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La Pieza Que Falta en El Perdón
La Pieza Que Falta en El Perdón
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Bienaventurados
M
ientras Tom estaba sentado frente a mí comiendo un sándwich de los que consuelan
pescado y papas fritas de McDonald’s, describió con frialdad cómo
mataría a Dave. “Ese (improperio) me robó a mi esposa y después se rio
en mi cara. Lo he odiado durante diecinueve años. Tengo una pistola
cargada sujeta a mi pantorrilla izquierda. Cuando vea a Dave en unas semanas, sacaré
el arma y le dispararé al corazón”.
Tratando de actuar con calma, sumergí algunas de mis papas fritas en salsa de tomates
y le expliqué las consecuencias de un asesinato de primer grado, como la cadena
perpetua. Me dijo que lo que pensaba hacer valdría la pena. Tom acababa de
convertirse en cristiano, así que apelé a la Biblia y al ejemplo de Jesucristo. Él se
ablandó un poco. Leí Mateo 18.21-35, la parábola del siervo implacable, y hablamos de
cómo Jesucristo había perdonado los numerosos pecados pasados de Tom. Una
profunda tristeza se apoderó de su rostro, dejó escapar un suspiro, y exclamó: “De
acuerdo, pero ¿cómo? ¿Cómo se puede perdonar a alguien que te ha arruinado la
vida?”.
Aunque apoyo esta lista, creo que Tom destacó una pieza faltante: el cómo del perdón.
¿Cómo se pasa desde el punto 1 (de la profunda herida) al punto 5 (al verdadero
perdón)? Por supuesto, es esencial aprender o volver a aprender los puntos 2 al 4, pero
eso no siempre guía a personas como Tom (o como yo) a través del difícil proceso del
perdón para gente real con heridas profundas.
Perdonamos porque Dios nos ha perdonado (el 90% dijo que era “muy
importante”).
Jesucristo dio la orden clara de perdonar a los demás (el 85% dijo que era “muy
importante”).
El perdón es una opción (el 61% dijo que era “muy importante”).
Los otros siete puntos, incluyendo “Enseñanza sobre el cómo del perdón”, “Explicación
sobre la dificultad del perdón” y “Uso de historias reales sobre la lucha por el perdón”, se
desplomaron hasta el 30% del rango “muy importante”.
difícil de lo que
para un proyecto cinematográfico que
honra a Dios; John, un amigo nigeriano
Mi amiga Sheli tiene un gran número de seguidores en las redes sociales, así que le
pedí que me ayudara a iniciar un diálogo. Cuando publicaba preguntas sencillas, como
“¿Qué es lo más difícil en cuanto al perdón?”, la gente rara vez criticaba la clara
enseñanza de la Biblia sobre el tema; entendían lo que enseña Jesucristo en pasajes
como el Padrenuestro (Mt 6.12). Pero enfatizaban que el camino hacia el perdón total a
menudo está lleno de desgarradores reveses, dolor y lamentación.
Piense en los comentarios siguientes sobre la parte más difícil del perdón:
“A veces se necesita mucho, mucho tiempo para perdonar, incluso cuando uno
en verdad quiere hacerlo”.
“Uno necesita experimentar los sentimientos difíciles, para tener algo que
perdonar cuando lo haga”.
“El perdón es un proceso continuo. Cada día vengo al pie de la cruz y entrego
mi carga”.
Cuando le pregunté a mi amiga psicóloga, la Dra. Sandy K., en cuanto a lo que había
visto en su práctica profesional, me dijo: “Con frecuencia, la gente se apresura a
perdonar. Quieren ‘hacerlo y ya’, para calmar la situación. Pero el perdón verdadero
implica reconocer y sentir el aguijón de lo que se perdió. Las personas heridas, los
pastores y la gente buena de la iglesia a menudo coinciden, sin querer, en tratar de
esquivar ese proceso, porque es demasiado doloroso”.
