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Memorial de CIUDADANOS IMAGINARIOS los atanes y desventuras de la virtud y apologia dei vicio triunfante en la Republica Mexicana en el primer sigio de su historia. ~Tratado de Moral blica- Tesis que para optar por el grado de Doctor en Ciencias Sociales con especialidad en Sociologia presenta FERNANDO ESCALANTE GONZALBO Bajo la direccién del Dr. Javier Elguea Solis Centro de Estudios Secioldgicos El Colegio de México Mexico. D.F. Agosto de 1991 Para Beatriz "per occulta virtt che da lei mosse dtantico amor senti la gran potenza." Dante, Purgatorio, XXX, 38 AGRADECIMIENTOS Este libro, como todos, es una obra colectiva. Lo bueno que en el haya se debe a la colaboracién, acaso involuntaria, de una enorme cantidad de gente. Solo menciono, para no ser pesado, mi gratitua hacia unos cuantos. Le agradezco a Javier Elguea 1a exagerada confianza que tuvo siempre en mi trabajo, y sin la cual acaso me hubiese quedado a medio camino. A Ernesto Azuela Bernal su lucidez y su amistad, porque sin eso ni siquiera hubiese empezado. Le agradezco también a Josefina Z. Vazquez su generosidad y su tolerancia para guiarme en mis primeros tropiezos por el siglo diecinueve. A Luis F, Aguilar su buen humor y su paciencia, a Francisco Zapata su minuciosa atencién hacia mi trabajo, y a don Rafael Segovia todo lo que no hace falta que escriba aqui. Del otro lado del mar, agradezco al Instituto Universitario ortega y Gasset, a Ignacio Sotelo, José Alvarez Junco y Maria del carmen Iglesias, porque con ellos empecé a imaginar todo esto. Aqui al lado, a Pilar Gonzalbo Aizpuru por todos los libros que no escribis, y a Florentino Escalante Gallegos que antes de que yo pensara en escribirlo me conté mucho de 1o que hay en estas paginas. A David Pefia Alfaro, porque lo mio es suyo siempre, y a Pablo Herrera, que estuvo conmigo. A Leticia, por ser; a Boris, porque siempre esta; y a Beatriz, por todo lo que esta mas alla de mi trabajo. Aquel defecto de sociabilidad que es general en las posesiones espafiolas, los edios que dividen las castas’ mas aproximadas entre si, y por efecto de los cuales se ve llena de amargura la vida de los colonos, vienen wnicamente de los principios de politica, con que desde el siglo XVI han sido gobernadas aquellas regiones. Un gobierno ilustrado en los verdaderos intereses de la humanidad podra propagar las luces y la instruccion, y conseguira aumentar el bienestar ‘fisico de los colonos, haciendo desaparecer poco 4 poco aquella monstruosa ‘desigualdad de derechos y fortunas: pero tendré que vencer inmensas dificultades, cuando quiera hacer sociables 4 los habitantes, y enseharlos 4 tratarse mutuamente como conciudadanos. Alejandro de Humboldt, Ensayo politico sobre el Reino de la Nueva Espafi PREFACTO. El dia en que hizo su espectacular ingreso a la Academia de Letran, alguien le pregunté a Ignacio Ramirez qué era lo que mas le gustaba de México: "Veracruz, dijo, porque por Veracruz se sale de elt, Es posible que estuviera haciendo una broma. Pero muchos otros de sus contemporaneos lo pensaron en serio. Escritores, politicos, militares, hombres casi todos de prestigio, y muchos de los mas integros, de los més empefosos de la pequefia elite del siglo pasado. Poco después del triunfo de la Revolucién de ayutla, un acongojado Comonfort escribia: "No se necesita mas que dirigir una ojeada sobre la actualidad para conocer que la Reptblica es un edificio de arena que por todas partes amenaza desmoronarse" 2, Segin uno de sus colaboradores, Comonfort estaba entonces “altamente disgustado" y, en sus palabras, "al saltar las trancas .] para meterse en una diligencia y marcharse fuera del pais" >. ', La anécdota la refiere Guillermo Prieto, Memorias de mis tiempos. México: Porta, 1985, p.86. ?, carta de Ignacio Comonfort a Manuel Doblado, 19 de noviembre de 1855, en Los gobiernos de Alvarez y Comonfort sequin el archivo del General Doblado, Genaro Garcia, Documentos inéditos o muy raros para la historia de México, México: Porrua, 1974, p.416. *, Carta de Manuel Siliceo a Manuel Doblade, 24 de mayo de 1856, en Ibidem., p.488. 