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Iván Rodrigo Cabrera Manrique nació
el 30 de junio de 1988 en Florencia,
Caquetá. Es Licenciado en Educación
Básica con Énfasis en Educación Artística
de la Universidad de la Amazonia.
Es docente de su ciudad natal, donde
además se desempeña como consultor
cultural, muralista y mimo.
En la actualidad, hace intervenciones
en espacios públicos en el norte de la
Amazonia colombiana, con el Colectivo
Artístico Las Botellas, del que es
fundador.
CUENTOS PARA REÍR Y
PEGARSE UN TIRO
Historias de grandes niños para niños
grandes.
A la infancia caqueteña,
y a todo aquel que le cuide,
nutra su corazón e invite a soñar.
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CUENTOS PARA REIR Y PEGARSE UN TIRO historias de grandes niños para niños grandes
PRÓLOGO
Julian Facundo Rinaudo Correa
Un día, hace ya muchos años, un niño sintió el peso de no una, sino dos preguntas
existenciales que le inundaron la inquietud de forma simultánea. ¿Cuánto dura la
existencia del tiempo? y ¿cuál es la razón de la injusticia?, se preguntaba este niño
de ocho años. Algún otro podría haberse rendido ante la titánica tarea cognitiva
autoimpuesta. Pero este niño, no. A él le gustaba entender.
Claramente, este no era un niño cualquiera, y su respuesta no podía ser tampoco
cualquiera. Reflexionó un día, reflexionó dos. Reflexionó tres y cuatro, y de a pocos
una idea se fue formando. Entendió, para tranquilidad de su mente–corazón, que
la existencia del tiempo dura lo que se demore cada persona que existe, existió y
existirá, en vivir cada una de las vidas de los demás. Y así, con una reencarnación
justiciera, concibió la experiencia humana como un aprendizaje colectivo donde
todos habitamos desde la más profunda de las ínter existencias. A conclusiones
similares han llegado otras muy buenas y milenarias ideas.
Conocí al hombre que fue aquel niño en Caquetá, su tierra natal y escenario donde
se desarrollan la mayoría de los microrrelatos que nos regala en este escrito.
Cuando empecé a leerlos, en efecto me dieron (guardadas las proporciones) como
ganas de pegarme un tiro, como su título despiadadamente nos invita. No obstante,
cuando los terminé de leer dominaba en mí un sentimiento que, aunque no podría
nombrar, sin duda era positivo. Desconcertado de mi sentir, en las siguientes semanas
y en la relectura de los relatos fui masticando esa sensación, que entendí después,
no era solo positiva, sino incluso constructora.
Desde los ojos inocentes de los niños y niñas que los protagonizan, los microrrelatos
nos narran los efectos –no siempre tan visibles– de la guerra, la exclusión social, la
inequidad. Nos cuentan cómo los niños perciben la maldad, la injusticia y la pérdida,
y como estas interactúan con su cotidianidad. Tenemos acá ventanas a vidas ajenas
que nos muestran las huellas tempranas que deja una realidad que a gritos pide ser
transformada.
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Si bien lo anterior es un motor para catalizar transformación (recomendado siempre
ante las ganas de tiros), el gran poder de estos microrrelatos no es ese –la denuncia–,
sino el hecho de que son un puente para algo que poco hacemos: aprender de los
más jóvenes. Pensamos con necedad que la formación es unidireccional, desde los
adultos hacia la infancia y la juventud, y transcurrimos así la vida desperdiciando
grandes oportunidades de aprendizaje.
Rodrigo hace ese puente de forma natural. No es fortuito el hecho de que este profe
haya sido testigo y partícipe de estas particulares historias que nos comparte. Él
tiene el espíritu dispuesto siempre a la escucha de los más jóvenes, la palabra lista
para catalizar la charla reflexiva y profunda, y el corazón suficientemente atento para
valorar y así recordar estos chispazos de sabiduría infantil.
