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BIOGRAFIA DE KAREN HORNEY

La psiquiatra Karen Horney fue una de las principales


representantes del neofreudismo, un movimiento que desafió las
convenciones del psicoanálisis tradicional y permitió que esta
orientación teórica se ampliase, especialmente en el campo de la
neurosis.

Horney fue además la primera mujer psiquiatra que publicó ensayos


sobre la salud mental femenina y en cuestionar los planteamientos
biologicistas con respecto a las diferencias de género de sus
predecesores, por lo que es considerada la fundadora de la
psicología feminista.

Karen Danielsen nació en Alemania en 1885. Estudió Medicina en


las universidades de Friburgo, Gotinga y Berlín, que aceptaban
mujeres desde hacía muy poco, y se graduó en 1913. Durante sus
estudios conoció a Oskar Horney, cuyo apellido adoptó después de
casarse con él en 1909 y con quien tuvo tres hijas antes de que se
divorciaran.

Pocos años después de que Horney se licenciara sus padres murieron


y entró en un estado de depresión prolongada. Fue entonces
cuando empezó a entrenarse como psicoanalista a la vez que se
sometía a terapia con Karl Abraham, un pionero del psicoanálisis de
quien Freud dijo que fue su mejor alumno.

Abraham atribuyó los síntomas de Horney a la represión de deseos


incestuosos hacia su padre; Horney rechazó su hipótesis y abandonó
la terapia. Posteriormente se convertiría en una de las principales
críticas de la corriente dominante del psicoanálisis y su énfasis en la
sexualidad masculina.

En 1915 fue nombrada secretaria de la Asociación Psicoanalítica


Alemana, fundada por el propio Abraham, en la que se sentaron las
bases de la enseñanza del psicoanálisis que tendría lugar durante las
décadas siguientes.

Horney se mudó a los Estados Unidos con sus hijas en 1932 a causa
del auge del nazismo y del rechazo que sufrió por parte de Freud y
sus seguidores. Allí entabló relación y trabajó con otros
psicoanalistas destacados como Erich Fromm y Harry Stack
Sullivan. Se dedicó a la terapia, la formación y el desarrollo de su
teoría hasta 1952, el año de su muerte.