2 No era el wnico. Por ese mismo tiempo, después de entrevistarse con Comonfort, José Lopez Uraga escribia: desde luego conoci que ni habia gobierno, ni Ministerio, ni plan politico, ni esperanza alguna para este pobre pais; después volvi'los ojos a los elementos de reaccién y eran tan prostituidos, tan miserables y cobardes, que, lo confieso, me propuse salir del pais y sacar a mi familia; no pensé ya sino en ella. Comonfort tomé el camino de Veracruz muy poco mas tarde; y regresé, sin embargo, para ocuparse del Ministerio de Guerra durante la invasién francesa, mMurié en un combate, cerca de Querétaro. Lopez Uraga no llegé a salir; se pronuncié contra el gobierno dos dias después de escribir aquello. Lo interesante no son los destinos individuales de ninguno de ellos, sino la insistente sensacién de fracaso de todos. su decepcién, su pesimismo. "Confieso ingenuamente que una profunda tristeza se ha apoderado de mi animo, al recordar 1a inutilidad de los esfuerzos que hice..." 5 . Es ahora José Maria Iglesias, cerca ya de su muerte y bien asentado el gobierno del General Diaz. Después de haber ocupado todos los cargos posibles, desde escribiente a diputado, Ministro de casi todas las carteras y Presidente de la Suprema Corte de Justicia. vuelto, é1 también, del exilio para morir en Mexico. "Separado por completo de la politica, 4 la que he llegado cobrar verdadero horror, [...] espero pasar con resignacion, al *. carta de lépez Uraga al Coronel Montes Velasquez, 2 de diciembre de 1855, Ibidem., p.429. >. José Maria Iglesias, Autobiografia. México: INEHRM, 1987, P77. 3 lado de una esposa y de unos hijos tiernamente amados, los ultimos dias de mi vida" ¢. No es extrafio que la familia parezca un refugio. Lo curioso es que la politica produzea horror. Pero asi pasaba. Producia horrer y desaliento. Como algunos personajes de Rabasa, muchos eran los que pensaban que este pais no tenia remedio. Muchos se verian retratados en ese Pepe Rojo que confesab: "Necesito emigrar a un pais més civilizado, en donde la libertad haya sido mejor comprendida y practicada..." 7. Y si anhelaban tomar el camino de Veracruz es porque de ahi se iba a los paises "civilizados", la gran ilusion del diecinueve. casi todos, cuando les daba por recapitular su historia, o la historia del pais, venian a dar en algo parecido: Al ver, decia Alamén, esta completa extincién del espiritu piblico, que ha hecho desaparecer toda idea de cardcter nacional: no hallando en Méjico mejicanos, y contemplando 4 una nacion que ha llegado de la infancia 4 la decrepitud, sin haber disfrutado mas que un vislumbre de la lozania de la edad juvenil ni dado otras sefales de vida que violentas convuisiones, parece que habria razon para reconocer con el gran Bolivar, que la independencia se ha comprado 4 costa de todos los bienes que la América espafiola disfrutaba... © Un desencanto que tenia también, por supuesto, consecuencias politicas. E1 doctor Mora veia, en 1827, que el pesimismo y el temor lo minaban todo: "la confianza publica ha decaido demasiado, 6, Iwidem., p.78. 7 p.313. - Emilio Rabasa, La gran ciencia. México: Porrta, 1985, ®. Lucas Alamin, Historia de Méjico, desde los primeros movimientos que prepararon su_independencia en el ano de 1808 hasta la época presente. [1852] México: F.C.E., 1985, Vol.V, p.904. 4 y esta a punto de perderset °. Los capitales huian, los prestamistas aprovechaban el descrédito del Estado, y eran pocos los que creian que tuviese sentido pagar impuestos, obedecer las leyes o incluso defender el territorio. Dolorido, el General Tornel veia a Mexico convertido en “el ludibrio y el escarnio del universo" ™, y muy poco después, el exgobernador de Guanajuato Francisco Pacheco escribia: "Esto, amigo mio, se lo llevé el diablo; nuestro pais es una torre de Babel, y latrocinio y maldad Esa sensacién, de que todo se lo habia de llevar el diablo, la compartian liberales y conservadores, y lo mismo cuando llegaban triunfantes que cuando salian en derrota. Ponciano Arriaga, en el Constituyente de 1856: En cuanto a frialdad y desalienvo, los siente en verdad al contemplar tantas ilusiones perdidas, tantas esperanzas desvanecidas [...] ¥ si se detiene a examinar la situacion del pais, siente que estan enfermos su espiritu y su cuerpo, que decae su dnimo... %, José Maria Luis Mora, El Observador, 6 de junio de 1827, en Mora, Obra politica, Briseho, Solares y Suarez (Comp.) México: Instituto Mora, 1988, Obras Completas, Vol.I, p.431. ©, José Maria Tornel, Breve reseha_historica de los acontecimientos mas notables de la nacion mexicana. [1852] México: INEHRM, 1987, p.12. . carta de Francisco “acheco al general Santiago Blanco, 26 de agosto de 1855, en La Revolucién de Ayutla sequin el ivo del general Doblado. ‘Genaro garcia, Documentos ineditos o muy raros para la historia de México, méxico: Porrta, 1974, p.188. ". ponciano Arriaga, discurso el 16 de octubre de 1856, en Francisco Zarco, Historia del Congreso Constituyente de 1857. México: INEHRM, 1987, p.719. 