de nuestro país.
Monturiol había nacido en 1819; inteligencia inquieta, había empezado
a estudiar Medicina, carrera que abandonó para cursar Derecho, pero
tampoco ejerció nunca esa profesión, sino que se lanzó a la política en las
filas de la izquierda radical, influido por las ideas del socialismo utópico.
Cuando los vaivenes políticos le vetaron esa actividad, dedicó toda su
atención a la ingeniería y a la ciencia. Y un día, viendo sumergirse en las
aguas a los pescadores de coral, le vino la idea de inventar un buque
submarino.
En septiembre de 1857 creó una sociedad para financiar la empresa.
Dos años después presentaba públicamente el primer prototipo. El Ictíneo,
que así se llamaba el submarino, despertó un gran interés tanto político
como comercial y militar, pero la España de aquel tiempo no era un buen
sitio para las empresas de futuro. Después de varios años de experiencias, y
a pesar de su éxito, Monturiol tuvo que disolver la sociedad y abandonó el
proyecto. Lo que quedaba atrás era el primer submarino con motor de vapor
de la Historia.
Monturiol inventó muchas otras cosas: máquinas para hacer cigarrillos,
piensos para conejos, sistemas para producir jabón… Nada de eso le deparó
la menor fortuna. Durante la I República, ya en 1873, ejerció cargos
públicos, pero fue una experiencia efímera. Murió en la ruina el 6 de
septiembre de 1885, tal día como hoy, a punto de cumplir sesenta y seis
años. El Ictíneo fue desmantelado. Hoy puede verse en el Puerto Viejo de
Barcelona una réplica de aquel barco: el primer submarino del mundo con
motor anaeróbico. Triste consuelo.

Otros hechos
1134: Muere el rey de Aragón Alfonso I el Batallador, herido
en el asedio de Fraga.
1312: Muere el rey de Castilla Fernando IV.
1650: Nace en Marcilla, Navarra, Juan Manuel Fernández
Pacheco, fundador de la Real Academia Española.
1741: Muere en Cartagena de Indias el teniente general de la
Armada Blas de Lezo.
1873: Nicolás Salmerón dimite como presidente de la I
República.
1896: Nace en Burgos el músico Regino Sáinz de la Maza,
uno de los mejores guitarristas de todos los tiempos.
1924: Muere en Mogador, Marruecos, el explorador
malagueño Cristóbal Benítez, uno de los primeros europeos
que pudo entrar en Tombuctú.
8
de septiembre
El desembarco de Alhucemas

Tal día como hoy, 8 de septiembre de 1925, se producía el desembarco


de Alhucemas, que pondría fin a la larga y cruenta guerra que España
y Francia mantenían en Marruecos. Se considera que este fue el primer
desembarco aeronaval de la historia.
España y Francia mantenían el norte de África como colonia
(protectorado) desde mediados del siglo XIX; las posesiones francesas eran
muy amplias, hasta incluir la actual Argelia, mientras que las de España se
limitaban al norte del actual Marruecos. Un territorio, el nuestro,
comparativamente pequeño, pero extraordinariamente duro, porque las
cabilas rifeñas, ajenas al control del sultán marroquí, peleaban tenazmente
por su independencia. Además, catástrofes militares como las del Barranco
del Lobo y Annual habían convertido la guerra de Marruecos en un
auténtico calvario para la sociedad española. En 1923, un golpe militar con
amplísimo respaldo institucional y social llevó al poder al general Miguel
Primo de Rivera, que entre sus prioridades situó acabar con la pesadilla de
Marruecos. Parece que la intención inicial del general era cortar amarras
con tan enojoso problema, pero las recurrentes sublevaciones del caudillo
rifeño, Abd el-Krim, obligaron a otro tipo de medidas. En particular, el
rifeño cometió el error de atacar las posiciones francesas, lo cual precipitó
el entendimiento entre Madrid y París. Primo de Rivera llegó a un acuerdo
con los franceses y planificó la operación. España correría con el peso de
las acciones bélicas en el norte del frente y Francia prestaría apoyo
aeronaval mientras sus tropas avanzaban desde el sur. El encargado francés
del operativo sería el mariscal Pétain.
El general Primo de Rivera mandó directamente al ejército, auxiliado
por el general Sanjurjo. Cerca de 13.000 soldados españoles combatieron en
el desembarco, entre ellos los legionarios al mando del coronel Franco. El
ejército rifeño de Abd el-Krim no era una horda de desarrapados: combatía
con numerosas piezas de artillería atendidas por mercenarios extranjeros.
Sin embargo, el despliegue de poder militar de los atacantes era
impresionante: hasta diecisiete carros de combate y unos 160 aviones
participaron en la operación. Pese a la inicial resistencia rifeña, la fuerza
española logró establecer las previstas cabezas de playa y penetrar en
territorio enemigo. El 13 de octubre se daban por finalizadas las
operaciones. El poder de Abd el-Krim quedaba herido de muerte y para
España terminaba la pesadilla de Marruecos.

Otros hechos
1423: Carlos III de Navarra unifica en una sola villa los tres
burgos de Pamplona.
1515: Nace en Toledo el jesuita Alfonso Salmerón, ponente en
el Concilio de Trento.
1620: Las tropas imperiales derrotan a los protestantes de
Bohemia en la batalla de la Montaña Blanca, en Praga.
1645: Muere en Villanueva de los Infantes, Ciudad Real, el
poeta Francisco de Quevedo, nombre fundamental de los Siglos
de Oro cuya influencia perdura hasta hoy.
1888: Isaac Peral bota en Cádiz el primer submarino operativo
de la historia.
9
de septiembre
España levanta la catedral de México

Tal día como hoy, 9 de septiembre de 1534, una bula del papa
Clemente VII, a petición del rey Carlos I de España y V de Alemania,
creaba la catedral metropolitana de la Ciudad de México.
La historia de la catedral mexicana empieza en realidad mucho antes.
En 1523, solo tres años después de la conquista del imperio azteca por
Hernán Cortés, este manda construir una iglesia en la planta del viejo
templo de Quetzalcoatl en Tenochtitlán. Era el procedimiento habitual en
toda conquista: elevar iglesias en el centro de las ciudades, ya fueran
conquistadas o ya de nueva planta. Esta iglesia se construyó con materiales
de los propios templos aztecas. Su importancia fue creciendo a medida que
aumentaba la influencia de la Nueva España, el virreinato de la América
central. A la altura del año 1530 ya actuaba, de hecho, como catedral. El
reconocimiento formal vino con esa bula pontificia. No era la primera
catedral del Nuevo Mundo, pero sí la primera que se levantaba en tierra
continental.
La catedral de Ciudad de México fue elevada a metropolitana en 1547
por el papa Paulo III. Eso la ratificaba como centro espiritual de la América
hispana. Y según el lugar sagrado crecía, se iba viendo que sus dimensiones
eran completamente inapropiadas para su función. Felipe II ordenó derribar
la mayor parte de su estructura en 1552 y sobre su planta se edificó la
catedral nueva, que es la que hoy permanece en pie: un templo de 128
metros de largo por 59 de ancho y con 60 metros de altura hasta la cúpula,
cinco naves y dieciséis capillas laterales. La fachada final, de corte
neoclásico, se debe al arquitecto de Veracruz José Damián Ortiz de Castro,
nacido ya en América. Hoy esta obra es unánimemente considerada como
uno de los grandes monumentos de América. Está dedicada a la Asunción
de la Virgen María.
España ya había levantado una catedral en Santo Domingo en 1512 –la
primada de América– y le seguiría otra en Lima en 1536. Era el signo
distintivo de la dominación española en América: catedrales y
universidades, ciudades y caminos. No todo fue fiebre del oro.

Otros hechos
1091: Los invasores almorávides asaltan la ciudad de Sevilla y
prenden a su rey, Al-Mutamid, el mismo que les había llamado
para combatir a los cristianos. Al-Mutamid terminará sus días
preso en un lejano rincón del sur de Marruecos.
1282: Alfonso X de Castilla deshereda a su hijo y sucesor,
Sancho.
1595: Nace en Madrid el jesuita Juan Eusebio Nieremberg,
teólogo y físico.
1654: Muere en Cartagena de Indias el misionero catalán San
Pedro Claver, jesuita, que dedicó su vida a los esclavos negros
de esa ciudad,
1930: Muere fusilado en Argentina el anarquista catalán
Joaquín Penina.
10
de septiembre
Así murió la gobernadora de Guatemala

Tal día como hoy, 10 de septiembre de 1541, moría en Santiago de los


Caballeros Beatriz de la Cueva, viuda del conquistador Alvarado,
gobernadora de Guatemala y una de las primeras mujeres que ocupó
puestos de gobierno en América.
Beatriz había nacido en Úbeda, Jaén, alrededor del año 1490. Su
hermana Francisca estaba casada con el explorador Pedro de Alvarado, uno
de los grandes nombres –y también de los más discutidos– en la conquista
de América. Francisca murió en el Nuevo Mundo en 1528 víctima de unas
fiebres tropicales. Alvarado se dedicará a sus conquistas en Centroamérica
y a la fallida expedición al Perú. Pronto la Corona le nombrará gobernador
y capitán general de Guatemala. Su existencia de conquistador dejaba paso
a la de político. Tenía que sentar la cabeza, por decirlo así. De manera que,
movido al parecer por consejos de la corte, viajó a España para desposar a
su cuñada, Beatriz, nuestro personaje. Corría 1538.
Todas las crónicas coinciden en describir a Beatriz como una mujer
muy hermosa, ojos expresivos, de gran inteligencia, acusado gusto por la
moda y el lujo y de un exquisito trato hacia los indígenas, cualidad esta
última que su marido no poseía. Era ya septiembre de 1539 cuando la
pareja, después de varias escalas, llegó a su destino. Beatriz de la Cueva se
granjeó pronto la simpatía de los pobladores de Santiago de los Caballeros,
la primera capital de Guatemala, territorio que en aquel momento ocupaba
toda la actual América Central, limitando con Nueva España por el norte.
En el mes de junio de 1541 Alvarado tuvo que acudir al norte para sofocar
una rebelión indígena. Beatriz quedó al frente del gobierno. Pero Alvarado
murió durante la batalla, lo cual dejaba la gobernación de Guatemala en una
dificilísima situación.
Dicen que Beatriz, cuando se enteró de la muerte de su esposo, pintó
toda su casa de negro por dentro y por fuera en señal de luto, y que,
deprimida, empezó a firmar los documentos como «la Sin Ventura». Ello no
impidió que el cabildo de la ciudad la eligiera gobernadora el 9 de
septiembre de aquel año. Fue la primera mujer elegida democráticamente en
América para un cargo público. Su mandato, sin embargo, duró muy poco.
Al día siguiente de su elección, un enorme temporal, agravado por un
terremoto, provocó riadas de lodo y piedras. El día 11, el alud sepultó la
ciudad entera y, entre otras muchas edificaciones, el palacio del gobernador.
En la capilla de palacio se hallaba rezando doña Beatriz con otras damas de
la ciudad. Así murió Beatriz de la Cueva, primera gobernadora de
Guatemala, tal día como hoy del año 1541.

Otros hechos
1561: Nace en Asunción, hoy Paraguay, el conquistador y
político Hernando Arias de Saavedra, gobernador del Río de la
Playa y del Paraguay desde 1592, primer nacido en América
que ocupó cargos de gobierno en las Indias.
1831: Bajo el reinado de Fernando VII se crea la Bolsa de
Madrid.
1981: Vuelve a España el Guernica de Picasso, procedente del
Museo de Arte Moderno de Nueva York.
11
de septiembre
Barcelona se rinde a Felipe V de Borbón

Tal día como hoy, 11 de septiembre de 1714, la ciudad de Barcelona se


rendía ante las tropas de Felipe V de Borbón, durante la Guerra de
Sucesión española.
El asedio de Barcelona fue un episodio más de aquella guerra, en la
que dos grandes alianzas internacionales pugnaban por hacerse con la
Corona de nuestro país. El último Austria, Carlos II, había muerto sin
descendencia. Francia por un lado, e Inglaterra y Austria por el otro,
pelearon por el trono español. El concejo de Barcelona, como otros
territorios españoles, estaba en aquel momento con el candidato de Austria.
Por eso hubo guerra allí. Tras numerosos vaivenes políticos (porque antes
había apoyado al candidato francés), Barcelona terminó convirtiéndose en
el último bastión del partido austracista, y ello incluso cuando el propio
candidato, el archiduque Carlos, ya había renunciado a la Corona española.
Desde hace mucho tiempo, el nacionalismo catalán ha vendido este
episodio como una muestra de la lucha de Cataluña por su independencia.
Eso es absolutamente falso. Primero, el levantamiento se limitó a
Barcelona, no se extendió a toda Cataluña. Y después, y sobre todo, quienes
allí lucharon no lo hicieron por la independencia de Cataluña, sino por la
libertad de toda España. Así lo escribieron en sus textos. El principal líder
de la revuelta, el abogado Rafael de Casanova, no combatió bajo la señera,
sino la bandera de Santa Eulalia, y lo hizo, en sus propias palabras, «por la
libertad de toda España». Casanova era sin duda un patriota, pero un
patriota tan español como catalán. La Corona, por otro lado, no fue severa
con él: refugiado en casa de su hijo y amnistiado en 1719, regresó a
Barcelona y ejerció su profesión de abogado hasta su vejez.
Aquella guerra de sucesión la ganó Felipe de Anjou. Desde entonces
reinan en España los Borbones, que aplicaron en nuestro país el mismo
sistema centralista que se había impuesto en Francia. Entre otras cosas, los
territorios de la vieja Corona de Aragón perdieron sus fueros singulares. No
así los territorios vascos y Navarra, que habían apostado por Felipe.

Otros hechos
1541: En Chile, los españoles de Santiago rechazan el ataque
mapuche del caudillo Michimalonco. En la refriega se
distingue la compañera de Valdivia, Inés Suárez.
1573: Juan de Austria emprende la conquista de Túnez, que
culminará en los días siguientes. El papa pedirá que se le
nombre rey de Túnez. Felipe II declinará.
1609: Decreto de expulsión de los moriscos de Valencia.
1684: Nace en Madrid el médico y filósofo Martín Martínez,
amigo de Feijoo y precursor de la Ilustración en España.
1766: Carlos III decide admitir a los indígenas americanos en
las comunidades religiosas y los cargos civiles. Los mestizos ya
estaban en ambas esferas muchos años atrás.
12
de septiembre
Jaime I reconquista Mallorca

Tal día como hoy, 12 de septiembre de 1229, el rey de Aragón Jaime I


el Conquistador entraba en Mallorca, plaza que hasta entonces había
estado en poder musulmán.
Ocurrió que los mercaderes de Barcelona, Tarragona y Tortosa
acudieron al rey Jaime para pedirle ayuda contra los piratas musulmanes
que desde las Baleares hostigaban el tráfico marítimo. Desde muchos siglos
atrás, las islas Baleares, y en especial Mallorca, eran la base privilegiada de
flotas que vivían de la rapiña en los mares. Las expediciones de los ladrones
del mar no solo depredaban el tráfico marítimo, sino que además azotaban
el litoral con devastadoras campañas que asolaban los campos y capturaban
a sus gentes para venderlas como esclavos. Y así, en diciembre de 1228, los
mercaderes catalanes formularon al rey Jaime una singular propuesta: si el
rey ponía los guerreros, ellos, los mercaderes, pondrían las naves para
conquistar Mallorca.
El 5 de septiembre de 1229 zarpó desde los puertos de Tarragona,
Salou y Cambrils una escuadra de 155 naves. A bordo viajaban 1.500
caballeros y alrededor de 15.000 soldados. Fue un ciclón que arrolló a los
defensores musulmanes. Estos, viéndose en clara inferioridad, corrieron a
refugiarse en las murallas de Palma de Mallorca, que entonces se llamaba
Madina Mayurqa. A los musulmanes mallorquines no se les ocurrió mejor
cosa que crucificar a varios prisioneros cristianos ante los mismos ojos de
los sitiadores, para amedrentarlos. Pero las huestes de Jaime I, enardecidas,
redoblaron sus energías. La ciudad caerá en pocos días. El comportamiento
de los vencedores tras la victoria será tan poco ejemplar como antes lo
había sido el de los moros. Pero la campaña fue un éxito, porque Menorca,
Ibiza y Formentera, atemorizadas, se apresuraron a suscribir pactos de
vasallaje hacia Aragón.
Centenares de campesinos de Ampurias vendrían a repoblar las islas
Baleares. Mallorca se constituyó como reino singular de la Corona de
Aragón y tuvo fueros en 1230. Los mercaderes de Barcelona, Tarragona y
Tortosa obtuvieron lo que deseaban: unas Baleares libres de piratas. Al
menos, por unos pocos años.

Otros hechos
1213: Muere en la batalla de Muret, cerca de Toulouse, el rey
Pedro II de Aragón.
1631: La escuadra española derrota a las naves holandesas en
la batalla de Pernambuco, en Brasil.
1647: Muere en Velilla de Aragón, Zaragoza, Miguel Pellicer,
el «cojo de Calanda», que por hecho milagroso vio
reconstruida la pierna que se le había amputado. Es uno de los
pocos milagros de época premoderna donde consta acta
notarial e informe médico.
1901: Nace en Cartagena el político y abogado Ramón Serrano
Suñer, cuyo papel será determinante en la formación del Estado
del 18 de julio.
1982: Muere en Madrid a los noventa y un años Federico
Moreno Torroba, compositor de zarzuelas y piezas para
guitarra.
13
de septiembre
El golpe de Primo de Rivera

Tal día como hoy, 13 de septiembre de 1923, el general Miguel Primo


de Rivera dio un golpe de Estado con el apoyo del rey Alfonso XIII y de
la mayor parte de los sectores sociales y políticos de España. Aquello
significaba el final del sistema de la Restauración, el turnismo de
conservadores y liberales que regía en nuestro país desde el último
tercio del siglo XIX.
El golpe de Primo de Rivera fue, en general, muy bien recibido. La
situación política de nuestro país era calamitosa: gobiernos incompetentes,
intrigas palaciegas, terrorismo anarquista, egoísmo de las oligarquías,
conflictos sociales, reveses en la guerra de Marruecos… Primo de Rivera,
que era entonces capitán general de Cataluña y gozaba de gran prestigio,
encabezó la protesta de los militares y de gran parte de la sociedad. El 13 de
septiembre de 1923 hizo público un bando en el que reclamaba el poder
para «poner orden en España» y «liberarla de los profesionales de la
política». Era un lenguaje que recordaba con mucha nitidez el
regeneracionismo de Joaquín Costa y su «cirujano de hierro». El rey
Alfonso XIII, sin duda influido por el éxito del modelo dictatorial en la
Italia de Mussolini, nombró a Primo de Rivera presidente del Gobierno. Un
directorio militar quedaba al frente del país.
Después, la dictadura gozó del respaldo no solo de la derecha, sino
también de los nacionalistas catalanes conservadores y de los socialistas del
PSOE, que ocuparon cargos de responsabilidad en la Administración. Ese
apoyo durará hasta que el general decida crear su propio partido, la Unión
Patriótica, e incluso intente institucionalizar su régimen a través de una
Constitución. En ese propósito iba a contar con auxilios de primer orden,
como Calvo Sotelo, Maeztu o Pemán, pero el intento la granjearía la
hostilidad de las izquierdas y de un amplio sector del propio Ejército, con
una intempestiva insurrección corporativa del Arma de Artillería. Aun así, y
en buena parte gracias a sus éxitos en el campo económico, la dictadura de
Primo de Rivera se prolongaría hasta enero de 1930, cuando el propio rey
Alfonso XIII, empujado por su camarilla, forzó la dimisión del general. Su
caída terminaría arrastrando al propio rey y a la monarquía.
Primo de Rivera tendrá que salir de España y morirá en París,
deprimido y enfermo. Pocos años después su hijo José Antonio fundaría el
partido Falange Española.

Otros hechos
1598: Muere Felipe II, rey de España desde 1556. Le sucederá
su hijo Felipe III.
1739: Fallece en Madrid el padre Francisco Piquer, sacerdote y
músico, creador del primer Monte de Piedad en nuestro país.
1967: Muere en el exilio, en Ginebra, el ingeniero y aviador
Emilio Herrera Linares, figura internacional de la aeronáutica.
1974: Atentado de la calle Correo en Madrid: ETA mata a 13
personas con la colaboración de elementos comunistas. La
posterior amnistía hará que el crimen quede impune.
14
de septiembre
Alfonso X el Sabio reconquista Cádiz

Tal día como hoy, 14 de septiembre de 1262, el rey de Castilla y León


Alfonso X el Sabio conquistaba la ciudad de Cádiz. Con esta plaza las
armas cristianas llegaban hasta el Atlántico y completaban la
reconquista del valle del Guadalquivir frente a los musulmanes.
Alfonso X el Sabio contaba en aquel momento cuarenta años y llevaba
diez en el trono. Las campañas militares no le eran ajenas: el rey, siendo
todavía príncipe, había dirigido a las huestes castellanas en la conquista de
Murcia, en la batalla de Jerez y en la decisiva reconquista de Sevilla. El
control sobre el conjunto del valle del Guadalquivir era vital porque
desarticularía cualquier intento musulmán por volver a penetrar en la
península y de paso otorgaría a Castilla una región de enorme valor
económico. La ciudad de Cádiz, de antiquísima historia, era por entonces
una plaza venida a menos, muy poco poblada, pero conservaba una gran
importancia estratégica en la medida en que permitía controlar los
movimientos musulmanes entre Tarifa y Algeciras. La plaza había sido ya
puesta bajo control político castellano por Fernando III el Santo, padre de
Alfonso, pero sin ocupación efectiva. El rey Sabio lo hará.
Lo que Alfonso buscaba era, muy visiblemente, construir una gran
base naval con fines comerciales y militares. Objetivo: las costas
norteafricanas. No era solo Cádiz lo que le interesaba: era toda la bahía.
Corría el año 1262 cuando los castellanos plantaron sus banderas en la vieja
ciudad fenicia, griega y romana. Así Cádiz volvió a la vida. Los primeros
cien colonos llegaron con un tal Guillén de Berja. Ellos serán los que
reconstruyan la alcazaba y la muralla. El frente de guerra se trasladó así a
las plazas del estrecho, donde intentarán hacerse fuertes los benimerines, el
clan que por entonces gobernaba el norte de África. Todos los musulmanes
que quedaban en la ciudad y sus aledaños fueron expulsados en 1264,
después de una revuelta. La Cádiz cristiana será repoblada con gentes
procedentes del norte de Castilla, primero, y enseguida con otros que venían
de Laredo, Santander y Castro Urdiales, las villas marineras cantábricas, y
que llegaron a la ciudad atraídos por el impulso del rey a la industria naval.
De hecho, Cádiz no tardará en ser elegida como sede de los astilleros reales.
Desde entonces el nombre de Cádiz es inseparable de las grandes
singladuras de los barcos españoles.

Otros hechos
791: El rey de Asturias Bermudo I, derrotado en el Burbia,
abdica en Alfonso II el Casto.
1593: El conquistador guipuzcoano Francisco de Argañaraz
funda la ciudad de Jujuy, en el norte de la actual Argentina.
1823: Las tropas insurrectas liberales del general Rafael de
Riego son derrotadas en Jódar, Jaén, por los Cien Mil Hijos de
San Luis. Riego será detenido al día siguiente y posteriormente
juzgado y ejecutado.
1846: Nace en Monzón, Huesca, el político y escritor Joaquín
Costa, figura clave del regeneracionismo, de enorme influencia
entre finales del XIX y principios del XX.
1914: Nace en Portbou, Gerona, el economista Fabián Estapé,
colaborador de los planes de desarrollo del franquismo,
introductor en España de la obra de Schumpeter y Galbraith.
15
de septiembre
Carlos I otorga el título de ciudad
a Panamá

Tal día como hoy, 15 de septiembre de 1521, el rey Carlos I de España


emitía una Real Cédula que daba a la localidad de Panamá el título de
ciudad, le otorgaba escudo de armas y establecía un cabildo. Era la
primera ciudad europea permanente en el océano Pacífico, que aún se
llamaba Mar del Sur.
La ciudad de Nuestra Señora de la Asunción de Panamá, que tal era su
nombre, había sido fundada dos años antes, 1519, por Pedrarias Dávila,
gobernador enviado por España a las tierras recién descubiertas por Vasco
Núñez de Balboa en septiembre de 1513. Hasta ese momento los
asentamientos españoles en el istmo estaban, primero, en Santa María la
Antigua del Darién, en el noroeste de la actual Colombia, y después en
Acla, en la costa central del actual Panamá, ambas en la orilla atlántica del
continente. El descubrimiento del Mar del Sur, el océano Pacífico, permitió
a los españoles pasar al otro lado. Núñez de Balboa se había asegurado
además la colaboración de casi todas las tribus indígenas de la región. El
honor de dirigir la primera ciudad debía haberle correspondido a él, pero su
conflicto con Pedrarias y la inquina de este terminó llevando al descubridor
al cadalso en enero de 1519.
El primer asentamiento de la ciudad de Panamá, fundado en agosto de
1519, era poco más que una aldea de cien habitantes sobre un solar antes
ocupado por los indios Cueva. Pero Pedrarias Dávila, que en esto sí era muy
eficaz, se había tomado el trabajo de ejecutar un trazado urbano previsor,
incluyendo un espacio para iglesia y otro para cabildo, como siempre se
hacía entonces en las ciudades españolas. El lugar escogido resultó ser
mucho más saludable y práctico que los anteriores asentamientos del Darién
y Acla, que enseguida quedaron vacíos, y además se convirtió pronto en
etapa imprescindible de cualquier tráfico por el nuevo mar. Cuando Carlos I
le concedió el título de ciudad, en 1521, su alcalde era un hombre que iba a
hacer historia: Francisco Pizarro, futuro conquistador del Perú.
Precisamente las rutas abiertas hacia el Perú convertirán a Panamá en un
verdadero emporio. En 1610 ya era una ciudad de más de 5.000 habitantes,
con catedral y hospital. Y esto solo era el principio.

Otros hechos
800: En el acta de donación del pequeño monasterio de
Taranco de Mena, en el burgalés valle de Mena, aparece por
primera vez la palabra Castilla para nombrar el territorio que
antes se llama «Bardulia».
1585: El corsario inglés Francis Drake parte de Plymouth con
23 barcos y 2.500 hombres dispuesto a atacar las ciudades
españolas en Europa y en América. Fracasará en Vigo y
Canarias, pero tendrá éxito en Santo Domingo y Cartagena de
Indias.
1832: Muere en Cádiz el marino Domingo de Monteverde,
último capitán general de Venezuela.
1883: Nace en Barcelona el científico Esteban Terradas,
investigador y docente, estudioso de la radiación, miembro del
Consejo Superior de Investigaciones Científicas desde 1940.
16
de septiembre
Fernando de Aragón reconquista
Antequera

Tal día como hoy, 16 de septiembre de 1410, quedaba visto para


sentencia el asedio de Antequera, plaza del reino moro de Granada, por
el infante Fernando de Trastámara, hermano del rey de Castilla. Seis
días después los moros rendían la ciudad. Y a Fernando de Aragón se le
empezó a llamar «el de Antequera».
Fernando era el segundo hijo del rey Juan I de Castilla y Leonor de
Aragón, solo un año menor que el primogénito, Enrique. A Enrique –que
sería Enrique III el Doliente– le tocaba heredar el trono castellano y a
Fernando, en principio, el ingrato papel de crecer en la sombra. Una sombra
relativa, en todo caso: sus posesiones por nacimiento eran inmensas
(Peñafiel, Lara, Medina del Campo, Cuéllar, Castrojeriz, Olmedo, Écija,
Arjona, etc.) y él, emprendedor, se ocupará de ampliar y rentabilizar ese
patrimonio. Se casó con su tía Leonor de Alburquerque, lo cual multiplicó
su fortuna, y semejante red de señoríos y rentas le convirtió en el hombre
más rico de Castilla con solo quince años de edad. Se construyó un enorme
palacio en Medina del Campo y desde allí organizó una red comercial de
extraordinaria pujanza. Mercaderes de todas partes –Borgoña, Francia,
Nápoles, Flandes, Aragón– acudían a la ciudad para hacer sus negocios.
Cuando murió su hermano dejando a un heredero de muy corta edad,
Fernando no peleó por el trono, sino que se avino a desempeñar un papel de
corregente con su cuñada, la reina viuda Catalina. Se dividieron las zonas
de poder. Catalina se encargaría de gobernar el norte; Fernando tomaría
bajo su mando las tierras del sur del Guadarrama y, en particular, la frontera
con Granada, donde latía de nuevo la amenaza mora con el impulso
benimerín. La guerra con Granada le abría un campo enorme. Ya era el
hombre más rico de Castilla. Ahora podía multiplicar su poder controlando
los subsidios de las cortes para la guerra con el moro y, después, venciendo
en el campo de batalla. Ahí se inscribe el episodio de la conquista de
Antequera. El reino de Granada se estaba deshaciendo en luchas internas.
Fernando jugó sus cartas. A finales de 1409 plantó sus tiendas ante la
estratégica plaza. El asedio comenzó en abril de 1410. Duró cinco meses. El
16 de septiembre los moros negociaban la rendición, que se verificó el día
22.
Fernando de Trastámara, Fernando de Antequera, se convirtió en el
hombre más importante del país. Y con ese triunfo en la mano puso la
mirada en su siguiente objetivo: ser rey de Aragón, trono que le
correspondía por su madre. Se hará con la corona dos años después. Y será
Fernando I de Aragón. Un triunfador.

Otros hechos
1492: Cristóbal Colón descubre el Mar de los Sargazos.
1498: Muere en Ávila fray Tomás de Torquemada, primer
inquisidor general de España.
1810: El cura Miguel Hidalgo tañe las campanas del pueblo de
Dolores, en México, y llama a los feligreses a levantarse contra
las autoridades españolas, que han pactado con los franceses.
Es el momento inaugural de la independencia de México.
17
de septiembre
La refundación de Melilla

Tal día como hoy, 17 de septiembre de 1497, el caballero don Pedro de


Estopiñán conquistaba Melilla para los Reyes Católicos. En ese
momento allí no había nada más que ruinas y nómadas. Desde ese día
Melilla es tierra española.
Melilla había sido un puerto importante desde época romana, una plaza
comercial y pesquera pujante, pero en este momento, finales del siglo XV,
solo era una ciudad muerta: las terribles guerras entre los marroquíes de Fez
y los argelinos de Tremecén habían arrasado el lugar. Un campo de ruinas
cuyas afueras eran frecuentadas por grupos de pastores nómadas. Eso era
Melilla.
Cuando los Reyes Católicos culminaron la conquista del Reino de
Granada, se plantearon establecer bases en el norte de África. Por un lado,
el impulso natural parecía saltar el mar y recuperar lo que un día fue la
Mauritania romana y cristiana; por otro, controlar el lado africano del
estrecho era la mejor manera de prevenir nuevas invasiones. Melilla fue uno
de los lugares escogidos: una ciudad vacía, rodeada por pequeños núcleos
de aldeanos bereberes. La casa de Medina Sidonia decidió patrocinar
personalmente la aventura. Para ello delegó la tarea en el contador mayor de
la casa ducal, don Pedro de Estopiñán, que alineó una pequeña flota y cinco
mil soldados de a pie. Y don Pedro diseñó una operación verdaderamente
original. Dado que la ciudad estaba prácticamente desierta y completamente
en ruinas, el caballero castellano no se lanzó a un ataque convencional, sino
que dispuso un desembarco nocturno.
Estopiñán había hecho cargar en los barcos grandes vigas y tablones
desmontables, un auténtico muro prefabricado. A lo largo de la noche, los
castellanos desembarcaron las vigas y las ensamblaron a toda velocidad
sobre la vieja muralla derruida. Y así, al amanecer, los moros de los
alrededores descubrieron, aterrados, que la ciudad había vuelto a surgir
durante la noche. Lo tomaron por cosa de embrujo, pero fue, en realidad,
cosa de ingenio. A los pocos días llegó una tropa musulmana, pero
Estopiñán había acabado ya el trabajo y la ciudad pudo defenderse con
soltura. Aquel muro prefabricado, una verdadera obra maestra de la
ingeniería militar, había cumplido su función. Desde entonces, la Corona
española nunca abandonará Melilla.

Otros hechos
1111: El infante Alfonso, seis años, hijo de Urraca de León y
Raimundo de Borgoña, es proclamado rey de Galicia por una
facción de la nobleza. En 1126 será, además, rey de León y
enseguida de Castilla como Alfonso VII.
1485: Muere en Zaragoza, asesinado por judeoconversos, el
inquisidor de Aragón fray Pedro Arbués.
1584: Nace en Sevilla el músico Francisco Correa de Arauxo,
organista barroco.
1665: Muere en Madrid Felipe IV, rey de España y Portugal,
después de cuarenta y cuatro años de reinado.
18
de septiembre
Empieza la revolución «Gloriosa»

Tal día como hoy, 18 de septiembre de 1868, comenzaba en España la


revolución que terminaría derribando a la monarquía de Isabel II.
Pasaría a la historia como «la Gloriosa», pero realmente tuvo poca
gloria.
Todo empezó con un golpe de Estado militar de cariz liberal: la
sublevación del almirante Topete en Cádiz. Desde varios años atrás, el
gobierno de Isabel II había naufragado en el caos de la crisis económica y
las intrigas palaciegas. La reina, proclive a los liberales Olózaga y
Espartero, había apoyado después a los moderados (los de Narváez), pero
incluso estos se sentían decepcionados. Como el país no funcionaba,
numerosos sectores civiles y militares pensaron que la causa del problema
era la persona de la reina y sus excesivas injerencias en el gobierno. Los
últimos movimientos de la Corona apuntaron a una solución de carácter
centrista en la persona de otro general, O’Donnell, pero el régimen estaba
ya herido de muerte.
A mediados de la década de los sesenta se juntaron los problemas
económicos, la agitación social, las derrotas militares y el malestar de las
clases dirigentes. Todo el país comenzó a conspirar contra la monarquía
isabelina. En 1866 hubo una sublevación militar –la del cuartel de San Gil–
que ya era republicana. Progresistas y demócratas pactaron en Ostende
contra la monarquía. Y en la cabeza de la operación estaban no solo los
exiliados liberales y los republicanos, sino de manera muy notable los
militares: Prim, Topete, Serrano, etc., que pasaron ostensiblemente de la
fidelidad a la Corona a la traición en la certidumbre de que solo así se
salvaría el país. Fueron los años de la primera gran crisis financiera del
capitalismo español, a la que se añadió una grave falta de alimentos por la
reiteración de dos años con malas cosechas. La atmósfera no podía ser más
propicia. A Topete le correspondió dar el primer paso: la sublevación de la
flota. Eso fue el día 17 de septiembre. Era la señal para que, al día siguiente,
el general Prim se pusiera a la cabeza del movimiento.
La reina Isabel de Borbón se exilió. La Revolución de 1868 dio lugar a
un periodo de seis años de fuerte inestabilidad: hubo una regencia sin
corona, una monarquía postiza –la de Amadeo de Saboya– y una República
–la I República española– sin que los problemas del país hallaran solución
Finalmente la monarquía sería restaurada en la persona del hijo de Isabel II,
Alfonso XII.

Otros hechos
737: Según la tradición, fecha del fallecimiento de Don
Pelayo, primer rey astur.
795: Batalla de las Babias: el emirato de Córdoba lanza sus
ejércitos contra el reino de Asturias; derrotan a las huestes
cristianas y saquean Oviedo, pero no consiguen atrapar al rey
Alfonso II el Casto.
1546: Batalla de Iñaquito, en el Perú: los encomenderos de
Gonzalo Pizarro derrotan y dan muerte al virrey Blasco Núñez
de Vela.
19
de septiembre
La heroica muerte de Guzmán el Bueno

Tal día como hoy, 19 de septiembre de 1309, moría Guzmán el Bueno,


uno de los héroes más destacados de la España medieval, célebre por su
defensa de Tarifa.
Alonso Pérez de Guzmán, que así se llamaba, había nacido en León en
1255 y era hijo bastardo de un notable caballero de la Corona. Hizo carrera
como guerrero cristiano al servicio del sultán de Marruecos, en una época
en la que Castilla estaba en paz con los almohades. Cuando el paisaje
cambió, Guzmán volvió a Castilla.
Participó en la conquista de Tarifa y quedó como alcalde de la ciudad.
Allí tuvo que resistir una feroz ofensiva musulmana, con la guerra civil
castellana como telón de fondo. El rey Sancho, hijo de Alfonso X el Sabio,
y su hermano Juan peleaban por el trono. Este Juan, ciego de ambición (y
de rencor, porque su padre le había legado dos coronas de las que nunca
disfrutó), pactó con los musulmanes benimerines para hacer la guerra a
Castilla. Y por una macabra broma del destino, resulta que el hijo de
Guzmán el Bueno, Alfonso, estaba sirviendo como paje al infante Juan.
Cuando los benimerines atacaron Tarifa, supieron que su defensor, Guzmán,
era padre de aquel mozo que servía al infante. ¿Qué hicieron? Apresar al
niño Alfonso y utilizarlo para chantajear a su padre. Así Guzmán el Bueno
se vio enfrentado a una tesitura que le haría pasar a la leyenda: si no rendía
la plaza de Tarifa, los moros matarían a su hijo. Guzmán, dispuesto a resistir
a todo trance, arrojó a los moros un puñal: prefería perder a su hijo antes
que traicionar a su rey. El niño fue asesinado y su cabeza lanzada a la
fortaleza con una catapulta, pero Tarifa se salvó.
A Guzmán se le apodó el Bueno porque en aquel trance, sitiada Tarifa,
abrió la despensa del castillo para repartir víveres entre la población.
Guzmán el Bueno salió con bien del asedio de Tarifa y, colmado de honores
por el rey de Castilla, siguió peleando contra los sarracenos. Murió
combatiendo, como no podía ser de otro modo, con cincuenta y cuatro años,
en Gaucín, en la serranía de Ronda, aquel 19 de septiembre de 1309.

Otros hechos
1468: En los Toros de Guisando, junto a El Tiemblo, Ávila,
Enrique IV reconoce a su hermanastra Isabel de Castilla como
heredera en ausencia de descendencia propia.
1580: Miguel de Cervantes es liberado de la cárcel en Argel.
1815: El general Juan Díaz Porlier encabeza en La Coruña una
sublevación liberal para que Fernando VII reponga la
Constitución de 1812. Fracasará.
1921: El exfuncionario colonial Abd el-Krim se subleva y
proclama la República del Rif en el protectorado español de
Marruecos.
1935: Estalla el escándalo del «estraperlo»: el presidente de la
II República, Alcalá-Zamora, fuerza la dimisión del jefe de
gobierno, Alejandro Lerroux.
1964: Manifestación falangista frente a la embajada de los
Estados Unidos en Madrid por el hundimiento, a manos de la
CIA, del carguero español Sierra de Aránzazu.
20
de septiembre
El nacimiento de la Legión española

Tal día como hoy, 20 de septiembre de 1920, nacía la Legión española,


uno de los cuerpos más afamados de nuestras fuerzas armadas.
España andaba enredada en la guerra de Marruecos, un conflicto
colonial que estaba costando mucha sangre y muchas lágrimas. La
resistencia de las tribus montañesas del Rif se había convertido en una
sangría constante. Las tropas españolas, formadas fundamentalmente por
soldados de reemplazo, no tenían ni la formación militar ni la moral de
combate precisas para enfrentarse a ese enemigo. Por eso al teniente
coronel Millán Astray se le ocurrió crear una unidad militar, sobre el
modelo de la Legión Extranjera francesa, que pudiera estar a la altura del
desafío.
La idea de Millán Astray fue bien recibida por el Gobierno y por el
propio rey Alfonso XIII. El 28 de enero de 1920, el ministro de la Guerra,
general José Villalba Riquelme, uno de los mayores renovadores del
ejército español, firmaba la prescriptiva orden. Millán Astray escogió como
segundo jefe a un joven oficial de brillante carrera, curtido en África y
famoso por su imperturbable eficacia: Francisco Franco. La unidad nacía
con el nombre de Tercio de Extranjeros. Cualquier ciudadano español o
extranjero podría alistarse. Nadie le preguntaría quién era ni de dónde
venía. No había más requisito que estar sano y fuerte, y ser apto para
empuñar las armas.
Millán Astray dotó al nuevo cuerpo de una singular mística inspirada
tanto en los viejos tercios españoles como en el bushido japonés, el código
de honor de los samuráis, que él mismo tradujo. El 20 de septiembre de
1920 se alistaba el primer legionario: Marcelo Villeval Gaitán, de Ceuta,
que más tarde moriría en combate en Alhucemas con el empleo de brigada.
Esa fecha del alistamiento del primer legionario es tradicionalmente
considerada como la fundación efectiva del Tercio. Después llegó la
primera expedición: doscientos hombres enrolados en Barcelona. Enseguida
creció la fama de los «novios de la muerte» como una unidad militar de
excepcional arrojo.
Desde entonces la Legión ha estado presente en todos los conflictos
bélicos de la Historia moderna de España y en todas las misiones exteriores
de nuestras fuerzas armadas. Hoy, con cerca de un siglo sobre sus chapiris,
es sin duda uno de los cuerpos más queridos por la sociedad española.

Otros hechos
1596: El conquistador Diego de Montemayor funda la ciudad
de Monterrey, en México.
1604: Los tercios de Ambrosio Espínola rinden la ciudad de
Ostende, en Flandes, después de tres años de asedio.
1836: Batalla de Villarrobledo: las tropas isabelinas logran
detener a la expedición carlista del general Gómez, durante la
primera guerra carlista.
1897: Nace en Badajoz el escritor Arturo Barea, autor de la
trilogía La forja de un rebelde.
21
de septiembre
La reconquista de Cuenca

Tal día como hoy, 21 de septiembre de 1177, la ciudad de Cuenca era


reconquistada por las tropas cristianas. Se ganaba así una plaza crucial
en la ofensiva hacia el sur.
Cuenca estaba sitiada por los ejércitos de Castilla desde principios de
ese año. Precisamente estas tierras habían sido escenario reciente de una de
las ofensivas almohades: pese a la tregua de Castilla con el califa Abu
Yakub, en el verano anterior los moros de Cuenca habían saqueado las
tierras cristianas de Huete y Uclés. Aquello rompió la tregua y movió a
Alfonso VIII a cercar la ciudad. A instancias del legado papal, el cardenal
Jacinto, Alfonso VIII de Castilla y Alfonso II de Aragón se reunieron con
Fernando II de León. Fue en Tarazona. Había que reunir fuerzas y eso
exigía cesar en cualquier querella interna. A partir de aquel encuentro de
Tarazona, el sitio de Cuenca iba a intensificarse.
La cuantía de las tropas que convergen en torno a Cuenca es
apabullante. La crónica nos cuenta que allí acudieron, a la llamada del rey,
las milicias de Almoguera, Ávila, Atienza, Segovia, Molina, Zamora y La
Transierra, las huestes del señor de Albarracín, Pedro Ruiz de Azagra, y las
mesnadas de los mejores nombres de Castilla: el Conde Nuño Pérez de
Lara, Pedro Gutiérrez, los descendientes de Álvar Fáñez, Tello Pérez, Nuño
Sánchez. No faltaron las cohortes de las Órdenes Militares de Santiago y
Calatrava. También Fernando II de León mandó tropas y, sobre todo,
Alfonso II de Aragón participó de manera intensa en la empresa.
Aterrado ante semejante concentración, el alcaide moro de Cuenca,
llamado Abu Beka, pidió refuerzos al califa Abu Yakub, pero el caudillo
almohade andaba en ese momento demasiado ocupado en África. Sin
refuerzos, el jefe moro intenta una solución desesperada: una cabalgada por
sorpresa contra el campamento cristiano para matar al rey Alfonso de
Castilla. Era el 27 de julio de 1177. Una hueste mora galopa furiosamente
contra el campamento cristiano. Busca la tienda del monarca. Los nobles
del rey salen a frenar a los atacantes. La refriega es sangrienta, pero los
caballeros cristianos consiguen su objetivo: los moros se retiran y el rey
está a salvo. Fracasado este último intento, a los moros de Cuenca solo les
queda resignarse a lo inevitable. A medida que pasan las semanas, la
situación se hace más angustiosa: las catapultas golpean sin cesar los
muros. Aparece el hambre. Se extienden las enfermedades. El calor del
verano agrava las cosas. Solo es cuestión de esperar: cuando las fuerzas de
los defensores flaqueen, habrá llegado el momento de asaltar las
inexpugnables murallas. Dice la leyenda que un pastor de nombre Martín
Alhaja –como el de Las Navas– enseñó a los cristianos la forma de entrar
tras los muros. Sea como fuere, el hecho es que entraron. El asalto duró una
noche. Así se reconquistó Cuenca.

