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Tal vez alguien dude de que todo el planeta haya quedado cubierto de agua y crea
que esa historia es un mito o, al menos, una exageración. Pero en realidad sí
sucedió, pues gran parte de la Tierra —el 71% de su superficie— aún está
cubierta por los mares. De modo que, para los efectos, las aguas diluvianas
siguen aquí. Y si se derritieran los glaciares y los casquetes polares, el nivel del
mar se elevaría y cubriría ciudades como Nueva York y Tokio.
Los fosiles
EN 1932, durante la construcción de una carretera cerca del
Coliseo romano, un operario se topó con algo duro. Se trataba
del colmillo y el cráneo de un elefante, un hallazgo bastante
frecuente, pues desde el siglo XVII se han encontrado en Roma y
sus cercanías unos 140 fósiles de estos gigantes.
Cuando comenzaron a aparecer tales hallazgos, se pensó que los huesos
fosilizados pertenecían a elefantes que el Imperio romano o el general cartaginés
Aníbal habían traído a la península italiana. Sin embargo, Giambattista Pianciani,
sacerdote del siglo XIX y profesor de Ciencias Naturales en Viterbo, discrepaba de
tales hipótesis. En vista de que la mayoría de los restos se hallaban en depósitos
aluviales, Pianciani llegó a la conclusión de que eran cadáveres que habían sido
arrastrados por las aguas.
La mayoría de los fósiles de elefantes hallados en Italia corresponden a una
especie extinta llamada Elephas antiquus, o elefante de defensas rectas (foto de la
página 15). Como su nombre indica, poseía colmillos casi rectos y llegaba a medir
5 metros (15 pies) de alzada, lo cual supone casi dos metros (6 pies) más alto que
sus parientes actuales.
¿Había muchos ejemplares? El registro fósil indica que en un tiempo pastaron por
toda Europa continental e Inglaterra, tal como sus primos los mamuts. Cabe
mencionar que los restos de elefantes no siempre se hallan aislados, sino, más
bien, en depósitos fósiles junto con los restos de numerosas especies, entre las
que se cuentan algunos depredadores.
Perversión sexual
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Nuestro tiempo se parece al de Noé en otro aspecto. Jehová había dado a la
primera pareja el mandato de que ‘llenaran la tierra’ con su descendencia,
empleando honorablemente dentro del matrimonio las facultades sexuales que él
les había otorgado (Génesis 1:28). En los días de Noé, los ángeles desobedientes
contaminaron a la humanidad con prácticas sexuales pervertidas. Bajaron a la
Tierra, se materializaron y se unieron a mujeres hermosas, lo que dio lugar a una
prole que era mitad humana y mitad demoníaca: los nefilim (Génesis 6:2, 4). El
pecado de estos ángeles lascivos se compara en las Escrituras a las perversiones
de Sodoma y Gomorra (Judas 6, 7). En consecuencia, la depravación sexual se
generalizó.
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¿Y qué puede decirse de la atmósfera moral de la actualidad? En estos últimos
días, la vida de muchas personas gira en torno al sexo. En una expresiva
descripción, Pablo dice de ellas que han llegado a estar “más allá de todo sentido
moral”; muchas se han entregado “a la conducta relajada para obrar toda clase de
inmundicia con avidez” (Efesios 4:19). La pornografía, las relaciones
prematrimoniales, el abuso de menores y la homosexualidad están a la orden del
día. Algunos ya están “recibiendo en sí mismos la recompensa completa” en forma
de enfermedades de transmisión sexual, ruptura de los lazos familiares y otros
males sociales (Romanos 1:26, 27
Violencia generalizada
13. ¿Por qué “se llenó [la tierra] de violencia” en los días de Noé?
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La Biblia señala una tercera característica de los días de Noé: “La tierra llegó a
estar arruinada a la vista del Dios verdadero, y la tierra se llenó de violencia”
(Génesis 6:11). En realidad, la violencia no era algo nuevo. Caín, el hijo de Adán,
asesinó a su hermano, que era un hombre justo (Génesis 4:8). Reflejo del espíritu
violento de la época es el poema que Lamec escribió alardeando de haber matado
a un joven, supuestamente en defensa propia (Génesis 4:23, 24). Sin embargo, lo
novedoso en los días de Noé fue el grado que alcanzó la violencia. A medida que
los hijos angélicos de Dios que fueron desobedientes se casaron con las mujeres
en la Tierra y engendraron prole —los nefilim—, la violencia llegó a niveles nunca
vistos. A esos gigantes pendencieros se les llamaba “los derribadores”, o “los que
hacen caer a otros” (Génesis 6:4, nota). Por su culpa, la Tierra estaba “llena de
violencia” (Génesis 6:13). Imaginemos los problemas que debió de enfrentar Noé
para criar a su familia en semejante ambiente. No obstante, fue ‘justo delante de
Jehová en medio de aquella generación’ (Génesis 7:1).
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Aunque la violencia ha marcado el curso de la historia de la humanidad, nuestra
época la ha sufrido a una escala sin precedentes, al igual que sucedió en los
tiempos de Noé. Continuamente oímos noticias de casos de violencia doméstica,
actos terroristas y campañas de genocidio, así como de masacres perpetradas, sin
motivo aparente, por hombres armados. Y a todo ello hay que sumar el
derramamiento de sangre que causan las guerras. El planeta ha vuelto a llenarse
de violencia. ¿Por qué? ¿Qué ha contribuido a este aumento? La respuesta pone
de relieve otra similitud con los días de Noé.
15. a) ¿Qué ha contribuido al aumento de la violencia en los últimos días? b) ¿De qué desenlace
podemos estar seguros?