5 Algunos habia, afortunados, que podian usar del pesimismo, mas © menos de buena fe, y culpar de todo o casi todo al enemigo del momento, Asi Juan Alvarez, por ejemplo, durante 1a Revolucién de aAyutla, veia cémo el pais iba "desmorondndose como si fuese de arena, en las manos del funesto general Santa Anna, que la entrega y la vende al extranjero" "3. Del mismo modo, poco antes, la redaccioén monarquica de El Tiempo entendia que se iba “a la ruina, a la desmoralizacion, a la anarquia, a la disolucién completa de ia nacion" por obra del orden republicano “. Hay que tomar nota de ello. El pesimismo hacia muy facil desacreditar a cualquier gobierno, y sumamente dificil defender a ninguno. Los vencedores llegaban cada vez repitiendo que habia pasado “una época fatal" donde se habia establecido "el reinado del desorden y de la inmoralidad" '; y al poco tiempo, una acusacien parecida les caia encima. Acaso con la misma justicia. En todo se veia el fracaso, en todo habia razones para el desconsuelo. Por eso eran los politicos, los letrados, tan adictos a la idea de regeneracion nacional. Estaban todos convencides de 3, Manifiesto de Juan Alvarez, 1854, en Anselmo de la Portilla, Historia de 1a Revolucion de Mexico contra la Dictadura del General Santa Anna, 1853-1855. [1856] México: INEHRM, 1987, Apendice, p.XLIII. \“\, £1] Tiempo, Profesién de fe, 12 de febrero de 1846, en Gastén Garcia Cantu (Comp.) El_pensamiento de la reaccién mexicana. Historia documental. mexico: UNAM,1986, Vol.I, p.240 5. Benito Juarez, Exposicién al Congreso de Oaxaca, 1849, en Juarez, Exposiciones (cémo_se_gobierna). Edicion de Angel Pola, mexico: INEHRM, 1987, p.219+ 6 que habia que hacer de nuevo el pais, entero. Porque sin eso, sélo podria repetirse la historia sin fin de la caida. Es ahora el Dictamen acerca de la forma de gobierno que se preparé para llamar a Fernando Maximiliano al trono de México: eVolveremos a los desmanes de nuestros califas militares; a ser frios espectadores en la desmembracion del resto de nuestro territorio; a la administracién de justicia puesta en venduta publica; a los crimenes de un ejército mandado por célebres facinerosos; a la proscripcion de la Religion y del culto catélico; a los perpetuos amagos de la propiedad; a las extorsiones escandalosas asi de los ricos como de los miserables, para henchir diariamente las arcas del erario siempre exhaustas; al derroche del tesoro piblico para improvisar escandalosas fortunas; a la paralizacién del comercio y de todos los giros que son la vida de los pueblos; al abatimiento profundo de las artes y profesiones; al imperio del pufial de los asesinos que recorren con el triunfo de la impunidad las grandes y las pequefhas vias de comunicacion; al detestable sistema de la leva, que arranca del seno de las familias a los padres, y del trabajo a millares de robustos brazos; [...] en una palabra, al ultimo extremo de la miseria y al insondable abismo de la inmoralidad y de la humillacion? La retérica de la pregunta queria una negativa entusiasta. Pero se volvié a ello. A casi todo. Sin duda habia razones, y muchas, para el pesimisma. Lo que me intriga mas, sin embargo, es que casi siempre repose sobre un juicio moral. La inmoralidad estaba, asi lo vivian, en la raiz de los males del pais. Manuel Siliceo hablaba de un " igno maldito" que "nos persigue y que nos hace victimas del robo, del pillaje, de 7 la prostitucion y de la inmoralidaa" ¥ Carlos Maria de 16. Dictamen acerca de la forma de gobierno, 8 de julio de 1863, en Ignacio Aguilar y Marocho, La familia enferma. México: Jus, 1969, p.181. . carta de Manuel Siliceo a Manuel Doblado, 17 de noviembre de 1855, en Los Gobiernos de Alvarez y Comonfort, op.cit., p.414. 7 Bustamante, pesaroso, escribia: "lo que mas aflige es recordar que los enemigos mayores de esta nacion han sido sus propios hijos, sus desmoralizados hijos" ". Con la misma tristeza, la misma verguenza, José Fernando Ramirez en 1847: "Todo, todo lo hemos perdido menos el honor, porque éste hace muy largo tiempo que nos dejo" '%, Algunos intentaron explicar la inmoralidad, darle causas materiales, contra las que algo se pudiera hacer. Y sobre todo se fijaron, los liberales en el peso de la herencia colonial, los conservadores en las consecuencias del espiritu moderno, y ambos en la educacién. Pero detras de su desencanto, de esa avergonzada conciencia de la inmoralidad, estaba siempre una fantasia: la del orden civico tal como se imaginaba que seria en Europa o en los Estados Unidos. Sobra decir que a duras penas podrian unos pocos conocer con alguna certeza lo que ocurria mas alla del mar, o al norte de la frontera. Pero estaban, en cambio, los libros, los entusiasmades informes de los viajeros, las creaciones filoséficas y, sobre todo, la necesidad de que la "civilizacién" existiera en alguna parte. El modelo cultural mas persistente fue, sin duda, Francia: la Francia de la Tlustracion y los Derechos del Hombre, la del refinamiento y la cortesia. No, por supuesto, la de la Revolucion. . carlos Maria de Bustamante, El Nuevo Bernal Diaz del Castillo, o sea historia de la invasion de los anglo-americanos en México. [1848] Mexico: INEHRM, 1987, T.II, p.36. . José Fernando Ramirez, México durante su_querra con los Estados Unidos, Genaro Garcia, Documentos inéditos o muy raros para la historia de México, México: Porrua, 1974, p.539. 