Karen era hija del matrimonio formado por Berndt Wackels Danielsen (1836-1910), un
capitán de marina noruego y de su segunda esposa, Clothilde ("Sonni") van Ronzelen
(1853-1911), casi 20 años más joven que él. La familia, de religión luterana y con un sello
muy conservador impuesto por el padre, tenía residencia en Eilbeck, cerca de Hamburgo.
Karen convivió aquí con sus padres, su hermano (nacido en 1882) y los cuatro hijos del
anterior matrimonio de Berndt.2
Karen creció en un ambiente familiar de grandes tensiones. Clothilde, la madre de Karen
no amaba a su esposo Berndt, e incluso lo despreciaba, pero se había casado con él por
el temor de no tener otra posibilidad, sentimiento que imbuyó en su hija.3
La madre alentó a Karen, desde que tenía 13 años, para que estudiara medicina. Con ese
fin, tenía que integrarse en el liceo de Hamburgo que, recientemente, había autorizado por
primera vez el acceso de chicas. Así lo hizo, en contra de la voluntad de su padre.
Tres años después, fijó su residencia en Hamburgo para realizar los estudios previos de
acceso a la Universidad. Fue apoyada por su madre quien, para sufragar los gastos,
alquiló a jóvenes estudiantes algunas habitaciones de la casa.
En 1904 la madre de Karen se separó de su esposo y en 1906 Karen y su madre se
mudaron a Friburgo en cuya universidad inició los estudios para la licenciatura en
medicina, cuando contaba con 21 años de edad.
En este período conoció a Oskar Horney, quien cursaba economía política en
Braunschweig.
Para completar sus estudios de medicina, se trasladó a Gotinga, donde vivió de manera
independiente (ya sin su madre) durante una temporada.
En 1909, contrajo matrimonio con Oskar Horney y se estableció en Berlín. La madre de
Karen vivía con la pareja y lo que ganaba el esposo de Karen constituía el financiamiento
para el sustento familiar.
Karen y su esposo tuvieron 3 hijas, nacidas ente 1910 y 1916. La familia se instaló en la
opulenta villa de Zehlendorf. En este período fallecieron los padres de Karen: su padre en
1910 y su madre, en 1911. Este mismo año, Karen finalizó la carrera en Berlín y comenzó
a asistir a la Clínica Neuropsiquiátrica de la Universidad, donde conoció a Karl Abraham,
con quien entró en análisis.4 Karl Abraham fundó en 1910 la primera Asociación
Psicoanalítica Alemana con un pequeño grupo al que también perteneció Horney quien, al
tiempo que adquiría su entrenamiento psicoanalítico, asistía a su psicoanálisis personal,
con una frecuencia de seis sesiones por semana con Abraham. Le aquejaban ciertas
dificultades sexuales y un prolongado estado depresivo. Abrahm atribuyó estos síntomas a
que Karen se sentía atraída por hombres fuertes, motivados por fuertes deseos
incestuosos reprimidos que ella sentiría respecto de su padre, en un intento poco feliz de
aplicar al caso la tesis clásica de la envidia del pene. Horney rechazó esta interpretación y,
aparte de abandonar el análisis, se convirtió más tarde en una autora muy crítica del
psicoanálisis, particularmente respecto de este punto.5
En febrero de 1912 presentó un trabajo sobre la educación sexual de los niños y en 1914,
su tesis de doctorado que versó sobre el traumatismo físico como causa de la psicosis. En
1915, en plena guerra mundial, fue nombrada secretaria de la Asociación Psicoanalítica
Alemana, con sede en Berlín.
En 1920 formó parte como analista didacta del entonces recientemente creado Instituto
Psicoanalítico de Berlín, emprendiendo en este período un nuevo y breve análisis
didáctico con Hanns Sachs. Este instituto fue el primero en la historia del psicoanálisis que
se dedicó de manera sistemática a la formación de analistas sobre la base de los tres
pilares que tradicionalemente se consideran indispensables (y que hasta hoy subsisten
como norma) en los institutos de las asociaciones o sociedades oficiales:

 el psicoanálisis didáctico (que en las distintas escuelas puede mostrar variantes


que van desde el autoanálisis hasta el psicoanálsis regular, pero de la propia persona),
 la formación teórica sistemática en los conceptos fundamentales del psicoanálisis y
 el análisis supervisado de casos clínicos.
En 1923, el negocio de Oskar Horney se vino abajo, desarrolló una meningitis y se
transformó en un hombre ruinoso, moroso y argumentativo. En este mismo año, el
hermano de Karen falleció a la edad de 40 años, a consecuencia de una infección
pulmonar.
Durante los años de 1926 y 1927 Karen y sus tres hijas se fueron a vivir a un apartamento
menos costoso, tomando huéspedes para sufragar los gastos familiares. En 1927 se
produjo la ruptura con Oskar, aunque el divorcio oficial no tendría lugar hasta inicios de
1937.

Infancia y primeros años

Karen Horney nació en Blankenese, Hamburgo, el 16 de septiembre de


1885. Su padre, Berndt Wackels Danielsen, era un ciudadano noruego
con permiso de residencia alemán. Su profesión como capitán de un
navío mercante, y sus fuertes creencias como protestante tradicionalista,
le convirtieron en una figura ambivalente en la vida de Karen.

Por otro lado su madre Clotilde era de origen holandés, y a pesar de ser
más abierta de mente que su padre también tenía problemas
emocionales. Según la propia Karen, su madre era depresiva, irritable, y
tendía a intentar dominar tanto a ella como a su hermano.

