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La 

primera guerra carlista fue una guerra civil que se desarrolló en España entre 1833 y
1840 entre los carlistas, partidarios del infante Carlos María Isidro de Borbón y de un
régimen absolutista, y los isabelinos o cristinos, defensores de Isabel II y de la
regente María Cristina de Borbón, cuyo gobierno fue originalmente absolutista moderado y
acabó convirtiéndose en liberal para obtener el apoyo popular. Antiguamente fue conocida
por la historiografía española como guerra de los Siete Años o primera guerra civil.10

Índice

 1Origen
 2Contendientes
 3Fases de la guerra
o 3.1Ofensiva carlista
o 3.2Repliegue carlista
o 3.3Agotamiento del carlismo
 4La guerra
o 4.1La guerra en el frente del norte
 4.1.1Finales
 4.1.2Quesada - Zumalacárregui
 4.1.3Rodil - Zumalacárregui
 4.1.4Espoz y Mina -Zumalacárregui
 4.1.5Valdés - Zumalacárregui
 4.1.6Fernández de Córdova - Eguía
 4.1.7Fernández de Córdova - Villarreal
 4.1.8Espartero - Villarreal
 4.1.9Espartero - Príncipe Sebastián
 4.1.10Espartero - Guergué
 4.1.11Espartero - Maroto
o 4.2Frente de Castilla
o 4.3Frente Aragón y Valencia
o 4.4Frente de Cataluña
o 4.5Castilla la Vieja y Castilla la Nueva
o 4.6Frente de la provincia de Ciudad Real
 5Expediciones carlistas
 6Batallas y acciones
 7Extranjeros
 8Ejército liberal
 9Ejército carlista
 10Canciones
 11Véase también
 12Referencias
 13Bibliografía
 14Enlaces externos

Origen[editar]
El infante Carlos María Isidro, autoproclamado rey con el nombre de Carlos V

La guerra la planteó Carlos María Isidro, hermano de Fernando VII, por la cuestión


sucesoria, ya que había sido el heredero durante el reinado de su hermano Fernando,
debido a que este, tras tres matrimonios, carecía de descendencia. Sin embargo, el nuevo
matrimonio del rey y el embarazo de la reina abren una nueva posibilidad de sucesión.
En marzo de 1830, seis meses antes del nacimiento de Isabel II, el rey publica
la Pragmática Sanción de Carlos IV aprobada por las Cortes de 1789, que dejaba sin
efecto el Reglamento de 10 de mayo de 1713 que excluía la sucesión femenina al trono
hasta agotar la descendencia masculina de Felipe V. Se restablecía así el derecho
sucesorio tradicional castellano, recogido en Las Partidas, según el cual podían acceder al
trono las hijas del rey difunto en caso de morir el monarca sin hijos varones. El rey volvió a
derogar la Pragmática Sanción en 1832, mientras se hallaba enfermo, pero tras mejorar su
salud, la puso de nuevo en vigor a finales de año.
No obstante, Carlos María Isidro no reconoció a Isabel como princesa de Asturias por
considerar despótica e ilegal aquella promulgación, que no contó con el concurso de las
Cortes, y cuando Fernando murió el 29 de septiembre de 1833 e Isabel fue proclamada
reina bajo la regencia de su madre, María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, Carlos hizo
público en el Manifiesto de Abrantes que mantenía sus derechos dinásticos, llevando al
país a una gran guerra civil.
Pero la cuestión dinástica no fue la única razón de la guerra. Tras la guerra de la
Independencia, Fernando VII había abolido la Constitución de 1812, pero después
del Trienio Liberal (1820-1823), el rey no volvió a restaurar la Inquisición, y en los últimos
años de su reinado permitió ciertas reformas para atraerse a los sectores liberales, lo que
produjo la desafección de los realistas más exaltados o apostólicos, que antes de la guerra
ya se habían acercado al infante Carlos, partidario de sus ideas.
Donde estaban mejor organizados los realistas precarlistas era en Castilla la
Vieja, Extremadura y Andalucía,11 pero donde finalmente triunfó con mayor fuerza el
alzamiento carlista fue en la mayor parte de las Provincias Vascongadas y Navarra, ya que
la legislación foral, que dejaba la subinspección de los cuerpos en manos de las
respectivas diputaciones, había permitido que los Voluntarios Realistas no fueran
purgados allí como en el resto de España.12 Aunque algunos sostuvieron después que el
deseo de conservar los fueros había sido un factor movilizador importante del carlismo en
el norte, Juan Antonio de Zaratiegui, ayudante y secretario del general Zumalacárregui,
dejó escrito en 1845 que era un error afirmar que los navarros habían tomado las armas
para defender sus fueros, ya que en 1833 estaban plenamente vigentes. En su obra «Vida
y hechos de don Tomás de Zumalacárregui» Zaratiegui aseguraba poder demostrar que el
alzamiento en Navarra no tuvo otro objeto que la defensa de los derechos a la corona de
España del infante Carlos María Isidro y protestaba contra los que sostuviesen lo
contrario.13
En cuanto al apoyo popular, según Antonio Pirala, donde mayor era la fermentación de los
ánimos en favor de Don Carlos era en gran parte de Castilla la Vieja, Tortosa, y en la
montaña de Cataluña.14

