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Iglesia Cristiana Bautista Príncipe de Paz

Pr. Joel Ibarra González / 31 de octubre del 2021

CUANDO EL SEÑOR NOS FORTALECE EN MEDIO DEL DESÁNIMO


Hechos 18:1-21 (vv. 9, 10)
Primera parte: Hechos 18:1-8

INTRODUCCIÓN. El genio y autodidacta, considerado como el príncipe de los predicadores


del siglo XIX Charles Spurgeon, en uno de sus libros más reconocidos, explica que “ a buenos
hombres se les promete tribulación en este mundo, y los ministros la pueden esperar en mayor
proporción que otros, de modo que así puedan aprender a entender el sufrimiento del pueblo
del Señor, y que por tanto puedan ser pastores adecuados de un rebaño enfermo .”

Algunos de los siervos escogidos de Dios han experimentado momentos de grave


desaliento y desesperación. Y una verdad poco valorada acerca del ministerio, es que los
pastores y misioneros, tal vez más que otros creyentes, son objeto de desánimo.

Cuando vamos a la Biblia, encontramos muchos ejemplos de estos siervos escogidos de


Dios en desánimo. Por ejemplo:

 Cargado con el peso de personas rebeldes y rezongonas, Moisés clamó al Señor: “¿Por qué
has hecho mal a tu siervo? ¿Y por qué no he hallado gracia en tus ojos, que has puesto la carga de todo este
pueblo sobre mí? ¿Concebí yo a todo este pueblo? ¿Lo engendré yo, para que me digas: Llévalo en tu seno,
como lleva la que cría al que mama, a la tierra de la cual juraste a sus padres?¿De dónde conseguiré yo carne
para dar a todo este pueblo? Porque lloran a mí, diciendo: Danos carne que comamos. No puedo yo solo
soportar a todo este pueblo, que me es pesado en demasía. Y si así lo haces tú conmigo, yo te ruego que me
des muerte, si he hallado gracia en tus ojos; y que yo no vea mi mal ” (Nm. 11:11-15).

 Tras la derrota de Israel en Hai, Josué dijo: “¡Ah, Señor Jehová! ¿Por qué hiciste pasar a este
pueblo el Jordán, para entregarnos en las manos de los amorreos, para que nos destruyan? ¡Ojalá nos
hubiéramos quedado al otro lado del Jordán!” (Jos. 7:7).

 Elías sabía lo que era lanzarse desde lo alto del éxito al pozo de la desesperación. Después
de su dramática victoria sobre los profetas de Baal en el monte Carmelo ( según 1 R. 18:20ss),
huyó al desierto por temor a Jezabel. Allí perdió la esperanza de vivir, y manifestó: “ Basta
ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres ” (1 R. 19:4).

 Después que su mundo se colapsara y, al parecer, su Dios lo abandonara, Job maldijo el día
en que nació (Job 3:1ss) y se quejó amargamente por la manera en que Dios lo trató ( Job
9:16ss).

Tampoco el apóstol Pablo escapó a las garras del desaliento. En el inicio de Hechos
capítulo 18, encontramos al apóstol en medio de un bajón en su agotador ministerio. Su
segundo viaje misionero había sido arduo. Hagamos un breve recorrido en 7 pasos:
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1. Después de recorrer Asia Menor “confirmando a las iglesias” (según Hch. 15:41), atravesó el Mar
Egeo hasta tierra firme griega.
2. La sanidad de una chica endemoniada en Filipos provocó un motín, y tanto él como Silas
fueron azotados y encarcelados. Después de ser liberados mediante un devastador
terremoto, a Pablo lo obligaron a salir de la ciudad ( según leímos en 16:39-40).
3. De allí, fue a Tesalónica, donde su ministerio disfrutó gran éxito ( 17:4).
4. La persecución lo forzó a huir a Berea ( 17:10), donde muchos también respondieron a su
predicación y enseñanza (17:12).
5. Cuando la persecución lo siguió allí desde Tesalónica, Pablo se vio obligado de nuevo a
escapar del peligro (17:14).
6. Llegó sin compañía a la gran ciudad de Atenas, donde en gran parte se hizo caso omiso a su
brillante discurso en defensa del cristianismo ( 17:19-32).
7. Luego salió de Atenas y fue a Corinto, a ochenta y cinco kilómetros de distancia.