El sentimiento de leer los microrrelatos, que después definí de forma insuficiente
como “constructor”, se debe a que promueven la reflexión sobre la forma en que
asumimos los retos, tristezas y sufrimientos de la vida. Ya sea a nivel personal, o en
relación a este complejo mundo en que hoy vivimos, donde por momentos parece
estar ganando el caos y la oscuridad.
Los niños y niñas que protagonizan estos relatos, con su ejemplo de vida, nos
muestran formas de enfrentar las dificultades intrínsecas de la vida sin desesperación
o desesperanza, sin rabia ni resentimiento, sin frustración ni apego. En su ejemplo,
sobreviven impolutas la alegría pícara hacia la vida y la imaginación curiosa que
resulta en inesperadas asociaciones y soluciones.
Son varias las tradiciones religiosas, cosmologías indígenas y teorías psicológicas que
hablan de la importancia de asumir los retos de la vida sin apego y con tranquilidad,
reflexión y control sobre las emociones. Personalmente, me había faltado el ejemplo,
que como dicen, enseña más que la palabra.
Ahora que lo tengo, incorporar en mí su fortaleza y resiliencia es una tarea personal
que esos pequeños maestros (o grandes niños), sin saberlo, me han regalado. Esta,
creo yo, es la invitación implícita de estos peculiares microrrelatos; y en esto radica
su gran poder: invitan a la transformación exterior, sí, pero sobre todo a la interior, a
la que merece el más dedicado y paciente cuidado.
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INTRODUCCIÓN
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La primera vez que pinté con un grupo de jóvenes fue en Rionegro, Caquetá. Allí
llegué con un manojo de botellas plásticas llenas de pintura. Aquella vez fui a apoyar
la iniciativa de unos muchachos que soñaban con aportar a lo bello y terminamos
poniendo pintura en una casa cuya pared principal, su fachada y su techo estaban
ausentes. Era una casa víctima del conflicto. Un grupo armado había arrojado con
intenciones bélicas un cilindro de gas lleno de explosivo hacia otro grupo armado, por
cosas del destino o variabilidad humana, el suceso terminó otorgándole un recuerdo
de muerte y un nuevo nombre al lugar. Pintamos “La Casa del Cilindro”.
El resultado me impacto más de lo que esperaba, realmente me conmovió cómo un
poco de aglutinante colorido podía transformar aquel lugar en otro muy diferente.
Aunque debo admitir que no fue la pintura la que gestó la diferencia, mucho menos
yo. Ese día, unos veinte jóvenes le regalaron a Rionegro “La Casa De Los Murales”.
Dos niños de no más de 12 años, pintaron desde el agujero en la pared por donde, en
sus palabras, “salió el culo del cilindro”, un árbol que ascendía y se complementaba
con las hojas de un árbol de verdad que había nacido en la parte posterior a aquella
pared, parte de la maleza que se había tomado la casa destruida. Aquí pasó algo
especial.
Tiempo después, por alguna razón, terminé pintando en El Doncello con un grupo
de jóvenes que solía faltarse al respeto con frecuencia. Sin embargo, eran muy
dedicados a lo que hacían. –Este “pirobo” se me llevó el amarillo¬– dijo uno. Yo
rápidamente repunté: –¿Usted sabe qué es un “pirobo”?– respondió que no sabía
–Yo tampoco, pero ¿a usted le parece que está bien llamar “pirobo” al que pinta el
sol ¬– le pregunté. Miró hacia arriba y dijo: –Yeison, a lo que termine allí, me presta el
amarillo, ¿sizas? “Sizas” fue la respuesta. Después de eso, aunque hemos repetimos
pintada, no hay vez que me encuentre a alguno de ellos y no me pregunte cuándo es
que vamos a volver a pintar.
En Puerto Nuevo Zabaleta, una niña fue retirada del colegio para que ayudara a
trabajar en la finca, la sacaron de estudiar para cultivar la tierra. Aunque nunca pude
hablar con sus padres, creo que a nadie le gustó esta decisión, ni a la niña, ni a sus
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Advertencia:
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¡¡¡JA JA JA!!!!!