El Dr. Jeff M., otro consejero cristiano que respeto, estuvo de acuerdo con esta
afirmación. Asevera: “Perdonar implica afligirse de verdad, y a veces eso significa
enfrentar sentimientos difíciles como la ira. Los cristianos, con frecuencia, tienen
miedo de sentir ira, así que saltan a la falsa piedad de un perdón rápido pero superficial
sin abordar el dolor y la ira”. (Sin embargo, Jeff también advirtió que nuestro orgullo y
santurronería podrían mantenernos atrincherados en este proceso de aflicción).
Creo que tanto Jeff como Sandy estarían de acuerdo con el Dr. Robert Karen, un
veterano psicólogo clínico que afirma que los cristianos a veces “oscurecen” al perdón
con un enfoque “que ignora los sentimientos humanos normales”. Pero la Biblia no
ignora los sentimientos normales —basta leer algunos salmos de lamentación (como
los Salmos 13 y 55), o incluso un salmo imprecatorio (como el Salmo 137). Y en vez de
ignorar los sentimientos normales, el escritor de Hebreos dice de Jesucristo: “En los
días de su vida mortal, ofreció oraciones y súplicas con fuerte clamor y lágrimas” (He
5.7 NVI). Tristeza, enojo, abandono, traición y dolor: nuestro Señor conoce todos estos
“sentimientos normales”.
Más tarde en la vida, Kim llegó a conocer a Jesucristo, pero luchaba seguía luchando
por perdonar a quienes la habían dañado tan profundamente. En su conmovedora
autobiografía, Fire Road, [Camino de fuego] comparó la amargura en su corazón con
una taza desbordante de lodo negro. Un día escuchó al Señor decir: “Kim, tienes que
verter el lodo negro. Día a día, poco a poco, hasta que no haya más oscuridad”. Siempre
que esa orden parecía imposible, recordaba las instrucciones de Dios: “día a día, poco a
poco”.
los sentimientos
estaba trabajando en mi corazón... el
Señor seguía moviéndose en mi
Esa podría ser la clave. Algunas personas resultan lastimadas y cierran su corazón al
Señor. Para ellas, el lodo negro de la amargura nunca desaparece. Otras resultan
heridas, pero abren su corazón al Señor. Durante el tiempo que sea necesario, siguen
trayendo el dolor, la ira y la tristeza a Cristo. Siguen trayendo eso a su iglesia, también,
pidiendo oración, hablando de ello, trayendo el lodo a la luz. Día a día, poco a poco, eso
retrocede y es reemplazado por una fuente de perdón.
He perdido el contacto con Tom, pero Cristo ayudó a apagar el odio de su corazón.
Una semana después de nuestra conversación en McDonald’s, Tom me dijo: “Guardé
el arma, y comencé a pedirle a Cristo que me ayudara a liberarme de la amargura. Creo
que entendí su punto”.
Me alegró escuchar eso, pero, por supuesto que no era mi punto. Siempre fue el punto
de Jesucristo. Él es la verdadera respuesta a la pregunta del cómo. Sí, el camino hacia
el perdón total y permanente a menudo se siente largo y solitario. Pero Aquel que dio
la orden camina siempre a nuestro lado. ¿Dolorosamente difícil? Sí. ¿No natural? Sí.
¿Imposible? No con Dios a nuestro lado.
. Sienta el dolor. El Dr. David Stoop escribe: “Un paso esencial en el proceso del
perdón es que lloremos lo que se ha perdido”. La ira, a menudo, acompaña al
proceso del dolor. Tómese el tiempo para compartir su dolor y su ira (en forma
verbal o escrita) con alguien en quien confíe.
. Dé el regalo del perdón. El Dr. Worthington llama a esto el “regalo altruista” del
perdón. Todos podemos recordar cuando alguien nos perdonó. Nos sentimos
livianos y libres. Cuando perdonamos, le damos el mismo regalo a otra persona.
. Comprométase a perdonar. Una vez que haya perdonado, escriba una nota para
usted mismo, algo tan sencillo como: “Hoy perdoné a [nombre] por el daño que
me hizo”. Cuando sienta la tentación de volver a caer en el resentimiento, lea de
nuevo la nota.
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