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Lutero 2020
Lutero 2020
Edición
Raúl Reyes Camargo
Primera edición: 2020
ISBN: 978-607-8702-17-6
ÍNDICE
Presentación 5
Comentarios iniciales
Los ajustes que conllevaron los cambios en las ideas
medievales dieron pie a situaciones complejas de pre-
1
Johan Galtung, Paz por medios pacíficos, Paz y conflicto,
desarrollo y civilización, pp. 164 y 163.
2
Comentarios a la “Exhortación a la paz. A propósito de los
doce artículos del campesinado de Suabia (1525)” en Martín
Lutero, Obras, p. 255.
3
Martín Lutero, “Exhortación a la paz. A propósito de los
doce artículos del campesinado de Suabia (1525)” en Ibid., p.
270.
16
6
Tomás Várnagy “El pensamiento político de Martín Lute-
ro” apud La filosofía política clásica. De la Antigüedad al Re-
nacimiento. [en línea], p. 145.
7
Cf., Idem.
20
10
Martín Lutero, op. cit., 1977, p. 14.
11
Ibid., p. 15.
22
14
Ibid., p. 31.
24
22
José Rafael Hernández Arias, Filosofía de la guerra y la
paz, p. 119.
23
Ibid., p. 120.
24
Idem.
28
27
Idem.
30
28
Ibid., p. 252.
31
29
Martín Lutero, “Sobre la autoridad secular: hasta donde se
le debe obediencia”, en Escritos políticos, p. 28-29.
30
“Exhortación a la paz. A propósito de los doce artículos
del campesinado de Suabia (1525)” en Lutero, Obras, op. cit.,
p. 253.
32
31
Ibid., p. 254.
32
Idem.
33
Nota introductoria en Ibid., p. 251.
33
40
Ibid., p. 258.
41
Idem.
42
Ibid., p. 259.
37
43
Idem.
44
Idem.
45
Mateo 5, 39, citado en Ibid., p. 260.
46
Idem.
47
Cf., Ibid., p. 261.
48
Ibid. p. 264.
38
52
Ibid., p. 275.
53
Jean Touchard, Historia de las ideas políticas, p. 215.
40
54
Cf., Joaquín Abellán, “La Reforma Protestante”, en Fer-
nando Vallespín (ed.), Historia de la Teoría Política, pp.182 ss.
55
Ibid., p. 179.
56
Martín Lutero, op. cit., 1994, p.33.
42
60
Martín Lutero, “Sobre la autoridad secular: hasta donde
se le debe obediencia” en, Martín Lutero, op. cit., 1994, p. 50.
61
José R. Hernández, op. cit., p. 180.
62
Ibid., p 181.
44
Ibid., p. 27
71
73
Xabier Etxeberría, “El pensamiento de Ricoeur en torno a
la violencia”, en José Antonio Binaburo Iturbide y Xabier Etxe-
berría Mauleon (eds.), Pensando en la violencia. Desde W. Ben-
jamin, H. Arendt, R. Girard, P. Ricoeur, p. 73.
50
Idem.
74
78
Quentin Skinner, Los fundamentos del pensamiento políti-
co moderno, p. 10.
79
Martín Lutero, “Exhortación a la paz en contestación a los
doce artículos del campesinado de Suabia”, en Martín, Lutero,
op. cit., 1994, p. 75.
52
84
S. Wolin, op. cit., p. 156.
54
Bibliografía
ABELLÁN Joaquín, “La Reforma Protestante”, en Fer-
nando Vallespín (ed.), Historia de la Teoría Política,
Tomo 2, Madrid, Alianza Editorial, 1999
GALTUNG Johan, Paz por medios pacíficos, Paz y
conflicto, desarrollo y civilización, Bilbao, Gernika,
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torno a la violencia”, en José Antonio Binaburo Itur-
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y Joseph Cropsey, México, FCE, ,1963,
HERNÁNDEZ ARIAS, José Rafael, Filosofía de la
guerra y la paz, Sevilla, Padilla Libros Editores y
Libreros, 2011,
55
Introducción
Si la verdad del acontecimiento, es decir, su realidad
profunda, es su proyección en la historia, es importan-
te y necesario comprender que en modo alguno ningún
acontecimiento trascendente es algo que parte de la
nada. Por estar envuelto –en su radical despliegue– de
una amplia gama de hechos que lo anteceden y proyec-
tan e incluso lo galvanizan. Hilar de este modo los he-
chos con los acontecimientos o con el acontecimiento
como aquel que es reconocido como el verdadero origen
de esta o aquella trayectoria histórica, es motivo y razón
de infinidad de cuestionamientos o posibles e insopor-
tables disputas entre tenderos. En tal sentido el aconte-
1
Publicado por vez primera en: Efemérides Mexicana. Estu-
dios de Filosofía, Teología e Historia. No. 105. Vol. 35. sept-dic
2017. pp. 419-472.
2
Profesor e Investigador del Departamento de Filosofía de
la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa. Ciudad de
México.
58
3
Véase, Federico Engels, Las guerras campesinas en Ale-
mania.
4
Cf. Martín, Lutero, Sobre el comercio y la usura.
5
Véase André Prèvost, Tomás Moro y la crisis del pensa-
miento europeo.
6
El nominalismo “había conmovido al catolicismo al con-
sumar el divorcio entre la razón y la fe”. Marcel, Bataillon,
Erasmo y España. Estudios sobre la historia espiritual del si-
glo XVI, p. 16. “Para Ockham, escribe Gonzalo Balderas Vega,
no podemos alcanzar ninguna certidumbre en el dominio de la
metafísica y de la teología; nos es imposible demostrar la exis-
66
El camino a Stotternheim
9
Jean, Delumeau, La Reforma, pp. 201-2. Leopold, Ranke,
Lutero e l’idea di storia universale, Para Carlyle, Lutero es
como profeta, el héroe: “capaz de comprender al Divino signi-
ficado de la Vida” (Carlyle, Thomas, Los héroes, p. 159) Es el
propio Carlyle quien ve a Lutero como un Sacerdote guerrero:
“Es el Sacerdote guerrero y luchador; que guía a su pueblo, no
a una labor quieta y confiada, como en tiempos pacíficos, sino
a confiada y valerosa lucha, en tiempos violentos y llenos de
confusión: sea o no más alta, esta misión es más peligrosa y
memorable”. (Idem) Con respecto al problema de la recepción
de la Reforma por la filosofía alemana, ver en especial (Arsenio,
Ginzo Fernández, Protestantismo y filosofía, La recepción de la
Reforma en la filosofía alemana,)
70
13
“El 22 de julio, Lutero fue atrapado por una violentísima
tormenta en Stottherheim, no lejos de Erfurt. Aterrorizado por
la tempestad, juró por Santa Ana que se metería de monje. Por
supuesto, para Lutero una tormenta no era tan sólo un fenómeno
natural, sino una erupción de las fuerzas diabólicas de la natu-
raleza y una señal de que el diablo rondaba por ahí” (Kahler,
Erich, Los alemanes, p. 193.)