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EL COCO1
Estamos muy orgullosos de lo que acabamos de pintar con los jóvenes y niños
de Puerto Nuevo Zabaleta. Nos merecemos un refresco. Camilo y su hermano se
encargan de ir a comprarlos. Andrés los ve pasar con el encargo y se viene con ellos.
Andrés, que no había venido en todo el día, opina sobre el mural y comparte con
nosotros. Después de un rato, me dice discretamente:
– Andrés: Profe, en mi casa venden helados, por si más rato quiere comprar
más… Pero sólo hay de coco.
– Yo: ¿De Coco? ¡Uy no! A mí me da miedo el Coco, ¿a usted no le da miedo
el Coco?
– Andrés: No, a mí lo que me da miedo son lo paracos.
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ZAPATOS NEGROS2
Es temprano y aún no ha llegado ninguno de mis jóvenes compañeros de aventuras
pictóricas. Preparo los materiales para hacer un mural en la Unión Peneya. Llega
Mauricio, de unos ocho años. Siente mucha curiosidad por mis tatuajes.
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canchas y calles, no siempre se debe a una falencia económica, a veces los zapatos no
hacen falta; sin embargo, hay espacios que los requieren, como la escuela, entonces no
tenerlos puede representar apodos, burlas y maneras que usan los niños para molestarse
entre sí.
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RISA3
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general a un acto de campaña. Este acto suele realizarse en un lugar público, ya sea
el político pronuncia su discurso ante los asistentes, antecedido por una performance
artística que varía entre una danza folclórica y un mini concierto de música popular. El
mayor atractivo de la reunión es la repartición de comida que, sin duda, serán siempre los
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SER PINTOR4
Hemos estado pintando todo el día con los jóvenes de Rionegro. Como siempre, la
estamos pasando de maravilla.
Se acerca Javier, de unos nueve años. Es primera vez que lo veo, no ha venido a
pintar antes, pregunta:
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4 La historia ilustra cómo lo trágico y lo cómico se entrelazan dando origen a una agridulce
ironía: la inocente y espontánea alegría del niño que, por un instante, encuentra su lugar
en el mundo al percibir el oficio de pintar como algo compatible con sus condiciones de
vida.
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LECCIÓN DE LECTURA5
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5 “Mi mamá me mima” es una frase usada tradicionalmente en las primeras lecciones de
lectura. La crudeza con que el niño confronta la lógica del contenido de la clase, a partir
de sus propios aprendizajes y condiciones. En este caso, el hecho de que su mamá está
muerta y lo que acarrea resulta una muestra de cómo se vive la educación en Colombia.
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SENTIR GANAS6
La mamá de Eliza, de tres años, acaba de dejar a su papá debido al maltrato que les
daba a ambas. Viven, por ahora, en la casa de Jacinto. La madre de Eliza y Libia, la
esposa de Jacinto, son buenas amigas. Libia cuida a Eliza mientras su madre trabaja
como empleada del servicio doméstico durante todo el día al otro lado del pueblo.
Libia debe atravesar el municipio de San Vicente del Caguán.
Aprovechando los pequeños descuidos, Eliza, que extraña a su madre, con sus tres
años, tetero en mano y llanto al aire, sale a buscarla. En varias ocasiones, Libia ha
tenido que salir en su búsqueda, y la encuentra bastante lejos de su casa, lo que
representa un peligro para la niña.
– Libia: Eliza, no llore. Mire que su mamá está trabajando y, si usted sigue
llorando, ella se va a preocupar y no va a poder trabajar más.
– Eliza: ¡Mi mamáááááá! ¬¬–llora a todo pulmón.
– Libia: No llore, mire a Jacintico… él no llora.
– Eliza: (Entre sollozos) Pues claro, él no llora porque como a él no se le va la
mamá… pero como a uno sí se le va la mamá, entonces a uno le da pesar y
siente ganas de llorar.