Otros hechos
1542: Muere en Perpiñán el poeta renacentista Juan Boscán
Almogávar.
1558: Muere en Yuste el emperador Carlos I de España y V de
Alemania.
1870: Nace en Madrid el político socialista Julián Besteiro.
22
de septiembre
La muerte de Abderramán II,
emir de Al-Ándalus

Tal día como hoy, 22 septiembre del año 852, moría en Córdoba
Abderramán II, emir de Al-Ándalus, que había gobernado la España
musulmana durante los anteriores treinta años.
El califa Abderramán II fue quien realmente dio a Córdoba su
esplendor: grandes edificios, grandes centros culturales, grandes rutas
comerciales… Un gran estadista, sin duda. Pero fue también un déspota
brutal que reprimió a su pueblo con violencia y que a menudo recurrió al
crimen para asentar su poder. Un gran dictador que ordenó arrancar las
cepas y prohibió la producción de vino para contentar a los doctores de la
ley islámica, que mandó crucificar a su tesorero para dar satisfacción al
populacho, que saqueó una y otra vez los campos de la España cristiana y
que esquilmó sin miramientos a su pueblo para satisfacer su propio gusto
por el lujo.
Dicen las crónicas que Abderramán vivió enamorado durante muchos
años de su favorita Tarub, una concubina que había llegado a la corte de
Córdoba como esclava y que, por su talento, se las arregló para convertirse
en una presencia determinante al lado del soberano cordobés. Abderramán,
en las melancólicas horas de sus campañas, mataba el tedio escribiendo
versos a su favorita. Con ella brillaba en la corte el eunuco Nasr Abu el-
Fath, un cristiano converso al islam que fue castrado siendo niño, como
castigo a las familias cordobesas por la insurrección del Arrabal, y que
gracias a su inteligencia supo hacerse un hueco en la cumbre del poder
andalusí. Nasr tocó la gloria cuando aplastó una incursión vikinga en
Sevilla, pero pronto moriría en la peor de las situaciones: bebiendo el
veneno que él mismo, con la complicidad de Tarub, había preparado para
Abderramán. Y al lado del emir estuvo siempre también el músico y poeta
Ziryab, que introdujo en Córdoba los refinados usos de la corte de
Damasco.
En época de Abderramán se levantaron los cristianos andalusíes: fue el
fenómeno de los mártires de Córdoba. El viejo emir sabrá solucionar el
problema con una mezcla de mano dura y diplomacia, pero, cuando él falte,
su heredero hará correr mucha sangre. Abderramán II murió dejando 87
hijos, 45 de ellos varones. Su sucesor, Mohamed, tendría que hacer frente a
los numerosos problemas que Abderramán dejó abiertos. En Asturias y
Navarra, mientras tanto, crecía la resistencia cristiana.

Otros hechos
1554: Muere en Ciudad de México el conquistador Francisco
Vázquez de Coronado, líder de una impresionante expedición
que llegó hasta las actuales Oklahoma y Kansas.
1586: Batalla de Zutphen, en la guerra de Flandes: los tercios
de Alejandro Farnesio liberan la ciudad de Zutphen, asediada
por holandeses e ingleses.
1812: Las Cortes de Cádiz otorgan al Duque de Wellington el
mando supremo de las fuerzas españolas durante la Guerra de
la Independencia.
1855: Nace en Zaragoza el periodista Mariano de Cavia.
1987: Muere en Nueva York la abogada y política republicana
Victoria Kent.
23
de septiembre
Piratas del Caribe

Tal día como hoy, 23 de septiembre de 1568, los corsarios ingleses


Hawkins y Drake ponían pies en polvorosa después de ser aplastados
por la flota española de don Francisco Luján en la isla de San Juan de
Ulúa, frente al puerto de Veracruz.
La propaganda histórica anglosajona nos ha vendido la imagen de unos
piratas caballerescos que robaban a los ricos y malvados españoles para
dárselo a los pobres. La verdad es que los piratas no eran otra cosa que
delincuentes: ladrones y asesinos que aprovechaban la escasa vigilancia de
las rutas marítimas y las pobres defensas de las ciudades americanas.
Dentro de ese mundo criminal, los corsarios aportaban el patrocinio del
Estado: amparados por su corona, robaban y mataban específicamente a los
enemigos del país patrocinador. Ejemplos eminentes: los corsarios John
Hawkins y su sobrino Francis Drake, delincuentes al servicio de su graciosa
majestad inglesa Isabel I. A la altura de 1567, y a pesar de la tregua formal
entre Inglaterra y España, la reina Isabel patrocinó una expedición de esos
dos sujetos contra las costas de la América española. ¿Qué tenían que
hacer? Robar esclavos negros para venderlos por su cuenta –y siempre
había quien los compraba, porque Hawkins amenazaba con bombardear
ciudades si no se adquiría su mercancía–, asaltar mercantes españoles y, de
paso, saquear tal o cual puerto. Las ciudades hispanoamericanas, con muy
pocas excepciones, eran pequeños asentamientos poco poblados y peor
defendidos. Una bicoca para aquellas flotillas corsarias.
En septiembre de 1568 entró en San Juan de Ulúa una de esas flotillas:
los seis barcos de Hawkins y Drake, que venían de saquear varias plazas
costeras y se abrieron camino en el puerto por el poco elegante
procedimiento de amenazar con degollar a unos rehenes españoles que
traían consigo. El virrey, ante el chantaje, optó por permitir que los
corsarios atracaran allí para avituallarse y reparar los barcos. San Juan de
Ulúa era el puerto principal del Atlántico americano: una próspera ciudad
donde los corsarios podrían hacer buena cosecha. Allí se guardaba el tesoro
que anualmente se enviaba desde las Indias hasta España. Y por eso
apareció por San Juan, justo en aquel momento, una flota española que
venía a hacer el servicio: la del general Francisco de Luján.
Luján hizo su trabajo. Con ataques desde mar y desde tierra, los
ingleses quedaron hechos picadillo. Hawkins y Drake instaron a sus
hombres a luchar y, de inmediato, escaparon, dejando a su gente en la
estacada. Perdieron cuatro barcos, 600 hombres y el tesoro acumulado
durante sus meses de saqueo. Eso es lo que pasó en San Juan de Ulúa.

Otros hechos
1461: Muere el infante Carlos, príncipe de Viana.
1519: Hernán Cortés entra en Tlaxcala; los nativos se
convertirán en sus aliados.
1572: Los tercios del duque de Alba fuerzan la rendición de
Mons, en la guerra de Flandes.
1604: Muere en Alcalá de Henares el teólogo Gabriel
Vázquez, exegeta de San Agustín.
1713: Nace en Madrid Fernando VI, que reinará entre 1746 y
1759.
24
de septiembre
Comienzan las sesiones
de las Cortes de Cádiz

Tal día como hoy, 24 de septiembre de 1810, con España invadida por
los franceses de Napoleón, comenzaba en Cádiz la reunión de Cortes
extraordinarias y constituyentes, que terminaría dando lugar a la
Constitución de 1812.
Después del levantamiento patriótico de 1808, y ante la ausencia de
rey en el país, los españoles se organizaron en Juntas locales y regionales
que desde muy temprano otorgaron la dirección del país a una Junta
Suprema Central. Esta Junta se encargó de coordinar las acciones militares
y mantener la identidad política de España, sin dejar de reconocer a
Fernando VII, el hijo de Carlos IV, como rey legítimo. Para 1810 estaba
prevista la reunión regular de las Cortes del Reino. Como no había rey
presente, fue la Junta Suprema la que convocó cortes. Y como el país estaba
en guerra, se fijó como lugar de la asamblea la ciudad de San Fernando, en
Cádiz, sitiada por los de Napoleón, pero al menos libre de invasores.
En los escaños gaditanos se sentaron tres partidos –valga el término–:
los absolutistas, partidarios del poder pleno para el monarca; los
«jovellanistas» o moderados, partidarios de soberanía compartida entre el
rey y las cortes, y los liberales, partidarios de la soberanía nacional. El
principal portavoz de los liberales fue el sacerdote Diego Muñoz-Torrero. A
aquellas cortes concurrieron los clásicos estamentos del Antiguo Régimen –
aristócratas, clérigos, burgueses– con abundante representación de
conservadores y absolutistas de todo el imperio, incluidos los virreinatos
americanos y las islas Filipinas. Pero muchos de los representantes
conservadores no pudieron acudir por las exigencias de la guerra, y los
liberales maniobraron para ocupar ellos los puestos vacantes. Esa maniobra
alteró el plan previsto y terminó convirtiendo la convocatoria de cortes en
algo muy distinto a lo inicialmente previsto.
Las Cortes de Cádiz, en su primer decreto, tal día como hoy, se
proclamaron depositarias del poder de la nación y se dieron a sí mismas
carácter constituyente, es decir, que se atribuyeron la tarea de redactar una
Constitución. Aceptaron la legitimidad de Fernando VII como titular de la
Corona, pero al mismo tiempo establecieron la separación de poderes y el
concepto de soberanía nacional, según el cual la soberanía no reside en el
monarca, sino en el pueblo. Bajo las bombas francesas y con la protección
militar de la flota inglesa, las Cortes de Cádiz alumbraron meses después
una Constitución que sería la primera carta magna liberal de la Historia de
España.

Otros hechos
1230: Muere Alfonso IX, último rey de León. Le heredará su
hijo Fernando III, rey de Castilla.
1817: Nace en Navia, Asturias, el poeta Ramón de
Campoamor.
1905: Nace en Luarca, Asturias, Severo Ochoa, premio Nobel
de Medicina en 1959.
25
de septiembre
Núñez de Balboa descubre el Pacífico

Tal día como hoy, 25 de septiembre de 1513, el mundo conocido se


hizo un poco más grande: el español Vasco Núñez de Balboa había
descubierto el océano Pacífico, el Mar del Sur.
La expedición de Núñez de Balboa había llegado hasta aquella playa
después de mil avatares. Con el hallazgo se culminaba uno de los
principales objetivos de la empresa española en el Nuevo Mundo. Los
españoles, en efecto, habían llegado a América en 1492 buscando un
camino por el oeste para llegar a Asia: Colón pensaba que aquellas tierras
descubiertas debían ser las Indias. Pronto se vio que no, que era un nuevo
continente que se interponía en el camino hacia Oriente. Pero entonces,
¿por dónde continuaba el camino? Eso fue lo que buscó Vasco Núñez de
Balboa, un extremeño de Jerez de los Caballeros, en el istmo de Panamá.
Núñez de Balboa había llegado a América como colono, se arruinó en
Santo Domingo y durante años anduvo explorando las costas del Caribe.
Una rocambolesca sucesión de circunstancias –y un talento excepcional
para la supervivencia– le convirtieron en jefe de una hueste perdida en las
selvas de la actual Colombia. Desde allí, navegando rumbo noroeste, llegó a
lo que hoy es Panamá. Cuando los indios le hablaron de un gran mar
situado hacia poniente, no paró hasta encontrarlo.
Dice la Crónica que Núñez de Balboa, al ver por fin el inmenso mar,
habló así: «Allí veis lo que tanto deseábamos. Demos gracias a Dios que
tanto bien y honra nos ha guardado. Pidámosle por merced que nos ayude y
guíe a conquistar estas tierras y nuevo mar que descubrimos y que nunca
más cristiano vio, para predicar en ella el Santo Evangelio y bautismo. Y
vosotros, sed lo que soléis y seguidme, que con el favor de Cristo seréis los
más ricos españoles que a Indias han pasado, haréis el mayor servicio a
vuestro rey que nunca vasallo hizo a su señor, y tendréis la honra y prez de
cuanto aquí se descubriese y conquistase a nuestra fe católica».
Núñez de Balboa se enriqueció notablemente con aquel hallazgo, pero
terminaría siendo ejecutado de manera ignominiosa por el gobernador
Pedrarias Dávila. Su descubrimiento, en cualquier caso, siempre irá ligado a
su nombre: el océano más grande del mundo.

Otros hechos
1506: Muere en Burgos Felipe I el Hermoso. Asume la
regencia de Castilla el cardenal Cisneros.
1728: Comerciantes vascos crean en Caracas la Real
Compañía Guipuzcoana, que controlará el comercio entre
Venezuela y España hasta final de siglo.
1808: La España alzada contra Napoleón constituye en
Aranjuez la Junta Suprema Central Gubernativa, que aúna los
poderes ejecutivo y legislativo, bajo la presidencia del conde de
Floridablanca.
1886: Nace en Vitoria el músico Jesús Guridi, compositor de
ópera y zarzuela.
26
de septiembre
Antonio Pérez se fuga de España

Tal día como hoy, 26 de septiembre de 1591, el exsecretario real


Antonio Pérez se fugaba de España, perseguido por la justicia de Felipe
II. El incidente terminaría dando lugar a una revuelta conocida como
Turbaciones de Aragón.
Antonio Pérez era un castellano de padre desconocido –pero con toda
seguridad un alto personaje de la corte de Carlos I– que desde niño recibió
una esmeradísima educación y con solo trece años empezó a trabajar como
secretario personal del entonces príncipe Felipe, que sería Felipe II. Tuvo
una carrera meteórica en la corte imperial y muy joven, con veintiséis años,
accedió al cargo de secretario de Estado. Su inteligencia, instinto y
capacidad para almacenar información le convirtieron en un personaje
imprescindible, pero su ambición le perdió y tardó poco en intrigar,
asociado a la princesa de Éboli, para obtener sustanciosos ingresos a base
de vender secretos de Estado.
Su golpe decisivo fue la campaña contra el gobierno de Juan de
Austria, hermanastro del rey, en los Países Bajos, que terminó minando la
confianza de Felipe II en don Juan. Pérez se las arregló para que el rey
creyera que su hermanastro pretendía hacerse un reino propio en los Países
Bajos. La cizaña hizo su efecto. El asesinato del secretario de Juan de
Austria, Escobedo, ordenado probablemente por el propio rey Felipe,
precipitó las cosas. Pero Juan de Austria murió, enfermo y solo en Flandes,
en 1578, y toda la verdad salió a la luz. Felipe II terminó enterándose de la
trama de su secretario. Pérez fue detenido en 1579. Tras varias vicisitudes
logró huir a Aragón, corona que, en nombre de sus fueros, no admitía la
jurisdicción castellana. Y así llegaron más y mayores males.
Los partidarios de Antonio Pérez manipularon el sentimiento foral
aragonés para fomentar una revuelta contra el rey. Felipe II tuvo que
mandar un ejército a Zaragoza para desarmar a las tropas del Justicia de
Aragón, Juan de Lanuza, y capturar a Pérez. Lanuza fue apresado y
ejecutado, pero Pérez, para entonces, ya había huido de España. Acudió a
Francia y después de Inglaterra, donde intrigó sin pausa contra los intereses
españoles. Pero ni París ni Londres pagaban traidores (aunque se quedaran
con la información). Antonio Pérez terminaría muriendo en la más absoluta
pobreza en París en 1611.

Otros hechos
1764: Muere en Oviedo el monje y erudito Benito Jerónimo
Feijoo, exponente mayor de la Ilustración española.
1888: Se funda en Bilbao el periódico El Correo Español
como órgano del carlismo. Gozaría de gran influencia en los
sectores tradicionalistas hasta 1921, año de su cierre. La
cabecera sería refundada por FET de las JONS dando lugar al
periódico que ha llegado hasta hoy.
1952: Muere en Roma el filósofo Jorge Santayana, educado en
los Estados Unidos y que vivió la mayor parte de su vida en
varias ciudades europeas.
27
de septiembre
El cardenal Cisneros toma
el mando de Castilla

Tal día como hoy, 27 de septiembre de 1506, el cardenal Cisneros


tomó el mando de Castilla, ya convertido en regente de la Corona. Fue,
por así decirlo, la tercera vida de Cisneros después de sus etapas como
reformador religioso y evangelizador de Granada. Una de sus primeras
decisiones fue entregar la regencia a Fernando de Aragón, el rey
católico, viudo de Isabel.
El marido de la reina Juana la Loca, el rey Felipe el Hermoso, había
muerto súbitamente. ¿De qué murió el joven Felipe? La versión tradicional
achaca su muerte a unas fiebres contraídas por beber agua helada tras una
partida de pelota. Otros dijeron que fue envenenado por su suegro, el rey
Fernando de Aragón. Los estudios más recientes, sin embargo, parecen
inclinados a pensar que Felipe el Hermoso murió víctima de la peste (y
nada, quede claro, acredita la versión del «crimen de Estado»). En cualquier
caso, la muerte del joven rey creó un problema político de primera
magnitud. La unión de coronas que protagonizaron Isabel y Fernando, los
Reyes Católicos, corría serio peligro. Juana la Loca quería reinar en
solitario como monarca de Castilla. Ahora bien, ni la muchacha estaba en
sus cabales, ni nadie deseaba romper la unión con Aragón. En esas
circunstancias, los grandes nombres del Reino formaron un consejo de
regencia y eligieron presidente al arzobispo de Toledo, Francisco Jiménez
de Cisneros. Eso fue el 25 de septiembre.
Apenas tomó posesión, Cisneros maniobró aquí y allá para conjurar las
ambiciones de la reina Juana la Loca. Se dirigió al padre de la muchacha,
Fernando el Católico, y le propuso la regencia de Castilla. ¿Para qué? Para
ganar tiempo y esperar a la mayoría de edad del hijo de Juana y Felipe, el
infante Carlos, que mientras tanto crecía en Flandes. Fernando el Católico,
agradecido, dio a Cisneros la dignidad de cardenal.
Cisneros fue un gran gobernante y, además, se salió con la suya: las
coronas unidas de Castilla y Aragón terminaron en las sienes del joven
Carlos, que sería el emperador Carlos I de España y V de Alemania. Así el
cardenal Cisneros salvó la unidad de España obrada por los Reyes
Católicos.

Otros hechos
1529: Primer sitio de Viena. Los otomanos cercan la ciudad.
Entre los defensores, 700 arcabuceros españoles tapan la zona
norte. Los turcos no conseguirán su objetivo.
1604: El arzobispo Bartolomé Lobo Guerrero funda el Colegio
Mayor de San Bartolomé en Bogotá, hoy Colombia. Dura hasta
hoy. Es el colegio más antiguo de América.
1810: Se constituye la primera Junta de Gobierno en Chile.
Comienza su independencia.
1936: Las tropas de Franco liberan el Alcázar de Toledo,
sitiado por el Frente Popular desde el principio de la guerra
civil.
1975: Últimas penas de muerte en España: fusilamiento de tres
terroristas del FRAP y dos de ETA.
28
de septiembre
Los bárbaros invaden España

Tal día como hoy, 28 de septiembre del año 409, los bárbaros
invadieron España. Los bárbaros eran los suevos, los vándalos y los
alanos: pueblos germánicos de cultura muy primitiva que habían
llegado al occidente de Europa huyendo a su vez de los hunos de
oriente, y que ahora sembraban el terror asolando la Galia y cruzando
los Pirineos.
Aquel día del año 409 unas trescientas mil personas comenzaron a
penetrar en la península dejando tras de sí un rastro de pillaje, desolación y
muerte. Poco pudieron hacer las escasas y desmoralizadas guarniciones
romanas que aún protegían Hispania. Los testimonios escritos de la época
dan fe del terror que los bárbaros despertaron a su paso. El obispo Hidacio
dejó unas líneas estremecedoras: «Las desolaciones de alanos, vándalos y
suevos por España desencadenaron cuatro mortales plagas: el hierro de los
soldados y de los tiránicos exactores de tributos, que consumen todos los
recursos del país; el hambre, que llega a extremos de antropofagia; la peste,
que siembra cadáveres por todas partes; las bestias feroces, que, avezadas a
la carne insepulta, infestan la tierra».
Los invasores se adueñaron rápidamente del país. Los alanos, de
origen indoario, se instalaron en una ancha franja del centro y el sur de la
península, desde Portugal hasta el Mediterráneo. Un grupo de vándalos, los
asdingos, se instaló en Asturias y el norte de Castilla, y el otro grupo
vándalo, los silingos, tomó el sur de Andalucía (dicen que el nombre de
Andalucía viene de ellos: «Vandalucía»). Los suevos, el grupo más
numeroso, terminarán creando un reino propio en Galicia.
El de los bárbaros fue un dominio efímero: Roma terminó llamando a
otros germanos, los visigodos, para que vinieran a España a poner orden.
Los visigodos, que ya se habían hecho fuertes en la Galia, la actual Francia,
derrotaron a vándalos y alanos, que acabaron escapando al norte de África y
creando allí sus reinos. Solo los suevos pudieron mantener durante algunos
años más un reino propio en Galicia. Y cuando cayó el Imperio romano, los
visigodos quedaron como dueños de Hispania. La historia reservaba a los
visigodos un papel inesperado: con ellos, con los godos, se constituyó por
primera vez España como unidad política independiente.

Otros hechos
1542: El conquistador Juan Rodríguez Cabrillo toca las costas
de California.
1614: Nace en Madrid el músico Juan Hidalgo de Polanco,
compositor y arpista barroco, padre de la zarzuela y de la
ópera.
1767: Nace en Sevilla el marino militar Cayetano Valdés,
espejo de virtudes castrenses.
1868: Batalla de Alcolea: el general Serrano, comprometido
con la revolución Gloriosa, derrota al general Pavía, partidario
de Isabel II. La reina, acto seguido, se exiliará.
1881: Nace en Barcelona el filósofo Eugenio D’Ors, impulsor
del novecentismo, probablemente el pensador más creativo y
original del siglo XX español.
1975: Pablo VI canoniza al misionero dominico Juan Macías,
evangelizador del Perú.
29
de septiembre
Franco, generalísimo

Tal día como hoy, 29 de septiembre de 1936, el general Francisco


Franco Bahamonde fue designado jefe del Estado, jefe del Gobierno y
generalísimo de los Ejércitos por las fuerzas sublevadas contra el
Frente Popular en nuestra guerra civil.
El alzamiento había sido planeado inicialmente como un golpe rápido,
pero el fracaso de la sublevación militar en importantes capitales lo
convirtió en una larga guerra que dividió el país en dos. El bando
sublevado, aún en inferioridad de condiciones materiales, económicas y
militares, logró asentarse en varias regiones. En esa situación, y como la
duración de la guerra era imprevisible, se hizo necesario constituir un
mando único político y militar. El jefe, inicialmente, tenía que haber sido el
veterano general Sanjurjo, pero este falleció en accidente de aviación
cuando se dirigía a España desde su exilio portugués. ¿A quién elegir? La
decisión no resultaba fácil, pero lo que estaba ocurriendo en el bando
contrario, sumido en el caos, era suficiente aliciente.
El paisaje de la cúpula militar del bando sublevado distaba de ser
homogéneo: en él había republicanos convencidos como Mola, Cabanellas
y Queipo de Llano, por ejemplo, y además abundantes monárquicos como
Dávila, Aranda, Kindelán o Solchaga, incluso carlistas como Varela. Pero
todos eran, sobre todo, militares, y estaban convencidos de que era preciso
nombrar un mando único que diera cohesión estratégica a las operaciones y
unidad política a las fuerzas sublevadas. Mola, muerto Sanjurjo, hizo crear
una Junta que puso bajo la autoridad de Cabanellas, el más veterano, pero
que no tenía el prestigio suficiente para galvanizar a los cuadros militares y
políticos del Alzamiento. Mola necesitaba un «generalísimo», rescatando el
título creado en España por Godoy.
La persona elegida para ello fue el general Francisco Franco, de
cuarenta y tres años, que se había sumado a la sublevación en el último
momento, pero cuyo historial, prestigio y contactos internacionales le
convertían en el hombre indicado para ello. En la operación intervino
decisivamente el coronel Yagüe, que forzó la designación con atribuciones
superiores a lo inicialmente previsto. Porque la idea que habían aceptado
los generales era nombrar un jefe militar con atribuciones políticas, pero lo
que salió del aeródromo de Salamanca, donde se celebró la reunión final,
fue nada menos que un «Jefe del Gobierno del Estado español» que
«asumirá todos los Poderes del nuevo Estado».
Franco fue formalmente proclamado jefe del Estado de la España
sublevada el 1 de octubre de 1936. Ganó la guerra civil y se mantuvo en el
cargo durante treinta y nueve años, hasta el 20 de noviembre de 1975,
cuando falleció de muerte natural.

Otros hechos
1833: Muere el rey Fernando VII dejando tras de sí una de las
herencias más lamentables de la Historia de España.
1864: Nace en Bilbao el escritor Miguel de Unamuno,
exponente de la Generación del 98.
30
de septiembre
Empieza la primera guerra carlista

Tal día como hoy, 30 de septiembre de 1833, España amanecía a una


nueva guerra civil. Sería la primera guerra carlista. El episodio iba a
resultar determinante para el conjunto del siglo XIX español.
El rey Fernando VII acababa de morir el 29 de septiembre y su
hermano el infante don Carlos María Isidro, desplazado de la sucesión al
trono, reclamaba sus derechos. Así empezaría la primera «carlistada». En
España había regido hasta entonces la Ley Sálica, de origen francés, que
vetaba la corona para las mujeres. En consecuencia, el heredero legal de la
corona de España era el hermano de Fernando VII, el infante Carlos María
Isidro. Sin embargo, los sectores liberales del régimen maniobraron para
que Fernando VII derogara la Ley Sálica y declarara heredera a su hija
Isabel, una niña de tres años. Después de innumerables intrigas palaciegas,
fue la operación de Isabel la que prevaleció.
Así España se dividió en carlistas, partidarios del infante Carlos, e
isabelinos, partidarios de la princesa Isabel (o «cristinos», por el nombre de
la reina regente). En torno a los carlistas se agruparon los sectores de
pensamiento tradicional, desde una fracción de la aristocracia hasta gran
parte de la Iglesia y del campesinado libre. La conformación territorial del
bando carlista, muy fuerte en Navarra, País Vasco, Cataluña, Aragón y
Valencia, dotó además al movimiento con una reivindicación suplementaria:
los fueros, es decir, las leyes tradicionales privativas de esos territorios.
Desde el punto de vista socioeconómico, era determinante en sus filas el
peso de los pequeños propietarios rurales. En torno a Isabel, por el
contrario, se alinearon fundamentalmente los liberales, y de manera muy
particular la burguesía urbana, que se convirtió en motor del régimen
borbónico. La disputa entre absolutistas y liberales –semejante, por otro
lado, a la que en ese mismo momento se vivía en otros lugares de Europa–
se remontaba a los tiempos de las Cortes de Cádiz y ya había dejado en
España ríos de sangre. Ahora esa disputa encontraba dos bandos bien
definidos y dispuestos a aniquilar al otro.
El 1 de octubre, el infante Carlos publicaba el manifiesto de Abrantes,
que era una reivindicación expresa del trono. Cinco días después era
proclamado rey como Carlos V por los sublevados en la localidad de Tricio,
en La Rioja. De este modo comenzó una guerra que duraría hasta 1840. Y
solo sería la primera, porque aún habrían de venir dos más.

Otros hechos
649: Muere el rey godo Chindasvinto. Le sucederá su hijo
Recesvinto.
788: Muere en Córdoba el emir Abderramán I, fundador del
emirato andalusí independiente y primero de la dinastía Omeya
en España.
1560: En Madridejos, Toledo, muere el teólogo dominico
Melchor Cano.
1926: Milicianos del Frente Popular asesinan en Madrid al
filántropo, periodista y académico Álvaro López Núñez. Con él
matan también a una de sus hijas.
Octubre
1
de octubre
Juan de Austria,
una portentosa estrella fugaz

Tal día como hoy, 1 de octubre de 1578, fallecía en Namur, Flandes,


don Juan de Austria, hijo natural de Carlos I y hermanastro de Felipe
II, héroe en mil frentes y sin duda el personaje más sugestivo de la gran
época imperial.
Don Juan de Austria lo tenía todo: valiente, culto, devoto, atractivo…
Había nacido en febrero de 1547 en Ratisbona, Baviera, donde el
emperador Carlos, viudo, consolaba su soledad con la joven Bárbara
Blomberg. Al niño lo llamaron Jeromín. Una persona de la máxima
confianza de Carlos, su mayordomo real don Luis de Quijada, viaja a
Ratisbona, recoge al niño y lo trae a España. Aquí Jeromín se convertirá en
caballero. Aprende latín, artes y humanidades, también las artes de las
armas y, por supuesto, espiritualidad. En cierta ocasión acude a Yuste
convocado por el emperador, pero Jeromín no sabrá que Carlos es su padre
hasta que este muera y se haga público su testamento, donde reconocía su
paternidad. Felipe, el heredero, aplica las últimas voluntades del monarca
difunto: cambia el nombre al mozo –ya será Juan de Austria–, le concede
rentas y honores y decide que complete su educación en la Universidad de
Alcalá junto al infante don Carlos –hijo del propio Felipe– y Alejandro
Farnesio.
Su carrera será espectacular. La guerra de los moriscos, Lepanto,
Túnez, Italia… Tanta gloria que Juan concibe ambiciones aún mayores:
Inglaterra. El propio papa había pedido un reino para él. Pero será
precisamente todo esto lo que cause su perdición. El secretario de Felipe II,
Antonio Pérez, logrará hacer creer al rey que Juan le quiere traicionar.
Felipe envía a su hermano a los Países Bajos como gobernador general.
Estamos ya en 1576 y Flandes empieza a ser el Vietnam del imperio
español. Juan de Austria demostrará sus dotes diplomáticas y logrará
imponerse, pero cada vez que pide más dinero o más hombres, Pérez
manipula la correspondencia y lo muestra como un síntoma sospechoso.
Aún más: Pérez llegará a asesinar al secretario de Juan, Escobedo, cuando
este viaje a España con una petición de ayuda. Juan entendió el mensaje: ya
no podía esperar nada.
Abandonado, Juan de Austria languidece rápidamente en el avispero
flamenco. Un ejército francés y otro financiado por Inglaterra invaden
Flandes. Resolverá el desafío, pero cae en una honda depresión. Contrae
unas fiebres tifoideas que minan su salud a toda velocidad. El 1 de octubre
de 1578 muere en Namur, dirigiendo el asedio español sobre esa ciudad.
Así se extingue, con treinta y dos años, esta portentosa estrella fugaz. Felipe
II supo toda la verdad cuando los papeles de Juan llegaron a España: su
hermano nunca había sido desleal. Nuestro personaje fue enterrado con
todos los honores en el monasterio de El Escorial. Allí yace bajo una
hermosa estatua que lo representa con las manos desnudas, sin guanteletes,
porque el vencedor de Lepanto, Túnez y Flandes no murió en combate.

Otros hechos
1800: España cede a Francia la Luisiana, en los Estados
Unidos.
1823: Fernando VII restaura el absolutismo.
1975: GRAPO asesina a cuatro policías en Madrid.
2
de octubre
El peor rey de todos los tiempos:
Fernando VII

Tal día como hoy, 2 de octubre de 1823, Fernando VII se presentaba


ante Cádiz como rey nuevamente absoluto. El día anterior, 1 de
octubre, había recuperado sus atributos con la intervención de un
ejército francés.
El periplo político de Fernando VII es sencillamente escandaloso.
Desde 1808 –antes, en realidad– venía conspirando contra su padre, Carlos
IV. El Motín de Aranjuez le dio la oportunidad de hacerse con la corona.
Pero los pactos con la Francia de Napoleón le dejaron sin ella, y entonces
Fernando se dedicó a adular a Napoleón con un servilismo que causa
bochorno. Pese a todo, las cortes de Cádiz le habían jurado como rey, de
manera que la corona era suya. Eso sí: «mía y solo mía», debió de pensar él.
Así que en 1814, recién liberado de su cautiverio francés, decretó nulos
todos los acuerdos de las Cortes de Cádiz y restableció el absolutismo.
¿Un monarca de hondas convicciones tradicionales, pues? No. Seis
años después, asustado por los pronunciamientos liberales en el seno del
ejército, decidió hacerse liberal y dijo aquello de «Marchemos francamente,
y yo el primero, por la senda constitucional», y juró la Constitución
gaditana de 1812. Pero tres años más tarde, molesto por no poder obrar a su
antojo, conspiró con las monarquías extranjeras y organizó la entrada en
España de un ejército francés, los Cien Mil Hijos de San Luis del duque de
Angulema, para que le repusieran manu militari en sus antiguas
prerrogativas. Aquel acuerdo incluía entre otras cosas, por exigencia
británica, el compromiso francés de no ayudar a España a recuperar su
imperio americano. Así Fernando VII, vendiendo literalmente al país, pudo
reinar de nuevo como monarca absoluto a partir de 1823 y, todo hay que
decirlo, en medio del alivio popular, harto de guerra. Ahora bien, Fernando,
lejos de poner orden en un país que se hundía en el caos, se dedicó
fundamentalmente a reprimir a sus enemigos ideológicos, pero también a
sus propios partidarios, provocando una escisión en los sectores
tradicionales que en teoría deberían haberle apoyado. Para disgustar
definitivamente a tirios y troyanos, en sus últimos años jugueteó con la
sucesión, entre su hija Isabel y su hermano Carlos, abriendo el mapa para
que estallase una guerra entre los partidarios de la una y el otro. Es difícil
hacerlo peor.
Es muy difícil lanzar un juicio positivo sobre Fernando VII. De hecho,
la inmensa mayoría de los historiadores, de todas las tendencias, coinciden
en la condena. ¿Excesiva? No. Fernando VII fue un hombre que creyó que
la corona era patrimonio personal suyo, y en esa convicción –de hecho, su
única convicción– jugó con unos y con otros sin ser capaz de pensar el
destino de España como algo distinto al suyo propio. Detrás de sí solo dejó
cenizas.

Otros hechos
1814: Batalla de Rancagua: las tropas del brigadier Mariano
Osorio derrotan a las fuerzas independentistas de O’Higgins en
Chile.
1928: Josemaría Escrivá de Balaguer funda el Opus Dei.
3
de octubre
El testamento del Hechizado

Tal día como hoy, 3 de octubre de 1700, dictaba testamento el rey de


España Carlos II, llamado el Hechizado. Un testamento crucial, porque
a partir de él dejaron de reinar en España los Austrias para hacerlo los
Borbones.
Los Austrias habían llegado a España en 1504 por el matrimonio de
Felipe de Borgoña, el Hermoso, con la infanta Juana, hija de los Reyes
Católicos. El nombre original de la familia era Habsburgo, que sería el
usado por los soberanos austriacos, y proviene del castillo de Habichtsburg
–literalmente, «castillo del halcón»–, en Suabia (hoy es parte de Suiza), que
era la casa de la familia desde el siglo XI. El clan Habichtsburg supo
acumular poder territorial en Alsacia sobre un vasto espacio que
comprendía partes de las actuales Francia, Suiza y Alemania. A partir del
siglo XIII ya se sentarán en el trono del Sacro Imperio Romano Germánico.
Con Maximiliano I, emperador, la familia emparentó con la Casa de
Borgoña, que controlaba los Países Bajos. De ese matrimonio nacerán dos
príncipes destinados a casar en España: Margarita y Felipe. Margarita se
casó con Juan, príncipe de Asturias, heredero del trono de Castilla y
Aragón. Pero Juan murió en 1497 dejando la sucesión a la corona en su
hermana Juana (la Loca), que se había casado el año anterior con Felipe.
Como Felipe era el único descendiente varón de Maximiliano, en él se
concentraron los linajes de España y Austria. Isabel la Católica muere en
1504 y Felipe se convierte en rey consorte de Castilla. Felipe, como es
sabido, murió en 1506 dejando un varón: Carlos. Él heredará el trono de
España y después, en 1519, cuando muera el viejo Maximiliano, optará con
éxito al cetro imperial. Así entraron los Austrias en nuestra historia: Carlos
I, Felipe II, Felipe III, Felipe IV y, en fin, el desdichado Carlos II.
Carlos II fue el último rey de la dinastía. Enfermo desde su nacimiento
y afectado por un claro retraso mental, fue un desastre como rey. Sin
embargo, y a pesar de las derrotas militares, España conoció bajo su trono
una cierta recuperación en otros órdenes. A finales del siglo XVII, el trono de
España era un pastel de lo más apetitoso para cualquier otra potencia.
Viendo que Carlos II no podía durar mucho y que tampoco era capaz de
engendrar un heredero, toda la diplomacia europea gastó esfuerzos sin fin
para influir en el testamento del desdichado monarca. Finalmente, el 3 de
octubre de 1700 Carlos II dictaba testamento en favor de su sobrino Felipe
de Anjou, hijo de la infanta María Teresa de Austria, hermana del rey
español. Era el candidato que querían los franceses. Con él, que reinará
como Felipe V, entraba en el trono español la Casa de Borbón, que con
diversas vicisitudes se mantiene hasta hoy. Atrás quedaban doscientos años
de dinastía austriaca que hicieron de España el imperio más poderoso del
mundo.

Otros hechos
1574: Los rebeldes holandeses de Leiden rompen los diques de
los canales y rechazan a los tercios de Francisco Valdés.
1714: Felipe V aprueba formalmente la creación de la Real
Academia Española.
1833: Los carlistas toman Bilbao.
1896: Nace en Santander el poeta Gerardo Diego.
1898: Madrid estrena el primer tranvía eléctrico de España.
4
de octubre
Teresa, la primera doctora de la Iglesia

Tal día como hoy, 4 de octubre de 1582, moría a la edad de sesenta y


siete años la religiosa española Teresa de Cepeda y Ahumada, Santa
Teresa de Jesús, uno de los nombres fundamentales en la historia
universal de la Iglesia.
Teresa, nacida en Ávila, tomó los hábitos con dieciocho años. Todos
los testimonios coinciden en que era una mujer, si no especialmente bella, sí
desde luego muy atractiva. Su confesor, Francisco de Ribera, la describió
como «de muy buena estatura, y en su mocedad hermosa, y aun después de
vieja parecía harto bien: el cuerpo abultado y muy blanco, el rostro redondo
y lleno, de buen tamaño y proporción; la tez color blanca y encarnada». Era
elocuente hasta el extremo de que nadie se sustraía a su poder de
convicción, y expresiva hasta el punto de que, cuando sus ojos sonreían,
todo sonreía con ellos. Después de un intensísimo proceso de
transformación espiritual, hacia 1560 decidió reformar la Orden del Carmen
para volver a la austeridad, la pobreza y la clausura. Dos años después nacía
la Orden de las Carmelitas Descalzas.
La reforma traía consigo cambios muy profundos. Para empezar,
Teresa había visto con claridad que el exceso de monjas dentro de un
convento era un inconveniente para la vida contemplativa, de manera que
organizará comunidades pequeñas, de pocos miembros. Ella misma lo
escribió con su habitual donaire: «La experiencia me ha demostrado lo que
es una casa llena de mujeres. ¡Dios nos libre de semejante calamidad!».
Dentro del convento la vida se regiría por una ascesis rigurosa: austeridad,
pobreza y clausura, como dictaba el originario espíritu carmelitano. No son
solo palabras: las monjas dormían sobre un jergón de paja, llevaban
sandalias de cuero o madera, consagraban ocho meses del año al ayuno y
prescindían por completo de comer carne. Semejante disciplina incluía a la
fundadora, por supuesto: Teresa vivía entre las demás religiosas como una
más. Aún hoy la disciplina del Carmelo es extremadamente exigente.
La orden nacía sin recursos, pero se extendió con gran rapidez.
Aquella búsqueda de una pureza cada vez mayor en la fe no dejaba de dar
satisfacción a un anhelo muy extendido en la sociedad española del
momento. Tanto es así que pronto contó con su rama masculina,
particularmente impulsada por otro grande de la espiritualidad cristiana: el
también abulense San Juan de la Cruz. La obra religiosa de Teresa de Jesús
tuvo que soportar innumerables críticas y denuncias, pero la santa salió con
bien de todos los desafíos. Mujer inagotable y de poderoso aliento místico,
fundó diecisiete conventos y dejó una obra escrita que figura entre las
páginas más brillantes del Siglo de Oro español. En octubre de 1582, de
paso por Alba de Tormes, en Salamanca, cayó definitivamente enferma.
Murió en brazos de su compañera de fatigas, la hermana Ana de San
Bartolomé. Santa Teresa fue canonizada en 1622 y en 1970 se convirtió en
la primera mujer proclamada doctora de la Iglesia.

Otros hechos
1524: Nace en Covarrubias, Burgos, el médico Francisco
Vallés, creador de la anatomía patológica moderna, médico de
cámara de Felipe II.
1851: Muere en París Manuel Godoy, valido de Carlos IV.
5
de octubre
La arquitectura política
de la América Española

Tal día como hoy, 5 de octubre de 1511, España puso la primera


piedra en la construcción política de América, el Nuevo Mundo. El rey
Fernando el Católico ordenó crear la Audiencia y Cancillería Real de
Santo Domingo en la isla de La Española, que fue la primera
institución destinada a organizar la presencia de los españoles en
América y a impartir justicia.
Colón había llegado a la isla de Santo Domingo, llamada entonces La
Española, desde el mismo 1492, el año del descubrimiento, y en esa isla se
emplazaron los primeros asentamientos de la Corona. En 1496 se fundó
oficialmente la primera ciudad en la isla: Nueva Isabela. Esa ciudad recibió
después el nombre de Santo Domingo en honor al patrono del padre de
Cristóbal Colón, que se llamaba Doménico. Un huracán destruyó aquella
primera ciudad en 1502, pero fue inmediatamente reconstruida. Allí se
levantó la primera catedral del nuevo continente: la de Santa María de la
Encarnación. La creación de la Audiencia Real permitió a los colonos
impartir justicia sin tener que acudir a los tribunales españoles. Y convirtió
a Santo Domingo en la gran puerta de entrada a América.
El modelo de La Española –una vez la Corona enmendó el desastre
organizativo de Cristóbal Colón– iba a extenderse al conjunto de las Indias,
con jurisdicciones y cargos que se repetirían en todos los casos: en los
territorios sujetos a conquista, un adelantado que dirigía la operación, con
rango de capitán general si la extensión del área lo requería; anexo a ese
rango militar, el de gobernador cuando en el territorio nacía un mínimo
embrión de organización política; inmediatamente, una Audiencia que se
encargaría de impartir justicia, incluso contra el criterio del gobernador, y
además una suerte de cuerpo paralelo al que se encomendaba
específicamente la protección de los indios y que normalmente era confiado
a religiosos. Por debajo de todo eso, y como auténtica base de la nueva
España que allí estaba naciendo, estaban los cabildos, es decir, los
municipios, que iban a tener un papel determinante en la vida política
hispanoamericana. Y por encima, los virreinatos, es decir, la delegación
personal del rey en un virrey que representaba la autoridad de la Corona.
Para supervisar la vida en el Nuevo Mundo, los reyes crearon en España un
Consejo de Indias que periódicamente enviaba «oidores» y «veedores» con
la misión de inspeccionar la gestión, vigilancia a la que se añadía el trámite
del «juicio de residencia», que no consistía en que se sometiera
sistemáticamente a juicio a todo conquistador, sino que era más bien una
suerte de auditoría –ciertamente severa– de la que no se libró ninguno de
los pioneros de la gesta americana. Una auténtica arquitectura política.

Otros hechos
1550: El conquistador Pedro de Valdivia funda la ciudad de
Concepción, en Chile.
1582: España, Italia, Polonia y Portugal adoptan el calendario
gregoriano y pasan directamente del 4 de octubre al 15 del
mismo mes. Los días intermedios no existieron.
1934: El PSOE y su sindicato UGT declaran la huelga.
Comienza la Revolución de 1934.
6
de octubre
Los Naufragios de Cabeza de Vaca

Tal día como hoy, 6 de octubre de 1542, el conquistador Álvar Núñez


Cabeza de Vaca publicaba sus Naufragios y comentarios, contando la
extraordinaria aventura que le llevó a atravesar América desde Florida
hasta México por tierras hasta entonces inexploradas. Era la primera
descripción de los indígenas norteamericanos y sus tierras publicada en
Europa.
Cabeza de Vaca, nacido en Jerez de la Frontera en algún momento
entre 1480 y 1490, había pasado a América en la expedición con la que
Pánfilo de Narváez se proponía conquistar Florida. Aquella campaña fue
una sucesión de calamidades de principio a fin. Arrastrados por un
vendaval, los barcos acabaron echando el ancla el Jueves Santo de 1528, 14
de abril, en lo que hoy es Port Charlotte, al suroeste de Florida. Pese a ver
su hueste diezmada, Narváez se adentra en lo desconocido. A la compañía
le aguarda una sucesión interminable de ciénagas malsanas que los nuestros
vadean como pueden, azotados por el hambre y fustigados por los indios
hostiles. Desorientados, deciden construir balsas y seguir la costa desde el
mar: así navegarán 640 kilómetros hasta el Misisipi, pero, cuando llegan a
la desembocadura, la corriente del río se traga a las almadías. Solo
sobrevive una embarcación: la de Cabeza de Vaca. Los supervivientes
terminan convertidos en esclavos de los indios.
Cabeza de Vaca encuentra a otros supervivientes: los capitanes Del
Castillo y Dorantes y el moro Estebanico. No tardarán en huir. Les aguarda
una increíble aventura a través de lo que hoy es Texas y Nuevo México.
Viajan por un territorio completamente desconocido, sin mapas ni
referencia alguna. Sobreviven gracias a los conocimientos médicos de
Cabeza de Vaca, que un día cura a un hombre herido por una flecha, otro
saca a un indio de un estado de catalepsia. La fama de los viajeros crece por
toda la región. Los indios les tratan como si fueran magos. Álvar Núñez
dispensa cuidados médicos y del Castillo predica la Cruz a los nativos.
Pronto nuestros cuatro supervivientes se ven acompañados por un séquito
creciente de indios que les sigue a todas partes. Esto les protege, pero
también les crea nuevas obligaciones: hay que mantener el orden, cosa que
Cabeza de Vaca hará utilizando como tótem mágico una calabaza y, sobre
todo, hay que dar de comer al séquito, y este no será pequeño: llegará a
haber hasta seiscientos indios detrás de ellos. Esa es la inconcebible
compañía que un destacamento español en Sinaloa, México, descubre en
julio de 1536: cuatro españoles semidesnudos, barbudos y macilentos y, tras
ellos, seiscientos indios en apiñada muchedumbre. En todo caso, para los
náufragos fue la salvación.
A Cabeza de Vaca todavía le esperaban más aventuras y, por supuesto,
más naufragios. Pero de momento dejó escrita su aventura en este libro:
Naufragios.

