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El presente artículo es la adaptación castellana de J.L. Fernández Fernández, “Who will bear moral responsibility:
Engineers or Corporations?”, en Ph. Goujon y B. Hériard Dubreuil, Technology and Ethics. An European Quest
for Responsible Engineering, Peeters, Leuven, 2001, pgs. 369-386.
¿Quién es responsable cuando las cosas fallan: el ingeniero o la empresa? (I/II) 1ª Parte 83
Para ello, una vez delimitado en sentido mente, los profesionales especializados en
negativo el planteamiento teórico que en- cada una de las distintas áreas de conoci-
marca estas páginas, hay que declarar de miento: ingenieros, economistas, médicos, et-
manera explícita cuál va a ser el marco concep- cétera. Por lo demás, la “excelencia” en el
tual desde el que abordaremos el problema. ejercicio de la actividad ocupacional respecti-
Es necesario, por consiguiente, matizar la va estará en función del número y la calidad
tesis que, a mi modo de ver, se viene a afirmar de las soluciones que el profesional en cues-
de manera implícita en los tres planteamien- tión sea capaz de aportar, contando con las
tos anteriormente criticados y que da por restricciones y las posibilidades tecnológicas
sentada de manera acrítica una dicotomiza- de cada momento y lugar ; todo ello al
ción excesiva y una compar timentalización margen de cuáles sean sus convicciones éticas
inapropiada de la técnica y la tecnología y religiosas, ni de cuáles dejen de ser sus
respecto de la Ética y la Filosofía Moral. Ello opciones políticas.
El tema se plantea varios no obstante, sin dejar de reconocer que, Por su parte, los “problemas éticos” tienen
cuestionamientos que efectivamente, existe una diferencia innegable un factor común, un aire de familia que los
forman parte de los entre lo que pudiéramos llamar “problemas identifica y que se resumiría en la abstracta y
problemas técnicos o técnicos” y aquellos otros que cabe catalogar más profunda cuestión del “¿qué debo hacer?”
bajo la rúbrica de “problemas éticos”. Esta pregunta (en la que habría que subrayar
tecnologicos con trazo grueso el verbo “deber”) no está
La “dimensión ética” ya referida solamente a los “medios” que de-
de los problemas técnicos bamos utilizar (“¿qué puedo hacer?”) o de
Son “problemas técnicos”, entre otros, los qué forma concreta los hayamos de emplear
siguientes: “¿Cuál es el modo más adecuado para obtener el resultado (“¿qué alternativa
de desviar el cauce de este gran río?”, “¿có- de entre las posibles elijo para construir el
mo lograr que aumente la capacidad de puente?”); ni tan siquiera está referida sin
almacenamiento de información en el disco más a lo que esté contemplado dentro de
duro?”, “¿cómo habría que diseñar el prototi- los límites de la legalidad vigente (“¿qué nos
po del coche para maximizar el confort y la está permitido y qué nos está prohibido ha-
velocidad, contando con las restricciones cer?”), sino que tiene un calado más hondo,
económicas y de espacio que se especifican porque apunta a los fines últimos y a las
para el futuro proceso de producción?”, “¿es grandes utopías de la vida en sociedad:“¿cómo
posible, aquí y ahora, contener la inflación, tenemos que organizarnos para vivir una vida
rebajando la presión fiscal y disminuyendo el plenamente humana?”
déficit público en dos puntos porcentuales?”, Ahora bien, así como resultaba fácil identifi-
“¿cuándo es necesario extirpar el apéndice car a los “profesionales” supuestamente capa-
Encontrar a algún de un paciente enfermo?”, “¿cómo se lleva a ces de resolver los problemas técnicos, la
experto sea capaz de cabo dicha operación?”, “¿tiene justificación realidad es completamente distinta por lo
financiera invertir en este proyecto empresa- que hace referencia a los problemas éticos.
buscar soluciones a rial tantos miles de millones o no?”,“¿cuántos Pues, si en este caso nos preguntáramos a
los problemas éticos, metros cúbicos de agua es capaz de resistir quién compete su solución, veríamos cómo
ya que como esta presa?”... no lográbamos encontrar a ningún “experto”
ingenieros También hay abundantes “problemas éticos”: que pudiera o quisiera arrogarse en exclusiva
el hambre; la guerra; la falta de respeto a los la tarea de resolverlos. Sin embargo, habida
buscamos la derechos humanos; la explosión demográfica; cuenta de la existencia de tales problemas y
investigación para la pobreza y la miseria de amplias capas de la de que no son específicamente propios de
solucionar el población; la droga; la prostitución; la insoli- nadie, resulta ser que lo son de todos; y que,
problema daridad; la injusticia; el problema ecológico; el de alguna manera, todos somos “responsa-
aborto; la clonación de seres vivos y todo lo bles” de su solución. En este sentido, el hecho
que tiene que ver con la Bioética… de tomar conciencia de la magnitud de la
Los “problemas técnicos” (y en esto tiene problemática y de que todos debemos
razón la tecnocracia, distinta por lo demás sentirnos concernidos por estos verdaderos
de la “ideología tecnocrática”) necesitan déficit de humanidad, ya supone un tímido
soluciones técnicas. Y no cabe ni conviene paso en favor de su eventual solución.
