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Reformas pospuestas
Fernando Belaunde y Pedro Beltrán eran los críticos más conspicuos del gobierno
de Prado. Ambos enfatizaron la necesidad de vivienda y de una reforma agraria,
así como la moralización de la Administración Pública.
Se revelan también documentos secretos firmados por Ricardo Alonso, Embajador
de Cuba en el Perú, donde se implican cantidad de políticos, parlamentarios,
dirigentes estudiantiles y activistas de izquierda como agentes, pagados del
gobierno cubano. Justo antes de las elecciones presidenciales de junio de 1962 la
oposición Belaundista denuncia el fraude electoral que iban perpetrando los
partidos en el poder. Pesquisas judiciales confirman la falsificación de padrones
oficiales de votantes obtenidos ilegalmente en las oficinas del APRA y el MDP.
Manuel Odría fue protagonista de las elecciones más fraudulentas de la
historia del Perú (1950), las maniobras que le permitieron gobernar hasta 1956
con una mayoría abrumadora de senadores y diputados sumisos. Tenía
grandes redes de clientes y de patronazgo militar. Enriquecimiento ilícito. Según
Bustamante, Odría tenía un sistema de comisiones, participaciones y primas para
otorgar contratos de obras públicas y otros negocios oficiales.
Es evidente que la corrupción tiene un impacto devastador en el desarrollo
político, social y económico de los países. Afecta la democracia y acentúa las
desigualdades, los estados pierden recursos que deberían destinarse a mejorar
las condiciones de vida y garantizar el pleno ejercicio de los derechos de todos los
ciudadanos, especialmente de los más necesitados. Esta situación nos pone de
reto recuperar un Estado transparente y con funcionarios íntegros, que se
fortalezca frente a otros poderes fácticos, como el económico, y que asuma su rol
de garante de los derechos de los ciudadanos.
Pero también, implica impulsar el empoderamiento de una ciudadanía que vigile,
proponga y tenga un rol activo en el establecimiento de políticas y la
implementación real de los acuerdos internacionales de los que el Perú es parte
en esta materia. Por ello hace falta analizar permanentemente la realidad de las
acciones anticorrupción desde el Estado y la sociedad civil, si existe o no voluntad
política para combatir la
corrupción en el país; además,
de algunos casos concretos
que permitan determinar
posibles modus operandi,
modalidades y vacíos legales
que podrían estar abriendo
campo a los corruptos para
actuar.
Esa corrupción política
consiste en el mal uso del
poder para conseguir una
ventaja ilegítima, generalmente
secreta y privada, y que suele
estar muy ligada a la falta de transparencia. Como se ha podido evidenciar el
fenómeno de la corrupción suele instalarse en el ejercicio del poder y también en
la delincuencia económica, aunque es cierto que la mayor preocupación se centra
en el sector público, puesto que si bien el poder de corromper suele estar centrado
en quien puede vencer voluntades, y para ello es necesario dinero o algo similar,
no es menos cierto que frente a ello sólo se puede oponer, además de la
transparencia, un sistema de prevención y un modelo de justicia eficaz, y lo mejor
de la naturaleza humana, la moralidad. Aquí podemos reflexionar sobre el poder
que tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente.
Pero para defendernos de la corrupción como fenómeno actual, debemos
profundizar en las causas de la misma para así elaborar una auténtica auditoría de
riesgos, para identificar los procesos y prácticas donde se producen con mayor
frecuencia, con el fin de buscar soluciones eficaces contra la misma.