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CONSEJO de ESTADO - Febrero Cuatro (04) de Dos Mil Diez (2010)
CONSEJO de ESTADO - Febrero Cuatro (04) de Dos Mil Diez (2010)
SECCION TERCERA
1. ANTECEDENTES.
2. CONSIDERACIONES
1
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, sentencia del 22 de
noviembre de 2001, Consejera Ponente. María Elena Giraldo Gómez, expediente No. 13356.
2
Ver, por ejemplo, Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera
sentencia de 15 de junio de 2000; Consejera Ponente: María Elena Giraldo Gómez; expediente
No. 10.171; Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, sentencia
del veintiocho (28) de abril de dos mil cinco (2005), Consejero ponente: Germán Rodríguez
Villamizar, Radicación número: 66001-23-31-000-1996-03266-01(14178).
3
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, sentencia del treinta
y uno (31) de octubre de dos mil siete (2007); Referencia: 13.503; Radicación:
110010326000199713503 00.
«[L]a excepción de fondo se caracteriza por la potencialidad que
tiene, si se prueba el hecho modificativo o extintivo de la
pretensión procesal que propone el demandado o advierte el
juzgador (art. 164 C.C.A) para extinguir parcial o totalmente la
súplica procesal.
4
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, sentencia del veinte
(20) de septiembre de dos mil uno (2001); Consejera ponente: María Elena Giraldo Gómez;
Radicación: 10973.
5
A propósito de la falta de legitimación en la causa material por activa, la Sección ha sostenido
que “… si la falta recae en el demandante, el demandado tiene derecho a ser absuelto pero no
porque él haya probado un hecho nuevo que enerve el contenido material de las pretensiones sino
porque quien lo atacó no es la persona que frente a la ley tiene el interés sustantivo para hacerlo
—no el procesal—”. Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera,
sentencia del veinte (20) de septiembre de dos mil uno (2001); Consejera ponente: María Elena
Giraldo Gómez; Radicación: 10973.
En suma, en un sujeto procesal que se encuentra legitimado de hecho en la
causa no necesariamente concurrirá, al mismo tiempo, legitimación material, pues
ésta solamente es predicable de quienes participaron realmente en los hechos que
han dado lugar a la instauración de la demanda o, en general, de los titulares de las
correspondientes relaciones jurídicas sustanciales; por consiguiente, el análisis
sobre la legitimación material en la causa se contrae a dilucidar si existe, o no,
relación real de la parte demandada o de la demandante con la pretensión que ésta
formula o la defensa que aquella realiza, pues la existencia de tal relación constituye
condición anterior y necesaria para dictar sentencia de mérito favorable a una o a
otra6. De manera ilustrativa, así lo ha explicado la Sala:
b. Testimonios rendidos dentro del presente proceso por los señores Rafael
Romero Barreto, Wilfrido Tobío Villalba y Julio Alejandro Bustamante Cavallo,
quienes coinciden en señalar que el señor Ulises Manuel Julio Franco había
construido unas cabañas en la vereda Palo Blanco, en proximidades a la playa y
al muelle de la empresa Tolcemento S.A., sitio en el cual éste último regentaba un
8
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, sentencia de 1° de
marzo de 2006, Consejero Ponente: Alier E. Hernández Enríquez, expediente No. 13764.
negocio turístico del cual derivaba su sustento y el de su familia hasta el momento
en el cual el mar ocupó la zona a lo largo de la cual discurría una carretera que
daba acceso al lugar (fls. 301-308, c. 2).
9
Del mencionado documento se corrió traslado a la parte demandante mediante providencia de
fecha 12 de septiembre de 1996 (folios 175-178, c.1), sin que los accionantes efectuaran
manifestación alguna en relación con el referido elemento probatorio.
-Hay sedimentación por profundidades medias (5 hasta 10
brazas) con perjuicio para las playas aledañas a Tolú, sector
localizado sobre el eje central este-oeste del Golfo.
-Lo anterior ha causado una erosión paulatina del sector sur del
golfo tanto en su fondo como en la línea de costa al sur de Tolú.
-El sector comprendido entre La Perdiz y Puerto Viejo, es
inestable y erosivo, presentando su mayor inestabilidad y erosión
en el tramo Tolcementos-Boca de Palo Blanco debido en general
al déficit de arenas a transportar por parte de la deriva litoral, y a
la falta de cualquier obra de protección importante en particular
(ver anexo D pagina 11D).
-El tramo impermeable del muelle de Tolcementos ha protegido
las playas situadas al Norte del mismo (ver anexo “D”, numeral 3),
de la erosión causada por la deriva litoral de dirección Norte, la
cual siendo deficiente de arenas que transportar desde el sur,
arrastra paulatinamente las arenas de la playa, fenómeno
observado en todo el sector al sur de Tolú, población de
referencia por estar localizada en todo el eje este-oeste del Golfo.