Contendientes[editar]

Estandarte Real o de la Generalísima, principal bandera carlista de la primera guerra bordada


por María Francisca de Braganza.15

El campo y las pequeñas ciudades del País Vasco y Navarra apoyaron mayoritariamente


al pretendiente Carlos debido a su tradicionalismo foral, gracias al apoyo que le dio el
bajo clero local. Muchos autores han especulado con la posibilidad de que la causa carlista
en el País Vasco y Navarra fuese fundamentalmente foralista. No existe consenso en este
análisis, puesto que otros autores rebaten esta interpretación, haciendo la principal razón
del apoyo vasconavarro al influjo del clero en la sociedad.
Sobre esta cuestión expresó Mateo Benigno de Moraza en su discurso ante el Congreso
de Diputados el 13 de julio de 1876:
Para el país vascongado no podía buscarse un resorte que hiriese más viva, más delicada y más
sensiblemente las fibras de su corazón, tan religioso y católico, y no puede negarse que en la guerra
ha tenido la cuestión religiosa la única influencia en mi país; ninguna otra en la casi universalidad de
mis paisanos ha podido inclinarles a la guerra; pero los Fueros no han sido la causa.

La jerarquía eclesiástica se mantuvo ambigua, aunque una parte importante del clero
(como por ejemplo, el famoso Cura Merino) se unió a los carlistas.
En el otro bando, los liberales y moderados se unieron para apoyar a María Cristina y a su
hija Isabel. Controlaban las principales instituciones del Estado, la mayoría del ejército y
todas las ciudades importantes. Los liberales recibieron apoyo del Reino
Unido, Portugal y Francia en forma de créditos para el tesoro y de fuerzas militares. Los
británicos enviaron la Legión Auxiliar Británica, cuerpo de voluntarios al mando del
general George Lacy Evans, en tanto que la Royal Navy realizaba funciones de bloqueo.
Los portugueses enviaron una división auxiliar bajo el mando del Barón das Antas y los
franceses la División Auxiliar Francesa además de colaborar en el control de la frontera y
de las costas españolas.

Fases de la guerra[editar]
Teniendo en cuenta las acciones llevadas a cabo por uno y otro bando podemos destacar
tres grandes fases en la contienda:

Ofensiva carlista[editar]
Lancero del escuadrón de Álava hacia 1836. Grabado de Charles Vanceller.

La primera fase tiene lugar en el comienzo de la guerra. Son los carlistas quienes, guiados
por líderes más eficientes, organizan a las tropas en los principales territorios que dominan
(el norte, Cataluña y el Maestrazgo). Cabe destacar la actuación de líderes
como Zumalacárregui en el norte. Fue importante también la labor de Juan Antonio
Guergué en Cataluña, que unificó las partidas catalanas. La fase comienza en 1833 y
termina en 1835 con la muerte de Zumalacárregui. El carlismo puso en jaque al gobierno
cristino y logró extenderse por todo el norte de la península.

Repliegue carlista[editar]
La fase comienza en 1835 y termina en 1837. Los cristinos (partidarios de Isabel) logran
una mayor coordinación y consolidan su posición dentro del territorio carlista. Famosa por
las numerosas expediciones carlistas, siendo las más importantes la de Miguel Gómez
Damas en 1836, que recorrió toda España y la Expedición Real, encabezada por Carlos
María Isidro en persona, que amenazó en 1837 la capital. El fracaso de dicha expedición
supuso el desastre de la última gran tentativa carlista. La acción más importante fue el sitio
de Bilbao de 1836, que acabó con una nueva derrota carlista gracias a las fuerzas de
apoyo encabezadas por el capitán Salvador Quero. Destaca la aparición en favor de don
Carlos de Ramón Cabrera en el Maestrazgo, que causó serios problemas a los cristinos
hasta el final de la guerra.