Según los diarios de la propia Karen Horney, su padre ejerció como una
figura cruel durante su infancia, y ella se sentía más cercana a su madre
a pesar de percibir también sus fallos.
Como un acto de rebeldía, desde una edad muy temprana decidió
centrar sus esfuerzos en convertirse en una mujer brillante y exitosa en
el terreno intelectual, algo muy distinto a lo que su padre quería para
ella.

Cuando Karen tenía 19 años, su madre abandonó a su padre y se llevó a


sus hijos con ella. Los efectos de la mala relación de Horney con su
familia se notaron durante toda su vida según sus propios testimonios, y
la llevaron a sufrir varios episodios de depresión y de desequilibrios
emocionales a lo largo de los años.

Estudios y práctica profesional

Karen Horney estudió medicina en varias universidades alemanas, entre


ellas las de Freiburg, Göttingen y Berlín. Consiguió su graduado en
esta materia en 1911, y después de dos años ejerciendo como médico
empezó a interesarse por el campo de la psicología, especialmente por
las teorías psicoanalíticas.

Entre 1913 y 1915 Horney empezó a formarse en psicoanálisis con Karl


Abraham, un discípulo de Sigmund Freud que también comenzó a
analizarla. Tras terminar su formación, estuvo trabajando desde 1915
hasta 1920 en diferentes contextos clínicos, actuando en todo momento
en colaboración con distintos hospitales alemanes. En 1920 se convirtió
en profesora del Instituto Psicoanalítico de Berlín.

Karen Horney seguía en gran medida las teorías de Freud en su práctica


psicoanalítica. Sin embargo, prácticamente desde el principio empezó a
mostrar su desacuerdo hacia el tratamiento de la psicología femenina de
este autor. Freud apenas le dedicó atención a las diferencias entre
ambos sexos, algo que a Horney no le parecía adecuado.

A pesar de que en el contexto del psicoanálisis estaba muy mal visto


mostrar desacuerdo con las ideas de Freud, Horney rechazó algunas de
ellas abiertamente, como por ejemplo la de la envidia de pene. En su
lugar propuso la teoría de que las diferencias entre hombres y mujeres
eran sobre todo sociales, y no biológicas como muchos otros creían.

Traslado a Estados Unidos

En 1932 Karen Horney fue invitada a trabajar como directora asociada


del Instituto Psicoanalítico de Chicago, y se mudó a los Estados Unidos
para ejercer esta posición. Sin embargo, tan solo dos años después
decidió volver a ejercer la práctica de la psicoterapia de forma
autónoma, y se mudó a Nueva York.

En esta ciudad, además de seguir viendo a sus propios pacientes,


también comenzó a trabajar como profesora en la Nueva Escuela para
Investigación Social. Allí creó la mayoría de sus trabajos teóricos, La
personalidad neurótica de nuestro tiempo  (1937) y Nuevos caminos en
el psicoanálisis  (1939).

En estos trabajos sostuvo sus ideas sobre la importancia del ambiente y


las condiciones sociales, que para ella tendrían mucho más peso en
nuestro comportamiento que los instintos y la biología tal y como
afirmaba Freud. Para Horney la personalidad está determinada por
nuestro entorno en la infancia, que también produciría la mayoría de las
neurosis y trastornos psicológicos.

Durante esta época Karen Horney se opuso a muchas de las teorías más
importantes del psicoanálisis clásico, entre ellas las de la libido, el
instinto de muerte y el complejo de Edipo. Esto supuso su expulsión del
Instituto Psicoanalítico de Nueva York en 1941, y la llevó a crear la
Asociación para el Avance del Psicoanálisis.

En sus últimos años Horney fundó la revista American Journal of


Psychoanalisis, y trabajó como su editora hasta su muerte en 1952.
Además de esto siguió publicando obras en las que exploraba sus ideas
sobre la neurosis y su origen en los problemas relacionales,
como Nuestros conflictos internos  (1945) y Neurosis y crecimiento
humano  (1950).
Teoría de Karen Horney

Neurosis

Posiblemente la aportación más importante de Karen Horney al campo


del psicoanálisis fue su teoría sobre la neurosis y el funcionamiento de
este mecanismo. Esta autora dedicó muchos años a estudiar el
fenómeno en base a lo que observaba en sus pacientes. Su conclusión
fue que la neurosis aparecía de manera continua, y que se trataba de un
proceso normal en muchos individuos.