Solución Propuesta:
La noción de carga ha sido definida como “una especie menor del deber
consistente en la necesidad de observar una cierta diligencia para la satisfacción
de un interés individual escogido dentro de los varios que excitaban al sujeto” 10.
La carga, entonces, a diferencia de la obligación, no impone al deudor la necesidad
de cumplir incluso pudiendo ser compelido a ello coercitivamente con la
prestación respecto de la cual se ha comprometido con el acreedor, sino que
simplemente faculta la aludida carga, a aquél en quien recae, para realizar una
conducta como consecuencia de cuyo despliegue puede obtener una ventaja o un
resultado favorable, mientras que si no la lleva a cabo, asume la responsabilidad de
aceptar las consecuencias desventajosas, desfavorables o nocivas que tal omisión le
acarree.
10
HINESTROSA, Fernando, Derecho Civil Obligaciones, Universidad Externado de
Colombia, Bogotá, D.C., 1969, p. 180.
En ese orden de ideas, el concepto de carga de la prueba se convierte en
(i) una regla de conducta para el juez, en virtud de la cual se encontrará en
condiciones de proferir fallo de fondo incluso cuando falte en el
encuadernamiento la prueba del hecho que sirve de presupuesto a la norma
jurídica que debe aplicar y, al mismo tiempo, (ii) en un principio de
autorresponsabilidad para las partes, derivado de la actividad probatoria que
desplieguen en el proceso, pues si bien disponen de libertad para aportar, o no, la
prueba de los hechos que las benefician y/o la contraprueba de aquellos que,
habiendo siendo acreditados por el adversario en la litis, pueden perjudicarlas,
las consecuencias desfavorables derivadas de su eventual inactividad
probatoria corren por su cuenta y riesgo.
“[S]i no existiera esta regla de juicio que faculta al juez para evitar el
non liquet cuando falte la prueba, sería muy frecuente el fracaso del
proceso y la consiguiente pérdida de tiempo, trabajo y dinero para el
Estado y las partes. La justicia y la función jurisdiccional del Estado
resultarían entorpecidas y frustradas en infinidad de ocasiones al no
ser posible la sentencia de mérito, a la vez que se fomentaría la
incertidumbre jurídica en las relaciones sociales, la repetición
indefinida de procesos para el mismo litigio, y se permitiría que
quienes tengan interés en esa situación caótica puedan fácilmente
burlar los fines de interés público del proceso y la jurisdicción,
ocultando pruebas y entorpeciendo la actividad oficiosa del juez.
14
DEVIS ECHANDIA, Hernando, Teoría general de la prueba judicial, Tomo I, quinta
edición, Editorial Temis, Bogotá, D.C., 2.002, pp. 429-430.
negat”. Ello se traduce, en los procesos que cursan ante el Juez de lo
Contencioso Administrativo, en que quien pretende determinado efecto jurídico
debe acreditar los supuestos de hecho de las normas en que se ampara, luego,
en general, corresponde la carga de la prueba de los hechos que sustentan sus
pretensiones, en principio, al demandante, al paso que concierne al demandado
demostrar los sucesos fácticos en los cuales basa sus excepciones o su
estrategia de defensa. Si aquél no cumple con su onus probandi, la
consecuencia que habrá de asumir será la desestimación, en la sentencia, de
su causa petendi; si es éste, en cambio, quien no satisface la exigencia
probatoria en punto de los supuestos fácticos de las normas cuya aplicación
conduciría a la estimación de sus excepciones o de los argumentos de su
defensa, deberá asumir, consiguientemente, una fallo adverso a sus intereses.
“ARTICULO 1o. El registro de instrumentos públicos es un servicio del Estado, que se prestará
por funcionarios públicos, en la forma aquí establecida, y para los fines y con los efectos
consagrados en las leyes.
1. Todo acto, contrato, providencia judicial, administrativa o arbitral que implique constitución,
declaración, aclaración, adjudicación, modificación, limitación, gravamen, medida cautelar,
traslación o extinción del dominio u otro derecho real principal o accesorio sobre bienes raíces,
salvo la cesión del crédito hipotecario o prendario.
2. Todo acto, contrato, providencia judicial, administrativa o arbitral que implique constitución,
declaración, aclaración, adjudicación, modificación, limitación, gravamen, medida cautelar,
traslación o extinción del dominio u otro derecho real, principal o accesorio sobre vehículos
automotores terrestres, salvo la cesión del crédito prendario.