En la época de Pablo, Corinto había reemplazado a Atenas como el principal centro


político y comercial de Grecia. Sin embargo, Corinto era una ciudad más malvada que otras más
grandes del imperio en este período. El mismo término “corintio”, por ejemplo, llegó a
significar libertino; y la palabra griega korinthiazomai, o “corintianizar”, significaba practicar
la prostitución.

Y al llegar a Corinto, Pablo sintió gran desánimo. La combinación de un éxito limitado


en Atenas, la soledad, y la perspectiva de enfrentarse a esta ciudad, con su comercio y su
vicio, justificaba la debilidad y el temor que se apoderaron del apóstol cuando llegó para
comenzar su obra. Si reflexionamos un poco en su estado mental y emocional, cuando llegó por
primera vez a la ciudad, Pablo escribió más tarde a los corintios: “ Estuve entre vosotros con
debilidad, y mucho temor y temblor” (1 Co. 2:3). También, habló de su sufrimiento en su primera carta
a los tesalonicenses, escrita desde Corinto. En 1 Tesalonicenses 3:7 declaró: “ Por ello, hermanos,
en medio de toda nuestra necesidad y aflicción fuimos consolados de vosotros por medio de vuestra fe ”. La fe
de ellos fue una luz de esperanza en medio de la obscuridad de Pablo. Además de su desánimo,
tal vez había estado físicamente enfermo y agotado, quizás por los efectos prolongados del
maltrato que había recibido en Filipos ( según leímos en 16:22-24). Y está comprobado que la
debilidad física a menudo agrava aun más el desaliento.

Pero el “Dios de toda consolación” (como escribe el mismo apóstol en 2 Co. 1:3), que “consuela a los
humildes” (2 Co. 7:6), no dejó a Pablo en su condición de oprimido, ni nos dejará a nosotros
querido hermano. Veamos cómo El Señor animó a su siervo en apuros a través de cuatro
medios:

I. EN MEDIO DEL DESÁNIMO EL SEÑOR NOS FORTALECE POR MEDIO DE LA


AMISTAD. Vv. 2-5a “Y halló a un judío llamado Aquila, natural del Ponto, recién venido de Italia con Priscila
su mujer, por cuanto Claudio había mandado que todos los judíos saliesen de Roma. Fue a ellos, y como era del
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mismo oficio, se quedó con ellos, y trabajaban juntos, pues el oficio de ellos era hacer tiendas. Y discutía en la
sinagoga todos los días de reposo, y persuadía a judíos y a griegos. Y cuando Silas y Timoteo vinieron de
Macedonia…”

No cabe duda que la lucha de Pablo se hizo más intensa cuando la tuvo que soportar a
solas en Atenas. Con Silas y Timoteo aún en Macedonia ( v. 5), Dios sabía que el apóstol
necesitaba a alguien más que le ayudara a llevar la tremenda carga que tenía. Pablo encontró
esa compañía que necesitaba con desesperación en un judío llamado Aquila, natural del Ponto,
recién venido de Italia con Priscila su mujer, por cuanto el gobernador Claudio, había mandado
que todos los judíos saliesen de Roma.

En Corinto, el apóstol se reunió primero con este matrimonio que llegaron a ser dos de
sus amigos más cercanos, que incluso arriesgaron sus vidas por él ( como lo leemos en Ro. 16:3-4 “ 3
Saludad a Priscila y a Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús, 4 que expusieron su vida por mí; a los cuales no
sólo yo doy gracias, sino también todas las iglesias de los gentiles. ”).

La Biblia no narra las conversiones de Aquila y Priscila, pero es probable que ya fueran
cristianos cuando Pablo los conoció. Habían venido de Roma, donde ya existía una iglesia ( según
Ro. 1:7-8), y no figuran entre los corintios conversos, ya sea en este capítulo o en cualquier otro
lugar del Nuevo Testamento.

