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Facilitador:
Pbro. Juan Serra
Alumno:
Ricardo Morillo
C.I.: 26.025.655
El hombre, en tanto hombre, con su vida puede lograr y definir metas claras
y concretas en la vida, direccionándose a las diferentes oportunidades que el
mundo le ofrece; sin embargo, el hecho de que pueda hacer con su vida lo que
quiera, indiferentemente va a vivir una situación que lo engloba en una existencia
inauténtica.
Todo lo posible que se plantea, conjuntamente con los logros que trazamos
en la vida, quedan inutilizables o inalcanzables, entre todas las posibilidades que
el hombre demuestre signos de vialidad, siempre habrá otra posibilidad que
amenaza a todas las demás, y esta es la muerte. Para Heidegger, la muerte es
algo inevitable y totalmente seguro en esta vida, es la certeza de que todo lo que
podamos contemplar a futuro como una posibilidad, sea en cierto modo algo
imposible ante la llegada de la ya nombrada. El vivir para la muerte queda
establecido como ley y por lo tanto es el sentido auténtico de la existencia, y como
dice nuestro filósofo “La muerte en cuanto posibilidad, no le da al hombre nada
para realizar”, siendo esta, la muerte, una posibilidad permanente que hace a
todas las demás posibilidades planteadas como inasequibles.
Cuando hablamos del tiempo, nos referimos a que cambian en base de que
los tiempos sean auténticos o inauténticos en su existencia. Si hablamos de una
existencia auténtica, nos referimos a aquél hombre que asume y da por hecho la
inevitable posibilidad de la muerte que se cualifica cómo destino final de su
existencia. Y cuando hablamos de existencia inauténtica, se refiere a que
construimos nuestros logros con mayor preocupación a tener éxito en la vida.
Aquí esto no está tan mal de hecho, pero las personas se enfrascan en las
consecuencias efímeras de la vida y olvidan el verdadero sentido de vivir, es el de
ser felices haciendo lo que de verdad nos gusta.
Contundentes Pensamientos