Sin embargo, las disposiciones que de manera más clara, dentro del cuerpo normativo en cuestión
—Decreto-ley 1250 de 1970— explicitan cuáles son los alcances, desde el punto de vista
probatorio y de eficacia de los negocios jurídicos que afecten la propiedad o cualquier derecho real
sobre bienes sujetos a registro—los relacionados en el artículo 2 que se acaba de citar—, de la
inscripción o registro correspondiente, son los artículos 43 y 44 ibídem:
“Artículo 43. Ninguno de los títulos o instrumentos sujetos a inscripción o registro tendrá mérito
probatorio, si no ha sido inscrito o registrado en la respectiva oficina, conforme a lo dispuesto
en la presente ordenación, salvo en cuanto a los hechos para cuya demostración no se requiera
legalmente la formalidad del registro.
Artículo 44. Por regla general ningún título o instrumento sujeto a registro o inscripción surtirá
efectos respecto de terceros, sino desde la fecha de aquél”.
19
Nota original de la sentencia citada: VELÁSQUEZ JARAMILLO, Luis Guillermo, Bienes, décima
edición, Librería Jurídica Comlibros, Medellín, 2006, pp. 293-294.
normativa, marcadamente influida por las tendencias alemana y
suiza a las cuales se ha hecho alusión en precedencia, según lo
ponen de presente los antecedentes legislativos de la Ley 8 de
1969, “[P]or la cual se conceden al Presidente de la República
facultades extraordinarias para reformar los sistemas de
Notariado, Registro de Instrumentos, Catastro, Registro del
Estado Civil de las personas y de constitución, transmisión y
registro de derechos reales y trabas sobre vehículos
automotores…”20.
20
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, sentencia del
FECHA; Radicación No.: 250002326000-1996-01798-01; Expediente No. 16.837.
reparar “todo daño”, ha de entenderse: todo daño proveniente de
una situación lícita. Si en otras materias, como la teoría de la
causa, la regla positiva exige la conformidad del móvil con la ley,
las buenas costumbres y el orden público, el mismo principio ha
de extenderse al ámbito de la responsabilidad, admitiéndose
únicamente la protección de las situaciones lícitas”21.
Por otra parte, de acuerdo con lo preceptuado por el artículo 166 del
Decreto 2324 de 1984, las playas marinas son de uso público, inenajenables,
imprescriptibles e inembargables, por manera que su uso no confiere derechos al
usuario, distintos a los limitados que consten expresamente en la concesión o
permiso respectivo:
Por su parte, el artículo 167 del mismo cuerpo normativo que se viene de
referir ─Decreto 2324 de 1984─ define las nociones de costa nacional, playa
marítima, bajamar, entre otras, previamente aludidas en el presente
pronunciamiento:
21
DIEZ SCWERTER, José Luis, El daño extracontractual, Editorial Jurídica de Chile, Santiago,
1998, pp. 48-49.
2. Playa marítima: Zona de material no consolidado que se
extiende hacia tierra desde la línea de la más baja marea hasta el
lugar donde se presenta un marcado cambio en el material, forma
fisiográfica, o hasta donde se inicie la línea de vegetación
permanente, usualmente límite efectivo de las olas de temporal.
La ley 9ª. de 1989, a su turno, estableció que las playas deben ser
consideradas parte del espacio público:
22
Corte Constitucional. Sentencia T-605 del 14 de diciembre de 1992, Magistrado Ponente
Eduardo Cifuentes Muñoz.
consiguiente zonas para el uso o el disfrute colectivo” (énfasis
añadido).
Ello por cuanto el referido cuerpo normativo ninguna relación guarda con lo
afirmado por el apoderado de la parte actora en el aparte transcrito del libelo
introductorio del proceso:
El Congreso de Colombia
DECRETA:
Sin embargo, la tantas veces aludida distinción categorial entre causalidad e imputación permite
explicar, precisamente, de forma mucho más coherente que si no se parte de la anotada
diferenciación, la naturaleza del razonamiento que está llamado a efectuar el Juez de lo
Contencioso Administrativo cuando se le llama a dilucidar si la responsabilidad del Estado debe
quedar comprometida como secuela no ya de una actuación positiva, sino como consecuencia de
una omisión de la entidad demandada, pues aunque se admita que dicha conducta omisiva
fenomenológicamente no puede dar lugar a la producción de un resultado positivo —de un daño—,
ello no significa, automáticamente, que no pueda generar responsabilidad extracontractual que
deba ser asumida por el omitente. Pero esa cuestión constituirá un asunto no de causalidad,
sino de imputación.
Y es que en los eventos en los cuales la conducta examinada es una acción, para que proceda la
declaratoria de responsabilidad resulta menester que exista relación de causalidad entre ella y el
resultado, lo cual no es suficiente porque debe añadirse que éste sea jurídicamente atribuible o
imputable a aquélla; pero, como señala MIR PUIGPELAT,
2.5. Costas.
FALLA: