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LOS PROPÓSITOS
DE LA EDUCACIÓN
WaIter PeñaIoza RameIIa
CoNOCÍMÍENTOS
CApACiTACiÓN pARA eI TRAbAjO y OTRAS COMPETENCIAS
AcTÍTUdES
ViVENCÍAS VaIoRATÍVAS
verdad están concientes. De los científicos cabe decir que, para ellos, lo
esencial es la experiencia de ir conociendo las cosas y que lo posterior
es la conversión de esos conocimientos en proposiciones. Los científicos
aprenden los conocimientos (propios de las ciencias) de la realidad. En
cuanto a nosotros, en la vida diaria, con nuestra capacidad registral
sencilla, vamos tomando conciencia de objetos y fenómenos
circundantes y de ciertas regularidades, y esto son también experiencias
que vivimos y que podemos convertir en proposiciones. Por lo tanto,
originariamente, trátese del conocimiento vulgar o del conocimiento
científico, los seres humanos beben de la realidad y luego formulan las
proposiciones adecuadas.
CONOCIMIENTOS —PROPOSICIONES
PROPOSICIONES —CONOCIMIENTOS
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que comiencen por observar que las aves tienen dos patas y expresen
esto llamando “pío, pío” o “pollo” u otra palabra, a toda clase de aves,
pero no llamarán “pío, pío” a un perro o a un gato. Poco a poco esta
capacidad para detectar lo común a grupos de seres se irá precisando,
es decir, su intuición eidética va tornándose más exacta.
Un caso especial y particularmente difícil, no en sí, sino para los
alumnos, es el de las proposiciones matemáticas. Como en las instancias
anteriores, que hemos descrito, las proposiciones matemáticas deben-
ser comprendidas conceptualmente y requieren luego una intuición para
arribar al conocimiento. Pero la intuición de los objetos matemáticos no
es de carácter sensorial como en el caso de los objetos que están en la
naturaleza. Estos objetos (y fenómenos) naturales los percibimos con
nuestros sentidos, pero los objetos matemáticos no se captan así, porque
son objetos abstractos. Ellos pertenecen al mundo de las características
tipificantes y el darse cuenta de dichas características es propio, como
hemos explicado, de la intuición eidética. Sólo que en el caso de los
objetos matemáticos esta intuición eidética es más compleja de alcanzar.
Sin duda que al principio los educandos deben apelar al mundo
sensorial. Al niño pequeño se le muestran dos piedrecitas, dos caramelos,
dos arbolitos, dos zapatos, dos dedos, para que vaya formándose la
idea del número dos. Más adelante, con mayor acuidad, podrán los
niños comprender conceptualmente proposiciones matemáticas más
abstrusas, por ejemplo: “Los números pares son divisibles entre dos”.
Lo cual presupone que entienden conceptos como “dos”, “número par”,
“ser divisible”. Pero a fin de que logren auténtico conocimiento deben ir a
la intuición eidética que les muestre la verdad de semejante proposición.
Para ello deben comprobar que varios o muchos números pares realmente
pueden dividirse en dos grupos, cada uno de los cuales resulta teniendo
el mismo número de unidades. Pero ello no basta. Han de darse cuenta
de que la serie de los números pares se forma, a partir del número dos,
agregando dos unidades. Y si el número dos se comprobó que es divisible
entre dos, el añadir dos, divisible por dos, hará que la serie infinita de
números pares sea perennemente divisible entre dos. Este último paso
es el que muchísimos maestros de matemática dejan de lado y, por
tanto, convierten su enseñanza en un mundo oscuro para sus estudiantes.
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Aquí hay que diferenciar los testimonios que son vicarios, a su vez,
de otros testimonios vicarios. Por ejemplo, una película histórica o un
texto escolar de historia se apoyan seguramente en la obra de un
historiador que ha investigado las cosas del pasado. Este historiador ha
manejado manuscritos, cartas, documentos elaborados por los
personajes de otras épocas, personajes de los cuales ya no puede haber
ninguna intuición (contacto directo). Las cartas, manuscritos y
documentos de una persona o de una época son testimonios vicarios de
primer orden. El libro redactado por el historiadores un testimonio vicario
segundo, pues se apoya en los anteriores. La película histórica es, para
el alumno, testimonio vicario tercero, porque descansa en el libro del
historiador. El texto escolar es un conjunto de proposiciones que el
estudiante debe tratar de comprender conceptualmente y que tiene un
pequeño respaldo vicario en las ilustraciones (dibujos y fotografías) que
el libro posee. La película sería, para el alumno, un testimonio vicario de
nivel tercero, porque se funda, como hemos dicho, en la obra del
historiador, y así sucesivamente hacia atrás.