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6 Sorprende la claridad con la que los niños comunican sus sentimientos derivados
responsabilidades paternas por parte de los hombres obligan a las mujeres a delegar el
cuidado de sus hijos a terceras personas en una etapa del desarrollo donde la presencia
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EL DÚO7
El jueves por la noche, la madre de la profesora de preescolar ha muerto en una
cuidad lejana. La profesora sale de viaje inmediatamente, las clases se retomarán el
lunes. Así lo expone la rectora de la escuela a los niños que vienen a clases el viernes
en la mañana.
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7 Aceptar la pérdida de un ser querido y luego sentir cómo otros intentan superar una
del dolor propio. La madurez con la que el niño asume su condición y la manera en la
que se vincula con la afectación de la profesora irrumpe con lo que se espera de un niño.
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Steffy, tímida, de seis años y familia cuidadosa, vive en su mundo de fantasía; siempre
mira lo bonito de las cosas y nunca le falta una sonrisa. Sergio, que tiene seis años,
se sienta en un pupitre adelante de Steffy. La familia de Sergio no es tan atenta a
las cosas que le pasan a Sergio. El 31 de octubre, su disfraz fue una máscara mal
recortada de la página de un periódico local, y le faltaba un resorte para sujetarla.
La profesora les ha puesto de tarea escribir los números del 1 al 1000. Todo el salón
está en silencio, los niños están muy concentrados en sus cuadernos. Steffy, como
quien descubre un gran misterio, toca rápidamente el hombro de Sergio y con suma
alegría le pregunta:
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8 Enseñar el dedo corazón groseramente es una señal casi global, lo curioso es cómo
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EL DIBUJO MARCA9
Es el turno de Ángela, su dibujo muestra una intención de fondo negro con dos
fuertes líneas rojas que azotan el papel.
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9 “Cajoniar” es la palabra que se usa popularmente en los pueblos del Caquetá para
hablar de robo de monedas a los padres. Es una acción poco ética pero muy común.
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César y Fabio son hermanos de seis y cuatro años, respectivamente. Fabio siempre
se demora demasiado vistiéndose. Hoy mamá está con mucho afán y ha decretado
que si Fabio no ha terminado de vestirse cuando el palo grande del reloj llegue al
número seis, recibirá cinco correazos. Y repitió: cinco correazos.
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Caquetá, sino en muchas regiones del país. Los niños lo saben y asumen esa realidad.
Conmueve la manera en que el hermano mayor está dispuesto a asumir la mayor parte
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Después de explicar por qué es fácil resultar con piojos cuando se está en la escuela,
Arelly, de ocho años, y Dagoberto, también de ocho años, reflexionan:
– Arelly: Tan bueno ser piojo, ¿no ve que la comida les sale del suelo?
– Dagoberto: Eso quiere decir que nosotros somos los piojos de la tierra,
¿cierto?
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11 La metáfora usada por los niños para comprender la vida de un piojo en relación con
sus vidas resulta irónica y jocosa. Ambos niños están emocionados por lo que significa
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UÑAS POSTIZAS12
Jesús, de trece años, dice su parlamento, pero la profesora piensa que él puede
hacerlo mejor.
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12 Ver cómo un niño expone su punto de vista y lo defiende en una sola expresión
resulta un tanto heroico y emocionante. Genera una reflexión acerca de las cosas que,
como adulto, decimos sin tanta atención. Diferir respetuosamente, explicarse y sobre
todo defender su posición frente a lo que se piensa es una cualidad que se observa
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LA SONRISA13
Sé poco de psicología, pero es bien sabido que cuando uno va a analizar una obra
de arte, lo primero que se debe estudiar es el contexto del artista, por lo que sería
bueno saber más de la niña.
– Es que antes estaba mueca y los niños se me burlaban, pero, mire (sonríe),
ya tengo otra vez todos los dientes completicos.