Agotamiento del carlismo[editar]


Tras la batalla de Luchana los carlistas pierden la oportunidad de tomar Bilbao y una de las
últimas ocasiones de poder ganar la guerra. Supone también su derrota en Bilbao la
creación de una facción carlista que apoya el fin de la guerra, viendo improbable ya la
victoria. Se limitan los absolutistas desde entonces a defender el territorio que aún
controlan hasta que la falta de efectivos y las convulsiones dentro de la corte del infante
obligan en 1839 a firmar la paz, a pesar de que un sector carlista y el propio don Carlos no
aceptasen el convenio de Vergara, teniendo que ir al exilio, a la espera de una nueva
oportunidad. Cabrera seguirá al frente del Maestrazgo un año más, ya con la causa del
pretendiente carlista muy debilitada. Destaca Espartero como cabeza indiscutible de las
fuerzas cristinas.

La guerra[editar]
El frente en su momento álgido

La guerra en el frente del norte[editar]


Finales[editar]
Tras la muerte de Fernando VII, el pretendiente Carlos nombró a Joaquín Abarca como
ministro universal e hizo un llamamiento al ejército y a las autoridades para que se
sumaran a su causa, pero con escasa repercusión. En el ámbito internacional tan solo el
rey Miguel I de Portugal lo reconoció, lo que llevó a la ruptura diplomática entre España y
Portugal. En los primeros días de octubre se sucedieron las insurrecciones en varios
puntos de España, protagonizadas por agrupaciones locales de Voluntarios Realistas, en
general con poco éxito, excepto en el País Vasco, Navarra y Logroño, pero sin llegar a
controlar más que por poco tiempo las ciudades de dichos territorios.
Las sublevaciones no tuvieron el apoyo del ejército. Así, el general Ladrón de Cegama, sin
mando en Valladolid (residencia de la Capitanía General de Castilla la Vieja), y el
coronel Tomás de Zumalacárregui, retirado pero viviendo en la plaza fuerte de Pamplona,
huyeron de sus lugares de residencia para pronunciarse sin arrastrar consigo fuerza
alguna de las guarniciones de las plazas en las que se encontraban. La guerra se
considera como comenzada cuando el general Ladrón de Cegama proclamó rey al infante
don Carlos con el nombre de Carlos V el 6 de octubre de 1833 en Tricio (La Rioja),
apoderándose con los voluntarios sublevados de Logroño y pasando a Navarra a unirse
con los sublevados de esta provincia. La unión de estos voluntarios en Navarra fue el
embrión de las tropas de las que se hizo cargo Tomás de Zumalacárregui y que hicieron
posible que la guerra durase siete años.
Quesada - Zumalacárregui[editar]
El general carlista Tomás de Zumalacárregui.

