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La revelación, para la teología, es la manifestación de Dios a un ser humano, de

una o varias verdades. Esas verdades permanecen ocultas, hasta que ese poder
superior, en intelecto y espíritu, las señala al ignorante individuo.
La ideología tomó el lugar de la teología, y es la gran reveladora de verdades de la
Historia moderna. Esas verdades, se adaptan y se transforman según las
tendencias ideológicas.
A diferencia de las verdades teologales, que son inmutables, las ideológicas se
crean al capricho del poder y así son muy convenientes, por eso tenemos
montones de verdades absolutas en la época actual, y todas son ciertas.
La nueva verdad revelada es la historia de la Conquista española de nuestro país,
hace 500 años.
Nos dicen que no fuimos “conquistados”, que eso falló. Por lo tanto, hablamos
castellano por osmosis o infusión sobrenatural. La religión mayoritaria es la
católica, también, por razones extraterrestres.
La demostración científica de estos hechos, es la pirámide de cartón que surgió de
forma mágica y cósmica en la plaza central de la antigua Tenochtitlán, hoy CDMX.
El revisionismo es el privilegio del fascismo, reescriben la Historia como verdades
reveladas y eso justifica sus inclinaciones absolutistas.
Lujo singular y ególatra, cambiar la Historia, negar la realidad y ser el nuevo dios o
agente revelador. El proselitismo y la estulticia, amantes felices.
La victimización es parte de esas verdades, se revela que hemos sido víctimas y
no lo sabíamos, el verdugo, ahí desde el pasado, nos observaba acechante.
El nuevo Tlatoani posó orgulloso de su poder en su templo de cartón y foquitos, ya
tiene su verdad, sus sobornados súbditos la propagarán.
Los “pueblos originarios” fueron masacrados, es una versión muy conveniente,
mientras los indígenas actuales viven en condiciones infra humanas: mirar al
pasado, para no mirar el presente. Esa es otra verdad revelada.
Enemigos de las ideologías y de los dogmas, ahora somos los enemigos del
sistema. Dudar se convertirá en un anatema, otra vez.
Entre los problemas planteados por los teólogos a una revelación está uno muy
incómodo: ¿Cuál es la garantía de que una revelación sea considerada auténtica?
Es decir, que no sea un milagro inventado, una mentira.
¡Infieles! Ese problema no lo tiene el neo Tlatoani, porque la verdad es él y su
gobierno, y sus sobornados súbditos así lo atestiguan.

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