8 Para los conservadores de casi todo el siglo, la alternativa era Espaha: una Espafia imaginaria también, modelo de orden y estabilidad, de vida catélica y tradicionalista. Para los liberales, los Estados Unidos: una extrafa confusién de igualdad natural, de espontaneidad democratica y energia progresista. casi todos creyeron siempre de buena fe que ese imaginario orden era posible, que era un hecho en el mundo "civilizado". No sabian, 0 no querian saber de la violencia de la vida publica espafola, del autoritarismo francés o de la corrupcién en los Estados Unidos. De ahi que el desencanto fuese tan dramatico, y que el pragmatismo llevara siempre el estigma de ser una transaccién con la barbarie. Frente al modelo de la ciudadania responsable, de los politicos ilustrados, de la ley justa y la democracia en marcha este pais resultaba decepcionante. Sobre cualquier asunto informaba una prensa venal y escandalosa o decidia un magistrado corrupto, se imponia la influencia de un politico oportunista, el misterioso amparo de una logia o una camarilla, en el desesperante paisaje de un pueblo distante, incomprensible. Lo que me he propuesto, en las paginas que siguen, es explorar las razones de ese desencanto. Reconstruir el mundo moral que vieron con la misma aprensién Mora y Alaman, Comonfort, Arriaga y Rabasa. Y explicar, en lo que pueda, por qué no podia coincidir con el modelo que imaginaron. Me importa la moral, pues, en muy buena medida porque a ellos les importaba. ¥ porque creo que no estaban equivocados en eso. 9 cualquiera que se enfrenta a la historia encuentra en ella una mezcla de idealismo y ambicién, de entusiasmo y de violencia, de esperanza y mezquindad. £1 talante optimista de buena parte de la historiografia de nuestro siglo ha querido una historia hecha casi slo de esperanza, de heroismo y de progreso. En el siglo pasado ocurria lo contrario; cuesta trabajo, leyendo los textos de entonces, ver en la historia algo més que ambicion, estupidez y crueldad. Por mi parte sdlo he procurado evitar, para ser justo, las abstracciones. Porque no creo que nada serio pueda predicarse de México 0 Los Mexicanos, ni que haya que contar como logros positives algo tan inasible como el Progreso, la Libertad o la Soberania. Y para empezar sélo digo, con Anselmo de la Portilla’ "nosotros hemos citado la fecha de los documentos, y hemos reproducido sus mismas palabras: no tenemos la culpa de haber encontrado malas cosas que decir" *, Fernando Escalante Gonzalbo Ciudad de México Septiembre de 1991 7. Anselmo de la Pertilla, op.cit., p.14. 10 INTRODUCCION GENERAL: MORAL PUBLICA Y ORDEN POLITICO 1. La moral como problema Hubo un tiempo en que el estudio de la conducta humana era, sin nas, reflexion moral. Hoy, en cambio, cuesta trabajo encontrarle un lugar a la moral: da la impresion de que, para muchos, seria preferible poder pasarse sin ella. La moral es un tema incémodo. Primero, porque parece dificil hablar sobre lo bueno y lo malo desde algin lugar mas alld del bien y del mal; y segundo, porque estamos muy lejos de la certeza de otros tiempos. Nuestro escepticismo tiene mucho que ver con este olvido -si puede hablarse asi- de la.moral ' Por encima de eso, sin embargo, es un tema molesto porque siempre pesa en él la sospecha de estar tratando con quimeras. Para el espiritu positivo y un tanto cinico de nuestro tiempo, la moral apenas resulta visible: hoy parece razonable que la gente obre por interés, por una mecanica subconsciente, o incluso por instinto; no esta tan claro, en cambio, que obre de acuerdo con reglas morales. con ese animo, 1a sociologia ha buscado la forma de dar explicaciones més sélidas, m4s razonables, a partir de las condiciones de vida, la edad o el sexo, la escolaridad, los recursos materiales y demas. ¥ sin embargo, la moral anda por ahi, 1, El revuelo que causé, hace unos afios, el libro de Alisdair MacIntyre, Tras la virtud (Barcelona: Critica, 1987) es evidencia bastante