Las fuerzas carlistas del norte quedaron centradas en la figura de Tomás de


Zumalacárregui, que organizó en poco tiempo un ejército carlista en Navarra, al que
también se unieron los carlistas vascos debilitados tras la expedición de Pedro Sarsfield.
Zumalacárregui equipó a sus hombres con armas tomadas a los ejércitos cristinos en el
campo de batalla o en ataques contra fábricas o convoyes, y consciente de su inferioridad
numérica y armamentística reprodujo la táctica guerrillera que conocía desde la Guerra de
Independencia, amparándose en lo accidentado del relieve y en el apoyo de gran parte de
la población civil. El 7 de diciembre de 1833, las diputaciones de Vizcaya y de Álava le
nombraron jefe de las tropas de estas provincias. Muy popular entre sus soldados (le
llamaban "Tío Tomás"), no dudó en mostrarse cruel en la represión de los liberales ni en
emplear el terror para mantener controlado el territorio.
Rodil - Zumalacárregui[editar]
Durante el año 1834 se sucedieron las victorias carlistas en importantes acciones, como el
asalto a un convoy de armas entre Logroño y Cenicero, las acciones de Alegría de
Álava y Venta de Echavarri. Pero para los carlistas el año acabó con una derrota en
la batalla de Mendaza y la prudente retirada en la batalla de Arquijas.
Espoz y Mina -Zumalacárregui[editar]
Pero en marzo y abril de 1835, con la Acción de Larremiar contra Francisco Espoz y Mina,
Zumalacárregui volvió a participar con éxito.
Valdés - Zumalacárregui[editar]
Con la Acción de Artaza contra Gerónimo Valdés, Zumalacárregui deshizo la tropa cristina
que se vio obligada a desmantelar todas las estratégicas guarniciones
(Maeztu, Alsasua, Elizondo, Santesteban, Urdax, entre otras), quedando como únicas
guarniciones las de las capitales de las provincias vascongadas, Pamplona y algunos
puertos de la costa. El grueso del ejército cristino se retiró a la orilla sur del Ebro. Animado
por sus éxitos militares y por la necesidad de obtener financiación y reconocimiento
internacional, el pretendiente le ordenó tomar Bilbao, a pesar de la opinión contraria de
Zumalacárregui, que hubiera preferido atacar Vitoria y desde allí abrirse camino
hacia Madrid. La operación comenzó con éxito, al abrirse paso hacia Bilbao al vencer al
general Espartero en el Puerto de Descarga, comenzando a sitiar la capital vizcaína el 10
de junio de 1835; pero, herido Zumalacárregui cuando observaba las operaciones, falleció
el 24 de junio de 1835
Fernández de Córdova - Eguía[editar]
En octubre de 1835 Nazario Eguía asumió el puesto de general en jefe de las tropas
carlistas en el País Vasco y Navarra. Durante su mandato el ejército carlista aumentó sus
efectivos hasta llegar a los 36 000 hombres.
Fernández de Córdova - Villarreal[editar]
Bruno Villarreal, sucesor de Nazario Eguía, se caracterizó por fomentar las expediciones
fuera del territorio carlista.
Espartero - Villarreal[editar]
En octubre de 1836 tuvo lugar el segundo sitio de Bilbao, que fracasó a los cinco días y en
noviembre un tercer intento que duró mes y medio y que fracasó ante la defensa
de Baldomero Espartero,
Espartero - Príncipe Sebastián[editar]
El fracaso ante Bilbao de los carlistas provocó el nombramiento de Sebastián Gabriel de
Borbón y Braganza como general en jefe de los carlistas, el cual en marzo de 1837 venció
a las tropas liberales en la batalla de Oriamendi. Mientras tanto los sectores más radicales
del carlismo se habían hecho con el control político, acrecentado tras la Expedición Real.
Espartero - Guergué[editar]
Juan Antonio Guergué se hizo con el mando del ejército hasta junio de 1838.
Espartero - Maroto[editar]
Tras la batalla de Peñacerrada, Guergué fue sustituido por Rafael Maroto, quien
reorganizó el ejército y mandó fusilar en febrero de 1839 a Guergué y a otros militares
acusados de conspirar en su contra al tiempo que intentaba conseguir del pretendiente la
destitución de sus adversarios, por lo que fue destituido a su vez por Don Carlos, aunque
pocos días después fue restituido en su puesto por el pretendiente, que accedió a sus
demandas.
Maroto negoció con el gobierno de Isabel II sin el apoyo del pretendiente y con la oposición
de parte de sus tropas y el 29 de agosto de 1839 Espartero y oficiales carlistas,
representantes de Maroto, firman el Convenio de Oñate que puso fin a la guerra en el
norte de España, confirmado con el conocido como Abrazo de Vergara entre Maroto y
Espartero el 31 de agosto. El 14 de septiembre de 1839 el pretendiente carlista y sus
tropas que le permanecían fieles cruzaron la frontera francesa y la guerra terminó en el
frente norte.

Frente de Castilla[editar]
En Castilla la Vieja, fue en Burgos y Soria dónde más éxito tuvo la insurrección,
movilizando un total de 10 000 hombres al mando de Jerónimo Merino e Ignacio Alonso
Cuevillas. En Cataluña, en abril de 1834, entró una partida procedente del Maestrazgo al
mando de Manuel Carnicer, pero fracasó. A pesar de eso, se mantuvieron movilizadas
numerosas partidas guerrilleras.
El carlismo en Aragón

Frente Aragón y Valencia[editar]


El 13 de noviembre de 1833 los carlistas obtienen una importante victoria: Morella se
subleva y enarbola el estandarte de Carlos V. Carlos Victoria, comandante de la plaza de
Morella, hace salir a las tropas de la ciudad con una treta, pues desconfia de la guarnición.
Cierra las puertas de la ciudad y junto con Rafael Ram de Viu y Pueyo (barón de Herbés)
al que le cede el mando por ser persona de más prestigio en la zona y Manuel Carnicer se
suman al bando carlista. Pese a este acto las tropas gubernamentales se ponen en
movimiento y mandan hacia Morella una importante columna dirigida por el brigadier
Rafael Horé Díaz. Los carlistas ante esa amenaza huyen de Morella a principios de
diciembre. Después el barón de Herbés y otros líderes carlistas son apresados
en Calanda y fusilados el 27 de diciembre. Pese a esto la llama de la rebelión se había
encendido en las tierras del Maestrazgo y el Ebro puesto que otros líderes como Manuel
Carnicer, Quílez y Cabrera continuaron luchando.