Como los obligaron a salir de Roma, Aquila y Priscila mudaron su negocio a Corinto. Pablo,
sin duda buscando trabajo para sostenerse, los conoció allí, y como eran del mismo oficio, se
quedó con ellos, y trabajaban juntos en el oficio de hacer tiendas.

El apóstol, desde luego, no descuidó su ministerio. Mientras trabajaba junto a Aquila y


Priscila durante la semana, discutía en la sinagoga todos los días de reposo, y persuadía a
judíos y a griegos. Aunque el evangelio era el único tema de Pablo ( como leemos en 1 Co. 2:1-4 ),
este no solo predicaba; también, participaba en sesiones de preguntas y respuestas. Como se
había propuesto, persuadía a los judíos y a los griegos temerosos de Dios ( que practicaban el
judaísmo) de que Jesucristo era el Señor de Israel, el Mesías, y el Salvador del pecado y el
infierno.

El Dios de toda consolación suplió la necesidad de compañía de este ser humano y


desanimado siervo, no solo proveyéndole dos nuevos amigos sino también devolviéndole dos ya
conocidos. La llegada de Silas y Timoteo desde Macedonia sin duda lo animó en gran manera.

Nuestro Señor Jesús le agregó a la amistad algo muy especial. Recordemos lo que
les dijo a sus discípulos en Juan 15:13-15 “ 13 Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por
sus amigos. 14 Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. 15 Ya no os llamaré siervos, porque el
siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las
he dado a conocer.”
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Como Jesucristo es Señor y Amo, El debiera llamarnos siervos; pero nos llama amigos.
Es un gran consuelo en nuestro corazón y un gran sentido de seguridad para nuestra identidad
el hecho de que Jesús nos haya escogido como amigos.

La fe cristiana tiene un hermoso beneficio que por naturaleza implica amarnos unos a
otros tal y como Jesús nos amó, y Él nos amó tanto que dio su vida por nosotros. El amor Filos
(antiguo término griego “φιλíα - filia” para referirse al amor fraterno, incluyendo amistad y afecto. ), amor
fraternal-sacrificial: por medio de la amistad, escuchando, ayudando, alentando, y proveyendo.

En el Antiguo testamento, observamos uno de los mejores ejemplos de amistad. Según


el 1 Samuel 18:1-4, Cuando David y Jonatán se encontraron, se hicieron amigos muy íntimos de
inmediato. A tal grado que, su amistad es considerada una de las más profundas e íntimas que
ha registrado la Biblia porque ellos: (1) basaron su amistad en un compromiso con Dios, no sólo
entre ellos; (2) no permitieron que nada se interpusiera entre ellos, ni su carrera ni los
problemas familiares; (3) se unieron más cuando su amistad fue probada; y ( 4) pudieron
permanecer amigos hasta el final. De hecho, Jonatán, siendo el príncipe de Israel por ser hijo
del rey Saúl, se dio cuenta más tarde de que David, y no él, sería rey ( 23:17). Pero eso no
debilitó su amor por David. Jonatán prefería perder el trono de Israel que a su mejor amigo. Y
cuando David se enteró de la muerte de Saúl y su amigo Jonatán, según leemos en el 2 Samuel
1, se lamentó muchísimo y les compuso un cantico. Y en el verso 26, David dice: “ ¡Cómo lloro por
ti, Jonatán, hermano mío! ¡Oh, cuánto te amaba! Tu amor por mí fue profundo, ¡más profundo que el amor de las
mujeres!” (NTV).

Recordemos lo que leemos en Proverbios 17:17 “En todo tiempo ama el amigo, Y es como un
hermano en tiempo de angustia.”; y en 18:24 “El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo; Y amigo hay
más unido que un hermano.”