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13 Es común ver cómo se interpretan erróneamente las apreciaciones los niños y las
niñas, debido a que los adultos viven un mundo que han memorizado y al que sentencian
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LA SEMILLITA14
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14 Es común que los niños que son hijos únicos anhelen tener un hermanito. Y es mucho
más común recurrir a la metáfora de las semillitas para explicar a los niños de ciertas edades
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COSAS RARAS15
En Solita, tuve la oportunidad de pintar con varios jóvenes muy listos y sensibles.
También pinté con muchos niños, entre los que, parecía, mediaba una dinámica
distinta a la del municipio, eran como dos pueblos en una ciudad que para nada
estaba sola.
Entre los niños estaban Freddy, Luis y Daniel, de unos seis, ocho y diez años,
respectivamente. Se corregían jerárquicamente, con fuertes palmadas, cualquier acto
de lo que ellos reconocieran como grosería. Con certeza, los tres eran muy groseros
vistos desde sus propios estándares. En varias ocasiones, hice ver las razones por las
cuales la agresión no debería mediar entre hermanos, y de seguro funcionó por un
débil instante… La costumbre es la costumbre.
Esta vez yo me encontraba preparando algo de pintura amarilla y, de la nada, Daniel
pregunta:
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15 Muchas veces, las relaciones de poder son imperantes en el modo en que se asumen los
o que propicien una comunicación mucho más asertiva, pueden establecer vínculos desde
los antivalores.
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ABUNDANCIA DE CHULO16
– Tan de buenas los chulos que comen porquerías, porque de eso sí hay
harto, ¿cierto?
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región) es cruel y, a la vez, jocosa, pues sugiere que para nosotros (el contexto de la niña)
la comida no abunda precisamente y que lo que comen los chulos, que son alimentos
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EL MARTILLO17
Don Mario tiene tres hijos y una hija. Mario, de diecisiete años; José, de quince años;
Arcadio, de once años; y Leonela, de nueve años. Arcadio siempre tiene que hacer
los mandados, cosa que le molesta hasta tal punto que, un día, ante sus reproches,
su padre le explicó: “Cuando ustedes estaban pequeños, Mario hacía los mandados,
luego creció y le tocó a José hacer los mandados. Ahora usted es el que hace los
mandados, cuando usted sea más grande le va tocar a Leonela hacer los mandados”.
Don Mario se encuentra en el andén de la casa reparando su coche y necesita que
alguien le pase un martillo.
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17 Es muy común en las familias colombianas que los mandados que, generalmente, consisten
en ir a la tienda del barrio a comprar alguna cosa, sea una tarea que le encargan siempre al
menor de la casa. La anécdota ilustra una situación cómica en la que el menor de la familia
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“Tin-tin, corre-corre”
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EL CONTROL18
Alberto advierte que le escena no es apta para niños y, con tranquilidad, pero con
premura, toma el control remoto del televisor y cambia de canal sin hacer ningún
hincapié en el suceso. Sin previo aviso Sandra anuncia:
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18 Muchas veces los padres de familia no se percatan de que los niños son como esponjas
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PERO NO ME LLEVÓ19
El Zapo, así le decían a un viejo teatrero caqueteño, está con su familia de paseo en
uno de los balnearios más populares de Florencia, el río Hacha. Entre sus familiares
están sus hijos, Julián y Robin, de once y nueve años.
El Zapo no duda en advertirles a sus hijos de lo peligroso que puede llegar a ser el
río si no se tienen precauciones.
– El Zapo: Tengan cuidado que este río a veces es traicionero, mucha gente
se ha ahogado aquí por no tener cuidado. (Y agregó para el mayor de sus
hijos) Julián, no se vaya a meter al río hasta que yo le diga, que ese río es
capaz que se lo lleva.
– Julián: Bueno, señor.
– El Zapo: (Un momento después de notar la ausencia de Julián) ¿Dónde está
Julián? ¡Julián!