14
Lucien, Febvre, Martín Lutero. Un destino. p. 18. Pero
para efectos del anecdotario luterano y en referencia al robo de
las peras que narra San Agustín, se puede mencionar un pasaje
72
po, p. 176.
74
17
Erich Kahler, op. cit., p. 190.
76
18
Idem.
77
19
Hanns, Lilje, Lutero, p. 50.
78
29
Roland H., Bainton, op. cit., p. 242.
86
to de Dios.
87
Erasmo y Lutero
Sabemos bien que uno de los más directos referentes
de la teología de Lutero es Erasmo de Rotterdam. Y,
en un sentido más amplio de toda la extraordinaria ca-
terva de grandes humanistas que giraban alrededor del
rotterdano. Pero, por decir lo menos, es necesario hacer
un verdadero esfuerzo para establecer y comprender las
líneas de convergencia y los límites entre el humanismo
bíblico cristiano representado por Erasmo con el llama-
do humanismo de la Reforma Protestante encabezada
por Lutero. La empresa no es nada fácil al estar llena de
escollos y sutilezas; a veces prácticamente impercepti-
bles en sus diversas exposiciones ideológicas cargadas
de fuerza y agudeza teológica. Esto no implica no saber
diferenciar algunas cosas que suelen ser evidentes por
sí mismas. Sino por la forma en cómo ocurrió una in-
teresante y profunda polémica que está relacionada con
el desplazamiento y fractura entre el mundo civilizado
31
Heikos A. Oberman, Un hombre entre Dios y el diablo, p.
67.
88
34
Cf., André, Preboste, Tomás Moro y la crisis del pensa-
miento europeo.
35
Ibid., p. 331. Recordemos que Moro al seguir la causa eras-
miana fue crítico de Lutero. Moro adversas luterana. Recorde-
mos también que Moro era un hombre de Estado. Después de
Enrique VIII era el hombre más poderoso de Inglaterra.
92
37
Sobre este espinoso asunto, ver en especial: Radovan,
Humberto, “Estoicismo teleológico agustiniano historicismo
filosófico hegeliano”. En Varios. Estudios sobre la Ciudad de
Dios, Dos T. pp. 179-190. Ver también: Carretero, Eloy. “Antro-
pología de la Ciudad de Dios”., en Ibid. pp. 193-268.
94
38
Ricardo, García-Villoslada, Lutero. En lucha contra Roma,
Véase también: Martín, Lutero, Contra el papado de Roma, fun-
dado por el diablo & imagen a cargo de Galileo Tomás contra
el famosísimo romanista de Leipzig. Por lo que sabemos estos
fueron los últimos panfletos del profeta de Wittenberg, lanzados
contra Roma y la romanidad.
39
En la historia del protestantismo así como algunos de sus
más conspicuos biógrafos, se ve a este hecho como una simple
anécdota más. Pero esto no merece ser tratado de tal modo por
infinidad de cuestiones que van más allá de cuestionar al padre
putativo de la Modernidad; en poner en tela de juicio en qué
96
de las obras de Erasmo como del propio Tomás Moro. Pues ellos
conceden y otorgan a la ironía una inestimable fuerza y valor.
98
42
Con respecto a este por demás sugerente e interesante
asunto, ver en especial: Israel, Mattuck, El pensamiento de los
profetas, Véase también: Trebolle, Julio, La experiencia de Is-
rael: profetismo u utopía; y, Jorge, Velázquez Delgado, op. cit.
100
sisten en ver las cosas a través de tal cristal son Mario Miegge.
Ver: La Reforma Protestante y en nacimiento de las sociedades
modernas, Madrid, Clie, 2016; y quien fuera considerado el pri-
mer misionero alemán por tierras españolas, Federico Fliedner
(Düsseldorf, 1845; Madrid. 1901) Federico, Fliedner, Lutero.
Emancipador de la conciencia.
102
47
Ver H. Lilje, op. cit., p. 125.
105
49
Lutero, Martín. Sobre el comercio y la usura.
112
50
Ibid., p. 51.
113
53
Federico Engels, op. cit., pp. 23-24.
118
54
Ibid., p. 39.
119
Bibliografía
ABDO FEREZ, Cecilia, Crimen de sí mismo. La con-
formación del individuo en la temprana modernidad
occidental, Argentina, Gorla, 2013.
ANDREU Rodrigo, Agustín, Shaftesbury. Crisis de la
civilización puritana, Valencia, Universidad Pontifi-
cia de Valencia, 1992.
ARANGUREN, José Luis. El protestantismo y la mo-
ral, Barcelona, Península, 1995.
, Catolicismo y protestantismo como formas de
existencia, Madrid. Biblioteca Nueva. 1998.
55
Ibid., p. 175.
120
Introducción
En los libros de historia suele suponerse que la Refor-
ma protestante es el origen de la modernidad. Dicho
acontecimiento histórico ha sido el centro de muchos
debates, uno de los cuales señala que como tal no dio
paso a la modernidad porque es un evento que surgió
en Alemania y en Francia y no en el mundo entero; ade-
más serían otros factores que detonan el surgimiento de
la modernidad, como lo es el cambio en los medios de
producción, o el surgimiento de la clase burguesa. Otro
punto de discusión es que no sólo existió la Reforma
protestante como un “solo hecho histórico” sino que
existieron muchos movimientos que buscaban modi-
ficar las instituciones del clero y las instituciones del
mundo medieval. Además, suele reconocerse sólo dos
reformadores, Lutero y Calvino, dejando atrás persona-
lidades como Ulrico Zuiglio (1484-1531) quien llevó la
Reforma a Suiza bajo su propia perspectiva y la Reforma
“radical” impulsada por Thomas Müntzer (1489-1525);
es decir, la Reforma protestante se compuso por varios
1
Publicado en Revista de Filosofía de la Universidad de
Costa Rica, No. 149, 11-22, Septiembre-Diciembre 2018 /
ISSN: 0034-8252.
2
Profesor en UAM-I.
128
3
Friederich Engels, Las guerras campesinas en Alemania,
pp. 66-67.
130
4
Cf., Ernst Bloch, Müntzer. Teólogo de la Revolución, pp.
69-71.
5
Mantecón Movellán, “Omnia sunt communia. Thomas
Müntzer”, la palabra y la rebelión del hombre común pp.143-
183.
131
Teología política
Carl Schmitt en Teología política argumenta que la filo-
sofía política y “lo político”7 están suturados con otros
6
Para Carl Schmitt es fundamental el concepto del soberano
en la fundación del Estado y de lo político porque es el que de-
cide quién es amigo o enemigo.
7
Lo político en Carl Schmitt se remite a un ámbito originario
y no se empata con las teorías tradicionales de lo político, como
lo sería el suponer un Estado de naturaleza, y se aleja de cual-
quier fundamentación moral del mismo, a su vez su concepto de
lo político pretende ser una crítica al Estado liberal. Lo político
es lo esencial que dona la identidad de un Estado fundado por la
aparición de un soberano que toma una decisión pública, y que
define qué pueblo es amigo o enemigo. Dicha relación se esta-
blece tanto al interior como al exterior, qué pueblo es enemigo
o amigo del pueblo, y que miembros del Estado son sus amigos
o enemigos (Cf., Carl Schmitt, El concepto de lo político, pp.
42-90). La teología política viene a señalar que no solamente las
132
9
Cf., Carl Schmitt, Scaptive Salus. Experiencias de la época
1945- 1947, pp. 64 ss.
10
Jacques Derrida, Fuerza de ley, pp. 38-39.
134
¿Quién es el enemigo?
En el Manifiesto de Praga: Müntzer escribe:
11
Thomas Müntzer, Tratados y sermones, p. 92.
136
12
Cf., Lluís Duch, en Thomas Müntzer, Tratados y sermones,
pp. 61-62.
13
Cf., Ricardo García, Martín Lutero I. El hombre hambriento
de Dios, pp. 229-330. El problema que delinea Lutero es más
complejo, establece una cuasi dialéctica entre la Fe y la libertad
137
14
Thomas Müntzer, Tratados y sermones, p. 110.
138
18
Ibid., pp. 111-112.
19
Según Georg H. Williams el quinto imperio se refiere a
“la cristiandad feudal y papal, reino durante el cual la sociedad
estuvo pulverizada entre la Iglesia y el Estado” (La Reforma
radical, p. 70).
20
Ibid., p. 81.
142
21
Thomas Müntzer, Tratados y sermones, p. 112.
143
22
Ibid., p. 30.
144
26
G. R. Elton, La Europa de la Reforma, p. 99.
146
27
Cf., Thomas Müntzer, Tratados y sermones, p. 138.
28
Martín Lutero, Obras, p. 275. Aunque cabe aclarar que di-
cho escrito está elaborado en 1525, en plena crisis campesina,
ilustra perfectamente su posición durante la revuelta campesina.
Müntzer siempre lo acusó de traicionar a los campesinos, y de
147
30
Thomas Müntzer, Tratados y sermones, p. 151.
31
Ibid., p. 155. Resulta interesante el hecho que narra Lluís
Duch, Müntzer firmaría la última proclama de la batalla de Müh-
lhausen como “Thomas Müntzer con la espada de Gedeón”.
149
32
Ibid., p. 116.
150
Conclusiones
La teología política más que ser una interpretación teo-
lógica de los eventos políticos e históricos, tiende a se-
ñalar los imposibles que rigen el lenguaje y las prácti-
cas humanas en las diferentes sociedades humanas. Tal
como lo señala la Derrida, la justicia es imposible, o
como bien lo dice Heidegger sólo un Dios podrá sal-
varnos.
33
En la obra schmittiana también hay un carácter de excep-
ción en la decisión del soberano al señalar un enemigo.
34
Cf., G. H. Williams, La Reforma Radical, p. 10.
153
Bibliografía
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DERRIDA, Jacques, Fuerza de Ley. El fundamento
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LUTERO, Martin, Obras, ed. Teófanes Egido, Sala-
manca, Sígueme, 2001.
156
1
Doctor en Ciencias Humanas por la Universidad Simón
Bolívar-México, donde es docente e investigador.
158
2
Teófanes Egido (Edit.), Lutero, Obras, p. 11.
159
[En línea] p. 5.
160
Introducción
Lo único que permanece inalterable es el cambio, es de-
cir, el devenir, la transformación, el futuro. Renovarse o
morir, reza el dicho popular. Pues sin él, sin el cambio,
todo se marchita, se torna obsoleto, caduca, hasta pere-
cer y desaparecer.
Por el contrario, todo aquello que deviene, que
cambia y se transforma, que evoluciona, siempre con-
tinúa “siendo”; perviviendo. Tal es, hasta el día de hoy,
la historia del cristianismo, ese movimiento religioso
surgido en la Palestina de los siglos I y II, y que inclu-
ye a todos aquellos que se consideran seguidores de las
enseñanzas y ejemplo de Jesucristo. El propio Lutero
sea quizá el caso más emblemático de este celo y esta
fidelidad, ya que “[...] perseguía alcanzar a «los laicos
sin instrucción» porque estaba dispuesto a «dar todo los
que tuviera en esta vida con tal de ayudar a un laico a
ser mejor»”.4 Por ello mismo, ya en el siglo XVI, quien
equivocaba el juicio al comunicar a los miembros de la
Dieta su posición respecto de Martín Lutero, era el pro-
pio emperador de Alemania, Carlos V, quien afirmaba
sobre el agustino: “Este hermano aislado, con seguridad
se equivoca al levantarse contra el pensamiento de toda
la Cristiandad, porque si no fuera así, la Cristiandad hu-
biera estado en el error desde hace más de mil años”.5
Así pues y desde entonces, el cristianismo ha te-
nido que sortear una serie de vericuetos entre los que
destaca, sin duda, el establecer su primacía sobre otras
formas de pensar y de creencias, como lo fueron y lo
siguen siendo las diversas corrientes filosóficas hereda-
4
César Vidal, El caso Lutero, p. 132.
5
Ibid., p. 234.
161
Antecedentes de la Reforma
Siendo ello así, para entender cabalmente la Reforma
y su formidable trascendencia, es necesario, pues, ana-
lizar su desarrollo embrionario. Bajo este supuesto,
fueron varios sucesos e incidentes los precursores de la
Guerra Civil religiosa en la Alemania de Martín Lute-
ro, movimiento que hundía sus raíces en elementos de
la tradición católica medieval, consistente en una pie-
dad laica anti eclesiástica y centrada exclusivamente en
Cristo. Como afirma Patiño: Desde el siglo VI hasta el
Concilio Vaticano II (1962-1965), la Iglesia estuvo en
una especie de «lucha sin cuartel», porque asumió una
6
ACI “¿Qué dijo el Papa Francisco sobre Lutero y la corrup-
ción en la Iglesia? En ACIPRESA, [en línea] Véase también Da-
niel Iglesias, “Lutero y la unidad de las Iglesias (Card. Joseph
Ratzinger) en INFOCATOLICA, [en línea].
163
7
José Uriel Patiño, Historia de la Iglesia III.
8
Peter Watson, La edad de la nada, p. 433.
9
José, Ferrater, Diccionario de Filosofía, pp. 962-964.
10
Charles, Guignebert, El cristianismo medieval y moderno,
pp. 161-162.
164
11
José Dalmau (dir. edit.), Leon XXIII, p. 77.
165
12
Idem.
13
Rafael, Nieto, Ineficacia de la corrupción pp. 291-298.
14
César, Vidal, El caso Lutero, p. 155.
166
15
Salomón, Reinach, Orfeo, Historia general de las religio-
nes, pp. 289-300.
16
Charles, Guignebert, op. cit., pp. 158-216.
17
Egido Teófanes, op. cit., p. 13.
167
20
Sergio G. Román del Real, Las indulgencias, p. 19.
21
César Vidal, op. cit., p. 215.
22
Quillet Arístides, Nueva Enciclopedia Autodidáctica Qui-
llet, p. 425.
170
23
Egido Teófanes, op. cit, pp. 62-69. Véase también Vidal
César, op. cit., pp. 205-213.
24
Watson Peter, La edad de la nada. p. 276.
25
Egido Teófanes, op. cit., p. 19.
171
El legado luterano
Ante el reinado de la excesiva laxitud espiritual en los
altos medios eclesiásticos, las doctrinas reformadas por
Lutero se sintetizaron en el lema Sola fide, sola gratia,
sola scriptura (Sólo fe, gracia y Escrituras). “¡Odiaba
a este Dios que me pedía hacer lo imposible!”, clama-
ba un atribulado Lutero ante la exigencia divina de la
Reforma.26 Como acertadamente señala André Louf,
“Lutero recibió la gracia en el fracaso de la última po-
sibilidad por llevar una vida piadosa. En la ruptura del
mundo monástico vio la mano salvadora de Dios tendi-
da en Jesucristo. Se amparó en ella seguro de que todas
nuestras obras son vanas, incluso con la mejor vida”.27
En su Itinerario hacia Dios, Ignacio Larrañaga
ejemplifica la más que segura e ingente tribulación en la
experiencia de Lutero, como mencionábamos epigráfi-
camente, al diferenciar la palabra de Dios de Dios mis-
mo, o la palabra amor del propio amor:
26
Hillerbrand Hans J., “The Reforming Spirit, en: Severy,
Merle”. (Editor), Great Religions of the World, pp. 361-384.
27
André, Louf, Escuela de contemplación: vivir según el
“sentir” de Cristo. p. 11.
172
28
Ignacio, Larrañaga, Itinerario hacia Dios, pp. 7-8.
173
La trascendencia paradigmática de la
Reforma luterana
La Reforma luterana, como dijimos anteriormente, sig-
nificó para la Iglesia Católica un duro golpe. La diás-
pora de católicos desilusionados a través de los siglos
continuó y continúa dándose.
El mundo ya no podía ser visto como un lugar de
pecado sino, muy por el contrario, como presencia del
amor de Dios, como reiteraba Lutero; buscar el Reino
era hacer lo que Jesús había dicho y hecho. De tal suerte
que, como afirmaba Lutero: “La justicia de Dios es para
él aquella por la cual somos justificados”.29
Por otro lado, la trascendencia, vigencia y cambio
paradigmático que realizó Martín, continúa dando hoy
en día encomiables frutos. A él debemos, entre otras co-
sas, la libertad de credo y el avance de las diversas cien-
cias y de la humanidad entera. Un diálogo constructivo
con la ecúmene y la sociedad postmoderna, de tal ma-
nera que, “¿Cuánto tiempo tendremos que esperar aún
para admitir reformas que Martín Lutero planteó con
mucha razón hace ya cuatrocientos años?”.30
Porque, como ha reiterado el gran teólogo y sacer-
dote suizo Hans Küng, la responsabilidad de la ruptura
protestante fue más obra de la jerarquía católica romana
que de Martín Lutero, al señalar:
29
Vidal César, op. cit., p. 242.
30
Hans, Küng, Libertad conquistada, p. 377.
174
31
Hans, Küng La Iglesia católica, p. 168.
32
Jacques Derrida, El lenguaje y las instituciones filosóficas.
p. 111.
33
Vidal César, El caso Lutero, p. 188.
175
Palabras finales
Renovarse o morir esa es, precisamente, la moraleja
que nos legan hombres comprometidos con su devenir,
con su vida, con la humanidad entera, con los “Otros”.
Siendo ello así, la Reforma es considerada como uno
de los momentos fundamentales de la historia moderna,
de la Historia Universal, ya que confirma una actitud
más libre de las conciencias, a partir del movimiento de
fuerzas que condujeron a la disolución del feudalismo.
Por ende, la Reforma luterana debe entenderse
como un intento, un catalizador, más que acertado, del
acercamiento del hombre con el Creador y, al mismo
tiempo, como una revisión, reinterpretación y crítica
profunda y reflexiva de la teología medieval, de acuer-
do con las exigencias y emancipaciones de los nuevos
tiempos. Donde, su tesis de la justificación por la fe
(sola fide), se convierte en el principal fundamento de la
teología luterana y en la base de todo su pensamiento,
incluido el social y el político, la separación entre el
Estado y la Iglesia actuales.
34
Ibid., p. 243.
176
Bibliografía
ACI, ¿Qué dijo el Papa Francisco sobre Lutero y la
corrupción en la Iglesia? En ACIPRESA, [en línea]
Roma, 28 de junio de 2016, en https://www.acipren-
sa.com/ noticias/que-dijo-el-papa-francisco-sobre-
lutero-y-la-corrupcion-en-la-iglesia-18302/ [Con-
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apud Severy, Merle. (Editor). Great
Religions of the World. Washington, D. C. National
Geographic Society. 1971.
177
Georg Leidenberger1
1
Profesor e Investigador del Departamento de Filosofía de la
Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa. Agradezco la
revisión editorial de la Dra. Yael Bitrán Goren.
2
Hayden White, El contenido de la forma: narrativa, discur-
so y representación histórica.
180
3
Martín Lutero, Die Freiheit eines Christenmenschen,. p .10.
Traducción mía
4
Idem.
182
5
Ibid., p.11.
183
8
Lo que sí surgió en esta época, afirma Sawday, era una no-
ción moderna de corporalidad, una noción del cuerpo físico pro-
pio, pero que no era lo mismo que una conciencia individual.
Idem,. “Self and Selfhood in the Seventeenth Century”, en Roy
Porter, ed., Rewriting the Self. Histories from the Renaissance
to the Present.
189
Bibliografía
BALDERAS VEGA, Gonzalo, La reforma y la con-
trarreforma. Dos expresiones del ser cristiano en la
modernidad, Tercera Edición, México, Universidad
Iberoamericana, 2017,
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discurso y representación histórica, 1ª ed., trad. Jor-
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chen, ed. Cristhian Zippert, Gütersloh, Kiefel, 1995.
PORTER, Roy, ed. Rewriting the Self. Histories from
the Renaissance to the Present, Routledge, 1997.
VI. ¿AMISTADES PELIGROSAS?
VÍNCULOS CRÍTICOS ENTRE MARTÍN
LUTERO Y ERASMO DE ROTTERDAM
Introducción
El propósito de este ensayo es demostrar los principios
de igualdad social y de justicia en la filosofía política
de Martín Lutero y los vínculos críticos compartidos
por este último y Eras-
mo de Rotterdam en sus
utopías políticas, como
fueron las propuestas
de reforma del cristia-
nismo real y sus idea-
les de comunidad en el
siglo XVI, la búsqueda
compartida por socie-
dades más justas du-
rante una época de de-
gradación institucional
eclesiástica y secular,
o las amenazas crecien-
tes de guerra en Euro-
pa provocadas por la
ambición desmesurada Ilustración de Héctor Stanislaw
de sus príncipes –con- de la Garza Bratroski: EKO
ducidos por la mano de
192
1
Cf., E. de Rotterdam, op. cit., 1905.
194
3
Cf., Erasmo de Rotterdam, Erasmus in Praise of Folly, il-
lustrated with many curious cuts, designed, drawn, and etched
by Hans Holbein, with portrait, life of Erasmus, and his epistle
to Sir Thomas More. Disponible en Online Library of Liberty.
200
4
Kolb, Robert, 2003. “Luther’s function in an age of confes-
sionalization”, en: Mc Kim y Donald K., eds. The Cambridge
Companion to Martin Luther, op. cit., p. 212.
201
5
“Epístola a los Romanos”, 3, 21-30.
202
6
Ibid., 3, 27-28.
203
9
Martín Lutero, First Principles of the Reformation or The
95 Theses and the Three Primary Works of Dr. Martin Luther,
pp. xi-xii. La traducción propia.
207
10
Idem.
208
11
Erasmo de Rotterdam, op. cit., 1905, pp. 15. Traducción
mía.
209
12
Ibid., pp. 15-16.
210
pañol es propia.
212
14
Erasmo de Rotterdam, op. cit., 1905, pp. 13-14. La traduc-
ción al español es propia.
213
15
M. Lutero, op. cit., 1883, p. 220. Traducción mía.
215
16
E. de Rotterdam, op. cit., 1905, pp. 221-222. Traducción
mía.
216
17
M. Lutero, op. cit., 1883. pp. 19-20. Traducción mía.
217
es propia.
220
Por lo tanto, tenemos que orar para que Dios nos guíe
y nos haga enseñar su palabra, es decir, que estén listos
para aprender de Dios; y Él mismo, como Él ha prome-
20
Ibid., p. 137.
222
22
Erasmo de Rotterdam, op. cit. 1876, p. 32. Traducción pro-
pia.
23
Erasmo de Rotterdam, op. cit., 1905, p. 83. Traducción
propia.
24
Ibid., 183-184.
225
Conclusiones
En esta investigación se demostró la existencia de cier-
tos vínculos críticos compartidos en las filosofías políti-
cas de Martín Lutero y Erasmo de Rotterdam en torno a
cuatro ejes temáticos: 1) la ley cristiana como principio
rector del ideal de justicia; 2) la crítica a la ambición y
corrupción de la Iglesia, del Papa y de los príncipes; 3)
los límites ético-políticos de la jurisdicción de estas ins-
tituciones; y 4) la legitimidad de la razón humana y sus
alcances. Los reformadores se oponen al ejercicio des-
pótico del poder secular y eclesiástico a partir de la ley
Cristiana. El cumplimiento de la ley divina es la base de
legitimidad del poder. La filosofía de Cristo –defendida
por ambos pensadores– constituye el centro de direc-
ción de la conducta ética y de la gobernabilidad política.
Quien se alejará de este centro, se corrompería termi-
nantemente y su poder se fetichizaría en un mero acto
tiránico, el cual sólo podría ser combatido mediante el
ejercicio crítico de la “publicidad”, es decir, a través de
la acción epistolar, la retórica y el arte.
Asimismo, coinciden también en su crítica diri-
gida a la ambición de poder, las riquezas mundanas y
los afanes de conquista. Se pronuncian en contra de la
superioridad del Papa frente a los príncipes y conside-
226
Bibliografía
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Biblia de Jerusalén. Salamanca, Desclée de Brou-
wer, 1966.
ROTTERDAM, Erasmo de, A Book Called in Latin
Enchiridion Militis Christiani and in English The
Manual of the Christian Knight, replenished with the
most wholesome precepts made by the famous clerk
Erasmus of Rotterdam, to which is added a new and
marvellous profitable Preface, London, Methuen
and Co, 1905.
ROTTERDAM, Erasmo de, Erasmus in Praise of Folly,
illustrated with many curious cuts, designed, drawn,
and etched by Hans Holbein, with portrait, life of
Erasmus, and his epistle to Sir Thomas More, Lon-
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EDWARDS, Mark U., “Luther’s polemical controver-
sies”, en Mc Kim y Donald K., eds. The Cambridge
Companion to Martin Luther, Cambridge, Universi-
dad de Cambrige, pp. 192-206. 2003.
LUTERO, Martín, First Principles of the Reformation
or The 95 Theses and the Three Primary Works of
228
Introducción
Hoy quizá podemos maravillarnos con el arte barroco
español y novohispano, por las ciudades edificadas en-
tre los siglos XVII y XVIII vemos centenares de turistas
tomando fotos y videos de esas joyas artísticas. Pero
podemos preguntarnos ¿siempre fue así? La respues-
ta contundente que encontramos en la historia es que
no. Antaño el barroco fue un término acuñado para dar
cuenta de lo exagerado, desproporcionado, recargado y
de mal gusto. Muchos críticos de esta expresión artística
y de esta época decían que sus creaciones eran verdade-
ros adefesios, fantasías descabelladas y depravaciones2.
Pero ¿porque las consideraban así? Desde el surgimien-
to de la Ilustración y el retorno de las formas clásicas
toda esta exuberancia del periodo anterior parecía un
despropósito, de ahí que innumerables altares y retablos
hayan sido destruidos y sustituidos por otros de corte
neoclásico. Sin embargo, estos ataques no fueron los
únicos ni los primeros, y más allá de disputas por cues-
tiones de gustos y estilos, se gestó una controversia más
1
Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa
2
Ver lo que se comenta al respecto en Víctor, Villegas, El
gran signo formal del barroco, 1956, p. 113-140.
230
La iconoclastia protestante
En las 95 tesis que hizo públicas Martín Lutero en la
parroquia de Wittenberg el 31 de octubre de 1517, y las
cuales estamos conmemorando este 2017, no hacen re-
ferencia explícita a una crítica por el uso de imágenes
232
3
El contexto de esta cita es cuando Yavé ha entregado el de-
cálogo a los hombres y presentándose como el único Dios ver-
dadero prohíbe cualquier tipo de representación: “No te harás
estatua ni imagen alguna de lo que hay arriba, en el cielo, abajo
en la tierra, y en las aguas debajo de la tierra.” (Ex.20,4) En este
caso creo resulta evidente que de lo que se trata es de erradicar
cualquier otra representación de algún fenómeno natural, astro
o animal que pudiera competir con Yavé.
4
Juan, Calvino, Institución de la Religión Cristiana, p. 50.
233
los pues eso es para los otros pueblos (Dt 4,15-20) pero
el argumento se vuelve violento cuando Dios permite y
ordena que se destruyan los templos y los dioses de los
otros pueblos5 algo muy similar a lo que aconteció en el
Saco de Roma de 1527.
El reformador francés encuentra que una de las
principales razones para oponerse a la representación
de Dios a través de la imagen es que ésta atenta contra
la gloria divina porque siendo Dios incorpóreo no puede
bajo ningún punto de vista ser reducido a un espacio cor-
poral determinado y aunque en algunas ocasiones Dios
se hizo presente bajo alguna forma esto fue solo para
preparar la verdadera revelación que puede ser experi-
mentada con solo “levantar el espíritu a lo alto”. Otro
de los argumentos que ofrece Calvino es que Dios no
puede ser de materia inanimada y para demostrarlo de
nueva cuenta recurre a los libros de los profetas Isaías,
Oseas y Miqueas que demuestran la necesidad imperio-
sa de destruir a los ídolos, y ante la pretensión absurda
de limitar a Dios a una medida Calvino nos dice que:
“[…] Dios no solamente prohíbe que se le represente en
talla, sino de cualquier otra manera posible, porque todo
esto es vano y para gran afrenta de su majestad.”6
5
“Ustedes destruirán totalmente todos los sitios en donde
los pueblos que van a desalojar han dado culto a sus dioses.
Ustedes lo harán tanto en los altos cerros como en las lomas y
bajo los árboles frondosos. Demuelan, pues, sus altares, rompan
sus pedestales, quemen sus troncos sagrados y hagan pedazos
las esculturas de sus dioses. Procuren borrar, en dichos lugares,
hasta el nombre de sus dioses.” (Dt, 12.3) Esto mismo recupera
Calvino de San Agustín que en su libro decimoctavo capítulo
XXXI de La Ciudad de Dios donde recordando al profeta Naun
también anuncia destruir estatuas y falsas escrituras.
6
J., Calvino, op. cit., p. 53.
234
7
El término Goecia hace referencia al engaño que la magia
hace provocando encanto o seducción. Mientras que el término
theourgia se refiere a la práctica que en la Grecia antigua invo-
caba mediante rituales mágico-religiosos los poderes atribuidos
a los ángeles y a los dioses.
8
San Agustín, La ciudad de Dios, p. 258.
235
10
J. Calvino, op. cit., p. 55.
11
Iconodulia es la forma que se dio a la acción de venerar a
las imágenes.
237
12
http://multimedios.org/docs/d000436/p00000.htm#4-
p0.14.1
239
14
José A., Maravall, La cultura del barroco. Análisis de una
estructura histórica,
15
Carlo María, Martini, “Los ejercicios y la educación artísti-
ca” en Arte y espiritualidad jesuitas I, p. 8-15.