Otros hechos
1214: Muere en Gutierre-Muñoz, Ávila, Alfonso VIII, rey de
Castilla.
1823: Nace en Sevilla el cantaor flamenco Silverio
Franconetti, que cantó ante Isabel II.
1934: Luis Companys proclama el «Estado catalán» en la
revolución de octubre.
7
de octubre
La batalla de Lepanto

Tal día como hoy, 7 de octubre de 1571, se libró la decisiva batalla de


Lepanto, donde una flota cristiana dirigida por España derrotó a la
armada musulmana del imperio otomano. «La más alta ocasión que
vieron siglos», escribió Cervantes.
Los turcos otomanos se habían adueñado del Mediterráneo oriental y
amenazaban con desembarcar en la península italiana. El papa pidió auxilio
a las coronas europeas, pero Inglaterra y Francia no acudieron a la llamada.
Felipe II decidió entonces liderar el proyecto. La flota española, con
numerosos refuerzos de Venecia y de la propia armada pontificia, empezó a
concentrarse en las costas del mar Adriático. Para dirigir la operación se
designó a don Juan de Austria, hermanastro del rey de España, auxiliado
por grandes generales como el andaluz Álvaro de Bazán y el catalán
Requesens. Fue la mayor batalla naval jamás librada hasta entonces. En los
barcos españoles combatía como soldado Miguel de Cervantes, que después
alcanzaría fama universal como autor de don Quijote.
La Liga cristiana presentaba 231 barcos entre galeones y galeras,
50.000 marineros y galeotes y 30.000 soldados, de ellos 20.000 españoles.
Nunca se había visto una potencia semejante en el mar. Pero la armada
turca era mayor todavía: unas 300 naves, con un número de hombres
superior a 40.000 soldados, sin contar galeotes y remeros. El jefe otomano,
Alí Bajá, desde el puente de su Sultana, recibió a los cristianos con un
cañonazo, invitándoles a comenzar la batalla. Juan de Austria, cortés,
respondió con otro cañonazo e izó su estandarte: la cruz de Cristo
flanqueada por los escudos de los aliados. Las naves cristianas habían
avanzado hasta allí formando una gran cruz. Los turcos abrieron sus barcos
en una gigantesca media luna. Eso dice la leyenda. Juan de Austria fijó en
el palo mayor de su nao una gran talla del Crucificado, donada por la ciudad
de Barcelona. La estrategia de la Liga consistía en encerrar a los turcos en
el golfo y atacar en masa. Pero los turcos vieron el peligro y trataron de
envolver al centro del ataque cristiano, que mandaba Juan de Austria,
mientras los barcos del pirata Luchalí, en el lado musulmán, trataban de
envolver uno de los flancos cristianos para darle la vuelta a la operación:
encerrar a los cristianos en el golfo. No pudieron. Los turcos perdieron 250
barcos, 130 de ellos apresados por la Liga; los cristianos solo perdieron 17.
Los turcos perdieron cerca de 24.000 hombres; los cristianos, la mitad.
Además, 8.000 turcos fueron apresados y su almirante y sus capitanes
murieron en el combate. Todos menos el avieso pirata berberisco Luchalí.
Así se frustró la amenaza otomana sobre Italia.
La flota cristiana destrozó a los barcos turcos. La victoria de Lepanto
frenó para siempre las ambiciones musulmanas en Europa occidental.

Otros hechos
1072: Bellido Dolfos mata al rey Sancho II de Castilla ante los
muros de Zamora.
1886: España prohíbe la esclavitud en Cuba.
8
de octubre
Feijoo, o la Ilustración que no fue

Tal día como hoy, 8 de octubre de 1676, nacía en Pereiro de Aguiar,


Orense, el sacerdote y erudito Benito Jerónimo Feijoo y Montenegro,
nombre clave de la Ilustración española junto a Gregorio Mayans y,
más tarde, otros como Jovellanos.
Lo específico de la Ilustración española es que fue, sin excepción,
católica y monárquica, moderada y muy poco dada a efusiones
revolucionarias. Feijoo, monje benedictino desde los catorce años en el muy
linajudo monasterio de Samos, es precisamente un perfecto ejemplo.
Consagró toda su vida al estudio –incluida la Universidad de Salamanca–,
con poco más de treinta años ganó la cátedra de Teología en la Universidad
de Oviedo y allí pasaría el resto de su vida dedicado a la tarea de aprender y
enseñar. Lo que define a la Ilustración es la independencia de juicio, basada
en la razón, respecto a la realidad, y eso es lo que Feijoo abanderaba: «Yo,
ciudadano libre de la República de las Letras –escribía en su monumental
Teatro Crítico–, ni esclavo de Aristóteles ni aliado de sus enemigos,
escucharé siempre con preferencia a toda autoridad privada lo que me
dictaren la experiencia y la razón». Sus dos obras principales, Teatro crítico
universal y Cartas eruditas y curiosas, se imprimieron sin cesar a lo largo
del siglo XVIII y le dispensaron una amplia fama en los medios cultos de la
época. Eso incluye a los monarcas, porque tanto Fernando VI como Carlos
III le distinguieron con su atención; el primero incluso le nombró consejero
real y prohibió que se le atacara, dada la polémica que su pensamiento
despertaba en los sectores intelectuales más inmovilistas.
El Teatro crítico es en realidad una vastísima colección de ensayos en
ocho volúmenes (y un suplemento) que abarca todos los asuntos posibles:
desde la exégesis evangélica hasta la enseñanza de la medicina y desde las
causas del amor hasta la física del rayo, pasando por temas mitológicos
paganos o el carácter de los políticos. Feijoo aportaba, además, una
novedad de estilo importante, y es que abandonaba el enrevesado verbo de
las postrimerías del Barroco para optar por una lengua llana y
perfectamente inteligible. En cuanto a las Cartas eruditas y curiosas, son
cinco tomos de la temática más variopinta que explicitan su propósito de
«impugnar o reducir a dudosas varias opiniones comunes», en algo que bien
podríamos llamar cruzada contra la superstición. Para más interés, muchas
de ellas proceden de polémicas con otros autores, lo cual nos rinde un
paisaje extraordinariamente vivo de la cultura del XVIII.
Feijoo morirá en Oviedo a los ochenta y siete años. Tras de sí dejaba
una obra sencillamente monumental.

Otros hechos
1573: Fadrique Álvarez de Toledo, IV duque de Alba, se ve
obligado a levantar el sitio de la ciudad holandesa de Alkmaar.
Es el primer revés español en la Guerra de los Ochenta Años.
1918: Antonio Maura, jefe de Gobierno, dimite con todo su
gabinete por las intromisiones del rey Alfonso XIII.
9
de octubre
Jaime I reconquista Valencia

Tal día como hoy, 9 de octubre de 1238, el rey Jaime I de Aragón


entraba en la ciudad de Valencia poniendo fin a varios siglos de
dominación musulmana. Fue una larga operación que se prolongó
durante siete años y que aún se extendería más hasta reconquistar todo
el levante español.
Valencia no era una pieza fácil. Desde mucho tiempo atrás figuraba
entre las grandes ciudades de la península. Este enclave íbero, romanizado
después como Valentia Edetanorum, abandonado y reconstruido sucesivas
veces, llevó una vida bastante opaca tras la conquista musulmana, pero
hacia el siglo XI ya había aquí un esplendoroso reino taifa y durante algunos
años fue la capital del Cid. Después Valencia vivió lo mismo que toda la
España andalusí: la hegemonía almorávide, las grandes convulsiones de las
segundas taifas y, al fin, la caída bajo la órbita almohade. Pero también el
poder almohade, definitivamente quebrado en Las Navas de Tolosa, se
descompuso en un sinfín de querellas intestinas, y una de ellas afectó
precisamente a Valencia. Una de las facciones se mostró dispuesta a
colaborar con los cristianos y Jaime no lo dudó. Fue una operación lenta,
metódica, sistemática, que pasó por la conquista paulatina de las fortalezas
que permitían controlar el territorio: Segorbe, Morella, Ares y, acto seguido,
por la ocupación de las tierras llanas y los cultivos, para cerrar toda fuente
de suministros a los sitiados. Entonces llegó el momento del asalto final.
Dice la tradición que una noche, durante el asedio de Valencia, el rey
Jaime se despertó atraído por un suave toque de tambor junto a su tienda. El
rey buscó el origen de aquel ruido y descubrió que un murciélago rozaba
sus alas sobre la piel del tambor. Desde entonces el murciélago figura como
animal heráldico de las tierras valencianas. Jaime repobló el territorio con
caballeros aragoneses y navarros, y convirtió Valencia en reino singular y
diferenciado, con sus propios fueros. Un siglo después, Valencia sería el
centro comercial y cultural más importante de la Corona de Aragón. El rey
Jaime moriría precisamente en Valencia, en 1276, después de reinar sesenta
y tres años.

Otros hechos
1264: Alfonso X el Sabio reconquista Jerez.
1557: El conquistador Diego García de Paredes funda la
ciudad de Trujillo en los Andes de Venezuela.
1586: Muere en Elda, Alicante, Juan Coloma y Cardona,
capitán general de los tercios.
1818: Nace en Viana, Navarra, el escritor y pensador carlista
Francisco Navarro Villoslada.
1919: El gobierno liberal de Sánchez de Toca implanta la
jornada laboral de ocho horas.
1931: Sindicalistas socialistas provocan en Gilena, Sevilla,
altercados que terminarán en varias muertes.
1934: Milicianos socialistas asesinan a ocho religiosos en
Turón, Asturias, durante la revolución de octubre.
1945: El gobierno de Franco indulta a los condenados a
muerte del bando frentepopulista.
10
de octubre
Isabel II, la de los tristes destinos

Tal día como hoy, 10 de octubre de 1830, nacía en Madrid la infanta


María Isabel Luisa de Borbón y Borbón-Dos Sicilias, que reinaría como
Isabel II y pasaría a la historia como «la de los tristes destinos».
Isabel era hija de Fernando VII, que murió cuando la niña tenía tres
años. Como el rey Felón no tuvo otra descendencia, hubo que cambiar la
ley, que vetaba el trono a las mujeres, para que pudiera ser reina. El
episodio provocó la insurrección de su tío Carlos María Isidro y dará lugar a
la primera guerra carlista. Mientras Isabel llegaba a la edad adulta, la
regencia la iba a desempeñar su madre, María Cristina de Borbón Dos-
Sicilias, una mujer de visión política muy limitada que hizo lo que pudo
para navegar sobre la oposición encarnizada entre liberales: moderados
contra exaltados. Finalmente ganaron los exaltados, que en 1840
provocaron la marcha de María Cristina. Isabel –diez años– quedó sola, sin
familia a su lado. La regencia pasó entonces al general Espartero, que
impuso un régimen singular: un autoritarismo progresista. Espartero durará
solo tres años, porque enseguida habrá un levantamiento militar de la otra
facción liberal. Y serán estos, los moderados, los que atiendan al
llamamiento de María Cristina, desde su exilio, para que se adelante la
mayoría de edad de Isabel y la reina niña pueda ceñir la corona con solo
trece años. En ese ínterin aparece en escena un personaje decisivo:
Salustiano de Olózaga, progresista, nombrado tutor –en realidad,
controlador– de Isabel, a la que acosó sin tregua en un caso claro de abuso
psicológico (dejémoslo ahí). Después hubo que casarla, y entonces todo el
mundo –literalmente– pudo opinar menos ella: moderados, exaltados,
franceses, ingleses, todos jugaron sus cartas. El resultado fue Francisco de
Asís de Borbón, primo de Isabel por partida doble y de personalidad lo
suficientemente inane como para que nadie se sintiera molesto por su
presencia. Nadie menos Isabel, que no lo soportó jamás. Una vida
realmente desdichada. Y lo que vino después no sería mucho mejor.
El reinado de Isabel II dio a España el perfil dominante de nuestro
siglo XIX: inestabilidad política, influencia determinante del ejército
(liberal), banderías de facción, peso enorme de las oligarquías y, al mismo
tiempo, desarrollos importantes en vías férreas, industria, infraestructuras,
acumulación desequilibrada de capital, etc. La modernización vino
estimulada y a la vez deformada por la precariedad política. Isabel
sobrevoló todo eso mientras pudo. Acabó refugiándose en sus consejeros
religiosos, que, al menos, no iban a abusar de ella. Cuando fue derrocada
por la revolución de 1868 tenía solo treinta y ocho años. Aún le quedaban
casi otros tantos de exilio, que viviría sin interrupción en París hasta el final
de sus días, en 1904. Nunca más volvería a España.

Otros hechos
1505: Tratado de Blois: Fernando el Católico, viudo, pacta con
el rey de Francia su matrimonio con Germana de Foix, para
neutralizar los planes de su yerno, Felipe el Hermoso.
1856: La reina Isabel II inaugura en Madrid el Teatro de la
Zarzuela.
11
de octubre
Francia e Inglaterra se reparten
nuestros despojos

Tal día como hoy, 11 de octubre de 1698, todas las potencias europeas
decidieron aliarse contra España. En la ciudad holandesa de La Haya,
embajadores de Francia, Inglaterra y Holanda firmaban un pacto por
el que se repartían las posesiones del imperio español. Al episodio se le
llama precisamente Tratado de Partición.
En nuestro país reinaba Carlos II el Hechizado, un rey débil y enfermo,
sin descendencia, cuya mala salud permitía prever un inminente colapso de
la Corona española. Era como la agonía de un gigante a cuyo alrededor se
agrupaban, vigilantes, los buitres. Y el gigante no era Carlos, ciertamente,
sino España. La España de aquel tiempo aún abarcaba desde América hasta
las Filipinas, y en Europa conservábamos Flandes, el Milanesado y
Nápoles. Un apetitoso bocado para las otras potencias europeas, y en
especial para Inglaterra y Francia, que veían llegada la hora de derribar la
hegemonía española. Ahora bien, ni Francia se fiaba de Inglaterra ni esta de
la otra, de manera que ambas coronas se pusieron de acuerdo para sacar el
mayor beneficio sin tener que llegar a las manos. Lo que se decidió fue
garantizar que la Corona española recayera en un tercero. ¿Quién? En aquel
momento la corte de Madrid vivía un enfrentamiento intensísimo entre la
facción de la reina madre, Mariana de Austria, que apostaba por dejar la
sucesión en manos de su bisnieto José Fernando de Baviera, y la reina
consorte, Mariana de Neoburgo, esposa de Carlos II, que apostaba por un
sucesor Habsburgo –el archiduque Carlos– para que la Corona volviera al
núcleo del imperio austriaco. Carlos II dictó testamento en septiembre de
1696 y designó a José Fernando. Era el mejor candidato para Londres y
París porque no alteraba el equilibrio de poder en Europa.
Los pactos de La Haya se firmaron en dos fases: Francia e Inglaterra
primero, ambos y las Provincias Unidas (Holanda) después. En síntesis: el
futuro rey José Fernando conservaría la España peninsular y las Indias, pero
Francia se quedaría con Navarra, Guipúzcoa, Nápoles, las Filipinas y el
norte de África, y Austria ganaría el Milanesado. En cuanto a Inglaterra y
Holanda, obtendrían amplias ventajas en el control del comercio marítimo
con América. Por desgracia para los negociantes, José Fernando murió en
1699 con siete años, muy probablemente envenenado. Eso deshizo todos los
planes y obligó a un nuevo Tratado de Partición, el segundo, que se firmará
en Londres y La Haya en marzo de 1700. En la corte española, mientras
tanto, se imponía el partido francés que buscaba sucesor en Felipe de
Anjou, de la casa de Borbón. La guerra estaba servida.

Otros hechos
1469: En Dueñas, Palencia, los infantes Isabel de Castilla y
Fernando de Aragón se entrevistan y pactan su matrimonio.
Serán los Reyes Católicos.
1652: Juan José de Austria rinde Barcelona y desaloja a las
tropas francesas.
1835: El Gobierno Mendizábal decreta la extinción de las
órdenes religiosas.
12
de octubre
El descubrimiento de América

Tal día como hoy, 12 de octubre de 1492, tres barcos españoles –la
Santamaría, la Pinta y la Niña– descubrían América. La pequeña flota,
al mando de Cristóbal Colón y los hermanos Pinzón, había salido de
Palos, en la costa andaluza, para buscar un camino por occidente hacia
las Indias. Lo que encontraron fue otra cosa.
Los turcos habían cerrado el Mediterráneo y era vital encontrar otro
camino para llegar a las rutas comerciales de oriente. El marino Cristóbal
Colón, de origen probablemente genovés y al servicio de la Corona
portuguesa, estaba persuadido de que era posible llegar a las Indias por
occidente, dando toda la vuelta al globo. En Portugal, la Junta de
Matemáticos desechó su hipótesis: con las medidas conocidas de la Tierra,
ninguna carabela podría soportar semejante viaje. Contra lo que dice la
superstición moderna, los hombres del siglo XV sabían sobradamente que la
Tierra era redonda y conocían sus medidas: aquellos 40.000 kilómetros por
el ecuador que midió el griego Eratóstenes. Efectivamente, era imposible
cubrir el trecho que señalaba Colón navegando sin escalas. El navegante,
contrariado, acudió a la corte de la otra gran potencia marítima del
momento: Castilla, que en aquellos momentos ya estaba dinásticamente
unida a Aragón y, por otra parte, culminaba la conquista del Reino de
Granada, el último reducto musulmán en la península. Colón convenció a
los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, de que era posible alcanzar las
Indias navegando hacia occidente.
Todos los científicos de la época sostenían que el viaje hasta Asia era
demasiado largo, lo mismo la Junta de Matemáticos portuguesa que la
Universidad de Salamanca, y tenían razón. Pero Colón afirmaba que había
tierra a una distancia asequible, y también tenía razón. Lo que ocurría era
que aquella tierra no era Asia, sino un nuevo continente. ¿Cómo sabía
Colón que allí había tierra? Eso siempre será un misterio; en realidad, el
único gran misterio de aquel episodio. El hecho es que algo dijo Colón a los
reyes que avaló su propuesta. Isabel y Fernando firmaron las
correspondientes capitulaciones y apadrinaron el viaje del marino. Y así el
12 de octubre de 1492, de madrugada, el marinero Rodrigo de Triana, vigía
de la Pinta, vio tierra: era la isla de Guanahaní, rebautizada como San
Salvador, en las Bahamas. Colón siempre pensó que había llegado, en
efecto, a las Indias, pero otros pioneros de la primera hora –Juan de la Cosa,
Vespucio, etc.– pronto dedujeron que se hallaban en presencia de algo muy
diferente. El caso es que ese día el mundo se hizo más grande. Y España
comenzaba una de las aventuras más fascinantes de todos los tiempos.

Otros hechos
1570: El virrey Luis de Velasco funda la ciudad de Zelaya, en
México.
1656: Nace en el Baztán, Navarra, el emprendedor y periodista
Juan de Goyeneche, fundador del Nuevo Baztán en las
cercanías de Madrid.
1709: El gobernador de Nueva Vizcaya, Antonio Deza y
Ulloa, funda la ciudad de Chihuahua, en México.
13
de octubre
Brañosera: el primer municipio
de España

Tal día como hoy, 13 de octubre de 824, el conde Munio Núñez y su


esposa, Argilo, firmaban la Carta Puebla de Brañosera, en la montaña
de Palencia, reconociendo derechos a los vecinos y organizando la vida
de la comunidad. Nacía así, en el ámbito de la Reconquista, el primer
municipio de España.
Desde finales del siglo VIII, cántabros, vascos y asturianos cruzaban las
montañas hacia las tierras altas de Castilla. A pesar de la amenaza
musulmana, los colonos persisten en su objetivo: en el este, junto a Álava,
llegan a los valles de Mena, Losa y Tobalina, hasta La Bureba de Burgos;
en el centro, al pie de Cantabria, toman tierras en los valles donde nace el
Ebro y hasta el norte de Palencia. La Reconquista empezó realmente así:
clanes de campesinos libres que llegan a un territorio, hacen la presura, lo
escaliban y se convierten en propietarios. Aquí y allá surge una pequeña
iglesia; en torno a ella, tierras y cabañas; sus moradores construyen un
molino, roturan y siembran sus parcelas, crean una comunidad de aldea. Así
va naciendo la vida en espacios hasta entonces mudos. La Iglesia actúa
como pivote de la repoblación: son los abades y obispos quienes se
encargan, por delegación regia, de la función judicial y administrativa. En
algún momento, muy temprano, en el paisaje de esas comunidades
empiezan a aparecer los condes con la misión expresa de representar al rey
y defender a los campesinos. Y uno de esos condes, Munio Núñez, deja
inscrito su nombre en la Historia por ser el primero que firma una carta
puebla, es decir, un documento que reconoce las propiedades y derechos de
los campesinos.
Brañosera está en el límite entre Cantabria y Palencia, equidistante de
Reinosa y Aguilar de Campoó. Hacia el año 820, allí no hay nada: solo
brañas, es decir, altos pastos de verano, y osos. De Brañas y osos,
«brañosera». Pero entonces aparecen los colonos. Y muy poco después, se
les concede un fuero, es decir, una norma legal propia y exclusiva. Esta
gente que se va asentando aquí no es sierva de nadie, sino que comparece
como dueña de sí misma, como propietaria libre de sus tierras, y eso es lo
que reconoce la carta puebla. Los pobladores pueden administrar libremente
sus tierras. Tienen derecho a cobrar impuestos a quienes quieran pasar por
ellas o utilizar sus pastos. Tienen derecho a tomar como propiedad
cualquier nueva tierra del término, en ganancias compartidas con el conde.
Quedan exonerados de pagar otros impuestos o prestar otros servicios que
los privativos del conde «en lo que pudieren». Y además se reconoce todo
eso a cualquier persona que acuda a este territorio, con carácter general. La
Carta habla expresamente del «concejo de la villa de Brañosera». Lo cual
significa que, además del poder del propio conde, en ese pueblo hay un
consejo de vecinos con autonomía suficiente para reconocer derechos de
propiedad. Estamos a principios del siglo IX; en ningún otro lugar de Europa
había nada igual.

Otros hechos
1843: Isabel II hace oficial el uso de la bandera rojigualda.
1909: Muere fusilado en Barcelona el anarquista Francisco
Ferrer Guardia, acusado de haber instigado los sucesos de la
Semana Trágica.
14
de octubre
La épica muerte de Garcilaso de la Vega

Tal día como hoy, 14 de octubre de 1536, moría en combate el gran


poeta Garcilaso de la Vega, uno de los nombres fundamentales del
Renacimiento español y pionero de nuestros siglos de oro.
Garcilaso era un completo caballero renacentista: de familia
aristocrática, muy culto, políglota, enamorado de las artes, y a la vez militar
de oficio, caballero de la guardia personal del rey Carlos I, de quien llegó a
ser amigo íntimo, y con quien tuvo también sus más y sus menos (el
emperador mandó encerrarlo por haber asistido a la boda de un comunero
familiar suyo). Aquella gente estudiaba lenguas vivas y muertas al mismo
tiempo que se ejercitaba en la esgrima y aprendía a tocar el arpa. Así
Garcilaso, que combatió en las guerras comuneras, peleó en Rodas contra
los turcos, en Fuenterrabía y en Florencia contra los franceses, y en Túnez
contra los berberiscos. Y combatió de verdad: en Toledo resultó herido en la
guerra comunera, en Rodas estuvo a punto de morir por el daño recibido y
en Túnez se llevó dos lanzadas en la boca y otra en el brazo derecho. En
1523, con poco más de veinte años, había sido armado caballero de la
Orden de Santiago. Y eso, en aquella época, quería decir mucho.
Mientras tanto iba construyendo una obra lírica monumental, muy
influida por la poesía italiana: un verso preciso, claro, natural, alejado de la
retórica. Es importante consignar la influencia italiana porque precisamente
ese fue su principal rasgo de originalidad desde el punto de vista literario:
abandonar el patrón cancioneril castellano y adaptar las formas poéticas que
venían de Italia. El amor también juega aquí su parte: Garcilaso, antes de su
matrimonio con Elena de Zúñiga, ama a su prima (monja e hija ilegítima)
Magdalena de Guzmán, ama a la dama comunera Guiomar Carrillo (que le
dará un hijo), ama a su cuñada Beatriz de Sá, «la mujer más hermosa que se
halló en Portugal», o la dama también portuguesa Isabel Freyre, dama de
compañía de la emperatriz. Amores, con la excepción de Guiomar,
platónicos, pero cada una de ellas aparece de una forma u otra en sus
versos: Camila, Galatea, Elisa… son los nombres de las mujeres que
adornan la pasión de las Églogas.
La huella de Garcilaso será determinante en el desarrollo del
Renacimiento castellano. En 1536 Garcilaso tenía treinta y ocho años y
estaba al mando de un tercio de infantería cuando España entró en guerra
con Francia. Los españoles asaltaron el castillo de Le Muy, cerca de Frejus.
Garcilaso de la Vega, el jefe, fue el primer hombre en subir por la escala de
asalto. Allí le derribó una piedra. El poeta soldado moría pocos días
después en Niza, en brazos de otro bravo compañero de armas: Francisco de
Borja.

Otros hechos
1687: Un maremoto destruye Lima y El Callao, en el
virreinato del Perú.
1873: Nace en Sueca, Valencia, el maestro José Serrano,
compositor de zarzuelas.
1957: Gran riada del Turia en Valencia, que deja más de
ochenta muertos.
15
de octubre
Doña Toda, por la que todos
somos medio navarros

Tal día como hoy, 15 de octubre, de 958, moría a los ochenta y dos
años la reina Toda de Navarra, esposa de Sancho Garcés I de
Pamplona, madre de García Sánchez I de Navarra, suegra de Ramiro
II de León, Alfonso IV de León, Fernán González de Castilla, Munio de
Álava y Andregoto Galíndez de Aragón, abuela de Sancho I de León y
tía del emir de Córdoba Abderramán III. Nada menos.
Doña Toda, en efecto, fue una verdadera virtuosa de la política de la
sangre. Toda Aznar o Aznárez, hija de la princesa Oneca de Pamplona y de
don Aznar Sánchez de Larraun, y nieta del rey de Pamplona Fortún Garcés,
de la dinastía Íñiga, había nacido hacia 876, cuando el reino de Pamplona
empezaba a tomar forma. Su abuelo Fortún había sido entregado como
rehén a Córdoba, donde pasó veinte años cautivo. Allí, en Córdoba, la
madre de nuestra protagonista, doña Oneca, cautiva también, fue dada en
matrimonio al príncipe Abdallah, de quien concibió a un pequeño
Muhammad, que andando el tiempo será el padre de Abderramán III. Libre
al fin, Oneca volvió a Pamplona y casó de nuevo con Aznar. De ellos nació
doña Toda. La cual, a su vez, fue dada en matrimonio a Sancho Garcés, de
la familia Jimena. Sancho, apoyado por la nobleza, dará un golpe de mano
para derrocar al rey Fortún. Tomará la corona en nombre de los derechos de
su esposa: doña Toda. Así la nueva reina, treinta años en ese momento, se
ve convertida en clave del equilibrio político en Navarra. Y pronto se las
arreglaría para extender su influencia a toda España.
Sancho y Toda tenían las ideas muy claras: alianza férrea con Asturias-
León y afirmación del poder de Pamplona desde el Pirineo hasta el Ebro.
Navarra absorbe el condado de Aragón, baja la frontera hasta Nájera, marca
su territorio frente a los señores musulmanes del Valle del Ebro. Los reyes
reforman la corte, acuñan moneda –es el primer reino cristiano que lo hace
en España–, estructuran el control del territorio en «tenencias»… y enlazan
por vía de sangre con todas las familias que en ese momento pintan algo en
la España cristiana. Y aquí es donde la mano de doña Toda resulta
fundamental. Sancho I Garcés muere en 925 y nuestra protagonista queda
viuda. Tiene en ese momento cuarenta y nueve años. Está sola. Pero posee
bajo su control un capital político decisivo: sus hijas, y lo explotará a
conciencia, porque las va a casar con León, Castilla, Álava, Ribagorza,
Aragón… A la altura del año 940, doña Toda es algo así como la
Supersuegra de España.
Como además era tía de Abderramán III, se las arreglará para que el
califa ayude a Sancho, el nieto de Toda, a conquistar la Corona de León.
Cuando murió la enterraron en el monasterio de San Millán de Suso. Seguro
que desde allí sigue tramando enredos.

Otros hechos
1841: Fusilamiento en Madrid, por orden de Espartero, del
general Diego de León.
1940: Fusilamiento del líder separatista Lluís Companys en el
castillo de Montjuic.
16
de octubre
La invasión del maquis

Tal día como hoy, 16 de octubre de 1944, partían desde sus bases en
Francia las fuerzas del Partido Comunista que se proponían invadir
España por el valle de Arán para derribar al gobierno de Franco. La
intentona terminó en estrepitoso fracaso.
La idea se le había ocurrido al líder del PCE en el interior (de España),
Jesús Monzón, y había sido autorizada por los órganos del partido en
Madrid y Moscú: agrupar a viejos combatientes rojos de la guerra civil y a
guerrilleros comunistas de la resistencia francesa e invadir la España de
Franco. Monzón estaba seguro de que el pueblo, al ver cerca su liberación,
se sublevaría y engrosaría las filas de la guerrilla. Pero no fue eso lo que
pasó.
El 3 de octubre de 1944, los primeros guerrilleros de Monzón
empiezan a asomar por Roncesvalles. En los días siguientes, más unidades
penetran en distintos puntos del Pirineo: Roncal, Huesca, Lérida. Nadie
acudió a saludar a los liberadores. Al revés, aquella zona seguía siendo tan
tradicional y conservadora como en 1936. Después de algunas escaramuzas
en general desafortunadas, las columnas guerrilleras se repliegan de nuevo
hacia Francia. Pero no estaba todo perdido: el punto fundamental del ataque
era el Valle de Arán, el único lugar que podía ser aislado del resto de
España tomando una única plaza, el puerto de la Bonaigua. Bajo el mando
de Vicente López Tovar, oficial del Quinto Regimiento en la guerra civil y
coronel en la resistencia francesa, tres columnas guerrilleras parten de suelo
francés entre el 16 y el 17 de octubre. Dos días después penetran por
Benasque, el valle del Gállego y el Port Vell con el objetivo de converger en
Viella, tomar la ciudad y cerrar literalmente el Valle de Arán. Si eso se
conseguía, el inminente invierno haría el resto: Arán quedaría protegido por
las nieves y allí podría establecerse el nuevo gobierno español
antifranquista. Los primeros compases de la operación fueron
esperanzadores: los guerrilleros arrollaron a las escasas guarniciones de la
guardia civil en la comarca. Pero la suerte no tardaría en cambiar.
Los comunistas sobreestimaron la simpatía del pueblo hacia ellos
mismos y subestimaron la capacidad de respuesta del ejército de Franco. El
capitán general de Cataluña era, desde el año anterior, el general Moscardó,
el del Alcázar de Toledo. Moscardó reacciona con rapidez. El mismo día 19
ya ha organizado un dispositivo de defensa en torno a Viella y ha colocado
tropas en el punto clave de la Bonaigua. La ventaja estratégica, ese único
punto de cierre del Valle, se convierte ahora en una ratonera para los
invasores. Una semana después aparece de repente Santiago Carrillo y
desde el centro de operaciones en Francia ordena retirada. De hecho las
fuerzas de Monzón ya se estaban replegando. Dejaban sobre el campo un
mínimo de 588 muertos; las bajas causadas al enemigo no llegaron a las
250.

Otros hechos
1472: La Corona de Aragón recupera el Rosellón y la Cerdaña
por la Paz de Pedralbes.
1538: El joven marinero Andrés de Urdaneta se enrola en la
expedición de Alvarado a las Indias. Terminará descubriendo
las corrientes del Pacífico.
17
de octubre
ETA siega las piernas de una niña

Tal día como hoy, 17 de octubre de 1991, la banda separatista ETA


atentaba en Madrid con la siniestra cosecha de un teniente del ejército
asesinado, un comandante gravemente mutilado, una niña, Irene Villa,
con las piernas amputadas, y su madre con un brazo y una pierna
perdidos. No era el primer atentado de ETA ni sería el último.
ETA (Euzkadi ta Askatasuna) había nacido en 1959 como escisión del
PNV, fundada por estudiantes separatistas vascos que seguían la doctrina de
Sabino Arana en todo menos en el catolicismo. Partían de la revista
clandestina Ekin (1952), entraron en las juventudes del PNV (EGI), en 1956
y lograron arrastrar a buena parte de esta organización. La ruptura con el
PNV se producirá en 1962, por mano del dirigente etarra José Luis Alvarez
Enparanza (Txillardegui). A partir de los años 1965-1966 ETA se
transforma en organización marxista: en sus filas se combinan maoísmo,
trotskismo y leninismo con el anticolonialismo y el tercermundismo,
conforme a las ideas dominantes en la izquierda revolucionaria de la época.
Ello provocará que también ETA comience a dividirse en varias ramas. La
escisión más notable se produce en 1976, tras la VII Asamblea, muerto ya
Franco, cuando nacen ETA político-militar y ETA militar. La primera
actuará en la vida política a través de la coalición Euskadiko Ezkerra,
renunciará a la lucha armada en 1982, promoverá la reinserción social de
exmiembros de ETA y terminará formando coalición electoral con el
Partido Socialista en el País Vasco. La segunda intensificará las acciones
terroristas y promoverá la plataforma KAS (Koordinadora Abertzale
Socialista), de la que nacerá en 1979 Herri Batasuna.
Ese camino político aparecerá jalonado por multitud de cadáveres.
Bajo el franquismo, ETA mató relativamente poco: 43 muertos entre 1968 y
1975, incluyendo el atentado contra el presidente del Gobierno, almirante
Carrero Blanco. Con la democracia, por el contrario, intensificará la
violencia: casi 900 muertos, 343 de ellos civiles, hasta 2011, además de
centenares de heridos y mutilados, con acciones tan bárbaras como el
atentado del Hipercor de Barcelona en 1987, el de la casa cuartel de la
guardia civil en Vich en 1991 (entre las víctimas mortales, cinco niños), la
casa cuartel de Zaragoza en 1987 (once muertos, cinco niñas entre ellos), el
de la plaza de la República Dominicana de Madrid en 1986, etc. Junto a
eso, acciones de enorme crueldad como el secuestro de José Antonio Ortega
Lara o el asesinato de Miguel Ángel Blanco. Esa espiral de muerte fue
posible porque ETA se benefició siempre de una credencial «antifranquista»
que le confirió cierta aureola ante la izquierda más radical, así como de la
protección activa del nacionalismo vasco. Así ETA tiñó de sangre la
democracia española. Dejó de matar en 2011 a cambio de concesiones
políticas.

Otros hechos
1934: Muere en Madrid el científico Santiago Ramón y Cajal,
premio Nobel en 1906.
1977: Ley de Amnistía que beneficia fundamentalmente a los
presos políticos de la última etapa del franquismo.
18
de octubre
Sancho III el Mayor,
rey de (casi) toda España

Tal día como hoy, 18 de octubre de 1035, moría el rey de Pamplona


Sancho Garcés III el Mayor, que llegó a tener bajo su mano la mayor
parte de la España cristiana y dejó su herencia desde Astorga hasta
Ribagorza y aún más allá.
Nacido hacia 990, hijo del rey pamplonés García el Temblón, huérfano
muy pronto, heredero sin reino durante su infancia, rey sin corona mientras
fue menor de edad… Sancho había empezado a ceñir la corona en torno a
1004. Apenas un mozalbete. Pero tenía tras de sí toda la fuerza de su
sangre. En cierto modo, Sancho era el objetivo que había buscado con
empeño la reina doña Toda, la vieja casamentera. Su madre, Jimena
Fernández, era de la casa de Cea, determinante en León. Su abuela, Urraca,
era hija de Fernán González, conde de Castilla. El propio Sancho se casó,
jovencísimo, con una hija de Castilla, Muniadona. Todos esos vínculos le
abrían un enorme abanico de posibilidades. Para más facilidad, Córdoba se
hundía sin remedio tras la dictadura de Almanzor.
Navarra, extendida sobre el eje Pamplona-Nájera, ya no era un
pequeño reino de supervivencia problemática, pero seguía viendo muy
limitadas sus posibilidades de expansión. Al sur tenía el tapón de los
musulmanes de Zaragoza, que no eran flaco rival. Al norte, Gascuña. Al
oeste, Castilla. Al este, los condados del Pirineo. Si Sancho quería extender
el reino, tenía que mantener a raya a los moros de Zaragoza y aprovechar al
máximo sus vínculos de parentesco con los otros reinos y condados
cristianos. Eso es lo que hizo Sancho gracias a sus derechos de sangre en
Castilla y el Pirineo. Así en muy pocos años Navarra se convierte en la
potencia determinante de la cristiandad peninsular. Sancho es rey sobre los
actuales territorios de Navarra y de La Rioja. Como además había heredado
el condado de Aragón, este queda también incorporado a su Corona. A
partir de ahí irá construyendo su imperio. Primero, los condados de
Sobrarbe y Ribagorza. Después, el control político sobre León, tras la
muerte prematura de Alfonso V. Inmediatamente, Álava, Castilla y
Monzón, con lo cual el dominio navarro llega hasta muy al sur del Duero.
Finalmente, Cea, en León, también pasará a depender del rey navarro.
El de Sancho no era, ojo, un dominio administrativo de tipo moderno:
Sancho no es un constructor de estados, sino un rey medieval, y su poder
descansa sobre una red de vasallajes formales y pactos de sangre. Pero
aquel diploma que le intituló «rey de toda España» no dejaba de tener
razón: la influencia de Sancho llegaba a todas partes. De su descendencia
nacerán nuevos reinos: Aragón, Castilla… En 2003, el nacionalismo vasco
le erigió un monumento como «rey del primer estado vasco». Grave
estupidez. Sancho III fue más bien el padre de todos los reinos españoles.

Otros hechos
1941: La División Azul libra la batalla del río Voljov, en el
cerco de Leningrado.
1955: Muere en Madrid el filósofo José Ortega y Gasset.
1966: Muere el escritor falangista Rafael Sánchez Mazas.
19
de octubre
El amargo final
de la Revolución de Asturias

Tal día como hoy, 19 de octubre de 1934, quedaba sofocado el


levantamiento revolucionario de la izquierda y el separatismo catalán
contra el gobierno de la II República.
La izquierda, en particular el PSOE, volcado hacia la línea
bolchevizante de Largo Caballero, venía acariciando un movimiento
revolucionario desde la primavera anterior: los textos de sus propias
publicaciones son suficientemente ilustrativos. El pretexto para
desencadenar el golpe fue la entrada en el gobierno de la CEDA, la
confederación de derechas de Gil-Robles. La CEDA había sido el partido
más votado en las elecciones de 1933 –el doble de votos y de escaños que el
PSOE–, pero la presión de la izquierda republicana, que había amenazado
con la guerra civil, le dejó fuera del gabinete. A comienzos de octubre de
1934, ante las insuficiencias del gabinete minoritario de Lerroux, pidió
entrar en el Gobierno. Alcalá-Zamora nombró tres ministros de la CEDA:
Trabajo, Justicia y Agricultura. «¡Ludibrio fascista!», exclamó la izquierda.
Y fue la revolución.
El primer movimiento es una huelga general que se declara el día 5 en
toda España. En el País Vasco, la UGT, sin apoyo de los nacionalistas,
ocupa violentamente las cuencas mineras y las zonas industriales y se hace
fuerte en Eibar y en Mondragón. En Asturias, la UGT y el PSOE cuentan
con el apoyo de los anarquistas de la CNT y los comunistas; allí la
revolución arraiga con más fuerza. En Cataluña, la huelga dará lugar a que
el gobierno regional, nacionalista catalán, se lance a una operación
secesionista; el ejército la sofocará rápidamente. En Madrid, mientras tanto,
tenía que producirse el segundo movimiento: una acción armada de
conquista del poder. Largo Caballero estaba al frente de la maniobra, pero la
policía la frustró sin complicación alguna.
La revolución terminará en Asturias con un baño de sangre. El Ejército
y las fuerzas de seguridad sufrieron 256 muertos y 639 heridos. Entre la
población civil hubo 942 muertos (662 en Oviedo) y 1.449 heridos (1.003
en Oviedo). De ellos, las víctimas civiles causadas por los revolucionarios
fueron 200 muertos, incluidos 34 sacerdotes y religiosos. La represión del
Gobierno sobre los revolucionarios tuvo efectos muy limitados. Se dictaron
veinte penas de muerte, pero solo se ejecutaron dos. Los militares que
habían colaborado en la rebelión de la Generalidad, todos ellos en los
servicios policiales del gobierno catalán, condenados inicialmente a muerte
por delitos de rebelión y traición, fueron indultados. Los líderes sindicales
que habían encabezado el movimiento en Asturias, González Peña y
Teodomiro Menéndez, también vieron conmutada su pena capital. En
cuanto a los verdaderos cerebros de la operación, como Largo Caballero,
fueron juzgados y condenados, pero sus penas quedarían muy pronto sin
efecto.

Otros hechos
1469: Isabel de Castilla y Fernando de Aragón contraen
matrimonio en Valladolid.
1868: El Gobierno del general Serrano establece la peseta
como unidad monetaria.
20
de octubre
La fundación de La Paz

Tal día como hoy, 20 de octubre de 1548, el capitán Alonso de


Mendoza fundó la ciudad de La Paz, actual capital administrativa de
Bolivia.
Vale la pena contar el periplo vital del fundador porque es un buen
ejemplo de cómo eran los conquistadores. Alonso de Mendoza era un
extremeño de La Garrovilla, en Badajoz, que había dejado su tierra para
ganar fama como soldado en las guerras que libraba España en Italia y
Alemania. No debió de ganar mucha porque enseguida pasó a América.
¿Cuándo? Nadie lo sabe, pero hacia 1520 consta ya su nombre en Cuba,
bajo el gobierno de Diego Velázquez. Como muchos otros, dejó Cuba por
México atraído por las proezas de Hernán Cortés, y bajo sus banderas
combatió. Se afincó en Pánuco (San Esteban del Puerto, se llamaba
entonces) y pronto dejó unas cuantas tarjetas de visita: pendenciero y
camorrista, terminó expulsado del pueblo. ¿Dónde ir? A Perú, por supuesto:
allí brillaba la estrella de Pizarro, cuyo litigio con Almagro había estallado
en ese preciso momento. Mendoza escogió el partido de Pizarro como podía
haber elegido el otro, pero el hecho es que ganó. Combatió en Las Salinas
(1538), donde Almagro se hundió, y después en Chupas (1542), donde
pereció el hijo de aquel, Diego Almagro el Mozo. Mendoza era un hombre
de los Pizarro, pero su fidelidad tenía un límite: cuando Gonzalo Pizarro
entró en guerra con la propia corona, nuestro personaje no dudó en pasarse
al lado del enviado del rey, Pedro de la Gasca y, una vez más, acertó. Fue
La Gasca quien le encomendó una misión política y militar a la vez: fundar
una ciudad para asegurar la pacificación del territorio.
Aquella ciudad fue Nuestra Señora de La Paz, precisamente, así
llamada para conmemorar el final de las hostilidades (entre españoles) que
habían ensangrentado el Perú desde la guerra entre Almagro y Pizarro.
Alonso, un veterano que pasaba ya de los sesenta años y que había
combatido sin tregua en esas querellas, no dejaba de ser la persona más
indicada para hacerlo. Por consejo de los religiosos presentes en el lugar,
escogió el valle de Chuquiago Marca, resguardado de los rigores del
altiplano. Así, el 20 de octubre de 1548 nacía la ciudad de La Paz en medio
del altiplano andino, en la ruta de Cuzco a Potosí. Alonso de Mendoza
quedó como Justicia Mayor. Murió poco después, en 1550, en su
encomienda de Tipuani, a 277 kilómetros de la ciudad por él fundada. Y
hay que decir que hasta 1781, fecha de una revuelta nativa, allí reinó, en
efecto, La Paz.