Fusilamientos de Burjasot por parte de los carlistas a las órdenes de Cabrera, tras la llamada
«Acción del Pla del Pou» (2 de abril de 1837).1617 Estos hechos, respecto de los cuales la
propaganda liberal llegó a hablar de una orgía carlista sobre los cadáveres,18 podrían haber
sucedido no tanto en Burjasot sino en Paterna.19

Las partidas del Maestrazgo y Aragón eligieron a Manuel Carnicer como su jefe en febrero


de 1834. Tras ser delatado fue fusilado en Miranda de Ebro en abril de 1835 tomó el
mando su segundo, Ramón Cabrera, quien dio ánimos a las fuerzas carlistas, pero sin que
dichas fuerzas fueran lo suficientemente numerosas como para obtener una victoria
decisiva sobre las fuerzas liberales, de forma que en 1836 Evaristo de San
Miguel conquistaba para los isabelinos Cantavieja.
En 1837, Cabrera consigue reconquistar el territorio perdido y en enero de 1838
conquista Morella, a la que convierte en capital de su administración, extendiendo su
territorio por Aragón, norte de Valencia y sur de Cataluña. Sin embargo, el fin de la guerra
en el norte hizo que Espartero llegara a Zaragoza al frente de 44.000 hombres en octubre
de 1839 y estableciera su cuartel general en Mas de las Matas. Cabrera consigue
mantener la resistencia hasta el 30 de mayo de 1840 cuándo Espartero conquistó Morella
y Cabrera se dirigió a Berga.

Frente de Cataluña[editar]
En Cataluña las numerosas partidas actuaban sin coordinación. El mando del Pretendiente
envió un contingente de fuerzas del territorio carlista vasco-navarro, seleccionado entre los
más experimentados batallones de los que disponía, en agosto de 1835 bajo el mando
de Juan Antonio Guergué formado por 2.700 hombres con la misión de organizar el frente
en Cataluña. Llegado a su destino Guergué, consiguió agrupar una numerosa fuerza,
intentanto tomar Olot pero fracasando en el intento. Seguidamente Guergué organizó las
tropas carlistas catalanas en un documento oficial que se enviaría al rey y a los cabecillas
respectivos. En el mismo documento él pone de manifiesto que las tropas con las que
cuenta son unas 19.000 descontando las traídas por él. Sin embargo estos datos son poco
fiables debido a que dan un número alto de guerrillas no identificadas. Pese a esto el
número debía ser muy alto.Tras la marcha de Guergué de Cataluña asumieron el
mando Ignacio Brujó y Rafael Maroto. Este estuvo poco tiempo (unos meses), creó
confusión y tuvo muchas derrotas así que en diciembre de 1836 fue sustituido por Blas
María Royo de León que había sido jefe del estado mayor de la expedición Guergué. Royo
logró victorias importantes cómo el desastre de Oliver y la conquista de Solsona. En 1837
se hizo con el mando uno de los miembros de la Expedición Real, Juan Antonio de
Urbiztondo, quien conquistó Berga en julio y la convirtió en la capital del carlismo catalán.

Daguerrotipo de Ramón Cabrera

Los problemas entre la Junta de gobierno de Berga y Urbiztondo llevaron al nombramiento


de José Segarra y posteriormente, en julio de 1838, al del Conde de España, que se
esforzó en modernizar sus tropas al tiempo que se aproximaba a los sectores más
radicales del carlismo, lo que provocó el descontento de la oficialidad carlista, que
solicitaron su destitución al pretendiente, lo que consiguieron en octubre. La llegada de
combatientes carlistas procedentes del frente norte tras la firma del Convenio de Oñate
consiguió prolongar la guerra en Cataluña unos meses más hasta que las últimas tropas
carlistas dirigidas por Cabrera cruzaron la frontera francesa el 6 de julio de 1840.

Castilla la Vieja y Castilla la Nueva[editar]


En ambas Castillas los movimientos carlistas también existieron. Fueron más importantes
en Castilla la Vieja. En las zonas cercanas a las provincias Vascongadas y Navarra, los
carlistas, bajo la presión de las tropas isabelinas, acabaron amparándose en los carlistas
vasco-navarros, formando los batallones castellanos. Sus jefes más importantes fueron
Balmaseda, Basilio García, Jerónimo Merino y Cuevillas. Organizaron correrías por el
territorio controlado por el bando isabelino, llegando en ocasiones hasta La Mancha.
Los húsares de Ontoria, una unidad selecta formada por expertos jinetes castellanos y
dirigida por Balmaseda, fue la unidad más importante de caballería castellana que terminó
combatiendo con Cabrera. No pudiendo cruzar el Ebro en la fase final al caer el
Maestrazgo en manos de Espartero, intentaron huir a Francia dando el rodeo por Cuenca,
Soria, Burgos, La Rioja y Navarra, desolando con sus tropelías y robos las poblaciones
que atravesaban. Gran parte de ellos fueron finalmente interceptados en Navarra, cuando
Cabrera hacía ya tiempo que se encontraba en Francia y, por lo tanto, la guerra había
finalizado. Por ello fueron considerados como bandoleros y ejecutados.
En Castilla la Nueva los movimientos carlistas se centraron en Ciudad Real y en las zonas
próximas a Cabrera (Cuenca), y también Albacete. La partida más importante de la región
fue la de los hermanos Palillos. Esta partida estaba formada por jinetes en su mayor parte
y llegó a ser numerosa comparada con las demás partidas manchegas, que nunca fueron
muy superiores a un par de centenares de hombres.