Esto iba en contraposición a las ideas establecidas sobre la neurosis, que


defendían que se trataba de una forma de enfermedad mental severa y
que aparecía como consecuencia de una situación extrema como un
divorcio o un trauma durante la niñez.

Para Karen Horney, la neurosis aparece sobre todo como consecuencia


de la sensación de abandono de la persona durante su infancia. La clave
para entender este fenómeno es estudiar la percepción del propio
individuo, en lugar de lo que ocurrió de manera objetiva. Si un niño
siente que sus padres le muestran indiferencia o no le cuidan
correctamente, durante su vida adulta es probable que aparezca la
neurosis.

Diez patrones neuróticos

A partir de sus experiencias ejerciendo la psicoterapia Horney describió


diez patrones de comportamientos neuróticos, que tendrían que ver con
elementos que los humanos necesitamos para conseguir llevar una vida
buena y con sentido.

Una persona neurótica podría mostrar las diez, pero en la práctica no es


necesario que aparezcan todas para considerar que se está produciendo
un caso de neurosis.
Los diez patrones neuróticos descritos por Horney eran los siguientes:
necesidad de aprobación, de conseguir una pareja, de reconocimiento
social, de admiración, de poder, de manipular a los demás, de conseguir
logros, de alcanzar la autosuficiencia, de perfección, y de restricción de
la propia vida.

Otros aportes
Además de su visión sobre la neurosis, Karen Horney también desarrolló
teorías sobre otros elementos de la psicología humana muy innovadores
para su época. A continuación veremos algunas de las más importantes.

Narcisismo

A diferencia de la mayoría de sus pensadores contemporáneos, Horney


creía que el narcisismo no es un instinto primario de todas las personas
sino que se produce tan solo en los casos en los que se mezcla un
entorno concreto con un temperamento determinado. Por lo tanto, las
tendencias narcisistas no serían inherentes al ser humano.

Psicología femenina

Karen Horney también pasó a la historia por ser una de las primeras
personas en investigar sobre las peculiaridades de la psicología
femenina. Catorce de sus publicaciones realizadas entre 1922 y 1937
fueron recopiladas en un libro llamado simplemente Psicología femenina.

Al ser una de las primeras mujeres en ejercer la psiquiatría, creía que el


tratamiento que se le había dado a la psicología femenina hasta el
momento era insuficiente. Para ella, la cultura fomentaba que las
mujeres se volvieran dependientes de los hombres, y por lo tanto la
mayoría de diferencias entre sexos podrían explicarse a partir de este
fenómeno.
Por otro lado, para esta autora todos los seres humanos tenemos una
necesidad innata de crear y contribuir al mundo; y el hecho de que los
hombres no puedan hacerlo dando a luz les lleva a intentar
sobrecompensar y volverse más exitosos en el plano profesional. Esto
dio lugar al concepto de «envidia de útero», que se contrapone a la
teoría freudiana de la envidia de pene.

Obras
–  La personalidad neurótica de nuestro tiempo  (1937).

–  Nuevos caminos en el psicoanálisis  (1939).

–  Nuestros conflictos internos  (1945).

–  Neurosis y crecimiento humano  (1950).

–  Psicología femenina (1967, póstumo).