Otros hechos
1572: El tercio del coronel Cristóbal de Mondragón, 3.000
hombres, vadea 15 kilómetros de mar con el agua por el pecho
y libera el asedio de Goes, en la guerra de Flandes.
1687: Dos terremotos y un maremoto sacuden Lima dejando
1.541 muertos.
1975: Comienza la Marcha Verde organizada por Marruecos
contra el dominio español en el Sáhara occidental.
2011: La banda terrorista ETA anuncia el fin de la actividad
armada tras las concesiones políticas del gobierno Zapatero.
21
de octubre
El desastre de Trafalgar

Tal día como hoy, 21 de octubre de 1805, la escuadra española


quedaba destruida junto a la francesa en la batalla de Trafalgar. El
peor desastre naval de nuestra historia.
En aquel momento las armas españolas formaban alianza con
Napoleón por los acuerdos firmados por Carlos IV y Godoy. Bonaparte
tramaba una gran acumulación naval en Calais para invadir Inglaterra. Eso
exigía apartar de allí a la flota inglesa. Con tal fin la flota francoespañola,
mandada por el francés Villeneuve, ensayó una serie de maniobras de
distracción que llevaron los combates desde Jamaica hasta Galicia y,
después de un serio tropiezo en Finisterre, a la bahía de Cádiz. Hasta allí
acudió, en persecución, la flota inglesa. Así se preparó el escenario de la
tragedia.
La situación de la flota española era lamentable: barcos envejecidos
desde medio siglo atrás, reparaciones precarias (muchas veces a cargo de
los propios capitanes) y, para colmo de males, una epidemia de fiebre
amarilla que había diezmado a las tripulaciones obligando a llenar las naves
a toda prisa con gente sin experiencia marinera y más miedo que hambre. Si
algo sostenía a los barcos españoles era la competencia de sus jefes:
personalidades de relieve imponente, hechura de los grandes marinos-
científicos del XVIII español, como Federico Gravina, Cosme Churruca,
Dionisio Alcalá-Galiano o Francisco Alcedo y Bustamante. Y mientras los
españoles intentaban adiestrar a unas tripulaciones inexpertas y mal
dotadas, en el campo francés cundía la inquietud porque Napoleón, al verse
privado de barcos por la huida de Villeneuve hacia Cádiz, había decidido
destituir al almirante. Este, desesperado, intentará un último gesto para
salvar su fama ante el emperador.
Gravina hizo saber la opinión de los españoles: salir a dar el combate
contra la flota inglesa era un suicidio. Los ingleses podían reponer los
barcos perdidos, y los francoespañoles no; además, los barómetros
anunciaban tempestad. Pero fue el criterio de Villeneuve el que se impuso.
En el lado inglés, Nelson movió sus barcos en dos grupos, a modo de
columnas, para romper las líneas francoespañolas y concentrar el ataque en
las naves capitanas enemigas. Villeneuve ordenó virar en redondo para
tener cerca Cádiz en caso de derrota. Pero con ese movimiento desorganizó
sus propias líneas, dejando grandes claros por donde penetraron los
enemigos. La carnicería fue tremenda. El inglés Nelson cayó en el choque,
pero también todos los jefes españoles. Y entonces, para mayor calamidad,
llegó la tempestad que anunciaba Gravina. El balance final fue espantoso.
Quienes peor parte llevaron fueron los franceses: murieron unos 3.400, casi
el 25 por ciento de sus hombres. Las bajas de los ingleses fueron muy
limitadas: 449 muertos. En cuanto a los españoles, hubo 1.022 muertos y
1.383 heridos de un total de 11.847 combatientes, y los mejores jefes
entregaron allí su vida. Aquella batalla marcó el fin de la potencia naval
española.

Otros hechos
1094: El Cid vence a los almorávides en la batalla de Cuarte,
en Valencia.
1520: La expedición de Magallanes logra pasar al Pacífico a
través de la Tierra del Fuego.
22
de octubre
El Partido Comunista desmantela
a sus maquis

Tal día como hoy, 22 de octubre de 1948, el Partido Comunista de


España, siguiendo instrucciones de Stalin, decidió «abandonar la lucha
armada», es decir, desmantelar la red de guerrillas, «el maquis», que
mantenía en España y desactivar los atentados terroristas. Algunos se
opondrán. El PCE no dudará en aniquilarlos.
La decisión de abandonar la lucha armada no fue, en efecto, de los
comunistas españoles, sino de Stalin. Esta historia empieza en el mes de
agosto, cuando el dictador soviético convoca al Buró Político del PCE. «La
entrevista nos hacía mucha ilusión pues entonces el prestigio de Stalin era
inmenso y en ese tiempo millones de personas hubieran envidiado nuestra
suerte», dice Santiago Carrillo en sus memorias. La delegación del PCE
estaba compuesta por Dolores Ibárruri, Francisco Antón y Carrillo. Stalin
les recibió al caer la noche. Junto a él se sentaban Molotov, ministro de
Asuntos Exteriores y vicepresidente, Kliment Voroshilov, el hombre fuerte
del Ejército Rojo, y Mijaíl Suslov, el ideólogo oficial del marxismo-
leninismo, supervisor de las depuraciones. ¿Qué quería Stalin? Imponer una
nueva línea. Hasta ese momento, la estrategia del PCE había consistido en
simultanear la acción guerrillera en zonas rurales con el terrorismo urbano y
la agitación obrera, para provocar una insurrección contra el régimen de
Franco. Stalin ordenaba un cambio radical: se acabó la agitación, a partir de
ahora el PCE tendría que intentar penetrar en las estructuras del régimen de
Franco a través de los sindicatos verticales. Había que colocar a los
militantes en las organizaciones del franquismo. Y desde allí, desde dentro,
crear las condiciones para, un día, forzar la revolución.
El cambio fue un verdadero shock para Carrillo y los suyos, pero
obedecieron y lo hicieron con el estilo que entonces era norma en el
comunismo: denuncia, depuración y purga. Así caerá el líder del
comunismo catalán, Comorera, denunciado ante la policía de Franco por los
propios comunistas. El viejo comité central de la posguerra quedará
completamente desarticulado. Entre 1948 y 1950 fueron expulsados del
partido cerca de mil militantes, y muchos de ellos por vía violenta.
Particularmente cruenta será la depuración en el maquis, la guerrillas que el
PCE mantenía en zonas rurales, frecuentemente dedicadas al simple
bandidismo. Según Líster, el PCE utilizará la orden de retirada como un
instrumento para la liquidación física de no pocos de estos líderes
guerrilleros.
El hecho, en todo caso, es que Stalin tenía razón. A partir de 1948, el
cambio de estrategia permitirá a los comunistas convertirse en la única
oposición real al régimen de Franco.

Otros hechos
1768: Carlos III dicta nuevas ordenanzas sobre régimen de los
ejércitos.
1778: Nace en Motril, Granada, el político y escritor Javier de
Burgos, creador de la división provincial que aún hoy perdura.
1859: O’Donnell declara la guerra a Marruecos.
1945: Franco promulga la Ley de Referéndum, una de las
leyes fundamentales del régimen.
23
de octubre
Batalla de Rande:
la verdad sobre la flota de Indias

Tal día como hoy, 23 de octubre de 1702, en el marco de la Guerra de


Sucesión, la flota de Indias era desarbolada por la escuadra anglo-
holandesa frente a la ensenada de San Simón, en la ría de Vigo. Aquella
flota traía el tesoro de América.
Los ingleses sabían a lo que iban: querían quedarse con el cargamento
de metales preciosos y especias que todos los años, en ocasiones dos veces,
venía de las Indias con destino al mercado español. Fue una multitud lo que
apareció ante la ría de Vigo: casi 25.000 hombres repartidos en 39 barcos
ingleses y 10 holandeses bajo las órdenes del almirante Rooke, el mismo
que dos años después asaltaría Gibraltar. Rooke venía de sufrir un serio
revés en Cádiz y seguramente vio en aquel negocio de Vigo una buena
forma de enderezar las cosas. La expedición española, con escolta francesa,
constaba de tres galeones de guerra, 14 galeones comerciales –los que
llevaban el tesoro– y tres barcos auxiliares, protegidos por 15 navíos y tres
fragatas franceses. La ría de Vigo estaba bien defendida, de modo que
Rooke tramó un plan anfibio: atacar por mar y, al mismo tiempo, ocupar los
castillos y fuertes cuya artillería cubría el litoral. Ganó algunas de esas
plazas, de manera que la flota de Indias y sus defensas francesas se vieron
sacudidas al mismo tiempo por la escuadra enemiga, desde el mar, y por los
cañones desde tierra. Después de diez horas de combate, el almirante
Manuel de Velasco ordenó hundir todos los barcos. ¿Y el tesoro? Ya no
estaba: había salido ya con destino a Madrid a lomos de mil carros de
bueyes, según consta en la documentación oficial.
Contra lo que dice el tópico, la verdad es que los enemigos de España,
ya fueran corsarios, piratas o buques de bandera formal, muy pocas veces
lograron asaltar aquel cargamento de tesoros que todos los años, desde
1522, surcó el océano. Ciertamente lo intentaron, pero muy rara vez se
salieron con la suya. En dos siglos y medio, solo cuatro flotas fueron
derrotadas por los ladrones del mar y, de ellas, solo dos cargamentos se
perdieron, y nunca en su totalidad. La flota de 1628 fue atacada en Cuba
por el holandés Piet Hein, que en realidad capturó solo la mitad, porque la
otra estaba advertida. El convoy de 1656 fue interceptado por la flotilla del
inglés Stayner en Cádiz, donde los corsarios capturaron un galeón (otros
cuatro llegaron a puerto). La del año siguiente se vio sorprendida por el
inglés Blake en Santa Cruz de Tenerife, pero el tesoro ya había sido
descargado. Lo mismo le ocurrió a aquella flota de 1702 en Rande: el tesoro
había pasado a tierra antes de la batalla. En realidad, más lesivas que los
piratas fueron las tempestades: las flotas de 1622, 1715 y 1733 fueron
desmanteladas por los huracanes del Caribe. Haciendo cuentas, el balance
de la flota de Indias es de solo cinco cargamentos perdidos y siete flotas
desarboladas en más de doscientos cincuenta años. Ha sido una de las rutas
navales más seguras de la Historia.

Otros hechos
1086: Batalla de Sagrajas: los almorávides derrotan a Alfonso
VI de León.
1940: Franco y Hitler se entrevistan en Hendaya. Hitler pide a
España que entre en la guerra y Franco le dará largas.
24
de octubre
Los judíos que España salvó de la muerte

Tal día como hoy, 24 de octubre de 1944, el ministro español de


Asuntos Exteriores, José Félix de Lequerica, escribía a su embajador
en Budapest, Ángel Sanz-Briz, el siguiente telegrama: «Ruego se
extienda la protección a mayor número de judíos perseguidos». Así
España salvará a un número indeterminado de judíos húngaros, más
de 5.000, durante el peor año de la persecución bajo la ocupación
alemana.
En 1924, el gobierno del general Primo de Rivera, dentro de su política
de promoción de la Hispanidad, dio en conceder la nacionalidad española a
los judíos sefardíes, es decir, a los descendientes de los judíos españoles
expulsados por los Reyes Católicos en 1492. La medida era más
propagandística que otra cosa, pero veinte años después iba a tener unos
resultados inesperados. A lo largo del año 1944, a la embajada española en
Hungría, dirigida por el embajador Ángel Sanz-Briz, llegan noticias
inquietantes: los judíos de Budapest están siendo deportados en masa y se
rumorea que son enviados a la muerte. El encargado de negocios de la
legación, Miguel Ángel Muguiro, y después Sanz-Briz contactan con el
ministerio de Asuntos Exteriores y, como primera providencia, deciden
recuperar aquella vieja medida de la dictadura: en nombre de la españolidad
de los sefardíes, la embajada española empieza a acoger judíos a los que de
inmediato se provee de la correspondiente carta de nacionalidad. A partir de
ese momento, como nacionales de un país tercero, su vida queda a salvo.
Muchos de ellos permanecerán viviendo en la propia embajada. Cuando
Sanz-Briz abandone Budapest, un italiano, Giorgio Perlasca, nombrado
cónsul de España, continuará su labor. Se calcula que por este
procedimiento se salvaron de la deportación no menos de 5.200 judíos
húngaros.
Sanz-Briz no fue el único: otras embajadas españolas en Europa
emplearon el mismo procedimiento. ¿Fueron iniciativas personales,
aisladas, o el Gobierno de Franco estuvo detrás del caso? Es muy difícil
saberlo. De la documentación se deduce que el Gobierno, como mínimo,
estuvo al tanto y dejó hacer. Desde 1943 –cuando la ocupación alemana de
la Francia de Vichy– hay constancia de que las legaciones españolas
protegían a los judíos sefardíes. Cuesta imaginar que en un régimen
rígidamente autoritario como el de Franco, y más en aquellos años y en esas
circunstancias, un embajador pudiera obrar por su cuenta en un asunto que
perfectamente podía desencadenar una crisis diplomática de envergadura.
Por otro lado, los embajadores protagonistas siempre han dicho que
actuaron con el conocimiento del gobierno. Solo a partir de los años setenta
empezó a reconocerse a España por esta labor. Y poco.

Otros hechos
1491: Nace en Azpeitia, Guipúzcoa, San Ignacio de Loyola.
1648: Paz de Westfalia: termina la Guerra de los Treinta Años.
1937: El Gobierno del Frente Popular inaugura el campo de
trabajos forzados de Albatera, en Alicante, destinado a
concentrar allí a los presos políticos de derechas y católicos.
1975: Muere en Saint-Cloud, Francia, el líder anarquista
Cipriano Mera.
25
de octubre
La reconquista de Cataluña

Tal día como hoy, 25 de octubre de 1149, la Corona de Aragón daba


un paso de gigante en la Reconquista frente a los musulmanes. Ese día
las tropas aragonesas entraban simultáneamente en Lérida y Fraga,
donde los moros habían capitulado la víspera. Culminaba así una tenaz
campaña a lo largo de todo el valle bajo del Ebro.
Hasta aquel momento, los territorios bajo control musulmán ascendían
por el norte hasta muy cerca del Pirineo central y entraban como una cuña
entre el reino de Aragón y los condados catalanes, impidiendo que la
reconquista tomara aire. Lérida y Fraga habían servido de base para
innumerables incursiones de los ejércitos de Córdoba. A la altura de 1120,
sin embargo, los movimientos de poder en la España almorávide empujaban
ya hacia una fragmentación del paisaje en diversos reinos agrupados por
pertenencias familiares, étnicas o de clan. Zaragoza, Lérida y Tortosa, por
ejemplo, que habían formado una unidad, conformaban ahora núcleos
enfrentados entre sí. Los caudillos cristianos explotarán esta división en
beneficio propio. Para Aragón, en particular, se abría la posibilidad de
llevar las banderas hasta el cauce del Ebro. Una oportunidad única.
Los arquitectos de la campaña fueron Ramón Berenguer IV, conde de
Barcelona y rey consorte de Aragón, y el conde Armengol de Urgel. La
Corona de Aragón constituirá con estas plazas reconquistadas un nuevo
territorio: el marquesado de Lérida, dotado de fueros propios en 1150. A los
musulmanes que quisieron quedarse allí se les concedió el derecho a regirse
por sus propias leyes. A partir de este momento, todo el poder musulmán en
el Ebro cayó una pieza tras otra, como fichas de dominó. En los años
siguientes fueron repobladas Huesa del Común, Monforte de Moyuela,
Híjar, Albalate del Arzobispo y la importantísima plaza de Alcañiz. Y desde
aquí, desde Alcañiz, los cristianos pudieron controlar todo el Bajo Aragón.
La frontera aragonesa bajó hasta tierras de Teruel y del Maestrazgo.
Enseguida se materializó el matrimonio, concertado desde muchos atrás,
entre el conde de Barcelona y la reina Petronila de Aragón, la hija de
Ramiro el Monje. Desde entonces el viejo Reino de Aragón y el Condado
de Barcelona formarían una única entidad política.

Otros hechos
1521: María Pacheco entrega Toledo a las tropas de Carlos I.
Termina la Guerra de las Comunidades de Castilla.
1533: Carlos I nombra al primer cronista oficial de Indias:
Gonzalo Fernández de Oviedo, militar y escritor.
1743: Felipe V de España y Luis XV de Francia firman el
segundo Pacto de Familia, que implica una alianza política y
militar entre los Borbones de ambos países.
1906: El histólogo Santiago Ramón y Cajal es galardonado
con el premio Nobel de Medicina por sus estudios sobre las
neuronas y el tejido cerebral. Es el primer español que recibe el
Nobel en esta categoría.
1969: El Gobierno de Franco cierra la verja de Gibraltar en
respuesta a la decisión británica de transformar la colonia en un
«territorio británico de ultramar».
26
de octubre
El día que hicieron a Carlos emperador

Tal día como hoy, 26 de octubre de 1520, el rey Carlos I de España,


nieto de los Reyes Católicos, era formalmente elegido emperador del
Sacro Imperio Romano Germánico. Así pasó a ser Carlos I de España y
V de Alemania.
Carlos tenía derecho al título imperial por ser nieto del emperador
Maximiliano I de Austria, fallecido en 1519. Los Habsburgo venían
ostentando el cetro imperial desde más de medio siglo atrás, cuando fue
designado Federico III en 1440. ¿Qué significaba ser emperador? Ante
todo, la condición de brazo militar de la Iglesia. El título venía de tiempos
de Carlomagno, amaneciendo el siglo IX. En principio era un título sin
territorialidad, pero, por los derechos dinásticos sobre los territorios
alemanes, y por la sede romana del papado, acabó vinculándose al espacio
concreto de Alemania y Roma. Por eso el imperio era Sacro Romano
Germánico, y el emperador era también «rey de romanos». ¿Y quién podía
ser emperador? El príncipe que resultara elegido como tal si tenía derechos
de sangre que avalaran su candidatura. Desde la Bula de Oro de Carlos IV
en 1356, el emperador era designado por un colegio compuesto por los
arzobispos de Maguncia, Tréveris y Colonia, el rey de Bohemia, el conde
palatino del Rin, el Duque de Sajonia y el margrave de Brandemburgo.
Estos príncipes electores designaban al aspirante y le nombraban rey de
romanos; el elegido debía acudir después a Roma, donde el papa le
coronaría emperador.
Carlos solo tenía un rival: el rey de Francia, Francisco I. Uno y otro
emprendieron una intensa carrera por hacerse con los fondos suficientes
para sufragar la Corona imperial, que dependía de quién fuera capaz de
aportar más oro a la bolsa de los príncipes electores. Carlos contó con el
apoyo del tesoro castellano y de banqueros alemanes como los Fúcar. Una
vez elegido, Carlos trató de aplicar un programa basado en el ideal
humanista de la Universitas Cristiana. Es decir, la idea según la cual la
finalidad última de la autoridad imperial era defender la cristiandad. Este
ideal había sido concebido por pensadores del Renacimiento español como
Pedro Ruiz de la Mota, Hugo de Moncada o Alfonso de Valdés. De ahí se
deducía la natural superioridad del emperador sobre los demás reyes
cristianos; algo que el rey de Francia jamás aceptaría, pero tampoco el papa,
aliado de los franceses. Carlos conservará el título imperial hasta su muerte
en 1558. Su hermano Fernando, nacido en Alcalá de Henares y educado a la
española, le sucedió en la cabeza del imperio, cada vez más orientado hacia
el espacio territorial germánico.

Otros hechos
1540: El conquistador Pedro de Valdivia, al frente de 1.200
hombres, llega al valle de Copiapó, en Chile, después de cruzar
el desierto de Atacama.
1611: Nace en Madrid el dramaturgo Antonio Coello, de la
escuela de Calderón.
1810: Tormenta de la Escarcha Salitrosa en Cuba: duró 12
días, el mar inundó La Habana, setenta barcos se hundieron y
las olas superaron la altura de las banderas de la fortaleza.
1856: Nace en Madrid el arqueólogo José Ramón Mélida,
director de las excavaciones de Numancia y Mérida.
27
de octubre
Los calvinistas queman a Miguel Servet

Tal día como hoy, 27 de octubre de 1553, el pensador español Miguel


Servet fue quemado vivo por los protestantes calvinistas en Ginebra,
Suiza. Tenía cuarenta y dos años.
Miguel Servet, aragonés de Huesca, se había formado en España como
teólogo y había abandonado muy pronto nuestro país para estudiar Leyes en
Tolosa y Bolonia. Discípulo de fray Juan de Quintana, que fue confesor de
Carlos I, Servet viajó al lado de su maestro por Alemania e Italia como
parte del séquito del emperador; incluso asistió a la coronación imperial de
Carlos en Bolonia. Cuando dejó a Quintana, fue para viajar por varias
ciudades de la Europa central. Allí conoció la reforma protestante y
suscribió muchas de sus tesis, pero desarrollando una teología particular
que no encajaba con las ideas dominantes: discutía el dogma de la Trinidad
como extrabíblico, en particular por la atribución a Jesús de personalidad
divina y por la definición del Espíritu Santo. No era una negación de Dios,
al contrario: lo que Servet buscaba era un monoteísmo pleno y absoluto.
Recusado por los protestantes y al mismo tiempo por los católicos,
Servet termina recalando en Lyon bajo identidad falsa. Allí decide seguir
estudios en París. Y en París, mientras estudiaba Medicina, tomó contacto
con Juan Calvino, uno de los principales líderes protestantes. Calvino le
envió su obra fundamental, Institución de la religión cristiana; Servet se la
devolvió llena de anotaciones, gesto que Calvino no le perdonaría jamás.
Las ideas de Servet seguían sin gustar ni a católicos ni a reformadores,
aunque ello no impidió que trabajara como médico personal de un
arzobispo francés. En 1546 escribió su obra fundamental, Restitución del
cristianismo, un libro básicamente teológico, pero en el que además ofrece
la primera explicación de la circulación pulmonar, teoría por la que pasará a
la historia. El libro disgustó profundamente al fanático Calvino, que no
dudó en delatar a Servet ante la inquisición francesa. Servet pudo huir y
trató de encontrar refugio en Ginebra, pero la ciudad se había convertido en
una teocracia dominada por Calvino. Servet fue localizado, detenido,
encarcelado y condenado a morir en la hoguera. No por sus ideas sobre la
circulación pulmonar, sino por negar la Trinidad y defender el bautismo en
edad adulta, aunque en realidad, verosímilmente, la verdadera causa de su
infortunio fue haber enmendado la plana al propio Calvino. Los protestantes
le quemaron vivo sin apelación.

Otros hechos
1561: El conquistador demente Lope de Aguirre muere a
manos de sus propios hombres en Barquisimeto, hoy
Venezuela, después de haberse rebelado contra el rey.
1795: España firma en San Lorenzo de El Escorial su primer
tratado con Estados Unidos: «amistad, límites y navegación».
1807: Napoleón y Godoy firman el Tratado de Fontainebleau,
que establece la partición de Portugal y permite al francés que
sus tropas crucen España para llegar al país vecino.
1834: Batalla de Alegría de Álava, en la primera guerra
carlista: Zumalacárregui vence a los isabelinos. Al día siguiente
repetirá victoria en Echavarri.
28
de octubre
El peor terremoto de todos los tiempos

Tal día como hoy, 28 de octubre de 1746, uno de los terremotos más
fuertes de todos los tiempos arrasó el virreinato español del Perú. Un
seísmo de 9.0 grados en la escala de Richter devastó Lima, la capital del
virreinato. El movimiento provocó inmediatamente un tsunami que a
su vez destruyó por completo el puerto de El Callao.
Exhalaciones ígneas envuelven El Callao. Es como si el puerto se
deshiciera en pavesas. Ruidos estremecedores provienen del fondo de la
tierra, como el mugido de cien bueyes, como el disparo de cien cañones.
Eso contaban los marineros y los habitantes de El Callao desde tres
semanas antes del sismo. La tierra avisaba de lo que venía. La costa pacífica
americana descansa sobre la placa tectónica de Nazca, cuyo borde oriental
se hunde bajo la placa suramericana, la misma que ha dado lugar a la
cordillera andina. Por eso es un área extremadamente activa. El de 1746 no
fue el primer terremoto –ni sería el último–, pero resultó de una virulencia
devastadora. Por sus efectos, los investigadores contemporáneos lo han
calibrado en torno a 9.0 grados en la escala de Richter. El movimiento
empezó a las diez y media de la noche a 160 kilómetros de la costa. La
tierra se movió de abajo hacia arriba. En tres minutos, Lima se deshizo
sobre sí misma. Media hora después, el mar bramó, las aguas se retiraron de
la costa, como aspiradas, y de inmediato volvieron transformadas en una ola
ciclópea que rompió los diques del puerto de El Callao, derribó las murallas
y penetró 5 kilómetros tierra adentro arrastrando consigo una veintena de
barcos.
En Lima y villas cercanas el terremoto causó cinco mil muertos. La
cifra de muertos en El Callao fue semejante; solo sobrevivieron 250
vecinos. Toda la costa del Pacífico sur sufrió daños. Fue la catástrofe
natural más dura que tuvo que afrontar la América virreinal. De las 3.000
casas de Lima, solo 25 quedaron en pie. El balance final de muertos superó
los 10.000 para una población total de unas 60.000 personas. En semejante
trance destacó por su entereza el virrey del Perú, don José Antonio Manso
de Velasco, un militar riojano de cincuenta y ocho años que ejercía labores
de gobierno en América desde mucho tiempo atrás, y que demostró una
eficacia y una humanidad extraordinarias. Manso de Velasco dedicó todos
sus esfuerzos a la reedificación de la capital y de su puerto, que hubo que
reconstruir casi desde cero. También fue preciso volver a levantar la
mayoría de los templos y conventos, y centenares de viviendas particulares.
Por su excelente trabajo, Manso de Velasco recibió del rey Fernando VI el
título de conde de Superunda, que quiere decir «conde sobre las olas».

Otros hechos
1538: Bula papal que funda en Santo Domingo, La Española,
la Universidad de Santo Tomás, la primera de América.
1848: Se inaugura el primer ferrocarril: Barcelona-Mataró.
1938: Las brigadas internacionales abandonan España, durante
la guerra civil.
1956: Inauguración oficial de Televisión Española.
29
de octubre
La fundación de Falange Española

Tal día como hoy, 29 de octubre de 1933, quedaba formalmente


fundada en el Teatro de la Comedia, en Madrid, Falange Española, el
partido de José Antonio Primo de Rivera, que terminaría jugando un
papel determinante en los años sucesivos de nuestra historia.
Falange nacía de la mano de José Antonio, hijo del dictador Miguel
Primo de Rivera, el aviador Julio Ruiz de Alda, héroe del Plus Ultra, y el
diputado republicano Alfonso García-Valdecasas, discípulo de Ortega,
miembro de la Agrupación al Servicio de la República y cofundador en
1932 del Frente Español, que pretendía ser una materialización política del
pensamiento orteguiano. Falange terminó siendo, a su modo, esa
cristalización: un movimiento de carácter nacionalista con fuertes tintes
tradicionales y al mismo tiempo una acusada influencia de Ortega.
Falange enlazó pronto con otros movimientos que buscaban
igualmente una renovación profunda de la vida española desde perspectivas
ajenas al marxismo. ¿Había tal? Sí: en las JONS, un grupo de orientación
muy nítidamente fascista. El 4 de marzo de 1934, Falange Española se
fusionaba formalmente con las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional
Sindicalista) de Ramiro Ledesma Ramos y Onésimo Redondo. El acto tuvo
lugar en el Teatro Calderón de Valladolid. Las JONS reunían tanto el
impulso sindicalista de Ramiro Ledesma, propiamente fascista, como el
carácter agrario de las Juntas Castellanas de Onésimo Redondo. La Falange
y las JONS tenían en común una sintonía genérica con los movimientos
nacional-revolucionarios de la Europa de aquel tiempo. Pero, sobre todo, se
veían a sí mismas como una alternativa moderna a la derecha española de la
II República, atrapada por su carácter sustancialmente monárquico y
confesional.
Falange Española de las JONS adoptó la bandera roja y negra, y el
emblema del yugo y las flechas, de cuño ramirista. Su himno, el «Cara al
Sol», procedía de Falange, así como la elección de la camisa azul a guisa de
uniforme. El movimiento pronto conoció una crisis: Ramiro Ledesma se
separó a principios de 1935, pero no hubo escisión. FE de las JONS pronto
fue dejada de lado por los financieros de derechas, mucho más cómodos en
la CEDA de Gil-Robles. El movimiento conoció una grave crisis, acentuada
por la detención de José Antonio, ya bajo el Frente Popular. Sin embargo, la
guerra civil convertiría a Falange en el eje del bando nacional,
forzosamente fusionada en 1937 con el requeté carlista: nació Falange
Española Tradicionalista de las JONS.

Otros hechos
1207: Ante el peligro de la invasión almohade, el arzobispo de
Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada, logra poner de acuerdo a
Alfonso VIII de Castilla y Sancho VII de Navarra.
1507: Fernando el Católico nombra a Diego Colón, hijo del
descubridor, gobernador de las Indias.
1618: A petición de España, muere decapitado en Londres el
corsario Walter Raleigh.
1876: Nace la Institución Libre de Enseñanza.
30
de octubre
El Salado: la última gran batalla

Tal día como hoy, 30 de octubre de 1340, se libraba a orillas del


arroyo Salado, junto a Tarifa, la última gran batalla de la Reconquista
antes de la campaña de Granada: las huestes de Castilla y Portugal
derrotaban a una coalición de nazaríes granadinos y benimerines
marroquíes. Con esa victoria se frustraba el último intento musulmán
de penetrar en la península Ibérica.
Los benimerines eran un clan bereber (Banu Marin) que se había
impuesto en el Magreb sobre las ruinas del viejo poder almohade. Pusieron
capital en Fez y desde allí organizaron un auténtico imperio. Como
necesitaban controlar el estrecho de Gibraltar, pactaron con el reino moro
de Granada, que encontró en esta alianza un auxilio precioso para hacer
frente a la pujanza de los reinos cristianos. La coalición de nazaríes y
benimerines dio un sinfín de quebraderos de cabeza a Castilla y a Portugal.
A punto estuvieron de tomar Tarifa –allí brilló trágicamente Guzmán el
Bueno– y se hicieron dueños del campo de Algeciras. En 1333 recuperaron
Gibraltar y seis años después desarbolaban a la flota castellana. El control
musulmán de Gibraltar abría una peligrosísima puerta a las ambiciones
benimerines, que habían puesto sus ojos en el rico valle del Guadalquivir.
Una nueva invasión era inminente. El apoyo nazarí la hacía, además, muy
viable. Y a los reinos cristianos les cogía en el peor momento posible, con
Castilla y Portugal enzarzados en una áspera disputa… familiar.
Ocurre que Alfonso XI, el rey castellano, estaba casado con María de
Portugal, hija del rey luso, Alfonso IV, pero había abandonado
ostensiblemente a su esposa para entrar en amores con la dama Leonor de
Guzmán (la que será madre de la Casa de Trastámara). No era el mejor
ambiente para que el castellano pidiera ayuda a su suegro. Y sin embargo,
no había otra opción. Alfonso IV de Portugal acabó cediendo –también él
necesitaba frenar a los musulmanes– y envió para el combate una flota y un
cuerpo de caballería de mil caballos con los mejores guerreros del Reino,
incluidas las órdenes de Santiago y Avis. También Castilla movilizó lo
mejor que tenía: los caballeros de Alcántara y Calatrava, las huestes
fronterizas del infante don Pedro, las mesnadas de los principales caudillos
del Reino y las milicias de varios concejos castellanos. ¿Era suficiente?
Numéricamente, no, pero en el bando cristiano formaba además la gente de
la asediada ciudad de Tarifa, reforzada con varias mesnadas y con los
ballesteros de la marina. Será precisamente la intervención de los de Tarifa,
saliendo en tromba en medio de la batalla, la que hará huir en desbandada a
los musulmanes. Y esa huida será letal, porque dejará a las huestes moras a
merced de las espadas cristianas. En El Salado se detuvo una vez más a la
media luna.

Otros hechos
1813: Los franceses capitulan en Pamplona. Es el final
efectivo de la Guerra de la Independencia.
1910: Nace en Orihuela, Alicante, el poeta Miguel Hernández.
1975: Franco enferma de manera irreversible. El príncipe don
Juan Carlos asume interinamente la jefatura del Estado.
31
de octubre
Leonor de Plantagenet,
la castellana inglesa

Tal día como hoy, 31 de octubre de 1214, moría en Burgos Leonor de


Plantagenet, reina de Castilla, una de las mujeres más interesantes de
la Edad Media española.
Leonor era inglesa: hija de los reyes Enrique II y Leonor de Aquitania.
Era hermana, por tanto, de Ricardo Corazón de León y de Juan sin Tierra.
Nació en Normandía, se crio en la corte inglesa y llegó a España con solo
diez años para casarse con Alfonso VIII de Castilla, que entonces tenía
catorce años y acababa de ser coronado rey. Fue un matrimonio puramente
político que permitió a las coronas de Castilla e Inglaterra establecer sólidos
lazos. Lo que hoy conocemos como Inglaterra dominaba entonces toda la
mitad occidental de la actual Francia, desde Normandía hasta el Pirineo.
Francia se limitaba al señorío de París, Flandes y Picardía, Champaña y
Borgoña, y en el sureste quedaba el condado de Tolosa, con fuerte
influencia de Aragón. Era otro mapa y también las relaciones diplomáticas
eran otras. La alianza inglesa protegía a Castilla frente a Aragón; la alianza
castellana aseguraba a Inglaterra que no se encontraría con dos frentes,
Francia en el este y Castilla en el sur.
A pesar de ese carácter puramente político de su matrimonio, Leonor
supo ganarse el amor de Alfonso y, aún más, de toda la corte castellana.
Llegó a ejercer una influencia política y cultural enorme. A ella, a Leonor
de Plantagenet, se debe en gran medida la extensión de la reforma religiosa
cisterciense por toda Castilla. El monasterio de Santa María la Real de las
Huelgas, en Burgos, se convirtió en cabeza del Císter femenino en todo el
reino.
Leonor dio a Alfonso diez hijos. Entre ellos, un rey de Castilla, una
reina de Portugal, una reina de Francia, una reina de Aragón y una reina de
León, Berenguela, que terminaría siendo fundamental para el destino de
España, porque ella fue la madre de Fernando III el Santo. Leonor de
Plantagenet quedó viuda en septiembre de 1214, cuando Alfonso VIII, el
vencedor de Las Navas, falleció en Ávila. La reina se retiró entonces al
monasterio de las Huelgas, pero no sobrevivió mucho tiempo más: moría tal
día como hoy, una semanas después que su marido, a los cincuenta y cuatro
años de edad.

Otros hechos
1326: Muere asesinado en Toro el caballero Juan de Haro el
Tuerto, señor de Vizcaya, de Paredes de Nava y de Cuéllar,
nieto de Alfonso X el Sabio y enemigo acérrimo de Alfonso XI
de Castilla.
1615: Miguel de Cervantes publica la segunda parte del
Quijote, dedicada al conde de Lemos.
1768: Nace en Madrid la erudita y maestra María Isidra
Quintina, llamada María de Guzmán o Isidra de Guzmán,
doctora en Artes y Letras por la Universidad de Alcalá, primera
mujer que fue socio honorario de las Reales Academias.
1850: Las Cortes se estrenan en el edificio actual de la Carrera
de San Jerónimo.
1978: Las Cortes aprueban la Constitución de 1978, que
deberá ser sometida a referéndum.
Noviembre
1
de noviembre
La Santa Inquisición

Tal día como hoy, 1 de noviembre de 1478, nacía en España el


Tribunal de la Santa Inquisición por bula del papa Sixto IV. Lo habían
pedido los reyes Isabel y Fernando.
La Inquisición no fue un invento español: sus orígenes se remontan a
la inquisición francesa de finales del siglo XII, creada para perseguir a los
cátaros. En España nació por petición expresa de los Reyes Católicos y con
la finalidad de mantener la ortodoxia católica. Y con una importante
novedad: no iba a depender del papa, sino de la Corona. ¿Qué se proponían
Isabel y Fernando? Ante todo, asegurar la unidad religiosa del Reino en un
tiempo en el que se estaba construyendo algo que ya iba pareciéndose a un
Estado moderno. La Inquisición española actuará sobre los judíos y
musulmanes conversos al cristianismo, y también, más tarde, sobre los
protestantes. En las posesiones españolas de América también hubo
Inquisición, pero apenas si actuó: se consideraba que los indios eran
neófitos en la fe y la propia institución decidió vetarse ese campo. Sí actuó,
sin embargo, sobre los españoles de origen y contra los protestantes que
habían pasado a las Indias.
La Inquisición española existirá hasta 1834. Se ha exagerado mucho el
número de sus víctimas. Algunos autores aportan cifras fabulosas, pero el
origen de esas cifras son dos operaciones de propaganda política. La
primera, la del protestante Reginaldo González, dependiente de la
Inquisición que fue expulsado del Santo Oficio y, despechado, se refugió en
Alemania, se convirtió al luteranismo y escribió un libro donde revelaba los
supuestos métodos de la Inquisición. La segunda operación fue la de Juan
Antonio Llorente, un cura afrancesado, excomisario de la Inquisición en
Sevilla, que fue acusado de jansenista, se pasó a los de Napoleón y escribió
un memorial con números exorbitados de hasta 32.000 muertos a manos del
Santo Oficio. Los investigadores contemporáneos son mucho más
comedidos. Hoy se acepta que la Inquisición procesó a lo largo de sus tres
siglos y medio de historia a algo más de 125.000 personas –la mitad, antes
de 1560–, y sus condenas a muerte no superaron las 10.000, incluidas las
condenas «en efigie», es decir, sin presencia física del reo. En cuanto a la
tortura, se ha acreditado que su uso era muy poco frecuente.
Hay que recordar que el siglo XVI va a asistir a las matanzas de
anabaptistas en Alemania y Holanda, a las hogueras de Calvino en Suiza, a
las persecuciones cruentas de católicos bajo Enrique VIII e Isabel I de
Inglaterra… Cualquiera de estos episodios fue, en menos tiempo, más
cruento que la Inquisición española. Por supuesto que la Inquisición fue un
ejemplo de intolerancia. Porque en el siglo XVI todo el mundo era
intolerante, y no solo España.

Otros hechos
1570: Deportación de los moriscos de Granada, que son
reasentados en Extremadura y Galicia.
1700: Muere Carlos II, el último Austria.
1910: Nace en Barcelona el sindicato anarquista
Confederación Nacional del Trabajo (CNT).
2
de noviembre
Jaime II, el rey del Mediterráneo

Tal día como hoy, 2 de noviembre de 1327, moría Jaime II el Justo,


rey de Aragón, Valencia y Sicilia, y conde de Barcelona. Y el rey del
mar Mediterráneo.
Jaime II fue, en efecto, una figura fundamental en la consolidación del
poderío marítimo de la Corona de Aragón, a la que convirtió en potencia
decisiva en el Mediterráneo. Desde los tiempos de Jaime I, un siglo atrás, la
Corona de Aragón había tendido una auténtica red de consulados
comerciales y militares que iban desde la península Ibérica hasta oriente y
no dejaban atrás puerto ni isla. En torno a esa intensa actividad marítima
nacieron códigos de regulación de la actividad mercantil y, por supuesto,
una flota adecuada para proteger a los navíos en un tiempo en que el
comercio y la guerra no eran disciplinas demasiado alejadas.
Hizo otra cosa el rey Justo, y fue apoyarse en las ciudades para frenar
el poder los grandes nobles. Era la gran pugna política de aquel tiempo: el
poder privado de los nobles contra el poder público del rey, y las ciudades,
como la Iglesia, se alinearán habitualmente con la Corona para eludir el
yugo de los señores de la tierra. Jaime II declaró indisolublemente unidos
los reinos de Aragón y Valencia y el condado de Barcelona, frustrando los
intentos nobiliarios de construir señoríos excesivamente autónomos.
Extendió su influencia sobre las Baleares, Córcega, Cerdeña, Sicilia, las
costas de Argelia y hasta Grecia. Suya fue, en fin, la idea de enviar a los
almogávares a luchar contra los turcos.
Amigo y protector del sabio Ramón Llull, alentó sin cesar cruzadas
contra los musulmanes. Rey guerrero, pero también rey devoto y rey culto,
Jaime II fue el creador de la Orden militar de Montesa, fundó la
Universidad de Lérida y ordenó suprimir el tormento en sus reinos. Con
razón pasó a la posteridad como «El Justo». Murió con sesenta años,
después de treinta y seis de reinado. Fue enterrado con el hábito del Císter
en el monasterio de Santes Creus. A su muerte la Corona de Aragón era una
potencia de primer orden en la Europa medieval y, como dijo el almirante
Roger de Lauria, ni los peces se atrevían a asomar la cola en el
Mediterráneo si no llevaban grabadas las cuatro barras de la bandera
aragonesa. Le sucederá su hijo Alfonso IV.

Otros hechos
1541: Álvar Núñez Cabeza de Vaca parte de nuevo a América,
esta vez como adelantado del Plata. Descubrirá las cataratas de
Iguazú.
1769: El militar ilerdense Gaspar de Portolá descubre el Golfo
de San Francisco.
1781: Muere en Bolonia, Italia, el padre José Francisco de Isla,
jesuita, autor de Fray Gerundio de Campazas.
1839: Muere en Orgaña, Lérida, asesinado por sus tropas, el
conde Carlos de España, militar francés al servicio de Fernando
VII que después abrazó la causa del carlismo.
1876: Nace en Tuineje, Las Palmas, el soldado Eustaquio
Gopar, uno de los «últimos de Filipinas», que sobrevivió al
asedio.
1968: España entra en el Consejo de Seguridad de la ONU.
3
de noviembre
Muere Manuel Azaña

Tal día como hoy, 3 de noviembre de 1940, moría en su exilio de


Montauban, en el sur de Francia, Manuel Azaña, presidente de la II
República.
Manuel Azaña no era un político de vocación. Era un intelectual, en el
peor y en el mejor sentido del término. Nacido en Alcalá de Henares en
1880, dedicó su vida a estudiar, incluso cuando tuvo que ocuparse de los
negocios familiares. Jurista de formación y oficio, funcionario de Registros
y letrado del Ministerio de Justicia, desde muy pronto se formó una
ideología liberal que pretendía rectificar de un plumazo la trayectoria
histórica de España: la nación –pensaba– no la crea la Historia, sino el
pacto ciudadano organizado en un Estado, y ese Estado debe desplegarse
sin traba de institución alguna, lo cual apuntaba especialmente a la Iglesia.
Se atribuía la misión de formar una minoría ilustrada que guiara a las masas
hacia la construcción de la nación liberal. Hacia 1913 entró en política en el
entorno del Partido Reformista de Melquiades Álvarez. Buen prosista y
buen orador, empezó a ejercer una influencia creciente en los círculos
republicanos. A partir del autogolpe monárquico de 1923, y por oposición a
la dictadura de Primo de Rivera (que no obstante le daría el premio
Nacional de Literatura en 1926 por su obra La vida de don Juan Valera),
afianzó sus posiciones republicanas y, aún más, concluyó que necesitaba el
apoyo socialista. Azaña se veía como la inteligencia –la expresión es suya–
capaz de llevar al pueblo a construir una nueva nación que barriera el lastre
tradicional de la Corona, la Iglesia y el Ejército. Sus discursos del Ateneo
de 1930 son a ese respecto transparentes. Azaña soñaba, en realidad, con
hacer la revolución francesa.
La ocasión le llegó cuando la monarquía se hundió sobre sí misma y
Azaña, que pensaba ir a parar a prisión, acabó a la cabeza del Consejo de
Ministros. La II República era, al fin, su oportunidad. Pero, objetivamente,
nada le salió como él pretendía. Su programa reformador alentó excesos
que no supo controlar. Su intento de apartar a la Iglesia de la vida política se
tradujo en la quema de conventos de 1931. Suya es la frase de que todos los
conventos de Madrid no valen la vida de un republicano. Su intento de
reformar el ejército se plasmó en un hondo malestar en las fuerzas armadas.
Su intento de reforma agraria fue un fracaso por la incompetencia de sus
colaboradores, según él mismo escribió. Su intento de reformar la
enseñanza tampoco tuvo éxito por su mala planificación. Cuando perdió el
poder, toleró el golpe socialista contra la República en 1934. Y cuando lo
recuperó, en 1936, terminó siendo prisionero de los socialistas y comunistas
a los que había pretendido manejar. Fue aupado a la presidencia de la
República con una maniobra ilegal que desplazó a Alcalá-Zamora. Mientras
él seguía pensando en hacer la revolución francesa, sus socios ya estaban
haciendo la revolución bolchevique. Superado por los acontecimientos de la
guerra civil y la revolución en la España republicana, terminó clamando
«Paz, piedad y perdón». Ya era demasiado tarde.

