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CONSECUENCIAS DE LA DESTRUCCION DE LA CAPA DE OZONO

El agotamiento de la capa de ozono provoca un aumento de los niveles de radiación


ultravioleta en la superficie terrestre, que es perjudicial para la salud humana.

Entre los efectos negativos se incluyen el aumento de casos de determinados tipos de


cáncer de piel, las cataratas y los trastornos inmunitarios. La radiación UV también
afecta a los ecosistemas terrestres y acuáticos, al alterar el crecimiento, las cadenas de
alimentos y los ciclos bioquímicos. Los organismos acuáticos que se encuentran justo
debajo de la superficie del agua, base de la cadena alimentaria, sufren especialmente
los efectos adversos de los altos niveles de radiación UV. Los rayos ultravioleta
también afectan al crecimiento de las plantas y reducen la productividad agrícola.

El agotamiento de la capa de ozono es mayor en el Polo Sur. Se produce sobre todo a


finales del invierno y al inicio de la primavera (de agosto a noviembre) y suele alcanzar
su valor más elevado a principios de octubre, cuando el ozono queda a menudo
completamente destruido en grandes zonas.

Este grave agotamiento crea el denominado "agujero de la capa de ozono", que puede
verse en las imágenes del ozono antártico por medio de observaciones por satélite. La
mayoría de los años, la superficie máxima del agujero es superior al propio continente
antártico. Aunque las pérdidas de ozono son menos extremas en el hemisferio norte, se
ha observado también un debilitamiento significativo de la capa de ozono en el Ártico, e
incluso en la Europa continental.

La mayoría de las sustancias emitidas por la actividad humana que agotan la capa de
ozono permanecen en la estratosfera durante décadas. De ahí que la recuperación de
la capa de ozono sea un proceso muy lento y largo.

MEDIDAS PARA LA PROTECCION DE LA CAPA DE OZONO

En 1987, para hacer frente a la destrucción de la capa de ozono, la comunidad


internacional estableció el Protocolo de Montreal relativo a las sustancias que agotan la
capa de ozono. Fue el primer tratado internacional firmado por todos los países del
mundo y se considera el mayor éxito medioambiental en la historia de las Naciones
Unidas. El objetivo del Protocolo de Montreal es reducir la producción y el consumo de
sustancias que agotan la capa de ozono, con el fin de limitar su presencia en la
atmósfera y proteger así la capa de ozono de la Tierra.

La legislación de la UE sobre las sustancias que agotan la capa de ozono es una de las
más estrictas y avanzadas del mundo. A través de una serie de reglamentos, la UE no
solo ha aplicado el Protocolo de Montreal, sino que en muchos casos ha eliminado
progresivamente el uso de sustancias peligrosas con mayor rapidez de lo exigido.

El actual "Reglamento del ozono" de la UE [Reglamento (CE) n.º 1005/2009] recoge


una serie de medidas destinadas a garantizar un mayor nivel de ambición. Mientras
que el Protocolo de Montreal regula la producción de estas sustancias y su comercio a
granel, el Reglamento del ozono prohíbe su uso en la mayoría de los casos
(determinados usos siguen estando aún permitidos en la UE). Además, esta norma no
solo regula las sustancias a granel, sino también las contenidas en productos y
equipos.

El Reglamento del ozono de la UE establece asimismo requisitos para la concesión de


licencias de exportación e importación de todas las sustancias que agotan la capa de
ozono y regula y supervisa no solo las sustancias cubiertas por el Protocolo de
Montreal (más de 90 productos químicos), sino también otras que no están cubiertas
(cinco sustancias químicas adicionales que se denominan "nuevas sustancias").

Bibliografía
EUROPEA, U. (s.f.). Sitio Oficial de la Unión Europea. Obtenido de
https://ec.europa.eu/clima/policies/ozone_es

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