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Los días

previos a la
conmemoración
de sus 200 años
de vida
independiente,
sorprenden al
Paraguay en un
clima de
división interna,
de reclamos y luchas sectoriales, de destituciones y
nombramientos dudosos en la función pública … y de un
espantoso silencio ciudadano ante cuestiones trascendentes
para la vida del país.
Esta apatía social es la
gran responsable del
despilfarro, no solo
material, sino también
moral que se tiene en la
gestión del Estado y
algunos sectores de la
actividad privada. Pocos
manifiestan su
indignación ante la
magnitud de los gastos
superfluos detectados
en presupuesto general de gastos de la nación, o se
sorprenden ante las pruebas contundentes que muestran la
mediocridad de la educación impartida en las aulas del país y
sólo algunos prestan atención al esquema de nombramientos
en la función pública, donde la “meritocracia” desde hace
tiempo es letra muerta.
La participación activa de la ciudadanía, manifestaciones
públicas mediante, es el único instrumento con que cuenta la
sociedad civil para frenar este despilfarro y obligar a los
funcionarios del estado a prestar la debida atención y
responsabilidad en el cumplimiento de sus funciones.
La sociedad,
la ciudadanía
toda, debe
tomar
conciencia de
que su poder
es muy
superior al
que
“demuestran”
sistemáticamente algunos sectores. Del mismo han hecho
mal uso reciente, por ejemplo, los empresarios del transporte
público, o pretenden realizar los sindicalizados en la DINAC,
quienes congregando un puñado de manifestantes son
capaces de torcer a su conveniencia la endeble voluntad y
decisión de “los señores legisladores”, privando de esta
manera a millones de paraguayos de su legítimo derecho a
un servicio de calidad en el transporte terrestre o aéreo.
Estas “expresiones de poder”, no hacen otra cosa que
fomentar la ineficiencia de los sectores público y privado
que, incapaces de adecuar sus servicios a estándares
medianamente aceptables, encuentran en este tipo de
“presiones” un recurso para mantener el status quo, a costa
de someter a millones de paraguayos a deplorables
condiciones de transporte.
La pregunta
fundamental es
… qué dicen y
hacen los
millones de
paraguayos
que han sido,
son y serán
sometidos a
esas
condiciones
deplorables o al manejo doloso de sus impuestos?
La respuesta hoy, probablemente se limite al clásico y
pintoresco “plagueo” que se olvidará tan pronto sean noticia
las crónicas de los partidos de fútbol del siguiente fin de
semana.
Por eso, hay que repetir hasta el hartazgo “Es fundamental
que la ciudadanía entre en conciencia de su verdadero
poder” y que ese poder DEBE SER REALMENTE UTILIZADO
a fin de terminar con el “pisoteo sistemático” de sus
derechos. Obviamente, esta situación de “inconsciencia del
poder popular” es sumamente conveniente para la clase
dirigencial, pública y privada, quienes la fomentan
abiertamente pues encuentran en esta circunstancia un
cómodo soporte a su estado de ineficiencia, nepotismo y
corrupción, por citar algunos “atributos”.
En este ambiente
de ”celebracio-
nes bicentena-
rias” y a modo
de ejemplo, es
importante
recordar a aquel
puñado de
valientes
jóvenes que 200
años atrás daba
cuerpo y vida a
un sentimiento
que había emergido en cada miembro de la joven nación
paraguaya. La población tomó conciencia de su capacidad de
auto gobernarse, de su capacidad de romper el yugo que lo
mantuvo cautivo por casi trescientos años y decidir su futuro
por sí misma.
Ese puñado de
jóvenes, eran los
patriotas de hace
200 años, las
nóveles mentes
que lideraron la
revolución
que nos regaló una patria libre y soberana, y cambió para
siempre el mapa político y económico del mundo a partir de
1811.
Hoy se los recuerda por su juventud y se los destaca por la
valentía y decisión de sus actos. Fueron capaces de romper
casi 300 años de abusos y arbitrariedades de los gobernan-
tes de turno y materializaron el sueño de la patria libre…,
pero no estaban solos. En la mirada decidida de esos
valientes jóvenes estaba la seguridad conferida por el apoyo
de toda una nación a la noble causa.
Salvando las distancias históricas la
lucha es similar, 200 años después, tras
dos conflictos bélicos internacionales y
otras tantas luchas internas, el
“mandamás de turno” ya no ostenta otra
bandera, se apoderó de la enseña tricolor
y como en aquel entonces sigue
cometiendo abusos y arbitra-
riedades. Ya no encuentra
amparo en una Cédula Real,
esta vez continúa amparado en
el silencio, en la ausencia de un
puñado de jóvenes y de
ciudadanos valientes que eleven
su voz de protesta, que