Frente de la provincia de Ciudad Real[editar]


En la provincia se formaron más de un centenar de partidas, algunas con apenas una
decena de hombres y otras superando varios centenares. Tres son las causas de esta
proliferación: a) Dada la orografía montañosa y el tránsito a través de la provincia de las
comunicaciones Madrid-Andalucía, desde tiempo muy atrás el bandolerismo estaba muy
desarrollado. b) Estas circunstancias fueron base para que durante la guerra de la
Independencia se creasen numerosas partidas guerrilleras con gran actividad. c) La
provincia, muy depauperada, con la tierra prácticamente en poder de unas pocas
personas, no solo producía pobreza en las gentes que trabajaban el campo sino también
en las localidades donde los zapateros, sastres y demás oficios tenían unos ingresos muy
bajos ya que sus clientes, los trabajadores del campo, carecían de dinero. Las
experiencias del bandolerismo, las de las guerrillas independentistas, la pobreza de los
habitantes y las quintas que se llevaban a tantos hombres jóvenes que estaban aportando
economía familiar, hizo que los jefes carlistas encontrasen con facilidad personas tanto en
el campo como en las ciudades para engrosar sus filas. Ocurría también con frecuencia
que pequeñas partidas admitían el indulto, se reincorporaban a sus quehaceres, volviendo
pero de nuevo poco tiempo después a formar parte de una partida. El gobierno solo en
ocasiones pudo destinar tropas regulares suficientes para combatir a las partidas, siendo
fuerzas irregulares formadas por voluntarios locales, encuadrados genéricamente en el
concepto de "Milicianos Nacionales", los que sostuvieron el peso principal de lucha contra
las partidas aunque con escaso éxito ya que incluso meses después de concluida la
guerra estuvieron activas varias de ellas durante un tiempo. Algunas volvieron a
convertirse en bandoleras, quedando su persecución en manos de la recién creada
Guardia Civil.
El movimiento carlista nunca tuvo unidad de mando y de administración ni conservó
territorio en el que hubiese podido instalar sus cuarteles, almacenes, cuadras de caballos,
depósitos de heridos y prisioneros, manteniéndose continuamente en movimiento por la
provincia, asaltando pueblos y refugiándose en las montañas. En ocasiones se unían
varias pequeñas partidas para realizar un ataque a una localidad importante o a un convoy
que circulaba por la carretera Madrid - Andalucía. Al llegar a la provincia las expediciones
de Gómez y Basilio García, formaron parte de ellas mientras se mantuvieron en la
provincia, algunas marcharon con ellas a provincias vecinas, incluso unos pocos hombres
las acompañaron a su vuelta al territorio vasco-navarro.20

Expediciones carlistas[editar]
Desde el territorio vasco-navarro dominado por los carlistas se realizaron expediciones con
los objetivos principales: a) Fomentar la guerra en territorios en los que el carlismo tenía
poca, incluso nula actividad. b) Deshacerse durante algún tiempo de contingentes a los
que era problemático dar mantenimiento y paga. c) Obligar a que tropas isabelinas que
cercaban su territorio tuviesen que marchar tras las expediciones, aliviándose la presión
sobre el frente vasco-navarro.
Las expediciones más importantes fueron:

 Primera expedición de Basilio García (1834)


 Segunda expedición de Basilio García (1835)
 Expedición de Guergué (1835)
 Tercera Expedición de Basilio García (1836)
 Expedición de Gómez (1836)
 Expedición Real (1837)
 Expedición de Zaratiegui (1837)
 Cuarta expedición de Basilio García (1837-1838)
 Expedición de Negri (1839)
Expedición de Gómez (1836)
Ataque y toma de Almadén por los carlistas (octubre de 1836)

