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El carácter del obrero de Dios

Es de suma importancia saber que dentro de la obra de Dios el obrero es más importante
que el trabajo , y para ello se le debe capacitar más el área del carácter que en sus habilidades,
es decir que él debe despojarse de sus viejos hábitos y formar nuevos en su vida a través de la
obra en la cruz.

Para alguien que trabaja en la obra es indispensable que cumpla con las siguientes cualidades:

1) Saber escuchar:

El que hace la obra de Dios debe tener el hábito de ser buen oyente, escuchar con entendimiento,
es decir que ni puede estar siempre hablando ya que de suceder esto, entonces, ¿Cómo podrá
discernir el problema de la persona con la que conversa?, mientras la persona habla es
indispensable que se descifre, las palabras que habla, las que no habla, y las escondidas en su
espíritu. Debes de ser una persona que este tranquila en el espíritu, sin prejuicios, sin impulsos ni
inclinaciones. Aprender a escuchar es una disciplina básica y necesaria porque hay que escuchar
con cuidado y descubrir que dice realmente la persona. Espiritualmente es más difícil, por lo tanto
debemos de desarrollar la capacidad de sentarnos, escuchar y descubrir el verdadero tema de lo
que se está escuchando.

Debemos poder escuchar y entender las palabras que no ha hablado, esto es aún más difícil,
discernir lo que se está hablando es una característica son la que debemos contar ya que en caso
contrario podríamos caer en el gran error de emitir juicios y malos entendidos, la capacidad de
discernir o no depende mucho de nuestra propia relación con Dios. El punto más importante aquí
es quela persona que no sabe escuchar es poco útil a la obra.

El saber escuchar las palabras emitidas por el espíritu del hombre también es un requisito ya que
cuando el hombre habla con su boca también lo hace él, el detectar la manifestación del espíritu
depende mucho del ejercicio espiritual que ante Dios.

Todo esto es de suma importancia, porque podría darse entonces el caso en el que no podríamos
detectar en problema de la persona que nos ha buscado. No ser distraídos y ser disciplinados en
nuestros pensamientos porque debemos aprender a escuchar los pensamientos que están
escondidos en las propias palabras.

Ser sensibles a estado de ánimo de los demás para lograr la comprensión, las personas que no han
sido disciplinadas en sus propias emociones no puede entrar en las emociones de otra,
mantenernos neutrales en nuestras propias emociones, sean amor, gozo, tristeza para poder
entrar en la necesidad de la persona. Debemos abrirnos para aceptar la carga de los demás.
Entonces al conocer el interior, sabremos donde está el problema y como ayudar.

2) Debe de amar a toda la humanidad:

El amar a los hombres o demostrar amor a los hombres es una cualidad que todo obrero de Dios
debe poseer, ya que nuestro Señor Jesucristo en la expresión “Hijo del hombre” manifiesta el
inmenso interés del él en el hombre, lo valora, lo ama.

Nuestro corazón en este caso debe ensancharse al grado de sentir que todas las personas deben
de ser amadas.
Servir al Prójimo, debemos de interesarnos en todos los hombres y amarlos y al mismo tiempo no
tener ningún pensamiento provecho o buscar un servicio de parte de ellos. Todos los que sirven al
Señor deben de tener almas espaciosas para abrazar a todos los hombres en su corazón.

Primero sirve, primero ama, después da tu vida por muchos. Primero amor, después sacrificio.
Cuando nos movamos entre la gente, no podremos predicar el sacrificio del Señor si no tenemos
amor.

Debemos ser tan humildes que jamás tengamos conciencia de superioridad, ni distinción por
inteligencia u otro factor humano. Si un obrero tiene un corazón amplio y cálido y muestra mayor
interés por las personas su ministerio crecerá enormemente. Cada persona es valiosa y debe de
ser amada y ser digna de nuestro servicio continuo con buena voluntad y sin queja alguna.

3) Dispuesto a padecer:

Dios no desea ver padecer a su pueblo, pero nosotros debemos tomar la decisión de estar
dispuestos a sufrir por servir al Señor. Pero específicamente al hablar de sufrimiento no infiere a
que el Señor nos ponga a prueba en ningún sentido. El sufrimiento específicamente se refiere a
que debemos estar dispuestos a padecer en determinadas situaciones de nuestra vida de servicio
para el bien de nosotros mismos y para aquellos que aun no llegan a los pies del Señor, el padecer
significa trabajar por algo no esperando comodidades, estando en la enfermedad, en la escasez ,
podremos ser pobres materialmente ,pero no espiritualmente, esto es estar comprometidos en su
obra por al amor y por la gracia que el Señor nos ha dado.

