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La casa pragmática pierde su esencia, ya que su cultura objetual y material será artificial manejada a

través de productos industrializados, lo cual dará sus parámetros básicos de regulación, influenciada
por la moda que regulara su carácter perecedero y los cambio sque la casa experimente por
necesidad o por puro deseo, esta suma de equipamientos son los que darán lugar al espacio,
inconsistente, confortable y fugaz el cual hallara su mayor expresión en la decoración perecedera
que contenga, siendo estos asociados a viajes turísticos, ídolos infantiles, etc. Su expresión más
clásica nace de la mano con Charles Earnes y de sus diseños mobiliarios basados en la ergonomía de
la posición, desplazando el interés de los modernos por la exhibición de su maquinismo simbólico, al
estudio de la postura humana.

Las maquinas son reales y tienden a no ser visibles, sustituyendo su valor como objetos visibles por
parámetros de confort que implican: calor, frio, humedad, ventilación, luminosidad, aislamiento
térmico, aislamiento acústico, seguridad. Refiriéndose al aire pragmático, como un aire
“acondicionado”. Sera la casa pragmática la que incorpore tantas técnicas de acondicionamiento
pasivo y activo, viendo a la arquitectura como un marco que filtra y regula los intercambios con el
medio.

La casa pragmática no solo adquiere una materialidad contingente, como la de los objetos de
consumo, sino que toda se entiende como un super objeto listo para el consumo, que replica como
automorfismo la cultura material de quienes lo habitan, provocando una idea instantánea de confort
que se ha dado en llamar “bienestar” y que cataliza toda la cultura material pragmática, y es parte
del arquitecto el organizar la construcción de marcos que conduzcan a dicho bienestar.

Por lo tanto la técnica y materialidad pragmática se basa en ciertos aspectos: la cuidadosa


manipulación del entorno, las técnicas comerciales, la facilidad y ligereza, el uso del pasado para
informar el presente, la activación del aire, la arquitectura como acondicionador pasivo y
superobjeto.

La facilidad de la que se habla se trata de la elegancia que otorgaba al proceso de construcción el


uso intencionado de las técnicas industriales, donde antes había emoción por el esfuerzo, sudor y la
dimensión épica de las obras, aparecía la fascinación por la facilidad, y la sustitución del esfuerzo
físico por el intelectual, siendo el catalogo una herramienta, siendo ya no un trabajo de invención si
no de intención, de dirigir los productos elaborados por la sociedad hacia nuevas e insólitas
aplicaciones, siendo la sencillez y el ahorro de esfuerzos lo que se propugna.

Siendo el constructor pragmático el que precisamente no se enreda en los detalles pues no los
necesita, es el que es capaz de reducir los materiales y la puesta en obra a pocas y sencillas
operaciones de ensamblaje entre subsistemas compatibles, siendo clave el comprender la
importancia de la idea de “sistemas”. Esta perspectiva constituye la concepción tradicional del
constructor por otra como creador de sistemas, pero tambien de mantener suficientemente abierto
este orden como para permitir la aparición de la sorpresa o la contradicción.

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