En junio de 1836, Miguel Gómez Damas, al frente de 3500 hombres, parte


desde Amurrio hacia Asturias y Galicia para alentar los focos carlistas que supone allí
establecidos, pero a pesar de que consigue entrar sin lucha en Oviedo y Santiago de
Compostela, no logra controlar estos territorios ya que no encuentra interés suficiente por
la causa carlista en la población y es sometido a persecución por tropas isabelinas que
llegan desde Navarra y Castilla la Vieja. Por propia iniciativa, en contra de las órdenes
recibidas, se dirige en agosto hacia Andalucía y durante la marcha entra
en León, Palencia y Albacete. En Andalucía toma Córdoba y Almadén de la Plata, hecho
este último que causa una inesperada baja en la Bolsa londinense. Llega a San Roque ya
que tiene intención de adquirir calzado en Gibraltar pero desde el Peñón le impiden con
cañonazos acercarse aunque son muchos los ingleses, incluso con sus mujeres, los que
salen del recinto británico para ver de cerca a los carlistas ya que su correría por la
geografía hispánica es tema muy aireado por la prensa europea. Batido una y otra vez,
aunque sin ser excesivamente dañado por las columnas isabelinas que le persiguen, en
diciembre de 1836 consigue regresar a Vizcaya.
Expedición Real (1837)
La Expedición Real, motivada por las supuestas negociaciones que se estaban realizando
entre Carlos y María Cristina, salió de Navarra en mayo de 1837 con 12 000 hombres al
frente del pretendiente Carlos hacia Aragón, Cataluña, Valencia, Teruel y finalmente
Madrid, de dónde se retiraron de manera inesperada, llegando al territorio carlista del norte
en octubre de 1837. Tras la expedición Carlos marginó a los elementos más moderados
del carlismo.

Batallas y acciones[editar]
 Acción de Vargas. 3 de noviembre de 1833. Vencen los liberales
de Iriarte a Ibarrola y Villalobos.
 Acción de Maials. 10 de abril de 1834. Vencen los liberales de Carratalá y Bretón
a Carnicer.
 Acción de las Peñas de San Fausto. 19 de agosto de 1834. Vencen los carlistas de
Zumalacárregui a Carandolet.
 Acción de Alegría de Álava. 27 de octubre de 1834. Vencen los carlistas de
Zumalacárregui sobre O´Doyle.
 Acción de la Venta de Echavarri. 28 de octubre de 1834. Vencen los carlistas de
Zumalacárregui sobre Osma.
 Mendaza. 12 de diciembre de 1834. Vencen liberales de Córdova sobre
Zumalacárregui.
 Primera Batalla de Arquijas. 15 de diciembre de 1834. Indecisa.
 Acción de Artaza. 20 al 22 de abril de 1835. Vencen los carlistas de
Zumalacárregui sobre Jerónimo Valdés.
 Mendigorría. 16 de julio de 1835. Vencen liberales de Córdova sobre González
Moreno.
 Arlabán. 16 a 17 de enero de 1836. Indecisa.
 Villarrobledo. 20 de septiembre de 1836. Vencen los liberales.
 Majaceite. 23 de noviembre de 1836. Vencen liberales de Narváez sobre Gómez
Damas
 Luchana. 24 de diciembre de 1836. Vencen liberales de Espartero.
 Acción de Las Cabrillas. 18 de febrero de 1837. Campos de Buñol. Crehuet-
Cabrera.
 Oriamendi. 10 al 16 de marzo de 1837. Vencen carlistas del infante Sebastián
sobre Lacy Evans.
 Huesca. 24 de mayo de 1837. Vencen carlistas del infante Sebastián sobre
Iribarren.
 Barbastro. 2 de junio de 1837. Vencen carlistas del infante Sebastián sobre Oráa.
 Chiva. 15 de julio de 1837. Vencen liberales de Oráa sobre el infante Sebastián.
 Villar de los Navarros. 24 de agosto de 1837. Vencen carlistas del infante
Sebastián sobre Buerens.
 Peñacerrada. 20 a 22 de junio de 1838. Vencen liberales de Espartero sobre
Guergué.
 Conquista de Morella. 26 de enero de 1838. Vencen carlistas de Cabrera sobre el
gobernador Bruno Portillo.
 Morella. 24 de julio a 24 de agosto de 1838. Vencen carlistas de Cabrera sobre
Oraa.
 Maella. 1 de octubre de 1838. Vencen carlistas de Cabrera sobre Pardiñas.
 Cheste. 2 de diciembre de 1838. Vencen liberales de Pezuela sobre Forcadell.
 Ramales y Guardamino. 27 de abril al 13 de mayo de 1839. Vencen liberales de
Espartero sobre Maroto.
 Toma de Morella. Vencen los liberales de Espartero. Última batalla de la guerra.

Extranjeros[editar]
Fueron numerosos los extranjeros que se alistaron en el bando carlista, siendo a destacar
los que publicaron sus vivencias de la guerra: el inglés Charles Frederick Henningsen, los
franceses Alfonso Barrés de Molard, Alexis Sabatier y Louis Xavier Auguet de Saint-
Sylvain y los alemanes Augusto von Goeben, Adolfo Loning, Félix Lichnowsky y Guillermo
von Rahden. Entre los extranjeros que combatieron en el bando liberal cabe citar
a Frederick Hardman, inglés que se alistó en la Legión Auxiliar Británica y que publicó un
libro que recogió sus vivencias e impresiones de la guerra. John Francis Bacon,
cónsul británico en Bilbao durante los años 1830 a 1837, escribió dos libros en los que
relata sus experiencias durante la primera guerra carlista, entre ellas los sitios de Bilbao.
Desde el punto de vista diplomático. un inglés participó activamente para humanizar la
guerra (Lord Elliot) y otro para terminarla (Lord John Hay).