de que la cuestion moral no esta muerta; pero también de que esta en un atolladero de muy dificil salida. aa en alguna parte, y hay que darle su lugar como ideologia, manipulacion, tradicion cultural... Es posible que, a estas alturas, parezca un retroceso volver a buscar explicaciones en la moral. Pero hay mucho todavia que no puede entenderse mejor de ninguna otra manera, y eso ya es una justificacién bastante. Los hombres, vistos por separado o en conjunto, acttian como si siguieran reglas: reglas de juego, que dicen qué hacer y cémo hacerlo ?; y explican también su conducta, cuando se ven forzados a ello, apoydndose en normas més o menos explicitas Por cierto que esas reglas se cruzan, en una trama muy apretada, con intereses materiales y situaciones politicas, con una multitud de otros hechos. Pero eso no basta para desestimarlas, porque no son "generalizaciones empiricas", como se dice, que puedan reducirse a nada mds simple, ni son pretextos ni racionalizaciones. Las reglas expresan valores, y la gente las sigue justo por eso: no por una conveniencia o un interés abstractos, sino porque son reglas que dicen cémo es el mundo. En la expresién espafiola de hacer las cosas “como Dios manda" se retinen la naturalidad de lo inevitable y la imprecisa conciencia de una obligacion; de eso se trata. 2. Insistiré bastante, en lo que sigue, sobre esta idea de Wittgenstein, porque es la intuicién que me sirve como punto de partida. 3. cuando hablamos acerca de acciones, nuestro lenguaje tiene una ambivalencia muy significativa. Al decir como se hace algo "lo que decimos puede informar o describir el modo de hacerlo d hecho,(...) pero puede también sefialar una manera de hacer o decir algo que debe ser seguida.” H.F.Pitkin, Wittgenstein: el lenguaje la__politicay la justicia. Madrid: Centro de Estudios Constitucionales, 1984, p.332 12 El tema puede no ser simple, pero es claro. Me propongo estudiar los valores que se manifiestan en las conductas, a partir del supuesto de que esos valores ayudan a explicar las conductas. Lo cual, dicho sea de paso, no tiene nada que ver con una discusién sobre lo bueno o lo malo; estoy del todo de acuerdo con Weber cuando niega categéricamente "que una ciencia ‘realista' de lo ético...pueda por su parte dar lugar a una 'ética' capaz de afirmar 4 alguna vez algo sobre lo que debe valer. En ese sentido, mi estudio aspira a ser neutral. Pero no por eso sirve para justificar una actitud escéptica. El escepticismo es una moral como otra cualquiera, y necesita de otro tipo de fundamento. Comprenderlo todo no es perdonarlo todo. 2. Origen y fundamento de la moral "La costumbre, dice Pascal, es una segunda naturaleza que destruye la primera. Pero, ¢qué es la naturaleza? Por qué la costumbre no es natural? Tengo mucho miedo de que esta naturaleza no sea, a su vez, sino una primera costumbre, como 1a costumbre es una segunda 5 naturaleza" °. Todavia hoy podemos sentir la angustia de Pascal, su vértigo ante la posibilidad espantosa de que no haya nada sélido, nada definitivo. ‘.Max Weber, "Los juicios de valor en ciencia social", en La accion social: ensayos metodolégicos. Barcelona: Peninsula, 1984, p.65. La "ciencia realista de lo ético" de 1a que habla Weber es el estudio de la influencia reciproca de las convicciones éticas y las condiciones de vida. 5 Blaise Pascal, Pensées. Paris: Flammarion, 1976, n.93, p.77 13 La duda de Pascal abre la puerta a la peor de las pesadillas: que seamos responsables de todo, responsables absolutamente. Pero también sugiere una aventura mas modesta: indagar hasta donde llega la costumbre, por qué los hombres la aceptan, de dénde deriva su autoridad. Esa curiosidad esta en el origen de la reflexion sociolégica sobre la moral. La solucién completa supone, de hecho, encontrar un sustituto de Dios, que a la vez explique la autoridad de las normas y la obediencia de los individuos. ¥ lo inmediato es buscarlo en los otros, en todos los otros que rodean a cada hombre en el espacio y en el tiempo; buscarlo en esa cautivadora abstraccién que es la Sociedad. Por ese camino fueron Comte y Durkheim, y muchos otros después. La Sociedad, interminable y resistente frente a la fragilidad de los individuos, impone normas, exige ciertas conductas, y por su propia inercia también castiga. Dice Durkheim: (...)1a unica personalidad moral que se encuentra por encima de las personalidades particulares es la que forma la colectividad. Sélo ella tiene también 1a continuidad e incluso la permanencia necesaria para mantener la regla por encima y més alla de las relaciones efimeras que diariamente ja encarnan. De