Sus primeros años


Karen Danielsen nació el 16 de septiembre de 1885 en Blankenese,
Alemania. Su infancia estuvo marcada por un padre muy severo que le
impuso una estricta educación. Desde muy niña, se refugió en su
hermano mayor, al que se sentía muy unida. Cuando su hermano se
distanció de ella, Karen cayó en una profunda depresión que se
repetiría más veces a lo largo de su juventud. Se dedicó en cuerpo
y alma a sus estudios. Karen Horney recordaría años más tarde que,
por entonces, decidió que si no podía ser bonita, sería inteligente.
En 1906, se matriculó en la escuela de Medicina de la Universidad de
Friburgo. Una de las pocas universidades que aceptaba mujeres en
aquel entonces. Posteriormente, pasó por la Universidad de Gotinga y,
finalmente, en 1909, en la Universidad de Berlín, eligió formarse en
psicoanálisis, una escuela psicológica emergente en esa época,
graduándose en 1915. En 1910, contrajo matrimonio con un
compañero de estudios, Oskar Horney; fruto de este matrimonio
nacieron sus tres hijas.
Vida profesional
Durante sus primeros años de carrera profesional, Karen Horney
ejerció como profesora y analista en el Instituto Psicoanalítico de
Berlín. Sin embargo, pese a su buena situación profesional, su vida
comienza a tambalearse en lo personal. Su matrimonio no
funcionaba y su hermano mayor falleció de una infección pulmonar.
Como consecuencia, Karen se vio nuevamente sumergida en un
estado depresivo prolongado.

Karen Horney y su contribución a la psicología


Karen Horney sostenía que las diferencias entre hombres y mujeres se
manifiestan a partir de diferencias en la educación y en la socialización;
no en la biología, como venía defendiéndose desde hacía tiempo. Fue
la precursora de la psicología feminista que mantenía que eran las
diferencias de poder de género las que afectaban a la salud
mental de las mujeres.
Horney se atrevió a contradecir la visión freudiana sobre la envidia del
pene. Rompiendo con la tradición, defendía la idea de que lo que las
mujeres envidiaban era el poder y los privilegios masculinos, no
el pene.
También criticó el complejo de Edipo de Freud, al que ella
consideraba un producto de la inseguridad en la relación de padres e
hijos. Defendió el papel fundamental de las influencias ambientales en
el desarrollo psicológico y consideraba que el narcisismo era el
resultado de una baja autoestima y exceso de indulgencia en la
infancia, no un trastorno psicológico.

Un legado de peso
Karen Horney trabajó en contra las teorías que mantenían la
naturaleza masoquista de las mujeres, su dependencia del amor, el
dinero y la protección de los hombres. Consideraba que esta forma de
pensamiento había conseguido que las mujeres pusieran demasiado
énfasis en cualidades como el encanto y la belleza y que
buscasen el significado de la vida a través de sus esposos e hijos.
Revolucionaria en diversos aspectos: desde su aportación a la
psicología, con sus teorías sobre la neurosis o la personalidad, hasta
su paso por la universidad en un periodo en el que la mujer quedaba
relegada al ámbito doméstico. Sus afirmaciones y sus críticas,
especialmente las vinculadas a Sigmund Freud, produjeron
rechazo en un mundo que, quizás, se le quedaba pequeño.
En 1967, se publicaron de forma póstuma los 14 artículos que
compusieron su obra Psicología femenina. Su trabajo y su obra
influenció la psicología humanista y de la Gestalt, la psicoterapia, el
psicoanálisis, la terapia racional emotiva de Ellis, el existencialismo y el
feminismo.
Sin duda, Karen Horney dejó un legado inigualable, cuyo camino
no fue fácil y estuvo marcado por la lucha constante. Una lucha
interna, vinculada a su depresión, y una lucha externa como
consecuencia de ser mujer y de lo difícil que era ser escuchada en un
mundo de hombres.