Ejército liberal[editar]
 Regimientos de infantería de línea
 Regimientos de infantería ligera
 Regimientos de infantería de milicias provinciales
 Guardia real de infantería. Cuatro regimientos de dos batallones
 Regimiento de granaderos provinciales de la guardia real
 Regimiento de cazadores de la guardia real provincial
 Regimiento de ingenieros de la guardia real
 Artillería montada de la guardia real
 Artillería de línea de la guardia real
 Regimiento de granaderos a caballo de la guardia real
 Regimiento de lanceros de la guardia real
 Regimiento de cazadores de la guardia real
 Regimiento de coraceros de la guardia real
 Húsares de la Princesa
 Caballería de línea
 Caballería ligera
 Flanqueadores de Isabel II
 Cuerpo franco navarro de caballería
 Peseteros
 Voluntarios de Burgos (1200 plazas)

Ejército carlista[editar]
Tropa carlista del Norte

 Guardia de honor de infantería.


 Guardia de honor de caballería.
 Escolta del Estandarte.
 Escuadrón de Jefes y Oficiales.
 Batallón de voluntarios distinguidos de Madrid.
 Infantería navarra. Doce batallones de 800 plazas.
 Guías de Navarra. Un batallón de 800 plazas.
 Lanceros de Navarra. Cuatro escuadrones.
 Infantería guipuzcoana. Ocho batallones de 1000 plazas.
 Escuadrón de Guipúzcoa. 100 caballos.
 Infantería alavesa. Siete batallones de 800 plazas.
 Batallón de Guías de Álava. Un batallón de 800 plazas.
 Escuadrón de Álava. 120 caballos.
 Infantería vizcaína. Nueve batallones de 900 plazas.
 Escuadrón de Vizcaya. 90 caballos mandados por un comandante.
 Infantería castellana. Cuatro batallones de 800 plazas.
 Caballería castellana. Tres regimientos de lanceros.
 Batallón de granaderos del ejército. 800 plazas.
 Artillería de batalla y montaña.
 Artillería de batir.
 Zapadores. Cuatro compañías, una en cada provincia.
 Húsares de Arlabán. 100 caballos
 Tres batallones cántabros de 900 plazas.
 Aduaneros.
Ejército Real de Aragón, Valencia y Murcia

 1.ª Brigada de Tortosa. 1.º, 2.º y 3.er batallón de Tortosa de 800 plazas.


 2.ª Brigada de Tortosa. 1.º, 2.º y 3.er batallón de Mora de Ebro de 750 plazas.
 1.ª Brigada de Aragón. Guías de Aragón, 5.º y Tiradores de Aragón de 700 plazas.
 2.ª Brigada de Aragón. 4.º, 6.º, 7.º, y 8.º de Aragón de 850 plazas.
 3.ª Brigada de Aragón. 1.º, 2.º y 3.er batallón de Aragón de 700 plazas.
 1.ª Brigada de Valencia. 1.º, 2.º y 3.er batallón de Valencia de 800 plazas.
 2.ª Brigada de Valencia. 4.º, 5.º, 6.º y 7.º batallón de Valencia de 850 plazas.
 1.ª Brigada de Murcia. 1.º y 2.º del Cid de 800 plazas.
 2.ª Brigada de Murcia. 3.º del Cid y Guías del Conde de Morella de 800 plazas.
 1.er Regimiento de lanceros de Aragón de 250 plazas.
 2.º Regimiento de lanceros de Tortosa de 490 plazas.
 3.er Regimiento de lanceros de Aragón de 350 plazas.
 1.er Regimiento de lanceros de Valencia de 360 plazas.
 1.er Regimiento de lanceros del Cid de 280 plazas.
 1.er Batallón de artillería de 500 plazas.
 Compañías del tren de 150 plazas.
 Compañía de Zapadores de 390 plazas.
 Compañías de Miñones de Cabrera 100 plazas.
 Ordenanzas de Cabrera 100 plazas.
 Guías de Cabrera 100 plazas.
Ejército Real de Cataluña
División de Gerona

 1.ª Brigada
 2.ª Brigada
 Batallón de guías 400 plazas
 Escuadrón de lanceros 50 plazas
División de Lérida

 1.ª Brigada
 2.ª Brigada
División de Manresa o del Centro

 1.ª Brigada
 2.ª Brigada
 Partidas sueltas (caballería e infantería)
División del Campo de Tarragona

 8 Batallones de 500 plazas


Partidas varias

 Sin datos organizativos, total de 3838 hombres entre infantes y jinetes


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