Otros hechos
1808: Napoleón entra en España con un gigantesco ejército de
240.000 hombres para reponer en el trono a su hermano José.
1883: Antonio Gaudí se hace cargo de las obras de la Sagrada
Familia de Barcelona.
4
de noviembre
El inventor de la «Hispanidad»

Tal día como hoy, 4 de noviembre de 1880, nacía en Abadiano,


Vizcaya, el sacerdote y escritor Zacarías de Vizcarra y Arana, inventor
del concepto moderno de Hispanidad.
Este cura vasco, ordenado en 1906, se trasladó muy pronto a Argentina
y allí, mientras levantaba la basílica del Sagrado Corazón en Buenos Aires,
tuvo su idea. En la época era común que las naciones hispanoamericanas, y
en especial Argentina, celebraran de alguna manera su común origen
español. La fórmula empleada desde principios del siglo XX era el Día de la
Raza. A Vizcarra le pareció que era una fórmula muy mejorable. En 1926
escribe un artículo, «La Hispanidad y su verbo», donde propone el nuevo
concepto:
Estoy convencido de que no existe palabra que pueda sustituir a «Hispanidad» para
denominar con un solo vocablo a todos los pueblos de origen hispano y a las cualidades que los
distinguen de los demás. Encuentro perfecta analogía entre la palabra «Hispanidad» y otras dos
voces que usamos corrientemente: «Humanidad» y «Cristiandad». Llamamos «Humanidad» al
conjunto de todos los hombres, y «humanidad» (con minúscula) a la suma de las cualidades
propias del hombre. Así decimos, por ejemplo, que toda la Humanidad mira con horror a los
que obran sin humanidad. Asimismo llamamos «Cristiandad’ al conjunto de todos los pueblos
cristianos y damos también el nombre de «cristiandad» (con minúscula) a la suma de las
cualidades que debe reunir un cristiano. Esto supuesto, nada más fácil que definir las dos
acepciones análogas de la palabra «Hispanidad»: significa, en primer, lugar, el conjunto de
todos los pueblos de cultura y origen hispánico diseminados por Europa, América, África y
Oceanía; expresa, en segundo lugar, el conjunto de cualidades que distinguen del resto de las
naciones del mundo a los pueblos de estirpe y cultura hispánica.
Andaba entonces por Buenos Aires un escritor al que Primo de Rivera
había nombrado embajador en la Argentina: Ramiro de Maeztu, sin duda el
más europeo, por formación, de los nombres de la Generación del 98.
Maeztu descubrió el concepto, le gustó y decidió abanderarlo. A partir de
ese momento, el término «Hispanidad» empezará a circular sin interrupción
en la vida cultural española.
Zacarías de Vizcarra volvió a España en 1937 para reorganizar la
Acción Católica, diezmada por la persecución del Frente Popular. En 1947
fue nombrado obispo auxiliar de Toledo. Fallecerá en Madrid en 1963.

Otros hechos
1519: Las Germanías, hermandades gremiales de Valencia, se
sublevan contra Carlos I.
1576: Los tercios de Flandes, tras varios meses sin recibir su
salario, saquean Amberes.
1811: El general Francisco Ballesteros, con 400 paisanos,
rechaza a las tropas napoleónicas en Bornos, Cádiz, en la
Guerra de la Independencia.
5
de noviembre
El conde de Castilla entra en Córdoba

Tal día como hoy, 5 de noviembre de 1009, el conde de Castilla Sancho


García, «el de los buenos fueros», entraba victorioso en Córdoba,
todopoderosa capital del califato andalusí.
Ocurrió que, a la muerte de Almanzor, el gigantesco aparato de poder
construido por el dictador amirí se desplomó sobre sí mismo. Sus sucesores
no pudieron mantener un edificio que descansaba sobre ejércitos inmensos,
formados fundamentalmente por mercenarios bereberes y que requerían un
constante ingreso en botín. El califato se desgarró en luchas internas y el
principal factor de quiebra fue precisamente la facción berebere, que llegó a
nombrar su propio califa. En Córdoba reinaba Muhammad II, que había
llegado al poder tras un motín popular que derrocó al califa legítimo,
Hisham II, ahora cautivo. Pero los bereberes habían nombrado a su propio
califa: Suleimán. El caos era una oportunidad de oro para las huestes
cristianas. Sancho, que había dedicado su vida a pelear contra Almanzor,
veía llegado el momento de recuperar la línea del Duero y extender las
fronteras de Castilla. ¿Cómo? Aliándose con los bereberes que querían
conquistar Córdoba. Así el castellano se puso a la cabeza de enorme
contingente y marchó sobre la capital andalusí.
Muhammad vio lo que se le venía encima y encomendó la defensa a un
veterano general eslavo: Wadhid. Pero en Córdoba ya no había ejército: la
maquinaria militar de Almanzor se había disuelto en el torbellino de la
guerra civil y las defensas de la ciudad se reducían a una tropa de aluvión
alistada a toda prisa entre la población local; numerosa, pero sin experiencia
de combate. Para reforzar el ánimo de su improvisado ejército, Muhammad
había ordenado rodear Córdoba de fosas y trincheras. Pero al tener noticia
de que los castellanos asomaban a orillas del Guadalmellato, a un día de
camino de la capital, no tuvo sangre fría para aguantar la embestida.
Persuadido de que el número de sus voluntarios sería suficiente para frenar
a los invasores, confiado tal vez en los efectos euforizantes de la guerra
santa, ordenó salir de la ciudad para plantar cara al ejército castellano y
bereber. Fue un desastre. El choque tuvo lugar cerca de Alcolea, donde el
Guadalmellato vierte al Guadalquivir. Bastó una sola maniobra, una carga
de un escuadrón berebere contra el centro de las tropas de Wadhid, para que
el frente de los defensores se deshiciera en medio de una enorme confusión.
Los soldados del califa descompusieron sus líneas. Después, empujados por
castellanos y bereberes, comenzaron a retroceder hacia el río. La crónica
mora eleva a diez mil el número de cordobeses muertos, acuchillados unos,
ahogados otros en las aguas del Guadalquivir. El conde de Castilla entró en
Córdoba como conquistador. Tres días después, Suleimán, el califa de los
bereberes, era solemnemente coronado. Sancho cobró lo que quería –botín
y fortalezas– y se marchó. Era el primer caudillo cristiano que entraba en
Córdoba como vencedor.

Otros hechos
1770: Carlos III dicta la Real Orden de Reemplazo que
establece el servicio militar. La «mili» durará hasta noviembre
de 2000, bajo el Gobierno Aznar.
1835: Victoria carlista en la batalla de Montejurra.
1950: La ONU aprueba establecer relaciones diplomáticas con
España.
6
de noviembre
Las matanzas de Paracuellos

Tal día como hoy, 6 de noviembre de 1936, comenzaba la matanza de


presos políticos en el paraje de Paracuellos del Jarama, a manos de
milicianos del Frente Popular, durante la guerra civil.
El Gobierno del Frente Popular, ante la cercanía de las tropas de
Franco, había abandonado Madrid. En la capital mandaba ahora una Junta
de Defensa dirigida por el general Miaja como jefe militar, pero, por debajo
de ese mando, las Juventudes Socialistas Unificadas se habían hecho con el
control político de la seguridad y el orden público. Ese mismo día, las
juventudes, dirigidas por Santiago Carrillo, se habían pasado en bloque al
Partido Comunista. Y este, siguiendo instrucciones directas de los agentes
de Moscú, era ya el auténtico poder político en la capital de España. Fue
precisamente un consejero soviético, Mijaíl Koltsov, quien sembró en las
cabezas de los comunistas españoles la idea de liquidar a los presos
políticos: si los nacionales tomaban Madrid –arguyó–, en las cárceles iban a
encontrar militares, abogados, médicos, escritores y funcionarios que de
inmediato formarían la élite de la España de Franco. Había que eliminarlos.
¿Y cómo saber quién era quién en la abundante población reclusa de aquel
Madrid? Era fácil: el ministro de la Gobernación, Galarza, antes de fugarse,
había dejado en las cárceles los ficheros con todas las identidades de los
presos. Los milicianos, excitados por la idea, pusieron manos a la siniestra
obra.
Desde la madrugada del 6 de noviembre, los presos políticos
derechistas empezaron a ser sacados de las cárceles de Madrid y trasladados
por la fuerza en autobuses y camiones. Oficialmente se decía que eran
enviados a Valencia, pero en realidad se les hacía bajar de los vehículos en
las cercanías del pueblo de Paracuellos del Jarama, y allí eran fusilados en
masa. Las víctimas eran principalmente ciudadanos de ideas derechistas,
militares y profesionales sospechosos de simpatizar con el bando nacional,
pero entre los asesinados había incluso niños. Los ejecutores eran los
piquetes dispuestos por las milicias del PSOE, el PCE y la UGT. El
consejero de Interior de la Junta de Madrid, el joven comunista Santiago
Carrillo, fue el principal responsable político de la operación. Entre el 7 de
noviembre y el 4 de diciembre de 1936, más de 2.500 personas fueron
asesinadas por este procedimiento en Paracuellos.

Otros hechos
1479: Nace en Toledo Juana de Castilla, Juana la Loca, hija de
los Reyes Católicos.
1607: Felipe III decreta la bancarrota del Reino, hundido por
el coste de la guerra en Flandes.
1613: Nace en Huelva la dama Luisa Francisca de Guzmán, de
la casa de Medina Sidonia, que será esposa del rey de Portugal
Juan IV y, a la muerte de este, regente de la Corona portuguesa
entre 1656 y 1662.
1661: Nace en Madrid Carlos II, el último rey de la dinastía de
los Austrias, que reinará desde 1665 hasta su muerte en 1700.
7
de noviembre
El último puerto de Cristóbal Colón

Tal día como hoy, 7 de noviembre de 1504, Cristóbal Colón regresaba


a Sanlúcar de Barrameda del que sería su último viaje a América, el
continente que él mismo había descubierto y que, sin embargo, se
obstinaba en no reconocer como tal.
En esta última singladura, el almirante había tocado tierras de las
actuales Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Colombia y Jamaica.
Había nacido un mundo nuevo, pero la labor de Colón como gobernador
estaba siendo simplemente calamitosa. En particular, la intención de Colón
y sus hermanos de esclavizar a los indígenas provocó la inmediata reacción
de la Corona, que había prohibido expresamente la esclavitud. Por otra
parte, las riquezas prometidas por Colón no aparecían por ningún lado. Ante
las denuncias de los colonos españoles, que se sentían engañados por el
almirante, Colón había sido detenido en 1500 y embarcado hacia España.
Nuevos gobernadores enviados por el rey Fernando el Católico intentaban
poner orden en el caos mientras Colón porfiaba por mantener sus derechos.
Lo peor para el navegante era que, después de todo, los delegados de la
Corona estaban consiguiendo triunfar allá donde él fracasó: en convertir La
Española en un lugar donde se pudiera vivir.
Después de este último viaje, Colón nunca volverá a las Indias. Pocos
días después de su regreso, la reina Isabel moría en Medina del Campo. Una
época estaba terminando. El almirante, aunque enfermo, intentó a toda costa
desplazarse a Sevilla para entrevistarse con el rey. No pudo moverse hasta
mayo siguiente. Mientras tanto, se dedicó a enviar cartas a su hijo Diego;
cartas que eran un compendio de reivindicaciones económicas y críticas al
gobierno de las Indias. Esas cartas y otras de esta misma época han creado
la leyenda de que Colón pasó sus últimos años hundido en la miseria. No es
exacto. Distaba de llevar una vida principesca, pero no vivía en la pobreza
y, por otro lado, mantenía su sitio en la corte. Cuando llegó ante el rey
Fernando –mayo de 1505– halló a un monarca que lo último que tenía en la
cabeza eran los problemas del navegante. Colón pidió una vez más que se le
reconocieran los privilegios firmados años atrás en Santa Fe: almirante,
virrey, gobernador. Fernando, una vez más, respondió con buenas palabras,
evasivas y dilaciones. La corte se trasladó a Salamanca y Colón fue con
ella. Después marchó a Valladolid, y Colón, detrás. Ya era abril de 1506 y
Fernando el Católico parecía haberse desentendido por completo de la
causa colombina. Era el final. Colón morirá muy pronto, el 20 de mayo de
1506, en Valladolid, después de dictar testamento ante el escribano de los
Reyes Católicos. Nunca quiso aceptar que las tierras que descubrió no eran
las Indias, sino un continente nuevo.

Otros hechos
1598: Nace en Fuente de Cantos, Badajoz, el pintor Francisco
de Zurbarán.
1733: En El Escorial, primer Pacto de Familia de los Borbones
de España y Francia.
1808: Los colonos españoles de Santo Domingo, liderados por
Juan Sánchez Ramírez, derrotan en la batalla de Palo Hincado a
las tropas francesas.
1823: Ejecución del general liberal Rafael de Riego.
8
de noviembre
Hernán Cortés entra en Tenochtitlán

Tal día como hoy, 8 de noviembre de 1519, el conquistador español


Hernán Cortés entraba en Tenochtitlán, la capital del imperio azteca,
en el actual México, y se entrevistaba con el emperador Moctezuma.
Cortés llegaba con unos quinientos españoles; lejos, a prudencial
distancia, quedaban los aliados nativos del conquistador, indios que odiaban
a muerte a los aztecas. Moctezuma recibió a los españoles como quien
asiste a una fatídica aparición: desde diez años antes, el imperio azteca,
sacudido por terremotos, plagas y sequías, aguardaba la llega del final, tal y
como había predicho su dios y señor, Quetzalcoatl. Toda la religión de los
mexicas se basaba en conjurar el regreso de ese dios, pues estaba escrito
que con él terminaría la dominación azteca. Lo peor era que también estaba
escrita la fecha: precisamente la que en esos mismos meses cruzaba el
calendario. Moctezuma vio confirmados todos sus temores cuando sus
mensajeros le contaron que habían visto en el mar «unos cerros que
flotaban» y que transportaban hombres muy blancos con barbas muy largas.
Para el emperador no hubo duda: los hombres de Cortés eran los enviados
de Quetzalcoatl, que volvían para imponer la voluntad divina. Por eso le fue
tan fácil a Cortés doblegar a Moctezuma.
Hernán Cortés había llegado allí movido por otras motivaciones.
Desde muchos años atrás, los españoles de La Española y Cuba tenían
noticia de la riqueza y poderío de aquel misterioso imperio que aguardaba
tierra adentro. También supieron los nuestros hasta qué punto la mayoría de
las tribus de la región detestaba a los mexicas, que ejercían un verdadero
despotismo sobre todos los pueblos de los alrededores; un despotismo que
incluía captura de cautivos para sacrificios humanos. La gran campaña de
Cortés incluyó la movilización de decenas de miles de tlaxcaltecas,
zempoaltecas y otras tribus que creían llegada la hora de su liberación.
Cuando al fin entraron en Tenochtitlán, los españoles se quedaron
asombrados por el esplendor del conjunto urbano; habían descubierto un
mundo que parecía salido de las novelas de caballerías.
Moctezuma, hombre reflexivo y fiel a sus dioses, que solía pasear con
frecuencia por las imponentes ruinas de Teotihuacán, también vio llegada su
hora. Sumiso, el emperador azteca se dejó apresar por los españoles y se
reconoció vasallo de Carlos I de España. A partir de este momento, la
conquista de México se abrió para Cortés y los suyos. Aún tenían que pasar
muchas cosas, pero nada podría detener la caída de aquel mundo que se
derrumbaba.

Otros hechos
1517: Muere en Roa, Burgos, el cardenal Cisneros, cuando
acudía a recibir a Carlos I.
1576: Acuerdo de Pacificación de Gante: los Estados
Generales de los Países Bajos proponen condiciones para la paz
con España.
1765: Muere en Ábalos, La Rioja, el marino y escritor Martín
Fernández de Navarrete, primer gran historiador de la Marina
española.
9
de noviembre
El cardenal-infante que murió
con las botas puestas

Tal día como hoy, 9 de noviembre de 1641, moría en Bruselas, con


treinta y un años, el cardenal-infante Fernando, gobernador general de
los Países Bajos y capitán general de los ejércitos de Flandes, hijo de
Felipe III y una de las figuras más sugestivas del XVII español.
La España de Felipe III estaba en el cénit de su gloria: el imperio había
alcanzado su mayor extensión, en lo cultural bullían los siglos de oro y, en
lo político, reinaba la Pax Hispánica, cuando callaron las armas con Francia
por la paz de Vervins de 1598, con Inglaterra por el tratado de Londres de
1604 y con los Países Bajos por la Tregua de los Doce Años (1609-1621).
En ese contexto nació en El Escorial Fernando de Austria y Austria-Estiria,
sexto hijo (tercer varón) del rey Felipe y su esposa Margarita. Al infante se
le destinó a la Iglesia, pero con el concepto político que los reyes tenían de
tal cosa: sin ser nunca ordenado sacerdote, se le nombró directamente
arzobispo de Toledo con diez años y cardenal muy poco después.
Ciertamente, de clérigo no tenía más que los hábitos, y ni siquiera los
llevaba siempre. En 1621 muere Felipe III y le sucede su primogénito,
Felipe IV, que delega el gobierno en el conde-duque de Olivares. A
Fernando se le encomienda el virreinato de Cataluña y enseguida se le
atribuye una misión que llenará su vida y su muerte: Flandes.
Para ese momento, 1633, la Pax Hispánica ya solo era un recuerdo y
las armas volvían a hablar en Europa. Fernando, con poco más de veinte
años, se vio al frente de los ejércitos que marchaban a Flandes. Como los
holandeses habían cerrado la mar, tuvo que ir por tierra desde Milán. El
camino será una sucesión de combates. En ese mismo instante los ejércitos
imperiales de los Habsburgo se las tenían tiesas con la alianza protestante
de suecos y sajones; Fernando de Austria acudió en socorro de su primo
Fernando de Hungría y dio la batalla. Aquello terminó en el campo de
Nördlingen (1634), donde los imperiales destrozaron a los suecos. El
cardenal-infante siguió hacia Bruselas, que hervía de inquietud. Buen
político, negoció aquí y sacudió allá, y supo afianzar su poder. Justo a
tiempo, porque los franceses amenazaban. Fernando lanzó una campaña
espectacular que entre 1635 y 1636 le llevó a 30 kilómetros de París. A
partir de aquí, sin embargo, todo empezó a torcerse: demasiados enemigos a
la vez (Francia, Holanda, Inglaterra, sublevaciones en Portugal y en
Cataluña), pocos medios, porque el país atravesaba por una crisis atroz y,
para colmo, intrigas en Madrid, donde no faltaron voces para minar su
reputación. Entre victorias y derrotas (ganó Amberes pero perdió Arras), el
cardenal-infante trató de mantenerse en pie en un imperio que se
derrumbaba. Enfermo tras una de sus innumerables batallas, terminó
entregando la vida en Bruselas en 1641.

Otros hechos
1790: Muere en Mérida, Venezuela, el obispo sevillano Juan
Ramos de Lora, misionero en México y California, obispo en
Venezuela y fundador de la Universidad de los Andes.
1922: Jacinto Benavente obtiene el Nobel de Literatura.
1940: El gobierno de Franco fusila al líder socialista Julián
Zugazagoitia, ministro de Gobernación en el gabinete de
Negrín.
10
de noviembre
Juan Fernández y las autopistas del mar

Tal día como hoy, 10 de noviembre de 1564, el marino español Juan


Fernández, natural de Cartagena, hizo un descubrimiento que
revolucionó la navegación en el océano Pacífico: una ruta para navegar
desde el Ecuador hasta el sur de Chile venciendo la dura corriente de
Humboldt. Una auténtica autopista del mar.
Hasta aquel momento, los barcos de vela, cabotando por la costa
suramericana, tardaban hasta seis meses en cubrir ese trayecto. ¿Por qué?
Por la fuerza de la corriente del Perú, luego llamada corriente de Humboldt,
que asciende de sur a norte. El viaje de Perú a Panamá, a favor de la
corriente, era vertiginoso, pero el trayecto inverso se hacía interminable.
Juan Fernández, piloto y capitán en la flota de Juan Jufré, conocía esas
aguas como la palma de su mano: llevaba quince años haciendo el trayecto
desde Valparaíso, en Chile, hasta El Callao, en Perú. Un gallego que
navegaba por esos mismos mares, Hernando de Lamero, había creído
advertir que, más al oeste, las corrientes cambiaban: las expediciones que
habían llegado hasta las Molucas encontraban ríos de agua y viento que
empujaban en dirección sur. Y Juan Fernández decidió probar suerte.
Lo que hizo Juan Fernández fue intentar un rodeo: a bordo de su nave,
el Nuestra Señora de los Remedios, se adentró en el Pacífico en dirección
oeste con la convicción de que encontraría otra corriente que le empujaría
hacia el sur. Era realmente una aventura hacia lo desconocido, pues nadie
sabía si tal corriente existía. Pero los cálculos de Fernández fueron
correctos: pasados unos pocos días de singladura hacia occidente, otras
corrientes cálidas empujaron al barco hacia el sur. Así aquel viaje
interminable de seis meses se convertía ahora en un trayecto de poco más
de treinta días. Sobre el mapa era un enorme rodeo, pero en tiempo real de
navegación suponía un extraordinario ahorro. La corriente del Perú había
sido vencida.
Por el camino, nuestro navegante descubrió unas islas que nadie había
visto antes; hoy las conocemos como el archipiélago de Juan Fernández. Y
además, en un viaje posterior avistará unas misteriosas tierras australes de
«suelo montañoso, fértil y poblado por gente blanca, de ríos correntosos».
Nadie puso entonces el pie allí, pero hoy las conocemos como Nueva
Zelanda.

Otros hechos
1644: Muere en Madrid el dramaturgo Luis Vélez de Guevara,
autor de El diablo cojuelo.
1684: Nace en Montilla, Córdoba, el médico e investigador
Francisco Solano de Luque, cuyos estudios sobre el pulso,
recibidos primero con sorna, terminarían haciendo autoridad.
1702: Los ingleses queman San Agustín, Florida. La población
se refugia en el castillo de San Marcos, y resiste el asedio.
1712: Nace en La Coruña Teresa Herrera, fundadora del
primer hospital coruñés.
1808: Batalla de Gamonal, en Burgos: el ejército de refuerzo
enviado por Napoleón saquea Burgos, donde Bonaparte instala
su cuartel general.
11
de noviembre
Pedro el Grande, por quien Italia
fue española

Tal día como hoy, 11 de noviembre de 1285, moría en Villafranca del


Penedés, Barcelona, el rey Pedro III de Aragón, primero de la casa
aragonesa que fue, además, rey de Sicilia.
En la aventura italiana de Aragón hay un nombre de mujer: Constanza
de Hohenstaufen, hija del rey Manfredo I de Sicilia y nieta del emperador
Federico II. El reino de Sicilia no se limitaba a la isla siciliana, sino que
comprendía también el tercio sur de Italia. En 1262, Constanza se casó con
el infante Pedro de Aragón, primogénito y heredero de Jaime I el
Conquistador. Aquel matrimonio parecía, a primera vista, una bicoca, pero
tenía dentro una bomba. Desde mucho tiempo atrás, los papas intentaban
asentar su poder político en la península italiana frente al reino normando
de Sicilia, vasallo del emperador germánico. ¿Cómo podían los papas
asentar su poder? Solo con ayuda exterior. La encontraron en Francia y, en
particular, en Carlos de Anjou. El papa Clemente coronó a Carlos rey de
Sicilia en 1266. Carlos formó un ejército, derrotó a Manfredo, que murió en
la batalla, y mandó cegar a sus herederos varones. Sicilia era suya. Pero
Pedro de Aragón formuló una objeción de principio: ahora la heredera
legítima de la corona era Constanza, su esposa. Numerosos nobles
sicilianos se levantaron contra el de Anjou. Sicilia entera ardió en un
incendio que iba a prolongarse largos años. Y Aragón se vio en medio del
fuego.
Constanza apeló a los más distinguidos partidarios de su causa: los
Lauria, los Lanza, los Prócidas, grandes familias que pasan a servir a
Aragón. En 1276 muere Jaime I y Pedro III es coronado rey. Como tal,
reivindica los derechos de su esposa al trono siciliano. No puede meterse en
una guerra en Italia, pero sí reafirmar su poderío naval en el Mediterráneo.
Ahora bien, entre tanto ocurre algo terrible: el 30 de marzo de 1282, en
Palermo, las campanas llaman a vísperas y, a la señal, el pueblo aniquila a
la guarnición francesa. De inmediato la revuelta se extiende a otras
ciudades. El episodio pasará a la historia como las «vísperas sicilianas». Y
acto seguido, los nobles de la isla ofrecen la corona al legítimo heredero de
Manfredo: Pedro de Aragón, esposo de Constanza.
Pedro y Constanza entraron en Sicilia en agosto de 1282.
Inmediatamente fueron coronados. El de Anjou declaró la guerra. Pero
entonces entró en acción la flota aragonesa y, al mando de ella, un nombre
que hará historia: el almirante Roger de Lauria, que destrozó a la escuadra
francesa en Nicotera. Tanto los franceses como el papado reaccionaron,
evidentemente. Hubo guerra y fue crudelísima, pero Aragón ganó. El Reino
de Sicilia quedó de hecho partido en dos: la isla siciliana para los
aragoneses, las tierras de Nápoles para Francia. Y desde entonces, y durante
siglos, España tendrá voz en Italia.

Otros hechos
1500: Tratado de Granada: Fernando el Católico y Luis XII de
Francia se reparten Nápoles.
1817: Muere ejecutado en Guanajuato, México, Francisco
Javier Mina, guerrillero durante la Guerra de la Independencia
y caudillo militar de los independentistas mexicanos.
12
de noviembre
El asesinato de Canalejas

Tal día como hoy, 12 de noviembre de 1912, era asesinado en Madrid


el líder político liberal José Canalejas Méndez, presidente del Consejo
de Ministros. Lo mató de tres tiros por la espalda el anarquista Manuel
Pardiñas, que acto seguido se suicidó.
José Canalejas había sido un niño prodigio: traductor y novelista con
diez años, corresponsal político con once, antes de los veinte ya era doctor
en Filosofía y en Derecho. A los veintisiete años fue elegido diputado por
Soria con el Partido Liberal y desde entonces ocuparía sucesivos cargos de
Gobierno: ministro de Fomento, Hacienda, Justicia, Agricultura, presidente
de las Cortes… Era un tipo de un valor personal fuera de toda duda: en
1897, preocupado por la guerra de Cuba, y después de haber sido ministro
de Justicia, de Fomento y de Hacienda, nada menos, se alistó como soldado
con cuarenta y tres años y combatió en la isla para conocer de primera
mano la situación. Le dieron la medalla al mérito militar con distintivo rojo,
y no era para menos. De aquel viaje cubano sacó importantes conclusiones
que presentó al jefe de gobierno, Sagasta, en forma de memorándum.
Sagasta no hizo caso. Cuba se perdió al año siguiente.
Fundó su propia corriente del Partido Liberal y en 1910 el rey Alfonso
XIII le confió la presidencia del Gobierno. Desde el Ejecutivo desarrolló
una política de izquierdas imponiendo el servicio militar obligatorio y
limitando la instalación de órdenes religiosas, al mismo tiempo que
ordenaba ocupar militarmente Marruecos y reprimía con mano dura la
sublevación republicana de 1911 y la huelga de 1912. Propuso además, para
frenar el separatismo catalán, un proyecto de Mancomunidad de Cataluña
que pactó con Prat de la Riba y que se verificaría algunos años más tarde.
En la mañana del 12 de noviembre, cuando paseaba por la Puerta del
Sol, ante el escaparate de la librería San Martín, el anarquista Manuel
Pardiñas le descerrajó tres tiros. Pardiñas era un pistolero internacional que
había dejado ya huella en Argentina, Cuba, Florida y Francia. La escolta del
presidente corrió de inmediato hacia el asesino. Pardiñas, viéndose
acorralado, se voló la cabeza. Don José Canalejas moría a los cincuenta y
ocho años de edad. La Corona concedió a la familia el título de duques de
Canalejas. Será el segundo jefe de gobierno asesinado por los anarquistas
durante el periodo de la Restauración: el primero fue Cánovas en 1897 y el
tercero será Dato en 1921. Con Maura lo intentaron dos veces, sin éxito.

Otros hechos
1651: Nace en San Miguel Nepantla, Nueva España, la
religiosa y poetisa sor Juana Inés de la Cruz, firma eminente
del Siglo de Oro en América.
1896: Nace en Pedro Bernardo, Ávila, el físico Arturo
Duperier, autoridad mundial en la investigación de la radiación
cósmica.
1985: La ONU insta a Gran Bretaña y España a resolver el
problema de Gibraltar. Londres seguirá negándose.
1989: Muere en Madrid la líder comunista Dolores Ibárruri, la
Pasionaria.
13
de noviembre
San Isidoro de Sevilla

Tal día como hoy, 13 de noviembre de 619, reinando Sisebuto en la


España goda, se abría el II Concilio de Sevilla bajo la presidencia de
Isidoro de Sevilla.
Cuando se habla de los godos siempre se incide en sus luchas por la
corona, los asesinatos de reyes, las guerras de clanes… Pero lo realmente
importante es esto otro: los godos fueron quienes mantuvieron la unidad de
Hispania desde el fin de la Antigüedad hasta la Edad Media. Aquí
construirán un territorio unificado, una corona única, una religión común,
un legado cultural y un derecho único. Dentro de ese legado, destaca de
manera eminentísima san Isidoro de Sevilla. Nacido en 560, era uno de los
mayores sabios de su tiempo, el último de los grandes filósofos antiguos y
padre de la Iglesia. Dominaba el latín, el griego y el hebreo. Enseñaba
filosofía aristotélica en Sevilla mucho antes de que llegaran a España los
árabes. Su obra cumbre, las Etimologías, fue la más reproducida en la Edad
Media, después de la Biblia. Y San Isidoro fue uno de los primeros en darse
cuenta de que esta España ya no era la Hispania romana, sino que había
nacido algo distinto. Algo a lo que él se propuso contribuir reuniendo el
gran legado cultural de Roma y dando forma doctrinal a la monarquía
visigótica, con la Iglesia como poder moderador y los concilios como cortes
que debían aprobar la legislación del reino. Que los reyes estuvieran a la
altura de las circunstancias ya es harina de otro costal.
Hay que subrayar que Isidoro no fue un autor aislado, sino que en
torno a él creció una élite intelectual muy respetable. Por ejemplo, Braulio
de Zaragoza, que en una carta escribe a su maestro en estos términos: «Tus
libros nos han señalado el camino de la casa paterna cuando andábamos
errantes por la ciudad tenebrosa de este mundo. Ellos nos dicen lo que
somos, de dónde venimos y dónde nos encontramos. Ellos nos hablan de la
grandeza de la patria, ellos nos dan la descripción de los tiempos…».
También el rey Sisebuto, además de una inequívoca vocación guerrera,
sentía inclinación hacia las letras e igualmente escribió a Isidoro. Lo hizo
así: «No escuchamos sino el ruido importuno del hierro y los gritos de miles
de soldados, las arengas de los generales nos enardecen y en el foro
resuenan clamores de guerra. Suenan las trompetas y conseguimos volar
pasando el mar. El vascón desde las nieves y el cántabro en sus montañas
no nos dejan reposo alguno, pero es precisamente a Nos a quien se ordena
ceñir con los laureles del Sol nuestra frente y trenzar, para Nos también,
corona de yedra aún más augusta». Lo cual no deja de ser una buena
definición de lo que aquella gente, los godos, tenía dentro de las entrañas.

Otros hechos
1523: Pedro de Alvarado sale de Tenochtitlán, al frente de un
ejército de indios tlaxcaltecas, a la conquista de Guatemala.
1565: Muere el político y eclesiástico Pedro de La Gasca,
pacificador del Perú.
1810: El cura José María Mercado proclama en Ahualulco,
Jalisco, la independencia de México frente a España.
14
de noviembre
El primer desastre de Francisco Pizarro

Tal día como hoy, 14 de noviembre de 1524, Francisco Pizarro


emprendía su primera navegación en busca del Perú. Fue un absoluto
desastre.
Nadie sabía bien qué era el Perú o, como decían los indios, «el Birú».
Solo se contaba que allí había oro a raudales y grandes ciudades. Más que
suficiente para que los conquistadores sintieran deseos de conocerlo. En
Panamá, 1524, se reúnen dos veteranos. Pizarro, al borde de los cincuenta
años, más de 20 en las Indias, segundo teniente de gobernador en Panamá.
Diego de Almagro, pasados sobradamente los cuarenta, bastardo de un
noble, fugitivo de la justicia en España, diez años en América, redimido por
su entrega en los combates junto a Pedrarias Dávila y Balboa, entre otros
méritos. Son ellos dos, Almagro y Pizarro, los que conciben la idea. Dos
años antes, la expedición de Andagoya ha comprobado que los incas
existen. Los dos veteranos irán a verlo. Necesitan dinero. Se lo piden a
Hernando de Luque, vicario de Panamá. Luque no es rico pero conoce a un
financiero: el licenciado Gaspar de Espinosa, un tipo de buena familia y
mala fama –fue el que dictó la ejecución de Balboa– que administra los
dineros de Pedrarias. Espinosa pondrá 20.000 pesos de oro. Aquellas
campañas de conquista funcionaban como empresas privadas en el sentido
estricto del término. Así Pizarro, Almagro y Luque forman una sociedad: la
Compañía de Levante.
Pizarro asume la dirección personal del viaje. Avía un barco: la
Santiago, vieja herencia de Núñez de Balboa, y otra nave de apoyo, la San
Cristóbal, bajo responsabilidad de Almagro. Enrolan a 112 españoles más
unos pocos indios nicaraguas. Zarpan el 14 de noviembre. Apenas llegarán
más allá de lo que hoy es la costa norte de Colombia. Por tierra, junglas
impenetrables; por mar, corrientes feroces. Los barcos pierden contacto. Se
acaban las provisiones. A Pizarro se le mueren treinta hombres entre el
hambre y las enfermedades. En febrero de 1525 Pizarro encuentra una
fortaleza indígena. Los indios le reciben con una lluvia de piedras y
jabalinas. Otros cinco hombres mueren allí y el propio Pizarro resulta
herido. Almagro, mientras tanto, trata de encontrar el camino por el mar.
¿Dónde termina? En el mismo pueblo por donde ya había pasado Pizarro,
con la consabida ración de piedras y flechas, una de las cuales deja tuerto a
Almagro. Pizarro y Almagro, cada uno pensando que el otro habría muerto,
vuelven a puerto y se encuentran en Panamá. Hacen balance: han perdido
casi medio centenar de hombres, un buen montón de dinero y mucha salud.
A cambio no han obtenido absolutamente nada, ni hallado otra cosa que
aguas ingobernables, selvas imposible e indios tan primitivos como hostiles.
Y sin embargo, volvieron. Lo prodigioso es que volvieron. Y
encontraron lo que buscaban.

Otros hechos
1501: Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos, se casa
con Arturo Tudor, heredero de Inglaterra.
1879: El Gobierno Martínez Campos da seis meses para
imponer el sistema métrico decimal en todo el país.
1946: Muere en Alta Gracia, Córdoba, Manuel de Falla.
15
de noviembre
Y Atahualpa cayó preso en Cajamarca

Tal día como hoy, 15 de noviembre de 1533, exactamente nueve años


después de su primera navegación en busca del Perú, el conquistador
Francisco Pizarro hacía preso al inca Atahualpa en Cajamarca. Con él
caerá su imperio. En términos territoriales, es la mayor conquista
jamás lograda por las armas españolas.
El Tahuantinsuyo, que así se llamaba el imperio incaico, abarcaba
desde el actual Ecuador hasta el norte de lo que hoy es Chile, y desde el
litoral Pacífico hasta las espesuras amazónicas y el altiplano de Bolivia. Un
mundo inmenso habitado por numerosos pueblos que los incas, los amos
del Perú, habían sojuzgado a sangre y fuego. Aquel imperio funcionaba
sobre la base de un rígido sistema burocrático que controlaba absolutamente
todo, desde la economía hasta la vida familiar, bajo la vigilancia de un
poderoso ejército siempre dispuesto al combate. Pero aquel prodigio
político, en el momento en que llegan los españoles, es ya un mundo en
decadencia. Las grandes epidemias han empezado a hacer estragos. Y sobre
todo, una encarnizada guerra civil devastaba el mundo incaico: los caudillos
Atahualpa y Huáscar, hermanos, peleaban a muerte por el trono, y en su
guerra no retrocederán ante el exterminio de los pueblos que han escogido
el bando contrario.
Pizarro vio lo que había y supo ganarse el apoyo de los pueblos nativos
oprimidos por los incas: huancas, tallanes, etc. Así pudo avanzar con una
exigua hueste desde la costa hacia el interior, hasta el mismísimo corazón
del imperio. Atahualpa, sintiéndose en peligro, citó a Pizarro en Cajamarca,
al amparo de una vieja ciudadela. La noche anterior al encuentro, decenas
de miles de guerreros incaicos encendieron hogueras en los montes y
prorrumpieron en cánticos que helaron el corazón de los nuestros. Después
del amanecer apareció Atahualpa: no menos de 10.000 hombres y una
lujosa cohorte de nobles acompañaban al inca, sentado en una litera de oro.
Enfrente, 156 españoles barbudos y sudorosos, con un fraile dominico, una
veintena de arcabuces, setenta caballos y unos cuantos falconetes ligeros,
pero estruendosos. La aproximación fue pacífica, pero nadie ignoraba que
todos acabarían con las armas en la mano. El fraile tendió a Atahualpa una
Biblia. El inca la arrojó al suelo. Pizarro sacó la espada, apresó a Atahualpa
y gritó: «¡Santiago!». Y fue decir «Santiago» y entrar a descabello.
Tronaron los falconetes, dispararon los arcabuces, los jinetes se precipitaron
sobre la muchedumbre de indios y estos, al ver que todo aquello ocurría con
el inca hecho preso, salieron de estampida. La batalla duró media hora. El
Tahuantinsuyo se derrumbó sobre sí mismo.

Otros hechos
687: Muere el rey visigodo Ervigio tras gobernar siete años.
1573: El conquistador Juan de Garay funda la ciudad de Santa
Fe, en la actual Argentina.
1747: Nace en Zaragoza el economista ilustrado Juan Larruga,
autor de unas célebres Memorias políticas y económicas sobre
los frutos, fábricas, comercio y minas de España.
1974: España pone en órbita su primer satélite artificial: el
Intasat del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA).
16
de noviembre
La monarquía postiza
de Amadeo de Saboya

Tal día como hoy, 16 noviembre de 1870, el italiano Amadeo de


Saboya era elegido rey de España por las Cortes. Su reinado durará
dos años y un mes.
La Revolución de 1868, llamada «Gloriosa», y la fuga de Isabel II
habían dado lugar a un gobierno provisional presidido por el general
Serrano. Había sido un golpe militar de izquierdas que se amparaba en los
deseos de democracia de una parte importante de la población y, sobre todo,
de la gran burguesía liberal, con patente influencia de los círculos
masónicos. El nuevo gobierno convocó Cortes y estas proclamaron una
Constitución, la de 1869, que establecía como forma de gobierno la
monarquía constitucional. Ahora bien, derribado el linaje de los Borbones,
¿quién podía ceñir ahora la corona?
Se buscó a un rey. Se evaluó un cierto abanico de candidaturas. Y
finalmente, no sin polémicas, se encontró en la persona del duque de Aosta,
Amadeo de Saboya, hijo del rey de Italia. Amadeo era de una vieja dinastía
emparentada con la Casa Real española, formalmente católico y de ideas
liberales; sobre todo, era masón, lo cual tenía su importancia para los
revolucionarios de 1868. El 16 de noviembre de 1870 votaron los diputados
y Amadeo fue ratificado por amplia mayoría. La «Gloriosa» ya tenía su rey.
Fuera de las Cortes, sin embargo, el apoyo de esta monarquía postiza
será mínimo: contará con la hostilidad del pueblo, de los carlistas, de los
republicanos, de la Iglesia y de la vieja aristocracia, que no era poca
hostilidad. Para colmo, el asesinato del general Prim, tiroteado
precisamente cuando se disponía a recibir al nuevo monarca, le privó de su
principal valedor. El reinado de Amadeo será una calamidad y, todo sea
dicho, no por culpa suya. Llegó a España en enero de 1871. Hubo seis
gobiernos distintos en poco más de dos años: Serrano, Ruiz Zorrilla,
Malcampo, Sagasta, etc. ¿Por qué tanto gobierno? Fundamentalmente,
porque las distintas facciones que sustentaban el edificio se hallaban
enfrentadas a muerte entre sí. Y si eso pasaba entre los constitucionalistas,
puede imaginarse lo que ocurría entre los enemigos del sistema. En abril de
1872 los carlistas volvieron a levantarse. El rey sufrió un atentado en el mes
de julio a manos de un republicano. En Cuba, por otro lado, los insurrectos
se sublevaban. Y en España, el cuerpo de artilleros se pronunciaba contra el
rey.
Amadeo terminará siendo expulsado en febrero de 1873. Vendrá
entonces la I República. Y será todavía peor.

Otros hechos
1519: Diego Velázquez de Cuéllar funda la ciudad de La
Habana, en Cuba.
1700: Felipe V de Anjou (Borbón) sube al trono de España.
1938: Toca a su fin la batalla del Ebro, la más larga –cuatro
meses– y costosa de la guerra civil. El ejército del Frente
Popular, con 10.000 muertos y casi 20.000 prisioneros, queda
desmantelado.
17
de noviembre
Eugenia de Montijo inaugura
el Canal de Suez

Tal día como hoy, 17 de noviembre de 1869, la española Eugenia de


Montijo, emperatriz de los franceses, inauguraba el Canal de Suez en
Egipto. Esta mujer fue la referencia de la belleza y la elegancia en
Europa durante décadas. Y mucho más que un maniquí.
Filiación completa: María Eugenia Ignacia Agustina de Palafox-
Portocarrero de Guzmán y Kirkpatrick, con gotas de sangre escocesa y
belga sobre un fondo de la más linajuda aristocracia castellana y más de una
grandeza de España en los genes. Eugenia, de tan aristocrática familia
española y educada en París, había conocido en 1848 a Luis Napoleón
Bonaparte, sobrino de Napoleón I, que acababa de ser elegido presidente de
la República francesa. Luis Napoleón se enamoró de Eugenia y se
desposaron en 1853, cuando él ya se había convertido en emperador como
Napoleón III. Eugenia tenía entonces veintisiete años. Emperatriz de los
franceses.
Eugenia era probablemente la dama más hermosa y elegante de su
tiempo, ese tipo de mujer que desprende encanto por donde pasa. Más alta
que baja, de rasgos faciales absolutamente singulares, ojos azules llenos de
expresividad, cuerpo de estatua griega, porte majestuoso sin rigidez,
caminar elástico… Todas las descripciones vienen a coincidir en este
dibujo. Pero, además, era una mujer devota, inteligente y con cuidada
formación, de modo que participó de manera muy activa en la política
francesa. Suya fue la mano que en 1869 inauguró oficialmente el Canal de
Suez, una de las mayores obras de ingeniería de todos los tiempos, que
permitió abrir la navegación desde el Mediterráneo hasta el océano Índico a
través del mar Rojo. Eugenia seguiría apoyando todas las iniciativas
políticas de su marido, el emperador, mientras se mantenga en el trono.
La experiencia imperial de Napoleón III duró casi veinte años. Le
llegó el final cuando cometió el error –estimulado, por cierto, por la propia
Eugenia– de entrar en guerra con la Prusia de Bismarck. Ganaron los
prusianos, Napoleón III cayó preso en Sedán y todo se acabó. Era 1870. La
familia se exilió a Inglaterra mientras en Francia se proclamaba la II
República. Napoleón duró poco: moría en Londres, en 1873, con sesenta y
cinco años de edad. Eugenia quedaba sola con su único hijo Napoleón
Eugenio Luis. Para más tragedia, el pequeño Napoleón escogió la carrera de
las armas, se alistó como oficial en el ejército inglés y cayó en la guerra con
los zulúes de Suráfrica en 1879, con solo veintitrés años. Eugenia de
Montijo se retirará a Biarritz, donde pasó los últimos años de su larga vida.
Allí murió en 1920, con noventa y cuatro años de edad.

