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Una ley para todos

Por: Mariela Carnino

La regulación de los medios de comunicación mediante la promoción de


una ley transformadora de fondo producto del resultado de la diversidad, la
pluralidad y la participación popular, es una de las grandes deudas que, hasta
fines del año pasado, tenía la democracia argentina.
Sin embargo, si bien la norma 26.522 aprobada en septiembre de 2009
está vigente, algunos fallos judiciales lograron suspender su aplicación, por
pedido de los multimedios y legisladores de la oposición. Es decir que, a pesar
de haber sido votada por el Parlamento, el Decreto Ley de Radiodifusión N°
22.285, elaborado por el Gobierno de Facto en 1980 sigue rigiendo el
funcionamiento de los medios de difusión. Recién el 15 de junio la Corte
Suprema de Justicia de la Nación revocó una de las medidas cautelares que
impedían la reglamentación de la Ley.
Es claro y conocido que la legislación militar, quedó caduca frente al
avance de la convergencia tecnológica, a los grandes multimedios que
surgieron en la década del 90 y frente a la actual política de derechos
humanos. Por eso la necesidad de hacer efectiva la Ley de Medios de
Comunicación Audiovisual responde al Derecho Humano de estar informado,
con diversidad de opiniones y visiones. El Estado debe garantizar el pluralismo
en el acceso a los medios de comunicación, y en esa línea, desconcentrar y
democratizar la propiedad de éstos es uno de los puntos clave en los que se
basa la norma presentada hace un año por la Presidenta Cristina Fernández.
La iniciativa, que se debatió en todo el territorio nacional con participación
social, es la expresión de una apertura democrática que introduce los cambios
necesarios para lograr una construcción plural. Tal como lo expresa la Iniciativa
Ciudadana por una Ley de Radiodifusión para la Democracia1, la nueva
reglamentación “deberá impedir cualquier forma de presión, ventajas o castigos
a los comunicadores o empresas o instituciones prestadoras en función de sus
opiniones, línea informativa o editorial, en el marco del respeto al estado de
derecho democrático y los derechos humanos”.
La norma, transformadora de fondo, pretende garantizar la libertad de
expresión; al tiempo que es inclusiva y no excluyente frente a la concentración

1
Se trata de un grupo de organizaciones civiles e intelectuales que propusieron 21 puntos
básicos que funcionarios nacionales tuvieron en cuenta para la elaboración de la propuesta de
la norma que sustituya a la Ley 22.285.

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y monopolización de los grandes medios. Durante las décadas del 80 y 90 las
discusiones estaban silenciadas por un discurso único.
El holding empresario Grupo Clarín, socio de esos ocultamientos,
comenzó en los años 40 como un simple diario y pasó a mutar en un gran
monopolio de multimedios que manejan más del 75% de la información en la
República Argentina.
En el transcurso de estos años de democracia, existieron discusiones en
el Congreso de la Nación sobre las posibles modificaciones de la ley militar,
pero no prosperaron de manera tal de llegar al recinto para su debate y
posterior promulgación. En los primeros años del gobierno de Raúl Alfonsín, se
trabajó por la consolidación de la democracia en el plano comunicacional. Entre
otros puntos, se suspendió mediante decreto, el denominado Plan Nacional de
Radiodifusión, lo que permitió interrumpir los concursos que estaban vigentes
de acuerdo con una norma de la Dictadura, hasta tanto se sancionara una
nueva Ley de Radiodifusión.
También hubo una modificación con relación a la recepción de la señal de
cable mediante la cual el gobierno radical autorizó el uso libre de señales
satelitales en los hogares. En vísperas de nuevas elecciones, el propio
gobierno alfonsinista planteaba un proceso de privatización de medios que
todavía estaban en manos del Estado. Sin embargo, diversos factores
interrumpieron ese proyecto y los intentos por modificar la norma se
desvanecieron.
Cuando Carlos Menem decidió reglamentar la Ley de Reforma del Estado
durante su primer período presidencial, y puso en lista las privatizaciones, los
puntos del proyecto pasaron por el Congreso. Otras transformaciones surgieron
por Decreto de Necesidad y Urgencia; pero en la mayoría de los casos no
existía la voluntad política de poner manos a la obra en la ley dictatorial y
cuando la hubo, los sectores mediáticos más concentrados se opusieron de
manera rotunda. Así, se puso freno a un proceso de transformación
deslegitimando la voz popular.

