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¿Cuántas veces te enamoras de quien no te conviene, de quien te daña? ¿Cuántas veces has
sufrido por amor? ¿Tienes dificultades para renunciar a esa relación que te causa dolor?
¿Cuántas personas te han dicho que le dejes y tú siempre encuentras una excusa, un motivo
para seguir a su lado? ¿Cuántas lágrimas has derramado intentando salvar esta relación
porque según tu, es el amor de tu vida? ¿Te pasas el día buscando motivos que te calmen para
explicar su desprecio, su mal comportamiento o sus gritos? ¿Te pasas el día pensando o
hablando de él, de tu relación? Entonces… amas demasiado.
Hoy en día, somos muchas las que hemos vivido este tipo de situaciones y muy pocas las que
reconozcan que las dificultades de pareja que tienen se deban a que “aman demasiado”. La
mayoría prefiere ver como normal su relación, antes que buscar un espacio donde poder
conocer que y como hacen ellas en las relaciones para que siempre les pase lo mismo.
Expresiones como “es que a mi no me pasa eso, o lo nuestro son las discusiones normales de
todas las parejas” muchas veces esconden detrás una situación mucho más graves que no
queremos ver y que no se reconocen hasta que la mujer llega a un nivel intolerable de
sufrimiento. Soporta, tolera, justifica, aguanta, para no afrontar que esa relación la perjudica.
La mujer que ama demasiado es una mujer inteligente, emprendedora, con carisma, con un
gran sentido del sacrificio y con cierta creencia, muchas veces no reconocida, de superioridad.
Ella piensa que conseguirá que su pareja cambie, que con él tiempo se dará cuenta de cuanto
la ama, de todo lo que ha hecho por él y entonces todo será como siempre soñó. Lo ayudará a
ser mejor persona, invadida por la esencia del amor eterno y el príncipe azul, todo es cuestión
de tiempo, algún día, él aprenderá a amarla tanto como le ama ella. ¡Nada más lejos de la
realidad! Cuando despierta de su cuento de hadas, se da cuenta de que posiblemente, eso
nunca ocurrirá, que se dará golpes y golpes contra la misma pared sin conseguir que haya
cambios… pero… ¡Que difícil es aceptar que una no lo puede todo!