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Según un informe de UNICEF, aproximadamente, 1287 millones de alumnos, cerca de un 90% del
total de estudiantes del mundo, se encontraban afectados por el cierre de las instituciones
educativas para inicios de mayo del año 2020. Específicamente,182 países continuaban la
interrupción total de los servicios de educación y lo hacían parcialmente de modo local en distintas
jurisdicciones. Por consiguiente, millones de niñas, niños, jóvenes y adultos tuvieron que
enfrentarse a una serie de obstáculos directamente relacionados con su nivel de conocimientos en
tecnología de la información y las comunicaciones (TIC) para continuar recibiendo su educación de
manera remota.
Según datos del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), compartidos por el Sistema de
Información de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de México, sólo el 34.4% de la población de
los Estados Unidos Mexicanos sabe cómo enviar y recibir un correo electrónico. Las mismas
encuestas arrojaron que, únicamente, el 36.3% sabe crear archivos de texto. Siendo estas dos
herramientas las más necesarias para la educación a distancia o en línea en tiempos de COVID-19.
El impacto ha sido especialmente negativo en las niñas y chicas jóvenes, especialmente aquellas
con diversidad funcional o que viven en espacios rurales, pobres o aislados, dado que suelen
abandonar los estudios antes para poder dedicarse al trabajo doméstico. Para solucionar los
problemas económicos familiares, se vuelven más vulnerables al matrimonio infantil y otras
formas de violencia.
La pandemia por la enfermedad del coronavirus puede profundizar la crisis de aprendizaje global e
incrementar significativamente el número de estudiantes afectados por «pobreza educativa». Más
del 50% de los niños de países de ingresos medios o bajos se encuentran en esa situación. La
desigualdad educativa ya existente puede incrementarse exponencialmente, debido a las
diferencias en el acceso a elementos básicos como un escritorio donde realizar las tareas o el
instrumental tecnológico, sumada a las diferencias del nivel educativo alcanzado por los padres o
cuidadores, responsables en esta instancia de apoyar el proceso de aprendizaje de los niños.