modo que tiene sentido suponer que una regla moral "expresa 7 esencialmente necesidades sociales" Puede no haber una Naturaleza en el fondo de nuestras accione: } puede ser todo costumbr: pero la costumbre es ahora algo sélido, arraigado, y . Emile Durkheim,La_ division del trabajo social, Madrid: Akal, 1982, p.6 . Ibid., p.6 14 arraigado con tanta firmeza que la moral no es sino lo social actuando a través de los individuos. Bergson lo ha dicho con bastante claridad. La sociedad, escribe, es un sistema de costumbres, cada una de las cuales responde -directa o indirectamente~ a una exigencia social, de modo que todas se sostienen mutuamente, como un bloque. La solidaridad social existe porque, en cada uno, un "yo social" se entreteje con el "yo individual"; y cultivar ese "yo social" es nuestra obligacion esencial respecto a la sociedad. * La formula puede ser mas o menos atinada; lo que importa es que, hoy por hoy, es dificil ir mas alla de la Sociedad, hacia Dios, o m4s acd, hacia la Naturaleza, y encontrar respuestas satisfactorias para el problema de la moral. Este nexo de la moral y la Sociedad puede ser explicado de muchas maneras. La forma més simple, y creo que demasiado rigida, consiste en suponer que la conformidad con las normas resulta de un aprendizaje condicionado por 1a amenaza de sanciones; es el modelo conductista clasico. Segin esto, el "aprendizaje moral", como cualquiera otro, seria una funcién del reforzamiento de conductas: Una norma es aprendida o internalizada cuando el actor ha sido condicionado por las sanciones lo suficiente para que su comportamiento se adecie a la norma, como un medio para escapar a las sanciones. Tal aprendizaje, sin embargo, no esta ®. Henri Bergson, Les deux sources de la morale et de la religion. Paris: Presses Universitaires de France, 1984, capitulo primero. 15 nunca concluido; reposa siempre sobre 1a amenaza de sanciones ulteriores. Intuitivamente, el esquema parece sensato. Pero tiene limitaciones que se hacen evidentes muy pronto. Simple como es también résulta poco flexible, porque hay mucho mas que aprendizaje y adaptacién en la moral. Un asunto complicado y hasta oscuro es el cambio. Porque los valores cambian, como cambian las sociedades; pero nunca cambian al parejo, y ni siguiera en el mismo sentido. Es a veces una lenta decadencia de valores inservibles: "El cambio se hace inconscientemente, por irrespetuosidad en los de abajo y por falta de convicciones en los de arriba. Esto se agrieta porque se descompone. Nadie cree en su misién, ni el juez que condena, ni el cura que dice misa, ni el militar que mata en la guerra" ", Pero es también, a veces, una lucha abierta Edward Thompson ha dedicado un extenso y brillante ensayo a este asunto '', Resulta que las practicas capitalistas, en sus origenes, fueron rechazadas y combatidas con argumentos morales resulta que muchos motines e insurrecciones se apoyaron en los valores paternalistas de la economia tradicional. La moral, pues no sélo trabaja por el orden, sin més. Puede ser también un recurso de resistencia, y aun de rebelién . John Finley Scott, Internalization of Norms. A sociological theory of moral commitment. Englewood Cliffs, N.J.: Prentice Hall, 1971, p.92 . Pio Baroja, Aurora roja. Madrid: Caro Raggio, 1974, p.275 , Edward P. Thompson, "La economia moral de la multitud en la Inglaterra del siglo XVIII", Tradicién, revuelta y consciencia de_clase. Barcelona: Critica, i984, passin. 16 Pero hay més. La moral no es tampoco un sistema uniforne. La estruendosa evidencia de los valores dominante: , malamente puede ocultar el hecho de que el orden moral es, m4s que otra cosa, un arreglo de usos y valores dispares *. Puede ser el caso, por ejemplo, de comunidades campesinas que mantienen un orden comunitario dentro de un Estado moderno "3; puede ser también el de grupos profesionales, corporaciones, estamentos, con orientaciones particularistas; o puede ser el de una sociedad que se organiza, formalmente, suponiendo un sistema de virtudes civicas, digamos, pero que dia a dia vive de acuerdo con valores patrimoniales, clientelistas u otros cualesquiera ". Supongo que son suficientes estos apuntes para sostener la idea de que las relaciones entre la moral y la Sociedad son bastante complicadas. Sin duda ambas forman parte de una misma trama, pero la Sociedad es una abstraccién demasiado difusa para explicar la vida moral: hay muchos vericuetos y muchos intermediarios entre la una y la otra. Vuelvo a Bergson: la moral es una especie de "yo social" que se entreteje con el “yo individual! no se le impone, no lo condiciona: le permite