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Nunca antes se había visto a Toto Wolff tan fuera de sí como durante las últimas dos vueltas de la carrera

del domingo en Abu Dabi, las que decidieron una de las temporadas de Fórmula 1 más apocalípticas de la
historia. Avalado por su trayectoria profesional, el ejecutivo de mayor rango dentro de la escudería
Mercedes siempre fue visto como una persona de éxito, un hombre de negocios de esos que revaloriza
todo lo que toca. Precisamente por eso, las imágenes del austríaco atacado por los nervios, mandando
mensajes a Dirección de Carrera a través de la radio, completamente a la desesperada, se han convertido
en las últimas horas en una de las secuencias más vistas a través de las redes sociales. Al margen de 2013,
su primer año como director y accionista de Mercedes (posee el 33% de la estructura), Wolff no se había
visto en la obligación de tener que lidiar con la frustración que provoca la derrota. Esa falta de hábito,
combinada con la apoteosis que rodeó el desenlace del Mundial a favor de Max Verstappen y Red Bull en
su lucha con Hamilton y Mercedes, y todo ello bajo el paraguas del elevado nivel de tirantez creado entre
los dos bandos, explica el berrinche de la marca de la estrella, que nada más terminar la prueba interpuso
dos reclamaciones para defender aquello que, a su entender, había sido una forma irregular de resolver el
campeonato.

Para articular las dos protestas, Mercedes se apoyó en Paul Harris QC, el abogado que ayudó al
Manchester City a sortear la sanción que la UEFA le impuso en 2020 por saltarse el juego limpio
financiero, y que debía impedir que los citizens pudieran participar en las competiciones europeas durante
dos años. Tras el recurso presentado al Tribunal de Arbitraje del Deporte (TAS), el club británico se libró
de la prohibición y vio considerablemente reducida la multa recibida (de 30 millones de euros a 10).
Después de que la Federación Internacional del Automóvil (FIA) desestimara en primera instancia las dos
protestas de Mercedes, lo más probable es que este caso también deba ser arbitrado por el TAS, una vez
que los responsables del fabricante alemán confirmaron a última hora de la noche que recurrirían la
decisión.

En la primera de las reclamaciones, el equipo de Brackley argumentaba que Verstappen había vulnerado
la ordenanza del reglamento que prohíbe los adelantamientos en periodo de coche de seguridad. En
efecto, el holandés llegó a ponerse en paralelo a Lewis Hamilton poco antes de que la prueba se relanzara
en ese frenético último giro. Pero los comisarios revisaron la maniobra y optaron por no penalizarle, dado
que el corredor de Red Bull regresó inmediatamente a su posición, detrás del británico. La segunda, de
naturaleza más política, nace a partir de la sensación de quienes creen que la F-1 se ha convertido en un
show, en el que el espectáculo prima por encima de todo. Amparándose en la normativa, Mercedes ve
indefendible que la FIA solo dejara desdoblarse a los cinco monoplazas (Norris, Alonso, Ocon, Leclerc y
Vettel) que antes de entrar en ese último giro rodaban entre el líder (Hamilton) y el segundo (Verstappen),
mientras que a los demás se les prohibiera hacerlo. Obviamente, esa decisión le quitó mucho trabajo a
Mad Max, que abordó la vuelta definitiva pegado al trasero de su rival y con un juego de gomas blandas
completamente nuevo, a la vez que le daba coartada a Mercedes para planear su contraataque, primero en
los despachos y puede que también en los tribunales.

“Está claro que eso se hizo para generar la lucha entre Lewis y Max en la tele. Si fue justo o no, no me
toca a mí decidirlo. Algunas veces te dejan desdoblarte y algunas, no. Más o menos está al 50%”, declaró
Norris. “Primero nos dijeron que no nos iban a dejar, y luego, de repente, justo antes de la última vuelta,
nos dieron permiso. Me sorprendió un poco”, prosiguió el británico. En esa misma línea fue Alonso. “A
dos vueltas de la conclusión, mi ingeniero me dijo que no se nos iba a permitir desdoblarnos. Pero una
curva más tarde, las luces del safety se apagaron y me dijeron que sí, que siguiera a Norris. Fue un poco
desconcertante”, remachó.

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