II. EN MEDIO DEL DESÁNIMO EL SEÑOR NOS FORTALECE POR MEDIO DE SU


IGLESIA. Vv. 5b-8 “… Pablo estaba entregado por entero a la predicación de la palabra, testificando a los
judíos que Jesús era el Cristo. Pero oponiéndose y blasfemando éstos, les dijo, sacudiéndose los vestidos:
Vuestra sangre sea sobre vuestra propia cabeza; yo, limpio; desde ahora me iré a los gentiles. Y saliendo de allí,
se fue a la casa de uno llamado Justo, temeroso de Dios, la cual estaba junto a la sinagoga. Y Crispo, el principal
de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su casa; y muchos de los corintios, oyendo, creían y eran bautizados. ”

Usando el Antiguo Testamento, Pablo estuvo testificando a los judíos que Jesús era el
Cristo. Como sucedía a menudo cuando les presentaba el evangelio a sus compatriotas, y
muchos en la comunidad judía lo rechazaron. Como un dato interesante, la palabra oponiéndose
viene del griego antitassō, que literalmente significa “organizar en orden de batalla”. En otras
palabras, se organizaron para combatir la enseñanza de Pablo y para estar blasfemando del
nombre de Cristo, el pecado más grave (según leemos en Mt. 12:31-32; Lc. 22:64-65).
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Por fin, Pablo, dándose cuenta de lo inútil que era seguir tirando las perlas a los cerdos,
se fue sacudiéndose los vestidos ( un gesto judío tradicional y dramático de rechazo ). Cuyo acto
simbolizó su rechazo a los judíos. También, Pablo mostraba el aborrecimiento por la blasfemia
que pronunciaban; el apóstol no quería que nada del polvo de la sinagoga, donde esa blasfemia
se había realizado se le pegara a la ropa.

La afirmación de Pablo: “Vuestra sangre sea sobre vuestra propia cabeza; yo, limpio ” (es una
expresión que leemos en Jos. 2:19; 2 S. 1:16; 1 R. 2:37; Ez. 18:13; 33:4; Mt. 27:25 ) indicaba que sus
oponentes eran totalmente responsables por lo que estaban haciendo. Igual que el atalaya de
Ezequiel 33:2-5, Pablo se absolvió de cualquier culpa relacionada con el rechazo que le
hicieran. Desde entonces, Pablo iría a ministrar el evangelio a los gentiles, por lo que saliendo
de allí, según Lucas, se fue a la casa de uno llamado Justo, temeroso de Dios.

La pasión de Pablo por alcanzar con el evangelio a sus parientes judíos ( como lo leemos en
Romanos 9:1-3; 10:1) no le permitió ir muy lejos de la sinagoga. De hecho, la casa de Justo estaba
junto a la sinagoga (según el verso 7), lo que sin duda enfureció más a los judíos incrédulos. Peor
aún, fue la sorprendente noticia de que Crispo, el principal de la sinagoga, creyó en el Señor
con toda su casa. Esa asombrosa conversión debió haber provocado reacciones violentas en la
comunidad judía de Corinto, que veía con creciente alarma cómo muchos de los corintios,
oyendo, creían y eran bautizados. Desesperados por detener la marea creciente de creyentes
en Jesús como el Mesías, pronto llevaron a Pablo ante las autoridades romanas.

Todo esto, sin lugar a dudas, es muy agotador. Sin embargo, lo que Lucas escribe
previo a lo antes mencionado, es muy interesante: “ … Pablo estaba entregado por entero a la
predicación de la palabra…” Esta porción nos da muchísima perspectiva de lo que sucedió a
profundidad. Cuando leemos 2 Corintios 11:9ss, descubrimos que los generosos regalos de los
macedonios llevados por Silas y Timoteo permitieron a Pablo dejar de trabajar en la
fabricación de tiendas y entregarse por entero a la predicación de la palabra.

Pablo se sentía respaldado y a su vez, fortalecido por el Señor a través de la iglesia. El


corazón amoroso del Señor se expresaba de manera especial a través de los hermanos
macedonios que pensaron en las necesidades de Pablo. Eran sensibles al gran ministerio que el
apóstol Pablo debía llevar a cabo. También, por ejemplo, cuando leemos en Filipenses 4:14-17,
descubrimos que los filipenses participaron en el sostén económico de Pablo para predicar el
evangelio y mientras estuvo en prisión.