Otros hechos
1499: Vicente Yáñez Pinzón zarpa desde Palos con cuatro
carabelas. Descubrirá Brasil.
1558: Muere la reina de Inglaterra María Tudor, segunda
esposa de Felipe II.
1628: Muere mártir en Caibaté, Brasil, el misionero jesuita
Roque González de Santa Cruz, natural de Asunción del
Paraguay, fundador de varias reducciones y asesinado por los
nativos.
18
de noviembre
El final de la batalla del Ebro

Tal día como hoy, 18 de noviembre de 1938, el general Yagüe entraba


en Ribarroja de Ebro, Tarragona, reconstruyendo así la línea de frente
rota por el Frente Popular el mes de julio. Era el final efectivo de la
batalla del Ebro, la más larga y feroz de la guerra civil.
De todas las grandes batallas de la guerra civil, la del Ebro fue sin
duda no solo la más larga, sino también la más costosa en hombres y
equipo. La ofensiva del Ebro había sido la última gran esperanza del Frente
Popular. Cuando comenzó, en julio de 1938, la situación política y militar
del gobierno Negrín era desesperada: los franquistas habían llegado al
Mediterráneo rompiendo su territorio en dos y amenazando los suministros
que recibía Madrid desde los puertos de Valencia y Alicante, el gobierno
permanecía en Cataluña mientras, en el resto de la España bajo su control
nominal, el poder efectivo lo ostentaban núcleos militares apenas
coordinados y, para colmo de males, Inglaterra y Francia se negaban a
ayudar al régimen frentepopulista. La única salida que veía Negrín era, en
lo militar, recuperar la unidad de sus dos porciones de territorio, y en lo
político, alargar la resistencia lo más posible para enlazar con el conflicto
que de manera inminente se cernía sobre Europa, en la esperanza de que eso
obligara a franceses e ingleses a ayudarle frente a Franco. Esas fueron las
razones que movieron al mando republicano a agrupar todo lo que tenía al
otro lado del Ebro, donde estaba fijado el frente de batalla, y cruzar el río.
En la madrugada del 25 de julio, el Ejército Popular de la República
cruzó el Ebro por más de veinte puntos entre Mequinenza y Amposta. Más
de cien mil hombres con abundante artillería. La operación cogió
enteramente por sorpresa al ejército nacional, que a duras penas pudo
replegarse a posiciones seguras. Las tropas de Franco presentes en aquel
frente, más las que enseguida acudieron como refuerzo, no sumaban menos
contingente. La gran diferencia estuvo en la logística: mientras que la
aviación republicana tardó cuarenta y ocho horas en empezar a actuar, la
nacional compareció de inmediato; asimismo, los pontones construidos por
los rojos no siempre soportaban el peso del material empleado, y Franco,
por su parte, mando abrir varias presas río arriba que barrieron los puentes.
Una semana después de iniciada la ofensiva, los republicanos habían
logrado cruzar el río, pero con una ganancia territorial mínima. El frente se
enquistó en una larguísima batalla de desgaste donde, al final, se impuso el
mejor empleo táctico del material y la mayor combatividad de las tropas en
los puntos estratégicos del mapa. Pasaron las semanas, pasaron los meses,
el calor atroz de agosto dejó paso a las primeras nieves y el ejército del
Frente Popular, con enormes bajas, tuvo que recruzar el río en sentido
inverso. Franco había ganado.

Otros hechos
1809: Nace en Esgos, Orense, el asesino en serie Manuel
Blanco Romasanta, el «hombre lobo de Allariz».
1952: España es admitida en la UNESCO. Ingresará
formalmente en enero siguiente.
1976: Las Cortes aprueban la Ley de Reforma Política, paso
decisivo en la transición.
19
de noviembre
La reconquista de Huesca

Tal día como hoy, 19 de noviembre de 1096, Pedro I, rey de Aragón y


Navarra, ganaba la batalla de Alcoraz. La victoria le abría las puertas
de Huesca. Por fin Aragón podría bajar de las montañas al llano.
La reconquista de Huesca se había convertido en una necesidad de
primer orden para el joven reino de Aragón, encajonado entre montañas,
que ambicionaba aquel enorme espacio llano con los consiguientes recursos
agrícolas. El rey Sancho Ramírez, hijo de Ramiro, el rey fundador, había
llevado a cabo una paciente y tenaz tarea de repoblación hacia el sur. A la
altura del año 1094 sometió a la ciudad a diversos asedios. En uno de ellos
perdió la vida. A Sancho le heredó su primogénito, Pedro, un tipo de la
misma hechura que su padre y su abuelo: buen político y guerrero
obstinado. Pedro, casado con la dama francesa Inés de Aquitana, no había
cumplido aún los treinta años cuando llegó al trono. Desde un tiempo atrás
su padre le había encomendado el gobierno de Sobrarbe y Ribagorza a
título de rey. Después había prodigado las acciones guerreras, al ritmo que
marcaban la invasión almorávide y la alianza aragonesa con León. Ahora su
primera preocupación será acabar lo que su padre había empezado: la
conquista de Huesca.
Huesca era una ciudad relativamente autónoma, pero dependiente de la
taifa de Zaragoza. Su conquista representaba, por tanto, un problema
diplomático, porque Zaragoza, por los acuerdos cruzados de la época de las
taifas, pagaba tributo a León y por tanto gozaba de la protección de este
reino cristiano. Inevitablemente la ofensiva iba a enfrentar al rey de Aragón
y Navarra –ambas seguían entonces bajo la misma corona– con Alfonso VI
de León. Aun así, la plaza era vital para los aragoneses. Pedro acudió al
auxilio papal; no en vano Aragón se había declarado vasallo de la Santa
Sede. Consta que el arzobispo de Burdeos, Amado, viajó al sitio de Huesca
como legado papal. También, naturalmente, acudieron numerosos cruzados
europeos. Huesca tenía que caer.
Alfonso no faltó al pacto con Zaragoza. Un contingente castellano
marchó hacia Aragón para engrosar el ejército que Al-Mustaín de Zaragoza
enviaba en socorro de Huesca. Pedro I se había preparado para hacerles
frente. La batalla decisiva fue en Alcoraz, al lado mismo de la ciudad
sitiada. Era el 19 de noviembre del año 1096 (otras fuentes dan el 18 o aun
el 26). Los ejércitos de Aragón y Navarra, con su refuerzo de cruzados, se
enfrentaron al socorro de Zaragoza y lo derrotaron. En la batalla brilló un
joven hermano del rey Pedro: Alfonso, que pasaría a la historia como «el
Batallador». Huesca ya era, por fin, aragonesa. El legado del papa restauró
la sede episcopal. La ciudad se convertía en nueva capital del Reino. Y
Aragón se asomaba al llano.

Otros hechos
1809: Batalla de Ocaña: las tropas napoleónicas del mariscal
Soult derrotan a las españolas del general Aréizaga, durante la
Guerra de la Independencia.
1819: Por iniciativa de Fernando VII, se inaugura el Museo del
Prado.
1933: Primera vuelta de las elecciones legislativas: gana la
CEDA, la derecha.
20
de noviembre
Muere Franco

Tal día como hoy, 20 de noviembre de 1975, moría en el hospital


público de La Paz, en Madrid, el general Francisco Franco, jefe del
Estado desde su proclamación como tal en octubre de 1936.
Franco moría a punto de cumplir los ochenta y tres años y después de
una larga agonía. Arrastraba visibles problemas de salud desde dos años
atrás y una flebitis en el verano del 74 obligó a ingresarle por un largo
periodo. No obstante, permaneció en la jefatura del Estado. ¿Por qué? Sin
duda, porque no quería que nada alterara las previsiones sucesorias. Todo
estaba preparado para que, a su muerte, el príncipe Juan Carlos de Borbón
fuera coronado. Nada, sin embargo, había previsto para una renuncia al
poder en vida del propio Franco. ¿Por qué? Unos piensan que Franco quería
mantenerse en el poder a toda costa, aun agonizante; otros, que su objetivo
era asegurarse la coronación de Juan Carlos, que él mismo había decidido,
sin arriesgarse a que otros tomaran la decisión. Sea como fuere, el 1 de
octubre de 1975, en medio de una feroz campaña internacional por la
ejecución de tres terroristas del FRAP y dos de ETA, Franco compareció en
el balcón del Palacio de Oriente, ante una enorme multitud, para hablar por
última vez. A partir del 15 de octubre empezó a sufrir infartos. Aun así no
fue trasladado a ningún hospital, sino que permaneció en una especie de
quirófano que se improvisó en el palacio de El Pardo. El 25 de octubre se le
administró la extremaunción. A principios de noviembre comenzaron las
hemorragias estomacales. Entonces ingresó en La Paz, donde los médicos,
con criterio más que discutible, trataron de reparar lo que ya era irreparable.
«¡Qué duro es morir!», dicen que dijo. El 19 de noviembre se le desconectó
de las máquinas. Expiró a las 4:20 horas del día 20. Su capilla ardiente,
abierta durante cincuenta horas en el palacio de Oriente, recibió en esos días
la visita de más de medio millón de personas.
Franco dejaba tras de sí un país enteramente diferente al que tomó en
1936. Objetivamente, la mayor parte de los problemas sociales y
económicos que el país arrastraba desde el siglo XIX estaban superados. En
el plano político, sin embargo, el régimen no supo evolucionar y, de hecho,
ni siquiera desarrolló las reformas que él mismo había concebido. Sea como
fuere, Franco es la figura fundamental del siglo XX español.

Otros hechos
1490: El caballero y escritor valenciano Joanot Martorell
publica su novela de caballerías Tirant lo Blanch.
1542: Carlos I promulga las Leyes Nuevas de Indias, que
suprimen las encomiendas y generarán enorme malestar –y
hasta revueltas– en América.
1562: Nace en Valdepeñas, Toledo, el sacerdote y poeta
Bernardo de Balbuena.
1936: Muere en circunstancias nunca aclaradas el líder
anarquista Buenaventura Durruti mientras inspeccionaba el
frente de La Moncloa, en Madrid, durante la guerra civil.
1936: José Antonio Primo de Rivera, líder de Falange
Española de las JONS, es fusilado por el Frente Popular
después de una parodia de juicio en la cárcel de Alicante.
21
de noviembre
Los mártires de Córdoba

Tal día como hoy, 21 de noviembre del año 851, las autoridades
islámicas de Córdoba ordenaron asesinar a las hermanas Nunila y
Alodia. Su delito: ser cristianas y decirlo en público.
Nunila y Alodia fueron solo dos entre los centenares de mártires de
Córdoba. En la Córdoba musulmana, y a medida que se asentaba el poder
omeya, la inspiración religiosa del poder político –inseparables en el islam–
había cobrado cada vez mayor fuerza. Si alguna vez hubo algo parecido a
cierta tolerancia –entre otras cosas, porque los mozárabes, es decir, los
cristianos, seguían siendo abrumadora mayoría en Al-Ándalus–, cualquier
indulgencia desapareció desde que llegaron a la capital los predicadores de
la escuela malikí, una de las corrientes de interpretación jurídica del islam.
La vida de los cristianos bajo el yugo islámico, en efecto, nunca fue
agradable. Conforme a su eufemístico estatuto de «dimíes», es decir,
«protegidos», los cristianos podían seguir cultivando su religión, pero en
condiciones muy duras de sumisión: había que pagar un impuesto especial
para profesar la fe de Jesús, estaba prohibido hacer manifestación externa
de la fe, estaba prohibido hacer apostolado, estaba prohibido discutir la
inspiración divina de Mahoma y estaba prohibido incluso reparar los
templos. Ante la opresión, muchos cristianos decidieron reafirmar
públicamente su fe, aun sabiendo que eso les conduciría a la muerte. En 850
había sido decapitado el presbítero Perfecto. Indignados por la injusticia,
medio centenar de notables cristianos de Córdoba –funcionarios,
comerciantes, incluso soldados– se ofrecieron voluntariamente al martirio.
En 851 fueron asesinados un laico y once monjes. Después de las hermanas
Nunila y Alodia morirán martirizadas la virgen Flora y la monja María. Y
será solo el principio.
El emir Abderramán II, político de tacto, tratará de calmar las cosas
convocando a los obispos cristianos, e incluso conseguirá de estos que
desaconsejen el martirio voluntario. Pero Abderramán muere en 852 y su
hijo y heredero, Muhammad I, se entregará a un baño de sangre. El punto
culminante será el asesinato del recién nombrado obispo de Toledo,
Eulogio, ya en 859. Los mártires de Córdoba pasarán a la historia como
ejemplo supremo de la intolerancia musulmana.

Otros hechos
1150: Muere en Lorca, Navarra, García Ramírez, rey de
Pamplona desde 1134.
1561: El asiento de Potosí, después de un crecimiento
espectacular por la actividad minera, recibe del rey Carlos I la
condición de Villa Imperial.
1564: Legazpi zarpa desde México para conquistar las islas
Filipinas.
1848: Nace en Bilbao el industrial José Tartiere, creador de
Santa Bárbara y principal promotor de la industrialización de
Asturias.
1852: Nace en Villarreal, Castellón, el guitarrista y compositor
Francisco Tárrega.
22
de noviembre
La proclamación de Juan Carlos I

Tal día como hoy, 22 de noviembre de 1975, Don Juan Carlos de


Borbón era proclamado rey de España en las Cortes, siguiendo las
previsiones sucesorias establecidas por el anterior jefe del Estado,
Francisco Franco. España recuperaba así la monarquía derribada por
la II República en 1931.
Mientras centenares de miles de españoles desfilaban por el palacio de
Oriente para despedir a Franco en su capilla ardiente, las Cortes aclamaban
al nuevo rey. El Gobierno de Don Juan Carlos I emprendería a partir de ese
momento un proceso de transición política desde las propias leyes del
franquismo y pilotado por políticos que venían igualmente del régimen de
Franco.
Juan Carlos, hijo de Juan de Borbón y nieto de Alfonso XIII, había
nacido en Roma en enero de 1938. Cuatro años después toda la familia se
trasladó a Lausana, Suiza. El régimen de Franco aprobó en 1947 una Ley de
Sucesión, confirmada en referéndum, que definía a España como reino y
atribuía a Franco la jefatura vitalicia del Estado y la potestad para designar
a su sucesor. Juan de Borbón reaccionó con la natural irritación y publicó
un iracundo manifiesto, pero poco podía hacer además de protestar. Al año
siguiente, Franco y don Juan acordaron que el príncipe se educara en
España. Juan Carlos completó su formación en las academias militares. En
1962 se casó con Sofía de Grecia y el régimen prestó al enlace una atención
propiamente «de Estado». Pero, a todo esto, Franco no había tomado aún
ninguna decisión. No será hasta 1969 cuando el viejo general comunique a
las Cortes que su sucesor será Juan Carlos. El príncipe juró guardar y hacer
guardar las Leyes Fundamentales del Reino y los principios del
Movimiento Nacional. Su padre, Juan de Borbón, no reconocerá los
derechos de su hijo hasta 1977.
La posición de don Juan Carlos durante estos años fue compleja: en
realidad, solo apostaban por él Franco, el vicepresidente Carrero Blanco y
las gentes del régimen más afines a la familia tecnócrata. Los monárquicos
«pata negra» estaban con don Juan, los falangistas no querían a un rey ni en
pintura y los sectores más fieles a Franco desconfiaban profundamente de
él. Sin embargo, será un falangista del régimen, Torcuato Fernández
Miranda, quien pilote físicamente la transición política, un Primo de Rivera
quien presente ante las Cortes la reforma y, en fin, serán jóvenes burócratas
del Movimiento Nacional, empezando por Adolfo Suárez, quienes
conformen el núcleo central del poder en estos años. Al final pasó lo que
Franco quería. Aunque, seguramente, no con los resultados que hubiera
deseado.

Otros hechos
1559: Ante la situación de guerra en Francia e Inglaterra,
Felipe II prohíbe la «fuga de cerebros» para que los
conocimientos náuticos y artilleros no salgan de España.
1898: El capitán Enrique de las Morenas muere durante el sitio
de Baler, en el episodio conocido como el de «los últimos de
Filipinas».
1901: Nace en Valencia el compositor Joaquín Rodrigo.
23
de noviembre
La reconquista de Sevilla

Tal día como hoy, 23 de noviembre de 1248, Sevilla volvía a ser


cristiana después de cinco largos siglos de dominación musulmana. El
rey de Castilla y León Fernando III, que pasaría a la historia como «el
Santo», había logrado reconquistar la ciudad andaluza.
Sevilla, vieja capital romana y goda, había sido islamizada desde el
temprano siglo VIII, pero durante largo tiempo fue un quebradero de cabeza
para el nuevo poder musulmán: ciudad sometida bajo pacto, los patricios
locales –y en especial la minoría judía– se las arreglaron para gozar de una
amplia autonomía hasta que Abderramán I aprovechó una de las
innumerables querellas internas de Al-Ándalus para descabezar cualquier
resistencia. Después, con sus muros desmochados, Sevilla languideció en
beneficio de la opulenta Córdoba. Sin embargo, a partir del hundimiento del
califato cordobés volvió a tomar fuerza, vio nacer entre sus muros un
poderoso reino de taifas y acabó convirtiéndose en lo que siempre había
sido: la cabeza del riquísimo valle del Guadalquivir. Cuando los almohades
de África invadieron Al-Ándalus, pusieron en Sevilla su capital. Y después
de Las Navas de Tolosa, en 1212, era solo cuestión de tiempo que las
banderas cristianas llegaran hasta allí.
Fernando III, que ya había afianzado las conquistas cristianas en
Córdoba y Jaén, tenía ante sí el valle del Guadalquivir para completar su
obra. Sevilla era el eje de esa nueva frontera. Conquistarla exigía ejecutar
una operación a gran escala que cubriera simultáneamente varios frentes:
cercar la ciudad por tierra, romper sus vías de abastecimiento desde Triana,
taponar el Guadalquivir desde su desembocadura y evitar que los sitiados
recibieran auxilio de las taifas vecinas. Con refuerzos aragoneses y
numerosos barcos vascos y cántabros, las huestes del rey de Castilla
emprendieron la ofensiva en la primavera de 1248. Fue una de las batallas
más largas y complejas de toda la Reconquista, que incluyó una operación
anfibia y otra naval para quebrar la resistencia de Triana. Tras varios meses
de campaña, el 23 de noviembre el rey moro de Sevilla, Axataf, pidió
audiencia al rey Fernando y le entregó las llaves de la capital.
Inmediatamente las armas castellanas ocuparán Medina Sidonia, Arcos de
la Frontera, Sanlúcar, Lebrija, Rota, Jerez, Santa María del Puerto… La
Reconquista había dado un paso de gigante y el poder almohade en España
quedaba reducido a su mínima expresión.

Otros hechos

1595: La guarnición española de San Juan de Puerto Rico


rechaza el ataque de los corsarios ingleses Francis Drake y
John Hawkins; este último muere en el combate.

1608: Nace el militar y escritor hispano-portugués


Francisco Manuel de Melo.

1825: Capitula la guarnición española de Veracruz, la


última que resistía en México frente a los independentistas.

1883: Nace en La Habana el periodista y escritor Alberto


Insúa.

1928: Nace oficialmente la Liga Española de Fútbol.


1957: Bandas paramilitares marroquíes atacan las
posiciones españolas en Ifni. Comienza así la guerra de Ifni.
24
de noviembre
Ifni, la guerra que nunca existió

Tal día como hoy, 24 de noviembre de 1957, el Gobierno español


deliberaba sobre qué hacer con el problema de Ifni: tropas marroquíes,
teóricamente «irregulares», habían cercado las posiciones españolas en
Tiliuin, Telata y Tagragra.
Ifni es un pequeño territorio enclavado en la costa sur de Marruecos, a
orillas del Atlántico, al norte del Sáhara. España tuvo allí establecimientos
desde mediados del siglo XV: para los marineros era un excelente puerto en
sus idas y venidas por el litoral. La conquista de las islas Canarias hizo que
Ifni perdiera interés y los bereberes terminaron ocupándolo sin que nadie se
opusiera. Pero en 1860 Marruecos reconoció el derecho de España a esa
porción de costa en virtud precisamente de aquel remoto asentamiento.
Mucho más tarde, el gobierno de la II República encomendó al coronel
Capaz recuperar el territorio, cosa que hizo por el socorrido sistema de
pagar a los caciques locales. Así nació el África occidental española: de
norte a sur, Ifni (capital Sidi Ifni), cabo Juby y el Sáhara español (El Aaiún).
En Ifni nunca pasaba nada hasta que Marruecos, recién ganada su
independencia en 1956, emprendió una política de expansión. El problema
era que solo podía expandirse a costa de países teóricamente aliados:
España y Francia. Rabat optó así por el procedimiento de los «irregulares»,
es decir, militantes del partido oficial del país, el Istiqlal, que antes habían
combatido por su independencia y ahora lo harían por su rey. Así fue como
en octubre de 1957 comenzaron los movimientos ofensivos: disturbios,
manifestaciones, algún asesinato de Sáharauis pro españoles… Franco
envió legionarios y paracaidistas, pero la ofensiva fue mucho más allá de lo
esperado: a partir del 23 de noviembre, los marroquíes cortan las
comunicaciones de los puestos fronterizos y empiezan a cercar
guarniciones. El Gobierno decidió socorrer a los sitiados. El 25 de
noviembre se envió a las primeras unidades. Como los pactos con Estados
Unidos vetaban el uso de material yanqui para atacar a otro país aliado,
hubo que emplear viejos aviones alemanes de la Segunda Guerra Mundial.
La Legión y la recién creada agrupación de banderas paracaidistas corrieron
con el mayor peso de los combates. Sidi Ifni quedó a salvo. Las otras
posiciones resistieron hasta que llegó el socorro y fueron evacuadas. Al sur,
mientras tanto, se dibujaba otro conflicto en Edchera, en el Sáhara, donde
los choques se prolongarían hasta febrero.
La guerra de Ifni dejó a los españoles la imagen de una espectacular
Carmen Sevilla visitando a los paracaidistas. Detrás de la foto, alrededor de
400 muertos españoles entre las campañas de Ifni y Sáhara. Los marroquíes
lo llevaron mucho peor. Sin embargo, diez años después España pactó con
Rabat la retrocesión de aquel territorio. En sus arenas quedaron para
siempre nombres de héroes como el soldado Fandos o el teniente Ortiz de
Zárate.

Otros hechos
700: El rey visigodo Égica ordena que su hijo Witiza reciba la
unción regia.
1505: Concordia de Salamanca entre Fernando el Católico y
Felipe el Hermoso: Fernando será regente de Castilla y Felipe y
Juana, reyes.
25
de noviembre
¿Dónde vas, Alfonso XII?

Tal día como hoy, 25 de noviembre de 1885, moría de tuberculosis el


rey de España Alfonso XII. Tenía solo veintisiete años y había reinado
desde la Restauración de la monarquía once años atrás.
Alfonso era hijo de Isabel II y de su marido Francisco de Asís de
Borbón, aunque hay serias dudas sobre su paternidad biológica. Mejor
dicho: hay pocas dudas de que su verdadero padre era el capitán de
Ingenieros Enrique Puigmoltó. Bien es cierto que también se ha dicho que
lo de Puigmoltó no era más que una cortina de humo para ocultar al
verdadero amante de la reina, que sería el general Raymundo de Sotto. Sea
como fuere, el hecho es que Alfonso, nacido en Madrid en 1857, crecido en
el exilio desde la Revolución de 1868, educado en París, Viena, Ginebra y
Londres, era formalmente desde 1870 el heredero de la corona y nadie
ponía en duda sus cualidades: despejado, inteligente, enérgico, apuesto… El
pronunciamiento militar de 1874 contra la funesta I República le permitió
recuperar el trono.
Proclamado rey en las Cortes, con Alfonso XII se estabilizó la política
española: hubo una nueva constitución y se implantó un sistema de turnos
en el poder entre conservadores y liberales. No dejaba de ser una
democracia postiza, pero funcionó. Alfonso XII fue un monarca hábil que
supo ganarse el aprecio del pueblo con gestos populistas. También logró
sobrevivir a dos atentados anarquistas. Sus desdichas sentimentales le
convirtieron además en un personaje romántico, tanto por la muerte de su
primera esposa, María de las Mercedes, como por sus amores con la
cantante Elena Sanz. Casado por segunda vez con María Cristina de
Habsburgo, tuvo con ella dos hijas y un hijo, Alfonso, el que sería Alfonso
XIII.
La muerte, por una tuberculosis, se llevó a Alfonso XII antes de que
pudiera conocer a su heredero. A la viuda, María Cristina, le tocó asegurar
la regencia de la Corona durante la minoría de edad del pequeño. Sin
embargo la política española se mantuvo en los cauces de alternancia
conservadora y liberal en el poder, aquel mismo sistema de turnos que
Alfonso XII había alentado.

Otros hechos
1535: Muere en Madrid la humanista y escritora Beatriz
Galindo, la Latina, profesora y consejera de Isabel la Católica,
y una de las mujeres más cultas de su tiempo.
1562: Nace en Madrid el poeta y dramaturgo Lope Félix de
Vega Carpio, «el fénix de los ingenios», renovador del teatro
español y poeta ubérrimo, uno de los grandes nombres de la
literatura universal.
1839: El Gobierno de Isabel II confirma por ley los fueros de
Vascongadas y Navarra, dentro de los pactos que pusieron fin a
la primera guerra carlista.
1885: Muere el general Francisco Serrano, varias veces
presidente del Gobierno.
1897: El Gobierno Sagasta concede a Puerto Rico un estatuto
de autonomía.
26
de noviembre
El último aliento de Isabel la Católica

Tal día como hoy, 26 de noviembre de 1504, moría en Medina del


Campo la reina Isabel I de Castilla, la Católica, sin duda una de las
figuras más decisivas de nuestra historia.
Isabel, reina de Castilla y, por su matrimonio con Fernando, reina
consorte de Aragón, falleció víctima de un cáncer de útero. Tenía cincuenta
y tres años. Había reinado en Castilla por espacio de tres decenios. Cuando
llegó al trono, Castilla era un reino precario, con la corona en manos de las
nobles, enviscado en permanentes querellas, con sus campos esquilmados
por la guerra. Ahora se había convertido en la primera potencia de Europa.
La unión con Aragón había creado un núcleo político de extraordinaria
solidez. El poder público de la Corona imperaba sobre los poderes feudales,
sustituidos por una nueva clase rectora elegida ya no por sangre, sino por
mérito. España era ya el Estado más avanzado de Europa. Las riquezas del
país fluían. La Iglesia había emprendido su propia reforma mucho antes que
en el resto de Europa. Se había conquistado el Reino de Granada. Se
empezaba a saltar al otro lado del estrecho para establecer bases en el norte
de África. Se había derrotado a Francia en Nápoles. Se había descubierto un
mundo nuevo en las Indias. Un balance impresionante.
Sus últimos años, gloriosos en lo político, habían sido tristísimos en lo
personal. El heredero Juan había muerto en 1497; dejaba una hija póstuma
que murió al nacer. Su hija Isabel, casada con el rey de Portugal, moría
igualmente al año siguiente en el parto de su hijo Miguel, llamado a unificar
los reinos de Portugal y España, que también murió en el alumbramiento.
Quedaba como heredera la princesa Juana, que enseguida empezó a dar
muestras de inestabilidad mental. Otra infanta, Catalina, casada con el
heredero de la corona inglesa Arturo, veía morir a su marido poco después
de la boda y terminaría casándose con el hermano del difunto, el que sería
Enrique VIII. Esta sucesión de desastres golpeó severamente el alma de la
reina. Isabel empezó a vestir de luto. Solo su recia fe la libró de la
depresión. «El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó, bendito sea su santo
nombre», dicen que dijo al conocer la noticia de la muerte de Juan, su
heredero.
La enfermedad fue la culminación inevitable de tanto sufrimiento.
Isabel enseguida tuvo conciencia de que su vida se acababa. Se encerró en
su castillo de Medina del Campo y dispuso misas diarias por su alma. A
estas alturas ya solo le restaba dictar testamento y dejar en la tierra una
buena siembra. Y la dejó: en el codicilo de su testamento prohibía
esclavizar a los nativos de las Indias. Era la primera vez que un monarca
hacía algo parecido. Broche de oro para una existencia de dimensiones
extraordinarias.

Otros hechos
783: La reina de Asturias, Adosinda, viuda de Silo, ingresa en
un convento para franquear el trono al rey Mauregato.
1585: Llegan a Santiago del Estero, entonces Paraguay, los
primeros misioneros jesuitas.
1844: El general Ramón María Narváez, liberal moderado, es
nombrado por primera vez presidente del Consejo de Ministros.
27
de noviembre
La pulmonía de Jovellanos

Tal día como hoy, 27 de noviembre de 1811, moría de una pulmonía


en el puerto de Navia, Asturias, el escritor y político Gaspar Melchor
de Jovellanos, probablemente el nombre más representativo de la
Ilustración española.
Jovellanos, nacido en Gijón en 1744, compendia todos los rasgos
mayores de la Ilustración en nuestro país: reformista, inquieto, católico,
monárquico, más liberal que tradicional y más conservador que liberal, más
inclinado al estudio de problemas prácticos que al pensamiento
especulativo… Inicialmente destinado a los estudios eclesiásticos, cambió
de vía para pasar al mundo jurídico y en 1767 ya era magistrado de la
Audiencia de Sevilla. Allí trabó amistad con el duque de Alba, cuya
recomendación le hizo llegar a Madrid en 1778. El fiscal del Consejo de
Castilla, Campomanes, se fijó en él y le encomendó diversas memorias de
materia económica. El Gobierno de Carlos III quería reformar la economía
española, especialmente su base agraria. Jovellanos participará en el
empeño como director de la Sociedad Económica Matritense y miembro de
la comisión que creó el Banco de San Carlos, el primer banco central
español. La idea fundamental de Jovellanos era la necesidad de liberalizar
la vida económica; en el aspecto agrario, fomentando la propiedad privada
del suelo, el aprovechamiento integral de los recursos y la formación
técnica de los campesinos, y en el aspecto minero, liberalizando la
explotación de carbón para aumentar la producción. Aquellos fueron sus
años de gloria: académico sucesivamente de la Real de Historia, de la de
Bellas Artes y de la Española, su nombre pesaba en la corte.
La suerte cambió con la Revolución Francesa, que llevó al rey, ahora
Carlos IV, a desconfiar de cualquier iniciativa reformista. Jovellanos salió
de la corte. Volvió cuando Godoy le ofreció la Secretaría de Justicia, pero,
para disgusto del todopoderoso valido del rey, la abandonó a los pocos
meses. Godoy no se lo perdonará; incluso ordenó su detención y destierro a
Mallorca, que Jovellanos afrontó con cuanta paciencia pudo. En todo caso,
los acontecimientos empezaban a sucederse a velocidad de vértigo y España
caminaba hacia su peor incendio. La invasión francesa llegó en 1808.
Jovellanos, libre de su encierro, rehusó colaborar con los de Napoleón y
representó a Asturias en la Junta Central. Terminó en Cádiz, como todos, y
allí se encontró con la hostilidad de muchos de los patriotas: en cierto
modo, era como si Jovellanos representara un tiempo con el que los
diputados de Cádiz querían romper. Errante de Cádiz a Galicia y de aquí a
Gijón, terminó en Puerto de Vega, junto a Navia, sin poder dar un paso más:
una pulmonía lo mató. Tenía sesenta y dos años.

Otros hechos
1885: Muerto Alfonso XII, Sagasta jura como presidente del
Consejo de Ministros ante la regente María Cristina.
1907: El Gobierno Maura saca adelante una ley para
reconstruir la Armada.
1912: Acuerdo con Francia, que reconoce a España derechos
sobre el norte de Marruecos.
1931: Niceto Alcalá-Zamora, presidente de la II República, es
elegido miembro de la Real Academia Española.
28
de noviembre
La autonomía de la Guinea española

Tal día como hoy, 28 de noviembre de 1963, las Cortes aprobaban un


estatuto de autonomía para Fernando Poo y Río Muni, las colonias de
la Guinea española.
Porque hubo, en efecto, una Guinea española. Más exactamente: lo que
España poseía era la isla de Fernando Poo, frente a la costa continental, en
la corva atlántica de África, una vieja colonia portuguesa que había pasado
a manos españolas a finales del XVIII y a la que nunca se había prestado gran
atención. Fernando Poo gozaba de pésima fama; todos los intentos por
establecer colonias habían fracasado por el sofocante clima tropical. Sin
embargo, hubo un hombre que dedicó su vida a abrir aquellas selvas: el
vitoriano Manuel Iradier, admirador del gran explorador Henry Morton
Stanley. Iradier quería recorrer África de sur a norte e inscribir su nombre
en la lista de los que en aquel momento, último tercio del XIX, pasmaban al
mundo con sus proezas. Stanley le dijo que era demasiada empresa y que lo
natural sería empezar por tierra española: la isla de Fernando Poo y, desde
ahí, el interior de la costa guineana, que permanecía casi virgen. Iradier no
lo dudó. El 16 de diciembre de 1874 emprende el viaje. Tiene veinte años.
Se lleva a su mujer, Isabel Urquiola, y a la hermana de esta, Juliana. Pronto
nacerá además una niña: Isabela.
La epopeya de los Iradier en Guinea es asombrosa: recogen datos
científicos, remontan el río Muni, estudian flora y fauna, levantan mapas,
traban acuerdos con los nativos… Todo ello entre sufrimientos físicos
atroces. Iradier sufrió 246 ataques de fiebre. Isabel, 37. Juliana, 16. La
pequeña Isabela, 15. Uno de esos ataques se llevó a la niña en noviembre de
1876; su cuerpo descansa bajo un caobo en Santa Isabel. Los
expedicionarios abandonaron la isla en 1877. Habían pasado en aquel lugar
834 días; Iradier había explorado 1.870 kilómetros de tierra desconocida.
Cuando vuelva, en 1883, será en nombre de la Sociedad Española de
Africanistas y Colonistas, y con una doble finalidad: científica y comercial.
Los clanes de la etnia fang reciben al vitoriano en homenaje. Firman ciento
una actas notariales de cesión de territorios. A finales de 1884, Iradier
puede enviar a la Sociedad de Africanistas un telegrama impresionante: ha
pactado con diez tribus y ha obtenido 14.000 kilómetros cuadrados de
territorio. Ha conquistado un país sin pegar un solo tiro.
El Tratado de París de 1900 reconoció la soberanía española sobre
Guinea Ecuatorial, el País del Muni. Desde entonces fue tierra española. A
la autonomía de 1963 le siguió la independencia en 1968: nació Guinea
Ecuatorial. No puede decirse que desde entonces les haya ido mejor.

Otros hechos
1504: El cortejo fúnebre de Isabel la Católica atraviesa Castilla
en una impresionante atmósfera de duelo popular.
1921: José Ortega y Gasset publica La rebelión de las masas.
1936: Dentro de las matanzas de Paracuellos, en Madrid, es
asesinado por milicianos del Frente Popular el dramaturgo
Pedro Muñoz Seca.
29
de noviembre
Pi y Margall, un mes y siete días

Tal día como hoy, 29 de noviembre de 1907, moría en Madrid el


político federalista Francisco Pi y Margall, que había sido uno de los
cuatro presidentes de la efímera I República española. Ocupó el cargo
exactamente un mes y siete días.
Republicano acérrimo, federalista, socialista, demócrata radical. Eso
era Pi y Margall. No era propiamente un político. Era un ideólogo. Había
nacido en Barcelona en 1824, en una familia de humildes tejedores. Por su
inteligencia fue acogido en un seminario, para que pudiera seguir estudios.
De ahí pasó a la Universidad de Barcelona, donde estudió Filosofía y
Leyes, carrera que terminó en Madrid. Eran los años 40 del siglo XIX y Pi y
Margall abrazó las ideas democráticas y radicales que se extendían por toda
Europa. Publicaba sin cesar. En una serie de artículos diseccionó con acierto
la parálisis de España bajo la alternancia violenta de distintas facciones
liberales (Espartero, Narváez, etc.) que impedían que aquí hubiera nada
parecido a una democracia. Al mismo tiempo, publicaba ensayos y libros de
historia o estética que venían marcados por un tono mucho más ideológico
que académico: anticlerical y refractario a cualquier cosa que tuviera que
ver con la tradición.
Por el vigor de su discurso y por su activismo incesante, pronto se
convirtió en uno de los principales líderes del ala izquierda del Partido
Democrático, escisión del Progresista. Conspirador contra la monarquía de
Isabel II, huyó a Francia y allí conoció la obra revolucionaria de Proudhon.
Pi y Margall termina concibiendo una gigantesca guerra ideológica donde la
democracia de base popular habrá de triunfar sobre la monarquía, la
propiedad y el cristianismo. Naturalmente, no se pregunta qué pasaría si el
pueblo fuera monárquico, cristiano y celoso de su propiedad, como los
carlistas que en ese mismo momento se estaban echando al monte. Tomó
parte en la Revolución de 1868 y dirigió el Partido Republicano. La hora
del triunfo le llegó en 1873, cuando cayó la monarquía constitucional de
Amadeo de Saboya. Era el momento. Pero no.
Con la I República Pi y Margall fue ministro de Gobernación, primero,
y presidente después, pero la experiencia duró poco más de año y medio. A
él, que había sido el profeta del federalismo, le estalló en las manos la
insurrección de los cantones, que al fin y al cabo era la aplicación práctica
de sus propias ideas. La I República se hundió sobre sí misma y la
monarquía volvió a España. Pi y Margall siguió dedicándose a escribir de
política, primero en posiciones catalanistas, después federalistas. Murió con
setenta y siete años en la capital de España. Y a pesar de todos los pesares,
siempre fue un hombre cabal.

Otros hechos
1291: Jaime II de Aragón y Sancho IV de Castilla firman el
tratado de Monteagudo, intento de conciliación de los intereses
de ambas coronas.
1835: El general liberal Espoz y Mina declara el estado de
guerra en Cataluña durante la primera guerra carlista. Ordenará
fusilar a la madre del caudillo carlista Cabrera.
1899: Se funda el Fútbol Club Barcelona.
30
de noviembre
El día que Luisiana dejó de ser española

Tal día como hoy, 30 de noviembre de 1803, era arriada la bandera


española en la Luisiana, una enorme extensión de Norteamérica que
había formado parte del imperio español desde medio siglo atrás.
La Luisiana histórica comprendía todo el centro de los actuales
Estados Unidos, desde Dakota y Montana en el norte hasta Arkansas y
Tejas en el sur, sobre el eje del Misisipi y las grandes praderas, mucho más
allá de la Luisiana actual. España había explorado esta región desde el siglo
XVI. Francia llegó allí a mediados del siglo XVII e instaló sus propias
colonias sobre el territorio perdido por España. Volvió a nuestra Corona en
1763, pieza de cambio después de la Guerra de los Siete Años en Europa.
El primer gobernador español en la Luisiana fue Antonio de Ulloa, el
gran militar y científico. Una de las primeras cosas que hizo España en
Luisiana, como en el resto de América, fue prohibir la esclavitud de los
indígenas. En aquel inmenso territorio España estableció vías de
comunicación que permanecerían abiertas hasta hoy; hacia Nuevo México,
por el suroeste, y hacia Montana por el norte. Cientos de inmigrantes de
origen canario se asentaron en el delta del Misisipi. Desde la Luisiana,
España apoyó al movimiento independentista norteamericano contra el
imperio británico.
La Luisiana seguirá siendo española hasta la llegada de Napoleón al
poder en Francia. El entonces rey de España, Carlos IV, la cedió a
Napoleón a cambio de un pequeño territorio italiano para sus parientes de la
casa de Borbón-Parma. Fue como cambiar un tesoro por una baratija. Es
verdad que Carlos IV tampoco estaba en condiciones de hacer grandes
exigencias. Eso fue en 1800, por el Tratado de San Ildefonso, que incluía la
obligación para las partes de mantener en secreto el asunto durante dos
años. Por parte española firmó Mariano Luis de Urquijo, secretario de
Estado del rey; por parte francesa, Louis Alexandre Berthier, mano derecha
de Napoleón. Entre las cláusulas de aquel acuerdo figuraba también que
Francia no podría revender el territorio. Napoleón, por supuesto, incumplirá
inmediatamente esa cláusula y venderá la Luisiana a los Estados Unidos por
la bonita suma de 15 millones de dólares (23 millones sumados los
intereses). Los que arriaron nuestra bandera se llamaban Manuel de
Salcedo, gobernador del lugar, y Sebastián Calvo, enviado de la Corona, en
el cabildo de Nueva Orleans.

Otros hechos
1031: Hisham III, último califa omeya, es derrocado en una
insurrección popular. Termina así el periodo histórico del
califato de Córdoba.
1227: Fernando III el Santo reconquista Baeza, en Jaén.
1466: Nace en Génova el marino Andrea Doria, que pasará de
las banderas de Francisco I de Francia a las de Carlos I,
prestando grandes servicios contra turcos y berberiscos.
1803: Zarpa de La Coruña la expedición Balmis que llevará a
América la vacuna contra la viruela.
Diciembre
1
de diciembre
La primera edición del Quijote

Tal día como hoy, 1 de diciembre de 1640, la imprenta madrileña


Juan de la Cuesta terminaba la primera edición de El ingenioso hidalgo
don Quijote de la Mancha, novela de Miguel de Cervantes, editada por
el librero del rey Francisco de Robles, que se gastó unos 8.000 reales en
la aventura (un 20 por ciento, para el autor), previa aprobación del
Consejo Real de fecha 26 de septiembre.
Aún no estaba todo hecho, porque había que enviar el libro a
Valladolid, donde estaba entonces la capital del Reino, e insertar el sello de
la tasa obligatoria en cada pliego del volumen. Eso fue el 20 de diciembre.
Esta misma edición será reimpresa en Madrid, siempre por Juan de la
Cuesta, en 1605. De inmediato hubo, además, dos ediciones piratas
publicadas en Lisboa, que era el lugar donde se hacían entonces esas cosas,
como hoy se hacen en servidores informáticos de Singapur.
La obra circuló con profusión. Fue un éxito fulgurante y además
levantó fuerte polémica en el mundillo literario. Lope de Vega se sintió
atacado (por el prólogo) y rompió con Cervantes. Más de un notable vecino
de la Villa y Corte se vio reflejado en los personajes del Quijote. Por eso
apareció de repente, a la altura de 1614, una supuesta segunda parte del
libro con autor supuesto, título engañoso y pie de imprenta falso: Segundo
tomo del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, firmado por Alonso
Fernández de Avellaneda, impreso en Tarragona y destinado a tildar a
Cervantes de envidioso, entre otras cosas. El apócrifo debió de tener éxito,
pues fue reimpreso ese mismo año. Hubo más imitaciones, pero esta debió
de ser la única que realmente picó al verdadero autor del Quijote. De hecho,
es la única a la que contesta en la segunda parte auténtica del libro: Segunda
parte del ingenioso caballero don Quijote de la Mancha, que apareció en
1615.
Cervantes, a todo esto, no se hizo rico con el Quijote: había entregado
por adelantado todos los derechos de la obra al editor, Robles, de manera
que cobró lo mínimo. En cualquier caso, el libro se convirtió desde su
misma aparición en un auténtico fenómeno cultural y durante cuatrocientos
años no ha dejado de sacudir las conciencias por sus cualidades intrínsecas,
por su lugar renovador en la historia de la literatura y por las mil
interpretaciones cruzadas que siempre ha suscitado. ¿Usted es de don
Quijote o de Sancho?

Otros hechos
1530: Muere en Malinas, Bélgica, Margarita de Austria, que
fue tutora de Carlos V.
1764: Carlos III inaugura el Palacio Real de Madrid sobre el
mismo lugar donde estuvo el viejo alcázar, destruido por un
incendio treinta años atrás.
1813: Las tropas realistas de Juan Sámano derrotan a las
independentistas de Montúfar en la batalla de Ibarra, hoy
Ecuador.
1868: Nace en Malaguilla, Guadalajara, el soldado Eloy
Gonzalo, «el héroe de Cascorro», distinguido en la guerra de
Cuba en 1896.
1897: Nace en Albalate de Conca, Huesca, el tenor Miguel
Fleta.
2
de diciembre
Portugal vuelve a marcharse

Tal día como hoy, 2 de diciembre de 1640, el duque Juan de Braganza


firmaba una cédula real. Acababa de aparecer un rey en Portugal:
Juan IV. Terminaba así el largo periodo durante el que Portugal había
formado nuevamente parte de la Corona española.
Recordemos: Portugal mantenía su corona dentro del imperio español
desde 1578, cuando Felipe II, hijo de la emperatriz Isabel de Portugal,
heredó aquel trono tras la muerte sin descendencia del rey Sebastián I. La
mayor parte de la nobleza y del pueblo portugueses habían apoyado esa
incorporación. No fue tanto una unificación política como una unión
dinástica. Portugal mantuvo su plena autonomía legislativa y
administrativa. Sin embargo, las cosas empezaron a torcerse a principios del
siglo XVII, cuando los esfuerzos por mantener el imperio y la multiplicación
de frentes hicieron inevitable pedir a los portugueses un esfuerzo
suplementario.
En octubre de 1640, la Corona española, ya con Felipe IV en el trono,
pidió más impuestos a los nobles portugueses para sofocar la revuelta
catalana. Aquello fue aprovechado por los descontentos para agitar los
ánimos. Inglaterra no perdió ocasión de meter la nariz y financió al partido
antiespañol. En la maniobra jugó un papel destacadísimo la esposa del
duque Juan de Braganza, que se llamaba Luisa Francisca de Guzmán y
era… española, de la casa de Medina Sidonia. Los descontentos, dirigidos
por Joao Pinto Ribeiro, proclamaron rey de Portugal al duque. Será Juan IV.
No fue una operación pacífica. Los conjurados asaltaron el palacio virreinal
en Lisboa y arrojaron por la ventana al gobernador Miguel de Vasconcelos,
cuyo cadáver fue pateado por el populacho. Muerto Vasconcelos, portugués
favorable a España, la Corona se encontró sin medios para imponer su
autoridad. La virreina, Margarita de Saboya, intentó mediar, pero allí nadie
escuchaba nada. Encerrada en sus aposentos, terminó recluida en un
convento del que solo salió cuando el duque de Braganza vio calmado el
paisaje. ¿Y España? España, enredada en la sublevación catalana y en la
guerra en Europa, no pudo mover ni un dedo: los rebeldes habían elegido
bien el momento.
Portugal, con el apoyo de Inglaterra, terminaría separándose
definitivamente de España. Solo la ciudad de Ceuta, vieja posesión
portuguesa, permanecerá fiel a la Corona española.