espontáneamente se congregue en multitudes y regale a esta
sufrida nación paraguaya su segunda independencia. La
sociedad sigue esperando, sigue en busca de esos próceres.
Si un grupo, movido por intereses sectoriales y contrarios a
los de todo un pueblo, es capaz de movilizarse, de salir a las
calles defendiendo “sus derechos” y pisoteando los
derechos de millones de paraguayos, es momento abandonar
la retórica y el discurso y tomar acciones.
Los temas trascendentes,
como la calidad de la
educación impartida en las
aulas, el morboso
despilfarro de los recursos
del estado, la ineficiencia
de algunos sectores de la
actividad privada que
brindan “servicios”
públicos, la complicidad
de un sistema judicial
sometido al mejor postor,
el impune deterioro del los
recursos naturales bajo simples impulsos del mercado, por
sobre todo LA AUSENCIA POLÍTICAS DE ESTADO Y DE UN
“PROYECTO DE PAÍS” que trascienda los períodos de
gobierno, hoy por hoy, no movilizan a nadie.
El país necesita nuevos próceres que
congreguen multitudes que presionen
por la implementación de aquellas
urgentes medidas, en las que se habrá
de definir el bienestar de ésta y las
futuras generaciones de paraguayos.
Necesita de Próceres modernos que
hagan valer el genuino derecho que
cada ciudadano tiene a un país mejor y
reclamen el debido respeto que, en el amplio sentido, los
gobernantes le deben a su pueblo. Este es un llamado a la
reflexión para aquellos jóvenes estudiantes en cuyos hombros
habrá de recaer la responsabilidad de gobernar este país en un
par de décadas. Deben reclamar compromiso y apoyo genuino
por parte de la ciudadanía a la necesidad de mayores
inversiones en educación de calidad. No es cuestión de
dormirse en el conformismo y disfrutar de las “facilidades” que
ofrece una educación que no está a la altura de las necesidades
de este siglo.
Es un llamado a la reflexión a
aquellas mujeres y hombres que
en su juventud abrazaron
causas idealistas que les
hicieron parecer como “bichos
raros” en medio de una
sociedad aletargada, dormida
por de décadas de “castración
mental”. Estas mujeres y
hombres, sumidos hoy en la
rutina laboral o
responsabilidades familiares,
fueron los próceres de su
tiempo, los visionarios que
destacaron por su compromiso
para con los intereses de una
sociedad, que muchas veces les
dio la espalda y los dejó SOLOS
ante los poderosos de turno.
Este es un llamado a la acción,
a los jóvenes próceres de hoy, a
que tomen consciencia de la
enorme responsabilidad y
sacrificios que deberán
enfrentar por un Paraguay
mejor. Es un llamado a la
acción, a los próceres de ayer,
incansables guerreros, quienes
siguen a diario y con angustia,
el triste devenir de los
acontecimientos de la patria que
alguna vez soñaron cambiar.
El Paraguay llama a los próceres de ayer a desempolvar las
viejas banderas de las nobles causas. Llama a los próceres de
hoy, a asumir el compromiso que, en sus corazones, lucha por
abrirse paso en medio de un mundo de frivolidad e ignorancia.
En cada habitante de
esta bendita tierra, que
escucha con tristeza
las noticias y a diario
se “plaguea” ante la
impotencia de “no
poder hacer nada”…
en cada una de esas
personas, paraguayas,
paraguayos y
extranjeros que
adoptaron este suelo
como patria … en cada
uno de ellos y aunque
no lo sepan, vive un
prócer!
El Paraguay nos necesita a
TODOS, necesita a los obreros
y empresarios honestos que el
pasado año hicieron posible el
extraordinario e histórico
crecimiento de la producción,
necesita de los estudiantes y
maestros comprometidos con
la educación, de los padres de
familia que velan por la
integridad de sus hijos … es el
momento de reclamar la
segunda independencia
paraguaya y de iniciar su
definitiva emancipación de la
ignorancia, del atraso, de la
pobreza y la corrupción.
Sólo una cosa es segura, la lucha no será fácil. Quienes por
conveniencia sacan cómodo provecho de esta situación no
renunciarán fácilmente a sus privilegios. Pero se debe tener
conciencia de que
unidos, no hay
barrera imposible
de sortear.
A los próceres de hoy y del ayer, a los próceres que no saben
que también lo son: El lugar es aquí, y el momento es ahora,
tal como lo interpretaron los padres de nuestra
independencia 200 años atrás.
Debemos asumir esa misma decisión, y ante una nueva
afrenta a la dignidad del pueblo, en PACIFICA ACTITUD
congregarnos en multitudes y enfrentar a quienes son
responsables directos del atropello a nuestros derechos y
del sistemático robo de nuestro futuro.
SALGAMOS A LAS CALLES…

Sí… ¡se puede!

¡Viva el Paraguay!
(Texto enviado por Robert Cano, ciudadano paraguayo)

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