Consideremos dos cosas importantes:

1. Que nunca se nos olvide el gran compromiso que como iglesia tenemos:
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a) Con todos los hermanos. En la iglesia hay de todo, débiles y fuerte en la fe. El apóstol
Pablo, en Romanos 15:1, 2 escribió: “1 Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas
de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos. 2 Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es
bueno, para edificación.” Si tomamos en serio nuestra fe cristiana, debemos considerar de qué
modo nuestras acciones afectan a los demás. No podemos madurar en nuestra relación con
el Señor en aislamiento de otros, y cada vez que tenemos la oportunidad de interactuar con
ellos, deberíamos tener como objetivo edificarnos y glorificar a Dios.

b) Con sus siervos. En el evangelio de Mateo capítulo 10, cuando Jesús envió a los doce
discípulos a una misión, El mismo les enseñó que aquellos que ministran a Dios deben ser
sostenidos por la gente a la cual ministran. Los versos 9 y 10 dicen: “ 9 No os proveáis de oro, ni
plata, ni cobre en vuestros cintos; 10 ni de alforja para el camino, ni de dos túnicas, ni de calzado, ni de
bordón; porque el obrero es digno de su alimento. ” Jesús dice que los siervos de Dios deben ser
objeto de cuidado; los discípulos debían esperar alimentos y amparo a cambio del servicio
espiritual que ofrecían. La iglesia, debe velar siempre por los siervos que ministran a Dios.
Pablo escribe en 1 Corintios 9:9, 10 “ 9 Porque en la ley de Moisés está escrito: No pondrás bozal al
buey que trilla. ¿Tiene Dios cuidado de los bueyes, 10 o lo dice enteramente por nosotros? Pues por nosotros
se escribió; porque con esperanza debe arar el que ara, y el que trilla, con esperanza de recibir del fruto. ” y
en 1 Timoteo 5:17 “Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente
los que trabajan en predicar y enseñar.”

2. Nunca nos alejemos de la iglesia, menos cuando hay desanimo en el corazón. La


dinámica de la iglesia puede ser a veces muy compleja por todo lo que implican las relaciones.
La iglesia está conformada por personas en proceso de santificación; algunos son más fáciles
de tratar, otros no tanto; pero, como familia espiritual no debemos alejarnos de unos y otros.
Nos necesitamos para superar juntos los momentos difíciles de la vida y de la fe. Santiago en
su Carta escribe: “13 ¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante
alabanzas. 14 ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole
con aceite en el nombre del Señor. 15 Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere
cometido pecados, le serán perdonados. 16 Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para
que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho. ” (Santiago 5:13-16). Los creyentes no están
solos. Los miembros del cuerpo de Cristo deben contar con el apoyo de otros en oración y
sostenimiento, sobre todo cuando están enfermos o sufriendo. Y el liderazgo de la iglesia debe
estar disponible para responder a las debilidades de cualquier miembro, y toda la congregación
debe estar atenta para orar por las necesidades de todos sus miembros.

CONCLUSIÓN. La depresión es una de las enfermedades más comunes que comienzan cuando
comenzamos a desanimarnos por lo difícil que resulta a veces la vida cristiana. Sin embargo, el
antídoto para ello es meditar en la bondad de Dios para con sus hijos y sus siervos. Esto
apartará de nuestra mente la situación presente y nos dará esperanza de que todo mejorará.
Recordemos lo que dice en Isaías 26:3 “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti
persevera; porque en ti ha confiado.” Centremos nuestros pensamientos en la capacidad de Dios para
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ayudarnos a través de sus bendiciones y no en la incapacidad de nosotros para ayudarnos a


nosotros mismos. Cuando nos sintamos desanimados, recordemos que el Señor nos fortalece
por medio de la amistad y de su iglesia como lo hizo con el apóstol Pablo. OREMOS.

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