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La Maestria del Amor

Sana tu mente: Una mente herida no pueda amar.


Imagina un pueblo en el que todo el mundo padece una extraña
enfermedad de la piel que hace que esté llena de heridas en carne
viva. Imposible tocarles (abrazarles, besarles, darles la mano,
pasarles el teléfono). En cualquier parte del cuerpo que se toque hay
una herida y se produce el dolor. Ahora imagina un pueblo donde
todo el mundo padece una extraña enfermedad de la mente que hace
que muchas palabras resulten dolorosas, ciertas miradas, gestos,
actitudes y reacciones que producen celos, rencor, resentimientos,
sufrimiento en suma. Una mente llena de heridas en carne viva que
hace que duela cualquier forma de contacto o comunicación.

Una mente tan llena de heridas no puede amar, porque amar significa
acercamiento y conexión; una mente cubierta de llagas sólo puede
sentir el dolor en cada contacto. Y por eso acaba creyendo que el
amor es sufrimiento, y que sin sufrimiento no existe amor verdadero.
Nada más lejos de la realidad.

Una vez que entiendes el concepto de la mente herida comprenderás


por qué son tan difíciles las relaciones románticas. Una mente herida
por sentimientos de rechazo, no aceptación, abandono y castigos,
una mente herida por el miedo, en suma, es una mente a la
defensiva, dolida e inaccesible. Es una mente que ni puede amar ni se
deja amar, porque el riesgo es demasiado doloroso.

La enfermedad del miedo.


La enfermedad del miedo se manifiesta a través del enfado, el odio,
la tristeza, la envidia o la hipocresía. Los seres humanos vivimos con
el miedo continuo a ser heridos y esto da origen a grandes conflictos
dondequiera que vayamos. La manera de relacionarnos los unos con
los otros provoca tanto miedo emocional que, sin ninguna razón
aparente, nos enfadamos y sentimos celos, envidia o tristeza. Incluso
decir "te amo" puede resultar aterrador. Y sin embargo, a pesar de
todo el dolor nos pasamos la vida persiguiendo migajas de amor, que
muchas veces sólo encontramos en el fondo, muy en el fondo, de
fugaces encuentros sexuales, donde es inevitable que se cuelen
pistas de ternura porque la ternura siempre está ahí. El amor y la
ternura no están fuera (y por tanto no hay que perseguirlos) sino
dentro de nuestro corazón -según Miguel Ruiz-, que es como una
"cocina mágica" capaz de producir amor constantemente, día y
noche, sin descanso. Pero no siempre somos conscientes de ello, y
eso hace que a menudo nos perdamos en el camino -mendigando
fuera lo que podemos crear a raudales dentro.
¿Cuántos personajes intervienen en una relación de pareja?
El problema reside en el programa, en la información que hemos
almacenado en nuestra mente sobre como son y como deben ser las
cosas.

El miedo (a que nos rechacen) hace que ocultemos lo que no nos


gusta de nosotros mismos y creemos un sistema de negación que nos
permite aparentar que toda la gente se cree lo que creemos que
crean de nosotros. Así, en lo que se refiere a las relaciones de pareja,
esto se traduce de la siguiente manera:

La mujer tiene una imagen de sí misma y otra imagen exterior que


intenta proyectar a las demás personas. Lo mismo pasa con el
hombre. Cuando llegan a la edad adulta la imagen exterior e interior
son tan distintas que ya casi no se corresponden. Cuando una mujer
conoce a un hombre se hace una imagen propia de él, y a su vez el
hombre se hace una imagen de la mujer desde su punto de vista..
Entonces él intenta que ella se ajuste a la imagen que él ha creado y
ella intenta que él se ajuste a la imagen que se ha hecho de él. Entre
ellos ya existen al menos seis imágenes. ¿Cómo es posible que se
lleguen a conocer de verdad cuando se están mintiendo tanto el uno
a la otra, aunque no lo hagan conscientemente? Su relación se basa
en el miedo, en las mentiras, y es muy difícil ver la realidad y
comunicarse a través de toda esta bruma. Todas estas imágenes que
intentamos proyectar provocan un gran sufrimiento en el ser humano
y no la relación en sí misma, ni mucho menos el amor.

Cuando una persona ama es feliz simplemente porque el amor emana


de su interior. El error está cuando crees que alguien te hace feliz, o
que eres feliz gracias al amor de alguien. Si tomas tu felicidad y la
pones en manos de alguien, más tarde o más temprano la romperá,
porque esa persona no podrá conocer exactamente tus expectativas
ni tus sueños, al menos no tanto como tú mismo. Por eso sólo tú eres
responsable de tu propia felicidad.