El de Karen Horney es uno de los pocos nombres femeninos que


aparecen en la historia del psicoanálisis y la psiquiatría, durante
la primera mitad del siglo XX. Fue, sin duda alguna, una mujer
admirable. No temió confrontar al padre del psicoanálisis, Sigmund
Freud, proponiendo su propia teoría.
Esta psicoanalista no compartía la visión de Freud sobre lo
determinante del sexo en la conformación de la estructura
psíquica. Karen Horney pensaba que, más allá de la biología, la
cultura influenciaba decisivamente la formación de la personalidad. Sus
teorías alcanzaron un impacto importante y por eso brilló con luz
propia.
La teoría que creó lleva su nombre. Sufrió el rechazo de muchos de los
psicoanalistas de su tiempo. Pese a ello, fue la fundadora de la
Asociación para el Avance del Psicoanálisis en Estados Unidos.
Esta organización era frecuentada por figuras de la talla de Erich
Fromm, Harry Sullivan y Margaret Mead, entre otros.
“Afortunadamente análisis no es la única manera de resolver los
conflictos interiores. La vida en sí sigue siendo un terapeuta muy
eficaz”.

-Karen Horney-

Los inicios de Karen Horney


Karen Horney nació en Hamburgo (Alemania), el 16 de septiembre
de 1885. Fue la hija de una pareja muy conservadora, formada por
su padre, que era capitán de la marina, su madre, un ama de casa, y
cinco hermanos. Cuatro de ellos eran hijos del primer matrimonio de su
padre.
La madre de Karen no amaba a su esposo. Esto parece haber
impactado mucho a Horney de niña. El desprecio de la madre hacia
el matrimonio hizo que educara a su hija para que estuviera por
encima del clásico destino de las mujeres en ese entonces. La
alentó para que estudiara medicina y la apoyó para que lo lograra,
haciendo grandes sacrificios.
Pese a todo, Karen se casó con Oskar Horney y luego concluyó sus
estudios. Se vinculó a la clínica neuropsiquiátrica de la Universidad de
Berlín y allí conoció a uno de los más brillantes psicoanalistas de
su tiempo: Karl Abraham. Se psicoanalizó con él y, al mismo
tiempo, comenzó a formarse como psicoanalista.
Un giro conceptual
Karen Horney tenía algunos problemas emocionales. No lograba tener
una vida sexual plena y también padecía de episodios depresivos.
Durante su psicoanálisis, Abraham aseguró que esto se debía a un
deseo incestuoso hacia su padre. Karen rechazó esa interpretación
y desde entonces tuvo una posición crítica hacia el psicoanálisis
clásico.
El matrimonio de Karen Horney comenzó a naufragar cuando su
esposo tuvo una quiebra económica y se enfermó de meningitis. Más
tarde, por la llegada de la Segunda Guerra Mundial, Karen decidió
establecerse en los Estados Unidos. Allí desarrollaría la mayor
parte de su obra.
Los aportes de Karen Horney
Karen Horney rechazó decisivamente el concepto de “envidia del pene”
propuesto por Freud. Argumentó que los sentimientos de
inferioridad y las inhibiciones sexuales presentes en muchas
mujeres no se debían a determinaciones anatómicas. Más bien
eran el resultado de una educación restrictiva, que negaba y rebajaba
lo femenino.
Aunque Karen Horney mantuvo el postulado psicoanalítico según el
cual la infancia es la etapa decisiva en la conformación de la neurosis,
también dio su propia interpretación a esto. Según ella, no son los
conflictos sexuales los que terminan generando angustia y
neurosis. Más bien es el afecto o el desafecto de los padres el que
determina la salud mental.
Para Horney, si los padres no llenan las necesidades afectivas de
sus hijos, dan lugar a sentimientos de hostilidad, frustración e
inhibición. Y si se restringe la expresión de esa hostilidad, aparecen
en la persona fantasías autodestructivas y dificultades en las
relaciones sociales. Todo esto lleva a la angustia.
Del psicoanálisis al humanismo
Karen Horney se relacionó afectivamente con Erich Fromm y el
pensamiento humanista de este tuvo un gran impacto en ella. Su
unión fue intelectualmente muy productiva. Sin embargo, también
aparecieron los celos profesionales y los conflictos de pareja. Esto hizo
que rompieran la relación y, al mismo tiempo, deshicieran la Asociación
para el Avance del Psicoanálisis, de la que ambos formaban parte
Se considera que Karen Horney fue la primera en darle un lugar
absolutamente decisivo al afecto durante la infancia. Toda su
teoría sostiene que el sentimiento de desamparo durante los primeros
años marca por completo la mente humana.