Otros hechos
1515: Muere en Loja, Granada, Gonzalo Fernández de
Córdoba, el Gran Capitán.
1547: Muere en Castilleja de la Cuesta, Sevilla, el
conquistador Hernán Cortés.
1617: Comienzan las obras de la Plaza Mayor en Madrid.
1875: Antonio Cánovas del Castillo es nombrado presidente
del Consejo de Ministros.
1925: Miguel Primo de Rivera cierra el periodo del directorio
militar y constituye un gobierno civil.
1963: Franco disuelve el Tribunal Especial para la Represión
de la Masonería y el Comunismo y lo sustituye por el Tribunal
de Orden Público.
3
de diciembre
Trento, el concilio español

Tal día como hoy, 3 de diciembre de 1563, se celebraba la vigésimo


quinta y última sesión del Concilio de Trento, que durante los dieciocho
años anteriores había intentado fijar una posición común entre los
países católicos frente a la reforma protestante y la amenaza de los
turcos. Los protestantes fueron invitados, pero no acudieron.
El Concilio de Trento tuvo un sello acusadamente español; no en vano
España era la gran potencia política y cultural de aquel momento. La
aportación de los jesuitas españoles Diego Laínez, Alfonso Salmerón y
Francisco Torres fue decisiva para marcar el espíritu del concilio. La
literatura posterior ha hecho aparecer Trento como una especie de
quintaesencia del oscurantismo. La verdad es que fue exactamente lo
contrario: la Iglesia católica necesitaba una reforma en profundidad. Países
como España la habían abordado por su propia cuenta, pero en el resto de
Europa el viejo templo se cuarteaba lleno de inmundicia; por eso pudo
surgir una reforma protestante. En ese sentido, el Concilio de Trento no fue
tanto una Contrarreforma como una «Superreforma».
Merece mención aparte el papel extraordinario que jugó la Compañía
de Jesús en el Concilio de Trento. Pablo III nombró teólogos suyos a los
jesuitas Laínez y Salmerón. La Compañía era exactamente lo que se
necesitaba en el siglo XVI para contrarrestar la Reforma protestante. Si la
Reforma se caracterizaba por la revolución y el desorden, las características
de la Compañía eran justo las contrarias: la obediencia y la más sólida
cohesión. Con razón dice el cardenal Manning que los jesuitas «atacaron,
rechazaron y derrotaron la revolución de Lutero y, con su predicación y
dirección espiritual, reconquistaron a las almas, porque predicaban solo a
Cristo y a Cristo crucificado. Tal era el mensaje de la Compañía de Jesús, y
con él, mereció y obtuvo la confianza y la obediencia de las almas». Lo que
después se llamaría Contrarreforma fue, en gran medida, obra de la
Compañía de Ignacio.
La filosofía del concilio vino inspirada por otro español, el teólogo
aristotélico Cardillo de Villalpando, y las normas prácticas para la vida
religiosa quedaron marcadas por Pedro Guerrero, obispo de Granada. El
Concilio de Trento purificó la Iglesia: decidió que los obispos debían poseer
capacidad personal y condiciones éticas intachables, ordenó crear
seminarios especializados para la formación de los sacerdotes y confirmó la
exigencia del celibato clerical. También prohibió a los obispos acumular
beneficios y les obligó a residir en sus diócesis, limitando así la influencia
del poder político en la Iglesia. En Trento, en fin, la Iglesia se reformó a sí
misma. Como tantas otras veces.

Otros hechos
1729: Nace en Olot, Gerona, el compositor Antonio Soler,
maestro del clavecín.
1798: España comienza a aplicar la vacuna contra la viruela.
1842: El general liberal Espartero ordena bombardear
Barcelona.
1874: Nace en Linares, Jaén, el sacerdote y pedagogo Pedro
Poveda.
4
de diciembre
El primer censo de la historia de España

Tal día como hoy, 4 de diciembre de 1270, moría en Trápani, Sicilia, el


rey Teobaldo II de Navarra, al que se debe una innovación
fundamental: la elaboración de un censo para saber cuánta gente vivía
en el reino.
Teobaldo II era de la familia champanesa que había entrado en el trono
de Pamplona con su padre y predecesor, Teobaldo I. El signo distintivo de
esta dinastía fue su aplicación a la hora de organizar racionalmente un reino
que, ya de por sí, era próspero y pujante (y, por supuesto, sacando siempre
la máxima ventaja para la corona). Teobaldo I reorganizó el complejo
panorama foral navarro para que el poder de la Corona prevaleciera sobre el
de los nobles y Teobaldo II, en un paso más allá, se las arreglará para
favorecer a las ciudades frente a los aristócratas. ¿Cómo? Procurándoles un
sensible aumento de su peso político a cambio de una moderada subida de
impuestos. Los burgueses recuperaban por vía política lo que perdían por
vía económica, y de esta manera el rey se hizo con un sólido apoyo en la
base misma del territorio.
Pero la gran innovación fue, sin duda, la elaboración de un censo,
instrumento de la mayor importancia a la hora de optimizar la recaudación
de impuestos (que por eso lo hizo Teobaldo II, y no por curiosidad
estadística). Por primera vez podemos saber cuánta gente vivía allí.
Concretamente, en Navarra había «treinta mil fuegos», es decir 30.000
hogares, lo cual nos da un total de 150.000 personas, porque se calculaba en
torno a cinco personas por hogar. También tenemos por primera vez una
especie de «presupuesto general» que nos permite reconstruir la política de
la época. Así, sabemos que la Corona se reservaba para sí –y para la gestión
del gobierno– en torno al 60 por ciento de los ingresos del Reino. A los
gastos militares se dedicaba en torno al 34 por ciento. El resto, a la
burocracia de la Corona.
También en su política exterior fue inteligente Teobaldo. Navarra no
tardó en acercarse a Luis IX de Francia (San Luis), el gran campeón de la
cristiandad de este tiempo. El pacto se firmó con un matrimonio: en 1255
Teobaldo desposó a Isabel, hija del francés. La jugada fue completa, porque
enseguida Alfonso X de Castilla prometió a su hija Berenguela con el
heredero de Luis. De esta manera se trenzaba una sólida alianza entre
Navarra, Francia y Castilla cuya primera consecuencia fue que Teobaldo
obtuvo el libre uso de los puertos castellanos de San Sebastián y
Fuenterrabía. Gran rey, Teobaldo. Pero la fatalidad se lo llevó en 1270 en la
cruzada de Túnez, junto a su suegro Luis de Francia, ambos víctimas de la
disentería que diezmó la expedición.

Otros hechos
1248: El infante Alfonso de Castilla, futuro Alfonso X,
reconquista Alicante.
1512: Nace en Zaragoza el historiador Jerónimo Zurita,
cronista del Reino de Aragón.
1711: Nace en Lisboa Bárbara de Braganza, reina de España
como esposa de Fernando VI.
1892: Nace en El Ferrol Francisco Franco Bahamonde.
1898: Nace en San Sebastián el filósofo Xavier Zubiri.
5
de diciembre
Berenguer Ramón mata
a Ramón Berenguer

Tal día como hoy, 5 de diciembre de 1082, moría asesinado el conde de


Barcelona Ramón Berenguer II, verosímilmente a manos de su
hermano gemelo y también conde de Barcelona Berenguer Ramón II,
alias Cabeza de Estopa. Una historia terrible.
En el origen, una mujer extraordinaria: la dama occitana Almodís de la
Marca, hermosa y cultivada, que abandona a su segundo marido, cautiva al
conde de Barcelona Ramón Berenguer y le da dos hijos gemelos: Ramón
Berenguer II y Berenguer Ramón II, llamado Cabeza de Estopa por lo rubio
que era. Quedémonos en Ramón y Estopa, para mayor claridad. Almodís se
las arregla para acumular tierras y títulos y, aún más, para inclinar hacia sus
hijos la balanza de la sucesión. Entonces aparece en liza un heredero, hijo
de un matrimonio anterior del conde: Pedro Ramón. Este Pedro, que se ve
desposeído, reacciona con ira y asesina a Almodís. Es 1071. Pedro termina
juzgado y es condenado a pelear frente al infiel hasta su muerte; de hecho,
morirá enseguida en algún lugar de la frontera andalusí. El viejo conde
muere también en 1076. Queda así el condado en manos de los gemelos:
Ramón y Estopa, a quienes el testamento paterno encomienda el gobierno
conjunto de Barcelona, Gerona y Osona, más los otros dominios
incorporados a su casa.
Lamentablemente, los dos hermanos eran cualquier cosa menos buenos
camaradas. Ramón mantenía un cierto número de privilegios que le daban
alguna superioridad sobre su hermano. Las disputas entre los dos suben de
tono. Tiene que intervenir el papa, que nombra una comisión arbitral. El
condado queda literalmente dividido entre los dos. Tan poco se soportaban
el uno al otro, que decidieron repartirse incluso la residencia en el palacio
condal: seis meses al año cada uno. En estas andaban cuando alguien les
ofrece su espada: el Cid Campeador. Los hermanos desdeñan la oferta:
están mucho más interesados en trazar sus propias alianzas. Alianzas, sí,
para extender el condado hacia el sur. Berenguer se alía con el rey moro de
la taifa de Lérida, Al-Mundir, en guerra con su hermano Al-Mutamán, rey
moro de Zaragoza. Libran batalla en Almenar y allí aparece… el Cid, que
había terminado trabajando para Al-Mutamán. El Campeador apresó a
Estopa (Berenguer), que tuvo que soltar una buena cantidad de oro para
quedar libre. Era 1082.
Y aquí llega lo peor. En diciembre de ese mismo año, el otro conde,
Ramón, había salido de cacería al bosque de Perxa del Astor. Allí fue
asesinado por unos desconocidos. Sobre Berenguer Ramón, Estopa,
llamado desde entonces el Fratricida, cayeron todas las sospechas. Se las
arregló para mantener el condado bajo sus manos –ahora, en solitario– unos
cuantos años, pero, al final, será obligado a demostrar su inocencia en un
combate. Lo perdió. Desterrado, marchó a Jerusalén. Allí, en Tierra Santa,
murió en fecha desconocida.

Otros hechos
1492: Colón toca tierra en la isla que a partir de entonces se
llamará La Española.
1522: Rendición de Játiva: Carlos I sofoca la revuelta de las
Germanías de Valencia.
6
de diciembre
El verbo pesimista de Gracián

Tal día como hoy, 6 de diciembre de 1658, moría en Tarazona,


Zaragoza, el sacerdote y escritor aragonés Baltasar Gracián, uno de los
nombres fundamentales de la cultura española del Siglo de Oro.
La obra de Gracián, como la de otros autores de su generación, corre
paralela a los avatares de la España de su tiempo: empezó fijándose la meta
de definir al héroe y al hombre ejemplar, y terminó en el pesimismo, bajo el
peso de la decepción. Gracián había nacido cerca de Calatayud en 1601.
Destacó muy pronto por su inteligencia, hasta el punto de que pudo cubrir
estudios superiores muy rápidamente. Miembro de la Compañía de Jesús,
ordenado sacerdote en 1627, desempeñó durante toda su vida distintos
empleos docentes. Su mejor época fueron los años pasados en Huesca,
donde el mecenas Lastanosa le ayudó a publicar su primer libro: El héroe.
Y su peor momento fueron las distintas estancias en Valencia, llenas de
conflictos con los jesuitas locales.
Gracián apostó por un estilo, el conceptismo, forjado a base de un
lenguaje denso y concentrado, capaz de expresar varias ideas al mismo
tiempo en lacónicas frases. Su famoso «Lo breve, si bueno, dos veces
bueno» tiene truco, y es que con frecuencia esa brevedad encierra horas de
pensamiento y varios sentidos posibles. Por la época que le tocó vivir, que
fue la de la larga decadencia del imperio, su pensamiento fue girando hacia
una ética pesimista y escéptica, y a ese carácter responden sus dos obras
mayores: El Criticón y Oráculo manual y arte de prudencia, que ejercerían
gran influencia en autores del siglo XIX. Hay una frase suya, muy repetida,
que lo dice todo: «Floreció en el siglo de oro la llaneza, en este de yerro la
malicia». Pero conviene tener en cuenta que la reflexión sobre la
decadencia es una constante de la literatura europea desde Hesiodo, y no es
ni mucho menos una característica esencialmente española.
Como no podía ser de otro modo, la obra de Gracián incomodó mucho
a muchos, empezando por una buena porción de su superiores en la
Compañía de Jesús, que se veían aludidos en los textos del autor. En cierta
ocasión llegó incluso a ser castigado con penitencia de pan y agua.
Probablemente la causa de tal inquina era que, siendo sacerdote, sin
embargo sus reflexiones sobre moral se abordan invariablemente desde un
punto de vista profano. Murió relativamente joven, en 1658, con cincuenta
y siete años, tal día como hoy.

Otros hechos
1534: El conquistador Sebastián de Belalcázar funda la ciudad
de San Francisco de Quito sobre el sitio indígena de Quitu,
incendiado por el general inca Rumiñahui.
1558: Muere en Valencia el humanista Juan de Celaya,
filósofo y físico, estudioso de las leyes del movimiento.
1835: Inauguración del Ateneo de Madrid bajo la presidencia
del duque de Rivas.
1978: El pueblo español aprueba en referéndum la
Constitución de 1978.
7
de diciembre
El milagro de Empel

Tal día como hoy, 7 de diciembre de 1585, tuvo lugar el prodigioso


Milagro de Empel, que convirtió a la Inmaculada Concepción en
patrona de la Infantería española. Ocurrió durante las guerras de
Flandes.
El tercio del maestre de campo Francisco de Bobadilla combatía por
España y la Fe católica en Holanda. La escuadra holandesa del Almirante
Holak bloqueó a los 5.000 españoles del Tercio Viejo en la isla de Bommel.
El mando español intentó reiteradas veces socorrer a los sitiados, pero sin
éxito. Viéndose ganador, el enemigo propuso a los españoles una rendición
honrosa. Los nuestros contestaron a su estilo: «Los infantes españoles
prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de
muertos». Ante tal respuesta, Holak decidió ahogar a los españoles: abrió
las esclusas de los canales que rodeaban la isla y el nivel del agua creció
hasta dejar tan solo un montecillo de cincuenta metros. Allí se apiñaron los
españoles dispuestos a resistir. A su alrededor, las barcazas enemigas,
desplegadas en los crecidos canales.
Todo auguraba una muerte segura, tanto el número de los sitiadores
holandeses como la situación del campo –inundado– y el atroz frío reinante.
Aun así, los nuestros empezaron a picar la tierra helada para construir
parapetos y fortificaciones. En ese momento, un soldado que excavaba una
trinchera tropezó con un objeto de madera allí enterrado. Era una tabla
flamenca en la que estaba pintada, en vivos colores, la Inmaculada
Concepción. Todos acudieron a ver el hallazgo. Colocaron la tabla sobre la
bandera española. Se hincaron de rodillas y cantaron la Salve. El maestre
Bobadilla proclamó: «¡Soldados! El hambre y el frío nos llevan a la derrota,
pero la Virgen Inmaculada viene a salvarnos. ¿Queréis que se quemen las
banderas, que se inutilice la artillería y que abordemos esta noche las
galeras enemigas?». Era lo que todos estaban deseando hacer.
Esa noche el frío heló las aguas. Los españoles, marchando sobre el
hielo en plena noche, atacaron por sorpresa a la escuadra enemiga. Al
amanecer del día 8 de diciembre, el tercio español había desmantelado a la
escuadra flamenca. El almirante Holak se retiró musitando: «Tal parece que
Dios es español al obrar, para mí, tan grande milagro». Ese fue el Milagro
de Empel. Desde ese día, la Inmaculada Concepción es patrona de la
infantería española.

Otros hechos
1492: En Barcelona, un payés perturbado, Juan Cañamares,
intenta asesinar a Fernando el Católico de un machetazo. Al rey
le salvó el toisón de oro que llevaba al cuello.
1772: Muere en Madrid el monje benedictino y escritor fray
Martín Sarmiento, erudito ilustrado, discípulo de Feijoo,
estudioso de la botánica y de la cultura gallega.
1803: Nace en Dresde, Alemania, María Josefa Amalia de
Sajonia, casada en 1819 con el rey Fernando VII. Protagonizará
un enojoso episodio al negarse a mantener relaciones sexuales
con él. No dejará descendencia y morirá muy joven, en 1829.
8
de diciembre
La Inmaculada, patrona de España

Tal día como hoy, 8 de diciembre de 1854, el papa Pío IX proclamaba


el dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, es decir, la
creencia en que María, madre de Jesús, nació libre del pecado original,
a diferencia de los demás humanos.
La proclamación papal tenía un enorme valor no solo religioso, sino
también histórico, y muy particularmente para España, porque consagraba
como dogma de la Iglesia de Roma una creencia arraigada desde muchos
siglos atrás en nuestro país. La idea de que la Virgen María nació libre de
pecado se remonta, en España, hasta los tiempos del rey visigodo Wamba:
el IX Concilio de Toledo, celebrado en el año 675, tituló al rey «defensor de
la purísima concepción de María». Es interesante, porque tal cosa no
formaba entonces parte de la doctrina literal y, por así decirlo, era más bien
fruto de la reflexión posterior. También es relevante que el título de Wamba
apareciera en el contexto de un concilio como aquel, dedicado
esencialmente a sancionar los abusos del clero. Es como si la invocación de
la Purísima sirviera para conjurar las inevitables impurezas de la condición
humana, clérigos incluidos.
La línea abierta por Wamba seguirá presente en España sin
interrupción. Otros muchos monarcas se acogieron después a la protección
de la Purísima Concepción, desde Fernando III el Santo hasta Felipe II,
pasando por Jaime I de Aragón. Los caballeros de la Orden de Santiago
enarbolaban el estandarte de la Inmaculada durante sus combates en la Edad
Media. Incluso en época moderna, Carlos III, paradigma de ilustrados y
perseguidor de los jesuitas, formó sin embargo una orden consagrada a la
Inmaculada (la Orden de Carlos III) y proclamó a la Purísima patrona de su
reinos.
La Cofradía más antigua de este culto también es española: aparece en
Gerona en el siglo XIV (en 1330, para ser precisos). Parece que fueron los
franciscanos quienes con más devoción extendieron su culto. La
Inmaculada fue fiesta de guardar en todos los reinos de su Majestad
Católica, es decir, en todo el Imperio español, desde 1644; en el resto del
orbe católico no lo sería hasta medio siglo después. También desde aquel
año de 1644 celebra España a la Inmaculada como patrona y protectora. En
esta festividad, los sacerdotes españoles tienen el privilegio de vestir casulla
azul; de este modo agradeció Roma a la Iglesia española su defensa del
dogma de la Inmaculada Concepción.

Otros hechos
1443: Nace en Arcos de la Frontera el caballero castellano
Rodrigo Ponce de León, primer duque de Cádiz, que se
destacará en la guerra contra el reino de Granada.
1491: El rey moro de Granada, Boabdil, recibe a una embajada
cristiana para negociar las condiciones de la rendición de la
ciudad.
1879: Nace en Ronda, Málaga, el político e ideólogo socialista
Fernando de los Ríos.
1994: Muere en Madrid con ochenta y siete años el político y
militar comunista Enrique Líster, jefe del Quinto Regimiento y
del V Cuerpo en la guerra civil, crítico de Carrillo, disidente
del PCE y fundador del Partido Comunista Obrero Español.
9
de diciembre
Y la Virgen de Guadalupe

Tal día como hoy, 9 de diciembre de 1531, el chichimeca cristiano


Juan Diego Cuauhtlatoatzin veía por primera vez a la Virgen de
Guadalupe. Habrá tres apariciones más en los días consecutivos.
Ve y di al obispo que eleve una iglesia en este lugar. Eso fue lo que la
Virgen dijo la primera vez a Juan Diego. Este, obediente, corrió a contárselo
al obispo, que era nada menos que Juan de Zumárraga, nombre
importantísimo en la evangelización de Nueva España. El obispo no le
creyó. Después de dos apariciones más, y de que Zumárraga examinara al
indio sobre cuestiones de fe, la Virgen volvió a hablar con Juan Diego y le
dio unas flores para el obispo. El indio las guardó en su manto. Cuando
llegó ante Zumárraga, abrió el manto, las flores cayeron y sobre el tejido
apareció impresa la imagen de la Virgen guadalupana. Zumárraga no era un
tipo especialmente impresionable: franciscano que sobrepasaba ya los
sesenta años, creador de universidades y hospitales, de imprentas y
bibliotecas, incluso había escrito opiniones contrarias a la milagrería. Si la
tradición indígena tiene razón, el obispo debió de quedarse pasmado. Quizá
por eso Zumárraga no habla en ningún lado de la aparición. El hecho, en
todo caso, es que desde entonces la Virgen de Guadalupe se convirtió en la
madre de la América cristiana.
En aquel momento, primer tercio del siglo XVI, la evangelización
avanzaba a pasos agigantados. En los grandes imperios precolombinos, la
religión estaba estrechamente ligada a la autoridad política por una
divinización expresa del poder. Si el poderoso caía, era que los dioses le
habían condenado. Es del todo natural que la descomposición de esos
imperios llevara a la gente a abandonar también sus cultos de origen. La
Cruz ofrecía, en cambio, una fuente de verdad y de protección. Para
México, el gran misionero Motolinía habla de más de cuatro millones de
bautizados entre 1521 y 1536. Fue un proceso generalizado. En el Perú, a
finales del siglo XVI conviven en Lima cinco santos: el arzobispo Santo
Toribio de Mogrovejo, el franciscano San Francisco Solano, la terciaria
dominica Santa Rosa de Lima, el hermano dominico San Martín de Porres
(fray Escoba) y San Juan Macías. Martín de Porres y Santa Rosa de Lima
son limeños nativos.
La evangelización de América fue una revolución para la propia
Iglesia, porque nunca antes se había hecho nada parecido. Desde 1511 hay
una jerarquía eclesiástica solo para América. El continente se distribuye en
cinco arzobispados y veintisiete obispados. El papa crea una comisión
cardenalicia especializada en la materia. Desde 1588 nacen seminarios
específicos para las misiones. Pero nada tuvo tanta fuerza, ni tan duradera,
como la Virgen de Guadalupe.

Otros hechos
1710: Batalla de Brihuega, Guerra de Sucesión: el ejército
francoespañol derrota al inglés.
1759: Carlos III entra en Madrid para hacerse cargo del trono.
1774: Melilla desbarata el intento de asedio del sultán de
Marruecos.
10
de diciembre
Averroes, entre Aristóteles y la yihad

Tal día como hoy, 10 de diciembre de 1198, moría en Marrakech,


Marruecos, confinado en la corte, el filósofo y médico Averroes, uno de
los grandes nombres de la cultura andalusí.
Averroes era un gran sabio. Sin duda, uno de los nombres más
eminentes de la cultura universal. Fue filósofo, jurista, médico,
matemático… Con frecuencia se le cita como ejemplo del esplendor
cultural andalusí. Sin embargo, en vida –y aun después– nunca fue visto por
el islam como una de sus referencias. Había nacido en Córdoba en 1126, en
plena ola de represión almorávide contra cristianos y judíos. Es la época de
las grandes deportaciones de mozárabes al norte de África. Es igualmente el
momento en que los almohades empiezan a dar jaque al poder almorávide
en Marruecos. Nuestro hombre se llamaba en realidad Ab l-Wal d
Muhammad ibn Ahmad ibn Muhammad ibn Rushd. De la contracción de
Abu y Rushd sale la latinización «Averroes». Hijo y nieto de jueces, el
propio Averroes desempeñaría esa función en Sevilla, dominada ya por los
almohades. Parece probado que gozó de la protección del califa Abu Yakub
Yusuf, lo cual no le privó de ser señalado por los alfaquíes como
heterodoxo.
Lo que llevó a Averroes a la condición de heterodoxo, dentro de la ola
fundamentalista que los almohades desencadenaron sobre Al-Ándalus, fue
su oposición a la condena de la filosofía dictada por otro sabio musulmán,
el persa Al-Gazhali. Este Al-Gazhali había escrito una Refutación de los
filósofos según la cual la filosofía estaba en contradicción con la religión y,
en consecuencia, era contraria al islam. Averroes contestó con una
Refutación de la refutación donde defendía la vigencia de la filosofía y se
esforzaba por compaginar el conocimiento racional y el conocimiento
religioso. En esa obra, como en muchas otras, el cordobés echaba
abundante mano de Aristóteles, autor que estudió a fondo y al que dedicó
innumerables páginas. Tantas que pasará a la posteridad como «el
Comentarista» aristotélico por antonomasia. Esta influencia de Averroes, en
todo caso, no se desplegó sobre el islam, sino sobre los filósofos cristianos
de los siglos posteriores.
Averroes tuvo que esconderse y acabó confinado en Lucena y Cabra
antes de acogerse a la hospitalidad de su discípulo Maimónides. En los
últimos años de su vida marchó hacia Marruecos. Allí terminará sus días,
fuera de los circuitos oficiales y vetado en su Córdoba natal. Algunos
comentaristas modernos han querido mostrarlo como padre del pensamiento
laico en Occidente. Es una falsa presunción. Averroes nunca dejó de ser un
ferviente musulmán y su marco cultural siempre fue el árabe. Tan
musulmán y tan árabe que en su célebre manual jurídico Al-Bidayah, escrito
en 1168, dedicó un capítulo a explicar cómo hay que aplicar la yihad.

Otros hechos
1763: Se celebra en Madrid el primer sorteo de lotería.
1809: Gerona capitula ante las tropas napoleónicas tras siete
meses de asedio.
1955: España entra a formar parte de la Organización de las
Naciones Unidas.
11
de diciembre
El retorno de fray Luis de León

Tal día como hoy, 11 de diciembre de 1576, el místico, poeta y


humanista fray Luis de León, sacerdote agustino, era formalmente
absuelto por la Inquisición después de cinco años de encierro. Y volvió
a clase afirmando aquello de: «Decíamos ayer…».
Cinco años de ausencia y dos y medio de prisión, para ser precisos.
Eso es lo que le costó a fray Luis su enojoso tropiezo con el Santo Oficio.
Pero, ¿por qué metieron en la cárcel a fray Luis de León?
Fundamentalmente, por celos profesorales. Fray Luis llevaba una carrera
excelente. En su lucha por las cátedras se ganó numerosos enemigos y
fuertes envidias. No era solo una cuestión personal: la guerra corporativa
entre agustinos y dominicos era un verdadero escándalo. En uno de estos
lances, fue un catedrático de griego quien denunció a fray Luis ante la
Inquisición por haber traducido el Cantar de los Cantares directamente del
hebreo al castellano. La acusación era cierta, pero nadie habría actuado
contra el sabio de no mediar la denuncia de sus colegas. Eso, junto a la
polémica acerca de la Biblia Vulgata, le llevó al tribunal. Y la Inquisición
veía todos los casos cuando la denuncia venía bien asentada. Una fatalidad.
Fray Luis acabó en la prisión de Valladolid. Allí escribió sus obras De
los nombres de Cristo y Canción a Nuestra Señora o, al menos, los apuntes
fundamentales de las mismas. Liberado a los dos años y medio, aún tardó
otros dos en ser completamente rehabilitado, porque el proceso avanzó –por
así decirlo– con continuas interferencias y pasmosa lentitud. Dice la
tradición que en los muros de su celda escribió fray Luis estos versos:
«Aquí la envidia y mentira / me tuvieron encerrado. / ¡Dichoso el humilde
estado/ del sabio que se retira / de aqueste mundo malvado, / y, con pobre
mesa y casa, / en el campo deleitoso, / con solo Dios se compasa / y a solas
su vida pasa, / ni envidiado, ni envidioso!». Los versos son suyos, pero no
los escribió en la pared, sino en papel.
Fray Luis pudo volver a la Universidad y ganar la cátedra de Sagradas
Escrituras. En 1582 volvieron a denunciarle ante la Inquisición por cierta
polémica sobre la libertad humana, pero esta vez el tribunal se limitó a una
suavísima amonestación teórica. Terminó sus días como provincial de la
orden Agustina.

Otros hechos
1474: Muere en Madrid el rey de Castilla Enrique IV el
Impotente.
1813: Paz de Valençay: Napoleón firma la paz con Fernando
VII, reconoce el derecho de este a la corona de España y
termina así la Guerra de la Independencia.
1831: Fusilamiento en Málaga del general Torrijos y 48
personas más implicadas en las insurrecciones liberales de los
meses anteriores.
1892: Gabinete liberal de Práxedes Mateo Sagasta.
1908: Nace en Madrid el político franquista Carlos Arias
Navarro, alcalde de Madrid entre 1965 y 1973 y presidente del
Gobierno entre 1973 y 1976.
12
de diciembre
La sublevación de Jaca

Tal día como hoy, 12 de diciembre de 1930, el capitán Galán


sublevaba a la guarnición de Jaca contra el gobierno de la Corona, los
insurrectos mataban a un sargento de la guardia civil y a dos
carabineros y proclaman la República en el Ayuntamiento. El golpe
quedará sofocado muy pocas horas después.
El episodio de Jaca fue en realidad un trágico error. El gran plan estaba
en otro lado: desde meses atrás, los republicanos habían acordado una
revolución que debía comenzar con un levantamiento militar el día 15 de
diciembre. El proyecto procedía directamente del Pacto de San Sebastián
firmado en agosto anterior. Ninguno de los firmantes era revolucionario.
Los promotores de la operación eran Alcalá-Zamora y Miguel Maura, los
dos católicos y moderados. Estaban también Lerroux y Azaña, y los
regionalistas y nacionalistas gallegos y catalanes. Los socialistas, al margen
del pacto, se comprometieron a proclamar una huelga general. En el ejército
había centenares de oficiales que pertenecían a la Masonería y estaban
dispuestos a levantarse contra la monarquía: Ramón Franco y Queipo de
Llano eran dos buenos ejemplos. En ellos se confiaba para llevar a cabo la
sublevación.
Ahora bien, a finales de noviembre el director general de Seguridad,
general Mola, se entera de lo que se está tramando. Sabe que uno de los
principales nombres militares del complot es Fermín Galán. Lejos de
detenerle, Mola le escribe en estos términos: «Sabe el Gobierno y sé yo sus
actividades revolucionarias y sus propósitos de sublevarse con tropas de esa
guarnición: el asunto es grave y puede acarrearle daños irreparables […].
Recuerde que nosotros no nos debemos ni a una ni a otra forma de
gobierno, sino a la Patria, y que los hombres y armas que la Nación nos ha
confiado no debemos emplearlos más que en su defensa. Le ruego medite
sobre lo que le digo, y, al resolver, no se deje guiar por un apasionamiento
pasajero, sino por lo que le dicte su conciencia. Si hace algún viaje a
Madrid, le agradecería tuviera la bondad de verme».
Galán se puso nervioso. Como el comité revolucionario de los
republicanos parecía dubitativo, decidió adelantarse. El 12 de diciembre, en
Jaca, donde estaba destinado, él y otro capitán, García Hernández, se
levantaron, proclamaron la República y marcharon sobre Huesca. Fue un
desastre: los golpistas fueron rápidamente neutralizados. Galán y García
Hernández terminarán apresados, sometidos a juicio sumarísimo y fusilados
el día 14. En cuanto a los responsables políticos, la Corona ejercerá con
ellos una sorprendente indulgencia.

Otros hechos
914: Solemne unción regia de Ordoño II como rey de León.
1804: Atada por sus acuerdos con Francia, España declara la
guerra a Inglaterra.
1903: Bajo el Gobierno Maura, las Cortes aprueban la Ley del
Descanso Dominical.
1904: El dramaturgo José de Echegaray es galardonado con el
Nobel de Literatura.
1924: El autogiro de Juan de la Cierva efectúa sus primeras
pruebas entre Cuatro Vientos y Getafe, en Madrid.
13
de diciembre
Maura, un gigante entre enanos

Tal día como hoy, 13 de diciembre de 1925, moría en su casa de


Torrelodones, cerca de Madrid, el estadista Antonio Maura, cinco veces
presidente del Gobierno, que fue uno de los nombres más importantes
de la política española en el primer tercio del siglo XX y sin duda el
principal referente de la derecha en ese periodo.
Antonio Maura y Montaner había nacido en Palma de Mallorca en
1853. Licenciado en Leyes y abogado de profesión, debutó en política con
solo veintiséis años, cuando fue elegido diputado por Palma en las filas
liberales. Tuvo su primera cartera ministerial antes de cumplir los cuarenta
años: fue la de Ultramar, dominada entonces por el problema cubano.
Maura propuso una reforma que no fue aceptada y dimitió. Sagasta, que era
el jefe de Gobierno, lo recolocó en la cartera de Justicia, donde Maura
volvió a su proyecto cubano, que fue nuevamente desatendido, y dimitió
otra vez. Volvería al Gobierno más tarde, ya no en el Partido Liberal, sino
en las filas conservadoras, y con una idea que haría fortuna: impulsar una
«revolución desde arriba» para sacar al país de su postración tras el
Desastre de 1898. Era una plasmación política del programa
regeneracionista, empezando por el «descuaje» del caciquismo y la
limitación del poder político de la oligarquía, aunque Maura siempre guardó
distancias con la doctrina de esos autores.
Su retorno al Gobierno se produjo en 1902 como ministro del Interior
(«Gobernación», se llamaba entonces). Creó el Instituto Nacional de
Previsión, precedente de la Seguridad Social, y organizó las elecciones de
1903, las más limpias de la historia de España y el momento. Antonio
Maura presidirá el Gobierno cinco veces entre 1904 y 1922, en cortas
legislaturas que se vieron sistemáticamente bombardeadas por el propio rey
Alfonso XIII, en palacio, y por la izquierda en la calle. El gran problema de
los gobiernos de aquel tiempo era que el rey los nombraba en función de los
equilibrios parlamentarios de los partidos del sistema, los cuales a su vez
venían determinados por las influencias de las oligarquías (financieras,
industriales, etc.) y por la propia camarilla del rey. Por eso los gabinetes
duraban tan poco y por eso, en definitiva, fue imposible que sacaran
adelante vastos programas de reforma. Maura lo vivió en carne propia
durante veinte largos años.
Sin embargo, Antonio Maura nunca renunció a su idea de cambiar la
forma de hacer política limpiando el viciado ambiente de la Restauración.
Se retiró cerca de los setenta años, con la conciencia de haber trabajado por
una España mejor.

Otros hechos
1474: La princesa Isabel es coronada en Segovia como reina
de Castilla: Isabel I.
1523: El conquistador Juan Rodríguez de Villafuerte llega a la
bahía de Acapulco, que bautiza como Santa Lucía.
1527: La corona crea la Audiencia de México y pone al frente
a Nuño Beltrán de Guzmán, que se manifestará como un
pésimo juez.
1938: El Gobierno de Franco crea la Organización Nacional de
Ciegos (ONCE).
14
de diciembre
Carlos III, déspota ilustrado

Tal día como hoy, 14 de diciembre de 1788, moría en Madrid el rey


Carlos III de Borbón, figura decisiva del siglo XVIII en España.
Carlos era el tercer hijo varón de Felipe V. La corona de España no era
para él, sino para su hermano Fernando, que reinó como Fernando VI. De
hecho, Carlos ocupó primero el trono de Sicilia y Nápoles. Pero Fernando
VI murió sin descendencia y entonces Carlos Volvió a Madrid para ceñir la
corona. El suyo será un reinado muy largo: veintinueve años, desde 1759
hasta 1788.
En ese tiempo, Carlos III tuvo que hacer frente a una compleja
situación internacional que resolvió aliándose con Francia en virtud del
pacto de familia de los Borbones. No fue un acierto, porque Francia era
mucho menos fuerte de lo que ella decía: las guerras con Inglaterra en
América y en Filipinas demostraron que España, al final, tendría que
arreglárselas sola. Por eso, entre otras razones, París cedió a España el
inmenso territorio norteamericano de la Luisiana: Francia no era capaz de
defenderlo. La Paz de París de 1763 puso fin formal al conflicto, pero solo
sobre el papel: en el terreno, la hostilidad de Inglaterra persistió y España
respondió apoyando a los colonos norteamericanos que buscaban su
independencia.
En política interior, Carlos III fue el exponente por antonomasia del
despotismo ilustrado. Venía de una larga experiencia de gobierno en
Nápoles y tenía ideas propias sobre qué medidas concretas tomar en materia
económica y administrativa. Sin embargo, y contra la aureola que rodea a
este rey, lo cierto es que sus proyectos de modernización social y
económica fueron frecuentemente acompañados del fracaso, como ocurrió
con la liberalización del comercio de cereales, que ocasionó una fuerte
carestía. Tampoco fueron acertados determinados proyectos de reforma de
las costumbres como el que condujo al Motín de Esquilache. Bien es cierto
que Carlos III rectificó a tiempo. También supo atender las reclamaciones
del estado llano al abrir los concejos a representantes elegidos por sufragio.
Más inflexible fue a la hora de tomar decisiones como la expulsión de
los jesuitas, cuyas motivaciones y efectos aún hoy son objeto de debate. Lo
cierto es que, cuando Carlos III murió, España era un país más moderno y
fuerte que treinta años atrás. Hoy se le considera uno de los mejores reyes
que ha tenido España.

Otros hechos
1591: Muere en Úbeda, Jaén, el carmelita y poeta místico San
Juan de la Cruz.
1831: Nace en Segovia el militar Arsenio Martínez Campos,
líder del pronunciamiento militar que provocó la restauración
borbónica en la persona de Alfonso XII.
1927: Primer vuelo comercial de la compañía aérea Iberia:
Madrid-Barcelona.
1942: El Gobierno de Franco aprueba la Ley del Seguro
Obligatorio de Enfermedad.
15
de diciembre
La batalla de Teruel

Tal día como hoy, 15 de diciembre de 1937, comenzaba la batalla de


Teruel dentro de la guerra civil española. La batalla del frío.
En aquel momento las tropas de Franco ya habían conquistado el norte
de la península y planeaban un asalto general sobre Madrid, la capital. El
Ejército Popular de la República trató de contrarrestar la iniciativa nacional
mediante una doble ofensiva que presionara simultáneamente en Badajoz,
cortando en dos la zona sublevada, y en Teruel, ciudad débilmente
defendida. Para el Gobierno Negrín era muy importante capturar una capital
de provincia, cosa que no había conseguido desde que empezó la guerra. Al
interés estratégico se añadía, por tanto, el interés propagandístico.
Aquel 15 de diciembre, en medio de una gran nevada, las tropas del
Frente Popular acumularon más de cien mil hombres para conquistar una
plaza con solo 4.000 defensores, que esa era toda la guarnición de Teruel.
La ciudad caerá tras dos semanas de resistencia. Fue la única capital de
provincia que el Ejército Popular de la República pudo ganar en toda la
guerra. Pero las tropas de Franco pasaron a la contraofensiva y
establecieron un largo frente que frenó en seco el avance republicano. Entre
temperaturas de hasta dieciocho grados bajo cero, los dos bandos pelearán
en torno a Teruel durante dos largos meses.
Como en otras ocasiones, el mando del Frente Popular subestimó tanto
la capacidad de resistencia de las plazas fuertes nacionales como la
velocidad de respuesta de las tropas franquistas. La guarnición de Teruel
aguantó literalmente hasta la última bala, dando tiempo a que las columnas
de Varela y Aranda comparecieran en el frente. Los sitiadores republicanos
pasaron a ser sitiados. Las tropas que acababan de tomar la ciudad, y que
partían ya al descanso, fueron llamadas de nuevo al combate. Una de esas
unidades, la 84 brigada mixta, protestará y sus mandos fusilarán a más de
50 soldados. Los de Franco, mientras tanto, tendían una gran tenaza en
torno a la ciudad. En uno de esos movimientos, la caballería del coronel
Monasterio protagonizó una carga que probablemente ha sido la última de
estas características en la guerra moderna.
Finalmente el frente republicano se hundirá. La aventura de Teruel
costó al Ejército del Frente Popular 800 kilómetros cuadrados, 20.000
muertos, 14.000 prisioneros y nada menos que un tercio de sus aviones y
carros de combate. El desgaste del ejército nacional fue también elevado
(en torno a 17.000 muertos), pero la victoria le permitió abrir el camino
hacia el Mediterráneo. La guerra civil se acercaba a sus fases decisivas.

Otros hechos
1843: Nace en Madrid el político conservador Francisco
Silvela.
1844: Nace en Madrid el urbanista y teósofo Arturo Soria.
1965: Muere en Madrid el escritor y periodista César González
Ruano.
1976: Referéndum sobre la Ley de Reforma Política.
16
de diciembre
El principio de la transición

Tal día como hoy, 16 de diciembre de 1976, la prensa española abría


en portada con una única noticia: el pueblo había aprobado en el
referéndum celebrado el día anterior la Ley de Reforma Política, que
iba a permitir el paso desde el Estado de las Leyes Fundamentales, el
régimen de Franco, a un régimen de corte constitucional.
La Ley de Reforma Política había sido alentada por Torcuato
Fernández Miranda como la vía legal para transformar el Estado construido
por Franco. El sistema franquista de Leyes Fundamentales introducía una
ley de referéndum y, desde ese punto de vista, ofrecía un camino para
modificar la estructura del estado desde el propio ordenamiento jurídico.
Para eso se elaboró la Ley de Reforma Política. En las Cortes la
defendieron dos excelentes parlamentarios, ambos inequívocamente
identificados con el régimen de Franco: Miguel Primo de Rivera –sobrino
del fundador de Falange– y Fernando Suárez, ministro de Trabajo en 1975 y
vinculado al Movimiento Nacional.
La cámara aprobó la ley en noviembre. La clave del texto estaba en su
artículo quinto, que rezaba así: «El rey podrá someter directamente al
pueblo una opción política de interés nacional, sea o no de carácter
constitucional, para que decida mediante referéndum, cuyos resultados se
impondrán a todos los órganos del Estado». Unas cortes que provenían de la
época de Franco aprobaron aquella propuesta, avalada por distinguidas
personalidades del propio régimen de Franco. El siguiente paso era
someterla al refrendo de los españoles.
Los resultados del referéndum, celebrado el 15 de diciembre con gran
aparato de propaganda gubernamental, fueron aplastantes: sobre un censo
de 22 millones de españoles, con una abstención de poco más del 20 por
ciento, el 94,17 por ciento de los votantes optó por el «sí» a la reforma. El
resultado fue un revés para los partidarios del continuismo franquista, pero
aún más lo fue para la izquierda, que había promovido muy activamente la
abstención. Aquella norma legal estableció el concepto de soberanía
popular como derecho político de los ciudadanos e implantó el sistema
bicameral –Congreso y Senado– que dura hasta hoy. Aquella no era la única
reforma posible, pero fue la que salió adelante.

Otros hechos
1602: El militar y explorador Sebastián Vizcaíno explora la
bahía de Monterrey.
1871: Nace en El Caney, Cuba, el militar Manuel Fernández
Silvestre, principal responsable del Desastre de Annual.
1877: En la Escuela Industrial de Barcelona se realiza a título
experimental la primera comunicación telefónica en España.
1882: Nace en Villanueva de Arosa, Pontevedra, el periodista
y escritor Julio Camba.
1902: Nace en El Puerto de Santa María, Cádiz, el poeta
Rafael Alberti.
1935: Las fuerzas políticas de izquierda y separatistas
constituyen el Frente Popular para comparecer a las elecciones
legislativas.
17
de diciembre
Operación de comandos
en la guerra de Granada

Tal día como hoy, 17 de diciembre de 1490, el caballero castellano


Hernán Pérez del Pulgar, al frente de quince hombres, se infiltra en la
Granada mora, clava un Ave María en la puerta de la mezquita, quema
el mercado de la ciudad y vuelve a sus líneas.
Pérez del Pulgar había protagonizado ya hazañas sin cuento durante la
guerra de Granada. Para esta aventura cogió a quince de sus hombres más
cercanos. En la noche fría de aquel diciembre, llegaron a la muralla de
Granada. Nueve soldados quedaron abajo, a resguardo de los muros, para
cuidar los caballos y cubrir la retirada. Los otros seis, con su capitán al
frente, cruzaron las aguas del Darro. Un moro converso, Pedro Pulgar, les
hacía de guía. El moro les conduce hasta la mezquita mayor. Hernán pide
un papel, saca su cuchillo y lo clava en la puerta. Aquel papel decía así:
«Ave María. Sed testigos de la toma de posesión que hago en nombre de los
reyes y del compromiso que contraigo de venir a rescatar a la Virgen María,
a quien dejo prisionera entre los infieles».
La misión aún no está completa: han de acudir a la alcaicería, el rico
mercado de sedas, y prenderle fuego. Tristán de Montemayor ha de aportar
la mecha: una cuerda embadurnada de alquitrán. Pero algo falla: la mecha
no está. Tristán la ha dejado en el caballo. Uno se ofrece a rectificar el error:
Diego de Baena. Él irá a buscar la mecha. Desaparece calle abajo, vuelve al
lugar donde se esconden los caballos, encuentra la cuerda de alquitrán,
retorna a la carrera. De repente, un bulto se cruza en su camino. El bulto
grita la voz de alarma: es un centinela. Diego pone fuera de combate al
moro, pero el grito de socorro ha hecho su efecto: la guardia de la capital
nazarí ha descubierto al comando. Los hombres de Hernán Pérez del Pulgar
huyen en la dirección que les marca Diego de Baena. A toda prisa prenden
fuego a la alcaicería. Después, sin perder un segundo, hay que salir de allí.
¿Podía salir todavía algo mal? Sí: uno de la hueste, Jerónimo de
Aguilera, ha caído en un foso y ha quedado atrapado. Los moros se acercan
a gritos. Aguilera urge a sus camaradas: «¡Matadme! ¡Recordad nuestro
compromiso! ¡No dejar atrás prenda viva! ¡No quiero caer en manos de los
moros!». Todos miran a Hernán. Saben que dejar vivo a Aguilera será peor
que dejarle muerto. Pérez del Pulgar lanza su azagaya contra el soldado.
Aguilera gime; pero no de dolor, sino porque el proyectil, en la oscuridad,
ha fallado. «No dejaremos atrás prenda viva, pero tampoco prenda muerta»,
grita Hernán. Los hombres del comando tiran de Jerónimo con todas sus
fuerzas. Justo a tiempo, porque los moros ya están encima. Así incendiaron
la alcaicería de Granada los hombres de Pérez del Pulgar.

