¿Cuál es el sentido de la educación en una sociedad
democrática? Frente al actual Paro Nacional, protesta social en la
que las juventudes colombianas han tenido una presencia central.
En Colombia se viene viviendo un malestar social generalizado por
demandas que ya se venían presentando desde el paro del 2019 y que fueron interrumpidas por la cuarentena. Esta inconformidad se incrementó por el contenido y la forma como se presentó la reforma tributaria y los impactos que iba a tener sobre la economía diaria y también se acrecienta por la pérdida de confianza en la institucionalidad, el gobierno y los actores políticos por parte de los ciudadanos.
Hay una alta indignación ante las necesidades de una población
agobiada por la pobreza, por la pandemia, por las dificultades, por la violencia, por la no implementación del acuerdo de paz y por la degradación que se da en términos de la institucionalidad. Hechos han originado una movilización ciudadana en diversas regiones, de diferentes sectores sociales y con múltiples reclamos. Acontecimiento que se ha llamado: Paro Nacional. Son esos mecanismos, existentes en la Constitución, donde a través de la protesta, los ciudadanos en las calles, tienen como única forma de hacerse escuchar porque sienten que no hubo otros espacios o mecanismos para interactuar.
He seguido muy de cerca todas las marchas y he quedado maravillado
y profundamente impactado por la forma, la novedad, los criterios que expresaban, lo justo y profundo de las realidades que destapaban, la creatividad de todo tipo etc.. Al mismo tiempo, me daba la impresión de ser expresión de un estallido reprimido durante muchos años, y que ahora encontraron manera de manifestarse libremente. Esto da un carácter y una autenticidad nunca vista antes. Esto no quiere decir que no haya habido errores o actitudes inaceptable, pero son muchísimo menos que lo positivo y que tampoco oscurecen el mensaje fundamental Dentro de los grandes protagonistas de las manifestaciones están los jóvenes. No se puede negar que la realidad juvenil colombiana ha estado atravesada por múltiples factores sociales y políticos que han puesto sobre la mesa, por un lado, la importancia de las y los jóvenes en el desarrollo del país y, por otro, las constantes demandas por una educación de calidad, gratuita y cambios estructurales en el sistema laboral en el que se pauperiza la vida juvenil, por eso piden ser escuchados, por su presente y su futuro, ya que se les ha incumplido, no se les escucha y muchas veces se les ha estigmatizados, negándoles la existencia de un sujeto social y político con mucha potencia, con mucha capacidad de reflexión y de acción.
Colombia es un país democrático, no autocrático, lo que supone el
debate, la inclusión, la escucha de todos y la capacidad de llegar a acuerdos. Pero, a pesar de esto no hemos comprendido que la colaboración, la integración, y el debate hacen parte de la vida y son un baluarte de la democracia, tanto en las minorías como en las mayorías.
En este sentido el camino es escuchar a la gente que está en las
calles, especialmente a los jóvenes, en esta “revolución juvenil”, e implementar agendas propositivas que impliquen y enmarquen trayectos a largo plazo. Y es aquí donde debe entrar la academia, para contribuir, con el arma transformador como es la educación, para atender múltiples deudas históricas y necesidades en términos de inequidad, calidad y otros más que aquejan al país. Creo que ya es hora conectarse a esta realidad que vive Colombia, es hora de producir conocimiento social que ayuden en la transformación social de la nación. La transformación más fundamental es la personal, que consiste en cambiar la mentalidad de la persona, espontáneamente egoísta y libertina, en una mentalidad que busque ser ella misma en comunión con los otros. Sin esta transformación personal las otras dos no tocan en profundidad la persona.