expresarse, relacionarse, existir en sociedad. La moral da sentido a los comportamientos particulares, %. Sobre esto, ver Agnes Heller, Sociologia de la vida cotidiana, Barcelona: Peninsula, 1977, p.148 ss. "3. B1 caso lo ha analizado, en un texto clasico, James Cc. Scott, The moral economy of the peasant. Rebellion and subsistence in Southeast Asia. New Haven: Yale University Press, 1976. “Esto resulta evidente en las sociedades que estan en proceso de "modernizacién", pero el esquema se repite, de forma similar, en las sociedades posindustriales, como lo ha sefalado Salvador Giner "El rapto de la moral", Ensayos civiles, Barcelona: Peninsula, 1987. wv a las decisiones particulares, poniéndolos en relacién con las exigencias sociales '. Desde luego, la forma genérica de esta relacién es la de una subordinacion: los actos del individuo son incorporados a pautas de sentido comunes, colectivas, genéricas. Pero esto no autoriza, de ningtin modo, a suponer que la moral tenga nada que ver con el altruismo. Niebuhr parece suponer algo asi: Los hombres, dice, pueden ser individualmente morales en el sentido de que ‘son capaces de tomar en consideracion intereses distintos de los propios para resolver problemas de conducta, y llegan en ocasiones a preferir las ventajas ajenas a las propias '. De donde puede concluirse que "el acto més moral es aquel que se mueve a impulso de motivos desinteresados"”. Creo que hay una confusion en el argumento. No hay una sola moral, ni es sélo moral la generosidad 0 el desinterés. £1 més frio egoismo revela, tanto como el sacrificio, un sistema social de valoraciones, una moral. No es “més moral" un campesino que un empresario, ni es més moral, aunque parezca extrafio, un ciudadano que un politico. Para decirlo con una sola frase, no hay ninguna orientacién de conducta que sea inmoral en si misma, sino sélo por referencia a otra jerarquia, a otro orden moral. %. ver A. Heller, op.cit., p.132 ‘6, Reinhold Niebuhr, El hombre moral en la sociedad inmoral. Un_estudio de ética y politica, Buenos Aires: Siglo Veinte, 1966, P.9 ". Ibid., p.232 18 3. Racionalidad y moral En tiempos recientes, un buen numero de autores ha intentado explicar el laberinto de 1a accién humana con ayuda de lo que se ha llamado modelos de “eleccién racional". En pocas palabras, construyen un tipo abstracto de individuo, que tiene una jerarquia consistente de preferencias, y que elige, enfrentado con una serie de posibilidades, la solucién mas favorable; ese seria, asi nos dicen, un individuo racional. Lo que sigue es todavia mds endeble. Los modelos suponen que, en promedio, los hombres son individuos racionales de ese tipo. Siendo asi, es posible explicar -y predecir- las conductas de grandes grupos a partir de una simplificacién ideal de las motivaciones, en escenarios estilizados de situaciones posibles.”* Exagerando un poco, suponen’ que las relaciones entre individuos siguen el esquema basico del intercambio; que las decisiones tienen que ver con "invertir" o "apostar", a partir de un cdlculo de costos y beneficios; y suponen que los hombres tratan siempre de "maximizar" su utilidad en cada transaccion. Lo més atractivo que tienen estas explicaciones, es que permiten dejar de lado no sélo las cuestiones morales, sino continentes enteros de la reflex én sociolégica, con sus preocupaciones por las clases, los roles, los sistemas de accién, etcétera. Tienen, adem4s, a su favor, una apariencia de realismo ‘®, Entre los autores clasicos de la "eleccion racional" estan Kenneth Arrow, James Buchannan, Karl Popper, y los creadores de la Teoria de Juegos, Von Neumann y Morgenstern. Hay también un curioso entrelazamiento del marxismo con estos modelos en la obra de J.E. Roemer y Jon Elster. 19 crudo, un aire de franquezd iconoclasta que las hace parecer, a simple vista, modelos de pensamiento cientifico. Entre paréntesis, y aunque sea exagerado, me recuerdan a los “psicdlogos ingleses" de los que decia Nietzsche Queramos 0 no queramos, los encontramos aplicados siempre a la misma obra, a saber, la de sacar al primer teérmino la partie honteuse de nuestro mundo interior y buscar lo propiamente operante, lo normativo, lo decisivo para el desarrollo, justo alli donde el orgullo intelectual menos desearia encontrarlo (por ejemplo, en la vis inertiae del habito, o en la capacidad de olvido, o en una ciega y casual concatenacién mecdnica de ideas, o en algo puramente pasivo, automatico, reflejo, molecular y estupido de raiz) Desde luego, las teorias son mas inteligentes que todo esto; pero creo que mi esbozo no es del todo injusto. En su origen, esta idea