16
En el quinto ejercicio de Ignacio de Loyola que está dedi-
cado a la contemplación sobre el infierno podemos ver como se
pide un conocimiento vivencial y se exige al practicante visuali-
zar la composición del escenario y después se pide ver las llamas
ardientes, oír los lamentos y las blasfemias de los que ahí se
encuentran, oler las pestilencias que del infierno se desprenden,
probar las lágrimas amargas, el odio y la tristeza que ahí imperan
y tocar el fuego ardiente. Ignacio de Loyola, Ejercicios espiri-
tuales de San Ignacio de Loyola, p. 83-84.
241
17
Michel, Certeau, “El espacio del deseo” en arte y espiritua-
lidad de jesuitas I. 2004, México, Artes de México No. 70, No.
38-47 38-47.
18
Carlo M. Martini, op. cit., p. 15.
19
Marc, Fumaroli, “Los jesuitas y la apologética de las imá-
genes sagradas” en Arte y espiritualidad jesuitas I, p. 19-21.
242
20
Ibid., p. 22.
243
Ibid., p. 30.
21
22
Recordemos que los actos perlucionarios son aquellos que
se refieren al efecto que se produce en el oyente la proposición
emitida por el hablante, de cuya intensión se puede desprender
miedo, confianza, crítica, etc. Ver John Saerle, Actos de habla,
p. 34.
244
23
Michael David Kighley Baxandall fue un historiador del
arte británico. Finalmente, profesor emérito de Historia del Arte
en la Universidad de California, Berkeley.
24
Corsi, Elisabetta, “Furor Matematicus” en Arte y espiritua-
lidad jesuitas I. p. 54.
245
26
Ibid., 31.
247
27
Alfonso, Alfaro, “El gran teatro del cielo” en Arte y espiri-
tualidad jesuitas II: p. 78-79.
28
Checa y Moran, El Barroco, p. 252. En donde habla de la
iglesia de los jesuitas– son insertadas todas las posibles inven-
ciones para atrapar las afecciones humanas, y para extasiar su
entendimiento: en primer lugar, la gloria de sus altares, un infi-
nito número de imágenes, ornamentos sacerdotales, y diversas
acciones que ellos usan en el servicio; junto a la más excelente
y exquisita música del mundo que sorprende nuestros oídos. En-
tonces cualquier cosa puede ser imaginada para expresar solem-
nidad o devoción, cualquiera es empleada por ellos. Traducción
mía.
248
29
Carlos Borromeo quien fue obispo y cardenal de Milán
provenía de la familia Medici, su tío fue el Papa Pio IV, también
fue secretario y administrador de los Estados Pontificios y fue,
podemos decir, un dedicado militante de la contrarreforma, de
entre su obra encontramos Las instrucciones de la fábrica y el
ajuar eclesiásticos el que se considera una fiel aplicación de los
decretos tridentinos sobre la veneración de las imágenes y las
disposiciones para la construcción de los templos.
249
30
Los atrios han sido modificados al paso de los años, pero
en algunos podemos observar aún las famosas capillas posas
que se ubicaban en los cuatro ángulos del atrio y las capillas
abiertas que servían para la realización de la liturgia.
31
Checa y Moran, op. cit., p. 259.
250
32
Ver Elisabetta, Corsi, op. cit., pp. 50-61.
33
Andrea Pozzo nació en Trento en 1642 y murió en Viena
en 1709, fue un jesuita pintor, arquitecto y diseñador de esce-
nografía del barroco italiano, entre sus influencias podemos en-
contrar a Rubens. Sus técnicas empleadas fueron la perspectiva,
(la falsa perspectiva), la arquitectura ficticia, la Cuadratura y la
trampa al ojo. Desde sus primeros años como pintor tuvo mucha
tarea pues era necesario decorar las viejas iglesias medievales
que carecían de la decoración pos tridentina que se requería.
Sus obras maestras son los frescos que elaboró en la cúpula, el
techo y el ábside de la Iglesia de San Ignacio en Roma y los que
realizó para la iglesia de Gesú,
34
Camillo Guarino Guarini nació en Modena en 1624 y
murió en Milán en 1683, fue un estudioso de la matemática y
escribió diversos tratados sobre la geometría descriptiva, cono-
cimientos que aplico en su faceta como destacado arquitecto.
252
35
Checa y Moran, op. cit., p. 87.
253
36
Ibid., pp. 75-76.
254
37
Heinrich, Pfeiffer, “Los jesuitas y los orígenes del teatro
barroco en Europa” en Espiritualidad jesuitas II, p. 26.
38
Ver Pablo, Amador, en Varios, 80 años, 80 obras. El Museo
del Carmen, p. 32.
39
Ver José, Hernández, “Escultura barroca en España” en El
Barroco, Arquitectura, escultura, pintura, p. 356
255
41
En Pedro, Ribadeneyra, Historia de la Contrarreforma, p.
XXVI.
42
Algunos datos biográficos de Rivadeneira, nació en Toledo
en 1526 bajo el nombre de Pedro Ortiz de Cisneros, pero adopto
el nombre de Pedro de Rivadeneira como nombre eclesiástico
que recuerda el lugar de origen de su abuela, en 1540 ingresa
257
44
El título completo de la obra es Aviso muy útil y de gran
provecho del invento que la cristiandad ha hecho de todos los
cuerpos de los santos y de las reliquias que están tanto en Italia
como en Francia, Alemania, España y otros países y reinos.
45
José L., Bouza, Religiosidad contrarreformista y cultura
simbólica del barroco, p. 30.
259
Conclusiones
Bibliografía
ALFARO, Alfonso, “El gran teatro del cielo” en Arte
y espiritualidad jesuitas II, 2005, México, Artes de
México, N° 76, pp.72-87.
AMADOR, Pablo, en Varios, 80 años, 80 obras. El
Museo del Carmen, México, INAH/CONACULTA,
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cultura simbólica del barroco, Biblioteca de dialec-
tología y tradiciones populares, Madrid, Consejo Su-
perior de investigaciones científicas, 1990.
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Países Bajos, Fundación Editorial de Literatura re-
formada, 1967.