4) Somete tu cuerpo:

Las personas pueden seguir pecando con sus cuerpos, pero en cuerpo no es el que origina el
pecado, aunque ciertamente nosotros debemos tener la disciplina de tener un cuerpo que sea
sometido, no debemos dejarnos dominar por las necesidades que este requiera a manera que mi
cuerpo me sirva a mí y no yo a él. Es verdad que hay necesidades que el cuerpo requiere como el
dormir y no hay nada de pecaminoso en ello, pero en un momento dado por algún situación en la
que seamos requeridos el cuerpo puede no dormir si existe alguna necesidad. “Velad conmigo”
(Mt. 26:38). ¿Qué puede hacer un espíritu dispuesto si la carne es débil? Ambos deben de estar en
plena armonía para poder cumplir el propósito principal que es el de servir. La Biblia indica
claramente que debemos ayunar en tiempos de necesidad, que debemos ser capaces de sentirnos
a gusto en cualquier parte, gozosos del servicio, dejando hasta las comodidades a las que tal vez
en nuestra vida diaria estemos acostumbrados, vestirnos adecuadamente sin dar tanta
importancia a los externo ,no diciendo con ello que debemos de vestirnos con harapos , aun en la
enfermedad nuestra disposición es fundamental, claro ejemplo tenemos cuando Pablo escribió
Gálatas y sus ojos se encontraban enfermos.

Se requieren largos períodos de entrenamiento a fin de hacer que nuestro cuerpo nos obedezca.
Sin tal entrenamiento nos será imposible dirigir nuestro cuerpo cuando la demanda del momento
la requiera. Si carecemos de este entrenamiento en tiempos ordinarios, y si nunca hemos
disciplinado nuestro cuerpo, éste no se someterá a nosotros cuando sea el tiempo necesario.
Cuando nos dispongamos a trabajar, descubriremos que nuestro cuerpo no nos obedece, y
entonces no podremos satisfacer las demandas del cuerpo ni tendremos control sobre él.
5) Diligente y no perezoso:

La vida diaria de un obrero cristiano frecuentemente determina si es apto o no para la obra del
Señor. Si como persona eres descuidado y autoindulgente no podrás estar en servicio. Todos los
siervos del Señor tienen ciertos rasgos básicos en su carácter. En otras palabras, ellos necesitan
poseer determinados requisitos, por lo que tenemos que pedir la misericordia del Señor para que
se nos conceda cumplir estos requisitos, a fin de que podamos servir al Señor de una manera
adecuada. Servir al Señor no es muy sencillo. Se requiere pasar por el proceso de derrumbar el
hombre exterior y reedificarlo. Las personas perezosas nunca buscan cosas que hacer. Y si algún
trabajo les llega, procuran evadirlo. Muchos cristianos adoptan esta misma actitud: ellos no le dan
importancia ni a los asuntos grandes ni a los pequeños. Siempre tratan de reducir el trabajo; un
trabajo grande lo consideran pequeño y un trabajo pequeño lo consideran como nada. Esta es
siempre su actitud. Podemos decir que sólo una clase de persona es útil: los que son diligentes. Un
verdadero siervo de Dios siempre está buscando soluciones y no evaden responsabilidades.

6) Refrena su Lengua
Hay muchos que podrían ser realmente útiles en la mano de Dios y podrían ser vasos poderosos
para el Señor; sin embargo, ellos fracasan y su utilidad para Dios es anulada, o muy limitada,
debido principalmente a su falta de restricción al hablar.
Son doce claves que debemos tomar en cuenta al hablar, tener cuidado con las palabras que
escuchamos, en las palabras que creemos fácilmente, divulgar las palabras a la manera en que las
creemos, hablar de forma inexacta, hablar deliberadamente un doble mensaje, vigilar lo que
escuchamos, la necesidad de ser confiable, tener cuidado con las mentiras, no contender, la
intención y el hecho interior, no hablar palabras ociosas, hablar a las espaldas de gente.
El obrero del Señor debe hablar palabras precisas; no debe ser descuidado en su hablar.
Únicamente debe transmitir la palabra de Dios. Si disciplina su lengua se evitará de muchos
enredos. Si somos descuidados en nuestro hablar, no apreciaremos cuán exacta es la Palabra de
Dios. Una persona cuyo carácter es descuidado no se interesa por la exactitud y es incapaz de ser
exacto no es capaz de poseer y contener la Palabra de Dios.
7) Debe de ser estable:
El obrero de Dios debe de poseer otra cualidad de carácter, la estabilidad, ya que si cuenta con ella
hablamos de una persona firme, confiable e inamovible.
El fundamento de la iglesia es la roca, algo inconmovible, y la iglesia misma está hecha de piedras,
también inconmovibles. Aunque la piedra no es tan grande como la roca, es de la misma
naturaleza que la roca y es igual de inconmovible.
Muchas personas tienen un carácter que les impide escuchar a otros, o pueden tener un carácter
demasiado frío, perezoso o débil. Sin embargo, tan pronto Dios los toca, o un hermano viene y les
señala su insensibilidad para escuchar o su debilidad, ellos reciben la luz y algo en ellos languidece.
El perezoso puede cambiar a diligente; un parlanchín a uno de pocas palabras; una persona
insensible, a una que sepa escuchar; una persona que se ama a sí misma, a una que esté dispuesta
a sufrir; una que tema los sufrimientos, a una que no le tenga miedo a ningún sufrimiento; una
que no sepa controlar su cuerpo, a una que es amo de su cuerpo. De igual modo, el Señor puede
cambiar a una persona débil, voluble e inestable, en una persona fuerte, estable y sólida.