Los avances

Las bases para una verdadera política comunicacional democrática están


plasmadas en la Ley 26.522 porque cambia el concepto de radiodifusión, que
antes era comercial2, y ahora define a la comunicación como un Derecho
Humano.

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Un ejemplo de esto se ve plasmado en la década del 20 cuando la radio surge con un fin
comercial y donde el objetivo inicial era el de emitir publicidad y propaganda.
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Entre otros puntos a destacar se rescata la posibilidad de que el 33% de
las licencias de señales de televisión y radio estén destinadas a organizaciones
de la comunidad sin fines de lucro.
Además considera también a las cooperativas, iglesias, mutuales,
fundaciones y sindicatos, abriendo el juego, de esta manera, a aquellas
instituciones que habían sido relegadas en la ley promulgada por los militares.
También, favorece la promoción de la industria nacional ya que prevé que
el 70% de la producción local tenga un espacio radial y el 60% en televisión.
Cada emisora deberá tener un 50% de producción propia, al tiempo que las
radios emitirán un 30% de música nacional. En esa línea, la propuesta designa
una cuota de pantalla para el cine argentino.
Para evitar la consolidación de los monopolios mediáticos que tanto auge
han tenido en la década menemista, un actor podrá tener como máximo 10
licencias radiales y de TV (en la actualidad pueden hasta 24). Esta regulación
de conductas de mercado constituye la reafirmación de los valores de la
libertad de expresión.
La propuesta promueve también “la universalización del aprovechamiento
de los avances de las tecnologías”, para achicar la brecha digital favoreciendo
la diversidad de voces. Este ha sido un punto de inflexión clave al momento de
redactar el proyecto porque se pretende “echar las bases de una legislación
moderna” que reemplace un modelo viejo que regula sólo la radiodifusión.
Para que la norma no quede obsoleta en el corto plazo, la nueva
legislación apunta a los medios audiovisuales (canales de televisión de aire y
pagos), a las radios y a todos los servicios de comunicación audiovisual -
independientemente del soporte- dejando de lado a los medios gráficos, como
la propiedad de los diarios.
Uno de los puntos fuertes deriva en la posibilidad de que el Comité
Federal de Radiodifusión (Comfer) pueda desaparecer puesto que se propone
como entidad de regulación para la nueva norma a representantes de la
legislatura nacional y del Poder Ejecutivo Nacional. Esta institución dependerá
de la Secretaría de Medios de la Nación, que a su vez pertenece a la Jefatura
de Gabinete.
También se constituirá un Consejo Multisectorial y Participativo que
asesorará a la autoridad.
La Ley de la dictadura había destinado como autoridad de aplicación a
militares, servicios de inteligencia y a empresarios; órgano intervenido
actualmente por el Comfer.

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La ley, hoy

La entrada en vigencia de la ley, prevista para el 10 de diciembre del


2011, no pudo ser efectiva hasta que la Corte Suprema de Justicia de la Nación
fallara a favor de ésta en junio de 2010, luego de que la oposición hiciera
diversas presentaciones judiciales ante la justicia mendocina y la salteña por
mencionar algunos ejemplos. La oposición en las presentaciones judiciales
proponía, entre otros puntos “la modificación de la norma promoviendo el
debate de una regulación de medios audiovisuales que incluya un análisis
profundo de sus contenidos, con el aporte de los sectores involucrados y que
busque articular armónicamente valores centrales de la democracia, como la
libertad de expresión; la independencia, sustentabilidad y diversidad de los
medios y la no discrecionalidad del poder político en su aplicación”.
Es importante aclarar que desde marzo de 2009 hasta mediados de
septiembre del mismo año fueron convocados todos los actores
comunicacionales interesados en el debate por una ley que los represente, y de
allí surgió el texto final que fue presentado al Congreso Nacional y aprobado
con el voto de la mayoría. En el momento de la sanción ninguno de los bloques
parlamentarios presentó impugnaciones a los procedimientos de su sanción,
más allá de las denuncias particulares de algunos diputados.
La nueva ley representa la clara defensa de un modelo que habla de
todos, con idea de pluralidad y democracia. Paulo Freyre decía: “Cuando
elegimos la manera de comunicarnos, estamos eligiendo en qué modelo de
país queremos vivir nosotros, nuestros hijos y nuestros nietos”.

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