CAMARILLO, Carmen, “Teatralidad devocional en el
barroco español y novohispano”, Murmullos filosófi-
cos, época 1 año 1 número 2, México, UNAM, 2012.
260
1
Profesor de la Universidad Iberoamericana. Ciudad de Mé-
xico.
2
Para la historia de toda la controversia, la clásica biografía
de Suárez sigue siendo un texto excelente; el capítulo IV, del
libro IV, está totalmente dedicado a esta cuestión: Raoul, Sco-
rraille, François Suarez de la Compagnie de Jésus. D’après ses
lettres, ses autres écrits inédits et un grand nombre de document
nouveaux.
3
Usamos el nombre vernáculo, porque las traducciones son
muy diferentes: en castellano, se le nombra como en hebreo la-
264
5
Marquer propone siete aspectos a considerar de acuerdo
con la lectura de Suárez; Éric, Marquer, “La Controverse entre
Francisco Suárez et Jacques Ier D’Angleterre”, en Annie, Moli-
nié; Merle, A.; Guillaume-Alonso, A. (dir.), Les Jésuites en Es-
pagne et en Amérique. Jeux et en jeux du pouvoir (XVIe-XVIIIe
siècles), p. 161-178.
266
7
Ibid., párr. 91.
269
8
Ibid., párr. 114.
9
Ibid., párr. 118.
271
10
Ibid., párr. 163.
11
Ibid., párr. 181.
273
Potestad soberana
Las jerarquías son un elemento básico dentro del con-
cepto de comunidad política para Suárez. La jerarquía
entre lo divino y humano es obvia; es única y va en
una sola dirección: de lo divino a lo humano. Por tanto,
“[…] una potestad se llama entonces soberana cuando
no reconoce otra superior a ella. Porque la expresión
soberana significa precisamente la negación de otra más
12
Ibid., párr. 191.
274
13
Ibid., párr. 267.
275
El derecho de Rebeldía
El núcleo central del problema que plantea Suárez es si
es válido (lícito) matar al rey; y, en su caso, bajo cuáles
condiciones. Nuestro autor propone tres cuestiones: la
doctrina, la exigencia de juramentos para los súbditos;
y, la contradicción del rey.
14
Ibid., párr. 616.
276
17
Suárez, Francisco, op. cit., párr. 1647.
278
18
Ibid., párr. 1686.
279
Reflexión historiográfica
En este apartado damos espacio a una reflexión que
siempre será necesaria para el estudio de este primer
momento a la conquista de América. La historia de In-
glaterra y España se va desenvolviendo de manera aná-
280
19
En realidad, nos referimos a todo un género literario de la
época relativo al absolutismo; nuestra hipótesis fuerte sería que
este absolutismo restringido al ámbito geopolítico de la Europa
cristiana es consustancial a la gestión de los primeros imperios
empíricamente, y por primera vez en la Historia, mundiales.
Para un primer debate de la cuestión ver el manejo conjetural
de: Elena, Fasano, “L’assolutismo”, en AAVV, Storia Moderna,
Roma, p. 315-349.
20
Michel Certeau, La escritura de la historia, p. 131.
281
22
Se trata de Amonestación del Dr. Martín Lutero a sus que-
ridos alemanes; citado en: Ricardo, García-Villoslada, Martín
Lutero, vol. II. En lucha contra Roma, p. 382.
23
Carter, Linberg, The European reformations, p. 240 y ss.
284
24
Esta obra cuenta con 22 extractos de varios de los títulos
que surgen al calor de la reforma: Hans J. Hillerbrand, (ed.), The
Protestant Reformation.
25
John H., Elliot, La Europa dividida (1559-1598), p. 124-
143.
285
El anglicanismo
El establecimiento del anglicanismo atraviesa varias
etapas26. Para los Stuart era conveniente el restableci-
miento del episcopado para que co-gobernara con la
monarquía, pero no como se fue dando con los aconteci-
mientos históricos. Para el rey no era cómodo gobernar
con los dos frentes religiosos: por un lado, los católicos
que se oponían a su investidura y por otro, los puritanos
que se oponían a sus tendencias absolutistas.
Aunque Loyola, fundador de la Compañía de Je-
sús, había implementado el seminario Germánico en
1552 para detener el avance de los protestantes en Ale-
mania, se instituyó solo hasta la sesión XXIII del con-
cilio de Trento (1563) estableciendo que cada diócesis
debía contar con un seminario, proponiendo a los jesui-
tas para promover el proyecto27. Desde la perspectiva
26
Al menos tres etapas para este autor; agregaríamos una
cuarta relativa a Charles I, importante para nuestro tema. Ver:
Evangelista, Vilanova, Historia de la Teología Cristiana, vol.
II, p. 414 y ss.
27
No es difícil suponer que tanto Ignacio de Loyola como
Carlos V tenían intereses parecidos, pero actuaban de manera
distinta; sin embargo, ambos cabezas de imperios restringidos
en lo político y en lo religioso; o, mejor: dos aspectos de un
mismo imperio. Al respecto, ver: Araceli, Guillaume, “Ignace de
Loyola et Charles Quint”, en Molinié, Annie; Merle, A; Guil-
laume-Alonso, A. (dir.), Les Jésuites en Espagne et en Amérique.
Jeux et en jeux du pouvoir (XVIe-XVIIIe siècles), op. cit., pp.
21-34.
286
28
Todo lo concentraba Roma hasta 1588 pero tras el desas-
tre de la ‘armada invencible’, la Monarquía de Felipe II acogió
los seminarios de ingleses en Valladolid (1589), Sevilla (1592),
Madrid (1610), Lisboa, Saint-Omer y Lieja (1593); de irlande-
ses, en Salamanca (1592), Santiago de Compostela, Sevilla y
Lisboa (1619); y, de escoceses, en Madrid (1627). Ver: Javier
Burrieza Sánchez, “Establecimiento, fundación y oposición de
la Compañía de Jesús en España (siglo XVI)”, en: Teófanes,
Egido, (ed.), Los jesuitas en España y en el mundo hispánico,
pp. 93-96.
287
29
Emidio, Campi, “Nascità e sviluppi del protestantesimo
(secoli XVI-XVIII)”, en: Filoramo G. y Menozzi, D. Storia del
cristianesimo. L’Età Moderna, pp. 75 y ss.
288
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