¿Cuáles son las principales aportaciones de Karen Horney a la psicología?

Horney fundó una escuela de psicoanálisis neofreudiana a partir de la hipótesis


de que muchos tipos de neurosis son el resultado de conflictos emocionales
que comienzan en la infancia y de problemas en las relaciones interpersonales.
Horney creía que tales problemas estaban condicionados en gran medida por
las pautas socialmente establecidas de comportamiento en el grupo social
donde el individuo vive, más que por las pulsiones instintivas de las que
hablaba Freud. Entre sus escritos destacan La personalidad neurótica de
nuestro tiempo (1937), Nuevas perspectivas del psicoanálisis (1939),
Autoanálisis (1942), Nuestros conflictos internos (1945) y Neurosis y desarrollo
humano (1950). 

Neofreudismo y psicología feminista


Se considera que Horney y Alfred Adler son los fundadores del
neofreudismo, una corriente del psicoanálisis que surgió como
reacción a algunos de los postulados de Freud y facilitó que se
produjeran desarrollos alternativos.

En concreto, Horney rechazaba el énfasis del psicoanálisis temprano


en la sexualidad y la agresividad como factores determinantes en el
desarrollo de la personalidad y en el de las neurosis. A esta autora le
parecía particularmente absurda la obsesión de Freud y otros
psiquiatras de sexo masculino por el pene.

Horney consideraba que la “envidia de pene” se explicaba por la


desigualdad social entre géneros; lo que las mujeres envidiaban en
los hombres no era su órgano sexual, sino su rol social, y lo mismo
podía suceder en el sentido opuesto. Además consideraba que estos
roles venían determinados en buena medida por la cultura, y no sólo
por diferencias biológicas.

Entre 1922 y 1937 Horney realizó diversas aportaciones teóricas sobre


la psicología femenina, convirtiéndose en la primera psiquiatra
feminista. Entre los temas sobre los que escribió destacan la
sobrevaloración de la figura del varón, las dificultades de la
maternidad y las contradicciones inherentes a la monogamia.

Neurosis, self real y autorrealización


Según Horney, la neurosis es una alteración en la relación de una
persona con ella misma y con otras. El factor clave en la aparición de
los síntomas es la forma en que los padres manejan la
ansiedad del hijo durante su desarrollo.

La personalidad neurótica o neurosis caracterial surge cuando los


padres no proporcionan a sus hijos un entorno afectuoso y seguro,
generándoles sentimientos de aislamiento, desamparo y hostilidad.
Esto bloquea el desarrollo normal e impide que la persona se
convierta en su “self real”.

En la obra de Horney, el self (o sí mismo) real es equivalente a la


identidad. Si el crecimiento personal de un individuo es sano, sus
conductas y sus relaciones se desarrollan adecuadamente, lo cual
lleva a la autorrealización. Para Horney ésta es una tendencia humana
natural; posteriormente humanistas como Rogers y Maslow
sostendrían la misma creencia.

Por contra, la identidad de las personas neuróticas se encuentra


dividida entre el self real y el self ideal. Como las metas del self ideal
no son realistas, la persona se identifica con una imagen
menospreciada de ella misma, lo que la lleva a distanciarse aún más
del self real. Así, los neuróticos alternan entre el perfeccionismo y el
autodesprecio.

Tipos de personalidad neurótica


La teoría de la neurosis de Horney describe tres tipos de
personalidad neurótica, o tendencias neuróticas. Estas se dividen en
función de los medios que utiliza la persona para buscar seguridad, y
se consolidan mediante los refuerzos que obtuviera de su entorno
durante la infancia.

1. Complaciente o sumisa
La neurosis caracterial de tipo complaciente se caracteriza por
la búsqueda de la aprobación y el afecto de los demás. Aparece
como consecuencia de sentimientos continuos de desamparo,
negligencia y abandono en el desarrollo temprano.