Esta es una de las razones por las que la historia (lecciones del
profesor, textos de historia) resulta a menudo para los educandos algo
remoto y, como muchos de ellos dicen, aburrido, porque quedan
enfrentados a proposiciones que a veces no comprenden, y cuando las
comprenden, no encuentran otra base que testimonios vicarios de tercer
o aún de cuarto orden. Todo lo que se pueda hacer para dar más vida a
la historia debe intentarse y eso implica muchas cosas: los alumnos
pueden dibujar personas, monumentos y episodios del pasado; puede
acudirse a historietas dibujadas; a identificar épocas por las vestimentas
y otros objetos dibujados o fotografiados; a filmes de dibujos animados
(que los hay con seriedad histórica y aún con buen humor); a películas
históricas (sin deformaciones hollywoodenses); a dramatizaciones; a
leer testimonios vicarios lo más cercanos al primer nivel o aún, si es
factible, de primer nivel (por ejemplo, ciertos textos de los cronistas de
la conquista del Perú, o los textos de Guamán Poma de Ayala, de
Garcilaso de la Vega, o del viajero que dio la vuelta al mundo por primera
vez, los relatos de Marco Polo, etc., que son, con su frescor, impactantes).
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Lo que resulta cierto es que en los niveles más altos de las ciencias esa
comprensión intelecual es decisiva. La reflexión y la concatenación de
ideas son las vías para entender las teorías más complicadas de las
ciencias. Aunque aún allí, si bien los hechos no pueden ser captados
por nuestros sentidos, existen siempre en la realidad signos sensoriales
que sirven de apoyo a las consideraciones más abstractas, como por
ejemplo ocurrió con los aparentes cambios de posición de ciertas estrellas
que están detrás del Sol y que, no obstante, pudieron captarse en un
eclipse, y ello vino a dar solidez a la Teoría General de la Relatividad. En
este mundo elevado de las especulaciones científicas la comprensión
intelectual resulta crucial, unida no obstante a ciertos signos o señales
sensoriales y es en este ámbito donde Ausubel tiene razón.
F. A guisa de conclusión
Lo evidente es que con un nombre u otro, con una tendencia u otra,
con una mayor acentuación u otra, en el problema de los conocimientos
resulta perentorio diferenciar los conocimientos que logran los hombres
de ciencia aprehendiendo los objetos o los fenómenos de la realidad
mediante su capacidad registral y luego la plasmación que hacen de
dichos conocimientos en proposiciones. Asimismo hay que considerar
que a los educandos les son presentadas las proposiciones y que deben
primero comprenderlas y luego vivir las intuiciones o los testimonios
vicarios pertinentes; y que es posible, a la inversa, que se les haga vivir
experiencias de las cuales extraigan los conocimientos necesarios. De
una u otra forma, sin experiencia, sin intuición, y, en casos límite, sin
testimonios vicarios, el aprendizaje de los conocimientos deviene
imposible. Es mandatorio no refugiarse en la pura comprensión conceptual
y mucho menos, por supuesto, en el simple memorismo, sin comprensión
conceptual. Peor aún es lo que pretendió el conductismo que ni siquiera
apeló a la memoria, sino que creyó que debía inculcarse en los alumnos,
casi robóticamente, determinadas conductas verbales mediante el
procedimiento ciego del condicionamiento. Con ello los alumnos no
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el proceso evaluativo resulta -se sostiene- más justo para los alumnos;
y (ii) que cuando existen muchos estudiantes, las pruebas de desarrollo
toman mucho tiempo leerlas y corregirlas y, en cambio, la calificación
de las pruebas objetivas es veloz, incluso puede hacerse mecánicamente,
todo esto es cierto, pero se olvida que en aras de la objetividad se está
sacrificando la capacidad de raciocinio de los educandos y se propicia
que no reflexionen, sino simplemente recuerden respuestas simples.
Además, las pruebas objetivas vienen coartando la capacidad de
expresión de los alumnos, pues no tienen que exponer nada, sino
contestar, por decirlo así, monosilábicamente a las diversas cuestiones.
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que se les pidan, los trabajos de los alumnos en equipo los cuales
deben ser monitoreados por los docentes, pues de otro modo resulta
imposible constatar la calidad de ese trabajo. Todo esto debe ser
sopesado para la nota de cada período y al término del ciclo para la
obtención del promedio final (decimos “promedio final”, porque no somos
partidarios ni de los exámenes finales ni, mucho menos, de los exámenes
de aplazados: una hora o dos horas que duren estos exámenes no pueden
suplir el trabajo de todo un ciclo: por eso creemos que lo que se ha
hecho por los estudiantes realmente a lo largo de cada ciclo queda
mejor representado por el promedio final de sus diversas calificaciones
parciales).
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