mezclar planos: a problemas técnicos, solu- Con todo, la realidad de la que hemos de
ciones de idéntica índole. Por descontado, partir no queda, en modo alguno, suficiente-
quienes mejor capacitados se encuentran mente perfilada con la distinción que acaba-
para aportar dichas respuestas son, precisa- mos de señalar (por otra parte, tan artificial
¿Quién es responsable cuando las cosas fallan: el ingeniero o la empresa? (I/II) 1ª Parte 87
Sin embargo, las tomas de decisiones en la La ingeniería como profesión
vida real discurren bastante alejadas, tanto El término “ingeniero” se “dice de tantas
del “candor” de la primera postura, cuanto maneras” y abarca un campo semántico tan
del “cinismo” de la segunda. Porque siempre amplio que puede resultar incluso equívoco.
hay dosis de acción libre junto a condiciona- Hay, incluso quienes se llegan a cuestionar si
mientos más o menos rígidos; y porque, la ingeniería constituye o no una “auténtica
además, esta libertad (relativa y precaria) se profesión”. Quienes muestran reticencia a
La toma de decisiones encuentra desigualmente repar tida entre considerarla como tal, lo hacen encastillados
tanto para empresas como los distintos agentes y las distintas organiza- en una definición extremadamente rígida del
ciones. concepto que, a duras penas podría ser
para organizaciones está
Como digo, la “conciencia” y la “libertad” extrapolable más allá de las ocupaciones lleva-
en función de actuar son presupuestos de la vida moral tanto de das a cabo por las profesiones ut sic: médicos,
libremente, es complicado las personas cuanto –por analogía– de las abogados, sacerdotes... Ahora bien, si cam-
apegarse a posturas para empresas y las organizaciones. Por ello, la biamos el enfoque y ampliamos el ángulo de
“responsabilidad moral” a que puedan ser visión, convendríamos con cierta facilidad en
poder hacerlo. acreedores los individuos y las organizacio- que también los ingenieros son auténticos
nes estará, sobre todo, en función de las res- profesionales; no sólo por el tipo de trabajo
pectivas capacidades para actuar libremente. que hacen, sino sobre todo por una serie de
Y subrayo lo de “sobre todo”, porque, junto “actitudes” respecto al modo como lo hacen
a este requisito, hay que mencionar también y como se piensan a sí mismos.
el que brota de la propia misión que el profe- Supuesto lo anterior, sin entrar en mayo-
sional busca en cuanto representante de un res detalles, digamos que desde un punto de
“papel social”; es decir: de su particular función vista sociológico una profesión, como “prác-
en el marco organizativo y en el más amplio tica social” que es, podría quedar definida
contexto social. aproximadamente en los siguientes términos:
“la actividad ocupacional de un grupo de
personas, organizado de forma estable; que
reclama la exclusividad en la competencia
(adquirida tras un largo proceso de capaci-
tación teórico-práctica); que compar te un
conjunto de conocimientos especializados
que interesan a la sociedad y que ellos ponen
al servicio de ésta, cobrando por el desem-
peño de su trabajo y obteniendo así su
modo de vida”.
Por lo tanto, si queremos tipificar la profe-
sión de ingeniero por referencia a la anterior
definición, habríamos de proceder más o
menos del siguiente modo: primero, encon-
trar un denominador común a todos los “in-
genieros” para precisar desde allí cuál es la
meta, cuál es “el bien” que supuestamente se
busca con la práctica de la ingeniería. En pa-
ralelo habría que dejar claro cuál es el valor
añadido que los ingenieros apor tan y que
ningún otro colectivo está en condiciones de
ofrecer a la sociedad con los mismos niveles
de excelencia. Definiendo así qué es lo que
“hacen” los ingenieros, quedaría expedito el
camino para hablar de “qué es lo que debe-
rían hacer” (objetivos, valores, propuestas
positivas), y “qué es lo que deberían evitar
hacer” (prohibiciones, restricciones, limitacio-
nes). Con ello se habría dado un paso nece-
sario (aunque no suficiente) a la hora de
acotar el ámbito de sus responsabilidades
éticas.