8) No debe de ser subjetivo:


La subjetividad es insistir en nuestra propia opinión, al tiempo que nos negamos a escuchar la
opinión de otros, a una persona que es subjetiva alno aceptan los pensamientos de otros no se
corrige fácilmente y le cuesta trabajo aprender. Una persona subjetiva hace su propio juicio antes
de escuchar lo que le diga el Señor, antes de examinar los hechos y antes de que otros presenten
sus opiniones. Insiste en su juicio aun después de escuchar al Señor, después que se presenten los
hechos y después que otros hayan presentado su punto de vista del asunto. Una persona subjetiva
confía mucho en sí misma y piensa que lo entiende todo a la perfección. Todo ya está decidido en
su mente. Tiene una opinión que no se puede cambiar acerca de cualquier cosa y cree estar
segura de todo. Entender la voluntad de Dios no tiene nada que ver con métodos, sino que
depende del carácter de la persona. Uno no puede entender la voluntad de Dios simplemente
porque alguien le indique la manera de conocerla. Esto no es posible. Sólo una persona con el
carácter correcto y equipado con el método adecuado, puede conocer la voluntad de Dios.

9) La actitud correcta hacia el dinero:

Todo obrero cristiano que no haya resuelto el asunto del dinero en su vida, y que aún esté atado
por su poder, ciertamente dejará que la influencia del dinero afecte su campo de trabajo. Cuando
él tenga que decidir a dónde debe ir a trabajar, su decisión será influenciada por el apoyo
financiero que pueda recibir. Irá a donde reciba ayuda económica y no irá a donde no la den. El
respaldo monetario se convertirá en su dirección. No podemos vender el evangelio de Dios,
mientras el dinero ocupe un lugar en nuestro corazón y la codicia se convierta en un hábito para
nosotros, podemos orar todo lo que queramos para que Dios nos impida ir a cierto lugar, pero
finalmente el dinero dirigirá nuestros pasos. Seremos incapaces de tomar el camino recto.
El Señor Jesús entrenó a Sus discípulos en este asunto. Lucas 9 narra que Él envió a los doce
discípulos, y el capítulo 10 registra que Él envió a los setenta. De los cuatro Evangelios, solamente
Lucas registra el envío de los setenta. Al enviar a los doce, el Señor les dijo: “No toméis nada para
el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero; ni tengáis dos túnicas cada uno”, el Señor Jesús
entrenó a Sus discípulos en este asunto.
Lucas 9 narra que Él envió a los doce discípulos, y el capítulo 10 registra que Él envió a los setenta.
De los cuatro Evangelios, solamente Lucas registra el envío de los setenta. Al enviar a los doce, el
Señor les dijo: “No toméis nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero; ni tengáis
dos túnicas cada uno” (9:3). El Señor les mandó que dejaran atrás muchas cosas. Cuando Él
comisionó a los setenta, les dijo: “No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias” (10:4, Es decir, que el
dinero no debe ser un artículo que el obrero precise para su labor.

10) Otros asuntos que arreglar:


Aferrados a la obra y defender la verdad absoluta, una liberación del propio yo, leales a la verdad,
un obrero de Dios debe de entrometerse en la visión y la aplicación de la verdad, el juicio debe de
ser basado en la verdad , no en nosotros mismos, no descuidar nuestro cuerpo, aprender a comer
alimentos sanos y cuidarlo de todas las maneras posibles, quien realice la obra de Dios debe de
comprender , y tener soluciones adecuadas para la familia debe de separar el trabajo de la
familia , hablarles con prudencia, trabajar entre hermanos y hermanas.

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