En estos casos el self queda anulado como fuente de seguridad y de


reforzamiento, y se sustituye el conflicto interno por el externo. Así, las
personas neuróticas sumisas frecuentemente creen que sus
problemas podrían ser solucionados por una nueva pareja, por
ejemplo.

2. Agresiva o expansiva
En este caso predomina la hostilidad en la relación con los
padres. Según Horney, los neuróticos expansivos expresan su sentido
de la identidad dominando y explotando a los otros. Suelen ser
personas egoístas, distantes y ambiciosas que buscan ser conocidas,
admiradas y, en ocasiones, temidas por su entorno o por la sociedad
en general.

3. Aislada y resignada
Cuando ni la sumisión ni la agresividad permiten al niño captar la
atención de sus padres, puede desarrollar una neurosis caracterial de
tipo aislado. En estas personas aparecen necesidades
de perfeccionismo, independencia y soledad exageradas que
llevan a una vida desapegada y poco profunda.

Karen Horney explicó con más detalle que la personalidad neurótica es regida por una o
más de diez tendencias neuróticas, que son las estrategias asociadas para satisfacer las
necesidades neuróticas. Cada tendencia neurótica se dirige al control y afrontamiento
interpersonal. Esas diez necesidades neuróticas (Horney, 1942, pp. 54-60) Y sus
estrategias o "tendencias" asociadas son las siguientes:

1. La necesidad neurótica de afecto y aprobación: un deseo indiscriminado de agradar a


los demás, de ser apreciado y aprobado por los otros. El "centro de gravedad" de la
persona no está en sí misma sino en los otros.

2. La necesidad neurótica de un "compañero" que se haga cargo de nuestra vida: un


compañero que habrá de satisfacer todas las expectativas del neurótico en su vida; que
se hará responsable de lo bueno y lo malo, del éxito y el fracaso. El neurótico con esta
inclinación tiene la tendencia a sobrevalorar el "amor" porque el amor puede resolverlo
todo.

3. La tendencia neurótica a restringir la vida a fronteras muy estrechas: la necesidad de


ser poco exigente y de conformarse con poco; una necesidad de pasar inadvertido y de
subestimar su potencial.

4. La necesidad neurótica de poder, de controlar a los demás y de una fachada de


omnipotencia: la angustia de dominar a los otros por el dominio mismo; la falta de
respeto esencial hacia los demás; la adoración indiscriminada de la fuerza y el desdén
por la debilidad; la creencia en el poder de la razón y la il)teligencia; el valor extremo
que se da a la previsión y la predicción; la tendencia a renunciar a los deseos y a
retirarse por miedo al fracasO.

5. La necesidad neurótica de explotar a los demás y obtener lo mejor de ellos: los otros
son evaluados sobre todo en función de si pueden ser explotados o utilizados; temor a
ser explotado o a que lo hagan parecer "tonto".
6. La necesidad neurótica de reconoczmzento social o prestigio: la autoevaluación
depende por completo de la aceptación pública; todas las cosas y las personas se
evalúan sólo en términos del valor del prestigio.

7. La necesidad neurótica de admiración personal: imagen exagerada del yo; necesidad


de ser admirado no por lo que uno posee o presenta alojo público, sino por el yo
imaginado.

8. La ambición neurótica de logro personal: la autoevaluación depende de ser el mejor


amante, atleta, escritor, trabajador (en particular en la propia mente); sin embargo, el
reconocimiento de los demás también es vital y se resiente su ausencia.

9. La necesidad neurótica de autosuficiencia e independencia: necesidad de no necesitar


nunca a nadie, de no ceder a ninguna influencia, de no comprometerse con nada;
necesidad de evitar cualquier cercanía que implique el peligro de esc1avización.

10. La necesidad neurótica de peifección e invulnerabilidad: cavilaciones o


recriminaciones concernientes a posibles defectos; impulso incesante hacia la
perfección; sentimientos de superioridad sobre los demás por ser perfecto.

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