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LAS DROGAS: SU CATEGORIZACIÓN, ESTIGMATIZACIÓN Y CONTROL LEGAL

En los antepasados, las drogas fueron descubiertas y usadas por indígenas


alrededor del mundo con fines religiosos y medicinales, encontrando agentes
psicoactivos en vegetales y animales. Con el pasar de los años, el hombre civilizado
“purificó los principios activos y cambió el consumo religioso por el consumo social y la
adicción”. (Pinto P, 1998)

El desarrollo tecnológico ayudó a que este cambio de consumo se intensificara


debido a que, gracias a sus avances, fue posible la creación de una variedad de
sustancias, que en la actualidad son destinadas al consumo para el ocio, la diversión,
para tratar o curar enfermedades, entre otros; sin embargo, la aparición de esta
variedad trajo consigo la estigmatización y la categorización de las drogas, atrayendo la
atención no solo del sistema de salud, sino también de los sistemas social, jurídico,
psicológico, político, económico y cultural, como lo explica Xavier Pons Diez (2008) en
su artículo llamado “Modelos interpretativos del consumo de drogas” en el que describe
particularmente nueve interpretaciones teóricas que buscan explicar la problemática del
consumo de drogas desde diferentes perspectivas.

Estos nuevos movimientos de las drogas dentro de la sociedad, han captado


aún más la atención de los gobiernos en los últimos años, los cuales se han dedicado a
buscar la forma de regular su consumo con el fin de prevenir problemas de salubridad,
sociales y la producción ilícita de estas sustancias dentro de la población. Con relación
a Colombia, el gobierno ha enfocado sus avances en esta materia hacia los derechos
humanos y la salud pública buscando el bienestar, la salud, la seguridad y la economía
nacional. (Scoppetta, O. y Castaño, A, 2017)

Por lo anterior, es importante analizar las perspectivas en las que actualmente


se ven y se categorizan las drogas, la estigmatización de las personas que la
consumen y su relación con los avances legislativos relacionados con las políticas
antidrogas emitidas en Colombia.

Es fundamental aclarar que por evidencia médica se ha establecido que el


consumo de sustancias psicoactivas tanto legales como ilegales, tienen componentes
tóxicos y producen adicción en las personas (Téllez, J. y Bedoya J., 2015),
adicionalmente, las drogas ilegales “cargan sobre sí una interpretación que las hace
responsables de producir unos daños sociales que no se fundamentan científicamente.”
(Vásquez, A., s.f.)

Lo mencionado trae consigo una reflexión de como la sociedad llega a


estigmatizar a las personas que consumen drogas, categorizándolas como legales e
ilegales y relacionándolas con pobreza, delito y/o enfermedad a aquellas que
consumen las que no están reglamentadas (Vásquez, A., s.f.). De este modo entramos
en el etiquetado que se les da a las personas adictas a sustancias psicoactivas, donde
culturalmente se les identifica como “un desviado o, incluso, como candidato a
convertirse en delincuente” (Pons, X., 2008).

Con relación al panorama nacional, como se enunció en unos párrafos más


arriba, Colombia adopta una posición encaminada al derecho a la salud pública, pero a
su vez también enfoca sus políticas a la sanción penal y la autonomía individual
(Palacios M., et. al., 2019). Un ejemplo de ello es la Ley 30 de 1986, que regula el
consumo de drogas mediante la dosis mínima, con el fin de velar principalmente por el
derecho al libre desarrollo de la personalidad, sin embargo, como dicen Jairo Téllez y
Juan Camilo Bedoya (2015) en su artículo llamado “Dosis personal de drogas:
inconsistencias técnico-científicas en la legislación y la jurisprudencia colombiana”, esta
medida no concuerda con la idea de penalizar la producción, transporte y venta de
drogas, debido a que convierte al consumidor de dosis personal un aporte a la cadena
productiva ilegal del narcotráfico, y a nivel social y cultural se sigue alimentando el
concepto estigmatizador de las personas consumidoras. Otra inconsistencia
mencionada por ellos es “autorizar el consumo de un grupo de sustancias psicoactivas
en determinada cantidad por tiempo indefinido, desconociendo de esta manera la
evidencia en la cual se relaciona la aparición del fenómeno adictivo con el consumo
continuado y prolongado de una sustancia con potencial adictivo” (Téllez, J. y Bedoya
J., 2015).

Es por esto que el fenómeno de las drogas, requiere un estudio más allá de lo
prohibitivo, regulatorio y sancionatorio a nivel jurídico, es importante reconocer las
influencias sociales y culturales que se presentan en las personas que consumen estas
sustancias e identificar y radicar desde la raíz el problema.

Una muestra de lo anterior es lo expuesto por Xavier Pons Diez (2008) en su


artículo llamado “Modelos interpretativos del consumo de drogas”, donde incorpora
todos los sistemas de la sociedad dentro del consumo de drogas y explica desde
diferentes perspectivas como cada uno de estos influye y es importante a la hora de
analizar y pensar en las posibles medidas que den solución a los problemas causados
por este fenómeno.