de la racionalidad esta vinculada con el pensamiento econémico. Como lo ha mostrado Hirschmann, la autonomia de lo econémico esta asociada con una forma particular de conducta, apoyada en el calculo y orientada hacia la obtencién del maximo beneficio . contra las formas tradicionales de conducta, se supuso desde un principio que la conducta econémica tenia su motor en el interés, y que era -por ello- desapasionada y calculadora. £1 homo oeconomicus no era, pues, un hombre egoista, sino un hombre interesado: racional. Fuera de la economia, suele ser dificil encontrar alguna unidad de cAlculo de intereses, y dificil también asimilar otras situaciones a la forma paradigmatica del mercado. Pero esos son problemas secundarios. 1, Friedrich Nietzsche, La_genealogia de la moral, Madrid: Alianza, 1983, p.29 *, Ver Albert 0. Hirschmann, Las pasiones y los intereses, México: F.C.E,, 1978, passim. 20 El nucleo del modelo econémico de la racionalidad es la capacidad de preferir una cosa sobre otra. Esto es, la posibilidad de valorar las cosas, y ordenarlas en una jerarquia que permita elegir. Su mayor debilidad, pues, como lo ha visto Jon Elster, esta en el problema de la formacién de preferencias, o sea, en el atolladero de la moral 7". En lo que me interesa, estas teorias tienen dos debilidades serias: primera, por supuesto, no pueden explicar cémo se crean las jerarquias de preferencias, los valores; y segunda, tienden a dejar de lado las distorsiones, por hablar asi, que la moral introduce en las decisiones racionales. Un ejemplo evidente es el mercado. La concurrencia de individuos interesados sélo proporciona estabilidad y prosperidad si, aparte de egoistas, son individuos respetuosos de la legalidad y obedientes para la autoridad estatal. El punto no es trivial, porque una orientacién utilitaria, sostenida por el afan egoista de la acumulacién, en principio sélo produce una actitua predatoria. Esto explicaria, por cierto, las deformidades de algunos mercados; pero ésa es harina de ctro costal. Algo parecido ocurre con otros hallazgos clasicos de la “eleccién racional", como el dilema del prisionero 0 la logica del 2 vividor (free-rider) en la accion colectiva *. Todos ellos tienen, *, Elster tiene varios trabajos sobre este asunto; en particular interesan Sour grapes: studies in the subversion of rationality. Cambridge: Cambridge University Press, 1985, y Ulises y las Sirenas: estudios sobre racionalidad e ‘irracionalidad. México: F.Cc.E., 1991. 2. una explicacién detallada y accesible del dilema del prisionero aparece en Morton Davis, Introduccién a la teoria de juegos. Madrid: Alianza, 1986; sobre la cuestién del “vividor", Mancur Olson, The logic of collective action. Nueva York: Schocken Books, 1968. 22 mas 0 menos escondidos, un montén de supuestos morales que hace falta explicitar. Se han sofisticado mucho los modelos, pero creo que el problema subsiste, porque la racionalidad econémica no puede abordar la cuestion moral. Sin embargo, me interesa la perspectiva porque creo que un modelo de conducta racional puede ser una herramienta muy util. En esto, las reflexiones de Michael Oakeshott me parecen importantes como guia “. segun él, la raiz del problema esta en la nocién de racionalidad. Suele pensarse que una conducta es racional cuando persigue un fin concreto, de manera deliberada, y procede por una seleccién reflexiva -calculada- de los medios més eficientes. Intuitivamente, nuestro modelo ideal de racionalidad es la actividad cientifica. De tal forma, el eje de la conducta racional debe ser la mente una mente que es un instrumento neutral, que funciona mejor cuanto mas libre esta de prejuicios. Sin embargo, rara vez puede cumplirse con ese ideal. De hecho, no parece siquiera que sea practicable en absoluto. Hacer algo -dice Oakeshott- depende de un saber _cémo hacerlo; y aunque en parte (nunca enteramente) ese saber hacer pueda ser reducido a un conocimiento en forma de proposiciones (y acaso reglas y principios), estas Proposiciones no son, ni el motor de la actividad, ni en ningun sentido directo reguladoras de la actividad. * En realidad, nunca encontramos acciones aisladas, cuyos fines Y medios puedan ser premeditados y calculados. Los hombres estan ®. En lo que sigue estoy glosando los argumentos de Michael Oakeshott, "Rational conduct" en Rationalism in politics and other essays. Londres: Methuen, 1981. Vale la pena anotar que tiene afinidades importantes con las ideas de Wittgenstein, segun las ha desarrollado Hannah Pitkin, op.cit., passin. %. M. Oakeshott, op.cit., p.90

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