Sin embargo, cuando una pareja se casa intercambia anillos como si


colocara en las manos de la otra persona la esperanza de que la haga
feliz y viceversa. Pero lo cierto es que no importa cuanto ames a
alguien, nunca serás lo que la otra persona quiere que seas. Y aun
sabiéndolo, al comprometerse la pareja hace todas esas promesas
que serán incapaces de cumplir, y así es como se preparan para
fallarse la una a la otra y fracasar como pareja.

Qué diferencia al amor del miedo?


El amor no plantea obligaciones. El miedo está lleno de obligaciones.
El amor no tiene expectativas. El miedo está lleno de expectativas.
El amor está basado en el respeto. El miedo no respeta a nada, ni a sí
mismo.
El amor no necesita pedir disculpas. El miedo está lleno de pena y
lástima hacia todo; el miedo necesita pedir perdón continuamente.
El amor es responsable. El miedo rehuye toda responsabilidad y
busca continuas justificaciones.
El amor es amable. El miedo arrasa con reacciones de enfado,
tristeza, celos o sentimientos de traición.
El amor es incondicional. El miedo está lleno de condiciones.
El amor es justo. El miedo pasa factura por el mismo error un millón
de veces y nunca caduca.
El amor aprende de los errores. El miedo crece en su miedo después
de cada error.
El amor da sin esperar nada a cambio, por el placer de dar. El miedo
se resiste a dar y prefiere recibir, o de lo contrario desconfía y se
siente utilizado.

Para ser maestro en una relación tienes que trabajar en ti mismo. El


primer paso consiste en tomar conciencia de que todas las personas
viven su propio sueño. En una pareja hay dos "sueños", como
mínimo, y tú solo puedes responsabilizarte de tu parte, de tu mitad:
de ti mismo. Te resultará más fácil controlar esta parte y trabajar en
ella. No te corresponde a ti controlar a la otra mitad sino respetarla.
Respetarla significa asumir que tu pareja (o tu amiga, o tu hijo, o tu
madre) es completamente responsable de su parte. Si respetas a la
otra parte, es más fácil que en esta relación haya paz y no guerra.

La calidad de tu comunicación depende de las elecciones que haces


en cada momento, según las ajustes al amor o al miedo. Si te
descubres en el camino del miedo (ver recuadro: obligaciones,
expectativas, pena, lástima, condiciones, etc.), esa consciencia te
ayudará a cambiar el rumbo de tu atención y adentrarte en el camino
del amor.

Si eres consciente de que nadie más puede hacerte feliz y de que tu


felicidad es el resultado del amor que emana de ti, llegarás a
experimentar la gran maestría del amor.

La cocina mágica.
Imagina que tienes en tu casa una cocina mágica que te proporciona
la cantidad que desees de cualquier comida del mundo en cualquier
momento. Alimentas a quienquiera que venga a verte porque tienes
de sobra y por el mero placer de compartirlo.
Imagina que llama alguien a tu puerta y de dice: "Te doy esta pizza si
haces lo que quiero y eres como quiero que seas. Te garantizo que te
traeré una pizza cada día si me dejas controlar tu vida".
Evidentemente, no funcionaría, porque no necesitas esa pizza. Tienes
dentro de tu cocina todas las pizzas , y otros deliciosos manjares
mucho mejores, para ofrecer tu vida a cambio de un trozo de pan con
queso.

Sería diferente, claro, si tu cocina estuviera vacía y llevaras varios


días sin comer. Alguien te ofrece un trozo de pizza y se lo das todo. Y
mucho más si te ofrece la seguridad de una pizza diaria en tu cocina
vacía. Incluso puedes llegar a sentirte agradecido por salvarte la vida,
y confundirlo con amor (tu agradecimiento y su "generosidad").

Ahora imagínate que hablamos de amor en vez de comida.


Tu corazón es como esa cocina mágica. Basta con abrirlo para que
obtengas todo el amor que quieras y más. No hay necesidad de dar
vueltas por el mundo buscando y suplicando amor.

Fíjate en cuánta desdicha crean los seres humanos cuando creen que
no tienen amor. Se sienten hambrientos de amor y cuando prueban
una pequeña porción (aunque sea escaso o de mala calidad) se
convierten en personas necesitadas y obsesionadas con ese amor.
Son encapaces de vivir sin el suministrador de esa pequeña dosis
diaria y harían lo que fuera para no perderlo. Hasta perderse a sí
mismas. Y permanecer en el sufrimiento indefinidamente.

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