El modelo socioecológico explicado por Xavier Pons Diez (2008) en su artículo,


como el mismo lo expone “redimensiona el problema del consumo de drogas como
fenómeno global y problema social” que tiene en cuenta los entornos microsociales
(familia y grupos de iguales) y macrosociales (medios de comunicación, sistema
social), los sistemas económico, jurídico, político e histórico-cultural, y el desarrollo del
comportamiento de las personas bajo un marco ambiental definido por estos.

Por su lado, la divulgación de la información es una herramienta que aporta a la


concientización sobre el consumo de drogas, sin embargo, por sí sola no tiene un
efecto preventivo debido a que técnicas como la inducción del miedo es interpretada
por el receptor como exageración o poco realista, en este contexto, el entorno
macrosocial juega un papel importante a la hora de transformar la información a un
enfoque que fomente el aprecio a la propia salud mediante actividades educativas y
pedagógicas que tengan un valor preventivo (Pons, X., 2008).

Sumado a todo lo mencionado, existe otro enfoque dirigido al tipo de consumo


que las personas tienen, en el cual se identifica el tipo de droga que se consume, la
cantidad y la frecuencia con que se realiza, en estos casos se hace uso del “patrón que
la medicina ha establecido entre uso, abuso y dependencia” (Vásquez, A., s.f.)

En conclusión, para realizar una buena gestión que dé resultados es importante


que el país se interese por tener una construcción clara de la realidad, conocer las
historias de primera mano de las personas consumidoras y adictas, reconocer sus
necesidades y también las causas que las llevaron a esa situación, con el fin de
prevenir y/o evitar antes de mitigar o intentar corregir. A su vez, seguir fomentando
iniciativas como los centros de rehabilitación para personas drogodependientes y la Ley
1566 de 2012 que busca normalizar la atención integral de las personas con trastornos
mentales causados por el abuso de sustancias psicoactivas, velando por sus derechos
y reduciendo la discriminación.

Adicionalmente, es importante estudiar en qué punto una persona consumidora


que regula sus dosis y esto no afecta sus relaciones interpersonales, laborales o
académicas requiere de ayuda psicológica o médica en general.

Por otro lado, el acceso a la información es de suma importancia, el


conocimiento tanto de los componentes que tienen las sustancias que se consumen
como el efecto que tiene sobre el cuerpo son herramientas importantes que se deben
tener en cuenta a la hora de realizar un plan que tenga la intención de reducir el
consumo de sustancias psicoactivas.

Es trascendental que socialmente se haga una reflexión del por qué algunas
sustancias sicoactivas son culturalmente aceptadas y abiertamente consumidas como
el alcohol y el tabaco y como otras se rechazan por el hecho de no estar legalizadas,
entendiendo que todas contienen componentes tóxicos y adictivos que afectan la salud
y la calidad de vida de las personas.

Adicionalmente, a nivel nacional, culturalmente se les recarga el peso y la


culpabilidad de comercialización a los pequeños consumidores, que si bien, si aportan
a la cadena de valor, los grandes productores que manejan el mercado, son los
encargados de distribuir en gran cantidad estas sustancias que aún no se han
legalizado. A estos mismos consumidores se les categoriza y discrimina dentro de un
grupo social de estrato bajo con características delincuenciales, describiéndolas hasta
en la categoría de un peligro para la sociedad, si conocer, como se dijo en párrafos
más arriba, el contexto social y cultural en el que se han desarrollado, así como las
experiencias que han experimentado que los ha llevado a esa situación.
En todo caso, a nivel nacional, el control del fenómeno de las drogas en la
actualidad debe reforzarse mediante la unificación de un solo modelo que reúna todos
los aspectos relacionados a este tema como lo es el socioecológico.

El gobierno colombiano debe seguir trabajando en conjunto con todas las


dependencias involucradas, para que aparte de la emisión de normas que regulen el
consumo de drogas, se promuevan programas enfocados especialmente en la
concientización cultural y social mediante la educación tanto para las personas
consumidoras y drogodependientes como las que estigmatizan a estas últimas en
grupos sociales inferiores.

REFERENCIAS:

Palacios, M., Torres, M., Iregui, P. (2019). “Lucha Contra el Narcotráfico vs. Protección
de Derechos Humanos: análisis desde el Consumo de Drogas en Colombia”.
Revista Lasallista Investigación. Vol.16, núm. 2 Caldas July/Dec. 2019.
Colombia.

Pons, X. (2008). “Modelos interpretativos del consumo de drogas”. POLIS 2008, vol. 4,
núm. 2, pp. 157 – 186. Universidad de Valencia. España.

Scoppetta, O. (2017). “El enfoque de salud pública en la política de drogas en


Colombia”. Health and Addictions 2018. Vol. 18, núm.1, 81-88. Colombia.

Téllez, J., Bedoya, J. (2015). “Dosis personal de drogas: inconsistencias técnico-


científicas en la legislación y la jurisprudencia colombiana”. Persona y Bioética.
Vol.19, núm.1 Chía Jan. /June 2015. Colombia.

Vásquez, A. (s.f.). “Acerca de las nominaciones del consumo de drogas en tiempos de


medicalización”. Facultad de Psicología – Universidad de Buenos Aires /
secretaría de investigaciones / anuario de investigaciones / volumen XXIII.
Argentina.

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