Otros hechos
1563: Nace en Ronda, Málaga, el científico Diego Pérez de
Mesa, catedrático de Matemáticas en Alcalá, Salamanca y
Sevilla, protegido por Felipe II.
1790: Bajo el zócalo de la catedral de México se descubre la
Piedra del Sol azteca.
1927: En el Ateneo de Sevilla, durante un homenaje a
Góngora, se reúnen los poetas de la Generación del 27.
18
de diciembre
La reconquista de Zaragoza

Tal día como hoy, 18 de diciembre de 1118, el rey de Aragón Alfonso I


el Batallador entraba victorioso en Zaragoza: había logrado vencer la
resistencia del ocupante almorávide tras nueve meses de duro asedio.
El asedio había comenzado el 22 de mayo. Fiel a su estilo, Alfonso
había convertido aquello en una cruzada que convocó a centenares de
caballeros de Francia. Entre ellos, un viejo camarada del rey, Gastón de
Bearn, que aportaba catapultas y garfios. Los de Gastón abrieron brecha en
las defensas moras y se extendieron en torno a la ciudad fortificada. A
primeros de junio los cruzados habían ocupado todo menos la Aljafería, la
ciudadela zaragozana. Allí se dispusieron a resistir los almorávides. La
situación de los sitiados se volvió desesperada. Pero en Granada, donde
habían llegado las noticias del asedio, se movilizó un fuerte ejército para
socorrer a los almorávides de Zaragoza. El desánimo cundió entre los
cruzados. Muchos francos volvieron a sus casas. No, por supuesto, el
veterano Gastón de Bearn, que permaneció en el asedio. Pasan los meses y
los problemas logísticos se multiplican: los víveres se acaban. Sitiados y
sitiadores están al borde de la extenuación. El obispo de Huesca vende los
bienes de su iglesia para obtener comida para las tropas. Dentro de la
ciudad la situación no es mejor. Todo se va a jugar a una carta: la de la
resistencia. Siguen pasando las semanas. Y entonces Alfonso se entera de
algo que cambia las cosas: el jefe granadino de los almorávides, Ibn
Mazdalí, ha muerto y su tropa se descompone. El Batallador no se lo piensa
dos veces: es el momento de atacar.
Zaragoza cayó el 18 de diciembre de 1118. Alfonso se ocupó de que
las capitulaciones de la rendición fueran ejemplares. A los 20.000
musulmanes que había en Zaragoza se les ofreció la posibilidad de
marcharse llevando consigo sus bienes, pero la gran mayoría permaneció en
la ciudad. Alfonso ofreció condiciones ventajosas: los moros conservarían
sus propiedades, pagarían los mismos impuestos que antes de la conquista,
podrían conservar su religión y sus leyes… La única condición que se les
imponía era la obligación de residir en los arrabales, y no en el casco
urbano, para evitar algaradas. La generosidad del rey de Aragón dejó
boquiabiertos a los moros. Al mismo tiempo, el rey Batallador estimuló la
rápida cristianización de la ciudad. Toda la ciudad vieja fue repoblada con
cristianos que habían participado en la conquista. Otros muchos llegaron y
fueron asentados en el extrarradio, de manera que la ciudad creció de
manera notable en pocas semanas.
La reconquista de Zaragoza abrió el mapa de Aragón. Aquel
minúsculo reino montaraz, nacido ochenta años atrás bajo el impulso del
viejo rey Ramiro, se convertía ahora en una potencia que se proyectaba en
todas direcciones. Fue un episodio clave de la Reconquista.

Otros hechos
821: Muere en Angers el hispano Teodulfo, obispo de Orleans,
consejero de Carlomagno.
1995: El político socialista Javier Solana, primer español que
accede a la secretaría general de la OTAN.
19
de diciembre
Tratado de Alcalá: señalar al enemigo

Tal día como hoy, 19 de diciembre de 1308, los reyes Fernando IV de


Castilla y Jaime II de Aragón firmaban en Alcalá de Henares un
acuerdo frente al enemigo común: el reino nazarí de Granada.
El asunto puede parecer transparente con ojos de hoy, pero en la época
no lo era en absoluto. Los reinos cristianos de la península no funcionaban
como naciones, sino como unidades patrimoniales compuestas a su vez por
otras unidades más pequeñas (los señoríos), y el vecino cristiano podía ser
tan enemigo como el vecino moro. Por otra parte, el reino nazarí de
Granada estaba acostumbrado a pagar a unos o a otros (cristianos o moros)
para garantizar sus fronteras. Con ese paisaje, las prioridades de los
monarcas, tanto en Aragón como en Castilla, solo podían ser tres: una,
apaciguar las relaciones con los reinos cristianos vecinos; dos, fortalecerse
frente a la amenaza musulmana, y tres, tratar de contener las ambiciones
nobiliarias. Al primer objetivo, el de las relaciones de buena vecindad entre
los reinos cristianos, pertenece el Tratado de Alcalá de Henares.
En las relaciones entre Castilla y Aragón, todo el problema consistía
en fijar los derechos de cada cual en la frontera, singularmente en Murcia,
cosa que se resolvió en una minuciosa serie de tratados: Torrellas en 1304,
Elche en 1305 y este de Alcalá de Henares en 1308. Más complicado
resultó frenar las ambiciones nobiliarias, porque estas seguían desatadas,
muy particularmente en Castilla. Y mientras tanto, se dibujaba con claridad
el otro objetivo del programa: el reino de Granada estaba creciendo en
poder sobre la base de su alianza con los benimerines de Marruecos, que
habían logrado plantar sus banderas en Algeciras y Gibraltar; por tanto,
había que atacar Algeciras y Gibraltar para privar a los nazaríes granadinos
de tan peligroso aliado.
El fruto directo del tratado de Alcalá fue precisamente la campaña de
Algeciras en 1309. Todas las cortes europeas veían con buenos ojos aquella
expedición, que solo podía aportar beneficios para las potencias cristianas.
Las armas castellanas y aragonesas lograron conquistar Gibraltar, pero no
pudieron tomar Algeciras. Y no pudieron porque, en pleno asedio, una parte
importante del contingente cristiano abandonó el campo. ¿Qué estaba
pasando? Que un noble refractario, el infante don Juan Manuel (el
celebérrimo autor de El conde Lucanor), enemistado con el rey de Castilla,
se vengaba así por los agravios sufridos. Era el tercer objetivo de la política
medieval: contener las ambiciones nobiliarias. Y eso iba a ser más difícil
incluso que culminar la Reconquista.

Otros hechos
1629: Nace en Torrelaguna, Madrid, el sacerdote y
administrador virreinal Melchor de Liñán y Cisneros, que pasó
la mayor parte de su vida en América y llegó a virrey del Perú.
1897: El presidente norteamericano William McKinley
anuncia la intervención de su país contra España en la guerra
de Cuba.
1968: La ONU pide a Londres que descolonice Gibraltar antes
del 1 de octubre de 1969.
20
de diciembre
El asesinato del almirante Carrero Blanco

Tal día como hoy, 20 de diciembre de 1973, un comando de ETA


asesinaba al presidente del Gobierno español, almirante Luis Carrero
Blanco, cuando se dirigía a oír misa en el centro de Madrid. Con él
morían el inspector de policía Juan Antonio Bueno y el conductor José
Luis Pérez Mogena. Milagrosamente, una hija de Carrero que solía a
acompañarle a la iglesia no pudo ir ese día.
Carrero Blanco era el hombre de confianza del general Franco desde
treinta años atrás. Fue Carrero, oficial de submarinos, quien redactó en
1941 el informe decisivo para que España no entrara en la Segunda Guerra
Mundial; Franco quedó tan impresionado al leerlo que lo quiso tener a su
lado: subsecretario en 1941, procurador en Cortes en 1943, ministro de la
Presidencia en 1951, vicepresidente en 1967… Fue también Carrero,
autoritario y franquista, pero monárquico convencido, quien más apoyó al
entonces príncipe Juan Carlos de Borbón como sucesor de Franco. Y fue
igualmente Carrero, en fin, padrino de los tecnócratas del régimen, quien
pilotó la gran transformación económica y social de España en los años
sesenta, que profesionalizó la administración del Estado y convirtió a
nuestro país en una potencia industrial. Si el régimen de Franco tuvo alguna
vez un jefe de máquinas, ese fue precisamente Carrero.
En 1973, Franco, consciente de sus problemas de salud, nombró a
Carrero Blanco presidente del Gobierno. Era la primera vez en el régimen
que alguien desempeñaba ese cargo, hasta entonces en manos del Caudillo.
Las intenciones de Franco eran transparentes: se trataba de dar continuidad
al programa que el propio Franco se había trazado para después de su
muerte, con Juan Carlos como rey y un estadista firme que mantuviera los
principios del Movimiento. Carrero Blanco era, pues, el hombre fuerte del
régimen. Pese a ello, había prescindido de rodearse de medidas de
seguridad: ni más escolta que el acompañante ni, menos aún, coches
blindados.
El 20 de diciembre de 1973, un poderoso explosivo estallaba al paso
del automóvil del almirante cuando se dirigía a misa. Con Carrero morían
su conductor y su escolta. El atentado lo ejecutó ETA. Las circunstancias
del crimen fueron tan singulares que siempre se ha sospechado que hubo
«algo más», desde implicaciones extranjeras hasta fallos culpables del
sistema de seguridad interior. Todo son, empero, conjeturas. En cuanto a los
autores de los tres asesinatos, cinco etarras que corrieron a refugiarse en
Francia, jamás fueron juzgados y el asunto quedó sobreseído después de la
amnistía de 1977.

Otros hechos
910: Muere en Zamora Alfonso III el Magno, rey de Asturias,
que llevó la frontera cristiana hasta el Duero frente al califato
de Córdoba.
1494: Los Reyes Católicos otorgan fuero propio a la ciudad
canaria de Las Palmas.
1962: Se estrena en la sala Lope de Vega, en Madrid, la
película de Fernando Palacios «La gran familia»,
probablemente el mejor exponente ideológico del desarrollismo
franquista.
21
de diciembre
El primer español que vio Australia
era portugués

Tal día como hoy, 21 de diciembre de 1605, zarpaba del puerto de El


Callao, en Perú, la expedición de Pedro Fernández de Quirós, marino
portugués de la Corona española, que sería el primero en poner
nombre a Australia.
Quirós había servido como piloto en las exploraciones de Mendaña por
el Pacífico sur. No eran viajes de recreo: la expedición en busca de las islas
Salomón, además de descubrir media Polinesia menos, precisamente,
aquellas islas, terminará en una auténtica catástrofe. Quirós sobrevivió de
milagro y lo más impresionante es que aún le quedaran ganas de seguir
navegando. Pero así fue.
En el curso de sus navegaciones, este portugués de Évora concibió el
proyecto de descubrir la Terra Australis, un enigmático continente cuya
existencia se suponía, pero que nadie había pisado aún. Fue a Roma, obtuvo
la bendición del papa y se puso manos a la obra. Volvió a Perú. Armó tres
barcos: Santos Pedro y Pablo, San Pedro y Los Tres Reyes. Alistó a
trescientos marineros y soldados. El 21 de diciembre de 1605 salió del Perú.
En las semanas siguientes la expedición de Fernández de Quirós alcanzó
Tuamotu y Vanuatu, entre otras islas de la Melanesia. Llegó a desembarcar
en una isla tan grande que la creyó parte del continente austral. La llamó
«Austrialia del Espíritu Santo», combinando las palabras «Austral», es
decir, sur, y «Austria», que era la dinastía reinante en España y Portugal.
Hoy esa isla aún se llama así: es la más grande del archipiélago de Vanuatu.
¿Era realmente Australia? Objetivamente, es imposible saberlo. Con los
instrumentos de medición de la época no hay manera de determinar dónde
puso el pie nuestro amigo. La hipótesis de que se trataba, efectivamente, del
continente australiano siempre ha sido muy defendida en la propia
Australia. Su segundo en aquella expedición, Luis Váez de Torres, verificó
que se trataba de una isla. ¿Cuál? ¿Parte de las Nuevas Hébridas? Una vez
más, imposible saberlo. Con la expedición demediada por las tormentas,
Fernández de Quirós regresó un año después a Acapulco mientras Váez
marchaba hacia Manila.
De vuelta en Madrid, Quirós contó su historia a quien la quisiera
escuchar. Nadie le hizo mucho caso. El rey Felipe III solo le dio buenas
palabras y unas cuantas cartas de recomendación… para América, no para
España. A las Indias volvió nuestro personaje. No logró seducir a nadie.
Murió en Panamá en 1614, con cuarenta y nueve años, soñando con hallar
la verdadera Australia. Al menos le puso el nombre.

Otros hechos
601: Muere en Toledo el rey visigodo Recaredo, que se
convirtió al catolicismo y promovió la unificación religiosa del
reino.
1511: El dominico fray Antonio de Montesinos, en su pregón
de Adviento en La Española, acusa a los encomenderos de
maltratar a los indios. La polémica llegará a la corte.
1959: El presidente norteamericano Eisenhower visita a
Franco en Madrid.
1991: Muere con ciento un años el sacerdote José Miguel de
Barandiarán, estudioso de la cultura vasca.
22
de diciembre
Gustavo Adolfo Bécquer
y sus oscuras golondrinas

Tal día como hoy, 22 de diciembre de 1870, moría en Madrid el


escritor Gustavo Adolfo Bécquer, uno de los nombres centrales del
romanticismo español. Se lo llevó una tuberculosis después de una vida
marcada por la frustración amorosa y artística.
Bécquer llegaba tarde. Y lo sabía. Su temperamento romántico ya no
encajaba en un ambiente donde se había impuesto el realismo literario, tan
atrozmente burgués y, como se diría un siglo más tarde, con «ese
impertinente olor a berza». Admirador de Byron, Heine y Chateaubriand, su
mayor proyecto fue una Historia de los templos de España: «La tradición
religiosa –decía Bécquer– es el eje de diamante sobre el que gira nuestro
pasado». Era una excelente idea: estudiar el arte católico español
vinculando pensamiento teológico, historia y arquitectura. Un mecenas
tradicionalista habría podido sufragar el empeño, pero en España no había
tal y Bécquer solo logró sacar un volumen. Durante años buscó la rima
perfecta con la misma pasión que el amor. Lo que encontró fue una
tuberculosis en 1857. Entonces apareció Julia Espín con sus maravillosos
ojos azules: «Tu pupila es azul», escribió. El poema hará fortuna, pero Julia
no le hizo demasiado caso. Son años de angustia. Bécquer sobrevive gracias
a su hermano Valeriano, pintor. Terminó casándose con la hija del médico
que atendía su precaria salud, Casta Esteban. Era 1861.
Logró ganarse la vida como periodista, primero, y como censor
después, y obtuvo la suficiente seguridad para dedicarse a escribir. Nunca le
faltaron amigos y admiradores que le echaran una mano. Durante una
estancia en el monasterio de Veruela, en Zaragoza, a la sombra del
Moncayo, adonde había acudido para mejorar en su tuberculosis, escribió
una buena parte de sus mejores páginas. Pero la infidelidad de su mujer y la
destrucción de su obra poética en la Revolución de 1868 le arruinaron la
vida. Su último proyecto fue dirigir el periódico La Ilustración de Madrid,
pero la muerte llegó antes: un catarro mal curado precipitó los efectos de la
tuberculosis que padecía.
En su lecho de muerte pidió a sus amigos que publicasen su obra.
Tenía el presentimiento de que muerto sería más y mejor conocido que
vivo. Y tenía razón. Sus obras completas aparecieron en 1871. Desde
entonces no han dejado de reeditarse. Sus Rimas y leyendas son una pieza
fundamental de la literatura en español. Bécquer brilla hoy como el último
gran genio romántico de España.

Otros hechos
1622: El presbítero Miguel Trujillo y el capitán Andrés Páez
fundan la villa de Bucaramanga, en la actual Colombia, como
asiento de indígenas.
1911: Nace en Mondoñedo, Lugo, el escritor y periodista
Álvaro Cunqueiro.
1915: Nace en Segovia el cineasta José Antonio Nieves
Conde, falangista que terminó chocando con la censura
eclesiástica del régimen de Franco.
23
de diciembre
Ildefonso Cerdá,
o cómo construir ciudades

Tal día como hoy, 23 de diciembre de 1815, nacía en Centellas,


Barcelona, el ingeniero y urbanista Ildefonso Cerdá Suñer, creador del
proyecto del Ensanche de Barcelona.
Uno de los acontecimientos más importantes del siglo XIX, en toda
Europa, fue la multiplicación de los espacios urbanos: el paisaje vital de
millones de personas cambió de golpe, y es sorprendente que los
historiadores presten habitualmente poca atención a este hecho. En la estela
de esos cambios, las mentes más agudas trataron de pensar cómo podrían
moverse las ciudades para acoger en condiciones de habitabilidad a las
masas de gentes que a partir de este momento afluían. Ahí entra
precisamente Cerdá, autor de una Teoría general de la urbanización que fue
pionera en la materia y diseñador de una puesta en práctica de sus ideas: el
barrio del Ensanche de Barcelona.
Los principios de Cerdá pueden resumirse así: higiene, luz, movilidad.
Su ciudad está pensada para que todo el mundo pueda moverse a través de
grandes vías trazadas entre manzanas de casas bien ventiladas e iluminadas;
las vías sirven, además, para canalizar la luz, el agua y el arbolado. Su
sistema de cuadrículas prevé, por otra parte, un crecimiento ilimitado. Lo
que hace realmente genial a Cerdá es que concibió sus ideas en la década de
1850, cuando la afluencia de gente a las ciudades era todavía un fenómeno
incipiente y, por supuesto, no había automóviles en las calles. Quizá fuera
eso –o tal vez, simplemente, el interés de los propietarios del suelo en
Barcelona– lo que hizo que el Gobierno tuviera que imponer al
Ayuntamiento la aplicación del plan en 1859. Hasta el año siguiente no
empezó a ejecutarse y fue en medio de mil obstáculos. No faltó, por
supuesto, el ataque personal: se le reprochó que «no era catalán».
Hombre políticamente muy a la izquierda, republicano y federalista,
sus ideas no encontrarían reconocimiento oficial hasta la época de Franco,
curiosamente: la Ley del Suelo de 1956 incorporó su sistema de
compensación y reparcelación y fue en 1960 cuando se le puso por fin su
nombre a una plaza. Para más escarnio, eso sí, el Ayuntamiento de
Barcelona escogió una plaza sin iluminación.

Otros hechos
1808: José Bonaparte, que había abandonado precipitadamente
Madrid después de la derrota de Bailén, vuelve a la capital
escoltado por los ejércitos de Napoleón.
1881: Nace en Moguer, Huelva, el poeta Juan Ramón Jiménez,
Nobel en 1956.
1889: Se funda el Huelva Recreation Club, equipo decano del
fútbol español.
1910: El Gobierno Canalejas aprueba la Ley del Candado, que
suspende durante dos años el establecimiento de nuevas
órdenes religiosas sin autorización gubernamental.
1925: Ramón Menéndez Pidal es nombrado director de la Real
Academia Española.
1938: Franco comienza la ofensiva de Cataluña.
1955: José Félix de Lequerica es nombrado primer
representante español ante la ONU.
24
de diciembre
El palacio invisible de Madrid

Tal día como hoy, 24 de diciembre de 1734, un incendio fortuito


destruía el Alcázar de Madrid, el que había sido palacio real de los
Austrias. Sobre su solar se edificará de nueva planta el palacio de
Oriente que aún hoy sobrevive.
¿Cómo era el viejo alcázar? Hermoso. Caótico. Una mezcla de castillo
medieval y palacio herreriano. Como si sobre el castillo de la Mota se
hubiera edificado el alcázar de Segovia y, encima, un trozo de Escorial con
los ladrillos de la Plaza Mayor. El núcleo original era el castillo moro
elevado en el siglo IX para vigilar el camino del Manzanares. En algún
momento se le adosaron dos torres semicirculares a efectos defensivos. El
conjunto debió de permanecer más o menos inalterado hasta que los
Trastámara lo convirtieron en residencia temporal y, por tanto, ocasional
escenario palaciego. El castillo originario se vio ennoblecido con una
capilla real y al menos una torre. Nadie sabe cómo era por dentro el alcázar
en esta época, pero consta que había una sala de excepcional riqueza («Sala
rica», la llamaban). Así era cuando aquí nació la Beltraneja.
Toda restauración trajo consigo una ampliación. La guerra de los
comuneros volvió a herir el palacio. Cuando Carlos I llegó a Madrid y lo
vio, se quedó espantado. Encargó su restauración y ampliación a los
arquitectos Alonso de Covarrubias y Luis de Vega. Era ya 1537. Los
maestros duplicaron el espacio con un patio de la reina y las
correspondientes dependencias, además de dos nuevas torres angulares. Lo
hicieron en estilo renacentista. El palacio era ya un compendio de medio
milenio de arquitectura. Carlos I no llegó a ver las obras acabadas. Las
continuó Felipe II, que tenía ya tomada la decisión de hacer de Madrid su
capital, y encomendó el trabajo a Gaspar de la Vega y a Juan Bautista de
Toledo. El primero enriqueció la decoración interior con una magnificencia
propiamente imperial y el segundo elevó una torre, la torre dorada, en un
estilo semejante al de San Lorenzo de El Escorial. Felipe II dejó el edificio
listo, pero su hijo, Felipe III, también quiso poner su sello homogeneizando
la fachada que sobrevivía desde la época mora.
Los reyes posteriores no fueron menos. Se marcharon los Austrias,
llegaron los Borbones y quisieron redecorar el interior conforme al gusto
francés. Y en esas estaban las obras cuando, en la Nochebuena de 1734,
todo se quemó. Cuatro días duró el incendio. Entre las muchas cosas que
quedaron destruidas se hallaban la mayor parte de los presentes que los
conquistadores habían traído de América y numerosos cuadros, algunos de
Velázquez. Un desastre. Así pereció el impresionante palacio que llegó a ser
el Real Alcázar de Madrid. Hoy, el palacio invisible.

Otros hechos
1500: El Gran Capitán toma la isla de Cefalonia a los turcos.
1536: El conquistador Sebastián de Belalcázar funda la ciudad
de Popayán, hoy Colombia.
1568: Comienza la sublevación de los moriscos en las
Alpujarras.
1684: Holanda acuerda con Marruecos financiar la piratería
contra España.
25
de diciembre
La Santa María se convierte
en el Fuerte Navidad

Tal día como hoy, 25 de diciembre de 1492, Cristóbal Colón ordenó


construir un fuerte con las maderas de la nao Santa María, hundida en
La Española. Fue el primer asentamiento español en las Indias y se
llamó Fuerte Navidad.
Nadie sabe bien por qué se hundió la Santa María. Según los diarios
de a bordo, el maestre del barco, que era Juan de la Cosa, viendo que las
aguas estaban en calma, se retiró a dormir y dejó el timón en manos de un
grumete. Pero el barco se movió y su quilla se clavó en el fondo. El grumete
alertó a voces al pasaje y Colón ordenó tirar el ancla por popa mientras la
tripulación desalojaba la nave. Sin embargo, nadie echó el ancla, de manera
que la tripulación se salvó, sí, pero el barco terminó haciéndose trizas. Los
diarios de Colón culpan del incidente a Juan de la Cosa. Pero no debería de
ser muy culpable el maestre –por otro lado, propietario del barco– cuando
los reyes le compensaron más tarde por la pérdida.
El hecho es que los nuestros se encontraron con su capitana hecha
pedazos. ¿Qué hacer? Reutilizar las maderas para construir un fuerte en
tierra. Aquí aparece un personaje importante: el cacique taíno Guacanagarí,
jefe de las tribus de Marién, en el noroeste de la isla, que había recibido a
los extranjeros con amabilidad. Al conocer lo que había pasado, se apresuró
a echarles una mano. Los taínos saltaron al agua y ayudaron a los españoles
a recoger los restos de la Santa María. Llevaron a tierra no solo la carga,
sino también los propios maderos del barco. Colón resolvió emplearlos en
fundar un asentamiento permanente. Al fuerte se le llamó Navidad porque
todo aquello había ocurrido un 25 de diciembre. Así nació el primer
emplazamiento español en América, junto a la desembocadura del río
Guarico, en la costa noroccidental de lo que hoy es Haití.
Colón era un maestro en el arte de hacer de la necesidad virtud. ¿No
había que colonizar las nuevas tierras? Pues bien, allí había ya un
establecimiento. Por otro lado, el recurso le permitió solucionar un grave
problema: qué hacer con los 39 tripulantes de la Santa María. Porque ahora,
con un barco menos, iba a ser imposible alojar a todos los hombres en la
Pinta y la Niña, las naves restantes. El fortuito lance del naufragio iba a dar
a Colón la oportunidad de dejar en las Indias a un destacamento: 39
hombres al mando del alguacil de la expedición, Diego de Arana, asistido
por Pedro Gutiérrez, repostero de estrado del rey Fernando, y el segoviano
Rodrigo de Escobedo, el mismo escribano que había levantado acta del
descubrimiento. Indios y españoles proveerían al Fuerte Navidad de los
víveres precisos. El cacique Guacanagarí velaría por su seguridad. Y Colón
podría volver a España. Por desgracia, la historia del fuerte terminó muy
mal. Pero eso ya no pasó en Navidad.

Otros hechos
1553: El conquistador Pedro de Valdivia muere en Chile,
torturado por los mapuches.
1780: Acuerdo de Carlos III con Marruecos para vetar a los
barcos ingleses las costas marroquíes.
26
de diciembre
Por qué hubo un Sáhara español

Tal día como hoy, 26 de diciembre de 1884, España tomó bajo su


protección el Sáhara occidental, que pasó a llamarse Sáhara español.
Lo sería hasta 1975.
Aquellos territorios de la costa atlántica africana, entre los cabos
Bojador y Blanco, habían conocido la presencia europea desde muy
antiguo, cuando los comerciantes portugueses del siglo XV navegaban hasta
allí para intercambiar mercancías –y particularmente, esclavos– con las
caravanas de Guinea. La región estaba compuesta por dos núcleos: Río de
Oro, al sur, y Saguia-el-Hamra, al norte, frente a las Canarias. Desde el
punto de vista estratégico, y precisamente por la cercanía de las Canarias,
era altamente desaconsejable dejar que pudieran establecer allí bases
navales otras potencias. En 1884, ante la presión colonialista de franceses e
ingleses en África, España decidió asentarse en aquel lugar. El rey Alfonso
XII firmó un decreto por el que declaraba tomar bajo su protección el Río
de Oro, sobre la base de acuerdos concertados con los jefes de las tribus
locales. Los acuerdos, en general, eran muy simples: compensaciones
económicas a cambio de presencia territorial. España comunicó su decisión
a todas las demás potencias. A partir de ese momento, el Sáhara occidental
se convirtió en una colonia a la que se incorporarían también Ifni y el cabo
Juby para conformar el África occidental española.
El Sáhara fue una provincia más, con sus propios procuradores en
Cortes, a partir del año 1958. En esa época el Gobierno español empezó a
prestar a los habitantes del lugar la atención que antes les había negado y su
capital, El Aaiún, se convirtió en algo parecido a una ciudad moderna.
Todos los nativos de la provincia recibieron su DNI, la nacionalidad
española y el correspondiente Libro de Familia. A partir de 1968, sin
embargo, comenzó la agitación independentista, que terminó fraguando en
la creación del Frente Polisario en 1973. El Gobierno español reaccionó
elaborando un borrador de estatuto de autonomía, pero a la presión
independentista se sumó enseguida la comparecencia de dos enojosos
invitados: Marruecos y Mauritania, que reclamaban el territorio para sí.
Ni Marruecos ni Mauritania tenían derecho alguno: España preguntó al
Tribunal Internacional de Justicia y este lo dijo sin ambages. Pero en
noviembre de 1975, aprovechando la enfermedad del general Franco, el rey
marroquí Hassan II organizó una invasión ilegal, la llamada Marcha Verde,
que forzó la salida española del territorio pocos meses después, ya con el
rey Juan Carlos en la jefatura del Estado. Desde entonces el contencioso del
Sáhara sigue sin resolver.

Otros hechos
1246: Alfonso X de Castilla se casa en Valladolid con la
infanta Violante de Aragón.
1727: Muere en Madrid el presidente del Consejo de Indias
Baltasar de Zúñiga, que como virrey de Nueva España colonizó
los territorios de Texas y Florida.
1747: Nace en Teruel el abate Esteban de Arteaga, jesuita,
musicólogo, precursor de la música escénica como obra de arte
total.
27
de diciembre
Las Leyes de Burgos
para proteger a los indios

Tal día como hoy, 27 de diciembre de 1512, se aprobaban las Leyes de


Burgos, la legislación de la Corona española para proteger a los indios
de América. Era la primera vez en la historia que una potencia
imperial dictaba leyes expresamente dirigidas a proteger a la población
vencida.
El espíritu de aquella legislación arrancaba del testamento de Isabel la
Católica: la reina, en el codicilo de sus últimas voluntades, había ordenado
a sus súbditos no esclavizar a los indígenas, sino evangelizarlos. Era una
orden insólita, completamente revolucionaria en su época. De hecho,
muchos conquistadores hicieron oídos sordos. Pero los misioneros no
tardaron en denunciar las malas prácticas, lo cual llevó a la Corona,
reinando aún Fernando el Católico, a reunir en Burgos a un insigne grupo
de juristas y teólogos con el objetivo de elaborar un derecho específico para
las nuevas tierras, las Indias. Desde entonces la labor legislativa no se
detendrá.
Como en las Indias no podía aplicarse el derecho común castellano, la
junta convocada por el rey Fernando se centró en examinar las
circunstancias morales de la conquista, lo justo o injusto del dominio
español en América y los derechos de los indios. Dos fueron los cerebros
fundamentales de aquellas leyes: el jurista Juan López de Palacios Rubios y
el teólogo Matías de Paz. Las Leyes de Burgos se basaban en cuatro
principios: primero, la afirmación de que los indios son libres; segundo, que
los Reyes Católicos podían considerarse señores de los indios en razón de
su compromiso evangelizador; en tercer lugar, que podía obligarse a los
indios a trabajar, pero solo si el trabajo era tolerable y el salario era justo, lo
cual excluía la esclavitud; por último, que la guerra de conquista solo estaba
justificada si los indios se negaban a ser evangelizados. Todos esos
principios –inéditos en la época– se derivaban de la reflexión religiosa, y en
su desarrollo tuvo especial protagonismo el teólogo y filósofo Francisco de
Vitoria.
La obra legislativa acerca de los indios no se agotará ahí, sino que
seguirá siendo objeto de reflexión a lo largo de todo el siglo XVI. En la
misma estela nacerá incluso una legislación laboral para garantizar los
derechos de los nativos y la prohibición de las encomiendas en las Indias.
El momento culminante de este proceso fue la Controversia de Valladolid
(1550-1551), cuando Carlos I sometió a debate religioso y jurídico la
legitimidad de sus propias conquistas en América. Con las Leyes de
Burgos, España fue la primera nación en reconocer la dignidad de un
pueblo vencido. Con razón se considera que aquí está el embrión del
concepto moderno de «derechos humanos».

Otros hechos
1586: Nace en Valencia el diplomático y escritor Francisco de
Moncada, gobernador de los Países Bajos y autor de un texto
ya clásico sobre la campaña de los almogávares.
1870: El general Prim es víctima de un atentado en Madrid.
1923: Muere en Barcelona el arquitecto modernista Luis
Doménech y Montaner.
28
de diciembre
El genio de Torres Quevedo

Tal día como hoy, 28 de diciembre de 1852, nacía en Molledo,


Cantabria, el genial ingeniero, matemático e inventor Leonardo Torres
Quevedo, precursor de la informática y la automática. Un talento fuera
de lo común.
Estudió Ingeniería de Caminos, amplió estudios en París y antes de
cumplir los cuarenta años ya había presentado una máquina calculadora.
Torres Quevedo pensaba e inventaba, dibujaba y patentaba. Lo portentoso
de su cabeza no es solo que concibiera ideas innovadoras, sino que además
supiera convertirlas en materia. Hombre de una vitalidad desbordante, padre
de familia supernumerosa, tuvo además la suerte de que dos tías lejanas que
le habían cuidado en su niñez, las señoritas Barrenechea, le legaron su
fortuna, lo cual le dio la independencia suficiente como para dedicarse a su
propio cerebro.
Fue nombrado director del Laboratorio de Mecánica Aplicada en 1901,
institución que promoverá algunos de los mejores trabajos científicos
españoles de la época, desde un cinematógrafo hasta un espectrógrafo de
rayos X. Leonardo Torres Quevedo inventó, entre otras cosas, un nuevo tipo
de globo dirigible (se utilizará en la Primera Guerra Mundial), el primer
sistema conocido de radiocontrol sobre máquinas (el telekino) y una
máquina que jugaba al ajedrez. Por todos esos trabajos se le considera uno
de los pioneros en el campo de la inteligencia artificial. La exhibición del
telekino, además, le convirtió en una celebridad popular: fue en el puerto de
Bilbao, ante una muchedumbre en la que se contaba nada menos que
Alfonso XIII, y el inventor, con un mando a distancia, condujo una barca
cargada de pasajeros hasta el puerto. Fue un delirio. Curiosamente, cuando
presentó al Gobierno el mismo sistema para uso militar, guiando
proyectiles, la Administración dijo que no tenía dinero para comprar la
patente.
Fue además un excepcional ingeniero: suyo es el trasbordador de las
cataratas del Niágara, en Estados Unidos, el llamado Spanish Aerocar, que
se inauguró en 1916 y que sigue activo hoy en día, casi un siglo después.
Torres Quevedo fue una celebridad en su época y recibió innumerables
distinciones oficiales por parte de las autoridades españolas. Murió en
Madrid el 18 de diciembre de 1936, a pocos días de cumplir ochenta años,
cuando España ardía por la guerra civil. Leonardo Torres Quevedo ha sido
sin duda uno de los mayores talentos de la historia de España.

Otros hechos
1254: Alfonso X crea el Estudio General de Sevilla, embrión
de la universidad.
1696: Muere cautivo en un monasterio de Roma, condenado
por la Inquisición, el teólogo quietista Miguel de Molinos.
1872: Nace en Bilbao el escritor Pío Baroja, uno de los
grandes de la literatura española y nombre crucial de la
Generación del 98.
1926: La dictadura de Primo de Rivera acuerda el concierto
económico entre el Estado y las provincias vascongadas por un
periodo de veinticinco años.
29
de diciembre
Garellano, la leyenda de la infantería

Tal día como hoy, 29 de diciembre de 1503, el Gran Capitán, Gonzalo


Fernández de Córdoba, derrotaba a los franceses en la batalla de
Garellano, victoria que le abría las puertas de la ciudad de Gaeta. Los
franceses se resignaban a firmar la capitulación. Terminaba así su
frustrado intento por arrebatar a España sus posesiones en Italia.
Tenemos que situarnos a principios del siglo XVI, cuando España y
Francia llegaron a las manos por el control del Reino de Nápoles. El sur de
Italia era zona de influencia de la Corona de Aragón desde mucho tiempo
atrás. Esto daba a España una hegemonía casi completa en el Mediterráneo
occidental. Francia quiso disputársela, para lo cual se ganó el apoyo de un
buen número de señores locales. La Corona española envió a un ejército
con su mejor general al frente: Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran
Capitán. Hubo una primera campaña que se saldó con victoria española.
Francia volvió por donde solía y la guerra estalló de nuevo. Y de nuevo
marchó allí el Gran Capitán.
En esta segunda campaña de Italia la infantería española fue
literalmente una apisonadora. En abril de 1503 las tropas del Gran Capitán
chocan con el ejército francés del duque de Nemours. Las fuerzas en
presencia eran muy parejas –algo más de 9.000 hombres por cada parte–,
pero los franceses tuvieron 4.000 bajas, por solo un centenar de los
españoles. El genio táctico de Fernández de Córdoba decidió el combate.
Francia, escocida, envió un nuevo ejército: 25.000 hombres al mando del
marqués de Saluzzo. Gonzalo Fernández de Córdoba solo tenía 15.000,
pero presentó batalla. Esta fue la batalla del río Garellano, cerca de Gaeta.
Y de nuevo el español, desconcertando al enemigo con sus movimientos,
velando por la cohesión perfecta de las propias fuerzas, utilizando el terreno
como un arma, adelantándose a las reacciones del adversario, envolviéndole
con inteligencia, aplastó a los franceses, que perdieron 8.000 hombres
frente a las 900 bajas del Gran Capitán.
Gonzalo Fernández de Córdoba ya no volvería a dirigir tropas, pero el
sistema de combate y, sobre todo, de organización de los ejércitos que él
había diseñado convirtieron a la infantería española en reina indiscutible de
los campos de batalla. La guerra medieval había terminado y empezaba la
guerra moderna. Cuando el Gran Capitán entró en Gaeta, España anunciaba
al mundo que su infantería ya era la mejor y más eficaz de Europa.

Otros hechos
1489: Los Reyes Católicos reconquistan Fiñana, en Almería.
1609: Los jesuitas Marcial de Lorenzana y Francisco de San
Martín fundan la ciudad de San Ignacio Guazú, en Paraguay.
1711: Felipe V funda la Biblioteca Nacional de España.
1813: José Bonaparte, obligado por Napoleón, renuncia al
trono de España.
1874: El general Martínez Campos, sublevado en Sagunto,
proclama rey de España al joven Alfonso XII.
1973: Carlos Arias Navarro sustituye a Carrero Blanco como
presidente del Gobierno.
30
de diciembre
El asesinato del general Prim

Tal día como hoy, 30 de diciembre de 1870, moría en Madrid el


general Juan Prim, a consecuencia de las heridas sufridas en un
atentado varios días atrás.
Prim, catalán de Reus, había sido uno de los personajes más notables
del siglo XIX. Empezó en el ejército como soldado auxiliar en las milicias
contra los carlistas y a los veintiséis años ya era coronel con dos laureadas.
Héroe de guerra en las carlistadas, primero, y en Marruecos después, estuvo
implicado en todas las conspiraciones del bando progresista bajo la
monarquía de Isabel II, con Espartero en el Gobierno. Inicialmente aliado
de Espartero, terminó apartándose de él por su política hacia Barcelona y
pasó al bando de los que, desde Francia, conspiraban para el retorno de la
regente María Cristina. Participó en el golpe contra Espartero y fue
recompensado con los títulos de conde de Reus y vizconde del Bruch. No
hubo jaleo político –y fueron millón– en el que no anduviera metido, con
varios episodios de destierro y, acto seguido, reconciliación y ascenso. No
por ello dejó de gozar de la protección de la reina… hasta que conspiró
también contra la reina.
En efecto, Prim fue protagonista fundamental de la Revolución de
1868, que tuvo mucho de golpe militar. Ministro en el primer Gobierno
revolucionario, jefe del ejecutivo después, su objetivo era implantar en
España una monarquía de nuevo cuño, bajo una dinastía distinta a los
Borbones, que adoptara el modelo de la monarquía constitucional. Suya fue
la idea de ofrecer la corona de España a Amadeo de Saboya, que aceptó.
Era 1870. En aquel momento, Prim, con cincuenta y seis años, era el
hombre más poderoso de España: jefe del Gobierno, ministro de la Guerra y
jefe de los ejércitos. El 27 de diciembre, Prim se disponía a trasladarse a
Cartagena para recibir a Amadeo de Saboya, el nuevo rey. Al salir de
palacio, un grupo de republicanos atacó el carruaje del general con disparos
de trabuco. Prim resultaba gravemente herido.
El general fue trasladado a palacio. Tenía una mano destrozada y en el
hombro izquierdo siete balas de trabuco. Sus heridas se infectaron. Prim
moriría tres días después. ¿Quién disparó? El republicano Paul y Angulo,
según parece acreditado. ¿Quién dio la orden de matar a Prim? Pudo ser
cualquiera: Serrano, Montpensier… su gente apareció relacionada con los
que dispararon. Pero no se sabe: el asesinato de Prim es uno de los grandes
crímenes sin resolver de la historia de España.

Otros hechos
1850: El conservador Juan Donoso Cortés pronuncia un
resonante discurso en el que denuncia la corrupción
administrativa y provoca la dimisión de Narváez.
1879: Atentado republicano en Madrid contra los reyes
Alfonso XII y María Cristina; la reina resultó levemente herida.
1895: Nace en Madrid el escritor José Bergamín, comunista,
delator durante la guerra civil, que acabó apoyando al entorno
de la banda terrorista ETA.
1930: El general Berenguer anuncia elecciones municipales
para el 19 de marzo de 1931.
31
de diciembre
La agonía de Luisa Roldán

Tal día como hoy, 31 de diciembre de 1705, la escultora Luisa Roldán,


la Roldana, afrontaba su inevitable agonía. En estos días finales del año
hacía declaración de pobreza. El 10 de enero de 1706 expiraría.
Luisa Ignacia Roldán es la primera mujer que inscribe su nombre en la
historia de la escultura en España. Nacida en Sevilla en 1652, hija del
imaginero Pedro Roldán, respira barroco desde su más tierna infancia.
Porque Sevilla es la segunda capital mundial del Barroco, después de
Roma. De aquí han salido nombres universales: Velázquez, Murillo,
Zurbarán, Valdés Leal, Montañés, Juan de Mesa… Luisa empieza a trabajar
muy temprano en el taller de su padre, que atiende incesantes pedidos de
España y de las Indias. ¿Qué labran? Ante todo, imágenes religiosas en
madera policromada. La mano de Luisa reproduce perfectamente el
detallismo anatómico de Montañés. La artista dedica muchas horas a la
lectura religiosa. Ahí descansa una de las grandes virtudes de su obra: sus
figuras trasmiten una expresividad, una armonía y una emoción que son
hijas de una sincera fe.
Ese mundo sublime contrasta con los sinsabores de su vida personal:
se casó contra la voluntad de sus padres con un escultor que resultó ser un
inútil. Concibieron seis hijos de los que cuatro murieron muy pronto. Luisa
tuvo que trabajar a destajo para sacar adelante a la familia. Acabó recalando
en Cádiz, donde talló algunas de sus mejores obras. Aquí La Roldana ha
construido ya su propio estilo: ha hecho aún más barroca la imagen
abundando en formas de expresión sentimental, a veces tierna, siempre con
un barroquismo dinámico, logrado con melenas de cabello real y ropajes
que ondean como movidos por ráfagas de viento. Tiene fama, pero le falta
dinero. Sueña con ser acogida en la corte. En 1689 se desplaza a Madrid.
Presenta pequeños grupos escultóricos –sobre todo belenes para clientes
aristocráticos– con un propósito muy concreto: obtener plaza de escultora
real. Ninguna mujer había recibido antes tal distinción. Lo logrará en
octubre de 1692, cuando realiza una Santa Clara para el convento de las
Descalzas Reales. Acto seguido, y por encargo del propio Rey, talla una de
sus obras más célebres: el Arcángel San Miguel con el diablo a sus pies,
una pieza que pasará a la historia como el «Arcángel Femenino» y que se
conserva en El Escorial. El rostro del ángel es el de la propia Luisa; el del
diablo, el rostro de su marido.
Luisa consiguió su plaza en la corte, pero nada más. Con las arcas del
Estado en quiebra, se verá colmada de honores, pero vacía de dinero.
Agonizará exhausta por una vida entregada al arte y sacudida por la
tragedia personal, en una nochevieja de 1705.

Otros hechos
1147: El conde de Barcelona Ramón Berenguer IV reconquista
Tortosa.
1229: Jaime I el Conquistador reconquista la ciudad de Palma
de Mallorca.
1553: El conquistador Pedro de Valdivia funda en Chile los
fuertes de Arauco, Purén, Tucapel y la ciudad de Los Confines
o Angol.
1617: Nace en Sevilla el pintor barroco Bartolomé Esteban
Murillo.
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© José Javier Esparza Torres, 2016


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