– Julián: (Llegando mojado, con los ojos desorbitados, casi sin respiración y
azul del susto) ¡Pero no me llevó!
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19 El relato sugiere una lección de vida que el niño Julián acaba de aprender de la manera
difícil, pero haciendo hincapié en haberse salido con la suya, lo cual genera un choque de
sensaciones, entre angustia y gratitud. En Caquetá se le llama traicioneros a los ríos que
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COCHINO20
Voy en un deslizador sobre el río Caguán, me dirijo hacia Remolino del Caguán, voy
a pintar con los chicos de allá.
El niño y la niña juegan por ratos, hablan y se ríen, no les importa que los demás los
observemos y escuchemos. Son cuatro horas de viaje.
El niño se ha comido un paquete de papas y tira la bolsa al suelo del bote, yo lo veo
todo, la niña se da cuenta de que yo estoy viendo y, como por producto de la culpa,
le dice a su hermano, pero observándome a mí:
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VOS21
Hace poco llegué de Cali a El Doncello. Estoy esperando en un andén del centro a
alguien con quien he quedado de verme. Por alguna razón, termino hablando con
Eduardo, de diez años, el hijo único de la señora de los retazos. Hablamos de jugar.
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21 El niño trata de crear un lazo de empatía al usar la palabra que acaba de aprender
y, tal vez, demostrar su capacidad para adaptarse en distintos medios. Podría poner
contexto.
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CHISTES DE ESO22
En la Unión Peneya estamos pintando un mural, pero ya ha sido todo por hoy. Ahora
estamos lavando los pinceles, nos encontramos en el Nuevo Club Juvenil.
Orlando, de once años, y Alejandro, de nueve años, son hermanos. Orlando lava sus
pinceles con prisa, pues va a comenzar un partido en la cancha y quiere ir a jugar.
Alejandro seca los pinceles a mi lado mientras yo, acurrucado frente a un balde, lavo
las brochas.
– Orlando: Listo, profe. Terminé, ¡Mire! (Me muestra sus pinceles impecables).
– Yo: Listo, Orlando, muy buen trabajo el de hoy.
– Orlando: ¿Me puedo ir?
– Yo: Claro, mano… Cuando quiera.
– Orlando: (A sus compañeros de forma jocosa, mientras se retira) Bueno,
como dijo mi papá: los abandono.
– Alejandro: (sin apartar la mirada de su pincel, me dice) ¡Orlando es más
bobo! Haciendo chistes de eso. ¿Cierto, profe?
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debido a la formación temprana de familias e iniciación precoz de la vida sexual que deja
por fuera de sus prácticas el uso de anticonceptivos. Por otro lado, es común en Caquetá
recurrir al humor negro como manera de reírse de las situaciones trágicas, esto se atribuye
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LA FLOR DE LA PROFESORA23
Jhonatan llega hasta donde está su maestra, le da una flor y sale corriendo, pero
Flora lo detiene.
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al niño, pero resulta encantadora la manera en la que el niño da la solución para burlar las
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SER GRANDE24
La sonriente profesora Estrella, a la que aman los niños y niñas de su preescolar,
decidió hacer un día de cine. La estelar es “Blanca Nieves y los siete enanitos”.
Al terminar la película, los niños salen de la sala hablando de la película.
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24 La situación que propone el niño es tierna, pues con seguridad no va a ser un enano,
sin embargo, lo desea desde su ingenuidad de niño desprovisto de los prejuicios que se
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LA BAJA25
Un poco más de veinte años, mal educado, sin lo básico, excluido y con mañas.
Muchos le conocen como El Diablo y es la noticia de hoy en todas las emisoras y
periódicos de Florencia. Le dieron de baja.
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25 Florencia, pese a ser una pequeña ciudad, tiene sus territorios suburbiales en los cuales
se gestan manifestaciones sociales sombrías. La niña asume la figura del diablo literalmente,
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¡¡¡TASSSSSS!!!
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Agradecimientos:
Universidad Distrital Francisco José de Caldas
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